Singapur/ 23 de Mayo de 2016/El Mundo
Un laboratorio en vivo. Una nación inteligente. Así se describe Singapur a sí misma o, al menos, así lo hace cuando se viste de largo para convertirse en protagonista de la innovación asiática. Esta Ciudad-Estado primero quiso ser el centro financiero del Sudeste asiático y, ahora, clama por la disrupción -a la que es tan poco propensa- mientras conjuga una serie de medidas que favorezcan el ecosistema de innovación. El pretexto perfecto para celebrar esta semana el InnovFest Unbound, al que asiste INNOVADORES.
Porque no es una cuestión tecnológica sino de mentalidad, deja caer el Ministro de Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan, durante el discurso de apertura de la convención. Fuerte es la apuesta del Gobierno por alcanzar las primeras posiciones en esta carrera mundial. Balakrishnan anunció la creación de un sistema operativo nacional que dote de conectividad a cien millones de objetos conectados en el porvenir del Internet de las Cosas, un plan que cuenta con cinco años por delante. Rápido se han aventurado a dar los primeros pasos con la construcción de una infraestructura digital dotada con fondos públicos.
La finalidad, como cabe esperar en una ciudad en la que el orden es la máxima, es sacar el máximo partido del análisis de datos para fomentar la eficiencia y productividad. Con una extensa red de cámaras inteligentes, sensores y toda clase de dispositivos de la liga de la smart city, Singapur creará aplicaciones y servicios en un intento por mejorar la gestión de un Estado que, a menudo, encuentra dificultades para operar con tanta población en muy pocos metros cuadrados. La nueva infraestructura será ‘open source’ con la intención de que los desarrolladores puedan trabajar en diferentes propuestas.
Para lograr los objetivos marcados para 2020, el Gobierno de Singapur destinará 40 millones de dólares al ámbito de «transferencia de dicha investigación a la vida real», anunció Balakrishnan, o sea startups. Este codiciado ecosistema integrado contará, según aseguró el ministro, con el apoyo económico de la National Research Foundation que promoverá que las grandes compañías y las startups entren en colaboración: «Otorgaremos financiación para potenciar estos partnerships y las ideas derivadas de ellas», determinó el ministro que dejó constancia, además, de su intención de que tengan una rápida salida al mercado.
Bitcoin en la ciudad financiera
Cuanto menos interesante resulta escuchar en la ciudad en la que altos rascacielos bancarios dibujan las calles del distrito financiero, una apuesta tan clara por el bitcoin y las fintech: «Para Singapur es el futuro como ciudad financiera global», proclama Balakrishnan. Su Administración está decidida a crear un marco regulatorio para la nueva banca tecnológica que los posicione como uno de los puntos de mayor influencia en este sector, el Ministro de Asuntos Exteriores singapurense, no dejaba pasar la ocasión para remarcar las posibilidades del blockchain para solucionar problemas actuales en el sector bancario.
Vehículo autónomo y compartido
En su carrera por instalarse en la vanguardia de la digitalización, el Gobierno impulsa, como parte de su plan, la adopción del vehículo autónomo. Singapur encuentra un gran problema en los atascos de tráfico. Esta semana presentaba ante medios internacionales un prototipo de vehículo autónomo que pretende implementar en la ciudad de manera pública y fomentando la cultura de economía colaborativa: el coche autónomo compartido.
En fase experimental en el distrito One-North de la Ciudad Estado, aseguran sus artífices que «la diferencia con respecto a los coches de Google o Cisco está en los algoritmos». Algoritmos de ‘deep learning’ y ‘machine learning’ que, en combinación con sensores y un mapeado del área, dan rienda suelta a una conducción autónoma, por el momento, «bastante conservadora». Si bien los dos primeros prototipos han sido fabricados en colaboración con Mitsubishi, aseguran que se encuentran ahora a la caza y captura de un nuevo fabricante.
La promesa de la Salud 2.0
Especial atención ha prestado el Gobierno a la digitalización de la salud. Todas las promesas del porvenir del sector sanitario quieren hacerse realidad en Singapur y el Hospital General Changi es su laboratorio. Temas tan populares como big data, robótica, integración horizontal saltan de la teoría a la práctica.
Los datos del paciente se integran a través de una plataforma médica. Si es cierto que ya mucho se ha hablado de la monitorización de las constantes vitales para extraer patrones y mejorar el diagnóstico, Singapur ha tomado la iniciativa con un dispositivo que recoge, entre otras, información de la presión, ritmo cardíaco o respiración y lo traslada a una infraestructura que combina los datos en el centro hospitalario. Hasta la cama se ha metido la fibra óptica como complemento del anterior sistema para monitorizar las constantes. Hacen uso, también, del big data para la gestión de las listas de espera de los pacientes y, como observación, consideran que no debe superar un máximo de 20 horas.
Los robots autónomos también son novedad. Envían documentación, historiales clínicos y muestras de sangre de un punto a otro del centro. Hospi, se llama esta máquina de, literalmente, dos caras y se desplaza entre las diferentes plantas. Lo mismo que el robot AGV para el transporte de carritos y objetos grandes.
La educación inteligente
El tan reconocido sistema educativo de Singapur se reinventa. Lo hace en un contexto en el que el país se prepara para la siguiente ola tecnológica. Por ello, han introducido la educación inteligente. Robótica y programación constituyen ahora los ejes principales de una joven generación (inteligente también) que, se prevé, herede el legado tecnológico. El programa educativo, Code@SG ha sido llevado hasta más de 110.000 alumnos.
Dando un paso más allá de lo que ya estamos acostumbrados, en educación preescolar, niños de edades comprendidas entre los 3 y los 6 años empiezan a desarrollar ‘computational thinking’. Lo hacen a través de juguetes como BeeBot, un robot al que deben programar para que haga una ruta determinada, a través de intuitivos comandos visuales. No menos sorprendente es que realicen sencillos circuitos con una batería y una bombilla, en un ejercicio en el que dibujar es sólo el pretexto.
En educación primaria, Scratch entra directamente en las escuelas como un sistema visual para aprender a programar en bloque. Edades comprendidas entre los 10 y los 14 no coquetean meramente con la programación. Distribuidos en 110 escuelas, a más de 34.000 alumnos se les ha subido, además, dos veces por semana, dos autobuses -uno para primaria y otro para secundaria-, que visitan las escuelas incluidas en el programa educativo Lab on Wheels.
Para los primeros, aprenden a programar a través de juegos y, así construyen un kit robótico en la línea de moWay o Lego Wedo. Como es lógico, el nivel sube en secundaria, donde directamente construyen un robot utilizando para ello SAP en la gestión de datos, impresión 3D y chips de Intel. Una educación que, en última instancia, refleja el peso que representan las grandes compañías en toda la estrategia del Estado.