Por: Arturo Méndez
En un comunicado del 23 de septiembre, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) informó que llegó a un acuerdo con las autoridades educativas estatales para trabajar en la concreción del plan de mejora de la formación continua.
El plan contempla una formación colectiva, en la escuela y regulada por el Estado, pero con importantes límites y consecuencias.
Según Etelvina Sandoval Flores, comisionada presidenta de la junta directiva de Mejoredu, dicho plan tiene como objetivo “que las maestras, los maestros y las figuras educativas de educación básica y educación media superior participen en programas de formación continua relevantes y pertinentes, en condiciones institucionales favorables, que les permitan fortalecer su desarrollo profesional, a fin de revalorar su función como profesionales de la educación”.
Asimismo, se anunció que la comisión publicará en breve los Criterios generales de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente, y para la valoración de su diseño, operación y resultados.
En entrevista con La Jornada, publicada el 26 de septiembre, Etelvina Sandoval señaló que “no podemos seguir con el mismo modelo de formación de maestros que aplicamos desde hace años, en el que hay una proliferación de oferta de cursos individuales muy variada; algunos buenos, otros malos, pero considerando esa formación como negocio de particulares”.
Así, en la concepción de Mejoredu, para la formación continua destacan tres aspectos: ir más allá de la formación individual, hacia una formación colectiva; formación in situ, es decir, en la escuela, considerando las necesidades para mejorar la práctica en las condiciones reales (contexto) que enfrentan las y los docentes; la formación docente debe ser regulada, debe verse como una responsabilidad del Estado y se requiere un plan estatal.
Hay que estar alertas
Considerando los elementos de continuidad neoliberal en la política educativa de la 4T, expresados por ejemplo en toda la lógica de la USICAMM y la ofensiva contra las normales, desde el magisterio habrá que seguir con atención el avance en la implementación de este plan de formación continua. Por lo pronto, alertamos sobre algunos aspectos.
En primer lugar, llama la atención que se le de peso al contexto en que se desarrolla la labor docente, pero que esté invisibilizado el problema del regreso forzado a clases presenciales, sin que hasta el momento el Estado haya garantizado condiciones seguras para ello, con consecuencias en la salud y las vidas de la comunidad escolar. Esto, luego de un ciclo escolar a distancia en el que el mismo Estado no garantizó las condiciones para que el conjunto de alumnas y alumnos pudiera acceder a la educación pública y de manera gratuita.
Ni hablar de las carencias en infraestructura y equipamiento escolar previas a la pandemia, o de las condiciones precarias en que viven millones de niñas, niños, adolescentes y sus familias en el país, profundizadas por la pandemia y la crisis económica. Parece que la lógica de Mejoredu es considerar las condiciones reales pero para adaptarse a ellas, no para cambiarlas.
Por otra parte, aunque se plantea la necesidad de un plan estatal para la formación docente, Etelvina Sandoval dejó claro, en su entrevista con La Jornada, que queda abierta “la posibilidad de presentar ofertas”, es decir, la posibilidad de que los empresarios de la educación sigan haciendo negocio con esta necesidad.
En cuanto a los tiempos para la formación docente, todavía no queda claro cómo lo están pensando las autoridades, pero considerando la forma en que se ha hecho previamente, lo más probable es que nos quieran imponer destinarle tiempo por fuera de nuestro horario laboral, cuando ya de por sí dedicamos horas no lectivas —y no remuneradas— a la planeación, evaluación, atención a madres y padres y un largo etcétera.
Las maestras y maestros somos los primeros interesados en formarnos y actualizarnos, pero eso no debe ser en detrimento de nuestro tiempo libre, dedicado al necesario descanso, al esparcimiento, a organizarnos o cualquier otra actividad que queramos.
Es necesario luchar porque la formación docente se desarrolle dentro de nuestro horario laboral, o por ejemplo alternar periodos de formación y periodos frente a grupo. Pero en cualquier caso debe ser tiempo remunerado.
Entre septiembre y noviembre de 2020, la Mejoredu y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura organizaron el Ciclo Iberoamericano de Encuentros con Especialistas “La Formación Continua y el Desarrollo Profesional Docente en el Contexto de Nuevas Normalidades”. En la clausura del mismo, Etelvina Sandoval planteó que “El profesorado debe participar
en la definición de políticas de formación docente” (p. 206).
Sin embargo, aunque el plan de mejora de la formación continua ya fue presentado a las autoridades de la SEP, a las estatales y a las áreas de formación docente locales, a las y los docentes no se nos ha preguntado nada. A pesar se la supuesta “revalorización” del magisterio y de la pretendida “democracia en la escuela” pregonadas por la 4T, la verticalidad en la toma de decisiones es una práctica que no ha cambiado.
Dada la dinámica del conocimiento y de las condiciones en que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje, la formación y actualización docente es una necesidad. Sin embargo, en los términos planteados por Mejoredu, apunta a una adaptación a las precarias condiciones para la educación pública, la continuidad del lucro con una necesidad social y mayor carga de trabajo para las maestras y maestros, como parte de los elementos de precarización laboral ya presentes en el sector.
Luego de que aprobaron una reforma educativa que en gran medida es continuidad —neoliberal— de la de Peña Nieto, de que nos impusieron clases a distancia que sostuvimos de nuestros bolsillos y sin respeto a los horarios laborales, ahora las clases presenciales en condiciones de riesgo, y mientras avanza la precarización educativa y laboral en todos los niveles, debemos prepararnos para nuevos ataques: organizándonos desde las escuelas; dialogando con madres y padres de familia; exigiendo a los delegados sindicales que convoquen asambleas como espacios de deliberación democrática.
Es indpsiepsable cordinarnos entre escuelas, zonas, regiones y a nivel nacional; exigiendo a la CNTE, como principal referente de lucha del magisterio nacional, que rompa la tregua con el gobierno y se ponga a la cabeza de impulsar la lucha unitaria, independiente y combativa contra los ataques actuales, los que vienen y para conquistar la solución a nuestras demandas.
Fuente de la información e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx





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