Entrevista/Autora: Alejandra Agudo/Fuente: El país
Henrietta H. Fore, directora ejecutiva de Unicef desde enero de 2018, pide a los Gobiernos del mundo que «asuman su responsabilidad» en la protección de la infancia
Los siete directores ejecutivos que ha tenido el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) desde su creación en 1947 han sido estadounidenses, es decir, ciudadanos de uno de los únicos dos países del mundo —Estados Unidos y Sudán del Sur— que todavía, tres décadas después de su aprobación, no han ratificado la Convención de los Derechos del Niño. También lo es Henrietta H. Fore, quien asumió el cargo en enero de 2018 y cree que su país se acabará adhiriendo al tratado internacional, el primer instrumento jurídicamente vinculante que reconoce a los niños y niñas como agentes sociales y titulares activos de sus propios derechos. Así lo ha expresado durante una entrevista en Madrid, ciudad en la que ha estado de paso antes de partir hacia Palma de Mallorca para participar en la III Conferencia Internacional de Escuelas Seguras.
Hasta que asumió su nueva posición, Fore era la máxima ejecutiva de la empresa familiar cuyo nombre corresponde a la H de su primer apellido, Holsman International, una compañía de inversiones. Con dilatada experiencia también en el sector público, destaca en su currículo que fue la primera mujer en ser nombrada administradora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y directora de ayuda exterior en el Departamento de Estado. Ocupó ambos cargos entre 2006 y 2009. «Además, llevo décadas trabajando en desarrollo y asistencia humanitaria. Así que conozco lo que sucede en el mundo y me importa», apostilla.
En el año y medio que ha estado a los mandos del tercer mayor organismo de la ONU en cuanto a presupuesto, Fore ha detectado cuatro grandes desafíos.
«Uno de nuestros mayores retos es plantar las semillas del desarrollo en situaciones de emergencias. Un ejemplo: cuando estuve en Sudán del Sur, vi que necesitaban agua. En ese momento, se transportaba en camiones alrededor de Juba y nos costaba alrededor de un millón de dólares al día, hasta que Alemania no dio algo de dinero para instalar una tubería que llevaría agua hacia la ciudad. El agua es algo que necesitas desde el primer día de una crisis. Pero también lo necesitarás para siempre. Así que esa tubería significaba un desarrollo a más largo plazo», explica.
El segundo reto es, en su opinión, que haya más clínicas comunitarias de atención primaria. «No debe suceder que una madre o un padre que lleve a un niño enfermo en sus brazos no pueda llegar a un centro de salud el mismo día. En muchos lugares del mundo, tienen que caminar dos o tres días antes de poder encontrar uno; debemos cambiar eso, salvaríamos miles de vidas cada año», argumenta.
En tercer lugar, Fore sitúa la necesidad de innovar para mejorar la vida de los niños.»Tenemos que estar atentos a lo que hacen las empresas privadas, a todas las innovaciones que tienen, ya sean digitales o de productos, así como plataformas de servicios, que podrían contribuir a que lleguemos y ayudemos a más jóvenes». Menciona en este capítulo los programas de Unicef para llevar vacunas con drones a zonas remotas.
Para Fore, el cuarto reto es asegurar que los jóvenes entre 10 y 24 años acceden a una educación secundaria moderna. «Que les conecte con empleos», anota. «Necesitan formación en comunicación, emprendimiento, en habilidades ocupacionales para ser sastres, reparadores de teléfonos móviles, ingenieros, médicos o enfermeros. Requieren también de conocimientos digitales. Tenemos que defender a esta generación. Hay 1.800 millones de jóvenes, son el grupo de edad más grande del mundo hoy día. Es extremadamente importante», detalla.
A este cuarteto de retos, Fore suma, según transcurre la conversación, un quinto: «Debemos repensar lo que estamos haciendo en relación con el clima y lo que podríamos hacer si los jóvenes tuvieran poder para cambiar las cosas. El tiempo se está acabando: hay sequías por todo el planeta y 160 millones de niños se ven afectadas por ellas, a menudo están desnutridos, perdemos sus vidas. Las inundaciones son también muy duras: 300 millones están en riesgo por ellas porque destruyen los sistemas de saneamiento y de agua potable, lo que provoca brotes de cólera o diarreas. Y luego la contaminación del aire es uno de los mayores asesinos de niños: 200 millones viven en ciudades en las que los niveles son seis veces más altos de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud; lo que sucede entonces es que los tejidos del cerebro no se forman de manera adecuada».
Pregunta. Afirma que uno de los principales retos de Unicef es implementar programas de desarrollo durante las crisis humanitarias. ¿Cómo se hace en países donde no desean soluciones permanentes para que los refugiados y desplazados no se asienten definitivamente?
Respuesta. Tratamos de trabajar en el marco de las políticas y programas del Gobierno de cada país. En algunos, como el caso de Líbano, que quiere que todo sea temporal para que los refugiados sirios regresen a su país, negociamos para, al menos, expandir el sistema escolar. Se decidió establecer un doble turno en las escuelas. Luego empezamos a trabajar con los maestros pues hacían falta más para lograr una mayor cobertura, de tal modo que los niños accediesen a la educación, que es extremadamente importante.
P. En contexto de reducción de fondos y atención concentrada en un puñado de crisis, ¿nos estamos olvidando de demasiados niños?
R. Sí. Y los medios de comunicación son muy importantes en este sentido. Sin ellos, no podemos obtener fondos. El año pasado logramos recaudar la mitad de lo que se necesitaba a nivel global. Esto significa que hay muchos a los que no llegamos. Ni siquiera son invisibles, están justo delante de nosotros, pero no podemos ayudarlos porque no tenemos los fondos, la comida, nada… para hacerlo. También hay muchas crisis olvidadas, sobre todo en países pequeños de África, porque nos centramos en los lugares que están en las noticias. Pedimos a los periodistas que viajen, que cubran todos esos lugares que necesitaban atención; como Burkina Faso, que se está deteriorando rápidamente; Malí, donde ahora entran los terroristas; Chad…
P. De entre todos los niños invisibles, las niñas se llevan normalmente la peor parte. ¿Qué trabajo realiza Unicef para promover la igualdad de género en su labor humanitaria y de desarrollo?
R. Es importante conocer las costumbres y tradiciones de la población local, pero a la vez hay que asegurarse de que las niñas reciban educación. Si no, no podrán ganarse la vida, ni convertirse en líderes o tener voz. Es muy importante que ayudemos a las chicas. Y continuamente repetimos que no debería haber matrimonio infantil ni mutilación genital femenina.
P. El acceso a la educación es más difícil cuando los colegios dejan de ser espacios seguros para la infancia. Ha venido a participar en la III Conferencia sobre escuelas seguras. ¿Cuál es su propuesta para prevenir los ataques a los centros escolares?
R. Todos deberíamos respetar la Convención de Ginebra y los derechos de los niños. Esto quiere decir que no se bombardean escuelas, ni hospitales o centros de salud. Esto significa no permitir que se secuestren niños o se trafique con ellos. Ningún niño debe ser un soldado. Es responsabilidad de todo el mundo mantenerlos a salvo. Es nuestro deber. En muchos países, son atacados o violados en su camino hacia y desde la escuela. Debemos detener esa violencia para que sea seguro para una niña caminar a su colegio sin riesgo de ser violada en el trayecto. También tenemos que enseñar a los niños a protegerse en Internet. Hay mucho acoso y engaños sexuales a través de las redes. No podemos proteger a los niños de todo, pero podemos educarlos e informarles sobre cómo hacerlos ellos mismos.
P. ¿Es efectivo que los países firmen acuerdos, tratados, convenciones para proteger a la infancia a la vez que venden armas a países que atacan a la población civil o reclutan niños soldado?
R. Esto es algo en lo que trabaja intensamente la ONU. Antonio Gutiérrez, nuestro secretario general, habla con todos en este sentido; y todas las agencias se pronuncian al respecto. Pero hay algunas particularmente enfocadas en este asunto. Deseamos un mundo de paz. Es lo que necesitan los niños.
P. Como mujer de negocios, ¿cómo planea convencer a los donantes de que apoyen su trabajo para mejorar la vida de los niños?
R. Tenemos que seguir hablando de ellos. Los donantes deben comprender que realmente los niños son el futuro. A medida que nos hacemos mayores, nos darnos cuenta de que nuestras vidas no son tan importantes como las de los niños. Y si podemos conseguir que crezcan sanos, fuertes y bien educados, quizás crearán un mundo mejor del que les estamos dejando. Pero tenemos que esforzarnos al máximo mientras somos los líderes del planeta, para dejarles un mundo más seguro, pacífico y próspero. Es difícil. El contexto es muy complejo, respondemos a unas 300 emergencias al año, y son más largas, más profundas y más graves que en el pasado. Una crisis que antes duraba dos o tres meses, ahora se prolonga durante cinco o más años; y son más mortales. La ONU y entidades como Unicef son las que están manteniendo a la gente con vida en lugares como Yemen, Siria o Sudán del Sur. No debería ser así, debería ser responsabilidad de los Gobiernos cuidar de su propia gente.
P. ¿Y el sector privado?
R. Creo que va a ser una aliado clave en el futuro. Las empresas nos pueden ayudar de muchas maneras. Las invito a unirse a Unicef porque eso significará una vida mejor para los jóvenes. Por ejemplo, una de las innovaciones que estamos implementando es el registro de nacimientos a través de los teléfonos móviles.
P. En la aplicación de estas tecnologías, normalmente, con socios del sector privado, ¿se plantean qué sucede con la privacidad de los beneficiarios?
R. En este caso, no. Todos necesitamos un registro de nuestro nacimiento, un nombre, una identidad y una ciudadanía. Solo así, los niños pueden ir a la escuela y tener acceso a servicios de salud. Muchos de nosotros, que nacemos en hospitales, a menudo obtenemos ahí nuestro certificado de nacimiento. Pero el hecho de que se pueda hacer con un teléfono móvil es tan beneficioso que los padres están encantados, porque a veces es la única forma. Si no, tendrían que caminar dos días para llevar a sus hijos a una oficina pública, a menudo sobrecargada de trabajo, donde probablemente solo se tomaría una foto del niño para introducir sus datos en el sistema. Entonces, ¿por qué no hacerlo de forma remota?
P. En la Agenda 2030 de la ONU hay varios objetivos que llaman a mejorar la situación de la infancia para esa fecha. ¿Cree que se lograrán?
R. Trabajamos duro para conseguirlos, aunque nos preocupa no alcanzar todos ellos. Solo se lograrán avances si el sector privado y la sociedad civil organizada se alían con los organismos multilaterales y los gobiernos locales. En los últimos 30 años se han producido muchos progresos: se ha reducido a la mitad la cantidad de niños que mueren durante el parto, así como los que viven en situación de pobreza. Esta bien, pero podemos hacer más, aunque será lento, complejo y necesitamos el apoyo de todo el mundo.
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