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La sirvienta como esclava

Por: Ilka Oliva Corado

La servidumbre, la sirvienta, la criada, la muchacha, la ayuda, la nana, la cholera, la chacha, la gata, la mucama; a la empleada doméstica se le conoce con infinidad de nombres, despectivamente. Sin embargo es la empleada más importante, paradójicamente también es la mal pagada, la explotada y la esclavizada en un modelo de sociedad que utiliza a los parias como trampolín; como escalera, como el soporte más importante para sostener la explotación de unos para beneficio de otros.

Infinidad de teorías, estudios, conceptos y definiciones se pueden escribir en tomos de tomos, para justificar la existencia de la sirvienta, sin embargo este trabajo no tiene justificación alguna; es la explotación de una mujer para que otra logre el beneficio de la realización profesional y personal. Un sistema que milenariamente ha mantenido el modelo funcional a las minorías.

Gracias a que estructuralmente se he la negado el acceso a la educación a los parias y a las mujeres en particular, miles de niñas, adolescentes y mujeres se ven obligadas a trabajar en el servicio doméstico, situación que beneficia a muchas familias de la clase media, la burguesía y la oligarquía a quienes en muchos casos les importa un comino la equidad y la igualdad social, porque la inexistencia de éstas las beneficia.

Y así es como vemos, a feministas y a defensoras de derechos humanos, que no están excluidas del sistema y forman parte de éste muchas veces adrede porque «qué culpa tienen ellas si ya estaba así cuando nacieron y para qué ponerse a pelear con él» , las vemos asistiendo a conferencias, dictando seminarios sobre la equidad y los derechos de la mujer, sobre el acceso a la educación, mientras en sus casas hay otras; cuidando a sus hijos, limpiando su casa, planchando su ropa, limpiando sus baños y trapeando sus pisos. Otra que gracias al sistema de la explotación no gana ni el salario mínimo y una carencia de beneficios laborales.

Y vemos cómo milenariamente, familias completas logran el desarrollo, la oportunidad de acceso a la educación superior, mientras otras les sirven de soporte, de piso, de almohada. Esa almohada suave que las cobija y les cuida el sueño a cambio del dolor de ser explotada, insultada, tratada como un mueble viejo, no como persona. Una sirvienta que no se cansa nunca, que no llora nunca, a la que no le duele nada, una sirvienta que no piensa, no ve, no escucha y no habla, solo cuando tiene que decir: sí, señora, sí patrona. Porque si siente, si escucha, si habla, si interactúa como persona será despedida; por abusiva, por salida, por igualada. Por eso existe la sirvienta, por eso existe el trabajo de la servidumbre, porque son tumbas que además limpian la porquería de sus empleadores. Y si vamos más allá, también son la cama para enfriar las calenturas del patrón, sus amigos y sus hijos.

Mientras la patrona y sus hijas logran asistir a la escuela, a la universidad, desenvolverse profesionalmente, la empleada doméstica se pudre entre cuatro paredes, se pudre entre los pisos sucios y las ollas por lavar. Una empleada doméstica que también tiene sueños, que también anhela, que también siente. Una niña, una adolescente y una mujer que sueñan con asistir a la escuela, a la universidad, con cambiar de vida. Madres que tienen hijas que también serán sirvientas, muchas veces de las hijas y de las nietas de sus patronas. Una cadena de injusticia social que beneficia a unas y explota a otras.

¿Por que quién en sus cinco sentidos, quisiera trabajar de sirvienta en lugar de tener acceso a la universidad y realizar sus sueños? ¿Quién cambiaría un escritorio de universidad por un cepillo de lavar baños? ¿Quién cambiaría un salario justo por la explotación de no tener derechos laborales?

Y vemos a través de la historia del tiempo el avance que ha tenido la mujer como género cuando se coloca en el foco a las profesionales y que han salido del hogar para desarrollarse profesionalmente, pero quedan en la oscuridad las miles de parias que son el soporte en la invisibilidad de la explotación. ¿Existe realmente el avance en derechos de género? Tal vez para unas, dependiendo su condición social. Porque el paria, será paria en cualquier lugar.

Con esto no quiero decir en ningún momento que el trabajo del hogar corresponda exclusivamente a la mujer, no se trata de alimentar estereotipos, pero aquí el punto es otro.

Y vemos doctoras, ingenieras, docentes, periodistas, feministas, escritoras, artistas, deportistas de alto rendimiento, empresarias muy exitosas y reconocidas por su humanidad y la excelencia en su trabajo, éxito logrado por esfuerzo propio y el soporte de una niña, adolescente y mujer que no pudo desarrollarse porque su condición de paria la obligó a trabajar en la servidumbre. ¿Injusticias de la vida, del sistema? ¿Cómo una mujer puede desarrollarse profesionalmente, hablar de humanidad y luchar en teoría por los derechos de género teniendo a una empleada doméstica en su casa? ¿Cosas del feminismo burgués? ¿Cosas del aprovechamiento del sistema? ¿Cosas de doble moral?

Y como sabemos que en los males de la sociedad, el del servicio doméstico es perenne, es también urgente que se legislen leyes que las beneficien laboralmente. Que estas mujeres tengan el derecho a un salario justo, de vacaciones pagadas, de los bonos de los que gozan los empleados de cualquier empresa, de los días de enfermedad, del servicio médico. Del horario de entrada y salida con horas extras. Que tengan todos, todos los beneficios laborales. Es lo mínimo que se puede hacer con personas tan importantes en la sociedad. Y es urgente también que deje de existir la explotación infantil, estas niñas y adolescentes no deberían estar trabajando en casas, deberían estar estudiando.

¿Qué sucedería con estas mujeres profesionales el día que quede abolido el trabajo de la servidumbre? ¿Se organizarán en casa con sus familias y ellos mismos limpiarán su propia mierda? Dudo que esto llegue a suceder, porque de la servidumbre se aprovecha el chucho y el coche, ¿ y quién en su sano juicio quiere perder privilegios? Ojalá, algún día, en la memoria familiar y en la memoria colectiva se recuerde quiénes desde las sombras fueron el soporte para el desarrollo de tantas mujeres a través del tiempo.

Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/a255766.html

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El ocio como amor propio y resistencia política

Ilka Oliva Corado

Vivimos diariamente en el trajín de un sistema que nos exprime cada vez más, que nos roba el oxigeno, extorsiona, manipula, violenta y nos controla; es el sistema del capital que tiene como objetivo hacer del ser humano un objeto incapaz de crear, pensar y sentir.
 
Porque quien siente, ama; quien crea, florece; quien ama tiene esperanza, y una humanidad con esperanza es una humanidad que puede cambiar el mundo. Por eso nos quitan lo más preciado que es el tiempo, por eso nos agotan física y emocionalmente para destruirnos, para que con culpa nos autodestruyamos y para que nos marchitemos lentamente hasta extinguir de nuestro ser toda ilusión. Una sociedad en blanco y negro que es incapaz de disfrutar los colores del arcoíris. Y que se ha mecanizado en la explotación económica.
 
Hablar del tiempo de ocio se ha vuelto un atentado contra la moral, hablar de tiempo de relajación nos han hecho memorizar que es costumbre de los haraganes y los vagos. Con el estereotipo vago y haragán en un mundo de autómatas, estos soñadores tienen la libertad que nos quitado a la mayoría. Solo los locos se atreven a desafiar un sistema de opresión como en el que vivimos.
 
Dedicar tiempo a nosotros mismos es un revolución, es la resistencia permanente como acto político, es querernos un poco, es conocer el amor propio, interiorizarnos, consentirnos, cuidarnos: cuidarnos, curarnos y amarnos para poder entregarnos a los demás, solidariamente.
 
El amor propio tiene relación directa con la sensibilidad y con la conciencia política, quien no se ama así mismo es incapaz de amar a otro ser, el amor es medular en la resistencia de la humanidad ante este cataclismo que nos quiere devorar.
 
El tiempo de ocio es sinónimo de cuidar nuestro interior, unos minutos al día dedicados a nosotros mismos, para renovar la energía, para fortalecer el espíritu, para curar heridas emocionales, para ser. No nos dejan ser. Y nosotros estamos permitiendo que nos roben lo que solo le pertenece a la intimidad del alma.
 
Entonces el tiempo de ocio se convierte en una herramienta para resistencia, en el escudo, en un aposento en donde podemos descansar y recobrar ánimo. El tiempo de ocio es tan nuestro, tan personal que es necesario cuidarlo con rigor, con celo, con potestad y no desperdiciarlo en el auto engaño ni en el auto flagelo. La culpa no tiene cabida en nuestro tiempo de ocio.
 
Hacer lo que más nos gusta: ejercicio, meditación, cualquier rama de las artes donde sintamos ese tiempo de ocio como la conexión de nuestro ser externo con nuestro espíritu. Donde sintamos paz.
 
Tenemos derecho absoluto al tiempo de ocio, tenemos la obligación de buscarlo y disfrutarlo, porque lo único que no nos puede quitar este sistema destructor es el amor propio, la creatividad y la esperanza. Y es ésa la resistencia política de la humanidad. Seres que se aman así mismos, que se entregan, que son consientes de lo que hay a su alrededor y son capaces de crear de las cadenas de la esclavitud, un abanico de colores que nos unen en la diversidad, la sensibilidad y la resistencia permanente.
 
La belleza de la quebrada es su forma rocosa y el sonido del agua cuando se desliza sobre ésta, melodía que enamora a las libélulas en invierno; armonía de la naturaleza y los ecosistemas. Un ser humano sin amor propio no puede armonizar con la sociedad, nos necesitamos fortalecidos, para ser esa agua de la quebrada que haga florecer las primaveras.
 
 
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
 
26 de diciembre de 2017, Estados Unidos.
Imagen tomada de: https://pxhere.com/en/photo/10466
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¿Cuándo se unirá la izquierda latinoamericana?

Por: Ilka Oliva Corado
Rebelión
Este momento, este preciso momento que vive Latinoamérica, es la cúspide del neoliberalismo que triunfa sobre la Memoria Histórica. Se ve desde leguas de distancia, es apoteósico. Era previsible, solo era cuestión de tiempo llegar a este punto de incoherencia, porque estamos plagados de generaciones sin memoria y sin identidad.
Y sin afán de acusar o de buscar un culpable así por así, pero sí de llamar a la cosas por su nombre, la izquierda latinoamericana en su divisionismo, -más por ego que por otra cosa- en su machismo, misoginia y patriarcado dejó a la juventud del continente a la deriva. La derecha no perdió el tiempo y tomó el lugar que dejaron vacío y los resultados saltan a la vista aunque no los queramos ver. Y no hay pretexto alguno que tenga cabida en esta realidad.

Lo digo con todas sus letras: es responsabilidad de la izquierda latinoamericana, por su divisionismo interno, por su deslealtad y por su machismo. Un ejemplo reciente es el de Chile, que tenían a Beatriz Sánchez y prefirieron a Guillier que declarándose de centro izquierda no era ni chicha ni limoná. No era opción Guillier para Chile, nunca lo ha sido, pero tampoco lo era Piñera. Los resultados son un presidente neoliberal, misógino y machista tanto como la izquierda que le dio la espalda a Beatriz Sánchez. Tuvieron en la primera vuelta, la opción de resolver la situación de Chile, pero votar por una mujer como Beatriz era como que los colgaran de los coyoles desde la altura de la viga más alta y prefirieron los resultados que estamos viendo.

El panorama político de América Latina es deprimente, no lo podemos negar, es una realidad abrumadora y asfixiante; en democracia la gente está votando por gobiernos que los roban, reprimen, asesinan y desaparecen. Era eso lo que buscaban las oligarquías y los injerencistas aplicando la receta post dictaduras, del Plan Cóndor, los resultados están a favor de ellos.

La izquierda latinoamericana debe reaccionar, dejar ese machismo rancio, dejar ese egocentrismo podrido y buscar la unidad, o hacerse a un lado completamente y no estorbar y dejar que quienes tienen la capacidad, las agallas y el amor a la tierra ocupen su lugar. Porque ya no se trata de protagonismos, se trata de resistencia, de salvar a las juventudes del decaimiento y de recuperar la soberanía de una región que está siendo devorada por las aves de rapiña.

¿Qué es lo que está esperando la izquierda latinoamericana para reaccionar? Ya nos pasó de todo, ¿acaso quieren que se vuelva a repetir? Latinoamérica es rescatable solo si la izquierda latinoamericana se une o se quita de en medio, porque así como está en este momento solo estorba y es afín a la derecha.

Audio: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/12/c2bfcuc3a1ndo-se-unirc3a1-la-izquierda-latinoamericana.m4a

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235561&titular=%BFcu%E1ndo-se-unir%E1-la-izquierda-latinoamericana?-
Imagen: https://lh3.googleusercontent.com/jwvPhLeZz7xoX5uosu6x0VcwVDEW60gZfIbOTarXHvKy6ZM1DSXxD7ETSKLKYCrol2R3=s91
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Escribir

Ilka Oliva Corado

Escribir, escribir, escribir, escribir.

Escribir si llueve, si hace sol, si está nublado, con luz de candil, en el bullicio, en el silencio, en la madrugada, a medio día, en el baño, en el autobús, en la calle, en el encierro del desarraigo.

Escribir en la ebriedad, en la sobriedad, en la agonía, en el llanto, en la pérdida, en el abandono. En la enajenación. En la abundancia. En la adicción. A pesar de las circunstancias, escribir.

Escribir sin vergüenza, en la timidez, en el bochorno, sin miedo, a pesar del temor, sin decoro, en la ansiedad; en la alegría, en la histeria, en el dolor, en la incertidumbre, en el éxtasis. Escribir sin freno, sin delicadeza, con ternura, con cólera, sin prisa, en la premura, en la urgencia, en la soledad, escribir, escribir, escribir.

Escribir en la desnudez, en la culpa, en el desasosiego, en el descampado, en la calidez, en la paranoia, escribir en la insatisfacción, en el cuestionamiento, en la placidez, en el descontento. Escribir, escribir, escribir.

Escribir con sed, en la agonía, con la herida abierta, escribir en carne viva, en la restauración, en el quebranto, como terapia, como compañía, como catarsis, como expresión, como realización. Escribir, escribir, escribir.

Escribir en la desconfianza, en el vacío, como sanación. Escribir sana, escribir cura, fortalece, encausa, satisface, escribir libera. Escribir, escribir, escribir a todas horas, todos los días, como respiración…

Fuente del articculo: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/10/03/escribir/

Fuente de la imagen: https://comohacerpara.com/imgl/03270-escribir-cuento_l.jp

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La patria es ahora

Ilka Oliva Corado

Cuando ganó las elecciones Otto Pérez Molina, pensé que Guatemala había tocado fondo, una sociedad que fue incapaz de enjuiciarlo por los crímenes de lesa humanidad lo estaba llevando a la presidencia, aquello fue una puñalada por la espalda a los familiares de las víctimas y una falta a la Memoria Histórica y a la dignidad, de por sí.

Nos lo tuvimos que calar hasta que a saber ni cómo la justicia empezó a resollar, una justicia vapuleada, mancillada, desaparecida, enterrada en cuanta fosa clandestina existe en la historia guatemalteca. Una mancilla con rostro de niños agonizando por hambruna, de niñas vulneradas en lo más puro de su ser, de campesinos y jornaleros explotados históricamente. De miles de migrantes que en el desarraigo de la diáspora y el sacrificio de las remesas, sueñan con el retorno a la patria que los echó.

Lo imposible sucedió en Guatemala, el genocida Pérez Molina fue presidente. Caímos hondo.

Pensé que habíamos tocado fondo pero por el contrario, el acabose fue que se rajaron a ir a por una Asamblea Nacional Constituyente (porque decir revolución ya son palabras mayores) y en nombre de Dios y el petate del muerto votaron por Jimmy Morales, que era peor que Pérez Molina, por solapar el Genocidio negándolo y el oportunismo de ultrajar una vez más a ese suelo que ha visto correr tanta sangre. Desleal a la patria, a la identidad y afín a la injusticia y a la corrupción. Un personaje dantesco ad hoc a esa parte de la sociedad fanática y manipulable, en nombre del odio y el petate del muerto.

De esa sociedad recalcitrante ya no sorprende nada, es la alfombra por donde desfilan los que hacen de la fe y la doble moral las armas más poderosas para saquear a un pueblo. Ya vimos en lo que resultó el flamante “ni corrupto ni ladrón.” Ya no se puede caer más hondo, llegamos al culo del abismo, es hora que nos saquemos las estacas, nos levantemos y nos pongamos de pie, por dignidad colectiva.  Guatemala necesita una revolución, cortar de raíz con la impunidad, con la corrupción, con el tuétano de la miseria en el país.

El momento es éste, y las revoluciones se pueden hacer de muchas maneras, pero necesitamos cambiar patrones, necesitamos indignarnos de verdad, necesitamos sentir en carne propia el oprobio que viven los más golpeados del sistema. Necesitamos dignificarnos colectivamente. Para cambiar Guatemala no es suficiente ir a gritar los sábados e ir a sonar bacinicas con chinchines dos horas frente al Congreso.

Guatemala no se cambia retuiteando y haciendo reventar las redes sociales con cuanta palabrería sale de la comodidad de estar atrás de una pantalla de computadora o teléfono celular, redes sociales a las que poca parte de la población tiene acceso. Nos convertimos campantes, en revolucionarios de redes sociales, donde no hay mayor esfuerzo que el teclear una oración o un párrafo. Compartir una fotografía o un video. En ese mundo paralelo a la realidad. Y con eso sentimos que ya pusimos nuestra dosis diaria de amor a la patria. La patria, que deambula en cada cargador de bultos, en cada huele pega, en cada niño encerrado en una cárcel porque el Estado lo abandonó.

La patria que llora en cada feminicidio, en cada árbol arrancado, en cada río envenenado. La patria que llora cuando se mutila ecosistemas en nombre de minerías y limpiezas sociales. Cuando se escupe la cultura y se le pisotea, en nombre de convenios y carencias.

Una patria a la que hemos maltratado, una patria que no merecemos. Unos por hacer y otros por solapar.

Celebrar la impunidad, celebrar la corrupción en nombre de religiones y doble moral, nos convierte en igual de corruptos. Ser revolucionarios de redes sociales, tampoco nos dignifica colectivamente. Es pura pantalla nada más. Aquí la pregunta obligatoria es, ¿14 millones de guatemaltecos se van a dejar majear por 105 diputados y una clica criminal que se cubre cada vez que puede, con el petate del muerto?

Es ahora, la patria es ahora. Guatemala se merece reverdecer.

Fuente del articulo: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/09/13/la-patria-es-ahora/

Fuente de la imagen: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/09/21731579_1698361696841883_7674523669635408153_o.jpg?w=166&h=289

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El día que supe que no era pobre

Por: Ilka Olivia Corado

Eran los primeros días de la década del noventa y Ciudad Peronia comenzaba a llenarse de champas, de gente que llegaba de otros arrabales y del occidente del país a invadir el sector al que ahora se le conoce como El Mirador. Aquellos eran montarrales, calles de talpetate y un mercado al aire libre, un tierrero donde los vendedores tiraban costales y cajas de cartón para que sirviera de mesa para poner sus ventas.

Una parada de buses con dos o tres ruleteros, una gran planada a la orilla del basurero del barranco del mercado, a la que con el tiempo convirtieron a punta de pelotazos en el campo de fútbol del arrabal. Ciudad Peronia era el rostro vivo de la miseria y el olvido. Colindaba con la aldea La Selva y el Calvario, más arriba al pie de las montañas verde botella se instaló una base militar, soldados en su mayoría del occidente del país, que apenas hablaban español, niños juguetones a los que nunca les tuvimos miedo. Niños a los que con los años les íbamos a vender helados, pupusas de chicharrón, atoles y choco bananos y nos pagaban a fin de mes.

Para esos años comenzamos a vender helados en el mercado, en las escuelas, en las aldeas, en el destacamento, en donde fuera. Apenas teníamos para comer, tortilla con sal y caldo de frijoles toda la semana, los frijoles no se tocaban porque había que hervirlos y echarles agua para el siguiente día.

Los días de suerte, mi papá llegaba con un poco de dinero extra y me iba con él a La Terminal a comprar vísceras de vaca, el caldo de patas era el manjar de aquellos años. Pero eran rarezas, sucedía de cuando en cuando.
Nuestra casa era un cajón de block, con un cancel de tela dividíamos nuestro cuarto de la cocina. En una cama de metal que tenía un pata coja, dormíamos los 4 hijos de la Lila y el Guayo, para las 3 de la madrugada cuando nos levantábamos a hacer el oficio de la casa y a preparar la venta, ya nos habían mojado las sábanas y la ropa de orines los cumes. Las puertas y las ventanas las cubríamos con pedazos de cartón.

El suelo era de talpetate donde caminaban cabras, gallinas, patos, perros, ahí mismo gateaban los cumes. Una mesa de pino y una estufa de mesa de tres hornillas eran todo lo que teníamos en la cocina. Dos o tres trastos. Afuera un medio tonel servía de polletón, donde mi mamá echaba las tortillas y nos comenzaba a enseñar a tortear. Que cuando nos salían las tortillas en forma caites (decía mi Nanoj) las sacaba del comal a medio cocer y las volvía a echar en la masa para que las volviéramos a hacer hasta que salieran como ella quería. Como tortillas y como todo nuestra cara (decía mi Nanoj).

Los cumes recién nacidos parecían pollitos pelucos, blancos como la leche, nos íbamos a la aldea a las cuatro de la mañana a comprarles un litro de leche de vaca, recién ordeñada, solo para ellos, no alcanzaba para nadie más.
Una tarde llegó un bus con gente que decía que llegaba por parte del gobierno y que teníamos que ir a una casa en la calle Usumacinta a registrarnos para que nos dieran comida, productos de la canasta básica. Nosotras sin avisarle a mi Nanoj, agarramos camino para el lugar y nos inscribimos, dijimos cuántos miembros habíamos en la familia y de qué trabaja mi papá, la comida la daban racionada dependiendo los miembros de la familia y si trabajan los papás o solo uno.

Aquella tarde llegamos a la casa emocionadas, con una bolsa de maíz amarillo, una lata de jamón, una lata de queso amarillo y una bolsa de leche en polvo, cuando mi mamá nos vio llegar con nuestras once ovejas, nos preguntó de dónde habíamos sacado todo eso, le explicamos emocionadas; y mi mamá enfureció tanto que al típico estilo de Jutiapa, agarró el palo de la escoba y nos gritó: ¡Hijas de la gran puta, ustedes no son pobres, no tienen necesidad, tienen trabajo, hay gente que de verdad lo necesita! ¡Ya se me van a devolver esa comida si no quieren que las muela a palos!

Sin tiempo para reaccionar zampamos la carrera de regreso y en un santiamén ya estábamos en el lugar devolviendo la comida. Aquella ración nos la iban a dar una vez al mes, pero ahí mismo hicimos que nos borraran de la lista. Eran colas y colas de gente que recién invadía, esperando que les dieran los alimentos.
Aquella tarde, yo supe que la carencia en la que vivíamos no era pobreza, era solo escasez, que había gente viviendo en la miseria, gente realmente necesitada de aquellas bolsas de alimentos.
Y lo aprendí de niña, mi Nanoj me lo enseñó con el palo de la escoba en la mano. Me enseñó a ver a mi alrededor. Nunca lo he olvidado.

Audio: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/08/el-dc3ada-que-supe-que-no-era-pobre.m4a
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/08/05/el-dia-que-supe-que-no-era-pobre/
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230295&titular=el-d%EDa-que-supe-que-no-era-pobre-

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Generaciones vencidas

Por: Ilka Oliva Corado

América Latina, con sus multicolores, su fecundidad, sus Pueblos Originarios y sus mártires, es una tierra de contradicciones, entre éstas las generaciones vencidas; acomodadas en la sombra del descaro, el oportunismo y la indolencia. Generaciones que se niegan a una identidad propia y que pisotean todo rastro de memoria y dignidad.
Generaciones ineptas, adormecidas, incapaces de valerse por sí mismas. Incapaces de atreverse a crear, a cuestionar, a formular un análisis propio, que se acostumbraron a copiar y pegar; a esconderse atrás de las palabras y acciones de otras personas porque hacerlo no exige responsabilidad alguna por los actos propios. Son pues, las marionetas con las que se burla un sistema de dominación, que cada vez se cimienta más sobre la raíz inerte de los que olvidan con facilidad, porque viven flotando en una burbuja de indolencia e individualismo.

Incapaces de evidenciar y transformar políticamente el tiempo en el que les ha tocado vivir, estas generaciones se convierten en los escalones sólidos por donde trepan las clicas criminales que nos gobiernan.

Para no tomar compromiso se hamaquean en frases que repiten con fervor profundo de mojigatos en procesión de Semana Santa y, recitan pretextos con la seriedad de los cobardes. Generaciones que hacen de la poesía el peor de los ultrajes. Porque fácil es pretender no entender, carecer de conocimiento, jugar a ignorar; porque fácil es vivir de las explotación de otros.

Porque pensar por sí mismo es toda una revolución, porque expresar el pensamiento propio es una afrenta al sistema, porque analizar no es lo mismo que copiar y pegar; porque cuestionar lo que es injusto requiere sangre en las venas, porque actuar contra el abuso no es cosa de pusilánimes. Porque se pone en juego la comodidad, los favores, los contactos y los beneficios obtenidos del silencio y el encubrimiento. De la deslealtad.

Una América Latina fragmentada y mancillada por generaciones de apocados que se dejaron marcar el camino, que fueron incapaces de explorar, que se dejaron enclaustrar en un mundo de apariencias, corrupción, sobornos, abuso, asalto y consumismo. Generaciones que se negaron a sí mismas la oportunidad de diferir y la responsabilidad de objetar. Que se dejan arrastrar por una corriente de aguas negras que las deja pestilentes a sumisión.
Tan vencidas que son incapaces de reconocer y por el contrario mancillan la memoria de tantos que a lo largo de la historia les arrancaron la vida como pago por el sueño de una tierra libre y fecunda. Tan vencidas que prefieren aparentar no ver, porque observar obliga a cuestionar, a denunciar y a exigir. Tan vencidas que han tenido la capacidad de agachar la mirada o voltear a otro lado: cuando el abusador golpea, asesina y desaparece a quienes con agallas y amor han levantado la voz por los oprimidos.

Generaciones que jamás hicieron un intento por recuperar su identidad, su dignidad y su libertad. Que están tan vencidas que seguirán recibiendo migajas y creyendo todo lo que les digan quienes fabrican el sistema de dominio actual, es la verdad absoluta y la aprenderán como un hábito y un patrón que seguirán pasando a las siguientes generaciones. Haciendo de América Latina la tierra perfecta para la mancilla y la desmemoria. Mientras son cómplices y responsables de la opresión a sus pueblos, estas generaciones ignoran o pretenden ignorar que ellas también fueron mutiladas y que han perdido mucho más, porque sin dignidad la vida es un bagazo.

¿Son recuperables estas generaciones? Sí. Pero, es apostarle al delirio y se necesitan agallas de locos soñadores para recuperar la semilla y que germine.

En la locura no cabe la idea de que una golondrina no hace verano. En la resistencia habita el verde esperanza.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229624&titular=generaciones-vencidas-

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