Page 287 of 426
1 285 286 287 288 289 426

Entrevista a Peter Mclaren: La vida en las escuelas

Por:  Jose María Barroso Tristán. Iberoamérica Social. 12/05/17

José María Barroso Tristán: La primera pregunta que me gustaría hacerle es: teniendo en cuenta el hecho de que es educador crítico, ¿cuál diría que es el elemento principal para diferenciar una educación crítica de una educación tradicional?

Peter McLaren: Aunque soy un educador crítico y le tengo el máximo respeto a este campo, no trabajo en lo que se puede denominar pedagogía crítica «convencional». En el campo de la educación crítica hay un enredo de visiones, localizaciones y prácticas, y, evidentemente, cambia de una persona a otra, de vecindario a vecindario, de distrito a distrito, de región a región, de estado a estado, etc. La educación crítica es, a fin de cuentas, parte del conocimiento geopolítico. Para mí, el objetivo fundamental de la pedagogía crítica es la lucha por una alternativa socialista al capitalismo –capitalismo entendido como ecología global de explotación– y mi experiencia se construye a partir de acercamientos convencionales a la pedagogía crítica. En mi último trabajo incluyo percepciones de la «escuela des-colonial», que refuta la colonialidad del poder; también incluyo avances en teoría crítica de la raza, la teoría feminista y eco-pedagogía para nombrar varias áreas de interés que creo que son importantes. Mi acercamiento a la pedagogía critica es, por lo tanto, radicalmente heterodoxo –o, si lo prefiere, fundamentalmente heterodoxo–, dependiendo de en qué punto se encuentre o de su posición. Pero es seguro decir que mi enfoque no lo pueden probar las fuerzas liberales tradicionales para reformar dimensiones de la sociedad capitalista que más impacto tienen en la enseñanza y el aprendizaje. Habrá pedagogos críticos que refutarán mi enfoque de la educación crítica y esto forma parte de ser educador crítico y su oposición –recurrente– a mi postura no es algo que condene, sino que se compromete con el diálogo crítico. Por supuesto que estoy totalmente de acuerdo con algunos de los objetivos de las variantes liberales de la pedagogía crítica. Sus categorías incluyen: fomentar el dialogo, profundizar en nuestra apreciación de la vida pública, crear espacios de respeto y valoración de la diversidad, defender el pensamiento crítico, formar un plan de estudios sensible, crear una esfera pública democrática y vibrante, intentar cambiar los corazones y las mentes de la aristocracia financiera parásita, construir conocimiento a partir de la experiencia y las historias de los propios estudiantes, crear conocimiento importante para las vidas de los estudiantes, animar a los estudiantes a teorizar y darle sentido a sus experiencias para liberarlos de los sistemas de mediación que limitan su capacidad de transformarlo, luchar contra el racismo, la homofobia, la discriminación de las personas con discapacidad, luchar contra la supremacía blanca, etc. Pero creo que a mediados de los 80, cuando las empresas comenzaban a tener más poder que algunas naciones o estados, que la batalla por una ciudadanía democrática y crítica no era más que una pantalla de humo para la producción de consumidores y cuando la pedagogía crítica fue concebida como una estrella que muere y que va a pasar a la fase de supernova e incinerar cualquier esperanza de una transformación de la educación, como estábamos enfocados con el estado neoliberal que rápidamente se consolidó a si mismo (y que algunas décadas después se ha convertido en un estado de seguridad parecido al fascismo). Así pues, busqué una ruta transitable más allá del liberalismo en dirección al humanismo marxista. En ese momento, cuando el «calcetín mojado» sin forma de la teoría posmodernista se había convertido en un acompañante no escrito del neoliberalismo, fui engañado por algunos con la idea de volver al marxismo desacreditado. Pero cuanto más aumenta nuestro trabajo diario y nuestra resistencia en los pantanos de la existencia humana y su sufrimiento, cuanto más contrasta nuestro viaje a través del miedo paradójico del día a día con el puro y continuo principio de la lógica neoliberal de la privatización, más racional me suena el marxismo. La pedagogía crítica tiene un valor transnacional. No hay hueco en la cúpula del panteón de la pedagogía crítica porque la pedagogía crítica está continuamente reinventándose y abarca todos los desafíos de nuestros tiempos. El trabajo de Paulo Freire sigue siendo importante y debemos recordar las iniciativas de los educadores populares y los colegios dominicales socialistas, a los teólogos liberales, las escuelas para los trabajadores industriales, los colectivos socialistas y resto de grupos que forman parte del mundo. Necesitamos construir, no solo una memoria colectiva en este campo, sino una memora compartida. Así que tenemos que aprender la historia de las luchas por la transformación de la educación ya que ha tenido lugar en todo el mundo. Veo mi papel desde un punto de vista modesto: introducir la pedagogía crítica en Norteamérica para apreciar el socialismo como un objetivo colectivo. Y con esto no me refiero a la tradición europea únicamente, sino a los movimientos sociales autónomos de las comunidades indígenas de Las Américas y de cualquier lado. Las apariciones de la pedagogía crítica se volverán contra nosotros, deberíamos entonces olvidar qué nos llevó en primer lugar a esta misión, que es una lucha contra los estragos del capitalismo y ser testigos de un futuro mejor. Las pequeñas maldiciones de la vida política diaria corroen nuestras esperanzas, por lo que nos resignamos frente a otros para poner en marcha las máquinas de la democracia. Las mayorías populares tienen demandas contra las sanguijuelas empresariales de las naciones: los extractores de rentas, financieros ricos, banqueros con dinero infructuoso, cleptócratas, deshonestos, malhechores, nuevos señores feudales de comercio con sede en Wall Street, demagogos neandertales que trabajan como directores ejecutivos y sucios gestores de fondos de inversión, cuyas maquinaciones empresariales colectivas adoran a los gobiernos masivos como baba rancia en el crisol de culturas capitalistas que llamamos América. Son el 99 por ciento que no controla las riquezas del país, que son víctimas de la gran recesión, que se han organizado como el movimiento «Ocupa Wall Street» (así como otros movimientos). Pero la ira dirigida a los sectores bancarios y financieros o a los rescates financieros gubernamentales de estas instituciones, aunque entendibles, está mal enfocada. Las relaciones sociales que han victimizado a los pobres no son solo el resultado de banqueros avaros que, durante las últimas décadas, han decidido extralimitarse en la desregularización del mercado de los préstamos precarios; sino que, las relaciones sociales que son responsables de la crisis económica actual se han producido por los mismos regímenes capitalistas. Paulo Freire entendió esto claramente. Y aunque la ira del 99 por ciento esté mal dirigida, este momento histórico presenta, por sí mismo, una oportunidad para reflexionar sobre el capitalismo y explorar nuevas alternativas.

JMBT: Corríjame si me equivoco pero, de sus palabras entiendo que este tema va más allá de los paradigmas de todos los educadores. Sin restarle importancia, este problema nace de la superestructura neoliberal-capitalista supranacional de hoy en día, que impone su lógica sobre todas las instituciones que de ella depende. ¿Qué epistemología y metodología educativa le avalan para avanzar hacia el logro de una humanidad marxista?

PM: Una pregunta importante. Estoy de acuerdo con que el neoliberalismo es animado por una lógica identificable o un sistema inteligible. Los imperativos del neoliberalismo epistemológico son muy importantes para todos los educadores críticos: deben estar comprometidos, ser criticados y estar preocupados, pero, para mí, el problema va más allá de la epistemología. Las ideas, los paradigmas y la visión global son importantes, así como las nuevas formas de pensar sobre nosotros mismos y nuestra relación con la ecología de capitalismo. Pero en estas rutinas es donde se encuentran los rituales diarios de nuestra vida que tienen más impacto para cambiar la sociedad. La conciencia crítica es más un resultado de ciertas prácticas sociales, formación cultural y hábito de pensamiento y disposiciones institucionales que ayuda a formarlas, así como los rituales y rutinas que los legitiman, que una precondición para esto – pero no hay duda de que están dialécticamente relacionados. Déjeme que trate la epistemología en primer lugar, y luego presentaré un caso de por qué la transformación de nuestro pensamiento o nuestra lógica es solo una parte –aunque una parte importante– de la lucha dialéctica por un socialismo democrático. Y por qué esta lucha se enriquece por el análisis humanista marxista cuando intentamos superar el actual imperio de capitalismo financiero. Me interesa la evolución de la lógica cultural del neoliberalismo –o a lo que se refiere como lógica de la superestructura supranacional– y cómo se ha manifestado en los contextos nacionales o regionales. Este tema me interesa desde principios de los 60. Eran días desenfadados de pantalones de campana de pana, de barbas a lo Maynard G. Krebs (no como las famosas barbas de tres días de hoy en día), de falsos jerséis de cuello alto (los «dickies»), de collares Navajo de turquesa falsa, de decoración de salas de estar con grandes cajoneras y de vecindarios en los que podías esperar que las tiendas de siempre siguieran allí por lo menos cinco años más; todo fue antes de que en la parcela vacía de atrás apareciera un Wallmart, un Costco o un Home Depot, o que se convirtiera en un parque empresarial o en una franquicia galletera. Llegaron los días de los nerd modernos y de la revolución de la alta tecnología, de una cultura de consuma obsesionada por el status, de guerras estadounidenses más sofisticadas y devastadoras, de opiniones cegadoras posmodernas y, por supuesto, de la tendencia hacia los estudios culturares en la academia. Y con ello llegan los avances en la tecnología de la información y de los medios sociales que permiten curiosear en las fisuras de la estructura empresarial y los pantanos petrificados de la vida diaria, donde la cultura de internet permite que se fertilicen algunas de las famosas rosas de Tupac Sakur en los resquicios del pavimento en los foros de respuesta y en las peticiones en línea.

Pero, incluso con las nuevas formas de resistencia introducidas por las innovaciones tecnológicas, la ideología rígida del neoliberalismo se ha arqueado hacia un estado de «excepcionalísimo humano» en el que se espera que la humanidad se sienta libre para explorar las relaciones entre la naturaleza y la sociedad del modo que prefiera, siempre que se puedan exprimir los beneficios. Realmente no se puede describir la situación en la que nos encontramos hoy como un alejamiento entre los banqueros y los directores ejecutivos y el 99 por ciento restante que se lleva la peor parte –la codicia descarada y el gusto por el odio que sufren los demás en primer lugar, y una renuncia distópica y resignación a la incapacidad del capitalismo en segundo lugar. Porque no hay futuro posible para que capitalismo que no reproduzca el inmenso sufrimiento de las mayorías populares –el 99 por ciento– en el presente porque el capitalismo se basa en el libre desarrollo de unos pocos a cambio de la explotación y la miseria de muchos.

Las presuposiciones epistemológicas que aseguran el capitalismo neoliberal pueden ser desenredadas como en una máquina de desenrollado; cada aplicación de las prescripciones neoliberales para la formación del conocimiento puede ser estudiada en el contexto de una puesta en marcha más grande. Los teóricos culturales han realizado una excelente labor para entender el impacto que la ideología neoliberal produce en el espacio, el lugar, la escala, el momento histórico, la raza, el sexo y la clase y la identidad y agencia humana. Estoy de acuerdo con que este es un importante trabajo y que debemos fijarnos en esta producción relacionada con la mercantilización de la vida diaria. Entre otras cosas, la lógica neoliberal es una lógica del menor común denominador, una racionalidad tecnócrata cuyo valor estar relacionado con el superávit de valor que se pueda extraer y acumular. El capitalismo financiero o de bienes, la acumulación por desposeimiento, el capitalismo del desastre, el capitalismo de amigos –todos estos tipos de explotación del capitalismo son extensiones de la ideología neoliberal. No creo que pudiera ser capaz de pensar más allá de los límites del neoliberalismo sin la influencia de Marx. Hacer uso de una crítica materialista histórica me ha ayudado a reflexionar mejor sobre cómo podemos vivir de manera diferente en el presente e imaginar un futuro con posibilidades concretas más allá del neoliberalismo y de la lógica del valor de la producción y en el que liberarnos de la producción de tiempo, espacio y de la propia existencia al servicio del capital.

Los materialistas históricos generalmente opinan que es posible entender el objeto de conocimiento, que el mundo existe independientemente de nuestra existencia y que este mundo puede ser directamente entendido (aunque no en su totalidad). Opinan que el mundo objetivo tiene que ser entendido en relación a los demás, al carácter social de nuestra calidad tanto como seres humanos y como nuestra intención de ser más humanos. Yo llamo a esto la voluntad de transformación o propósito protagonista, una praxis de las posibilidades que mueven en el mundo ideados para transformar la condición material y social que nos moldea –y que hemos moldeado nosotros– de modo que nuestras capacidades mejoren y que nuestra humanidad sea mayor. En este punto, el mundo puede ser concebido como una totalidad, una realidad ya estructurada, que se forma a sí misma dialectalmente en un proceso de ser una existencia. El desafío es evitar el solipsismo y el idealismo a través de un método de análisis y una concepción del mundo que integre un análisis dialéctico de la realidad y una unidad dialéctica con los oprimidos. En esto intento ser congruente con las ciencias humanas holísticas desarrolladas por Marx, quien, por cierto, no era un determinista económico. Las leyes históricas sobre la tendencia del capital no son lo mismo que las leyes naturales para Marx. Marx no estaba de acuerdo con la idea de que el capitalismo seguía las leyes evolutivas universales. La historia no sigue una única trayectoria, existen contingencias y uniformidades, tendencias que se pueden predecir en líneas generales y futuros posibles. Marx creía en la primacía de las relaciones materiales por encima de la primacía del «espíritu» y nos avisó de que el beneficio no viene de las relaciones comerciales –comprar barato y vender caro– sino de la mano de obra humana y de trabajo duro de las clases trabajadoras. No digo que crea que los valores espirituales no son importantes. Lo que digo es que necesitamos conseguir algunas condiciones materiales en nuestra sociedad antes de buscar los valores espirituales que podemos seguir de manera efectiva. Si queremos buscar una fórmula simple para estudiar a la humanidad, podemos decir que quienes venden su fuerza de trabajo para ganarse la vida –quienes producen beneficios para los capitalistas– pertenecen a una clase: la clase trabajador. Y aquellos que compran el trabajo y obtienen beneficios del trabajo de otros son de otra clase: la clase capitalista. Yo sigo el ideal de Marx sobre el desarrollo de las fuerzas humanas productivas: un proceso muy complejo que se está históricamente relacionado con la condición material de producción y lucha de clases. Cada uno de los pases del desarrollo de las fuerzas de producción de la sociedad –es decir, de la especie humana y de su división laboral– está ligado históricamente con las relaciones sociales de producción, particularmente las relaciones de clases. Cuando aparece la dominación por parte de una de las clases como resultado de un desarrollo histórico, los elementos dominantes de las relaciones intentan mantenerse en el puesto y la sociedad existente pierde su carácter de progreso. A pesar de los cambios en las condiciones materiales de la producción, cualquier clase dirigente buscará mantener su poder a cualquier coste, llegando a ser una traba para el desarrollo económico y social. El estado, la legislación, la religión y el conjunto de ideas que representan los intereses globales que representan y que están condicionados por las relaciones socio–económicas subyacentes serán empleadas para defender el statu quo y tapar las contradicciones de la sociedad, a menudo mediante las fantasías desaliñadas de Hollywood o las encantamientos temporales de la cultura popular. ¿Y qué significa todo esto para la educación? Bueno, es intentar empujar el capitalismo hacia el sufrimiento de los pobres y los oprimidos, mientras este siga activo, pero debemos reconocer que necesitamos avanzar más allá del capitalismo si queremos alcanzar una igualdad real descubrir mejores capacidades y poderes humanos.

Mientras que los educadores progresivos bien intencionados van a criticar la manera en la que los humanos se vuelven objetos muertos a los que marxistas llaman «materias fetichizados», aborrecerán considerar el hecho de que en la sociedad capitalista todo el valor originado en la esfera de la producción y el de los papeles primarios en las escuelas son para servir a los agentes o funcionarios del capital. Además, no entienden que la educación es más una reproductiva para un orden social explotador que un desafío para este, precisamente porque se basa en los fundamentos del intercambio de valor capitalista. Al leer a Marx y a Freire no nos convertirá en revolucionarios capaces de ir más allá del capitalismo pero ignorar lo que dijeron sobre la transformación de la educación en el contexto de la lucha de clases sería una gran pérdida de esfuerzos.

Muchos de mis trabajos pretenden demostrar que la mayoría de las reformas educativas progresivas liberales están incrustadas en políticas retrógradas, oportunistas y banales que se sitúan en una cultura de compasión liberal y cosmopolitismo políglota que impide la transformación de la educación en lugar de hacer que avance.

JMBT: Estamos de acuerdo en que la educación actúa como una reproducción social del sistema neoliberal. Y por lo tanto, está imbuida por su lógica neoliberal y perpetúa la extrema riqueza de una insignificante minoría frente a una vasta mayoría de gente que lucha para tener una vida respetable. ¿Qué pueden hacer los educadores para cambiar esta situación y avanzar hacia un desarrollo humanista mundial?, ¿Cómo se inició usted en su vida para convertirse en un educador crítico?

PM: Muy bien. Déjeme comenzar brevemente con su pregunta sobre mi propia historia. Como muchos jóvenes que crecieron en Canadá entre los años 50 y 60, me sentía cada vez más engullido por una masa viscosa de aburrimiento, una convención de adormecimiento mental, sobre todo mi experiencia de estar escolarizado, desde que me gusta hacer la distinción entre estar escolarizado y experimentar la educación.

La educación requiere del cultivo de la crítica, o conciencia crítica, y en mis años de instituto, siendo inteligente o capaz de reclutar conceptos al servicio de un análisis constante no era algo con lo que te ganaras la atención de tus compañeros. Yo era lo suficientemente poco profundo en lo cultural como para querer formar parte de la masa, así que a menudo escondía mi curiosidad intelectual por la vida, sobre todo en momentos de agotadora soledad. En esos momentos me gustaría protestar conmigo mismo acerca de mí mismo acerca de por qué mi vida en la escuela parecía tan ruinosamente vacua, por qué yo era estaba tan interminablemente triste, por qué actos de creatividad, y por qué muestras de ingenio y humor parecían ser tabú y eran tratadas como insensatas por muchos profesores, como una clase de imprudentes infracciones epistemológicas. Tuve dos maravillosos y excepcionales profesores en mi último año de instituto: Dennis Hutcheon and Harold Burke. Burke hacía lecturas dramatizadas en clase. Con los pulmones tan imposibles de llenar como la Basílica de San Pedro, gritaría fragmentos de Shakespeare y obras contemporáneas, convencido de que eran una parte indispensable de una buena educación y, por supuesto, tenía razón. En sus clases hicimos serios, sino vacilantes, intentos de comprender la opinión y la paradoja, el estereotipo y la novación del día a día. De Burke aprendí a apreciar el poder de la retórica, a menudo metido en debates con descarada extravagancia. En aquellos días tal prodigalidad solo podía ser tolerada por un joven espadín, la arrogancia que salía por mi boca sin duda me hacía insufrible ante muchos de mis compañeros. «Hutch» desarrolló un curso sobre los Medios de Comunicación que examinaba las ideas y teorías de Marshal McLuhan. También era un católico convencido y, en gran medida como resultado de su influencia, me interesé por la teología (aunque Hutch en sus últimos años se volvió un católico conservador mientras  yo me aventuraba en los fríos interiores de la mente Jesuita para explorar libros ininteligibles juzgados por los guardianes de la Fe como sacrílegos, trabajos de teólogos de la liberación y apóstatas). Queriendo unirme al sacerdocio pero sin tener demasiada fe religiosa, abandoné la idea, destinándome a vivir en los márgenes seculares de lo que en aquella época era considerado el mundo normal (donde los hombres ya no tenían que llevar sombreros de fieltro, pero donde cubículos estériles de oficina en cualquier edificio de fría piedra se convirtieron en el deprimente destino de muchos de mis contemporáneos). Muy a menudo me veía perdido en un mundo de lecturas de Nietzsche, Camus, Sartre, Hesse, Genet, Proust, Northrop Frye, Marshall McLuhan, Harold Innis, Gregory Baum, donde trataba en vano de desplazarme a mí mismo de la vida cotidiana en el suburbio Willowdale en Toronto, que era para mí una tierra Cimeria de melancolía y desesperanza. El trabajo de Dylan Thomas, Vachel Lindsay, Leonard Vohen, Irving Laython y por supuesto los poetas de la generación beat, me servían para desanclarme temporalmente de mi malestar, pero la extrema desesperación de la juventud me iba a abrumar inevitablemente. Crecí en una familia conservadora de clase trabajadora que dejó sus raíces en comunidades granjeras de Ontario para viajar a Hamilton, a Toronto y a otras grandes áreas metropolitanas (donde mi padre consiguió un puesto de director de la zona este de Canadá para la compañía Phillip Electronics que temporalmente nos llevó a ser de clase media). Me contaron que mis antepasados trabajaron en los astilleros de los muelles de Glasgow como remachadores y soldadores pero nunca profundicé realmente en mi árbol genealógico; todo lo que recuerdo son fotos de mi tío en la granja, fotos de mi abuelo materno con la falda escocesa llevando una fusta y fotos de mi abuelo paterno vendiendo jabón en el exterior de un coche. Mi abuela paterna vivió con nosotros hasta que murió cuando yo tenía unos dieciséis años y recuerdo que podía patear sobre su cabeza en su bien entrados ochenta. Un hijo único, que veía a mi padre, un veterano de la segunda guerra mundial en el Royal Canadian Engineers, entrar en el ejército laboral de reserva  tras ser despedido de la Phillips, y a mi madre, una ama de casa, aventurarse a buscar trabajo para mantener a la familia como operadora de telefonía cuando el enfisema de mi padre lo imposibilitó para seguir trabajando a media jornada en tiendas de electrónica, crecí enfadado, receloso de entregar mi vida a una corporación, o lo que nosotros llamábamos the suits (los trajes). Antes de la enfermedad de mi padre nuestra casa fue un solárium  de normalidad; televisivas historias de detectives y westerns por la noche; televisados partidos de hockey; comedias televisadas; en resumen; televisada felicidad para una inexplorada vida (aunque pude viajar, al estilo Kerouac, con Buzz Murdock y Tod Stiles en la excelente serie Ruta 66 y, más tarde, por la larga y solitaria carretera con Jim Bronson [Michael Parks] en la exitosa serie Then Came Bronson). A finales de los años 60, me uní a la comunidad hippie Yorkville Village en lo que se vino a llamar «dominguero», y Yorkville, como yo lo recuerdo, fue más un estado mental que un grupo de céntricas calles donde solíamos pasar el rato, probar cualquier droga imaginable, y a veces, si teníamos suerte, «ponernos cachondos» con buenos libros y álbumes y conocer mujeres jóvenes de apariencia pre-Rafaelita que conocían a miembros de los círculos artísticos y literarios de Toronto que podían invitarnos a fiestas y encuentros en los que pretenderíamos encajar. Yorkville era un lugar donde, potencialmente, podrías desarrollar una mirada más perspicaz para entender la producción cultural y a veces, llegar  a reconocer la coincidencia entre la producción de cultura de masas y la regresión al propio intelecto, como motoristas, hippies, quinceañeros, y a veces organizadores políticos reunidos en cafeterías y antros o simplemente por las calles, todos pretendiendo que estábamos creando una nueva sociedad libre de los normativos grilletes de la moralidad y estilo de vida convencional, pero básicamente, andábamos buscando drogas, sexo y rock and roll y nuestros 20 minutos de fama. Que estaba viviendo las últimas fases de la globalización capitalista no era algo que estuviese captando mi atención ni siquiera por un momento. No se me ocurrió que dicha exploración de la «sociedad integral» fuera importante, o al menos significativa, o que fuera necesaria para comprender los medios y vías que yo estaba situando en un orden social mayor, todavía inmerso en la diferencia interna de un estado-nación dialécticamente unificado llamado Canadá, viviendo en los márgenes de una sociedad civil consistente en un compendio de prácticas y relaciones de poder dialécticamente desafiantes por un sistema integrado dentro del Estado. Era la vida antes que la teoría crítica, sociología, antropología, hermenéutica y fenomenología existencial. La vida era vivida como un crudo código binario. Éramos geniales y todos los demás eran sospechosamente poco geniales, especialmente cualquier persona mayor de 30. En aquel tiempo todavía había una relación de conflicto entre jóvenes de base política y movimientos sociales que abogaban por la lucha de clases. Yorkville estaba más por el estilo de vida y la contracultura en oposición a la transformación política de la sociedad, y los Maoistas que te podías encontrar de vez en cuando nos parecían demasiado militantes y dogmáticos para ser tenidos en cuenta si uno quería disfrutar del estilo de vida bohemio que era lo que buscábamos en esos días. Me politicé mucho después, principalmente por lo americanos que abandonaron Estados Unidos como resultado de la guerra de Vietnam  que acabaron como profesores míos en la Universidad de Waterloo y en la Universidad de Toronto, aunque ciertamente era una politización de Nueva Izquierda, con políticas de identidad, derechos civiles, y nuevos movimientos sociales (feminismo, derechos de los gays, derechos de los inmigrantes) desplazando más que integrando en la mayoría de las formaciones políticas de clase anteriores. Recuerdo que hubo un controlador de la ciudad, Herb Orliffe, que sugirió, ominosamente, en la primavera de 1967, que los hippies debían ser llevados a campos de trabajo donde deberían aprender un oficio. Reconozco que la desinencia llegó en la trayectoria que mi vida estaba llevando, y que la escena de Yorkville estaba muriendo y, sobre 1968, me di cuenta de que inevitablemente necesitaba un cambio en mi vida. Ya he escrito sobre lo que pasó después-la paliza que me llevé como advertencia por la policía metropolitana en una fría y húmeda celda del norte de York, el encuentro con Allen Ginsberg, mi viaje a Norteamérica, mi noche psicodélica con Timothy Leary, la excitante locura de San Francisco y Los Ángeles en el verano de 1968, por ello no voy a relatar aquellos días. Cómo fue algo de aquello claramente canadiense, no estoy seguro porque no reflejé mis raíces canadienses hasta que llegué a Estados Unidos, que empezó como una desesperada estancia pero que ha durado 28 años y continua, habiendo perdido mi puesto como profesor en la universidad de Canadá, por mi cada vez mayor politización en la enseñanza y siendo rescatado por Henry Giroux, quien me trajo a la Universidad de Miami en Ohio y me ayudó a saber cómo hacer trabajo político y continuar en la universidad. Viviendo en Ohio, los alumnos me solían decir que les recordaba a un americano del norte, más a un americano descafeinado que a un canadiense, una observación que, francamente, me pareció perturbadora y decía mucho de los estudiantes estadounidenses y de la cultura.  Siendo específicamente canadiense y trabajando dentro de una colonia de poder que me sentía obligado a criticar, creo que mi identidad desarrollada en Canadá era más móvil que nacionalista, si no destrozada, sangrado a través de las membranas figurativas de su Canadian-ness, como algo que siempre era extraño para sí mismo, porque nunca tuve la sensación de lo que significaba ser canadiense, pero que al mismo tiempo trataba de explicar a la gente a la que conocí y las ideas que hallé en el contexto de vivir una vida al servicio de algo más grande que el propio estado-nación, tratando de encontrar que significaba estar al servicio de la sociedad. Sentía que pertenecía a cualquier lugar, y a ningún lugar, cualquier lugar era una aberración y en ningún lugar me sentía remotamente cómodo, supongo que crecí cómodamente en mi incomodidad. Sin embarigo, el irme fuera de Estados Unidos me motivó para reclamar mi identidad canadiense (en oposición a reclamar una ya bien cosida identidad canadiense) puesto que crecí para odiar la escena política estadounidense, su excepcionalismo americano, sus guerras imperialistas, su falsa democracia, su incipiente y luego descarado fascismo; y yo quería reivindicar algo fuera de eso, que etiquetaría como canadiense. Especialmente durante mis viajes por América Latina subrayaba mi identidad canadiense, pero, para ser justo, los activistas y pensadores americanos me han impactado de muchas maneras y eso me ha hecho mucho bien. Ahora estoy mucho más interesado en políticas de solidaridad y creación de comunidad que en política de identidad convencional. Lo que me impulsa hoy no es narrar las muchas trayectorias de uno mismo si no comprometerme con una política protagonista,  forjando un frente unido contra el capital acompañado por múltiples y antagónicas cabezas: racismo, sexismo, homofobia, discriminación por edad, discapacidad, especie y similares. Lo que te puedo decir ahora es que me siento mucho más cómodo con los trabajadores y las mayorías populares que con la clase capitalista transnacional, la burguesía, y ese el caso en todos los países en los que tengo el privilegio de pasar tiempo de manera habitual.

Por lo que respecta a la siguiente parte de tu pregunta: si existe un silencio estructurado, una cultivada ceguera, una motivada amnesia entorno a la urgente tarea de hacer historia sobre las relaciones de poder en condiciones materiales concretas de producción y si, a continuación, existe un gran rechazo en negar las limitaciones de la ética burguesa en el proyecto de la transformación social y, finalmente, si queda una estudiada reticencia para enfrentarse al total de varias capas de hormigón de la vida cotidiana en la que el valor de uso está subordinado al valor de cambio, entonces no podemos simplemente culpar al sistema educativo o a los profesores que reproducen engaños capitalistas.

En cierto modo todos somos un poco un engaño y cada día me esfuerzo por serlo menos mientras continúo sacando provecho a mi potencial como aprendiente. Al igual que intento señalar en mi discurso mis experiencias como un joven que ha crecido en Canadá, los profesores no son inmunes a las ideas dominantes de la sociedad en la que viven, las cuales, como dijo Marx, son normalmente las ideas de la clase dominante. Y por ello, como sabemos, los educadores también deben educarse a ellos mismos. En su Tesis sobre Feuerbach Marx opinaba que «La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado». Incluso los sindicatos de maestros han estado asidos a las políticas neoliberales de educación aunque durante años he abogado por un movimiento social sindicalista que se compromete más allá de las funciones que le corresponden, en términos de una lucha política más amplia por la justicia económica y social, por los derechos humanos, y por una democracia participativa y directa. El movimiento social sindicalista con afiliados de los movimientos obreros, feministas, estudiantiles y otras organizaciones de derechos humanos integrándolos en una red más grande o frente popular en contra de la injusticia y la explotación de la clase dominante.

La pedagogía crítica revolucionaria es parte de un ecosistema de activismo político que incluye organizaciones comunitarias, organizaciones de profesores, un gran número de grupos de derechos humanos que defienden la educación multicultural, derechos de gais, lesbianas, transgénero y bisexuales, salario mínimo, justicia ecológica, derechos de los discapacitados y organizaciones antirracismo y antiimperialismo. Aquí encontramos organizaciones de planes de estudios, organizaciones educativas de profesorado y organizaciones de política educativa, en contra de los estudios estandarizados, la privatización de las escuelas públicas, el flujo de la escuela a la cárcel, defendiendo la participación de los padres y la comunidad en las escuelas.

La idea general de la agenda que he estado intentando desarrollar desde mediados de los 90 está basada en la descripción en lo que István Meszarós llama Educación Socialista: «el órgano social a través del cual la reciprocidad mutuamente beneficiosa entre los individuos y su sociedad se vuelve real». Mi preocupación ha sido organizar la pedagogía crítica en su sentido más amplio, no una coalición sectaria o un movimiento social al servicio de alterar los modos de producción y reproducción históricos en formaciones sociales específicas, incluyendo formaciones no específicamente educativas.

La pregunta que necesitamos hacer es: ¿Cómo se puede abolir la producción de valor, el trabajo asalariado? Tenemos que ir más allá de la intervención del Estado en la economía, ya que esto no es socialismo. La intervención del Estado en la economía no previene del valor de producción de la mano de obra, el trabajo alienado. De hecho, el capital es una relación social de trabajo abstracto y es precisamente el capital como una relación social lo que tiene que trascender. Por supuesto esto es un reto para todos nosotros. Ir en contra de los aparatos ideológicos de Estado (que también tienen prácticas coercitivas como la no promoción y sistemas de privilegios para aquellos que siguen las reglas) y los aparatos de estado represivos (que también son coercitivos en el sentido de que se aseguran ideológicamente la unidad interna y la autoridad social a través de patriotismo y el nacionalismo) no es tarea fácil. Hay disyunciones y desarticulaciones dentro y entre los espacios sociales de las superestructuras y debemos trabajar desde dentro, en los espacios de los sistemas legales e ideológicos que se pueden transformar en interés de la justicia social y económica. La lucha es doble.

La pedagogía crítica revolucionaria es un modo de conocimiento social que indaga en lo que no se dice, en los silencios y lo suprimido o lo desaparecido para descubrir las operaciones de los poderes económico y político, subrayando las representaciones y detalles concretos de nuestras vidas.

Revela cómo la lógica abstracta de la explotación de la división del trabajo informa a todas las prácticas de la cultura y la sociedad. La crítica materialista interrumpe lo que representa en sí misma como algo natural y por lo tanto como inevitable y explica cómo es producida materialmente. La crítica, en otras palabras, nos permite explicar cómo las diferencias sociales-género, raza, sexualidad y clase- han sido sistemáticamente producidas y continuarán operando dentro de los regímenes de explotación, es decir, dentro de la división internacional del trabajo en el capitalismo global, por lo que podemos luchar para cambiarlas. Así, una pedagogía de la crítica tiene que ver con la producción del conocimiento transformativo. No se trata de la libertad como la libertad del deseo, porque esta libertad, esta libertad del deseo, se adquiere a costa de la pobreza de otros. La pedagogía crítica no se sitúa a sí misma en el espacio del mismo, o en el espacio del deseo, o en el espacio de la liberación, si no en el de la necesidad de la colectividad, y la emancipación.

En resumen, los profesores tienen que apoyar alternativas sostenibles para el capitalismo neoliberal poniendo énfasis en el crecimiento económico; proteger los recursos naturales para las generaciones futuras; proteger los ecosistemas y ayudar al apoyo de la biodiversidad, apoyar una economía basada en la comunidad y una democracia de base que incluya formas participativas y directas, ser un ejemplo de pedagogías anti-racistas, anti-discapacidad, anti-sexistas y anti-homofóbicas que respeten la diversidad y el trabajo desde una perspectiva post-patriarcal. No voy a resumir aquí los imperativos y las prácticas de la pedagogía crítica, o la educación popular, excepto para decir que estos enfoques construidos a partir de las experiencias de los estudiantes, y el lenguaje que emplean ayudan a los estudiantes a preguntarse sobre la transparencia de sus propias experiencias, es decir, que las lenguas permiten a los estudiantes cuestionarse la interpretación de sus experiencias y ayudan a los estudiantes en la conexión de sus propias experiencias y las historias a las situaciones más amplias que son locales, regionales, nacionales y de alcance global. Creo que es importante dar a los estudiantes la oportunidad de pensar dialécticamente y emplear la perspectiva del materialismo histórico en el análisis de sus propias comunidades y en sus relaciones con sus vecinos y escuelas. No solo son los profesores quienes necesitan convertirse en investigadores críticos, deben dar a sus estudiantes la oportunidad de adquirir herramientas de investigación. Existen multitud de perspectivas teóricas que los maestros pueden obtener de estudios críticos sobre discapacidad, etnografía crítica, teoría feminista, la teoría crítica de la raza, la teoría poscolonial, y el trabajo de la nueva «escuela descolonial» que trabajan desde la premisa de que tenemos que luchar contra el «colonialismo del poder». La teología de la liberación también ofrece una riquísima fuente de comprensión del poder del Estado como una forma de «pecado social».

Es cuestión de alentar a los profesores para que se vuelvan intelectuales públicos transdisciplinarios comprometidos en lo que Henry Giroux llama la «pedagogía pública». Los profesores pueden aprender mucho de la Revolución bolivariana para llegar a ser «pedagogos públicos» y del trabajo hecho en las misiones bolivarianas. En este caso, los estudiantes conectan su aprendizaje con el trabajo en proyectos comunitarios. Todo aprendizaje se relaciona para mejorar las vidas de las familias y de los grupos sociales. Toda esta actividad requiere la adopción de la filosofía de la praxis. Es una disposición que se adquiere. No viene de ser concienzudamente crítico para luego realizar una actividad revolucionaria; de hecho, la conciencia crítica es más el resultado de la actividad revolucionaria que el requisito previo para ello. La revolución hace educadores críticos así como los educadores críticos hacen la revolución. Como nos enseñó el Che, las revoluciones generan subjetividad y acciones (estética, ética e ideológicamente) a la vez con nuevas relaciones sociales de producción. A esto lo llamo «acción protagonista». Una acción para construir un futuro radicalmente nuevo.

JMBT: Sabemos cuál es la importancia de la producción de conocimiento porque impone la «verdad» establecida dentro de los colegios. Las consecuencias más inhumanas del sistema capitalista están detrás de esta «verdad» que perpetua la desigualdad humana. ¿Qué papel tienen los medios y los editores de libros de texto en este asunto? ¿Qué podemos hacer para establecer mecanismos que aseguren que el conocimiento que se enseña en los colegios sea fiable?

PM: Desde que la democracia capitalista es realmente un oxímoron, la relación del capitalismo con la democracia ha sido siempre un «paracaídas de oro», de un socio enfrentado al otro. Uno hace de gracioso, mientras que el otro es el hombre «serio» que tiende una trampa al gracioso. Uno hace de poli bueno, otro de «poli malo» y se hacen bromas. El capitalismo genera una desigualdad económica y una extrema pobreza, mientras que la democracia lo tapa con el nombre de la eterna búsqueda de la «diversidad», «derechos humanos» o «libre elección» o sea cual sea la moda del momento, y de este modo debilita todo el concepto por el que podemos tener una verdadera igualdad política en una sociedad capitalista. La mayoría popular –los que están forzados a sobrevivir con trabajos pagados, a veces llamados el 99%– nunca son capaces de ganar importantes victorias para la democracia, pero están obligados a aceptar medidas progresivas para el logro de pequeñas victorias en áreas de tributación progresiva, atención sanitaria, educación universal, pensiones de jubilación,  protección al consumidor y al medio ambiente y derechos civiles. Aunque estas pequeñas victorias se oponen entre ellas, en algunos casos drásticamente, la clase capitalista transnacional se asegura de que la situación no llegue al punto de que el 99% tome las calles como hizo en el apogeo del movimiento Ocupa Wall Street, así que dan esperanzas para el futuro para los que aceptan ser pacientes. Pero tal esperanza es una panacea universal disfrazada. Los ricos no necesitan la asistencia del gobierno social, pueden comprar todo lo que necesiten de forma privada. Con tal dependencia estructural en dólares corporativos, la verdadera democracia es inalcanzable en Estados Unidos. ¿Qué pasa con el poder de producción mundial de los medias? En esta época de capital financiero y de desregulación bancaria, los medios permanecen en manos de empresas privadas que trabajan mano a mano con el gobierno.

Los poderosos propietarios de los medias comerciales a los que el gobierno sanciona, controlan la producción de conocimiento, establecen los límites de lo que se dice y no se dice y crean los contextos en los que la información se evalúa o percibe como poco importante. Los sectores militares/industriales/digitales de los medias forman parte del «complejo de poder» que asociamos con el capitalismo de finanzas. Robert McChesney ha escrito sobre cómo los medias operan como un oligopolio a través de cabilderos empresariales, contribuciones políticas de campaña, política de medios de comunicación del gobierno, el control de nuevos alcances de las élites corporativas y el esfuerzo de derechos monopolísticos para las emisoras que puedan sacar el mayor beneficio. La reforma de los medias es casi imposible en este contexto.

El potencial de Internet para el aumento y la mejora de la democracia se destruyó por el éxito del monopolio del capitalismo y, en realidad, Internet ha contribuido tanto en la desigualdad como en la promoción de la igualdad y aquí me interesa especialmente el potencial de los medias para ayudar tanto en la seguridad ciudadana como en la propaganda contra alternativas socialistas al capitalismo. Por ejemplo, Google gastó 5 millones de dólares (4 400 000 euros) presionando en Washington en el primer trimestre del 2012. La participación política como medio para crear un futuro más democrático está limitada por la comercialización de Internet. Vemos el derecho de competencia subestimada, vemos un aumento de las patentes de tecnología digital y el monopolio de empresas como Google, Amazon y Microsoft. No podemos tener una verdadera esfera de público democrático que promueva los intereses de la participación de la comunidad y el público mientras esté monopolizado por la codicia empresarial, impulsada por subsidios del gobierno indirecto y hecho para inclinarse hacia los intereses comerciales mediante un aumento de los derechos de autor, patentes y sistemas de propietarios. Me interesa cómo los medias corporativos en Estados Unidos ayudan a autoengañarse diciendo ser «libres» atacando el trato de Hugo Chávez de los medias en Venezuela. Muchos medios de comunicación en Estados Unidos criticaron a los de Chávez por limitar y manipular los medios en Venezuela, pero el gobierno venezolano no controla sus medios. Muchas personas en Estados Unidos creen que todos los canales de televisión y periódicos son pro Chávez. La verdad es que la mayoría de los medias en Venezuela son anti Chávez. Sí, Chávez tomó medidas contra la cadena anti Chávez CTV. (Radio Caracas Televisión Internacional), pero los medias estadounidenses no lo retransmitieron.

Como citan unos pocos medios de comunicación alternativos, la televisión venezolana tiene cuatro grandes canales: Venevisión, Televen, Globovisión y Venezolana de Televisión (VTV). De estas cuatro cadenas, Venevisión y Televen son medianamente anti Chávez, Globovisión es muy anti Chávez y VTV es extremadamente pro Chávez. También está la RCTV (Radio Caracas Televisión Internacional) de mala fama, que retransmitió un falso metraje que hacía como si una persona armada pro Chávez disparara a manifestantes en las calles de Caracas, cuando en realidad era una persona armada anti Chávez. Esta es una de las muchas razones por las que el gobierno de Venezuela declinó renovar la licencia de la emisión de la RCTV. Un 60% de la audiencia de la televisión ve Venevisión y Televen. Únicamente un 6% de los venezolanos ven VTV. La mayoría de los medias venezolanos pertenecen a empresas de élite de derecha que están fuertemente movilizadas contra los políticos socialistas y las políticas de Hugo Chávez que apoyan los medias venezolanos que conspiran sobre todo con los golpistas en su intento fracasado en 2002 de derrocar a Chávez. Los medios se negaron a mostrar las declaraciones del gobierno de Chávez que condenaban el golpe de estado. Cuando el golpe de estado fracasó, las redes venezolanas privadas se negaron a retransmitir las noticias en las que Chávez recuperó el poder como resultado de cientos de miles de simpatizantes de Chávez que rodearon el palacio de Miraflores reclamándole y como resultado de los sectores de los militares que volvieron a apoyar a Chávez. Puedes ver este metraje en el programa documental dirigido por los directores irlandeses Kim Bartley y Donnacha O’Briain, This Revolution Will Not Be Televised. O ve el documental de Oliver Stone South of the Border. De nuevo, el presidente Hugo Chávez no «apagó» RCTV el 27 de mayo. El gobierno de Venezuela decidió no renovar la licencia de retransmisión que concedía a RCTV el monopolio sobre la sección de las frecuencias de propiedad estatal. Este es el caso de que RCTV siga llegando a la mitad de la población a través de su cable y satélites. No está mal para una emisora de televisión que ha traicionado a su presidente escogido democráticamente, cuyas victorias electorales se consideraron extremadamente justas por el presidente Jimmy Carter.

Por supuesto, es cierto que la televisión del gobierno es claramente favorable hacia Chávez, pero solo el 6% de los venezolanos ven la VTV del gobierno. Y sí, Chávez interrumpió el programa de noticias con cuatro horas de cadenas (puntos de vista políticos), pero esto difícilmente contrarresta o equilibra las otras 23 horas de emisión anti Chávez. Vale, ¿y qué pasa con los periódicos? Venezuela tiene tres grandes periódicos: Últimas Noticias, El Nacional y El Universal. Últimas Noticias es pro Chávez; El Nacional y El Universal son anti Chávez. El Nacional, como se le conoce comúnmente, pertenece a Miguel Henrique Otero, el fundador del Movimiento 2D, la organización anti Chávez. En Venezuela hay más emisoras de radio anti Chávez que pro Chávez, puesto que solo el 14% de la radio es de carácter público.

No es muy sorprendente que la prensa capitalista demonice a este visionario ardiente que luchó contra medidas de austeridad, que luchó por los pobres y los desamparados, que fundó el movimiento para la quinta república, que integró a los oprimidos y marginales a la sociedad venezolana y que ayudó a hacer de su país uno de los más igualitarios de Latinoamérica. Este hijo de la escuela rural agrietó el firme muro del capitalismo financiero que algunos pueden forzar. Por desgracia, el muro está creciendo y volviéndose más grueso. Veo los medios, la tecnología de vigilancia y tecnología militar actual, como los drones, y realmente creo que estamos viviendo una distopía orwelliana. Entre el milenarismo del destino, hay personas valientes hablando: el periodista Chris Hedges o Noam Chomsky entre otros. Y son sin duda verdaderos héroes. Pero qué podemos decir como educadores sobre vivir en Estados Unidos hoy en día cuando el Congreso aprueba por unanimidad La Ley de Autorización de la Defensa Nacional, donde la Sección 1021(b)(2) da a los militares el poder de detenerte en suelo estadounidense sin garantías procesales, indefinidamente, a discreción del presidente. El 4 de diciembre de 2012, la nueva Ley de Autorización de la Defensa Nacional fue aprobada en el Senado con 98-0 votos. Es la fecha en la que el fascismo se instaló formalmente en Estados Unidos. De joven, leí 1984, la novela de Orwell. De hecho, tengo la primera edición de Signet Books publicada en 1950 por The New American Library. La portada de literatura barata muestra a una mujer sexi con un vestido corto de espaldas a un hombre con una camisa sin mangas de trabajo. A la izquierda hay un hombre con una capa y mono negros y parece como si estuviera sujetando el mango de un látigo. El anuncio en lo alto de la portada pone «Una visión sorprendente de la vida en 1984. Un amor prohibido… Miedo… Traición». Y detrás, está la pregunta: ¿Quién SERÁS en 1984? Hay cuatro opciones: proletariado, guarda policial, miembro del partido, varón y miembro del partido, hembra. Solo leí la descripción de los miembros del partido. Miembro del partido, varón: «Sin rostro, tonto, un robot de carne y hueso con un cerebro de botón, se te niega el amor por ley, se te enseña el odio mediante un interruptor». Miembro del partido, hembra: «Un miembro de la liga anti-sexo desde su nacimiento, tu labor será contener todas las emociones humanas y puede que tus hijos no sean los de tu marido». En ese momento el libro fue promocionado obviamente como metáfora del trato comunista de la Unión Soviética. Pero mira a tu alrededor hoy en día y sopesa ¿quién está ejecutando a enemigos por drones voladores? ¿Quién practica «entregas extraordinarias» y arresta a gente sin garantías procesales y los llevan a centros de detención secretos? ¿Quién ha creado el estado de seguridad nacional con cámaras en cada esquina? En el 2006, durante el gobierno de Bush, el FBI investigó la biblioteca de la Universidad de California para ver qué libros sacaban los estudiantes, el mismo año que me colocaron en la cabeza de la lista de los «treinta sucios» profesores izquierdistas por un grupo de derecha que ofrecían a los estudiantes 100 dólares por grabar en secreto mis seminarios y 50 dólares por facilitar apuntes de mis clases. Cuando escaneé la portada de 1984, no me sorprendió que fuera para incitar a la lectura. Hoy en día está claro que la llamada democracia capitalista  es la que ha generado ominosamente una población satisfecha (franca, sí, pero aun así complaciente), lo suficiente complaciente para eliminar la psique colectiva y mantenerlos a raya lo suficiente para permitirnos cometer los crímenes más atroces. Como en 1984, «inventamos» enemigos y construimos una economía de guerra para batirlos. Por ejemplo, la guerra en Irak. La empresa Halliburton, mantenida por el anterior vicepresidente Dick Cheney, dio 39.5 billones de dólares a contratos relacionados con Irak en la última década, con muchos de los tratos dados sin ninguna orden de las empresas competidoras. Mientras que el coste financiero de la guerra fue de más de 1.7 trillones de dólares, el coste de la miseria humana no tiene precio. Hoy en día parece que las relaciones humanas son más interesadas que nunca; la lealtad entre los amigos está desapareciendo; las personas que dicen que son tus amigos, te traicionarán en actos de indignación de mojigato si les da una ventaja; el amor se ha reducido a un enjambre de productos químicos por el cuerpo mientras que se ha remplazado al corazón por una colmena. Creo que el imperialismo capital ha sido el íncubo creando un colectivo estadounidense. La psique, cuya inconciencia estructural se distingue del carácter del Psicópata estadounidense. Cuando el psicópata sepa quién es, ¿será demasiado tarde?

JMBT: Pensamos que es necesario enseñar en todos los programas educacionales cuestiones como el envenenamiento del agua por la extracción de petróleo bruto pesado, la explotación infantil o deforestación por razones comerciales. Creemos que enseñar estas causas y consecuencias de estas situaciones tristes podría ser el primer escalón para conseguir conciencia e ir hacia la justicia social. ¿Cree que es posible introducir este tipo de conocimiento en la educación?

PM: Es una buena pregunta, José. ¿Qué podemos hacer como trabajadores de la educación y culturales en este momento crucial de la historia cuando los ingresos de las empresas se expanden mientras que el trabajo de mercado se reduce, cuando hay tal cruel indiferencia por los sufrimientos humanos y la vida humana, cuando el indomable espíritu humano resuella en una atmósfera de parálisis intelectual, amnesia social e inactividad política, cuando las tonalidad translúcidas de esperanza parecen todavía más etéreas, cuando pensar en el futuro parece anacrónico, cuando el concepto de utopía se ha convertido irremediablemente en un cuento de Disney, cuando nuestros papeles sociales como ciudadanos se han convertido cada vez más en los de empresarios e instrumentalizados en un mundo que esconde la necesidad bajo el nombre del deseo de consumo, cuando los análisis de los medias de las invasiones militares es simplemente más publicidad para la compleja industria militar estadounidense con su enorme industria de armas global, y cuando tanto los profesores como los estudiantes se regodean en lo absurdo, esperando al vertedero de la vida consumida para vomitar otra panacea por desesperación? ¿Qué podemos hacer como presos en una prisión del capitalismo, sepultado en una cámara olvidada de la cultura de la comodidad?

En su pregunta mencionó la explotación infantil. ¿Y qué pasa con los asesinatos de los niños? ¿Y con la justificación de la tortura? Cuando los americanos se juntaron en masa para ver la película La noche más oscura por el brillante y galardonado director Kathryn Bigelow (a quien Naomi Wolf nombró apropiadamente el nuevo Leni Riefenstahl, «siervo de la tortura» y «defensor del mal») para regocijarse en el supuesto éxito del plan del gobierno estadounidense de que sodomizar y ahogar a supuestos terroristas musulmanes, no ciudadanos estadounidenses, no importa si vivían dentro o fuera de Estados Unidos, es seguro de vigilancia por drones o asesinatos. El presidente Obama puede protestar todo lo que quiera sobre la disponibilidad de armas en Estados Unidos (hay 300 millones de armas registradas a propietarios privados), pero no parece preocuparse mucho por todos los niños que están muriendo en sus ataques aéreos por todo el mundo. Según la Oficina de periodismo de investigación, hay aproximadamente entre 399 y 500 ataques aéreos hasta la fecha, y aproximadamente 3 000 individuos han muerto por estos ataques, muchos de ellos civiles, incluidas mujeres y niños. Solo en Paquistán, 891 civiles han muerto por drones estadounidenses desde el 2004. Estas operaciones de asesinatos aéreas tienen lugar a petición de los líderes que no buscan ninguna alternativa a la ley imperial con afán de lucro y están sucediendo con mayor regularidad en Oriente Medio, Asia meridional y África.

Niños, mujeres y hombres inocentes en países en los que Estados Unidos ni siquiera está en guerra están muriendo por los misiles endemoniados, ataques que ocurren sin oposición del Congreso o el poder judicial y muchos de ellos aprobados por el presidente Obama. Más de 3 000 personas muertas, la mayoría de ellas no combaten, son muertes por «daños colaterales» y de esas, 172 son supuestamente niños. Por supuesto, los países soberanos pueden hacer frente a la llamada guerra permanente de terrorismo mediante el uso de drones, vigilancia o armando como en el caso de los «soldados de infantería» del mundo de los drones, el depredador y el segador. En este caso el puño militar va por el aire para extender su alcance letal, en forma de ojos mirilla fijados con las sandalias de Hermes, sus misiles de puños americanos cubiertos con guantes ligeros de látex de autopsia. Pero, ay, no habrá Marías de plata de la Metrópolis de Fritz Lang al hombre, con armas antiaéreas y conducir a los oprimidos a la victoria sobre sus opresores. Vivimos en un momento vergonzoso en la historia, cuando el presidente de Estados Unidos tiene el poder de hacer ejecuciones selectivas de los ciudadanos americanos. Un ataque aéreo estadounidense en el este de Afganistán de no hace mucho mató a 10 civiles, incluidos 5 niños. El ataque mortal llegó horas después del discurso del Estado de Unión en el que el presidente Barack Obama declaró falsamente que después de más de una década, la guerra estadounidense y ocupación en Afganistán «acabará» a finales del año. Vale, ahora la siguiente parte de su pregunta.

Mencionó «deforestación» y la «intoxicación del agua». Sí, deberíamos examinar estos asuntos en todos los niveles del sistema escolar. Cuando pensamos en cuestiones como «cómo sustentar un crecimiento estable de la economía global para hacer que las comunidades perjudicadas del mundo vuelvan al trabajo», barajamos la conjetura errónea de que hacer que las personas produzcan y consuman más productos es la respuesta a los problemas a los que nos estamos enfrentando durante esta horrible crisis económica. Creemos que si somos productores más creativos y eficientes, podremos pagar la deuda, crear empleo, aumentar la igualdad económica, encontrar maneras de proteger la integridad del ecosistema del planeta y aumentar radicalmente la biodiversidad y la igualdad. Esto es una idea colectiva que únicamente ayuda a reproducir el razonamiento geopolítico y económico del existente olipolio. Porque aumentar el tamaño de la economía no significa necesariamente que habrá más trabajos. Y cuanto mayor sea la economía, más peligro generamos para la biodiversidad del planeta, porque usaremos un mayor número de fuentes y soltaremos más dióxido de carbón a la atmósfera.

El problema es que nuestra economía ya depende demasiado del crecimiento: el objetivo de la economía no debería ser el crecimiento continuo, no debería depender del crecimiento global como modelo para generar empleo. Todo lo que se dice acerca de expandir la economía a toda costa es en realidad una cortina de humo para subir los impuestos a los trabajadores, bajárselos a las empresas, minar la seguridad del trabajador y pagar salarios más bajos, sin mencionar el debilitamiento de los sindicatos.

Es necesario desenterrar la relación entre el capitalismo y la sostenibilidad ecológica en nuestras escuelas. Uno de los temas importantes en clase debería ser la gran crisis financiera que estalló en otoño de 2008 y la profunda recesión mundial en la que derivó. Pero, ¿creen que todo iría bien con la burguesía oligarca que actualmente se beneficia de la fusión entre el capital de la banca y el monopolio y que está consolidando su poder a través de una intersección de formas de dominación política y económica? Como el capital se mueve libremente, así como la inversión en producción o en formas ficticias de capitalismo y como especuladores, capitalistas financieros, agentes de bolsa, bancas de inversión, gestores de fondos y otros ayudan a desatar las fuerzas de la acumulación de capital a nivel mundial, y como el neoliberalismo con sus agresivas políticas a favor del mercado permite que este capital financiero se reestructure por sí mismo para diversificar sus formas, para expandir sus oportunidades de acumulación a través del crecimiento de industrias de venta al por menor, financieras y de servicios, e impulsar su alcance mundial, entonces es seguro asumir que nuestros ecosistemas han sido explotados en un sistema de producción de bienes capitalista de manera que no podemos hablar de capitalismo en absoluto sin hablar de capitalismo como una ecología mundial. La completa fisonomía del capitalismo ha cambiado: el capital financiero requiere una acumulación paralela de poder político, las entidades financieras están unidas a una oligarquía política sin revisar que genera formas de capitalismo altamente financializadas y parasitarias, como el alzamiento de bienes. Al vampiro del capitalismo le ha crecido una segunda fila de colmillos. La sombra alargada de Nosferatu cae sobre el actual ataque sistemático a los estándares de vida de la amplia mayoría de la población.

Necesitamos políticas económicas que no reposen en referencias como el creciente Producto Interior Bruto. Necesitamos mejorar el bienestar de los trabajadores y frenar el daño medioambiental a largo plazo. Necesitamos reducir la jornada laboral, no aumentarla, y distribuir el trabajo disponible de forma equitativa. Necesitamos abandonar nuestro sistema monetario basado en deudas porque con un sistema como tal, habría que generar un crecimiento económico constante para pagarlas.

Necesitamos adoptar una visión de sostenibilidad y autosuficiencia animada por ideas socialistas e ideales como la igualdad y la justicia social. A este esfuerzo lo llamo «ecopedagogía crítica revolucionaria». Es la combinación de una aplicación centrada en la historia de la teoría de Marx, pedagogía crítica revolucionaria, y avances teóricos en ecopedagogía, como los excelentes logros de Richard Kahn, David Greenwood, Tina Evans, Donna Houston, Sam Fassbinder, Anthony Nocella, Steve Best y otros.

Hemos iniciado una era posgenómica en la que ansiamos crear algún tipo de paraíso generado científicamente en el que toda forma de vida puede languidecer ante algún estupor bovino, en una especie de pseudo-realidad alterada químicamente controlada por traficantes de drogas psicotrópicas transnacionales que nos ofrecen separarnos químicamente de la miseria emocional de nuestro cerebro precambriano a través de un amplio abanico de drogas de diseño que nos sitúan en una felicidad epifánica ininterrumpida a los pies de una estatua de un Cuarto de Libra en algún prosaico patio empedrado de una aislada Casa de Ronald McDonald, junto a un campo de golf de 18 hoyos o en algún tipo de epifanía transhumana edénica en la sala de seminarios de alguna universidad rebosante de la mezcla correcta de optimismo leibniziano y pesimismo nietzscheano dionisiaco. O donde podamos permanentemente estar «en la carretera» en alguna fantasía bohemia del Renacimiento de los 60 en San Francisco. Pero todo esto es necesario si ya hemos abrazado la visión hobbesiana de completa sumisión a la autoridad total, si nos hemos convertido en suplicantes de un complejo posindustrial de comunicaciones en el que nuestros sentimientos ya cuentan con la estructura de diatribas primordiales y hechos y gestos de intrépidos presentadores de programas de entrevistas con su marcado patriotismo. Donde expertos charlotean incesantemente sobre Dios y el país, globos corporativos y propagandistas que serían prestados de una forma más apropiada si todo excepto sus voces fuera remplazado por personajes animados. Solo un dibujo animado sin alma podría defender a las grandes empresas y a los ricos que evaden más de 100 mil millones de dólares de impuestos al año por medio de lejanos paraísos fiscales como las Islas Caimán (hogar de más de 18000 empresas), Bermudas y Bahamas, que ayudan a grandes multinacionales como General Electric a evitar pagar miles de millones de dólares en impuestos. O defender al Tribunal Supremo en el caso Citizens United contra la Federal Election Commission en 2010, el cual halló que la primera enmienda de la Constitución de EE. UU. Sobre la libertad de expresión prohíbe al gobierno restringir gastos políticos independientes por parte de empresas y sindicatos, una norma que otorga a las empresas el mismo estatus y derechos que a las personas, y por lo tanto, da lugar al acuñamiento del término personalidad corporativa. O defender la reautorización de la Ley de Enmiendas FISA de 2008, una factura espía que viola la cuarta enmienda y que otorga amplia autoridad de vigilancia al gobierno y aumenta los poderes de la NSA para inspeccionar correos electrónicos y llamadas internacionales de los estadounidenses. O apoyar las leyes sobre noticias que convierten en acto terrorista investigar la crueldad animal, la seguridad alimentaria o las violaciones medioambientales en granjas controladas por empresas que producen gran parte de nuestra carne, huevos y productos lácteos. Con muchos seguidores del Partido Tea que opinan que ley destinada a reducir la violencia de las armas es una violación del derecho divino del hombre a poder acceder a los rifles de asalto, esa acción contra el derecho a la autodefensa es por defecto una violación de los derechos del hombre donde la única forma de detener la violencia, como en la reciente masacre en la escuela Newtown, es tener más profesores hombres en las aulas, armados con pistolas. Podríamos querer considerar este país como repleto de extremistas religiosos de la misma pasta que aquellos que actualmente tienen la categoría de «terroristas».

Bill McKibben expone que el cambio climático es un tema que no puede darse el lujo de largos debates como aquellos que se orientan a la política educativa o inmigración, debates que a menudo generan solo cambios incrementales. El cambio climático es físico y si no actuamos ya, será demasiado tarde. La industria del combustible fósil crea dióxido de carbono y lo transforma en calor. Es el negocio más lucrativo del planeta. Si queremos detener el derretimiento del hielo en el Ártico, necesitamos reducir las emisiones tóxicas un 5 por ciento al año a nivel mundial y comenzar de inmediato. La industria del combustible fósil ya ha sobornado al Congreso. La Casa Blanca ha rechazado la EPA en sus propuestas para reforzar el smog y las regulaciones en materia de ozono y la industria minera ya está sobornando a las amplias extensiones de la cuenca del río Wyoming. Es casi demasiado tarde para decir que es demasiado tarde.

Jason W. Moore argumenta de forma muy convincente que no podemos separar la economía política, sociología, ecología, biología y otras disciplinas involucradas en comprender la humanidad de la naturaleza extra humana. Se debe a que los humanos y el resto de la naturaleza se constituyen mutuamente. Según Moore, el capitalismo es una forma de sujetar la infinita acumulación de capital. Es en efecto «una ecología mundial».

El neoliberalismo, que se basa en un nexo coactivo financiado por el estado como su piedra imán, ha reordenado la relación mundial entre los humanos y el resto de la naturaleza. La naturaleza humana se reduce a la productividad laboral. A diferencia del caso en antiguas crisis de capitalismo, no hay signos hoy en día de una nueva revolución en materia de productividad laboral en ninguna parte, ni aquí en los EE. UU., ni en América Latina o China. Según Moore, los cuatro elementos baratos (energía barata, materias primas baratas, mano de obra barata y comida barata) fueron necesarios para la rentabilidad de después de 1983. Este ya no es el caso, ya que estamos ante una revocación del abaratamiento en comida, energía, materias primas y mano de obra. Moore advierte que estamos enfrentándonos a similares problemas insuperables: incremento de los costes de energía, aumento de la competencia por tierra cultivable para biocombustibles, crecimiento de especies invasivas, el efecto de hierbas nocivas resistentes a los herbicidas, el agotamiento de los acuíferos, el fin del agua barata a medida que el calentamiento global funde el hielo de los glaciares y el debilitamiento de los fertilizantes en el crecimiento del rendimiento. El capitalismo neoliberal ha extenuado todas las riquezas «gratuitas» de la naturaleza (energía, agua, recursos y mano de obra sin mercantilizar). En otras palabras, ha extenuado las auténticas condiciones de su reproducción. El histórico colapso mundial del régimen longue dureée de beneficios del capitalismo y la ruptura épica de la acumulación neoliberal por desposesión se señala por un declive endémico de las tasas de beneficios que ha cazado el espectro del capitalismo durante décadas.

El capitalismo ha absorbido vorazmente el sistema productivo del mundo seco (la recompensa disponible de la naturaleza) al remplazar el trabajo vivo en el momento de la producción por sistemas cada vez más innovadores para ahorrar trabajo. El capitalismo, al que percibimos como una ecología mundial en lugar de un sistema económico, está respondiendo a esta crisis mediante la redistribución del valor del trabajo al capital, donde aquí «valor» se refiere a los elementos de producción, poder en el trabajo, medios de producción y beneficio. Esta extracción de valor mina las oportunidades de inversión productiva, lo cual se puede observar en las degradantes prácticas de externalización, precariedad, condiciones laborales deshumanizadas y acoso sindical. En los últimos cuatro años no se ha hecho nada significativo para detener la producción masiva y la liberación a la atmósfera de cantidades cada vez mayores de dióxido de carbono. Ha habido incluso más peticiones desesperadas para una mayor producción de petróleo y el uso extendido del carbón como combustible. Hemos entrado en una era de relaciones naturaleza-sociedad con el adviento de la penetración del capital financiero, el cual se acomoda al final de la comida barata, recursos, agua y todo lo demás. El conjunto de la naturaleza mundial se ha vuelto dependiente de un circuito de capital cuya premisa es la acumulación de medios financieros en lugar de la producción industrial o agrícola. Todos son mensajes de Jason W. Moore, John Bellamy Foster, Joel Kovel y otros pensadores marxistas que están hablando seriamente de ecología. Ahora depende de los educadores críticos el llevar este mensaje a las aulas. También necesitamos escuchar a autores como Heather Rogers, que ha llevado a cabo una crítica devastadora del «consumismo ético» y de las hoy en día ampliamente mencionadas soluciones «verdes» (compensaciones de carbono, comida orgánica, biocombustibles y coches y casas ecológicas) en su libro Green Gone Wrong. Según Rogers, Walmart y General Electric son solo dos de muchas de las empresas que están presionando el capitalismo verde. Rogers revela cómo los recientes esfuerzos por ser ecológicos a través de sustituir nuestros bienes sucios por otros «limpios» están sumidos en contradicciones y falsas suposiciones, como que estos «productos ecológicos» poco hacen para minimizar el daño cuando no consiguen romper el molde del consumo y los residuos. De una manera experta, Rogers advierte de lo que ella llama «ecologismo perezoso» y también «lavado ecológico» (campañas de relaciones públicas de las empresas diseñadas para tranquilizar y prevenir las críticas públicas de empresas en materia de contaminación, residuos, aniquilación medioambiental y amenazas a la sanidad. Estos enfoques aún se apoyan en fuerzas del mercado y por lo tanto, no pueden marcar el tipo de diferencia necesario para proteger el planeta. Green Gone Wrong explora cómo la transformación de una sociedad «petra» a «verde» afecta a los aspectos más fundamentales de la vida: comida, cobijo y transporte, e incluye consecuencias inintencionadas como la tala de bosques, la destrucción de ecosistemas nativos y la miseria más absoluta. Rogers expone palabras de moda relacionadas con el consumo ecológico y favorable al mercado como «verde», «orgánico» y «comercio justo» y nos muestra que, de hecho, son en su mayoría fraudes falsos. No podemos salvar la tierra si compramos bombillas compactas fluorescentes, coches híbridos y compensaciones de carbono, o si compramos los productos ecológicos adecuados. Los compradores de comida orgánica pueden estar subsidiando inconscientemente grandes compañías agrícolas que están erradicando los bosques y corrompiendo el suelo en algunos países en vía de desarrollo porque sus gobiernos no suelen estar preocupados por problemas medioambientales. Y muchas ONG bienintencionadas simplemente no tienen mucho poder. La producción de bienes «verdes» está realmente contribuyendo (aunque no de forma intencionada) a la subida de nivel de las enfermedades medioambientales. Lo que el Mercado Verde ofrece a los consumidores (alimentación orgánica y de comercio justo, ecoarquitectura, biocombustibles, automóviles híbridos, compensaciones de carbono, etc.) no funcionará en el universo social del capitalismo y el mercado del consumidor y a menudo conduce a problemas designados a ser aliviados por el capitalismo verde. Los pequeños agricultores que recurren a prácticas agrícolas «no convencionales» o «más allá de lo orgánico» no suelen obtener el salario mínimo y tienen que depender de fuentes no agrícolas para conseguir la mayoría de sus ingresos. Los que se están beneficiando de la revolución verde son empresas como Walmart y General Mills. Satisfacer la demanda de alimentación orgánica ha llevado a lugares como Paraguay a la deforestación, donde extensiones de selva tropical se convierten en monocultivos orgánicos como la caña de azúcar. La ecoarquitectura puede ayudar a reducir el 40 por ciento de todo el gas CO2 de los Estados Unidos procedente de edificios, pero dicha arquitectura se limita a los estadounidenses acaudalados. La demanda de aceite de palma, cuyo uso como biocombustible está aumentando, está creciendo, y para satisfacer esta demanda, las selvas tropicales y los pantanos del sudeste asiático se están destruyendo para obtener tierras para los cultivos de palma aceitera. Los biocombustibles basados en cultivos también están destruyendo los suministros de alimentación e incrementando el precio del maíz y otros cultivos hasta el 80 por ciento. En India, Rogers descubrió que las operaciones de compensaciones de carbono estaban haciendo más mal que bien porque el dinero de las compensaciones de carbono desalienta a determinados países a la hora de invertir en energía eólica o solar y les lleva a seguir dependiendo de combustibles fósiles. El lavado ecológico llevado a cabo por parte de la industria de las relaciones públicas ha hecho todo menos camuflar los resultados históricos sin precedentes de genocidio planetario, ecocidio, zoocidio y epistemicidio. No podemos confiar en que los esfuerzos por la sostenibilidad se pongan en manos de la STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Lo que necesitamos, según Richard Kahn, Sam Fassbinder y Anthony Nocella, es una intervención crítica por parte de visionarios líderes educativos que estén dispuestos a unirse a movimientos sociales para transfigurar la relación entre la escuela y la sociedad como parte de una lucha mayor por la liberación.

Kahn, Nocella y Fassbinder sostienen de forma convincente que la educación para la sostenibilidad debe iniciarse en los puntos insurgentes de la investigación militante y que son solicitadas por la ecopedagogía. La ecopedagogía, por su parte, se ve como un movimiento de movimientos afiliado que tiene como objetivo explicar las diferencias cualitativas dentro de la academia entre las vinculadas formas de disciplina capitalista y opresiva «greenspeak» y las formas de disciplina ecológica democrática y disruptiva. Kahn, Nocella y Fassbinder realizan un trabajo excelente al criticar las formas de sostenibilidad predominantes que se enseñan en las universidades, lo cual está relacionado con la sostenibilidad medioambiental que se enseña en departamentos de ciencia medioambiental y estudios medioambientales y trata de ecología, gestión de recursos y economía medioambiental. Aquí podemos ver una polarización emergiendo entre la sostenibilidad como ciencia y la sostenibilidad como justicia y equidad. Así que, según las notas de Kahn, tenemos conocimientos medioambientales en la universidad adheridos desde temas de democracia cultural y lingüística, soberanía indígena y derechos humanos. La ecopedagogía crítica de teóricos/activistas como Richard Kahn, Sam Fassbinder, Tina Evans y David Greenwood opera en un marco de total dialéctica de justicia donde la justicia medioambiental y ecológica (la anterior relacionada con la distribución desigual de entornos dañinos entre la gente y la última referida a la relación entre los humanos y el resto del mundo). Kahn hace trizas un informe de la Agencia para la protección del medio ambiente de los EE. UU. Que menciona una muestra de 175 instituciones académicas que regularmente violan la Ley de aire limpio, la Ley de agua limpia, la Ley en materia de planificación de emergencias y el derecho a saber de la comunidad, la Ley de recuperación y conservación de recursos, la Ley de control de sustancias tóxicas, la Ley federal sobre insecticidas, fungicidas y rodenticidas, por mencionar solo unas pocas. Kahn, Nocella y Fassbinder también sostienen que la contaminación industrial es tanto un importante problema social como biológico que afecta de manera desproporcionada a los pobres y a la gente de color, y al mismo tiempo, contribuye a la destrucción de la tierra y la diversidad de especies. Así que, en definitiva, la contaminación necesita ser un punto fundamental en el currículum escolar. Y sí, necesitamos la ecopedagogía.

JMBT: En la revista Global Education trabajamos diariamente para conseguir justicia social mundial. Nos permite iniciar una era de fraternidad entre todos los seres humanos para enriquecernos mutuamente y en la que a ninguna persona se le arrebataría su dignidad. ¿Puede darnos algún consejo?

PM: La historia es un espejo que refleja lo que somos por el modo en que nos comprometemos e interactuamos con los demás. La historia refleja nuestro pasado y cuestiona nuestra habilidad para trascender y alcanzar la claridad ontológica. Vuestro objetivo de crear una fraternidad mundial es un medio necesario para formar estructuras de discrepancia. Tan solo a través de la creación de una cultura de contestación podemos tener la esperanza de transformar el mundo. Solo os diría que os mantengáis firme en aquello que ya estáis haciendo e intentad no perder vuestra determinación. El capitalismo está intentando restaurar las condiciones de su reproducción a través de vuestra destrucción, mediante la destrucción del valor de vuestra mano de obra. El índice de explotación mundial está creciendo exponencialmente. No podemos curar el presente. Los campesinos están siendo apartados del campo de sus antepasados para ser llevados a las ciudades y ser transformados en mano de obra barata. Permaneced junto a ellos. Las fábricas están cerrando y están siendo recuperadas por los trabajadores. Permaneced junto a ellos. A través del avanzado mundo capitalista, los sindicatos corren peligro. Permaneced junto a ellos y alentadles a que sean auténticas «tribunas de los oprimidos». Grupos indígenas están luchando para reclamar sus tierras y sus derechos. Permaneced junto a ellos. Las prisiones se están llenando de sobrepoblación del capitalismo. Permaneced junto a estas víctimas de la injusticia. Las mujeres están siendo violadas con impunidad y forzadas a soportar la peor cara de la sobreexplotación del capitalismo. Permaneced junto a ellas. Permaneced junto a las víctimas de la guerra, junto a los discapacitados, junto a los que están perdiendo la esperanza, junto a los que están perdiendo la fe en que otro mundo es posible. El capitalismo no puede escapar de la gravedad de su arrogancia y si es duro sobreponerse uno mismo, así deberá ser la lucha revolucionaria de los oprimidos al reavivar el imaginario socialista. Luchar hasta vencer.

JMBT: Por último, ¿desea añadir algún comentario a nuestros lectores?

PM: Me gratifica tener el placer de conoceros a través de las páginas de esta revista valiente. Es más lo que compartimos que lo que nos divide. Podemos ser una fuerza unificada por el cambio. Juntos podemos convertir posibles futuros en realidades tangibles que nos pueden liberar de las cadenas que nos hacen tanto como nosotros a ellas. Tenemos el poder de romper nuestras cadenas. Pero será necesario algo más que un puño para sostener el martillo. Y más de un corazón para reunir el coraje para sostenerlo con firmeza. Creo que es importante recordar que con cada callejón sin salida al que se enfrenta la historia del ser humano, tenemos la posibilidad de crear un nuevo horizonte de esperanza y la oportunidad de avanzar. Pensadores como István Mészáros, Paulo Freire, Peter Hudis, Michael A. Lebowitz, Marta Harnecker, John Bellamy Foster, Carl Boggs, Ramon Grosfoguel, E. San Juan, Joel Kovel, Jan Nederveen Pieterse, William I. Robinson, Kevin Anderson, Henry Giroux, Bertell Ollman y muchos más han teorizado acerca de los cambios que necesitamos hacer para que el mundo sea un lugar más habitable y humano. Como Michael Lebowitz manifestó de forma acertada, el socialismo requiere la propiedad social de los medios de producción y la producción social organizada por los trabajadores con el objetivo de cumplir las necesidades de la sociedad. En otras palabras, el verdadero desarrollo humano requerirá la producción socialista organizada por trabajadores, lo cual, por supuesto, requiere una sociedad que lleva a cabo la producción directamente y de forma consciente a favor de las necesidades de la sociedad. De nosotros depende dar comienzo a la tarea de construir dicha sociedad. Mi papel ha sido el de socavar los caminos donde los educadores podrán desempeñar un papel en este proceso. No me interesa construir una educación más efectiva o eficiente o sin trabas o exitosa. Ya es demasiado exitosa. Pero, ¿en qué sentido lo es? Esa es la pregunta que da caza a esta generación y hasta ahora, a todas las generaciones precedentes. En su forma actual, la educación es exitosa a la hora de crear las condiciones de posibilidad para que el capitalismo se reproduzca. Mi trabajo es alterar ese proceso y ayudar a redirigir el propósito de la educación hacia la reconstrucción de una alternativa democrática socialista al capitalismo. Reconstruir dicha alternativa no es la llamada a la elaboración de un proyecto concreto fundido en el crisol de la cultura imperial de occidente. Me viene a la memoria una historia sobre Gandhi. En 1931, durante una conferencia celebrada en Londres, un periodista británico le preguntó a Gandhi qué pensaba de la civilización occidental. «Creo que sería una buena idea», respondió. El aspecto de un futuro socialista debe ser determinado por aquellos que están luchando por ello. La lucha por el socialismo siempre puede convertirse en lo contrario. Y precisamente por ello necesitamos pensar de forma crítica hacia dónde debemos dirigirnos y cómo llegaremos hasta allí.

No necesitamos que nos tiren al suelo como Pablo de Tarso y quedarnos ciegos durante tres días para vivir de acuerdo con nuestras consciencias y darnos cuenta de las condiciones biosféricas de nuestro planeta, el cual está siendo alimentado por un intenso modelo agroindustrial que nos ha llevado hasta el cambio climático y abanderado la destrucción de la biodiversidad. Necesitamos enseñar a nuestros estudiantes mientras que al mismo tiempo reconocemos el destino de otros seres humanos más vulnerables que viven en medio de la sobreexplotación, la desposesión y la apropiación de los recursos naturales de la tierra por parte de empresas de inversión y megabancos responsables de la desregulación de divisas nacionales y sistemas bancarios. Estos estafadores y sinvergüenzas de alta tecnología que manipulan el dinero y sabiamente alteran las normas que obstaculizan a los mercados financieros mientras que ellos no producen nada, aquellos que han transformado lo que una vez fuera un delito capital con pena de muerte en la horca en el siglo diecisiete (especulación financiera) en una práctica beneficiosa de fraude legal que lleva a millones de sus víctimas a la servidumbre por deudas, necesitan ser derrocados por movimientos locales, regionales, nacionales y transnacionales que creen las condiciones necesarias para que la gente vuelva a recuperar la economía de la superclase, tal y como abogan periodistas como Chris Hedges y sociólogos como William I. Robinson y otros. De esta manera, la producción no seguirá siendo tan solo otra tasa más a la esperanza y posibilidad humana. Para reunir a una muestra completa en materia de crítica educativa en la era del capitalismo neoliberal, la pedagogía crítica necesita ser el campo de los profesores que rechazan que la educación ocupe las estanterías de especialistas científicos, quienes facilitan una atención colaborativa y cuidadosa a los intereses agregados de comunidades y a maneras de abordar las causas de nuestra cultura dominada por la explotación. Aquellos que están preparados a reducir la brecha que separa las ciencias evolutivas basadas en fórmulas matemáticas y los instrumentos de observación y evaluación cimentados en nuestro entendimiento experimental. Necesitamos educadores críticos que apoyen la liberación cognitiva de las estructuras de la sociedad capitalista culturalmente fijadas, una verdadera democracia cognitiva liberada de la truncada y gastada producción de conocimiento con credenciales eurocentristas (históricamente basadas en episodios de genocidio y epistemicidio, podría añadir). Necesitamos profesores que puedan inculcar una psicosis crítica en nuestra cultura, que puedan ayudarnos a agitar las bases ontológicas de nuestro mundo, que se ha convertido en un desfile de desigualdad, imperialismo, tortura (todo ello naturalizado por el rastrero razonamiento que nos dice que debemos abandonar a la democracia porque estamos luchando contra «terroristas»). Quizás lo que necesitamos es algún tipo de experimento permanente y pedagógico de Marsh Chapel en el que en lugar de ingerir psilocibina, los educadores y estudiantes promovamos la colaboración de afecciones repletas de un espíritu de camaradería para construir un nuevo mundo a través de proyectos que incumban a la comunidad y que se dediquen a combatir los estragos del capitalismo, patriarcado, racismo y homofobia. Necesitamos una intervención así porque recibir educación hoy en día supone una forma de estrangulamiento y alienación condicionados históricamente a medida que nos ahogamos en el fulgor de un proceso patológico al que llamamos escolarización. Necesitamos aprender tanto de los formadores de agroecología de Cuba como de la Escuela de Frankfurt de teóricos críticos. Los educadores críticos de hoy en día necesitan una dosis del utopismo positivo de Freire, así como de futurismo abierto y de optimismo renovado, lo cual es difícil, ya lo sé, frente a tanta devastación en el planeta. Necesitamos reformular la teoría crítica y rehumanizar la enseñanza que desarrolla prácticas concretas. Esto significa que tenemos que romper la división que separa la pedagogía de la teoría. La élite no designa el telos, un resultado ya presente en nuestras pedagogías. Tenemos que crear para nosotros mismos esas condiciones de posibilidad para educar a los estudiantes del mundo de consciencia ingenua y crear las condiciones pedagógicas en las que los estudiantes podrán adentrarse en una nueva visión para la humanidad, donde puedan conocer al Soñador que sueña con su existencia y descubrir en el reino de la colectividad humana la armonía y espiritualidad de nuestro planeta. Para ello, los profesores pueden inspirarse en otras críticas de donde Raymond Williams extrajo la denominación de la revolución larga. Nuestra alegría y felicidad ya no necesitan abdicar para adaptarse a este mundo si nos comprometemos a cambiarlo a través de la lucha social. Armados con la idea de que la deshumanización de nuestra juventud es un breve paréntesis en la historia de la educación, los educadores críticos deberán creer que con un renovado optimismo de la voluntad, la educación será superada por la justicia social y la desesperación por el compromiso.

Traducida por: María José Vecino Puerto.
Marta Sánchez Hidalgo.
Elena Flores Valentín.

Fuente: http://iberoamericasocial.com/vida-las-escuelas-una-introduccion-la-pedagogia-critica-entrevista-peter-mclaren/

Fotografía: iberoamericasocial

Comparte este contenido:

Entrevista a Carlos Alberto Torres: Educación, poder y biografía

Entrevista 

Resumen

En esta conversación se tocan aspectos cruciales de la obra y del modo de hacer investigación de uno de los autores latinoamericanos más destacados en el terreno de la sociología política de la educación. Durante la entrevista, el profesor Torres señala los principales temas de su agenda de investigación, así como sus consideraciones sobre cuáles han sido las mayores aportaciones latinoamericanas a la discusión de los problemas educativos. Asimismo, el entrevistado detalla la forma en que se inició su interés por el estudio de la obra de Paulo Freire, la que ha ayudado a divulgar en los Estados Unidos. Explica la forma en que enfrenta los problemas teóricos y metodológicos de sus investigaciones, al igual que las ventajas y desventajas de ser un latinoamericano que estudia la educación internacional desde los Estados Unidos. Por último, da algunas sugerencias para quienes se inician en el estudio de los problemas educativos de México y de América Latina.

Palabras clave: Sociología política, pensamiento educativo latinoamericano, Paulo Freire, metodología.

Abstract

This conversation deals with crucial aspects of the work and way of doing research of one of the most outstanding Latin American authors in the field of political sociology of education. During this interview professor Torres points out some of the main topics and concerns of his research agenda as well as his considerations regarding the most important contributions from Latin America to the debates on educational problems. The interviewee offers an account of the way in which his interest for the study of Paulo Freire’s work began. Dr. Carlos Torres has significantly helped to disseminate Freire’s work in the US and the rest of the English speaking world. A detailed explanation of the strategies with which professor Torres faces the theoretical and methodological problems involved in his research is also included. The advantages and disadvantages of being a Latin American scholar studying international education from the US are also discussed. Finally, some advise for those who begin themselves with the study of educational problems in Mexico and Latin America is offered as well.

Key words: Political sociology, Latin American educational thought, Paulo Freire, methodology.

Autor de más de 38 libros, el Dr. Carlos Alberto Torres es profesor de Ciencias Sociales y Educación Comparada, en la Graduate School of Education and Information Studies y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Es actualmente presidente del Research Committee on Sociology of Education, International Sociological Association.

Armando Alcántara Santuario: Te quisiéramos preguntar en primer lugar, cuáles han sido los temas principales que han ocupado tu atención en los últimos años? Tu carrera académica comienza en 1975 con tu nombramiento, apenas saliendo de la licenciatura en sociología, como profesor asistente en filosofía política en la Universidad del Salvador en Argentina. Al año siguiente terminaste tu primer libro sobre Paulo Freire que se publicó en México en 1978. Es decir, el comienzo del siglo marca tu veinticinco aniversario como profesor e investigador universitario.

Carlos Alberto Torres: Veinticinco años de trabajo profesional en cualquier ámbito de la vida humana invitan a una reflexión sobre el pasado, no tanto como un acto nostálgico sino, y sobre todo, como un esfuerzo de aprender y reaprender lo que uno, como intelectual comprometido con el cambio social y la educación liberadora, ha realizado como profesor e investigador. Con ese espíritu y agradeciendo profundamente la invitación que se me ha hecho para llevar adelante esta conversación, contesto convencido que no es posible diseñar una agenda de investigación simplemente siguiendo las pautas y regulaciones de la academia o siguiendo totalmente un plan previamente diagramado en la calma de un escritorio, ni tampoco respondiendo a demandas de movimientos sociales y partidos políticos o respondiendo a las mismas dinámicas de la política pública.

Una agenda de investigación nace de un complejo proceso que envuelve todo lo mencionado anteriormente, y donde se juntan preferencias intelectuales y políticas, desafíos y luchas de la cotidianidad, y oportunidades que uno no puede dejar pasar para conocer más, tanto en términos teóricos como empíricos, e intervenir en algún proceso o problema de la educación. También una agenda de investigación que reúne esfuerzos teóricos, conceptuales, empíricos y normativos, como es mi caso, difícilmente puede ser llevada a cabo individualmente en la soledad de mis propias elucubraciones o mediante la aplicación sistemática de métodos científicos en la soledad del trabajo de campo.

Esta agenda de investigación y práctica docente, en mi caso, se llevó a cabo en colaboración, muchas veces, con colegas de enorme calidad humana e intelectual, quienes son invariablemente mis amigos, y algunos de ellos fueron, en su momento, estudiantes a quienes tuve la oportunidad de servir como profesor. Debo mencionar, noblesse oblige, y refiriéndome sólo a los libros publicados en colaboración, a algunos de mis coautores. Un lugar de preferencia deben tener los trabajos que realizamos con Raymond Morrow, que cubre ya un espectro de quince años de colaboración mancomunada y solidaria, a punto tal que en materia de teoría social es difícil discernir quien ha escrito que parte de algunos de nuestros libros e innumerables artículos de investigación.

Junto con mi experiencia de trabajo con Raymond, uno de los representantes de la teoría crítica de la sociedad más distinguidos de Canadá, debería contarse también mi colaboración con otros colegas de gran nota y con quien he sido coautor de libros como son José Ángel Pescador, Daniel Schugurensky, Adriana Puiggrós, Pilar O’Cádiz, Pía Wong, Robert Arnove, Ted Mitchell, Daniel A. Morales Gómez, Nick Burbules, Martin Carnoy, Henry Levin, Marcela Mollis, Jerry Kachur, Seewha Cho, Aurora Loyo, Julie Thompson, Moacir Gadotti, Karen McClafferty, Guillermo González Rivera y, por supuesto, contigo mismo y Ricardo Pozas Horcasitas.

Sin duda alguna un punto de inflexión en mi carrera académica fue mi contratación en marzo de 1990 como profesor en la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad de California Los Ángeles. Aquí tuve la oportunidad de continuar mis investigaciones, bajo la rúbrica general de la educación latinoamericana, completar algunos proyectos iniciados en la década de los setenta y ochenta y emprender nuevos caminos conceptuales y de investigación empírica. La UCLA ha sido un espacio intelectual y afectivo, así como también político absolutamente notable, tanto por los constantes apoyos materiales y prácticos que obtuve como por crear las condiciones afectivas para seguir adelante una lucha y un trabajo que en ocasiones genera contradicciones y confronta dificultades enormes.

Quizá convenga sintetizar el tema general de mis investigaciones alrededor de la vinculación entre educación, poder y política. Este ha sido el hilo directriz de mi trabajo a lo largo de estos veinticinco años. Esta línea genérica de investigación se concretó en tres grandes subtemas sobre los cuales he producido distintos libros y artículos de investigación, así como he hecho incontables presentaciones en reuniones internacionales.

Primero, la necesidad de entender a través de una sociología política de la educación, por qué se inicia una política educativa específica, cómo ésta es creada, planeada, construida, e implementada, cuáles son los actores más relevantes en su formulación y operacionalización, y cuáles son los procesos sistémicos, simbólicos, histórico-estructurales y organizacionales que están envueltos tanto desde sus orígenes como en la puesta en marcha y evaluación de la política.

Un segundo tema que ocupó ampliamente mi trabajo estos últimos veinticinco años fue lo que en los años sesenta y hasta los ochenta se denominaba las características del Estado capitalista dependiente en América Latina, específicamente en lo que atañe a la formulación de política educativa. Más específicamente aún, mi preocupación en este respecto fue entender la naturaleza y necesidades de legitimacióndel Estado capitalista latinoamericano, y cómo su carácter dependiente condicionaba la naturaleza de la formulación de política educativa, especialmente en los ámbitos de la educación no-formal.

Esta segunda área que marca básicamente mi trabajo en México durante la última parte de la década de los setenta y mi retorno a México después de mi doctorado en Stanford a comienzos de los ochenta, tuvo una fuerte impronta en el estudio de la educación de adultos. En este ámbito traté de crear lo que llamo una sociología política de la educación no formal y que abarcó, básicamente la década de los ochenta y que termina un poco abruptamente por mi desencanto frente a la falta de compromiso político de los Estados latinoamericanos, que han usado la política de educación de adultos como uno de los mecanismo de legitimación del Estado sin ningún propósito educativo real. Este desencanto se debe al hecho indisputable de constatar que los Estados latinoamericanos han manipulado la educación de adultos y, por supuesto, el desencanto se suma al hecho, empíricamente discernible, de que los Estados latinoamericanos han dejado de invertir en educación de adultos.

Entonces, hay toda una tradición de lucha y de inversión educativa que llegó a afectar los ámbitos de la administración pública y que se ha ido perdiendo en los últimos diez o quince años con la instalación del neoliberalismo.

Un tercer tema que resume mucho de las investigaciones realizadas en estas ultimas dos décadas y media fueron las alternativas desarrolladas en América Latina, desde perspectivas diferentes o alternativas a los modelos estatales de utilizar la política educativa como una legitimación compensatoria para usar un termino emanado de la vertiente teórica de Habermas. Desde la perspectiva de la teoría crítica que he empleado una vez que pude entender con mayor claridad las vinculaciones entre el neomarxismo, especialmente el de cuño gramsciano, los aportes de la teoría crítica, especialmente las contribuciones decisivas de Herbert Marcuse y Paulo Freire, estas nociones de legitimidad compensatoria son claves para entender ciertas prácticas estatales. Pero en la búsqueda de alternativas, la influencia en estos temas del trabajo de Paulo Freire ha sido muy grande. Traté de llevar a cabo un análisis sistemático de uno de los pensadores más originales y creativos que ha producido América Latina, y especialmente Brasil. Freire, como intelectual y filósofo político de la educación, ofreció un sinnúmero de contribuciones en la región e internacionalmente, que invitan a pensar las alternativas críticas en educación, de una forma que pocos intelectuales nos han permitido entender. Su obra, coronada aparentemente en un texto temprano que realmente conmovió al pensamiento educativo, Pedagogía del Oprimido, una de las contribuciones más importantes a la educación emancipadora (empowering education en la terminología inglesa) se conjugó, como su último legado en otro texto, pequeño, incisivo y tremendamente sugerente sobre laética pedagógica, Pedagogía de la Autonomía.

No podía ser de otra manera, quien estudió cómo la pedagogía impulsaba prácticas que podrían contribuir alternativamente a la opresión o a la liberación, terminó proponiéndonos una forma pedagógica y política que nos llevaría a una autonomía del sujeto pedagógico, libre y pleno en el contexto de la autonomía de la escuela ciudadana. Este legado de Paulo Freire, como un legado de lucha, es también el legado de la educación popular en América Latina, un legado que se identificó con las contribuciones de Paulo Freire aunque haya tenido, ya desde principios del siglo XX, una distinguida tradición en la región.

La teoría del Estado aplicada a la educación, me ha dado margen para iniciar una exploración sistemática de los temas que aparecen en uno de mis últimos libros que se llama Educación, democracia y multiculturalismo: dilemas de la ciudadanía en un mundo global, que está siendo en este momento traducido para ser publicado en español por Siglo XXI Editores, y en otras lenguas. En esta nueva línea de investigación, que pienso me tomará otra década completar, trato de tomar de la teoría del Estado y del análisis de la teoría de la globalización, los aspectos que tienen que ver con la teoría de la ciudadanía, la teoría de la democracia y las teorías del multiculturalismo, intentando ofrecer en última instancia una serie de reflexiones sobre cómo se puede establecer una ciudadanía democrática multicultural. Esta ha sido, un poco, la preocupación de mi trabajo en los últimos cinco años.

Paralelamente a eso, dada mi función de profesor especialista en la educación en América Latina en UCLA, he continuado con mi investigación más genérica sobre política educativa incorporando trabajos sobre las vinculaciones entre sindicatos magisteriales y política estatal en seis países: Argentina, México, Canadá, Estados Unidos, Japón y Corea. Claramente un trabajo de esta envergadura, con trabajo de campo en seis países apoyados financieramente por la Fundación Soka del Japón, y el Pacific Rim Center de la Universidad de California, es imposible de llevarse a cabo sin contar con la colaboración de un grupo tan distinguido y talentoso como son los investigadores en educación comparada que me acompañaron en esta aventura intelectual, incluyendo a Julie Thompson, Aurora Loyo, Marcela Mollis, Seehwa Cho, Jerry Kachur, Daniel Schugurensky y Akio Nagao.

En este momento estamos terminando un libro colectivo de esta investigación internacional sobre educación, política y Estado en la Cuenca del Pacífico que nos tomó cuatro años de trabajo.

A.A.S.: Mi segunda pregunta sería Carlos, ¿cuáles han sido para ti las mayores aportaciones de América Latina a la discusión de los problemas educativos en el plano internacional?

C.A.T.: Responder a esta pregunta es casi necesariamente ser injusto, dado que las contribuciones son de tanta calidad y tan variadas que uno corre el riesgo de dejar de mencionar alguna de estas. Por un lado tenemos todos los aspectos que tienen que ver con la teoría social aplicada a los distintos ámbitos de la cultura, de los aspectos simbólicos y, por supuesto, de la educación. En América Latina hemos tenido el desarrollo, especialmente en los últimos 30-35 años, de la teología de la liberación y de la teoría de la dependencia; hemos tenido todos los desarrollos de la filosofía de la liberación y por supuesto, de la educación popular y la pedagogía del oprimido con Paulo Freire.

En un cierto nivel, yo me atrevería a decir que ahí hay una contribución no sólo a la educación, sino a las ciencias sociales en general que ha marcado a fuego el desarrollo de la ciencias sociales latinoamericanas y mundiales, desde problemas como contribuciones a teorías de la descolonización, hasta aspectos que tienen que ver con cuestiones de discusiones sobre el papel de la raza. Recientemente los trabajos de Néstor García Canclini sobre culturas híbridas, Roberto Da Matta en Brasil sobre cotidianidades, en fin, una serie de expertos sobre las problemáticas de la cultura, me dan una pauta de que hay una riqueza teórica en América Latina, que ha impactado profundamente el trabajo intelectual a nivel mundial. Por otro lado, a nivel político, la lucha contra las dictaduras y especialmente por los derechos humanos, ha llevado la discusión sobre derechos humanos a un plano de responsabilidad y de importancia mundial que quizá, sin las Madres de la Plaza de Mayo, o la lucha anti-pinochetista, para citar sólo dos casos muy conocidos y relevantes, no se hubieran proyectado en el panorama internacional como lo han hecho, continuando una distinguidísima tradición de lucha por los derechos humanos y la paz en la región, que cuenta con Premios Nobel tan distinguidos como Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, Oscar Arias, etcétera.

En el plano específicamente educativo, yo creo que un segundo elemento es el ímpetu que provee Paulo Freire al marcar la segunda mitad de este siglo,s como el pensador más relevante en filosofía de la educación, especialmente en la filosofía política de la educación, después de Dewey. Me atrevo a decir que Paulo Freire también es un centro neurálgico de otros dos temas, que son parte de la lógica de trabajo académico que tenemos en América Latina y que son relativamente diferentes de las que existen en otra parte del mundo. Por un lado, está la preocupación epistemológica. No cabe ninguna duda que en América Latina pensamos la educación desde una perspectiva epistemológica, de una manera muchísimo más rica, que la que se piensa en otras partes. Y luego, no en el sentido estrictamente técnico del término, yo creo que en América Latina hay un cierto espíritu de análisis comparativo, en el sentido de que predominan análisis históricos estructurales, los cuales por su naturaleza, comparan procesos históricos en el tiempo a nivel sincrónico-diacrónico.

Esto genera, por supuesto, una formación extraordinariamente rica en la capacidad de pensar la realidad de nuestros intelectuales; por eso en América Latina tenemos una expresión que es difícil de encontrar en otros espacios intelectuales, que es la noción de pensadores; Paulo Freire fue un pensador. Si ustedes quieren para volverla una terminología más contemporánea, estamos hablando de intelectuales públicos. Ciertamente hay muchos intelectuales públicos que hacen ese tipo de análisis, me vino a la mente inmediatamente Noam Chomsky en los Estados Unidos; pero mi impresión es que esta noción de intelectuales públicos y educación (aspectos comparados), que ha predominado tanto en América Latina (y prácticamente cada país tiene uno o dos intelectuales públicos de enorme envergadura), le ha dado a la discusión académico-política un tono y un nivel de jerarquía intelectual, que no es tan fácil de descubrir en los ambientes donde predomina un mecanismo de pensamiento más positivista, empirista y eventualmente en aquellos ambientes donde hay una cierta apoliticidad que se expresa en la presencia de una lógica de la razón instrumental, que no está de ninguna manera modificada por la presencia de una lógica política.

En fin, habría tantos elementos… Me parece que está claro también que América Latina, esto por la parte quizá que me satisface menos, ha sido uno de los grandes laboratorios para el establecimiento de políticas de privatización y no hablo específicamente de vouchers, sino de privatización en el sentido de lo que se denomina user fees y otros aspectos que están incluso vinculados a la noción de descentralización, como parte de una agenda hegemónica. Entonces, ha habido un laboratorio a partir de los mecanismos y los modelos de ajuste estructural de cuyo impacto habría que hacer una evaluación más señera, de más largo plazo. Pero América Latina, quizá mucho más que África y sin duda alguna más que Asia y el Medio Oriente, ha sido un territorio donde este tipo de modelos se han implementado de una manera bastante radical y con ajustes estructurales, incluso como herramientas, demasiado brutales. Y finalmente, por qué no remarcar algo fundamental que es la noción de normalismo, que es un elemento que ha crecido en América Latina como una extraordinaria ideología que impulsa la formación del profesor y le da a éste una cierta misión; incluso una especie de misionología.

Con todas las debilidades que este tipo de modelo tiene, ha sido central para la constitución de mecanismos de formación y de capacitación de maestros. Ha sido central para la constitución de la formación de la fuerza de trabajo magisterial, pero también para la noción de saberes legítimos así como para la adopción de modelos curriculares. Y yo me atrevería a decir que en el siglo XX, la noción de normalismoestá íntimamente vinculada a la noción misma de construcción de la escolaridad en América Latina. Creo que se podría hacer otro tipo de argumentación mucho más avanzada, pero uno de los elementos, sin duda, que sintetiza todas estas discusiones, tiene que ver también con la figura del Estado, del Estado liberal y democrático que ha impulsado la formación de la ciudadanía a través de la educación. A.A.S.:Carlos, por lo que nos has dicho en tus respuestas anteriores y por lo que se sabe de tu obra, eres un gran conocedor, crítico y divulgador de la obra de Paulo Freire, e incluso sabemos que tuviste una relación muy cercana con él. ¿Cómo fue qué comenzó tu interés por el tema de la educación liberadora?

C.A.T.: Bueno, quien conociera a Paulo Freire automáticamente descubría la imagen de un extraordinario hombre: humano, de enorme dignidad, de profunda fuerza carismática, profética en algunos momentos, y un individuo que ejemplifica realmente lo mejor de ciertos aspectos de la cultura oral latinoamericana, en el sentido de que trata de entender la realidad a partir de los estímulos que ésta le da en su capacidad de observación y la capacidad de observación de Paulo Freire era absolutamente magistral; pero además la capacidad de elaboración, su constante referencia a la epistemología de la curiosidad. Todos estos elementos, a cualquier persona que conociera a Paulo Freire le atraerían; además de su personalidad, de su ética, de su impresionante honestidad, honradez y lo que me atrevería a decir: su enorme esfuerzo por alcanzar cada vez mayores niveles de competencia técnica y de rigurosidad intelectual en lo que él hacía y lo que esperaba que la gente que estaba con él, hiciera.

Ahora, yo llegué a ver a Paulo Freire como llegó probablemente el grupo de intelectuales de mi generación: a partir de la lectura de sus libros, La educación como práctica de la libertad y Pedagogía del oprimido, diseminados por su primera editorial que era Tierra Nueva, allá por el año 73. Yo escribí mi primer libro sobre Paulo Freire en el año 76 a indicación de Julio Barreiro, que era el editor en ese momento de Paulo Freire y que era un hombre extraordinariamente lúcido, un profesor uruguayo extraordinariamente bien formado en filosofía, y que se había radicado en Argentina, dadas las circunstancias difíciles que había atravesado la democracia uruguaya una vez que llega la dictadura. A partir de esa conexión con los materiales escritos de Freire, yo le escribo a Paulo a Ginebra y él me responde – un hombre premoderno en ciertos sentidos tecnológicos– de manera manuscrita, como ha escrito siempre, agradeciéndome mucho los materiales que le mandé, especialmente un artículo, que es uno de mis primeros escritos sobre su obra, publicados en el 76, en la revista Síntesis en portugués –y tengo la impresión de que el hecho de que hubiera sido publicado en portugués tuvo que haber impactado mucho a Freire–, en el cual yo analizo las grandes líneas filosóficas de Paulo Freire.

Y me responde -de una manera muy gentil, como era él- que le había encantado el artículo, porque le pareció una excelente interpretación de su obra. A partir de ahí, se dio una relación, primero epistolar y luego cuando lo visito en los principios de los ochenta, en 1980, en Brasil, que continuó con los años y nos volvimos muy buenos amigos. Entonces había, yo diría, una cierta afinidad afectiva, de enorme respetode mi parte por supuesto, en la figura de quien sin duda alguna ha sido un gran maestro de generaciones de pedagogos latinoamericanos. Pero, también había de mi parte una curiosidad por conocer el pensamiento vivo de Freire, a partir de conversaciones con él, y he tenido conversaciones por espacio de veinte años con Paulo, ya sea epistolares o personales. El año en que muere su primer mujer Elza, me invita una noche a una cena y me dice, «te voy a presentar a uno de mis mejores amigos, y sé que se volverá un gran amigo tuyo también», y esa noche conocí a mi amigo Moacir Gadotti con quien creamos posteriormente en 1991 junto con Freire y con un grupo de amigos de Paulo Freire, Walter García, Francisco Gutiérrez y José Eustaquio Romão el Instituto Paulo Freire en São Paulo, del cual tengo el honor de ser uno de los directores fundadores y es también en dicho instituto donde se actualmente encuentra la sede del grupo de trabajo de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) sobre educación y sociedad que tengo el honor de coordinar. El encuentro con Moacir hace más de quince años me permitió conocer a un hombre de una humanidad y lucidez intelectual excepcional, y seguir aprendiendo con él y en compañía de Paulo Freire y el equipo del Instituto Paulo Freire mucho de lo que hemos aprendido sobre los vericuetos, las tensiones, los laberintos, los dilemas, las contradicciones y los desafíos de la educación latinoamericana.

Termino diciendo esto: yo creo que para quien haya podido conocer a Paulo Freire y quien tuviera una vocación de investigación –como creo tener yo– era natural estar muy cerca de él en la medida de lo posible para entender su pensamiento, aunque Paulo no era una persona reservada en ese sentido, pero sí era una persona muy privada y no todo mundo lo podía conocer a pesar de su capacidad y su voluptuosidad en público; era una persona muy privada que guardaba mucho su pensamiento en ciertos aspectos, que me parecen sustantivos para entender el aspecto más genérico de su obra. También me pareció importante, además de hacer los estudios filosóficos que hemos ido haciendo estos años sobre él y la parte biográfica, tratar de concentrarnos en los últimos años, en cuál fue el impacto político de su trabajo, especialmente a nivel de la toma de decisiones políticas. Y por eso trabajé muy intensamente con él, cuando fui su asesor en la municipalidad de la ciudad de Sao Paulo, en el tiempo en que él era Secretario de Educación. Y que resultó en un libro escrito con dos colegas, que a su vez se escribieron sendas tesis doctorales: Pilar O’ Cádiz y Pía Wong. Pilar O’ Cádiz escribió su tesis conmigo en la UCLA y Pía Wong escribió la suya asesorada por Martin Carnoy en Stanford.

Después, los tres pusimos nuestra notas en conjunto y escribimos un libro que se llama Democracia y educación: Paulo Freire, los movimientos sociales y la reforma educativa de São Paulo -publicado en inglés– que, sin duda alguna, constituye una de las pocas investigaciones empíricas sobre la experiencia de Paulo Freire como Secretario de Educación de São Paulo. Este texto todavía no está traducido al castellano aunque está siendo traducido al portugués en Lisboa.

A.A.S.: Pasando al plano más específico de tu trabajo académico Carlos, ¿Cómo enfrentas los problemas teóricos y metodológicos de las investigaciones que realizas?

C.A.T.: Cada investigación es un desafío diferente, pero no cabe duda que el tipo de trabajo que yo trato de hacer tiene una fuerte impronta teórica. Entonces, me gusta pensar los problemas que voy analizando desde aspectos teóricos. A su vez, hay indudablemente toda una vocación de análisis político, que es parte de la socialización que yo he recibido, sin duda alguna en México, también en Argentina y en mi deambular por América Latina. No se puede pensar la educación sin pensar la política. Entonces, yo diría que parto de un marco teórico, que es siempre un tipo de combinación de la sociología y la economía política de la educación, con un fuerte énfasis en la teoría del Estado que me ayuda a definir un poco ciertas orientaciones para pensar el problema que tengamos entre manos. Luego, a pesar de que tengo enorme respeto por las metodologías positivistas y especialmente por los aspectos más cuantitativos de ciertas lógicas y técnicas de investigación, prefiero usar análisis eminentemente cualitativos con un fuerte énfasis histórico, incluso etnográfico, para poder dar cuenta de los problemas que nos conciernen.

Es muy difícil responder en abstracto una pregunta como ésta, porque cada investigación presenta sus propias peculiaridades. Por ejemplo, hice una investigación multinacional, colaborando con distinguidísimos investigadores latinoamericanos, entre ellos en México con Carlos Muñoz Izquierdo y Silvia Schmelkes, que es una comparación de educación de adultos en Tanzania, en Canadá y en México, lo cual provocó toda una serie de discusiones. Tuvimos el asesoramiento de Pablo Latapí y otra gente de gran valía. Había que tomar muchas decisiones, como, por ejemplo, el lenguaje con el cual se realizaban las entrevistas, además de todos los aspectos que tienen que ver con la selección de una muestra que sea interesante desde el punto de vista analítico, sin necesariamente tener que ser representativa, dada la diferencia de estos países, en fin. Había muchos aspectos metodológicos que tenían que ver con cultura, que tenían que ver con técnicas de recolección de datos y eso fue un gran desafío. Es un gran desafío ya coordinar un grupo de gente tan talentosa, pero que viene de tradiciones distintas, con lenguas distintas, con experiencias de investigación distintas. Y es un gran desafío poder generar un modelo de investigación que dé cuenta de toda la riqueza que trae un grupo tan interesante como ése. Eso es un problema muy claro, es muy difícil hacer investigación comparada; es mucho más difícil si uno no tiene recursos, y es extraordinariamente difícil si lo haces en distintas lenguas, distintas culturas y tratando de entender, como en este caso, aspectos que están muy vinculados a la cultura popular de cada país. Ahora estoy terminando mi segundo proyecto, también masivo, que es una investigación de seis países, que es incluso más compleja que la anterior, porque aquí no sólo tenemos distintas lenguas, distintas culturas, sino que tenemos tradiciones culturales tremendamente diferentes. Aquí tenemos el encuentro del Este y el Oeste; tenemos la presencia de Asia, tenemos la presencia de modelos, donde está muy claro que hay países que son las dos naciones de punta del mundo, Estados Unidos y Japón; incluyendo también un país que está entre lo siete más poderosos del planeta como lo es Canadá. Y luego, por supuesto, países que tienen un enorme peso en la economía mundial, como Corea y México, y un país que tiene un poco menos peso y que sin duda alguna no está al mismo nivel económico, que es Argentina. Esto implica que las dinámicas históricas, que el tipo de discusión política por país, que el tipo de Estado, que incluso los modelos educativos que estamos analizando, son realmente diferentes. Pero como nos enfocamos a la práctica y a la política que impulsan los sindicatos magisteriales, a partir de ese punto neurálgico la imagen de que en todos estos países –y en otros países del mundo– ha habido el establecimiento de ciertas políticas neoliberales, nos da un núcleo común, una especie de un mínimo común denominador, a partir del cual realizar una comparación que siento –como decía hace un minuto– extraordinariamente difícil de establecer. Es muy difícil contestar esta pregunta, dado que yo me atrevería a decir, casi fenomenológicamente, que cada proyecto de investigación tiene sus propios demonios, sus propios fantasmas y sus propias posibilidades de resolución.

A.A.S.: Carlos, aunque sigues en frecuente contacto con colegas de México y del resto de América Latina, eres un académico que estudia la educación desde los Estados Unidos. ¿Qué ventajas y desventajas le encuentras a esta condición?

C.A.T.: Esta es una pregunta muy interesante que quizá demandaría toda una discusión detallada, por supuesto trataré una vez más de ser breve. No cabe duda de que mi formación, el hecho de que yo hable inglés con acento, el tipo de análisis que yo hago, el modelo teórico vinculado a la teoría crítica de la sociedad que tiene un cuño evidentemente alemán y que está vinculado a la Escuela de Francfort –que no es prevalente en los Estados Unidos– hace de mí un académico de la academia americana pero que no refleja con claridad el tipo de práctica más generalizada que se da en ella. Eso a su vez, tiene ventajas y desventajas, a partir de este elemento de la diferencia. Por un lado la ventaja tan simple, parece una broma, pero por ejemplo, aunque estoy muy bien socializado en los modelos de la academia norteamericana –dado que el inglés es mi segunda lengua–, mis colegas son mucho más tolerantes conmigo, de lo que son entre ellos mismos, porque en una reunión de comités o del claustro de profesores, yo puedo hablar por más minutos de lo que quizá muchos de ellos se pueden permitir debido a la regla, implícita y práctica, de hablar claro, conciso y sobre todo breve. Cuando va uno a un restaurante francés y viene el cheff y habla inglés con acento francés, mucha gente siente que la comida es mucho más rica, que hay como un proceso de legitimidad, autenticidad del producto.

Cuando yo doy mi curso, que tiene que ver con la educación en América Latina, por supuesto el hecho de que mi acento sea latino hace que le dé otro margen también al tipo de conversación. Es una especie de broma, pero en el fondo creo que uno tiene que tomar lo que puede parecer una debilidad –el hecho de que yo haya aprendido inglés a los treinta años, cuando empecé a hacer mi doctorado en Stanford y que se mantiene como un acento claramente en mi expresión oral–, uno tiene que tomarlo a partir de eso como una ventaja. Está claro que también otro aspecto a considerar es la parte internacional. Como soy un académico que está trabajando en temas internacionales, eso es muy interesante para un conjunto de académicos, que no son la mayoría, los más numerosos, en una universidad como UCLA. No cabe ninguna duda que muchos de mis intereses internacionales, los intereses que tengo sobre educación en América Latina, mis estudios sobre la Cuenca del Pacífico, poco les importan a mis colegas que están preocupados por problemas de las vinculaciones de las razas en las escuelas de Los Ángeles o que están vinculados con el problema de ver cómo se puede mejorar la enseñanza de las matemáticas en tercer grado. Por lo tanto, uno en el fondo, casi por añadidura, se vuelve una especie de profeta en el desierto.

Sin embargo, dado que se celebra mucho en la academia americana la noción de diversidad, para ellos es importante que haya gente como yo, que les recuerde que existe un mundo más allá de los confines de UCLA, de los confines de Los Ángeles; que existe toda una tensión muy fuerte entre educación y política, que existen ciertos imperativos categóricos como son la justicia social, como la responsabilidad de un ser individual, como es lo que se denomina el inglés el caring, la capacidad de amar y entregar, que no tienen por qué ser subsumidos y desaparecer bajo la égida de mecanismos técnicos o de una lógica positivista. Yo diría que mi vida académica en los Estados Unidos ha sido muy satisfactoria, no me puedo quejar en absoluto. Me siento muy a gusto en UCLA, soy director de un Centro de Estudios Latinoamericanos, siendo un profesor que proviene de una escuela profesional, lo cual es bastante insólito, dado el predominio de los profesores que provienen de departamentos de disciplinas en ciencias sociales, historia, ciencia política, sociología, que son realmente quienes tienen la hegemonía en los estudios latinoamericanos en Estados Unidos. Un profesor de la Escuela de Educación es realmente insólito, más aún no siendo americano. Me siento muy a gusto, he tenido mucho respaldo, mucho apoyo; y ciertamente, los latinoamericanos trabajamos muy fuerte y nos comprometemos muy fuerte con el tipo de investigación que nosotros hacemos.

Yo agregaría un elemento más, quizá muy personal, pero indudablemente considero que habría que pensar también las carreras académicas a partir de la situacionalidad de uno. Yo me siento un inmigrante. Como tal yo tengo ciertas ventajas y desventajas y no cabe duda que la Universidad es una «amante muy demandante», y para un inmigrante aún más. La carencia de ciertas vinculaciones cotidianas afectivos alrededor de la familia que está tan lejana –con excepción de la familia inmediata de uno y la situación perenne de querer mucho a su familia más extendida pero no poder interactuar con ella en la cotidianidad–, el hecho de que uno no tenga una larga historia de amistad en la ciudad donde vive, todo eso hace que se concentre mucho trabajo alrededor de la Universidad, a la cual definí, siguiendo una hipótesisque me pareció muy lúcida de mi querido amigo el Dr. Humberto Muñoz, como una «amante muy demandante».

Entonces, en parte, he trabajado muy intensamente y creo que eso se refleja en mi productividad y, me imagino en el respeto que uno podría provocar al haber sido presidente en Estados Unidos de la Asociación Profesional en la que participo. Pero creo que hay también unos aspectos muy limitados de esta imagen de ser inmigrante. Por un lado, una cierta sensación de provisoriedad de lo que uno hace y lo que uno es; por otro lado, paradójicamente, aunque uno lucha en el lugar que le toca pelear, hay un cierto desentendimiento de la trama y el meollo más profundo de la lucha política específica, de la política de partidos, para decirlo de algún modo en los Estados Unidos, pues después de todo, aunque uno quiera contribuir a las discusiones dentro de ese país, uno nunca sabe si realmente regresa a Argentina o regresa a México, o vive como intelectual político de dos o tres mundos, en distintos espacios conceptuales, políticos, históricos. Y finalmente, el hecho de que sea un observador de la política latinoamericana, hace que tenga mi atención reflejada más bien en la parte latinoamericana del continente que en la parte americana. Esto también produce sus ventajas y sus desventajas.

A.A.S.: Por último Carlos, y agradeciendo tu tiempo y tus conceptos tan interesantes, ¿qué le aconsejarías a los jóvenes, y a los no tan jóvenes, que se inician en el análisis de los problemas educativos de México y de América Latina?

C.A.T.: Yo me atrevería a decir lo siguiente. Primero, no entren en esta profesión si ustedes esperan que la vida les sea fácil, porque el análisis de los problemas educativos y los problemas sociopolíticos de la educación, genera toda una serie de contradicciones personales muy íntimas que hay que reconocer y que aceptar y de ser posible superar. No es una profesión que permite automáticamente imaginar elglamour de otras profesiones, no tiene la recompensa económica de otras actividades profesionales, ni tiene tampoco la visibilidad social de otras ocupaciones. Entonces, yo te diría que hay que tener una vocación de servicio para ser un investigador educativo, y esto me parecería una cuestión de precepto mínimo fundante de la práctica de la investigación educativa. Segundo, yo diría que hay que reconocer que hay una íntima vinculación entre educación y política, no se puede entrar a esta profesión tratando de tener una visión estrictamente objetiva de la realidad, como si la realidad estuviera más allá de uno mismo y uno la pudiera estudiar, manipular y entender; ni tampoco imaginar que uno puede ser neutral frente a los fenómenos que estudia y frente al tipo de demandas que la realidad educativa le va a presentar. Por lo tanto, uno entra a investigar a la realidad desde ya, como un participante activo en el proceso, a tratar de transformarla y cambiarla en direcciones valorales explícitas, que uno ya tiene que haber aceptado y asumido, a menos que sea incapaz de dar una respuesta a las demandas con las cuales se va a confrontar.

En tercer lugar yo diría, ésta es una disciplina de disciplinas. En el fondo la educación sintetiza mucho de todo el desarrollo de las ciencias sociales y requiere de los desarrollos de las ciencias sociales en cada una de las disciplinas. Esta disciplina de disciplinas o multidisciplina, requiere rigor, inmenso rigor y requiere muchísima seriedad. En América Latina me temo que hemos abusado, a pesar de que quizá es de lo mejor que se ha visto a nivel mundial, del ensayo educativo. Creo que un modelo que me gustaría impulsar sería el de formar gente que sea capaz de dominar tanto el género del ensayo, ya sea político, literario o propiamente educativo, con la investigación empírica rigurosa. Quien pudiera deambular por esos dos senderos va a dar una gran contribución a la pedagogía y a la educación en general y, por supuesto, a los grandes investigadores de América Latina. Voy a citar solamente un ejemplo incontrastable, el Dr. Pablo Latapí, que ha tenido una formación muy amplia en el ámbito de la literatura, es un extraordinario escritor y un investigador riguroso de los problemas educativos, haciendo algo que podría denominarse periodismo científico. Hay que aprender de la lógica de actuación de aquellos que han sido pioneros en sus ámbitos específicos de lucha porque los caminos que se abren, en los principios, son, generalmente, los que siguen abiertos para que transitemos todos en la búsqueda de mejores espacios de convivencia y justicia en democracias que todavía tienen que seguir madurando su sentido utópico.

Dr. Armando Alcántara Santuario

Alcántara, A. (2000). Education, power and personal biography: An interview with Carlos Alberto Torres. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 2 (1).

Retrieved month day, year from the World Wide Web:http://redie.ens.uabc.mx/vol2no1/contenido-alcantara.html
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos29/educacion-poder-biografia-carlos-torres/educacion-poder-biografia-carlos-torres.shtml#ixzz4golQvvdq

Comparte este contenido:

Malcolm London: “Los profesores no tienen la oportunidad de ser profesores”

Tiching.com

Malcolm London: Poeta, educador y activista. De pequeño le encantaba la pizza y odiaba toda comida de color verde. En la escuela le apasionaba el inglés y la Historia afroamericana. De su escolarización cambiaría el hecho de que nunca les explicaban por qué les enseñaban determinados contenidos, ni la importancia que tenía aprender lo que se les contaba en clase. Actualmente es un joven poeta que se dio a conocer a través de la competición de poesíaLouder than a bomb y es profesor de poesía en distintos instituto

¿Cuándo empezó a escribir poemas?
Fue alrededor de los 16 años cuando participé por primera vez en Louder than a bomb, una competición de poesía para jóvenes de Chicago, y la gané. A partir de allí, empecé a interesarme por la poesía.

Un buen inicio…
Sí, y gracias a ello me di cuenta del poder que tenía en el escenario y de la capacidad que tenía para movilizar a la gente, lo que me animó a querer continuar escribiendo poemas.

¿Cómo definiría este poder?
Como inspiración. Yo amo lo que hago y como dice uno de mis poetas favoritos, “la labor del poeta consiste en explicar las historias que suceden frente nuestras propias narices”. Por lo que creo que proyectos que permiten a los jóvenes contar sus propias historias son muy positivos.

Dar a voz a todas las historias…
A menudo las historias que les suceden a los jóvenes de barrios conflictivos no se explican en los libros de Historia. Es muy importante que puedan expresarlas para, no solo compartirlas con otra gente, sino para poder empezar a cambiarlas.

¿Cómo puede la poesía ayudar a cambiarlas?
Proyectos como Louder than a bomb hacen posible que en ciudades segregadas como Chicago, se reúnan jóvenes de toda la ciudad, que nunca se habían conocido antes, para compartir sus vivencias. El hecho de reunir a jóvenes de barrios pobres y ricos les permite establecer relaciones de amistad que ayudan a cambiar sus historias. Empiezan a construir una nueva ciudad forjando relaciones entre jóvenes de distintas clases.

¿Cuándo supo que quería ser poeta?
No lo supe hasta que participé por segunda vez en la competición de poesía. Aún así, no me considero únicamente un poeta. Si bien es cierto que me considero poeta por encima de todo, pero también soy educador y activista.

¿Cuál es su labor como educador?
Creo que mi trabajo, como el de otros educadores, es el de contextualizar la educación a la gente joven. Me gradué en el instituto con muy malas notas, yo provenía de un barrio pobre y conflictivo aunque iba al instituto al otro lado de la ciudad. A pesar de ir a uno de los mejores institutos, me di cuenta de que no me enseñaban lo que yo necesitaba, no aprendía a sobrevivir en mi camino de regreso a casa.

Una sensación generalizada entre los estudiantes…
Efectivamente, por lo que considero que nuestra labor como educadores es la de saber transmitir a los jóvenes la importancia del aprendizaje, hacerles entender por qué leer, escribir y también la poesía… ¡es tan importante para el mundo real!

¿Y qué importancia tiene la poesía para los jóvenes?
Creo que la comunicación, en un nivel muy básico, es la mejor manera de conectar con las personas más allá de las lenguas y las razas. Es la manera en que fundamentalmente nos relacionamos entre seres humanos. A menudo, cuando coges un libro de Historia, los hechos están explicados por aquellos que vencieron y pueden no contarlo todo o enfocarlo según su punto de vista. Por lo que creo que es muy importante que los jóvenes tengan la oportunidad de explicar su propia historia.

¿Y cómo despertar el interés de los estudiantes por escribir?
Pienso que la mejor forma de hacerlo es mediante iniciativas como Louder than a bomb, donde reúnen a distintos niños en un mismo espacio con música, comida y donde pueden compartir y expresarse. Estas iniciativas permiten crear engagement.

Interesante concepto.
Personalmente creo que una de las grandes tareas de los educadores es la de entretener. Tenemos que entretener a la gente joven para mantener su atención. Y cuando lo conseguimos, cuando nos convertimos en personas relevantes para ellos, somos capaces de descubrir qué les inquieta y les mueve para poder aplicarlo en clase. Es más fácil que aprendan mediante esta fórmula que no machacándoles contenido en sus cabezas.

¿Cree que el sistema educativo actual está adaptado a este tipo de educación?
No, creo que en el actual sistema educativo existe mucha burocracia, especialmente en los Estados Unidos. Actualmente, el problema es que los que controlan las escuelas están en una guerra en contra la educación pública. Debemos plantearnos cuál es el objetivo de la educación.

Empezar por el principio…
Si queremos ciudadanos que paguen sus tasas y no sean pensadores críticos entonces el modelo actual es correcto, pero si aspiramos a líderes, a personas jóvenes que sean inteligentes, que sepan afrontar nuevos retos en el mundo real, necesitamos crear nuevas clases que permitan convertir a los estudiantes en gente creativa.

¿Cuáles son los principales retos que debemos afrontar en el corto plazo?
Creo que el principal problema es que los profesores no tienen la oportunidad de ser profesores porque dependen de los test y los resultados que obtienen sus alumnos. En el corto plazo tenemos el reto de encontrar nuevas formas de evaluar las clases, que no sean mediante pruebas estandarizadas.

 Fuente: http://blog.tiching.com/entrevista-malcolm-london-los-profesores-tienen-la-oportunidad-de-ser-profesores/
Comparte este contenido:

Eric Sheninger: “Debíamos dejar de aprender para volver a aprender”

¿Por qué cree que a la mayoría de niños no les gusta ir a la escuela?
Porque las escuelas son justamente lo opuesto al mundo real. Hay datos que muestran que cuánto más tiempo pasan los alumnos en la escuela, menos motivados están. Los niños odian ir a la escuela porque no ven su relevancia, significado ni valor. Y cuando faltan estas tres condiciones, no sólo es difícil que los estudiantes estén involucrados, sino que también es más complicado obtener buenos resultados.

¿Cómo revertir esta situación?
Las escuelas deberían replantearse sus políticas, procedimientos y prácticas para crear experiencias que sean valoradas por los estudiantes. Si seguimos preparando a los alumnos para un mundo que ya no existe, los niños se van a preguntar por qué necesitan ir a la escuela.

En su opinión, ¿cuáles son las habilidades que deberíamos enseñar en las escuelas para que los niños tengan éxito en el mundo real?
Tenemos que encontrar un equilibrio entre las prácticas tradicionales y la cada vez más próspera cultura que empieza a integrar prácticas innovadoras que se centran en las habilidades blandas como la creatividad, la comunicación, la colaboración, el liderazgo, la perseverancia, la determinación, la resistencia…

¿Cuál es su opinión respecto del uso de las nuevas tecnologías en la escuela?
Es un problema cuando en la escuela no dejamos a los estudiantes usar herramientas del mundo real. En este sentido, creo que a veces somos un poco ingenuos al poner tanto énfasis en la conformidad, control y obediencia. Tres prácticas que facilitan la implementación de políticas que no permiten el uso de los medios sociales en las clases.

Por lo tanto, ¿está a favor del uso de estas herramientas en clase?
Sí, pero debemos enseñar a los alumnos a hacer un uso responsable de ellas. Es importante empezar con los más pequeños, enseñándoles cómo estar seguros, cómo la tecnología puede ayudarles a mejorar su aprendizaje, cómo los medios sociales pueden mejorar sus habilidades de comunicación, cómo pueden colaborar con compañeros de todo el mundo o cómo pueden crear y compartir este conocimiento.

¿Por qué cree que la comunidad educativa es aún reticente a la integración de estas herramientas?
Nuestra mentalidad ha sido entrenada para ver los medios sociales como si fueran un enemigo. Cuando seamos capaces de centrarnos en el potencial que tienen para mejorar el aprendizaje, siempre que sea apropiado, empezaremos a establecer las bases para crear una cultura educativa más relevante y cautivadora. Y cuando esté implementada será cuando empezaremos a obtener los resultados esperados. Nosotros lo pudimos comprobar en nuestra escuela.

¿A qué se refiere?
En la escuela que lideraba, permitimos el uso de Instagram, de Twitter… en las actividades escolares. Mientras los niños utilizaban estas herramientas, seguían siendo evaluados con normas alineadas con nuestro plan de estudios. Por lo que seguíamos enseñando los mismos conocimientos que otras escuelas, pero de una forma más relevante y significativa para nuestros estudiantes. Y esto nos ayudó a conseguir resultados impresionantes.

¿Cómo fue la transformación digital de la escuela?
En 2009, después de recibir críticas de nuestros estudiantes a través de Twitter, nos dimos cuenta que debíamos dejar de aprender para volver a aprender. Durante cinco años, nos centramos en una transformación digital utilizando la tecnología como lente para mirar críticamente nuestra cultura de aprendizaje. En los cinco años siguientes, nos centramos en la pedagogía primero y en la tecnología después.

¿Cuáles fueron los resultados?
En cinco años obtuvimos los mejores resultados de la historia de nuestra escuela en el test federal. El índice de graduación se convirtió en el tercero más elevado de todo el estado de Nueva Jersey, el cual es el segundo más alto en los Estados Unidos; obtuvimos los mejores índices de asistencia en las aulas… En resumen, conseguimos una transformación hacia una cultura que los niños abrazaron y valoraron.

Si las escuelas no transforman su cultura de aprendizaje, ¿cuáles serán las consecuencias para los estudiantes a largo plazo?
Los estudiantes dejarán de venir a clase. Los niños ahora saben cómo encontrar todo tipo de contenido, por lo que si seguimos soltándoles información sin más, dejarán de ver el valor de la escuela. Necesitamos centrarnos en responder por qué la escuela es importante para ellos y por qué lo que les estamos enseñando les permitirá tener éxito en un futuro incierto.

En su escuela tenían una sala en la que los niños podían experimentar sus pasiones. ¿Por qué era importante contar con este espacio?
Tradicionalmente los niños deben aprender a hacer, es decir, deben obtener el contenido y después utilizarlo. Nosotros cambiamos ese paradigma promoviendo que nuestros estudiantes hicieran para aprender. Experimentando con sus manos, tocando, colaborando, creando para desarrollar nuevas capacidades…

¿Por qué la mayoría de escuelas no cuentan con este tipo de espacios?
En muchos casos, las escuelas siguen teniendo un único enfoque que consiste en pensar que todos los estudiantes aprenden de la misma manera. Pero la realidad es que los niños aprenden de maneras distintas. Por todo ello, es positivo contar con un espacio en el que se desarrollen experiencias de aprendizaje informal para todos los estudiantes.

En este escenario educativo, ¿cuál es el rol que deben tener los docentes?
Debe cambiar. Los docentes debemos pasar de ser emisores de contenido a facilitadores de conocimiento. Tenemos que liberar los talentos de nuestros estudiantes y fomentar que sigan sus pasiones. Para ello, profesores y administradores, tenemos que estar dispuestos a renunciar al control, a confiar en los niños y a crear condiciones para que ellos sean los dueños reales de su propio aprendizaje.

¿Cómo hacerlo?
Tomando riesgos calculados, perdiendo el miedo al fracaso. Podemos entender la palabra miedo de dos formas: “olvídalo todo y corre” o “enfréntate a todo y levántate”. Esta última es una mentalidad de crecimiento que se centra en el potencial ilimitado de hacer cosas de forma distinta y a no estancarse con los obstáculos. Si seguimos permitiendo que las excusas nos retengan, continuaremos en un sistema cada vez más irrelevante y desconectado para nuestros estudiantes.

¿Cuál debe ser el rol de los estudiantes?
Deben tener voz, elección y defensa. Los educadores deben preguntarse si están incorporando la voz de sus estudiantes y si se les permite elegir y defender sus ideas para mejorar su experiencia educativa.

¿Qué otros aspectos deben cambiarse para convertir las escuelas en relevantes para los estudiantes?
Hay investigaciones que demuestran que el diseño de las escuelas influencia en un 25%  el aprendizaje, positiva o negativamente. Estos estudios analizan el mobiliario, la luz, la acústica, los colores, la temperatura… La principal conclusión es que no sólo debemos mejorar las técnicas pedagógicas, sino que también hemos de centrarnos en el ambiente de las clases y los espacio de aprendizaje.

Para finalizar, ¿podría darnos algún consejo para aquellos responsables de escuelas que quieran empezar con la transformación digital?
Lo más importante es que entiendan que pueden ponerse en contacto con aquellos docentes y líderes escolares que ya han tenido éxito con la transformación digital. Se trata de trabajar de forma inteligente. Por ejemplo, pueden leer mi libro Digital leadership en el que doy consejos para mejorar las prácticas a través de las herramientas digitales. Es importante darnos cuenta que no debemos tener todas las ideas ni todas las soluciones, sólo saber dónde encontrarlas.

Fuente: http://blog.tiching.com/eric-sheninger-debiamos-dejar-aprender-volver-aprender/
Comparte este contenido:

Entrevista: ¿Por qué soy feminista?: Simone de Beauvoir en exclusiva entrevista para la TV

Entrevista

¿Por qué soy feminista?: Simone de Beauvoir en exclusiva entrevista para la TV

En el 30 aniversario de su muerte, rescatamos una de las escasas entrevistas televisivas concedida por la autora de ‘El segundo sexo’

El pasado 14 de abril se cumplió el trigésimo aniversario de la muerte de Simone de Beauvoir. La novelista y filósofa francesa, conocida por su compromiso izquierdista y feminista, revolucionó el mundo intelectual y militante con la publicación en 1949 de su obra Le deuxième sexe (El segundo sexo). Este ensayo, una de las obras fundacionales de la segunda ola del feminismo, no sólo denunciaba la opresión de las mujeres. Iba incluso más allá al demostrar que tanto ésta como los roles asignados a los hombres y a las mujeres no estaban basados en diferencias biológicas, sino que eran construcciones sociales: «No se nace mujer, se llega a serlo».

Buenas noches.

Probablemente es la primera vez que veis a Simone de Beauvoir. Como Jean-Paul Sartre, su compañero de vida, hasta este año se negaba a aparecer en televisión.

El público la conoce por sus obras y novelas como Les Mandarins (Los Mandarines), premio Goncourt 1954, o Les mémoires d’une fille rangée (Memorias de una joven formal), ya que Beauvoir se cuenta entre los grandes escritores actuales. Pero es por un ensayo, Le deuxième sexe (El segundo sexo), publicado hace más de 25 años, por el que ha jugado un papel histórico en la evolución de las ideas de nuestra época.

Estos dos densos volúmenes, difíciles, describían y explicaban, por primera vez, el papel secundario que ocupan las mujeres en la humanidad. Si El Capital de Marx sirve de referencia ideológica para los comunistas, las feministas del mundo entero tienen este libro.

Algunos encontrarán que esta comparación es desproporcionada, puesto que todavía no son capaces de medir el alcance de las transformaciones que el éxito del feminismo producirá en el mundo en el que vivimos. Es esta fuerza naciente, portadora de un cambio profundo, lo que Simone de Beauvoir nos explicará esta noche.

Si tuviéramos que hacer un resumen del El segundo sexo, lo que evidentemente es muy complicado, éste podría quizás girar alrededor de una idea, que ha sido a menudo recuperada desde entonces, pero que me gustaría que me explicara: no se nace mujer, se hace.

Sí, esa es la fórmula que resume la totalidad de mis tesis. Lo que significa es muy simple, quiere decir que ser mujer no es un hecho natural, es el resultado de una historia. No existe ningún instinto biológico o psicológico que defina a la mujer como tal. Es la historia la que la construye. Primero, la historia de una civilización que determina su situación actual. Y, por otra parte, para cada mujer particular, es la historia de su vida, de su infancia la que que la determina como mujer, la que crea en ella algo que no es dado desde el nacimiento, el «eterno femenino», la «feminidad». En los estudios psicológicos realizados con niños se muestra cómo se profundiza más en la cuestión de la sensibilidad en los bebés femeninos, como la bebé es construida para convertirse en una mujer. Hay un excelente libro que acaba de escribir la escritora italiana Elena Belotti, Del lado de las niñas, donde se muestra cómo desde antes de que el niño nazca o sea incluso consciente, se inscribe esto en su cuerpo, en la manera de mamar, de acunar, etcétera. Se inscribe en su cuerpo lo que más tarde aparecerá como un destino.

Usted considera que las diferencias biológicas, evidentes, no juegan un papel en el comportamiento posterior del individuo.

Creo que ciertamente pueden jugar un papel, pero la importancia que se les da, viene del contexto social en el que se sitúan. Es muy importante que una mujer pueda estar embarazada, tener hijos, cosa que el hombre no. Constituye una gran diferencia entre los dos pero no es ésta la que fundamenta las diferencias de estatus, la explotación y la opresión a la que está sometida la mujer. Es, en cierta medida, un pretexto a partir del cual se construye la condición femenina, pero no es lo que la determina.

Cuando habla de opresión o explotación, se presupone una voluntad en un momento dado, no es simplemente accidental. ¿Dónde traza el origen de esta voluntad en el plano histórico?

Se remonta a los albores del tiempo. Hay que partir de la idea de que «el hombre es un lobo para el hombre», de que existía la escasez, de que no existían suficientes recursos para todo el mundo. Hubo un momento en los albores del tiempo en el que el físico contaba enormemente, los más fuertes se apropiaban el poder para conseguir también una preeminencia económica, para ser básicamente los que siempre estaban seguros de comer. En China, por ejemplo, donde había mucha pobreza, se dejaba morir, se mataba a las niñas pequeñas y se impedía a las mujeres participar en la producción, de forma que el hombre tuviera todo entre manos. Ha sido así siempre, no me da tiempo a explicar la historia de la mujer, pero es evidente que ha habido siempre una voluntad de los hombres de hacerse con el poder. Por ejemplo, en los inicios de la Edad Media las mujeres tenían mucho poder como médicos, conocían muchos remedios, hierbas muy valiosas… Pues bien, los hombres les arrebataron la medicina. Todas las persecuciones contra las brujas estuvieron esencialmente fundadas en esta voluntad de los hombres de apartar a la mujer de la medicina y del poder que ésta les daba. Después, en los siglos XVI y XVII, hubo reglamentos que prohibían rigurosamente, bajo pena de muerte o de multa, que la mujer ejerciera la medicina si no había estudiado en ciertas escuelas donde no se las aceptaba. Las mujeres fueron relegadas al rol de enfermera, comadrona, o asistenta. Si nos centramos en otros ámbitos, comprobaríamos que se han producido los mismos procesos. Ahora, la voluntad es más la de mantener ciertas barreras cuando la mujer quiere acceder a ciertas cualificaciones o a ciertos poderes.

En sus memorias dice que escribiendo Le deuxième sexe se dio cuenta de que descubría con cuarenta años una situación que le parecía evidente una vez que uno se percataba de ella. ¿Cómo puede ser que una mujer como usted, intelectual, con grandes estudios, no haya vislumbrado antes la situación que describe?

Porque he vivido mi propia condición, la de intelectual que tenía la suerte de ejercer una profesión donde no había competición con los hombres ya que la enseñanza está abierta a ambos. Había tenido compañeros en la Sorbona o en otros lugares que en el plano intelectual dominaban perfectamente la idea de igualdad. No había sentido eso. Como tampoco nunca quise casarme ni tener hijos, no he tenido una vida doméstica que es lo más opresor para la condición femenina. Había escapado a la servidumbre que implica la condición femenina. Más tarde, cuando empecé a reflexionar, a mirar a mi alrededor, vi la verdad sobre la condición femenina. La descubrí en gran parte al escribir Le deuxième sexe.

Es posible que en sus orígenes no fuese un estudio destinado a transformar la condición de la mujer, sino más bien una búsqueda intelectual…

Era un estudio teórico, mucho más que un trabajo de militancia. De hecho, estoy muy contenta de que luego haya podido ser utilizado por las militantes. Ahora tienen un rol de militancia, pero no fue para nada concebido para eso.

Ha descubierto una situación que, como usted misma dice, parecía una evidencia. ¿Cómo explica que en los últimos 150 haya habido muchas mujeres que han realizado estudios, que han podido acceder al mismo nivel cultural que los hombres, pero que no se haya llegado a esta evidencia de que las mujeres tienen un papel secundario en la historia de la humanidad?

Porque los hombres no tenían interés en formularla.

Pero las mujeres podían hacerlo. Tenían el derecho.

Ha habido mujeres que han lanzado gritos de protesta, por ejemplo, en Inglaterra. Pero no ha sido un grito de revuelta que se haya escuchado o que haya tenido repercusión. Pienso que se debe a que en su conjunto las mujeres tampoco son feministas. Si algunas de ellas han levantado la voz, sus gritos no han sido escuchados por las otras. Hay razones para explicar esta actitud pasiva o resignada de las mujeres. Resignación que va acompañada de recriminaciones, de emociones, pero que muy rara vez se ha trasladado a una revuelta. En primer lugar, la educación de la mujer en su tierna infancia. Son estructuras depositadas en ellas, muy difíciles de despegar del todo.

¿Podría darnos un ejemplo? Habla usted de la «tierna infancia». ¿A qué edad es esto? ¿A qué tipo de trato se refiere?

En el libro de la pediatra italiana Belotti se enseña que al amamantar la madre no lo hace igual con la niña que con el niño. Se incentiva una cierta manera de mamar mucho más agresiva en el niño que en la niña. Cuando luego el niño toma iniciativas independientes o insolentes o quiere ciertas cosas, se le incentiva. En cambio, a la niña se la pone en su sitio enseguida. Además, en la vida del niño habrá muchas cuidadoras o madres a las que les divertirá, jugarán con él, harán de él un pequeño personaje, con lo que el niño, con dos o tres años, estará ya acostumbrado a exhibirse. En cambio a la niña se le enseña a esconderse, a no mostrarse. A las niñas se les enseña a ser pudorosas, lo que es un comportamiento construido.

Entonces, dicho de otro modo, ¿son las madres las que inician esta discriminación?

En gran parte, sí. Son hijas de la Mujer y cuidan esta tradición. Tienen tan anclado este modelo femenino que imaginan que una mujer que no sea como ellas es un monstruo. Y quieren, por tanto, que la niña sea muy femenina. Pero a la vez, lo hacen bajo la presión evidente de los hombres. Son ellos los que han enseñado a las mujeres a comportarse como dependientes, pasivas, sumisas, etcétera.

¿No será también una razón puramente económica? Hasta hace muy poco lo mejor que podía sucederle a una chica era ser bella, deseable por los hombres, y hallar así un soporte financiero mediante el matrimonio.

Por supuesto, es una condición económica, pero que viene siempre de lo que decía antes. ¿Por qué se da? Porque los hombres han acaparado las profesiones, sobre todo, las interesantes, al contrario que en el ámbito rural donde las campesinas trabajan lo mismo que los hombres. En las profesiones superiores, los hombres se han esforzado por persuadir a las mujeres de que no debían sufrir económicamente, de que tenían que apoyarse en un marido y ocuparse del trabajo doméstico. Una de las claves de la condición impuesta de la mujer es este trabajo que les extorsiona. Un trabajo no asalariado, no pagado, que le permite solamente ser mantenida más o menos miserablemente por su marido. El valor aportado por este trabajo no es reconocido. No me acuerdo muy bien de las cifras, pero en 1955 hicimos una estadística que mostraba que por cada 45.000 trabajos remunerados en Francia en un año, había cerca de 46.000 trabajos domésticos, no retribuidos. Si las mujeres hiciesen una revolución en el ámbito del trabajo doméstico, si lo rechazaran, si obligaran al hombre a hacerlo con ellas, si dejase de ser un trabajo clandestino al que están por así decirlo condenadas, ya que pasarse toda su vida en un trabajo que no tiene nada de productivo es una condena, toda la sociedad se transformaría.

Dice que «no tiene nada de productivo», pero hay muchas mujeres que piensan que la educación de sus hijos, algo tremendamente complicado, el educar a una generación entera en las mejores condiciones posibles, lo que recae esencialmente sobre las mujeres, así como asegurar una calidad de vida es algo que cuenta…

No he dicho que no cuente, he dicho que no es productivo, que no produce valor económico. Este trabajo es quizás muy enriquecedor, pero en realidad existe una gran dependencia. La mujer sólo puede realizarlo si es mantenida por un marido que se gane la vida. Y si el marido se cansa de su mujer o encuentra a otra o simplemente se produce una separación, ella se queda sin recursos. Conozco bien esto porque me llegan muchas cartas de mujeres, después de publicar mi libro, que me explican su situación. Hay una historia que he encontrado muy frecuentemente, la de una mujer que se casa con 20 años, que disfruta de cuidar de su casa, de educar a sus hijos, que es muy feliz; pero de repente con 30 años ya no funciona y se queda sin nada y con la carga de sus hijos. Ahí es cuando se arrepienten de no haber aprendido una profesión e incluso de haber conservado una cierta independencia económica.

Usted pone el caso de una mujer de 30 años, pero con esa edad existen posibilidades de reconstruirse. Una mujer de 50 años no tiene, sin embargo, posibilidad alguna de reconstruir su vida. La reforma de la ley de divorcio pone el acento en este tipo de casos, en los que una mujer de 50 años sin profesión se ve completamente expuesta.

Esto también es cierto para una mujer de 40. A esa edad no le da ya tiempo de aprender una profesión. Existen casos de reconversión realmente sorprendentes, son excepciones que exigen muchísima energía de la mujer para lograr reconstruirse una vida, sola, sin hijos o que ya son mayores, sin marido para apoyarla. Si tiene marido, sólo le queda ese marido, no está integrada en la sociedad de manera que sea interesante para ella.

Habla de las reacciones en las cartas de sus lectoras, pero cuando salió El segundo sexo, incluso si no era una obra militante, fue un escándalo intelectual para mucha gente.

En Francia, se desató la maquinaria contra ella. Hubo muchos hombres que aborrecieron la obra. Hasta hombres que pensaba que eran de izquierdas, igualitarios, se han rebotado con este libro.

¿Por qué se ponía en duda su supremacía?

Porque se ponía en duda su supremacía, porque ridiculizaba al «hombre francés». El libro ha tenido una mejor acogida en América. Quizás porque allí había un sentimiento más fuerte de igualdad entre hombres y mujeres. Mi libro tuvo mucha acogida entre las mujeres, pero poco a poco ha sido más conocido y he recibido todas esas cartas.

En Estados Unidos se vendieron 750.000 ejemplares.

Ahora llegamos al millón, en libro de bolsillo, evidentemente.

En Francia fue un éxito muy rápido.

Tuvo un éxito muy rápido, pero no sabría decirle las cifras. Ahora que se ha publicado en bolsillo creo que ha llegado a mucho más público. Pero ha tenido una acogida muy mala. Las críticas que más me han decepcionado son las de los hombres que creía igualitarios. Hay comunistas que han escupido en el libro, diciendo que a las obreras les da igual lo que escribo. Esto es completamente falso. El libro va destinado más a las mujeres obreras que a las burguesas.

¿Por qué los comunistas son reticentes a sus ideas?

Ahora lo son menos. En realidad toda la relación del comunismo con la mujer es difícil, ya que consideraban que el problema de ésta es secundario, que la contradicción de los sexos es secundaria, frente a la de clases, que es primaria. En conjunto, los problemas de las mujeres están completamente subordinados a los de clase.

Entonces, ¿la idea es que si hay una revolución, la situación de la mujer cambiará automáticamente?

Sí. Y tengo que decir que en 1949, cuando escribí este libro, dudaba poco de eso. Creía que había que militar por la revolución, soy completamente de izquierdas y busco el derrocamiento del sistema, la caída del capitalismo. Pensaba que sólo hacía falta eso para que la situación de la mujer fuese igual que la del hombre. Después me di cuenta de que me equivocaba. Ni en la URSS, ni en Checoslovaquia, ni en ningún país socialista, ni en los partidos comunistas, ni en los sindicatos, ni siquiera en los movimientos de vanguardia, el destino de la mujer es el mismo que el del hombre. Esto es lo que me convenció para convertirme en feminista y de manera bastante militante. He comprendido que existe una lucha puramente feminista y que ésta pelea contra los valores patriarcales, que no debemos confundir con los capitalistas. Para mí, las dos luchas han de ir juntas. Parece imposible que el destino de la mujer cambie profundamente si el destino de la sociedad no cambia profundamente en cuanto a la lucha de clases. Pero también parece ilusorio pensar que la lucha de clases sirva por completo, tiene que existir una lucha específicamente para la mujer.

Entonces, ¿quiere decir que el feminismo tiene un papel que desempeñar en nuestra sociedad, pero también en los países comunistas, donde de momento no existe?

En los países comunistas la mujer tampoco tiene la posibilidad de crear movimientos sociales. Si pudiese hacerse sería muy útil. Una de las ideas del Movimiento de Liberación de la Mujer [MLF, por sus siglas en francés] es que las mujeres se reúnan, hablen sobre lo que viven dentro del hogar, perciban la injusticia que se les produce. Si en vez de sentir esa injusticia de manera individual, las mujeres hablaran entre ellas, sin hombres delante, e intentaran buscar soluciones, se ahorrarían mucha amargura. Podrían tomar conciencia de su situación, reflexionar sobre ella, y luego unirse para cambiarla. Esto es algo inmensamente útil, que podría tener repercusiones enormes para cambiar la sociedad.

Usted habla de la reflexión, pero parece que la mayor dificultad es que la mujer se mire a sí misma de una manera nueva.

Algunas seguramente se miren ya de manera distinta, nueva. La profundidad de lo que el MLF puede conseguir es muy difícil de prever. En qué medida las mujeres considerarán el ejemplo de las pioneras, tomarán conciencia de su explotación, de su opresión, no sabría decirlo. Pero tengo la impresión de que están menos resignadas que antes.

Existen muchos signos en el panorama político actual, como la presencia de mujeres, aunque sea de manera simbólica, en el gobierno, o que la condición femenina sea objeto de un debate y que se haya creado una institución ministerial… ¿Esto no es un signo de que existe una evolución que se impone a los hombres?

Sí, pero, para mí, la Secretaría de la Condición Femenina es pura mistificación. Es una concesión que se ha hecho a las mujeres para darles la impresión de que importan. En realidad, a Françoise Giroud no le proporcionan los medios para hacer nada, no tiene presupuesto, no tiene dinero. Todo lo que puede hacer son tímidas propuestas, que sólo se llevarán a cabo si los hombres las toman en cuenta y las consienten.

Sí, pero usted dice que no se debe confundir el feminismo con la lucha revolucionaria, en la medida en que no hay que esperar a la revolución para tratar de cambiar la situación. Entonces, ¿no son buenas todas las medidas? ¿Hasta las que le parecen parciales o un tímido principio? ¿No es mejor esto que lo contrario?

No, todo no es bueno. Hay veces que lo que se les ofrece a las mujeres son pequeñas concesiones o mistificaciones. Es una manera de desmovilizar a las mujeres. Hacerles creer que se hace algo, cuando en realidad no se hace nada. Es una manera no sólo de responder a la lucha de la mujer, sino también de suprimirla para que no tenga razón para existir. Las feministas nos negamos a esta desmovilización, queremos seguir con la lucha y que está sea dirigida por las mujeres y para las mujeres. No podemos esperar que el gobierno, que es favorable al orden actual, dé satisfacción a las mujeres que reclaman un cambio tan grande que perturbaría ese orden.

Usted ha observado que en las guerras revolucionarias, en las guerras de descolonización, por ejemplo, en el momento en el que la situación de los colonizados y oprimidos es más tensa es cuando comenzamos a darles satisfacciones parciales. Jamás se ha llegado a desmovilizar mediante satisfacciones parciales a gente que tenían causas que defender. Al contrario es en ese momento cuando se está de cierta manera frente a la toma de conciencia. No creo que Giscard d’Estaing pueda pensar que desmovilizará aplicando ciertas medidas superficiales. Tal vez, intenta simplemente seguir una ola, que siente que va a convertirse en algo considerable.

Si unas medidas son realmente útiles hoy en día para las mujeres, hay que aceptarlas. Pero hay que hacerlo sabiendo que no son más que algo provisional, que no golpean el núcleo. Una ley como la del aborto, en mi opinión, no es satisfactoria, no va suficientemente lejos. No se trata de rechazarla, sino de agarrarse a ella y considerarla como un primer paso hacia una liberalización mucho más grande del aborto y de una emancipación mucho mayor de la mujer. Sobre la cuestión del aborto, las feministas podemos estar bastante orgullosas. ¿Tendríamos esta ley si no hubiéramos lanzado el manifiesto de las 343, el de las 343 zorras, como se le llamó? En él decíamos que todas habíamos abortado, mujeres conocidas y desconocidas. Además, hubo el proceso de Bobigny que también supuso una gran movilización de la opinión… Y hubo también un gran número de manifestaciones en las calles.

Usted entró en la acción directa feminista con la cuestión del aborto, que ha apoyado desde el inicio y fue testigo en el proceso de Bobigny. ¿No puede decirse que esta lucha es el inicio del feminismo en Francia, ya que ha sido un catalizador para la unión de las mujeres al darse cuenta de que podían dirigir algo?

Por supuesto. Se han agarrado a una buena ruta de batalla, el aborto, en la medida en que comenzaban a querer luchar. En parte la historia del feminismo nace del 68. Fue el 68 el que dió a la gente la idea de que cada uno debía tomar en sus manos sus asuntos. Sean los jóvenes, los estudiantes de institutos, los soldados como acabamos de ver hace poco en Draguignan. Y también las mujeres. Pensamos que nos tocaba agarrar nuestros destinos sin pasar por las leyes o los decretos. O que nos tocaba arrancar esos decretos. En fin, comenzar a luchar con formas completamente nuevas. En el 68 también ocurrió otra cosa, muchas mujeres comenzaron a trabajar en los grupos de izquierda. Y se dieron cuenta de que incluso entre sus camaradas, políticamente en el mismo plano que ellas, eran tratadas siempre como mujeres, que era el hombre el que hacía el discurso y la mujer la que lo tecleaba, era el hombre el que discutía con sus camaradas y ella la que preparaba el café. Esto llevó a una toma de conciencia muy muy fuerte. Juntémonos nosotras las mujeres y obtengamos cambios en nuestro estatuto mediante nuestra propia lucha.

En algunos de sus recuerdos ha evocado las reacciones de los machos de izquierda, violentamente antifeministas en algunos momentos. Usted que ha vivido siempre a la izquierda y que conoce bien las diferentes familias ideológicas de ésta, ¿como explica que la izquierda no sea mucho más feminista que el resto de la población?

Porque la izquierda también está dominada por los hombres y éstos no tienen jamás ningún interés en pisotear sus privilegios. Los privilegiados siempre quieren mantener sus privilegios. Es natural. Los hombres son unos privilegiados tanto en el Partido Comunista como en el Partido Socialista, como en cualquier otro partido. Y por tanto, actúan como tales y no como personas de izquierdas.

La ideología de la izquierda es luchar contra los privilegios. Por tanto, deberían de darse cuenta, deberían de ser más sensibles.

Sí, pero no lo hacen.

En la última campaña electoral, una campaña entre dos hombres de edad madura, el feminismo no jugó más que un papel…

Secundario.

Incluso nulo.

Completamente de acuerdo. Como le decía al principio no hay que confundir la lucha de clases, y los partidos de izquierda se basan en ella, con la lucha de sexos. Hombres que pueden ser totalmente de izquierdas en cuanto a la lucha de clases, no lo serán del todo con respecto a los valores patriarcales, masculinos, y a su decisión de imponérselos a las mujeres.

Pero ¿no halla, como mínimo, en sus conversaciones, a hombres que son accesibles, que son capaces de asimilar este problemas de las mujeres como han hecho con el de la descolonización u otros?

Lo asimilan en parte, pero es muy raro que un hombre pueda comprender realmente lo vivido, la experiencia de lo vivido de una mujer, porque precisamente no lo han vivido. Tomo como ejemplo pequeñas cosas. La calle pertenece a todo el mundo, pero en realidad una mujer joven, guapa o fea, eso no importa, puede muy difícilmente pasadas las ocho o las nueve de la tarde, pasearse sola deambulando por la calle. Incluso durante el día le causa un problema, porque la seguirán, la interpelarán de tal manera que a menudo preferirá volver a casa. Pues bien, cuando se le cuenta esto a los hombres, sonríen sin sorprenderse: «Yo nunca he hecho eso, nunca he seguido a una mujer, no soy un buitre. Todos los hombres no son buitre». En fin, no se dan para nada cuenta de la coacción que puede ser para una mujer el sentirse todo el tiempo más o menos en peligro. No frente a un peligro brutal, aunque a veces puede llegar hasta ahí. Muchas mujeres que desairan a alguien que les sigue, se llevan una buena ostia o un golpe.

¿No hay de alguna manera una contraofensiva de los hombres que intentan salvar los muebles? Cuando explican que todos estos son problemas del pasado, que las mujeres controlan en gran medida la vida económica del hogar. Sobre todo, en los hogares obreros, donde un gran número de hombres entregan su salario a sus mujeres, guardándose eventualmente algo de dinero de bolsillo, y no tienen ni siquiera el control. Los hombres entonces van a explicar sus problemas diciendo que al final se les considera sólo fabricantes de dinero, que son ellos los que tienen que trabajar ocho horas en la fábrica o en el despacho y que las mujeres tienen un bello papel por el que se cambiarían con gusto.

Dicho eso, si se les propone, no quieren para nada cambiarse. Por muchas razones. De entrada, el trabajo doméstico de las obreras con varios hijos y con poco dinero es extremadamente cansado. Más que las ocho horas de fábrica.

Ellas hacen los dos a menudo

Como parte de este mercado, las mujeres entran a menudo en ambos. Y además, el día en el que el hombre cansa o quiere marcharse o le parece que es una carga muy dura mantener a su mujer y sus hijos, puede irse de un día para otro y siempre encontrará cómo buscarse la vida. Ella se quedará sin nada. Es un caso que se ve desgraciadamente muy a menudo.

Sí, sí. Evoca un problema que deja ver que usted aconsejaría a las mujeres elegir la solución, por el momento, de la libertad individual. Es decir, no os caséis, no tengáis hijos. De esta forma, seréis libres. Pero globalmente, la sociedad no reacciona así. La gente tiene tendencia a casarse. Hay que luchar contra la soledad, algo bastante natural. Y además de esto, tener hijos es más bien agradable. Es una de las cosas bellas de la vida para la mayoría de la gente. Entonces, ¿cómo se vive en medio de esta realidad si una no quiere alienarse una parte de las cosas de la vida?

Sería necesario que los hombres tomasen parte del cuidado del hogar y de la educación de los hijos, exactamente de la misma forma que las mujeres.Tendría que compartir todas las tareas. Sería necesario también que el hombre renunciase a la autoridad que pretende ejercer sobre la mujer. Cuántas veces he recibido cartas de mujeres que no tienen el derecho de ir a ver ni a una amiga, ni siquiera a sus padres o a quien sea, sin que el marido las acompañe. Ellos pretenden que lo hacen por amor, para compartirlo todo con ella, pero es una auténtica tiranía. Una vez recibí una carta de una mujer que me decía «os escribo vigilando por la ventana si mi marido sale o no del café de enfrente, porque cuando salga, esconderé esta carta. Se volvería loco de rabia si piensa que os escribo. No sé cómo me las apañaré para sacarla de la casa». Era una carta bastante larga. Me escribía unas 30 o 40 páginas. Necesitaba desahogarse. «Y si me contesta, respóndame como la señora Fulanita». En fin, este sigilo, estas conductas sin dignidad son impuestas a las mujeres por la tiranía de algunos hombres.

Pero, usted misma lo dice, son ejemplos límites. Estamos en una sociedad en la que hablamos mucho de divorcios, pero, cuando vemos las estadísticas, la mayoría de las parejas no se divorcia. Puede ser que esto oculte a veces dramas interiores. Pero, en realidad, la gente tiene ganas de entenderse. Y estos casos que usted cita ocurren más a menudo en los países latinoamericanos que en Francia, porque por suerte aquí hay una educación que ha vuelto a la gente un poco más civilizada.

Es muy optimista. Sé que en algunos barrios, las mujeres de los obreros, no obreras ellas mismas, sino mujeres que permanecen en casa, si cometen la desgracia de ir tomar un café a casa de la vecina y el marido se entera, viven luego escenas aterradoras. La mujer debe quedarse en casa, no hablar con nadie y ocuparse todo el tiempo de su casa y de sus hijos. Esta tiranía se ejerce tanto en la clase obrera como en la pequeña burguesía o en la burguesía. Está muy muy muy extendida.

Hay todavía ciertos directivos para los que forma parte de su estatuto personal el que sus mujeres no trabajen. Llegan incluso a casarse con mujeres que han hecho los mismos estudios que ellos, pero se dicen tengo los medios suficientes, tú no trabajas.

Sí. Y a las mujeres, por su lado, se les ha convencido, de tal manera, de que ser una verdadera mujer es dejar al marido trabajar, que a menudo aceptan. Algunas veces se hallan dividas. Y también tienen tan mala conciencia si quieren trabajar y tener un hogar e hijos al mismo tiempo que se vuelve muy difícil para ellas. Aunque esté lejos de ser imposible, los niños le dan mala conciencia, se les dice que no está lo suficiente con sus hijos, que no pasan suficiente tiempo en casa, y lo aceptan. Y muy a menudo, es muy duro porque una mujer que ha hecho los mismos estudios entiende que es el marido el que será doctor o abogado y ella será simplemente mujer del espacio privado. A menudo sufren por ello.

¿Esto quiere decir que, según usted, para las mujeres lo esencial es tener esa independencia que da el trabajo y el hecho de ganarse la vida?

Para mí, sí. Para mí lo esencial, sean las que sean las dificultades, es tener independencia económica. Sé que se les hace pagar muy caro, puesto que se les impone al mismo tiempo, el cuidado de la intimidad. Pero es la primera condición para tener también una independencia interior, moral, mental. Porque sin ésta están obligadas a tener la ideas de sus maridos, a someterse a los caprichos y deseos de sus maridos, etcétera. Están obligadas a permanecer con sus maridos, incluso cuando ya no sienten nada por ellos, lo cual es una situación que no es más digna de elogio que la propia prostitución. Una mujer que se queda con su marido únicamente por el dinero, porque ella no tiene los medios para buscarse la vida por ella misma, es una mujer que ha abdicado de su valor y su dignidad como ser humano. Por lo tanto, lo que aconsejaría a todas las mujeres es que trabajen, que obtengan la cualificación más alta que puedan y que tengan un trabajo lo más interesante posible, pero, sobre todo, un trabajo que les asegure la independencia económica. Y esto es muy difícil todavía hoy porque la desigualdad es flagrante. Y más, si se tiene en cuenta que los padres siguen pensando bueno la chica de todas maneras se casará, no es necesario sacrificarse mucho por ella, haremos los sacrificios por su hermano. Es una injusticia que lleva a muchas mujeres a una revuelta muy profunda cuando tienen realmente el deseo de llegar a ser alguien, a hacer algo interesante, y se les niega los medios para dárselo sólo al chico, que a veces es menos talentoso y menos capaz.

Hay una palabra que se escucha a menudo en el vocabulario del feminismo, que no se ha explicado mucho, sexismo. ¿Qué significa?

Es una palabra que hemos forjado por analogía con el racismo. El racismo es la doctrina que justifica que se produzcan discriminaciones entre los seres humanos por sus razas. Pues el sexismo es la actitud que pretende establecer discriminaciones entre los seres humanos por sus sexos. Hemos empezado a hablar de sexismo para los insultos que los hombres profieren contra las mujeres. Existe una ley, que creo que data de 1945, que prohíbe llamar a un hombre «sucio judío» o «sucio moro», y, si insultamos a un árabe o a un judío de esta manera podemos ir ante los tribunales. Pero, si se le dice a una mujer «zorra como todas las mujeres» o «histérica como todas las mujeres», no hay recurso. Algunas integrantes del MLF hemos creado una liga por el derecho de las mujeres donde intentamos luchar contra cualquier forma de sexismo. Queremos obtener que la ley que impide cualquier forma de discriminación racial impida también la discriminación sexual. Nos gustaría obtener esta no-discriminación, no solo en este ámbito de las injurias, sino también que no exista ninguna discriminación en la manera de educar a los niños, al menos, en el colegio.

¿Existe una discriminación en los colegios mixtos?

Hay discriminaciones en los libros de texto que se les entrega a los niños y a las niñas, incluso en el enunciado de los ejercicios. Por ejemplo: «Mamá ha llevado huevos a la cocina y papá tiene tornillos para reparar algo». Es muy impactante la discriminación profunda que existe en todos los libros de texto. También en la manera en la que se cuenta la Historia, siempre desde la óptica masculina, etcétera.

Existe, para todas las mujeres que empiezan a plantearse esta cuestión, un problema de actitud en relación con los hombres. Una parte de las feministas rechazan completamente a los hombres, deciden que hay que vivir sin ellos, que es la única manera de deshacerse completamente de esa tutela. No es su caso. Usted dice que el mayor logro de su vida es Sartre. Esto prueba que usted cree en la unión de dos seres, en el amor y en las parejas. ¿Cómo es compatible este amor con la evolución personal de la mujer?

Como usted dice, muchas mujeres creen que no es compatible de momento. Las que rechazan completamente a los hombres plantean esto como algo provisional en la lucha. Un poco como, siguiendo con la analogía del racismo, el caso de las panteras negras o de otros revolucionarios negros en América, que rechazaban cualquier contacto con los blancos. Es algo que la mayoría de ellos ya han superado y ahora piensan que si un hombre blanco comparte sus posiciones políticas y es su aliado pueden considerarlo como un camarada. Para las mujeres, es un poco lo mismo. Hay mujeres que piensan que no es posible vivir con un hombre o simplemente amar un hombre y hay otras que piensan que existe la posibilidad de amar a un hombre, de vivir con un hombre. Pero, incluso así, si yo he logrado vivir mi vida con Sartre es porque nunca hemos vivido juntos. Es mucho más importante, más que estar casados o no, el hecho de vivir juntos.Es lo que aporta más perturbaciones en una pareja. Hay mujeres que piensan que se puede vivir con un hombre, no hay, sin embargo, que caer en todas las trampas de la feminidad. Esto nos obliga a tener mucha vigilancia. Siempre estaremos tentadas de hacer una excepción para el hombre elegido, y esto puede hacer que la vida sea bastante difícil para ellas y para sus compañeros.

Dicho de otra manera, esto requiere tiempo, ya que estas cosas evolucionan de manera lenta al ser profundamente psicológicas. ¿Vamos de una u otra forma hacia unas relaciones más difíciles entre hombres y mujeres?

Quizás es más difícil para los hombres, porque siempre es agradable el tener a alguien completamente pasivo, sumiso, a tu lado, aunque luego las mujeres se lo hagan pagar con las famosas escenas conyugales. Un reflejo de la situación de opresión de la mujer. Puede ser, por el contrario, que las relaciones más lúcidas, más difíciles, en ciertos aspectos permitan escapar de esos horribles conflictos conyugales. Por otro lado, hay una perversión en la emancipación de la mujer producida por el hombre. Es decir que, en cierta medida, los hombres pretenden beneficiarse de esto. Esto se vuelve contra la mujer ahora que existen los anticonceptivos, que existe en parte el aborto, que las mujeres rechazan los tabús sexuales y dicen ser libres sexualmente. Los hombre se aprovechan para imponer relaciones sexuales. Por eso, las agresiones sexuales son mucho más frecuentes hoy que antes y eso se percibe en todas partes, hasta en la calle. «No eres una mujer libre si no te acuestas conmigo». Pero la libertad no consiste en acostarse con todo el mundo, todo lo contrario. Existe un abuso por parte del hombre, que hace que las conquistas de las mujeres se vuelven rápidamente en su contra. Mientras se consideraba a la mujer como pura, virgen, se veía en ella a la madre, la hermana o la esposa, uno no se atrevía a brutalizarla como se hace hoy en día.

Una última pregunta, hemos hablado anteriormente del feminismo en Francia y del importante papel del combate por el aborto. ¿ Cuál será el próximo gran combate del feminismo con la misma virtud de reunir a las mujeres, independientemente de su clase social y darles una conciencia de conjunto?

Una de las cuestiones más urgentes son las de estrategia y táctica. Es muy difícil predecir cómo van a presentarse las cosas en la lucha. Pero, una de las más urgentes es el rechazo al trabajo doméstico tal y como se plantea hoy en día, así como a la maternidad que tiene tendencia a hacer de la mujer una esclava. El combate debe ir contra la maternidad esclava, contra esclavitud doméstica. Es una lucha que podría movilizar una gran cantidad de mujeres ya que muchas sufren esta situación. El otro día, en France Soir, hablaban de cómo los franceses vivían sus momentos de relajación, por ejemplo, la pausa para almorzar. Una mujer con dos hijos y un marido decía con mucha violencia: «Para mí la pausa no existe, soy maestra y vuelvo a casa para preparar la comida de mis hijos, después la de mi marido que quiere comer viendo la televisión. Yo como de pie». Esta mujer era muy consciente de una profunda injusticia ya que trabajando fuera del hogar tanto como su marido era servidora de las necesidades domésticas. Con este tema podríamos movilizar a una importante cantidad de mujeres y seríamos capaces, quizás, de explicar la situación a una parte de los hombres que tengan buena voluntad.

La dificultad es que a diferencia del aborto, en vez de salir a la calle, esto es un combate individual en casa e implica obligatoriamente una búsqueda de compromiso. Requiere mucha determinación y mucho esfuerzo, será probablemente mucho más largo.

Será mucho más difícil, pero es ahí donde reuniones como las del MLF pueden ser muy útiles porque al enseñar a las mujeres a hablar entre ellas se les ayuda a concienciarse de la injusticia de su condición y a rechazarla. Si se sienten unidas, respaldadas, si saben que hay otras mujeres que luchan de la misma forma, estarán mucho más preparadas para iniciar esta lucha.

Fuente: http://www.nuevamujer.com/mujeres/actualidad/todos/por-que-soy-feminista-simone-de-beauvoir-en-exclusiva-entrevista-para/2017-01-10/160948.html

Comparte este contenido:

Aprendemos mejor aquello que nos interesa y a lo que podemos dar un valor y un sentido personal

10 de mayo de 2017 / Fuente: http://www.educaweb.com

César Coll

La personalización del aprendizaje aparece en múltiples iniciativas y propuestas educativas, pero ¿todo el mundo entiende el concepto del mismo modo? ¿Puede aportar una definición consensuada?

A pesar de que, efectivamente, las iniciativas y propuestas que se presentan bajo el paraguas de la personalización del aprendizaje son de naturaleza bastante diversa, la acepción, no sé si más habitual del concepto, pero sin duda la más nueva e interesante, es la que lo entiende como una opción pedagógica orientada a promover que los aprendizajes escolares tengan un valor y un sentido personal para los aprendices.

A veces, de hecho muchas veces, los alumnos aprenden cosas o aprenden a hacer cosas en las escuelas y en los institutos que incorporan a su comportamiento o a sus estructuras cognitivas, que pueden recordar, entender e incluso utilizar si se presenta la ocasión o la necesidad, pero que no pueden vincular con su historia y sus vivencias personales, con su realidad o con sus proyectos de futuro. La personalización del aprendizaje escolar se propone superar esta carencia desde el convencimiento de que un aprendizaje con sentido y valor personal por el aprendiz es la otra cara de la moneda de un aprendizaje significativo.

Hoy sabemos, además, que para conseguirlo es fundamental tener en cuenta los intereses y opciones personales de los aprendices, así como reconocer y respetar su capacidad para tomar decisiones sobre los diferentes elementos de los procesos de aprendizaje en los que se involucran. En este punto radica, en mi opinión, la diferencia fundamental entre individualizar y personalizar el aprendizaje. Individualizar implica ajustar la acción educativa a las necesidades y características individuales del alumnado; personalizar implica tener en cuenta, además de las necesidades y características individuales, sus intereses, sus preferencias y su capacidad de decisión.

¿Por qué es tan importante personalizar el aprendizaje hoy en día?

Por tres razones básicamente. La primera, porque la personalización del aprendizaje es ya una realidad fuera de las instituciones escolares. En el transcurso de las últimas décadas, y en buena medida como consecuencia de la penetración de las TIC en todos los ámbitos de la actividad humana, se han multiplicado de manera espectacular los contextos que ofrecen oportunidades, recursos e instrumentos para aprender. Se han ampliado y diversificado así de forma considerable las vías de acceso a la información y al conocimiento.

Conocimientos de todo tipo, incluso los más específicos y especializados que hasta hace poco sólo eran accesibles por la intermediación de las instituciones de educación formal, hoy lo son mediante una amplia variedad de vías no necesariamente asociadas a estas instituciones. Una de las consecuencias más importantes de este cambio de escenario es la importancia creciente de los aprendizajes que tienen lugar fuera de las instituciones de educación formal, que se ven así obligadas a compartir su protagonismo en la formación de las nuevas generaciones con los otros contextos de actividad que ofrecen igualmente oportunidades, instrumentos y recursos para aprender a su alumnado. Ahora bien, estos aprendizajes que tienen lugar fuera de las instituciones educativas responden a menudo a intereses y opciones personales, se vinculan en general a experiencias emocionales intensas y tienen, en definitiva, un carácter vivencial que no se da habitualmente en los aprendizajes escolares. En otras palabras, son aprendizajes con un valor y un sentido para los aprendices fruto de un itinerario o recorrido personal de aprendizaje.

Sucede, sin embargo, que el alumnado percibe cada vez con más intensidad una disociación entre lo que hace y cómo lo hace fuera de las instituciones educativas y lo que aprende y cómo lo aprende dentro de estas instituciones. Los estudios realizados al respecto indican que sectores crecientes del alumnado no entienden ni aceptan esta disociación, que les lleva a desinteresarse o «desengancharse» de los aprendizajes escolares, y que les gustaría que lo que aprenden en las escuelas y los institutos tuviera una relación más clara y directa con lo que les interesa y los «engancha» cuando están en otros contextos. En otras palabras, y es la segunda razón de por qué es tan importante personalizar el aprendizaje escolar hoy en día, la personalización es una aspiración cada vez más mayoritaria del alumnado, una aspiración que tenemos que satisfacer para conseguir que el alumnado otorgue también un valor y un sentido personal a los aprendizajes escolares.

Finalmente, la tercera razón es que las propuestas de personalización del aprendizaje son el reflejo a nivel pedagógico de un rasgo característico de la manera como aprendemos las personas. Me refiero al papel que juega el interés y la agencia, es decir, la visión de uno mismo como alguien con capacidad reconocida para aprender y para orientar el propio proceso de aprendizaje, y muy especialmente la posibilidad de hacer efectiva esta capacidad, como factores que inciden directamente tanto en la implicación del aprendiz en las tareas y actividades de aprendizaje como en sus resultados. Aprendemos mejor, con más profundidad y a menudo también más rápidamente aquello que nos interesa y a lo que podemos dar, como comentaba antes, un valor y un sentido personal.

Por estas y algunas razones más, entiendo que avanzar hacia una mayor personalización del aprendizaje escolar, más que una opción, es hoy en día una exigencia dirigida a los sistemas educativos. Es una exigencia, por otro lado, que obliga a revisar aspectos centrales de la organización y funcionamiento de estos sistemas como, por ejemplo, el modelo de currículum, la organización de los tiempos y de los espacios en los centros educativos, las relaciones con otros contextos de actividades que ofrecen oportunidades y recursos para aprender o los ejes centrales de la formación del profesorado, por mencionar solo algunos.

¿Qué papel juegan las TIC en esta personalización?

Por lo que se refiere a la personalización del aprendizaje, pienso que las TIC juegan un doble papel. Por un lado, las TIC están en el origen de la aparición de buena parte de estos contextos de actividad que, como he mencionado antes, ofrecen nuevas e inéditas oportunidades y recursos para aprender. Pensemos, por ejemplo, en las comunidades virtuales de interés, de práctica y de aprendizaje, en los repositorios de recursos educativos abiertos o en las redes sociales. No sólo esto, las TIC son también en buena medida responsables de que algunos de los contextos de actividad tradicionales como la familia, el puesto de trabajo, instituciones culturales y deportivas o simplemente lugares de encuentro comunitario y espacios de ocio hayan visto incrementada de forma espectacular su potencialidad como espacios de aprendizaje. En este sentido, podemos decir que las TIC han hecho posible que la personalización del aprendizaje sea ya actualmente, en buena medida, una realidad fuera de las instituciones de educación formal, a la vez que han contribuido de forma decisiva a generar la exigencia de personalización a la cual se enfrenta la educación escolar.

Ahora bien, por otro lado, además de estar en el origen de esta exigencia, las TIC son probablemente uno de los instrumentos más potentes de los cuales disponemos para responder a esta exigencia. Algunas dimensiones claves de personalización del aprendizaje escolar se ven enormemente facilitadas por el uso de las TIC. Me refiero a actuaciones como, por ejemplo, el establecimiento de conexiones entre las experiencias de aprendizaje del alumnado dentro y fuera de las instituciones de educación formal, el acceso a fuentes de información humanas o documentales y el aprovechamiento de oportunidades y recursos para aprender ubicados fuera y a menudo lejos de los recintos escolares, el seguimiento del alumnado en su tránsito por contextos de actividad y espacios de aprendizaje diversos o la creación de redes integradas por centros educativos y otras instituciones comprometidas en la formación de los niños y jóvenes.

No es pues en absoluto una casualidad que buena parte de las experiencias y propuestas de personalización del aprendizaje escolar se organicen alrededor de las TIC o que estas tecnologías jueguen un papel destacado en ellas. Pensemos, por ejemplo, en las propuestas orientadas a ayudar al alumnado a construirse entornos personales de aprendizaje, las que se organizan alrededor del uso y la explotación de recursos educativos abiertos en línea, las que se inclinan por un uso intensivo de los dispositivos móviles o las que todavía apuestan por introducir en el ámbito escolar talleres creativos en los cuales la programación, la robótica y otros artefactos electrónicos tienen una presencia destacada.

La orientación académica y profesional siempre ha buscado personalizar el proceso orientador. ¿Esta tendencia hacia la personalización supone un cambio sustancial o sólo refuerza la necesidad de ofrecer una orientación individualizada?

Es cierto que la tendencia a personalizar siempre ha estado presente en la orientación académica y profesional, sobre todo en el caso de la segunda, entre otras razones porque parece ciertamente difícil orientar profesionalmente a una persona sin tener en cuenta sus intereses y sus opciones personales. Ahora bien, incluso en este caso pienso que la tendencia ha sido más bien ajustar la orientación a las características personales, a las capacidades, a los conocimientos y competencias de la persona orientada que a atender a sus intereses y opciones. Por definición, la orientación académica y profesional pone a la persona orientada en el centro del proceso orientador, pero, al igual que ha pasado con las pedagogías centradas en el alumno, en mi opinión esto se ha hecho a menudo más desde la lógica de la individualización que desde la lógica de la personalización. Especialmente en el caso de la orientación académica, que ha sido y continúa estando centrada básicamente en las experiencias de aprendizaje y los aprendizajes escolares, en lugar de estarlo en las experiencias de aprendizaje y los aprendizajes del alumnado con independencia de los contextos en los cuales se han producido.

Y las TIC, ¿qué papel juegan o pueden jugar en este proceso orientador?

El papel más obvio es el de facilitar un acceso prácticamente sin limitaciones a la información relevante desde la perspectiva de la acción orientadora, incluida la posibilidad de comparar y contrastar de forma sistemática esta información. En mi opinión, sin embargo, este papel no es lo más interesante ni el que puede contribuir en mayor medida a ampliar y enriquecer el proceso orientador. Entiendo que las TIC facilitan considerablemente la identificación y valoración de los itinerarios de aprendizaje de las personas, entendidos como el conjunto de experiencias de aprendizaje y los aprendizajes que son el resultado de su participación en diferentes contextos de actividad, entre ellos los que corresponden a instituciones de educación formal, y que la toma en consideración de estos itinerarios pueden contribuir a enriquecer de forma significativa el proceso orientador. Así mismo, y es otra importante contribución potencial de las TIC al proceso orientador, el uso de estas tecnologías puede dar otra dimensión al seguimiento, acompañamiento y apoyo reales de la persona orientada en su tránsito desde el mundo educativo al mundo profesional.

¿Hay evidencias que permitan afirmar sin ningún tipo de duda que el uso de las TIC mejora el aprendizaje?

Hay evidencias que permiten afirmar sin ningún tipo de duda que determinados usos de las TIC tienen un impacto positivo sobre el aprendizaje. También hay evidencias, sin embargo, que permiten afirmar con igual seguridad que otros usos no tienen este impacto. En realidad, lo que impacta sobre el aprendizaje no son las TIC, sino lo que alumnos y profesores hacen con las TIC. Y a veces lo que hacen es exactamente lo mismo, o casi lo mismo, que harían sin utilizar las TIC. Cuando pasa esto, las TIC no añaden ningún valor a la acción educativa, de forma que los aprendizajes logrados, tanto si se valoran positivamente como si no, difícilmente pueden atribuirse en estas tecnologías. Dicho de otra manera, hay usos enriquecedores, usos reproductores e incluso usos empobrecedores de las TIC. Los que nos interesan son obviamente los enriquecedores.

¿Y cuáles son estos usos?

Pues los que permiten organizar la actividad conjunta de alumnos y profesores alrededor del contenido que están trabajando o de la tarea que están llevando a cabo de una manera tal que sin recurrir a las TIC sería muy difícil o imposible de organizar. Algunos usos de las TIC que antes he mencionado cuando hablábamos de las experiencias y propuestas de personalización del aprendizaje responden claramente a este criterio. Por ejemplo, ayudar a los alumnos a construirse y a utilizar sus entornos digitales de trabajo y aprendizaje, o la participación desde las actividades de aula en comunidades virtuales de interés, de práctica o de aprendizaje, o todavía la utilización de repositorios de recursos educativos abiertos en línea para desarrollar actividades de enseñanza y aprendizaje al aula. Pero hay muy otros, no necesariamente vinculados a dimensiones de personalización del aprendizaje, como por ejemplo los laboratorios virtuales para hacer pruebas y experimentos, el desarrollo conjunto de proyectos con alumnos y profesores de centros educativos alejados unos de los otros, o la exploración sistemática de fenómenos utilizando diferentes lenguajes y formatos de representación. Quizás podríamos decir, para concluir, que la innovación y la mejora educativa no vienen ni vendrán de las TIC, pero que el uso de las TIC en el marco de los procesos de innovación y mejora educativa puede ser y a menudo es un amplificador susceptible de multiplicar su capacidad transformadora y su alcance.

Fuente noticia: http://www.educaweb.com/noticia/2017/05/08/aprendemos-mejor-aquello-nos-interesa-podemos-dar-valor-sentido-personal-13906/

Comparte este contenido:

Jordi Adell: “Las TIC no hacen bueno o malo a un docente”

10 de mayo de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Jordi Adell

Antes que nada, ¿qué entendemos por tecnología educativa?
La tecnología educativa es una rama de las ciencias de la educación, de la pedagogía, que trata el uso de los dispositivos tecnológicos, en su sentido más amplio.

¿Cómo podemos mejorar la calidad de la enseñanza mediante el uso de las nuevas tecnologías?
Poniéndolas al servicio de la buena pedagogía. He aprendido que las nuevas tecnologías no hacen bueno o malo a un profesor, ya que éstas, por sí mismas, prácticamente no sirven para nada en las escuelas.

¿Cuál es la mejor forma de integrar las nuevas tecnologías en el aula?
La mejor forma de integrarlas es que los profesores se auto formen y que entiendan cómo funcionan y qué pueden cambiar con ellas. Lo esencial es que estén convencidos del enriquecimiento que les pueden aportar. Si un profesor considera que lo que está haciendo ya es perfecto y que el currículum que tenemos es suficiente para preparar a los niños y a las niñas para esta sociedad, lo normal es que no esté motivado para introducir nuevos elementos para el aprendizaje.

Se conformará…
Aún así, cada vez hay más profesores convencidos de que el sistema educativo actual no responde con suficiente rapidez a las demandas del entorno social y están empezando a incorporar la tecnología en sus aulas.

¿Qué implica esta incorporación?
Otra manera de conocer, de relacionarse con los temas, de plantear el aprendizaje en el aula, más abierta y más colaborativa. Se deben derribar los muros de la escuela, no concibiendo los centros docentes como islas sino como nodos. Este es un cambio muy importante de mentalidad que, aunque un creciente número de maestros ya ha hecho, hay muchos otros que todavía no, como tampoco lo ha hecho la administración.

¿Por qué cree que la administración no ha hecho este cambio de mentalidad?
Tenemos una administración educativa que añora el pasado, ya que con las nuevas leyes intentan volver a las materias básicas, al currículum lleno de contenidos y siguen pensando que una persona educada es una persona que posee mucho conocimiento.

¿Qué debemos entender por una persona educada?
En la sociedad de la información, una persona educada es aquella capaz de seguir aprendiendo cuando necesita adquirir conocimientos y que lo sigue haciendo no sólo a lo largo de su vida sino también a lo ancho. Es decir, la educación ya no sólo tiene lugar en las instituciones educativas sino que cada vez hay más sitios desde los cuales es posible acceder al conocimiento y a procesos de formación.

¿Qué debería hacer la administración en este sentido?
Repensar la escuela globalmente, replantear el currículum de arriba abajo y reflexionar sobre los fines de la educación. Yo creo que esta administración está construyendo un país con un sistema educativo de camareros y paletas.

¿Cómo le gustaría que fuese el currículum educativo?
Debería ser más corto, sin tantos contenidos. Me gustaría que cuando los niños y niñas acabaran la educación obligatoria no odiaran leer por culpa de haberles embutido la  literatura y forzado a leer libros que no les motivan.

Interesante…
También creo que deberíamos replantear nuestros métodos. Con un 30% de fracaso escolar en España, habría que reflexionar sobre si la metodología que utilizamos es la correcta, si la pedagogía del esfuerzo no habría que dejarla de lado y pensar en maneras alternativas de hacer las cosas. Y, por último, deberíamos mejorar considerablemente la formación inicial del profesorado.

¿En qué sentido se debería mejorar su formación?
Debemos tener en cuenta que un profesor no debe ser alguien que sabe únicamente de una asignatura, sino que debe conocer la materia, amarla y ser capaz de transmitir ese disfrute. El buen maestro es el  que sabe enseñar y ayuda a aprender a los alumnos.

¿Pueden las tecnologías ayudarles a enseñar?
Yo creo que sí, ya que les permiten abrir sus horizontes. Sin éstas los docentes están muy limitados a su centro educativo, a su aula y a su libro de texto. Además, con ellas, encuentran profesores que tienen sus mismos problemas. Una comunidad de práctica, en la que pueden compartir experiencias, preguntar dudas, aprender buenas prácticas…

Y a los alumnos ¿qué ventajas les aportan?
Con el adecuado conjunto de competencias, estas tecnologías les permiten aprender lo que quieran. Pueden conseguir sus propios objetivos, pueden ver visiones contrapuestas a las que les da el sistema educativo, ampliar lo que les dicen sus maestros, alfabetizarse en la lectura y en la escritura de múltiples formatos…

Por tanto, otorga una gran trascendencia a herramientas como Tiching.
Este tipo de plataformas cumplen una función fantástica que es la de favorecer el desarrollo profesional de los docentes. En un mundo en el que podemos acceder a tanta información, la clasificación que ofrece este tipo de herramientas ayuda a no perder el tiempo para encontrar los contenidos más adecuados.  También permiten a los docentes trabajar en equipo y no estar aislados.

Como han estado siempre…
Los docentes, a diferencia de otros colectivos profesionales, no acostumbran a contar y compartir el trabajo que realizan. El profesor desarrolla una tarea muy relevante, pero a menudo no le otorga la importancia que se merece y no se atreve a divulgarlo más allá del aula. Cambiar esta mentalidad costará mucho, pero precisamente por este motivo, es importante que los profesores empiecen a adquirir estas prácticas desde la universidad.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/jordi-adell-las-tic-hacen-bueno-o-malo-un-docente/

Comparte este contenido:
Page 287 of 426
1 285 286 287 288 289 426