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La universidad y la educación: Un frente de batalla para las y los revolucionarios en el siglo XXI

Por: Yuri Peña/Izquierda Diario 

Breves apuntes para entender la estrategia y las perspectivas que planteamos desde la agrupación VENCER para llevar adelante una política revolucionaria al interior de universidades y liceos, que sea anticapitalista, antiburócratica y en unidad de trabajadores y estudiantes.

Para nadie en Chile puede ser extraño hablar de la importancia política que ha tenido el movimiento estudiantil en la historia reciente del país. La revolución pingüina el 2006, las movilizaciones por educación gratuita y de calidad, y el salto a los torniquetes de les secundaries que encendieron la llama de la rebelión el 2019. Estos tres procesos se produjeron como consecuencia de la herencia de la dictadura y la crisis económica y política mundial del capitalismo, que afecta de manera particular a les estudiantes en liceos y en la educación superior, como también al conjunto de la clase trabajadora y capas medias. La educación de mercado, o también podríamos llamarla “universidad-empresa”, es producto del neoliberalismo y su forma de entender la producción y reproducción del conocimiento, que desde hace décadas viene implantándose alrededor del mundo, y acá lo implantaron en la dictadura y luego la Concertación y Piñera modificaron y continuaron profundizando el lucro con la educación. Haciendo de este derecho conquistado con lucha, sea un negocio para empresas educativas y bancos. Solo fijémonos como el estado chileno financia a bancos con el CAE y a centros de educación superior através de la beca gratuidad, ya que los sectores populares entran más a entidades privadas que públicas por la discriminación clasista que la propia educación básica y media replica desde la dictadura en adelante.

El movimiento estudiantil es un movimiento internacional

Este cambio, que es una adecuación a las necesidades del capitalismo de las universidades, ha provocado fuertes movimientos de resistencia desde les estudiantes. El más importante del siglo XX fue el de Francia, el famoso “mayo del 68”, donde ante las reformas de De Gaulle, presidente de derecha, el movimiento estudiantil de París organizaró y protagonizó jornadas revolucionarias, junto codo a codo a la clase obrera francesa. Estas movilizaciones que comenzaron en mayo se extendieron a todo el país generando una situación revolucionaria, con huelgas generales, tomas de fábricas, enfrentamientos con la policía, y la posibilidad de derrocar al presidente, en uno de los principales países imperialistas. Allí, les estudiantes pasaron del cuestionamiento de la universidad de clases, con la brutalidad neoliberal, a la crítica de la sociedad de clases.

Y en los últimos años también hemos podido ser testigos de movilizaciones estudiantiles en distintos países del mundo. Al otro lado de la cordillera, en liceos y universidades se movilizó la marea verde por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, con asambleas y tomas feministas. Las estudiantes fueron parte de ese gran movimiento feminista y parte importante del triunfo el 2018. En Brasil se movilizó también el medio estudiantil contra la elección de Bolsonaro como presidente el 2018, realizando asambleas multitudinarias compuestas por jóvenes tan diversos como nuestra misma clase, que se reunían para ver cómo enfrentar las políticas contra las mujeres, la diversidad sexual y de género, a les trabajadores que Bolsonaro proponía (y que llevó a cabo durante su mandato). En Colombia durante su rebelión popular (simultánea y más larga que la chilena) las universidades también fueron lugares de encuentro y discusión para organizar a las masas que salían a enfrentar al gobierno derechista de Duque. Y podríamos nombrar ejemplos de México, el Estado Español y otras partes del mundo donde el movimiento estudiantil ha tomado un rol activo dentro de la política nacional, y de gran impacto cada vez que emprende la lucha.

Ante esta realidad las y los revolucionarios nos enfrentamos. Ante un movimiento de masas que cada vez aumenta más y que proporcionalmente a esto se precariza, además de que a nivel mundial y nacional tiene una gran tradición de lucha. El estudiantado como sector social es grande: más de dos millones de personas en la región metropolitana. Es un medio donde pasan sectores muy importantes para el sistema productivo y reproductivo capitalista, ya que las y los profesionales que necesita salen de universidades y centros de formación técnica. En ese sentido para las y los revolucionarios es importante hacer política dentro de las estructuras educativas porque cumplen un rol económico-social de reproducción del capital. Son enclaves estratégicos desde el punto de vista de la hegemonía burguesa que tenemos que disputar, ya que la clase obrera necesita construir y ganar una nueva hegemonía para construir una sociedad socialista. Esto significa ganar posiciones dentro de liceos, centros de formación técnica y universidades (además de sindicatos, organizaciones populares, coordinaciones, etc) donde se forman y/o trabajan les trabajadores y profesionales de la sociedad futura. Pero también porque dentro de estos espacios hay contradicciones objetivas y subjetivas expuestas por Bensäid en El Segundo Aliento.

En balance estratégico del movimiento estudiantil según Bënsaid

La contradicción principal de las universidades ilustra la contradicción fundamental de la sociedad capitalista, dice Bënsaid: desarrollar las fuerzas productivas perpetuando las relaciones de producción (explotación). Entre el nivel requerido por el desarrollo de las fuerzas productivas y el nivel de formación que exige: formar simultáneamente una mano de obra adaptada a las necesidades de la economía capitalista y formarla -o domesticarla- con fuerte ideología burguesa. A su vez la burguesía no puede desarrollar hasta el final tales fuerzas productivas por poner en peligro las bases de su propia dominación, o sea el control y la planificación de la producción. El Estado y las empresas educativas aumentan cada vez más matrículas, pero con carreras cada vez más precarias para aumentar sus ganancias con el negocio educativo, pero también para obtener mayor mano de obra barata y sobrecalificada.

Pero el acceso a la universidad en la mayoría de los países se ha diversificado sobre todo a mediados del siglo pasado. Ya no es solo una clase la que tiene acceso, sino que este se ha extendido a las capas medias y cada vez más a la clase obrera con becas como la gratuidad -Chile- o educación pública gratuita (Argentina por ejemplo). Por lo que allí conviven distintas clases sociales que como sabemos, tienen intereses contradictorios. Otro punto objetivo que hace a las universidades un sector revulsivo es que vienen siendo víctimas de reformas educativas en el marco de reajustes presupuestarios llevados por distintos gobiernos a nivel mundial, donde se ha terminado devaluando la formación, bajando el financiamiento, se ha acrecentado el autoritarismo y los métodos retrógrados de enseñanza.

Los aspectos subjetivos que podemos encontrar son la fuerte cohesión y politización del movimiento estudiantil. Tanto en universidades como en liceos. Esto sigue una lógica de desarrollo desigual y combinado porque hay algunos establecimientos que por su propia historia estos aspectos se han potenciado, como los liceos emblemáticos de Santiago o universidades como la UChile, Usach y Utem. Además, los liceos suelen ser el eslabón débil o más abandonado por la burocracia socialdemócrata, lo que potencia las movilizaciones sin control político de los partidos reformistas, o sea movilizaciones independientes como hemos visto en Chile con secundaries luchando contra la violencia machista en los liceos y contra la precariedad. En universidades se ha dado el fenómeno de sobrepasar las directrices oficiales de los dirigentes, como el 2011, aunque como los partidos reformistas tienen mayor peso lograron redirigir hacia la institucionalidad las demandas del 2011 y sacar la lucha de clases como método para conquistarla.

Por lo que para Bënsaid el movimiento estudiantil se puede caracterizar como una vanguardia táctica, dentro de una estrategia de revolución obrera y socialista, ya que con sus movilizaciones y métodos de organización (donde se mantiene una tradición de asambleas, lucha política, centros de estudiantes y federaciones) pueden adelantarse y mostrar un ejemplo de combatividad y radicalidad al movimiento obrero. Así como pasó en el mayo del 68 francés, y en otra envergadura en Chile luego de la revolución pingüina, el 2011 y el salto a los torniquetes e inicio de la rebelión el 2019, donde se registraron aumento en el número de huelgas. [1]

Para las y los revolucionarios que peleamos por el socialismo con una estrategia marxista donde el rol dirigente lo cumple la clase trabajadora, es muy importante considerar otros sectores a los cuales hegemonizar políticamente. En este caso a les estudiantes, que en la lucha de clases y en los momentos insurreccionales por la toma del poder por la clase obrera necesita tener de aliados a sectores amplios de estudiantes. Esta alianza creemos que se construye en la misma lucha, codo a codo por nuestras demandas.

El movimiento estudiantil para conquistar sus demandas tiene que aliarse con la clase que puede imponer a los empresarios y sus políticos las demandas que decidimos democráticamente. La respuestas que dan los políticos de siempre, los gobiernos y el Estado, es que para nuestras demandas “no hay plata”, “hay que tener responsabilidad fiscal”. Pero podemos ver claramente que solo hay plata para los que nos explotan y saquean los recursos naturales, los empresarios. Todas las conquistas para la clase trabajadora y para el pueblo pobre ha sido con los métodos de la lucha de clases. Tenemos que afectar el saqueo y la explotación que desde hace siglos mantienen los burgueses para conquistar aunque sean las demandas más mínimas (es cosa de revisar las últimas movilizaciones secundarias y universitarias en Chile).

Tomando el Segundo Aliento de Bënsaid podemos plantear esquemáticamente las siguientes tesis:

Enraizados en la contradicción de la universidad los estudiantes masivamente están disponibles y movilizables. Ante la dimisión de las direcciones obreras, eso les permite jugar un papel de vanguardia en determinadas coyunturas precisas. Sin embargo, los estudiantes no pueden responder por sí mismos a los problemas que afrontan, son incapaces de una línea independiente del movimiento obrero.

La contradicción que sufre el movimiento estudiantil no puede pues encontrar solución más que en su lucha al lado del movimiento obrero bajo la dirección de éste. Todavía hace falta que haya lucha y acuerdo sobre los objetivos de la lucha, esto que no es el caso en lo inmediato, sabiendo lo que son las direcciones obreras y los esfuerzos que hacen para escamotear la lucha de clases.

De hecho podemos distinguir la vanguardia táctica, la que en un momento dado ocupa de hecho los puestos avanzados de la lucha revolucionaria, de la vanguardia estratégica, la que abarca el conjunto de la lucha de clases y trabaja por la revolución en una lucha prolongada; la segunda sólo puede apoyarse en la fuerza motriz de la revolución: el proletariado.

Esa contradicción del movimiento estudiantil es real y objetiva. Ninguna solución mágica, ninguna huida adelante puede resolverla. La única solución reside en la construcción de una organización revolucionaria, en su implantación en el medio obrero, en su capacidad de asumir la dirección estratégica de la lucha.

Es por esto que como trotskistas apostamos a construir un partido socialista y revolucionario de la clase obrera internacionalista dentro de liceos y universidades, ya que tenemos que conquistar, preparar y ordenar las fuerzas para momentos álgidos de la lucha de clases, donde nos enfrentaremos a las burocracias estudiantiles y sindicales, a reformistas, a la policía, a la derecha y a todo el Estado burgués.. Es una tarea estratégica el construir una corriente militante diversa y joven dentro de estos espacios si es que lo pensamos en la necesidad de construir un nuevo estado (obrero) y nuevos modos de producción, además de que desde aquí se puede catalizar la necesaria revolución cultural que necesita la clase obrera en el socialismo.

Por la situación concreta de Chile, el movimiento estudiantil ha mostrado ser uno de los más convulsivos y combativos del planeta, llevando la vanguardia en relación al movimiento obrero. Por lo que no podemos dudar que en un ascenso próximo de lucha de clases les estudiantes cumplamos un rol fundamental, tanto para debilitar la batalla si es que los reformistas o la derecha dirigen al movimiento estudiantil, o para fortalecerla. Nosotres desde VENCER apostamos a fortalecerla con asambleas de base, uniéndonos con trabajadorxs y profesorxs de nuestros lugares de estudio, por lo que es un objetivo concreto ganar peso, influencia y dirección en estos tres sectores. Para, como decíamos, unir las luchas de estudiantes y la clase trabajadora contra la política de las distintas burocracias reformistas que es separarlas. Si nos organizamos en común podremos golpear como un solo puño al sistema y derribarlo.

 

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EEUU: La pandemia trastornó su educación secundaria. Ahora no están listos para la universidad

Maestros por todo el país se esfuerzan para poner al corriente a los alumnos rezagados, intentando evitar consecuencias en su vida académica y profesional que pueden ser peores para alumnos latinos o negros. Pero la magnitud del problema apenas comienza a vislumbrarse.

Por Olivia Sánchez – The Hechinger Report

Andrea Hernández estudió la tabla de multiplicar casi a diario durante el verano entre cuarto y quinto grado. Sentada en la mesa de la cocina de la casa de su familia en Dallas mientras su madre preparaba la cena, ella repetía su tarea una y otra vez en su cuaderno amarillo. Cuando comenzó a asistir a una nueva escuela en el otoño de 2012, pasó fácilmente los exámenes de matemáticas a contrarreloj. De ahí hasta la irrupción del coronavirus, cuando estudiaba pre-cálculo a los 16 años, Hernández brillaba en el aula.

Entonces, al igual que millones de estudiantes en todo el país, Hernández se vio obligada a estudiar en línea. Durante el resto del tercer año y la mayor parte del cuarto año, estudió en una computadora portátil en la sala de su casa, mientras su hermana menor tomaba clases por Zoom en la habitación que compartían al final del pasillo.

Sintió que perdía las fuerzas para ser una estudiante. No era sólo que los estándares de la enseñanza en línea fueran inferiores que los de en persona, “es que simplemente no existían”, dijo.

ernández, cuyos estudios principales eran las matemáticas, reprobó por un pequeño margen el examen que la habría colocado en la clase de cálculo del primer curso de la Universidad de Texas en Austin en el otoño. Repitió la clase de pre-cálculo y la pasó con una A. Ahora, pasa cuatro días a la semana en una clase excepcionalmente pequeña tipo seminario con otros 31 estudiantes aspirantes a matemáticos e ingenieros.

“Me gustaría poder decir que hasta ahora me va bien, aunque hay algunas cosas que cuando las miro me pregunto, ‘¿dónde están las matemáticas? Lo único que veo son letras, no entiendo nada”, dijo Hernández. “Entonces me siento… un poco perdida”.

Más de 20 de sus compañeros tomaron la clase más grande tipo conferencia el otoño anterior y la reprobaron.

Muchos estudiantes cuyos últimos años de secundaria fueron interrumpidos por la pandemia tienen dificultades académicas en los cursos universitarios que necesitan pasar para avanzar en sus carreras académicas y profesionales. Profesores y estudiantes creen que la enseñanza a distancia que tuvieron que cursar durante la pandemia no fue tan buena como la que habrían recibido en persona. Los estudiantes a menudo también estuvieron distraídos mientras trataban de aprender, porque batallaban con factores estresantes de salud, financieros y familiares.

Fue realmente difícil para nosotros emocionalmente, porque sabemos lo que está en juego para los estudiantes. Su fracaso es nuestro fracaso”

Ahora, después de dos años de aprendizaje pandémico a toda prisa, muchos estudiantes universitarios no solamente están menos preparados de lo que deberían estar, sino que también han olvidado cómo ser alumnos.

Y es probable que en el futuro haya aún más graduados de secundaria sin la preparación adecuada, lo que presiona de sobremanera al profesorado, los consejeros y los asesores.

Al maestro de matemáticas de Hernández, Uri Treisman, se le conoce nacionalmente por sus técnicas y filosofías para la enseñanza del cálculo. Él dijo que el semestre del primer año de cálculo en el otoño de 2021 fue el más difícil que había tenido en sus 50 años de carrera.

Sus alumnos estaban cometiendo errores básicos en álgebra y trigonometría. A pesar de que Treisman hizo todo lo que pudo para ayudar a sus alumnos a recuperarse, alrededor del 25% de sus alumnos reprobaron en el otoño, comparados con el 5% que no pasa en un año normal.

En lugar de emails de alumnos solicitando cartas de recomendación, el buzón de Treisman estaba invadido de emails de estudiantes ansiosos por repetir su clase, disculpándose por su pobre desempeño y por no estar preparados.

 “Fue realmente difícil para nosotros emocionalmente, porque sabemos lo que está en juego para los estudiantes”, dijo Treisman, refiriéndose también a su profesora asociada, Erica Winterer. “Su fracaso es nuestro fracaso”.

Un desafío en toda la enseñanza preuniversitaria

Desde el alumno más pequeño del jardín de niños hasta los alumnos de cuarto año de secundaria listos para ingresar a la universidad, casi todos los estudiantes vieron su educación interrumpida a partir de marzo de 2020. Como resultado, todavía no se conoce el alcance de la falta de preparación para la universidad.

un así, los educadores y expertos se preocupan de que los estudiantes de comunidades históricamente marginadas —a menudo alumnos de bajos ingresos, latinos y negros— podrían enfrentar una desventaja aún mayor debido a la interrupción que causó la pandemia.

Las consecuencias económicas de la pandemia afectan con mayor fuerza a los estadounidenses de escasos recursos, latinos y negros, así como a la gente sin títulos universitarios, de manera que los estudiantes provenientes de familias que están en estos grupos son más propensos a haber asistido a la universidad tras haber enfrentado mayores desafíos que sus pares en los últimos dos años.

“Aquí y en el resto del mundo los ricos se preocupan y están nerviosos por el futuro de sus hijos, y están invirtiendo de manera significativa para asegurar que tengan una ventaja”, afirmó Treisman. “Así que ese nerviosismo significa que aquellos interesados en la igualdad tienen que trabajar mucho más”.

Incluso en un año normal no todos los estudiantes vienen con el mismo nivel de preparación o de conocimiento básico, explicó Treisman. Pero debido a la pandemia, sus estudiantes enfrentan un estrés adicional.

Hernández, por ejemplo, estaba en una clase de matemáticas de 12° grado por Zoom en la sala de su casa cuando su padre regresó del trabajo algunas horas antes que de costumbre, visiblemente perturbado. Ella lo siguió hacia su habitación donde él le contó que su abuelo, quien vivía en San Luis Potosí, México, había muerto de COVID-19.

Hernández se levantó tan rápidamente de su improvisado escritorio que no tuvo tiempo de apagar su cámara ni se había quitado los audífonos. Cuando supo de la muerte de su abuelito, todavía estaba escuchando su clase de matemáticas.

A estudiantes como Hernández le resultaba difícil concentrarse en las clases mientras sus seres queridos enfrentaban enfermedades mortales, problemas financieros, incertidumbre sobre el cuidado de sus hijos, o la inestabilidad general causada por la pandemia. A menudo, el enfoque de la escuela era más el sobrevivir que el sobresalir.

Otros estudiantes enfrentaban obstáculos relacionados con el acceso. Antes de la pandemia, Halil Hamscho, que había estudiado el curso de introducción al cálculo de Treisman el otoño anterior, viajaba todos los días desde la casa de sus padres en Matamoros, México, a su escuela en Brownsville, Texas. En marzo de 2020, su hermano gemelo se convirtió en su único compañero.

Hacían la tarea en una mesa portátil que habían comprado en Walmart, compartiendo una computadora portátil al final de su tercer año de secundaria y durante todo el cuarto año. Si uno estaba usando la computadora, el otro tenía que incorporarse a su clase desde su teléfono, lo cual dificultaba ver a sus compañeros de clase o cualquier cosa que el maestro estuviera mostrando en la pantalla. A veces, su madre traía a la casa su computadora del trabajo para que ambos pudieran estudiar.

Los estudiantes cuyas familias estaban financieramente estables antes de la pandemia podrán recuperarse de esta situación, mientras que los demás tendrán muchas más dificultades, dijo Venit. Muchos de estos últimos serán estudiantes latinos y negros, de partes rurales o que son los primeros en sus familias en asistir a la universidad.

“Si esas personas no tienen la oportunidad de progresar económicamente, entonces tendremos una situación en que los ricos se volverán más ricos y los pobres más pobres”, lamentó Venit. “Esto revertirá la tendencia que nos hemos esforzado por lograr a través de la educación superior durante los últimos 20 años”.

Para Hernández que se encuentra al final de su segundo semestre en la Universidad de Texas en Austin, la meta es clara: aprobar cálculo, terminar los estudios universitarios y convertirse en una maestra de matemáticas de escuela secundaria.

Para lograrlo, debe redescubrir a la niña que hace casi 10 años era la primera en entregar sus exámenes de multiplicación contra reloj.

 Caroline Preston contribuyó a este reportaje.

Este artículo acerca de estudiantes sin preparación fue producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación.

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Libro (PDF): Horizontes convergentes I: aportes transdisciplinarios al estudio del ecosistema de la marginación cultural

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

El presente libro es fruto de las colaboraciones de una red amplia y diversa de actoras y actores sociales, de investigadoras e investigadores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, España, Francia, Georgia, Italia, Marruecos, Perú y los Países Bajos. Es la primera publicación colectiva del proyecto Converging Horizons: Production, Mediation, Reception and Efects of Cultural Representations of Marginality (PIA-ANID/ANILLOS SOC180045) y se divide en dos volúmenes, siendo éste el primero de ellos. El proyecto aborda los diferentes modos de exclusión y de marginalización que se ejercen, especialmente sobre los pueblos originarios, los colectivos de disidencia sexual, las comunidades migrantes y las personas privadas de libertad; ya sea -en general-, desde la sociedad y sus distintos regímenes políticos, como -en particular-, desde las políticas públicas, el modelo económico capitalista y los sistemas de salud y educación altamente privatizados. El libro -como el proyecto-, asume un compromiso no sólo con la presentación de los resultados derivados de diversos trabajos de aplicación de métodos y técnicas científicas, sino que, además, releva las voces de actoras y actores sociales y culturales. Así, el libro combina avances comparados de resultados empíricos y de reflexiones teórico-conceptuales en torno a los procesos de exclusión social y la producción de marginalidades. Es un trabajo caracterizado por su variedad disciplinaria, por el fuerte compromiso con las subjetividades y sus contextos, así como por la búsqueda de posibilidades de lograr horizontes de convergencia.

Autoras(es): Carlos del Valle. Konstantin Mierau. Sandra Riquelme. Beatriz Pérez. Gonzalo Albornoz. [Editoras y Editores]

Editorial/Edición: CLACSO. Converging Horizons.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-121-4

Idioma: Español

Descarga: Horizontes convergentes I: aportes transdisciplinarios al estudio del ecosistema de la marginación cultural

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2477&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1616

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La universidad en la ciencia que ha salvado a Cuba

Cuba fue el único país del mundo que abrió su sistema educacional con todo su personal docente, sus niños y sus estudiantes vacunados contra la COVID-19, y, después de inmunizada masivamente su población pediátrica, no ha muerto ni un solo niño por la enfermedad.

Así lo recordó este martes Yuri Valdés Balbín, director adjunto del Instituto Finlay de Vacunas, para fundamentar cómo hay una participación decisiva de las universidades en los resultados que muestra el archipiélago contra la COVID-19.

Al intervenir en el Congreso Internacional Universidad 2022, el diputado a la Asamblea Nacional y Héroe del Trabajo de la República de Cuba, explicó que, desde un inicio, se entendió, por el país y por la comunidad científica, que íbamos a tener que responder a la urgencia con las capacidades que teníamos: una industria de vacunas de más de 30 años de experiencia, y antecendentes exitosos de las relaciones de esta industria con la universidad.

Relató que, en la década de los 80, las vacunas no funcionaban en niños menores de dos años, hasta que en 1987 un laboratorio de la Universidad de La Habana obtuvo la primera que resolvía ese problema, y otro laboratorio de la misma institución, el de Antígenos Sintéticos, en 1989 empezó un proyecto de una vacuna conjugada. «Hablamos de un conocimiento que se gestó en una universidad y que, después, se puso en función de un problema de salud».

Puso el ejemplo de la vacuna conjugada Quimi-Him (contra  el haemophilus influenzae tipo B), a partir del diseño gestado en la universidad, y que luego se insertó en una formulación pentavalente.

Mencionó también la vacuna Quimi-Vio (contra el Streptococcus pneumoniae), que nos concede soberanía para combatir las enfermedades producidas por una bacteria considerada «asesina de niños».

La capacidad tecnológica surgida de nuestras universidades ha demostrado que somos capaces de hacer ciencia con impacto social y generar repercusión económica, dijo Valdés Balbín y, argumentó cómo la respuesta cubana a la COVID-19 ha sido otra muestra de ello.

Una expresión contundente es la tercera posición a nivel mundial que ocupa la Mayor de las Antillas en cobertura de vacunación, según el sitio web de referencia internacional Our World in Data; un resultado exaltado en Twitter, este martes, por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: «Fue difícil llegar hasta ahí, pero lo logramos en medio de las peores circunstancias. La dificultad, como tantas veces a lo largo de nuestra historia, se convirtió en oportunidad», escribió.

Fuente: https://www.granma.cu/cuba/2022-02-08/la-universidad-en-la-ciencia-que-ha-salvado-a-cuba-08-02-2022-23-02-22

 

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España| Rebelión en la UNED: “Me dan a elegir entre mi salud y la de mi familia y mi derecho a examinarme”

Por: Guillermo Martínez

La universidad asegura que se respetarán todas las medidas de seguridad mientras el alumnado remarca que en los exámenes de la UNED se pueden llegar a concentrar hasta dos centenares de personas en cada aula. Exigen que se utilice AVEX para evaluarse de forma telemática, pero la institución académica afirma que no hay motivos para ello.

La propia idiosincrasia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) ha hecho que parte del estudiantado se haya puesto en pie de guerra contra los exámenes presenciales que movilizarán a miles de personas a partir del 24 de enero. Según los datos ofrecidos por el alumnado, el 30% de los matriculados superan los 50 años y el 80% tiene trabajo, por lo que la plataforma Afectados UNED calcula que cada uno de ellos podría llegar a contagiar a otras ocho personas. “Nos quieren meter en aulas con 200 compañeros durante dos horas, sin ventilación, estando codo con codo”, se queja una de las potenciales afectadas. “Hay compañeras con embarazo de riesgo que deben guardar reposo y otras personas con enfermedades crónicas que, precisamente por eso, estudian en la UNED”, agrega otra. La universidad, por su parte, llama a la calma asegurando que se cumplirán todas las medidas de seguridad oportunas, y desmiente alguna de las acusaciones lanzadas desde el grupo Afectados UNED.

Elena, una treinteañera que estudia Trabajo Social en Madrid, asegura que antes de empezar el curso llamó a la universidad para asegurarse cómo serían los exámenes: “Me dijeron que iban a ser presenciales, pero que si la situación empeoraba los pondrían telemáticos, como hicieron el año pasado”. Eso le dio seguridad para matricularse, y así lo hizo. Llegó diciembre y el aumento exponencial de casos positivos: “Pregunté a mi decanato y me dieron una respuesta aséptica con una total falta de empatía, me dijeron que la forma de evaluación la decidían organismos superiores”. Es aquí donde empieza uno de los conflictos, pues el Ministerio de Universidades, del que depende la UNED, y la ANECA, la entidad que certifica la calidad universitaria, desmintieron la respuesta que el decanato dio a la estudiante.

La UNED asegura que este año los exámenes son presenciales porque no existe ninguna restricción de movimiento en el territorio nacional. “La ANECA certifica si se cumplen los planes de estudios, y en nuestras memorias nosotros tenemos estipulado que los exámenes son presenciales, como siempre ha sucedido excepto los dos primeros años de la pandemia, así que ahora que todos los estudiantes pueden ir a examinarse a su centro asociado, lo tendrán que hacer”, confirman fuentes internas de la institución académica.

Muchos alumnos, poco espacio

Pese a que la universidad ha asegurado que “no se va a hacinar a nadie”, Elena no lo tiene tan claro. “Nos encontramos ante una universidad que no dispone de campus, ni de facultades. Es la más grande de España y la que menos infraestructuras posee. Antes nos examinábamos codo con codo, y para poder salir mínimo se tenían que levantar de su sitio unos cuatro compañeros, así que no sé cómo piensan hacerlo ahora”, señala la estudiante. Su problemática es extrema: convive y es la cuidadora de su madre, que con 67 años y problemas respiratorios graves está enchufada a una máquina de oxígeno 16 horas diarias.

“Los neumólogos nos han dicho que, como mi madre pille el covid, será casi una sentencia de muerte para ella”, expresa Elena preocupada. Asegura que desde marzo de 2020 no ha realizado ninguna reunión social, dejó su trabajo presencial, pide la compra a  domicilio y las consultas médicas de su madre se realizan de forma telemática. “No voy a encerrarme en un aula con 200 compañeros cuando yo he tenido unas medidas de cuidado excepcionales”, afirma antes de decir que se siente engañada por una UNED: “Me dan a elegir entre mi salud y la de mi familia, y mi derecho a examinarme”.

AVEX es el nombre de la herramienta que el año pasado posibilitó los exámenes a distancia. Según el alumnado, el Ministerio de Universidades financió el programa con 198.810 euros y ahora reclaman que se vuelva a implementar. Su seguridad queda patente al haber sido la herramienta utilizada por el Ministerio de Justicia en noviembre de 2021 para los exámenes de Abogacía del Estado. “No es que queramos AVEX por capricho, es que si no perderé la posibilidad de examinarme”, sentencia Elena. En este sentido, la UNED defiende que actualmente no hay ningún motivo que justifique el uso del programa, pues los miles de estudiantes pueden desplazarse libremente a los centros asociados para examinarse.

Examinarse habiendo dado positivo

Eva Martín está terminando el Grado de Psicología. La principal queja de esta profesional sociosanitaria de 31 años es que la UNED no ha facilitado los protocolos de actuación a los centros asociados en los que, a partir del día 24 de enero, miles de personas se examinarán. “No tenemos información al respecto, ni tampoco sabemos qué pasa si das positivo y no puedes presentarte al examen”, denuncia la estudiante.

Fuentes internas de la UNED, por su parte, afirman que se repetirán los exámenes a todos aquellos que puedan demostrar su contagio de covid, ya sea mediante un test de antígenos o una PCR. También pedirán un certificado médico que confirme dicho positivo, algo difícil de conseguir en regiones como la Comunidad de Madrid,  donde la atención primera está colapsada. “Para cuando fijemos la fecha de examen de esta convocatoria para todos aquellos positivos, los estudiantes ya habrán podido visitar a su médico”, sostienen desde la universidad.

“Ya hay compañeros y compañeras que han dicho que no van a examinarse porque están recibiendo quimioterapia o tienen patologías graves y saben cómo se realizan las pruebas de forma presencial en la UNED”, prosigue Martín. La Universidad responde: “Ya hemos enviado a los centros asociados nuestro protocolo Covid, que tendrán que ajustar a la normativa de su región, al igual que sucederá con nuestros centros en el extranjero. La gente puede estar segura de que habrá ventilación y se respetarán las medidas de seguridad”. De hecho, en la página web de la institución universitaria se puede encontrar toda la información relacionada con la pandemia, aunque el plan de contingencia esté fechado en el 8 de marzo de 2020, algo que el estudiantado critica duramente al no haber ningún otro documento actualizado.

La UNED llama a la calma

A todo ello se suma el temor a tener que firmar un documento antes de realizar los exámenes “en el que se exime a la UNED de cualquier responsabilidad ante un contagio masivo”, según apunta una de las alumnas. Dicho temor procede de una declaración realizada por el equipo de Prevención de Riesgos Laborales que tuvo que rubricar el alumnado en prácticas y en la que se establecía que el alumno no tenía síntomas compatibles con el Covid-19, no se encontraba en periodo de cuarentena domiciliaria y, además, declaraba haber leído el protocolo de prevención para la realización de las prácticas.  La universidad también desmiente este extremo y asegura que, en las evaluaciones presenciales, no se va a hacer firmar nada a nadie.

Martín, por su parte, llegó a plantearse contagiarse conscientemente de covid para así evitar el contagio durante el periodo de exámenes. “Ahora que estaba de vacaciones y como trabajo con población de alto riesgo, pensé en hacerlo deliberadamente, pero al final he descartado esa posibilidad. Tiene que ser la UNED quien nos permita examinarnos con seguridad, no ponerme yo en riesgo por ello”, concluye la estudiante.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

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Las mujeres dominan las universidades estadounidenses ¿qué les pasó a los hombres?

Por: Paulette Delgado

Actualmente las mujeres superan en número a los hombres en las universidades estadounidenses. Sólo el 40 % de los estudiantes universitarios en Estados Unidos son hombres.

Los expertos en educación en Estados Unidos se encuentran alarmados ya que la brecha de género en la educación superior va al alza. Según información del National Student Clearinghouse, un grupo de investigación sin fines de lucro, los hombres representan sólo el 40 % de los estudiantes universitarios en el periodo 2020-2021. Esto es algo que viene sucediendo desde años atrás. En los últimos cinco años, los hombres han representado más del 70 % de la disminución de estudiantes que entran a las universidades en Estados Unidos.

Esta brecha de género en la universidad atraviesa la etnia, la geografía y el entorno económico. Antes, los hombres blancos eran el grupo predominante en las instituciones americanas, sin embargo, ahora las tasas de matriculación de los hombres blancos pobres y de clase trabajadora son más bajas que las de los jóvenes negros, latinos y asiáticos de los mismos orígenes económicos, según un análisis de datos del censo realizado por el Pell Institute.

Conforme a información del Wall Street Journal, después de entrar a la educación superior en el 2012, el 65 % de las alumnas recibieron su título universitario en el 2018, en comparación con el 59 % de los hombres durante el mismo periodo. Esto es corroborado por el director del National Student Clearinghouse, Douglas Shapiro, “en los próximos años, dos mujeres obtendrán un título universitario por cada hombre, si la tendencia continúa”.

Antes, muchos de los empleos que realizaban las mujeres no requerían un título universitario. Sin embargo, a partir de los años 70, las mujeres empezaron a ingresar a trabajos que requerían más educación y algunas de las profesiones que antes no requerían estudios universitarios ahora lo hacen, lo que las empujó a entrar a la universidad. Pero ¿por qué 40 años después, hay más mujeres que hombres en las universidades?

En promedio, los niños tienen calificaciones (GPA) más bajas

Según la organización ACT, que se encarga de realizar exámenes estandarizados para conocer qué tan listos están los estudiantes para entrar a la universidad, los hombres suelen tener calificaciones más bajas, lo que termina perjudicándolos en el proceso de admisión. Hay dos razones principales por las cuales sucede esto; en primer lugar, el sistema educativo americano se enfoca en seguir las reglas y la organización sobre el aprendizaje activo; y segundo, hay una escasez de maestros y consejeros universitarios varones, especialmente que pertenezcan a alguna minoría. Aunque siempre han existido estos factores, se han visto agraviados por los cambios en el mercado laboral de las últimas décadas.

Asimismo, el promedio de calificaciones universitarias no se registra con regularidad pero, según los datos de 2009 recopilados por el Wall Street Journal, es de aproximadamente 3.10 de 4 para las mujeres, frente a 2.90 para los hombres. La brecha de género es particularmente grande en las materias de inglés, pero ellas también tienen calificaciones más altas en matemáticas, ciencias sociales y ciencias. Sin embargo, según ACT, esto no se refleja en sus pruebas ya que, aunque las mujeres siguen dominando en inglés y ciencias sociales, los hombres tienen mayores niveles de rendimiento en matemáticas y ciencias.

Aunque tanto las calificaciones como los puntajes de las pruebas miden el rendimiento académico, las primeras reflejan el desempeño diario del alumno en una disciplina académica, pero son afectadas por factores no cognitivos que no son medidas directas del aprendizaje académico. Por ejemplo, dar puntos por participación, reducir puntos por mal comportamiento, falta de atención o por entregar tareas atrasadas. Para los autores de la investigación, los alumnos masculinos obtienen calificaciones más bajas porque tienen más problemas de conducta. En contraste, los resultados de las pruebas ACT son una estimación más puntual del rendimiento académico.

La habilidad de seguir reglas

Para Jayanti Owens, profesora de sociología en la Universidad Brown, muchos niños enfrentan una desventaja en la escuela desde temprana edad, y cuando llegan a la preparatoria y aplican para entrar a la universidad, ese obstáculo es aún más grande. Un estudio del 2011 para la revista Social Science Research, encontró que las niñas empiezan su educación con habilidades sociales y de comportamiento más avanzadas, lo que les da ventaja durante los primeros seis años de escolaridad; mientras que los niños tienen problemas para prestar atención o quedarse quietos en clase.

Según describen los autores, los psicólogos clasifican muchas de estas habilidades en las categorías de autorregulación cognitiva, autodisciplina, control esforzado o función ejecutiva. Estas habilidades incluyen la planificación, el mantenimiento de la atención, el control esforzado de la atención o la acción, la perseverancia en la tarea y la inhibición de las respuestas impulsivas. Además, los psicólogos incluyen un segundo conjunto de habilidades, las de «autorregulación emocional» que se refiere a la capacidad de manejar la ira, la tristeza, la alegría y otras reacciones emocionales.

Otro estudio también del 2011 de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER por sus siglas en inglés), corrobora los resultados. Su evidencia sugiere que el déficit de estas habilidades en los niños podría ser un factor principal que les impide completar la universidad. Además, la mayor tendencia que tienen para presentar problemas de conducta se vuelven factores relevantes para su relativa ausencia. Incluso desde preescolar se ve la brecha de género ya que los niños tienen cuatro veces más probabilidad de ser expulsados, según el Centro Nacional de Salud y Bienestar en la Primera Infancia. El problema también es que, entre más suspensiones tiene su escuela, menor es la probabilidad de acceder a la universidad.

Por su parte, la profesora Owens realizó una investigación sobre el tema en el 2016 donde demuestra que los desafíos de comportamiento que se ven desde preescolar pueden ser predictores significativos de si los niños abandonan la escuela secundaria o decidirán no ir a la universidad. Aunado a esto, ella considera que los niños tienen problemas de conducta porque el sistema de educación temprana prioriza el autocontrol y apegarse a las reglas. «Realmente es necesario tener altos niveles de autorregulación y autocontrol para poder sentarse y prestar atención durante tanto tiempo», dijo Owens a Business Insider International. «Entonces, parte de esto es que las niñas son más capaces de hacer eso, en promedio, y esto hace que los maestros respondan a los niños que no lo hacen como alborotadores o traviesos. Eso puede llevar a una especie de autoprofecía cumplida, por la cual los niños que reciben este mensaje terminan actuando más, en parte porque no tienen las habilidades de atención, y en parte porque se rebelan contra la idea de que no son buenos en la escuela”.

Hay estudios que están de acuerdo con que los maestros a menudo clasifican a los niños como más problemáticos que las niñas. El estudio de NBER incluso menciona que las familias suelen leerles más a sus hijas que a sus hijos, y son más propensas a administrar castigos corporales en ellos que en ellas. Además, la manera en que son vistos los hombres ayuda a disuadirlos de buscar ayuda académica. Si los maestros se expresan negativamente de ellos y crecen creyendo que no son buenos estudiantes estos temen buscar ayuda. Y este miedo puede reflejarse desde el tercer grado de primaria.

Debido a que no tienen tan desarrolladas sus habilidades de autorregulación cognitiva y emocional, muchos niños son clasificados como “malos”, haciendo que los educadores y consejeros les tengan paciencia o los guíen, lo que resulta en que no sepan qué clases tomar o qué exámenes presentar para mejorar sus probabilidades de entrar a la universidad. Algunos descubren qué necesitan hasta el penúltimo o último año de preparatoria, cuando es demasiado tarde.

Los hombres se ven obligados a trabajar por problemas financieros

Además de enfrentarse a problemas de conducta y falta de habilidades, muchos jóvenes enfrentan la necesidad de mantenerse a ellos mismos o a su familia. Anteriormente, los hombres de bajos ingresos eran los menos propensos de cualquier grupo demográfico a inscribirse en la universidad, sin embargo, debido al COVID-19, las preocupaciones monetarias se han exacerbado.

Otro factor es el costo de la matrícula universitaria. Muchos alumnos ven la educación superior como un problema porque no tienen el dinero suficiente para pagar sus estudios, útiles, libros, y mantener su estilo de vida. Adrian Huerta, profesor asistente de educación en la Universidad del Sur de California, dijo a Business Insider que «las tensiones financieras hacen que los jóvenes digan: ‘la universidad es realmente cara. ¿Quién va a pagarla? ¿Quién va a pagar por mis libros? ¿Quién va a pagar por mi auto?'».

La profesora Owens añade que “si eres un niño que proviene de bajos ingresos, es posible que tengas modelos a seguir a tu alrededor que se hayan dedicado a los oficios o que se hayan dedicado a otras ocupaciones no profesionales. Ese es el ejemplo que tienes frente a ti». Para muchos jóvenes es más fácil seguir ese camino conocido que atreverse a hacer las cosas de otra forma.

¿Qué se puede hacer?

Debido a la pandemia, el sistema educativo estadounidense tiene acceso colectivo a miles de millones de dólares en fondos de ayuda COVID-19. Para Huerta, la mejor manera de usar ese dinero es poniendo dos o tres consejeros universitarios en las preparatorias, incluidos hombres de color. Actualmente hay uno por cada 424 estudiantes. Tener más acceso a recibir ayuda temprana puede ser una gran ventaja para los estudiantes varones.

Para Owens, los fondos deben enfocarse en la educación temprana para que los estudiantes de preescolar tengan proyectos más activos y prácticos en lugar de pedirles quedarse quietos en sus sillas. Reclutar más maestros varones en ese nivel también es fundamental, agregó. Esto ayudaría a preparar a los niños con habilidades de autorregulación cognitiva y emocional.

El Wall Street Journal reportó que la solución de varias universidades para balancear la escala es enfocarse en aceptar solicitantes masculinos, pero para Pell Institution, el problema no está en limitar las admisiones de las instituciones sino en analizar los factores que hicieron que existiera en primer lugar.  ¿Cuál crees que podría ser una solución a esta brecha de género? ¿Consideras que el éxito de los jóvenes puede garantizarse desde el bachillerato o debe hacerse algo desde preescolar? Déjanos abajo tus comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Díaz-Aguado: «La educación y la sensibilización funcionan: nadie nace maltratador, nadie nace víctima»

Así lo ha defendido la catedrática de Psicología de la Educación y directora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense en una charla ofrecida en la UAL

«La educación y la sensibilización funcionan: nadie nace maltratador, nadie nace víctima». Así lo ha defendido María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación y directora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid, durante la charla ‘Avances y limitaciones en la lucha contra la violencia de género en la adolescencia y la juventud’ celebrada en la Universidad de Almería con motivo del 25-N.

Y es que, según un estudio realizado con 26.000 adolescentes y 7.000 docentes entre 2010 y 2020, se observó un incremento importante de la violencia de género entre 2010 y 2013 que, subrayó en la conferencia, «fue conocido por la sociedad y generó un enorme impacto, una enorme preocupación, lo que provocó que se pusieran en marcha campañas de sensibilización dirigidas a adolescentes para enseñarles a detectar la violencia de género desde sus inicios, a rechazarla, a combatirla y a generar modelos alternativos basados en la igualdad».

«Lo que ha sucedido es que ha habido una importante disminución de la violencia de género en la adolescencia, que incluso ha permitido que las violencias más frecuentes (de control y psicológica) disminuyan con respecto a 2010. Es decir, todos los incrementos que hubo en 2013 se han revertido pero, además, en las dos violencias a las que se ha prestado más atención por ser las más extendidas, la de control abusivo y la de violencia psicológica, ha habido un descenso», afirma la catedrática.

El estudio, que mide múltiples indicadores a través de diferentes perspectivas, permite explicar por qué se ha producido este avance. «Los datos de lo que contestan las chicas haber sufrido y lo que contestan los chicos haber ejercido son muy coherentes, por lo que los avances se concentran en las mismas violencias», asegura la experta respecto a este estudio comparativo que arroja otros datos «positivos» tales como «un avance importante en el rechazo al machismo, la principal condición de riesgo, y también en lo que han dicho las familias».

Por ejemplo, con la manida y peligrosa frase de que ‘los celos son una expresión del amor’, el número de chicos que reconoce haberlo escuchado con frecuencia en 2020 es la mitad del porcentaje que había en 2013.

Para María José Díaz-Aguado, las familias se han visto conmovidas por lo que han dicho las campañas, por las investigaciones de las universidades y por los medios de comunicación, por lo que «han reaccionado y han transmitido a sus hijos que eso no es amor, que eso es violencia, que eso es un horror».

Además, ahora los adolescentes hablan más de violencia de género con sus padres, según explica la catedrática de Psicología de la Educación y directora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid: «Se ha roto bastante ese tabú que impedía hablar de este tema con las personas más próximas: padre, madre y grupo de iguales».

Un avance, defiende la experta, que se ha conseguido en buena parte con el aumento de actividades escolares de sensibilización. «Hay alrededor de ocho puntos porcentuales más de alumnos que han tratado este tema en la escuela con respecto a 2013. Y los que así lo hacen tienen menos riesgo de ser maltratadores o víctimas. Es decir, la educación y la sensibilización funcionan: nadie nace maltratador, nadie nace víctima. Nuestro papel desde los centros de formación, incluida la universidad, es enormemente importante».

Durante su intervención, también dio datos de otro estudio que realizó con una muestra representativa de universidades españolas en 2013. De él se desprende que, pese a que los jóvenes universitarios rechazan en mayor medida el machismo que el resto de jóvenes, los datos no son tan buenos en el hecho de haber vivido o ejercido violencia de género en la pareja, ya que solo hay una leve mejoría con respecto al resto de jóvenes.

María José Díaz-Aguado ha valorado, no obstante, que queda mucho por hacer todavía, puesto que la mayoría de los universitarios no ha tratado el tema de la violencia de género en clase. «En 2013, solo lo habían tratado un 40% en Ciencias de la Salud, en Jurídico-Sociales bajaba al 33% y, en Humanidades, al 12%».

«Estamos en el buen camino, pero queda mucho por conseguir. Hay que insistir en la violencia sexual fuera de la pareja, en llegar a los casos de más riesgo y en que toda la juventud universitaria, de todas las carreras, tomen conciencia de este problema e incorporaren en su identidad profesional la sensibilidad para erradicarlo», sostiene la catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid.

Fuente: https://www.ideal.es/almeria/almeria/diazaguado-educacion-sensibilizacion-maltrato-violencia-general-almeria-ual-20211125201552-nt.html

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