Redacción: Portafolio
A pesar de los problemas, el vasto continente está en mejores condiciones de lo que mucha gente imagina para tener mayor importancia en el mundo.
Es imposible generalizar acerca de los 54 países que conforman el vasto continente africano.
Algunas naciones, como Somalia, República Centroafricana y Burundi, están atrapadas en conflictos civiles interminables. Mientras tanto, Nigeria, Sudáfrica y Angola – los supuestos motores del continente – se han quedado estancados en una economía en ‘cámara lenta’.
Pero, a pesar de la pobreza generalizada y de los enormes problemas sociales, África en general está en mejores condiciones de lo que muchos imaginan.
Un sinnúmero de cambios surgieron en el continente para comienzos de siglo cuando al menos dos eventos ayudaron a impulsar un período de rápido crecimiento y – cuando los beneficios inesperados resultantes no fueron desperdiciados – de desarrollo.
El primero fue la Iniciativa para los Países Pobres muy Endeudados (HIPC, por sus siglas en inglés), mediante la cual se perdonaron US$100.000 millones en las deudas multilaterales, bilaterales y comerciales de 30 países africanos. La medida les dio la oportunidad de escapar de la interminable carga del servicio de la deuda.
El segundo fue la entrada de China en África. En 2000, el comercio entre China y África fue de aproximadamente US$10.000 millones, según la Iniciativa de Investigación China-África (CARI, por sus siglas en inglés) en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Johns Hopkins en Washington. Para 2017, eso había aumentado a US$148.000 millones (una baja del máximo de 2015 de US$200.000 millones).
Durante el mismo período hasta 2017, el gobierno de China, los bancos de desarrollo y los contratistas otorgaron préstamos por un total de US$143.000 millones a gobiernos africanos y a empresas estatales, según la CARI. El resultado fue una oleada de construcción de carreteras, de puertos y aeropuertos en un continente que clamaba por una mejor infraestructura.
Aunque ha habido preocupaciones de que es probable que países como Angola y como Zambia estén avivando otra crisis de deuda, y de que China esté actuando como una potencia neocolonial, numerosos africanos alegan que la llegada de China ha representado un beneficio neto para el continente.
Tito Mboweni, el ministro de Finanzas de Sudáfrica, atribuye parte de la actitud negativa hacia la relación entre África y China a la propaganda occidental. “No quieren que los africanos hagan negocios con los chinos porque existe la idea de que África es su patio trasero”, explicó.
Detrás de China han llegado otros países – incluyendo Turquía, India, Brasil y los Estados del Golfo – los cuales han ideado una oportunidad comercial y estratégica en África que sus contrapartes occidentales han tardado más en detectar.
En términos de población, África es el continente que experimentará el mayor crecimiento durante las próximas décadas. Para 2050, se pronostica que su población aumentará, más que duplicándose, a 2.000 millones. A finales de siglo es probable que se duplique nuevamente, en cuyo momento más de una de cada tres personas en la Tierra será africana.
Aunque eso planteará enormes retos para los gobiernos que buscan mejorar el nivel de vida, significa que, en términos generales, los mercados africanos probablemente crecerán durante décadas.
“Los nuevos actores están viendo oportunidades debido a la demografía y a los desarrollos que muestran que África desempeñará un importante papel en el mundo”, comentó Carlos López, un economista de desarrollo de Guinea-Bisáu.
Durante los años posteriores a 2008, cuando los inversionistas estaban buscando la próxima ‘gran frontera’, estas tendencias alimentaron la corta era de la narrativa del ‘ascenso de África’. Aunque esa entusiasta frase resultó exagerada, les reveló a algunas personas el potencial del continente. Estos desarrollos han estado acompañados de mejoras tangibles, aunque desiguales, en la gobernanza y en el nivel de vida.
África ya no es el continente de golpes de estado y de guerras civiles. En 1990, 12 líderes africanos habían obtenido su posición debido a un derrocamiento militar, con sólo seis que habían asumido su cargo como resultado de elecciones multipartidistas, según la Institución Brookings.
Para 2016, 45 líderes habían pasado por un proceso multipartidista. Es cierto que algunas de esas ‘incursiones’ en la democracia, como el reciente y disputado concurso en la República Democrática del Congo, son poco más que una farsa. Pero, en el África subsahariana, casi ningún gobierno debe su posición directamente a un golpe de estado, a pesar del reciente derrocamiento militar de Omar al-Bashir en Sudán.
En áreas que incluyen desde salud hasta economías en constante expansión, el panorama refleja una gradual mejora. El año pasado, seis de las economías de más rápido crecimiento del mundo – Ghana, Costa de Marfil, Senegal, Yibuti, Etiopía y Tanzania – eran africanas. Con unos actores ligeramente diferentes, es probable que esa hazaña se repita este año.
La expectativa de vida también ha mejorado. Un bebé recién nacido en África actualmente tiene una expectativa de vida promedio de 65 años. Aunque eso se encuentra detrás de los promedios de Europa Occidental por 17 años, está muy lejos de ser lo que era hace unas décadas cuando las crisis del sida, de la malaria y de la tuberculosis habían reducido la expectativa de vida a menos de 50 años en numerosos países africanos.
Las noticias están lejos de ser todas buena. Muchas naciones africanas enfrentan retos que van desde el cambio climático hasta una salud pública y una educación inadecuadas. En casi todas las medidas de desarrollo, la mayoría está a la zaga del resto del mundo.
Aunque el continente se está urbanizando, la mayoría de las ciudades son caóticas. Pocos países han escapado de los modelos extractivos que los llevan a venderles productos básicos de bajo valor agregado a las naciones ricas.
Según la Fundación Ibrahim, la cual monitorea la gobernanza, la democracia africana ha dado marcha atrás. En África Oriental y Central, algunos líderes han cambiado la constitución para prolongar su gobierno o han celebrado problemáticas elecciones.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la idea de que los países africanos pueden salir de la pobreza ha cobrado fuerza, señaló Lopes.
Un país que ha personificado una constante mejora es Etiopía. A pesar de su volátil situación política y – al menos hasta hace poco – de un gobierno autocrático, el país de 105 millones de personas ha cambiado mucho en los últimos 30 años.
Hoy en día es más probable que se le asocie con rascacielos y con el impulso por el estatus de los ingresos medios que con las hambrunas que definieron su imagen en la década de 1980. Los indicadores de salud y de educación han mejorado, y el país ha registrado una década de crecimiento con un promedio de alrededor del 8%.
“El nivel de ambición de los líderes ha aumentado mucho”, señaló Lopes, quien ve un continente que, a pesar de todos sus problemas, está lleno de energía. “Este es el continente con la población más joven del mundo. Esto conducirá a una transición diferente a la de cualquier otro lugar”, agregó.
Fuente: https://www.portafolio.co/internacional/africa-lista-para-jugar-un-papel-mas-relevante-533103