Un ejemplo de pérdida de dignidad, de incultura radical, de aceptación de la condición de súbdito colonizado:
«Albert Rivera apuesta por implantar el inglés como lengua vehicular en España».
Reproduzco un párrafo del libro de Albert Memmi (1957). «Retrato del colonizado».
«… la lengua materna del colonizado, aquella que se alimenta de sus sensaciones, sueños y pasiones, en la que se expresa su ternura y se produce su asombro; aquella que canaliza la mayor carga afectiva, es precisamente la menos valorada. No goza de ninguna dignidad en el país ni en el concierto de las naciones. Si quiere conseguir un empleo, labrarse un puesto, existir en la comunidad y en el mundo, tiene que empezar por someterse a la lengua de otros, los colonizadores, sus señores. La lengua materna es humillada y aplastada en el conflicto lingüístico en que vive. Y acabará por hacer suyo este desprecio objetivamente fundado. Empezará a suprimir por sí mismo esa lengua débil, a ocultarla ante los extranjeros a solo parecer cómodo en la lengua del colonizador. En suma, el bilingüismo colonial no es ni un desfase, donde coexistan un idioma popular y una lengua de purista, pertenecientes a un mismo universo afectivo; ni una simple riqueza políglota, que se beneficiara de un teclado suplementario, pero relativamente neutro. Es un drama lingüístico.»…