Por: Paulette Delgado
¿Están preparados los docentes para afrontar este tipo de situaciones? ¿Cómo saber qué hacer en caso de un ataque en un centro educativo?
Aunque la escuela debería de ser un lugar seguro para los estudiantes y personal educativo, no siempre es así. El pasado 10 de enero, por ejemplo, ocurrió una balacera en Torreón, México, además de los más de 40 tiroteos que ocurrieron en Estados Unidos tan solo en 2019. Ante este tipo de ataques violentos en centros educativos, ¿de qué manera deben actuar los docentes ante situaciones de peligro?
En 2012, el Gobierno de México publicó el “Manual de Seguridad Escolar”, una publicación que como parte del programa Escuela Segura, contiene instrucciones sobre qué deben de hacer los docentes y directivos en caso de inseguridad. A siete años de su publicación, muchas instituciones siguen sin tener una estrategia de seguridad escolar.
El manual está enfocado a escuelas y consejos escolares. Para los estudiantes, el manual sugiere que los temas de seguridad sean vistos dentro de las clases de Formación Cívica y Ética. Se enfatiza en el manual que, al momento de encontrarse en una situación de peligro, todas las acciones deben tener un sentido pedagógico; seguir procedimientos no es suficiente, se necesita una estrategia que ayude a tornar esa situación en una oportunidad de crecimiento personal y social para toda la comunidad, incluyendo a los padres.
Para lograr transformar una situación de peligro o crisis en aprendizaje, se necesita la participación de toda la comunidad en conjunto con las autoridades. Esta cooperación permitirá proteger física y emocionalmente a todos, brindar la atención necesaria en caso de secuelas y apoyar a los padres de familia y a los estudiantes en los procedimientos legales y psicológicos que necesiten.
Para lograr esta unidad todos deben de participar. Los alumnos deben de aprender sobre el autocuidado, qué hacer en caso de estar en una situación de peligro, participar en los simulacros y crear campañas de concientización. Esto los ayudará a saber cuales son sus capacidades y qué tanto pueden ayudar a docentes y compañeros.
En el caso de los padres, más allá de cuidar a sus hijos y cooperar con la comunidad, deben evitar divulgar chismes o información proporcionada por la institución educativa. Además, el manual sugiere reunirse en la escuela en momentos de inseguridad y tratar de evitar acciones emocionales que pueden poner en riesgo a los demás.
La comunidad cerca de cualquier institución educativa también tiene un papel importante, principalmente, el de no esparcir rumores así como ofrecer refugio para alumnos, docentes y padres de familia. Aunado a eso, pueden servir como conexión externa con el mundo en caso de que la escuela cierre sus puertas, así como la vigilancia del área y advertir a los maestros o autoridades en caso de notar algo extraño.
El papel de las autoridades recae en proteger a la población. Deben informar a la comunidad educativa sobre lo que está ocurriendo, promover acciones preventivas, ayudarlos a detectar las zonas seguras en la escuela, enseñar tanto a alumnos como a docentes sobre cómo manejar evidencia y cómo denunciar sin ponerse en riesgo. En caso de una emergencia, deben acudir rápidamente a las instalaciones educativas.
Aunque cada escuela es diferente, las decisiones que se tomen deberán enfocarse en la enseñanza de habilidades clave como la autorregulación, saber qué actitudes pueden ser de riesgo, aprender a resolver conflictos de manera pasiva y a fomentar los derechos humanos, el respeto, la solidaridad y más valores que pueden salvar sus vidas y la de sus compañeros.
Al inicio de cada ciclo escolar, cada escuela debe elaborar una autoevaluación de los problemas y riesgos que enfrentan. También es necesario definir estrategias para manejar posibles situaciones de seguridad que incluyan:
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Asignar responsables
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Fortalecer la protección uno del otro
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Establecer redes de comunicación con los padres
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Incluir a Protección Civil (o entidad similar, dependiendo del país) en el Consejo Escolar
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Organizar brigadas
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Tener señales de alerta secretas, como timbres o palabras clave para alertar a otros maestros
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Hacer constantemente simulacros con Protección Civil o Seguridad Pública presente y documentar las situaciones de riesgo para trabajar sobre ellas
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Revisar constantemente los reglamentos de seguridad, incluido el “Manual de Seguridad Escolar”
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Tener un directorio con los contactos de las autoridades y miembros de la comunidad que pueden ayudar, estos contactos deben estar a la mano
Igual que es importante tener un plan de acción durante y después de una crisis, al finalizar la situación de riesgo se deben de analizar las consecuencias materiales, físicas y emocionales. El estallido de una bala o la sensación de un temblor se van, pero el miedo, ansiedad, estrés y más problemas emocionales, se quedan, por lo que es importante hablar de lo sucedido con el alumnado y profesorado y tratar de convertir la situación en aprendizaje. Tener una bitácora de los hechos donde se registre qué sucedió, cómo se manejó, qué se hizo bien y qué se puede mejorar, ayudará a aprender de estas situaciones.
A continuación señalamos algunos ejemplos más específicos de qué hacer en circunstancias de inseguridad:
¿Qué hacer en el caso de rumores de hechos violentos?
Esparcir rumores puede generar tensión y pánico entre la comunidad. El “Manual de Seguridad Escolar” recomienda que para evitar este tipo de problemas es importante tener buena comunicación con las autoridades y fuentes confiables de información. Una vez que se tienen los datos verídicos, distribuirlos a los padres de familia y a la comunidad a través de medios de información internos como pueden ser el correo electrónico, hablando directamente por teléfono con los padres o a través de un comunicado en el portal de la escuela. Entre mejor comunicación exista entre la comunidad sobre el tema o acontecimiento, menos tensión se generará. El manual enfatiza que la clave es no esconder información. La escuela también debe encargarse de acudir a las autoridades para que se proceda a investigar el rumor y descubrir si es un peligro real.
¿Qué hacer en caso de armas dentro de la escuela?
Para evitar incidentes con armas, el manual recomienda evitar no tenerlas al alcance de los hijos. Esto incluye navajas u otras herramientas que puedan ser usados como armas. Si de igual forma nos encontramos con que un alumno porta un arma, tratar de averiguar las intenciones del alumno: ¿fue para intimidar o para impresionar a alguien? ¿La quiere mostrar? ¿Es para atacar a otros?
Si no es una situación de peligro, el docente o alguien de su confianza, debe tratar de hablar con el alumno sin tratarlo como delincuente, ver de qué manera pueden ayudarlo y hablar con sus padres. En caso de que el alumno sí esté amenazando usando un arma, es necesario tomarlo en serio y buscar que lo llevó a actuar así. ¿Acaso el alumno sufre de bullying? ¿Quiere atacar a alguien en específico? ¿Ha intentado herirse a si mismo?
El riesgo aumenta si el alumno ha presentado comportamientos violentos anteriormente, ha tenido tendencias suicidas, viene de un entorno de violencia familiar o ha amenazado en ocasiones anteriores. En medida de lo posible, el maestro debe intentar de hablar con él y brindarle soluciones, sin violencia, y buscar el apoyo de un psicólogo. Nunca se debe regañar, juzgar o hacer movimientos repentinos al agresor, siempre se debe tratar de tratarlo con integridad. Es necesario hablarle a sus padres e informar a las autoridades.
En el caso de un tiroteo escolar, Larry Banaszak, Jefe de Policía en Otterbein University, aconseja seguir los siguientes pasos: correr, esconderse, crear una barricada, y solo como último recurso, atacar. El último paso solo aplica en el caso de que el atacante ya esté en el aula y no haya manera de correr o esconderse. Banaszak recomienda que el primer alumno en ver la pistola o arma grite: “¡arma!” y todos los demás compañeros, al mismo tiempo, comiencen a lanzar libros u objetos al atacante para que se le dificulte darle a un blanco. Mientras unos compañeros estén aventando objetos, otros deben intentar tumbar al tirador mientras que otros intenten quitarle el arma. Una vez que logren desarmarlo, ya sea el maestro o sus compañeros, deben inmovilizar al atacante, ya sea sentándose en cada una de sus extremidades en lo que llegan las autoridades.
La única manera en la que esta técnica de ataque funciona es si se les enseña a los alumnos cómo actuar a tiempo. Como se mencionó anteriormente, los alumnos deben saber si tienen la fuerza suficiente para taclear al atacante, lanzar objetos o quitar el arma, así como estar en control de sus emociones y no dejar que el pánico los domine. Por su parte, el Manual de Seguridad Escolar del Gobierno de México también describe qué hacer en caso de balaceras cerca de la escuela, amenazas de explosivos y más situaciones de riesgo en centros escolares.
¿Cómo mantener la calma?
Si los maestros no autorregulan sus emociones, no podrán ayudar a sus alumnos. Es por eso que es importante que los docentes aprendan a manejar sus emociones y saber cómo actuar en situaciones de riesgo. Lo ideal es crear una clase donde se hable del autocontrol emocional, en donde puedan participar tanto docentes como alumnado, para que puedan reconocer sus fortalezas y debilidades emocionales y de esta manera evaluar si tienen la capacidad de mantener la calma en este tipo de situaciones. Los simulacros pueden ayudar a saber cómo actuar y son una buena oportunidad para enseñar técnicas de respiración y análisis de situaciones de peligro y crisis. Después de un simulacro es importante preguntarse: ¿Qué sienten? ¿De qué manera están hablando? ¿Cuál es su actitud? Siempre es importante tratar de no gritar y no dejar que el miedo los paralice.
La importancia del bienestar socioafectivo de la comunidad
Si el docente no se encuentra bien emocionalmente, no podrá ayudar a sus alumnos. Tras una crisis, normalmente los esfuerzos se centran en el alumno y no en la comunidad escolar. El manual del Gobierno de México recomienda que los docentes tengan una junta en un ambiente cálido, de preferencia, para hablar de cómo se sintieron, evaluar lo que pasó y buscar la manera de hacerlos sentir seguros para que puedan seguir protegiendo a los alumnos. Este tipo de reflexión permite a los docentes valorar y reconocer que, aunque no tienen el control, sí cuentan con las herramientas necesarias para sobrellevar una crisis.
Por último, el manual vuelve a insistir en la importancia de la unidad de la comunidad. Es importante recordar que la escuela no está sola. Si se unen tanto padres de familia, personas cercanas a las instalaciones escolares, y las autoridades, es más fácil prevenir una crisis y actuar de la mejor manera posible en caso de que llegue a ocurrir.
Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/que-hacer-en-caso-de-crisis-escuelas
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