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España: Violencia sexual en la universidad, entre el silencio institucional y la lucha por espacios seguros

Laura de Grado Alonso | Madrid 

En las paredes de los campus universitarios, en los baños y las redes sociales se leen mensajes que señalan lo que muchos callan: «Todas sabemos», una frase que hace referencia al atronador silencio institucional sobre casos de violencia sexual en el ámbito académico y universitario y que, cuando alguna alumna o docente se atreve a denunciar, debe enfrentarse a represalias, sentimiento de culpa, falta de apoyo institucional e inacción de las universidades.

La frase «Todas sabemos» escrita en un muro de la Universidad de Coimbra en referencia al acoso sexual ejercido por el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, resonó como un grito colectivo frente al silencio institucional sobre casos de violencia sexual en el ámbito académico. Lo mismo sucede en España, donde las pintadas, los hilos en x (Twitter), las publicaciones en redes sociales y los puntos violeta se han convertido en los principales mecanismos de denuncia y resistencia ante el acoso sexual y la violencia de género en las universidades. Sin embargo, lo que sale a la luz es solo una mínima parte de lo que ocurre.

El miedo a las represalias, los sentimientos de culpa, la falta de apoyo institucional y la inacción de las universidades son las barreras que las víctimas deben enfrentar para denunciar estos abusos, según han explicado a Efeminista las investigadoras de la Universidad de Deusto Marie Curie, y de California (Berkeley), Ana Vidu, y la investigadora y experta en Estudios Feministas y de Género, Paula Martín.

Vidu, quien fue víctima de acoso sexual por parte del catedrático Jesús de Miguel Rodríguez en la Universidad de Barcelona, describe la universidad como una «estructura jerárquica feudal» donde el poder se concentra y el pacto de silencio protege a los agresores. Su caso, denunciado en 2011, fue desestimado inicialmente por la Comisión de Igualdad. Solo cuando la Universidad de Harvard, involucrada por la firma del agresor en correos electrónicos, pidió explicaciones, se reabrió la investigación. A ella se sumaron otras 13 víctimas.

Obstáculos y represalias tras la denuncia

Para Vidu esta falta de acción envía un mensaje devastador: «En estos entornos, cuesta denunciar porque las víctimas no tienen poder y enfrentan el miedo a represalias. Este miedo no es imaginario; es real y está respaldado por lo que ocurre a quienes se atreven a alzar la voz».

«Las represalias fueron claras: la gente me dejó de hablar y pasé de ser la mejor estudiante de mi grado a ser la más criticada en el máster y con peores notas. Esto envía un mensaje demoledor a otras víctimas: hablar tiene consecuencias», afirma Vidu. Además, subraya que estas consecuencias no solo afectan a quienes denuncian, sino también a las personas que las apoyan.

Su experiencia no es un caso aislado. La encuesta UniSAFE de 2022, que recibió más de 42.000 respuestas de estudiantes y personal de 46 universidades europeas, reveló que el 31 % de las personas ha sufrido acoso sexual y que el 62 % había experimentado al menos una forma de violencia sexual en las instalaciones del campus.

Sin embargo, el 91 % de las víctimas de acoso en entornos universitarios no denuncia, según un estudio de la Universidad de Barcelona realizado en 2016.

Desde la primera denuncia hasta hoy

Desde la primera denuncia en 1995, cuando el profesor Ramón Flecha, a petición de una estudiante, presentó ante la universidad una denuncia oficial por acoso sexual reincidente de un profesor contra varias alumnas y solicitó la creación de protocolos específicos para prevenirlo, los casos de agresión sexual han seguido ocurriendo.

Un ejemplo reciente lo encontramos en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde el Tribunal Supremo confirmó la condena de un catedrático de Física, Àlvar Sánchez, a un año y medio de prisión y nueve años de inhabilitación por acosar sexualmente a una doctoranda durante dos años.

Otro caso sonado sucedió en la Universidad Carlos III de Madrid, donde el enfermero S.B. fue detenido en 2021 por la Policía Nacional por grabar a más de 200 mujeres desnudas, todas pacientes de la universidad. El enfermero, que realizaba reconocimientos médicos en el campus de Getafe, filmaba a las mujeres sin su consentimiento.

En paralelo, en las redes sociales, el impacto de estos casos también se ve reflejado en testimonios públicos como los recogidos por la cuenta de Instagram @nomasvictimas_universidades o el hilo de X de María Sánchez, quien denunció los abusos sexuales sufridos hace más de una década por parte de un profesor de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Valencia.

Incumplimiento de protocolos

La Ley de Convivencia Universitaria, aprobada en 2022, se presentó como un paso decisivo para erradicar el acoso y la violencia sexual en los campus universitarios. La normativa exige a todas las universidades públicas y privadas implementar protocolos específicos que promuevan la eliminación de cualquier forma de violencia, discriminación o acoso, con principios claros como la confidencialidad, la imparcialidad y la protección de las víctimas.

Sin embargo, a casi dos años de su entrada en vigor, el cumplimiento efectivo de la normativa presenta desafíos significativos. Según un estudio de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE)41 de las 43 universidades participantes en la encuesta cuentan con protocolos frente al acoso sexual, aunque en el 42 % de los casos estos están integrados en medidas contra el acoso laboral, lo que diluye su especificidad.

Más preocupante aún es que de las 89 universidades activas en el curso 2022-2023, según datos de la Estadística de Universidades, Centros y Titulaciones (EUCT), 46 no participaron en la encuesta, dejando sin información a más de la mitad del sistema universitario español.

Entre las universidades con datos disponibles, el 35 % reporta haber recibido más de 10 solicitudes de actuación en el último año. Sin embargo, un 20 % no registró ninguna, lo que podría indicar la persistencia del silencio o la falta de confianza en los mecanismos institucionales

En este contexto, Ana Vidu advierte con contundencia: «Lo que está claro es que vamos a ver más denuncias en el futuro, y algunas de ellas serán claves. Creo que lo que nunca hemos tenido en España, y que pronto vamos a tener, es una denuncia a una universidad por no cumplir sus propios protocolos y mecanismos para apoyar a las víctimas».

«Escuchar, creer, apoyar»

En este contexto de inacción institucional, han surgido redes informales y colectivos feministas que desempeñan un papel crucial en el acompañamiento de las víctimas. El proyecto UnisWithHeart, liderado por Ana Vidu, es una de estas iniciativas. Esta iniciativa nació a partir de su experiencia personal y de su investigación sobre cómo funcionan los mecanismos formales e informales en las universidades.

«Descubrimos que una víctima tiene más posibilidades de denunciar si cuenta con redes de solidaridad. Denunciar no es un evento aislado, sino un proceso largo que puede durar años. Sin apoyo, es difícil mantener la fuerza necesaria para atravesarlo», explica.

E insiste en que «las redes de solidaridad no solo respaldan a las víctimas, sino que también generan cambios estructurales en las universidades«.

«Escuchar, creer, apoyar» son para ella los pilares de estas redes que «han demostrado ser efectivas no solo para acompañar a las víctimas, sino también para presionar a las universidades a mejorar sus protocolos».

En la Universidad Complutense de Madrid, el Punto Violeta del campus de Somosaguas se creó en 2018 tras una serie de denuncias de acoso por parte de docentes.

Puntos violeta y redes de apoyo frente a la violencia

La investigadora Paula Martín, una de sus fundadoras, recuerda cómo surgió la iniciativa ante la percepción de que el protocolo institucional no estaba funcionando: «Vimos que las chicas que sufrían acoso, incluso si denunciaban, no recibían acompañamiento. Muchas veces ni siquiera sabían en qué punto estaba su procedimiento. Nos dimos cuenta de que era necesario crear un espacio que también apoyara a quienes no querían denunciar, que son la mayoría».

El trabajo del Punto Violeta no se limita al acompañamiento emocional, sino que también busca educar y sensibilizar a la comunidad universitaria. Martín subraya que muchas víctimas no etiquetan sus experiencias como acoso, lo que refleja la necesidad de una mayor concienciación. Su estudio sobre el acoso sexual en el campus de Somosaguas evidencio que existe una brecha considerable entre la percepción y la existencia de la violencia: solo un 6,5 % declaró haber sufrido acoso frente al 39,4 % de las personas había vivido situaciones constitutivas de acoso sin identificarlas como tales.

La denuncia no siempre es el camino adecuado para todas las víctimas, asegura la investigadora. Según Martín, muchas personas deciden no denunciar debido al agotamiento emocional que supone enfrentarse a procedimientos largos y a menudo infructuosos.

«Desgraciadamente, los protocolos actuales no garantizan apoyo suficiente, y en muchos casos, las resoluciones no son favorables para las víctimas. Esto refuerza la idea de que denunciar no merece la pena», afirma.

Por ello, el enfoque del Punto Violeta se centra en escuchar y respetar los tiempos y deseos de cada persona. Martín explica que el acompañamiento no debe ser impositivo: «A menudo pensamos que lo mejor es denunciar, pero no siempre es así. Hay que respetar los límites de cada persona y entender que su bienestar emocional es la prioridad».

¿Cómo evitar la violencia sexual en la universidad?

Vidu y Martín coinciden en que para abordar la violencia sexual en las universidades, no basta con implementar protocolos. Es necesario un cambio estructural que involucre a toda la comunidad universitaria, desde el alumnado hasta el profesorado y los equipos directivos.

Según Vidu, la clave está en combinar medidas institucionales con el fortalecimiento de las redes informales. Esto incluye un claro compromiso y posicionamiento por parte de la universidad que pase por implementar formaciones obligatoria para toda la comunidad, formalizar espacios como los puntos violeta y establecer conexiones sólidas entre las universidades y las organizaciones sociales que trabajan en la lucha contra la violencia machista.

Violencia sexual en la universidad: entre el silencio institucional y la lucha por espacios seguros

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Josep Maria Esquirol, filósofo y ensayista: «Cuando una sociedad no está bien, multiplica las normas». España

Su último libro, ‘La escuela del alma’, es una reflexión sobre la forma de educar y la manera de vivir

 

Los tiempos de la desorientación y de la sociedad pantallizada invitan a buscar refugio y guía para aprender a vivir, porque vivir a veces cansa. No hay manual de autoayuda ni youtouber de moda a la altura de un buen libro de filosofía, como los que escribe Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, 1963), Premio Nacional de Ensayo por La resistencia íntima.

 

 

A base de verbo pausado, ideales claros, verdades como puños y vuelta a los básicos, Esquirol se ha convertido en una autoridad, tanto para los neófitos de la filosofía, a los que encadila, como para los especialistas, a los que agita el intelecto. Su última obra, La escuela del alma, es una reflexión sobre la forma de educar -«la enseñanza es un modo de orientar la mirada»- y la manera de vivir.

 

 

En este lugar, cuya puerta siempre está abierta para todos -sin que importe la edad-, se cuida y cultiva el alma, que empieza a hacer camino. También se entrena el prestar atención. Solo puede ser maestro quien vive y quien puede y debe enseñar desde el deseo y la pasión. Jamás desde la frialdad, sostiene Esquirol. El también autor de Humano, más humano asegura que para crecer siempre es necesario juntar. Sepan que, si entran en su escuela del alma, querrán quedarse.

 

P. Aunque no le gusten las etiquetas, Esquirol es sinónimo de filosofía de proximidad. ¿Cómo la definiría para los profanos?

 

 

R. Mi trayectoria filosófica me ha llevado a articular un pensamiento propio. Proximidad es una palabra que me gusta mucho porque indica un intento de ir a lo concreto, a la vida, a la experiencia, y nunca desconectar de ello. Todas las abstracciones, que las hay, buscan mantener este vínculo con lo próximo. Es una filosofía que no es pesimista ni optimista, porque huyo de contraposiciones simplistas. La vida es a la vez gravedad y ligereza. No una cosa o la otra. Y abogo por la austeridad.

 

P. ¿En qué sentido?

 

R. Con poca y buena filosofía, sobra. A veces hay un exceso de discurso. Es como el peligro de la verborrea. La palabra es algo esencial y tiene que ver con nuestro modo de ser. Nos expresa y nos constituye. Vibramos con ella. Pero el exceso nos lleva a lo contrario. La verborrea es una traición a la palabra.

 

P. Defiende la orden filosófica del amor y la escuela del alma en estos tiempos de desorientación.

 

R. Sí. Quizá son conceptos que suenan demasiado buenistas o demasiado mayúsculos. Sin embargo, el horizonte de la acción y de nuestra capacidad de resistencia ha de tener este carácter. Es lo que antes y ahora llamamos los ideales. Estos no son aquellos puntos lejanos que nunca vamos a alcanzar. Los ideales tienen que ver con algo que ya se está realizando, a veces de manera marginal o incipiente, pero otras con una cierta plenitud. La esperanza es que eso que ya es bueno y que se está realizando se pueda ampliar y contagiar a las zonas fronterizas.

 

P. En este contexto, ¿es obligado amar mucho siempre, como dice en su libro? ¿No caben filtros?

 

R. El amor es un concepto muy general, que hay que matizar, porque en lo concreto adquiere formas distintas. La estima que puede darse en el ámbito de la cercanía familiar no es la misma que en la escuela. El amor fraternal es una cosa y el conyugal otra, por ejemplo. En este sentido, creo que hay que graduar el amor en función de las distintas situaciones de la vida.

 

P. ¿La debilidad está permitida?

 

R. Claro. En la escuela del alma a veces hay lágrimas que vienen de lo profundo, igual que la alegría. Ya le dije antes que las contraposiciones pueden ser inadecuadas. Existe una angustia existencial que nos acompaña casi siempre. Pero eso no impide que no haya momentos de alegría, de gozo, de disfrute de la belleza y de la amistad. Cuando se incrementan las dificultades, las lágrimas y el dolor se han de afrontar de la mejor manera.

 

P. ¿Cómo?

 

R. Esta dificultad de la existencia que se expresa no tiene que verse siempre como una situación absolutamente anómala. En realidad, ahí lo que se da es que no comprendemos bien lo que sucede. Porque toda tristeza no es una enfermedad que pide soluciones médicas. Existe otra tristeza vinculada a situaciones de la vida misma que son el resultado de una mala comprensión del momento. Eso es lo que hay que trabajar.

 

P. ¿Qué papel juega la escuela?

 

R. Es el lugar donde se producen dos encuentros, con los compañeros y con el maestro. Este indica al alumno las cosas buenas que merecen la pena, tanto las que nos vienen dadas –como el cielo estrellado–, como las que nosotros hemos creado, es decir, la literatura, la música o las matemáticas.

 

P. En ocasiones a los niños se les impulsa a ser menos niños, como si tuvieran que hacerse mayores cuanto antes. ¿No es excesivo?

 

R. Sí. Uno de los problemas de la sociedad contemporánea, quizá de los más graves, es la desorientación, la falta de sentido. Esto provoca homogeneización. Inquieta que todo parezca lo mismo. Hay que cultivar y reivindicar la diferencia. Las instituciones educativas no siempre lo hacen. De hecho, están en una crisis profunda.

 

P. ¿De qué tipo?

 

R. Cultural, referida a cómo cultivan a las personas. Para cultivarlas, se ha de vivir. Existe una cierta pobreza por esa falta de horizonte que le comentaba, sobre todo cuando tratan la educación como un problema técnico. Cuando los resultados que produce son malos, obviamente hay una dimensión técnica. Pero esta no es la principal. Quizá no se haya dispuesto bien del conjunto de elementos que influyen ni se haya contado con los mayores recursos posibles. Si se hubiera hecho así, los resultados serían mejores.

 

P. En este cultivo de las personas, no debería haber espacio para la violencia ni el acoso escolar.

 

R. No, por mucho que en la sociedad haya mucha violencia y que esta se exprese de modos distintos. Existe violencia física, verbal, gestual… Que se haya generalizado no quiere decir que deba darse en todas partes. Una escuela con violencia deja de ser una escuela. Lo mismo sucede en casa. Un hogar violento es una contradicción. Puede tener la forma externa de casa, pero no lo es sin calidez, amparo, bondad, acogida y amor.

 

P. ¿Casa y escuela son compatibles con la sociedad pantallizada?

 

R. Se ha constatado que cuando algo predomina tanto que está por todas partes, se produce un empobrecimiento de la experiencia. No hay nada perverso intrínsecamente en un móvil ni en un ordenador. El problema surge cuando lo colonizan todo. Ha de tener la misma connotación negativa que posee el totalitarismo político.

 

P. ¿Es bueno imponer reglas para combatir esa colonización?

 

R. No hace falta. Eso es parte del problema. Cuando una sociedad no está bien, multiplica las normas. Ya lo decía Platón. Si hay manía legislativa es que las cosas no funcionan. Hace falta más sentido común. Ya sé que el sentido común es un poco difícil de definir, pero entendámoslo como aquello que nos debería situar en un modo que evitásemos todo tipo de colonización excesiva o totalización.

 

Unos de los problemas más graves de la sociedad contemporánea es la progresiva homogeneización de todo. Hay que cultivar y reivindicar la diferencia

 

P. Ese sentido común ¿ayudaría a potenciar algo tan necesario como la atención?

 

R. Sí, sobre todo ese concepto de atención que tan bien acota Simon Weil. Ella decía que cuando una persona está absorta, cuando un niño intenta resolver un problema matemático, da igual si llega a la solución o no. Lo importante es que en ese momento está cultivando su espíritu, haciéndose más poroso, es decir, incrementando su capacidad para que algo le llegue y le transforme. Esa es la idea. El ser humano lo defino como una especie de hondura abierta. El cultivo de la atención es otro modo de hablar del cultivo de esta hondura que somos. Una hondura que no es una interioridad, en el sentido de algo cerrado que obliga a hacer una introspección para sumergirse. Somos una profundidad abierta. ¿Qué es la atención? Otro modo del cuidado de uno mismo, de su profundidad, algo que es esencial.

 

P. Hay que tener momentos para ello. ¡Qué importante es el tiempo!

 

R. Las cosas bellas son difíciles y requieren esfuerzo, paciencia, tenacidad y lentitud. El proceso a la madurez a veces se precipita, pero eso se nota y el resultado no es bueno. Algo no se está haciendo bien cuando hoy la universidad pide a los jóvenes que empiecen su carrera académica muy pronto, que tengan unos currículos amplios desde el principio. Y le hablaba antes de la importancia de la diferencia, también de los lenguajes. ¿Es adecuado que el lenguaje mercantilista, que no tiene nada de perverso, se exporte al ámbito escolar y allí se hable ya de manera muy prematura de las empresas, del emprendedor o del liderazgo? Es una auténtica barbaridad y un error mayúsculo, aunque lo defiendan las escuelas de negocios. Es igual que la sociedad consumista y en cierto modo clientelar, que tiende a degenerar al yo y lo convierte en algo que quiere ocupar un espacio muy amplio, que continuamente está reclamando para sí cosas que quizá no debería.

 

P. No podemos quererlo todo. ¿La ambición desmedida genera frustración?

 

R. El límite que separa lo bueno está ahí, pero a veces es difícil detectarlo. La autoridad, por ejemplo, es positiva, y así se lo digo a mis alumnos en la universidad. Ahora bien, el límite entre la autoridad y el autoritarismo es muy fino y se puede traspasar fácilmente. Ocurre que muy cerca de fenómenos buenos y valiosos, siempre surge lo contrario. Que una persona tenga pasión, que quiera abrirse camino y llegar lejos, es bonito. Pero si eso degenera y traspasa ese umbral, ya no es lo mismo. Una ambición desmesurada traiciona el movimiento más genuino.

 

P. ¿Es un error ser demasiado bueno?

 

R. Es muy raro que alguien pueda tener problemas por ser demasiado bueno. Lo más humano del humano tiene que ver con la calidez, con ese gesto hacia los demás, que en función del lugar en el que uno se encuentre, será de una manera o de otra. Pero sin duda será un gesto de compañerismo, de fraternidad, de respeto o de atención. La dureza, la prepotencia o la competitividad, que algunos predicen que mandará en el futuro, no es algo que tengamos que aceptar ni adaptarnos a ello. Eso es una forma de fatalismo. Justo cuando nos hemos emancipado de lo que representan los esquemas religiosos tradicionales y ahora resulta que somos fatalistas.Tenemos que denunciarlo. No hay nada que viene dado, sino que existe algo que nosotros estamos construyendo y que haremos que venga.

 

P. ¿El infierno es narcicista?

 

R. Existe un tipo de ayuda, supuestamente orientado por la filosofía, que denuncia la perversidad del yo. No comparto en absoluto este planteamiento. Cuando hablamos con los demás, cuando actuamos, siempre está presente la referencia al yo. Pero esta referencia tiene un carácter modesto. El problema lo tienen las personas que han hipertrofiado su ego. La perversidad sucede cuando el yo se hincha hasta tal punto que ocupa un espacio que no debería. Está en el centro y no permite darse cuenta de que la belleza principal no está en uno mismo, sino fuera.

 

P. ¿Las personas que viven solas son menos casa, menos hogar?

 

R. Casa es calidez y es anecdótico si en ella viven una, tres o cinco personas. Una sola puede desprender calidez. De hecho, existen personas que viven solas y que reciben muchas visitas en sus casas. Ahí notas la hospitalidad y la amabilidad de esas personas, porque ellas desprenden esta calidez.

 

P. Mencionaba usted antes a los alumnos. Su carrera discurre entre la filosofía, la docencia y la escritura. ¿La palabra es el elemento común en los tres campos?

 

R. Sí. No habría que olvidar nunca que la palabra alude a nuestra capacidad de expresarnos, literalmente. Es decir, el humano es el que se expresa, el que sale hacia fuera y se dirige hacia los demás, adquiere la forma de lo que llamamos palabra. Siempre entendida como algo cordial. La palabra más genuina es la que surge de nuestra interioridad más auténtica, la que nos sale del corazón. En este sentido, hablamos sobre todo para cuidar a los demás y para cuidarnos a nosotros mismos.

 

P. ¿Qué son sus libros entonces?

 

R. Son una manera de compartir, en este caso a través de la palabra escrita. Si tú vibras por algo y estás en contacto con la belleza de las cosas, poder ponerlo en común con los lectores incrementa esta pasión, esta sensación de proximidad y de disfrute. Es un gozo y un regalo.

 

P. ¿Es consciente de que leerle remueve por dentro?

 

R. Gracias. Es verdad que a veces notas esta especie de sintonía, que creo que es fruto de que no explico las cosas como una divulgación fría que no vaya conmigo. Al revés. Lo que planteo es lo que me ocurre a mí, es como yo lo pienso, es lo que me apasiona. Todos somos vida y tenemos una trayectoria. Y me dirijo al lector de tú a tú.

 

https://www.epe.es/es/abril/20240615/josep-maria-esquirol-filosofo-entrevista-libro-escuela-alma-103629376

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Honduras III. Destruir o crear. Dos mundos en disputa

Por: Raúl Zibechi

 

Fotos: Ofraneh y Raúl Zibechi

“El árbol se va a quedar en el centro del edificio de la universidad”, comenta Miriam señalando con su brazo, bajo el sol demoledor del mediodía de Vallecito. Desde ese árbol, Víctor tomó todas las medidas y la marcación de la universidad para levantar un edificio redondo de ladrillos y techo de tejas. “Son tres anillos. El de afuera tendrá salas de docentes y los jóvenes podrán trabajar e investigar colaborando entre ellos y ellas, por ejemplo en la elaboración de tambores. Luego vienen los diferentes pasillos y donde está el árbol será un patio interno”.

La construcción de la universidad garífuna avanza de la mano de una decena larga de varones jóvenes guiados por Víctor, el mayor del grupo de constructores. Miriam explica que la construcción circular hace posible que “las salas estén conectadas y los estudiantes puedan transitar por ellas sin que haya una separación. Todo está relacionado. Queremos algo integral, no parcializado, como esas especializaciones que sólo sirven para que ganen mucho dinero”.

La propuesta es que la universidad pueda servir a todo el pueblo garífuna y que estudiantes de las 48 comunidades puedan llegar aquí a estudiar mientras trabajan. También serán invitados miembros de pueblos indígenas, como los miskitos, ya que la casa de estudios será abierta, participativa y, por supuesto, anti-colonial, desde la estructura física hasta el modo de funcionar.

“Los que van a dar clases son la gene de nuestra comunidad que tienen conocimientos ancestrales, las parteras, las que saben de salud, los que hacen tambores, para que los jóvenes puedan fortalecer la cultura del pueblo garífuna”, remata Miriam.

Capitalismo, violencia y destrucción

“Las plantaciones de palma aceitera avanzan a pasos agigantados por América Latina, trayendo consigo expulsión de comunidades de sus territorios, deforestación, violencia y pobreza. En Honduras, se registran cerca de 210 mil hectáreas de palma. La expansión de la palma se está dando sobre territorios indígenas y afrodescendientes, en particular en las comunidades garífunas y del Bajo Aguan. Estas comunidades sufren violencia, acoso y amenazas por parte de militares y grupos paramilitares vinculados a políticos del país”, explica un texto de la ONG ambientalista Grain1.

Vallecito es el vivo retrato de este breve relato. Los monocultivos no sólo dañan el medio ambiente sino que también destruyen el tejido social. Los jóvenes motoqueros trabajan en las fincas de palma que rodean las comunidades, en sus tiempos libres trabajan como guardaespaldas para los “empresarios” dedicados al tráfico que les encargan los trabajos más riesgosos.

La expansión de la palma de aceite es imparable. “El consumo de aceite de palma aumentó en los últimos 30 años del 2% al 41% del total de producción de aceites en el mundo, desplazando a la soya como el aceite vegetal más consumido en el mundo”, explica Grain. Del mismo modo, la superficie sembrada se multiplicó por 3,5 veces, con su secuela de pobreza extrema y aumento de la violencia.

En paralelo, se asiste a la expansión de las Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDE), que pueden ser definidas como estados dentro de un estado, ya que cuentan con un régimen legal especial que permite que los inversionistas queden a cargo de la política fiscal, de seguridad y resolución de conflictos2.

Del mismo modo que los monocultivos y los emprendimientos turísticos, las ZEDE provocan desplazamiento forzado porque el capital financiero que impulsa estos proyectos necesita controlar cada vez más territorios, en una guerra sin fin contra los pueblos que va dejando estelas de muerte y desapariciones, pero también de emigración y desplazamiento.

“Hay una política de vaciamiento de nuestras comunidades que afecta sobre todo a los jóvenes, para entregarlos vencidos al narco”, dicen las mujeres de Vallecito. Migración e inundación de las comunidades con drogas, son para ellas dos caras de un mismo proyecto de exterminio del pueblo garífuna y del conjunto de pueblos originarios.

Resistir creando vida

La Casa Ceremonial o Gayunari, situada en el centro de la comunidad Vallecito, es una enorme construcción de barro y techo de palmas que acoge decenas de personas que danzan al sonido de tambores y maracas. Sería un error confundir espiritualidad con religiosidad. En las religiones occidentales los fieles son apenas objetos de las idea y costumbres que promueven los sacerdotes. En la espiritualidad garífuna, por el contrario, existe una pluralidad de sujetos que se relacionan sin la mediación de ninguna autoridad que los adoctrine o dirija los cultos.

Se trata de prácticas colectivas que fortalecen la identidad comunitaria y contribuyen a la salud física y emocional de las personas. “La espiritualidad garífuna no es un aspecto aislado en la dinámica de vida diaria, está vinculada a todo lo que acontece con el individuo, con la familia y con la comunidad en general. Es un todo”, explica la psicóloga garífuna Tesla Quevedo en un trabajo sobre espiritualidad3.

En el mismo sentido apuntan las Casas de Salud Ancestral, consideradas como un eje organizador del pueblo garífuna. Ya funcionan nueve casas y cuatro más están por abrirse, pero durante la pandemia de Covid funcionaron hasta 33 centros de salud, casi uno por comunidad.

Melissa Martínez explica que convocan a los “abuelitos” para aprender de ellos y desaprender los saberes inculcados por el sistema. “Recuperamos los saberes ancestrales de hierbas y plantas, abordamos los principales problemas de salud como la diabetes, la hipertensión y la violencia doméstica contra niños y niñas en base a los saberes propios, porque la pandemia nos mostró que los pueblos tenemos conocimientos que han sido negados por la industria farmacéutica”.

Miriam recuerda que el garífuna es “un pueblo enfermo” y que necesitan abordar la salud de modo integral. Por el mismo motivo están diversificando la producción de alimentos, siendo el coco un cultivo central del que extraen aceite en su propia fábrica que vuelcan a las Casas de Salud y a las demás comunidades, incluso a las miskitas. Intentan eludir las medicinas de la industria farmacéutica y están multiplicando los “huertos medicinales”, a cargo de las mujeres que son el eje de los cuidados comunitarios y de la espiritualidad. También crearon clubes de danza en las Casas de Salud, como parte de su visión integral del bienestar.

En la recorrida pudimos observar gallinero, criadero de cerdos, cultivos de yuca, frijoles, plátanos y sandía, que suelen trabajar el minga. Algunas de estas iniciativas, como el procesamiento de aceite de coco con métodos tradicionales, han sido compradas con el apoyo de Ofraneh, por lo que ahora llegan personas de otras comunidades a trabajar en la aceitera.

“Elaboramos el aceite con prensado en frío, para que conserve sus propiedades. Tenemos 18 mil plantas de coco en los viveros que luego sembramos. No usamos agrotóxicos. Lo hacemos en jornadas con compas solidarios que vienen a ayudarnos. Tenemos unas 115 manzanas de coco cultivadas. Una manzana es algo más de media hectáreas. La idea es llegar a 500, y tenemos una parcela con plátanos y cítricos, además los cerdos para ir teniendo una diversidad de alimentos porque el tema de la comida se va a convertir en algo insostenible y necesitamos alimentos para las 150 personas que comemos aquí”, sigue Miriam.

Universidad para la vida

El abogado garífuna Rony Castillo asegura que Vallecito “es un centro de identidad, de soberanía alimentaria y de espiritualidad para el resurgir de nuestro pueblo”. La universidad es parte de esa realidad expansiva que está en el centro de la existencia de Vallecito. Para este pueblo la universidad es “toda la comunidad” y no sólo lo que sucederá en las aulas. Como en la salud, la educación es integral y comunitaria. De ese modo se van afirmando en su resistencia al sistema, porque en todos los aspectos re-descubren que tienen alternativas al capitalismo, como señala Rony.

La cuestión de la educación genera debates. “Luchamos contra los maestros” dice Melissa. Miriam agrega: “Si no cambiamos, si no nos despojamos de lo que arrastramos, esto se acabó, porque hemos captado mucha basura de afuera”. Se trata, dicen, de una “lucha desde adentro” en la que se juega el destino del pueblo garífuna. Frases que se pueden escuchar en muchos pueblos originarios de nuestro continente.

“A nuestros hijos la educación del Estado los arrebata y deforma”, dice el buyei (líder espiritual) Selvin en la penumbra del anochecer. “Por eso uno de nuestros grandes problemas son los maestros”. El objetivo es que los maestros garífunas “enseñen según el plan de vida de nuestro pueblo”, que es su modo de “descolonizar la educación”.

En base a la convergencia de salud y educación propias con y de tejer la espiritualidad garífuna, van tejiendo las autonomías territoriales que el sistema se empeña en desmantelar.

La cola verde

Luego de que Miriam sufriera varios atentados, la comunidad decidió que sea protegida por cinco soldados del ejército hondureño, que la siguen como una sombra. Una decisión polémica que genera cierta perplejidad entre quienes llegamos de la ciudad. Sin embargo, fue una decisión colectiva porque el pueblo garífuna aún no tiene capacidad de protegerse a sí mismo.

Lo importante es que Miriam y los demás comuneros están abiertos al debate, que reconocen que se trata de una contradicción y que van conociendo experiencias de autodefensa como la Guardia Indígena nasa del Cauca colombiano. Para nosotros, es una exigencia de respeto porque no son nuestras vidas las que corren peligro.

La compleja realidad y el tremendo antecedente del asesinato de Berta Cáceres, hacen que la “cola verde”, como la denomina Miriam, no sea motivo de orgullo sino un recordatorio de las tareas pendientes como pueblo.

1 “La palma de aceite en América Latina: monocultivo y violencia”, 17 de marzo de2024 en https://desinformemonos.org/la-palma-de-aceite-en-america-latina-monocultivo-y-violencia/

2 Thelma Gómez, “Hay un plan genocida contra el pueblo garífuna”, Mongabay Latam, 13 de octubre en https://es.mongabay.com/2021/10/honduras-amenazas-pueblo-garifuna-entrevista-premio/

3 Tesla Quevedo, “Espiritualidad garífuna: una fuente de bienestar”, en https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/tdna/article/view/17430/25909

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org
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«Ellos no existen» y nosotros quién sabe: la universidad ante el genocidio

There were no such thing as Palestinians… They did not exist (Golda Meir, primera ministra de Israel, 15-6-1969)

La cita de Meir, publicada por el Sunday Times y el Washington Post y pronunciada durante décadas en términos similares por Ben-Gurion (Palestina no existe en la Historia) o tantos otros criminales, marca el camino a quien quiera comprender el sentido y las prácticas de la ocupación genocida en Palestina y de sus socios en el mundo. O a la inversa: del colonialismo genocida y de su ariete israelí en Palestina. Siete años después, en New York Times, Meir matizaba la presunta manipulación de sus palabras. Cincuenta y cuatro años después, en marzo de 2023, el ministro de finanzas sionista arrancaba los aplausos de su audiencia en París: “There is no such thing as Palestinians because there is no such thing as a Palestinian people”. Poco después, el mantra estatal de Israel daría la vuelta al mundo, recogido en el informe de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. “Todos tenemos un objetivo común: borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra”, entre una lista infinita de ejemplos.

No existen concentra ese axioma exterminador que convierte a todos y todas en nadie. Niños y niñas que “se lo han buscado”. Adultos que “no condenan” a Hamas. “Merecen” cada misil sobre sus cabezas. Nadie es “inocente” porque todos forman parte de eso Otro que es nombrado a la vez que se niega su derecho a existir. No existen significa deben desaparecer. Se les nombra porque existen, pero empiezan a dejar de existir cuando el ocupante les nombra. Lo hace para recordarles el anuncio de su exterminio, señalándoles como ese resto eliminable, por un francotirador, por un misil, por aplastamiento bajo los escombros o por inanición. Como mal radical a exterminar o como insignificancia despreciable a ignorar.

La causa palestina es la del mundo entero porque sobre ella se ejecuta la versión más sádica de una racionalidad desplegada a escala global. Dondequiera que miremos, los capataces geoeconómicos del matadero global no parecen contemplar otro horizonte que la guerra total. Mientras la Unión Europea fuerza la máquina hacia una economía de guerra para imponer la concepción única de la economía como guerra y la guerra como único modelo para su economía (D.E.P., maestro Vincenzo Ruggiero), la propaganda electoral estadounidense y sus mascotas europeas nos regalan una perfecta obscenidad, un sublime ejemplo de “terrorismo humanitario”, citando a Danilo Zolo: misiles y palés de comida en paracaídas comparten el cielo de Gaza como fondo de pantalla. Por un lado, la líder de la Europa de la Guerra promete un “corredor humanitario marítimo” desde Chipre. Por el otro, el líder del Mundo Libre –que ocupa ilegalmente Siria o Iraq para saquear la mayor parte de su petróleo y nutre a su criatura genocida con billones de dólares en armamento– promete construir un puerto ideado por Israel, según confirma The Times of Israel, que será controlado por Israel, frente a las reservas de gas natural en aguas palestinas de las que se ha apropiado Israel, condicionando la entrada de ayuda a la invasión de la Franja por Israel y asegurando suministros marítimos a Israel. Los gobiernos de nuestro glorioso Occidente ya ni siquiera miran para otro lado, sino que apuestan por la destrucción total de Gaza. Cada uno en su papel, todos los implicados se han consagrado ya como rutilantes estrellas del porno genocida. El holocausto continúa mientras centenares de camiones llenos de alimentos y material clínico siguen parados en Rafah por colonos que bailan junto a un castillo hinchable custodiados por soldados de las fuerzas de ocupación. Toda la “ayuda” lanzada desde el aire en los últimos días cabe en tres o cuatro de esos camiones.

Mientras tanto, la lista de niños muertos de hambre aumenta más y más rápido. No hay mirada que resista la imagen de esos cadáveres. O quizá sí la hay, quizás esa mirada tolere ya todo, y quizás ése sea precisamente el más doloroso anuncio de que ya no existimos. El 5 de marzo, el presidente de Francia difunde un video en el que cinco paquetes humanitarios son lanzados sobre las ruinas de Gaza desde un avión militar, y lo adorna poéticamente: la solidaridad en acción. Tal es su definición de solidaridad. Entenderlo es cuestión de vida o muerte para la mayoría absoluta del planeta, ésa a la que el paradigma palestino lleva años anunciando el mañana.

Holocaustum, que en latín significa sacrificio con quema de la víctima, procede del griego ὁλόκαυστον, donde ὁλον significa todo y καυστον quemado. Empleamos el término holocausto con toda la intención y con la misma gravedad con la que respetamos la definición de resistencia contemplada en el Derecho Internacional. De hecho, una consecuencia definitiva de este genocidio ya es la conexión automática entre las palabras holocausto y Gaza. “Nadie va a poder pensar ya en el holocausto judío sin recordar (o sin que le sea recordado) el holocausto Palestino”, escribía recientemente el escritor árabe-israelí Alon Mizrahi. Setenta y nueve años antes del pasado 7 de octubre, los prisioneros del Sonderkommando del campo de exterminio de Auschwitz se rebelaron contra sus carceleros, patrones y verdugos –léase contra los responsables de hacerles saber en todo momento que no existían desde mucho antes de ese 7 de octubre de 1944. Hicieron explotar el crematorio IV, mataron a varios guardias y acabaron asesinados, como los miles de gaseados y quemados antes que ellos, por no existir. Rebelándose no aseguraban su supervivencia ni mucho menos, pero sospechamos que debió de resultarles inevitable hacerlo cuando todo lo demás, incluida la existencia misma, era imposible.

“El embargo de armas y las sanciones económicas a Israel son la única forma de detener el genocidio en Gaza”  (Francesca Albanese, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, 8-3-2024).

Esa “única forma”, prevista en el Derecho Internacional como mecanismo que obliga a los estados a responder a la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, se hace tanto más urgente e ineludible ante el reconocido como “crimen de crímenes”. Esa única forma es la antítesis de lo que están haciendo, entre otros, la Unión Europea, sus estados miembros y la inmensa mayoría de sus instituciones, incluidas nuestras Universidades. En pleno genocidio, la UPV/EHU ha aprobado una Cátedra en Ciberseguridad que cuenta con la Universidad de Tel Aviv como entidad colaboradora“de referencia”.

En su primer fallo, de 26 de enero, la Corte Internacional de Justicia solicitó a Israel que tomase medidas inmediatas para garantizar que su ejército no violase la Convención sobre el Genocidio –sin ordenarle detener las operaciones militares– y que permitiese la entrada de más ayuda en Gaza. Desde entonces, absolutamente todas y cada una de las decisiones de Israel y de sus socios, tanto las más criminales como las más cosméticas y burlescas, han producido más muerte y avanzado hacia la consumación del plan de aniquilación absoluta. Quizá sea ésa la “solución final” que mencionó la embajadora estadounidense en las Naciones Unidas el 20 de febrero, justo después de su cuarto veto a un alto el fuego.

Antes y después de ese fallo de 26 de enero de la Corte Internacional de Justicia, cualquiera ha podido acceder a la interminable lista de crímenes registrados por las cámaras de los soldados del ejército de ocupación. Días antes del 26-E, una encuesta de la Universidad de Tel-Aviv concluía que el 95% de los israelíes judíos considera que su ejército se había empleado de forma “adecuada” o “insuficiente”, lo que supone un apoyo incondicional a lo que Sudáfrica iba a presentar con abrumadora contundencia ante la CIJ como “genocidio plausible”.

Llegados a este punto nos permitimos lanzar dos preguntas a todas y todos nuestros colegas académicos a lo largo y ancho de las universidades del Estado español: ¿hace falta más? ¿Vamos a asumir nuestro papel como personas a las que pagan por pensar y estudiar para devolver a la sociedad el mínimo aporte de utilidad en una situación como ésta? ¿Es mucho pedirnos?

El próximo 10 de abril, en un acto coordinado en tantos territorios como sea posible, Francesca Albanese (Relatora Especial de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados) nos ayudará a responder a esas preguntas. Quienes leáis esto y queráis sumaros a la organización de ese acto en vuestra Universidad, campus o facultad podéis contactar conredxpalestina@gmail.com o @RedxPalestina. La lista incluye ya más de veinte puntos en mapa y sigue creciendo. Os animamos a participar porque estamos convencidas de que, si existe alguna forma de responder dignamente, nuestra posición debe cumplir cinco condiciones elementales:

1. Trabajar contra la aberración criminal que constituye todo proceso de invasión, colonización, sometimiento, expolio y/o limpieza étnica. El proyecto colonial de asentamiento ejecutado por medio de Israel en Palestina, obviamente reconocido como ilegal por todas las instituciones del sistema de Derecho Internacional durante los últimos 76 años, es paradigma de cualquiera de esas aberraciones. Hoy, paradójicamente (o no tanto), los mismos países “avanzados” (y sus universidades) que han incorporado el discurso decolonial a la retórica institucional son los que están soportando, con su apoyo o con su silencio, una de las expresiones más brutales del viejo colonialismo: la ocupación de Palestina y el exterminio de su pueblo.

2. Oponernos al sostenimiento de las relaciones de cooperación con el Estado de Israel por parte del Estado español y sus instituciones, incluidas las universitarias, pues según la legislación internacional ese sostenimiento convierte hoy al Estado español, como a tantos otros, en cómplice de genocidio. Si tomamos en serio las diferentes cláusulas en materia de Derechos Humanos que acompañan los tratados preferenciales en los que participan ambos países y las obligaciones para los estados que de todo ello se derivan, Israel sigue gozando de apoyos, complicidades, colaboraciones, aprobaciones y/o permisos para la perpetración de todos los crímenes posibles en el contexto ilegal de décadas de ocupación ilegal, robo ilegal de tierras, cultivos y recursos naturales, asesinatos ilegales, detenciones y encarcelamientos ilegales, asentamientos ilegales, expulsiones ilegales, apartheid ilegal, limpieza étnica ilegal y ahora genocidio ilegal.

3. Denunciar la actitud inane de las autoridades de nuestras instituciones académicas durante cinco meses de genocidio. A menudo se nos sugiere “no mezclar ciencia y política”, argumento que prolifera cuanto mayor es el nivel de autoridad de los interlocutores, dando así cuenta del grado de degeneración epistémica que amenaza a la academia contemporánea. Exigimos un mínimo de decoro y respeto por las normas a quienes, en presunta representación de nuestra ‘producción y transferencia de conocimiento’, sin saber lo que dicen o sabiéndolo perfectamente, son los primeros en ‘hacer política’. Hacen necropolítica, para ser más exactos, legitimando un orden supremacista que lo es por distinguir entre vidas dignas y valiosas, por un lado, y vidas despreciables e infrahumanas por el otro.

4. Seguir comunicando, cada vez más y más alto, que el Paradigma Palestino no es una “cuestión compleja” ni un “conflicto irresoluble”, sino un asunto muy sencillo que ha sido convenientemente complejizado: un crimen colonial que se resuelve aplicando las normas del mismo orden jurídico internacional que fue fundado a la vez que el propio Estado de Israel. El cóctel colonial de la indigencia intelectual incluye altas dosis de presunta despolitización y ‘reductio ad embrollo’. El cóctel colonial de la complacencia genocida mezcla supremacismo y colaboracionismo.

5. Trabajar al servicio de una academia que estudie, investigue, discuta y enseñe para transformar las realidades locales y globales hacia un mundo más justo, aprendiendo de la Historia, rechazando toda forma de dominación, dignificando la palabra crítica y tomando los Derechos Humanos como referencia incuestionable. Hablamos de dignidad humana y rigor intelectual, no de responsabilidad corporativa, rankings de calidad o sellos de excelencia que adornan vestíbulos encerados.

En los días previos a la redacción de este artículo, setenta y cinco años después y con la participación de más de cincuenta países, la Corte Internacional de Justicia celebraba una audiencia para tratar las “consecuencias legales de la Ocupación”. Cualquiera puede saber cuáles son esas consecuencias legales sobre el papel y cómo, hasta el momento, ni una sola de ellas se ha hecho efectiva. Cualquiera puede saberlo desde hace tantas décadas como décadas cumple la ocupación colonial de Palestina, su limpieza étnica y su régimen de apartheid. Israel no reconoce a la CIJ, ni a la audiencia citada, ni a los estados participantes en ella. Nunca lo ha hecho, desde su mismísimo nacimiento. Los socios y colaboradores de Israel, entre los que se encuentra el Estado español, tampoco lo están haciendo. Se limitan a una gestionar riesgos reputacionales con una mano y sostener prioridades comerciales, incluido el negocio armamentístico, con la otra.

Nosotros y nosotras, en estricto respeto de las bases del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, exigimos el fin de cualquier relación con el Estado de Israel y sus instituciones, que es lo que las autoridades de cada estado deberían hacer si quisieran cumplir con la legalidad por una vez y parar lo que ya es, por minuto, per cápita y por metro cuadrado, uno de los mayores genocidios de la Historia. Ésa es nuestra posición y ésas son nuestras razones. A las muy excelentísimas y variadas autoridades de este Estado Social y Democrático de Derecho que suscribe declaraciones y tratados internacionales para someter a todos ellos el funcionamiento de sus instituciones, incluida la CRUE y el Ministerio de Universidades, les preguntamos: ¿son sus razones?

Fuentes: El Salto [Imagen: Manifestación en Donostia contra el genocidio de Israel en Palestina. Vista de la marcha por el paseo de la Concha. Javi Julio]

Daniel Jimenez Franco, Nadia Yahalali Haddou, María José Lera Rodríguez y Manuel Delgado Ruiz son miembros de la Red Universitaria Por Palestina.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/ellos-no-existen-universidad-genocidio-palestina

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Libro: Internacionalización universitaria y movilización política (PDF)

Introducción

La internacionalización solidaria, el derecho a la universidad y la sociedad pospandemia

Apenas estamos saliendo de una pandemia que trastocó todos los órdenes de la vida, con consecuencias aún imprevisibles. En el terreno de la educación superior, entre otros cambios, obligó a la rápida virtualización de la enseñanza y el aprendizaje, lo que forzó su desenvolvimiento en contextos no siempre adecuados para llevar adelante ese proceso, sometió a les docentes y otres trabajadores de la universidad a cambios acelerados en sus lugares y modos de trabajo y, probablemente, naturalmente realizó vectores de desarrollo que hasta el momento prepandémico habían sido los espacios privilegiados de la expansión mercantil de los estudios superiores.

La ampliación de los modos de acceso a distancia a distintas actividades académicas (clases, reuniones, cursos, seminarios, congresos, etc.) y la potenciación que con ella obtuvieron algunas de las corporaciones tecnológicas que dominan la economía digital permiten imaginar que algunas tendencias, en particular la de la internacionalización mercantilizada y privatizada de la educación superior, se pueden ver fortalecidas, mucho más si se advierte el crecimiento de las fuerzas conservadoras y elitistas y el deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares a nivel mundial.

A su vez, la pandemia puso en evidencia el rol estratégico que juegan y jugarán los conocimientos (tanto en su faceta científico-tecnológica como en los saberes humanísticos y artísticos) en el mundo que se está configurando. Hablamos de conocimientos que ya no son producidos en el gabinete o en el estudio, sino colectivamente, en red, en interacciones internacionales que se dan a través de múltiples plataformas colaborativas (independientemente de que esos resultados, incluso los financiados con fondos estatales, sean muchas veces apropiados por el capital privado).page13image27259456

En el encuentro, quedó en claro que el organismo dedicado a la educación y la cultura de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) está abocado a dejar atrás una idea que había plasmado de manera inequívoca en la primera conferencia (París 1998): que la educación superior es un bien público y un derecho no sujeto a regulación comercial. El modo en que fue convocada y organizada la conferencia (incluso se intentó realizar en 2021, cuando muchos países estaban aún con medidas de distanciamiento social, lo que hubiera implicado una representación más acotada menos democrática que la que tuvo), el modo en que se desarrolló, la incidencia que tuvieron en ella los factores mercantiles y concentrados y los alcances apenas testimoniales de los documen- tos resultantes advierten respecto a que UNESCO se encuentra más condicionada y alineada con el sector corporativo y mercantil, y con menos capacidad de acción para las coaliciones garantistas. Lo cual puede verificarse con solo mirar los auspicios y las actividades, mayoritariamente cooptadas por patrocinadores privados vinculados a la mercantilización.

se supo mantener en un contexto de oleada neoliberal en los gobiernos de la región el principio de que la universidad es un derecho humano universal y un bien público social, el Instituto de Educación Superior para América Latina y el Caribe (IESALC) no solo decidió no llevar ese posicionamiento al seno de la Conferencia Mundial sino que incluso la participación de referentes de América Latina y el Caribe a través de IESALC fue muy reducida.

Por eso, creemos fundamental en este momento no solo retomar los problemas que el proceso de la internacionalización de la educación superior torna centrales sino hacerlo desde una historia y una perspectiva que las fuerzas democráticas de la región latinoamericana y caribeña han venido construyendo desde hace más de un siglo. Una perspectiva que les permitió, sobre todo durante los años de consolidación de los proyectos progresistas y nacional populares pero también al tener que enfrentar sucesivas reacciones conservadoras en sus países, solidificar una red de integración que sostenga y promueva una idea de universidad como derecho humano universal, bien público social y obligación de los Estados, un proceso de internacionalización basado en esos principios y una puesta en escena en el escenario global de un modo de pensar la educación superior que no pase por la mera competencia lucrativa.page15image27222080

En este marco, consideramos imperiosa la necesidad de seguir impulsando un modo solidario de internacionalización universitaria, que no acate acríticamente la demanda del hemisferio norte de que el resto del mundo se encadene a sus ritmos, sus temas, sus necesidades, sus modos de enseñanza y producción de conocimientos y sus mismas instituciones. Consideramos también que eso no solo se logrará con las políticas públicas sino, muy en especial, como se ha logrado hasta ahora: con la movilización social y con el constante trabajo académico de les actores de la educación superior. Este es el sentido político que nos interesa darle a este libro.

Comenzamos este libro con la exposición de lo que entendemos son las líneas principales que demarcan un “modelo” de universidad latinoamericana, que no necesariamente corresponde a una institución o un tipo de instituciones en particular sino, más bien, a un concepto que ha servido para modelar un horizonte de democratización. Entendemos que esta “idea de universidad” está en el trasfondo de lo que, como hito, nuestra región concretó en la Conferencia Regional de Cartagena de Indias en 2008 (CRES 2008): la definición de la universidad como derecho humano.

Descarga el libro completo aqui: Internacionalizacion-universitaria (5)

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Argentina: Educación Pública. Acción estudiantil en la UNCuyo contra el ajuste en la Universidad.

Los y las estudiantes del Gran Mendoza que se vienen organizando en Interfacultades desde diciembre de 2023, realizaron dicha concentración dando difusión a la situación crítica de la Universidad e invitando a organizarse por mayor presupuesto educativo, contra el encarecimiento de la bandeja del comedor y por el boleto educativo gratuito. La misma contó con la participación de distintos sectores de la comunidad universitaria como docentes de FADIUNC y también delegaciones de la Asamblea de Trabajadores del CONICET y la Asamblea Cultural de Mendoza.

Es el primer inicio de clases durante la gestión del derechista Javier Milei. La novedad aquí no es el comienzo de la cursada, sino el duro ataque que sufre la Universidad Pública en apenas 100 días de haber asumido el gobierno “libertario”. Frente a decenas de estudiantes que concurren al comedor, referentes estudiantiles de diferentes facultades expresaron la preocupación por los recortes en curso y la incertidumbre que genera el hecho de no saber si el dictado de clases seguirá después de mayo. Plantearon la necesidad de seguir invitando compañeros y compañeras a ser parte de las Asambleas, para decidir entre todos y todas, de forma amplia y democráticamente cómo defender la educación pública y derrotar todo el plan de ajuste de Milei. También expresaron su solidaridad con los trabajadores municipales de Godoy Cruz que horas antes habían sido brutalmente reprimidos por la Policía de Mendoza mientras llevaban adelante un reclamo porque perciben salarios de indigencia.

Por su parte, desde la Asamblea del CONICET remarcaron la necesidad de unir las luchas de todos los sectores afectados y seguir apostando a la organización que le haga frente al brutal desfinanciamiento de Milei. Las y los estudiantes agradecieron el respaldo y quedaron comprometidos en seguir forjando lazos de unidad, manifestando la necesidad de que los centros de estudiantes se pongan a la cabeza de organizar al movimiento estudiantil, ya que “no podemos esperar, como nos proponen, mientras arrasan con nuestra educación y nuestras vidas”.

La defensa de los derechos humanos también estuvo presente y se manifestó la importancia de marchar el 24 de Marzo para conmemorar a los 30.400 desaparecidos y desaparecidas por el Golpe de Estado genocida del 76. En particular reivindicando a los estudiantes secundarios y universitarios que peleaban por el derecho a la educación y fueron perseguidos, torturados y desaparecidos por la dictadura militar que hoy quieren negar Milei y su vicepresidenta.

48 años después del golpe, retomar las banderas de los 30.400 por otra sociedad y en defensa de la educación pública es urgente.Con salarios docentes por el piso, becas y proyectos de investigación congelados, sumando la falta de mantenimiento y el congelamiento de obras edilicias, sin dejar de lado el aumento en los asuntos de la vida cotidiana como los alquileres, el boleto y la comida, el despiadado ajuste de Milei se encamina hacia una privatización encubierta de la educación superior. Acompañado, de la persistente exclusión de las y los jóvenes más precarios. ¿Cuántos pibes no van a llegar a cursar por estar ocupados buscando el pan?

Frente a esta situación de emergencia, los Centros de Estudiantes, conducidos por la Franja Morada y el peronismo, se mantienen ausentes. Sin embargo los y las estudiantes autoorganizados impulsan acciones y continúan exigiendo que sus “representantes gremiales” tomen una posición activa en esta lucha. El miércoles 20/03 convocan a una nueva Asamblea Interfacultades a las 18 hs en la explanada de la Facultad de Arte y Diseño (UNCuyo).

https://www.laizquierdadiario.com/Educacion-Publica-Accion-estudiantil-en-la-UNCuyo-contra-el-ajuste-en-la-Universidad
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La mayor amenaza para las universidades de EE UU

Un informe detalla la toma de puestos administrativos y de supervisión clave por parte de personas designadas partidistas y la creciente presión sobre los miembros del profesorado para limitar la enseñanza.

La mayor amenaza para las universidades estadounidenses

Un informe detalla la toma de puestos administrativos y de supervisión clave por parte de personas designadas partidistas y la creciente presión sobre los miembros del profesorado para limitar la enseñanza

Estos son tiempos preocupantes para la educación superior estadounidense. Por un lado, algunos estudiantes de un puñado de universidades de élite han hecho duras declaraciones antiisraelíes, algunos cruzando la línea hacia el antisemitismo declarado, y algunos rectores de universidades han sido tímidos y torpes en sus respuestas. Sin embargo, por feos que hayan sido estos acontecimientos, no hay muchas razones para creer que la calidad de la educación en estas instituciones (que, en cualquier caso, representan una pequeña fracción de la matrícula universitaria de Estados Unidos) esté seriamente amenazada.

Por otro lado, el Sistema Universitario Estatal de Florida, que tiene más de 430.000 estudiantes, está bajo un intenso ataque político por parte del gobierno republicano del estado. La Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios publicó recientemente un informe titulado “Interferencia política y libertad académica en el sistema de educación superior pública de Florida”, que detalla la toma de puestos administrativos y de supervisión clave por parte de personas designadas partidistas y la creciente presión sobre los miembros del profesorado para evitar enseñar cualquier cosa que pueda considerarse un despertar. Es casi seguro que este ataque político degradará la calidad de la educación superior para un gran número de estudiantes, algo de lo que hablaré más adelante.

Pero primero, hagamos la pregunta obvia: ¿Cuál de estos dos temas educativos ha estado absorbiendo nuestra atención colectiva y cuál ha pasado mayormente desapercibido?

Tu sabes la respuesta.

Consideremos: la matrícula total de estudiantes universitarios en Estados Unidos es de unos 20 millones; Alrededor de 70.000 de estos estudiantes están en las Ivies, (las universidades de la Ivy League en los Estados Unidos), es decir, las ocho universidades privadas de prestigio y alto rendimiento académico del país, y sólo un poco más de 7.000 en Harvard.

Es cierto que somos una sociedad mucho más elitista y clasista de lo que nos gustaría admitir y que los graduados de instituciones de élite tienen una enorme influencia en la vida pública. (Revelación completa: no fui a Harvard; rechazaron mi solicitud, pero, como resultado, me vi obligado a obtener mi título de licenciatura en, Yale.) Pero incluso dada esta influencia, yo diría que prestamos demasiada atención a las instituciones que educan a tan pocos estadounidenses y que son tan poco representativas del escenario educativo nacional.

Una vista del campus de Harvard en John F. Kennedy Street en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, EEUU REUTERS/Fe NinivaggiUna vista del campus de Harvard en John F. Kennedy Street en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, EEUU REUTERS/Fe Ninivaggi

¿Qué explica esta desproporcionalidad? Hasta cierto punto, se debe a que las personas que dan forma al discurso público suelen ser ellos mismos graduados de instituciones de élite. Hasta cierto punto, es una consecuencia de la cultura de las celebridades: un enfoque en los estilos de vida de los que pronto serán ricos y famosos.

Para ser claros, el resurgimiento del antisemitismo entre algunas facciones de la izquierda política es realmente inquietante. Hay personas con puntos de vista desagradables, tanto antidemocráticos como antisemitas, tanto en la izquierda como en la derecha. Si bien los politólogos a menudo critican la teoría de la herradura de la política, que dice que la extrema izquierda y la extrema derecha pueden parecerse más entre sí de lo que cualquiera de ellas se parece al centro político, siempre he encontrado esa teoría plausible.

Y no voy a poner excusas para los presidentes de universidades que tergiversan este tema. Después de todo, guiar sus instituciones a través de campos minados intelectuales y políticos es, en gran medida, trabajo de estos presidentes.

No obstante, es crucial mantener un sentido de perspectiva. Puede que la extrema izquierda no sea moralmente mejor que la extrema derecha. Pero en Estados Unidos la extrema izquierda casi no tiene poder político, mientras que la extrema derecha controla una cámara del Congreso y varios estados.

Lo que me lleva de regreso a las universidades de Florida.

El informe de la A.A.U.P. (American Association of University Professors) o lo que viene a ser en español la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios, entra en detalles considerables sobre las acciones legales y administrativas tomadas por el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, y sus designados hasta el momento. Pero el panorama general es que la educación superior pública se ha convertido en un frente clave en la “guerra contra el despertar” de DeSantis.

El candidato presidencial republicano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis. REUTERS/Brian Snyder/Foto de archivoEl candidato presidencial republicano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis. REUTERS/Brian Snyder/Foto de archivo

¿Qué cuenta como despierto? La respuesta no está clara, pero esa falta de claridad es, en cierto modo, el punto. Enseñar a los estudiantes cualquier cosa que pueda considerarse políticamente liberal o progresista podría interpretarse como un despertar. Según el informe, a un profesor de Florida “le dijeron que no enseñara que la Guerra Civil fue un conflicto por la esclavitud”, una propuesta con la que, por ejemplo, Ulysses S. Grant, que sabía algo al respecto, no estaría de acuerdo. Esta resbaladiza crea un clima de miedo que inhibe la enseñanza de muchas materias y parece estar expulsando a algunos de los mejores profesores del sistema.

Y cualquiera que imagine que existen límites claros sobre hasta dónde puede llegar la intimidación (oye, tal vez sea un problema para las ciencias sociales y la historia, pero la ciencia dura es segura) está siendo ingenuo. ¿Realmente le resulta difícil imaginar que se presione a los profesores para que dejen de presentar pruebas del cambio climático provocado por el hombre?

Entonces, sí, mantengamos a raya a los presidentes de universidades cuando cometen un error en un tema importante. Y denunciemos los llamados a la violencia vengan de donde vengan. Pero centrémonos también en la mayor amenaza a nuestro sistema de educación superior, que no proviene de estudiantes activistas de izquierda sino de políticos de derecha.

https://www.infobae.com/america/the-new-york-times/2023/12/15/la-mayor-amenaza-para-las-universidades-estadounidenses/

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