Derechos humanos universales, no tienen fronteras

La característica de “universalidad” de los derechos humanos no es solo un título carente de sentido, sino que se trata en realidad de un intento de describir su naturaleza y alcances, al tener estos injerencia, validez e interrelación, en mayor o menor medida, con los individuos de todo el mundo.

Por ejemplo: el derecho fundamental a un “medio ambiente sano” solo se puede conseguir implementando medidas de protección y conservación de la naturaleza y ecosistemas a nivel mundial, y no solo dentro del territorio de un país, ya que ello constituye un interés universal, no solamente por su utilidad para las personas o por los efectos que su degradación podría causar en perjuicio de su salud, sus vidas o su integridad, sino también por su importancia para con los demás organismos vivos con quienes se comparte el planeta, lo cuales son merecedores de protección en sí mismos e indispensables en la interrelación con los seres humanos.

Sin embargo, el respeto de este derecho humano, así como de otros, en la actualidad se ve limitado y restringido en gran medida por diferentes políticas, o ausencia de ellas, que cada país implementa. En tanto que algunas naciones endurecen su sistema de protección ambiental, otros los tienen más relajados y menos severos.

Pongamos de ejemplo también al derecho humano de “libertad”, el cual dispone que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, con base en el cual, las personas tienen la facultad de circular libremente y a elegir su residencia tanto en el territorio de un Estado, como de salir y regresar a su país.

En México, el derecho de “libertad de tránsito” se encuentra previsto en el artículo 11 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual comprende la prerrogativa que goza todo individuo para desplazarse por el territorio nacional, sin necesidad de autorización o permiso previo de la autoridad, pasaporte o salvoconducto, carta de seguridad o cualquier otro requisito semejante; así como la libertad para entrar y salir del país, sin autorización o permiso previo, con la salvedad de cumplir con los requisitos correspondientes ante la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Atendiendo a la naturaleza y características de universalidad de los derechos humanos, no debería haber restricciones para que las personas pudieran trasladarse al lugar del mundo donde desearan, sin embargo, la división del planeta en países con soberanía territorial hacen a nuestro mundo un lugar seccionado y segregado, que en definitiva restringe la libertad de las personas de trasladarse de un punto a otro del planeta.

La historia ha demostrado que los sistemas políticos y formas de Gobierno invariablemente evolucionan y cambian de un modo paralelo y congruente a la propia madurez y evolución del ser humano, así como acorde a sus necesidad, por lo que, de un sistema inicial de tribus pasamos al monárquico, de ahí al republicano y democrático.

Un siguiente paso coherente en la evolución de la organización política sería un “sistema de gobierno mundial democrático”, que sea capaz de asegurar la protección de los derechos humanos, así como de frenar el cambio climático. Se trata de llegar a la globalización cultural, económica y política, de la transformación a un Poliestado como entidad única, que se superponga a las naciones, tarea complicada y difícil, sobre todo porque requiere que los países actuales cedan buena parte de su soberanía por el bien mundial.

Se trata de la globalización real de los derechos humanos, para que su protección y preservación sea realmente efectiva a escala planetaria.

La historia ha visto cómo las fronteras cada vez se diluyen más y los Estados se unen en grandes conglomerados, por lo que tiene sentido que con el paso del tiempo sea posible que acabemos en un Gobierno democrático a escala mundial.

Como siempre, un placer saludarlo, esperando que estas pocas letras hayan sido de su agrado y, sobre todo, de utilidad.

¡Hasta la próxima!

Fuente de la Información: https://www.debate.com.mx/opinion/Juan-Bautista-Lizarraga-Motta-Sociedad-y-derecho-Derechos-humanos-universales-no-tienen-fronteras-20190616-0245.html
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