Vacunación, deber moral y libertad

Por: Leonardo Díaz 

El proceso de vacunación no solo calibra la eficiencia de nuestros sistemas de salud, también calibra nuestra fortaleza ética.

En mi artículo anterior afirmé que la vacunación contra la COVID-19 es un acto de solidaridad, pues su objetivo es reducir el riesgo colectivo de posible contagio y mortalidad dentro de una población determinada. Si esta afirmación es válida, cuando me niego a vacunarme no solo tomo una elección que me atañe como individuo, también tomo una decisión que puede generar implicaciones nocivas para mis semejantes. Siendo así, es inevitable retomar un viejo problema ético relacionado con la inmunización y las pandemias: ¿Debe el Estado obligar a la vacunación de su población?

La pregunta no es ociosa. En España, la comunidad de Galicia aprobó una legislación al respecto imponiendo severas multas a quienes se negaran a vacunarse. La medida generó una discusión pública.( https://elpais.com/ideas/2021-02-27/es-etico-no-vacunarse.html).

Como debate el bioeticista español Vicente Bellver, este tipo de medidas agudizan la diferencia entre clases en función de su estatus económico. (Quien tiene dinero y no quiere vacunarse paga la multa y persiste en su decisión, a diferencia del que carece de recursos). En Latinoamérica se genera otro problema, se agudizan las diferencias ante la ley, porque en nuestras sociedades existe una arraigada cultura de burlar las normas si se posee algún tipo de poder. Por consiguiente, quien se sienta políticamente protegido, no se vacunará si no quiere hacerlo.

Pero independientemente de esas implicaciones sociológicas de la ley, lo más importante son las aristas éticas de la legislación. Hace décadas, Susan Sontag (El sida y sus metáforas) señaló las dificultades que tienen las sociedades promotoras del individualismo y el cálculo utilitario para movilizar éticamente a las personas. Si una sociedad legisla para forzar acciones solidarias, refuerza la cultura de la educación autoritaria, mientras evidencia sus problemas para la persuasión dialógica, signo distintivo de una sociedad democrática.

En la mayoría de los casos donde las personas son reacias a vacunarse contra la COVID-19, existe una reticencia circunstancial basada en el miedo que provoca inocularse un producto nuevo y la aparente rapidez que lo produjo.

La reticencia circunstancial va difuminándose en la medida que se observa un creciente número de vacunados sin efectos secundarios nocivos, y mediante una campaña de diálogo y educación que instruya sobre las implicaciones de no vacunarse.

Lo más importante de esta discusiȯn es que las leyes no deben reemplazar el deber moral. Como señala Victoria Camps  en sus reflexiones sobre el debate, (https://elpais.com/ideas/2021-02-27/vacunas-obligatorias-mejor-persuadir-que-forzar.html) una sociedad democrática debe promover las acciones basadas en el deber moral, el cual es asumido por convicción, en pleno ejercicio de la libertad personal.

Es obvio que existe el riesgo de que los habitantes de una sociedad promotora del deber moral y de la libertad se vea expuestos a un uso nocivo de su autonomía. Pero la solución no consiste en suprimir la libertad, ni tampoco en imponer restricciones autoritarias permanentes que resultan agraviantes desde el punto de vista de la dignidad humana, e ineficientes para potenciar la capacidad resolutiva de la ciudadanía.

El proceso de vacunación no solo calibra la eficiencia de nuestros sistemas de salud, también calibra nuestra fortaleza ética. Como señala la antropóloga y experta en inmunización Heidi Larson (Stuck, How Vaccine Rumors Startand Why They Dont Go Away), la capacidad cooperativa de nuestras sociedades está siendo sometida a prueba, pero la misma depende de un contrato social cuyo tejido se está socavando.

Más allá del problema de salud pública global que enfrentamos, también abordamos unas profundas heridas sociales derivadas del economicismo, el culto al individualismo, la aporofia, el nacionalismo chovinista y el populismo. Estas heridas deben ser objeto de nuestra reflexión y curación. Si no lo hacemos, nuestra vulnerabilidad será mayor para enfrentar las pandemias y crisis del futuro.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/vacunacion-deber-moral-y-libertad-8921914.html

Comparte este contenido:

Leonardo Díaz

Doctor en Filosofía. Premio Nacional de Ensayo Científico (2014). Premio de Ensayo Pedro Francisco Bonó (2012). Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana donde coordina la Comisión de Filosofía y Epistemología. Director de Investigaciones de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Dirigió la Escuela de Filosofía de la UASD. (2014-2018). Ha sido integrante de la Comisión de Alto Nivel para la Difusión de la Filosofía de la UNESCO. Autor de Reflexiones filosóficas. Artículos de ética, política y filosofía (2018); Las tensiones de Thomas Kuhn: Una perspectiva crítica para los estudios sociales y culturales de la ciencia (2014); La filosofía y los espacios de la libertad (2012), así como de diversos artículos publicados en revistas especializadas nacionales e internacionales.