Noticia/03 Septiembre 2020/elpais.com
Si aspiramos a construir un mundo más justo, se requiere que la comunidad educativa y las familias soplen hacia la misma dirección, estimulando la individualidad, sin considerar los roles que se exigen
Los padres y madres somos los faros que guiamos a los barcos llamados hijos e hijas. Queremos que nuestros marineros lleguen a buen puerto, y que el altamar no los maree ni les lleve por rumbos extraviados. Educar no es otra cosa que acompañarlos en el descubrimiento del mundo, pero, ¿qué sucede cuando los niños se dan de bruces con una sociedad desigual? ¿cómo preparar a los más peques para no empaparse con las tormentas del racismo, el machismo y el clasismo? Si aspiramos a construir un mundo más justo, educar en igualdad es la labor titánica obligatoria. Es una faena que requiere que la comunidad educativa y las familias soplen hacia la misma dirección.
En el preámbulo de la LOMCE queda enmarcado: solo un sistema educativo de calidad, inclusivo, integrador y exigente garantiza la igualdad de oportunidades y hace efectiva la posibilidad de que cada alumno o alumna desarrolle el máximo de sus potencialidades. La orientadora educativa Laura Jiménez considera que la realidad en las escuelas no alcanza estos principios, ya que hay una falta de inversión real, carencia de tiempo para abordarlos, e incluso, profesorado poco formado en materia. Laura cree que la educación en igualdad no se puede entender como una acción puntual, sino como una visión-misión del centro y que se debe reflejar y trabajar en el hacer diario. Aunque en el sistema educativo (y en la sociedad) imperan valores como la obediencia, la competitividad o la meritocracia, cada vez son más profesores y familias que tratan de reformular y poner los valores igualitarios, el compañerismo y la justicia en el centro de la educación.
Laura Jiménez imparte la asignatura de Valores éticos en Secundaria, el temario incluye la Declaración de Derechos Humanos, la moral y los procesos de discriminación. La orientadora cuenta que cuando se reflexiona sobre estos temas, los primeros argumentos y respuestas son las de sus familias, lo que oyen y ven en casa, pero según avanza, se observa que los chicos y chicas se independizan mentalmente y adquieren capacidad crítica. Félix García Moriyón ha impartido filosofía durante cuarenta años y actualmente es profesor de formación al profesorado en la Universidad Autónoma de Madrid. Félix forma parte de la Red de Filosofía para niños. Cuenta que desde los tres años somos capaces de entender conceptos como el bien y el mal. Anima a poner a los pequeños a pensar, de forma circular, que no se establezcan jerarquías y que desde la escucha activa y la introducción de conceptos, relatos o situaciones de igualdad o desigualdad, se les incite a dialogar. Considera que filosofar es un arma contra la desigualdad. Filosofar es preguntarse los porqués y pensar qué es o qué no es justo. Si les enseñamos valores como el amor y el respeto, y les invitamos a mantener la reflexión diaria y abierta, ninguna injusticia acaba siendo justificada. Enseñar a los peques a pensar, más que a memorizar y vomitar, es proporcionarles la herramienta más útil de su vida.
Los libros son otra tabla de salvación. Amàlia Ramoneda es responsable de la biblioteca infantil de la Asociación de Maestros Rosa Sensat . El barrio del Raval de Barcelona acoge a un grupo de maestros con la firme convicción de que los libros son indispensables en la enseñanza de los valores cívicos. La Biblioteca pone a disposición de escuelas e institutos de Barcelona, en forma de préstamo y de manera altruista, unas maletas – baúles repletos de libros infantiles/juveniles (con unos 200 ejemplares) que permiten reflexionar sobre la igualdad de oportunidades, la superación de los estereotipos de género y sociales y la defensa de la dignidad personal de los niños y niñas. Estas bibliotecas móviles la forman libros de una calidad exquisita (narrativa, plástica, de enfoque) que un grupo de veinticuatro maestros de la Asociación Rosa Sensat se encarga de seleccionar a conciencia. Se abren las maletas como se abre la mente de los más pequeños. Amàlia Ramoneda es también encargada de “El Garbell”, el boletín que recomienda cuentos y relatos que contienen diversidad de modelos, contenidos no sexistas y trabajo en valores y emociones. La biblioteca para la igualdad debería estar en algún rincón de todas las casas y escuelas.
Si hablamos sobre educar en igualdad, surge el término coeducación, que según la referente de la pedagogía feminista, María José Urruzola, consiste en educar al margen del género femenino o masculino. Sería educar a los niños y niñas partiendo del hecho de su diferencia de sexo, potenciando el desarrollo de su individualidad, pero sin tener en cuenta los roles que se les exige cumplir desde una sociedad sexista y desigual. Y bajo los principios de coeducación, la maestra del colegio público Maria Pita de A Coruña, Helga Vázquez ha montado un ambicioso proyecto llamado «Tripulando a igualdade» (Premio Concepción Arenal de la Deputación de A Coruña y Premio Irene 2019: la paz empieza en casa. Los alumnos y alumnas de infantil tienen durante el curso escolar una travesía en barco imaginada en la que cada tripulante (así como sus familias) toma el timón para aprender y reflexionar sobre la igualdad. El barco llegar a puertos/actividades creativas y lúdicas: escribir un diario de bitácora con mujeres referentes, mirar y repensar los juguetes, la vestimenta, o cómo se aprende a expresar emociones componiendo un rap. “Tripulando a igualdade” ha conseguido llevar a dar charlas violetas a referentes como Chis Oliveira , Amada Traba o Luisa Abad. Es fácil que los niños y niñas del María Pita de A Coruña sueñen con ser Veros Boquetes o Sergios Ramos. Este centro coruñés tiene muy claro la piedra de toque: marineros y marineras por la igualdad somos todas.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/08/25/mamas_papas/1598346893_361139.html