La batalla contra el cáncer

Argentina/Domingo/12 de junio de 2016/La Nación

Por: Gabriel Rabinovich

En los últimos años, y de modo más notorio en meses cercanos, se han difundido noticias de progresos concretos en la ardua lucha contra el cáncer, que registra antecedentes desde la Antigüedad. De un modo general, «cáncer» alude a cualquier especie de tumor maligno o neoplasia, formación patológica caracterizada por proliferaciones desordenadas de células atípicas con relación al tejido en el cual se origina. De acuerdo con el conocimiento hace tiempo alcanzado, los tumores pueden ser benignos o malignos. Los primeros presentan células que no se infiltran en los tejidos vecinos y que, si son extirpadas, no se vuelven a reproducir en el cuerpo. En cambio, las células de los tumores malignos revelan diferencias claras en el núcleo y en el citoplasma. Esas células se multiplican sin integrarse en los órganos y, en el caso de ser extirpados, los tumores malignos pueden reiterarse y constituir las llamadas metástasis.

El término «cáncer» se aplica a todas las variedades de tumores malignos que reciben distintos nombres según su procedencia y los tejidos que afectan. El cáncer crece por el conjunto de células que se multiplican sin control. Así, se desarrolla un tejido informe que invade los órganos, altera sus funciones y puede terminar por producir la muerte del enfermo. Al respecto, se han elaborado diversas hipótesis acerca de la naturaleza, el origen y el desarrollo de la enfermedad, ya sea de carácter bioquímico, o explicándola como el producto de mutaciones o cambios de raíz genética que, al revelarse, alteran el sistema de desarrollo celular.

El recordado Claudio Galeno (131- 201) ya describió en la Antigüedad ciertas características clínicas del mal y estableció diferencias entre los tumores malignos según los dolores que producían, su dureza e inmovilidad. En la historia del conocimiento del cáncer, el año 1700 marcó un tiempo de avances significativos gracias al desarrollo de la anatomía patológica. En el siglo XIX, los progresos en el perfeccionamiento del microscopio permitieron un mejor estudio de los tejidos y diferenciar distintos tipos de tumores malignos. Progresivamente se fue estableciendo que las neoplasias se originaban por efectos de agentes físicos (como los rayos ultravioleta o los rayos Roentgen), químicos (sustancias cancerígenas), hormonales (estrógenos) o virales, entre otras razones posibles.

Uno de los aportes más salientes ocurridos a partir de las últimas décadas del siglo pasado se relaciona con los procesos de inmunoterapia que han revolucionado el tratamiento del cáncer. Así lo ha expresado el especialista argentino del Conicet Gabriel Rabinovich, quien ha contribuido de manera decisiva en demostrar que la proteína denominada galectina-1, entre otras funciones, regula el sistema de inmunidad orgánica. El empleo de la inmunoterapia comenzó hace algo más de un siglo, cuando se advirtió que un tipo de cáncer (sarcoma) padecido por un enfermo se había reducido después de haber sido atendido por una infección. Asimismo, merece citarse que en el hospital Roffo, en la Capital, se han aplicado técnicas de inmunoterapia con las cuales se procura «entrenar» al sistema contra el tumor. En el avance logrado han contribuido positivamente investigadores argentinos. Hay propuestas audaces: «Modificar genéticamente un virus para que infecte exclusivamente las células del tumor» (Osvaldo Podhajcer, investigador del Conicet).

Sin duda, los avances constituyen hechos sumamente alentadores, aunque todavía se trata de pequeños grupos de enfermos. Desde luego, está latente la pregunta acerca de por qué no se obtienen siempre las respuestas positivas esperadas. El supuesto de los investigadores es que los tumores, a su vez, desarrollan mecanismos de resistencia o de compensación. Ante esa presunción, se considera que la respuesta adecuada consiste en un ataque combinado con distintos medios: quimioterapia, radioterapia y anticuerpos monoclonales (proteínas del sistema inmunitario aptas para provocar la reacción de ese sistema). El creciente optimismo no abandona el equilibrio de la prudencia. Como señaló Raúl Mostoslavsky, científico argentino, residente en Estados Unidos: «Hay mucho por hacer, pero estamos ganando la guerra contra el cáncer… A pesar de que se diagnostica más, la mortalidad desde 2001 entró en una meseta y en 2011 empezó a bajar».

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1908143-la-batalla-contra-el-cancer

 

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Gabriel Adrián Rabinovich

Bioquímico, doctor en Ciencias Químicas, investigador superior del CONICET profesor titular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires