Por: Rafael Álvarez Cordero.
Nunca es tarde para estimular las celulitas grises.
Pierre Vellas
Mi querido viejo, una de las múltiples razones por las que los argentinos son especiales está en el cuidado y atención que cada vez más otorgan a los individuos de la tercera edad.
Argentina es pionera en muchas cosas, no sólo tango y futbolistas, sino en la atención a esa población que crece y merece un tratamiento digno
Porque los viejos no somos el desecho de la humanidad, somos individuos privilegiados que hemos permanecido en el mundo más años que los demás y a nosotros se debe el progreso del país en el que vivimos y trabajamos por tantos años.
El concepto de atención a los viejos nació en 1973, cuando Pierre Vellas, en Toulouse, estableció la primera Universidad de la Tercera Edad para ofrecer a los viejos las herramientas necesarias para que vivieran activos, estimularan su cuerpo y su mente, aprendieran nuevas habilidades y fueran autosuficientes.
Y en 1984, aquí en Argentina, se creó la primera Universidad de la Tercera Edad, en la Universidad de Entre Ríos, en la ciudad de Paraná, y, poco después, el gobierno redactó un documento denominado Principios y Valores de las Universidades de la Tercera Edad, que señala a la educación en la tercera edad como “un derecho humano fundamental y trascendente para la vida del hombre, la sociedad y la cultura”.
Debido a lo anterior, el anciano debe ser considerado “un ser digno de ser respetado, amado y protegido”, y por eso se debe “promover el sentido de su alta estima, de modo que pueda superar los problemas y traumas del pasado y ejercer un papel activo en su familia, su comunidad y la sociedad en general”. Además de fortalecer la libertad e igualdad para todos los viejos, los programas deben “contribuir a la convivencia, solidaridad, compasión y comprensión entre los miembros de la tercera edad”, y sobre todo, que “asumir el proceso de enseñanza/aprendizaje en el adulto mayor por métodos propios de su edad, intercambiar saberes, creatividad y emprendimiento sin presiones de ningún tipo”.
En la actualidad, hay en Argentina más de 20 Universidades de la Tercera edad, aisladas o ubicadas dentro de las universidades; en los últimos años, el número de estudiantes ha rebasado los 30 mil, siendo el promedio de edad mayor de 60 años. Entre las materias que se imparten están filosofía, historia del arte, humanidades, lenguas extranjeras, y recientemente computación, internet, contabilidad y otras.
Ya en algún momento escribí aquí que en otros países han surgido muchas universidades, en España, en Chile, en Alemania, Francia y otros. En México han funcionado dos Universidades en la capital, y otras en Guadalajara y Monterrey, pero tenemos que reconocer que la atención a los viejos aún deja mucho que desear.
Los programas para nosotros, sea promoción de la salud, prevención de enfermedades, atención y tratamiento, y, sobre todo, capacitación y educación, son notoriamente insuficientes; es triste ver que las autoridades creen que con dar unos pesos a cada viejo será suficiente para que viva dignamente.
Se necesita más, mucho más, atención integral, educación y protección, y un sistema de escuelas o universidades de la tercera edad que sean dignas y útiles para nosotros, que queremos seguir vivos y activos.
Fuente de la reseña: https://www.excelsior.com.mx/opinion/rafael-alvarez-cordero/universidades-de-la-tercera-edad/1309712