Regreso a clases en México: entre la continuidad y la incertidumbre.

Por: Karen Campos Rodríguez

El pasado 22 de julio en la conferencia matutina realizada en Palacio Nacional, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, comunicó que el regreso a clases presenciales para educación básica será el 30 de agosto de acuerdo al calendario escolar 2021-2022 publicado por la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Derivado de lo anteriormente expuesto y como era de esperarse ante la tercera ola de contagios por la COVID-19 a nivel internacional, se han gestado opiniones diversas entre las y los principales actores del contexto educativo, ya que, ante la incertidumbre y un panorama poco alentador en materia sanitaria y económica, no existen las condiciones para garantizar el bienestar de todas y todos los involucrados en el regreso a clases presencial, así como evitar los brotes en los planteles escolares, tal y como ha sucedido en otros países e incluso en México a finales del ciclo escolar anterior en las entidades que se encontraban en semáforo epidemiológico verde.

Hay que recordar que las y los estudiantes en México desde el 20 de abril del 2020, a través de los programas  aprende en casa I y II transmitidos por las principales cadenas de televisión abierta, continuaron con un proceso de enseñanza, no así de aprendizaje; pareciera que la educación está predestinada a la repetición y memorización por parte de las y los receptores de la información, quienes ante la falta de una interacción pedagógica eficiente, quedaron con grandes vacíos de acuerdo a los conocimientos básicos que debían haber adquirido, pero sobretodo, de formar parte de comunidades de aprendizaje críticas que cuestionen y que visualicen la educación como un espacio para liberar su pensamiento.

Cabe destacar que el gasto realizado por la transmisión del contenido escolarizado de aprende en casa fue de 450 millones de pesos, recordando que el aquel entonces secretario de Educación Pública en función, Esteban Moctezuma Barragán, favoreció a las televisoras y no a las y los destinatarios del proceso de enseñanza aprendizaje, quienes a través de un gran esfuerzo reforzaron los contenidos a través de distintos medios de comunicación.

Es de suma importancia mencionar el grave panorama de exclusión y desigualdad social, ya que el acceso  a las tecnologías de la información, limitaron a millones de estudiantes a tener acceso a la educación remota. Tan sólo, de acuerdo a la publicación del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) por sus siglas en inglés, así como la Unión Internacional de Telecomunicaciones en el informe titulado: “How Many Children and Youth Have Internet Access at Home” en diciembre de 2020, “dos tercios de niñas y niños en edad escolar en el mundo, es decir, 1.300 millones de niñas y niños entre 3 y 17 años no tienen conexión a internet en sus hogares…[1].  Por otra parte, en el mismo documento se informa que, “…la falta de acceso es similar entre los jóvenes  de 15 a 24 años, ya que 759 millones  o el 63 por ciento no disponen de conexión en el hogar. En México el 24.84 por ciento de las y los estudiantes entre 7 y 17 años no tiene acceso a internet y el 4.47 por ciento no cuenta con televisión” [1].

De acuerdo a lo anteriormente expuesto, existe un gran reto para las y los actores del contexto educativo, ya que tanto en zonas rurales y urbanas, las limitantes económicas (como factor principal) para acceder a tecnologías de la información para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje, son problemáticas que abrieron más la brecha de desigualdad  y marginación hacia los grupos más vulnerables de la sociedad.

Ahora bien, la incertidumbre que aqueja el regreso a clases presenciales, y a pesar de que el ritmo de vacunación está avanzando, hay que considerar factores que pueden desencadenar contagios en los centros educativos, como:

  • Aumento de la movilidad en la zonas urbanas, esto incluye el desplazamiento de personas del campo a la ciudad, mismas que tienen la probabilidad de contagio y a su vez de transmitir el virus a menores de edad.
  • Población que no considera vacunarse por razones personales y que tienen mayor riesgo de adquirir el virus y transmitirlo.
  • Entidades de alto flujo turístico tales como: Baja California Sur, Guerrero y Quintana Roo, donde gran porcentaje de la población trabaja en el sector turístico y en donde los casos de acuerdo a las cifras oficiales del gobierno federal son alarmantes.
  • Nuevas variantes del virus y las posibles secuelas en la población menor de edad.

Se podrían enumerar otros factores no menos importantes, pero se pueden considerar los ya mencionados como los más relevantes de acuerdo a la información pública proporcionada por las autoridades en materia sanitaria, organismos internacionales y la comunidad científica y médica por el impacto que podrían tener ante una presencialidad casi inmediata.

En una entrevista que otorgó el Doctor Mauricio Rodríguez, profesor  de la Facultad de Medicina y vocero de la Comisión  de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para COVID-19 al medio de comunicación Sin Embargo MX, mencionó que, “…una de las principales consecuencias de que los contagios aumenten son las variantes, mientras más casos positivos hay, existe una mayor probabilidad de que se generen nuevas variantes…”[2].

El médico también enfatizó que, “…alrededor de 8 de cada 10 personas que enferman de COVID-19, tienen alguna secuela dentro de los siguientes 6 meses después de la recuperación, entre las más comunes son: dolor de cabeza, cansancio, dificultad para respirar, dolor muscular y dolor de articulaciones. Eso interferiría su vida personal, laboral y su rendimiento académico” [2].

Muchas y muchos docentes, estamos conscientes de la gran importancia que tiene la escuela como un espacio en donde, además de interactuar en el proceso de enseñanza-aprendizaje para crear las condiciones de transformación de una nación, donde las y los estudiantes a través de la socialización propias de su edad, puedan expresar emociones, ideas, liberar sus talentos y sentir acompañamiento durante el tiempo en que sus madres, padres de familia o tutoras (es) trabajan, incluso, monitorear si alguien está siendo víctima de violencia, sin embargo, el presidente de México ha reiterado en los últimos días, que el regreso a las aulas será el 30 de agosto “…llueva, truene o relampaguee…” [3], tal y como lo expresó durante un evento realizado en Boca del Río en el estado de Veracruz el pasado 24 de julio. Asimismo, durante la conferencia matutina que ofreció el 30 de julio en Culiacán, Sinaloa, el mandatario mencionó, “…ahora vamos a ser respetuosos, nada se puede hacer por la fuerza: se abren las escuelas, se regresa a clases. ¿No quieren que sus hijos vayan a la escuela?  Pues no los manden, somos libres, pero sí tenemos que pensar en la importancia de la educación , no podemos continuar así y hay que ver que se proteja a las niñas y niños” [4].

El discurso del mandatario deja grandes inquietudes, a pesar de expresar en distintas ocasiones que se tomarán medidas de prevención en los centros educativos, sin embargo, lo que más preocupa, es que las y los estudiantes, docentes, personal administrativo y de apoyo en las labores de limpieza, puedan llegar a dichos espacios en calidad de portadores asintomáticos, y por lo tanto, desencadenar una serie de contagios tal y como se ha visto en otros países, ya que, aunque las defunciones de menores de edad por COVID-19 no representan un número estadísticamente proporcional a la de los mayores de edad, hay que tomar en cuenta que la convivencia a diario por las distintas actividades de la vida cotidiana, pueden poner en riesgo la vida incluso de las personas ya inoculadas.

Ahora bien, en cuanto a la libertad de decidir si las y los estudiantes de educación básica retornarán a clases el 30 de agosto ¿cuál será la estrategia para hacer llegar los conocimientos a las familias que así lo decidan, sin que las condiciones amenacen la libertad de salvaguardar su derecho a la salud?

Por otra parte, es importante resaltar, que de acuerdo a la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la educación (ECOVID-ED) a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), estimó que al menos 5.2 millones de estudiantes de entre 3 y 29 años, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por falta de recursos, y que entre la población de 6 a 12 años, 217 mil estudiantes abandonaron las aulas por la misma causa, mientras otras y otros, desafortunadamente porque se quedaron en orfandad. Asimismo, entre adolescentes de 13 a 15 años que cursaban la secundaria, 306 mil abandonaron sus estudios para incorporarse al mercado laboral.

El presidente de México, mencionó el día 28 de julio que, “…no comprará vacunas contra la COVID-19 para niñas y niños hasta que tengan un respaldo científico, ya que no será rehén  de las farmacéuticas…” [5], aunque también mencionó que, “…acatará lo que indiquen los científicos y organismos internacionales…”.

Aunado a los anterior, en una entrevista realizada por npr.org al Dr. Sean O´leary, profesor pediatra en el campus médico de la Universidad de Colorado y en el Children´s Hospital Colorado, mencionó que, “la vacuna de Pfizer envió datos a la FDA para aprobar la vacuna en adolescentes a partir de los 12 años y que eso podría ser un gran cambio del juego, porque siempre han sabido que las y los adolescentes tienden a ser más propensos a infectarse y a propagar la infección a las niñas y niños más pequeños, así que la vacuna a esa población marcará la diferencia”. [6]

El mismo Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud Hugo López Gatell Ramírez, a través de un mensaje en sus redes sociales el 24 de junio, publicó que, “la COFEPRIS ha autorizado la ampliación de la indicación de la vacuna Pfizer para mayores de 12 años…”. Cabe destacar que en Estados Unidos la vacuna se autorizó y se aplica desde mayo en mayores de 12 años, El Salvador y Alemania recientemente también la autorizaron.

Asimismo, la Organización Mundial de la salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), anunciaron que las niñas, niños y adolescentes son propensos a desarrollar un Síndrome Inflamatorio Multisistémico más grave e incluso mortal derivado de la COVID-19.

De acuerdo al más reciente informe de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), entre el 12 de abril de 2020 y el 25 de julio de 2021, han resultado 57 mil 490 casos de dicha población contagiada, así como defunciones en menores de edad.

El 27 de julio, la directora del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, Doctora Rochelle P. Walensky, mencionó que de acuerdo a datos publicados en el informe semanal de morbilidad y mortalidad, “…demostraron que la infección por la variante Delta en cuanto a la carga viral de SARS-CoV-2, eran igualmente altas para las personas vacunadas y no vacunadas. Las cargar virales altas sugieren mayor riesgo de transmisión…” Es importante destacar que dicha variante representa el 85 por ciento de los casos en la Ciudad de México, 5 mil de los 40 mil casos activos corresponden a menores de 18 años de acuerdo a datos de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP).

A pesar de toda la información que ha dado a conocer la comunidad científica y médica, el presidente de México a insistido en el regreso a la presencialidad “…por el bien de las y los estudiantes y el desarrollo del país…”.

Pero aquí es importante señalar, que no tan sólo preocupa el riesgo presencial por el contagio por la COVID-19, sino que el panorama educativo tiene tendencia hacia la continuidad pedagógica, diseños curriculares, así como planes y programas de estudio obsoletos, prácticas docentes con carga burocrática, exclusión, escuelas con falta de recursos, docentes con salarios mal remunerados, secciones sindicales alineadas a intereses políticos y económicos, desigualdad de oportunidades ante el corporativismo educativo y la falta de una lengua vernácula entre autoridades, maestras y maestros, por mencionar los más preocupantes, y que son elementos que no permiten la presencialidad a corto plazo.

La presencialidad por lo tanto, no minimizará, ni cambiará el rumbo en materia educativa, por lo menos a corto plazo, ya que el problema no es tan sólo el virus causante del SARS-CoV-2, sino los discursos romantizados con retórica que han disfrazado las graves carencias en el sector educativo, así como la falta de una agenda pública que priorice la educación, para que la transformación a la que se refiere el mandatario se materialice de manera homologada y unificada.

Por lo tanto, la estrategia que contempla la SEP encabezada por la Maestra Delfina Gómez Álvarez, no tan sólo debería de contemplar el uso de cubrebocas, distanciamiento físico, uso del gel desinfectante y constante lavado de manos, sino una estrategia pedagógica donde las aulas sean espacios de libre pensamiento, crítica, propuestas, así como la solución de problemas, y no de abaratamiento intelectual por parte de las autoridades educativas hacia las y los estudiantes, así como la continuidad del proyecto educativo neoliberal que ha predestinado a generaciones a la falta de oportunidades y un panorama laboral poco alentador.

Ahora bien, parte de la estrategia anunciada por las autoridades educativas, es iniciar el ciclo escolar con 46 días de recuperación de aprendizajes, pero aquí es importante mencionar, que esos 46 días no serán suficientes para recuperar casi un año de fracaso escolar y más de 50 años de estancamiento educativo.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha llamado a sumar esfuerzos entre madres, padres de familia, docentes, así como los tres niveles de gobierno para reabrir los planteles educativos y regresar a las aulas, sin embargo, desde que inició la educación remota por la pandemia, las autoridades no consideraron tomar en cuenta las necesidades de las y los actores del contexto educativo cuando se otorgaron los 245 millones de pesos a las televisoras, mientras, las y los estudiantes y sus familias, así como las y los docentes tuvieron que improvisar con sus propios recursos y estrategias pedagógicas dignas de reconocerse, sin embargo, pareciera que en materia educativa la continuidad del proyecto neoliberal está lejos de superarse, mismo que ha obstaculizado los procesos de formación emancipatoria y minimizado la gran labor del magisterio, así como responsabilizar a las y los docentes del escenario educativo catastrófico que se ha gestado a partir de la centralización de las toma de decisiones, por lo tanto, el panorama presencial es poco alentador.

En la conferencia matutina del jueves 29 de julio, el presidente de México mencionó, “…no me importa que la mayoría esté pensando en no regresar, voy a sostener que es indispensable que se regrese a clases…”. [7]

Considerando lo anteriormente expuesto, es de suma importancia replantearnos la idea de que la educación es un derecho que debe garantizarse en condiciones de igualdad de derechos y oportunidades, y eso implica revalorizar y dignificar la labor docente, así como asegurar el bienestar de las y los actores del contexto educativo, pero sobretodo asumir que en una democracia, las decisiones se gestan en beneficio colectivo. Por lo tanto, la educación, en ningún momento debe de estar condicionada a discursos demagógicos, ya que lo que realmente importa es la formación de futuras ciudadanas y ciudadanos que asuman con responsabilidad y compromiso la toma de decisiones del país.

En conclusión, existe la necesidad de exigir a las autoridades correspondientes, que se garanticen las condiciones en una estrategia pedagógica acorde a la realidad del contexto educativo y a la altura de las expectativas de las y los actores involucrados en el escenario educativo, ello también implica salvaguardar la integridad de las y los partícipes, así como el aseguramiento de las garantías en matera sanitaria desde el discurso y acciones responsables y no desde la arbitrariedad.

Referencias

https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/332191/WHO-2019-nCoV-Sci_Brief-Multisystem_Syndrome_Children-2020.1-spa.pdf

https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/la-sep-pagara-450-mdp-a-televisoras-por-servicios-para-el-programa-aprende-en-casa/

https://www.paho.org/es/noticias/25-3-2020-similitudes-diferencias-entre-covid-19-gripe

https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/OtrTemEcon/ECOVID-ED_2021_03.pdf

https://www.otrasvoceseneducacion.org/?s=la+insistencia+a+la+presencia%3A+un+atentado+a+la+vida&submit=Buscar

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0122726220301087

https://youtu.be/vyuCcsi-9Uc

[1] https://data.unicef.org/resources/children-and-young-people-internet-access-at-home-during-covid19/         

[2] https://www.sinembargo.mx/26-07-2021/4006227

[3] https://www.youtube.com/watch?v=MR1T2f-LlQ4

[4] https://youtu.be/eVGi4A48hlU

[5] https://youtu.be/6uXf6U4k3gM

[6] ] https://www.npr.org/sections/coronavirus-live-updates/2021/05/03/993141036/children-now-account-for-22-of-new-u-s-covid-cases-why-is-that

[7] https://www.youtube.com/watch?v=TILr6yYJHuc

 Fuente: La autora escribe para OVE

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Karen Campos Rodríguez

Es licenciada en Relaciones Internacionales y egresada de la Maestría en Educación, Campo, Práctica Docente por la Universidad Pedagógica Nacional, Diplomada en Fomento Empresarial. Tiene 21 años de experiencia profesional, tanto en la iniciativa privada en reconocidas empresas multinacionales, como en la administración pública federal. Actualmente es académica en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, se especializa en materias como Metodología de la Investigación, Historia de México e Historia Mundial, es investigadora independiente, sus líneas de investigación son en materia educativa con enfoque en la pedagogía crítica, así como geopolítica y análisis de temas nacionales e internacionales con enfoque multidisciplinar por su formación académica. Asume la docencia como una profesión para ejercer con respeto, vocación, amor y compromiso social.