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Movimientos sociales en la lucha antineoliberal

Por Emir Sader
En Bolivia y Ecuador los movimientos sociales se han cansado de tumbar a gobiernos neoliberales y han decidido, finalmente, fundar sus propios partidos y lanzar candidatos a la presidencia de la nacion. Mientras tanto, en el contexto del Foro Social Mundial, o al lado de él, ONG, algunos movimientos sociales e intelectuales de Europa y América Latina se oponían a esa vía y proponían la autonomía de los movimientos sociales. Esto es, no deberían meterse en política ni con el Estado.

En Argentina, frente a la peor crisis económica, política y social de su historia, movimientos han renunciado a lanzar candidaturas a la presidencia de la República, con el eslogan: Que se vayan todos. Resultado: Ménem ganó en la primera vuelta, prometiendo que dolarizaría definitivamente la economía argentina, con lo cual llevaría a la ruina sin retorno no sólo al país, sino a todos los procesos de integración latinoamericana.

La ilusión despolitizada y corporativa del Que se vayan todos dejaría el campo libre para esa monstruosa operación menemista, con los efectos negativos en toda la región. La ilusión era la de que ellos se irían, sin que se les hiciera irse, sin que fueran derrotados con un proyecto superador del neoliberalismo. Felizmente apareció Néstor Kirchner, quien asumió la presidencia de la nación para empezar el rescate más espectacular que Argentina había conocido de su economía, de los derechos sociales de los trabajadores, del prestigio del Estado.

En tanto, organizaciones que se habían adherido a la tesis de la autonomía de los movimientos sociales, como los piqueteros argentinos, simplemente han desaparecido. En México, después del enorme prestigio que habían tenido al asumir una posición semejante –Cambiar el mundo sin tomar el poder, de John Holloway y Toni Negri, quien condenaba a los estados como superados instrumentos conservadores–, los zapatistas han desaparecido de la escena política nacional, recluidos en Chiapas, el estado más pobre de la nación. Más de 20 años después, ni Chiapas ni México fueron transformados sin tomar el poder, hasta que los zapatistas han decidido lanzar una candidata indígena a la Presidencia. Aun sin decir que van a transformar el país con una victoria electoral, pero saliendo de su aislamiento en Chiapas para volver a participar de la vida política nacional, abandonando sus posiciones de simple denuncia de las elecciones y de abstención.

Mientras tanto, Bolivia y Ecuador, rompiendo con esa visión estrecha de restringir los movimientos sociales solamente a la resistencia al neoliberalismo, han fundado partidos –Mas en Bolivia, Alianza País en Ecuador–, presentaron candidatos a la presidencia de la república –Evo Morales y Rafael Correa–, han triunfado y pusieron en práctica los procesos de más grande éxito en la trasformación económica, social, política y cultural de América Latina en el siglo XXI. Han refundado sus estados nacionales, impuesto el desarrollo económico con distribución de renta, se han aliado a los procesos de integración regional, al mismo tiempo que han integrado las más amplias capas del pueblo a los procesos de democratización política.

Al contrario del fracaso de las tesis de la autonomía de los movimientos sociales, que han renunciado a la disputa por la hegemonía alternativa a nivel nacional y de lucha por la construcción concreta de alternativas al neoliberalismo, bajo la dirección de Evo Morales y de Rafael Correa, Bolivia y Ecuador han demostrado cómo solamente la articulación entre la lucha social y la lucha política, entre los movimientos sociales y los partidos políticos, es posible construir bloques de fuerza capaces de avanzar decisivamente en la superación del neoliberalismo.

Las tesis de Toni Negri sobre el fin del imperialismo y de los estados nacionales fueron rotundamente desmentidas ya desde la acción imperialista después de las acciones de 2001, mientras que gobiernos sudamericanos han demostrado que solamente con el rescate del Estado es posible implementar políticas antineoliberales, como el desarrollo económico con distribución de renta. La pobreza persistente en Chiapas puede ser comparada con los avances espectaculares realizados, por ejemplo, en todas las provincias de Bolivia, para demostrar, también por las vías de hecho, cómo la acción desde abajo tiene que ser combinada con la acción de los estados, si queremos efectivamente transformar el mundo.

Otras tesis, como las de varias ONG o de Boaventura de Sousa Santos, de optar por una sociedad civil en la lucha contra el Estado, no puede presentar ningún ejemplo concreto de resultados positivos, aun con las ambiguas alianzas con fuerzas neoliberales y de derecha, que también se oponen al Estado y hacen acuerdos con ONG y con intelectuales para oponerse a gobiernos como los de Evo Morales y de Rafael Correa, pero también en contra de otros gobiernos progresistas en América Latina, tienen en común visiones liberales del mundo.

Además del fracaso teórico de las tesis de la autonomía de los movimientos sociales, se les puede contraponer los extraordinarios avances económicos, sociales, políticos, en países como Argentina, Brasil, Venezuela y Uruguay, además de los ya mencionados, como pruebas de la verdad de las tesis de la lucha antineoliberal, como la lucha central de nuestro tiempo.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/16/opinion/020a2pol

Imagen: www.resumenlatinoamericano.org/wp-content/uploads/2015/12/lucha-de-clases-1.jpg

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¿Por qué el neoliberalismo sobrevive?

Por: Emir Sader

En su surgimiento, el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado como la fuente de la inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecerían la sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.

No fue lo que pasó, pero por lo menos en algunos casos, y por algún tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el discurso de que, si no era el mejor modelo, era el único posible en la era de la globalización.

Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa ya desde 2008, mientras ese efecto se extiende por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco es obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a escalas nacional e internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese continente–, se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una desesperación para ellos.

En ningún lado la aplicación de los duros ajustes fiscales –eje de los modelos neoliberales– cumplió sus promesas. Ni control de las cuentas públicas ni de la inflación, menos aún retomar el desarrollo económico. Su desempeño es globalmente considerado un fracaso, causante de la perpetuación de la recesión en la economía mundial.

En América Latina eso es igualmente evidente. Comparecen las economías de Argentina y de Brasil en los gobiernos antineoliberales y en el retorno del modelo neoliberal, y el resultado es escandalosamente claro en favor de los primeros. Mírese todo lo que han mejorado países como Ecuador, Bolivia y Brasil en comparación con la situación de México y Perú.

Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular fracaso del neoliberalismo, ese modelo sigue vigente en grande parte del mundo, incluyendo Estados Unidos, Europa, Japón y en la mayoría de las naciones de América Latina, Asia y África?

En primer lugar, porque ese modelo refleja los intereses del capital financiero, que es el hegemónico a nivel económico en el estadio actual del proceso de acumulacion del capital. Hay fuertes intereses económicos en la preservación de ese modelo, que sólo incrementa la riqueza y el poder del capital financiero.

En segundo lugar, porque el propio capitalismo no posee alternativas. Llegado a su etapa actual, no lograría retornar a formas de regulación económica que le permitieran no estar sometido a las presiones recesivas del capital financiero.

En tercer lugar, porque las fuerzas que se oponen al neoliberalismo no han logrado –hasta ahora– en la gran mayoría de las naciones comprender que la lucha fundamental en el periodo histórico actual es por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir una alternativa concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y políticas necesarias.

Después de su surgimento con fuerza, el modelo neoliberal pasó a su fase de sobrevivencia, una fase marcada por la recesión económica y por una gigantesca crisis social, así como por una inmensa crisis hegemónica que apunta hacia su agotamiento y la búsqueda de alternativas para su superación.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222812

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Los huérfanos de la globalización neoliberal

Por: Emir Sader
 Era el camino inevitable, que superaba todo lo que la historia había vivido hasta entonces. El libre comercio, la apertura de los mercados nacionales, el fin de los Estados nacionales, la libre circulación de los capitales, la desterritorialización de las inversiones: en la globalización neoliberal desembocaba inexorablemente el movimiento histórico de universalización de las relaciones capitalistas, iniciado hace varios siglos.

Vivíamos ese momento privilegiado de mercantilización del mundo, frente al cual desaparecían las alternativas, todas restringidas, nacionales, anti-mercantiles, desaparecerían las regulaciones que obstaculizaban a la libre expansión del capital. Países de América Latina habían actuado a contramano de esa tendencia global irreversible, hasta que en Argentina y en Brasil se retomaba el camino de la globalización neoliberal y el futuro volvía a abrirse para esos países.

La elección de Hillary Clinton venía a coronar ese futuro, con un neoliberalismo renovado, teniendo a Macri y a Temer como protagonistas. Todo estaba listo para que la historia de América Latina retomara el camino equivocadamente abandonado por la vía del populismo. En este momento Hillary Clinton estaría desfilando por las pasarelas políticas de la región usando su look neoliberal sacado del closet y celebrada por los gobiernos de Macri y de Temer. Chile había declarado que el TPP (Acuerdo Transpacífico) era el acuerdo del siglo. México había jugado todo su destino en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

De repente, el voto de salida de Gran Bretaña de la Unión Europea anunciaba que algo estaba fuera del orden mundial previsto.

Enseguida, Donald Trump gana y anula la participación de EE.UU.en el TPP, así como desiste del Tratado de Libre Comercio con Europa y cuestiona el Tratado con México y Canadá.

La brújula de los neoliberales se atasca. El futuro ya no es lo que sería. Justo quienes les habían vendido ese futuro, lo niegan y vuelven al proteccionismo, que decían que estaba superado definitivamente. Salen de los acuerdos de libre comercio que anunciaban que era el destino obligado. Retornan a la defensa de los empleos dentro del país, cuando explotaban mano de obra barata de afuera como el camino de mejorar la concurrencia.

Total, el futuro ya no es lo que fue. Volvió a estar abierto. Lo que se decía que era superado vuelve con fuerza. Lo que se prometía como el destino inexorable, dejó de ser.

Los que han atado su destino a la globalización neoliberal, se quedaron huérfanos. El canciller José Serra prometía llevar a Brasil al TPP, que ahora no existe más. Argentina y Brasil trataron de debilitar los espacios de integración regional, en función del retorno a la subordinación a los EE.UU. Ahora, al igual que a México, se les cierran las puertas. (A Argentina ya le costó el amargo cierre de la exportación de limones. A México le cuesta todo: inversiones, empleos, remesas desde EE.UU.)

No hay destino obligatorio para la humanidad. El futuro está abierto, será decidido por las vías que los pueblos decidan, democráticamente. ¿Por qué no Argentina, Brasil y México, con gobiernos soberanos, deciden próximamente reencauzar sus políticas externas y ampliar y reforzar los procesos de integración latinoamericana, estrechamente articulados a los Brics? ¿Por qué no?

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Los+hu%C3%A9rfanos+de+la+globalizaci%C3%B3n+neoliberal&espv=2&biw=1024&bih=445&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjTiZzhw-LRAhXMdSYKHZWyDO4Q_AUIBigB#imgrc=tQ92wtS1UzZFTM%3A

 Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222157
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2017 apunta hacia un mundo multipolar

Por: Emir Sader

La era de la hegemonía estadounidense y de neoliberalismo es, por definición, un tiempo de turbulencias e incertidumbre. Nadie ni nada permite preveer con un mínimo de certidumbre ni el futuro inmediato, menos todavía los de mediano y largo plazos. Pero el cúmulo de acontecimientos permite proyectar a 2017 como un año en que se dibujará, con más claridad, el surgimiento de un mundo multipolar.

El final de la guerra fría hizo al mundo retroceder al periodo histórico de hegemonía británica, cuando una sola potencia detentaba el predominio mundial. La decadencia británica introdujo un tiempo de disputas hegemónicas; primero entre Estados Unidos y Alemania, con dos guerras mundiales de por medio, después, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el escenario llamado de guerra fría.

La desaparición de la URSS hizo que la humanidad volviera a un mundo unipolar, esta vez con la hegemonía imperial estadounidense. No tardó en anunciarse que la historia terminaría, desembocando en esa hegemonía, que traería con ella la economía capitalista de mercado y la democracia liberal como horizontes insuperables de la historia. Seguirían habiendo acontecimientos, pero todos encerrados en ese marco, que nos aprisionaría definitivamente. En lugar de girar hacia delante, la historia habría retrocedido y quedado congelada. La superioridad militar, económica, política e ideológica de Estados Unidos no permitiría alimentar ilusiones en otra dirección. El fin del socialismo, que sería el futuro de la humanidad, en la concepción derrotada, relegaba ese tipo de sociedad al museo de la historia, como un largo paréntesis finalmente concluido. La economía capitalista pasaba a ser la economía, la única posible, así como la democracia liberal, la única posible.

Sin embargo, la Paz Americana no trajo el final de los conflictos bélicos, sino su multiplicación, al tiempo en que el reino del mercado no trajo de vuelta el crecimiento económico, sino la recesión prolongada. Como resultado de esas contratendencias han surgido gobiernos antineoliberales, como en América Latina, así como fuerzas que se coordinan por la construcción de un mundo multipolar, como las congregadas en los Brics.

Un episodio que parecía ser simplemente uno más del ejercicio de la superioridad militar de Estados Unidos y de sus aliados del bloque imperialista occidental –como ya había ocurrido en Afganistán, Irak y Libia–, el de la destrucción del gobierno de Siria, como paso previo al bombardeo de Irán, terminó promoviendo una gran contrarrevuelta que, sumada a otros fenómenos, apunta hacia el surgimiento de un mundo multipolar.

Estados Unidos no había logrado crear las condiciones del bombardeo de Irán, ni adentro, ni con sus aliados externos. Rusia aprovechó para proponer un proceso de negociación entre Estados Unidos e Irán, que tuvo éxito, desarticulando los planes bélicos de Israel, apoyado por Arabia Saudita y poniendo en práctica el primer proceso de resolución pacífica de un conflicto bélico importante en el mundo en mucho tiempo.

Este éxito fue el preámbulo que permitiría también una resolución de la también aparentemente interminable guerra en Siria. Arabia Saudita, contradicha en las negociaciones con Irán, intensificó el apoyo al llamado Estado Islámico (EI), que se ha vuelto la fuerza fundamentalista y terrorista que pasó a amenazar no sólo a gobiernos de Medio Oriente, sino de todo el mundo con sus acciones. Como uno de sus efectos, la guerra en Siria quedó polarizada entre el EI y el gobierno sirio, sacando definitivamente del escenario supuestas fuerzas moderadas de oposición, usadas como pretexto por Estados Unidos para apoyar intentos de derrubar al gobierno sirio. El acuerdo entre Rusia, Turquía e Irán, apoyado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sustentado en la derrota militar del EI, por intervención decisiva de las tropas rusas, promovió un nuevo acuerdo de paz, esta vez sin Estados Unidos.

A este nuevo horizonte se suma la alianza alrededor de los Brics, con Rusia y China como protagonistas esenciales, como fuerzas que promueven el fortalecimiento de modelos de desarrollo económico con distribución de renta, en contrapartida del agotamiento del neoliberalismo y la prolongada recesión a que ha desembocado ese modelo.

El Brexit y la victoria electoral de Donald Trump en las elecciones estadunidenses apuntan hacia retrocesos en el proceso de globalización, con políticas proteccionistas y debilitamiento de los procesos de libre comercio, imponiéndose en las dos potencias que desde hace más de un siglo han estado a la cabeza del bloque imperialista en el mundo.

La combinación de esos factores tendrá en 2017, con la retirada de Gran Bretaña de la Unión Europea, así como la toma de posesión de Donald Trump, haciendo con lo que ya se venía dibujando como el agotamiento del modelo neoliberal, la incapacidad de Estados Unidos de concluir las guerras de Afganistán y de Irak, así como su impotencia frente a la extensión de los conflictos bélicos en toda la región, así como el fortalecimiento de Rusia como actor político y militar global, un nuevo escenario mundial.

Un nuevo escenario que tiene que ser, para América Latina, un espacio de nuevas oportunidades, para salir definitivamente del modelo neoliberal y de la hegemonía estadunidense, buscando profundizar alianzas que promuevan la solución pacífica de los conflictos y apoyen políticas de desarrollo con distribución de la renta. Brasil, Argentina, México y todos los países del continente tienen que decidir dónde quieren ubicarse en ese nuevo escenario mundial.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/01/10/2017-apunta-hacia-un-mundo-multipolar/#.WHcD1xvhCUk

Imagen: media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/01/Tio-Sam.jpg

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EEUU entrena a los nuevos golpistas en América Latina

Por: Emir Sader

EEUU ha preparado a los golpistas del golpe militar de Brasil en 1964, a partir de la fundación de la Escuela Superior de Guerra, fundada por Golbery do Couto e Silva y Humberto Castelo Branco, que habían convivido con las tropas norteamericanas durante la participación de Brasil al final de la Segunda Guerra Mundial, en Italia. Junto a la Escuela de las Américas, en Panamá, se formó así la generación que preparó y puso en práctica el golpe militar de Brasil en 1964. La Doctrina de Seguridad Nacional y los métodos de tortura fueron las dos claves esenciales del régimen de terror que fue implantado en Brasil y en los otros países del Cono Sur de América Latina.

En la pos-guerra fría los EEUU buscaron su nuevo enemigo, figura esencial para exorcizar hacia lo exterior, los problemas de la sociedad norteamericana. Junto al narcotráfico, se fijaron en el terrorismo

Como parte de la lucha en contra del terrorismo, con toda la amplitud que George W. Bush pasó a dar al tema, se desarrolló un campo de actividad llamado de “contraterrorismo”, como parte de la función de “policía del mundo” que EEUU han asumido.

El blanqueo de dinero pasó a ser parte de esa acción, en la creencia de que el terrorismo lavaba sus recursos en los mecanismos bancarios. Se pasó a la “investigación y castigo en los casos de blanqueo de dinero, incluyendo la cooperación formal e informal entre los países, confiscación de bienes, métodos para extraer pruebas, negociación de delaciones, uso de examen como herramienta y sugerencias de cómo tratar con las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), sospechosas de ser usadas para financiamiento ilícito”.

En el seminario “proyecto Puentes: construyendo puentes para la aplicación en Brasil” – cuyo tenor fue revelado por WikiLeaks -, realizado en octubre de 2009, en Rio de Janeiro, contó con la presencia de autoridades norteamericanas encargadas de la formación del nuevo personal al servicio del Imperios, para consolidar el entrenamiento bilateral de aplicación y habilidades prácticas de contraterrorismo. Han participado promotores y jueces federales de 26 provincias brasileñas, además de 50 policías federales de todas las provincias, en la más grande delegación, reunión que contaba también con representantes de México, Costa Rica, Argentina, Panamá, Uruguay y Paraguay.

En el trascurso de la reunión intervino nada más que Sergio Moro, el hoy muy conocido promotor brasileño, que pretende ser un “justiciero, al margen de la ley, en contra de la corrupción”. El habló sobre los “cinco punto más comunes de lavado de dinero en Brasil”. Los participantes han solicitado entrenamiento adicional, sobre la búsqueda de evidencias, entrevistas e interrogatorios. Ese interés se daría porque “la democracia brasileña no tiene todavía 20 años de edad. Así, los jueces federales, los promotores, los abogados son novatos en el proceso democrático, no fueron entrenados en cómo lidiar con largos procesos judiciales (…) y se encontraron incapaces de utilizar eficazmente el nuevo código criminal que fue completamente alterado”.

El informe pide, en los resultados de la reunión, que se realicen cursos más profundos en Sao Paulo, Curitiba y Campo Grande. El informe concluye que “el sector judicial brasileño claramente está muy interesado en la lucha en contra del terrorismo, pero necesita herramientas y entrenamiento para empeñar fuerzas eficazmente. (…) Promotores y jueces especializados han conducido en Brasil los casos más significativos de corrupción de individuos de alto nivel”.

El surgimiento de gobiernos que contrarían las orientaciones de EEUU fue la oportunidad para adaptar esas orientaciones a proyectos de desestabilización de esos gobiernos, apoyados en acciones que se concentran en la denuncia reiterada de supuestas irregularidades cometidas por esos gobiernos, por los partidos que los apoyan y por sus líderes. La contribución de Moro y de sus comparsas es la de usar los métodos que aprendieron con los norteamericanos – que incluían ya el uso de las delaciones, entre otros métodos -, para destruir la democracia, reconstruida después del agotamiento de las dictaduras militares, instaladas por la generaciones anteriores de golpistas, igualmente formados por los EEUU.

Los datos revelados por WikiLeaks ya habían demostrado que la información fruto del espionaje hecho por el gobierno de los EEUU en la presidencia de la república de Brasil, en el Ministerio de Minas y Energía y en Petrobras, fue suministrada a Sergio Moro y su comparsa, para que dieran inicio a las denuncias en contra del gobierno del PT. Esa reunión de 2009 es significativa de los nuevos métodos de desestabilización política generados por EEUU, con intervención escandalosa en los asuntos internos de los otros países, violando su soberanía y contando para ello con miembros del Poder Judicial y de la Policía. Esa fue un episodio preparatorio de EEUU de la nueva violación de la democracia brasileña, apoyado en personajes que representan directamente los intereses del Imperio, como Sergio Moro y su comparsa.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/182618

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Las autocríticas de la izquierda latinoamericana

…la autocrítica no es una noria

Mario Benedetti

Por: Emir Sader 

Tiempos de crisis, tiempos de balances,   de autocríticas, de búsqueda de nuevos horizontes. Después de tantos años de éxito del modelo de desarrollo económico con distribución de renta, cuando surgen problemas, graves algunos, con sustitución de gobiernos en Argentina y Brasil, se oye el coro de: ¡balance autocrítico!

A veces da la impresión que el modelo no fue un éxito durante más de una década, antes de entrar en crisis. Que Argentina no fue rescatada de la peor crisis de su historia. Que Brasil no dejó, por primera vez en su historia, el mapa del hambre. Como si se tratara de hacer un balance de un gran error, de un malentendido, de un fracaso. Se unen la derecha y sectores de la ultraizquierda para intentar pasar la versión de que nada de fundamental ha pasado en esos países en este siglo. De que todo es una ilusión pasajera, de que la vida de millones de personas no ha mejorado mucho durante más de una década.

De hecho, quien en la izquierda más se ha equivocado y no ha hecho autocrítica hasta ahora han sido las ultraizquierdas. Esas corrientes han afirmado, allá en los comienzos de los gobiernos progresistas latinoamericanos, que serían una continuación de los gobiernos neoliberales, que habían traicionado a la izquierda, que fracasarían, serían desenmascarados por los pueblos y sustituidos, seguramente, por corrientes de ultraizquierda. Con variantes en cada país, esas posiciones valían para Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, el Frente Amplio de Uruguay, Evo Morales, Rafael Correa.

Pero la realidad quiso otra cosa. Las previsiones macabras no se han realizado, el pueblo ha reconocido las medidas de esos gobiernos, les ha elegido y relegido, consagrándolos como los más grandes líderes populares de la izquierda en este siglo.

El balance de la izquierda que ha comandado esos procesos parte de los avances logrados, de los problemas no resueltos por esos gobiernos, hace autocrítica de los errores cometidos, en la perspectiva retomada del modelo de desarrollo económico con distribución, a partir de las experiencias acumuladas, en las nuevas condiciones nacionales e internacionales. Es, asimismo, un balance concreto, porque son fuerzas que tienen capacidad de pasar de la crítica y la autocrítica a la acción concreta, en lugar de quedar, de forma narcisista, mirándose al espejo.

Dos elementos estructurales no fueron superados por esos gobiernos, afectando directamente su desempeño: el primero, la hegemonía del capital financiero, que canaliza hacia actividades especulativas gran cantidad de recursos que podrían estar dirigidos a actividades productivas, con generación de bienes y de empleos. Es un fenómeno general del capitalismo en su era neoliberal, pero que, en caso de que se aprovecharan los procesos de integración, en particular en el Mercosur, donde hubo más homogeneidad, se hubiera podido formular y poner en práctica un modelo de desarrollo productivo que neutralizara y superara los efectos de la especulación financiera.

El otro factor estructural de desestabilización de los gobiernos progresistas es el monopolio privado de los medios, que influye directamente en la formación de la opinión pública. En todos los países con gobiernos progresistas ese es un factor decisivo en la disputa político-ideológica.

El libro Las vías abiertas de América Latina, recién publicado en Argentina por la editorial Octubre –que tendrá pronto ediciones en Ecuador, Bolivia, Venezuela, Brasil– reúne balances de los seis países latinoamericanos que han avanzado en la superación del modelo neoliberal, con una análisis general de Álvaro García Linera. El libro contiene balances desde dentro de esos mismos procesos, apuntando hacia sus éxitos y sus errores, que es la única forma de aprender de lo vivido. Son vías abiertas y no fin de ciclo, porque frente a los intentos de la derecha de retomar su viejo modelo neoliberal, el camino de la izquierda latinoamericana es el de profundizar las vías de ruptura de ese modelo, como ha comenzado a hacer en esos países, en el momento más virtuoso de la historia del continente.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/12/20/opinion/014a2pol

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La oportunidad para México de reacercarse a América Latina

Por: Emir Sader
La opción de los gobiernos mexicanos de firmar y dar continuidad al Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canadá, no solo solo ha perjudicado a México, sino que lo ha alejado de América Latina. Ha sido una opción ideológica, fundada en la falsa creencia de que ser asociado a potencias económicas iba a impulsar a la economía mexicana a los niveles de las economías más desarrolladas, alejándola de la pobreza, la desigualdad, la miseria, la exclusión social.

Los balances de los 20 años de vigencia de ese Tratado han sido evidentes: México ha sido el gran perdedor. Subido a un ring como peso liviano frente a un peso pesado como EEUU, México tenía todas las de perder y de hecho fue así. Aun cuando su economía creciera, México ha sido uno de los pocos países del continente que no ha mejorado la situación social de su población en este siglo.

Asimismo, la opción de hacer depender su economía de un solo gran mercado, ha sido suicida. Tener más del 80% de su comercio exterior con EEUU ha hecho que México oscile conforme oscila la economía norteamericana, una economía que ha dejado hace tiempo de ser la economía dinámica que fue en el pasado. México ha sido una fuente de mano de obra barata para las grandes corporaciones norteamericanas, un mercado seguro de consumo de los productos del vecino del Norte, un proveedor de materias primas a precios favorables para EEUU.

Además de perder en todo ese proceso, ahora México paga un precio aún más caro al haber atado su economía a la de un solo país. El triunfo de Donald Trump amenaza a México con los peores presagios: expulsión de una parte de las docenas de millones de mexicanos que trabajan en EEUU, impuestos que dificulten el envío de remesas a los familiares en México, además de la suspensión del mismo Tratado de Libre Comercio.

El pánico se adueña de México, sin que se recobre la conciencia plena de la nueva realidad y se pueda articular formas de defensa. Hasta ahora solo discursos son la respuesta a las amenazas concretas que Trump promete poner en práctica desde el primer día de su gobierno.

Es la hora de que México deje de mirar hacia arriba – donde incluso le cierran las puertas – y vuelva a mirar hacia abajo, hacia América Latina, de la que México siempre hizo parte, a pesar de gobiernos que solo tenían ojos para el vecino del Norte. Aunque ahora dos de los gobiernos que más promovían la integración regional tienen gobiernos que la niegan, los próximos años serán decisivos para América Latina y México puede ser parte determinante en ese futuro.

Es perfectamente posible, frente a los resultados desastrosos de los intentos de retorno al neoliberalismo en Argentina y en Brasil, que en los próximos años esos países vuelvan a tener gobiernos que privilegien la integración latinoamericana y no los Tratados de Libre Comercio con EEUU. México puede ser parte integrante de ese movimiento, que tan bien ha hecho al continente.

El triunfo de Trump y la eventual ruptura del TLC le permiten a México revisar las opciones equivocadas de sus gobiernos y volver a integrarse plenamente a América Latina. El continente se fortalecerá y México también se volverá más fuerte. Podrá contar con un intercambio económico intenso con los países del continente, así como acercarse a los Brics y su Banco de Desarrollo.

México habrá hecho de los infortunios con que se le amenaza una nueva oportunidad de reinsertarse en el mundo más allá de cualquier fatalidad geográfica. De volver a ser un país plenamente integrado a América Latina.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/182331

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