Por: Huela del Sur
Entrevista a tres organizaciones universitarias
Desde la Reforma en 1918, los estudiantes han sido un factor de cambio y transformación de la Universidad en nuestro país. Al calor de los distintos ciclos políticos, el movimiento estudiantil protagonizó momentos de alzas de lucha e impugnación sistémica, que tiene como hito el Cordobazo en 1969.
Hoy las Universidades atraviesan una crisis que es resultado de un cambio estructural de la sociedad neoliberal y el capitalismo flexible de plataformas, pero en una coyuntura particular de ataque directo a la educación pública superior implementado por el gobierno nacional de Javier Milei y La Libertad Avanza.
Para conocer qué análisis tiene de esta situación el movimiento estudiantil argentino, desde Huella del Sur entrevistamos a tres organizaciones que componen un marco amplio de la vida universitaria: La Mella, que se inscribe dentro del campo nacional y popular cercano al peronismo; la Juventud del PTS, dentro de la izquierda trotskista; y estudiantes de Agite!, de la Facultad de Arquitectura de la UNLP, agrupados en el sector de la izquierda independiente.
En tan solo cuatro preguntas comunes buscamos dar cuenta de una mirada de largo plazo que aborde aspectos sociales, políticos e institucionales. Las respuestas, de conjunto, brindan una radiografía en la que se identifican caracterizaciones y posicionamientos en muchos aspectos diferenciados, pero que representan el estado actual de uno de los factores de cambio más relevantes de la Universidad.
HdS: ¿Para qué se forman hoy lxs estudiantes en las universidades argentinas? ¿Qué rol juega actualmente la Universidad en el modelo de país vigente*?
La Mella: Es uno de los debates que desde el movimiento estudiantil nos venimos dando algunas organizaciones, pero no está para nada saldado. De hecho, no es un debate reciente sino que tiene un trasfondo profundo de hace muchos años, desde el momento en que se pensaron las Universidades y a través de los distintos momentos de modificaciones de planes de estudio, todo el proceso de la LES en los 90. Es un discusión vigente si la Universidad tiene que formar profesionales para el mercado, desde una mirada individualista, y la perspectiva ‒y uno de los ideales por los que nosotros militamos‒ que es la construcción de un proyecto político universitario que esté vinculado con las demandas y las problemáticas que tiene el país y que piense las profesiones también vinculadas a cuál es el aporte en términos productivos que se le puede dar para un proyecto político nacional y popular en nuestro país.
Hoy en día podemos preguntarnos si las carreras están orientadas en ese sentido. Creo que hay algunas universidades (sobre todo en el proceso de creación de nuevas Universidades durante el gobierno de Cristina Kirchner) que retoman la importancia de la Universidad vinculada al territorio. Las Universidades de ese proceso de creación en el 2010, sobre todo en el conurbano bonaerense, tienen un arraigo mucho más profundo en las problemáticas del territorio, del municipio en el que se encuentran, de los estudiantes que forman parte y de los docentes que trabajan allí, muchas de esas carreras tienen materias obligatorias que trabajan la relación entre la historia argentina y los procesos productivos y políticos de nuestro país. Me parece que eso apunta a que uno como estudiante tenga como parte de su formación la conciencia social que implica que uno tiene un privilegio por acceder a la educación superior y que en función de ese privilegio es importante que después todo lo que aprendimos podamos ponerlo al servicio de las necesidades y las demandas de nuestro pueblo. Ahora, hay otras Universidades que lejos están de eso y si nos ponemos a ver los planes de estudio o las políticas que se llevan adelante, creo que falta mucho. Y más en esta etapa en la cual cada vez crece más el estudiante que busca una carrera que no le ocupe tanto tiempo o que no tarde tantos años en recibirse, pensando más en el desarrollo profesional individual, muy atravesado por una época en la que cada vez tenemos que trabajar más y lo que se busca es conseguir algo fácil que me garantice plata. Sobre todo en esta época, esa es una de las demandas por las que tenemos que seguir luchado, de romper con el individualismo desde las carreras y desde la formación, y volver a abonar a la producción de conocimiento colectivo y a pensar esta conciencia social de la importancia del aporte de nuestras carreras a la producción de un modelo de país que sea sustentable, que sea justo e inclusivo para todos.
Agite! Arquitectura: Las Universidades Nacionales y Públicas están hace décadas atravesadas directamente por los intereses privados y los mercados, forman profesionales acriticxs, sin responsabilidad política y bajo lógicas que expulsan a los sectores de bajos recursos.
El modelo de país actual pregona el achicamiento estatal y el desfinanciamiento de los sectores públicos. En este contexto, las universidades están bajo constante ataque, con desfinanciamiento presupuestario, bajísimos salarios docentes y un reducido plan de becas para lxs estudiantes.
Creemos que las universidades deben estar ligadas al modelo de país que queremos construir: soberano, justo, sin oprimidos ni opresores. Por eso, su rol dentro de este marco es el de luchar y defender, pero al mismo tiempo transformarse para reencontrar el sentido real de la Educación Pública.
Juventud PTS: Muchos estudiantes llegamos a la universidad haciendo grandes esfuerzos con el sueño de recibirnos, siendo muchos primera generación de universitarios en sus familias. En general uno entra con mucha ilusión, pensando en qué va a poder aportar con lo que estudia. Obvio también la esperanza de que tener un título te asegure un buen laburo. El problema es que es muy difícil, porque los jóvenes tenemos trabajos en negro, sobra mucho mes al final del sueldo, casi no hay becas, entonces es complicado recibirte. Y además recibirte en medio de la crisis económica tampoco te asegura conseguir trabajo de lo que estudiaste. Hace años que el mercado de trabajo en Argentina no busca gente calificada, sino que crece la precarización. Entonces hay una contradicción, que si se recibe mucha gente tampoco les sirve, porque es mano de obra que el sistema, como está planteado, no puede absorber.
Esto también pasa porque el rol que juega la universidad en el modelo de país que tenemos está, por un lado, al servicio de las empresas; por ejemplo del agro o la mega minería, cosas que benefician a un sector muy chico de la población. Por eso el gobierno de Milei también insistía tanto con la privatización y los vouchers, que sería una universidad totalmente al servicio del mercado, donde se estudiaría “lo que sirve”, que significa lo que le da ganancias a los ricos. Ahí la educación como derecho no existe.
Y por otro lado, un sector de la universidad apuesta a un desarrollo productivo muy ligado al Estado. El tema que tiene esto es que está muy limitado, porque con la deuda externa y el Fondo Monetario Internacional la política económica de nuestro país no se define acá, se define en Washington. Y la educación, pero también la salud, etc, son blanco de ajuste.
Nuestra perspectiva es que la universidad tendría que estar al servicio de dar respuestas a los grandes problemas sociales, al servicio de las mayorías populares, de terminar con la desigualdad. Por las peleas que se han dado en defensa de la educación tenemos universidades de primera calidad, todos esos conocimientos habría que ponerlos en función de esto.
HdS: ¿Qué impactos tuvo la cultura neoliberal en el devenir del movimiento estudiantil en la Argentina?
Agite! Arquitectura: La cultura neoliberal impacta desde distintos aspectos al movimiento estudiantil. Por un lado, la constante crisis económica que afecta en dos escalas: hace que lxs estudiantes tengamos que trabajar y dejar parcial o totalmente la carrera para subsistir, lo que acota la participación en otros espacios no-académicos; y también nos obliga a vivir bajo la idea de que “todo el tiempo necesitamos hacer plata”, cada actividad, cada minuto de nuestras vidas los tenemos que invertir y nos tienen que rendir monetariamente.
Por otro lado, la cultura neoliberal se relaciona directamente con el individualismo y este desapego hacia lxs otrxs. No nos interesa pensarnos en colectivo, ni esforzarnos en construir espacios porque “primero estoy yo”, “primero está mi problema”. Así no nos damos cuenta que la salida siempre es colectiva.
Por último, creo que hace varios años las lógicas de la política partidaria y vertical han roto la idea de la palabra “política” como verbo, es decir, la política como herramienta de transformación de la realidad y con eso la idea de sujetx políticx que conforma cada unx de nosotrxs.
Juventud PTS: El neoliberalismo pegó fuerte en todos los aspectos de la vida y la universidad no fue la excepción. En general se destaca mucho que fue un avance de las ideas del individualismo, de la meritocracia, en ese sentido también de la pregunta por lo cultural, que es real. Pero quizás se dice menos que fue un ataque contra los derechos de los trabajadores y las mayorías para beneficiar al capital financiero internacional, un retroceso en la estructura del país. En eso se apoya ese avance más cultural, por la pérdida de la noción de lo público con las privatizaciones, el individualismo con una lógica de la ganancia compitiendo con el de al lado porque todo era muy difícil, la exclusión porque un sector importante de la población no estaba contemplada en el modelo, para los de arriba estaba “de sobra”. Y efectivamente fue una derrota, entonces ahí también se cuestiona si sirve o no la organización colectiva. Encima, esa derrota fue de la mano del PJ y con el aval de las conducciones peronistas de los sindicatos, entonces peor.
Y en la universidad, en ese marco no solo se instaló una cosa de que vas a la facultad nada más a recibirte y salvarte solo, que es la idea que ahora agarran los libertarios, sino que hubo ataques. La universidad sigue siendo pública porque la defendieron, pero se desfinanció y se puso más al servicio del mercado. Surgieron instituciones para ligar más las carreras a las empresas, los títulos se desvalorizaron. Y también se cortó con los espacios de debate y habitar las facultades, que no sean solo lugares de paso sino que los estudiantes junto a los trabajadores nos los apropiamos. Justamente para debilitar la resistencia. Hubo ejemplos importantes de algo distinto como las luchas del 95 contra la privatización o de apoyo a conflictos obreros. Pero incluso los centros de estudiantes, ya sean dirigidos por la Franja Morada o el peronismo, se volvieron más de “servicios”. Es decir, que el centro estaba para gestionar el buffet, la fotocopiadora, una especie de ayuda al sector que sí llegaba a la universidad. Ahí se adaptaron al neoliberalismo, no lo cuestionaron. Incluso muchos de los ataques de esa época después no se revirtieron.
Igual quedó una tradición importante que más que de los 90’ viene de los 70’, que fue la generación del activismo, de la solidaridad, de la unidad obrero estudiantil. Eso trataron de borrarlo pero no pudieron, y es un poco lo que tratamos de retomar hoy en día. Sobre estos temas venimos reflexionando en distintos artículos publicados en nuestra revista digital “Armas de la Crítica” que sale mensualmente por La Izquierda Diario.
La Mella: Hay algo de la cultura neoliberal, no solo en el movimiento estudiantil, sino en el sujeto que decide estudiar en la Universidad que es muy notorio, sobre todo en los últimos años hay un cambio en el perfil de los estudiantes. Por supuesto había estudiantes que podían dedicarse a estudiar, formarse, y dedicarle las horas de su semana a la carrera, siempre hubo estudiantes que trabajan. Pero lo que viene pasando en el último tiempo es que el estudiante que elige una carrera universitaria, por un lado es un estudiante que tiene más de un trabajo (y que todos los trabajos que tiene son trabajos mal pagos), es un estudiante que está completamente atravesado por muchos de los efectos de la cultura neoliberal que no son simplemente en términos económicos sino esta idea de que uno vale por producir más, entonces estás pensando todo el tiempo en que tenés que hacer más cosas, todo el tiempo estás pensando en dedicarle más tiempo a estar produciendo, a estar trabajando, y menos tiempo al deseo, menos tiempo al disfrute, menos tiempo a la elección propia de otras cosas que no pasen meramente por lo mercantil; y todos los efectos que tiene la situación económica por las medidas neoliberales que se vienen profundizando y recrudeciendo en nuestro país en términos de la salud mental, que eso es algo que vemos constantemente, que afecta a la juventud en general y donde no hay una respuesta clara sobre qué hacer. De la pandemia en adelante, la situación de la salud mental de las pibas y de los pibes realmente es un tema que hay que abordar con urgencia y no hay respuestas claras sobre qué hacer (de hecho, la respuesta es desfinanciar la salud pública) y me parece que es un eje que no se puede dejar de lado porque habitar las universidades hoy en día también está atravesado por sujetos políticos y sociales que hoy en día su situación actual es esa, la de tener más de dos trabajos para poder sobrevivir, la de no saber si vas a llegar a pagar el alquiler a fin de mes y la de estar atravesando situaciones ligadas a la salud mental por la incertidumbre y la ansiedad que te genera toda esta situación. Creo que el movimiento estudiantil tiene un rol muy importante vinculado a ser un eje central de la lucha en contra de estas medidas del gobierno de Javier Milei y también en la defensa de la educación pública como pilar fundamental de la sociedad. En el 2024, con todo el desfinanciamiento al presupuesto universitario, al salario docente y no docente, a las becas de estudiantes, el movimiento estudiantil tuvo un rol central porque el gobierno nos eligió como principal enemigo, a nosotros y a todo lo que representa la universidad pública en sí misma, a los trabajadores de la universidad y al estudiante que elige una carrera que no entra dentro de los parámetros de lo que para ellos es estratégico -entonces hay un ataque sistemático a las ciencias sociales, a las ciencias humanas, como si no hubiera un aporte desde esas carreras a pensar un modelo de país-. Entonces nos eligieron como su enemigo y el movimiento estudiantil le viene dando batalla en las calles, en las aulas y pensando también política para sostener a los pibes, porque los centros de estudiantes y el movimiento estudiantil en su conjunto lo que hacen es sostener que los pibes sigan estudiando. Eso impacta de alguna manera en que los debates que se viene dando el movimiento estudiantil tenga que ver con una parte ciertamente más gremial, porque es responder a la demanda de los pibes para que sigan estudiando, pero con un sustento ideológico y político por detrás de eso sumamente profundo.
HdS: ¿Qué balances hacen de los procesos de lucha del movimiento estudiantil en los últimos años y su vínculo con los conflictos y resistencias socio-políticas?
Agite! Arquitectura: El mayor proceso a balancear de los últimos años (o década) es el de la institucionalización del movimiento estudiantil y de las propias organizaciones estudiantiles dentro de esa lógica, donde la mayoría ha perdido el signo político.
La burocratización de ese movimiento ha borrado su carácter disruptivo y jóven, pero sobre todo ya no se construye de manera horizontal. En este sentido el movimiento ya no convoca más allá de una marcha o una acción puntual, lxs estudiantes “de base” no participan en las tomas de decisiones por lo que se genera una desapropiación que se refleja en la merma del mismo.
Juventud PTS: La idea de que la juventud se había vuelto de derecha sufrió un revés importante con la lucha educativa del año pasado, en la que cientos de miles de jóvenes se sintieron interpelados por la necesidad de proteger y defender a la educación pública ante el miedo de que los anuncios del gobierno sean reales y peligre la continuidad de las universidades. Esto se hizo tan masivo y extendido que incluso tocó fibras sensibles de su propia base electoral, con la que se chocó.
Para muchos, las tomas fueron su primera experiencia política, se autoorganizaron y socializaron de otra manera con sus compañeros. Incluso muchos destacan que cambió el clima social en las universidades recuperando formas de socialización que se vieron trastocadas con la pandemia. En sus distintas etapas el conflicto “movió las aguas”, y comenzó una experiencia política que involucró tanto a sectores de vanguardia como de masas, lo cual dejó una experiencia acumulada y la incorporación de un know how de la lucha.
Las enormes marchas educativas del año pasado demostraron, contra el mito sostenido por sectores del peronismo de que “la relación de fuerzas no da”, que cuando hay convocatorias serias, preparadas y con motivos movilizantes, la gente se mueve, masivamente, con creatividad y capacidad de cambiar el ánimo social. Por eso también estuvo planteado que esa enorme fuerza social impulsase la movilización contra el conjunto del ajuste, activando y dando fuerza a otros sectores, cuestión a la que se negaron las burocracias sindicales y estudiantiles. Esto se debe a la política del radicalismo y sectores del peronismo que acompañaron de forma más o menos efusiva según el caso, al gobierno en la Ley Bases. Aunque hubo otros que se opusieron discursivamente, pero aportaron su granito de arena desmovilizando y desorganizando al movimiento estudiantil.
En términos más generales, el proceso de masificación universitaria en América Latina durante las últimas décadas, vuelve más urgente y posible la actualización del análisis del movimiento estudiantil, para pelear la perspectiva de la unidad obrera-estudiantil, que cada vez se muestra más natural por los múltiples lazos que unen a ambos sectores. Aprovechar esa potencialidad exige una intervención consciente, que inscriba las luchas educativas en la pelea más general por una universidad al servicio de ese horizonte uniendo nuestras peleas a las del resto de los sectores de trabajadores que resisten a los planes de ajuste.
En ese sentido, desde la juventud del PTS y nuestra red de agrupaciones En Clave Roja estamos impulsando en estos momentos grandes campañas de apoyo y solidaridad con los trabajadores en lucha del Hospital Garrahan, como también con trabajadores de empresas privadas que despiden y persiguen a sus laburantes, como son los casos de Georgalos y Secco.
HdS: ¿Cómo evalúan la relación de lxs estudiantes con los claustros de docentes y graduadxs, y su participación en los gobiernos de facultades y universidades?
La Mella: Creo que el movimiento estudiantil y el claustro estudiantil es el actor más dinámico de las universidades. Los avances y las políticas transformadoras que se fueron dando en los últimos años en las Universidades nacionales tienen que ver y surgen primero de una caracterización y de una demanda por parte de los estudiantes de todo lo vinculado a condiciones de cursada e infraestructura, hasta pensar, por ejemplo, políticas vinculadas a programas de abordaje a la salud mental de los estudiantes, de vinculación con guardias de salud mental o de hospitales. Todo esto surge primero de una demanda y una caracterización de estudiantes y podríamos dar muchos más ejemplos que muestran que el movimiento estudiantil es el actor más transformador y más dinámico en las Universidades nacionales, y que además lo viene haciendo desde hace muchísimos años y creo que ese legado también es el que nos pone en una responsabilidad de todo el tiempo estar pensando en cómo defender lo ya conquistado, pero también en cómo patear la pelota para adelante y pensar y rever incluso las cosas que hay que transformar y también las cosas que hay que ampliar. Y es en este sentido que la articulación con los docentes y los graduados es muy importante, lo fue el año pasado para lograr la Marcha Federal Universitaria, la marcha más grande de los últimos años, quizás comparable con lo que fue la que se hizo contra la LES en el año 95. Y en parte pudimos construir eso por una relación muy fluida entre todos los sectores que formamos parte de la Universidad pública, y logramos transmitirle eso a una sociedad que considera que las Universidades nacionales son de las mejores cosas que tiene nuestro país. Y también creo que eso tiene que verse reflejado en los gobiernos de las facultades y de las Universidades, por esto mismo de la capacidad transformadora que tiene el claustro estudiantil.
Me parece que este debate acerca de cuál es el rol del movimiento estudiantil en las gestiones de las Universidades creo que abre una puerta muy interesante que tiene que ver con poner en valor todo el aporte que realiza el claustro estudiantil para el sostenimiento y para las mejoras de las Universidades, para ser también el principal actor que muchas veces impulsa a dar ciertos debates. En el último tiempo viene pasando muchísimo. Por ejemplo el debate sobre el sistema de créditos, algo que está pasando por el costado en las Universidades, estamos siendo los estudiantes los que estamos poniendo sobre la mesa este debate, los que estamos hablando con los docentes, con los graduados, con los trabajadores no docentes, para construir y fomentar un debate más real sobre lo que está pasando por nuestras carreras. Así que bienvenida sea esa articulación y bienvenido sea pensar cada vez en mayor profundidad el aporte que el claustro estudiantil puede hacer en el modelo universitario que queremos construir.
Agite! Arquitectura: Desde nuestra posición, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo es necesario separar el espacio de cogobierno de los autoconvocados.
Los primeros, no son representativos en relación al padrón estudiantil y no sirven como canalizadores de propuestas o reclamos, más bien son una puesta en escena de las gestiones que se alinean políticamente con la fuerza estudiantil que conduce en centro de estudiantes (la Franja Morada).
Los segundos, materializados en asambleas y movilizaciones, son los espacios que construimos y re-construimos constantemente desde abajo y de los cuales participamos distintas organizaciones estudiantiles (en nuestro caso estudiantil-graduadxs) y delegados docentes, y participan docentes y estudiantes no agrupadxs con los cuales se han coordinado distintas acciones y jornadas para visibilizar el conflicto universitario.
Juventud PTS: Partimos de la defensa de la universidad, pero cuestionamos que en esta sociedad necesariamente tiene un carácter de clase, que nos proponemos transformar. Y esto implica la necesidad de luchar por el gobierno universitario y el funcionamiento del conjunto de la universidad. Hoy las decisiones las toma la verdadera casta universitaria de rectores y decanos radicales y peronistas, que han pactado con los distintos gobiernos, que son parte del desfinanciamiento, que firman convenios con empresas privadas, que han traicionado nuestra lucha reiteradas veces estos años, y que son elegidos de formas completamente feudales, donde el mayor peso en la elección lo tienen solo los docentes titulares que son una ínfima minoría. Un primer paso para transformar la universidad es terminar con esto, peleando por la elección directa de las autoridades bajo el criterio de mayoría estudiantil, que hoy está subrepresentada, y el claustro único docente, para que sean parte los ayudantes, y también los docentes ad honorem, que se cuentan por miles. A su vez, peleamos para que las y los trabajadores no docentes también tengan representación en estos espacios con voz y voto. Esta democratización permitiría a su vez que seamos los estudiantes, docentes y no docentes quienes definamos a dónde se destinan los recursos con los que cuenta la universidad, cuestionar la orientación social de la educación, los planes de estudio de nuestras carreras, y al servicio de qué intereses están.
Por último, no queremos dejar de denunciar que el ahogo presupuestario a las universidades se siente con fuerza en la precarización de las condiciones laborales y salariales tanto de docentes y no docentes en las universidades a nivel nacional, que siguen luchando por la recomposición salarial.
Por eso, más que nunca necesitamos que se construya una nueva marcha federal educativa que unifique todos estos reclamos y se proponga enfrentar todo el plan de ajuste del gobierno de Milei y el FMI, porque con la salud, la educación y la ciencia no se negocia.
*Este artículo forma parte del Dossier: “La Universidad Pública en la encrucijada. Mercantilización, resistencias y alternativas”






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