Por: Pablo Gutierrez Alamo
Claudia Guilbaud es estudiante de 6º de primaria en el CEIP Ntra. Sra. de la Fuencisla (Madrid). Como decenas de chicas y chicos por todo el país, ha participado este curso en el proyecto ‘Cine en curso’, un proyecto de A Bao A Qu que todos los años acerca el cine y la producción cinematográfica a en 45 escuelas e institutos públicos de Cataluña, Madrid, Galicia, País Vasco, Alemania y Chile.
Lo hace mediante la residencia de cineastas en los centros educativos. Estas personas trabajan durante meses con el alumnado conceptos básicos del lenguaje cinematográfico, les habla y enseña producciones interesantes y les guía durante el proceso de creación cinematográfica, desde el guión hasta el montaje.
Pero la pandemia vino a cambiar por completo las reglas de juego, para Claudia y para todas y todos sus compañeros del proyecto. Ella lo expresa así:
«Por culpa del COVID-19 se suspendieron las clases y no pudimos seguir haciendo la película que habíamos empezado. Pero se podía seguir filmando.
Desde hace tiempo ya filmábamos desde nuestra ventana, pero como no se podía salir hasta hace poco, ahora es más especial. Porque a través de la ventana puedes ver la vida que sigue fuera mientras que tú estás en casa.
También estos días han sido especiales porque son las primeras veces que los niños salen a la calle, y nosotros hemos aprovechado para filmar árboles y nubes.
Lo que sentimos es una mezcla de alegría y libertad, al volver a salir y poder expresar todo en un solo plano.
Algunos de nosotros hemos filmado árboles y nubes junto al colegio. Ese ha sido un momento muy emocionante: acordarnos de esos días que pasábamos un buen rato en el patio del colegio.
Nos gusta filmar para enseñar al resto de la clase cómo es el mundo desde nuestro punto de vista. Por ejemplo, alguien vuelve a filmar en el sitio donde fue la primera vez que filmó. Sin embargo, a otro le puede recordar que fue allí donde conoció a su amigo del alma.
En eso es en lo que nos fijamos. No solo en el encuadre, ni en la composición, sino también en lo que tú sientes y en lo que pueda sentir el otro.
Por eso nos gusta Cine en curso, porque te enseña a valorar muchas cosas a las que antes no dabas tanta importancia».
Laia Colell es una de las dos responsables del proyecto (junto a Núria Aidelman). Hablamos con ella sobre cómo ha cambiado esta edición del proyecto y cómo han conseguido hacer de la necesidad virtud. «¿Qué podemos hacer para acompañar al alumnado y hacer de este tiempo algo más vivible?», recuerda Colell que pensaron a los pocos días de comenzar el confinamiento. Y para responderse volvieron la vista al principio del programa de Cine en curso. En los primeros compases de cada curso, se enseña a chicas y chicos ejemplos de cómo mirar su vida cotidiana de otra manera, cómo explicar algo de sus vidas desde aquello que pueden ver a diario con una actividad que llaman ‘Planos del mundo’. Como en la película El Diario del cineasta israelí David Perlov.
Cada participante en el proyecto ha estado filmando, durante los meses de marzo, abril y mayo lo que se ve desde alguna ventana de su casa. El resultado es un montaje lleno de sensilbilidad. Nubes, árboles, tejados, ciudades y pueblos, aplausos, la lluvia… Un paisaje visual en el que se resumen los más de 1.000 planos que han recogido, grabados por chicas y chicos de 10 a 18 años durante estos meses.
A parte de esto, se decidieron a continuar con el proyecto. Cada grupo crea una película colectiva. Las y los alumnos escriben y se hacen cargo de la escritura, rodaje y montaje. A estas alturas, ya deberían haber terminado y estarían preparando las proyecciones en distintos puntos del país. Debido a la pandemia y el confinamiento, una parte de estas producciones ha cambiado radicalmente y ha decidido tomar esta situación como la protagonista de nuevas historias. Otros grupos han decidido continuar con sus planes originales, manteniendo un sinfín de reuniones virtuales, para, en cuanto sea posible, rodar según lo previsto. Hoy por hoy, explica Laia Colell, la idea es organizarlo todo para que ese rodaje pueda celebrarse entre junio y julio.
Qué hemos aprendido
Comenta Colell que en muchos centros educativos se decidió dar un peso mayor todavía a los proyectos cinematográficos al constatar que era algo que enganchaba a los alumnos. Muchos docentes y centros han tenido que hacer grandes esfuerzos para contactar con todas las familias y ver en qué condiciones estaban, qué dispositivos tenían en casa para poder grabar, conectarse a los talleres online, etc. Han conseguido algunos equipos o tarjetas con datos para asegurar que todos pudieran continuar.
Laia destaca el importante compromiso que habían y han adquirido chicas y chicos con el proyecto, así como el trabajo incansable de docentes y cineastas para dar continuidad a Cine en curso a pesar de las dificultades. Se han desarrollado una gran cantidad de reuniones virtuales con todos los grupos. «Docentes y cineastas han volcado una dedicación, un tiempo y una energía enormes», reconoce Colell, pero ha dado sus frutos.
No solo porque las producciones continúen o porque hayan podido montar un corto con las grabaciones de muchas chicas y chicos desde sus ventanas y balcones para enseñar a los demás una parte de su mundo.
La responsable de A Bao A Qu muestra su alegría al ver cómo el cine se ha convertido en una herramienta importante para estos grupos a la hora de expresar sus emociones y sentimientos y de acercarse a los de los demás. De hecho, señala, «nos ha hecho más conscientes del valor de lo que veníamos haciendo y de que el cine ocupará otro lugar en sus vidas, más valioso».
Ha sido un tiempo, dice, de reflexión personal para cada chica y cada chico. Al mismo tiempo que el proyecto se ha convertido en la vía para que estuvieran constantemente en comunicación unos con otros, estrechando lazos personales y enseñando que «la escuela es un espacio de afectos importante, vital para muchos alumnos». Un espacio físico pero también emocional que les ha enseñado que echan de menos, también, la afectividad con los docentes y los cineastas.
El confinamiento, a pesar de la dureza de la situación, ha echo aflorar en no pocos casos una sensibilidad especial a la hora de expresar los mensajes que cada grupo quería señalar con sus trabajos. Laia Colell lo ejemplifica en el proyecto del Instituto escuela Trinitat Nova. En un principio querían hacer una película que retratara el valor de la diversidad en su barrio. Pero, dadas las circunstancias, decidieron darle una vuelta al proyecto. «La diversidad la podemos mostrar solo con los salones de nuestras casas», explica Laia que dijo una alumna en una de esas reuniones entre alumnado, docentes y cineastas. Dicho y hecho, han rodado en sus salones, a sus madres cocinando, han recogido imágenes de las comidas durante el Ramadán al final de cada jornada, los sonidos, la música de cada casa…
Reflexiones
Pero mientras llegan los rodajes y sea posible el visionado de las producciones de cada uno de los grupos, puede servir de muestra del trabajo realizado durante estos casi tres meses que han montado gracias a las grabaciones desde las ventanas. Y las reflexiones de algunas de las chicas y chicos que lo han hecho posible. Aquí, algunos ejemplos.
Emma Corchero, Institut Moisès Broggi (Barcelona)
Barcelona, marzo de 2020
Filmo las ventanas. Quiero mostrar las vidas que hay a nuestro alrededor.
La oscuridad que lo envuelve todo y la luz que crece en su interior.
Luna de Paco Demaría, IES Lope de Vega (Madrid)
Madrid, 21 de marzo de 2020
Estos días de incertidumbre, de agobio, de no saber qué hacer, de tristeza para muchos, lo que más me ha ayudado ha sido poder salir al balcón y mirar. Simplemente, mirar aquello que tengo delante.
Basmae Ziani, Escola de Bordils (Bordils, Girona)
Bordils, abril de 2020
Cuando miro el cielo, me acuerdo de nuestras aventuras.
Cuando miro el cielo azul, me acuerdo del mar.
Helena Lemniai Torralba, Institut Castellet (Sant Vicenç de Castellet)
Sant Vicenç de Castellet, 14 de abril de 2020
Esta niebla densa, extensa, la encontré sin querer. Toda la noche sin dormir. Pensé en salir fuera. Cunado miré hacia la puerta de cristal de la terraza, vi algo no muy habitual: una niebla tan densa y pesada que me impedía ver las montañas. Me quedé un rato contemplando este paisaje blanco: parecía nieve estancada en el aire, congelada. Como estos tiempos que nos rodean, en los que el tiempo se ha detenido.
Valeria Alzate, CEIP Ntra Sra de la Fuencisla (Almendrales, Madrid)
Madrid, mayo de 2020
Al filmar este precioso amanecer me siento desconectada de todo el mundo observando el cielo.
Aldara Vázquez, IES O Ribeiro (Ribadavia, Ourense)
Gomesende, 27 de abril de 2020
Salgo a la ventana después de estudiar. Escucho un pájaro que no para de cantar para acompañar esta puesta de sol.
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