En Argentina: debaten si la “meritocracia” mejora el rendimiento en clase

Según especialistas, es saludable premiar a los que más se esfuerzan. Pero en condiciones sociales de igualdad.

  Alfredo Dillon / Clarin.com/ 09/05/16

“Imaginate vivir en una meritocracia, donde cada uno tiene lo que merece”, propone un reciente spot publicitario sobre un auto, que generó polémica y fue criticado desde diversos sectores sociales de “individualista” (“el que llegó, llegó por su cuenta, sin que nadie le regale nada”) y “racista” (muestra gente blanca y de clase media alta). El debate sobre este spot tiene puntos en común con la discusión con el tema de los “aplazos” y la “meritocracia” en la Provincia: ¿es deseable que el sistema educativo sea una estricta meritocracia?

En su defensa de la medida, el ministro de Educación bonaerense, Alejandro Finocchiaro, hizo un elogio del esfuerzo personal, muy ligado con la idea de meritocracia: sostuvo que los alumnos deben aprender “el valor del esfuerzo”, que “dejarlos pasar porque sí es estafarlos” y que “hay que terminar con la pedagogía de la compasión”.  Para Ana María Borzone, investigadora del Conicet, la valoración del esfuerzo personal constituye el aspecto positivo de la concepción meritocrática. Pero advierte: “Si entendemos meritocracia como espíritu competitivo, eso no contribuye al proceso educativo. Aprender requiere espíritu colaborativo”. Borzone valora la restitución de los aplazos pero asegura que la responsabilidad por el “fracaso” debe desplazarse del alumno al Estado y la sociedad.

El Nacional de Buenos Aires es un caso de “escuela meritocrática”: su examen de ingreso solo les abre las puertas a los mejores 480 de los 1.100 que se presentan. “La meritocracia estimula. Los alumnos del Nacional reconocen esta concepción como parte de su sentido de pertenencia”, afirma el rector Gustavo Zorzoli. Pero aclara: “No creo que todas las escuelas deban ser meritocráticas: eso implica excluir la diversidad”.

Emilio Tenti Fanfani, profesor e investigador de la UBA y Conicet, plantea que “el esfuerzo tiene condiciones sociales: no es una cualidad esencial de las personas”. Para Tenti Fanfani, “uno no nace con las ganas de esforzarse: esas ganas están condicionadas por el entorno. El esfuerzo, la postergación del deseo, suponen que hay un futuro, tienen sentido cuando hay movilidad social. Pero ¿qué futuro hay para los que viven inmersos en urgencias del presente?”.

Carina Kaplan, investigadora del Conicet y profesora de la UBA y la UNLP, sostiene que “hay que fomentar la cultura de la igualdad: eso es lo que va a impulsar la cultura del esfuerzo, y no viceversa”. En contra de las ideas meritocráticas, Kaplan plantea: “La creencia en la meritocracia como valor en sí, en una sociedad injusta, es invertir la relación causa y efecto e individualizar un problema que es socioeducativo y político. Primero necesitamos pobreza cero y escuelas dignas, es decir oportunidades reales para todos, y luego premiar a los que más se esfuerzan. Si no, ¿cómo explicamos que los pobres son quienes más fracasan?”.

La pedagoga Adriana Puiggrós concluye: “La meritocracia tiene como fin principal la competencia individual. La meta del sistema educativo debe ser valorizar el saber, y no vencer a los demás”.

Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/Debaten-meritocracia-mejora-rendimiento-clase_0_1573642794.html

Fuente de la imagen: http://www.pedromigao.com.br/ourodetolo/wp-content/uploads/2015/04/meritocracia.jpg

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