Redacción: UNICEF
Un niño de diez años cuenta su historia acerca de la educación
David Zamora Muñoz, es un motivado y brillante alumno de diez años que vive con sus dos hermanos mayores y sus padres en una casa con un solo cuarto sin electricidad, fuera del pueblo de Palacagüina en una zona rural de Nicaragua.
El padre de David, Celestino, es un arrendatario cuya educación apenas llegó más allá del primer grado. Su madre, Cecilia, dice que no sabe leer ni escribir.
Sin embargo, David sueña con convertirse en doctor o profesor algún día. Él y sus hermanos, Deybin y Francisco, despiertan antes del alba cada mañana y ayudan a su padre con las faenas del campo. Después, andan más de ocho kilómetros para ir a la escuelay otros ocho para volver.
Compromiso de inclusión con todos los niños
UNICEF y sus aliados en el desarrollo proporcionan varias instalaciones en la escuela de David que son poco habituales en Nicaragua, inlcuidos los retretes separados para niños y niñas y una política de inclusión que da la bienvenida a todos los niños, independientemente de sus capacidades físicas y académicas.
Los entornos educativos en las escuelas acogedoras para la infancia –que UNICEF respalda por todo el mundo– deben ser seguros, sanos y protectores, dotados con profesores capacitados, recursos adecuados y condiciones físicas, emocionales y sociales apropiadas para el aprendizaje.Se trata de una pequeña escuela comunitaria, con aproximadamente 60 estudiantes divididos entre dos aulas donde se imparten varios grados de forma mixta y un jardín de infancia. En su calidad de escuela acogedora para la infancia, el centro funciona pensando en el interés superior del niño.
Los padres de David están encantados porque sus tres hijos rinden bien en la escuela, El Riíto. Celestino hace todo lo posible para dedicar tiempo a sus hijos y supervisar sus deberes escolares. Está orgulloso de aprender a través de sus hijos. Él hace también hace progresos a la vez que ellos avanzan con la escritura.
Participación parental
Niño popular en la escuela, David es disciplinado con sus estudios. Su profesor dice que él siempre tiene una actitud positiva y es amable con sus compañeros, con ganas de ayudar a los demás con sus trabajos.
Los padres también ayudan al director y a los profesores con actividades durante y después de la escuela, incluidos los deportes y bailes folclóricos.Aunque la familia Zamora Muñoz vive en una comunidad con pocos recursos materiales, las relaciones entre sus gentes constituye su gran tesoro. Esta cordialidad se manifiesta en la escuela. Las madres de los estudiantes se organizan juntas para preparar los almuerzos diarios de los niños, traen ingredientes para compartir –como fruta fresca, huevos y verduras– y así complementar el arroz y los frijoles que la escuela recibe en forma de ayuda alimentaria.
Proyectos para el futuro
David dice que ama la escuela y no podría imaginar la vida sin ella. Sin sus lecciones, dice que no sabría acerca de otros países aparte del suyo. Dice que quiere ir algún día a la capital, Managua, para estudiar medicina. Para su madre, esto sería un gran honor en la familia.
En casa, David y sus hermanos tienen pocas cosas que sirvan como divertimento: sólo unos libros sobre ciencia y español, su lengua materna, y un camión de juguete de plástico con una rueda rota. Al igual que cualquier familia, pasan el tiempo escuchando la radio y hablando de los programas culturales que escuchan.Sus hermanos, con quienes tiene un trato muy cercano, piensan que quizás serán profesores o ingenieros.
A veces, David acompaña a su padre en reuniones sobre la Biblia en las casas de vecinos, y a él y a sus hermanos les gusta jugar con sus dos gatos, a menudo frente al fuego al aire libre, donde su madre cocina todas sus comidas.
La educación abre puertas
Los padres de David dicen que su propia educación fue interrumpida por la guerra civil en Nicaragua, que originó una falta de oportunidades para su generación. Hoy, ellos ven muchos cambios en el país, como un Gobierno comprometido a colaborar con organizaciones para el desarrollo, incluida UNICEF, con el fin de brindar a los niños un mejor comienzo en la vida.
Celestino Muñoz sabe que sus niños tendrán más opciones que las que tuvo él y está contento de que ellos no tendrán que confiar en el trabajo de la granja para ganarse la vida cuando sean mayores.
Por su parte, David concluye: “la vida sin la escuela sería realmente mala».
Fuente: https://www.unicef.org/spanish/education/nicaragua_55478.html