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Entrevista a Fernando Franco. Director y montador de cine

“Intentamos que los jóvenes formen una mentalidad crítica ante las imágenes a las que se ven sometidos diariamente”

Fernando Franco, director y montador de cine, de la mano de la ECAM, ha elaborado una guía para acercar el lenguaje audiovisual a jóvenes de ESO y bachillerato, para que comprendan cómo funcionan todas esas imágenes que reciben.

Pablo Gutiérrez del Álamo

Fernando Franco es, además de un multipremiado cineasta que cuenta en su haber con un Goya, un “ferviente” creyente en la importancia que tiene la educación en todo lo relativo a la imagen. Tal vez sea por eso que la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM) decidiera encargarle la redacción de una guía didáctica dirigida a docentes de ESO y bachillerato. En ella, además de encontrar una visión rápida de quién es quién en la realización de un producto audiovisual, repasa más a fondo los rudimentos esenciales que componen el lenguaje cinematográfico. Un texto cercano, comprensible y que ofrece las primeras claves para tener otro acercamiento a una película. Además de tener licencia creative commons, de forma que cualquiera puede utilizarla libremente.

El objetivo es fundamental, mejorar el conocimiento que tienen chicas y chicos sobre cómo se construye el lenguaje audiovisual para que así puedan tener un espíritu más crítico con aquellas imágenes que les llegan, por miles, cada día.

¿Por qué era necesaria una guía como la que has realizado?

Creemos que es conveniente acercar el audiovisual a la gente más joven utilizando un lenguaje que le sea cercano y teniendo en cuenta la cantidad de imágenes a las que se ven sometidos diariamente, intentando que se formen una mentalidad crítica en relación a ellas.

Todavía parece que habrá que esperar para que el cine entre en las aulas como objeto cultural de estudio. ¿Por qué crees que es así?

No se me ocurre otra respuesta que la pereza o la miopía. El cine es una herramienta capital en la formación de imaginarios a todos los niveles y, por tanto, enseñar a entender los mecanismos que rigen la imagen en movimiento me parece obligatorio si queremos tener ciudadanos cultos y formados.

¿Debería haber materias específicas sobre historia y lenguaje cinematográfico en los centros educativos?

Sin duda.

¿Falta mucha cultura cinematográfica en España?

Lamentablemente, sí. Y cada vez más. Esto lo percibimos claramente como tendencia a la baja, de año en año, con los alumnos que se matriculan a estudiar cine. Este es otro de los motivos que nos impulsan a hacer guías como esta.

La guía es para docentes de ESO y Bachillerato. ¿Por qué específicamente para público adolescente?

Creemos que es el momento en el que el juicio crítico y la curiosidad son más incipientes, así como un buen punto de partida para arrancar con la inquietud por el cine y la imagen de manera más profunda.

¿Sería interesante hacer alguna pensando en niños más pequeños, de Primaria?

Probablemente, sí. Todo lo que sea formar, bienvenido sea. En cualquier caso ya hay proyectos en marcha dirigidos a esa edad y enfocados quizás más desde lo práctico que desde lo teórico.

Dedicas algunas páginas, antes de hablar propiamente del lenguaje cinematográfico, a hablar del proceso creativo. Desde la idea hasta la postproducción ¿Por qué era importante?

Porque creo que es preciso entender la dimensión colectiva del cine como trabajo en equipo así como tener una noción de los diferentes procesos y su implicación temporal. Hay que entender que debajo del visionado de una película de 90 minutos hay todo un arco de trabajo que puede llegar a ser de años. Hay que profundizar en ello para entender que eso que se ve en la pantalla no surge por azar ni generación espontánea.

¿Por qué tú para escribir esta guía?

Habría que preguntarle a la Ecam, que fue quien me la encargó, pero supongo que tiene que ver con mi afán docente y mi ferviente creencia en la formación en el campo de la imagen.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/alfabetizacionaudiovisualenlasaulas/2018/10/29/intentamos-que-los-jovenes-formen-una-mentalidad-critica-ante-las-imagenes-a-las-que-se-ven-sometidos-diariamente/

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¿Por qué socialismo?

Por: El Viejo Topo/ Albert Einstein/ 31-10-2018

En mayo de 1949 Albert Einstein publicaba este texto en el primer número de la revista Monthly Review , publicación “roja” que sigue asomándose a las librerías todavía hoy, contra viento y marea. Conviene releerlo ahora, en estos tiempos de gran confusión, en los que parece que hayamos olvidado cosas tan sencillas como las que el gran físico plantea aquí.

¿Debe quién no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana –como es bien sabido– ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por si mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y –si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos– son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semiinconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: “¿porqué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?”

Estoy seguro que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por si mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra “sociedad”.

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido — exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral ha hecho posible progresos entre los seres humanos que no son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos — que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos — en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo — no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional– puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré “trabajadores” a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo “puro”. La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un “ejército de parados”. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

La claridad sobre los objetivos y problemas del socialismo es de gran importancia en esta nuestra era de transición. Dado que, en las circunstancias actuales, la discusión libre y sin trabas de estos problemas se ha convertido en un poderoso tabú, considerado que la fundación de esta revista es un importante servicio público.

Fuente: http://www.elviejotopo.com/articulo/por-que-socialismo/

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Mirta Israel: “No hay forma de avanzar en esta despatriarcalización, si no es desde lo colectivo”

Colombia Informa: ¿cuál ha sido su proceso en este movimiento feminista?

Mirta Israel: Soy parte del equipo de educación popular “Pañuelos en Rebeldía”, es un equipo de educadoras y educadores populares que nos definimos como feministas, pero no es una organización feminista en el sentido de que no es formado por mujeres y disidencias sexuales. No. Entendemos que el feminismo es algo que atraviesa la lucha fuertemente hoy, y de manera fundamental. Entonces cuando hacemos la formación de educadoras y educadores, en los espacios con los que militamos con otras organizaciones, este es un eje central de nuestro trabajo.

CI: Teniendo en cuenta la expansión que el movimiento feminista está teniendo en nuestro continente, ¿Cuál es la perspectiva sobre esta lucha anti patriarcal en Argentina y en América Latina?

MI: Hay un crecimiento de esta lucha desde los pocos espacios de los movimientos populares. Hoy analizábamos como está la correlación de fuerzas en el movimiento popular en relación al sistema y en ese plano creo que el feminismo y el movimiento de mujeres y de disidencias sexuales vienen creciendo, porque sortean algunos temas que el movimiento popular en su conjunto todavía no ha logrado superar. Pero viene en ese camino de generar espacios de unidad, poniendo el cuerpo en acción concreta desde la praxis y no desde una unidad de acuerdos entre cúpulas y organizaciones.

CI: ¿Es más práctico el asunto?

MI: Más en los hechos concretos.

CI: ¿Cuáles son los principales obstáculos para esta lucha feminista en América Latina?

MI: El primer obstáculo es con el propio sistema, desde sus espacios de reproducción de la cultura dominante como son las iglesias diversas, los grandes medios de comunicación, la propia educación que recibimos. Pero sobre todo, la reproducción de patrones culturales patriarcales que es más invisible desde la familia, desde la casa, desde lo cotidiano, incluso dentro de los movimientos sociales y populares en los que participamos. Quizá, difícilmente podamos cambiar al sistema en ese plano pero si podemos generar una transformación al interior de todas nuestras organizaciones. Ese obstáculo, por lo menos en Argentina se viene superando empezando a visibilizar quizás, esa opresión patriarcal que se da al interior de las organizaciones, que no permite que las mujeres ocupen los lugares que deberán ocupar.

CI: ¿Cómo luchar o trabajar con esas estructuras patriarcales que se mantienen al interior de las organizaciones y de los diferentes movimientos feministas?

MI: Lo primero es brindar espacios a las mujeres, espacios propios que nos fortalezcan, que nos permitan construir poder. Sentirnos fuertes, levantar la autoestima, entender que podemos y corrernos del lugar de la víctima. Asumir un lugar en el que entendamos que colectivamente es posible generar esos espacios y cambios. Hay una parte que les corresponde a los varones que se dicen revolucionarios y rebeldes y es comprender que también tienen que trabajarse a sí mismos y asumir que tienen todo ese atravesamiento patriarcal en su interior.

CI: Toda esta transformación requiere de una pedagogía, así pues, ¿cuál es el papel de esta pedagogía popular en esta lucha?

MI: Es fundamental. Nosotras trabajamos mucho en los feminismos populares porque entendemos que tampoco hay un solo feminismo y también de los feminismos populares porque también ha habido un feminismo colonizador, europeo, blanco. En todo caso es como partimos de la realidad concreta de las mujeres del campo popular y hacemos ese camino juntas y eso es pedagógico. También formarnos en los autocuidados, -en el acuerparnos decimos nosotras-, para poder caminar juntas y ese es el aprendizaje y es parte de la pedagogía feminista.

CI: Usted decía que cada mujer vive una realidad y un contexto específico, por ejemplo, una mujer que tiene que trabajar con un horario riguroso, lunes a viernes en jornada de ocho horas en donde muchas veces los espacios para pedagogía feminista no existen, ¿Cómo ejerce su lucha para que los espacios pedagógicos también lleguen a dichos contextos?

MI: Claro. No basta con una intención o voluntad individual. El tema es comprender como construimos o nos sumamos a espacios colectivos que a veces están en los barrios, así no estén en nuestro trabajo pero están en otros espacios, en nuestros territorios, donde sí se vienen juntando las mujeres por diversos temas y hay que saber identificar que temas pueden unir a esas compañeras en concreto. No hay una formula, no hay una receta, pero si hay una búsqueda y entender que es una búsqueda colectiva, no hay forma de avanzar en esta despatriarcalización si no es desde lo colectivo.

CI: Uniéndolo con todo lo trabajado en el seminario que trató sobre la resistencia al capitalismo, ¿cómo desde el feminismo se le hace resistencia a este sistema que está muy relacionado a todo lo patriarcal?
MI: Los círculos de mujeres ayudan a que tomemos fuerza también desde la casa, desde lo cotidiano, desde lo que nos pasa en nuestras camas hasta lo que nos pasa a todo nivel donde estamos. El trabajo colectivo y el entendernos juntas, aunque en ese momento no estemos juntas, pero el sabernos parte de ese cuerpo colectivo, nos da una fuerza y un poder que nos permite hacer cosas que ni nos imaginamos pero es una vivencia que hay que atravesar.

CI: Entre nosotras las mujeres, muchas veces se deslegitimiza el movimiento feminista y todo su trabajo, ¿cómo lograr que esa resistencia entre nosotras desaparezca y crear esa consciencia de la importancia que tiene esta lucha feminista?

MI: Bueno, eso es parte de lo que hay que trabajar en los espacios de las mujeres. Romper con esa cultura de la competencia entre las mujeres que está alimentada por el sistema. Eso es parte de la pedagogía feminista cuando hablamos de sororidad o de hermandad, estamos hablando de eso, de entendernos diferentes pero en cooperación y no en competencia y bueno eso es parte de la cosa.

CI: ¿Cuál es el rol que tenemos las mujeres en la construcción del poder popular en América Latina?

MI: Fundamental. Analizábamos que el sistema donde más pega es en las mujeres y en los jóvenes, pero en las mujeres es donde recae toda esta política, entonces es prioritario comprender eso en el movimiento popular.

CI: Con todo esto que está sucediendo con las elecciones de Brasil, los resultados en Argentina el 8 de agosto y demás contextos similares en América Latina, ¿Qué se le viene al movimiento feminista en nuestro continente? Teniendo en cuenta como usted decía, que estamos yendo para atrás en todos los escenarios políticos, económicos y sociales.

MI: Se viene seguir fortaleciendo los espacios. Es el momento de fortalecer, de seguir resistiendo. Entendemos que hay un retroceso en general del movimiento popular, pero poder analizar qué paso con esta marea feminista y que está pasando puede dar algunas pautas de cómo avanzar ante determinados retos. Perdimos las votaciones en el parlamento en Argentina el 8 de Agosto, pero ganamos en organización y en creación de espacios colectivos, entonces es poder ver eso y poderlo ver más allá de los resultados en espacios e institucionales del sistema. Hoy hay muchas más mujeres en Argentina que se sumaron a las socorristas, que son las que acompañan a las mujeres que quieren abortar, entonces el tema del aborto lo venimos intentando resolver de todas maneras. No estamos esperando que el sistema nos diga si lo pueden hacer, lo hacemos y hay que generar las condiciones para que eso suceda. Entonces, la construcción de poder popular significa el cómo estamos construyendo ese poder popular hoy. No es un poder mañana, es un poder hoy. Y este poder hoy significa encontrar alternativas y soluciones a problemas que estamos teniendo hoy y que le quite espacio, no es pensar en función de cómo destruimos al sistema sino en función de que construimos.

CI: Finalmente, ¿Cómo se concibe el feminismo de cara a los crecientes gobiernos de derecha que están en el territorio latinoamericano?
MI: Hay que generar más espacios de autodefensa y de cuidado. Está claro que hay un ataque a las mujeres, más que nunca incluso hasta quitarnos la vida. Aquí es donde es fundamental el movimiento organizado.

CI MFR/FC/15/10/18/16:00

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Entrevista a Laura Pérez Granados: Las oposiciones ni se ajustan ni se acercan a las necesidades reales de nuestro sistema educativo

Por: educaweb.com.

Laura Pérez Granados (1982) es profesora del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga (UMA). Pedagoga y Doctora en Ciencias de la Educación. Sus principales líneas de investigación giran en torno a la innovación educativa, la formación del profesorado y la evaluación educativa. Su tesis doctoral titulada La selectividad universitaria en España y Finlandia. Criterios, estrategias e instrumentos de selección de candidatos para la formación inicial de profesorado, aborda el estudio de los procedimientos de selección de candidatos a la formación inicial de docentes.

1. ¿Cuál es su opinión respecto a las oposiciones de magisterio como herramienta para avalar la calidad de los profesionales que se incorporan a la escuela pública? ¿Facilitan realmente la incorporación de talento en los centros educativos?

El tema de la selección de docentes, tanto inicial como de acceso a la función pública, se ha convertido en los últimos años en el centro del debate público y en el foco principal de las decisiones políticas en materia educativa.

Los cambios sustantivos en las formas de vivir y de entender el mundo en las últimas décadas, han producido una  manera diferente, más compleja, de definir lo que supone ser docente en el siglo XXI. Estos nuevos retos que se plantean a los docentes, exigen a su vez nuevos procesos selectivos en los que se puedan detectar a las personas que se ajusten en mayor medida al perfil que dicha profesión necesita. Según están formuladas las tradicionales oposiciones, centradas excesivamente en los contenidos disciplinares, no constituyen un procedimiento válido ni fiable para garantizar el acceso de aspirantes que cumplan con las distintas dimensiones que contempla la profesión docente en la actualidad.

2. ¿Qué mejoras o estrategias recomendaría para garantizar la calidad del profesorado que se incorpora en la escuela pública?

En primer lugar, creo que una cuestión a tener en cuenta, y que está estrechamente unida a la calidad docente, es la confianza en el profesorado, en sus posibilidades. Lo que ocurre en este país es que ponemos en tela de juicio y sospechamos de cada actuación que realizan los docentes en el aula, cuando en realidad deberíamos admirar la labor que realizan a diario planificando el trabajo y atendiendo a las particularidades de los contextos en los que se encuentran.

Una segunda cuestión clave para mejorar la calidad del profesorado que se incorpora a la escuela pública, es contar con una buena formación inicial. A este respecto, el foco se centra en reformular los programas de formación en coherencia con los cambios que ha experimentado nuestra sociedad. En ellos, además de contar con una sólida formación pedagógica y práctica, se debe promover la innovación e investigación educativa como herramientas que ayuden a perfeccionar la labor del docente, así como formar para la inclusión y para la atención de un alumnado cada vez más diverso (de distinto origen familiar, con diferentes intereses, capacidades, inquietudes..).

En definitiva, se trata de creer en la autonomía de los docentes que han sido formados en un currículum acorde con los tiempos actuales. Para el diseño de este nuevo planteamiento, se requiere la coordinación tanto de la administración competente como de todos los agentes que forman parte de la comunidad educativa.

3. ¿Considera que la estructura y los temarios de las oposiciones están adaptados realmente a las necesidades de la escuela? ¿qué cambios propondría?

El acceso a la función pública docente no puede seguir enfocado principalmente a la realización de pruebas que intentan medir los contenidos acumulados en la formación inicial.
Como ya avanzábamos en la primera cuestión de esta entrevista, las pruebas diseñadas para tal fin deben orientarse en otro sentido.

En los últimos años los debates sobre formación docente ponen el punto de mira en las cualidades o predisposiciones personales que deben tener aquellos que quieran dedicarse a la docencia. Se habla de que los docentes deben ser unos apasionados de su trabajo, mostrar empatía, responsabilidad, profesionalidad, además de ser innovadores, trabajar en equipo… Pero esta aparente sencillez, en los términos que se utilizan para describir las cualidades o actitudes hacia la docencia, contrastan con la posibilidad de elaborar unos criterios que definan lo que es ser un «buen maestro», y por supuesto con la dificultad de incluirlos en un nuevo procedimiento de selección. ¿Cómo se puede valorar de un candidato el nivel de compromiso con la educación? ¿O cómo medir el grado de responsabilidad hacia la profesión que se aspira?

Si éste es el escenario predominante, está claro que los actuales temarios de las oposiciones ni se ajustan ni se acercan a las necesidades reales de nuestro sistema educativo. Estas pruebas, en todo caso, miden la capacidad de memoria que se tiene, pero no pueden medir otras capacidades más relevantes para ejercer la docencia, como son la capacidad de reflexionar, analizar, formular propuestas, experimentar y crear. Por lo tanto, el gran reto consiste en diseñar pruebas que puedan valorar esos aspectos que hemos señalado. Y ahí es donde realmente está la complejidad, en dar respuesta a las propias cuestiones que planteo. La clave está en pensar estas pruebas desde la perspectiva del paradigma de competencias, donde también entren en juego las distintas dimensiones que conforman este concepto.

4. ¿Qué opina respecto a que las interinidades den puntos en las oposiciones?

Creo que a aquellas personas que han demostrado su idoneidad y capacidad para integrarse al cuerpo de docentes y que han trabajado durante años en la función pública se les tiene que reconocer sus derechos. Las administraciones deberían realizar un esfuerzo y consolidar la situación de los interinos.  Abordar el posible estancamiento de los que ya llevan años «dentro» del sistema, ya que los jóvenes que desean acceder a la docencia se ven excluidos por los que acumulan puntos por su antigüedad. Por eso, el sistema de acceso debe reformularse, porque no beneficia ni a los que ya llevan años ejerciendo su labor como docentes, ni a los nuevos aspirantes que estando bien preparados ven mermadas sus posibilidades de acceder a la función pública en igualdad de oportunidades que el resto.

«Estas pruebas, en todo caso, miden la capacidad de memoria que se tiene, pero no pueden medir otras capacidades más relevantes para ejercer la docencia, como son la capacidad de reflexionar, analizar, formular propuestas, experimentar y crear».

5. ¿Cree que las oposiciones deberían centrarse en las competencias del profesorado y no tanto en sus conocimientos?

Las oposiciones deberían buscar el equilibrio entre los diferentes componentes curriculares, tales como dominar unos contenidos, es decir, conocer la materia, saber emplear las distintas técnicas didácticas, conocer y comprender los procesos de enseñanza y aprendizaje y, desde la perspectiva comentada anteriormente, contemplar los aspectos actitudinales.

6. ¿Qué buenas prácticas en Europa y otros países del mundo propondría como referentes para seleccionar al profesorado y tratar de avalar su calidad?

El caso que mejor conozco es el del sistema educativo de Finlandia, contexto de estudio de mi Tesis Doctoral, donde la sociedad confía plenamente en el profesorado, y esto tiene mucho sentido ya que una vez adquirida la condición docente no hay motivo para pensar lo contrario.

Creer en la autonomía de un profesorado bien formado es la clave de éxito de su sistema educativo. Subrayo de su procedimiento, aunque cada centro tiene sus propias herramientas de selección, el hecho de no utilizar exámenes para elegir a los candidatos, sino contemplar otros mecanismos que les ayuden a valorar de los aspirantes no solo las capacidades intelectuales sino también poseer excelentes habilidades interpersonales. Estos procedimientos incluyen principalmente entrevistas personales y pruebas prácticas que ponen al aspirante en situaciones problemáticas reales. Los destaco porque están en la línea con lo que comentaba anteriormente, sobre la coherencia de establecer pruebas que valoren más los distintos componentes que forman parte de las competencias docentes.

7. ¿Qué buenas prácticas en cuanto a selección de profesorado y métodos para avalar sus competencias destacaría del sistema concertado y privado?

Precisamente hace pocos días leí un estudio sobre la opinión de los docentes en torno al sistema de acceso a la función docente, donde se incluían tanto los centros de titularidad pública como concertada o privada. Los resultados eran abrumadores porque cerca del 70% de los encuestados, incluyendo a docentes de las distintas etapas educativas, señalaban la necesaria reforma del sistema actual de selección para acceder a la profesión docente en el sistema público.

Los procedimientos empleados en los centros de titularidad concertada y privada, los cuáles suelen utilizar entrevistas personales como instrumento de selección, tampoco convencen a aquellos aspirantes que tienen que someterse a ellos. En este sentido, subrayo aquellos procesos que de forma no arbitraria seleccionan a los candidatos a través de pruebas que permitan conectar adecuadamente la formación inicial recibida con el ejercicio de la profesión, donde se valoren no solamente las cuestiones técnicas, sino también una sólida formación pedagógica y práctica, como ya hemos comentado en cuestiones anteriores.

8. ¿Qué alternativas sugiere valorar para acreditar las competencias del profesorado en su tarea educativa?

Creo que no se trata de imaginar sofisticados sistemas de evaluación docente, sino de diseñar actividades que nos aporten información relevante sobre el quehacer diario del profesorado, con la idea de conocer, comprender, valorar y mejorar sus competencias profesionales.

Es interesante la idea de elaborar, por parte de los docentes, portafolios que recojan evidencias de los procesos de aprendizaje del alumnado, sus opiniones y valoraciones sobre la labor docente; así como materiales de trabajo, tareas, proyectos y demás actividades que nos permitan entender mejor cómo se desarrolla el proceso de enseñanza y aprendizaje. Esto nos ayudará a tomar decisiones y a mejorar nuestra labor.

Otra estrategia muy potente de evaluación de nuestras competencias es la observación entre iguales, es decir, compartir con otros colegas la enseñanza en el aula para analizar la práctica, comprenderla y mejorarla.

9. ¿Cómo se pueden garantizar las competencias del profesorado a lo largo de su carrera profesional? ¿Qué tipo de herramienta de control de calidad propondría y cada cuánto tiempo?

Creo que hay que alejar al docente de los procesos que pretenden «controlar» su labor profesional, al menos de aquellos que ejercen presiones hacia la rendición de cuentas de manera estandarizada y bajo la aplicación de normas que en nada se corresponden con conocer la labor educativa que desarrollan en los centros. Por ello, en esta última cuestión, insisto en reivindicar la autonomía profesional como un derecho que debe acompañar a los docentes en el ejercicio de sus funciones.

Además, aquí entra en juego la calidad de la enseñanza, un tema extremadamente controvertido, donde no existe un consenso general acerca de qué entendemos por una educación de calidad y cuáles son los mejores medios para conseguirla. Pero salvando la ambigüedad que caracteriza al término cuando se aplica al sector educativo, los docentes que ejercen su labor en los centros públicos deberían asumir el compromiso de un desarrollo profesional que contemplen planes de mejora profesional, de participación en el desarrollo curricular, de elaboración de proyectos de investigación e innovación y de su puesta en marcha… En definitiva, consiste en mejorar sus competencias profesionales y someterlas a una continua revisión. Hacerlo de forma transparente y abierta ante la sociedad es indispensable, de la misma manera que la evaluación de su desempeño deberá hacerse desde la perspectiva que busque la mejora de la función docente de forma relevante, libre de amenazas, y que sea realmente formativa.

También es necesario liberar al docente de las excesivas tareas burocráticas que le han sido asignadas y que han ido aumentando con cada ley educativa soportada en nuestro país. Este aspecto resta tiempo para la docencia, la innovación y la investigación, ejes fundamentales para mejorar las competencias docentes. Por ello, la administración educativa no puede primar la burocracia frente a la pedagogía, y el control de resultados, del que hablábamos anteriormente, frente a la autonomía pedagógica.

Fuente de la entrevista: https://www.educaweb.com/noticia/2018/09/26/oposiciones-ni-se-ajustan-ni-se-acercan-necesidades-reales-nuestro-sistema-educativo-18564/

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Historia De Las Organizaciones Revolucionarias En ALC Entrevista A Edgar Sánchez 1 (1), Luis Bonilla-Molina en SoundCloud

Venezuela-México / 28 de octubre de 2018 / Autor: Luis Bonilla-Molina / Fuente: SoundCloud

Entrevista a Edgard Sanchez militante del PRT y del Buró de la IV Internacional

 

 

Fuente de la Entrevista: https://soundcloud.com/user-210099949/historia-de-las-organizaciones-revolucionarias-en-alc-entrevista-a-edgar-sanchez-1-1

ove/mahv

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Investigación de la Ctera sobre la privatización de la educación: Escuela de negocios

Argentina / 28 de octubre de 2018 / Autor: Laura Vales / Fuente: Página 12

Una investigación de la Ctera sobre la privatización de la educación denuncia que, desde la asunción del macrismo, las corporaciones avanzan sobre el sistema público. ONGs, integradas por grandes empresas y bancos, penetran en escuelas y universidades para transformar la educación en una mercancía

Desde la asunción del macrismo, las corporaciones –sus fundaciones y ONG– entraron en escuelas y universidades. La educación es un gran nicho de negocios y la Argentina, un mercado a conquistar; pero el fenómeno tiene además, otros brazos: las grandes empresas han estado interesadas desde siempre en el campo educativo, con el objetivo de que los alumnos puedan ser entrenados para sus necesidades productivas. Finalmente, en lo político, la educación es un factor a controlar, en la medida en que a través de ella se introducen en las personas ciertas lógicas, se apaga o aviva el pensamiento crítico. Todo este proceso es abordado en el libro La privatización educativa en la Argentina, resultado de una investigación que realizó la Ctera en el marco de la Internacional de la Educación. La doctora en Educación Adriana Puiggrós, que trabajó en el estudio como asesora, habló con PáginaI12 sobre estos temas. Algunos de sus aspectos son bien conocidos, como el aumento de las familias que inscriben a sus niños en escuelas privadas. Otros resultan novedades absolutas, como el concepto de home-schooling y los criterios que apuntan al reemplazo de los docentes por animadores formados en seis meses.

–¿Cuál es el sujeto de la educación? ¿Y cuál el que cree está viendo el macrismo?

–Hablar del sujeto de la educación es hablar de algo muy complejo, porque es la sociedad en su conjunto, y la sociedad no es un ente homogéneo. Toda la sociedad es sujeto de educación, y más aún en estos tiempos en que nos educan todo el día, todo el tiempo, en que penetran a través de nuestros oídos, de nuestros ojos, en un proceso educativo constante. Respecto a lo que ve el macrismo… eso es lo que ve: un gran mercado constituido por todos los aspectos en que la sociedad puede ser penetrada con mensajes que puedan transformar a las personas en clientes, en un símil de ciudadano que en realidad dista mucho del ciudadano imaginado incluso por el liberalismo. No es el ciudadano de la república liberal, es el ciudadano del país ordenado en función de los intereses de las grandes corporaciones.

–En ese escenario, ¿cómo juega la educación formal?

–Ahí tenemos una lucha profunda entre quienes pensamos que la educación tiene que cambiar teniendo en cuenta las transformaciones tecnológicas, políticas… porque hay un enorme cambio que sufre la sociedad en cuanto a sus desarticulaciones culturales, desde que tener que adaptarse a un ritmo brutal, en mirar la televisión, hablar con los demás, dar respuesta, correr, es decir desde otra concepción del tiempo y por lo tanto de la historia, hasta los cambios en el lenguaje y en los valores. Por eso los docentes estamos frente a una situación en la que cobra más fuerza que nunca la idea de Paulo Freire de una educación dialógica: el proceso educativo tiene que ser un diálogo, porque las nuevas generaciones tienen muchos conocimientos que no son simplemente de la tecnología en el sentido mecánico del término, sino que acceden a la cultura desde una lógica distinta. Nosotros, mi generación y una o dos más, accedemos a los cambios que se van produciendo desde una lógica anterior, de la modernidad, y lo que sucede hoy está bastante más allá de la modernidad. Para el docente es muy importante no perder el lugar del educador, que haya una educación dialógica no quiere decir que borre el lugar del educador, porque la relación educador-educando es una relación de diferencia, cada uno tiene otra conformación cultural. Un niño pequeñísimo que toma el celular y entiende su lógica no está realizando una operación simplemente mecánica: está comprendiendo una serie de cosas. Cuando además el niño consigue el celular pataleando, forzando a los padres, y los padres se resignan y se lo dan, ahí estamos frente a una ruptura de un vínculo de enseñanza aprendizaje que es complicado.

–El libro habla del avance privatizador en la Argentina. ¿Qué encontraron los investigadores? 

–En la Argentina tenemos un punto de arranque para entender esta época, que es el Congreso Pedagógico de 1985. Ese congreso fue convocado por Raúl Alfonsín con un impulso democratizador, pero allí todas las fuerzas políticas acordaron que la educación en la Argentina no iba a ser ya pública o privada, sino que iba a ser o pública de gestión privada o pública de gestión estatal. Esto fue muy importante porque a partir de ese momento se perdió ese valor tan profundo que tenía la sociedad argentina, puesto en la educación pública como sinónimo de educación estatal. En la Argentina tuvimos un pacto como sociedad, un pacto hecho a fines del siglo XIX y que duró más de un siglo, respecto a que para la existencia de la Nación era necesario sostener un sistema de educación pública, y que su responsable principal sería del Estado.

–Desde ese lugar avanzó la privatización después del ‘85… 

–Antes, el gobierno de Arturo Frondizi abrió las puertas al desarrollo de muchísimas universidades privadas. Y no estoy diciendo que no deba haber universidades privadas, sino que a partir de ese momento empezó a haber universidades empresariales que fueron las que dieron origen a este sector de CEOs que nos está gobernando. Universidades que no son sólo las tradicionales, y que a partir de los ‘90 van a ser grandes formadoras de la actual elite. La dictadura golpeó muy fuerte a toda la educación, pero no desarmó el sistema. Siguió habiendo educación pública, educación privada y sistema escolar. Pero fue en aquel Congreso Pedagógico del ‘85, cuando el conjunto de las fuerzas políticas definieron que la educación pública va a ser pública de gestión estatal o pública de gestión privada, donde le pegaron un golpe muy fuerte en el orden de lo ideológico a aquel pacto de la sociedad argentina respecto a la centralidad de la educación pública para sostener la Nación. Así llega la década de los ‘90, en la se formó la actual elite neoliberal en las universidades privadas y en la que además, y esto es central, lo que sucedió es que empezaron a entrar fundaciones y ONGs. Van entrando a la Argentina y van silenciosamente ubicándose, creciendo mucho en los momentos de crisis, ocupando lugares que el Estado no ocupó. Con el kirchnerismo se retrajeron, y con el gobierno de Cambiemos avanzaron para ocupar todos los espacios de lo público.

–¿De dónde vienen esas fundaciones?

–La mayor parte son norteamericanas y también hay europeas; básicamente, son de las corporaciones. Todos los grandes bancos tienen sus fundaciones que trabajan en educación. La mayor parte de los campus informáticos de las universidades públicas están administrados por fundaciones de bancos. La cuenta sueldo de las universidades públicas está administrada por entidades financieras privadas. Desde la fundación de Techint hasta la fundación de cualquier banco que uno quiera tomar… encontrás desde la fundación Cimientos de Blaquier, o sea Ingenio Ledesma, hasta la fundación u ONG Enseñar por Argentina, que es filial de Teach for América que es filial de Teach for All, y basta con mirar su página web para ver que son las grandes corporaciones las que están detrás. Hoy hay muchas así en la Argentina.

En el libro que publicó Ctera, es una investigación hecha por Myriam Feldfeber, Miguel Duhalde y asesorado por Susan Robertson, que es una muy importante pedagoga de Cambridge, se hace un puntual listado y explicación de cuáles son las ONG y fundaciones que están trabajando en la mercantilización de la educación pública y también golpeando sobre las privadas para tercerizar.

–¿Qué alcance tiene este proceso? ¿Es propio de Argentina, de la región o se ve en todo Occidente?

–En todo Occidente, por lo menos.

–¿Con qué mecanismos el gobierno de Macri les abrió las puertas? 

–Con el mecanismo del desgaste. El Gobierno supone que va a desgastar a los docentes, supone que pueden no cumplir las leyes y que, poco a poco, va a ir instalando su propio orden. El desgaste consiste en no llamar a las paritarias. Esto es muy fuerte, porque negar la paritaria no es sólo negarse a discutir el salario, sino negarse a discutir las condiciones de trabajo que hacen a la enseñanza: que un docente tenga cinco cargos en vez de uno, que no se discutan las condiciones edilicias, entonces estallan las escuelas, que no se discutan las condiciones pedagógicas. ¿Por qué no quieren discutir nada? Porque si la educación en realidad es un elemento del mercado, no hay nada que discutir. Lo único que tenés que discutir es el precio. La otra cosa es tercerizar funciones: tercerizar la formación docente, la comida, los tests, para armar un supermercado de la educación, donde vos vas y compras lo que querés y en última instancia, para la concepción que trata de imponer la OCDE, llegás al home-schooling, es decir al chico sentado en la casa con la computadora adonde llegó el paquete de contenidos y el paquete de evaluación, y en todo caso hay uno de estos líderes o acompañantes formados por estas ONG.

–¿Cómo es ese modelo del home-schooling?

–Es el tipo de educación que en Estados Unidos llegó a un pequeño porcentaje, pero que marca estadística. En la Argentina también empezamos a verlo: familias que deciden no mandar a los chicos a ninguna institución, para que se eduquen en casa. O se juntan dos o tres familias y contratan a uno de estos líderes que acompaña a los chicos: compran los paquetes ya hechos de contenido. Entonces, ahí el Estado ya se tiene que retirar. La educación planificada, organizada y basada en un acuerdo social y en donde el Estado tenga un papel principal es lo contrario del libre mercado en la educación, de la misma manera que en el libremercado de la educación no entra la idea de la educación como derecho.

–La investigación también señala la entrada de las fundaciones y ONG en las universidades.

–Cuando Google pone un aula informática no solamente está poniendo el hardware: está introduciendo una concepción de la educación, de contenidos, porque es socia de quien los produce, o la editorial Pearson, inglesa, productora del test PISA que se aplica en Argentina con resultados que dañan al país. No por el lugar donde quede la Argentina en el ranking que ellos hacen, sino por el uso político que se hace en contra del pueblo, de las diferentes regiones del país. A favor de una idea unitaria, de la vieja oligarquía que coincide hoy con la mentalidad de los dueños de las grandes corporaciones. Aplican una prueba con la que indagan los mismos contenidos, acá o en cualquiera de los 60, 80 o 100 países donde se aplica.

–¿Por qué tiene ese nivel de expansión el test PISA? 

–Porque es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la que encarga a Pearson esta prueba. La OCDE ha sacado una resolución a fines de los ‘90 por la cual la educación pasó a ser un bien transable, y exige a los países miembro que levanten todo tipo de limitación a la compraventa de educación. Es la aplicación del libre mercado a la educación, también con la misma idea de que el mercado encontrará su propio equilibrio. ¿Qué podría pasar con la libre compraventa de educación sin ningún tipo… no ya de restricción del Estado, sino de acuerdo social?

–Una primera manera de entender el avance de las fundaciones y ONG es entonces el negocio. ¿Y en lo político?

–En lo político hay un objetivo, pero sobre todo una concepción. Cuando la gobernadora de la provincia de Buenos Aires dice que los pobres no aprenden y entonces no vale la pena hacer universidades para pobres, refiriéndose a las 20 nuevas universidades que se hicieron en el país durante el kirchnerismo, ahí hay una concepción profunda. Es la concepción que siempre tuvo la oligarquía argentina, y que ahora encaja perfectamente en este gobierno integrado por administradores y accionistas de las grandes empresas.

–Los datos del libro señalan que el país tiene 11 millones de estudiantes, con un 71 por ciento dentro del sistema estatal y un 29 en el privado. Es decir que hay un alto porcentaje de chicos, sobre todo en la primaria, que van a la escuela pública. Pero esa escuela pública, da la impresión, ya no puede reunir a todos los sectores sociales.

–Todavía hay diversos sectores, pero en los últimos treinta años hemos visto un corrimiento a la escuela privada, también con esta mentalidad, con la idea de que es un producto más caro. Por eso pongo el acento en el momento en que se decide que la escuela publica puede ser privada o estatal. Porque en los momentos en que mejora la situación económica, la clase media tiende a mandar a los chicos a la escuela privada, y en los momentos en que empeora la situación económica, los sectores populares no pueden sostener a los chicos en la escuela pública por diversas razones, porque trabajan, etc., y los mandan a la escuela parroquial o a la ONG sostenida por una cooperativa. Y esto va más allá de la calidad de una o de otra, porque hay escuelas públicas y privadas buenas, más o menos, y malas; no hay estadística alguna que demuestre que hay una diferencia de calidad entre la escuela publica y la escuela privada.

–La investigación fue hecha con la Internacional de la Educación

–Sí. La Internacional de la Educación ya la hizo en África y en Asia. En América Latina se realizó en Colombia, Brasil, Uruguay y en Perú. Otra cosa es que en Estados Unidos hay mucha investigación. En realidad, donde más investigación hay sobre el tema de la privatización de la educación pública es en los Estados Unidos.

–¿Para qué sirve hacer estas investigaciones?

–En primer lugar para saber, para tomar conciencia de lo que está ocurriendo. Para que sepamos que nos están considerando una mercancía, que muchas de las decisiones que se toman tienen que ver con ponernos un precio, para conocer los aspectos más negativos de los cambios civilizatorios que estamos viviendo. Si uno cree que es posible que los pueblos orienten el cambio civilizatorio hacia un espacio democrático de dignidad y de creación de productividad, si uno cree que ese futuro es posible, tiene que tener conciencia de que lo contrario también es posible, y que lo contrario es lo que está ocurriendo en Brasil, lo que nos lleva a preguntarnos por qué el pueblo a veces, algunos sectores del pueblo, votan contra sí mismos. Ahí es donde cabe el lugar de la educación en el sentido amplio, en el sentido de que el proceso educativo abarca a toda la sociedad, no es solamente el sistema escolar. Ahora: tenemos que cuidar el sistema escolar, cuidar la educación pública y cuidar la escuela, porque el otro elemento junto con el home-schooling, con esa idea, es la desescolarización. Hay teóricos de la desescolarización que son asesores de este Gobierno, que son entre otros lo que han redactado la ley de fundación de la Unicaba, la Universidad de la Ciudad de Buenos Aires, ley dentro de la cual está escondida la disolución de los institutos de formación docente. Ahí la idea básica que tienen es la de que la escuela es un impedimento para el desarrollo de la educación, que la escuela es una institución de siglo XX, del siglo XIX y junto con la escuela, el docente. Es decir, barren a la escuela y al docente.

Fuente de la Entrevista:

https://www.pagina12.com.ar/149060-escuela-de-negocios

ove/mahv

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