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Entrevista a Facundo Manes: “Necesitamos valorizar al docente, darle prestigio social”

14 Mayo 2017/Fuente: rionegro/Autor:Hugo Alonso

Facundo Manes estuvo en Roca y conversó con “Río Negro”. El neurocientífico insta a “cuidar el cerebro” y a reconocer la pobreza como el primer paso hacia el desarrollo. “Tenemos que unirnos y necesitamos un paradigma, que es el conocimiento”, plantea

Facundo Manes invita a protagonizar “la sociedad del conocimiento” y abre las puertas. No cree que está mal revisar el pasado, debatir el presente, pero está convencido de que no puede haber “grieta” sobre el futuro.

Su presentación formal dice que es neurólogo clínico y neurocientífico, creador del Instituto de Neurología Cognitiva, presidente de la Fundación Ineco y rector de la Universidad Favaloro.

Su presentación personal es una gran sonrisa, un buen apretón de manos y una predisposición permanente a explicar por qué los argentinos tenemos que cuidar más el cerebro.

Vivió y viaja en forma permanente al exterior, pero también sabe de la atracción que genera en el interior del país. Se siente del interior, por su infancia y adolescencia en Arroyo Dulce y Salto, en la provincia de Buenos Aires.

Por eso fue casi uno más en Roca, esta semana, después de la charla que brindó ante 300 personas en la Asociación Española, invitadas por Sancor Seguros, que celebró sus 60 años en la ciudad. Allí saludó uno por uno, se sacó decenas de selfies y se interesó por la actualidad económica y social de la región del Alto Valle.

En la previa de esa presentación, Manes habló con “Río Negro” y explicó la importancia de la neurociencia para la sociedad.

“Hoy por suerte hay muchos investigadores en el mundo, mucho presupuesto de distintos países, buscando entender el cerebro. Y el impacto es muchísimo, primero porque las enfermedades del cerebro son muy prevalentes y esto permite ayudar a las personas y a sus familias. Porque las enfermedades neurológicas impactan en el entorno familiar. Si alguien convive con alguien está enfermo tiene más ansiedad, toma más psicofármacos, falta más al trabajo”, explica.

“Además, todo lo que hacemos lo hacemos con el cerebro, entonces entenderlo puede ayudar hasta en el deporte. Hoy la diferencia entre el oro y el bronce en un juego olímpico está en la capacidad cognitiva, en la resiliencia, en la atención, no tanto con el entrenamiento físico. Va a impactar en la economía, porque decidimos con el cerebro; en la educación… ¿qué es la educación sino dos cerebros en contacto? Va a impactar en la ley. Los testigos recuerdan –no muy bien– con el cerebro; los jueces deciden -a veces no muy bien- con el cerebro, porque somos más automáticos de lo que pensamos. Así que la neurociencia va a impactar en todos los órdenes de la vida, porque todo lo hacemos con el cerebro”, agrega.

P- ¿Tenemos conciencia sobre las enfermedades del cerebro? Es la causa más importante de discapacidad en el mundo…

R- Exactamente. Hay mucho interés en el mundo sobre el estudio del cerebro. Una de las razones es porque son la principal causa de discapacidad, más que el cáncer, que la enfermedad coronaria. Y cuando uno habla de la enfermedad del cerebro piensa en traumatismo de cráneo, en ACV, esquizofrenia… pero hoy tememos que incluir a la adicción. La adicción secuestra el cerebro, no es una debilidad moral. A la gente le interesa conocer cómo funciona el cerebro, saber lo que sabe y lo que no sabe la ciencia… cómo tomamos decisiones, cómo surge la creatividad. Y también los avances en la ciencia del cerebro van a producir dilemas que la sociedad deberá resolver, así que es muy importante difundir estos hallazgos.

La pobreza

P- La malnutrición impacta en el desarrollo del cerebro. ¿Cuánto?

R- Hoy sabemos que la malnutrición tiene un impacto en el cerebro, inclusive anatómicamente. Y en la Argentina lamentablemente todavía tenemos malnutrición, que no sólo es desnutrición sino también obesidad y déficit vitamínico. Y también sabemos que la pobreza tiene un impacto negativo en las funciones cognitivas. El que vive en contexto de pobreza utiliza los recursos cognitivos en el día a día y no puede salir del contexto de pobreza.

P- ¿Qué factores son claves durante la infancia de un niño para un buen desarrollo cognitivo?

R- Primero reconocerlo. Saber que el futuro de un país es el cerebro de los ciudadanos. Si hay contexto de pobreza va a haber personas que no van a tener los recursos necesarios para decidir y proyectar un futuro, generar conocimiento. Cuando uno lo reconoce como sociedad, actúa. En Argentina todavía nos falta reconocerlo. La sociedad tiene otras prioridades y el cerebro debe cuidarse, no sólo con una nutrición adecuada sino también con estímulos cognitivos, emocionales y sociales. Hay que poner esto como política de Estado.

P- Además del desarrollo en educación, ciencia y tecnología que nos falta, usted habla de los peligros de los sesgos mentales. Sólo importa el presente, el resultado por encima de los procesos. ¿El argentino medio es autodestructivo? ¿Le falta autoestima?

R- En un libro anterior la tesis fue esa: el cerebro argentino. Porque hoy sabemos desde la ciencia que la gente que nos rodea, los diarios que leemos, los twitters que seguimos, la gente del país, la cultura… todos influyen en la manera que sentimos, pensamos y decidimos, creando sesgos. Y los argentinos tenemos sesgos. Creemos hay una conspiración internacional para que no nos desarrollemos, sin pensar que nosotros tenemos que ser responsables del desarrollo igualitario. Los argentinos vivimos el presente, toleramos la corrupción, tenemos ciertas conductas que son propias de la cultura, de nuestro entorno y de nuestra historia. También tenemos cosas maravillosas, somos solidarios, generosos, amigueros, pero los países que se desarrollaron han logrado hacia el futuro tener varias políticas de Estado, en la que la mayoría está de acuerdo. No logramos ponernos de acuerdo. Estamos permanentemente peleándonos acerca del pasado y del presente, que no está mal, pero además de eso tenemos que encontrar puntos de acuerdo, y nos cuesta.

P- ¿Es posible proyectar ese pacto social, proyectos de mediano y largo plazo, en una sociedad con altas dosis de lógica binaria?

R- Si no es posible tenemos un futuro negro. Yo aspiro a poner mi granito de arena. Recorro el país diciendo esto. Necesitamos políticas de Estado. Y es algo que ya hicimos. En 1869 en la Argentina había un 78% de analfabetos y hubo una generación que creó la escuela pública, que pensó en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Y en 1947 había menos analfabetos en Argentina que en España e Italia. También lo hicimos nuevamente con la democracia. Peronistas, radicales, socialistas y comunistas estábamos de acuerdo con la democracia en el 83. Hoy tenemos que unirnos y necesitamos un paradigma, que para mí es el conocimiento, que es mucho más amplio que la educación. Involucra cuidar el cerebro, educación de calidad, infraestructura y también instituciones fuertes, sólidas y transparentes.

P- Para eso es indispensable tener líderes. ¿Qué significa ser líder? Usted no habla de un líder, sino de varios líderes en cada organización. ¿Cuál es la ventaja de ese sistema?

R- El cerebro básicamente aprende cuando algo nos inspira, nos motiva y nos parece un ejemplo. Y necesitamos muchos ejemplos en Argentina, en muchas áreas. El liderazgo requiere imaginar el futuro, tomar riesgos, representar al grupo. No se puede construir un país con pocos líderes.

P- Esa Argentina del caudillismo, de liderazgos unipersonales…

R- Y así estamos, un país con un recurso humano extraordinario, recursos naturales. Necesitamos otra cosa. Necesitamos ejemplos, instituciones, infraestructura y educación de calidad.

P- Habla de educación de calidad y habitualmente dice que “los docentes son la base de todo”… ¿Quién debe tomar nota de ese mensaje? ¿El gobierno, los gremios, los mismos docentes?

R- Todos. Necesitamos volver a poner al docente como el trabajo más prestigiosa de la sociedad. En el mundo varias cosas impactaron en la educación de calidad. Primero invertir en la primera infancia. Valorizar el docente, no sólo con salarios dignos sino también con prestigio social. Evaluar a los docentes y a los alumnos, no para estigmatizarlos sino para ayudarlos. Además, manejar la diversidad cultural. Tener datos concretos. Nos hacen falta más datos, más transparencia. No hay que inventar la pólvora. Argentina era la meca de la educación en Latinoamérica y hoy estamos detrás de nuestros vecinos. A mí me duele, me da bronca y por eso no estoy muy a favor de abonar la grieta. Creo que tenemos desafíos que nos requieren la unión de todos. Y luego puede haber discusión ideológica.

¿Rumbo al Congreso?

Facundo Manes colabora ad honorem con el gobierno de María Eugenia Vidal, en el diseño de políticas públicas. No pocos lo ubican como candidato a diputado nacional para las próximas elecciones, pero sobre eso responde que todavía no hubo ofrecimientos concretos.

“Me honra que piensen en mí, pero nunca lo haría como una cuestión narcisista, sino como una construcción colectiva”, aclara.

P-¿Cree en los partidos políticos?

R-El mundo está viendo nacer a movimientos, muchas veces liderados por personas atractivas. Pero creo que los partidos tienen un rol. Tienen que renovarse. En la Argentina el peronismo y el radicalismo si no se renuevan van a explicar más el pasado que el futuro.

“Los argentinos tenemos sesgos. Creemos hay una conspiración internacional para que no nos desarrollemos”.

“Cuando uno habla de la enfermedad
del cerebro tenemos que incluir a la adicción. La adicción secuestra el cerebro”.

Un libro, un puente para padres e hijos

Antes de su visita a Roca, Facundo Manes presentó su último libro, “Descubriendo el cerebro” que fue escrito junto a María Roca y está orientado a los más chicos.

P- ¿Cuál es la importancia de sumar conocimientos de neurociencia desde la infancia?

R- Lo hicimos con varios objetivos. Uno es que los chicos pierdan el miedo a la ciencia, que se sientan atraídos. Y el cerebro es fascinante. Segundo, yo soy padre, le leo cosas a mis hijos y muchos veces me aburro, o ellos se aburren con las cosas que a mí me interesan. Este libro es un puente para el diálogo entre padres e hijos, una excusa para comunicarlos.

Fuente de la entrevista: http://www.rionegro.com.ar/sociedad/manes-necesitamos-valorizar-al-docente-darle-prestigio-social-XK2783563

Fuente de la imagen:https://pbs.twimg.com/profile_images/727352450085212160/tWa3KjSM.jpg

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Entrevista a Luz Ángela Melo-Representante de Unicef

14 Mayo 2017/Fuente y Autor: latribuna

“Las reformas al sector educación han marcado un hito, como la Ley Fundamental”

Creció en la violenta Bogotá de los años ochenta. Eran los tiempos virulentos de los carteles de la droga y la guerrilla. Hija de una de las primeras diputadas de Colombia y un abogado, profesor universitario. Tiene 20 años de carrera internacional, trabajando en diez países, incluyendo la Bosnia posguerra. Nos confiesa dos cosas: Siempre quiso trabajar en derechos humanos y el relato sobre el día que una enfermera dejó caer a su hermano recién nacido y lo mató. Ella es Luz Ángela Melo, representante de Unicef en Honduras y quien cree que reducir la edad punible no disuade el delito.

Cuando escucho Colombia se me viene a la mente Shakira, Carlos Vives, los ballenatos, García Márquez, pero también los carteles de la droga.
No eres el único. Fuimos estigmatizados por la violencia y las drogas en los años ochenta. Por lo demás mi país es hermoso, me encanta Carlos Vives.

¿Superaron el trauma de la violencia?
No creo que lo hemos superado, hemos avanzados muchísimo en seguridad, sobretodo en los últimos años nos están visitando más turistas, pero falta mucho para hacer. Lo bueno es sacar lo positivo y lo auténtico del país, porque no todo tiene que ser para el turista.

Si le sirve de consuelo, nosotros también estamos estigmatizados por la violencia y otros flagelos en el mundo.
Todos los países latinoamericanos tenemos casi los mismos problemas, pero te quiero decir que tienen un país bellísimo, para mí es como una joyita preciosa y hasta me es familiar con el mío por sus riquezas naturales. Te digo que el día que mejoren los índices de seguridad, vendrán más turistas.


Hablemos de su cargo. ¿Cuándo entra a Unicef?

Con mi primera misión en Haití. Esta es mi primera misión como jefa en un país, aunque ya he estado de jefa de otras tareas, pero en este nivel es la primera vez.

¿Cuándo inicia Unicef a su cooperación con Honduras?
A nivel mundial, Unicef nació justo después de la Segunda Guerra Mundial en 1946 para ayudar a los niños en Europa. Unicef inició sus operaciones en Honduras en 1956 y en la década de 1980.

¿Qué logros significativos se pueden destacar en Honduras en los últimos años en el tema de la niñez?
Las reformas en el sector de la educación han marcado un hito con la adopción de la Ley de Educación Fundamental, así como con el trabajo en protección de la infancia.

Coméntenos sobre el programa de cooperación 2017-2021 para Honduras
El nuevo programa de cooperación 2017-2021 incluye cuatro prioridades: desarrollo de la primera infancia, educación inclusiva y de calidad, protección de los niños y niñas contra la violencia e inclusión social y monitoreo de los derechos de los niños. Se llevará a cabo tanto a nivel nacional como local, en departamentos y municipios seleccionados. La nueva estructura del programa implica un aumento del 85% en el presupuesto en comparación con el ciclo anterior del programa.

¿Cómo encontró la situación de niñez en el país cuando llegó y como está ahora?
Solo ha pasado año y medio desde que llegué. Lo que le puedo decir es que ahora los que trabajamos por la niñez de Honduras estamos unidos. Las principales organizaciones de la sociedad civil, Unicef, las instituciones que trabajan por la infancia tratamos de trabajar de manera coordinada, pues es lo que se merecen los niños y niñas de Honduras.

¿Cuáles son los aliados de Unicef en Honduras?
Unicef trabaja con muchas instancias gubernamentales, también trabaja con muchas ONG, internacionales y nacionales, con los medios de comunicación, instituciones académicas, con las agencias del sistema de la ONU, con donantes, con el Movimiento Mundial para la Infancia, y trabaja promoviendo intercambio de experiencias con otros países.

¿La violencia aleja la inversión en el país?
Según el Banco Central de Honduras la Inversión Extranjera Directa en 2016 registró una caída de 16.7% respecto a 2015. Se proyecta que en 2017 habrá una recuperación de 7.1%. De acuerdo al Consejo Hondureño de la Empresa privada, el boom de inversión del 2015 se debió a los incentivos para la energía fotovoltaica.

¿Quién financía a Unifec?
Unicef recibe fondos de gobiernos, fundaciones, donantes individuales. Existen Comités Nacionales en países desarrollados y oficinas especializadas en recaudación de fondos en ciertos países que ayudan en este proceso. En el caso de Unicef Honduras que tiene un programa de cooperación de 25.5 millones de dólares americanos: 5.5 millones vienen de la sede de Unicef en NY y los restantes 20.0 vienen de donantes entre los que destaca Canadá y fondos recaudados de fuentes privadas por Comités Nacionales de Unicef y las oficinas especializadas de recaudación de fondos.
¿Cómo está la inversión pública en la infancia en Honduras?

Del año 2013 para acá hemos observado una disminución de la inversión pública en la infancia. Pasó de un 8.5% del PIB a un 6.9% del PIB en 2015. Estas son señales de alerta que nos obligan a trabajar conjuntamente con el Estado para aumentar la inversión en niñez y también a hacer más eficiente lo que ya se invierte.

¿Qué propone para solventar los problemas de niñez?
Todo el accionar gubernamental debe articularse para prevenir la violencia de forma adecuada: asegurando ingresos suficientes a las familias, proveyendo a las familias de conocimientos para dotarles de estilos de crianza positivos, mejorando el acceso a la educación y su calidad, y otro gran número de intervenciones necesarias para prevenir y reducir la violencia.

¿Unicef tiene alguna propuesta para este año electoral?
Unicef, en alianza con el Movimiento Mundial por la Infancia, Capítulo Honduras, está trabajando una estrategia de incidencia en el marco electoral. Los candidatos y candidatas presidenciales y para alcaldes pronto conocerán el producto del trabajo preparatorio que estamos desarrollando, y entraremos en un diálogo constructivo con ellos para asegurar que los derechos de la infancia están incluidos en sus planes de gobierno, y que la infancia es una prioridad en ellos.

¿Cómo asegurar que los políticos cumplan las propuestas de Unicef?
Unicef considera que instaurar un mecanismo de seguimiento al cumplimiento de los compromisos electorales por la infancia es importantísimo para asegurar que la situación de los derechos de la infancia vaya mejorando durante el período de gobierno.

¿A qué se debe tanta migración de menores?
Durante los últimos años, han salido numerosas investigaciones sobre las causas de la migración infantil. Los datos del CENISS nos muestran que las causas de la migración son múltiples: hay determinantes socioeconómicos (pobreza), hay motivos de reunificación familiar, y también está la violencia como otra causa de la migración en el país.

¿Los niños y los jóvenes son víctimas o victimarios de la violencia?
Aunque no tenemos datos sobre los niños victimarios, los datos sobre la violencia contra la infancia, evidencia que los niños y niñas son mayormente víctimas de la violencia en Honduras, y esa incidencia va en aumento. De las 3,179 muertes por homicidio de niños y niñas ocurridas entre el 2008 y 2015, el 85.2% ocurre contra la población adolescente. Además, entre 2012 y 2015, en Honduras siete de cada 10 homicidios de niñas y niños fueron cometidos con arma de fuego.

¿Apoyaría reducir la edad punible como lo propone el gobierno?
No, Unicef comprende la preocupación del Presidente de la República sobre la participación de los adolescentes en actos delictivos. Sin embargo, las discusiones sobre la edad punible deben tener en el centro el principio del interés superior del niño. El sistema de justicia penal especial se construye precisamente para adoptar medidas para rehabilitar al adolescente infractor, y las medidas de detención deben ser medidas de último recurso. Aunque las Reglas de Beijing dejan libertad a los Estados a la hora de fijar las edades mínimas y máxima de responsabilidad penal, el Comité sobre los derechos del Niño ha establecido como edad mínima de responsabilidad penal la de 12 años, y Honduras ha adoptado ese estándar mínimo.

¿Pero aceptaría el debate propuesto por el Presidente Hernández?
Claro, deseamos que nos inviten como expertos mundiales sobre los derechos de la niñez. Nosotros apoyamos al gobierno, pero queremos ser el amigo crítico del gobierno, como el amigo incondicional que dice las verdades porque te quiere.

¿Bajar la edad punible disuade la violencia?
Está probado que no. Detener no disuade la violencia. Te digo honestamente, Honduras no se debe echar para atrás con bajar la edad punible. Y para eso estamos muchos aliados, para ayudar en estos problemas que afectan a al niñez.

¿Y la empresa privada cómo puede ayudar?
Puede comprometerse con programas y yo sé que muchos están haciendo.

¿Y los padres y maestros permisivos?
Yo no sé si son permisivos. A lo mejor no tienen las herramientas ni apoyo del gobierno.

¿Y los controles natales como alternativa?
No soy demógrafa pero creo que es importante proteger a los niños y niñas, darle herramientas a las familias, mejore la familia, una calidad en la oferta educativa y más importante bajar las tasas de madres adolescentes, el 24 por ciento. Te imaginas.

¿Cómo puede enriquecerse este debate de la edad punible?
Es una oportunidad que tiene Honduras para comenzar a pensar en su infancia, empezar a ver las soluciones integrales que se puedan aportar en favor de la niñez.

¿Considera que la niñez es usada para propósitos electorales?
Como decía más arriba, las campañas electorales son una gran oportunidad para poner los derechos de la infancia en el debate público. Unicef ha promovido pactos por la infancia para sensibilizar a las y los candidatos sobre la necesidad de que diseñen sus programas de gobierno asegurando resultados para la infancia..

¿Cuánto pierde el país al dejar de invertir en la niñez?
La consecuencia principal de no invertir en la infancia es el desperdicio de un importante potencial humano. James Heckman, economista norteamericano y Premio Nobel de Economía, demostró hace varios años, que invertir en la primera infancia tiene una enorme recompensa económica. A largo plazo, la pobreza se puede reducir con inversión en la infancia. Los servicios educativos para la primera infancia, además de beneficiar el desarrollo de los niños también permiten que las mujeres tengan mayor participación como fuerza laboral.


¿Qué tanto afecta flagelos como corrupción, narcotráfico y el crimen organizado a la niñez hondureña?

En cualquier país, la corrupción y el crimen organizado, van en detrimento de la democracia y el ejercicio de los derechos humanos. El deterioro de la democracia y del Estado de Derecho tiene una clara implicación en los derechos de la niñez, como para el resto de los grupos poblacionales. Un país próspero y respetuoso de los derechos humanos, pone a las personas en el centro, en especial, a su niñez.

¿Y la impunidad?
No tenemos datos que muestren los niveles de impunidad de los delitos contra la niñez específicamente. En este sentido, Unicef espera que los esfuerzos existentes para combatir este flagelo continúen y se intensifiquen, pues ello contribuirá al fortalecimiento de la democracia, el Estado de derecho y, por ende, el cumplimiento de los derechos de la infancia.

¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en la problemática de la niñez?
Los medios de comunicación deben ser portadores de buenas noticias, basadas en evidencia, objetivas y orienten un pensamiento crítico que aliente a la población a la exigencia de sus derechos. Abrir las puertas a las opiniones de niñas y niños y cerrar la brecha a la apología al odio y confrontación.

Fuente de la noticia: http://www.latribuna.hn/2017/05/13/representante-de-unicef/

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“Para que la escuela pueda servir realmente a la sociedad debe estar protegida de los intereses corporativos que insisten en infiltrarla” Entrevista a Carlos Fernández Liria, Olga García Fernández y Enrique Galindo, autores de Escuela o barbarie (II)

Carlos Fernández Liria es profesor de filosofía en la UCM. Entre sus numerosos libros cabe citar En defensa del populismo (2015), Para qué servimos los filósofos (2012) y El orden de El Capital (2010, con Luis Alegre Zahonero. Olga García Fernández es profesora de enseñanza secundaria. Milita en las Marea por la Educación Pública de Toledo. Enrique Galindo Fernández es también profesor de enseñanza secundaria. Activista de la Marea Verde.

Nos centramos, en esta conversación, en algunas de las temáticas desarrolladas en su libro Escuela o barbarie. Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda, publicado por Akal, Madrid, 2017.

***

Estábamos aquí. Habláis en vuestro libro de Daniel Noya, un ejemplo para la escuela pública afirmáis. ¿Quién es Daniel Noya?

Carlos.- Aparte de ser un gran poeta que vive y da clase de filosofía en el valle del Tiétar, es un hombre normal (lo que no es tan habitual), un hombre noble y honrado que lleva toda su vida dedicado a la enseñanza en el mundo rural. Le he citado en el libro como un ejemplo más de esos millares de profesores que aman su profesión, que han instruido a generaciones y generaciones de alumnos de una forma bella y desinteresada, muy por encima de sus obligaciones laborales. Son estos profesores, a los que yo calificaría de verdaderos héroes anónimos, los que han convertido la escuela pública en un milagro ilustrado de la humanidad. La propaganda neoliberal y el delirio izquierdista, en cambio, los denigran día a día, cada vez más, con calumnias lobotomizadas sobre el desempeño de su profesión, con controles delirantes que limitan su libertad de cátedra, llegando incluso a sugerir, desde no se sabe qué tribunas académicas de élite, que deben ser «enseñados a enseñar», vigilados y disciplinados para una continua innovación suicida, reciclados en entrenadores del gimnasio laboral que reclaman los mercados cada día de forma más imprevisible. Y este diagnóstico lo hacen tecnócratas que jamás han pisado un aula.

Para aclararnos de aquí en adelante. ¿De qué deberíamos hablar, de educación o de instrucción?

Olga.- De las dos. En el parágrafo titulado «Instrucción vs. Educación» lo explicamos. Instruir, en tanto que ejercicio de la filomatía (amor por aprender) es una dinámica en la que el profesor enseña conocimientos que le han sido costosos de aprender y en los que es experto. Y los enseña para que el alumno los haga propios a través de la reflexión y de la crítica, para que en esa dialéctica, realmente «piense por sí mismo». Esta forma de enseñar y aprender exige el reconocimiento de la diferencia entre el profesor y el alumno. Una diferencia «geométrica», entre el que posee el conocimiento y el que se hace con él. Y fundamentalmente exige «respeto»: del que aprende por el que sabe, por la pasión con la que lo enseña, y del que enseña por el que aprende, por la capacidad que tiene para ello. Ese respeto exige esa previa distancia, garantía del reconocimiento entre uno y otro a través de lo aprendido, y nunca a través de lo afectivo. Es esencial que esto quede claro: educar, en el sentido de acompañar (lo que hace el pedagogo), de identificarse afectivamente, es lo contrario que aportar herramientas al alumno para la crítica y la emancipación. Esto no significa dejar de lado la educación del corazón por la del intelecto, como decía Aristóteles en la Política, sino entender esa educación del corazón como respeto hacia una persona en formación, que aun está por ser adulto. La educación de lo afectivo es paidocentrismo, es educar en la consideración de que el alumno es un ente acabado como niño o adolescente, y no un ser humano emancipable en potencia.

Enrique.- Lo que intentamos es salir de la falsa polémica entre instrucción y educación que considera que la primera es algo así como rellenar las cabezas de los alumnos con contenidos que les son completamente ajenos. Hay que decir que la instrucción, que, como acaba de explicar Olga, entendemos como filomatía (término este que tomamos de la excelente tesis doctoral de José Sánchez Tortosa), es en sí misma educativa. A este respecto hay un dato que me parece significativo: la II República mantuvo el nombre de Ministerio de Instrucción Pública y fue el primer gobierno de Franco, en fecha tan temprana como 1938 el que lo cambió por Ministerio de Educación Nacional. Este cambio de nomenclatura no es inocente, pues implica privilegiar los elementos de guía y conducción, haciendo del pedagogo (conductor de niños) el preparador del terreno para el éxito del demagogo (conductor de pueblos o, en este caso concreto, Caudillo).

Carlos.- A veces hay que educar para poder instruir, pero la pretensión de hacer cargar a la escuela con todos callejones sin salida sociales es una barbaridad. La escuela no puede dar trabajo a los padres de los alumnos que están en paro, por ejemplo. En esta sociedad hay problemas gravísimos que tienen que ser resueltos políticamente. Y los profesores, que son los primeros en vivirlos cotidianamente, al convivir con alumnos de todas las edades a diario, se están comportando, en general, como verdaderos héroes, desplegando una generosidad de gran sensibilidad social. Pero en lugar de agradecimiento (que suelen tenerlo, en cambio, y muy sincero, por parte de los alumnos), se encuentran con que los poderes fácticos les responsabilizan por no lograr solucionar lo que esos mismos poderes deberían estar solucionando por otros vías. Los medios de comunicación, manejando además tópicos pedagógicos execrables, no han parado de difamar y calumniar, echando basura mediática sobre la profesión de profesor. De este modo, los profesores han perdido el prestigio y el respeto de la sociedad en general. Esto es un desastre de la civilización.

No parecéis muy entusiastas de la pedagogía. Pero personas muy entrañables y muy reconocidas en las tradiciones de izquierda e ilustradas fueron pedagogos. Pienso, por ejemplo, en Ferrer i Guàrdia o en Makarenko. ¿Dónde se ubican vuestras principales críticas a la Pedagogía?

Olga.- En primer lugar, en su autoproclamación de ciencia experta en el arte de enseñar a enseñar, cuando no tiene cuerpo teórico alguno. Postularse como la metaciencia que enseña cómo enseñar más allá de los contenidos específicos de cada disciplina es grotesco desde un punto de vista científico. Como mucho, la pedagogía es una técnica o conjunto de recomendaciones formales. En segundo lugar, precisamente, el discurso pedagógico moderno (de origen jesuita) es «forma vaciada de contenidos». Es lo que se denomina «formalismo pedagógico»: el progresivo vaciamiento de los contenidos en favor de sucesivas metodologías cuyo fin es, exclusivamente, el reajuste del aprendizaje en términos rentables, en la producción de determinado tipo de persona, del «hombre nuevo» necesario en cada momento. En tercer lugar, al formalismo pedagógico le acompaña como sustituto del conocimiento, el establecimiento del afecto, de lo emocional. El discurso actual de la pedagogía está transido de estructuras biensonantes y, por lo tanto, muy difíciles de desmontar como «democratizar la enseñanza», «educar en la autoestima y en lo emocional», «construir el propio aprendizaje», «iniciativa emprendedora»….. Es un lenguaje a favor de los intereses neoliberales que requieren un ciudadano adaptable a todo tipo de circunstancias. Por lo tanto, no se trata tan sólo de que, en origen, la Pedagogía se considere a sí misma indispensable para las disciplinas que sí son científicas, sino que en su labor de «tutela» desacredita la importancia de los conocimientos aportados por las mismas, promueve el vaciamiento de contenidos de la escuela frente a lo afectivo y obedece históricamente a los intereses y tendencias innovadoras de reforma de los «agentes sociales».

Enrique.- Fíjate que tanto Ferrer i Guàrdia como Makarenko son pedagogos en tanto que reflexionaban sobre su propia práctica como maestros; se enfrentaban directamente en su día a día con los problemas que surgían en sus escuelas y en el trato directo con los alumnos y a partir de ahí hacían una teorización, por así decir, enraizada en su propia praxis. Eso es enteramente diferente de erigirse en los detentadores de una presunta (e imposible) «ciencia de la educación» que exacerba el formalismo del que habla Olga. Las teorías pedagógicas se van alejando de la práctica concreta y de los contenidos concretos y se convierten en prescriptivas e invasivas del principio fundamental de la libertad de cátedra, además de puramente formales. Al concebirse como una ciencia positiva más pretende ocupar un lugar autónomo e independiente en la ciudad científica, pero eso la lleva al formalismo y este al delirio pedagogista del que hablábamos antes. Esto lo localizó muy bien Hannah Arendt en los años 50 del siglo pasado, cuando decía aquello de que bajo la influencia del pragmatismo y la psicología la pedagogía se separó de los contenidos a transmitir y con ello de las normas básicas de la sensatez. Por ello, nuestras críticas se centran en las pretensiones cientificistas de la Pedagogía, que terminan sirviendo a intereses espurios legitimándolos.

Carlos.- Por mucho que tengo fama de antipedagogo, yo no tengo nada contra la pedagogía. Siempre y cuando, por supuesto, sea cosa de profesores. Cuando los profesores reflexionan sobre su propia práctica docente tienen, sin duda, cosas importantísimas que decir, en el terreno de la didáctica y en el de la pedagogía. Yo sería partidario, incluso, de que se reservara una porción importante del tiempo de trabajo de los profesores para estas reflexiones. Pero lo que es un idea disparatada es instituir una carrera universitaria en la que se pretende enseñar como «enseñar a enseñar» a los profesores y eso, además, sin haber enseñado nunca. Yo no sé cómo puede parecer sensata una cosa así. Luego, ocurre lo que ocurre. Cada vez que hay que hacer un plan educativo o implementar un política para la enseñanza, se convoca a los «expertos en educación» en lugar de a los profesores. Hasta en Podemos ha pasado esto. Es así como el destino de la educación en este país ha quedado en manos de tecnócratas que jamás o apenas han pisado un aula, pero que se han pasado la vida elaborando libros blancos para los ministerios. Se trata, además, de una estafa que ha sido muy interesadamente ocultada. A los egresados de Ciencias de la Educación, hace ya décadas, se les regaló el CAP, un cursillo ignominioso del que jamás ningún profesor ha dicho nada bueno (quizás haya alguna excepción, vale). Ese cursillo jamás se evaluó, jamás se hicieron públicos los datos sobre su aceptación entre el profesorado que tenía obligatoriamente que pasar por él. Y luego, aprovechando el revuelo del Plan Bolonia, el CAP se transformó en un flamante Master de Formación del Profesorado, diez veces más caro y cinco veces más largo. Es curioso ver que, por ejemplo, el MFP de la UCM es el único máster sobre el que no hay manera de encontrar los datos de su autoevaluación, que son obligatorios. No sé cómo será en otros sitios, pero me temo que pasará algo parecido.

Se suele hablar de una educación, de una Universidad, de una escuela a favor de la sociedad. ¿Os parece razonable una finalidad formulada en estos términos?

Carlos.- En los tiempos de la lucha contra el Plan Bolonia, escribí, junto con mis alumnos, dos libros contra ese pernicioso lema: una escuela, una universidad, «al servicio de la sociedad». Decía Humboldt que en la enseñanza secundaria el profesor debe estar al servicio del alumno, y que en la enseñanza superior, en cambio, ambos dos, el profesor y el alumno, se deben a la verdad. Esto me parece una manera adecuada de plantear las cosas. Pero una Escuela o una Universidad al servicio de la sociedad es un lema envenenado, sobre todo si se trata de una sociedad tan mala como esta. En una sociedad en la que ni siquiera los parlamentos pueden nada contra la dictadura de los corporaciones económicas, poner la enseñanza al servicio de la sociedad es una estrategia suicida, que sólo sirve para acelerar el molino de la destrucción turbocapitalista que se avecina. Supongo que nadie aceptaría un lema que alentara poner el derecho al servicio de la sociedad. Porque no es el derecho el que debe estar al servicio de la sociedad, es la sociedad la que debe estar en «estado de derecho». ¿No es así? Pues lo mismo pasa respecto al uso teórico de la razón. No hay que considerar verdad lo que la sociedad opina a través de sus aparatos mediáticos e ideológicos, sino que la sociedad debe aprender a distinguir la verdad de la basura ideológica. Para eso se inventó la escuela pública. La sociedad no es quién para opinar sobre la verdad o la falsedad del teorema de Pitágoras. En resumen, bajo el lema «una enseñanza al servicio de la sociedad» lo que se esconde es el proyecto de poner las instituciones estatales al servicio de las necesidades mercantiles. Es un plan muy astuto para que las empresas puedan aspirar dinero público para sus propios negocios, logrando, para empezar, que todo un ejército de becarios trabaje para ellas sin pagarles nada, cobrando con el dinero estatal, es decir, con el dinero que pagan otros trabajadores con sus impuestos. En resumen, es el plan perfecto del neoliberalismo: que el sueldo de los trabajadores lo paguen otros trabajadores.

Olga.- La única posibilidad de que la escuela, en cualesquiera de sus niveles, pueda servir realmente a la sociedad, es si está protegida de los diferentes intereses corporativos que insisten en infiltrarla. Una escuela que sirva a la sociedad es aquella que, de alguna forma, está aislada de la misma, a la que no se exige que enseñe algo aplicable en términos de «impacto social», «trasferencia de activos» o rentabilidad económica. Es una escuela que forma ciudadanos «útiles» en el sentido ilustrado: personas instruidas en profundidad en el corpus teórico de la carrera elegida y aptas para el ejercicio de la ciudadanía; es decir, críticas con las instituciones.

¿Dónde creéis que es más clara y más enérgica la privatización de la escuela preuniversitaria?

Enrique.- Si te refieres a en qué comunidades autónomas se percibe más claramente creo que hay que decir que la Comunidad de Madrid es la campeona de la privatización con diferencia. Es el laboratorio privilegiado de este tipo de políticas. Aunque creo que en Cataluña o la Comunidad Valenciana (al menos hasta el cambio de gobierno) tampoco se han quedado mancos en ese sentido. En otro orden de cosas hay que atender también a dimensiones de la privatización que van más allá de favorecer descaradamente a la privada-concertada en detrimento de la pública, lo que llamaríamos privatización exógena. Los cambios, por ejemplo, que la LOMCE introduce en el modelo de gobierno y gestión de los centros públicos significan un tipo de privatización endógena, al implantar en los centros públicos los principios de la gestión empresarial con el objetivo de ponerlos a competir en el cuasi-mercado educativo que se está creando. Y esto es igual para todas las regiones. Si preguntamos por ese «dónde» en el terreno ideológico, la retórica de la igualdad de oportunidades (en vez de hablar, como se debería, de igualdad de derechos) y de la libertad de elección (o el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, cosa muy discutible tal y como se suele plantear), con su corolario de defensa del cheque escolar, son ejemplos de que la ideología privatizadora se ha naturalizado hasta convertirse en hegemónica.

Conviene preguntar lo mismo pensando en la Universidad pública.

Carlos.- Si entiendo la pregunta en el mismo sentido que ha respondido Enrique, hay que decir que es un fenómeno absolutamente global. Viajando a Colombia, a México, a Grecia, a Holanda, te das cuenta de que en todas partes se manejan los mismos tópicos, la misma jerga pedagógica, los mismos lemas. Los objetivos son los mismos en todas partes. Esto me ha sorprendido muchísimo. Parece una conspiración global. Me recuerda a los comienzos de la lucha contra el Plan Bolonia, cuando se trataba de luchar contra el Informe Bricall. En el año 2000, hubo unas manifestaciones multitudinarias contra un documento, el Informe Bricall, que ni siquiera había sido todavía publicado. El propio artífice del informe declaró su sorpresa porque se protestara tanto contra un texto que todavía no existía oficialmente. ¿Qué había pasado? Pues que una generación de estudiantes, entre los que se contaban, según recuerdo, Miguel Urban, Luis Alegre y algunos protagonistas más de Podemos, se habían encerrado en la Universidad para traducir del inglés las ponencias sobre educación de la última cumbre de la OMC, en Nueva Zelanda. Y antes de que se publicara el famoso «Informe», ellos ya sabían lo que iba a decir. Lo malo ha sido que esas directrices han sido un destino insoslayable a nivel mundial. Una verdadera apisonadora. Si no se hubiera presentado resistencia, sin duda que el resultado habría sido mucho peor. Pero, de todos modos, el destino ha sido el destino, no ha habido forma de pararlo. De un lado a otro del planeta, las autoridades académicas de derechas y de izquierdas se han plegado a los planes de la OMC.

Seguimos en breve.

Cuando quieras. Tomémonos un descanso.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226467

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«La carpa itinerante está ocultando la falta de un plan de lucha en serio» Entrevista a la legisladora del FIT y docente Laura Marrone

América del Sur/Argentina/13 Mayo 2017/Autor: Mario Hernández/Fuente: Rebelión

M.H.: Contame del acto del 1º de mayo.

L.M.: Fue un acto muy lindo con muy buena concurrencia, me gustó el formato porque además de los tres partidos que constituyen el FIT se invitó a intervenir a la Corriente de Izquierda-Poder Popular que lo hizo con un orador que es delegado del Ministerio de Trabajo, que están en conflicto por el despido de trabajadores de maestranza.

M.H.: El Ministro de Trabajo, Jorge Triacca despidió a 30 trabajadores de limpieza.

L.M.: Exactamente. El principal lugar donde tercerizan el trabajo en negro es en el Ministerio de Trabajo. Ellos habían logrado un acuerdo para su reincorporación y no se sabe qué pasó esta mañana que al menos 30 de ellos quedaron afuera.

Abrieron el acto las dos compañeras que encabezan la lista Multicolor de la provincia de Buenos Aires de Suteba, que son representantes de la lucha docente, Romina del Plá, que es la candidata a Secretaria general y Graciela Calderón, compañera de Izquierda Socialista, que es la Secretaria adjunta de Suteba-Matanza y renovaría su mandato. La presencia de ellas fue fuerte, representando a una de las luchas más importantes de este período.

M.H.: Docentes que en la provincia de Buenos Aires acaban de rechazar una nueva propuesta salarial.

L.M.: Porque es ridícula, 20% en dos cuotas y 5.000 pesos de presentismo. Vidal parece que juega a las muñecas, no tiene registro de que llevamos casi dos meses de conflicto.

M.H.: Pero tampoco hay mucha reacción por parte del Frente Gremial Docente.

L.M.: Ese es el gran tema que plantearon las compañeras, la falta de una dirección hacia la consecución de un plan de lucha que permita ganar, es lo que está llevando a un desgranamiento del proceso cambiado por un hecho mediático como es el tema de la carpa itinerante, que revive una experiencia bastante dolorosa que tuvimos en 1997 cuando también había luchas provinciales muy importantes, de muchos meses, porque era la época del menemismo en la que no se cobraba, una situación parecida a la de Santa Cruz hoy. En este momento este hecho mediático de la carpa itinerante que tanto se muestra está ocultando la falta de un plan de lucha en serio.

También estuvo representada Santa Cruz con un compañero que forma parte de la CTA de esa provincia, que describió una situación realmente alarmante, gremios enteros que no han cobrado todavía el mes de marzo, o que han cobrado parcialmente, situaciones de represión, la intención de rebajarles la jubilación y con claras acciones represivas que es lo que ha llevado a que no hayan iniciado las clases este año, ni siquiera han terminado las clases del año pasado, porque terminaron el año con conflicto y lo empezaron de la misma manera. Una situación muy alarmante donde la única respuesta que ha habido tanto del gobierno provincial como del nacional es enviar más gendarmes y fuerzas represivas.

Hubo un compañero representante del ala combativa de Santa Cruz que cerró el acto y que terminó de dar el tono a un acto que expresó las luchas actuales. Habló el “Pollo” Sobrero, poniendo sobre la mesa que se hizo un gran paro el 7 de abril que expresó la voluntad mayoritaria de los trabajadores de rechazar la variable de ajuste que en este momento es el salario, y la exigencia a la CGT y a la CTA para que convoquen a un paro de 36 horas. También hablaron compañeros de la lista telefónica de oposición que se ha conformado al estilo de la Multicolor en docentes y representantes de los tres partidos que conforman el FIT que hicieron el balance de la situación nacional y, sobre todo, destacando el contraste con el hecho de que la CGT no estaba impulsando la lucha, ni es capaz de ofrecer una convocatoria a un 1º de mayo público, sino que hizo un acto a puertas cerradas.

M.H.: A puertas cerradas y si no tenías invitación no podías entrar.

L.M.: Realmente muestra la decadencia de los burócratas sindicales.

M.H.: Y de las 62 Organizaciones Peronistas que le organizaron un acto al Presidente Macri.

L.M.: Y con una acción muy preocupante que fue el anuncio del Presidente del subsidio a los empresarios; es muy grave. Como ya había trascendido, en el acto de Plaza de Mayo se lo denunció. Es realmente aberrante, el gobierno se propone subsidiar a los empresarios.

M.H.: El Estado paga parte del salario a las empresas.

L.M.: No es que se van a crear puestos de trabajo, eso es una farsa. Se van a ir reemplazando trabajadores que estaban a cargo de las empresas, por la gente que tiene Planes Trabajar, que sería incorporada en condición de tal, de manera que sus 4.000 pesos del Plan Trabajar los pone el Estado y se los rebajan a los empresarios. Estamos frente a una manga de estafadores. A medida que pasa el tiempo empiezo a tener calificativos más claros. A veces me pregunto si no son saqueadores que ni siquiera tienen el proyecto de continuar, saquean y se van, tipo bandoleros. Yo lo estoy viendo en la Legislatura.

M.H.: Otro ejemplo es la “reparación histórica” a los jubilados, que también es otra estafa.

L.M.: Así es. En la Legislatura todas las semanas tenemos algún proyecto que significa una nueva entrega. La semana pasada tuvimos la reducción del Impuesto a los Ingresos Brutos que los bancos pagan al Gobierno de la Ciudad por las ganancias que obtienen de los préstamos hipotecarios. Una medida que van a replicar en todas las Legislaturas del país. Están proyectando que los planes de vivienda y los créditos hipotecarios van a conformar algo así como 62.000 millones de pesos en los próximos años. Los bancos no pagarían ingresos brutos por esos créditos que tienen como cláusula de reajuste el costo de vida, no el salario.

M.H.: Paralelamente aumenta la presión impositiva del gobierno sobre los monotributistas, a quiénes sí castiga con ingresos brutos.

L.M.: Impuesto a las ganancias a los trabajadores y rebaja absoluta de los impuestos a los grandes empresarios.

El Plan Maestro apunta a liquidar el estatuto docente

M.H.: Hablando de saqueos y estafas, la semana pasada se lanzó el Plan Maestro, con 108 propuestas a cumplir en 10 años. La construcción de 3.000 jardines, 100% de escuelas de jornada extendida, secundarios que superen el nivel en matemática, lengua y ciencias sociales, es decir, varias iniciativas con las cuales nadie puede estar en desacuerdo. Pero tenemos que abordar estos temas siempre con la desconfianza de pensar por dónde viene la jugada. Son loables objetivos pero que en manos de esta gente siempre tienen una trampa.

L.M.: Como bien dijiste este plan se presentó en marzo, al calor de la gran Marcha Federal docente, a la que asistieron 300.000 personas, que dio cuenta de un estado de movilización y unidad de la docencia muy fuerte. Como práctica de desviación mediática el gobierno presentó el Plan Maestro con rimbombantes discursos en el Congreso de la Nación, estas 108 propuestas a las que sin embargo todavía no hemos podido acceder punto por punto. Incluso teniendo diputados en el Congreso, aún así no es más que un trascendido.

M.H.: Dicen que lo subieron a una página web.

L.M.: En la web hay resúmenes, no el plan completo. De todas maneras, las medidas que anuncian como más importantes son los 3.000 jardines, ellos dicen que a fines de 2017, cuando se cumpliría la mitad del mandato del PRO, habría 446 jardines en proceso, de los cuales estarán terminados 26, o sea que trabajan sobre la base de gobiernos futuros, porque para manejar ese número tendrías que tener 300 terminados por año. Acá estaríamos a mediados del mandato con 446 en proceso y 26 terminados. O sea que aún este discurso con tanto bombo y platillo tiene esta particularidad que lo hace poco creíble, sobre todo viniendo de un gobierno que en la Ciudad de Buenos Aires todavía no garantiza las vacantes teniendo uno de los presupuestos más altos por habitante del país.

Además, estos famosos jardines, el 40% son deuda externa, con el Banco Interamericano de Desarrollo y probablemente otro porcentaje con otros organismos financieros internacionales que estoy investigando. Esto en realidad es continuación de lo que ya ocurría en la época de los Kirchner que empezaron en 2005 con los famosos planes para la construcción de escuelas, que llegaron a construir 1.800 establecimientos de los cuales la mitad eran jardines con dos aulas nada más. Es parte de una política del Banco Mundial porque todos son construidos con deuda externa. No me preguntes cuánto vamos a pagar de deuda externa porque todavía no logré encontrar la cifra, pero sí tengamos claro que no son esfuerzos genuinos sino que todo es endeudamiento.

El segundo aspecto, es el de la famosa jornada extendida, ellos plantean que en el curso de este período de tiempo el 100% de las escuelas pasarían a jornada extendida, pero ese es otro verso, porque en primer lugar jornada extendida no es lo mismo que jornada completa, la demanda de jornada completa es muy grande porque la familia que trabaja y tiene niños pequeños necesita tener el tiempo de trabajo cubierto por la escuela, es uno de los factores por los cuales hay migración hacia la escuela privada, la ausencia de escuelas de jornada completa en número suficiente. La Ciudad de Buenos Aires tiene aproximadamente entre el 40 y 50% de escuelas primarias de jornada completa, no así en inicial ni media, pero en el resto del país no llegan al 10%. Este era un objetivo de la Ley de financiamiento, en el 2010 quedó el compromiso de que el 30% de las escuelas tenían que ser de jornada completa o extendida, pero nunca se cumplió.

M.H.: Ya has abordado la jornada extendida, has aclarado que no es lo mismo que jornada completa, has abordado el tema jardines, que son algunas de las propuestas más importantes de las 108 del Plan Maestro. La pregunta entonces es ¿a qué apunta?

L.M.: Apunta a liquidar el estatuto docente, todo lo demás es espuma. Como dije, en dos años solo van a tener 26 jardines terminados y te agrego que las escuelas de jornada extendida, que es algo muy necesitado por las familias, va a ser un verso porque requiere más aulas para poder tener contra turnos en cada establecimiento y eso no se está garantizando en ningún nivel.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226297&titular=%22la-carpa-itinerante-est%E1-ocultando-la-falta-de-un-plan-de-lucha-en-serio%22-

Fuente la imagen: http://www.laizquierdadiario.com/elecciones2015/wp-content/uploads/2015/09/marrone-500×477.jpg

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Entrevista a Peter Mclaren: La vida en las escuelas

Por:  Jose María Barroso Tristán. Iberoamérica Social. 12/05/17

José María Barroso Tristán: La primera pregunta que me gustaría hacerle es: teniendo en cuenta el hecho de que es educador crítico, ¿cuál diría que es el elemento principal para diferenciar una educación crítica de una educación tradicional?

Peter McLaren: Aunque soy un educador crítico y le tengo el máximo respeto a este campo, no trabajo en lo que se puede denominar pedagogía crítica «convencional». En el campo de la educación crítica hay un enredo de visiones, localizaciones y prácticas, y, evidentemente, cambia de una persona a otra, de vecindario a vecindario, de distrito a distrito, de región a región, de estado a estado, etc. La educación crítica es, a fin de cuentas, parte del conocimiento geopolítico. Para mí, el objetivo fundamental de la pedagogía crítica es la lucha por una alternativa socialista al capitalismo –capitalismo entendido como ecología global de explotación– y mi experiencia se construye a partir de acercamientos convencionales a la pedagogía crítica. En mi último trabajo incluyo percepciones de la «escuela des-colonial», que refuta la colonialidad del poder; también incluyo avances en teoría crítica de la raza, la teoría feminista y eco-pedagogía para nombrar varias áreas de interés que creo que son importantes. Mi acercamiento a la pedagogía critica es, por lo tanto, radicalmente heterodoxo –o, si lo prefiere, fundamentalmente heterodoxo–, dependiendo de en qué punto se encuentre o de su posición. Pero es seguro decir que mi enfoque no lo pueden probar las fuerzas liberales tradicionales para reformar dimensiones de la sociedad capitalista que más impacto tienen en la enseñanza y el aprendizaje. Habrá pedagogos críticos que refutarán mi enfoque de la educación crítica y esto forma parte de ser educador crítico y su oposición –recurrente– a mi postura no es algo que condene, sino que se compromete con el diálogo crítico. Por supuesto que estoy totalmente de acuerdo con algunos de los objetivos de las variantes liberales de la pedagogía crítica. Sus categorías incluyen: fomentar el dialogo, profundizar en nuestra apreciación de la vida pública, crear espacios de respeto y valoración de la diversidad, defender el pensamiento crítico, formar un plan de estudios sensible, crear una esfera pública democrática y vibrante, intentar cambiar los corazones y las mentes de la aristocracia financiera parásita, construir conocimiento a partir de la experiencia y las historias de los propios estudiantes, crear conocimiento importante para las vidas de los estudiantes, animar a los estudiantes a teorizar y darle sentido a sus experiencias para liberarlos de los sistemas de mediación que limitan su capacidad de transformarlo, luchar contra el racismo, la homofobia, la discriminación de las personas con discapacidad, luchar contra la supremacía blanca, etc. Pero creo que a mediados de los 80, cuando las empresas comenzaban a tener más poder que algunas naciones o estados, que la batalla por una ciudadanía democrática y crítica no era más que una pantalla de humo para la producción de consumidores y cuando la pedagogía crítica fue concebida como una estrella que muere y que va a pasar a la fase de supernova e incinerar cualquier esperanza de una transformación de la educación, como estábamos enfocados con el estado neoliberal que rápidamente se consolidó a si mismo (y que algunas décadas después se ha convertido en un estado de seguridad parecido al fascismo). Así pues, busqué una ruta transitable más allá del liberalismo en dirección al humanismo marxista. En ese momento, cuando el «calcetín mojado» sin forma de la teoría posmodernista se había convertido en un acompañante no escrito del neoliberalismo, fui engañado por algunos con la idea de volver al marxismo desacreditado. Pero cuanto más aumenta nuestro trabajo diario y nuestra resistencia en los pantanos de la existencia humana y su sufrimiento, cuanto más contrasta nuestro viaje a través del miedo paradójico del día a día con el puro y continuo principio de la lógica neoliberal de la privatización, más racional me suena el marxismo. La pedagogía crítica tiene un valor transnacional. No hay hueco en la cúpula del panteón de la pedagogía crítica porque la pedagogía crítica está continuamente reinventándose y abarca todos los desafíos de nuestros tiempos. El trabajo de Paulo Freire sigue siendo importante y debemos recordar las iniciativas de los educadores populares y los colegios dominicales socialistas, a los teólogos liberales, las escuelas para los trabajadores industriales, los colectivos socialistas y resto de grupos que forman parte del mundo. Necesitamos construir, no solo una memoria colectiva en este campo, sino una memora compartida. Así que tenemos que aprender la historia de las luchas por la transformación de la educación ya que ha tenido lugar en todo el mundo. Veo mi papel desde un punto de vista modesto: introducir la pedagogía crítica en Norteamérica para apreciar el socialismo como un objetivo colectivo. Y con esto no me refiero a la tradición europea únicamente, sino a los movimientos sociales autónomos de las comunidades indígenas de Las Américas y de cualquier lado. Las apariciones de la pedagogía crítica se volverán contra nosotros, deberíamos entonces olvidar qué nos llevó en primer lugar a esta misión, que es una lucha contra los estragos del capitalismo y ser testigos de un futuro mejor. Las pequeñas maldiciones de la vida política diaria corroen nuestras esperanzas, por lo que nos resignamos frente a otros para poner en marcha las máquinas de la democracia. Las mayorías populares tienen demandas contra las sanguijuelas empresariales de las naciones: los extractores de rentas, financieros ricos, banqueros con dinero infructuoso, cleptócratas, deshonestos, malhechores, nuevos señores feudales de comercio con sede en Wall Street, demagogos neandertales que trabajan como directores ejecutivos y sucios gestores de fondos de inversión, cuyas maquinaciones empresariales colectivas adoran a los gobiernos masivos como baba rancia en el crisol de culturas capitalistas que llamamos América. Son el 99 por ciento que no controla las riquezas del país, que son víctimas de la gran recesión, que se han organizado como el movimiento «Ocupa Wall Street» (así como otros movimientos). Pero la ira dirigida a los sectores bancarios y financieros o a los rescates financieros gubernamentales de estas instituciones, aunque entendibles, está mal enfocada. Las relaciones sociales que han victimizado a los pobres no son solo el resultado de banqueros avaros que, durante las últimas décadas, han decidido extralimitarse en la desregularización del mercado de los préstamos precarios; sino que, las relaciones sociales que son responsables de la crisis económica actual se han producido por los mismos regímenes capitalistas. Paulo Freire entendió esto claramente. Y aunque la ira del 99 por ciento esté mal dirigida, este momento histórico presenta, por sí mismo, una oportunidad para reflexionar sobre el capitalismo y explorar nuevas alternativas.

JMBT: Corríjame si me equivoco pero, de sus palabras entiendo que este tema va más allá de los paradigmas de todos los educadores. Sin restarle importancia, este problema nace de la superestructura neoliberal-capitalista supranacional de hoy en día, que impone su lógica sobre todas las instituciones que de ella depende. ¿Qué epistemología y metodología educativa le avalan para avanzar hacia el logro de una humanidad marxista?

PM: Una pregunta importante. Estoy de acuerdo con que el neoliberalismo es animado por una lógica identificable o un sistema inteligible. Los imperativos del neoliberalismo epistemológico son muy importantes para todos los educadores críticos: deben estar comprometidos, ser criticados y estar preocupados, pero, para mí, el problema va más allá de la epistemología. Las ideas, los paradigmas y la visión global son importantes, así como las nuevas formas de pensar sobre nosotros mismos y nuestra relación con la ecología de capitalismo. Pero en estas rutinas es donde se encuentran los rituales diarios de nuestra vida que tienen más impacto para cambiar la sociedad. La conciencia crítica es más un resultado de ciertas prácticas sociales, formación cultural y hábito de pensamiento y disposiciones institucionales que ayuda a formarlas, así como los rituales y rutinas que los legitiman, que una precondición para esto – pero no hay duda de que están dialécticamente relacionados. Déjeme que trate la epistemología en primer lugar, y luego presentaré un caso de por qué la transformación de nuestro pensamiento o nuestra lógica es solo una parte –aunque una parte importante– de la lucha dialéctica por un socialismo democrático. Y por qué esta lucha se enriquece por el análisis humanista marxista cuando intentamos superar el actual imperio de capitalismo financiero. Me interesa la evolución de la lógica cultural del neoliberalismo –o a lo que se refiere como lógica de la superestructura supranacional– y cómo se ha manifestado en los contextos nacionales o regionales. Este tema me interesa desde principios de los 60. Eran días desenfadados de pantalones de campana de pana, de barbas a lo Maynard G. Krebs (no como las famosas barbas de tres días de hoy en día), de falsos jerséis de cuello alto (los «dickies»), de collares Navajo de turquesa falsa, de decoración de salas de estar con grandes cajoneras y de vecindarios en los que podías esperar que las tiendas de siempre siguieran allí por lo menos cinco años más; todo fue antes de que en la parcela vacía de atrás apareciera un Wallmart, un Costco o un Home Depot, o que se convirtiera en un parque empresarial o en una franquicia galletera. Llegaron los días de los nerd modernos y de la revolución de la alta tecnología, de una cultura de consuma obsesionada por el status, de guerras estadounidenses más sofisticadas y devastadoras, de opiniones cegadoras posmodernas y, por supuesto, de la tendencia hacia los estudios culturares en la academia. Y con ello llegan los avances en la tecnología de la información y de los medios sociales que permiten curiosear en las fisuras de la estructura empresarial y los pantanos petrificados de la vida diaria, donde la cultura de internet permite que se fertilicen algunas de las famosas rosas de Tupac Sakur en los resquicios del pavimento en los foros de respuesta y en las peticiones en línea.

Pero, incluso con las nuevas formas de resistencia introducidas por las innovaciones tecnológicas, la ideología rígida del neoliberalismo se ha arqueado hacia un estado de «excepcionalísimo humano» en el que se espera que la humanidad se sienta libre para explorar las relaciones entre la naturaleza y la sociedad del modo que prefiera, siempre que se puedan exprimir los beneficios. Realmente no se puede describir la situación en la que nos encontramos hoy como un alejamiento entre los banqueros y los directores ejecutivos y el 99 por ciento restante que se lleva la peor parte –la codicia descarada y el gusto por el odio que sufren los demás en primer lugar, y una renuncia distópica y resignación a la incapacidad del capitalismo en segundo lugar. Porque no hay futuro posible para que capitalismo que no reproduzca el inmenso sufrimiento de las mayorías populares –el 99 por ciento– en el presente porque el capitalismo se basa en el libre desarrollo de unos pocos a cambio de la explotación y la miseria de muchos.

Las presuposiciones epistemológicas que aseguran el capitalismo neoliberal pueden ser desenredadas como en una máquina de desenrollado; cada aplicación de las prescripciones neoliberales para la formación del conocimiento puede ser estudiada en el contexto de una puesta en marcha más grande. Los teóricos culturales han realizado una excelente labor para entender el impacto que la ideología neoliberal produce en el espacio, el lugar, la escala, el momento histórico, la raza, el sexo y la clase y la identidad y agencia humana. Estoy de acuerdo con que este es un importante trabajo y que debemos fijarnos en esta producción relacionada con la mercantilización de la vida diaria. Entre otras cosas, la lógica neoliberal es una lógica del menor común denominador, una racionalidad tecnócrata cuyo valor estar relacionado con el superávit de valor que se pueda extraer y acumular. El capitalismo financiero o de bienes, la acumulación por desposeimiento, el capitalismo del desastre, el capitalismo de amigos –todos estos tipos de explotación del capitalismo son extensiones de la ideología neoliberal. No creo que pudiera ser capaz de pensar más allá de los límites del neoliberalismo sin la influencia de Marx. Hacer uso de una crítica materialista histórica me ha ayudado a reflexionar mejor sobre cómo podemos vivir de manera diferente en el presente e imaginar un futuro con posibilidades concretas más allá del neoliberalismo y de la lógica del valor de la producción y en el que liberarnos de la producción de tiempo, espacio y de la propia existencia al servicio del capital.

Los materialistas históricos generalmente opinan que es posible entender el objeto de conocimiento, que el mundo existe independientemente de nuestra existencia y que este mundo puede ser directamente entendido (aunque no en su totalidad). Opinan que el mundo objetivo tiene que ser entendido en relación a los demás, al carácter social de nuestra calidad tanto como seres humanos y como nuestra intención de ser más humanos. Yo llamo a esto la voluntad de transformación o propósito protagonista, una praxis de las posibilidades que mueven en el mundo ideados para transformar la condición material y social que nos moldea –y que hemos moldeado nosotros– de modo que nuestras capacidades mejoren y que nuestra humanidad sea mayor. En este punto, el mundo puede ser concebido como una totalidad, una realidad ya estructurada, que se forma a sí misma dialectalmente en un proceso de ser una existencia. El desafío es evitar el solipsismo y el idealismo a través de un método de análisis y una concepción del mundo que integre un análisis dialéctico de la realidad y una unidad dialéctica con los oprimidos. En esto intento ser congruente con las ciencias humanas holísticas desarrolladas por Marx, quien, por cierto, no era un determinista económico. Las leyes históricas sobre la tendencia del capital no son lo mismo que las leyes naturales para Marx. Marx no estaba de acuerdo con la idea de que el capitalismo seguía las leyes evolutivas universales. La historia no sigue una única trayectoria, existen contingencias y uniformidades, tendencias que se pueden predecir en líneas generales y futuros posibles. Marx creía en la primacía de las relaciones materiales por encima de la primacía del «espíritu» y nos avisó de que el beneficio no viene de las relaciones comerciales –comprar barato y vender caro– sino de la mano de obra humana y de trabajo duro de las clases trabajadoras. No digo que crea que los valores espirituales no son importantes. Lo que digo es que necesitamos conseguir algunas condiciones materiales en nuestra sociedad antes de buscar los valores espirituales que podemos seguir de manera efectiva. Si queremos buscar una fórmula simple para estudiar a la humanidad, podemos decir que quienes venden su fuerza de trabajo para ganarse la vida –quienes producen beneficios para los capitalistas– pertenecen a una clase: la clase trabajador. Y aquellos que compran el trabajo y obtienen beneficios del trabajo de otros son de otra clase: la clase capitalista. Yo sigo el ideal de Marx sobre el desarrollo de las fuerzas humanas productivas: un proceso muy complejo que se está históricamente relacionado con la condición material de producción y lucha de clases. Cada uno de los pases del desarrollo de las fuerzas de producción de la sociedad –es decir, de la especie humana y de su división laboral– está ligado históricamente con las relaciones sociales de producción, particularmente las relaciones de clases. Cuando aparece la dominación por parte de una de las clases como resultado de un desarrollo histórico, los elementos dominantes de las relaciones intentan mantenerse en el puesto y la sociedad existente pierde su carácter de progreso. A pesar de los cambios en las condiciones materiales de la producción, cualquier clase dirigente buscará mantener su poder a cualquier coste, llegando a ser una traba para el desarrollo económico y social. El estado, la legislación, la religión y el conjunto de ideas que representan los intereses globales que representan y que están condicionados por las relaciones socio–económicas subyacentes serán empleadas para defender el statu quo y tapar las contradicciones de la sociedad, a menudo mediante las fantasías desaliñadas de Hollywood o las encantamientos temporales de la cultura popular. ¿Y qué significa todo esto para la educación? Bueno, es intentar empujar el capitalismo hacia el sufrimiento de los pobres y los oprimidos, mientras este siga activo, pero debemos reconocer que necesitamos avanzar más allá del capitalismo si queremos alcanzar una igualdad real descubrir mejores capacidades y poderes humanos.

Mientras que los educadores progresivos bien intencionados van a criticar la manera en la que los humanos se vuelven objetos muertos a los que marxistas llaman «materias fetichizados», aborrecerán considerar el hecho de que en la sociedad capitalista todo el valor originado en la esfera de la producción y el de los papeles primarios en las escuelas son para servir a los agentes o funcionarios del capital. Además, no entienden que la educación es más una reproductiva para un orden social explotador que un desafío para este, precisamente porque se basa en los fundamentos del intercambio de valor capitalista. Al leer a Marx y a Freire no nos convertirá en revolucionarios capaces de ir más allá del capitalismo pero ignorar lo que dijeron sobre la transformación de la educación en el contexto de la lucha de clases sería una gran pérdida de esfuerzos.

Muchos de mis trabajos pretenden demostrar que la mayoría de las reformas educativas progresivas liberales están incrustadas en políticas retrógradas, oportunistas y banales que se sitúan en una cultura de compasión liberal y cosmopolitismo políglota que impide la transformación de la educación en lugar de hacer que avance.

JMBT: Estamos de acuerdo en que la educación actúa como una reproducción social del sistema neoliberal. Y por lo tanto, está imbuida por su lógica neoliberal y perpetúa la extrema riqueza de una insignificante minoría frente a una vasta mayoría de gente que lucha para tener una vida respetable. ¿Qué pueden hacer los educadores para cambiar esta situación y avanzar hacia un desarrollo humanista mundial?, ¿Cómo se inició usted en su vida para convertirse en un educador crítico?

PM: Muy bien. Déjeme comenzar brevemente con su pregunta sobre mi propia historia. Como muchos jóvenes que crecieron en Canadá entre los años 50 y 60, me sentía cada vez más engullido por una masa viscosa de aburrimiento, una convención de adormecimiento mental, sobre todo mi experiencia de estar escolarizado, desde que me gusta hacer la distinción entre estar escolarizado y experimentar la educación.

La educación requiere del cultivo de la crítica, o conciencia crítica, y en mis años de instituto, siendo inteligente o capaz de reclutar conceptos al servicio de un análisis constante no era algo con lo que te ganaras la atención de tus compañeros. Yo era lo suficientemente poco profundo en lo cultural como para querer formar parte de la masa, así que a menudo escondía mi curiosidad intelectual por la vida, sobre todo en momentos de agotadora soledad. En esos momentos me gustaría protestar conmigo mismo acerca de mí mismo acerca de por qué mi vida en la escuela parecía tan ruinosamente vacua, por qué yo era estaba tan interminablemente triste, por qué actos de creatividad, y por qué muestras de ingenio y humor parecían ser tabú y eran tratadas como insensatas por muchos profesores, como una clase de imprudentes infracciones epistemológicas. Tuve dos maravillosos y excepcionales profesores en mi último año de instituto: Dennis Hutcheon and Harold Burke. Burke hacía lecturas dramatizadas en clase. Con los pulmones tan imposibles de llenar como la Basílica de San Pedro, gritaría fragmentos de Shakespeare y obras contemporáneas, convencido de que eran una parte indispensable de una buena educación y, por supuesto, tenía razón. En sus clases hicimos serios, sino vacilantes, intentos de comprender la opinión y la paradoja, el estereotipo y la novación del día a día. De Burke aprendí a apreciar el poder de la retórica, a menudo metido en debates con descarada extravagancia. En aquellos días tal prodigalidad solo podía ser tolerada por un joven espadín, la arrogancia que salía por mi boca sin duda me hacía insufrible ante muchos de mis compañeros. «Hutch» desarrolló un curso sobre los Medios de Comunicación que examinaba las ideas y teorías de Marshal McLuhan. También era un católico convencido y, en gran medida como resultado de su influencia, me interesé por la teología (aunque Hutch en sus últimos años se volvió un católico conservador mientras  yo me aventuraba en los fríos interiores de la mente Jesuita para explorar libros ininteligibles juzgados por los guardianes de la Fe como sacrílegos, trabajos de teólogos de la liberación y apóstatas). Queriendo unirme al sacerdocio pero sin tener demasiada fe religiosa, abandoné la idea, destinándome a vivir en los márgenes seculares de lo que en aquella época era considerado el mundo normal (donde los hombres ya no tenían que llevar sombreros de fieltro, pero donde cubículos estériles de oficina en cualquier edificio de fría piedra se convirtieron en el deprimente destino de muchos de mis contemporáneos). Muy a menudo me veía perdido en un mundo de lecturas de Nietzsche, Camus, Sartre, Hesse, Genet, Proust, Northrop Frye, Marshall McLuhan, Harold Innis, Gregory Baum, donde trataba en vano de desplazarme a mí mismo de la vida cotidiana en el suburbio Willowdale en Toronto, que era para mí una tierra Cimeria de melancolía y desesperanza. El trabajo de Dylan Thomas, Vachel Lindsay, Leonard Vohen, Irving Laython y por supuesto los poetas de la generación beat, me servían para desanclarme temporalmente de mi malestar, pero la extrema desesperación de la juventud me iba a abrumar inevitablemente. Crecí en una familia conservadora de clase trabajadora que dejó sus raíces en comunidades granjeras de Ontario para viajar a Hamilton, a Toronto y a otras grandes áreas metropolitanas (donde mi padre consiguió un puesto de director de la zona este de Canadá para la compañía Phillip Electronics que temporalmente nos llevó a ser de clase media). Me contaron que mis antepasados trabajaron en los astilleros de los muelles de Glasgow como remachadores y soldadores pero nunca profundicé realmente en mi árbol genealógico; todo lo que recuerdo son fotos de mi tío en la granja, fotos de mi abuelo materno con la falda escocesa llevando una fusta y fotos de mi abuelo paterno vendiendo jabón en el exterior de un coche. Mi abuela paterna vivió con nosotros hasta que murió cuando yo tenía unos dieciséis años y recuerdo que podía patear sobre su cabeza en su bien entrados ochenta. Un hijo único, que veía a mi padre, un veterano de la segunda guerra mundial en el Royal Canadian Engineers, entrar en el ejército laboral de reserva  tras ser despedido de la Phillips, y a mi madre, una ama de casa, aventurarse a buscar trabajo para mantener a la familia como operadora de telefonía cuando el enfisema de mi padre lo imposibilitó para seguir trabajando a media jornada en tiendas de electrónica, crecí enfadado, receloso de entregar mi vida a una corporación, o lo que nosotros llamábamos the suits (los trajes). Antes de la enfermedad de mi padre nuestra casa fue un solárium  de normalidad; televisivas historias de detectives y westerns por la noche; televisados partidos de hockey; comedias televisadas; en resumen; televisada felicidad para una inexplorada vida (aunque pude viajar, al estilo Kerouac, con Buzz Murdock y Tod Stiles en la excelente serie Ruta 66 y, más tarde, por la larga y solitaria carretera con Jim Bronson [Michael Parks] en la exitosa serie Then Came Bronson). A finales de los años 60, me uní a la comunidad hippie Yorkville Village en lo que se vino a llamar «dominguero», y Yorkville, como yo lo recuerdo, fue más un estado mental que un grupo de céntricas calles donde solíamos pasar el rato, probar cualquier droga imaginable, y a veces, si teníamos suerte, «ponernos cachondos» con buenos libros y álbumes y conocer mujeres jóvenes de apariencia pre-Rafaelita que conocían a miembros de los círculos artísticos y literarios de Toronto que podían invitarnos a fiestas y encuentros en los que pretenderíamos encajar. Yorkville era un lugar donde, potencialmente, podrías desarrollar una mirada más perspicaz para entender la producción cultural y a veces, llegar  a reconocer la coincidencia entre la producción de cultura de masas y la regresión al propio intelecto, como motoristas, hippies, quinceañeros, y a veces organizadores políticos reunidos en cafeterías y antros o simplemente por las calles, todos pretendiendo que estábamos creando una nueva sociedad libre de los normativos grilletes de la moralidad y estilo de vida convencional, pero básicamente, andábamos buscando drogas, sexo y rock and roll y nuestros 20 minutos de fama. Que estaba viviendo las últimas fases de la globalización capitalista no era algo que estuviese captando mi atención ni siquiera por un momento. No se me ocurrió que dicha exploración de la «sociedad integral» fuera importante, o al menos significativa, o que fuera necesaria para comprender los medios y vías que yo estaba situando en un orden social mayor, todavía inmerso en la diferencia interna de un estado-nación dialécticamente unificado llamado Canadá, viviendo en los márgenes de una sociedad civil consistente en un compendio de prácticas y relaciones de poder dialécticamente desafiantes por un sistema integrado dentro del Estado. Era la vida antes que la teoría crítica, sociología, antropología, hermenéutica y fenomenología existencial. La vida era vivida como un crudo código binario. Éramos geniales y todos los demás eran sospechosamente poco geniales, especialmente cualquier persona mayor de 30. En aquel tiempo todavía había una relación de conflicto entre jóvenes de base política y movimientos sociales que abogaban por la lucha de clases. Yorkville estaba más por el estilo de vida y la contracultura en oposición a la transformación política de la sociedad, y los Maoistas que te podías encontrar de vez en cuando nos parecían demasiado militantes y dogmáticos para ser tenidos en cuenta si uno quería disfrutar del estilo de vida bohemio que era lo que buscábamos en esos días. Me politicé mucho después, principalmente por lo americanos que abandonaron Estados Unidos como resultado de la guerra de Vietnam  que acabaron como profesores míos en la Universidad de Waterloo y en la Universidad de Toronto, aunque ciertamente era una politización de Nueva Izquierda, con políticas de identidad, derechos civiles, y nuevos movimientos sociales (feminismo, derechos de los gays, derechos de los inmigrantes) desplazando más que integrando en la mayoría de las formaciones políticas de clase anteriores. Recuerdo que hubo un controlador de la ciudad, Herb Orliffe, que sugirió, ominosamente, en la primavera de 1967, que los hippies debían ser llevados a campos de trabajo donde deberían aprender un oficio. Reconozco que la desinencia llegó en la trayectoria que mi vida estaba llevando, y que la escena de Yorkville estaba muriendo y, sobre 1968, me di cuenta de que inevitablemente necesitaba un cambio en mi vida. Ya he escrito sobre lo que pasó después-la paliza que me llevé como advertencia por la policía metropolitana en una fría y húmeda celda del norte de York, el encuentro con Allen Ginsberg, mi viaje a Norteamérica, mi noche psicodélica con Timothy Leary, la excitante locura de San Francisco y Los Ángeles en el verano de 1968, por ello no voy a relatar aquellos días. Cómo fue algo de aquello claramente canadiense, no estoy seguro porque no reflejé mis raíces canadienses hasta que llegué a Estados Unidos, que empezó como una desesperada estancia pero que ha durado 28 años y continua, habiendo perdido mi puesto como profesor en la universidad de Canadá, por mi cada vez mayor politización en la enseñanza y siendo rescatado por Henry Giroux, quien me trajo a la Universidad de Miami en Ohio y me ayudó a saber cómo hacer trabajo político y continuar en la universidad. Viviendo en Ohio, los alumnos me solían decir que les recordaba a un americano del norte, más a un americano descafeinado que a un canadiense, una observación que, francamente, me pareció perturbadora y decía mucho de los estudiantes estadounidenses y de la cultura.  Siendo específicamente canadiense y trabajando dentro de una colonia de poder que me sentía obligado a criticar, creo que mi identidad desarrollada en Canadá era más móvil que nacionalista, si no destrozada, sangrado a través de las membranas figurativas de su Canadian-ness, como algo que siempre era extraño para sí mismo, porque nunca tuve la sensación de lo que significaba ser canadiense, pero que al mismo tiempo trataba de explicar a la gente a la que conocí y las ideas que hallé en el contexto de vivir una vida al servicio de algo más grande que el propio estado-nación, tratando de encontrar que significaba estar al servicio de la sociedad. Sentía que pertenecía a cualquier lugar, y a ningún lugar, cualquier lugar era una aberración y en ningún lugar me sentía remotamente cómodo, supongo que crecí cómodamente en mi incomodidad. Sin embarigo, el irme fuera de Estados Unidos me motivó para reclamar mi identidad canadiense (en oposición a reclamar una ya bien cosida identidad canadiense) puesto que crecí para odiar la escena política estadounidense, su excepcionalismo americano, sus guerras imperialistas, su falsa democracia, su incipiente y luego descarado fascismo; y yo quería reivindicar algo fuera de eso, que etiquetaría como canadiense. Especialmente durante mis viajes por América Latina subrayaba mi identidad canadiense, pero, para ser justo, los activistas y pensadores americanos me han impactado de muchas maneras y eso me ha hecho mucho bien. Ahora estoy mucho más interesado en políticas de solidaridad y creación de comunidad que en política de identidad convencional. Lo que me impulsa hoy no es narrar las muchas trayectorias de uno mismo si no comprometerme con una política protagonista,  forjando un frente unido contra el capital acompañado por múltiples y antagónicas cabezas: racismo, sexismo, homofobia, discriminación por edad, discapacidad, especie y similares. Lo que te puedo decir ahora es que me siento mucho más cómodo con los trabajadores y las mayorías populares que con la clase capitalista transnacional, la burguesía, y ese el caso en todos los países en los que tengo el privilegio de pasar tiempo de manera habitual.

Por lo que respecta a la siguiente parte de tu pregunta: si existe un silencio estructurado, una cultivada ceguera, una motivada amnesia entorno a la urgente tarea de hacer historia sobre las relaciones de poder en condiciones materiales concretas de producción y si, a continuación, existe un gran rechazo en negar las limitaciones de la ética burguesa en el proyecto de la transformación social y, finalmente, si queda una estudiada reticencia para enfrentarse al total de varias capas de hormigón de la vida cotidiana en la que el valor de uso está subordinado al valor de cambio, entonces no podemos simplemente culpar al sistema educativo o a los profesores que reproducen engaños capitalistas.

En cierto modo todos somos un poco un engaño y cada día me esfuerzo por serlo menos mientras continúo sacando provecho a mi potencial como aprendiente. Al igual que intento señalar en mi discurso mis experiencias como un joven que ha crecido en Canadá, los profesores no son inmunes a las ideas dominantes de la sociedad en la que viven, las cuales, como dijo Marx, son normalmente las ideas de la clase dominante. Y por ello, como sabemos, los educadores también deben educarse a ellos mismos. En su Tesis sobre Feuerbach Marx opinaba que «La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado». Incluso los sindicatos de maestros han estado asidos a las políticas neoliberales de educación aunque durante años he abogado por un movimiento social sindicalista que se compromete más allá de las funciones que le corresponden, en términos de una lucha política más amplia por la justicia económica y social, por los derechos humanos, y por una democracia participativa y directa. El movimiento social sindicalista con afiliados de los movimientos obreros, feministas, estudiantiles y otras organizaciones de derechos humanos integrándolos en una red más grande o frente popular en contra de la injusticia y la explotación de la clase dominante.

La pedagogía crítica revolucionaria es parte de un ecosistema de activismo político que incluye organizaciones comunitarias, organizaciones de profesores, un gran número de grupos de derechos humanos que defienden la educación multicultural, derechos de gais, lesbianas, transgénero y bisexuales, salario mínimo, justicia ecológica, derechos de los discapacitados y organizaciones antirracismo y antiimperialismo. Aquí encontramos organizaciones de planes de estudios, organizaciones educativas de profesorado y organizaciones de política educativa, en contra de los estudios estandarizados, la privatización de las escuelas públicas, el flujo de la escuela a la cárcel, defendiendo la participación de los padres y la comunidad en las escuelas.

La idea general de la agenda que he estado intentando desarrollar desde mediados de los 90 está basada en la descripción en lo que István Meszarós llama Educación Socialista: «el órgano social a través del cual la reciprocidad mutuamente beneficiosa entre los individuos y su sociedad se vuelve real». Mi preocupación ha sido organizar la pedagogía crítica en su sentido más amplio, no una coalición sectaria o un movimiento social al servicio de alterar los modos de producción y reproducción históricos en formaciones sociales específicas, incluyendo formaciones no específicamente educativas.

La pregunta que necesitamos hacer es: ¿Cómo se puede abolir la producción de valor, el trabajo asalariado? Tenemos que ir más allá de la intervención del Estado en la economía, ya que esto no es socialismo. La intervención del Estado en la economía no previene del valor de producción de la mano de obra, el trabajo alienado. De hecho, el capital es una relación social de trabajo abstracto y es precisamente el capital como una relación social lo que tiene que trascender. Por supuesto esto es un reto para todos nosotros. Ir en contra de los aparatos ideológicos de Estado (que también tienen prácticas coercitivas como la no promoción y sistemas de privilegios para aquellos que siguen las reglas) y los aparatos de estado represivos (que también son coercitivos en el sentido de que se aseguran ideológicamente la unidad interna y la autoridad social a través de patriotismo y el nacionalismo) no es tarea fácil. Hay disyunciones y desarticulaciones dentro y entre los espacios sociales de las superestructuras y debemos trabajar desde dentro, en los espacios de los sistemas legales e ideológicos que se pueden transformar en interés de la justicia social y económica. La lucha es doble.

La pedagogía crítica revolucionaria es un modo de conocimiento social que indaga en lo que no se dice, en los silencios y lo suprimido o lo desaparecido para descubrir las operaciones de los poderes económico y político, subrayando las representaciones y detalles concretos de nuestras vidas.

Revela cómo la lógica abstracta de la explotación de la división del trabajo informa a todas las prácticas de la cultura y la sociedad. La crítica materialista interrumpe lo que representa en sí misma como algo natural y por lo tanto como inevitable y explica cómo es producida materialmente. La crítica, en otras palabras, nos permite explicar cómo las diferencias sociales-género, raza, sexualidad y clase- han sido sistemáticamente producidas y continuarán operando dentro de los regímenes de explotación, es decir, dentro de la división internacional del trabajo en el capitalismo global, por lo que podemos luchar para cambiarlas. Así, una pedagogía de la crítica tiene que ver con la producción del conocimiento transformativo. No se trata de la libertad como la libertad del deseo, porque esta libertad, esta libertad del deseo, se adquiere a costa de la pobreza de otros. La pedagogía crítica no se sitúa a sí misma en el espacio del mismo, o en el espacio del deseo, o en el espacio de la liberación, si no en el de la necesidad de la colectividad, y la emancipación.

En resumen, los profesores tienen que apoyar alternativas sostenibles para el capitalismo neoliberal poniendo énfasis en el crecimiento económico; proteger los recursos naturales para las generaciones futuras; proteger los ecosistemas y ayudar al apoyo de la biodiversidad, apoyar una economía basada en la comunidad y una democracia de base que incluya formas participativas y directas, ser un ejemplo de pedagogías anti-racistas, anti-discapacidad, anti-sexistas y anti-homofóbicas que respeten la diversidad y el trabajo desde una perspectiva post-patriarcal. No voy a resumir aquí los imperativos y las prácticas de la pedagogía crítica, o la educación popular, excepto para decir que estos enfoques construidos a partir de las experiencias de los estudiantes, y el lenguaje que emplean ayudan a los estudiantes a preguntarse sobre la transparencia de sus propias experiencias, es decir, que las lenguas permiten a los estudiantes cuestionarse la interpretación de sus experiencias y ayudan a los estudiantes en la conexión de sus propias experiencias y las historias a las situaciones más amplias que son locales, regionales, nacionales y de alcance global. Creo que es importante dar a los estudiantes la oportunidad de pensar dialécticamente y emplear la perspectiva del materialismo histórico en el análisis de sus propias comunidades y en sus relaciones con sus vecinos y escuelas. No solo son los profesores quienes necesitan convertirse en investigadores críticos, deben dar a sus estudiantes la oportunidad de adquirir herramientas de investigación. Existen multitud de perspectivas teóricas que los maestros pueden obtener de estudios críticos sobre discapacidad, etnografía crítica, teoría feminista, la teoría crítica de la raza, la teoría poscolonial, y el trabajo de la nueva «escuela descolonial» que trabajan desde la premisa de que tenemos que luchar contra el «colonialismo del poder». La teología de la liberación también ofrece una riquísima fuente de comprensión del poder del Estado como una forma de «pecado social».

Es cuestión de alentar a los profesores para que se vuelvan intelectuales públicos transdisciplinarios comprometidos en lo que Henry Giroux llama la «pedagogía pública». Los profesores pueden aprender mucho de la Revolución bolivariana para llegar a ser «pedagogos públicos» y del trabajo hecho en las misiones bolivarianas. En este caso, los estudiantes conectan su aprendizaje con el trabajo en proyectos comunitarios. Todo aprendizaje se relaciona para mejorar las vidas de las familias y de los grupos sociales. Toda esta actividad requiere la adopción de la filosofía de la praxis. Es una disposición que se adquiere. No viene de ser concienzudamente crítico para luego realizar una actividad revolucionaria; de hecho, la conciencia crítica es más el resultado de la actividad revolucionaria que el requisito previo para ello. La revolución hace educadores críticos así como los educadores críticos hacen la revolución. Como nos enseñó el Che, las revoluciones generan subjetividad y acciones (estética, ética e ideológicamente) a la vez con nuevas relaciones sociales de producción. A esto lo llamo «acción protagonista». Una acción para construir un futuro radicalmente nuevo.

JMBT: Sabemos cuál es la importancia de la producción de conocimiento porque impone la «verdad» establecida dentro de los colegios. Las consecuencias más inhumanas del sistema capitalista están detrás de esta «verdad» que perpetua la desigualdad humana. ¿Qué papel tienen los medios y los editores de libros de texto en este asunto? ¿Qué podemos hacer para establecer mecanismos que aseguren que el conocimiento que se enseña en los colegios sea fiable?

PM: Desde que la democracia capitalista es realmente un oxímoron, la relación del capitalismo con la democracia ha sido siempre un «paracaídas de oro», de un socio enfrentado al otro. Uno hace de gracioso, mientras que el otro es el hombre «serio» que tiende una trampa al gracioso. Uno hace de poli bueno, otro de «poli malo» y se hacen bromas. El capitalismo genera una desigualdad económica y una extrema pobreza, mientras que la democracia lo tapa con el nombre de la eterna búsqueda de la «diversidad», «derechos humanos» o «libre elección» o sea cual sea la moda del momento, y de este modo debilita todo el concepto por el que podemos tener una verdadera igualdad política en una sociedad capitalista. La mayoría popular –los que están forzados a sobrevivir con trabajos pagados, a veces llamados el 99%– nunca son capaces de ganar importantes victorias para la democracia, pero están obligados a aceptar medidas progresivas para el logro de pequeñas victorias en áreas de tributación progresiva, atención sanitaria, educación universal, pensiones de jubilación,  protección al consumidor y al medio ambiente y derechos civiles. Aunque estas pequeñas victorias se oponen entre ellas, en algunos casos drásticamente, la clase capitalista transnacional se asegura de que la situación no llegue al punto de que el 99% tome las calles como hizo en el apogeo del movimiento Ocupa Wall Street, así que dan esperanzas para el futuro para los que aceptan ser pacientes. Pero tal esperanza es una panacea universal disfrazada. Los ricos no necesitan la asistencia del gobierno social, pueden comprar todo lo que necesiten de forma privada. Con tal dependencia estructural en dólares corporativos, la verdadera democracia es inalcanzable en Estados Unidos. ¿Qué pasa con el poder de producción mundial de los medias? En esta época de capital financiero y de desregulación bancaria, los medios permanecen en manos de empresas privadas que trabajan mano a mano con el gobierno.

Los poderosos propietarios de los medias comerciales a los que el gobierno sanciona, controlan la producción de conocimiento, establecen los límites de lo que se dice y no se dice y crean los contextos en los que la información se evalúa o percibe como poco importante. Los sectores militares/industriales/digitales de los medias forman parte del «complejo de poder» que asociamos con el capitalismo de finanzas. Robert McChesney ha escrito sobre cómo los medias operan como un oligopolio a través de cabilderos empresariales, contribuciones políticas de campaña, política de medios de comunicación del gobierno, el control de nuevos alcances de las élites corporativas y el esfuerzo de derechos monopolísticos para las emisoras que puedan sacar el mayor beneficio. La reforma de los medias es casi imposible en este contexto.

El potencial de Internet para el aumento y la mejora de la democracia se destruyó por el éxito del monopolio del capitalismo y, en realidad, Internet ha contribuido tanto en la desigualdad como en la promoción de la igualdad y aquí me interesa especialmente el potencial de los medias para ayudar tanto en la seguridad ciudadana como en la propaganda contra alternativas socialistas al capitalismo. Por ejemplo, Google gastó 5 millones de dólares (4 400 000 euros) presionando en Washington en el primer trimestre del 2012. La participación política como medio para crear un futuro más democrático está limitada por la comercialización de Internet. Vemos el derecho de competencia subestimada, vemos un aumento de las patentes de tecnología digital y el monopolio de empresas como Google, Amazon y Microsoft. No podemos tener una verdadera esfera de público democrático que promueva los intereses de la participación de la comunidad y el público mientras esté monopolizado por la codicia empresarial, impulsada por subsidios del gobierno indirecto y hecho para inclinarse hacia los intereses comerciales mediante un aumento de los derechos de autor, patentes y sistemas de propietarios. Me interesa cómo los medias corporativos en Estados Unidos ayudan a autoengañarse diciendo ser «libres» atacando el trato de Hugo Chávez de los medias en Venezuela. Muchos medios de comunicación en Estados Unidos criticaron a los de Chávez por limitar y manipular los medios en Venezuela, pero el gobierno venezolano no controla sus medios. Muchas personas en Estados Unidos creen que todos los canales de televisión y periódicos son pro Chávez. La verdad es que la mayoría de los medias en Venezuela son anti Chávez. Sí, Chávez tomó medidas contra la cadena anti Chávez CTV. (Radio Caracas Televisión Internacional), pero los medias estadounidenses no lo retransmitieron.

Como citan unos pocos medios de comunicación alternativos, la televisión venezolana tiene cuatro grandes canales: Venevisión, Televen, Globovisión y Venezolana de Televisión (VTV). De estas cuatro cadenas, Venevisión y Televen son medianamente anti Chávez, Globovisión es muy anti Chávez y VTV es extremadamente pro Chávez. También está la RCTV (Radio Caracas Televisión Internacional) de mala fama, que retransmitió un falso metraje que hacía como si una persona armada pro Chávez disparara a manifestantes en las calles de Caracas, cuando en realidad era una persona armada anti Chávez. Esta es una de las muchas razones por las que el gobierno de Venezuela declinó renovar la licencia de la emisión de la RCTV. Un 60% de la audiencia de la televisión ve Venevisión y Televen. Únicamente un 6% de los venezolanos ven VTV. La mayoría de los medias venezolanos pertenecen a empresas de élite de derecha que están fuertemente movilizadas contra los políticos socialistas y las políticas de Hugo Chávez que apoyan los medias venezolanos que conspiran sobre todo con los golpistas en su intento fracasado en 2002 de derrocar a Chávez. Los medios se negaron a mostrar las declaraciones del gobierno de Chávez que condenaban el golpe de estado. Cuando el golpe de estado fracasó, las redes venezolanas privadas se negaron a retransmitir las noticias en las que Chávez recuperó el poder como resultado de cientos de miles de simpatizantes de Chávez que rodearon el palacio de Miraflores reclamándole y como resultado de los sectores de los militares que volvieron a apoyar a Chávez. Puedes ver este metraje en el programa documental dirigido por los directores irlandeses Kim Bartley y Donnacha O’Briain, This Revolution Will Not Be Televised. O ve el documental de Oliver Stone South of the Border. De nuevo, el presidente Hugo Chávez no «apagó» RCTV el 27 de mayo. El gobierno de Venezuela decidió no renovar la licencia de retransmisión que concedía a RCTV el monopolio sobre la sección de las frecuencias de propiedad estatal. Este es el caso de que RCTV siga llegando a la mitad de la población a través de su cable y satélites. No está mal para una emisora de televisión que ha traicionado a su presidente escogido democráticamente, cuyas victorias electorales se consideraron extremadamente justas por el presidente Jimmy Carter.

Por supuesto, es cierto que la televisión del gobierno es claramente favorable hacia Chávez, pero solo el 6% de los venezolanos ven la VTV del gobierno. Y sí, Chávez interrumpió el programa de noticias con cuatro horas de cadenas (puntos de vista políticos), pero esto difícilmente contrarresta o equilibra las otras 23 horas de emisión anti Chávez. Vale, ¿y qué pasa con los periódicos? Venezuela tiene tres grandes periódicos: Últimas Noticias, El Nacional y El Universal. Últimas Noticias es pro Chávez; El Nacional y El Universal son anti Chávez. El Nacional, como se le conoce comúnmente, pertenece a Miguel Henrique Otero, el fundador del Movimiento 2D, la organización anti Chávez. En Venezuela hay más emisoras de radio anti Chávez que pro Chávez, puesto que solo el 14% de la radio es de carácter público.

No es muy sorprendente que la prensa capitalista demonice a este visionario ardiente que luchó contra medidas de austeridad, que luchó por los pobres y los desamparados, que fundó el movimiento para la quinta república, que integró a los oprimidos y marginales a la sociedad venezolana y que ayudó a hacer de su país uno de los más igualitarios de Latinoamérica. Este hijo de la escuela rural agrietó el firme muro del capitalismo financiero que algunos pueden forzar. Por desgracia, el muro está creciendo y volviéndose más grueso. Veo los medios, la tecnología de vigilancia y tecnología militar actual, como los drones, y realmente creo que estamos viviendo una distopía orwelliana. Entre el milenarismo del destino, hay personas valientes hablando: el periodista Chris Hedges o Noam Chomsky entre otros. Y son sin duda verdaderos héroes. Pero qué podemos decir como educadores sobre vivir en Estados Unidos hoy en día cuando el Congreso aprueba por unanimidad La Ley de Autorización de la Defensa Nacional, donde la Sección 1021(b)(2) da a los militares el poder de detenerte en suelo estadounidense sin garantías procesales, indefinidamente, a discreción del presidente. El 4 de diciembre de 2012, la nueva Ley de Autorización de la Defensa Nacional fue aprobada en el Senado con 98-0 votos. Es la fecha en la que el fascismo se instaló formalmente en Estados Unidos. De joven, leí 1984, la novela de Orwell. De hecho, tengo la primera edición de Signet Books publicada en 1950 por The New American Library. La portada de literatura barata muestra a una mujer sexi con un vestido corto de espaldas a un hombre con una camisa sin mangas de trabajo. A la izquierda hay un hombre con una capa y mono negros y parece como si estuviera sujetando el mango de un látigo. El anuncio en lo alto de la portada pone «Una visión sorprendente de la vida en 1984. Un amor prohibido… Miedo… Traición». Y detrás, está la pregunta: ¿Quién SERÁS en 1984? Hay cuatro opciones: proletariado, guarda policial, miembro del partido, varón y miembro del partido, hembra. Solo leí la descripción de los miembros del partido. Miembro del partido, varón: «Sin rostro, tonto, un robot de carne y hueso con un cerebro de botón, se te niega el amor por ley, se te enseña el odio mediante un interruptor». Miembro del partido, hembra: «Un miembro de la liga anti-sexo desde su nacimiento, tu labor será contener todas las emociones humanas y puede que tus hijos no sean los de tu marido». En ese momento el libro fue promocionado obviamente como metáfora del trato comunista de la Unión Soviética. Pero mira a tu alrededor hoy en día y sopesa ¿quién está ejecutando a enemigos por drones voladores? ¿Quién practica «entregas extraordinarias» y arresta a gente sin garantías procesales y los llevan a centros de detención secretos? ¿Quién ha creado el estado de seguridad nacional con cámaras en cada esquina? En el 2006, durante el gobierno de Bush, el FBI investigó la biblioteca de la Universidad de California para ver qué libros sacaban los estudiantes, el mismo año que me colocaron en la cabeza de la lista de los «treinta sucios» profesores izquierdistas por un grupo de derecha que ofrecían a los estudiantes 100 dólares por grabar en secreto mis seminarios y 50 dólares por facilitar apuntes de mis clases. Cuando escaneé la portada de 1984, no me sorprendió que fuera para incitar a la lectura. Hoy en día está claro que la llamada democracia capitalista  es la que ha generado ominosamente una población satisfecha (franca, sí, pero aun así complaciente), lo suficiente complaciente para eliminar la psique colectiva y mantenerlos a raya lo suficiente para permitirnos cometer los crímenes más atroces. Como en 1984, «inventamos» enemigos y construimos una economía de guerra para batirlos. Por ejemplo, la guerra en Irak. La empresa Halliburton, mantenida por el anterior vicepresidente Dick Cheney, dio 39.5 billones de dólares a contratos relacionados con Irak en la última década, con muchos de los tratos dados sin ninguna orden de las empresas competidoras. Mientras que el coste financiero de la guerra fue de más de 1.7 trillones de dólares, el coste de la miseria humana no tiene precio. Hoy en día parece que las relaciones humanas son más interesadas que nunca; la lealtad entre los amigos está desapareciendo; las personas que dicen que son tus amigos, te traicionarán en actos de indignación de mojigato si les da una ventaja; el amor se ha reducido a un enjambre de productos químicos por el cuerpo mientras que se ha remplazado al corazón por una colmena. Creo que el imperialismo capital ha sido el íncubo creando un colectivo estadounidense. La psique, cuya inconciencia estructural se distingue del carácter del Psicópata estadounidense. Cuando el psicópata sepa quién es, ¿será demasiado tarde?

JMBT: Pensamos que es necesario enseñar en todos los programas educacionales cuestiones como el envenenamiento del agua por la extracción de petróleo bruto pesado, la explotación infantil o deforestación por razones comerciales. Creemos que enseñar estas causas y consecuencias de estas situaciones tristes podría ser el primer escalón para conseguir conciencia e ir hacia la justicia social. ¿Cree que es posible introducir este tipo de conocimiento en la educación?

PM: Es una buena pregunta, José. ¿Qué podemos hacer como trabajadores de la educación y culturales en este momento crucial de la historia cuando los ingresos de las empresas se expanden mientras que el trabajo de mercado se reduce, cuando hay tal cruel indiferencia por los sufrimientos humanos y la vida humana, cuando el indomable espíritu humano resuella en una atmósfera de parálisis intelectual, amnesia social e inactividad política, cuando las tonalidad translúcidas de esperanza parecen todavía más etéreas, cuando pensar en el futuro parece anacrónico, cuando el concepto de utopía se ha convertido irremediablemente en un cuento de Disney, cuando nuestros papeles sociales como ciudadanos se han convertido cada vez más en los de empresarios e instrumentalizados en un mundo que esconde la necesidad bajo el nombre del deseo de consumo, cuando los análisis de los medias de las invasiones militares es simplemente más publicidad para la compleja industria militar estadounidense con su enorme industria de armas global, y cuando tanto los profesores como los estudiantes se regodean en lo absurdo, esperando al vertedero de la vida consumida para vomitar otra panacea por desesperación? ¿Qué podemos hacer como presos en una prisión del capitalismo, sepultado en una cámara olvidada de la cultura de la comodidad?

En su pregunta mencionó la explotación infantil. ¿Y qué pasa con los asesinatos de los niños? ¿Y con la justificación de la tortura? Cuando los americanos se juntaron en masa para ver la película La noche más oscura por el brillante y galardonado director Kathryn Bigelow (a quien Naomi Wolf nombró apropiadamente el nuevo Leni Riefenstahl, «siervo de la tortura» y «defensor del mal») para regocijarse en el supuesto éxito del plan del gobierno estadounidense de que sodomizar y ahogar a supuestos terroristas musulmanes, no ciudadanos estadounidenses, no importa si vivían dentro o fuera de Estados Unidos, es seguro de vigilancia por drones o asesinatos. El presidente Obama puede protestar todo lo que quiera sobre la disponibilidad de armas en Estados Unidos (hay 300 millones de armas registradas a propietarios privados), pero no parece preocuparse mucho por todos los niños que están muriendo en sus ataques aéreos por todo el mundo. Según la Oficina de periodismo de investigación, hay aproximadamente entre 399 y 500 ataques aéreos hasta la fecha, y aproximadamente 3 000 individuos han muerto por estos ataques, muchos de ellos civiles, incluidas mujeres y niños. Solo en Paquistán, 891 civiles han muerto por drones estadounidenses desde el 2004. Estas operaciones de asesinatos aéreas tienen lugar a petición de los líderes que no buscan ninguna alternativa a la ley imperial con afán de lucro y están sucediendo con mayor regularidad en Oriente Medio, Asia meridional y África.

Niños, mujeres y hombres inocentes en países en los que Estados Unidos ni siquiera está en guerra están muriendo por los misiles endemoniados, ataques que ocurren sin oposición del Congreso o el poder judicial y muchos de ellos aprobados por el presidente Obama. Más de 3 000 personas muertas, la mayoría de ellas no combaten, son muertes por «daños colaterales» y de esas, 172 son supuestamente niños. Por supuesto, los países soberanos pueden hacer frente a la llamada guerra permanente de terrorismo mediante el uso de drones, vigilancia o armando como en el caso de los «soldados de infantería» del mundo de los drones, el depredador y el segador. En este caso el puño militar va por el aire para extender su alcance letal, en forma de ojos mirilla fijados con las sandalias de Hermes, sus misiles de puños americanos cubiertos con guantes ligeros de látex de autopsia. Pero, ay, no habrá Marías de plata de la Metrópolis de Fritz Lang al hombre, con armas antiaéreas y conducir a los oprimidos a la victoria sobre sus opresores. Vivimos en un momento vergonzoso en la historia, cuando el presidente de Estados Unidos tiene el poder de hacer ejecuciones selectivas de los ciudadanos americanos. Un ataque aéreo estadounidense en el este de Afganistán de no hace mucho mató a 10 civiles, incluidos 5 niños. El ataque mortal llegó horas después del discurso del Estado de Unión en el que el presidente Barack Obama declaró falsamente que después de más de una década, la guerra estadounidense y ocupación en Afganistán «acabará» a finales del año. Vale, ahora la siguiente parte de su pregunta.

Mencionó «deforestación» y la «intoxicación del agua». Sí, deberíamos examinar estos asuntos en todos los niveles del sistema escolar. Cuando pensamos en cuestiones como «cómo sustentar un crecimiento estable de la economía global para hacer que las comunidades perjudicadas del mundo vuelvan al trabajo», barajamos la conjetura errónea de que hacer que las personas produzcan y consuman más productos es la respuesta a los problemas a los que nos estamos enfrentando durante esta horrible crisis económica. Creemos que si somos productores más creativos y eficientes, podremos pagar la deuda, crear empleo, aumentar la igualdad económica, encontrar maneras de proteger la integridad del ecosistema del planeta y aumentar radicalmente la biodiversidad y la igualdad. Esto es una idea colectiva que únicamente ayuda a reproducir el razonamiento geopolítico y económico del existente olipolio. Porque aumentar el tamaño de la economía no significa necesariamente que habrá más trabajos. Y cuanto mayor sea la economía, más peligro generamos para la biodiversidad del planeta, porque usaremos un mayor número de fuentes y soltaremos más dióxido de carbón a la atmósfera.

El problema es que nuestra economía ya depende demasiado del crecimiento: el objetivo de la economía no debería ser el crecimiento continuo, no debería depender del crecimiento global como modelo para generar empleo. Todo lo que se dice acerca de expandir la economía a toda costa es en realidad una cortina de humo para subir los impuestos a los trabajadores, bajárselos a las empresas, minar la seguridad del trabajador y pagar salarios más bajos, sin mencionar el debilitamiento de los sindicatos.

Es necesario desenterrar la relación entre el capitalismo y la sostenibilidad ecológica en nuestras escuelas. Uno de los temas importantes en clase debería ser la gran crisis financiera que estalló en otoño de 2008 y la profunda recesión mundial en la que derivó. Pero, ¿creen que todo iría bien con la burguesía oligarca que actualmente se beneficia de la fusión entre el capital de la banca y el monopolio y que está consolidando su poder a través de una intersección de formas de dominación política y económica? Como el capital se mueve libremente, así como la inversión en producción o en formas ficticias de capitalismo y como especuladores, capitalistas financieros, agentes de bolsa, bancas de inversión, gestores de fondos y otros ayudan a desatar las fuerzas de la acumulación de capital a nivel mundial, y como el neoliberalismo con sus agresivas políticas a favor del mercado permite que este capital financiero se reestructure por sí mismo para diversificar sus formas, para expandir sus oportunidades de acumulación a través del crecimiento de industrias de venta al por menor, financieras y de servicios, e impulsar su alcance mundial, entonces es seguro asumir que nuestros ecosistemas han sido explotados en un sistema de producción de bienes capitalista de manera que no podemos hablar de capitalismo en absoluto sin hablar de capitalismo como una ecología mundial. La completa fisonomía del capitalismo ha cambiado: el capital financiero requiere una acumulación paralela de poder político, las entidades financieras están unidas a una oligarquía política sin revisar que genera formas de capitalismo altamente financializadas y parasitarias, como el alzamiento de bienes. Al vampiro del capitalismo le ha crecido una segunda fila de colmillos. La sombra alargada de Nosferatu cae sobre el actual ataque sistemático a los estándares de vida de la amplia mayoría de la población.

Necesitamos políticas económicas que no reposen en referencias como el creciente Producto Interior Bruto. Necesitamos mejorar el bienestar de los trabajadores y frenar el daño medioambiental a largo plazo. Necesitamos reducir la jornada laboral, no aumentarla, y distribuir el trabajo disponible de forma equitativa. Necesitamos abandonar nuestro sistema monetario basado en deudas porque con un sistema como tal, habría que generar un crecimiento económico constante para pagarlas.

Necesitamos adoptar una visión de sostenibilidad y autosuficiencia animada por ideas socialistas e ideales como la igualdad y la justicia social. A este esfuerzo lo llamo «ecopedagogía crítica revolucionaria». Es la combinación de una aplicación centrada en la historia de la teoría de Marx, pedagogía crítica revolucionaria, y avances teóricos en ecopedagogía, como los excelentes logros de Richard Kahn, David Greenwood, Tina Evans, Donna Houston, Sam Fassbinder, Anthony Nocella, Steve Best y otros.

Hemos iniciado una era posgenómica en la que ansiamos crear algún tipo de paraíso generado científicamente en el que toda forma de vida puede languidecer ante algún estupor bovino, en una especie de pseudo-realidad alterada químicamente controlada por traficantes de drogas psicotrópicas transnacionales que nos ofrecen separarnos químicamente de la miseria emocional de nuestro cerebro precambriano a través de un amplio abanico de drogas de diseño que nos sitúan en una felicidad epifánica ininterrumpida a los pies de una estatua de un Cuarto de Libra en algún prosaico patio empedrado de una aislada Casa de Ronald McDonald, junto a un campo de golf de 18 hoyos o en algún tipo de epifanía transhumana edénica en la sala de seminarios de alguna universidad rebosante de la mezcla correcta de optimismo leibniziano y pesimismo nietzscheano dionisiaco. O donde podamos permanentemente estar «en la carretera» en alguna fantasía bohemia del Renacimiento de los 60 en San Francisco. Pero todo esto es necesario si ya hemos abrazado la visión hobbesiana de completa sumisión a la autoridad total, si nos hemos convertido en suplicantes de un complejo posindustrial de comunicaciones en el que nuestros sentimientos ya cuentan con la estructura de diatribas primordiales y hechos y gestos de intrépidos presentadores de programas de entrevistas con su marcado patriotismo. Donde expertos charlotean incesantemente sobre Dios y el país, globos corporativos y propagandistas que serían prestados de una forma más apropiada si todo excepto sus voces fuera remplazado por personajes animados. Solo un dibujo animado sin alma podría defender a las grandes empresas y a los ricos que evaden más de 100 mil millones de dólares de impuestos al año por medio de lejanos paraísos fiscales como las Islas Caimán (hogar de más de 18000 empresas), Bermudas y Bahamas, que ayudan a grandes multinacionales como General Electric a evitar pagar miles de millones de dólares en impuestos. O defender al Tribunal Supremo en el caso Citizens United contra la Federal Election Commission en 2010, el cual halló que la primera enmienda de la Constitución de EE. UU. Sobre la libertad de expresión prohíbe al gobierno restringir gastos políticos independientes por parte de empresas y sindicatos, una norma que otorga a las empresas el mismo estatus y derechos que a las personas, y por lo tanto, da lugar al acuñamiento del término personalidad corporativa. O defender la reautorización de la Ley de Enmiendas FISA de 2008, una factura espía que viola la cuarta enmienda y que otorga amplia autoridad de vigilancia al gobierno y aumenta los poderes de la NSA para inspeccionar correos electrónicos y llamadas internacionales de los estadounidenses. O apoyar las leyes sobre noticias que convierten en acto terrorista investigar la crueldad animal, la seguridad alimentaria o las violaciones medioambientales en granjas controladas por empresas que producen gran parte de nuestra carne, huevos y productos lácteos. Con muchos seguidores del Partido Tea que opinan que ley destinada a reducir la violencia de las armas es una violación del derecho divino del hombre a poder acceder a los rifles de asalto, esa acción contra el derecho a la autodefensa es por defecto una violación de los derechos del hombre donde la única forma de detener la violencia, como en la reciente masacre en la escuela Newtown, es tener más profesores hombres en las aulas, armados con pistolas. Podríamos querer considerar este país como repleto de extremistas religiosos de la misma pasta que aquellos que actualmente tienen la categoría de «terroristas».

Bill McKibben expone que el cambio climático es un tema que no puede darse el lujo de largos debates como aquellos que se orientan a la política educativa o inmigración, debates que a menudo generan solo cambios incrementales. El cambio climático es físico y si no actuamos ya, será demasiado tarde. La industria del combustible fósil crea dióxido de carbono y lo transforma en calor. Es el negocio más lucrativo del planeta. Si queremos detener el derretimiento del hielo en el Ártico, necesitamos reducir las emisiones tóxicas un 5 por ciento al año a nivel mundial y comenzar de inmediato. La industria del combustible fósil ya ha sobornado al Congreso. La Casa Blanca ha rechazado la EPA en sus propuestas para reforzar el smog y las regulaciones en materia de ozono y la industria minera ya está sobornando a las amplias extensiones de la cuenca del río Wyoming. Es casi demasiado tarde para decir que es demasiado tarde.

Jason W. Moore argumenta de forma muy convincente que no podemos separar la economía política, sociología, ecología, biología y otras disciplinas involucradas en comprender la humanidad de la naturaleza extra humana. Se debe a que los humanos y el resto de la naturaleza se constituyen mutuamente. Según Moore, el capitalismo es una forma de sujetar la infinita acumulación de capital. Es en efecto «una ecología mundial».

El neoliberalismo, que se basa en un nexo coactivo financiado por el estado como su piedra imán, ha reordenado la relación mundial entre los humanos y el resto de la naturaleza. La naturaleza humana se reduce a la productividad laboral. A diferencia del caso en antiguas crisis de capitalismo, no hay signos hoy en día de una nueva revolución en materia de productividad laboral en ninguna parte, ni aquí en los EE. UU., ni en América Latina o China. Según Moore, los cuatro elementos baratos (energía barata, materias primas baratas, mano de obra barata y comida barata) fueron necesarios para la rentabilidad de después de 1983. Este ya no es el caso, ya que estamos ante una revocación del abaratamiento en comida, energía, materias primas y mano de obra. Moore advierte que estamos enfrentándonos a similares problemas insuperables: incremento de los costes de energía, aumento de la competencia por tierra cultivable para biocombustibles, crecimiento de especies invasivas, el efecto de hierbas nocivas resistentes a los herbicidas, el agotamiento de los acuíferos, el fin del agua barata a medida que el calentamiento global funde el hielo de los glaciares y el debilitamiento de los fertilizantes en el crecimiento del rendimiento. El capitalismo neoliberal ha extenuado todas las riquezas «gratuitas» de la naturaleza (energía, agua, recursos y mano de obra sin mercantilizar). En otras palabras, ha extenuado las auténticas condiciones de su reproducción. El histórico colapso mundial del régimen longue dureée de beneficios del capitalismo y la ruptura épica de la acumulación neoliberal por desposesión se señala por un declive endémico de las tasas de beneficios que ha cazado el espectro del capitalismo durante décadas.

El capitalismo ha absorbido vorazmente el sistema productivo del mundo seco (la recompensa disponible de la naturaleza) al remplazar el trabajo vivo en el momento de la producción por sistemas cada vez más innovadores para ahorrar trabajo. El capitalismo, al que percibimos como una ecología mundial en lugar de un sistema económico, está respondiendo a esta crisis mediante la redistribución del valor del trabajo al capital, donde aquí «valor» se refiere a los elementos de producción, poder en el trabajo, medios de producción y beneficio. Esta extracción de valor mina las oportunidades de inversión productiva, lo cual se puede observar en las degradantes prácticas de externalización, precariedad, condiciones laborales deshumanizadas y acoso sindical. En los últimos cuatro años no se ha hecho nada significativo para detener la producción masiva y la liberación a la atmósfera de cantidades cada vez mayores de dióxido de carbono. Ha habido incluso más peticiones desesperadas para una mayor producción de petróleo y el uso extendido del carbón como combustible. Hemos entrado en una era de relaciones naturaleza-sociedad con el adviento de la penetración del capital financiero, el cual se acomoda al final de la comida barata, recursos, agua y todo lo demás. El conjunto de la naturaleza mundial se ha vuelto dependiente de un circuito de capital cuya premisa es la acumulación de medios financieros en lugar de la producción industrial o agrícola. Todos son mensajes de Jason W. Moore, John Bellamy Foster, Joel Kovel y otros pensadores marxistas que están hablando seriamente de ecología. Ahora depende de los educadores críticos el llevar este mensaje a las aulas. También necesitamos escuchar a autores como Heather Rogers, que ha llevado a cabo una crítica devastadora del «consumismo ético» y de las hoy en día ampliamente mencionadas soluciones «verdes» (compensaciones de carbono, comida orgánica, biocombustibles y coches y casas ecológicas) en su libro Green Gone Wrong. Según Rogers, Walmart y General Electric son solo dos de muchas de las empresas que están presionando el capitalismo verde. Rogers revela cómo los recientes esfuerzos por ser ecológicos a través de sustituir nuestros bienes sucios por otros «limpios» están sumidos en contradicciones y falsas suposiciones, como que estos «productos ecológicos» poco hacen para minimizar el daño cuando no consiguen romper el molde del consumo y los residuos. De una manera experta, Rogers advierte de lo que ella llama «ecologismo perezoso» y también «lavado ecológico» (campañas de relaciones públicas de las empresas diseñadas para tranquilizar y prevenir las críticas públicas de empresas en materia de contaminación, residuos, aniquilación medioambiental y amenazas a la sanidad. Estos enfoques aún se apoyan en fuerzas del mercado y por lo tanto, no pueden marcar el tipo de diferencia necesario para proteger el planeta. Green Gone Wrong explora cómo la transformación de una sociedad «petra» a «verde» afecta a los aspectos más fundamentales de la vida: comida, cobijo y transporte, e incluye consecuencias inintencionadas como la tala de bosques, la destrucción de ecosistemas nativos y la miseria más absoluta. Rogers expone palabras de moda relacionadas con el consumo ecológico y favorable al mercado como «verde», «orgánico» y «comercio justo» y nos muestra que, de hecho, son en su mayoría fraudes falsos. No podemos salvar la tierra si compramos bombillas compactas fluorescentes, coches híbridos y compensaciones de carbono, o si compramos los productos ecológicos adecuados. Los compradores de comida orgánica pueden estar subsidiando inconscientemente grandes compañías agrícolas que están erradicando los bosques y corrompiendo el suelo en algunos países en vía de desarrollo porque sus gobiernos no suelen estar preocupados por problemas medioambientales. Y muchas ONG bienintencionadas simplemente no tienen mucho poder. La producción de bienes «verdes» está realmente contribuyendo (aunque no de forma intencionada) a la subida de nivel de las enfermedades medioambientales. Lo que el Mercado Verde ofrece a los consumidores (alimentación orgánica y de comercio justo, ecoarquitectura, biocombustibles, automóviles híbridos, compensaciones de carbono, etc.) no funcionará en el universo social del capitalismo y el mercado del consumidor y a menudo conduce a problemas designados a ser aliviados por el capitalismo verde. Los pequeños agricultores que recurren a prácticas agrícolas «no convencionales» o «más allá de lo orgánico» no suelen obtener el salario mínimo y tienen que depender de fuentes no agrícolas para conseguir la mayoría de sus ingresos. Los que se están beneficiando de la revolución verde son empresas como Walmart y General Mills. Satisfacer la demanda de alimentación orgánica ha llevado a lugares como Paraguay a la deforestación, donde extensiones de selva tropical se convierten en monocultivos orgánicos como la caña de azúcar. La ecoarquitectura puede ayudar a reducir el 40 por ciento de todo el gas CO2 de los Estados Unidos procedente de edificios, pero dicha arquitectura se limita a los estadounidenses acaudalados. La demanda de aceite de palma, cuyo uso como biocombustible está aumentando, está creciendo, y para satisfacer esta demanda, las selvas tropicales y los pantanos del sudeste asiático se están destruyendo para obtener tierras para los cultivos de palma aceitera. Los biocombustibles basados en cultivos también están destruyendo los suministros de alimentación e incrementando el precio del maíz y otros cultivos hasta el 80 por ciento. En India, Rogers descubrió que las operaciones de compensaciones de carbono estaban haciendo más mal que bien porque el dinero de las compensaciones de carbono desalienta a determinados países a la hora de invertir en energía eólica o solar y les lleva a seguir dependiendo de combustibles fósiles. El lavado ecológico llevado a cabo por parte de la industria de las relaciones públicas ha hecho todo menos camuflar los resultados históricos sin precedentes de genocidio planetario, ecocidio, zoocidio y epistemicidio. No podemos confiar en que los esfuerzos por la sostenibilidad se pongan en manos de la STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Lo que necesitamos, según Richard Kahn, Sam Fassbinder y Anthony Nocella, es una intervención crítica por parte de visionarios líderes educativos que estén dispuestos a unirse a movimientos sociales para transfigurar la relación entre la escuela y la sociedad como parte de una lucha mayor por la liberación.

Kahn, Nocella y Fassbinder sostienen de forma convincente que la educación para la sostenibilidad debe iniciarse en los puntos insurgentes de la investigación militante y que son solicitadas por la ecopedagogía. La ecopedagogía, por su parte, se ve como un movimiento de movimientos afiliado que tiene como objetivo explicar las diferencias cualitativas dentro de la academia entre las vinculadas formas de disciplina capitalista y opresiva «greenspeak» y las formas de disciplina ecológica democrática y disruptiva. Kahn, Nocella y Fassbinder realizan un trabajo excelente al criticar las formas de sostenibilidad predominantes que se enseñan en las universidades, lo cual está relacionado con la sostenibilidad medioambiental que se enseña en departamentos de ciencia medioambiental y estudios medioambientales y trata de ecología, gestión de recursos y economía medioambiental. Aquí podemos ver una polarización emergiendo entre la sostenibilidad como ciencia y la sostenibilidad como justicia y equidad. Así que, según las notas de Kahn, tenemos conocimientos medioambientales en la universidad adheridos desde temas de democracia cultural y lingüística, soberanía indígena y derechos humanos. La ecopedagogía crítica de teóricos/activistas como Richard Kahn, Sam Fassbinder, Tina Evans y David Greenwood opera en un marco de total dialéctica de justicia donde la justicia medioambiental y ecológica (la anterior relacionada con la distribución desigual de entornos dañinos entre la gente y la última referida a la relación entre los humanos y el resto del mundo). Kahn hace trizas un informe de la Agencia para la protección del medio ambiente de los EE. UU. Que menciona una muestra de 175 instituciones académicas que regularmente violan la Ley de aire limpio, la Ley de agua limpia, la Ley en materia de planificación de emergencias y el derecho a saber de la comunidad, la Ley de recuperación y conservación de recursos, la Ley de control de sustancias tóxicas, la Ley federal sobre insecticidas, fungicidas y rodenticidas, por mencionar solo unas pocas. Kahn, Nocella y Fassbinder también sostienen que la contaminación industrial es tanto un importante problema social como biológico que afecta de manera desproporcionada a los pobres y a la gente de color, y al mismo tiempo, contribuye a la destrucción de la tierra y la diversidad de especies. Así que, en definitiva, la contaminación necesita ser un punto fundamental en el currículum escolar. Y sí, necesitamos la ecopedagogía.

JMBT: En la revista Global Education trabajamos diariamente para conseguir justicia social mundial. Nos permite iniciar una era de fraternidad entre todos los seres humanos para enriquecernos mutuamente y en la que a ninguna persona se le arrebataría su dignidad. ¿Puede darnos algún consejo?

PM: La historia es un espejo que refleja lo que somos por el modo en que nos comprometemos e interactuamos con los demás. La historia refleja nuestro pasado y cuestiona nuestra habilidad para trascender y alcanzar la claridad ontológica. Vuestro objetivo de crear una fraternidad mundial es un medio necesario para formar estructuras de discrepancia. Tan solo a través de la creación de una cultura de contestación podemos tener la esperanza de transformar el mundo. Solo os diría que os mantengáis firme en aquello que ya estáis haciendo e intentad no perder vuestra determinación. El capitalismo está intentando restaurar las condiciones de su reproducción a través de vuestra destrucción, mediante la destrucción del valor de vuestra mano de obra. El índice de explotación mundial está creciendo exponencialmente. No podemos curar el presente. Los campesinos están siendo apartados del campo de sus antepasados para ser llevados a las ciudades y ser transformados en mano de obra barata. Permaneced junto a ellos. Las fábricas están cerrando y están siendo recuperadas por los trabajadores. Permaneced junto a ellos. A través del avanzado mundo capitalista, los sindicatos corren peligro. Permaneced junto a ellos y alentadles a que sean auténticas «tribunas de los oprimidos». Grupos indígenas están luchando para reclamar sus tierras y sus derechos. Permaneced junto a ellos. Las prisiones se están llenando de sobrepoblación del capitalismo. Permaneced junto a estas víctimas de la injusticia. Las mujeres están siendo violadas con impunidad y forzadas a soportar la peor cara de la sobreexplotación del capitalismo. Permaneced junto a ellas. Permaneced junto a las víctimas de la guerra, junto a los discapacitados, junto a los que están perdiendo la esperanza, junto a los que están perdiendo la fe en que otro mundo es posible. El capitalismo no puede escapar de la gravedad de su arrogancia y si es duro sobreponerse uno mismo, así deberá ser la lucha revolucionaria de los oprimidos al reavivar el imaginario socialista. Luchar hasta vencer.

JMBT: Por último, ¿desea añadir algún comentario a nuestros lectores?

PM: Me gratifica tener el placer de conoceros a través de las páginas de esta revista valiente. Es más lo que compartimos que lo que nos divide. Podemos ser una fuerza unificada por el cambio. Juntos podemos convertir posibles futuros en realidades tangibles que nos pueden liberar de las cadenas que nos hacen tanto como nosotros a ellas. Tenemos el poder de romper nuestras cadenas. Pero será necesario algo más que un puño para sostener el martillo. Y más de un corazón para reunir el coraje para sostenerlo con firmeza. Creo que es importante recordar que con cada callejón sin salida al que se enfrenta la historia del ser humano, tenemos la posibilidad de crear un nuevo horizonte de esperanza y la oportunidad de avanzar. Pensadores como István Mészáros, Paulo Freire, Peter Hudis, Michael A. Lebowitz, Marta Harnecker, John Bellamy Foster, Carl Boggs, Ramon Grosfoguel, E. San Juan, Joel Kovel, Jan Nederveen Pieterse, William I. Robinson, Kevin Anderson, Henry Giroux, Bertell Ollman y muchos más han teorizado acerca de los cambios que necesitamos hacer para que el mundo sea un lugar más habitable y humano. Como Michael Lebowitz manifestó de forma acertada, el socialismo requiere la propiedad social de los medios de producción y la producción social organizada por los trabajadores con el objetivo de cumplir las necesidades de la sociedad. En otras palabras, el verdadero desarrollo humano requerirá la producción socialista organizada por trabajadores, lo cual, por supuesto, requiere una sociedad que lleva a cabo la producción directamente y de forma consciente a favor de las necesidades de la sociedad. De nosotros depende dar comienzo a la tarea de construir dicha sociedad. Mi papel ha sido el de socavar los caminos donde los educadores podrán desempeñar un papel en este proceso. No me interesa construir una educación más efectiva o eficiente o sin trabas o exitosa. Ya es demasiado exitosa. Pero, ¿en qué sentido lo es? Esa es la pregunta que da caza a esta generación y hasta ahora, a todas las generaciones precedentes. En su forma actual, la educación es exitosa a la hora de crear las condiciones de posibilidad para que el capitalismo se reproduzca. Mi trabajo es alterar ese proceso y ayudar a redirigir el propósito de la educación hacia la reconstrucción de una alternativa democrática socialista al capitalismo. Reconstruir dicha alternativa no es la llamada a la elaboración de un proyecto concreto fundido en el crisol de la cultura imperial de occidente. Me viene a la memoria una historia sobre Gandhi. En 1931, durante una conferencia celebrada en Londres, un periodista británico le preguntó a Gandhi qué pensaba de la civilización occidental. «Creo que sería una buena idea», respondió. El aspecto de un futuro socialista debe ser determinado por aquellos que están luchando por ello. La lucha por el socialismo siempre puede convertirse en lo contrario. Y precisamente por ello necesitamos pensar de forma crítica hacia dónde debemos dirigirnos y cómo llegaremos hasta allí.

No necesitamos que nos tiren al suelo como Pablo de Tarso y quedarnos ciegos durante tres días para vivir de acuerdo con nuestras consciencias y darnos cuenta de las condiciones biosféricas de nuestro planeta, el cual está siendo alimentado por un intenso modelo agroindustrial que nos ha llevado hasta el cambio climático y abanderado la destrucción de la biodiversidad. Necesitamos enseñar a nuestros estudiantes mientras que al mismo tiempo reconocemos el destino de otros seres humanos más vulnerables que viven en medio de la sobreexplotación, la desposesión y la apropiación de los recursos naturales de la tierra por parte de empresas de inversión y megabancos responsables de la desregulación de divisas nacionales y sistemas bancarios. Estos estafadores y sinvergüenzas de alta tecnología que manipulan el dinero y sabiamente alteran las normas que obstaculizan a los mercados financieros mientras que ellos no producen nada, aquellos que han transformado lo que una vez fuera un delito capital con pena de muerte en la horca en el siglo diecisiete (especulación financiera) en una práctica beneficiosa de fraude legal que lleva a millones de sus víctimas a la servidumbre por deudas, necesitan ser derrocados por movimientos locales, regionales, nacionales y transnacionales que creen las condiciones necesarias para que la gente vuelva a recuperar la economía de la superclase, tal y como abogan periodistas como Chris Hedges y sociólogos como William I. Robinson y otros. De esta manera, la producción no seguirá siendo tan solo otra tasa más a la esperanza y posibilidad humana. Para reunir a una muestra completa en materia de crítica educativa en la era del capitalismo neoliberal, la pedagogía crítica necesita ser el campo de los profesores que rechazan que la educación ocupe las estanterías de especialistas científicos, quienes facilitan una atención colaborativa y cuidadosa a los intereses agregados de comunidades y a maneras de abordar las causas de nuestra cultura dominada por la explotación. Aquellos que están preparados a reducir la brecha que separa las ciencias evolutivas basadas en fórmulas matemáticas y los instrumentos de observación y evaluación cimentados en nuestro entendimiento experimental. Necesitamos educadores críticos que apoyen la liberación cognitiva de las estructuras de la sociedad capitalista culturalmente fijadas, una verdadera democracia cognitiva liberada de la truncada y gastada producción de conocimiento con credenciales eurocentristas (históricamente basadas en episodios de genocidio y epistemicidio, podría añadir). Necesitamos profesores que puedan inculcar una psicosis crítica en nuestra cultura, que puedan ayudarnos a agitar las bases ontológicas de nuestro mundo, que se ha convertido en un desfile de desigualdad, imperialismo, tortura (todo ello naturalizado por el rastrero razonamiento que nos dice que debemos abandonar a la democracia porque estamos luchando contra «terroristas»). Quizás lo que necesitamos es algún tipo de experimento permanente y pedagógico de Marsh Chapel en el que en lugar de ingerir psilocibina, los educadores y estudiantes promovamos la colaboración de afecciones repletas de un espíritu de camaradería para construir un nuevo mundo a través de proyectos que incumban a la comunidad y que se dediquen a combatir los estragos del capitalismo, patriarcado, racismo y homofobia. Necesitamos una intervención así porque recibir educación hoy en día supone una forma de estrangulamiento y alienación condicionados históricamente a medida que nos ahogamos en el fulgor de un proceso patológico al que llamamos escolarización. Necesitamos aprender tanto de los formadores de agroecología de Cuba como de la Escuela de Frankfurt de teóricos críticos. Los educadores críticos de hoy en día necesitan una dosis del utopismo positivo de Freire, así como de futurismo abierto y de optimismo renovado, lo cual es difícil, ya lo sé, frente a tanta devastación en el planeta. Necesitamos reformular la teoría crítica y rehumanizar la enseñanza que desarrolla prácticas concretas. Esto significa que tenemos que romper la división que separa la pedagogía de la teoría. La élite no designa el telos, un resultado ya presente en nuestras pedagogías. Tenemos que crear para nosotros mismos esas condiciones de posibilidad para educar a los estudiantes del mundo de consciencia ingenua y crear las condiciones pedagógicas en las que los estudiantes podrán adentrarse en una nueva visión para la humanidad, donde puedan conocer al Soñador que sueña con su existencia y descubrir en el reino de la colectividad humana la armonía y espiritualidad de nuestro planeta. Para ello, los profesores pueden inspirarse en otras críticas de donde Raymond Williams extrajo la denominación de la revolución larga. Nuestra alegría y felicidad ya no necesitan abdicar para adaptarse a este mundo si nos comprometemos a cambiarlo a través de la lucha social. Armados con la idea de que la deshumanización de nuestra juventud es un breve paréntesis en la historia de la educación, los educadores críticos deberán creer que con un renovado optimismo de la voluntad, la educación será superada por la justicia social y la desesperación por el compromiso.

Traducida por: María José Vecino Puerto.
Marta Sánchez Hidalgo.
Elena Flores Valentín.

Fuente: http://iberoamericasocial.com/vida-las-escuelas-una-introduccion-la-pedagogia-critica-entrevista-peter-mclaren/

Fotografía: iberoamericasocial

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Entrevista a Carlos Alberto Torres: Educación, poder y biografía

Entrevista 

Resumen

En esta conversación se tocan aspectos cruciales de la obra y del modo de hacer investigación de uno de los autores latinoamericanos más destacados en el terreno de la sociología política de la educación. Durante la entrevista, el profesor Torres señala los principales temas de su agenda de investigación, así como sus consideraciones sobre cuáles han sido las mayores aportaciones latinoamericanas a la discusión de los problemas educativos. Asimismo, el entrevistado detalla la forma en que se inició su interés por el estudio de la obra de Paulo Freire, la que ha ayudado a divulgar en los Estados Unidos. Explica la forma en que enfrenta los problemas teóricos y metodológicos de sus investigaciones, al igual que las ventajas y desventajas de ser un latinoamericano que estudia la educación internacional desde los Estados Unidos. Por último, da algunas sugerencias para quienes se inician en el estudio de los problemas educativos de México y de América Latina.

Palabras clave: Sociología política, pensamiento educativo latinoamericano, Paulo Freire, metodología.

Abstract

This conversation deals with crucial aspects of the work and way of doing research of one of the most outstanding Latin American authors in the field of political sociology of education. During this interview professor Torres points out some of the main topics and concerns of his research agenda as well as his considerations regarding the most important contributions from Latin America to the debates on educational problems. The interviewee offers an account of the way in which his interest for the study of Paulo Freire’s work began. Dr. Carlos Torres has significantly helped to disseminate Freire’s work in the US and the rest of the English speaking world. A detailed explanation of the strategies with which professor Torres faces the theoretical and methodological problems involved in his research is also included. The advantages and disadvantages of being a Latin American scholar studying international education from the US are also discussed. Finally, some advise for those who begin themselves with the study of educational problems in Mexico and Latin America is offered as well.

Key words: Political sociology, Latin American educational thought, Paulo Freire, methodology.

Autor de más de 38 libros, el Dr. Carlos Alberto Torres es profesor de Ciencias Sociales y Educación Comparada, en la Graduate School of Education and Information Studies y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Es actualmente presidente del Research Committee on Sociology of Education, International Sociological Association.

Armando Alcántara Santuario: Te quisiéramos preguntar en primer lugar, cuáles han sido los temas principales que han ocupado tu atención en los últimos años? Tu carrera académica comienza en 1975 con tu nombramiento, apenas saliendo de la licenciatura en sociología, como profesor asistente en filosofía política en la Universidad del Salvador en Argentina. Al año siguiente terminaste tu primer libro sobre Paulo Freire que se publicó en México en 1978. Es decir, el comienzo del siglo marca tu veinticinco aniversario como profesor e investigador universitario.

Carlos Alberto Torres: Veinticinco años de trabajo profesional en cualquier ámbito de la vida humana invitan a una reflexión sobre el pasado, no tanto como un acto nostálgico sino, y sobre todo, como un esfuerzo de aprender y reaprender lo que uno, como intelectual comprometido con el cambio social y la educación liberadora, ha realizado como profesor e investigador. Con ese espíritu y agradeciendo profundamente la invitación que se me ha hecho para llevar adelante esta conversación, contesto convencido que no es posible diseñar una agenda de investigación simplemente siguiendo las pautas y regulaciones de la academia o siguiendo totalmente un plan previamente diagramado en la calma de un escritorio, ni tampoco respondiendo a demandas de movimientos sociales y partidos políticos o respondiendo a las mismas dinámicas de la política pública.

Una agenda de investigación nace de un complejo proceso que envuelve todo lo mencionado anteriormente, y donde se juntan preferencias intelectuales y políticas, desafíos y luchas de la cotidianidad, y oportunidades que uno no puede dejar pasar para conocer más, tanto en términos teóricos como empíricos, e intervenir en algún proceso o problema de la educación. También una agenda de investigación que reúne esfuerzos teóricos, conceptuales, empíricos y normativos, como es mi caso, difícilmente puede ser llevada a cabo individualmente en la soledad de mis propias elucubraciones o mediante la aplicación sistemática de métodos científicos en la soledad del trabajo de campo.

Esta agenda de investigación y práctica docente, en mi caso, se llevó a cabo en colaboración, muchas veces, con colegas de enorme calidad humana e intelectual, quienes son invariablemente mis amigos, y algunos de ellos fueron, en su momento, estudiantes a quienes tuve la oportunidad de servir como profesor. Debo mencionar, noblesse oblige, y refiriéndome sólo a los libros publicados en colaboración, a algunos de mis coautores. Un lugar de preferencia deben tener los trabajos que realizamos con Raymond Morrow, que cubre ya un espectro de quince años de colaboración mancomunada y solidaria, a punto tal que en materia de teoría social es difícil discernir quien ha escrito que parte de algunos de nuestros libros e innumerables artículos de investigación.

Junto con mi experiencia de trabajo con Raymond, uno de los representantes de la teoría crítica de la sociedad más distinguidos de Canadá, debería contarse también mi colaboración con otros colegas de gran nota y con quien he sido coautor de libros como son José Ángel Pescador, Daniel Schugurensky, Adriana Puiggrós, Pilar O’Cádiz, Pía Wong, Robert Arnove, Ted Mitchell, Daniel A. Morales Gómez, Nick Burbules, Martin Carnoy, Henry Levin, Marcela Mollis, Jerry Kachur, Seewha Cho, Aurora Loyo, Julie Thompson, Moacir Gadotti, Karen McClafferty, Guillermo González Rivera y, por supuesto, contigo mismo y Ricardo Pozas Horcasitas.

Sin duda alguna un punto de inflexión en mi carrera académica fue mi contratación en marzo de 1990 como profesor en la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad de California Los Ángeles. Aquí tuve la oportunidad de continuar mis investigaciones, bajo la rúbrica general de la educación latinoamericana, completar algunos proyectos iniciados en la década de los setenta y ochenta y emprender nuevos caminos conceptuales y de investigación empírica. La UCLA ha sido un espacio intelectual y afectivo, así como también político absolutamente notable, tanto por los constantes apoyos materiales y prácticos que obtuve como por crear las condiciones afectivas para seguir adelante una lucha y un trabajo que en ocasiones genera contradicciones y confronta dificultades enormes.

Quizá convenga sintetizar el tema general de mis investigaciones alrededor de la vinculación entre educación, poder y política. Este ha sido el hilo directriz de mi trabajo a lo largo de estos veinticinco años. Esta línea genérica de investigación se concretó en tres grandes subtemas sobre los cuales he producido distintos libros y artículos de investigación, así como he hecho incontables presentaciones en reuniones internacionales.

Primero, la necesidad de entender a través de una sociología política de la educación, por qué se inicia una política educativa específica, cómo ésta es creada, planeada, construida, e implementada, cuáles son los actores más relevantes en su formulación y operacionalización, y cuáles son los procesos sistémicos, simbólicos, histórico-estructurales y organizacionales que están envueltos tanto desde sus orígenes como en la puesta en marcha y evaluación de la política.

Un segundo tema que ocupó ampliamente mi trabajo estos últimos veinticinco años fue lo que en los años sesenta y hasta los ochenta se denominaba las características del Estado capitalista dependiente en América Latina, específicamente en lo que atañe a la formulación de política educativa. Más específicamente aún, mi preocupación en este respecto fue entender la naturaleza y necesidades de legitimacióndel Estado capitalista latinoamericano, y cómo su carácter dependiente condicionaba la naturaleza de la formulación de política educativa, especialmente en los ámbitos de la educación no-formal.

Esta segunda área que marca básicamente mi trabajo en México durante la última parte de la década de los setenta y mi retorno a México después de mi doctorado en Stanford a comienzos de los ochenta, tuvo una fuerte impronta en el estudio de la educación de adultos. En este ámbito traté de crear lo que llamo una sociología política de la educación no formal y que abarcó, básicamente la década de los ochenta y que termina un poco abruptamente por mi desencanto frente a la falta de compromiso político de los Estados latinoamericanos, que han usado la política de educación de adultos como uno de los mecanismo de legitimación del Estado sin ningún propósito educativo real. Este desencanto se debe al hecho indisputable de constatar que los Estados latinoamericanos han manipulado la educación de adultos y, por supuesto, el desencanto se suma al hecho, empíricamente discernible, de que los Estados latinoamericanos han dejado de invertir en educación de adultos.

Entonces, hay toda una tradición de lucha y de inversión educativa que llegó a afectar los ámbitos de la administración pública y que se ha ido perdiendo en los últimos diez o quince años con la instalación del neoliberalismo.

Un tercer tema que resume mucho de las investigaciones realizadas en estas ultimas dos décadas y media fueron las alternativas desarrolladas en América Latina, desde perspectivas diferentes o alternativas a los modelos estatales de utilizar la política educativa como una legitimación compensatoria para usar un termino emanado de la vertiente teórica de Habermas. Desde la perspectiva de la teoría crítica que he empleado una vez que pude entender con mayor claridad las vinculaciones entre el neomarxismo, especialmente el de cuño gramsciano, los aportes de la teoría crítica, especialmente las contribuciones decisivas de Herbert Marcuse y Paulo Freire, estas nociones de legitimidad compensatoria son claves para entender ciertas prácticas estatales. Pero en la búsqueda de alternativas, la influencia en estos temas del trabajo de Paulo Freire ha sido muy grande. Traté de llevar a cabo un análisis sistemático de uno de los pensadores más originales y creativos que ha producido América Latina, y especialmente Brasil. Freire, como intelectual y filósofo político de la educación, ofreció un sinnúmero de contribuciones en la región e internacionalmente, que invitan a pensar las alternativas críticas en educación, de una forma que pocos intelectuales nos han permitido entender. Su obra, coronada aparentemente en un texto temprano que realmente conmovió al pensamiento educativo, Pedagogía del Oprimido, una de las contribuciones más importantes a la educación emancipadora (empowering education en la terminología inglesa) se conjugó, como su último legado en otro texto, pequeño, incisivo y tremendamente sugerente sobre laética pedagógica, Pedagogía de la Autonomía.

No podía ser de otra manera, quien estudió cómo la pedagogía impulsaba prácticas que podrían contribuir alternativamente a la opresión o a la liberación, terminó proponiéndonos una forma pedagógica y política que nos llevaría a una autonomía del sujeto pedagógico, libre y pleno en el contexto de la autonomía de la escuela ciudadana. Este legado de Paulo Freire, como un legado de lucha, es también el legado de la educación popular en América Latina, un legado que se identificó con las contribuciones de Paulo Freire aunque haya tenido, ya desde principios del siglo XX, una distinguida tradición en la región.

La teoría del Estado aplicada a la educación, me ha dado margen para iniciar una exploración sistemática de los temas que aparecen en uno de mis últimos libros que se llama Educación, democracia y multiculturalismo: dilemas de la ciudadanía en un mundo global, que está siendo en este momento traducido para ser publicado en español por Siglo XXI Editores, y en otras lenguas. En esta nueva línea de investigación, que pienso me tomará otra década completar, trato de tomar de la teoría del Estado y del análisis de la teoría de la globalización, los aspectos que tienen que ver con la teoría de la ciudadanía, la teoría de la democracia y las teorías del multiculturalismo, intentando ofrecer en última instancia una serie de reflexiones sobre cómo se puede establecer una ciudadanía democrática multicultural. Esta ha sido, un poco, la preocupación de mi trabajo en los últimos cinco años.

Paralelamente a eso, dada mi función de profesor especialista en la educación en América Latina en UCLA, he continuado con mi investigación más genérica sobre política educativa incorporando trabajos sobre las vinculaciones entre sindicatos magisteriales y política estatal en seis países: Argentina, México, Canadá, Estados Unidos, Japón y Corea. Claramente un trabajo de esta envergadura, con trabajo de campo en seis países apoyados financieramente por la Fundación Soka del Japón, y el Pacific Rim Center de la Universidad de California, es imposible de llevarse a cabo sin contar con la colaboración de un grupo tan distinguido y talentoso como son los investigadores en educación comparada que me acompañaron en esta aventura intelectual, incluyendo a Julie Thompson, Aurora Loyo, Marcela Mollis, Seehwa Cho, Jerry Kachur, Daniel Schugurensky y Akio Nagao.

En este momento estamos terminando un libro colectivo de esta investigación internacional sobre educación, política y Estado en la Cuenca del Pacífico que nos tomó cuatro años de trabajo.

A.A.S.: Mi segunda pregunta sería Carlos, ¿cuáles han sido para ti las mayores aportaciones de América Latina a la discusión de los problemas educativos en el plano internacional?

C.A.T.: Responder a esta pregunta es casi necesariamente ser injusto, dado que las contribuciones son de tanta calidad y tan variadas que uno corre el riesgo de dejar de mencionar alguna de estas. Por un lado tenemos todos los aspectos que tienen que ver con la teoría social aplicada a los distintos ámbitos de la cultura, de los aspectos simbólicos y, por supuesto, de la educación. En América Latina hemos tenido el desarrollo, especialmente en los últimos 30-35 años, de la teología de la liberación y de la teoría de la dependencia; hemos tenido todos los desarrollos de la filosofía de la liberación y por supuesto, de la educación popular y la pedagogía del oprimido con Paulo Freire.

En un cierto nivel, yo me atrevería a decir que ahí hay una contribución no sólo a la educación, sino a las ciencias sociales en general que ha marcado a fuego el desarrollo de la ciencias sociales latinoamericanas y mundiales, desde problemas como contribuciones a teorías de la descolonización, hasta aspectos que tienen que ver con cuestiones de discusiones sobre el papel de la raza. Recientemente los trabajos de Néstor García Canclini sobre culturas híbridas, Roberto Da Matta en Brasil sobre cotidianidades, en fin, una serie de expertos sobre las problemáticas de la cultura, me dan una pauta de que hay una riqueza teórica en América Latina, que ha impactado profundamente el trabajo intelectual a nivel mundial. Por otro lado, a nivel político, la lucha contra las dictaduras y especialmente por los derechos humanos, ha llevado la discusión sobre derechos humanos a un plano de responsabilidad y de importancia mundial que quizá, sin las Madres de la Plaza de Mayo, o la lucha anti-pinochetista, para citar sólo dos casos muy conocidos y relevantes, no se hubieran proyectado en el panorama internacional como lo han hecho, continuando una distinguidísima tradición de lucha por los derechos humanos y la paz en la región, que cuenta con Premios Nobel tan distinguidos como Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, Oscar Arias, etcétera.

En el plano específicamente educativo, yo creo que un segundo elemento es el ímpetu que provee Paulo Freire al marcar la segunda mitad de este siglo,s como el pensador más relevante en filosofía de la educación, especialmente en la filosofía política de la educación, después de Dewey. Me atrevo a decir que Paulo Freire también es un centro neurálgico de otros dos temas, que son parte de la lógica de trabajo académico que tenemos en América Latina y que son relativamente diferentes de las que existen en otra parte del mundo. Por un lado, está la preocupación epistemológica. No cabe ninguna duda que en América Latina pensamos la educación desde una perspectiva epistemológica, de una manera muchísimo más rica, que la que se piensa en otras partes. Y luego, no en el sentido estrictamente técnico del término, yo creo que en América Latina hay un cierto espíritu de análisis comparativo, en el sentido de que predominan análisis históricos estructurales, los cuales por su naturaleza, comparan procesos históricos en el tiempo a nivel sincrónico-diacrónico.

Esto genera, por supuesto, una formación extraordinariamente rica en la capacidad de pensar la realidad de nuestros intelectuales; por eso en América Latina tenemos una expresión que es difícil de encontrar en otros espacios intelectuales, que es la noción de pensadores; Paulo Freire fue un pensador. Si ustedes quieren para volverla una terminología más contemporánea, estamos hablando de intelectuales públicos. Ciertamente hay muchos intelectuales públicos que hacen ese tipo de análisis, me vino a la mente inmediatamente Noam Chomsky en los Estados Unidos; pero mi impresión es que esta noción de intelectuales públicos y educación (aspectos comparados), que ha predominado tanto en América Latina (y prácticamente cada país tiene uno o dos intelectuales públicos de enorme envergadura), le ha dado a la discusión académico-política un tono y un nivel de jerarquía intelectual, que no es tan fácil de descubrir en los ambientes donde predomina un mecanismo de pensamiento más positivista, empirista y eventualmente en aquellos ambientes donde hay una cierta apoliticidad que se expresa en la presencia de una lógica de la razón instrumental, que no está de ninguna manera modificada por la presencia de una lógica política.

En fin, habría tantos elementos… Me parece que está claro también que América Latina, esto por la parte quizá que me satisface menos, ha sido uno de los grandes laboratorios para el establecimiento de políticas de privatización y no hablo específicamente de vouchers, sino de privatización en el sentido de lo que se denomina user fees y otros aspectos que están incluso vinculados a la noción de descentralización, como parte de una agenda hegemónica. Entonces, ha habido un laboratorio a partir de los mecanismos y los modelos de ajuste estructural de cuyo impacto habría que hacer una evaluación más señera, de más largo plazo. Pero América Latina, quizá mucho más que África y sin duda alguna más que Asia y el Medio Oriente, ha sido un territorio donde este tipo de modelos se han implementado de una manera bastante radical y con ajustes estructurales, incluso como herramientas, demasiado brutales. Y finalmente, por qué no remarcar algo fundamental que es la noción de normalismo, que es un elemento que ha crecido en América Latina como una extraordinaria ideología que impulsa la formación del profesor y le da a éste una cierta misión; incluso una especie de misionología.

Con todas las debilidades que este tipo de modelo tiene, ha sido central para la constitución de mecanismos de formación y de capacitación de maestros. Ha sido central para la constitución de la formación de la fuerza de trabajo magisterial, pero también para la noción de saberes legítimos así como para la adopción de modelos curriculares. Y yo me atrevería a decir que en el siglo XX, la noción de normalismoestá íntimamente vinculada a la noción misma de construcción de la escolaridad en América Latina. Creo que se podría hacer otro tipo de argumentación mucho más avanzada, pero uno de los elementos, sin duda, que sintetiza todas estas discusiones, tiene que ver también con la figura del Estado, del Estado liberal y democrático que ha impulsado la formación de la ciudadanía a través de la educación. A.A.S.:Carlos, por lo que nos has dicho en tus respuestas anteriores y por lo que se sabe de tu obra, eres un gran conocedor, crítico y divulgador de la obra de Paulo Freire, e incluso sabemos que tuviste una relación muy cercana con él. ¿Cómo fue qué comenzó tu interés por el tema de la educación liberadora?

C.A.T.: Bueno, quien conociera a Paulo Freire automáticamente descubría la imagen de un extraordinario hombre: humano, de enorme dignidad, de profunda fuerza carismática, profética en algunos momentos, y un individuo que ejemplifica realmente lo mejor de ciertos aspectos de la cultura oral latinoamericana, en el sentido de que trata de entender la realidad a partir de los estímulos que ésta le da en su capacidad de observación y la capacidad de observación de Paulo Freire era absolutamente magistral; pero además la capacidad de elaboración, su constante referencia a la epistemología de la curiosidad. Todos estos elementos, a cualquier persona que conociera a Paulo Freire le atraerían; además de su personalidad, de su ética, de su impresionante honestidad, honradez y lo que me atrevería a decir: su enorme esfuerzo por alcanzar cada vez mayores niveles de competencia técnica y de rigurosidad intelectual en lo que él hacía y lo que esperaba que la gente que estaba con él, hiciera.

Ahora, yo llegué a ver a Paulo Freire como llegó probablemente el grupo de intelectuales de mi generación: a partir de la lectura de sus libros, La educación como práctica de la libertad y Pedagogía del oprimido, diseminados por su primera editorial que era Tierra Nueva, allá por el año 73. Yo escribí mi primer libro sobre Paulo Freire en el año 76 a indicación de Julio Barreiro, que era el editor en ese momento de Paulo Freire y que era un hombre extraordinariamente lúcido, un profesor uruguayo extraordinariamente bien formado en filosofía, y que se había radicado en Argentina, dadas las circunstancias difíciles que había atravesado la democracia uruguaya una vez que llega la dictadura. A partir de esa conexión con los materiales escritos de Freire, yo le escribo a Paulo a Ginebra y él me responde – un hombre premoderno en ciertos sentidos tecnológicos– de manera manuscrita, como ha escrito siempre, agradeciéndome mucho los materiales que le mandé, especialmente un artículo, que es uno de mis primeros escritos sobre su obra, publicados en el 76, en la revista Síntesis en portugués –y tengo la impresión de que el hecho de que hubiera sido publicado en portugués tuvo que haber impactado mucho a Freire–, en el cual yo analizo las grandes líneas filosóficas de Paulo Freire.

Y me responde -de una manera muy gentil, como era él- que le había encantado el artículo, porque le pareció una excelente interpretación de su obra. A partir de ahí, se dio una relación, primero epistolar y luego cuando lo visito en los principios de los ochenta, en 1980, en Brasil, que continuó con los años y nos volvimos muy buenos amigos. Entonces había, yo diría, una cierta afinidad afectiva, de enorme respetode mi parte por supuesto, en la figura de quien sin duda alguna ha sido un gran maestro de generaciones de pedagogos latinoamericanos. Pero, también había de mi parte una curiosidad por conocer el pensamiento vivo de Freire, a partir de conversaciones con él, y he tenido conversaciones por espacio de veinte años con Paulo, ya sea epistolares o personales. El año en que muere su primer mujer Elza, me invita una noche a una cena y me dice, «te voy a presentar a uno de mis mejores amigos, y sé que se volverá un gran amigo tuyo también», y esa noche conocí a mi amigo Moacir Gadotti con quien creamos posteriormente en 1991 junto con Freire y con un grupo de amigos de Paulo Freire, Walter García, Francisco Gutiérrez y José Eustaquio Romão el Instituto Paulo Freire en São Paulo, del cual tengo el honor de ser uno de los directores fundadores y es también en dicho instituto donde se actualmente encuentra la sede del grupo de trabajo de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) sobre educación y sociedad que tengo el honor de coordinar. El encuentro con Moacir hace más de quince años me permitió conocer a un hombre de una humanidad y lucidez intelectual excepcional, y seguir aprendiendo con él y en compañía de Paulo Freire y el equipo del Instituto Paulo Freire mucho de lo que hemos aprendido sobre los vericuetos, las tensiones, los laberintos, los dilemas, las contradicciones y los desafíos de la educación latinoamericana.

Termino diciendo esto: yo creo que para quien haya podido conocer a Paulo Freire y quien tuviera una vocación de investigación –como creo tener yo– era natural estar muy cerca de él en la medida de lo posible para entender su pensamiento, aunque Paulo no era una persona reservada en ese sentido, pero sí era una persona muy privada y no todo mundo lo podía conocer a pesar de su capacidad y su voluptuosidad en público; era una persona muy privada que guardaba mucho su pensamiento en ciertos aspectos, que me parecen sustantivos para entender el aspecto más genérico de su obra. También me pareció importante, además de hacer los estudios filosóficos que hemos ido haciendo estos años sobre él y la parte biográfica, tratar de concentrarnos en los últimos años, en cuál fue el impacto político de su trabajo, especialmente a nivel de la toma de decisiones políticas. Y por eso trabajé muy intensamente con él, cuando fui su asesor en la municipalidad de la ciudad de Sao Paulo, en el tiempo en que él era Secretario de Educación. Y que resultó en un libro escrito con dos colegas, que a su vez se escribieron sendas tesis doctorales: Pilar O’ Cádiz y Pía Wong. Pilar O’ Cádiz escribió su tesis conmigo en la UCLA y Pía Wong escribió la suya asesorada por Martin Carnoy en Stanford.

Después, los tres pusimos nuestra notas en conjunto y escribimos un libro que se llama Democracia y educación: Paulo Freire, los movimientos sociales y la reforma educativa de São Paulo -publicado en inglés– que, sin duda alguna, constituye una de las pocas investigaciones empíricas sobre la experiencia de Paulo Freire como Secretario de Educación de São Paulo. Este texto todavía no está traducido al castellano aunque está siendo traducido al portugués en Lisboa.

A.A.S.: Pasando al plano más específico de tu trabajo académico Carlos, ¿Cómo enfrentas los problemas teóricos y metodológicos de las investigaciones que realizas?

C.A.T.: Cada investigación es un desafío diferente, pero no cabe duda que el tipo de trabajo que yo trato de hacer tiene una fuerte impronta teórica. Entonces, me gusta pensar los problemas que voy analizando desde aspectos teóricos. A su vez, hay indudablemente toda una vocación de análisis político, que es parte de la socialización que yo he recibido, sin duda alguna en México, también en Argentina y en mi deambular por América Latina. No se puede pensar la educación sin pensar la política. Entonces, yo diría que parto de un marco teórico, que es siempre un tipo de combinación de la sociología y la economía política de la educación, con un fuerte énfasis en la teoría del Estado que me ayuda a definir un poco ciertas orientaciones para pensar el problema que tengamos entre manos. Luego, a pesar de que tengo enorme respeto por las metodologías positivistas y especialmente por los aspectos más cuantitativos de ciertas lógicas y técnicas de investigación, prefiero usar análisis eminentemente cualitativos con un fuerte énfasis histórico, incluso etnográfico, para poder dar cuenta de los problemas que nos conciernen.

Es muy difícil responder en abstracto una pregunta como ésta, porque cada investigación presenta sus propias peculiaridades. Por ejemplo, hice una investigación multinacional, colaborando con distinguidísimos investigadores latinoamericanos, entre ellos en México con Carlos Muñoz Izquierdo y Silvia Schmelkes, que es una comparación de educación de adultos en Tanzania, en Canadá y en México, lo cual provocó toda una serie de discusiones. Tuvimos el asesoramiento de Pablo Latapí y otra gente de gran valía. Había que tomar muchas decisiones, como, por ejemplo, el lenguaje con el cual se realizaban las entrevistas, además de todos los aspectos que tienen que ver con la selección de una muestra que sea interesante desde el punto de vista analítico, sin necesariamente tener que ser representativa, dada la diferencia de estos países, en fin. Había muchos aspectos metodológicos que tenían que ver con cultura, que tenían que ver con técnicas de recolección de datos y eso fue un gran desafío. Es un gran desafío ya coordinar un grupo de gente tan talentosa, pero que viene de tradiciones distintas, con lenguas distintas, con experiencias de investigación distintas. Y es un gran desafío poder generar un modelo de investigación que dé cuenta de toda la riqueza que trae un grupo tan interesante como ése. Eso es un problema muy claro, es muy difícil hacer investigación comparada; es mucho más difícil si uno no tiene recursos, y es extraordinariamente difícil si lo haces en distintas lenguas, distintas culturas y tratando de entender, como en este caso, aspectos que están muy vinculados a la cultura popular de cada país. Ahora estoy terminando mi segundo proyecto, también masivo, que es una investigación de seis países, que es incluso más compleja que la anterior, porque aquí no sólo tenemos distintas lenguas, distintas culturas, sino que tenemos tradiciones culturales tremendamente diferentes. Aquí tenemos el encuentro del Este y el Oeste; tenemos la presencia de Asia, tenemos la presencia de modelos, donde está muy claro que hay países que son las dos naciones de punta del mundo, Estados Unidos y Japón; incluyendo también un país que está entre lo siete más poderosos del planeta como lo es Canadá. Y luego, por supuesto, países que tienen un enorme peso en la economía mundial, como Corea y México, y un país que tiene un poco menos peso y que sin duda alguna no está al mismo nivel económico, que es Argentina. Esto implica que las dinámicas históricas, que el tipo de discusión política por país, que el tipo de Estado, que incluso los modelos educativos que estamos analizando, son realmente diferentes. Pero como nos enfocamos a la práctica y a la política que impulsan los sindicatos magisteriales, a partir de ese punto neurálgico la imagen de que en todos estos países –y en otros países del mundo– ha habido el establecimiento de ciertas políticas neoliberales, nos da un núcleo común, una especie de un mínimo común denominador, a partir del cual realizar una comparación que siento –como decía hace un minuto– extraordinariamente difícil de establecer. Es muy difícil contestar esta pregunta, dado que yo me atrevería a decir, casi fenomenológicamente, que cada proyecto de investigación tiene sus propios demonios, sus propios fantasmas y sus propias posibilidades de resolución.

A.A.S.: Carlos, aunque sigues en frecuente contacto con colegas de México y del resto de América Latina, eres un académico que estudia la educación desde los Estados Unidos. ¿Qué ventajas y desventajas le encuentras a esta condición?

C.A.T.: Esta es una pregunta muy interesante que quizá demandaría toda una discusión detallada, por supuesto trataré una vez más de ser breve. No cabe duda de que mi formación, el hecho de que yo hable inglés con acento, el tipo de análisis que yo hago, el modelo teórico vinculado a la teoría crítica de la sociedad que tiene un cuño evidentemente alemán y que está vinculado a la Escuela de Francfort –que no es prevalente en los Estados Unidos– hace de mí un académico de la academia americana pero que no refleja con claridad el tipo de práctica más generalizada que se da en ella. Eso a su vez, tiene ventajas y desventajas, a partir de este elemento de la diferencia. Por un lado la ventaja tan simple, parece una broma, pero por ejemplo, aunque estoy muy bien socializado en los modelos de la academia norteamericana –dado que el inglés es mi segunda lengua–, mis colegas son mucho más tolerantes conmigo, de lo que son entre ellos mismos, porque en una reunión de comités o del claustro de profesores, yo puedo hablar por más minutos de lo que quizá muchos de ellos se pueden permitir debido a la regla, implícita y práctica, de hablar claro, conciso y sobre todo breve. Cuando va uno a un restaurante francés y viene el cheff y habla inglés con acento francés, mucha gente siente que la comida es mucho más rica, que hay como un proceso de legitimidad, autenticidad del producto.

Cuando yo doy mi curso, que tiene que ver con la educación en América Latina, por supuesto el hecho de que mi acento sea latino hace que le dé otro margen también al tipo de conversación. Es una especie de broma, pero en el fondo creo que uno tiene que tomar lo que puede parecer una debilidad –el hecho de que yo haya aprendido inglés a los treinta años, cuando empecé a hacer mi doctorado en Stanford y que se mantiene como un acento claramente en mi expresión oral–, uno tiene que tomarlo a partir de eso como una ventaja. Está claro que también otro aspecto a considerar es la parte internacional. Como soy un académico que está trabajando en temas internacionales, eso es muy interesante para un conjunto de académicos, que no son la mayoría, los más numerosos, en una universidad como UCLA. No cabe ninguna duda que muchos de mis intereses internacionales, los intereses que tengo sobre educación en América Latina, mis estudios sobre la Cuenca del Pacífico, poco les importan a mis colegas que están preocupados por problemas de las vinculaciones de las razas en las escuelas de Los Ángeles o que están vinculados con el problema de ver cómo se puede mejorar la enseñanza de las matemáticas en tercer grado. Por lo tanto, uno en el fondo, casi por añadidura, se vuelve una especie de profeta en el desierto.

Sin embargo, dado que se celebra mucho en la academia americana la noción de diversidad, para ellos es importante que haya gente como yo, que les recuerde que existe un mundo más allá de los confines de UCLA, de los confines de Los Ángeles; que existe toda una tensión muy fuerte entre educación y política, que existen ciertos imperativos categóricos como son la justicia social, como la responsabilidad de un ser individual, como es lo que se denomina el inglés el caring, la capacidad de amar y entregar, que no tienen por qué ser subsumidos y desaparecer bajo la égida de mecanismos técnicos o de una lógica positivista. Yo diría que mi vida académica en los Estados Unidos ha sido muy satisfactoria, no me puedo quejar en absoluto. Me siento muy a gusto en UCLA, soy director de un Centro de Estudios Latinoamericanos, siendo un profesor que proviene de una escuela profesional, lo cual es bastante insólito, dado el predominio de los profesores que provienen de departamentos de disciplinas en ciencias sociales, historia, ciencia política, sociología, que son realmente quienes tienen la hegemonía en los estudios latinoamericanos en Estados Unidos. Un profesor de la Escuela de Educación es realmente insólito, más aún no siendo americano. Me siento muy a gusto, he tenido mucho respaldo, mucho apoyo; y ciertamente, los latinoamericanos trabajamos muy fuerte y nos comprometemos muy fuerte con el tipo de investigación que nosotros hacemos.

Yo agregaría un elemento más, quizá muy personal, pero indudablemente considero que habría que pensar también las carreras académicas a partir de la situacionalidad de uno. Yo me siento un inmigrante. Como tal yo tengo ciertas ventajas y desventajas y no cabe duda que la Universidad es una «amante muy demandante», y para un inmigrante aún más. La carencia de ciertas vinculaciones cotidianas afectivos alrededor de la familia que está tan lejana –con excepción de la familia inmediata de uno y la situación perenne de querer mucho a su familia más extendida pero no poder interactuar con ella en la cotidianidad–, el hecho de que uno no tenga una larga historia de amistad en la ciudad donde vive, todo eso hace que se concentre mucho trabajo alrededor de la Universidad, a la cual definí, siguiendo una hipótesisque me pareció muy lúcida de mi querido amigo el Dr. Humberto Muñoz, como una «amante muy demandante».

Entonces, en parte, he trabajado muy intensamente y creo que eso se refleja en mi productividad y, me imagino en el respeto que uno podría provocar al haber sido presidente en Estados Unidos de la Asociación Profesional en la que participo. Pero creo que hay también unos aspectos muy limitados de esta imagen de ser inmigrante. Por un lado, una cierta sensación de provisoriedad de lo que uno hace y lo que uno es; por otro lado, paradójicamente, aunque uno lucha en el lugar que le toca pelear, hay un cierto desentendimiento de la trama y el meollo más profundo de la lucha política específica, de la política de partidos, para decirlo de algún modo en los Estados Unidos, pues después de todo, aunque uno quiera contribuir a las discusiones dentro de ese país, uno nunca sabe si realmente regresa a Argentina o regresa a México, o vive como intelectual político de dos o tres mundos, en distintos espacios conceptuales, políticos, históricos. Y finalmente, el hecho de que sea un observador de la política latinoamericana, hace que tenga mi atención reflejada más bien en la parte latinoamericana del continente que en la parte americana. Esto también produce sus ventajas y sus desventajas.

A.A.S.: Por último Carlos, y agradeciendo tu tiempo y tus conceptos tan interesantes, ¿qué le aconsejarías a los jóvenes, y a los no tan jóvenes, que se inician en el análisis de los problemas educativos de México y de América Latina?

C.A.T.: Yo me atrevería a decir lo siguiente. Primero, no entren en esta profesión si ustedes esperan que la vida les sea fácil, porque el análisis de los problemas educativos y los problemas sociopolíticos de la educación, genera toda una serie de contradicciones personales muy íntimas que hay que reconocer y que aceptar y de ser posible superar. No es una profesión que permite automáticamente imaginar elglamour de otras profesiones, no tiene la recompensa económica de otras actividades profesionales, ni tiene tampoco la visibilidad social de otras ocupaciones. Entonces, yo te diría que hay que tener una vocación de servicio para ser un investigador educativo, y esto me parecería una cuestión de precepto mínimo fundante de la práctica de la investigación educativa. Segundo, yo diría que hay que reconocer que hay una íntima vinculación entre educación y política, no se puede entrar a esta profesión tratando de tener una visión estrictamente objetiva de la realidad, como si la realidad estuviera más allá de uno mismo y uno la pudiera estudiar, manipular y entender; ni tampoco imaginar que uno puede ser neutral frente a los fenómenos que estudia y frente al tipo de demandas que la realidad educativa le va a presentar. Por lo tanto, uno entra a investigar a la realidad desde ya, como un participante activo en el proceso, a tratar de transformarla y cambiarla en direcciones valorales explícitas, que uno ya tiene que haber aceptado y asumido, a menos que sea incapaz de dar una respuesta a las demandas con las cuales se va a confrontar.

En tercer lugar yo diría, ésta es una disciplina de disciplinas. En el fondo la educación sintetiza mucho de todo el desarrollo de las ciencias sociales y requiere de los desarrollos de las ciencias sociales en cada una de las disciplinas. Esta disciplina de disciplinas o multidisciplina, requiere rigor, inmenso rigor y requiere muchísima seriedad. En América Latina me temo que hemos abusado, a pesar de que quizá es de lo mejor que se ha visto a nivel mundial, del ensayo educativo. Creo que un modelo que me gustaría impulsar sería el de formar gente que sea capaz de dominar tanto el género del ensayo, ya sea político, literario o propiamente educativo, con la investigación empírica rigurosa. Quien pudiera deambular por esos dos senderos va a dar una gran contribución a la pedagogía y a la educación en general y, por supuesto, a los grandes investigadores de América Latina. Voy a citar solamente un ejemplo incontrastable, el Dr. Pablo Latapí, que ha tenido una formación muy amplia en el ámbito de la literatura, es un extraordinario escritor y un investigador riguroso de los problemas educativos, haciendo algo que podría denominarse periodismo científico. Hay que aprender de la lógica de actuación de aquellos que han sido pioneros en sus ámbitos específicos de lucha porque los caminos que se abren, en los principios, son, generalmente, los que siguen abiertos para que transitemos todos en la búsqueda de mejores espacios de convivencia y justicia en democracias que todavía tienen que seguir madurando su sentido utópico.

Dr. Armando Alcántara Santuario

Alcántara, A. (2000). Education, power and personal biography: An interview with Carlos Alberto Torres. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 2 (1).

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Malcolm London: “Los profesores no tienen la oportunidad de ser profesores”

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Malcolm London: Poeta, educador y activista. De pequeño le encantaba la pizza y odiaba toda comida de color verde. En la escuela le apasionaba el inglés y la Historia afroamericana. De su escolarización cambiaría el hecho de que nunca les explicaban por qué les enseñaban determinados contenidos, ni la importancia que tenía aprender lo que se les contaba en clase. Actualmente es un joven poeta que se dio a conocer a través de la competición de poesíaLouder than a bomb y es profesor de poesía en distintos instituto

¿Cuándo empezó a escribir poemas?
Fue alrededor de los 16 años cuando participé por primera vez en Louder than a bomb, una competición de poesía para jóvenes de Chicago, y la gané. A partir de allí, empecé a interesarme por la poesía.

Un buen inicio…
Sí, y gracias a ello me di cuenta del poder que tenía en el escenario y de la capacidad que tenía para movilizar a la gente, lo que me animó a querer continuar escribiendo poemas.

¿Cómo definiría este poder?
Como inspiración. Yo amo lo que hago y como dice uno de mis poetas favoritos, “la labor del poeta consiste en explicar las historias que suceden frente nuestras propias narices”. Por lo que creo que proyectos que permiten a los jóvenes contar sus propias historias son muy positivos.

Dar a voz a todas las historias…
A menudo las historias que les suceden a los jóvenes de barrios conflictivos no se explican en los libros de Historia. Es muy importante que puedan expresarlas para, no solo compartirlas con otra gente, sino para poder empezar a cambiarlas.

¿Cómo puede la poesía ayudar a cambiarlas?
Proyectos como Louder than a bomb hacen posible que en ciudades segregadas como Chicago, se reúnan jóvenes de toda la ciudad, que nunca se habían conocido antes, para compartir sus vivencias. El hecho de reunir a jóvenes de barrios pobres y ricos les permite establecer relaciones de amistad que ayudan a cambiar sus historias. Empiezan a construir una nueva ciudad forjando relaciones entre jóvenes de distintas clases.

¿Cuándo supo que quería ser poeta?
No lo supe hasta que participé por segunda vez en la competición de poesía. Aún así, no me considero únicamente un poeta. Si bien es cierto que me considero poeta por encima de todo, pero también soy educador y activista.

¿Cuál es su labor como educador?
Creo que mi trabajo, como el de otros educadores, es el de contextualizar la educación a la gente joven. Me gradué en el instituto con muy malas notas, yo provenía de un barrio pobre y conflictivo aunque iba al instituto al otro lado de la ciudad. A pesar de ir a uno de los mejores institutos, me di cuenta de que no me enseñaban lo que yo necesitaba, no aprendía a sobrevivir en mi camino de regreso a casa.

Una sensación generalizada entre los estudiantes…
Efectivamente, por lo que considero que nuestra labor como educadores es la de saber transmitir a los jóvenes la importancia del aprendizaje, hacerles entender por qué leer, escribir y también la poesía… ¡es tan importante para el mundo real!

¿Y qué importancia tiene la poesía para los jóvenes?
Creo que la comunicación, en un nivel muy básico, es la mejor manera de conectar con las personas más allá de las lenguas y las razas. Es la manera en que fundamentalmente nos relacionamos entre seres humanos. A menudo, cuando coges un libro de Historia, los hechos están explicados por aquellos que vencieron y pueden no contarlo todo o enfocarlo según su punto de vista. Por lo que creo que es muy importante que los jóvenes tengan la oportunidad de explicar su propia historia.

¿Y cómo despertar el interés de los estudiantes por escribir?
Pienso que la mejor forma de hacerlo es mediante iniciativas como Louder than a bomb, donde reúnen a distintos niños en un mismo espacio con música, comida y donde pueden compartir y expresarse. Estas iniciativas permiten crear engagement.

Interesante concepto.
Personalmente creo que una de las grandes tareas de los educadores es la de entretener. Tenemos que entretener a la gente joven para mantener su atención. Y cuando lo conseguimos, cuando nos convertimos en personas relevantes para ellos, somos capaces de descubrir qué les inquieta y les mueve para poder aplicarlo en clase. Es más fácil que aprendan mediante esta fórmula que no machacándoles contenido en sus cabezas.

¿Cree que el sistema educativo actual está adaptado a este tipo de educación?
No, creo que en el actual sistema educativo existe mucha burocracia, especialmente en los Estados Unidos. Actualmente, el problema es que los que controlan las escuelas están en una guerra en contra la educación pública. Debemos plantearnos cuál es el objetivo de la educación.

Empezar por el principio…
Si queremos ciudadanos que paguen sus tasas y no sean pensadores críticos entonces el modelo actual es correcto, pero si aspiramos a líderes, a personas jóvenes que sean inteligentes, que sepan afrontar nuevos retos en el mundo real, necesitamos crear nuevas clases que permitan convertir a los estudiantes en gente creativa.

¿Cuáles son los principales retos que debemos afrontar en el corto plazo?
Creo que el principal problema es que los profesores no tienen la oportunidad de ser profesores porque dependen de los test y los resultados que obtienen sus alumnos. En el corto plazo tenemos el reto de encontrar nuevas formas de evaluar las clases, que no sean mediante pruebas estandarizadas.

 Fuente: http://blog.tiching.com/entrevista-malcolm-london-los-profesores-tienen-la-oportunidad-de-ser-profesores/
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