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Época de cambio y cambio de época

Por: Emir Sader

Ya se cumplieron diez años desde que Rafael Correa, recién elegido presidente de Ecuador, anunciaba que el país empezaba a salir de la larga noche del neoliberalismo y que el continente ya no estaba en una época de cambio, sino en un cambio de época. La nueva época sería la de superación del modelo neoliberal, al que se entregaron varios gobiernos de la región.

Una década después, Correa entrega el gobierno a su sucesor –Lenin Moreno-, elegido democráticamente por voluntad mayoritaria del pueblo ecuatoriano y sale victorioso de una década como presidente de Ecuador. El pertenece a una nueva generación de dirigentes políticos de la izquierda, que no provienen de los estratos que tradicionalmente han elegido los presidentes de nuestros países, sino desde afuera de los sistemas oligárquicos tradicionales y que, justamente por ello, han logrado romper con los intereses que se expresan en el neoliberalismo.

Hugo Chávez, Lula, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, Fernando Lugo, son algunos de los ejemplos de esos dirigentes que llegaron a la política desde la lucha social. No por acaso varios de ellos frecuentaron el Foro Social Mundial, que se proyectaba como un espacio de aglutinación de todas las fuerzas que se oponían al neoliberalismo.

Ellos supieron, por la vía de los hechos, construir gobiernos que han atacado algunas de las bases fundamentales en que se apoya el neoliberalismo. De partida, se han enfrentado a los intentos norteamericanos de imponer un Área de Libre Comercio en todo el continente, derrotando esa perspectiva y fortaleciendo los procesos de integración regional. Han logrado constituir la única región del mundo que tuvo procesos de integración regional independientes de la hegemonía norteamericana, constituida por el único conjunto de gobiernos antineoliberales en el mundo.

En segundo lugar, a contramano de las tendencias predominantes en el capitalismo contemporáneo, han logrado disminuir la desigualdad, la exclusión social, la pobreza y la miseria, en el continente conocido por ser el más desigual del mundo. El contraste entre los gobiernos que han avanzado en la superación del neoliberalismo y los que han mantenido ese modelo es flagrante y certifica como ese es el camino fundamental de la izquierda en el siglo XXI.

Por otra parte, frente a un tema tan controvertido como el del rol del Estado, lo han rescatado, rechazando la centralidad del mercado, y haciendo del Estado un agente dinamizador de la economía, distribuidor de renta y garante de los derechos de todos.

En su conjunto esas trasformaciones han constituido lo que Correa llamaba de un cambio de época. De la época de hegemonía neoliberal a la época de superación del neoliberalismo.

Diez años –o más, en otros países– después, ese camino encuentra muchos obstáculos, dando la ilusión a algunos que puede haber vuelta a una era neoliberal en América Latina. La combinación entre durísimas campanas centradas en los medios para desacreditar esos gobiernos y sus liderazgos, buscando revertir su legitimidad y desacreditar la posibilidad de que nuestro continente elabore su propia salida del neoliberalismo, con errores cometidos por esos gobiernos, han logrado éxitos, derribando gobiernos – por elección o por golpe -, desestabilizando a otros, generando un clima de descalificación de la política, de desinterés por los temas políticos, de retorno fuerte de las posturas egoístas centradas en un consumismo al estilo del “modo de vida norteamericano”.

Gobiernos como los de Mauricio Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil apuntan lo que la derecha del continente promete: el retorno de las depresiones económicas, del desempleo en larga escala, de la exclusión social, del retroceso en términos de derechos sociales, entre tantas otras plagas de la larga noche neoliberal a la que se refería Correa.

¿Es eso lo que quieren nuestros pueblos? ¿Es eso lo que se merecen nuestros países? El fracaso relativamente rápido del golpe en Brasil, el agotamiento rápido de los proyectos de restauración neoliberal en Argentina y en Brasil, sin que ninguna de sus promesas se haya cumplido, reafirma que el cambio de época sigue siendo un objetivo actual, urgente, indispensable.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/185710

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Pasado o Futuro

Por: Emir Sader
La derecha latinoamericana venía de acumular avances, desde las elecciones parlamentarias en Venezuela, la presidencial en Argentina, el referendo en Bolivia, el golpe en Brasil, y se apresuraba a conmemorar una nueva victoria en Ecuador. Sus portavoces, de derecha y remanentes de ultra izquierda, contaban con un gran resultado de la alianza de los candidatos opositores al gobierno de Alianza Pais. Guillermo Lasso, el banquero más rico del país, y Cynthia Viteri, otra variante del neoliberalismo, apenas se disputaban quien enfrentaría al candidato del gobierno en la segunda vuelta.

A pesar de la recesión económica que se abatió a Ecuador, como reflejo de la prolongada depresión internacional –y su conocida dificultad de defenderse, dada la dolarización de la economía impuesta por la derecha– y de la campaña sucia llevada a cabo por la oposición, al igual que en los otros países de la región, los resultados no fueron los que ellos esperaban. Aun sin llegar a los 40%, que le hubiera permitido ganar en primera vuelta –dado que superaba holgadamente la distancia de 10% hacia el segundo colocado–, Lenin Moreno se acercó mucho, pero le faltaron décimas para lograr ese índice.

La oposición se asustó frente al riesgo de que Lenin ganara en primera vuelta. Inmediatamente Lasso llamó a la formación de un frente por la “gobernabilidad democrática” e intentó repetir el discurso de Mauricio Macri en la segunda vuelta de Argentina, según el cual, sumando los votos de los candidatos de la oposición, se concluye que la mayoría desearía el cambio.

En estas elecciones Ecuador completó diez años de Revolución Ciudadana, el proceso que transformó mas profundamente el país, en todas sus dimensiones. Antes del gobierno de Rafael Correa –que él caracterizó como un cambio de período y no solamente un período de cambio– Ecuador había tenido tres presidentes que no habían logrado concluir sus mandatos, tumbados por movimientos populares que se alzaron en contra sus programas neoliberales.

En una década Ecuador vivió un extraordinario proceso de retoma del crecimiento económico, esta vez con inmensos programas de distribución de renta, que han promovido la inclusión social de sectores antes siempre estaban excluidos. El Estado fue refundado, la infraestructura del país fue modernizada como nunca, el país conquistó, finalmente, un lugar de prestigio en el mundo, con su desarrollo interno, su política externa soberana y el liderazgo de Correa, el personaje que proyectó al país en el mundo.

Correa renunció a candidatearse de nuevo y Alianza Pais lanzó una lista con sus dos vices –Lenin Moreno, en el primer mandato y Jorge Glass, en el segundo. Como ha ocurrido en las ultimas campañas en la región, la derecha se presenta como un cambio que mantendría las políticas sociales del gobierno. Como en Argentina y en Brasil, son ficciones para conquistar votos, en cuanto asumen el gobierno se impone el duro ajuste fiscal de la restauración neoliberal.

Un candidato que se presentaba como social demócrata, extremadamente moderado, quedó en cuarto lugar, con un pequeño caudal de votos, a pesar de recibir el apoyo de los sectores de la ultraizquierda, que tomaron a Correa como su enemigo fundamental. El candidato afirmó que se quedará equidistante entre derecha e izquierda en la segunda vuelta, en contraste con la derecha, que ha apoyado en peso a Lasso. Después de la votación mínima que han tenido en las elecciones anteriores, la ultraizquierda esta vez no se arriesgó a lanzar una candidatura propia. Para el Parlamento tampoco tuvieron éxito, confirmando su rol en declive entre los sectores populares y en la vida política del país, acaso su lenguaje violento y por canalizar sus acciones solamente en contra del gobierno.

La gran polarización, como en los otros países progresistas de la región, se dio entre el gobierno y las alternativas de derecha, confirmando que hay dos alternativas que se enfrentan: la neoliberal y la posneoliberal. En la segunda vuelta Lenin puede contar con la gran ventaja que obtuvo en la primera vuelta, con la mayoría absoluta que Alianza Pais logró en el Parlamento, con la aprobación del referendo que alguien que prohíbe cargos públicos para quien tenga cuentas en paraísos fiscales. Son expresiones que demuestran que Alianza Pais sigue siendo, de lejos, el partido más grande del país, y que cuenta con una estructura política nacional muy fuerte para encarar el mes y medio de la campaña.

Será una segunda vuelta de contraposición directa, sin disfraces, entre lo que han hecho para el país los partidos de derecha –unidos alrededor de Lasso– y los avances realizados por el gobierno de Correa. La derecha y la izquierda de América Latina se sentirán perfectamente representadas en las dos candidaturas, así como el pasado y el futuro del continente.

Fuente original: https://www.pagina12.com.ar/22253-pasado-o-futuro

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Movimientos sociales en la lucha antineoliberal

Por Emir Sader
En Bolivia y Ecuador los movimientos sociales se han cansado de tumbar a gobiernos neoliberales y han decidido, finalmente, fundar sus propios partidos y lanzar candidatos a la presidencia de la nacion. Mientras tanto, en el contexto del Foro Social Mundial, o al lado de él, ONG, algunos movimientos sociales e intelectuales de Europa y América Latina se oponían a esa vía y proponían la autonomía de los movimientos sociales. Esto es, no deberían meterse en política ni con el Estado.

En Argentina, frente a la peor crisis económica, política y social de su historia, movimientos han renunciado a lanzar candidaturas a la presidencia de la República, con el eslogan: Que se vayan todos. Resultado: Ménem ganó en la primera vuelta, prometiendo que dolarizaría definitivamente la economía argentina, con lo cual llevaría a la ruina sin retorno no sólo al país, sino a todos los procesos de integración latinoamericana.

La ilusión despolitizada y corporativa del Que se vayan todos dejaría el campo libre para esa monstruosa operación menemista, con los efectos negativos en toda la región. La ilusión era la de que ellos se irían, sin que se les hiciera irse, sin que fueran derrotados con un proyecto superador del neoliberalismo. Felizmente apareció Néstor Kirchner, quien asumió la presidencia de la nación para empezar el rescate más espectacular que Argentina había conocido de su economía, de los derechos sociales de los trabajadores, del prestigio del Estado.

En tanto, organizaciones que se habían adherido a la tesis de la autonomía de los movimientos sociales, como los piqueteros argentinos, simplemente han desaparecido. En México, después del enorme prestigio que habían tenido al asumir una posición semejante –Cambiar el mundo sin tomar el poder, de John Holloway y Toni Negri, quien condenaba a los estados como superados instrumentos conservadores–, los zapatistas han desaparecido de la escena política nacional, recluidos en Chiapas, el estado más pobre de la nación. Más de 20 años después, ni Chiapas ni México fueron transformados sin tomar el poder, hasta que los zapatistas han decidido lanzar una candidata indígena a la Presidencia. Aun sin decir que van a transformar el país con una victoria electoral, pero saliendo de su aislamiento en Chiapas para volver a participar de la vida política nacional, abandonando sus posiciones de simple denuncia de las elecciones y de abstención.

Mientras tanto, Bolivia y Ecuador, rompiendo con esa visión estrecha de restringir los movimientos sociales solamente a la resistencia al neoliberalismo, han fundado partidos –Mas en Bolivia, Alianza País en Ecuador–, presentaron candidatos a la presidencia de la república –Evo Morales y Rafael Correa–, han triunfado y pusieron en práctica los procesos de más grande éxito en la trasformación económica, social, política y cultural de América Latina en el siglo XXI. Han refundado sus estados nacionales, impuesto el desarrollo económico con distribución de renta, se han aliado a los procesos de integración regional, al mismo tiempo que han integrado las más amplias capas del pueblo a los procesos de democratización política.

Al contrario del fracaso de las tesis de la autonomía de los movimientos sociales, que han renunciado a la disputa por la hegemonía alternativa a nivel nacional y de lucha por la construcción concreta de alternativas al neoliberalismo, bajo la dirección de Evo Morales y de Rafael Correa, Bolivia y Ecuador han demostrado cómo solamente la articulación entre la lucha social y la lucha política, entre los movimientos sociales y los partidos políticos, es posible construir bloques de fuerza capaces de avanzar decisivamente en la superación del neoliberalismo.

Las tesis de Toni Negri sobre el fin del imperialismo y de los estados nacionales fueron rotundamente desmentidas ya desde la acción imperialista después de las acciones de 2001, mientras que gobiernos sudamericanos han demostrado que solamente con el rescate del Estado es posible implementar políticas antineoliberales, como el desarrollo económico con distribución de renta. La pobreza persistente en Chiapas puede ser comparada con los avances espectaculares realizados, por ejemplo, en todas las provincias de Bolivia, para demostrar, también por las vías de hecho, cómo la acción desde abajo tiene que ser combinada con la acción de los estados, si queremos efectivamente transformar el mundo.

Otras tesis, como las de varias ONG o de Boaventura de Sousa Santos, de optar por una sociedad civil en la lucha contra el Estado, no puede presentar ningún ejemplo concreto de resultados positivos, aun con las ambiguas alianzas con fuerzas neoliberales y de derecha, que también se oponen al Estado y hacen acuerdos con ONG y con intelectuales para oponerse a gobiernos como los de Evo Morales y de Rafael Correa, pero también en contra de otros gobiernos progresistas en América Latina, tienen en común visiones liberales del mundo.

Además del fracaso teórico de las tesis de la autonomía de los movimientos sociales, se les puede contraponer los extraordinarios avances económicos, sociales, políticos, en países como Argentina, Brasil, Venezuela y Uruguay, además de los ya mencionados, como pruebas de la verdad de las tesis de la lucha antineoliberal, como la lucha central de nuestro tiempo.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/16/opinion/020a2pol

Imagen: www.resumenlatinoamericano.org/wp-content/uploads/2015/12/lucha-de-clases-1.jpg

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¿Por qué el neoliberalismo sobrevive?

Por: Emir Sader

En su surgimiento, el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado como la fuente de la inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecerían la sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.

No fue lo que pasó, pero por lo menos en algunos casos, y por algún tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el discurso de que, si no era el mejor modelo, era el único posible en la era de la globalización.

Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa ya desde 2008, mientras ese efecto se extiende por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco es obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a escalas nacional e internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese continente–, se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una desesperación para ellos.

En ningún lado la aplicación de los duros ajustes fiscales –eje de los modelos neoliberales– cumplió sus promesas. Ni control de las cuentas públicas ni de la inflación, menos aún retomar el desarrollo económico. Su desempeño es globalmente considerado un fracaso, causante de la perpetuación de la recesión en la economía mundial.

En América Latina eso es igualmente evidente. Comparecen las economías de Argentina y de Brasil en los gobiernos antineoliberales y en el retorno del modelo neoliberal, y el resultado es escandalosamente claro en favor de los primeros. Mírese todo lo que han mejorado países como Ecuador, Bolivia y Brasil en comparación con la situación de México y Perú.

Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular fracaso del neoliberalismo, ese modelo sigue vigente en grande parte del mundo, incluyendo Estados Unidos, Europa, Japón y en la mayoría de las naciones de América Latina, Asia y África?

En primer lugar, porque ese modelo refleja los intereses del capital financiero, que es el hegemónico a nivel económico en el estadio actual del proceso de acumulacion del capital. Hay fuertes intereses económicos en la preservación de ese modelo, que sólo incrementa la riqueza y el poder del capital financiero.

En segundo lugar, porque el propio capitalismo no posee alternativas. Llegado a su etapa actual, no lograría retornar a formas de regulación económica que le permitieran no estar sometido a las presiones recesivas del capital financiero.

En tercer lugar, porque las fuerzas que se oponen al neoliberalismo no han logrado –hasta ahora– en la gran mayoría de las naciones comprender que la lucha fundamental en el periodo histórico actual es por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir una alternativa concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y políticas necesarias.

Después de su surgimento con fuerza, el modelo neoliberal pasó a su fase de sobrevivencia, una fase marcada por la recesión económica y por una gigantesca crisis social, así como por una inmensa crisis hegemónica que apunta hacia su agotamiento y la búsqueda de alternativas para su superación.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222812

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Los huérfanos de la globalización neoliberal

Por: Emir Sader
 Era el camino inevitable, que superaba todo lo que la historia había vivido hasta entonces. El libre comercio, la apertura de los mercados nacionales, el fin de los Estados nacionales, la libre circulación de los capitales, la desterritorialización de las inversiones: en la globalización neoliberal desembocaba inexorablemente el movimiento histórico de universalización de las relaciones capitalistas, iniciado hace varios siglos.

Vivíamos ese momento privilegiado de mercantilización del mundo, frente al cual desaparecían las alternativas, todas restringidas, nacionales, anti-mercantiles, desaparecerían las regulaciones que obstaculizaban a la libre expansión del capital. Países de América Latina habían actuado a contramano de esa tendencia global irreversible, hasta que en Argentina y en Brasil se retomaba el camino de la globalización neoliberal y el futuro volvía a abrirse para esos países.

La elección de Hillary Clinton venía a coronar ese futuro, con un neoliberalismo renovado, teniendo a Macri y a Temer como protagonistas. Todo estaba listo para que la historia de América Latina retomara el camino equivocadamente abandonado por la vía del populismo. En este momento Hillary Clinton estaría desfilando por las pasarelas políticas de la región usando su look neoliberal sacado del closet y celebrada por los gobiernos de Macri y de Temer. Chile había declarado que el TPP (Acuerdo Transpacífico) era el acuerdo del siglo. México había jugado todo su destino en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

De repente, el voto de salida de Gran Bretaña de la Unión Europea anunciaba que algo estaba fuera del orden mundial previsto.

Enseguida, Donald Trump gana y anula la participación de EE.UU.en el TPP, así como desiste del Tratado de Libre Comercio con Europa y cuestiona el Tratado con México y Canadá.

La brújula de los neoliberales se atasca. El futuro ya no es lo que sería. Justo quienes les habían vendido ese futuro, lo niegan y vuelven al proteccionismo, que decían que estaba superado definitivamente. Salen de los acuerdos de libre comercio que anunciaban que era el destino obligado. Retornan a la defensa de los empleos dentro del país, cuando explotaban mano de obra barata de afuera como el camino de mejorar la concurrencia.

Total, el futuro ya no es lo que fue. Volvió a estar abierto. Lo que se decía que era superado vuelve con fuerza. Lo que se prometía como el destino inexorable, dejó de ser.

Los que han atado su destino a la globalización neoliberal, se quedaron huérfanos. El canciller José Serra prometía llevar a Brasil al TPP, que ahora no existe más. Argentina y Brasil trataron de debilitar los espacios de integración regional, en función del retorno a la subordinación a los EE.UU. Ahora, al igual que a México, se les cierran las puertas. (A Argentina ya le costó el amargo cierre de la exportación de limones. A México le cuesta todo: inversiones, empleos, remesas desde EE.UU.)

No hay destino obligatorio para la humanidad. El futuro está abierto, será decidido por las vías que los pueblos decidan, democráticamente. ¿Por qué no Argentina, Brasil y México, con gobiernos soberanos, deciden próximamente reencauzar sus políticas externas y ampliar y reforzar los procesos de integración latinoamericana, estrechamente articulados a los Brics? ¿Por qué no?

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Los+hu%C3%A9rfanos+de+la+globalizaci%C3%B3n+neoliberal&espv=2&biw=1024&bih=445&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjTiZzhw-LRAhXMdSYKHZWyDO4Q_AUIBigB#imgrc=tQ92wtS1UzZFTM%3A

 Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222157
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2017 apunta hacia un mundo multipolar

Por: Emir Sader

La era de la hegemonía estadounidense y de neoliberalismo es, por definición, un tiempo de turbulencias e incertidumbre. Nadie ni nada permite preveer con un mínimo de certidumbre ni el futuro inmediato, menos todavía los de mediano y largo plazos. Pero el cúmulo de acontecimientos permite proyectar a 2017 como un año en que se dibujará, con más claridad, el surgimiento de un mundo multipolar.

El final de la guerra fría hizo al mundo retroceder al periodo histórico de hegemonía británica, cuando una sola potencia detentaba el predominio mundial. La decadencia británica introdujo un tiempo de disputas hegemónicas; primero entre Estados Unidos y Alemania, con dos guerras mundiales de por medio, después, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el escenario llamado de guerra fría.

La desaparición de la URSS hizo que la humanidad volviera a un mundo unipolar, esta vez con la hegemonía imperial estadounidense. No tardó en anunciarse que la historia terminaría, desembocando en esa hegemonía, que traería con ella la economía capitalista de mercado y la democracia liberal como horizontes insuperables de la historia. Seguirían habiendo acontecimientos, pero todos encerrados en ese marco, que nos aprisionaría definitivamente. En lugar de girar hacia delante, la historia habría retrocedido y quedado congelada. La superioridad militar, económica, política e ideológica de Estados Unidos no permitiría alimentar ilusiones en otra dirección. El fin del socialismo, que sería el futuro de la humanidad, en la concepción derrotada, relegaba ese tipo de sociedad al museo de la historia, como un largo paréntesis finalmente concluido. La economía capitalista pasaba a ser la economía, la única posible, así como la democracia liberal, la única posible.

Sin embargo, la Paz Americana no trajo el final de los conflictos bélicos, sino su multiplicación, al tiempo en que el reino del mercado no trajo de vuelta el crecimiento económico, sino la recesión prolongada. Como resultado de esas contratendencias han surgido gobiernos antineoliberales, como en América Latina, así como fuerzas que se coordinan por la construcción de un mundo multipolar, como las congregadas en los Brics.

Un episodio que parecía ser simplemente uno más del ejercicio de la superioridad militar de Estados Unidos y de sus aliados del bloque imperialista occidental –como ya había ocurrido en Afganistán, Irak y Libia–, el de la destrucción del gobierno de Siria, como paso previo al bombardeo de Irán, terminó promoviendo una gran contrarrevuelta que, sumada a otros fenómenos, apunta hacia el surgimiento de un mundo multipolar.

Estados Unidos no había logrado crear las condiciones del bombardeo de Irán, ni adentro, ni con sus aliados externos. Rusia aprovechó para proponer un proceso de negociación entre Estados Unidos e Irán, que tuvo éxito, desarticulando los planes bélicos de Israel, apoyado por Arabia Saudita y poniendo en práctica el primer proceso de resolución pacífica de un conflicto bélico importante en el mundo en mucho tiempo.

Este éxito fue el preámbulo que permitiría también una resolución de la también aparentemente interminable guerra en Siria. Arabia Saudita, contradicha en las negociaciones con Irán, intensificó el apoyo al llamado Estado Islámico (EI), que se ha vuelto la fuerza fundamentalista y terrorista que pasó a amenazar no sólo a gobiernos de Medio Oriente, sino de todo el mundo con sus acciones. Como uno de sus efectos, la guerra en Siria quedó polarizada entre el EI y el gobierno sirio, sacando definitivamente del escenario supuestas fuerzas moderadas de oposición, usadas como pretexto por Estados Unidos para apoyar intentos de derrubar al gobierno sirio. El acuerdo entre Rusia, Turquía e Irán, apoyado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sustentado en la derrota militar del EI, por intervención decisiva de las tropas rusas, promovió un nuevo acuerdo de paz, esta vez sin Estados Unidos.

A este nuevo horizonte se suma la alianza alrededor de los Brics, con Rusia y China como protagonistas esenciales, como fuerzas que promueven el fortalecimiento de modelos de desarrollo económico con distribución de renta, en contrapartida del agotamiento del neoliberalismo y la prolongada recesión a que ha desembocado ese modelo.

El Brexit y la victoria electoral de Donald Trump en las elecciones estadunidenses apuntan hacia retrocesos en el proceso de globalización, con políticas proteccionistas y debilitamiento de los procesos de libre comercio, imponiéndose en las dos potencias que desde hace más de un siglo han estado a la cabeza del bloque imperialista en el mundo.

La combinación de esos factores tendrá en 2017, con la retirada de Gran Bretaña de la Unión Europea, así como la toma de posesión de Donald Trump, haciendo con lo que ya se venía dibujando como el agotamiento del modelo neoliberal, la incapacidad de Estados Unidos de concluir las guerras de Afganistán y de Irak, así como su impotencia frente a la extensión de los conflictos bélicos en toda la región, así como el fortalecimiento de Rusia como actor político y militar global, un nuevo escenario mundial.

Un nuevo escenario que tiene que ser, para América Latina, un espacio de nuevas oportunidades, para salir definitivamente del modelo neoliberal y de la hegemonía estadunidense, buscando profundizar alianzas que promuevan la solución pacífica de los conflictos y apoyen políticas de desarrollo con distribución de la renta. Brasil, Argentina, México y todos los países del continente tienen que decidir dónde quieren ubicarse en ese nuevo escenario mundial.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/01/10/2017-apunta-hacia-un-mundo-multipolar/#.WHcD1xvhCUk

Imagen: media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/01/Tio-Sam.jpg

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EEUU entrena a los nuevos golpistas en América Latina

Por: Emir Sader

EEUU ha preparado a los golpistas del golpe militar de Brasil en 1964, a partir de la fundación de la Escuela Superior de Guerra, fundada por Golbery do Couto e Silva y Humberto Castelo Branco, que habían convivido con las tropas norteamericanas durante la participación de Brasil al final de la Segunda Guerra Mundial, en Italia. Junto a la Escuela de las Américas, en Panamá, se formó así la generación que preparó y puso en práctica el golpe militar de Brasil en 1964. La Doctrina de Seguridad Nacional y los métodos de tortura fueron las dos claves esenciales del régimen de terror que fue implantado en Brasil y en los otros países del Cono Sur de América Latina.

En la pos-guerra fría los EEUU buscaron su nuevo enemigo, figura esencial para exorcizar hacia lo exterior, los problemas de la sociedad norteamericana. Junto al narcotráfico, se fijaron en el terrorismo

Como parte de la lucha en contra del terrorismo, con toda la amplitud que George W. Bush pasó a dar al tema, se desarrolló un campo de actividad llamado de “contraterrorismo”, como parte de la función de “policía del mundo” que EEUU han asumido.

El blanqueo de dinero pasó a ser parte de esa acción, en la creencia de que el terrorismo lavaba sus recursos en los mecanismos bancarios. Se pasó a la “investigación y castigo en los casos de blanqueo de dinero, incluyendo la cooperación formal e informal entre los países, confiscación de bienes, métodos para extraer pruebas, negociación de delaciones, uso de examen como herramienta y sugerencias de cómo tratar con las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), sospechosas de ser usadas para financiamiento ilícito”.

En el seminario “proyecto Puentes: construyendo puentes para la aplicación en Brasil” – cuyo tenor fue revelado por WikiLeaks -, realizado en octubre de 2009, en Rio de Janeiro, contó con la presencia de autoridades norteamericanas encargadas de la formación del nuevo personal al servicio del Imperios, para consolidar el entrenamiento bilateral de aplicación y habilidades prácticas de contraterrorismo. Han participado promotores y jueces federales de 26 provincias brasileñas, además de 50 policías federales de todas las provincias, en la más grande delegación, reunión que contaba también con representantes de México, Costa Rica, Argentina, Panamá, Uruguay y Paraguay.

En el trascurso de la reunión intervino nada más que Sergio Moro, el hoy muy conocido promotor brasileño, que pretende ser un “justiciero, al margen de la ley, en contra de la corrupción”. El habló sobre los “cinco punto más comunes de lavado de dinero en Brasil”. Los participantes han solicitado entrenamiento adicional, sobre la búsqueda de evidencias, entrevistas e interrogatorios. Ese interés se daría porque “la democracia brasileña no tiene todavía 20 años de edad. Así, los jueces federales, los promotores, los abogados son novatos en el proceso democrático, no fueron entrenados en cómo lidiar con largos procesos judiciales (…) y se encontraron incapaces de utilizar eficazmente el nuevo código criminal que fue completamente alterado”.

El informe pide, en los resultados de la reunión, que se realicen cursos más profundos en Sao Paulo, Curitiba y Campo Grande. El informe concluye que “el sector judicial brasileño claramente está muy interesado en la lucha en contra del terrorismo, pero necesita herramientas y entrenamiento para empeñar fuerzas eficazmente. (…) Promotores y jueces especializados han conducido en Brasil los casos más significativos de corrupción de individuos de alto nivel”.

El surgimiento de gobiernos que contrarían las orientaciones de EEUU fue la oportunidad para adaptar esas orientaciones a proyectos de desestabilización de esos gobiernos, apoyados en acciones que se concentran en la denuncia reiterada de supuestas irregularidades cometidas por esos gobiernos, por los partidos que los apoyan y por sus líderes. La contribución de Moro y de sus comparsas es la de usar los métodos que aprendieron con los norteamericanos – que incluían ya el uso de las delaciones, entre otros métodos -, para destruir la democracia, reconstruida después del agotamiento de las dictaduras militares, instaladas por la generaciones anteriores de golpistas, igualmente formados por los EEUU.

Los datos revelados por WikiLeaks ya habían demostrado que la información fruto del espionaje hecho por el gobierno de los EEUU en la presidencia de la república de Brasil, en el Ministerio de Minas y Energía y en Petrobras, fue suministrada a Sergio Moro y su comparsa, para que dieran inicio a las denuncias en contra del gobierno del PT. Esa reunión de 2009 es significativa de los nuevos métodos de desestabilización política generados por EEUU, con intervención escandalosa en los asuntos internos de los otros países, violando su soberanía y contando para ello con miembros del Poder Judicial y de la Policía. Esa fue un episodio preparatorio de EEUU de la nueva violación de la democracia brasileña, apoyado en personajes que representan directamente los intereses del Imperio, como Sergio Moro y su comparsa.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/182618

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