En Nepal, las personas con discapacidad auditiva sufren una fuerte discriminación social. Ser sordos y pertenecer a una familia pobre separa a muchos niños de la educación. Trabajamos para que ninguno sea excluido del sistema educativo.
Escuchar mirando.
A diferencia de sus otras hermanas, a Mangali siempre le tocaba ir al bosque con el ganado y encargarse de las tareas del hogar. A menudo lloraba y pensaba en su mala suerte. Ellas iban a la escuela junto al resto de niñas de la comunidad, pero Mangali solo logró superar hasta cuarto grado. Y a duras penas. Cuando la situación económica de su familia empeoró, fue la primera en tener que quedarse en casa. Principalmente, por ser sorda, pero también por la precariedad familiar y ka imposibilidad de afrontar su gasto, y por la falta de una escuela habilitada para niños con discapacidades en su distrito, Kailali.
La historia se repite en otras zonas de Nepal: la infancia con problemas auditivos es excluida de la educación básica por el simple hecho de serlo. Sólo en los 24 distritos que integran las regiones central y occidental, más de 3.000 niños y niñas tienen dificultades auditivas severas. Y ninguna solución. Son considerados una carga por sus propios padres y por el conjunto de la comunidad; mientras el estado no les presta demasiada atención y viola derechos tan fundamentales como el de su educación o desarrollo personal. Las escuelas no cuentan con las instalaciones necesarias, el profesorado no está debidamente cualificado y vencer el estigma social parece un imposible: “Mis padres maldicen porque piensan que yo he nacido con problemas auditivos por castigo divino y que han pecado en su vida anterior”, ilustra Mangali Chapi. Un sentimiento de culpa que comparte Gita Chaudhary, madre de dos niños sordos, Rabina y Ratan, que viven en otro distrito, Banke.
Se piensa que los niños con problemas auditivos no pueden desarrollar su personalidad ni capacidades académicas.
Se les niega todo progreso educativo y personal, debido a una discriminación común y normalizada. Se piensa que los niños y niñas con problemas auditivos no pueden desarrollar su personalidad ni capacidades académicas; por lo que cualquier discapacidad en la audición o en el habla anula directamente el resto de sus facultades. No solo son considerados inferiores, ellos mismos terminan entendiéndose como tal debido a la presión social. Son condenados además a no poder expresar sus sentimientos o frustración, pues desconocen el lenguaje de signos, lo que repercute
además en su integridad emocional y son más propensos a padecer trastornos como la hiperactividad, el aislamiento o la agresividad.
“Me sentía herida cuando veía a las otras chicas ir a la escuela. Soñaba con tener una educación para ayudar a mis padres”, recuerda una Mangali que actualmente cursa sexto grado. “A través de un programa de RHERI –nuestro socio local en Nepal junto a ActionAid – para promover la educación inclusiva de niños con problemas auditivos, recibí un curso de formación en lenguaje de signos de 10 meses de duración y mis padres fueron formados durante 45 días”. Junto a ella, otros 500 niños con problemas auditivos han sido escolarizados en su región y cuentan con un entorno educativo adecuado, gracias a la formación en lenguaje de signos del profesorado, la adaptación de las escuelas comunitarias y la promoción pública de una educación inclusiva que acabe con el estigma social. “Ahora puedo expresar las cosas que siento y comunicarme con mis padres, maestros de escuela y con mis amigos. Mis padres quieren que siga con mi educación”, un cambio de vida que, además de Mangali, han experimentado también Rabino y Ratán, los dos hijos pequeños de Gita: “Ambos recibieron un libro de texto especializado y una mochila. Han superado el segundo grado con sobresaliente”.
Las campañas de presión y sensibilización siguen siendo fundamentales para garantizar que los niños y niñas nepalíes con problemas auditivos sean independientes y tengan una vida digna dentro de su comunidad. Además de
crear un ambiente propicio para su educación e incrementar sus habilidades comunicativas, otra parte de nuestro apoyo consiste en promover políticas públicas que defiendan sus derechos y garantizar que otros niños como Mangali, Rabina y Ratan, puedan escuchar y aprender mirando.
Fuentes de la Noticia: http://revista.ayudaenaccion.org/articulos-asia/escuchar-mirando
Fuente e la Foto: c1.staticflickr.com/7/6072/6099682765_2ecf4976b0.jpg
Editor:
Javier Ernesto Chávez Torrealba. Centro Internacional Miranda (Venezuela). Licenciado en Educación. Docente Universitario. Investigador del CIM. Coordinador del Centro Nacional de Investigaciones Educativas por el estado Portuguesa.