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Cristina y su terquedad de yegua

Por: Ilka Olivia Corado

Modestia aparte, Cristina además de mujer es yegua y morocha, (como dicen los argentinos) vaya que ya quisieran muchas ser yeguas como ella. En mi pueblo, que queda en el oriente de Guatemala y que colinda con El Salvador, árido como él solo, en aquellos cerros yermos, es común que uno al referirse a una mujer diga yegua o potranca, nadie se ofende, porque no se dice para ofender, es un halago y una afirmación. Son honores que solo la gente de pueblo agradecemos. Pero claro, uno tiene que convivir con los animalitos (que son nuestra familia) para entender el contexto, nadie de la capital lo entendería. Porque nadie que no ha convivido con ellos conoce su naturaleza. La mujeres en esencia somos muy parecidas a las yeguas.

Entonces a mí me dicen que Cristina es una yegua y yo lo afirmo y lo aplaudo, ¡qué yegua! Repito, ya quisieran muchas… Una yegua que cautiva, Cristina tiene ese poder de convocatoria impresionante, sus palabras deslumbran y convencen, porque tienen la fuerza de las manadas de potrancas salvajes que galopan libres en los montes. No hay tranca que las detenga, ni abismo, ni tormenta que las asuste. Porque son yeguas, ni más ni menos.

Me enamoré de la política suramericana gracias a Cristina y Evita, ambas me hacen sentir argentina, porque soy una más de los descamisados de Evita y una paria de los arrabales más inhóspitos.

Cristina demostró con hechos que “la patria es el otro”. Porque de la oratoria a la acción con ella no hay diferencia, palabra que dice la cumple y eso en política es algo extinto. Dijo que siempre estaría y lo cumplió, no se fue, ha permanecido, está ahí, al frente con un objetivo: reconstruir de nuevo a Argentina. Y lo hará, de los escombros la volverá a levantar porque ya lo hizo una vez. Y porque es necia como las yeguas.

Cristina es ese tipo de persona que no se rinde y que incita a otros a no hacerlo, a no doblar las manos, ella impulsa, es generadora de energía, es una luciérnaga en medio de la oscurana. Tiempos difíciles se viven en Argentina y ella sigue convocando a multitudes con su sola presencia. Para muchos debió estar vencida, olvidada, pero al contrario, ella es una institución, un río crecido, es una flor, siempre fresca y deslumbrante como los girasoles de verano al mediodía; de pie, siempre viendo de frente al sol.

¿Qué tiene Cristina que la siguen multitudes? Esencia y transparencia. Un ser sin alma es como una tormenta que se quedó estéril, en el amago de una pasada de nube. Es un frijolar lejos del pie del milpal: que crece débil y marchito. Cristina es una montaña reverdeciente en los primeros días de primavera. Cistina es el canto del jilguero en patio de casa de pueblo.

¿Qué tiene Cristina que la siguen multitudes? Nada especial, es humana. Y porque amor con amor se paga. La veremos nuevamente de presidenta, reescribiendo la historia de Argentina, para orgullo de las mujeres y las yeguas, y perdón por el ego, pero modestia aparte, para orgullo de las morochas.

Audio​: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/06/cristina-y-su-terquedad-de-yegua.m4a
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/06/23/cristina-y-su-terquedad-de-yegua/

FUENTE: www.rebelionor.g/noticia.php?id=228342&titular=cristina-y-su-terquedad-de-yegua-

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Reestructuración del Plan Cóndor en Latinoamérica

Por: Ilka Olivia Corado

No importa quién sea el presidente de turno, el sistema capitalista es el mismo. Con cada cambio de administración se producen reajustes, que vienen de la mano de los egos personales de cada presidente, pero el Plan Cóndor es el mismo, no se mueve de lugar, está instalado de forma permanente. Lo que se producen son reajustes de acuerdo al tablero político del neoliberalismo y del progresismo en la región.

Las actividades de Trump en los últimos días referente a la política de Latinoamérica y Cuba, en específico, ya las hemos vivido antes, lo que sucede es que cada representante del capitalismo quiere marcar su terreno y que su nombre quede impreso en la historia. Es por esa razón que Obama fue a Cuba, a tomarse la foto del recuerdo, mientras firmaba el decreto que dice que Venezuela es peligro para la política interna de Estados Unidos, e intentaba innumerables golpes de Estado a Cristina, Dilma, Evo y Correa, e implementaba el Plan Frontera Sur y el Maya Chortí entre México y Honduras, mismos que militarizaron la región y criminalizan a los migrantes indocumentados en tránsito.

Mientras reafirmaba el Plan Colombia y el Plan Mérida, entonces, ¿quién le iba a creer que de verdad quería estrechar relaciones con Cuba? Además, con un bloqueo económico de tal magnitud. Él quería solamente la foto del recuerdo para entrar a la historia mundial y que su nombre permaneciera ahí por los siglos de los siglos, como el negro (de balde) que intentó un acertamiento. Obama llevó a cabo el golpe de Estado en Brasil, Honduras y Paraguay, ¿cuáles ganas de estrechar lazos con Cuba?

Las palabras de Trump no nos amedrentan, la fuerza de Cuba radica en su pueblo, y cuando un pueblo tiene conciencia y dignidad, no hay capitalismo que logre ponerlo de rodillas. Vendrán docenas de Trumps y pasarán de largo, como ya han pasado otros, y Cuba permanecerá, porque Cuba es Fidel, Fidel se hizo pueblo. Eso aún no lo entienden quienes no tienen idea de lo que significa la dignidad, el agradecimiento y la libertad.

La aplicación del Plan Colombia en el Triángulo Norte de Centroamérica como lo anunció la administración Trump, no es novedad, eso viene desde que se firmó La Paz. Si se llegara a firmar La Paz en Colombia, sería el mismo paisaje, salvo que el pueblo colombiano dispusiera otra cosa y luchara a brazo partido por liberarse, de ahí La Paz quedaría solamente en el papel.

Cada tanto al Plan Cóndor le dan su aceitada y una buena sacudida para desempolvarlo y para pretender intimidar a los pueblos en desarrollo y para seguir oprimiendo a los que se dejaron doblegar. El enemigo principal de Latinoamérica no es Estados Unidos, son sus hijos traidores, las oligarquías vendidas que toman como patria al dinero y al poder, porque entonces, ¿quién se explica por qué con tanto intento no ha podido vencer a Cuba? ¿Por qué no logró desaparecer a la Revolución Ciudadana en Ecuador? ¿Por qué no ha logrado darle golpe de Estado a Evo? ¿Por qué a pesar de tanto dinero invertido en manipulación mediática y pago de guarimberos, no ha podido derrocar a Maduro? ¿Por qué no ha podido sacar a Cristina, Lugo, Lula y Dilma de la lucha política en sus países?

En cambio vemos presidentes de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, extendiendo las manos para recibir la limosna (del Plan para la Prosperidad, copia del Plan Colombia y el Plan Mérida) por tener la apocamiento de oprimir a su pueblo. Descaro del presidente de El Salvador, hablar grandezas de Cuba y de Venezuela, y a la vez ponerse de rodillas ante Estados Unidos; indigno, nunca mereció ir a rendirle tributo a Fidel, no merece la dignidad de los campesinos ni de los arrabales salvadoreños. Y no merece la grandeza de hacerse llamar rojo y revolucionario.

No es Estados Unidos, son los pueblos y los líderes mediocres, sino miremos a Randazzo en Argentina y a los peronistas que le voltearon la espalda a Cristina y no votaron en elecciones, y tienen enorme responsabilidad en que ahora gobierne Macri y se lleve entre las patas a los Derechos Humanos.

Aquí no tenemos que voltear hacia fuera, aquí tenemos que solucionar la política interna de Latinoamérica, si Latinoamérica logra la unidad tan soñada, ni Estados Unidos ni ningún otro logrará siquiera acercarse para observar la grandeza de un continente que ha logrado liberarse de sus propias cadenas.

Para eso se necesita arrojo, es por eso que no cualquiera se puede hacer llamar a sí mismo, rojo ni revolucionario, porque son palabras mayores, y las palabras se las lleva el viento, la Patria Grande necesita acciones.

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/06/17/reestructuracion-del-plan-condor-en-latinoamerica/

​Audio: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/06/la-reestructuracic3b3n-del-plan-cc3b3ndor.m4a

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228068

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Mi encuentro con el Che

Por Ilka Oliva Corado
Tenía 16 años cuando escuché por primera vez hablar de Ernesto “Che” Guevara, yo estudiaba magisterio de Educación Física y el R, que me doblaba la edad, egresado de la misma escuela, trabajaba en la Dirección General de Educación Física, que quedaba a un costado de la escuela, éramos amigos, éramos amigos porque yo no aceptaba ser su novia, pero él siempre estaba ahí, como pretendiente de planta,   me acompañaba por las tardes a la parada de autobús en la 4ta. Avenida y 18 calle de la zona 1, en la capital guatemalteca. Nos íbamos desde la 12 avenida, por toda la 18 calle y él aprovechaba para hablarme de guerrillas, trova y revoluciones.
 
Yo no entendía nada, no sabía qué era la trova, porque crecí escuchando música de los Tigres del Norte, Los Alegres de Terán, Ramón Ayala, Las Jilguerillas, Chelo Silva, música ranchera, mexicana. Y de lectura no tenía nada. Conocimiento general tampoco pues pertenezco a la generación de la desmemoria. El R, en una de las tantas tardes me contó de un tal “Che” pero yo no le presté mucha atención, mi cabeza estaba en otro lado, preocupada por ajustar para los pasajes para ir a estudiar, entonces lo que me decía entraba por un oído y salía por otro. Por lo general era así, yo arreciaba el paso y él caminaba lento, relajado, yo sabía que si no cruzaba la 18 calle en 5 minutos no lograba tomar el autobús de regreso a Ciudad Peronia. Sus palabras se perdían entre el bullicio de las ventas callejeras.
 
Una tarde mientras comíamos pizza en la 18 calle, hizo un dibujo de la fotografía icónica del Che, yo observaba por las ventanas al tumulto de gente que caminaba por entre las ventas y él con su lapicero dibujando de memoria el rostro del Che. Siempre lo dibujaba, en cualquier papel, y escriba frases suyas en libretas. Pasaron los años y nos dejamos de ver, yo no volví a escuchar de revolucionarios, ni de trova ni de nada, o tal vez sí, en la universidad pero la pasé de madrugada, ya no era la pena de los pasajes, sino del tiempo entre el trabajo, la universidad y los entrenos en el arbitraje.
 
8 años después de aquella primera conversación con el R, emigré. Llegué a Estados Unidos, y la depresión post frontera me consumió y me enmudeció durante años, agonizante comencé a escribir poesía, con el tiempo vinieron los relatos, todos hablaban de mi nostalgia por Guatemala, y de pronto mi blog se llenó de lectores de todas partes del mundo que se reflejaban en mi agonía por mi país de origen. Me llovían las felicitaciones, las cartas de lectores que me declaraban su amor, me escribían periodistas, intelectuales, pintores, poetas, escritores, diputados, yo solo escribía entonces relatos y poesía, experiencias como migrante y me desangraba cuando hablaba de mi melancolía por Guatemala.
 
Mi letra fue tomando su propio camino y fueron naciendo los artículos de opinión, siempre sobre experiencias y remembranzas, nada político. Mi blog creció increíblemente. El R, me había dicho que un día yo iba a conocer al Che y que no iba a poder escapar, porque ese día estaba en mi camino. En el 2013, me fui con mi cámara fotográfica a cubrir la manifestación del Primero de Mayo, en Chicago, quería documentar y ver de qué se trataba, nunca había asistido a una.
 
Ahí me di cuenta de la falsedad de líderes comunitarios, de gente arribista que se jacta de ser de izquierda, roja y revolucionaria, también de la resistencia de muchos jóvenes y de la consecuencia política de muchos mayores que apenas caminaban por la edad y el cansancio pero iban ahí, inmensidad de banderas, de varios países, de organizaciones políticas, ambientalistas y humanitarias, de la comunidad LGBTI, y allá a lo lejos sobresalía una, roja, que la ondeaba un patojo alto, canilludo, que no pasaba de los 18 años; llevaba puesto un sombrero al estilo Pancho Villa, y una playera negra con el rostro de Emiliano Zapata.
 
Caminé entre la multitud buscando la bandera, la manifestación avanzaba rodeada de policías que iban a pie, en bicicleta, en motos, en patrullas y a caballo. La bandera, la bandera, pensaba, ¿en dónde está la bandera? Allá a lo lejos la volví a ver, aceleré el paso, el lente de la cámara no alcanza distancias largas, trataba de tomar la foto pero no lo lograba, el corazón me latía a mil, la voz del R me revoloteaba en los sentidos, la imagen suya dibujando el rostro del Che, su voz perdida entre el bullicio de la 18 calle. La trova, los guerrilleros y las revoluciones. El R, su voz contándome del Che, la multitud, las banderas, los policías y el corazón palpitándome a mil. Quería llorar de emoción, de alegría, el Che, el tiempo era preciso, el momento había llegado, tenía al patojo y a la bandera justo frente a mí, le tomé la fotografía y le pedí que me dejara ondearla en lo alto de los cielos. Entonces él agarró mi cámara y me tomó la fotografía que después de publicaba crearía en mi blog, provocaría el rompimiento definitivo de muchos de mis lectores.
 
Yo estaba feliz, tenía en mis manos la bandera con el rostro del Che, la misma icónica que había dibujado el R en aquel restaurante cuando yo tenía 16 años. El momento estaba ahí y lo estaba viviendo en Estados Unidos. Mi encuentro con el Che no fue en Latinoamérica, fue en el norte del continente.
 
Emocionada, al día siguiente publiqué en mi blog las fotografías y una reseña breve y la fotografía mía con la bandera del Che. Por poco colapsó mi dirección de correo electrónico, los lectores que antes me escribían cartas de amor, me insultaban, me llamaban asesina, fanática, traidora, hija de puta (hijos de putas somos todos), vendida.
 
Mi blog se llenó de insultos y aquellos periodistas, poetas, pintores, intelectuales que me vanagloriaban con su lisonja, que decían que era una poeta y escritora consagrada, salida de no sé dónde, se tornaron en enemigos de muerte, por mi texto y la fotografía del Che. Lo mismo sucedió con gente de izquierda en Estados Unidos y Latinoamérica, que tenían puestos en el gobierno de sus países a costillas de los mártires de la Patria Grande, me trataron de fanática, de no analizar, de no usar el cerebro, de dejarme manipular, que el Che era un asesino, (esa gente de izquierda que hoy en día apoya la invasión de Estados Unidos en Venezuela).
 
Y fue ahí cuando comencé a escribir artículos de opinión, sobre política Latinoamericana. Finalmente tomé el espacio que había estado esperándome desde que tenía 16 años. Y reafirmé mi convicción por la ideología que inmortalizó a los héroes y heroínas de la Patria Grande. No podía ser de otra manera. La foto con el Che, solo alejó de mi blog a los camaleónicos y labiosos que bailan al son que les toquen.
 
De ahí pal real…
 
Yo, Ilka Ibonette Oliva Corado, paria y vendedora de mercado, celebro la vida, la lucha y la dignidad de Ernesto “Che” Guevara, ¡viva por siempre! Y quien no le guste que se vista y que se vaya.
Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
14 de junio de 2017, Estados Unidos.
Texto enviado a la redacción OVE por su autora
Imagen tomada de: http://www.buzzhunt.co.uk/wp-content/2013/08/Che-Guevara-mural.jpg
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Paria

Por: Ilka Olivia Corado

De niña recuerdo que después de vender helados en el mercado los fines de semana, regresaba a la casa al filo de las dos de la tarde, (entre semana a las 12:30 porque a la 1 entraba a estudiar) y agarrábamos camino con mis amigos, costal en la mano cada uno, a recoger basura de casa en casa para irla a tirar al barranco, nos pagaban 25 centavos por costal.

Con mi hielera al hombro corría atrás de los autobuses suplicándoles a los pilotos que me dejaran subir, para vender mis helados, al pedalazo me subía y me bajaba porque nunca detenían la camioneta completamente.

Corríamos a escondernos del cobrador del mercado porque todos los días quería tirarnos los helados a la basura, estorbábamos en el corredor.

Nos juntábamos a las 3 de la mañana en la esquina de la cantina Las Galaxias, para agarrar camino hacia La Fresera, finca que quedaba a las orillas de la aldea Zorzoyá, en San Lucas Sacatepéquez, caminábamos 20 kilómetros de ida y 20 ed regreso, entre las montañas verde botella. Allá éramos jornaleros y trabajábamos de sol a sol en el corte de fresas. Yo tenía 8 años entonces.

Un día dijo mi mamá que sería buena idea ir a vender pupusas, helados y atoles y así lo hicimos. Mi papá y mi mamá con su hielera cada uno y las dos hijas mayores con la nuestra, dejábamos todo fiado para cobrar a fin de mes. Aquellos guindos y aquellas arboledas, fueron testigos de nuestro cansancio físico de nuestra ilusión.

Cuando llegaba fin de mes y no tenía para pagar la colegiatura, en la aborrotería de la esquina del bulevar central y la calle Eúfrates, pedía fiado un doble litro de Coca Cola, mientras ofrecía los helados en el mercado, hacía papelitos con números y me iba de puesto en puesto, a ofrecerles a los vendedores los números para la rifa de un doble litro de gaseosa; a veces a diez centavos y otras a veinticinco. Gastaba Q2.50 y me quedaban Q2.50 y cuando tenía suerte Q5.00.

Para las navidades hacía adornos navideños, con el papel celofán, manila y crepe que pedía fiado en la miscelánea de Juan, otro vendedor del mercado. Los hacía por las noches después de haber acabo del oficio en la casa, a la mañana siguiente los llevaba a vender al mercado, a cincuenta centavos, un quetzal y ahí iba juntando para mi inscripción, el uniforme, para los zapatos o los útiles. Copiaba los diseños de los adornos que miraba en al televisión en los anuncios de Navidad.

Por las tardes al filo del anochecer íbamos a vencer pupusas de chicharrón y atol, al destacamento militar, caminábamos cinco kilómetros, de ida y cinco de vuelta. Más de una vez trabajé de ayudante de albañil y de ayudante de zapatero.

Cuando mi papá era piloto de autobús y no tenía ayudante, me llevaba a mí, yo era la cobradora, la que subía los quintales en el hombro, a la parrilla. Y me colgaba de la puerta de la camioneta, columpiándome y gritando, ¡Terrazas, Ciudad Peronia, La Fuente! Eso fue en mi adolescencia.

Cuando estudié magisterio, a las cinco de la mañana les pedía prestados cinco quetzales, a mis tías o a las vecinas, para el pasaje y para comprar naranjas en el mercado La Placita, a la hora del recreo las vendía peladas, con pepita y sal, a las 9 de la noche iba a devolver el dinero que me habían prestado en la madrugada.

Mi infancia y adolescencia me la pasé con una mudada y un par de zapatos. De los sostenes supe hasta cuando ya tenía zarazas las tetas. De las toallas sanitarias hasta que tuvimos dinero para comprarlas. El desodorante y la pasta dental eran lujos de dos veces el año. Usábamos limón como desodorante y sal y ceniza para cepillarnos los dientes.
Dormíamos las cuatro crías en una cama de metal con la pata coja, un poncho de Totonicapán y una sábana de Tierra Fría nos cubrían de sereno de la madrugada que goteaba de la lámina. Un pedazo de tela, como cancel nos separaba del cuarto de mis papás, de la sala y la cocina, que eran uno solo en aquella casa de mi infancia.
Las ventanas las tuvimos de cartón, cajas que nos regalaban en el mercado, cuando no estaba construido y los vendedores ponían sobre unos costales sus ventas, sobre el suelo. El piso de talpetate por donde caminaban gallinas, cabras, patos, perros y de cuando en cuando los marranos.

Cuando emigré, el primer día de trabajo me caí por las gradas del sótano de una mansión de judíos, me enredé con el cable de la aspiradora, en mi vida había visto una animala de esas, desperté tirada en el suelo, empapada de cloro; el bote que llevaba en la mano se destapó con la caída y me manchó la ropa, una mudada que con gran esfuerzo habíamos comprado en una tienda de ropa usada, porque a Estados Unidos llegué con lo puesto. Estaba ahí tirada al final de las gradas alfombradas, rodeada de gente a la que veía borrosa y que me hablaba y yo no entendía lo que me decían, yo no entendía ni el saludo en inglés y mucho menos lo hablaba. Así fue mi bienvenida al trabajo del servicio doméstico.

Yo no olvido, las tantas veces que el cobrador del mercado nos perseguía, para tirarnos los helados. Ni las innumerables ocasiones que corrí atrás de los autobuses y las tantas que me caí intentando ganarme el sustento. No olvido las tantas veces que me discriminaron, por negra, por paria, por arrabalera, por vendedora de mercado. No olvido el olor de la basura que cargaba en mis hombros de niña, en camino al barranco. Ni las tantas veces que el cansancio nos venció a media montaña en camino a La Fresera. Ni los insultos del caporal, ni la explotación laboral que nos hacía el dueño de la finca. No olvido las tantas veces que no nos pagó la medida en su peso cabal.

No olvido las tardes en camino al destacamento, entre las hortalizas y el musgo blanco de los cipreses del caminón, el dolor de la espalda por el peso del atol, de los plátanos fritos, de las pupusas de chicharrón, los chocobananos y los helados.

No olvido las veces que pedí fiado para comer, ni las veces que toqué puertas ajenas en la madrugada para pedir prestado para ir a estudiar.

No olvido la frustración, el cansancio, el dolor, la rabia, la amargura, la miseria, la exclusión que me viví.
No olvido los sueños rotos, las puertas cerradas en mi nariz, no olvido las tantas veces que me gritaron negra percudida, por mi color de piel. Ni las tantas que el agua del invierno entró por la suela de mis zapatos. Ni las calcetas remendadas, ni las tripas chirriando de hambre, nuestra escases. No lo olvido.

Como no olvido a quienes parias como yo, compraron los numeritos de las rifas del doble litro de Coca Cola, ni a los vendedores de la abarrotería que me los dieron fiados. Ni a los vendedores de mercado que escondían las hieleras cuando el cobraror nos buscaba. Ni a los soldados rasos que nos compraban en el destacamento y nos acompañaban en la noche, en el caminón para cuidar que no nos pasara nada.

Yo no olvido, de dónde vengo, yo no olvido de qué estoy hecha. ¿Por qué entonces debería negar que soy paria? ¿Por qué bebería negar mi memoria? ¿Olvidar a quienes parias como yo me metieron el hombro para que yo estudiara y saliera del corredor del mercado? A los pilotos de autobús me dejaban subir a vender mis helados. A los jornaleros de La Fresera que compraban lo que llevábamos a vender. ¿Por qué ahora debería fanfarronear con que soy escritora y poeta? ¿Por qué ahora debería olvidar a quienes me vieron cuando fui completamente invisible para la sociedad?

¿Por qué ahora descaradamente me podría etiquetas que no me corresponden? ¿Por el nombre de otros? ¿Por la luz de otros? En la invisibilidad de la miseria y la exclusión, también hay vida, sueños, luchas, solidaridad. Y es ahí a donde yo pertenezco.

Y cuando digo paria, reafirmo mi herencia milenaria, mi memoria y mi identidad. Reafirmo que soy vendedora de mercado. ¿Por qué tendría que negar la dignidad de los excluidos de todos los tiempos? A ellos mi letra, mi vida y mi poesía. Lo demás son babosadas.

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227844&titular=paria-

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Latinoamérica: Resistir, resistir, resistir

Por: Ilka Oliva Corado

Hubiera resultado tan fácil que Cristina al siguiente día de terminado su mandato presidencial en Argentina, agarrara sus tiliches y se largara al extranjero; total que había cumplido lo que le correspondía como jefa de gobierno. Lo mismo hubiera hecho Dilma cuando le dieron el golpe de Estado, lo más fácil: largarse y no voltear atrás. Pero se quedaron y no para estar de brazos cruzados, lo mismo que Lula que no ha parado un día.
Ejemplos claros de convicción y de la responsabilidad histórica como seres políticos en un tiempo en el que la mayoría dobla las manos. Es medular, la conciencia política no se aprende, nace la conciencia del día a día cuando uno se pone en los zapatos del otro.

El ejemplo de Venezuela, en medio de una crisis política constante, porque esto es de todos los días, desde que llegó Chávez al poder; Maduro en lugar de renunciar y largarse, sorprendió con una Asamblea Nacional Constituyente que a muchos los dejó desculados. Cosa que exigen los pueblos de América Latina a los gobiernos neoliberales que los reprimen. Jamás se verá a un presidente de corte neoliberal, llamar a una Asamblea Nacional Constituyente. Y mucho menos obrera y feminista como lo dijo el mismo Maduro. Palabras poderosas que abren una brecha en materia de derechos de género.

Un ejemplo vital de resistencia es el pueblo ecuatoriano que votó de nuevo en apoyo a la Revolución Ciudadana, respaldando con esto el proceso iniciado por Rafael. Un ejemplo de lucidez, de agradecimiento y de fuerza colectiva, porque esto lo que dice al mundo es que Ecuador está dispuesto a defender lo que tanto trabajo le ha costado reconstruir. Recordemos que somos pueblos mancillados milenariamente y que hablar de progresismo y llevarlo a la acción es una obra titánica. Más difícil aún es lograr su permanencia. Ecuador con esto nos dictó cátedra.

Bolivia con su presidente indígena sigue afrontando el estigma milenario del racismo y abriendo paso al respeto y admiración por la resistencia de los Pueblos Originarios. Mucho debemos aprender de este triunfo histórico de la identidad sobre la exclusión. Nos han enseñado a avergonzarnos de lo que somos milenariamente y con esto nos han debilitado como latinoamericanos hermanos.

Cada vez que un pueblo elige a un presidente de corte neoliberal, perdemos todos. Perdemos en materia de Derechos Humanos, justicia, educación y salud, perdemos en identidad y progreso. Porque un sistema neoliberal lo único que lleva a los pueblos es la destrucción total y con esto la represión, el hambre y las migraciones forzadas.
Cada vez que los medios de comunicación nos digan que en Venezuela hay dictadura y que Maduro es el opresor, pensemos en México, en Guatemala, El Salvador y Honduras. Palpemos la realidad de Panamá, Chile y Colombia, la tragedia de Perú y Paraguay. Países a los que las dictaduras capitalistas han dejado en los puros huesos, sin moral, identidad y dignidad. Entonces tengamos la capacidad y la responsabilidad de analizar las distintas realidades para tomar nuestro lugar en la historia y lo que nos corresponde políticamente desde nuestros lugares. Cuando nos digan que el progresismo es populista, creámoslo porque lo es, el progresismo es pueblo.

Cuando nos digan que Venezuela necesita inmediatamente ayuda extranjera y que por eso Estados Unidos invadirá para salvar a ese pueblo, pensemos en lo que ha quedado en América Latina de esas invasiones estadounidenses. Venezuela no necesita ser salvada, se vale por sí misma, cosa que no han logrado la mayoría de países latinoamericanos.

Cuando nos bombardeen con noticias falsas sobre Venezuela, olfateemos la urgencia por convencernos de lo que nos venden. ¿Quiénes saldrán beneficiados con una invasión? ¿El pueblo o las oligarquías? No tenemos que ser revolucionarios, ni de izquierda ni ser afines a Maduro para defender la soberanía de Venezuela, solo hay que tener sentido común y dos dedos de frente.

Vayamos un poquito más allá y dejemos la pereza, busquemos en el mapa a Argentina, realidad próxima de lo que es capaz de hacer el neoliberalismo cuando el pueblo vota equivocadamente. Cuando no tiene una ideología política bien definida y cuando es mal agradecido. Ahora busquemos a Brasil y veamos el retroceso de 30 años que Temer ha hecho desde el golpe de Estado a la fecha.

Veámonos ahora frente al espejo, nuestro país, ¿cómo está nuestro país en materia de Derechos Humanos, educación, salud, infraestructura, medio ambiente? ¿Quiénes nos gobiernan?

El progresismo no es la receta perfecta, no existe la receta perfecta. El cambio lo hacemos todos, cuando creamos políticas de inclusión y para eso debemos escoger muy bien a quién colocamos en el gobierno. No esperemos que los presidentes progresistas borren más de 500 años de opresión, desfalcos y genocidios. Ellos son parte de la reconstrucción de lo que nos dejaron, pero no lo pueden hacer todo solos, curar herida llevará décadas y algunas son incurables, forman parte de nuestra Memoria Histórica y colectiva para que no se vuelvan a repetir.
Cosa contraria ofrecen los gobiernos neoliberales, la continuidad de los genocidios, masacres, ecocidios, desapariciones forzadas y pobreza extrema.

La resistencia es todos los días, en todos lados: leyendo, cuestionando, observando, despertando, tomando acción. Porque no hay otra cosa más que resistir, resistir y resistir, hasta que salga el sol.

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/05/31/resistir-resistir-resistir/
Audio: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/05/resistir-resistir-resistir.m4a

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227406&titular=resistir-resistir-resistir-

 

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Ingobernable retrata al Narcoestado mexicano y al patriarcado

Por:Ilka Oliva Corado

Sobre las telenovelas feministas en México, Las Aparicio e Ingobernable

En el 2010, México fue sacudido hasta los cimientos por Las Aparicio, telenovela feminista producida por Argos Comunicación, hasta el momento ninguna televisora mexicana había presentado un material de semejante excelencia tanto en la producción como en la temática. Aquello fue como una revelación. Fue transmitida en México por Cadena Tres. En Las Aparicio se visibilizó lo impronunciable en las sociedades patriarcales, machistas, clasistas, racistas y estereotipadas.

Todo gira alrededor del matriarcado y de una familia formada por seis mujeres que todos los días luchan por romper con las normas impuestas por la sociedad, también toca el tema de la homosexualidad, de la ética profesional, de la conciencia colectiva, de la memoria histórica. El tema de la inclusión de la mujer como ser humano en una sociedad que limita y mutila a quien rompe con el rol de ama de casa.

Las Aparicio no es cualquier telenovela, es única y sobre todo cada capítulo es un aprendizaje. Por eso temblaron las productoras de siempre y tembló la iglesia y tembló también la doble moral que pulula en todos los rincones. De los mismos productores de Las Aparicio llega Ingobernable, serie que presenta Netflix.

En cualquier proyecto en el que esté el nombre de Argos, de Epigmenio Ibarra y sus hijas Natasha Ibarra- Klor (guionista) y Eréndira Ibarra (actriz) es por demás un producto de calidad comprobada, ahí no hay vuelta de hoja ni medias tintas. Porque sus producciones golpean la insensibilidad humana, siempre nos presentarán la otra visión, la verdad no contada, lo que esconde la norma religiosa, política y cultural. En Ingobernable, con la actuación principal de Kate del Castillo como la primera dama de México, nos llevan de la mano por las entrañas de la podrida política mexicana y dignifican a los 43 de Ayotzinapa, a las Cabronas de Tepito y a Tepito mismo que representa a las alcantarillas de Latinoamérica y el mundo. Ninguna producción había llegado hasta Tepito para dignificarlo, Ingobernable es la primera, vaya y de qué manera lo hace, tanto que lo volvió protagonista. En cada uno de los 15 capítulos (ojalá continúe) nos muestra con santo y seña cómo funciona el Narcoestado mexicano, cómo actúan la policía y el ejército, la oligarquía y la clase política del país. Cómo torturan, cómo secuestran, cómo desaparecen a quienes se atreven a levantar la voz y a denunciar o simplemente a cuestionarse o a quienes que por ser parias quieren eliminar.

Evidencia la médula de las limpiezas sociales. Los pactos con los altos mandos de Estados Unidos. La invención de una guerra contra el narcotráfico que no es más que un genocidio contra el pueblo mexicano. También dentro de la misma atmósfera, nos presenta cómo funciona el patriarcado en contra de la mujer, de quién es diferente, de quien ama no como se supone deben amar todos. Y nos presenta el papel de las empleadas domésticas dentro de las familias poderosas de México con una visión distinta, las nombra como personas y las hace existir.

La integridad y profesionalismo de unos cuántos que dentro del sistema de gobierno quieren hacer las cosas bien y quieren cambiar al país. De cómo pagan con su vida quienes se atreven a decir no. Lo que esconden los medios de comunicación respecto al Estado fallido que vive México, lo presenta Ingobernable, que no es una serie cualquiera, es un retrato en calco de lo que es México y todos los gobiernos latinoamericanos de carácter neoliberal.

Es una producción de denuncia y es confiable porque sus actores y sus productores están involucrados en el tema de trata de personas para fines de explotación sexual, de derechos humanos, del patriarcado. Y lo podemos ver en las redes sociales, en las entrevistas. Y no porque estén en Ingobernable, lo vienen haciendo desde hace tiempo, Ingobernable solamente los unió para que denunciaran juntos lo que vive México.

Un ejemplo es el #PaseDeLista del 1 al 43, que lleva a cabo todos los días a las 10 de la noche Epigmenio Ibarra en Twitter. Es una mención continua de los 43 de Ayotzinapa. Usted no verá a Epigmenio jactándose con reconocimientos, con fotografías con personalidades, sus redes sociales son de denuncia y como lo personal es político, se demuestra al centavo en Ingobernable y  Las Aparicio.

Si usted quiere ser parte del #PaseDeLista puede unirse y recordarle al mundo y al Gobierno mexicano que no hemos olvidado, ni a los de Ayotzinapa ni a los miles de desaparecidos y asesinados en manos del Narcoestado mexicano.

Y ya para terminar, por supuesto, queremos ver a una mujer presidenta en México, una que dé la talla de Emilia Urquiza. Vendrá, ese tiempo llegará, para eso tenemos que empujar todos, derrumbar el patriarcado, los estereotipos y las estructuras de poder machista, juntos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227239&titular=%3Ci%3Eingobernable%3C/i%3E-retrata-al-narcoestado-mexicano-y-al-patriarcado-

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El norte, la emigración inminente

Por: Ilka Olivia Corado

 El norte no siempre es Estados Unidos, el norte, para los migrantes y desplazados es un lugar lejano al que van en busca de la utopía. Obligados por las circunstancias, esas circunstancias tienen responsables: un Estado inoperante, un sistema avasallador por tradición y una sociedad inhumana e insensible.

Emigran forzadamente del pueblo a la capital o a otro país y les cambia la vida, desde que ponen un pie afuera de sus nidos, jamás desde instante volverán a ser los mismos. Algo se rompe, algo tan valioso e íntimo que es imposible reconstruir y recuperar. Se esfuma y nos parte en dos: un antes y un después; regresa de cuando en cuando en los suspiros tardíos de la nostalgia. Y como los recuerdos: no se puede tocar.

Las migraciones y desplazamientos forzados, son el exilio más doloroso; son una herida viva, sangrente, que jamás logra secar: ni con el retorno. Esta melancolía se convierte en un estado anímico cambiante, porque quienes se ven forzados a dejar sus nidos, son como árboles a los que se les arrancó de raíz y aunque se les trasplante en otro lugar, jamás crecerán frondosos. Aunque se les abone o cambie de tierra. Es lo mismo con los humanos, aunque tengan lujos materiales, aunque les cambie la vida laboralmente, jamás, nada ni nadie logrará llenar el vacío de la pérdida: la raíz es irremplazable.

Pero tristemente en los casos reales de la migración y el desplazamiento forzado, que son personas marginadas por el sistema quienes lo viven, se enfrentan con una post migración de humillación y explotación. Sin documentos y sin los recursos el desplazamiento se convierte en un infierno, estos migrantes son abusados de formas inimaginables, por las autoridades del país de tránsito, por bandas delictivas que los trafican para fines infinitos y también si logran entrar al país de llegada, los espera otro tipo de averno: el de la depresión post frontera sumado al temor y paranoia constante de una deportación y el día a día de la explotación laboral.

El país de llegada puede ser cualquiera, las migraciones internas también se sufren día a día. El campesino que deja el trabajo en el campo para internarse en la urbe de cemento. Eso aniquila cualquier espíritu. El envío de remesas, la sobrecarga de trabajo, el estigma de ser migrante indocumentado o desplazado. El eterno insomnio, la zozobra y el dolor perenne por el nido roto. Por la familia destrozada, porque cuando migra uno de los miembros, la familia se fragmenta y se pierde, se pierde algo que jamás se podrá recuperar. Con las migraciones y desplazamientos forzados perdemos todos, porque cuando emigra un ser humano, emigran las tradiciones, la identidad, la cultura, emigra el talento.

Ese talento que generalmente en el lugar de llegada no se puede desarrollar porque circunstancialmente las condiciones son también de explotación y abuso, sobre todo de invisibilidad y vivir en las sombras; en el caso de los indocumentados la marginación es atroz. Como lo es para un indígena o un afro descendiente que emigra internamente, llegar a una urbe donde los capitalinos los discriminan con el peor de los racismos, no por indocumentados, pero por su origen. Y ni qué decir si esta persona solo habla el idioma de su etnia.
Cuando emigra forzadamente un ser humano, perdemos todos.

¿Cuánto vale la vida de un paria? Para que mueran miles tratando de cruzar las fronteras de la muerte. ¿Cuánto vale la insensibilidad y doble moral de la población mundial como para que sigua siendo la migración y el desplazamiento forzado interno y externo un tema que no importe?

El norte no siempre es Estados Unidos.

Audio: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/05/el-norte-la-emigracic3b3n-inminente.m4a

Blog de la autora: ​https://cronicasdeunainquilina.com/2017/05/24/el-norte-la-emigracion-inminente/

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