Por Victor Mora (@Victor_Mora_G )
Una vez al mes esta columna se dedica a entrevistar a personas o colectivos, que a través de sus creaciones, desarrollos o proyectos, conforman espacios de vida para la disidencia, y generan de alguna manera el tejido de lo queer.
Fefa Vila Núñez es socióloga, escritora, docente, investigadora… activista tenaz, impulsora entre otros del colectivo lésbico LSD, pieza clave del activismo LGBTI+ disidente del Madrid de los 90. También formó parte del GtQ-Mad, grupo de trabajo queer que nos dejó joyas editoriales como “El eje del mal es heterosexual”. Recientemente la hemos visto reivindicando la memoria sexual no normativa en la serie documental Nosotrxs Somos y como parte de la iniciativa política Madrid en Pie Municipalista. Por todo ello, no podía más que preguntarle:
¿Quién teme a lo queer?
En el momento actual, en la era del antropoceno en la que nos encontramos inmersas, es la propia especie humana la que teme a lo queer. Existen proyectos muy diversos y contradictorios, en liza en las recomposiciones de “lo humano” y del “humanismo”; sin duda alguna, uno de los proyectos políticos de devenir mundo más arriesgados e interesantes desde mi punto de vista lo representan y lo encarnan lxs queer-feministas problematizando las ficciones políticas humanistas y la propia construcción de lo humano.
Fuiste una de las impulsoras del colectivo lésbico LSD, ¿cómo recuerdas el Madrid de entonces, y cómo ves el activismo feminista y queer ahora?
Cambia todo cambia. Y precisamente estos cambios no se caracterizan por la lentitud ni tampoco por una progresión permanente hacia lugares históricos mejores. Digamos que ha habido avances y retrocesos bajo estructuras de tensión social y cultural muy complejas y que en la ciudad de Madrid, como en cualquier otra gran metrópoli del mundo contemporáneo, se superponen en el propio tiempo y espacio. Estamos inmersas en ellas, somos producto de ellas. No estamos frente al capitalismo o al heteropatriarcado, vivimos en el sistema capitalista y heteropatriarcal e incluso nuestras resistencias son producto de esta coexistencia, no existe un afuera. LSD nació a inicios de los 90 del siglo pasado en lo queer y con lo queer. Era un momento de crisis, crisis de representación, crisis económica… la primera gran crisis global, la del sida. El movimiento LGTBI+ ha tenido su recorrido, eso es evidente. Se nota en los bares, en las calles, en las universidades, en las prácticas culturales. Este Madriz de 2019 no es el de los 90 del siglo pasado. Ha habido una pedagogía queer-feminista que ha permeado ciertas esferas sociales, pocas pero importantes, pero también ha habido una fragmentación muy fuerte y una cierta huida del cuerpo y de la sexualidad como motores de lo político. No existe ya el gran sujeto político que nos unía en otras décadas y estamos en una fase de redefinir alianzas, necesariamente tienen que ser otras, completamente nuevas y que amplíen y reconozcan la diversidad de un sujeto político donde lo queer parece ser clave, es fundamental. El cambio social es brutal, muchas aceptaciones de formas de vida y familiares, de resignificar la sexualidad, son constatables, pero a la vez confluye una reacción muy conservadora. El fascismo asoma ocupando escenarios de representación y poder en todas sus expresiones en España y en la UE, y el capitalismo nos engulle a todxs y nos posiciona en lugares muy inadecuados, muy vulnerables y precarios. Creo que es un momento muy duro pero también es interesante en su tensión, creo que es un buen momento para volver al queerpo a queerpo, de juntarnos, de arriesgar y crear polis más allá del ágora tecnoalgorítmica de las redes sociales y sus manifestaciones narcisistas, egocentradas.
¿Cuáles crees que han sido/son/pueden ser los problemas de la institucionalización del activismo?
Los de siempre. La institucionalización desactiva, porque su papel es conservador, es garantista, es gestionar lo que hay en un marco dado, no lo que puede haber y mucho menos desestabilizando el marco para contemplar nuevas escenas y nuevas subjetividades que le cuestionen. La institución nunca improvisa, no nació para ser creativa precisamente. Es necesaria una cierta institucionalización que dé cuenta de lo recorrido socialmente, y muy deseable que dé cuenta y articule el reconocimiento, la redistribución y la representación, en términos de Fraser; ojalá esta triada fuese una realidad institucional habitual; nunca lo ha sido. Los déficits han sido importantes, y serán todavía más notorios ahora en nuestra ciudad. Hoy por hoy, y de una manera urgente en Madriz, necesitamos vertebrar una nueva imaginación política, una nueva voz en alianzas resistentes y opositoras frente a las instituciones, y a los gobernantes, que no nos representan ahora mismo, o que siempre, al margen de su color nos han representado bastante regular a muchas de nosotras. Prescindir del activismo y de los movimientos sociales contestatarios es la muerte de lo político y de la propia democracia como horizonte abierto. Confío plenamente que el activismo queer-feminista va a estar a la altura de estos nuevos-viejos tiempos.
Desde las críticas antirracistas, feministas y queer a los grupos políticos de izquierda, ¿qué problemas urgentes habéis visto, y cuál es la postura de Madrid en Pie?
Bueno, Madrid en Pie fue una alianza coyuntural de tres organizaciones dispares; La Bancada, IA e IU. Yo formé parte de esta candidatura tras un proceso abierto de primarias por La Bancada, y bueno, no me siento autorizada en estos momentos en que todavía se va a discutir los términos de existencia o no de Madrid en Pie, en pronunciarme aquí en nombre de esta candidatura. Pero, por supuesto, tengo mi opinión al respecto
Quiero pensar que a pesar de las dificultades, el movimiento feminista -que no la izquierda en su conjunto-, y en el que incluyo al que podíamos llamar, aunque con diferentes nombres, queer, ha mostrado en el Estado español una gran capacidad para dejar de lado sus diferencias o asumirlas sin traumas y generosidad y unirse estratégicamente en algunos momentos y ante temas muy básicos e inaplazables para cualquier sujeto que se diga de izquierda, la huelga del 8M o las movilizaciones del 7N contra la violencia de género, la caída del ministro Gallardón al querer imponer una ley de derecho al aborto claramente retrograda para las mujeres han sido a mi entender la expresión de ello. Podemos decir que el movimiento ecologista y queer-feminista son hoy por hoy un horizonte para las energías y los deseos de cambio de una generación a la que solo se promete competencia individual y demasiado a menudo fracaso en el intento. Es cierto que en estas expresiones políticas de gran fuerza y entusiasmo colectivo no han traslucido las diferencias y los conflictos, pero estos inevitablemente están y aparecen cuando hay que negociar agendas políticas concretas bajo experiencias y culturas políticas muy diversas que problematizan los propios idearios feministas y por supuesto el conjunto de la agenda política de la izquierda. Evidentemente el feminismo-queer, el antirracismo, el ecologismo en su avance actual somete a presión y a crítica muchas de las nociones clásicas que ha manejado la izquierda y más en concreto los partidos de izquierda: la nación, la clase, la representación, la familia, el cuerpo, los sindicatos, los partidos, la naturaleza y la cultura y todos sus binomios. En definitiva, se está reclamando una nueva voz y se exigen nuevas estructuras colectivas de organización y de representación política que de cuenta de una nueva subjetividad política frente a una crisis que para muchos es ya civilizatoria. En esta encrucijada, emerge una agenda queer-feminista, en una sociedad que se veía y concebía como homogénea, negando las diferencias, por ejemplo las voces de las mujeres y de lxs disidentes sexuales racializadxs llaman la atención sobre el pasado colonial español, integrado sin crítica en nuestro imaginario; las gitanas denuncian el racismo y el machismo que sufren, también por parte de las feministas; las mujeres bolleras discutimos la prioridad jurídica, médica, civil, moral, económica de la heterosexualidad como norma, etc. Son elementos críticos y fundamentales en cualquier agenda política de izquierdas.
En el libro que coeditaste, El eje del mal es heterosexual se recogía, entre otros muchos, el texto de Cheryl Chase “Hermafroditas con actitud”, en el que hablaba de su experiencia intersexual. Y señala que “la mutilación de los genitales intersexuales se convierte así en otro mecanismo oculto de imposición de la normalidad sobre la carne insumisa, una forma de contener la anarquía potencial de los deseos y de las identificaciones dentro de estructuras opresivas heteronormativas”. Para terminar, ¿cómo crees que impacta hoy en día la (cis)heteronorma en la carne insumisa queer? ¿Qué podemos hacer para combatirlo?
Lo primero, una aclaración: no coedité ese libro –es una información que rula por internet y que no da fe de la verdad-. Yo formé parte del grupo GTQ-Mad, que tuvo una vida efímera pero muy activa en sus dos años de vida, y ahí surgió la idea de hacer este libro que en ese momento coeditaron Carmen Romero, Dauder y Carlos y en el que participamos varias de las componentes del grupo escribiendo y donando imágenes. Se publicó en Traficantes de Sueños, que creo que acababa de iniciar su andadura como editorial. Yo en ese libro escribí, con Sejo Carrascosa, un artículo que titulamos “Geografías Víricas” que también habla de esa carne insumisa queer al igual que lo hace Chase en “Hermafroditas con actitud”.
La (cis)heteronorma es una gran tecnología del género, dentro del sistema género, disfruta de muy buena salud ejerciendo violencia de diversa índole, jurídica, económica, cultural, educativa, médica, científica, etc. etc. sobre todxs lxs que retamos a desobedecerla. El camino para combatirla se inició hace tiempo: el mal llamado Día del Orgullo, no es una party ni un partido, es la memoria del dolor sobre nuestras carnes, de la revuelta y de la afirmación disidente de lxs que desde 1969 no cesamos en insistir en que lo QUEEREMOS TODO!
Fuente: https://blogs.20minutos.es/1-de-cada-10/2019/06/21/quien-teme-a-lo-queer-hablamos-con-fefa-vila/