Libro: La educación como práctica de la libertad de Paulo Freire

Por: Formación Integral. 

LA EDUCACIÓN COMO PRÁCTICA DE LA LIBERTAD

Resumen del libro de Pablo Freire con datos biográficos del pedagogo brasileño de tanta trascendencia en toda Latinoamérica, especialmente para la alfabetización de adultos y para lograr una conciencia crítica en el pueblo.

Publicado por EDUCASOCIATIC. España

La obra de Paulo Freire, esta marcada por una profunda pasión por la libertad humana, y al mismo tiempo, una rigurosa y siempre renovada búsqueda de una pedagogía de la emancipación, generadora de “democracia militante”. Su filosofía de la educación se basa en una pedagogía volcada en la práctica, en la acción transformadora: “la mejor manera de pensar, es pensar en la práctica” decía.

Su pedagogía rechaza la idea de neutralidad por considerar que “la neutralidad no es posible en el arte educativo y en el acto educativo” y él desde luego apuesta por los más desfavorecidos.

En “Educación como práctica de la libertad” plantea que la educación puede ser vía de cambio, camino de libertad para excluidos y oprimidos, herramienta, por tanto, de liberación; idea que comparto plenamente; pero no de una forma ingenua “si es verdad que la ciudadanía no se construye apenas con la educación, también es verdad que sin ella no se construye la ciudadanía”

Esta pedagogía tiene, en este inicio del siglo XXI, plena vigencia, pues, desde mi punto de vista, la sociedad que retrata en este libro permanece intacta en muchos aspectos. Es verdad que tenemos mejores condiciones de vida (eso sí en Occidente), pero nuestra sociedad está, si no cerrada, en transición. Donde el sectarismo o lo irracional prima en todas las facetas de la vida de las personas, tanto pública como privada, como pone de manifiesto la dolorosa realidad de la violencia de género, el acoso o la violencia gratuita contra los más desprotegidos; la violencia escolar; en el trabajo; la violencia internacional etc. Situaciones que emergen ante la falta de conciencia crítica, generadora del hábitat “del homo intransitivo”, acomodado, pasto fácil de la magia, del engaño, del sectarismo.

Sus idea de que el dominio de la palabra, el saber escribir, el saber leer, solamente tienen sentido si se traduce en una mejor lectura del mundo, una mejor lectura del contexto del hombre que le hace estar en el mundo, en la realidad para transformarla me parece de plena vigencia.

Freire considera que los hombres tienen que tomar sentido de su propia existencia para poder ser personas, esa toma de conciencia supone capacidad de contextualizar su existencia y la de sus semejantes, este paso genera concienciación y radicalismo que sitúa y adapta al ser humano a la realidad.

El siguiente paso es desarrollar una mirada crítica ante nuestra realidad, que supone capacidad de discernimiento de su yo, de valorarlo, de juzgarlo con criterio propio, lejos de las interferencia de quienes intentan convencernos que vivimos en el mejor de los mundos posibles, las élites dominantes; los medios de comunicación de masas, sumisos a esas mismas élites, la sociedad de consumo que nos empuja a convertirnos en seres acomodados.
En la medida en que eduquemos en la transitividad, más barreras levantaremos frente al engaño del consumo, que todo lo inunda de mensajes vacíos, falsos, generadores de frustración, germen del odio. Creo significativo el ejemplo que utiliza de ciertas marcas de cigarrillos en que aparece una bella chica en bikini, sonriente y feliz, me parece de una actualidad completa, como igualmente ocurre en la percepción de los mismos engaños en la propaganda ideológica y política, en los eslóganes, a los que tenemos que hacer frente, especialmente en la España de nuestros días.

Este proceso culmina con el actuar, con el compromiso radical que implica vivir hasta sus últimas consecuencias la democracia, lo que implica compromiso social, político, sindical, en los nuevos movimientos, en cualquier tipo de plataforma de participación, que genera una democracia que no rehuye el conflicto, sino por el contrario, se nutre de él para mejorarse, para transformarse en esperanza, de utopía transformadora y posible.

Freire insiste mucho en la idea de que solo se puede vivir en democracia, con una práctica educativa democrática, que respete profundamente la diversidad cultural, la existencia del otro, que busque la igualdad y salude la diferencia.

Estas ideas deben aplicarse vivamente en los diferentes ámbitos educativos de nuestro “meta sistema mundo” en permanente conflicto. Realidades sociales que deben tornar el conflicto, en espacio de reconocimiento recíproco de confrontación, pero también de negociación.

La construcción de una ciudadanía activa, de un sujeto histórico, se favorece con una marcada intencionalidad educativa reconociendo, nuevamente, los límites de la educación, pero nada se pueda hacer sin ella.


1. Introducción

Estudiar a Freire otorga transparencia y sentido al trabajo educativo, pues nos muestra un pensamiento que considera al hombre como ser racional que no está solo un el mundo, “es fundamental partir de la idea de que el hombre… no solo está en el mundo sino con el mundo”. Para él “No existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella”.

Este trabajo comienza con una contextualización de Freire, mostrándonos la situación en que vivió el autor y cuáles fueron las circunstancias que motivaron la creación de su respuesta educativa.

En un segundo momento analizaremos el libro Educação como prática da liberdade, primera gran obra de Freire en su intento de dar respuestas prácticas a una pedagogía que busca hacer al hombre consciente de su propia dignidad, y la fuerza que ella contiene, una vez descubierta, para alcanzar la liberación del hombre, en sus dimensiones sociales y espirituales.

Para finalizar analizaremos si el método creado por Freire y su pensamiento general, tienen vigencia en la realidad actual de la práctica educativa.

2. ¿Quién es Paulo Freire?

Paulo Freire nació un 19 de Septiembre de 1921, en Recife, Brasil. Su padre era oficial de la policía militar de Pernambuco. Su madre también era oriunda de Pernambuco.

Freire creció en un ambiente familiar cálido donde, según él mismo manifiesta, aprendió el sentido del respeto y la importancia de la opinión de los demás.

En 1931 sufre en propias carnes los efectos de la “gran depresión del 29” viéndose la familia obligada a trasladarse a Jaboato, lugar donde fallece su padre. Es un periodo de fatigas y dificultades económicas, que hacen que Freire conozca el hambre y el sufrimiento, que lo forjaron a temprana edad. Este descubrimiento de la realidad, lo lleva a buscar su transformación para conseguir la dignidad del hombre.

Freire es un hombre que abraza los postulados de la Iglesia Católica desde una perspectiva crítica; vivía con dolor la situación de incoherencia que vivía la Iglesia cuando predicaba una cosa y hacía lo contrario.

En 1944 contrae matrimonio con Elsa María con quien tiene cinco hijos. Su esposa  era profesora, llegando a ejercer de directora de un colegio; lo que ayudó, nuevamente, a incentivar el interés de Freire por la educación.

Aunque aspiraba a ser educador, se graduó en Leyes en la Universidad Federal de Pernambuco por ser la única carrera relacionada con las ciencias humanas, pues no existían cursos de formación de educadores.

Después de ejercer una corta carrera como abogado, regresa a su labor de enseñanza luciendo ropa de luto como una expresión de protesta y tristeza a causa de la segunda guerra mundial.
En 1947 fue director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social de la Industria, órgano recién creado por la Confederación Nacional de Industrias. Ahí tuvo contacto con la educación de adultos y trabajadores, animando a que el Estado brasileño enfrentara el problema de la educación y más particularmente la alfabetización.

Junto a otros educadores fundó en los años 50 el Instituto Capibaribe, institución privada reconocida en Recife por su alto nivel de enseñanza y de formación científica, ética y moral encaminada hacia la conciencia democrática.

En 1961 fue el primer director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife. Tuvo sus primeras experiencias como profesor de educación superior en la Escuela de Servicio Social en la misma universidad. En 1959 obtuvo el título de Doctor en Filosofía e Historia de la Educación defendiendo la tesis “Educación y Actualidad Brasileña”.

Con un lenguaje propio y con un pensamiento de la educación renovador, propuso que la educación de adultos tenía que estar fundamentada en la conciencia de la realidad cotidiana vivida por la población y jamás reducirla a simple conocimiento de letras, palabras y frases. Con este objetivo desarrolla un método de alfabetización que no se conforma con enseñar a leer y a escribir, sino que busca la transformación personal del hombre y la del mundo que lo rodea, a través de la participación activa en la sociedad.

En 1964 los militares dan un Golpe de Estado en Brasil que detiene las políticas de alfabetización en el país y lleva a la cárcel a Paulo Freire acusado de “subversivo internacional”, “traidor de Cristo y del pueblo brasileño” y “porque la Campaña Nacional de Alfabetización concientizaba inmensas masas populares” lo que incomodó a las élites conservadoras brasileñas.

Se exilia a Chile donde trabajó para varias organizaciones internacionales. Participa activamente en importantes reformas conducidas por el gobierno Chileno del momento, que necesitaba nuevos profesionistas y
técnicos para apoyar el proceso de cambio, principalmente en el sector agrario.
En Chile encontró un espacio político, social y educativo muy dinámico, rico y desafiante, que le permitió re-estudiar su método, asimilando la práctica y sistematizándolo teóricamente. Esta experiencia fue fundamental para consolidar su obra y para la formación de su pensamiento político-pedagógico.

Freire inició una psicología de la opresión influenciado por los trabajos de Freud, Jung, Adler, Fanon y Fromm. Términos como educación bancaria, alfabetización como concientización, educación liberadora se insertaron por influencia suya en el lenguaje educativo.

Los educadores de izquierda asumieron su filosofía educativa y en 1968 es acusado por sectores conservadores de Chile de escribir un libro “violentísimo”, titulado “Pedagogía del Oprimido” hecho que lo hizo abandonar Chile.

Esta obra publicada en 1970, tuvo gran influencia sobre las miradas filosóficas incluidas la fenomenología, existencialismo, cristianismo, personalismo, marxismo y hegelianismo.
Después de pasar un año en Harvard, fue a Ginebra en donde completó 16 largos años de exilio. Desde aquí viajó como “consejero andante” del Departamento de Educación del Consejo Mundial de las Iglesias por tierras de África, Asia, Oceanía y América.

En esta época asesoró a varios países de África, recién liberados de la colonización europea, ayudándolos a implementar sus sistemas educativos basados en el principio de la autodeterminación. Sobre estas experiencias fue escrita una de las obras más importantes de Freire: “Cartas a Guinea Bissau”.

Freire asimiló la cultura africana en el contacto directo con el pueblo y sus intelectuales, y mantiene, igualmente, contacto próximo con la obra de Gramsci, Kosik, Habermas, Henri Giroux, y otros filósofos marxistas.

Regresa a los Estados Unidos con un bagaje nuevo traído del África, con un amplio conocimiento del Tercer Mundo que da origen al libro: “Hacemos camino al andar: conversaciones sobre educación y cambio social”.

En agosto de 1979, bajo un clima de amnistía política regresa a Brasil planteándose como objetivo “re-aprender a mi país”. Para ello, realizó incesantes viajes por todo el país.
El recibió docenas de Doctorados Honoris Causa de Universidades de todo el mundo y numerosos premios incluyendo el de la paz de la UNESCO en 1987.

Al hablar de Freire, se habla de su método. La universalidad de la obra de Freire, discurre en torno de la alianza entre teoría y práctica. Piensa una realidad y actúa sobre ella… Esta es una búsqueda participante.

No cabe duda que la aportación de Freire arraigó debido a su doble mensaje político y profético. Fue un humanista cristiano vinculado a movimientos genuinamente latinoamericanos como el de la teología de la liberación.

A sus 70 años Freire seguía predicando la fuerza del amor, defendiendo la necesidad del compromiso personal con los desheredados y reelaborando sus ideas sobre educación. En Méjico polemizó sobre la educación universitaria; su legado al respecto se encuentra en la obra “Paulo Freire y la Educación Superior“

Pocos días antes de su muerte debatía sus proyectos sobre las nuevas perspectivas de la educación en el mundo en su propio Instituto en Sao Paulo. Paulo Freire muere el viernes 2 de mayo de 1997 a la edad de 75 años.

3. Contexto Histórico en el que vivió.

Para vislumbrar el pensamiento educativo de este autor, es necesario conocer el momento histórico en que vivió, ya que es de su experiencia y de la interacción dinámica con su entorno de donde surgen sus renovadoras propuestas Desde esta perspectiva histórica, nos encontramos frente al momento en que comienza la decadencia de la sociedad capitalista brasileña, dedicada fundamentalmente a la producción agraria exportable.
La gran crisis económica mundial de 1929 y la redefinición del mercado internacional, aceleraron el proceso de transformación de las estructuras, lo que en el fondo significa: mayor urbanización e industrialización, con el consiguiente aumento de las migraciones rurales hacia los núcleos urbanos.

Esta situación hace que desde los años 30 el régimen oligárquico entre en crisis, pero sigue manteniendo el poder político y económico de las zonas rurales, base fundamental para mantener la estabilidad del poder nacional.

El surgimiento de una clase obrera urbana con su propia dinámica social, olvida a las clases rurales, que sigue siendo la mitad de la población brasileña, siendo marginadas del proceso social, político y económico; es decir, no participan de ninguna de las decisiones importantes para su país.

El trabajo de Freire está críticamente ligado a este incipiente proceso de ascensión popular. Su praxis político-educativa, se desarrolla en Brasil, en medio de un esquema clásico de dependencia y subdesarrollo.

Freire crea el movimiento de educación popular en Brasil buscando sacar al hombre analfabeto de su situación de inconsciencia, de pasividad y falta de criticidad. Su esfuerzo por buscar contribuir a la liberación de su pueblo se inscribe en una época en que son muchos los que están buscando algo similar.

En este período podemos identificar numerosos procedimientos de naturaleza política, religiosa, social y cultural, para movilizar y concientizar al pueblo, desde la participación popular creciente, por medio de votos, hasta el movimiento de cultura popular organizado por los estudiantes. Se desarrolla también todo un movimiento del sindicalismo rural y urbano. Aparecen instituciones como la SUPRA, que agrupaba a clases campesinas para la defensa de sus intereses, provocando grandes repercusiones políticas.

El movimiento de educación de Freire comienza en 1962, en el nordeste de Brasil, una de las regiones más pobres con una población de veinticinco millones de habitantes, de los que quince millones eran analfabetos.

Durante cuarenta y cinco días él trabaja con trescientos trabajadores aplicándoles su método de alfabetización; los resultados impresionan a la opinión pública, por el éxito alcanzado. Su método es aplicado en otros territorios brasileños.

La reacción de las élites no se deja esperar. Los grupos dominantes, unidos a una Iglesia católica conservadora, no pueden comprender cómo un educador católico puede hacerse portavoz de los oprimidos, poniendo en peligro los privilegios de los que han gozado desde siempre. Desde aquí surgen las acusaciones que se hacen a Freire de agitador político, comunista y agitador de las masas al hacerlas tomar conciencia de su realidad, lo que pone en peligro la estabilidad y la seguridad de la sociedad fundada sobre los principios excluyentes de una sociedad opresora.

Este proceso de liberación popular, a través de una educación para la libertad, fue detenido como ya indicamos, a causa del golpe de estado militar, situación que impide la realización del primer plan nacional de educación popular, pero que favorece su labor de educación popular en otros países de América Latina, generando dinámicas transformadoras desde los mismos sujetos de su actuación.

La obra de Freire puede sintetizar las ideas revolucionarias que surgen en la América Latina en los años 60, dando cuenta de su compromiso católico; sus escritos están imbuidos del lenguaje de liberación que provenía de las corrientes progresistas del catolicismo, que hacen emerger la teología de la liberación. Su compromiso cristiano es explícito, combinándolos con una visión y comprensión marxista de la historia.

La influencia de la iglesia y en la iglesia, tiene una especial significación dada la enorme transformación sufrida por esta institución en un momento histórico donde se produce el Concilio Vaticano II, uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX. Baste como referencia lo enunciado por Juan XXIII en su carta encíclica Mater Et Magistra de 1961.
“Otro problema…se halla constituido por el estado de indigencia, de miseria y de hambre en el que se debaten millones y millones de vidas humanas.”

Por lo tanto, se impone la obra… para…el desarrollo económico y el progreso social (…), la transformación de las zonas retrasadas”.

En resumen, Freire, como hombre de su tiempo, al contemplar y vivir los traumas y dificultades por los que atraviesa la gran mayoría de los campesinos de Brasil -fruto de una educación alienante que lleva al pueblo a vivir su condición de miseria y explotación con pasividad y silencio, donde la cultura popular era despreciada y debía ser sustituida por la de las clases dominantes-, plantea que el hombre debe ser partícipe de la transformación del mundo por medio de una nueva educación que le ayude a ser crítico de su realidad y lo lleve a valorar su vivencia como algo lleno de valor real.

4. Educação como prática da liberdade.

El libro “Educación como práctica de la libertad” se publica en 1965, durante su exilio en Chile. Es la primera de las grandes obras de Paulo Freire donde desarrolla de una manera completa las ideas anteriormente propuestas en escritos menores.

La edición que he estudiado (Ed: Siglo XXI, 1974. Buenos Aires), contiene un comentario de Julio Barreiro y un poema de Thiago de Mello titulado “Canção para os fonemas da alegria”. Posteriormente tiene dos pequeños capítulos de agradecimiento y aclaraciones, para pasar a cinco capítulos propiamente dichos, un apéndice y una nota final.

La obra propone que la primara acción pedagógica para la libertad y para que esta sea posible, solo es posible desde la práctica, es decir en una sociedad en las que las condiciones sociales, políticas y económicas sean favorables. Es el primer libro de Freire donde se percibe de forma clara su compromiso con una pedagogía del oprimido, lanzando las bases de una filosofía de la educación que nos lleva a realizar una educación con el oprimido y no para el oprimido.

Desde esta perspectiva Freire hace en los primeros capítulos un análisis de la realidad brasileña y sus orígenes, juzgando las consecuencias de esas situación, para proponer la educación como práctica necesaria para transformar la realidad y llegar a la libertad individual y colectiva, usando una explicación de su método aplicado a las experiencias que ya había realizado en su país natal y en el de exilio.

Algunos Términos claves para comprender este libro

Para poder entender bien lo que el autor nos quiere transmitir es necesario explicar algunos conceptos claves:

  • Sociedad cerrada: organización de la sociedad que busca mantener los privilegios de las clases dominantes, a través de diferentes medios que cumplan la función de alienar a la gente. En este tipo de sociedades no se permite la participación, ni la verdadera democracia, ni el diálogo liberador que promueve el método de alfabetización.
  • Sociedad en transición: es el proceso que vive una sociedad cuando intenta el cambio. Implica una marcha acelerada que lleva a la sociedad a una búsqueda de nuevos temas y de nuevas tareas.
  • Democratización fundamental: Son los principios básicos que hay que desarrollar en una sociedad para que ella pueda llagar a la democracia verdadera, propia de la sociedad abierta. Es el proceso de participación de todos los hombres en todos los niveles de la sociedad.
  • Radicalismo: Es la opción de enraizamiento del hombre que toma una opción positiva y crítica, donde no se pierde la libertad. Se trata de hombres abiertos al diálogo, que aceptan el radicalismo de otros hombres con posturas diferentes.
  • Sectarismo: Lo contrario de radicalismo. En el hombre sectario prima el fanatismo opuesto al cognitivismo y reflexión; es irracional.
  • Hombre transitivo: que es capaz de vivir en comunidad, que se compromete con los demás
  • Conciencia intransitiva: Es la conciencia que no presenta un compromiso del hombre con su propia existencia.
  • Conciencia ingenua o mágica: Tiende a olvidarse de la realidad y a prescindir de ella, limitando seriamente a la libertad. El hombre con esta conciencia no logra llegar a la raíz profunda de la realidad, no conoce sus causas profundas y su explicación de la realidad es de tipo fantástico.
  • Conciencia crítica: Es la profunda interpretación de la verdadera realidad, conociendo sus causas más reales y su funcionamiento. Quien posee esta conciencia, posee una capacidad de razonamiento y de diálogo fecundos, tratando siempre de buscar la verdad para comprometerse en la construcción del hombre.
  • Concientización: Es el proceso por el cual el hombre no sólo toma conciencia de su realidad, sino que lo hace en forma crítica comprometiéndose con su cambio concreto.
  • Educación liberadora: La que toma en cuenta al hombre verdadero y real, que parte de él y busca llevarlo a su plena humanización. El hombre no se libera sólo, ni es liberado por otro, sino que se libera en comunión y partiendo desde su realidad.

  • Alfabetización: Método a través del cual el hombre “se dice” y al hacerlo se reconoce como cocreador de su vida y de su mundo. Es el momento en que el hombre se reconoce como lo que realmente es y se compromete con su humanización.
  • Educación bancaria: Educación tradicional que no reconoce la dignidad de los hombres, los utiliza como recipientes, como meros receptores y repetidores.
  • Educación problematizadora: Educación que toma en serio al hombre y reconoce el real proceso educativo del hombre como un diálogo continuo y respetuoso, donde no hay maestros y estudiantes, sino que solamente existen maestros-estudiantes y estudiantes-maestros, es decir, donde el proceso educativo es una relación dialéctica constante.
  • Hombre situado o adaptado: Así denomina a las personas integradas en su contexto, como resultado de estar en el mundo y no solo con el mundo.
  • Hombre acomodado o ajustado: Así denomina a las personas sin capacidad crítica; su relación es con el mundo, no están en él, les faltaría la marca de libertad.


Capítulos del libro


La sociedad Brasileña en transición:

Freire comienza este capítulo manifestando que es fundamental partir de la idea de que el hombre es un ser de relaciones y no sólo de contactos, no sólo en el mundo sino con el mundo. De su apertura a la realidad, es de donde surge el ser de relaciones que es, resalta esto que llamamos estar con el mundo. Por ello considera que la manera de captar los datos objetivos de su realidad, como de los lazos que unen un dato con otro, es de natural crítica, por ello reflexiva y no refleja. El hombre es el único ser capaz de trascender no solo en su capacidad de distinguir un “yo” de un “no yo”, sino también en la conciencia de su finitud, de ser inacabado y cuya plenitud se halla en la unión con su Creador, unión que jamás podrá ser de dominación o domesticación sino siempre de liberación. De ahí que la religión que encarna este sentido trascendental de relaciones jamás podrá ser instrumento de alineación, sino de liberación.

El hombre con capacidad de discernir por qué existe y no sólo por qué vive, halla la raíz del descubrimiento de su temporalidad, descubrimiento importante que comprende el ayer, reconoce el hoy y descubre el mañana. El exceso de tiempo en el que viven las culturas iletradas perjudica su temporalidad, que solo conocerán mediante el discernimiento y con la conciencia de esta temporalidad, la de su historicidad.

En la medida que emerge del tiempo, liberándose de su unidimensionalidad, discerniendo sus relaciones con el mundo, se impregna de un sentido consecuente. Sentido que tiene la capacidad de crear y recrear, interfiriendo en la realidad para modificarla, discerniendo y trascendiendo se lanza el hombre a un dominio que le es exclusivo, el de la historia y de la cultura.

La integración en su contexto, que resulta de estar en el mundo y no solo con el mundo, hace del hombre un ser situado y adaptado y no un ser acomodado o ajustado, síntomas estos últimos de deshumanización, que lo hace sentir desadaptado y desamparado.

Cuando se da la integración, esta se profundiza y perfecciona en la medida en que la conciencia se torna crítica, de lo contrario el hombre se convierte en un simple ser acomodado o ajustado, para quien la historia o la cultura no tendrían sentido, pues le faltaría la marca de libertad, por eso cada vez que se le limita la libertad, se transforma en un ser meramente ajustado o acomodado.
A partir de las relaciones del hombre con la realidad, resultado de estar con ella y en ella, por los actos de creación, recreación y decisión, éste va dinamizando su mundo, va dominando la realidad, humanizándola con algo que él crea, va temporalizando los espacios geográficos, hace cultura, generando sociedades dinámicas, creando historia.

Es por ello que Freire considera que la gran tragedia del hombre moderno es que, dominado por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más sin saberlo, a su capacidad de decidir, siendo expulsado de la órbita de las decisiones. Este hombre no capta las tareas de su época; le son presentadas por una élite que las interpreta y se las presenta en forma de recta a ser seguida. Este hombre se cree salvado, cuando por el contrario se ahoga en el anonimato de la masificación sin esperanza y sin fe, domesticado y acomodado, no siendo sujeto, siendo puro objeto que lo inclina al gregarismo falto de critica y amor; solo percibe que los tiempo cambian, incapaz de comprender el significado de ese cambio.

Las sociedades en cambio de una época a otra, exigen la formación y el desarrollo de un espíritu también flexible usando funciones cada vez más racionales y menos instintivas.
Freire define la sociedad brasileña del momento como una sociedad cerrada, colonial, esclavizada, sin pueblo, “refleja”, antidemocrática, sin conciencia de pueblo. Pero en ella vislumbra el germen del cambio, que la convierte en una sociedad en tránsito, donde se producen los choques propios de los sistemas autoperpetuadores y los sectores emergentes y buscadores del cambio.

Es por ello que la educación dentro de este tránsito adquirirá mayor importancia, su fuerza se basaría sobre todo en la aptitud que tuviésemos para incorporarnos al dinamismo del tránsito. No es necesario señalar demasiado la obviedad que nuestra salvación democrática se basaría en una sociedad homogénea y abierta. Esta apertura constituía uno de los desafíos fundamentales para una respuesta adecuada y difícil. Estas fuerzas estaban convencidas, que la apertura de la sociedad brasileña se haría en términos pacíficos. Otras por el contrario buscaban volver a posiciones reaccionarias para hacernos permanecer indefinidamente en el estado en el que nos encontrábamos.

En este momento, los hombres y las instituciones se dividen en reaccionarios y progresistas, aun cuando había categorías intermedias. Hecha la opción, por la profundidad de las contradicciones, la tendencia era radicalizarse en la opción.
La radicalización implica el enraizamiento que el hombre hace en la opción, es positiva, porque es preponderantemente crítica y amorosa, humilde y comunicativa. El hombre radical en su opción no niega el derecho a otros de optar. No pretende imponer su opción, dialoga sobre ella. Está convencido de su acierto, pero respeta en otro el derecho de juzgarse también dueño de la verdad; intenta convencer y convertir, pero no oprime a su oponente; tiene el deber, por una cuestión de amor, de reaccionar con violencia contra los que prenden imponerle el silencio. A los que en nombre de la libertad matan, en sí y en él, la propia libertad. Pero no estando preparado para este desafío el hombre brasileño y sus élites, desembocaron en el sectarismo y este tiene una matriz preponderantemente emocional, acrítica, arrogante, antidialogal y por eso anticomunicativa. Es reaccionaria y asumida por un derechista, que para nosotros es un sectario de “nacimiento”, o un izquierdista. El sectario nada crea porque no ama. No respeta la opción de los otros. Pretende imponer la suya; de ahí la inclinación del sectario al activismo que es la acción sin control ni reflexión. De ahí el gusto por eslóganes que difícilmente sobrepasan la esfera de los mitos y por eso mismo, mueren en sus mismas verdades, se nutre de lo puramente “relativo” a lo que atribuye valores absolutos.

El radical, por el contrario, rechaza el activismo y somete siempre su acción a la reflexión. El sectario, sea de derecha o de izquierda, se enfrenta a la historia como su único hacedor, como su propietario; solo difieren porque, mientras que uno pretende detenerla, el otro pretende anticiparla. De ahí que se identifiquen en la imposición de sus convicciones, en la reducción del pueblo a masas, pues este no pesa para el sectario, salvo como apoyo a sus fines. La masa no piensa, otro piensa por ella, y se considerará protegida por el sectario que jamás hará una revolución verdaderamente liberadora, precisamente por que tampoco él es libre.

En Brasil la supremacía no era de los radicales, sino de los sectarios, lo que hacía temer por el destino democrático del país. En verdad, en las sociedades alienadas, condición de donde partíamos, las generaciones oscilan entre el optimismo ingenuo y la desesperación. Incapaces de crear proyectos autónomos de vida, buscando en trasplantes inadecuados la solución de los problemas de sus contextos, son así utópicamente idealistas, para hacerse después pesimistas y desesperados. Pero un día comienzan a hacerse críticos y por ello renuncian tanto al optimismo ingenuo como a los idealismos utópicos, cuando se ven con sus propios ojos y se consideran capaces de proyectar y la desesperación de las sociedades alineadas se convierte en esperanza y autoconfianza.

Existían, empero, fuerzas internas y externas interesadas en que la sociedad brasileña no se transformara, planteando dulces imposiciones con soluciones asistencialistas. El gran peligro del asistencialismo está en la pasividad que impone al hombre, no ofreciendo posibilidades para el desarrollo o la “apertura” de su conciencia que en las democracias auténticas ha des ser cada vez más crítica.

Lo que importa realmente, es ayudar al hombre a recuperarse. También a los pueblos. Hacerlos agentes de su propia recuperación. Ponerlos en una posición conscientemente critica frente a sus problemas. El asistencilismo por el contrario, es una forma de acción que roba al hombre la posibilidad de ser responsable, el tomar decisiones en problemas grandes o pequeños que afecte a intereses ajenos y a propios, con los que se sienta comprometido. En el asistencialismo lejos de existir responsabilidad hay pasividad y domesticación.

Al pueblo sólo se le puede ayudar a insertarse críticamente en el proceso mediante la educación, no mediante el engaño, ni la fuerza, sino con una educación valiente, ofreciendo reflexión sobre sí mismo, sobre su tiempo, sobre sus responsabilidades, sobre su papel en la nueva cultura de la época de transición. Una educación que le facilitase la reflexión sobre su propio poder de reflexión y que tuviese su instrumentación en el desarrollo de ese poder, en la explicación de sus potencialidades, de la cual nacería su capacidad de opción.

En la medida en que el hombre o el pueblo amplía su poder de captación y de respuesta a las sugerencias y cuestiones que parten del exterior y aumenta su poder de dialogo, no sólo con otros hombres sino con su mundo, el hombre se “transitiva”. Sus intereses y preocupaciones se prolongan a otras esferas, no sólo a la simple esfera vital, lo que hace permeable al hombre, llevándolo a vencer su falta de compromiso con la existencia y lo compromete casi totalmente.

La conciencia ingenua en que se encontraba el país en aquel momento, según el autor, se caracteriza por la simplicidad en la interpretaciones de los problemas, por la tendencia a juzgar que el tiempo mejor fue el tiempo pasado; por subestimar al hombre común; por una fuerte inclinación al gregarismo característicos de la masificación; por la impermeabilidad a la investigación, a la cual corresponde un gusto acentuado por las explicaciones fabulosas; por la fragilidad de la argumentación; por un fuerte tenor emocional; por la práctica no propiamente del dialogo sino de la polémica; por las explicaciones mágicas.

Con una educación dialogal y activa orientada hacia la responsabilidad social y política, se conseguiría una transitividad crítica característica de los auténticos regímenes democráticos y corresponde a formas de vida altamente permeables, interrogadoras, inquietas y dialogales, en oposición a formas de vida “mudas”, quietas y discursivas, de las fases rígidas y militarmente autoritarias, como desgraciadamente vivía el Brasil del momento. Este trabajo educativo tiene que estar alerta del peligro que encierra la masificación en íntima relación con la industrialización.

Sociedad Cerrada e Inexperiencia Democrática

En este capitulo el autor se centra en la inexperiencia democrática del país, como uno de los puntos de estrangulamiento de la capacidad de democratización del mismo.

En Brasil, la colonización tuvo características marcadamente depredadoras, lo que produjo una fuerte explotación convirtiéndola en una gran “empresa comercial”, donde el poder de los señores dueños de las tierras sometía a la gran masa campesina y nativa del lugar, otorgándoles trato de esclavos. La educación de los colonizadores pretendía mostrar a los aborígenes la indignidad de su cultura y la necesidad de aplicar un sistema educativo cultural ajeno, que mantuviera esta situación de explotación e indignidad humana, construyendo en definitiva una sociedad cerrada.

El hombre brasileño fue creciendo en un ambiente de autoritarismo y proteccionismo, con soluciones paternalistas que surgen del mutismo brasileño, conciencia mágica, donde en la sociedad no existe el diálogo ni la capacidad crítica para relacionarse con la realidad.

Las relaciones sociales están divididas por las diferencias económicas, creándose una relación de amo y señor. El mutismo brasileño está marcado por la falta de vivencia comunitaria y por la falta de participación social. Ya que no había conciencia de pueblo ni de sociedad, la autoridad externa era el señor de las tierras, él era el representante del poder político y todo lo administraba. Esta forma de dominación impedía el desarrollo de las ciudades: el pueblo era marginado de sus derechos cívicos y alejado de toda experiencia de autogobierno y de diálogo.

Freire considera que estas no eran condiciones para poder constituir aquel “clima cultural especifico” para el surgimiento de los regímenes democráticos. La democracia, que antes que forma política es forma de vida, se caracteriza sobre todo por la gran dosis de transitividad de conciencias en el comportamiento humano, transitividad que no nace y no se desarrolla salvo bajo ciertas condiciones en las que el hombre se lance al debate, al examen de sus problemas y de los problemas comunes en las que el hombre participe.

Instaurar una sociedad democrática debe hacerse no sólo con el consentimiento del pueblo, sino con sus propias manos. Exige ciertas calificaciones. A fin de construir su sociedad con sus “manos”, los miembros de un grupo deben poseer considerable experiencia y conocimiento de la cosa pública. Necesitan instituciones que les permitan participar en la construcción de su sociedad.

También necesitan una específica disposición mental, esto es, ciertas experiencias, actitudes y creencias compartidos por todos o al menos por una gran mayoría del pueblo, y esta situación se produjo cuando la sociedad brasileña tradicional comienza a descomponerse, lo que permitió una cierta participación del pueblo en la gestión de la cosa pública; lejos del asistencialismo de la etapa anterior, la sociedad comienza un proceso de apertura, se abre.

El comienzo del avance industrial brasileño a finales del siglo XIX, da un vigoroso impulso civilizador debido a la inmigración y la supresión de la esclavitud. La nueva economía basada en el trabajo libre, aumenta la producción y contribuye a la transformación de la estructura económica y social, que no podría dejar de modificar los hábitos y la mentalidad, sobre todo en las poblaciones urbanas.

Este proceso se consolida después de la primera guerra mundial, lo que supuso un desarrollo enorme de la urbanización, generadora a su vez, de un afloramiento de los campos de las artes de la literatura y de las ciencias. El país comienza en encontrarse consigo mismo; su pueblo emerge ampliando su experiencia de participación, lo que provoca choques entre los viejos y los nuevos planteamientos, dando como resultado el golpe militar que mandó al exilio al propio autor.

Educación Versus Masificación

Esta transición de la sociedad brasileña, motivará al autor a buscar respuestas, en el campo de la pedagogía, respuesta que tome en consideración el problema del desarrollo económico y de la participación popular. Pedagogía creadora de una educación que pueda ayudar al hombre a salir de su experiencia antidemocrática, antihumana, que no permite al hombre descubrirse como recreador de su mundo, como un ser importante, con poder de cambiar para mejorar la realidad.

Freire estaba convencido de que la contribución del educador brasileño a su sociedad en nacimiento, frente a los economistas, los sociólogos, como todos los especialistas que buscan mejorar sus pautas, habrá de ser una educación crítica y criticista, de una educación que intente el pasaje de la transitividad ingenua a la transitividad crítica, ampliando y profundizando la capacidad de captar los desafíos del tiempo, colocando al hombre brasileño en condiciones de resistir a los poderes de la emocionalidad de la propia transición. Armarlo contra la fuerza de los irracionalismos, de los que era presa fácil, en la posición de transitividad ingenua en la que se encontraba.

En definitiva, busca hacer efectiva una aspiración nacional que se encuentra presente en todos los discursos políticos del Brasil: la alfabetización del pueblo brasileño y la ampliación democrática de la participación popular. El régimen oligárquico, imperante en Brasil hasta 1930, tomó el tema del analfabetismo y lo convirtió en tema de sus discursos, transformando la analfabetización en un verbalismo vacío, carente de acción concreta. El régimen que viene luego del régimen oligárquico continúa en la misma línea demagógica que no busca, en la práctica, un cambio real y efectivo, la liberación del hombre, sino más bien la elaboración de un discurso atrayente y de moda en su época.

Freire nos dice que en la medida en que las clases populares emergen y descubren la manipulación a la que los tienen sometidas las élites gobernantes, se inclinan siempre que pueden a respuestas agresivas, violentas, respondiendo las élites asustadas con tendencia a silenciar a las masas populares, domesticándolas por la fuerza o con soluciones paternalistas, con lo que pretenden detener el proceso del cual surge la elevación popular con todas sus consecuencias.

El autor considera que para que exista base democrática tiene que lograrse el desarrollo económico, que suponga la supresión del poder inhumano detentado por las clases muy ricas, que oprimen a los muy pobres y así hacer coincidir el desarrollo con un proyecto autónomo de nación brasileña.

Este desarrollo incluye reformas estructurales y cambios de mentalidades; de ahí la necesidad de una educación valiente, que discuta con el hombre común su derecho a la participación, una educación que lleve al hombre a una nueva posición frente a los problemas de su tiempo y de su espacio.

No hay nada que comprometa más la superación popular que una educación que no permita al educando experimentar el debate y el análisis de los problemas y que no le propicie condiciones de verdadera participación.

La educación tendría que ser ante todo un intento constante de sustituir hábitos pasivos y antiguos por nuevos de participación e ingerencia.

La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor. No puede temer el debate y el análisis de la realidad; no puede huir de la discusión creadora.

El autor entiende que no se aprende a discutir y a debatir con una educación que impone, que dicta ideas, que no las cambia, cuando se dictan clases y no se discute o debaten los temas. En este contexto se trabaja sobre el educando, no con él. Le imponemos un orden que el no comparte, al cual sólo se acomoda, no le ofrecemos medios para pensar auténticamente, por que al recibir las fórmulas dadas simplemente las guarda. No las incorpora, porque la incorporación es el resultado de la búsqueda de algo que exige, de quien lo intenta, un esfuerzo de recreación y de estudio. Exige reinvención. No sería posible formar hombres que impulsen la democracia con una educación de este tipo.

Por el contrario Freire considera que cuanto más crítico es un grupo humano, tanto más democrático y permeable es. Tanto más democrático, cuanto más ligado a las condiciones de su realidad

Educación y Concienciación

El autor niega que la democratización de la cultura sea su vulgarización, negando igualmente que pueda ser fabricada en bibliotecas y entregada al pueblo para su consumo; por el contrario considera que en la medida en que los procesos de democratización se hacen más generales, se hace también más difícil dejar que la masa permanezca en un estado de ignorancia, entendiendo esta no solo como analfabetismo, sino como participación crítica, que es una forma de sabiduría.

Estas convicciones son contrastadas en experiencias como las realizadas en el Movimiento de Cultura Popular de Recife, coordinando un proyecto de Educación de Adultos. Dentro del proyecto se crean instituciones básicas de educación popular como “el Circulo de Cultura” y el “Centro de Cultura”, donde se instituyeron debates de grupo que permitían reflexionar sobre los asuntos, así como la búsqueda de acciones para transformar la realidad.

De esta experiencia surge la necesidad de trabajar en la alfabetización de adultos, con métodos igualmente activos que diera resultados positivos como los realizados hasta el momento. Un método activo que fuese capaz de hacer crítico al hombre a través del debate en grupo de situaciones desafiantes; estas situaciones tendrían que ser existenciales para tales grupos.

A la pregunta de cómo realizar esta educación capaz de proporcionar al hombre medios para superar sus actitudes mágicas o ingenuas frente a su realidad, ayudándolo a crear, si era analfabeto, el mundo de signos gráficos, Friere considera que esto solo puede lograrse con un método activo, dialogal y participante. El dialogo se sitúa frente a la imposición de la formación histórico-cultural, generadora de antidiálogo, de una relación vertical del educador sobre el educando, que no es crítica, no es humilde, Es desesperante, arrogante, autosuficiente, es decir el antidiálogo, no comunica. Se precisaba, por tanto de una pedagogía de la comunicación para favorecer el diálogo activo.

Parece que la manera de comenzar este nuevo programa es ayudar al analfabeto a descubrir el sentido antropológico de cultura. La cultura como aporte que el hombre hace al mundo. La cultura como el resultado de su trabajo, de su esfuerzo creador y recreador. La cultura como adquisición sistemática de la experiencia humana, por eso crítica y creadora, no como mera yuxtaposición de recetas dadas. En definitiva, la democratización de la cultura es requisito indispensable para la democracia.

El aprendizaje de la escritura y de la lectura es la llave con la que el analfabeto iniciará su incorporación al mundo de la comunicación. En suma, el hombre en el mundo y con el mundo, que permita a los seres humanos cambiar sus anteriores actitudes y describirse como hacedor de cultura, en igualdad de condiciones con el letrado. La cultura es toda creación humana.

Las personas analfabetas aprenden así a ser autores y testigo de su propia historia; capaces de escribir su propia vida, es decir, biografiarse, existenciarse e historizarse.

Fases del método:

1º Fase: Obtención del universo vocabular de los grupos con los cuales se trabajará:

2º Fase: Elección de las palabras seleccionadas del universo vocabular investigado.

3º Fase: Creación de situaciones existenciales típicas del grupo con el que se va a trabajar.

4º Fase: Elaboración de fichas que ayuden a los coordinadores en su trabajo.

5º Fase: Preparación de Fichas con la descomposición de las familias fonéticas correspondientes a los vocablos generadores.

Ejecución práctica del método:

Utilizaremos la palabra “tijolo” (ladrillo en portugués) como primera palabra “generadora”, colocada en una situación de trabajo de construcción.

Una vez que se tienen las palabras más significativas, se somete al proceso de reflexión, en búsqueda de mayor objetividad, de los “círculos culturales”. Discutida la situación en sus aspectos posibles, se realizaría la vinculación semántica entre la palabra y el objeto que denomina (la palabra se nombra junto al objeto dicho: lo que se busca es la asociación de la palabra con el objeto). Visualizada la palabra dentro de la situación, es, posteriormente, presentada sin el objeto: “tijolo”.

Con este método, la persona cambia su manera de ver el mundo, se siente partícipe de él y artífice de su propia vida. Surge lo que Freire llama la conciencia que no es tan sólo el reconocer la situación que se vive, sino el compromiso y proceso de transformación.

En la medida en que al discutir los grupos fueron percibiendo el engaño que hay en la propaganda, por ejemplo de ciertas marcas de cigarrillos en que aparece una bella chica en bikini, sonriente y feliz (y que ella, con su sonrisa, su belleza y su bikini, ni tiene nada que ver con el cigarrillo), irían descubriendo la diferencia entre educación y propaganda, Por otro lado, se prepararían para discutir y percibir los mismos engaños en la propaganda ideológica y política, en los eslóganes.

Esto nos pareció siempre una forma correcta de defender la autentica democracia y no una forma de luchar contra ella. Luchar contre ella es hacerla irracional, aun cuando se haga en su nombre. Es enriquecerla para defenderla de la rigidez totalitaria. Es tornarla odiosa, cuando sólo crece en respeto a la persona y en amor. Es cerrarla cuando solo vive en apertura. Es nutrirla de miedo cuando debe ser valiente. Es hacerla instrumento de los poderosos contra los débiles. Es familiarizarla contra el pueblo. Es alienar una nación en su nombre.

Defenderla y alcanzar lo que Mannheim llama “democracia militante”, aquella que no teme al pueblo, que suprime los privilegios, que planifica sin enriquecerse, que se defiende sin odiar, que se nutre de la crítica y no de la irracionalidad.

Hasta qué punto las conclusiones científicas y Los postulados de Paulo Freire tienen valor en nuestros días.

Hablar hoy de concientización en el sentido que Paulo Freire da a esta palabra, supone entender la educación como “un acto de conocimiento y un proceso de acción transformadora sobre la realidad”; así la acción educativa es esencialmente una acción transformadora, una acción comprometida.

Desde esta perspectiva, el papel de la educación en nuestros días es estratégico, pues la realidad esta sembrada de conflictos e injusticias. Nunca en la historia aconteció tal grado de polaridad entre los más ricos y los más pobres, entre opresores y oprimidos; diferencia clara, pero al mismo tiempo tan sutil, que una gran parte de la humanidad vive en la creencia de que no existe, a pesar de verla, pues el hombre occidental tiende a ver la realidad, retransmitida en directo y por televisión, con una conciencia ingenua o mágica, sin comprender, por ejemplo el origen de la avalancha migratoria sobre nuestro país (España).

De ahí la vigencia de la pedagogía de Freire, generadora de libertad individual y colectiva, concientizadora e intercultural, que pueda cuestionar los modelos culturales y de desarrollo que los nuevos “colonizadores” intentan imponer.

La pedagogía de Freire es actual porque centra su acción en la búsqueda de la transitividad humana, en la necesidad de abrir la sociedad, de transformarla, para que sea conocedora de la interdependencia de los problemas en nuestro “sistema mundo”.

Son plenamente vigentes las propuestas pedagógicas que permitan crear espacio de conocimiento y compromiso, individual y colectivo, transformadores de la realidad, desde valores democráticos y radicales (en el sentido que Freire las describe en este libro), lejos de discursos vacíos y de galería.

Frente a una sociedad en permanente cambio que exige, como nunca, una insalvable capacidad de adaptación a las personas y a los pueblos, es necesario aplicar pedagogías que reinicien un proceso de alfabetización (en este caso sobre las nuevas tecnologías), que permita la descodificación de la información, de los lenguajes utilizados y la comprensión de sus códigos simbólicos, de una manera crítica, acomodándolos cognitivamente como “domésticos” códigos humanos, desposeyendo a estos nuevos lenguajes, de toda carga mítica o mágica que las élites les quieren otorgar, instalándolos en la realidad humana, eliminando de esta menara, la denominada “Brecha Digital”, que nuevamente abunda y profundiza la discriminación de los pueblos y de las personas.

Los postulados de Freire, en definitiva, son plenamente aplicables al objetivo educativo de potenciar una ciudadanía crítica y solidaria, en el ámbito de las relaciones interpersonales, con el medio y en el de la organización económica, social y política, para su transformación de la libertad individual y colectiva. Una educación que en su propia concepción ha de superar las fronteras de los países, para ser necesariamente global “en el buen sentido de la palabra”, que permita vivir conscientemente la existencia humana desde una perspectiva de respeto y sostenibilidad.

6. Bibliografía

  • Ana Maria Araújo Freire A Voz da Esposa: A Trajetória de Paulo Freire. (Abril de 2006) http://www.paulofreire.org/
  • Carlos Alberto Torres: A Voz do Biógrafo Latino-Americano: UmaBiografía Intelectual. (Abril de 2006) http://www.paulofreire.org/
  • Celso de Rui Beisiegel, Universidade de São Paulo Observaciones sobre la Teoría y práctica en Paulo Freire, en: http://www.hottopos.com/mirand7/observaciones_sobre_la_teoria_y_.htm
  • Heinz-Peter Gerhard Uma Voz Européia: Arqueologia de um Pensamento. (Abril de 2006) http://www.paulofreire.org/
  • Juan XXIII Carta Encíclica “Mater Et Magistra” en:http://www.churchforum.org/info/El_Papa/Documentos_Pontificios/encicli cas/mater_et_magistra.htm
  • Moacir Gadotti: A Voz do Biógrafo Brasileiro: A Prática à Altura doSonho. (Abril de 2006) http://www.paulofreire.org/
  • Paulo Freire (1974) “La educación como práctica de la libertad” Ed: Siglo XXI. Buenos Aires.
  • Paulo Freire: (2002) “Pedagogía del Oprimido” Ed: Siglo XXI, Madrid.

Link para descarga: https://asslliuab.noblogs.org/files/2013/09/freire_educaci%C3%B3n_como_pr%C3%A1ctica_libertad.pdf_-1.pdf

Fuente de la reseña: http://formacion-integral.com.ar/website/?p=176

Comparte este contenido: