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El día que  la Niña Heladera participó en la Feria Internacional del Libro de Venezuela 

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado

El sábado 10 de noviembre a las 2 de la tarde hora de Venezuela presenté mi libro Historia de una indocumentada, travesía en el desierto de Sonora-Arizona, en la Feria Internacional del Libro de Venezuela, FILVEN.

Esa mañana me levanté temprano, preparé café de Guatemala que solo tomo en ocasiones especiales y me senté frente a la ventana de mi habitación  y  disfruté el paisaje otoñal de la época del frío en el norte de América.

Ordené mi escritorio, le sacudí el polvo y quemé incienso, me volví a sentar y sorbí lentamente el café de mi pueblo natal mientras mis pensamientos se perdían en la lejanía de las memorias de infancia en mi Gran Amor.  La melancolía asomó con aroma de ayote en dulce y flor de muerto y con ella el bullicio del mercado y las polvaredas de noviembre en la arada poblada de barriletes que llenaban el cielo de colores y de sonrisas los rostros de los niños de piel agrietada por el frío.

El aroma del café humeante  se mezcló con la esencia de los aceites  de anís, canela, clavo,  hierba limón y  hojas de artemisa a los que huele mi habitación; respiré profundo y acaricié mis manos con unas gotas de aceite de hierbabuena.  Advertí que la  Niña Heladera me observaba por un resquicio del ocre del tiempo y me sonrió con su peculiar inocencia  cuando  nuestras miradas se cruzaron: estoy de pie, le dije, en un arranque de emoción, nostálgica  y  con un terrón de sal que se desmoronaba en mi garganta mientras su silueta se desvanecía entre las hojas de los arces del otoño.

Quise abrazarla, acariciar su cabello despeinado y escucharla relatar sus aventuras con sus palabrotas del arrabal, quise decirle que todo está bien, que estoy sumamente orgullosa de ella y que la quiero. Quise decirle que me he contagiado de su valor y de su fuerza  y que me ha enseñado tanto todos estos años.  Seguramente como siempre, no me pondría atención y me contaría de los barrancos  que añoro y del zacatal de la arada, de las tardes pastoreando a las cabritas  y de sus interminables e innumerables  peleas callejeras. Sería yo entonces la que guardaría silencio, embelesada con su candidez.

Desde el desierto  de Sonora silbó el viento del otoño recordándome que no lo olvide, y los cactus de Arizona con sus raíces fecundas erigieron largas ramas cundidas de tunas saludándome desde la frontera; no los he olvidado, les dije mientras coloqué la silla junto a la pared donde guardan cautelosos mis abstractos la naturaleza de mi enajenación.

A las 11 en punto de la mañana hora de Chicago, comenzó la videoconferencia en uno de los salones  de la Casa Amarilla, allá a lo lejos a miles de kilómetros de distancia, en el sur de América. Lenin Brea editor de la Editorial El Perro y la Rana, la  casa editorial que publicó mi  libro en Venezuela,  comenzó la presentación en la que contó a los asistentes los detalles de la publicación, seguido de Guillermina Soria que profundizó en la migración desde la visión de género. Raúl Cazal, el presidente del Centro Nacional del Libro y  uno de los organizadores de la feria  fue quien me presentó a los asistentes, con palabras tan humanas, sinceras y humildes que solo pueden venir de aquellas personas que creen en el valor humano más allá de las etiquetas y las fronteras.

Y de pronto ahí estaba yo,  en una pantalla, en videoconferencia relatando mi historia de travesía, que es la de miles alrededor del mundo: con sus dolores, sus fantasmas, sus miedos, sus frustraciones, sus paranoias y sus estigmas. Ahí estaba yo 15 años después de aquella odisea dando mi testimonio de sobreviviente de frontera, una historia de las miles nada más.  Tratando de denunciar el peregrinar de las migraciones forzadas, como una más de los millones a través de la historia del tiempo.

La presentación se hizo en la Casa Amarilla en la cancillería venezolana, en un salón hermoso como hermosa es Venezuela.

Estaba feliz por presentar mi libro en la Feria Internacional del Libro de Venezuela, FILVEN y  porque había sido publicado en la Editorial El Perro y la Rana, ambas fundadas por el Niño Arañero; por haber sido invitada a asistir en persona, pero triste a la vez porque en cada letra de ese libro está inmersa la sangre de miles de migrantes que intentaron cruzar esa frontera y murieron en el intento; estar ahí era como reivindicarlos, honrarlos, pronunciar sus nombres a través de la memoria colectiva  y el ADN que tenemos en común los migrantes indocumentados alrededor del  mundo.

Cuando la videoconferencia terminó, pude llorar finalmente la emoción de la alegría y de la tristeza juntas, no se puede celebrar del todo un libro y una publicación cuando en el camino quedaron tantas vidas entre las piedras y los nopales del desierto. Nunca será una felicidad total por más publicaciones y traducciones que tenga.

Apagué la computadora, acaricié el quinqué que me acompaña como gurú y destapé una botella de vino, me  serví una copa y me senté frente a la ventaba a llorar el enorme privilegio que tuve de ser invitada a la Feria Internacional del Libro de Venezuela y de ser publicada por la Editorial EL Perro y la Rana. Me puebla un  inmenso orgullo y agradecimiento con el niño vendedor de dulces de papaya  (Hugo Chávez Frías) que creó una revolución para nombrar, visibilizar y crear oportunidades a los marginados del mundo, y yo soy una de ellos.

No me alcanzará la vida para agradecerle a Venezuela esta inmensa oportunidad y alegría que ha dado a mi vida.

Quiero agradecer a Raúl Cazal por el humanismo y la humidad y por haber abierto las puertas para que yo publicara en Venezuela y estuviera en la Feria. A Ernesto Villegas, Ministro de Cultura de Venezuela por acercarme a mi patria querida y hacerme parte de esta fiesta cultural, sé que un día iré en persona a ese gran país porque los amores sinceros están destinados a encontrarse. A la Editorial El Perro  y La Rana por su empeño y profesionalismo para que este libro estuviera impreso a tiempo para la feria y por darme la oportunidad de ser publicada en tremenda casa editorial;  y por la humildad de fusionar Ilka Editorial en la publicación del libro: eso es hermanar sueños.

Quiero agradecer a los asistentes que me dieron el privilegio de poner ser parte de esta fiesta cultural, a FILVEN y al Ministerio de Cultura de Venezuela  por el extraordinario acompañamiento desde las redes sociales. A mi patria Venezuela, por esta muestra de amor y por reivindicar que para los lazos de humanidad no existen fronteras.

Agradecer a Maya Monasterios, a Vanessa Gutiérrez y al Ministerio de Cultura de Venezuela, por las fotografías y videos que guardaré con gratitud.

Y las gracias infinitas a las dos mujeres que confiaron en mi testimonio mucho antes de que se convirtiera en libro, a Priscila Casasola y a Carolina Vásquez Araya, por apoyarlo y respaldarlo desde el momento de su gestación.

Dedico esta publicación a los parias del mundo, a los migrantes indocumentados, a los vendedores de mercado, a mi natal Comapa y a mi Gran Amor: Ciudad Peronia. Yo merita, la Niña Heladera.

 Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado

14 de noviembre de 2018

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El fascista que todos llevamos dentro

Por: Ilka Oliva Corado

Para que un fascista gane la presidencia de un país se necesitan millones de fascistas que en tiempos de democracia acaben con la misma dándole su voto a un extremista de derecha. Porque una cosa es una dictadura sangrienta y otra es que millones de personas por su propia voluntad voten por un fascista y lo hagan presidente.

El nombre del fascista es lo de menos, estamos rodeados de ellos, nosotros somos ellos: todos tenemos un fascista en nuestras familias, amistades, conocidos, compañeros de trabajo, en nuestra comunidad, nosotros mismos tenemos algo de fascistas. ¿No? Veámonos en un espejo. Tengamos las agallas y la responsabilidad de hacernos  cargo de lo que somos y lo que representamos: de lo que nutrimos. Porque nosotros y solo nosotros somos los que mantenemos este sistema vigente.

Por solapar cualquier tipo de violencia por mínima que sea, por alimentar estereotipos, por ese ego que no nos cabe en el pecho, por el descaro de solapar en lugar de denunciar y provocar un cambio, por pequeño que sea. Por cómodos y defender nuestra pequeña burbuja de fantasía de  una holgada estabilidad y con eso arremeter contra quienes ponen el lomo para que nosotros podamos joderlo todo con nuestras mentes colonizadas.

Somos machistas, misóginos, patriarcales; somos racistas a morir, clasistas como solo nosotros mismos, no hay quién nos gane, homofóbicos y; es muy fácil que con ese tipo de mediocridad llegue un representante de la ultraderecha y nos encienda el odio  de un chispazo y arrasemos con todo pensando como buenos idiotas que los perjudicados serán otros.

Entonces señalamos: la culpa es de los pobres que se dejan manipular por los medios de comunicación: cuando sabemos que el obrero, el que trabaja de sol a sol ni a televisión ni a radio llega, apenas tiene para comer un tiempo al día si bien le va.

Yo al oprimido le perdono todo, porque no ha tenido una sola oportunidad en la vida y se ha fajado buscándola, pero responsabilizo de un voto al fascismo a quien ha tenido acceso a la educación, quien se ha formado un criterio propio y ha podido discernir y que aun así vota para joder al  de abajo. Estas personas merecen cadena perpetua: por traidores e inhumanos.

Explicaciones científicas, psicológicas y políticas las hay,  somos buenos para culpar a otros. Ahí están quienes en el caso de Brasil han culpado a los gobiernos de Lula y Dilma, ¿pero qué pueden hacer 15 años de democracia ante 500 años de opresión? La lucha es monumental, en 15 años no se logran resolver los problemas de siglos no de décadas. Esto es un proceso largo en el que debemos contribuir todos. Tenemos que arrancar la raíz y la raíz es un sistema patriarcal y misógino primordialmente.

¿Fallaron? ¿Y si fallaron por qué hubo tanta vida en Brasil en 15 años? Lo que sucede es que fueron mal agradecidos con quienes les dio de comer.

Culpamos a los injerencistas, pero es que las injerencias pueden llegar pero si la gente no se vende, si la gente tiene integridad y respeto y amor a su pueblo no  hay quién les abra la  puerta desde dentro para dejarlos pasar. La culpa no es de los injerencistas, la responsabilidad absoluta es de quienes desde dentro venden a sus pueblos. Dejemos de culpar Trump, es cómodo culpar para desligarnos de nuestras responsabilidades. Trump es un mortal como nosotros,  de Bolsonaros están llenas las calles.

Hasta que no nos hagamos responsables de nuestros propios actos, de lo que solapamos y de lo que nutrimos, Latinoamérica ni el mundo cambiarán. Hay un fascista en cada uno de nosotros,  unos son más visibles que otros pero el ADN lo tenemos. ¿Qué haremos al respecto? ¿Seguir culpando a otros? ¿A los medios de comunicación? ¿A los injerencistas? ¿A los pobres? Pobres somos nosotros: en espíritu, agallas y cerebro.

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/El-fascista-que-todos-llevamos-dentro-20181029-0006.html

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El fascista que todos llevamos dentro

Por: Ilka Oliva Corado

Para que un fascista gane la presidencia de un país se necesitan millones de fascistas que en tiempos de democracia acaben con la misma dándole su voto a un extremista de derecha. Porque una cosa es una dictadura sangrienta y otra es que millones de personas por su propia voluntad voten por un fascista y lo hagan presidente.

El nombre del fascista es lo de menos, estamos rodeados de ellos, nosotros somos ellos: todos tenemos un fascista en nuestras familias, amistades, conocidos, compañeros de trabajo, en nuestra comunidad, nosotros mismos tenemos algo de fascistas. ¿No? Veámonos en un espejo. Tengamos las agallas y la responsabilidad de hacernos cargo de lo que somos y lo que representamos: de lo que nutrimos. Porque nosotros y solo nosotros somos los que mantenemos este sistema vigente.

Por solapar cualquier tipo de violencia por mínima que sea, por alimentar estereotipos, por ese ego que no nos cabe en el pecho, por el descaro de solapar en lugar de denunciar y provocar un cambio, por pequeño que sea. Por cómodos y defender nuestra pequeña burbuja de fantasía de una holgada estabilidad y con eso arremeter contra quienes ponen el lomo para que nosotros podamos joderlo todo con nuestras mentes colonizadas.

Somos machistas, misóginos, patriarcales; somos racistas a morir, clasistas como solo nosotros mismos, no hay quién nos gane, homofóbicos y; es muy fácil que con ese tipo de mediocridad llegue un representante de la ultraderecha y nos encienda el odio de un chispazo y arrasemos con todo pensando como buenos idiotas que los perjudicados serán otros.

Entonces señalamos: la culpa es de los pobres que se dejan manipular por los medios de comunicación: cuando sabemos que el obrero, el que trabaja de sol a sol ni a televisión ni a radio llega, apenas tiene para comer un tiempo al día si bien le va.

Yo al oprimido le perdono todo, porque no ha tenido una sola oportunidad en la vida y se ha fajado buscándola, pero responsabilizo de un voto al fascismo a quien ha tenido acceso a la educación, quien se ha formado un criterio propio y ha podido discernir y que aun así vota para joder al de abajo. Estas personas merecen cadena perpetua: por traidores e inhumanos.

Explicaciones científicas, psicológicas y políticas las hay, somos buenos para culpar a otros. Ahí están quienes en el caso de Brasil han culpado a los gobiernos de Lula y Dilma, ¿pero qué pueden hacer 15 años de democracia ante 500 años de opresión? La lucha es monumental, en 15 años no se logran resolver los problemas de siglos no de décadas. Esto es un proceso largo en el que debemos contribuir todos. Tenemos que arrancar la raíz y la raíz es un sistema patriarcal y misógino primordialmente.

¿Fallaron? ¿Y si fallaron por qué hubo tanta vida en Brasil en 15 años? Lo que sucede es que fueron mal agradecidos con quienes les dio de comer.

Culpamos a los injerencistas, pero es que las injerencias pueden llegar pero si la gente no se vende, si la gente tiene integridad y respeto y amor a su pueblo no hay quién les abra la puerta desde dentro para dejarlos pasar. La culpa no es de los injerencistas, la responsabilidad absoluta es de quienes desde dentro venden a sus pueblos. Dejemos de culpar Trump, es cómodo culpar para desligarnos de nuestras responsabilidades. Trump es un mortal como nosotros, de Bolsonaros están llenas las calles.

Hasta que no nos hagamos responsables de nuestros propios actos, de lo que solapamos y de lo que nutrimos, Latinoamérica ni el mundo cambiarán. Hay un fascista en cada uno de nosotros, unos son más visibles que otros pero el ADN lo tenemos. ¿Qué haremos al respecto? ¿Seguir culpando a otros? ¿A los medios de comunicación? ¿A los injerencistas? ¿A los pobres? Pobres somos nosotros: en espíritu, agallas y cerebro.

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com

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Los otros exilios

Por: Ilka Oliva Corado

Como costales de basura, como bultos, como despojos son lanzados hacia la nada, los parias; a quienes les arrebataron todo desde el momento de su nacimiento y en esa nada: moribundos, sin anhelo alguno y sin piel dónde detener los huesos deambulan en las migraciones forzadas. Esos otros exilios invisibilizados y estigmatizados por todo aquel que es incapaz de sentir en nervio propio el dolor del otro.

En otros tiempos a las migraciones forzadas se les conocían como exilios políticos, esos exilios políticos siguen existiendo y siguen siendo migraciones forzadas. Es muy fácil señalar, enjuiciar y degradar cuando no somos nosotros los que estamos en circunstancias extremas que pongan en tela de juicio nuestra integridad, nuestra salud mental, nuestras necesidades básicas y nuestros sueños.

Cuando no somos nosotros los que sufrimos hambre, nos partimos el lomo de sol a sol obteniendo a cambio salarios de miseria que nos obligan a la subsistencia en condiciones de esclavitud. Cuando no son nuestras vidas ni las de los nuestros las que están en peligro. Cuando no es a nosotros a los que la violencia gubernamental nos ha deshecho la familia. Cuando no es a nosotros a los que les han arrancado los sueños a golpes de bota de capataz.

Cuando no somos nosotros los que hemos crecido sin oportunidades de desarrollo: excluidos, oprimidos, violentados por un Estado ausente, que solo es capaz de ver cuando se trata de reprimir a quienes no pueden defenderse de la maquinaria de destrucción masiva que es el racismo, el clasismo, la corrupción, el neoliberalismo y las bandas de criminales de la oligarquía que hacen con los recursos, la justicia y la impunidad lo que se les ronca la gana.

Es muy fácil, no se necesitan escrúpulos ni agalla alguna para lanzar piedras en manada a quien no puede defenderse, somos un tropel de sinvergüenzas que se sienten con la autoridad y el derecho para amedrentar a quienes creemos inferiores, cuando los inferiores somos nosotros: mamarrachos.

Esos otros exilios, tienen la particularidad de la pobreza extrema, una miseria a la que han sido obligados a padecer por su origen y su clase social. Esos otros exilios que no consisten en subirse a un autobús, a un barco, a un tren o a un avión con los papeles correspondientes que abran las fronteras o las puertas de embajadas o consulados; son exilios a consecuencia de las políticas de impunidad y apropiación de recursos y de vidas que aplican los gobiernos sucumbidos a disposiciones de injerencia, oligarquía y bandas criminales.

Mortales que en nuestra mediocridad nos creemos dueños de una tierra en donde estamos solamente de paso, un viaje de un simple soplo de vida que puede terminar en cualquier instante. Todo es superior a nosotros en este universo, todo. Y aun así defendemos fronteras, denigramos por clase social, color, credo, origen…

Un día nos puede tocar a nosotros, un día cualquiera la violencia nos puede tocar de cerca, un día también nos vamos a ver a lomo partido sobreviviendo la agonía de la explotación. Un día la impunidad se ensañará con nosotros y los nuestros, la injusticia nos escupirá a la cara, la suerte que creemos que tenemos nos volteará la espalda y nuestros privilegios acabarán.

Un día seremos expuestos por nuestra clase social, por nuestro credo, por nuestro origen y un día también nos lanzarán piedras en manada y nos cerrarán las puertas de los enormes muro fronterizos que ahora defendemos: un día vamos a estar del otro lado en los zapatos del otro y ahí sí y ahí sí…, vamos a padecer el escarnio, la ira y la crueldad que un día lanzamos como puntapiés de botas de capataz contra quienes fueron obligados al destierro y a la peregrinación en busca de un bocado de comida y de oxígeno para seguir viviendo.

Un día vamos a ser nosotros los protagonistas de los otros exilios, de las migraciones forzadas que hoy tanto señalamos con fanfarronería de dueños de ni mierda.

Ojalá suceda, tal vez así aprendamos en el dolor propio sobre el dolor ajeno.

Fuente: https://www.aporrea.org/ddhh/a270587.html

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La indiferencia y su efecto bumerán

Por: Ilka Oliva Corado

Más que miedo y desconocimiento es pereza. Más que miedo es individualismo. Más que miedo es complicidad por conveniencia. Más que miedo es indiferencia en las sociedades devastadas por la mediocridad. Sociedades infestadas de racismo, clasismo, homofobia, estereotipos, haraganería, fascismo, cachurequería y doble moral.

Millones de burbujas flotantes donde habitan seres plagados de insensibilidad y desprecio, que piensan que están a salvo del horror de la miseria, la exclusión y la violencia porque ellos no son los otros; esos otros que ellos con su mediocridad y dogmas sentencian, excluyen y vulneran en nombre de las clases sociales, la mezquindad y el avasallamiento. Sociedades pasivas sin memoria que con su inacción solapan turbas de corruptos, ruines y genocidas; que violentan a los otros, siempre a los otros. Una inacción a conveniencia, siempre.

Los violentados son los otros: los que denuncian, los que luchan por la justicia, los que sueñan, los que abren caminos, los que tienen memoria, los que buscan la unidad de los pueblos, los que siembran esperanza: ellos son el enemigo por instinto. Por puro instinto saben que estar del lado de los vasallos les permitirá permanecer en la comodidad de sus burbujas flotantes. Hediondos todos al germen rancio de la infamia. Se lamen entre ellos, para impregnarse unos a otros de la peste de la insensibilidad y la desmemoria, para que la miseria de los otros nunca los alcance, pero saben perfectamente que los miserables son ellos, solamente ellos.

Estas sociedades cómplices, escogen a quienes los representarán en el gobierno, para que el sistema no se mueva ni un ápice de su lugar, para que los cimientos del patriarcado, la misoginia, el machismo, el racismo, el clasismo y la homofobia sigan intactos. Creen que sus burbujas son intocables y que sus dogmas los mantendrán a salvo, creen que nunca los alcanzarán: la miseria, el abuso y la exclusión. Creen que nunca necesitarán de los otros más que para que carguen en sus hombros las burbujas flotantes donde estos destilan la pestilencia del sopor del solapador. Creen que nunca pisarán el suelo de los mancillados, ellos los mancilladores.

Creen que jamás serán violentados, excluidos y empobrecidos. Creen que sus dogmas jamás se les voltearán. Que jamás enfrentarán la justicia de la vida. Que la mancilla no tocará a sus puertas. Que jamás se verán en la necesidad de un aborto clandestino. Que el amor que es el amor no respetará sus géneros ni sus clases sociales. Que el dolor no alcanzará sus burbujas. Que la violencia jamás las atravesará.

Creen que esas clicas criminales son leales y que jamás las traicionarán, se equivocan rotundamente. Esas sociedades mediocres también son utilizadas por la enorme maquinaria del status quo precisamente por sus dogmas. Son más utilizables que las masas que desconocen. Las burbujas flotantes aunque no lo soporten también son parte de ese todo que conforma el hilar de la humanidad.

Pero ya las está alcanzando el efecto bumerán que estas mismas han creado, pensando ilusoriamente que la destrucción masiva la vivirán los otros, simples burbujas flotantes. Y cuando la violencia, la injustica, el dolor, la exclusión y el escarnio partan en dos las débiles burbujas flotantes donde se resguardan, conocerán en carne propia lo que han obligado a vivir a los demás. Y no habrá grito que sea escuchado, y el dolor de la pérdida de un ser querido por la violencia que estas mismas han creado y solapado las hará corcovear de dolor. Y buscarán a sus desaparecidos desesperadamente. Tocarán mil puertas sin que se abra ninguna.

Y clamarán por justicia y gritarán hasta el cansancio y más. Y llorarán hasta quedarse sin lágrimas y se arrastrarán, vencidas, pudriéndose en sus dogmas; dogmas por las que fueron utilizadas por los enormes tentáculos del capital. Y verán por primera vez en sus vidas su vulnerabilidad de simples partículas de nada. Y aún así no aprenderán, por instinto, por ego, por dogmas seguirán arrastrándose imaginándose dentro de aquella burbuja flotante llena de mierda.

El efecto bumerán ya está en marcha.

Fuente: https://www.aporrea.org/ddhh/a269089.html

 

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Guatemala Indignación selectiva

Por: Ilka Oliva Corado
Lo primero que uno se pregunta ante la situación crítica que vive el país, es: ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo el pueblo seguirá soportando (solapando)? La respuesta, tristemente es: hasta siempre. En Guatemala la cosa es de tal sociedad, tales gobernantes.Hablar de la corrupción en Guatemala, del posicionamiento de la impunidad ante la justicia, del asalto de las clicas criminales al gobierno del país, es hablar del ADN de la sociedad en sí. En Guatemala estamos hechos de mediocridad, de hipocresía, de tibieza y de descaro.

Jimmy Morales no dio ningún golpe de Estado como el de Temer a Dilma en Brasil, ni engañó a las masas como el traidor Lenín Moreno en Ecuador, él fue puesto ahí por la mayoría de quienes fueron a manifestar por corrupción los sábados de ir a broncearse, cuando estaba la bullaranga de destituir al genocida Otto Pérez Molina. Es decir: los majeados por la oligarquía, el ejército y la embajada de Estados Unidos en el país. Fueron esas marionetas que son maniobrables para beneficio de quienes tienen el sartén por el mango en esa fincona que aún no llega a país, las que pusieron a ese truhán de presidente.

Analicemos a profundidad a esa parte de la sociedad que se ha resistido a la corrupción de Jimmy Morales. Hablo de esos ciudadanos cultos, preparados, dignos, trabajadores y honestos que se manifiestan en redes sociales y salen a manifestar los sábados de ir a broncearse (o mojarse ahora que es invierno) frente a la plaza central: ¿por qué no salieron a manifestarse cuando el gobierno de Jimmy Morales violó y quemó vivas a 41 niñas del Hogar Seguro? ¿Acaso la vida de esas 41 niñas no importa lo más mínimo como les importa la corrupción? ¿Qué es lo indignable entonces para esta parte de la población? ¿El robo de dinero pero no los feminicidios ni las violaciones sexuales que vivieron estas niñas? ¿Por qué no fueron capaces de reaccionar como lo hacen por la corrupción? ¿Por clasistas, homofóbicos, machitas, misóginos e indolentes? ¿Qué temática, qué hechos son los que tienen la capacidad de despertar en esta parte de la sociedad la indignación colectiva? ¿Solo cuando se ven tocados en sus bolsillos?

¿Por qué a esta parte de la población no le indignan las muertes de familias completas en los deslaves de los basureros? Que se alimenten de la basura, que viven en la basura, que mueren en la basura. ¿Por qué no les indigna ver en cada esquina del país, bares y casas de citas y que ahí se golpee, se viole sexualmente y se asesine a niñas, niños, adolescentes y mujeres?

¿Por qué no los indigna la existencia de maquilas donde se explota hasta despellejar a miles de parias? ¿Por qué no les indigna la cantidad de niños picando piedra para sobrevivir? ¿Los miles de niños lustrando zapatos en las calles y parques del país? ¿Las limpiezas sociales en los arrabales? ¿Por qué solo les indigna cuando un monigote como Jimmy Morales llega a robar y a solapar el saqueo de las clicas criminales?

¿Por qué no les indigna la explotación que viven miles de indígenas a quienes se les niega todo, hasta el derecho a la vida? ¿A los miles que se pudren en las fincas cortando café, caña, algodón, frutas y verduras? ¿No les indignan esos miles durmiendo en galeras, sin agua, sin luz, sin servicio sanitario, sin un pago laboral justo? ¿Los miles que se ven obligados a migrar sin documentos? ¿El abuso, la exclusión y las muertes de personas de la comunidad LGBTI?

¿Por qué si les indigna la injusticia, en plenas manifestaciones se apartan de los parias y de los Pueblos Originarios porque ni siquiera en la búsqueda de justicia quieren verlos? ¿Por qué no se unen a las manifestaciones entre semana que realizan los Pueblos Originarios? ¿Por qué no les indigna con el mismo fervor que la corrupción las cantidades de abusos sexuales, embarazos y partos en niñas y adolescentes? ¿Por qué no les indigna con la misma ira las cantidades de feminicidios en el país? ¿Por qué no les indigna que no exista una educación y un Estado laico en el país? ¿Por qué no les indigna el robo de mercadería, los golpes y el encarcelamiento de vendedores ambulantes por parte de la policía?

¿Por qué no les indigna que el Congreso busque criminalizar a las mujeres que abortan espontáneamente? ¿Por qué si odian la injustica no apoyan el derecho al aborto? ¿Acaso por cachurecos, machistas y misóginos? ¿Por qué es tan importante revolcarse y sacar espuma por la boca para llamar la atención frente a la cámara de un medio de comunicación en las manifestaciones? ¿Acaso para fingir decencia e indignación? ¿Por qué no se revuelcan de dolor y sacan espuma por la boca con la cantidad de niñas abusadas y embarazadas por familiares y desconocidos?

En Guatemala todo es oportunismo, hasta la indignación selectiva. Una llamarada de tuza que dura lo de un flash de fotografía. En donde todo seguirá tal y como está, porque la explotación del paria y mantener el sistema intacto beneficia a todo aquel que descansa placentero sobre los lomos curtidos de quienes aunque griten jamás serán escuchados. Pero llegará el día que esos miles de parias despertarán en rebelión y no habrá plaza de sábado de ir a broncearse ni indignaciones selectivas que puedan detenerlos: será la insurrección de la alcantarilla.

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com

@ilkaolivacorado

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Lo que el patriarcado le debe a Evita

Por: Ilka Oliva Corado

La historia que ha sido ultrajada desde la edad de  la humanidad,  por seres patriarcales, misóginos, homofóbicos, racistas, clasistas, xenofóbicos  y; en el caso particular de Latinoamérica seres de  mentes colonizadas, se han encargado de invisibilizar a mujeres como Evita, que nunca calzaron en el yugo patriarcal y que jamás se durmieron en el ronroneo de las mieles del poder, que por el contrario: fueron sus más grandes críticas.

Evita, es la poesía de la rebelión de los pueblos. El patriarcado que carece de ideología la coloca en la historia como un ser pasional, jamás la ha visto como un ser intelectual con un raciocinio de pocos y con unas agallas únicas. Los de la izquierda dicen que es el alma y el corazón del Peronismo, porque Perón fue la intelectualidad y la cordura. Nada más alejado de la realidad, y es que las cosas hay que decirlas como son: No hay  Perón sin Evita. Ni Perón ni el Peronismo existirían sin Evita.

Entonces sin el patriarcado y sin una historia ultrajada por la misoginia, lo que ahora conocemos como Peronismo debería llamarse Evitismo o Evitista, algo así por el estilo para hacer justicia y reivindicar  a quien fue la propulsora. Para ser justos, Perón tuvo suerte de encontrar en su camino a una mujer como Evita,  que lo inmortalizó al sensibilizarlo y acercarlo al pueblo y al dar su palabra y respaldarlo ante los parias, porque sin el respaldo de Evita, Perón  hubiera sido un presidente más.

Y eso que es visto en las mujeres como pasional, como alma y corazón, en los hombres es visto como intelectualidad y agallas, como voz de mando y estabilidad emocional,  así es el  patriarcado. Entonces Evita, de las grandes mentes de Latinoamérica, avanzada a su edad y a su época es vista así, como el alma y el corazón del Peronismo, nada más injusto porque hay que ver sus pronunciamientos ante el pueblo, su manera de actuar, leer sus textos para comprender su genialidad para convertir lo complejo en algo completamente entendible para los obreros, que como ella no tuvieron oportunidad de asistir a una universidad y empaparse de libros y de la educación superior y de las oportunidades de desarrollo que por ejemplo tuvieron personajes como  Perón,  que facilita el camino de la compresión de la política. (No siempre).  Entonces si el alma y el corazón son tan importantes, ¿por qué el patriarcado, que repito, no tiene ideología no dice que Evita era la intelectual y Perón el pasional?

Porque lo hermoso y grandioso de la intelectualidad de Evita, es que es natural, su sensibilidad viene de la pobreza y la miseria, de su origen de paria y ella aún con todas las carencias de las facilidades para aprender, pudo pensar  y sentir lo que muchos egresados de universidad con maestrías y doctorados no pueden. No se quedó ahí, ese análisis lo escribió en numerosos textos y lo dio a conocer en sus pronunciamientos y sus acercamientos al pueblo argentino. Pasó de la pasividad a la acción y es lo que necesita todo el mundo que hagamos los seres humanos. Evita no se convirtió en Evita al casarse con Perón, ya lo era y es ésa la deuda del patriarcado. Que piensan que Perón la convirtió al tener la “misericordia”  de verla y casarse con ella y darle un apellido y una posición económica. Repito, el patriarcado no tiene ideología.

El día que logremos erradicar el patriarcado y la misoginia, mujeres como Evita serán reconocidas por su enorme aporte a la lucha de los derechos humanos y a las políticas de desarrollo de los pueblos del mundo. Era tan pero tan adelantada a su época, que jamás pensó en hombres y mujeres,  o en géneros, si no en seres humanos con los mismos derechos.

El patriarcado es el enemigo más grande que tenemos, parece imposible vencerlo pero lo podemos erradicar, y entonces podemos volver a reescribir la historia y hacerle justicia a tantas mujeres que han luchado por la libertad de  sus pueblos y han sido invisibilizadas por la sombra de sus esposos, compañeros, amantes, padres, hermanos y sus apellidos.

La historia y el patriarcado están en deuda con Evita. Algún  día ella será reconocida como el alma, el corazón y la intelectualidad del una era que cambió la historia de la mujer en la política argentina, latinoamericana y mundial.

Ya es hora…

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Lo-que-el-patriarcado-le-debe-a-Evita–20180507-0005.html

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