Breve historia de la huelga de un maestro palestino

Entrevista con H. Mezna Qato y Mai Abu Moghli

En febrero y marzo de 2016, casi 35.000 maestros y maestras palestinas iniciaron una serie de huelgas en Cisjordania. Se suspendieron las clases, se manifestaron por las calles de Ramala y organizaron sentadas ante las oficinas del Ministerio de Educación. Aunque fue breve, la huelga tuvo gran repercusión porque los y las maestras utilizaron su menguante capital social como no lo habían hecho desde la segunda Intifada y animaron a otros sindicatos a convocar huelgas, particularmente después de la ratificación de la Ley 6 de la Seguridad Social, de 9 de marzo de 2016.

Fue la mayor huelga de maestros de la historia palestina y sin embargo, no solo no la organizó su sindicato, la Unión General de Maestros Palestinos (UGMP) sino que se organizó a pesar de la UGMP.

Con anterioridad ya se habían organizado huelgas sin el respaldo del sindicato. En 2012, entre 400 y 500 maestros se declararon en huelga durante 25 días en contra de la dirección sindical. Se prolongó más allá de la huelga de dos días que simbólicamente convoca cada año la UGMP para expresar su frustración por el estancamiento de los salarios y de las pensiones de los docentes. La huelga de 2012 terminó cuando la Autoridad Palestina (AP) aceptó una serie de reivindicaciones y, con la intermediación de la UGDP, firmó un acuerdo (efectivo desde el 1 de enero de 2013) que prometía incrementos concretos. Pasaron los meses y aunque el gobierno posponía la ejecución del acuerdo los huelguistas siguieron en las aulas convencidos de que la AP lo aplicaría.

Un año después del acuerdo inicial con la UGMP, la AP aplicó unilateralmente una medida provisional agregada mediante una anotación en las nóminas de los maestros, que prometía que todos los maestros cualificados recibirían un aumento del 5% en el salario base tan pronto como hubiera fondos disponibles. Para la mayoría de los maestros este aumento suponía entre 170 y 220 NIS (nuevo sheqel israelí) al mes. Los docentes se opusieron porque el aumento era menor que el estipulado en el acuerdo y porque no era retroactivo al acuerdo original de 2013. Pero aún no se ha cumplido: allí sigue la nota agregada en sus nóminas indicando que el pago se realizará “cuando el dinero esté disponible”.

Para septiembre de 2014, después de constantes demoras y con una UGMP cada vez menos implicada y más mediadora de la AP que defensora de los miembros del sindicato, el Comité de la Conferencia de la UGMP envió una carta a la secretaría del sindicato y al Secretario General, Ahmad Suhwail. La carta detalla los casi dos años de negociaciones y acuerdos entre la UGMP y la AP. La UGMP respondió asegurando que el acuerdo se aplicaría el 1 de enero de 2015. Aplacados, inseguros sobre los siguientes pasos que debían dar y sumidos en fracturas políticas internas, los maestros y maestras suspendieron las acciones previstas. Para el 5 de febrero de 2015, sin embargo, quedó claro que la AP no tenía intención de pagar los salarios atrasados. Se envió una carta a todos los maestros y maestras indicando que la AP les debía un promedio de 5.000 NIS, lo que excedía en mucho su presupuesto para los 42.000 maestros y maestras de Cisjordania.

La UGMP negoció un aumento salarial de 600 NIS mensuales para cumplir con algunas reivindicaciones concretas. Aunque la AP estuvo de acuerdo, cada maestro solo recibió 20 NIS adicionales en su siguiente nómina. Las noticias de la mísera cantidad circularon rápidamente por Cisjordania.

Las presiones a la UGMP para que convocase una huelga se incrementaron. Los maestros y maestras rechazaron la espera que solicitaba el sindicato y al final, la UGMP se vio obligada a anunciar una huelga general de dos días a mediados de febrero. Al final del primer día, la UGMP hizo un llamamiento a los maestros para que volvieran a la escuela porque habían acordado con la AP que todos los sueldos retroactivos se pagarían en mayo de 2016. Luego se produjeron declaraciones contradictorias del Ministerio de Educación que indicaban que los pagos serían incrementales y comenzarían en abril. No obstante, las declaraciones emitidas por otros funcionarios del sector daban a entender otras fechas.

150 maestros y maestras se negaron a volver al trabajo el primer día de la huelga ilegal. Uno de ellos era H., maestro de una escuela de niños de Belén y miembro del Comité Electoral de la UGMP.

Hemos hablado con H. varias ocasiones durante dos años: cuando comenzó la huelga de los maestros en febrero de 2016, cuando la huelga estaba en marcha, y finalmente en enero de 2018.

¿Cómo comenzó la huelga y cómo os organizasteis?

El movimiento de los maestros y maestras comenzó espontáneamente. Usamos las redes sociales para discutir nuestras reivindicaciones colectivas y los pasos concretos para exigirlas. Sin embargo, no avanzamos hasta que no fuimos varios miles loa dispuestos a ir a la huelga. La espontaneidad de la acción colectiva aseguró que las re¡vindicaciones no se fragmentaran y que los partidos políticos no apoderaran se las movilizaciones. Exigimos justicia e igualdad. Nuestro lema es “dignidad para todos los maestros y maestras”. Una de las expresiones de la amplia popularidad de nuestro movimiento y de nuestra convicción sin fisuras de que solo somos leales a nuestras reivindicaciones colectivas y no a ninguna facción o partido político, es nuestra renuncia generalizada a la UGMP. Algunos maestros no se han sumado a este llamamiento de renuncia masiva principalmente por su estrecha relación política con el partido gobernante y otros intereses a él ligados.

A medida que el número de maestros y maestras involucrados en el movimiento aumentaba, nos dimos cuenta de que era necesario contar con un mecanismo de coordinación para garantizar una representación transparente e igualitaria. Fue entonces cuando establecimos los comités de coordinación. Los comités están estructurados de la siguiente manera: se eligen dos maestros de cada escuela en cada gobernación. Luego se eligen catorce maestros para crear el Comité de Reivindicaciones Básicas en cada gobernación (hay 18 gobernaciones en Cisjordania). De esos catorce, tres maestros son elegidos como un sub-grupo para reunirse regularmente en Ramala y ofrecer valoraciones a los Comités de Reivindicaciones Básicas. Se ha elegido a un maestro como portavoz del movimiento pero no tiene autoridad para comunicarse con el gobierno a menos que lo autoricen los Comités de Reivindicaciones Básicas. [1]

¿Cuáles son esas reivindicaciones?

Son seis reivindicaciones principales: 1) Exigimos que el gobierno pague a los maestros el aumento salarial retroactivo que viene prometiendo desde 2012. 2), Queremos un aumento de nuestro salario básico que corresponda al aumento del coste de la vida. 3) Exigimos que el gobierno permita la promoción de los maestros. Las promociones se han congelado durante los últimos quince años. 4) Exigimos que el salario de jubilación de los maestros sea igual que los salarios de jubilación de otros funcionarios. 5) Queremos que todas las personas que trabajan en el sector sean consideradas como personal de educación, sin diferenciar entre director, consejero escolar, conductor de autobús escolar o conserje. 6) Queremos un verdadero sindicato que se preocupe por los maestros y maestras. Queremos que se reestructure la UGMP y que todos y cada uno de los maestros y maestras estén representados y tengan la oportunidad de participar en las elecciones sindicales. No queremos un sindicato monopolizado por el partido gobernante que se alinea con la AP y su gobierno contra los maestros, contra sus intereses y su bienestar.

A pesar de que nuestras reivindicaciones también conciernen a los maestros de la Franja de Gaza y aunque forman parte de la UGMP, no están participando en las movilizaciones. Primero porque Hamas no les permitirá ningún activismo. Pero también porque los maestros de Cisjordania prefirieren que los de Gaza no se unan para evitar que la AP acuse a los cisjordanos de tener “agendas extranjeras” o de estar afiliados a Hamas. Sin embargo, aspiramos a tener un sindicato de maestros y maestras que sea verdaderamente nuestro, no manipulado o monopolizado por la AP; un sindicato representativo de todos los maestros palestinos en Palestina y en la diáspora. En resumen, lo que queremos es una representación verdadera e igualitaria, que rinda cuentas, con transparencia y dignidad para todas y todos los maestros. Lamentablemente, mientras exista la división entre Cisjordania y Gaza no podremos tener un movimiento fuerte, coherente y sostenible. La AP es consciente de la fortaleza de los comités de coordinación y utiliza mecanismos varios y técnicas opresivas para reprimirlos e infiltrarlos.

¿Cómo ha respondido la AP a la huelga?

La supresión y la represión de cualquier movimiento de maestros independientes comienza con la UGMP. Cuando aumenta el malestar, la UGMP y el gobierno acuerdan un par de días de huelga para liberar parte de la tensión y evitar un cambio real. A los maestros que mantienen la huelga fuera del paraguas de la UGMP se les castiga reduciendo sus salarios o con amenazas de despido o de traslado que en muchos casos se han cumplido.

Cuando el movimiento de maestros comenzó a principios de 2016, éramos unos 10.000. Organizamos una concentración ante el Consejo de Ministros en Ramala. No hubo mucha respuesta ni por parte de la AP ni de la gente en general. El gobierno salió rápidamente al paso denunciando que nuestra acción estaba enmarcada en cuestiones políticos. Pero no nos hemos rendido y hemos organizado concentraciones diarias ante las oficinas del Ministerio de Educación en diferentes ciudades de Cisjordania. Todos los martes nos concentramos coincidiendo con la reunión semanal del Consejo de Ministros. La segunda semana, cuando nos dirigíamos a la concentración de Ramala, los aparatos de seguridad de la AP nos hicieron frente y confiscaron nuestra documentación y nos retuvieron en un punto de control de la AP hasta tres horas. Este intento de frustrar la concentración justo cuando comenzaba a ganar visibilidad no funcionó y seguimos hasta Ramala donde vimos que habían convertido la ciudad en un complejo militar. Contábamos con que nos pondrían impedimentos pero no esperábamos tal nivel de violencia. No esperábamos que nos obligaran a bajar de los coches y de los taxis y nos dejaran en la calle durante horas. No esperábamos que la policía de la AP multara a los automóviles que llevaban maestros a Ramala. Confiscaron las licencias de los taxistas que llevaban maestros. Fue un momento muy triste para nosotros, maestros, porque muchos de los policías habían sido alumnos nuestros.

Y dado el grado de violencia de la AP y de sus fuerzas fue desalentador comprobar que, al menos al principio, la sociedad civil no reaccionaba. Pero visto en retrospectiva, casi fue mejor que ninguna organización se solidarizase públicamente con nosotros porque la AP solo estaba esperando alguna excusa para incriminarnos y acusarnos de mantener y seguir agendas extranjeras. Estaban esperando cualquier oportunidad para dirigir una campaña de desprestigio contra nosotros.

¿Qué significa la huelga para la movilización en Cisjordania y en Palestina en general?

A medida que se extienden nuestras movilizaciones recibimos más solidaridad. Padres y alumnos se unen a nuestras manifestaciones. Llevan carteles con lemas como “Nuestra dignidad proviene de la dignidad de nuestros maestros”. En las universidades de Birzeit y An-Najah, los estudiantes y los profesores nos apoyan. También nos apoyan organizaciones ciudadanas populares y varios miembros del Consejo Legislativo Palestino, incluido el parlamentario Najat Abu Baker (sancionado por la AP por hacerlo). Otros sindicatos también se han solidarizado con nosotros, especialmente el Sindicato de Funcionarios Públicos que también se están planteando ir a la huelga.

El movimiento es fuerte. De un total de 42.000 maestros y maestras más otros 13.000 administrativos, más de 35.000 se han unido a la huelga. Se trata de la mayor demostración de fuerza de funcionarios de Palestina desde el ataque al sector público el Día de la Tierra en marzo de 1976. Las cifras no tienen precedentes y tampoco nuestra capacidad para mantener la huelga durante tanto tiempo. Creo que realmente golpeamos a la AP y la obligamos al menos a re-calibrar su relación con el sector educativo y con el sector público en general.

¿Qué conclusión extraéis sobre la Autoridad Palestina?

Este movimiento nos ha enseñado muchas cosas. En la dirección política hay confusión. No están preparados para lidiar con ningún movimiento social eficaz. El liderazgo de la AP ha respondido con violencia y ha utilizado un lenguaje inapropiado en los medios. Nos calificaron de colaboradores ingenuos y antipatrióticos. Nos han acusado de incitación, de ser títeres de Hamas, del FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina), de los sirios y de los iraníes. Todo bastante ridículo.

La ironía, por supuesto, es que la mayoría de los maestros están afiliados a Fatah. Desde que se aplica la política de “seguridad institucional” todos los funcionarios públicos han sido investigados. Lo que significa en términos reales que te investigan para saber que eres de Fatah. Algunos de los huelguistas miembros de Fatah intentaron en vano razonar con la AP y explicarles que se trataba de una huelga legítima y legal.

Intentamos ser razonables. Propusimos una serie de iniciativas y concesiones pero desafortunadamente el Primer ministro Rami Hamdala dijo condescendientemente que él solo negocia con la UGMP: “Con esos otros maestros, yo no hablo”. En otras palabras, no reconoce ni las quejas y ni la presencia de 35.000 maestros y maestras movilizados. Solo reconoce a los 7.000 que que son miembros del sindicato y que no hacen huelga. No importa. Continuaremos nuestra lucha más allá de la huelga. En una ocasión, Hamdala nos dijo que aceptaría nuestra reivindicación de un aumento de 60 NIS mensuales cuando encontrase un pozo de petróleo. Nos trata con absoluto desprecio.

Pero debo decir que no queremos estar en huelga constantemente. Queremos volver a nuestras escuelas y a las clases. Echamos de menos a los estudiantes cuando estamos en huelga. No queremos que pierdan clases y estén en las calles. Pero al final, estamos luchando por nuestra dignidad y por nuestros derechos. Nos negamos a que nos humillen con estos rechazos permanentes.

Con todas estas complicaciones, ¿cómo ves tu papel en el cambio social y político?

Es una pregunta difícil y angustiante. Es obvio que solos no conseguiremos que la AP se mueva. No conseguiremos que nada cambie a menos que todos salgamos a la calle. Como ves, 35.000 personas no son suficientes. La ecuación está clara. Según la AP, o estás conmigo o contra mi. La AP ha sido implacable para retener el poder. En este punto, nuestra única opción es la desobediencia civil.

¿Es una posibilidad?

No lo sé. Cisjordania está tan fragmentada geográficamente, los puestos de control, las invasiones… La ocupación abre y cierra las líneas de comunicación a su antojo, y la AP sabe que la ocupación le protege. Mientras estábamos en huelga los oficiales de la AP nos dijeron: estamos aquí para proteger a la AP, no a la gente. La división entre Cisjordania y Gaza será nuestro fin. Las facciones políticas son las que nos dividen, quién es de Hamas, quién es de Fatah, etc. Es destructivo. Necesitamos reconstruir lo que nos conecta para poder ser ciudadanos de esta causa.

La huelga terminó en abril de 2016 con una nueva promesa de la AP de cumplir con algunas de sus reivindicaciones iniciales en enero de 2018. Ahora que el plazo ha vencido, ¿hay novedades? ¿cuáles son vuestros siguientes pasos?

Me temo que no hay buenas noticias. El gobierno prometió pagarnos un aumento salarial retroactivo en enero de 2018 pero lo último que hamos sabido es que lo pospondrán una vez más. Así viene ocurriendo desde los últimos ocho años. En parte fuimos a la huelga por eso. Por lo tanto, no esperamos que ocurra nada en realidad.

El Ministerio del Interior se ha negado a otorgar la licencia para crear un nuevo sindicato de maestros alegando que el sindicato existente, la UGMP, forma parte de la OLP y no puede ser reemplazada. Dijimos: vale, pero haced que sea representativo. Eso es lo que les asusta. Les preocupa que si hay elecciones libres y justas ganará la oposición, ya sean islamistas o de izquierda. Les asusta porque el sindicato es la única institución de la OLP verdaderamente operativa y ellos la controlan.

Las amenazas del aparato de seguridad de la AP fueron eficaces. Amenazaron con encarcelar a cualquiera que participara y así silenciaron a muchas personas. Muchos de los principales dirigentes de la huelga, como los presidentes de los comités de reivindicaciones básicas y otros, han desaparecido. A otros les dieron cargos en la AP. Los maestros considerados parte del movimiento han sido reasignados a otras áreas para aislarlos de sus compañeros. Otros vieron cómo les aumentaban sus cargas laborales. Y a otros los despidieron. Fueron contra nuestro medio de vida y como nuestro supuesto sindicato no respaldó la huelga, no pudimos continuar. Los maestros están desilusionados y se sienten traicionados. Estamos agotados.

Eso no significa que nos hayamos dado por vencidos. Algunos de nosotros todavía seguimos hablando, reuniéndonos y manteniéndonos en contacto. Queremos revivir la coordinación y los comités de reivindicaciones básicas. En esta etapa, creemos que es mejor que pedir un sindicato nuevo o reformado. Tenemos que seguir descentralizados y con un perfil bajo pero queremos estar listos para cuando legue el momento adecuado. Estamos atentos a lo que sucede con los maestros y maestras de todo el mundo, a las huelgas en Estados Unidos y en Latinoamérica, y nos sentimos alentados.

Hace un tiempo, Salam Fayyad, el ex primer ministro, dijo que nos haría hacer cola en los cajeros automáticos… y así estamos, pensando en lo que nos van a pagar nos queda poco tiempo para pensar o participar en cambios sociales y políticos. Ese era su objetivo. Y aquí estamos…
 

Notas

1. Estas estructuras políticas se desarrollaron de esta manera porque: a) reflejan las experiencias tradicionales de los maestros y maestras palestinas en movilizaciones sectoriales democráticas y horizontales, particularmente durante la Primera Intifada; b) sus mecanismos de organización se diferencian a propósito de las jerarquías de la UGMP afiliada a la AP; c) están en mejores condiciones para dar cuenta de las múltiples áreas geográficas de los educadores palestinos en Cisjordania, en Gaza, en Israel, en la región y en la diáspora en general.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242826

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