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Adultos con autismo y muy altas necesidades de apoyo, los grandes olvidados

Por: Daniel Comin

Tener un hijo con autismo y muy altas necesidades de apoyo puede ser algo muy complejo, pero si además es un adulto, las cosas son aún más complicadas. Cuando hablas con las familias y te cuentan su periplo vital, de cómo empezaron hace 20, 30 o 40 años atrás, descubres que hay muchas más realidades de las que uno puede pensar a priori, escuchando cómo éstas familias tuvieron que vivir una realidad muy diferente a la que tenemos hoy. Una realidad muy difícil.

Haciendo un poco de memoria, el autismo en el siglo pasado se veía como una enfermedad mental, y si además hablamos de casos gravemente afectados, con necesidades de apoyo continuadas, pues peor aún. Hombres y mujeres que, a día de hoy, son grandes dependientes. Y que además generan situaciones altamente complejas en sus familias.

En diversas ocasiones he abordado las diferentes visiones que hay sobre el autismo, en función de edades, necesidades de apoyo, …, pero quizá faltaba hacer especial hincapié en una generación entera de personas, ya adultas, que vivieron otra realidad diferente, y que incluso, hoy en día, siguen viviendo una realidad diferente. Cuando tu hijo se convierte en un “problema”, y siempre visto desde la visión más “amable” de la palabra problema.

Cuando vas a centros donde puedes compartir tiempo y espacio con chicos y chicas gravemente afectados, donde el autismo acaba siendo lo de menos, ya que la manifestación suelen ser efecto de discapacidad intelectual grave, lesiones cerebrales, epilepsias, alteraciones genéticas, o cualquier otra condición altamente discapacitante a nivel cerebral. Realmente da igual como se llame, autismo, discapacidad intelectual o lo que sea, al final, lo que de verdad cuenta es el efecto en la persona y su entorno.

Hoy, ante niños con este tipo de cuadros, disponemos de bastantes metodologías para poder trabajar con ellos, y enfocar el modelo hacia la calidad de vida, tanto la del niño como la de su familia, hay modelos de atención temprana e intervención bastante efectivos, tenemos tecnología para comunicación, integración sensorial y un largo etcétera de conocimientos que nos permiten abordar, incluso, casos complejos.

Hace 20 años o más, a nivel profesional les daban fármacos, cuidado, y … poco más. Acudían a centros de educación especial o a centros de internamiento psiquiátrico, donde lo normal es que nunca aprendieran muchas cosas, algo lógico por otra parte, ya que confluían diversos factores: Muy altas necesidades de apoyo, muchos fármacos psiquiátricos, y una atención basada en los conocimientos de hace 20 o 30 años. Había una visión puramente médica en la atención a este colectivo. Y la atención médica solo podía dar fármacos, normalmente destinados a reducir -o enmascarar- sus conductas, generalmente problemáticas. No es un juicio hacia lo que se hacía hace 20 años o más, es más una descripción objetiva de lo que había, que no era mucho.

Pero, y en honor a la verdad, es gracias a los profesionales de hace 20 o 30 años que hoy hemos avanzado, y mucho. Y es porque hace 20 o 30 años hubo gente que se empezó a cuestionar muchas cosas, las cuales, hoy son el beneficio de los niños pequeños.

Pero cuestiones de revisionismo histórico aparte, la realidad actual es difícil y complicada. Pero nada mejor que hacer un sencillo ejercicio de imaginación para intentar empaparnos de realidad:

Imaginen que tienen 60 años, o incluso más. Que los últimos 20 o 30 años se los ha pasado viviendo una realidad plagada de cansancio físico y anímico. Que -además- han sufrido una sensación permanente de desamparo, ansiedad y estrés permanente. Que su capacidad de enfrentar las situaciones cotidianas de la vida, parece orbitar siempre alrededor de un único y doloroso tema, su hijo. Imaginen también que, un día, descubrieron que no podían controlar físicamente a su hijo, el cual, se agredía, o agredía el entorno, o a usted, o a todo. Imaginen también que sienten una pesada carga llamada fracaso, a pesar de que se han dejado la piel a tiras en el día a día. Imaginen todo eso y un poco más. Y ahora ven, que con su edad, las fuerzas físicas y mentales ya algo decaídas, y que su hijo, que es más grande que usted, sigue exactamente igual, o peor, que hace 10, o 20, o 30 años, y que sigue teniendo una necesidad de atención perpetua, a la que usted, consciente de sus limitaciones, sabe que no puede resolver, ya no.

¿Se imaginan sentirse así? O incluso peor ¿Saben lo que desgasta años y años, 24 horas al día, 365 inacabables días al año, el tener que contender con unas necesidades a las que llega un momento, que sencillamente, ves que no puedes? Y al final, descubres que tu hijo es un problema, en tu vida, y en la vida de él mismo. Y no has sido capaz nunca de resolver ese problema. Sobre todo, porque crees formar parte del problema, o peor aún, piensas que eres tú el problema.

Y eso además te ha creado un miedo permanente, te has hecho mil y una veces la pregunta de ¿Qué será de mi hijo cuando yo no esté? Y por ese motivo, muchas familias iniciaron hace años un camino con un destino: Un lugar que acoja a mi hijo cuando no esté. Y ahí nacen las residencias para personas adultas con autismo y muy altas necesidades de apoyo. Y aún a día de hoy, conseguir que tu hijo entre en una es todo un reto, es como una especie de lotería. Sobre todo por que el costo es elevado, y no todo el mundo se lo puede permitir. Bueno, en realidad, casi nadie se lo puede permitir.

Y así empezó la lucha por obtener subvenciones, dinero público que sufragara esos altos costos mensuales y permanentes. Y es que es más fácil que te caiga un rayo a conseguir una plaza subvencionada.

Y todo esto, que a algunas personas les va a sonar a chino, está pasando. La persona entra en educación especial, y a los 21, sencillamente se acabó. Con suerte puedes acceder a algún centro de día, y eso con suerte. Pero claro, las tardes, las noches, los fines de semana, las vacaciones, …, esas te las has de apañar tú, sí o sí, puedas o no puedas.

Ahora la idea es que vayan a pisos tutelados, porque si están en un piso tutelado, con asistencia 24 horas al día, pues es menos segregador, y si lo haces bien, mejoras la calidad de vida. En realidad es casi lo mismo que una residencia, pero más caro, ya que con un nivel tan alto de necesidades de apoyo, deben tener atención permanente y un ratio bajo aumenta el costo. Muchos de ellos llevan una gran carga de fármacos, otros por contra tienen una gran afectación a nivel cerebral, otros tienen ambas cosas, algunos quizá tengan una mejor capacidad de comprensión, pero al final parece ser que realmente da igual donde estén, la cosa es que sean tratados con respeto, afecto y dignidad.

Porque eso es lo que las familias desean para sus hijos. Un trato digno, y que además alguien contienda de forma real y efectiva con la entrada en la vejez de sus propios hijos. Y más si hacemos caso a la maldita estadística, esa que dice que su esperanza de vida es más corta. Han sido polimedicados toda su vida, su desgaste vital en muchas ocasiones ha sido muy elevado, y en otras, sencillamente alteraciones genéticas o físicas les dan una menor esperanza de vida. O si quieren, pues las combinan todas. Pero es que, a pesar de la estadística, muchos llegarán a los 60, 70 u 80 años, ¿por qué no?, y deberán estar en un lugar que los atienda de forma adecuada a sus necesidades.

Pero estas personas apenas existen para la sociedad, es más, sus familias son mal vistas por otras familias que tienen niños pequeños, o hijos con mayores capacidades. Y a lo mejor se preguntan ¿Por qué otras familias los ven mal? Pues por el miedo atroz que tienen esas familias de esos niños de “mejor pronostico” a verse en la misma situación. Porque les da un miedo atroz tan solo pensar por un segundo que a lo mejor llega un día en que sus hijos puedan acabar “internados”. Y el miedo los hace juzgar a la ligera. Y es que a nadie le apetece ponerse ni 10 minutos en sus zapatos. Así que mejor los “apartamos” de forma delicada, nos olvidamos también de ellos, y peleamos por lo nuestro, que es sobre todo pelearnos por eso que algunos llaman inclusión social y otras lindezas del lenguaje, pero que son solo eso, lindas palabras que tampoco se parecen a nuestra realidad.

Y por eso ves que, en muchas ocasiones cuando un chaval con muy altas necesidades de apoyo la lía parda en algún lugar, solo recibe emociones de lástima, pero lástima revestida de látex negro. Lástima del tipo de: Pobre familia, menos mal que el mío no estará jamás así, pero por si acaso, que no se acerque a mi hijo, no sea que le pegue. O lástima del tipo: ¡Madre mía! ¡Así acabará mi hijo! ¡Me niego a aceptar eso! Y ya de paso, si puedo y tengo oportunidad voy a liarla parda para que cualquier cosa que tenga que ver con esas “pobres”personas, sea algo horrible, malo, y denunciable.

Puro miedo, puro rechazo, pura exclusión. Es la paradoja que conlleva esto. No quiero que mi hijo vaya a un centro de educación especial, ya que los que van ahí están fatal, o de ahí no se sale, o lo que sea. Es decir, pedimos algo que nos negamos a ejercer, pedimos que incluyan a nuestros lindos y hermosos hijos junto a otros lindos y hermosos -y sobre todo normales- hijos. Y si pides eso por miedo, date por bien jodido.

Pero no voy a entrar en un debate sobre la necesidad de la transformación radical de la educación especial, de la necesidad de que tengamos un mejor modelo educativo basado en un modelo inclusivo, y no voy a entrar en ese debate, sencillamente porque yo creo que es lo que debemos conseguir. Pero sí creo que se nos olvida debatir algo básico: ¿Y cómo ayudamos entre todos a quienes tienen hijos adultos con muy altas necesidades de apoyo? Porque de momento, yo de eso he visto muy poco.

Y es que para que nuestro presente sea mejor y el futuro cumpla con nuestras expectativas, a veces deberemos resolver los errores del pasado. Cosa que parece ser no está en la agenda de casi nadie.

Hay muchas mujeres y hombres con muy altas necesidades de apoyo, que, no nos engañemos, van a ser grandes dependientes hasta el último día de su vida. Pero tras esos hombres y mujeres hay familias, que en muchos casos, sencillamente no son capaces de contender con esas situaciones.

No hace mucho veía como una persona había decidido ingresar a su madre en una residencia, el Alzheimer le había afectado mucho, y la necesidad de atención era permanente, 24 horas al día, 7 días por semana. Poco después, la misma persona, juzgaba duramente a una madre que decidía ingresar a su hijo en un centro de educación especial, al parecer lo estaba llevando a un centro segregador y estaba violando los derechos de su hijo ¡Vaya, al parecer las residencias de ancianos son resorts de lujo donde los enfermos de Alzheimer acuden por voluntad propia y se pasan el día bailando y cantando!

Estoy total, y absolutamente convencido que, hay mucho aún que podemos hacer para mejorar la calidad de vida de este colectivo, que hay que respetar su dignidad y todo eso, pero es que además, tenemos una deuda no pagada con esas madres y padres que décadas atrás, sin leyes, sin medios y con muchos problemas, iniciaron un complicado recorrido, de derechos, atención, apoyos públicos,…, y que hoy parece que se nos ha olvidado a todos, a pesar de que si nos están ofreciendo su legado, el cual nos ha salido gratis. Dicen que ««es de bien nacido ser agradecido», quizá debamos hacer algo útil para que esas personas ya adultas y sus familias puedan tener algo de apoyo, de soporte, de medios, porque no se olviden, nuestros hijos se harán adultos, y uno nunca puede predecir las vueltas de la vida, a lo mejor dentro de 20 años, tú, que lees esto ahora, estás como en la situación imaginaria que propuse al inicio. Y a lo mejor, eres tú quién anda buscando el mejor recurso posible para tu hijo.

Y es que si defendemos dinero, pero no defendemos derechos estamos bien fastidiados, porque e dinero va y viene, pero si el derecho se consolida, las partidas presupuestarias que están ligadas al derecho, también.

Debemos ser conscientes de que en el autismo hay muchas realidades, pero las familias que tienen hijos con muy altas necesidades de apoyo, viven la misma realidad que hace 5, o 10, o 15, o 20 años. Y que no es justo que tengan que seguir en exactamente la misma situación, y es totalmente absurdo, que otras familias que también tienen hijos con autismo, se permitan la licencia de juzgarlos, de pensar el: “A mi no me va a pasar lo mismo que a ti”, sobre todo por que si los que vienen detrás, se comportan como lo estamos haciendo ahora nosotros, dentro de 10, o 15, o 20 años, no van a mover un dedo por nosotros.

¿Y tú, crees que puedes liberar tus prejuicios y ayudar de forma real a estas familias? Porque posiblemente su visión sobre el autismo sea diferente a la tuya, pero eso no hace que tu visión sea la correcta. Porque posiblemente, sus peticiones sean diferentes a las tuyas, pero eso no convierte a las tuyas en mejores o más urgentes.

Lo normal es que mucha gente lea esto, y la mayoría diga: ¡oh, cierto, hay que hacer algo!, y a los 3 minutos estén nuevamente pensando es sus propios problemas, que son los realmente importantes, sin caer en la cuenta de que, los problemas de hoy de los demás, serán los tuyos mañana.

Fuente: https://autismodiario.org/2017/07/17/adultos-autismo-altas-necesidades-apoyo-los-grandes-olvidados/

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Articulo: Enseñando a leer y escribir a niños con autismo

Por Daniel Comín.

Originalmente Publicado desde: Autismo Diario

Aprender a leer y escribir es quizá la primera acción realmente académica de los colegios, marca un antes y un después en la vida de un niño. Saber leer y escribir es, a día de hoy, algo que esperamos de cualquier persona, eso del analfabetismo prácticamente ni lo conocemos en nuestra sociedad moderna.

Sin embargo, enseñar a leer y escribir a niños con autismo no es algo tan rápido y simple en muchas ocasiones. Es tremendo ver la cantidad de adolescentes, jóvenes y adultos con autismo que son analfabetos, que no saben leer ni escribir, por supuesto son analfabetos porque, según el sistema educativo, la culpa es suya, que no tienen capacidad. O eso dicen algunos.

Afortunadamente hay gente que piensa lo contrario, y están convencidos en que sí pueden aprender a leer y escribir. Y consiguen que esos chicos y chicas, desahuciados -educativamente- por el sistema, sean capaces de leer y escribir.

Los efectos de aprender a leer y escribir en el autismo son estupendos, aportan a la persona que aprende una mejor comprensión del lenguaje, les ayuda a estructurar, incluso muchos desarrollan un mejor lenguaje verbal a raíz de ese aprendizaje.

La metodología más empleada en la adquisición de la capacidad de lectoescritura se denomina lectura global. Y lo más curioso es lo poco que uno encuentra como documentación sobre este método. Más si cabe la importancia que este conocimiento tiene.

Es básico y fundamental que los educadores estén formados en este tipo de técnicas, que sepan realizar materiales, enfocar los entornos educativos, y sobre todo, creer que todos sus alumnos pueden aprender a leer y escribir. Es por tanto, básico y fundamental que el personal docente tenga la capacitación necesaria para abordar este aprendizaje.

Lo curioso de este factor fundamental del aprendizaje, es descubrir como muchos alumnos con autismo -principalmente aquellos con altas necesidades de apoyo- han aprendido a leer y escribir fuera del contexto escolar. Bien a través de su propia familia, o bien a través de equipos profesionales externos. Algo que es, cuando menos, increíble.

La importancia de formar y motivar al profesorado

No se puede obviar que hay estupendos docentes, de los que se parten el lomo por sus estudiantes, incluso de los que pelean con la familia para que tengan una mayor implicación en el proceso educativo del alumno. Porque de todo hay, y es cierto que los docentes del 9 a 5, esos que van a cumplir con el horario y poco más, no son mayoría, aunque los hay. Pero también es cierto que hay docentes que deben enfrentar retos para los que nadie los ha preparado, y acaban, ellos buscando por su cuenta la formación que necesitan, y por supuesto, pagándola de su bolsillo.

Como en todo en esta vida, hay docentes estupendos, buenos, normales, regulares y malos de solemnidad. Pero si no hay acceso a programas de mejora y capacitación del docente, pues tenemos un problema. Es básico que los educadores dispongan de buenos programas de capacitación, de herramientas, de técnicas,…, para poder cumplir adecuadamente con su trabajo. Pero sobre todo, es básico que el docente se sienta motivado. Si tenemos formación y motivación, el alumno aprende seguro. Incluso los alumnos en los que el sistema no confía.

El rol de la familia

Es importante que la familia se implique en el proceso educativo del niño, y es básico que entiendan la importancia que tiene la lectoescritura, y por ello deben también ser un apoyo, una extensión de ese proceso. Aprender no es tan difícil, pero apoyar y trabajar para mejorar el aprendizaje es básico.

También hay familias que son quienes acaban, lamentablemente, encargándose de la mayor carga del proceso educativo. Preparan materiales, repasan contenidos, revisan tareas para adaptarlas, …, vamos, que hacen la mayor parte del trabajo. Como hemos visto, se pueden dar todos los casos.

Recursos

Al final de este texto encontrarán algunos ficheros adjuntos que les pueden ser útiles. Pueden descargarlos y aprender más sobre este particular.

En cuanto a recursos, pues no hay muchos, o yo no los he sabido encontrar, que también es posible. Tenemos artilugios físicos, aplicaciones y modelos metodológicos. He realizado una pequeña selección de lo que más me ha gustado que espero les sea útil.

En cuanto a los artilugios, destinados principalmente a que el niño use el lápiz de forma adecuada, me ha resultado muy interesante el lápiz Ymagina (www.ymagina.mobi/lapiz-ymagina/) que ha sido creado específicamente para su uso en tablets, ergonómico y simple. En su contra, que comprarlo es bien difícil, un lápiz sencillo con un complejísimo proceso de compra.

También disponemos de adaptadores para su uso en lapiceros que podemos encontrar en comercios especializados y que no son caros.

En cuanto a aplicaciones, pues tenemos Leo con Lula, una aplicación veterana (Aunque solo disponible para Apple) y muy conocida, que además tiene todo un modelo metodológico asociado. Es gratis.

Otra aplicación, esta sí para Android es Literallcy, poderosa herramienta, quizá de lo más potente que podemos encontrar de forma gratuita para lectoescritura, su problema, que el manual de uso es muy malo, con lo cual, sacarle el partido a este aplicación puede ser bien complejo, aunque merece la pena dedicarle tiempo.

Y finalmente un modelo metodológico con un curso formativo asociado, La Corroncha. Una metodología para aprender a crear materiales y a usarlos, destinado precisamente al desarrollo de la lectoescritura. Es un curso que está plagado de material, videotutoriales, información, …, y con un modelo de trabajo de muy fácil aplicación, un trabajo de calidad que además se encaja perfectamente con la metodología TEACCH, ideal para colegio, casa, gabinete, …, fácil de aprender y de aplicar, hasta aprendes a usar software para crear materiales nuevos. Es un curso formativo y es de pago, tiene un precio de 84 €, pero si quieres ahorrar 10 euros y pagar solo 74 € puedes usar este código de descuento: FAD-C20170703 al inscribirte.

ANEXOS PARA DESCARGA:

Imagen destacada disponible desde: https://i2.wp.com/autismodiario.org/wp-content/uploads/2017/07/lectoescritura.jpg?w=1280&ssl=1

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La sensación de fracaso en la persona con autismo

Por: Daniel Comin

Una vez escuché a alguien decir “La persona con autismo tiene muy pocos momentos agradables”, es quizá una de las frases más duras, pero a la vez más realistas que he oído sobre las personas con autismo y su calidad de vida. Y es que el entorno, en general, puede ser muy hostil hacia estas personas. Ya sea por saturación sensorial, por incomprensión de lo que sucede, por cero empatía por parte de los demás hacia él o ella, etcétera, en suma, un entorno que le dificulta fuertemente el día a día, y como resultado vemos que esos momentos agradables son escasos.

Pero no debemos obviar que la persona puede desarrollar un sentimiento sostenido de fracaso, aspecto que en muchas ocasiones empieza en la infancia. Intento hacer una construcción con piezas en base a una idea que llevo en mi mente, pero las piezas no se mantienen y se caen. Me frustro, y exploto lanzando todas las piezas y gritando. Cuando el niño, con problemas para gestionar sus propias emociones y frustración presenta conductas explosivas, recibe en muchos casos una corrección de la conducta inadecuada, “así no, esto no se hace, etc, etc, etc”, es decir, ante una frustración por no poder hacer algo recibe una actitud que él percibe como negativa y correctora. No olvidemos que en muchos casos la capacidad de ideación y construcción espacial está fuertemente afectada, siendo un déficit no atendido per se. Este es un ejemplo, pero las situaciones pueden ser muy diversas.

Esta sensación de fracaso acompaña a la baja autoestima, que es un problema que podemos observar ya en la infancia, aunque quizá exista la tendencia a pensar que lo de la autoestima es algo que se despierta en la adolescencia. Pues no hay nada más triste que ver a niños de 5 años con baja autoestima, aunque es más triste ver que nadie se de cuenta.

A su vez los problemas de comunicación, incluyendo a quienes tienen buen dominio del lenguaje (Hablar no implica entender correctamente), han de ser atajados para evitar que la sensación de incomprensión e incomunicación perdure en el tiempo.

Los problemas de comprensión, reciprocidad social, interacción, inflexibilidad, es decir, esas bases nucleares del autismo, generan que -desde la infancia- la persona con autismo fracase muchas veces, y estamos viendo como a nivel emocional esta situación pasa factura, en muchos casos con una respuesta puramente conductual. También podemos encontrar una situación distinta, donde la persona ha sido totalmente dirigida en todas sus acciones, coartando actitudes de autodeterminación e independencia. De esta forma, al no fomentar la independencia de la persona no ayudamos a que se desarrollen esas capacidades que, a priori, pueden ser deficitarias. No olvidemos los problemas de función ejecutiva que están presentes también en el autismo.

Vemos por tanto que existe una larga lista de factores que condicionan de forma negativa la interacción de la persona con su entorno, y que está, por tanto, afectando a su visión e interacción global, en cómo me desenvuelvo en la vida. Desde personas con altas a cero necesidad de apoyo esto se va a poder dar si no enfrentamos esta situación. No es algo exclusivo del Asperger, ese fracaso social (por ejemplo), también en personas con altas necesidades de apoyo, donde cosas a priori sencillas pueden ser actividades extremadamente complejas para ellos. Muchas veces hablamos del déficit en la reciprocidad social y de empatía social de las personas con autismo, aunque no nos damos cuenta de que ese déficit es aplicable también al que emite ese juicio, ya que en muchas ocasiones no somos capaces de comprender ese déficit social y tampoco somos capaces de ponernos nosotros en sus zapatos, al final se hace cierto eso de ver la paja en el ojo ajeno pero no ver la viga en el propio.

En resumen, vemos como los aspectos que dificultan la vida social de la persona con autismo pueden generar no solo ansiedad, frustración, irritabilidad, etcétera, pueden generar una sensación de fracaso, de indefensión aprendida incluso. Y este aspecto puede evitar que en el futuro la persona desee asumir nuevos retos, por aquello de “para qué me voy a esforzar si no lo voy a conseguir” o peor aún “no quiero hacer nada nuevo porque el miedo al fracaso me paraliza”, ese pensamiento, que nos lleva a un sentimiento depresivo, debe ser atajado e identificado lo antes posible. Debemos ser conscientes que trabajar la autodeterminación e independencia de la persona es básico y fundamental. En muchas ocasiones quizá seamos nosotros mismos los que -de manera inconsciente- estemos restringiendo esa actitud. Es por tanto muy importante que tengamos como uno de los objetivos el fomentar esa independencia, crear siempre los apoyos necesarios, y aseguranos que la persona comprende bien el proceso, lo realiza, lo acaba con éxito, y sobre todo, que reciba ese reforzador emocional, siempre adecuado a su edad y entorno. No será lo mismo reforzar a un niño de 5 años que a un adolescente de 15, o a una persona con Asperger que a una persona con altas necesidades de apoyo. Debemos ser muy conscientes de estos aspectos siempre que vayamos a preparar actividades destinadas, precisamente, a reforzar los aspectos que tienen que ver con esa independencia y autodeterminación, que esas acciones convertidas en un logro exitoso deben tener un sentido lógico en la vida de la persona. Y sobre todo, tengamos claro que realizar una sobre-exigencia puede ser frustrante para todos, tanto para la persona como para el terapeuta o familiar.

No debemos olvidar que a nivel emocional, el sentimiento de fracaso puede ser un freno tremendo a la adquisición de nuevas habilidades. Por tanto, hay que considerar algunos factores previos al inicio de un programa de refuerzo emocional:

  • Evaluar las competencias comunicativas y de comprensión.
  • Evaluar los aspectos sensoriomotrices que pueden ser necesarios para el desempeño de una determinada actividad.
  • Diseñar actividades que desemboquen en un logro útil para la persona.
  • Evitar actividades excesivamente complejas, es mejor ir paso a paso, incluso en determinados casos no pasa nada si empezamos por cosas ya conseguidas, de forma que generemos un plan lineal de hitos a conseguir, del muy fácil al más complejo.
  • Generar secuencias temporales para que la persona pueda tener una guía visual de cada actividad, recuerden, en muchas ocasiones su memoria de trabajo puede jugarles malas pasadas.
  • Diseñar adecuadamente el modelo de apoyo para cada actividad, procurar no generar actividades que aumenten la dependencia, el ¡tú puedes solo! debe ser una máxima. Una cosa es enseñar a hacer algo, y otra es enseñar a hacer algo con el apoyo de otra persona.

El refuerzo emocional es muy potente, y por tanto ha de ser usado con prudencia, todo lo que tiene de bueno, podría volverse en nuestra contra.

Hay aspectos sobre el fracaso que pueden ser positivos y que deberemos saber trabajar de forma consciente. Si hay alguna actividad que nos cuesta mucho llevarla a cabo con éxito, el día que lo conseguimos, como es lógico, tendremos una gran alegría. Esa alegría es tremendamente motivadora, nos enseña a que si nos esforzamos podremos conseguir cosas a priori difíciles. Es un principio básico de la motivación, pero ojo, debemos tener claras dos cosas que deben ser perfectamente comprendidas y asumidas por la persona con autismo: La motivación y el motivo. Que no son lo mismo. Por ejemplo: quiero aprender a hacer aviones de papel para jugar con otros niños, el motivo puede ser jugar con otros niños. Pero la motivación puede ser sencillamente que jugar con otros niños me produce un gran placer y felicidad, por tanto, tener esa sensación placentera es mi motivación, y el motivo es jugar con otros niños. Estos aspectos, algo abstractos, pueden resultar complejos para la persona con autismo, que quizá no sepa encadenar adecuadamente la acción con la consecuencia y con la reacción emocional. Echarles una mano con secuencias temporales realizadas ad hoc puede ser una buena idea, pero no una secuencia temporal como las de me cepillo los dientes, sino más encaminada a ayudar a establecer aspectos emocionales en cada una de las situaciones.

Pongamos un ejemplo, aprender a ir en bicicleta. En muchos casos es una tarea muy compleja para el niño con autismo, implica una coordinación sensoriomotriz importante, si el niño tiene un problema vestibular y propioceptivo, le puede dar mucho miedo, por aquello del pánico grativacional, si lo forzamos a aprender a ir en bicicleta, quizá le generemos un miedo innecesario. Sería por tanto adecuado llevar a cabo un proceso previo de integración sensorial para resolver esa situación y posteriormente enseñarle a ir en bicicleta. En casos donde el niño tenga una mala coordinación oculo-manual y una pobre motricidad fina, pues estamos en la misma situación, no forcemos al niño a intentar tener una buena caligrafía, a realizar trazados perfectos, en tanto en cuanto no resolvamos esa problemática previa. Aquí la evaluación de los déficits es básica, para que podamos realizar una intervención correcta, el orden de los factores altera el producto, así que hay que prestar la atención adecuada a esos aspectos.

Tanto en familia, como en gabinete, como en el colegio, tenemos muchas oportunidades para poder trabajar este tipo de aspectos, ya sean en solitario o en grupo. Es importante conocer las fortalezas y debilidades del niño, sus intereses, y sobre todo, tener una buena evaluación, y nuevamente la importancia de que todos quienes intervienen con el niño compartan información es vital, de la misma forma que preparar programas encadenados, que pueda ser iniciado en gabinete, donde se marcan las pautas, llevado a casa para el refuerzo, y rematado en el colegio, donde además tenemos el input del grupo. Este tipo de trabajo nos puede ser útil para aspectos como ir al baño en niños pequeños, a animarse a tener relaciones sociales en jóvenes con autismo de alto funcionamiento, etc. Dar esa seguridad a la persona le va a ser algo tremendamente útil en el día a día. Incluso que sepa en un momento determinado pedir ayuda para algo concreto, pero pedirá ayuda con un propósito claro, para un fin específico, eso ya es un gran logro, ya que esa petición implica una reciprocidad, una comprensión de la situación, un deseo claro, y un reconocimiento de que una ayuda puntual me es útil a mi, que soy quien deseo resolver la situación.

Sean por tanto creativos, muy observadores, y recuerden no solo compartir la información (por ejemplo si en el colegio se va a llevar a cabo determinada actividad, anticiparla a la familia y/o gabinete para ir dando al niño las herramientas necesarias), sino extender las actividades a todos los contextos del niño. Fomentar la independencia y la autodeterminación pasa por reforzar su estado emocional, por que la persona entienda que no siempre las cosas salen a la primera, pero ¡ojo! Que no se acomoden a que siempre un tercero le resuelva la situación. Que también puede suceder, ser hábiles también detectando una necesidad real de apoyo o simple comodidad.

Los aspectos emocionales de la persona han de ser abordados, ya que es uno de los aspectos con los que menos se contiende, y no confundamos los aspectos de la educación emocional, no es enseñar al niño a reconocer si está contento o triste, las emociones son algo más extenso y complejo. Y debemos poder entender los efectos de la problemática que el autismo conlleva en estos aspectos emocionales, sabemos -por ejemplo- que las personas con autismo de alto funcionamiento son proclives a desarrollar episodios de depresión, o que los estados de ansiedad están presentes desde la infancia, entender esto es básico para desarrollar programas educativos y de intervención en el autismo.

Fuente: https://autismodiario.org/2016/06/02/la-sensacion-fracaso-la-persona-autismo/

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12 años de autismo: Los profesionales

Por: Daniel Comin

En estos doce años he compartido muchas experiencias, conversaciones, discusiones, confidencias, y un sinnúmero de horas con muchos profesionales dedicados al autismo. He visto de todo como es lógico. Desde personajes repulsivos a gente que es, sencillamente, admirable.

Pero quizá lo más importante es cómo ha cambiado la visión de la intervención en el autismo, aunque a día de hoy siguen existiendo ciertas áreas en las que aun queda mucho por hacer. Y es que es evidente que a más estudias, más consciente eres de lo poco que sabes.

Hay algunos aspectos fundamentales que considero importante recalcar. En primer lugar, la importancia de trabajar en equipo, es imposible saber de todo, así que es necesario generar equipos de diversos especialistas para llevar a cabo un correcto abordaje de la intervención. Hace 12 años, nadie hablaba de la importancia de los desórdenes sensoriales, hoy todo el mundo habla, ahora bien, no todo el mundo sabe resolverlo.

En lo referente al desarrollo de la comunicación, pues sucede lo mismo, durante mucho tiempo parecía que el desarrollo de la comunicación estaba solo centrado en logopedas o fonoaudiólogos y si acaso, neurolingüistas, hoy vemos como la cosa ha cambiado, y el modelo de desarrollo de la comunicación se trabaja desde un equipo, o debiera.

En lo relativo a los aspectos conductuales, hemos visto también como, resolviendo los aspectos sensoriales y de comunicación, hay menos trabajo puramente conductual. Ya que cuando el niño está regulado y se comunica, menos problemas presenta a nivel conductual, ya que al disponer de herramientas de comunicación (lenguaje incluido) el niño reduce sus conductas inadecuadas.

Se está entendiendo de forma global la importancia de formar a la familia, sin tener madres y padres formados, los avances son muy difíciles. Y de igual forma, el modelo de atención en gabinete a puerta cerrada está empezando a desaparecer, cada vez son más los equipos profesionales que contienden con este aspectos de la participación de la familia en la intervención. La intervención en contextos naturales es la clave.

Pero si hay algo básico para el profesional, es el no parar de formarse nunca, cada día que pasa descubrimos algo nuevo, y estar al día es básico y fundamental, y también costoso, ya que formarse no es barato.

Pero en estos años también he visto muchos conflictos, muchas personas que se resistían a cambiar su forma de pensar y actuar, he visto a muchas persona indolentes, a auténticos empresarios, …, que si bien, no eran la mayoría, hay que reconocer que se hacían notar mucho.

También he visto tremendas diferencias en función de los países o regiones, lugares donde la oferta era extensa y otros lugares donde realmente no había nadie capacitado. El mapa de recursos profesionales de calidad es bien irregular. Según donde vives hay o no profesionales.

También he visto a muchos buenos profesionales totalmente desbordados, incluso de los que acababan quemados, los profesionales también son seres humanos.

También he visto como profesionales de dudosa calidad a la hora de la intervención, pero excelentes en su publicidad y marketing, tenían consultas llenas, mientras profesionales de gran calidad apenas atendían a niños.

También he visto muchos milagreros, pero a esos ni profesionales los considero, ya que en realidad son “empresaurios” que se dedican a mercadear con las esperanzas de la gente.

Pero centrándome en la parte más positiva, he conocido a muchos profesionales comprometidos, que no dejan de estudiar, que son extremadamente empáticos, que se dejan la piel a diario. Gracias a esas mujeres y hombres que trabajan, investigan, estudian, …, hoy muchos niños han avanzado.

Hay que tener claro que la cooperación con la familia es básica, y sobre todo, hay que apoyar y atender a las madres y padres, quienes cuando el autismo llega a su vida, pasan por procesos complicados y difíciles.

Cada día se hace más evidente la necesidad de atender adecuadamente a la familia, a trabajar bajo los indicadores de calidad de vida familiar, esto es a mi juicio una herramienta imprescindible, ya que nos da un mapa de la realidad familiar. No podemos ver al niño con autismo como un ente solitario que tiene una serie de dificultades sobre las que hay que intervenir, debemos ver el conjunto familiar, para dar solución o apoyo a todo el conjunto. Si trabajamos juntos, avanzamos juntos.

El buen profesional desea con todo su corazón que los niños y las familias con los que trabaja, dejen de necesitarle, desea convertirse en un grato recuerdo de alguien que estuvo ahí, y no en una especie de satélite perpetuo de la familia.

El buen profesional suele cumplir una serie de requisitos:

  1. Alto nivel de formación y experiencia práctica
  2. Buena capacidad de comunicación y alto nivel de empatía
  3. Humildad
  4. Un toquecillo de alegría infantil (Esto me parece que es básico para conectar con los niños)
  5. Capacidad para el trabajo en equipo

Y es que, estos 5 puntos, a priori tan sencillos de cumplir, encierran un extenso catálogo de capacidades y humanidad. Cuando trabajas con niños con autismo, lo que haces, va a impactar en la vida real de esos niños y sus familias. La responsabilidad es tremenda. Si lo haces todo bien, es fantástico, pero ¿y qué pasa cuando no lo haces todo bien? Porque nadie es perfecto, y siempre hay niños que te ponen las cosas muy difíciles, porque no sabes llegarles, porque su entorno es muy complejo, porque no estás viendo o interpretando adecuadamente los mensajes que el niño manda, …, siempre hay un momento en que te vas a sentir un incompetente, y que hagas lo que hagas, nada va a parecer funcionar.

Muchas familias quizá no sepan las horas que esos profesionales dedican a estrujarse el cerebro para encontrar el mejor modelo de intervención para su hijo, o las consultas que llevan a cabo con otros colegas, intentando encontrar la solución más adecuada. Que te llamen un domingo para preguntar o plantear una situación que no les deja dormir, dice mucho de esos profesionales. Realmente, la gran mayoría se deja a piel. Incluso aquellos que deben trabajar en solitario y en condiciones muy difíciles.

Un día me llamó un pedagoga terapéutica para explicarme la tremenda situación por la que pasaba en su colegio, se enfrentaba ella sola a 6 niños muy diversos y de edades diferentes. Estaba sobrepasada, ya no sabía qué hacer, y a pesar de todo, ahí estaba, cuando quizá lo fácil habría sido pedirse una baja laboral por “lo que sea” y quitarse del medio. Pero no, estaba buscando soluciones posibles para recibir más apoyo. Le importaban esos niños y mucho.

Otro día, recibí un correo de otra profesional que andaba loca intentando resolver la situación de un niño con el que trabajaba, se veía incapaz de resolver nada, no conseguía avances y era todo muy complicado. Tras varios correos, conferencias por Skype, preguntas a otros profesionales, …, se encontró la solución más adecuada a las necesidades de ese niño. Esta mujer atendía de forma gratuita a ese niño. Lo hacía porque le importaba.

Tengo muchas experiencias similares, que en estos 12 años he vivido, la gran mayoría son buenas, gente que ama su trabajo, que tienen pasión por lo que hacen, que son conscientes de la relevancia de su trabajo. Algunos de estos profesionales tienen más medios, otros no tienen nada, algunos trabajan en equipos estupendos, otros están solos. Curiosamente ninguna de estas personas altamente comprometidas con su trabajo tienen grandes negocios, ni son ricos, ni nada por el estilo.

Trabajar con niños con autismo, implica trabajar con su familia, y entenderlos y comprenderlos. Esto a veces es muy complejo, y en muchas ocasiones, parece que la familia esté poniendo trabas o problemas a todo. Pero realmente no es así (salvo en muy contadas ocasiones, porque hay de todo en la viña del señor), hay que saber acercarse a la familia, pero la familia en ocasiones, también deberá poner un poquito de su parte. Es un trabajo de equipo. Y no debemos olvidar, que cuando trabajas con niños con autismo, la probabilidad de contender con mamás y/o papás que sean rígidos, inflexibles, que no aceptan, personas con las que realmente es muy complicado el trabajar, no hay que olvidar ese fenotipo ampliado ¡Cuántos papás y mamás descubren que están dentro del espectro a raíz del diagnóstico de sus hijos! Y por eso, el buen profesional debe saber contender con esas situaciones familiares.

En alguna ocasión me he quejado abiertamente de que un profesional que se supone que debe ayudar a un niño a desarrollar comunicación y lenguaje y que no es capaz de comunicarse adecuadamente con los padres, realmente tiene un problema.

He visto profesionales que son magníficos con los niños, pero son un desastre con los padres. Ahí entra el equipo de trabajo. Si los niños se te dan genial, pero sus padres no, tienes un problema, busca formar equipo para poder contender adecuadamente con el conjunto vital del niño.

Incluso, en muchas ocasiones, es una buena idea que la devolución diagnóstica la haga alguien externo, un especialista que te apoye en esos momentos. La devolución diagnóstica es algo complejo, muy delicado, si eres el mejor del mundo haciendo diagnóstico, pero la devolución no la haces bien, pues esa parte no la hagas. También hay que tener claro, que hay ocasiones, en que quién da la noticia, se convierte -temporalmente- en el “malo de al película”. Esto es normal, es un shock para la familia, pero si luego los has de ver de forma continuada, pues a lo mejor, es una buena idea que la devolución la haga otra persona.

Una de las cosas que una gran profesional dijo durante el tiempo de café en un curso de metodología Denver fue: Necesitamos cursos de diplomacia. Y eso es una verdad como un templo. Cuando vas a un colegio para una reunión con el equipo docente, como se te pongan de espalda, ¡estás fastidiado! Hay que tener también mucha mano izquierda, ya que vas a tener que contender con muchas otras personas en tu devenir profesional, y en muchas ocasiones te lo van a poner todo muy difícil. Hay que ser muy diplomáticos en muchas ocasiones.

En una ocasión, otra profesional me dijo que: poner de acuerdo a familia, colegio, neurólogo, gabinete, …, estaba siendo más difícil que la negociar la paz en Oriente Medio. Por tanto, hay que ser también sutil, firme, convincente, y poder contender con situaciones muy dispares.

Por tanto, y a modo de resumen: El profesional debe estar formándose continuamente. Debe trabajar en equipo, o saber “repartir juego” entre diferentes especialistas. Debe ser consciente de sus propias limitaciones para de esta forma, saber en quién debe recabar apoyo y en qué situaciones. Saber comunicarse adecuadamente con la familia es fundamental, entender que son ellos sobre los que recae el mayor peso es básico, atiéndelos y dales la mayor cantidad posible de conocimiento. Nunca dar nada por sentado, todos los niños (y no tan niños) pueden sorprendernos. Y sobre todo, sobre todo, jamás perder la pasión y el amor por lo que haces.

Fuente: https://autismodiario.org/2017/04/14/12-anos-autismo-los-profesionales/

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12 años de autismo: Avances

Por: Daniel Comin

En los últimos 12 años han habido miles de estudios de investigación sobre autismo, de hecho una búsqueda rápida sobre Pubmed (Una base de datos sobre estudios de investigación) usando el término autismo, nos arroja más de 28.000 resultados. Una cifra espectacular sin duda alguna.

Se han dado muchos avances en el conocimiento sobre el autismo, tanto a nivel de neurofisiología, genética, biología, intervención, …, aunque ciertamente falta mucho aún por conocer.

Sabemos que el autismo genera una construcción diferente del cerebro durante el proceso de gestación. No se sabe exactamente qué produce esta construcción distinta, aunque la genética está dando grandes pasos en este ámbito, de hecho, uno de los aspectos relacionados con la genética, apunta al peso herencia paterna en el autismo. Aunque, dada la heterogeneidad del autismo y sus manifestaciones, hace que sea todo mucho más difícil, pero los avances en genética están dando ya algunas explicaciones al misterio de la génesis del autismo.

A día de hoy hay ya una fuerte evidencia científica sobre los desórdenes sensoriales ligados al autismo, aunque este factor parece estar, no solo relacionado con el autismo, sino con otros trastornos del neurodesarrollo y dificultades del aprendizaje. También sabemos que la intervención temprana de estos desórdenes sensoriales genera efectos muy positivos en el desarrollo de los niños.

En lo relativo a la comunicación, el uso de las tecnologías ha sido otro de los grandes impulsores de este campo. Hemos visto como el uso correcto de dispositivos como tablets, se han convertido en un medio genial para el uso de los apoyos visuales como potenciadores de la comunicación y el lenguaje. De igual forma, a día de hoy, se siguen perfeccionando metodologías para el trabajo de los aspectos relativos a la comunicación y el lenguaje.

Los aspectos relacionados con la salud emocional están adquiriendo una gran relevancia, tanto es así, que se está generando un fuerte cambio en la visión del correcto abordaje de estos aspectos. Hasta hace poco, se entendía como un aspecto de atención puramente farmacológica para abordar los aspectos relacionados con: Obsesiones, ansiedad, depresión, irritabilidad, fobias miedos y angustias, estrés, y otros factores relacionados. Hoy se ha cambiado este enfoque, contendiendo de una forma global, ya que sabemos que para evitar los problemas relacionados con la salud emocional, es más efectivo trabajar sobre la causa que sobre la consecuencia.

En lo referido a conducta, más que avances puramente dichos, hemos cambiado la visión de los problemas de conducta. Sabemos una gran cantidad de los problemas de conducta asociados al autismo tienen un origen relacionado con los factores de la alteración sensoriomotriz, los problemas de comunicación, y de salud emocional. Si contendemos con estos tres aspectos de forma integral, los problemas de conducta son mucho menores, de forma que, la necesidad de abordar solo las consecuencias conductuales desaparece, trabajando por tanto la causa de los problemas conductuales y no la consecuencia. Siguen existiendo, no obstante, la necesidad de abordar algunos aspectos relacionados tanto con la conducta como con el comportamiento, aunque desde una visión más educativa que terapéutica, los especialistas en autismo y conducta son parte activa de este cambio de visión y comprensión del abordaje de los aspectos conductuales. Este cambio de visión en el abordaje de los aspectos conductuales ha generado un paso enorme en el modelo de atención a las necesidades de la persona con autismo.

Estamos ante otro cambio en el paradigma del autismo a nivel global. De las teorías absurdas de las madres nevera, al modelo psiquiátrico, pasando por la intervención farmacológica, a la famosa tríada de Wing, a la intervención únicamente conductista, y en la actualidad a una visión global que mejora la comprensión del autismo y por tanto los modelos de intervención.

Hoy tenemos constancia de la importancia de poner en marcha modelos de atención temprana, destinados a la regulación del niño y sobre todo a su preparación para el entorno social. Cuando el niño dispone de modelos válidos de comunicación, está regulado emocional y sensorialmente, su participación de la vida social es mejor, y por tanto su llegada al colegio es más adecuada, aunque el aspecto educativo es otro de los grandes retos a los que debemos enfrentarnos.

Todos estos avances, tanto a nivel científico como en los modelos de intervención, están generando también nuevas situaciones. Cada vez hay más y más niños que presentan avances importantes, pero también generan nuevos desafíos, los cuales estamos viendo en los entornos educativos.

El abordaje a nivel educativo de los trastornos del espectro del autismo es otro de los grandes caballos de batalla. A día de hoy, cada vez aparecen más colegios que trabajan modelos de educación inclusiva, aunque siguen siendo una minoría. Curiosamente, se habla de la aplicación de modernas metodologías educativas para contender con la diversidad, aunque muchas de esas metodologías sean del siglo pasado, que, aunque válidas y eficaces, nunca se implantaron en el modelo educativo.

El cambio del modelo educativo, es en la actualidad, uno de los mayores frentes, mientras la ciencia avanza a pasos de gigante, el sistema educativo sigue, en la gran mayoría de los casos, estancado, siendo un problema a resolver. A pesar de que tanto los especialistas y profesionales de la educación, como las propias familias, son conscientes de la necesidad de ese cambio global del modelo escolar, al depender este aspecto de factores políticos, la educación sigue siendo hoy en día la gran rémora de la atención al autismo. Es por tanto imprescindible seguir trabajando para que las Administraciones Públicas sean conscientes de esta realidad y apliquen el conocimiento existente en los colegios para mejorar la calidad educativa y contender adecuadamente con las necesidades de todos los alumnos.

En lo referente a las leyes, quizá lo más relevante haya sido la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 13 de diciembre de 2006 en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Esta convención, firmada y ratificada por casi todos los países miembros de las Naciones Unidas, generó un cambio mayor en los aspectos legales de las naciones, aunque realmente, al igual que sucede con tantas otras leyes, sigue siendo poco real en su cumplimiento. Y aunque muchos países han realizado importantes modificaciones en sus marcos legales, estos cambios apenas han tenido un gran efecto en la realidad cotidiana.

La lucha por el cumplimiento de las leyes sigue siendo otro de los problemas mayores a los que nos enfrentamos. Curiosamente, dos de los aspectos fundamentales para la vida de las personas con autismo, como son su amparo legal y la educación, que dependen de los Gobiernos, son los que presentan mayores dificultades y retrasos. Quizá la incapacidad de nuestros gobernantes para llevar a cabo políticas pensadas en sus ciudadanos sea un aspecto que es mucho más visible cuando hay que contender con el sector más frágil de una sociedad, como son los niños y personas con discapacidad.

En resumen, los avances en ciencia e intervención han sido muy grandes, nuestro conocimiento ha mejorado nuestra comprensión y visión del autismo. Esta es la parte más positiva de estos 12 años. Y la parte negativa, pues es la de siempre, todo aquello que depende de Gobiernos y Organismos Públicos. Por tanto, la acción y el activismo de las familias debe ser tenaz y firme, para que, de una vez por todas, consigamos romper el muro que los Gobiernos construye alrededor de las personas con discapacidad.


Fuente: https://autismodiario.org/2017/04/15/12-anos-autismo-avances/

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12 años de autismo: Familia

Por: Daniel Comin

El autismo entra de forma total en mi vida hace 12 años, día arriba, día abajo. Y entra como en casi todas las vidas, así, de repente, sin avisar ni nada. Y ahí empieza una nueva historia de tu propia vida, es como si eres el protagonista de una película, y a mitad del rodaje, te cambian el guión, el director, el productor, ¡hasta la banda sonora!, pero tú sigues teniendo el mismo papel, el del presunto protagonista. Y digo “presunto” protagonista, porque sin darte cuenta, resulta que hay alguien que adquiere todo el protagonismo, pero el de tu propia vida.

Tener un hijo con autismo puede generar un alto nivel de exigencia a la familia.

Y francamente, al principio vas muy despistado. Aunque claro, cada uno asume ese cambio de una forma diferente. Algunos son rápidos, otros no tanto, algunos les cuesta mucho o muchísimo, y es que un cambio inesperado siempre puede generar respuestas inesperadas.

Y de golpe ves, como siendo tú una persona normal y corriente, te ves envuelto en una situación extraordinaria, y te obliga a comportarte como si fueras una persona extraordinaria, aunque realmente no lo seas. Pero bueno, son exigencias del guión.

En mi devenir personal se han dado mis propias y excepcionales circunstancias, no sé si serán mejores o peores, pero ante ese cambio de guión tan abrupto e inesperado uno intenta dar lo mejor de sí mismo. Y ahí ando, intentando ir superando el día a día del rodaje, haciendo lo que buenamente puedo, a veces me sale mejor, a veces me sale peor.

Y es que este tipo de experiencias vitales a veces parece que sean propias de una película, da igual el género, sea ésta romántica, comedia, suspense, terror, drama, ciencia ficción, acción y aventuras, …, o quizá un poco de todas a la vez, en una especie vida caleidoscópica.

Pero 12 años son mucho tiempo, te vuelves medio loco acumulando títulos de formaciones especializadas, sumando horas y experiencias, compartiendo, haciendo cosas muy bien y otras muy mal. Recibiendo alabanzas y críticas, aunque donde más aprendes es en los errores y en las críticas, que es lo que te lleva a la realidad, esa que es tan compleja y extensa.

Aterrizarse en la realidad es complicado, sobre todo porque hay tantas realidades como personas, y ahí es donde más aprendes y comprendes, porque si no eres capaz de comprender tantas diferencias, estás perdido. La visión de una familia recién llegada al autismo, hasta la visión de adultos con autismo, todo un camino largo y diverso, emocionante, pero también muy desgastante.

Ves también como la ley se convierte en papel florido pero con poca utilidad, salvo que te empeñes en hacerla cumplir, ahí las cosas cambian, pero es muy difícil conseguir que la gente (que son también tus compañeros de viaje vital) superen el miedo tremendo que da el ir a ejercer y exigir los derechos de nuestros hijos. Nada me ha resultado más doloroso en estos años que ver como, el miedo, ha echado hacia atrás a muchas familias. Y es que saber que si luchas ganas, y no luchar por miedo a represalias u otras lindezas, es algo que alimenta el miedo. Vencer el miedo ha de ser uno de nuestros mayores desafíos. Sin miedo podremos avanzar, quizá sea lento, pero es seguro.

No tengo una receta para eso, no sé como se vence el miedo, supongo que cada persona tendrá sus propias excusas y razonamientos para apoyar ese miedo, seguro son todas legítimas, pero debemos ser conscientes de que ese miedo va en contra de todos. Pero debemos tener cuidado con las justificaciones, porque en realidad las generamos solo para nosotros mismos, lo que se denomina vulgarmente como los “es que”. Es que no puedo por esto o por lo otro, es que no tengo dinero, es que no tengo tiempo, es que … Nada hay peor que tener que estar buscando justificaciones para intentar explicar nuestro comportamiento. En primer lugar, no tienes porqué dar explicaciones a nadie, salvo a ti mismo, y en segundo lugar, no te justifiques ante ti mismo, reflexiona, crea un mapa de tus debilidades y fortalezas, y trabaja a partir de ahí.

Sí sé que uno de los detonantes del miedo es también el desconocimiento, el no saber a qué tienen derecho nuestros hijos y/o cómo actuar adecuadamente, y a veces no podemos salir de ese desconocimiento porque estamos totalmente bloqueados.

Y si hay algo que he aprendido en estos años, es que otro factor relevante que se combina es la dificultad emocional, que se tiñe de: rabia, ira, indignación, frustración, depresión, ansiedad, decepción, envidia, …, y un largo etcétera de emociones negativas. Estas emociones negativas, todas ellas (de la primera a la última) totalmente lógicas, nos empujan al bloqueo y al miedo. Es cierto que las situaciones que vivimos nos llevan de forma inexorable hacia esos sentimientos, y no es fácil vencerlos, porque no lo es, pero para las personas normales no es fácil. Además acabas metido en ese estado emocional sin darte cuenta, es como el autismo, que llega sin avisar, pues las emociones negativas también. No hay culpables, solo realidades personales. Esas realidades no deben juzgarse, sino comprenderse. De la comprensión llega la solución.

Y cuando estás en esa especie de estado de alerta perpetua, acabas también con una conducta agresiva, a la que te rozan saltas. Es como si el mundo confabulase en tu contra, aunque en realidad no es así. El mundo no va en tu contra, el mundo es que es así de imperfecto, y como es imperfecto, debemos intentar cambiarlo, debemos ser proactivos, participar del cambio, forzarlo si es necesario.

Me he dado cuenta que muchas de esas conductas “agresivas” explotan también en redes sociales, que son un reflejo muy bueno de nuestra sociedad. Porque no es una agresividad física, es emocional, verbal, actitudinal, …, o como prefieran denominarlo. Y periódicamente hay explosiones de gran calibre, a veces ante cosas absurdas, a veces ante cosas graves. Pero la explosión es siempre de alta intensidad. Y ahí perdemos la razón, el norte, el sentido, el discurso, …, lo perdemos todo. Pero no nos damos cuenta, ya que estamos en un proceso muy complejo, esto lo sabe el que lo vive. Para los “otros”, sencillamente, estamos “mal de la cabeza”.

Pero no, no estamos mal de la cabeza, lo que estamos es muy quemados. Ahora bien, debemos empezar a considerar que si nos matamos para que nuestros hijos tengan la mejor atención del mundo, quizá, tengamos que esforzarnos en tener, nosotros también, el mejor apoyo del mundo. No somos máquinas, somos seres humanos, nos equivocamos, nos deprimimos, nos alegramos, nos lo que sea. Y debemos considerar que, mientras nuestra situación emocional nos gobierne y nuestra capacidad de raciocinio sea dirigida por emociones negativas, nos va a ser muy difícil poder crear una acción de grupo, ya que acabamos siempre tirándonos los trastos a la cabeza los unos a los otros.

Yo, personalmente, he pasado por esos procesos, recuerdo una vez, en un parque, estaba con mi hijo, él tenía una serie de conductas extrañas, y una señora, bastante desagradable por cierto, me preguntó qué le pasaba a mi hijo. No lo dijo en plan empático, quiero saber o algo por el estilo, no. Fue grosera, le daba miedo que mi hijo pudiera hacerle algo horrible al suyo. Le respondí: “Tiene autismo. Ella me dijo ¿Eso es contagioso? Yo le dije, no, el autismo no es contagioso, pero su estupidez sí, así que por favor váyase ahora mismo no sea que usted contagie a mi hijo”. No fui nada amable, lo dije con un tono agresivo, la señora se fue despavorida. Estuvo mal. Aunque en aquel momento sentí cierto placer, con tintes sádicos incluso, por haber asustado a esa persona. Casi me sentía orgulloso. Fui agresivo, grosero, maleducado, …, no estuvo bien. Además perdí la oportunidad de explicarle a esa mujer qué era el autismo. Posiblemente debió pensar que yo estaba mal de la cabeza. Ciertamente la señora no fue agradable, pero eso no me excusaba a mi para comportarme así, me convertí a mi mismo en lo que yo reprochaba de esa persona. Los juicios hacia los demás suelen ser un reflejo de lo que nosotros mismos somos. Condené a esa persona por ser grosera y nada empática y yo hice exactamente lo mismo, o peor.

Esta fue una de las situaciones en las que mis emociones negativas tomaron posesión de mi, no fue solo esa vez, fueron muchas más veces. No me siento nada orgulloso de las veces en las que me he comportado mal. Pero el pasado no se puede cambiar, aunque sí podemos cambiar el futuro.

Cuando a la mínima saltamos como un resorte, nos ponemos en modo defensivo, optamos por una actitud agresiva, ya que nos sentimos atacados (muchas veces con razón), y empezamos a perder.

Yo no puedo ir dando lecciones a nadie de como resolver nuestros estados emocionales, que bastante he tenido yo con los míos. Pero si puedo hablar sobre el cambio que tienes en la percepción de cuanto te rodea, de como puedes, en base a ese cambio emocional, enfrentar situaciones malas desde una perspectiva diferente. Muchas veces piensas dos veces lo que vas a decir, ¡y ojo!, si lo piensas tres veces, acabas callado en muchas ocasiones. Pasas del discurso vehemente al comentario reflexionado.

Luego está el reírse de uno mismo. Yo he hecho (y creo que hago) tantas tonterías y estupideces en mi vida que al final, en vez de sentirme mal por haber sido (y ser) tan tonto e incapaz, pues me río de mi mismo de forma sostenida, prefiero una sonrisa a un ceño fruncido. Me ayuda a resolver y analizar con más tranquilidad mis errores. Creo que debo tener un doctorado supra cum laude en meter la pata. Claro que quizá eso se deba a que hago muchas cosas, a veces alguna me sale bien y todo.

Pues eso de hacer muchas cosas, implica que te van a criticar. Y la crítica tiene algo muy positivo, incluso en críticas destructivas, es que te dan el punto de vista de otras personas. Y aprendes muchísimo de eso. No aprendes nada de quienes solo te aplauden, si acaso te alimentan el ego. Bueno, cuando te critican mucho también alimentan tu ego realmente, ya que mucha gente emplea su tiempo en hablar de ti. Pero ¡ojo a esa búsqueda perpetua del engorde del ego!, te llevará a posturas mesiánicas, equivocadas, a perseguir un protagonismo que seguramente ni mereces. Y cuando caes ahí, pierdes la visión de la realidad, y construyes una especie de mundo paralelo e irreal. Ni es bueno lo uno ni lo otro. Debemos entender que estamos en un aprendizaje constante.

Entre posturas depresivas a narcisistas, no hay nada bueno. Ambas te llevan a vivir realidades alteradas. Y tenemos una tremenda responsabilidad. Debemos ser, sí o sí, personas normales que viven en circunstancias excepcionales.

Hace algún tiempo conocí a una familia, cuya hija tenía una grave enfermedad, tenía convulsiones epilépticas continuadas, un tipo de epilepsia resistente a tratamientos, muy grave. Esa niña apenas tenía una hora al día de cierta estabilidad. En esa hora diaria a sus padres se les iluminaba el rostro de felicidad, doy fe, ya que tuve la suerte de coincidir en ese momento. Ambos sabían que su hija iba a morir, cosa que tristemente sucedió. Sin embargo me dijeron, que esa hora compensaba las otras 23. Que si en esa hora no eran capaces de demostrar a su hija su amor y su felicidad es porque fallaban como padres. En aquel momento atravesaba yo una etapa de malhumor crónico. Se me fue de golpe. No puedo ponerme en la piel de esa madre y ese padre, yo no vivía esa tensión permanente, no vivía con una espada de Damocles sobre mi cabeza. Pero sí entendí que la vida se disfruta a cada instante, sea ese instante bueno o malo. Que lo que pasó, pasó, pero hay que vivir con intensidad lo que está pasando ahora.

Y por eso, debes decidir cómo quieres vivir cada momento, si bajo una especie de malhumor crónico, o con serenidad y realismo, tampoco se trata de convertirse en un ser con felicidad permanente (ya que eso es también vivir una realidad paralela), ya que la vida debe ser un poco de todo. No tengo la fórmula que resuelve nuestros estados emocionales, aunque si sé qué provocan, y sí puedo advertir que muchas familias pasaron, están pasando o pasarán por esos momentos difíciles. Te das cuenta cuando a la mínima saltas, cuando cualquier cosa que en otra circunstancia te habría parecido absurda, hoy te hace explotar. Te das cuenta cuando te quieres comer a alguien porque piensas que mira mal a tu hijo, o porque hizo un comentario (movido por su ignorancia en la mayoría de las ocasiones) que era ofensivo para ti, etcétera, te descubres a ti mismo en una especie de estrés del guardaespaldas. Que ojo, o vas con una espada o hacha en la mano, o peor, estás tan hundido que todo parece superarte, que sería el otro efecto negativo. Quizá cuando vas en modo Terminator te crees sentirte más vivo, y piensas que lo estás dando todo. Ojo, aquí entran en juego las expectativas, he hablado bastante de ellas.

En su día aborde el cambio de expectativas en el autismo, que es un tema bien complejo, pero que también nos afecta a nosotros, esas expectativas sobre nosotros mismos, donde a veces no somos capaces de cumplirlas, nuestro hijo se convierte en una especie de termómetro de nuestra calidad como progenitores. Si el niño avanza como un tiro, somos fantásticos, pero si no es así somos incapaces (o el epíteto que prefiera cada cual). Hay una presión tremenda que generamos nosotros y alimenta el entorno. Obviamente nos tenemos que dejar a piel, esto no tiene discusión. Pero claro, también debemos saber modular adecuadamente. Cuando tu hijo o hija tiene grandes necesidades de apoyo, todo es bien complejo, difícil y agotador. Cuando tiene pocas necesidades de apoyo, todo parece ser más fácil y menos cansado. Pero en ambas posturas, el esfuerzo ha de ser siempre el máximo, pero no debes dejar que el esfuerzo te mate.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando no se dan los requerimientos mínimos? Por ejemplo: Dinero, cercanía a profesionales, capacidad personal, tiempo, apoyo familiar, apoyo laboral, …, porque cuando las cosas se ponen difíciles uno no está como para discursos sobre la felicidad absoluta, el amor incondicional, la fortaleza de espíritu, y todas esas frases preciosas. Si apenas duermes, si estas agotado, si no te alcanza el dinero, …, solo te falta que te vengan con el rollo de que si tu mejoras todo será mejor. Porque claro, te hace sentir culpable. Es como si te dicen: todo te va mal porque estas “deprimido, furioso, indignado, iracundo, bloqueado, …” ¡Ya, lo que te faltaba que te vengan a decir!

Pues lo dije previamente, yo no tengo soluciones para todos, pero sí sé, que a pesar de estar en situaciones difíciles, nuestra capacidad de superación es casi igual que la de nuestros hijos. Somos personas normales en situaciones excepcionales, que al final, acabaremos actuando todos como personas excepcionales. Pero lo primero es creernos que podemos, tener fe en nosotros mismos, tener fe en que somos capaces, aunque sea con ayuda, no importa. Pedir ayuda es un signo de fortaleza.

Y es que en estos 12 años, he visto muchas familias que, incluso en situaciones vitales tremendamente difíciles, llevaron a cabo ese cambio de actitud, de forma de enfrentar la vida. Siguen sin tener dinero, sin tener condiciones laborales adecuadas, siguen teniendo que pelear por todo a diario, siguen con poco acceso a buenos profesionales, etc, etc. Es decir, que están igual que antes. Lo único que cambia es su forma de actuar hacia sí mismos. Es cambio interior, significó una liberación de los aspectos negativos interiores, que no de los del entorno. No confundamos. Pero si les ayudó a enfrentar el día a día de una forma mejor.

Cuando debes afrontar la vida desde un cambio brutal de lo que tú pensabas que iba a ser tu vida, no debes -por tanto- buscar culpas en tu interior, no pasa nada si te sientes totalmente fundido o quemado. Pero sí debes ser consciente de tu situación, de como te sientes como persona, de cómo tus esperanzas pueden fluctuar tremendamente. Debes reacomodar todo, realmente no te queda más remedio. Y sobre todo, debes intentar liberar tus emociones negativas.

Nunca pienses que ya aprendiste todo, nunca pienses que llegaste a tu tope, nunca pienses que algo es imposible, nunca pienses que no puedes lograrlo. No importa si te cuesta mucho aprender algo, no importa si te sientes incapaz de resolver determinadas situaciones, no importa si sientes que el mundo no está adecuado a las necesidades de todo. No importa. Tienes derecho a pensar y sentir emociones negativas, pero debes aprender a usar esas emociones negativas como forma de superación. La tristeza es la otra cara de la felicidad, solo debes recordar, que cuando estés triste, o deprimido, o cualquier otra emoción negativa, recuerda que estás viviendo una situación excepcional, y que también puedes comportarte de forma excepcional.

Y sobre todo, cuando juzgues a alguien, luego reflexiona sobre ese juicio, busca en tu interior esos sentimientos que te llevaron a enjuiciar a otras personas, posiblemente encontrarás casi todas las respuestas hablando contigo mismo. Y nunca, nunca, te compares con nadie, ni quieras parecerte a nadie, ni quieras ser como otras personas a las que -aparentemente- todo les va mejor.

Vivimos en una sociedad muy desigual, poco equitativa, muy egoísta, y donde hay mucha solidaridad, pero de sillón. Esto no es novedad, pero también hemos de partir de la premisa que la gente es -en su gran mayoría- buena gente, pero a veces debemos darles la oportunidad de ejercer de buena gente, si nos comportamos en la forma que que yo mismo hice con la señora del parque, pues alentamos posturas inadecuadas. Sé que decirlo es muy fácil, hacerlo no tanto, sobre todo cuando tienes que pasar por situaciones complicadas, cuando estás en una situación donde ves como se menosprecia a tu hijo, se le considera inferior, cuando son los otros los que le juzgan a él y por extensión a ti. Pues lo normal es que tu indignación se dispare, y de ahí a ponerte en una postura agresiva hay un paso.

¿Debemos ser el Dalai Lama? Pues tampoco, no es cuestión de que a pesar de los pesares nos pasemos el día repartiendo flores, paz y amor, y además pongamos la otra mejilla. Sí debemos tener firmeza y determinación a la hora de exponer nuestra realidad, nuestras necesidades, nuestros derechos, pero -y en la medida de lo posible- intentar llevar a cabo esta acción con serenidad, la que debe estar alimentada por nuestras convicciones, por nuestro amor, y no por nuestra parte negativa.

He visto como en muchas ocasiones, una postura serena, firme y decidida, consigue mucho más que las posturas basadas en la conducta negativa, o quizá más viscerales o emocionales. No es cuestión de ser seres que alcanzaron al iluminación y que flotamos, no, es cuestión de determinación. De saber gestionar nuestras emociones negativas a nuestro favor. Si algo nos hace sentir mal, es porque ese algo es malo, y si es malo, habrá que cambiarlo. Por tanto, esos sentimientos negativos son lícitos y son lógicos, y además nos sirven para identificar lo malo. Aprender a usar nuestros sentimientos negativos como una vía de conocimiento personal es bien complejo, pero también nos ayudará incluso a entender mejor a nuestros propios hijos.

Es un camino difícil, complejo, y largo, pero no es imposible. Y no lo es, porque en el camino nos convertimos en personas excepcionales. Aprendemos a ser más comprensivos, a ser mucho más fuertes de lo que pensábamos que podíamos ser, a ser más tenaces y pacientes, y todo eso se genera por un sentimiento hermoso y positivo, que es el amor hacia nuestros hijos. Usemos la gran potencia que nos da ese amor para usarlo como una energía que nunca se agota, pero desde la visión más serena que seamos capaces.

Y si en algún momento tus fuerzas flaquean, te sientes más débil, o ves que la situación te ha superado, pregúntale a tu hijo si él cree que tú puedes. Y recuerda, quien no comprende una corta mirada, jamás entenderá una larga explicación. En la mirada de tu hijo siempre encontrarás la fuerza que necesitas.

Fuente: https://autismodiario.org/2017/04/13/12-anos-autismo-familia/

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Cuando tener autismo hace que pierdas derechos vitales

Por: Daniel Comin

Paul Corby, tiene autismo, vive en la ciudad de Pottsville, Pennsylvania (EE.UU.), y su vida está en riesgo porque necesita un trasplante de corazón. Pero tener autismo lo excluye de las listas de trasplante.

Hace 5 años hablamos ya de la dura historia de Paul, él necesita un trasplante de corazón para poder vivir. Tiene una enfermedad congénita que afecta a su corazón, y que ya acabó con la vida de su padre. Su enfermedad es una una miocardiopatía denominada “Ventrículo izquierdo no compactado”, no tiene cura ni tratamiento, su única posibilidad es un trasplante. Pero se lo han denegado, ya que tiene autismo.

El informe de denegación decía: “He recomendado en contra del trasplante debido a los problemas psiquiátricos, autismo, la complejidad del proceso, los procedimientos múltiples y el efecto desconocido e impredecible de los esteroides sobre el comportamiento”.

Hoy Paul Corby tiene 28 años, escribe, tiene comunicación, una vida sana, y como cualquier otra persona, tiene días mejores y días peores. Su psiquiatra en su informe dice: No hay ninguna razón de tipo clínico por la cual no debería ser beneficiario de un trasplante de corazón.

Pero Paul ha sido sentenciado por un sistema de salud que juega a ser Dios, que decide quién es apto y quién no es apto para recibir un trasplante en función a su condición personal, y no a sus aspectos de salud general. Es una decisión tremenda, que traspasa los límites de la ética.

Paul y su familia luchan contra un modelo ético espartano, donde al parecer solo los mejores son elegibles. No queda muy claro cual es el criterio que decide quién es mejor y quién es peor.

Ni siquiera un reciente artículo publicado en el Washington Post parece haber cambiar el criterio por el cual Paul no tiene los mismos derechos que cualquier otra persona.

Esta realidad está pasando ahora, y Paul es solo un ejemplo de discriminación, hay muchos otros niños, jóvenes y adultos que sufren a diario una discriminación vital por el mero hecho de tener autismo.

Pero éste no es un caso aislado, una condición como el autismo, o discapacidad intelectual, u otras alteraciones del neurodesarrollo, hacen que se vea a estas personas como seres de segunda clase. Les roban parte de su humanidad, y por tanto, son segregados, excluidos y sentenciados, por el mero hecho de no ser “perfectos”.

Una sociedad que decide qué es “perfecto” y qué no lo es, es sin lugar a dudas una sociedad que perdió el respeto a la vida en general. Es una sociedad que debe ser cambiada.

A Paul les están acortando la vida por ser diferente, por no encajar en el patrón que alguien decidió que era el adecuado ¿Pero, cuántas otras personas están en la misma situación que Paul Corby? Quizá nos sorprenderíamos al saberlo.

Una sociedad debe medirse por cómo trata a aquellos que más ayuda requieren, ese es el verdadero indicador de la calidad moral de esa sociedad, en cómo entendemos el valor de la vida, porque cuando nos atrevemos a puntuar nuestra idoneidad humana en base a criterios de “perfección” nos convertimos en algo despreciable.

Gracias a casos como el de Paul, donde su madre –Karen– NUNCA ha dejado de pelear, se consiguen avances, visibilidad, leyes, …, en resumen, gracias a Karen y Paul, conseguimos ser más humanos.

Que no nos limiten nuestra humanidad, que nos nos sentencien por cómo somos, que nadie diga si nuestro derecho a vivir se basa en cuan útiles somos a un sistema productivo.

No hay lucha más justa que la lucha por la vida, por la igualdad y por el derecho a ser distintos.

Fuente: https://autismodiario.org/2017/04/01/cuando-autismo-pierdas-derechos-vitales/

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