Desde que en el año 2000 se puso en marcha el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), la prensa dedica grandes titulares a sus resultados, los expertos se afanan por comprenderlos y los políticos los utilizan cono arma arrojadiza. Sin embargo, el autor de esta obra, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense, llega a una desesperante conclusión: a pesar de sumergirse en las series históricas y aflorar todo tipo de datos, una vez contextualizados no hay mucha información (más allá de la posición relativa de los países) para mejorar la enseñanza. Si no se evalúan contenidos sino competencias, no se puede comparar la eficacia de las escuelas para trasmitir contenidos. Además, si se analizan los resultados teniendo en cuenta otras variables, como el programa de estudios o las características de las escuelas, tampoco se llega a conclusiones útiles para docentes, directores de centros o profesionales de la educación. Editorial: Catarata. Páginas: 240. Precio: 17,50 euros (papel).