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Ser o no ser socialista

Por: Lidia Falcón

El dilema existencial del PSOE parece haberse resuelto con la elección de Pedro Sánchez como Secretario General. Según lo vertido por los contendientes en la polémica campaña de primarias, se trataba de elegir entre ser socialistas o centrista; afirmarse en sus principios ya centenarios de defensa de las clases trabajadoras o arrimarse al espacio liberal para atraerse el voto de las clases medias, con la concesión, eso sí, de ayuditas para los pobres, y obtener la fuerza y el poder de la aceptación de las bases del partido o del “establishment”.

Ganaron las propuestas de Sánchez demostrando una vez más que las bases del partido son más socialistas que la dirección, al igual que sus votantes, causa de que en los últimos años ese partido haya perdido 5 millones de votos. Los de todos aquellos a los que no gusta la deriva liberal burguesa de Zapatero y Rubalcaba, y siguen creyendo que votar PSOE es votar socialismo. Ya antes de esta reciente constatación de la adscripción ideológica de buena parte del pueblo español, este hecho era evidente. Los votantes del PSOE lo eran porque preferían un Estado social, frente al Estado liberal del PP. Y resulta sorprendente que los dirigentes del partido no hayan sido capaces de comprenderlo. Instalados en la soberbia por las sucesivas victorias de González, dilapidaron el caudal acumulado por la persecución y la opresión de la dictadura. Y ciertamente el caudal era impresionante porque han tenido que transcurrir cuarenta años para que la mitad de sus votantes los abandonaran. Los militantes y votantes no valoraban el apoyo del capital que pagaba las sedes del partido y las millonarias campañas electorales, sino el discurso populista de González y de Guerra. Hasta que se cansaron de esperar que las promesas se hicieran realidad.

Lentos pero seguros, millón a millón, los electores han ido comprendiendo que aquellos principios y estrategias que se aprobaron en el Congreso de Suresnes de 1974, donde incluso se llegaba a hablar de aceptar la lucha armada para alcanzar el poder, a las transformaciones que se van a suceder en 1976 y sobre todo en 1979, donde se abandona el marxismo, el PSOE no es un partido socialista sino de la derecha avanzada liberal, directamente aliado con el capital.

Los escándalos de corrupción y de crímenes de Estado que jalonaron los últimos años del gobierno de González, acabaron con él, pero cuando el PSOE remontaba con la victoria de Zapatero –más debida al fracaso del PP que a méritos propios- la sumisión de este a los dictados de la troika europea sumieron al partido en los fracasos que han cosechado Rubalcaba y Sánchez. Recuperarse de ellos es la principal tarea del nuevo secretario general. Y se supone que se dispone a ello volviendo al discurso de la legitimidad que le concede el apoyo de los afiliados, y al enfrentamiento con su verdadero enemigo: la derecha. Lo que puede enardecer los ánimos decaídos de una militancia desencantada y escéptica que ha visto como desde los Pactos de la Moncloa hasta la última reforma laboral, su partido ha sido autor, coautor y cómplice del hundimiento del movimiento sindical, estudiantil y vecinal, de la pérdida de derechos y ventajas económicas duramente conquistadas por la clase obrera, desde el Estatuto de los Trabajadores hasta el cumplimiento de las órdenes emanadas por Bruselas; del sostenimiento económico de la Iglesia Católica; del imperdonable pecado mortal de habernos introducido en la OTAN, incluyendo la estructura militar que estaba exenta, según se formulaba en la pregunta del referéndum, y por supuesto del mantenimiento de la monarquía.

Pero este entusiasmo de hoy de los afiliados al PSOE tendrá que afianzarse viendo los avances que Sánchez consiga en el terreno legislativo, de donde emanan todas las órdenes, y allí el nuevo secretario general es enormemente débil. En primer lugar por su fuerza parlamentaria: 85 diputados. Con ella hacen falta varios aliados para llegar a la Moncloa, y estos a su vez o son de derechas o son sus rivales o son independentistas o son más débiles que él mismo.

En segundo lugar y no de menor importancia, por haber abandonado su escaño parlamentario para dar un golpe de efecto espectacular que ha encandilado a muchos de sus seguidores, que alaban su coherencia y honradez, pero que ha sido un error político. Porque además de ser honrado hay que ser inteligente, y perder su representación en la Cámara le supone un hándicap. ¿A quién nombrar como portavoz parlamentario cuando la mayoría de los diputados se pasaron con armas y bagajes al sector sometido a las directrices de la coordinadora? ¿Cómo controlar un grupo parlamentario que en su mayoría le dio la espalda en la crisis de octubre? ¿Ese portavoz podrá dominar la evidente hostilidad que le tendrán sus compañeros? ¿Y, en caso de disidencia, e incluso de rebelión, cómo se hará Sánchez con el mando desde fuera del Parlamento?

Estos serán los problemas inmediatos, y no pequeños, con que se encontrará el secretario general, en el interior de su organización. Pero los votantes que le han alzado a la dirección del partido esperan algo más que volver a ser espectadores de las guerras fratricidas de los dirigentes que ya conocen. Se trata de gobernar para cambiar el país y aquí no caben muchas combinaciones. Con la fuerza parlamentaria que tiene el partido socialista debe buscar los aliados que le voten en una moción de censura, y nuevamente se presenta el mismo dilema que en enero y junio de 2016. O con Ciudadanos, con quien se asoció en enero a toda prisa, o con Podemos que muestra continuamente su rivalidad y su rechazo porque le considera su principal estorbo en su pretendida y rapidísima carrera hacia la Moncloa. Y aun así tampoco suman, como se dice. Y por tanto hay que acercarse al espectro nacionalista e independentista que miran en direcciones opuestas. Los vascos ya han conseguido del PP el botín que pretendían, los catalanes aseguran que se “lo harán ellos solos”, en cuanto proclamen la independencia.

Ciertamente el ser o no ser de Pedro Sánchez es existencial. Y desde que logró la secretaria general en las primeras primarias ha recorrido muchos meandros intentando encontrar su destino. Cuando en enero se fue a Portugal creímos que iba a escoger la solución a la portuguesa, y de ello presumió algún tiempo, hasta que de pronto se alió con Ciudadanos, dejándonos perplejos. Y cuando ante la negativa de Podemos a apoyar esta alternativa se celebran las segundas elecciones, le abandonaron un buen número de votantes y perdió 5 escaños.

Tiene, quizá, la oportunidad de dar marcha atrás al calendario y repetir la visita a Lisboa, pero España no es Portugal, donde afortunadamente no surgen Mesías que pretendan desgajar de su Estado una porción de territorio  y Podemos no es el Bloco de Esquerda ni el Partido Comunista portugués es Izquierda Unida.

Ciertamente, como he repetido numerosas veces, tampoco en España se puede esperar un avance de la izquierda sin que  se repita el Frente Popular, ya que no hay otra manera de oponer una mayoría electoral a la derecha rocosa e instalada. Pero en dicho cervantino: segundas partes nunca fueron buenas, y como afirma el axioma marxiano, si la primera es una tragedia la segunda es una farsa. Lo que se puede temer que ocurra  de estar obligados a contar con el PdeCAt, ERC, Bildu o el PNV, de cuya lealtad quedan muchas dudas.

Y todavía hay  que analizar qué efectos y consecuencias tendrá en Podemos e IU la elección de Pedro Sánchez y las medidas que estas formaciones se propongan tomar. Pero eso es tema de otro artículo.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/05/23/ser-o-no-ser-socialista/

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¡Qué buenos son!

Por: Lidia Falcón

El Roto dibuja un magistrado con su toga roja diciendo “No es conveniente que la gente crea que se hace justicia, podrían albergar esperanzas”.  Perfecta definición del estado de nuestra justicia.

Lo mismo deben decir los diputados y las diputadas que están ahora reunidos, en largas sesiones de horas de trabajo, en la Subcomisión sobre la Violencia de Género, que debe parir, después de una gestación de seis meses, el Pacto de Estado sobre la Violencia contra las mujeres. “No es conveniente que las mujeres crean que se legisla a favor de su protección, podrían albergar esperanzas”.

Por las noticias que recibo –ninguno de los partidos políticos que participan me han concedido el honor de ser invitada a esa Subcomisión- esos diputados van a otorgar una pensión de 677 euros a los huérfanos de la violencia machista. Y son buenos. Como el que lucha un día, según el poema de Bertold Brecht.

Ciertamente era una carencia importante en nuestro Estado del Bienestar y, como afirmaba orgullosamente Ángeles Álvarez del PSOE, “ningún diputado puede negarse a aprobarlo”. Y ciertamente ya era hora, después de que doce años más tarde de promulgada la excelsa Ley de Violencia de Género haya más de 500 niños y niñas huérfanos porque el padre mató a su madre. Huérfanos que en caso de que no existan familiares que deseen ocuparse de ellos pueden acabar en un Centro de Acogida, donde no se sabe qué les pasará.

Ciertamente es bueno que la abuela o la tía o la hermana que se haga cargo de los nietos, las sobrinas o las hermanas arrancadas bruscamente del amparo materno, reciban alguna ayuda económica de nuestro protector Estado, para que además de soportar el duelo de la hija, la sobrina o la hermana, no tengan que mendigar o prostituirse para darles de comer.

Ese protector Estado, ahora más bueno que nunca, que fue incapaz de impedir que esos niños se quedaran huérfanos. Las estadísticas oficiales dicen que el 30%  de las asesinadas por el “compañero” tenían orden de alejamiento, a veces varias. Nadie nos ha explicado de qué forma pretende ese Estado hacer cumplir las órdenes de alejamiento y de protección que a veces, generosamente, conceden los juzgados.

Cientos de denuncias no se tramitan porque las fuerzas de Seguridad del Estado no consideran importante la declaración de la víctima, aunque unas horas o unos días después se encuentre el cadáver. Miles de denuncias se archivan sin más trámite porque el juez no considera que lo allí relatado constituya delito: al fin y al cabo un momento de mal humor lo tiene cualquiera. Nadie nos ha explicado cómo se asegurará que la policía proceda a citar inmediatamente al denunciado. Ni si se eliminará definitivamente el “privilegio” que tiene la mujer de no ratificar la denuncia o de retirarla, que deriva de la legislación decimonónica, más preocupada  por “salvar el matrimonio” que de proteger a la mujer.  

Los diputados y las diputadas que estudian esforzadamente ese Pacto de Estado que hará historia, tampoco nos explican qué y cómo se tomarán esas medidas. La modificación del Código Penal y de la Ley de Violencia de Género, que el Partido Feminista lleva reclamando 10 años no entra en los propósitos de esa ilustre Subcomisión. Sobre todo porque los partidos que la aprobaron están orgullosos de su perfección y de ninguna manera cederán a reconocer su fracaso. No sé si la única conclusión a que llegarán será esta limosna que otorgan a los desgraciados hijos e hijas de las asesinadas, pero parece muy probable que no aprobarán aquellas modificaciones imprescindibles para prevenir el delito y perseguir a los delincuentes:

Incluir en la protección debida a todas las mujeres, sin esa ridícula y sectaria clasificación entre género y mujer; invertir la carga de la prueba; imponer la orden de alejamiento inmediatamente después de comprobar las primeras lesiones; prohibir las visitas y la custodia de los menores a un padre maltratador –varios asesinatos de niños y niñas se han cometido durante el cumplimiento del régimen de visitas-, internar en prisión preventiva a los sospechosos de maltrato, como se hace con los terroristas; hacer cumplir las penas íntegras a los culpables, sin los beneficios de la suspensión, entre otras y fundamentales reformas de una ley que ya ha demostrado sobradamente su ineficacia.

Todo se ha reducido a conceder algunas ayudas económicas a los supervivientes, haciendo bueno el axioma capitalista de que todo tiene un precio. Es evidente que para los diputados las mujeres son muy baratas, aunque resulte bastante más caro enterrar a una cada tres días.   

Me permito augurar que esa Subcomisión concluirá en un brindis al sol y se habrá frustrado hasta dentro de una década la oportunidad de avanzar en la protección y la prevención de los tantos delitos de maltrato, feminicidios, violaciones, abusos sexuales, que padecen las mujeres y los menores en nuestro país.

El año que viene volveremos a contar las muertas y los huérfanos y nos doleremos de que no se haya avanzado en la erradicación de esa masacre.

Menos mal que los huérfanos ahora tendrán una pensión. Sabemos ya lo que vale cada madre asesinada. Las que no tengan hijos no valen nada.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/05/18/que-buenos-son/

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Enfermos mentales

Por: Lidia Falcón

Hace pocos días un hombre ha asesinado a su mujer y a sus dos hijos, un niño de 8 años y una niña de cinco en Campo de Criptana (Ciudad Real). Ante la espeluznante noticia una prestigiosa psicóloga me dice, en tono de advertencia para que reflexione y salga de mi empecinamiento feminista: “esto no es una cuestión de cultura, es enfermedad mental”. Cuando le argumenté que las mujeres enfermas mentales no matan hombres y niños en la proporción que aquellos lo hacen, me respondió: “Es que las enfermedades mentales también se diferencian por sexo”.  Y ciertamente, en términos universales los hombres asesinan y las mujeres se suicidan, pero plantear estas diferencias en términos de salud mental es desideologizar la enorme opresión y explotación de la mujer. Extraer la gran cuestión social de la violencia contra la mujer del debate político, para recluirlo en los sanatorios es el mayor favor que se le puede hacer a los sectores reaccionarios de nuestra sociedad.

En las cifras mundiales, los feminicidios alcanzan cifras espantosas. En países como Afganistán, Irak, Irán, en Oriente Medio, en África, no existen estadísticas pero sabemos de los casos más horribles. En Arabia Saudí cualquier hombre puede agredir a una mujer si va sola por la calle y se las lapida en público por cualquier delito. En México los secuestros y asesinatos de mujeres han alcanzado difusión en el mundo entero; las feministas argentinas informan que se asesina una mujer cada día y se la viola cada 38 minutos.

En varias naciones musulmanas se ha legalizado el matrimonio entre niñas y hombres adultos. Ya se han reportado varios casos de muerte de la novia por la violación del marido la misma noche de bodas.

En otros países se practica la cliteridectomía, la infibulación y o la recesión de los labios mayores. La prohibición de esta mutilación, que proviene de los tiempos más antiguos, en Egipto, en Mali, en Mauritania, en Senegal, se ha logrado hace pocos años, sin que su práctica haya cesado, mantenida en las familias por la tradición. Se supone que 100 millones de niñas sufren que se las mutiles genitalmente, con la consecuencia de padecer infecciones, dificultades en el parto y hasta la muerte.

Por ello, y muchos más datos, la ONU ha afirmado que “la violencia contra la mujer es el crimen encubierto más numeroso del mundo”. 

En España, en los tres meses de 2017 hemos perdido a 29 hermanas: tiroteadas, estranguladas, acuchilladas, quemadas, asfixiadas, y a varios niños y niñas. Durante los últimos 12 años han asesinado a más de 1.000. Contabilizamos, de forma muy conservadora, 2.500.000 de mujeres golpeadas habitualmente, y el maltrato psicológico apenas está perseguido en un país donde el piropo, el acoso verbal y físico en la calle, en el trabajo, en la Universidad, en los Ayuntamientos, en el Parlamento, están siendo denunciados cada vez con mayor frecuencia. Y esos son los casos que se conocen, la punta del iceberg de los miles que quedan ocultos.

Los asesinatos de prostitutas se hunden en la ignorancia y el olvido, ante la indiferencia de las instituciones, de los medios de comunicación y de la sociedad civil. Ni siquiera cuentan para esos Observatorios de Violencia de Género, que proliferan por toda España, ya que estas víctimas no son género sino simplemente mujeres, para nuestra sofisticada Ley de Violencia, que discrimina a las que mantienen o mantuvieron una relación sentimental con el asesino y las que no, sin que se entienda el propósito del legislador al establecer semejante diferencia.

Y vuelvo a preguntarme, después de la preocupación que me ha embargado ante la segura afirmación de la psicóloga, ¿todos los asesinos y violadores e infanticidas son enfermos mentales? No dudo que en algún caso una patología se haya instalado en la mente del verdugo, pero me resulta imposible aceptar que la violencia contra la mujer sea un problema de salud mental. Asumir semejante diagnóstico significaría eliminar las denuncias y el debate político,  vaciar las cárceles y llenar los manicomios.

Desde los tiempos del Código de Hamburabí hasta el Cödigo Penal Napoléonico, pasando por el Antiguo Testamento y el Corán, los textos legales, religiosos, morales, educativos, han sancionado la inferioridad de la mujer y su situación de sumisión al varón. Y en consecuencia éste puede maltratarla a su libre albedrío hasta la muerte. Ya en la modernidad los científicos dedicaron muchas horas de su precioso tiempo a medir cerebros de hombres y de mujeres para demostrar que éstas eran más tontas, como investigué y escribí en Mujer y Sociedad hace cincuenta años Y eso es cultura.

Cultura machista que significa el poderío del hombre como clase dominante sobre la mujer como clase explotada y dominada, que no se cura ni con fármacos ni con psicoanálisis ni con electroshock.

De la misma forma que sería un despropósito calificar de dementes a los fascistas, cuando bombardean países, imponen dictaduras, encarcelan a sus opositores, torturan a sus detenidos y fusilan a los disidentes.

Pero me preocupa que mientras tal clasificación no se plantea cuando se trata de lo que se llama la lucha política, en lo que se refiere a las reivindicaciones feministas se pueda derivar lo que es, con toda evidencia, la opresión y explotación generalizada de las mujeres a unos diagnósticos médicos. Lo que da argumentos a los machistas de toda laya, empecinados en quitarle importancia a  la violencia que se ejerce contra ellas, e incluso en afirmar que las denuncias son falsas.

O revolucionamos el mundo y el feminismo cambia las relaciones de poder entre el hombre y la mujer y hace imperar la libertad, la igualdad y la solidaridad entre todos: clases sociales, pueblos y sexos o la guerra, la persecución de las razas de color, la tortura de los prisioneros, la explotación económica y el maltrato y el asesinato de mujeres y niños se perpetuarán. Es decir, el machismo.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/04/09/enfermos-mentales/

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Los presupuestos del machismo

Por: Lidia Falcón

El ministro de Hacienda ha presentado los Presupuestos para este ya comenzado año. Un trámite que parece pactado con sus socios de ideología y de intereses económicos, y que temo que a las mujeres, y ni siquiera a las feministas, les ha interesado.

Los presupuestos, sean del Estado o de las comunidades, se componen de una larga lista de cifras, por partidas varias, que repasarla para averiguar de qué manera el gobierno piensa fastidiar a las mujeres, y naturalmente a los niños y a las niñas, cuyo destino va unido indisolublemente al de ellas, hace falta la formación de una economista, o al menos de una contable, el criterio de una feminista y la paciencia de una revolucionaria.

Porque ellos, los Presupuestos, son el pan de cada día, la calefacción del invierno y la refrigeración del verano, la escuela del hijo y la residencia del abuelo, los zapatos de los niños y las medicinas del padre. Aunque el común de los mortales no lo sepa, porque para eso se encargan de ocultarlo la escuela, la televisión, los comentaristas habituales y los políticos que transmiten la ideología dominante.

Y son también el sustento de las madres que no pueden trabajar porque no tienen escuelas infantiles para sus retoños, la supervivencia para las maltratadas, la justicia para las violadas y para los niños abusados, el salario para las trabajadoras y las pensiones para las viejas.

Pues bien, esas cuentas de las que depende nuestra vida se han pergeñado por el gobierno de la manera siguiente:

Plantean un ajuste de 14.250 millones de euros para cumplir con el objetivo de déficit del 3,1% que exige Bruselas. Para las personas no familiarizadas con el abstruso lenguaje económico con el que los economistas nos engañan, significa, en román paladín, que nos quitan esa astronómica cantidad de las inversiones que tendrían que realizarse en educación, sanidad, servicios sociales, dependencia, carreteras, transportes, agricultura, etc.etc.

El Gobierno presume de que el 45% del gasto total se destina a las pensiones y otras prestaciones sociales, pero este porcentaje, que puede animar a las optimistas, no dice que dado el poco ingreso por las cotizaciones sociales –empleos precarios, bajas cotizaciones, trabajadores exentos del IRP por sus míseros salarios- no significa cubrir las necesidades que tenemos. Piensen que los gastos de personal del Estado sufren un descenso del 1,6%, y eso que incluye un aumento del sueldo de los funcionarios del 1%. Como ven, se detraerá dinero de los contratados, o simplemente no se contratará ni se cubrirán las bajas por defunción o jubilación.

De modo que no dispondremos del personal necesario de los servicios esenciales, sanidad, educación, atención al público,  fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado. De modo que las madres vayan olvidando tener jardín de infancia público para sus niños y las maltratadas atención especializada en la policía, los juzgados y las casas de acogida.

Y todos y todas preparémonos para que los transportes nos proporcionen la pesadilla de los retrasos, las averías, los atascos porque las inversiones en el sector ferroviario, puertos y obras hidráulicas desciende el 20%, con un desplome en el sector ferroviario del 29% en el ferrocarril. La cifra de obra pública marca un mínimo histórico desde que existen series comparables, y supone una tercera parte de lo que se invertía en años anteriores a la crisis.

Justicia, ese poder que afecta tan fundamentalmente a las mujeres y los niños, a los que debe prevenir y  defender de las múltiples agresiones y violencias que sufren, se beneficia de un incremento del 7,6%. Pero que las víctimas no se alegren prematuramente. Como explica el gobierno, este aumento corresponde a la necesidad de “una justicia fuerte en su independencia e implacable en la lucha contra la corrupción”. Como ven el gobierno no considera necesaria una justicia” implacable en la lucha contra la violencia machista”. España tiene la mitad de jueces, 12,5 por cada 100.000 habitantes que la media de la UE, cuenta en la que entran, entre otros, Letonia y Grecia a la baja, porque la ratio de Alemania es tres veces mayor que la de España. De modo que olvídense de más juzgados de violencia machista con personal especializado en esta materia.

Para Educación aumenta un 1,7%, pero se gastarán 500 millones de euros menos que en los años previos a la crisis. No creemos que de ni para más escuelas infantiles ni para proporcionar enseñanza de feminismo en la primaria y la secundaria, a pesar de que desde hace tiempo todas las instituciones alarman sobre el aumento de la violencia machista en la escuela. En total, el gasto global previsto para Educación representa el 0,7% del presupuesto.

¡Menos mal que se atiende a la demanda de investigación y desarrollo, en becas o complemento salarial para los jóvenes! ¡Y se alza el gasto el 0,3%!

Las medidas para impulsar la igualdad entre hombres y mujeres se congelan en la misma cantidad que en 2016. Todas las reclamaciones, denuncias, escritos, artículos, demandas, declaraciones de la ONU, estadísticas comparativas con países desarrollados que avergüenzan al nuestro, no han logrado emocionar a nuestros gobernantes. Nada para igualar el salario de las mujeres con el de los hombres, cuya reclamación lleva 220 años, nada para igualar las pensiones de las mujeres con las de los hombres, nada para igualar la proporción de mujeres con las de los hombres en los puestos de dirección y administración de las empresas públicas y privadas.

Y mucho menos para erradicar la prostitución, perseguir eficazmente la trata de personas, impedir el tráfico de niños y niñas, vigilar el cumplimiento de la prohibición de alquilar úteros femeninos. Esas incómodas situaciones que sólo afectan a las mujeres y los menores y por tanto no tienen importancia.

Las ayudas sociales para la familia, contra la pobreza infantil (la de adultos no conmueve) recibirán 100 millones más, que son 100 millones menos de lo presupuestado para 2011. Las ayudas a las personas mayores se congelan en las del año pasado y las de los discapacitados pierden el 4,3%, lo que significa que más mujeres tendrán que atender a sus hijos y a sus padres inválidos.    

Una chuscada que nos proporciona este gobierno tan castizo: el IVA de las fiestas taurinas desciende al 10%, mientras el del cine se mantiene en el 21%.

Pero la broma más macabra, más siniestra, más desvergonzada de este gobierno, dedicado a administrar la infamia, es que el presupuesto de Defensa asciende el 32%. Este ascenso de disponibilidad para pagar los Programas Especiales de Armamento –grandes sistemas de armas como el avión de combate Eurofighter, las fragatas F-100 o el carro de combate Leopardo- distorsiona todo el capítulo de inversiones reales del Estado, que sobre el papel crece un 46,8%, cuando en realidad se reduce un 3,3%.

Para fabricar armas, para aumentar el arsenal de la muerte y el de las personas dedicadas a matar, hay dinero. Para la vida: la atención a la salud, la educación, la cultura, el bienestar de las personas, no.

El triunfo del machismo se plasma desafiante en estos Presupuestos.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/04/06/los-presupuestos-del-machismo-2/

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Feminismo y política

Por:Lidia Falcon

Desde 1789 el Movimiento Feminista se constituye como tal en las luchas y reivindicaciones de las mujeres francesas que se suman a la Revolución con sus propias reivindicaciones. Desde entonces, con sus periodos de desánimo, las mujeres del mundo occidental han estado en las calles de todos los países reclamando sus derechos, su existencia, su visibilidad. Otras batallas han dado, y ganado y perdido, las mujeres del mundo entero, aunque nuestra ignorancia haya invisibilizado a las de otros continentes.

En la última época en España, la que se sigue a partir de 1975, el MF se ha batido bravamente por lograr salir de las catacumbas en que lo enterró la dictadura, por aprobar la no discriminación en la Constitución de 1978, por implantar las leyes de igualdad y de avance social. Y ha cosechado grandes triunfos.

Con motivo del II Congreso del Partido Feminista de España, hemos aprobado el programa electoral que ha asumido Izquierda Unida y que se ha implantado en Unidad Popular. Al redactarlo, comparándolo con el que aprobamos en el I Congreso de 1983, la sorpresa y hasta el asombro nos invadió, porque habíamos olvidado las reivindicaciones que llevábamos en él. Porque excepto la abolición de la prostitución, esta línea roja que es más una sima que separa el verdadero avance de las mujeres prostituidas de quienes quieren que permanezcan en la ignominia, todas las reivindicaciones que expusimos en aquel año las hemos alcanzado. Y supongo que esta afirmación sorprenderá a su vez a las mujeres que están sufriendo hoy tantas discriminaciones, pero no hay más que comprobar en el papel lo que digo.

Resulta emocionante leer que el primer artículo del programa de  aquel año, tan cercano, exigía que no hubiese discriminación a las mujeres por su opción sexual y estar  viviendo la legalización del matrimonio homosexual. Como es igualmente conmovedor comprobar que en 1983 todavía solicitábamos la coeducación. En la mayoría de apartados de nuestra vida y de nuestra lucha tenemos que celebrar victorias: la ley de aborto, la ley de violencia, la creación de juzgados especiales para encausar la violencia machista, gabinetes psicosociales para los casos de divorcio, la reforma de la ley de divorcio, los estudios feministas, la ley de igualdad, la ley de paridad. Todas estas reformas han sido aprobadas en estas tres décadas que nos separan de aquel exitoso I Congreso del Partido Feminista.

¿Qué pasa entonces, me preguntarán mis lectoras sorprendidas ante esta declaración, para que los crímenes machistas se produzcan cotidianamente, para que los denostados gabinetes psicosociales estén decidiendo la separación de los hijos a las madres, para que los salarios sigan siendo un 30% menores que los de los hombres, y tantas otras discriminaciones e injusticias que siguen padeciendo las mujeres?.

Es preciso no olvidar que el enemigo nunca descansa. La ofensiva machista de los últimos años ha pervertido los avances alcanzados. O ni siquiera eran tan avances sino más bien maquillajes legales. Así la Ley de Violencia de Género contiene en su redactado, que refleja el espíritu patriarcal con que se aprobó, la ausencia de verdadera protección de la víctima; los juzgados especialistas no son tan especialistas y no disponen de medios, los gabinetes psicosociales están formados por quienes no son ni profesionales ni feministas, la ley de igualdad no es coercitiva por lo que resulta totalmente inoperante, la ley de paridad puede no cumplirse en la práctica. Y seguimos con las diferencias salariales que desde 1789 están denunciando las mujeres.

Las luchas del MF han sido continuadas, valientes y exigentes, y han alcanzado los éxitos señalados y otros más, pero ya vemos que muchos de ellos han sido desvirtuados o nos los han falsificado. Al final quienes legislan y deciden se sientan en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Es preciso que se comprenda en el seno de MF que hemos llegado al final de una era. Ya no es rentable seguir reclamando nuestras vindicaciones en la misma forma que lo hemos hecho durante cuatro décadas porque nuestras acciones se repiten y se repiten y la gente se acostumbra a ellas, con el efecto de que se esclerotizan, porque el poder puede perfectamente asumir y digerir una gran marcha que dura cuatro horas, y las manifestaciones, asambleas, encuentros, debates y charlas que organizamos diariamente sin descanso. Hoy ya no erosionamos ni el poder capitalista ni el patriarcal con esas estrategias de lucha.

Por eso ha llegado el momento de que las organizaciones feministas se propongan alcanzar las cotas de poder político que las representen. Porque las leyes y el gobierno no se deciden únicamente en la calle. Nuestro sistema político está basado en los partidos, ellos dirigen la vida de las mujeres y de los hombres. Es imprescindible disponer de esa clase de organización para participar de las decisiones fundamentales que nos atañen a nosotras y al futuro del país.

La opción del Partido Feminista no es un capricho ni una curiosidad ni una experimentación. Nuestro programa es el más avanzado de los que se presentan, porque además de las cuestiones de Estado incluimos todas aquellas que pertenecen a nuestra situación específica. Si las mujeres y los hombres feministas no comprenden que únicamente batiéndonos en la arena electoral llegaremos a situarnos en las instituciones que deciden sobre nuestra vida, seguiremos medio siglo más manifestándonos en la calle por los mismos temas que lo hicimos en el XX y en el XVIII.

Es imprescindible entender que el feminismo es política, que esa artificial división entre feminismo y política únicamente beneficia a los que dirigen los partidos tradicionales, cuyas cúpulas masculinas –con la complicidad tantas veces de mujeres- deciden las que llaman “agendas” en las que los temas de la explotación de la mujer no tienen apenas cabida. Y a la vez hemos de comprender que el feminismo ha de decidir también sobre los grandes temas de toda la sociedad: la República, la defensa, la Iglesia, los tratados internacionales, porque a ninguno de ellos somos ajenas las mujeres.

Si, como recordamos continuamente, constituimos la mitad más dos de la población del mundo y somos las madres de todos,  no hay asunto en el que no estemos implicadas. Si limitamos el feminismo a la lucha por los específicos problemas que nos afectan pero nos inhibimos de la política, la economía, la cultura, hemos limitado nuestra lucha. Esta visión segregadora y reduccionista del feminismo nos hace más débiles, más ignorantes, más marginadas de la gobernación del país.

El Partido Feminista se propone llevar su proyecto político, su programa electoral, a las más amplias capas de nuestra población; organizar cursos de formación feminista y política, difundir los principios de igualdad y fraternidad, tan queridos por los pueblos desde hace doscientos años, para que la mayoría de las mujeres y los hombres de España comprendan que el feminismo es el movimiento social más avanzado, más comprometido con la libertad y por acabar con la explotación  de todos los seres humanos.

Para ello, ya hemos organizado varios cursos en distintas ciudades de España. Después de Sevilla, donde comenzamos la semana pasada, en Madrid, en el Club de Amigos de la Unesco, en la calle Atocha 20, nos reuniremos el jueves 18 de febrero en la primera sesión del curso, para recordar, aprender y homenajear a nuestras antepasadas y pioneras en esta larga lucha. Después seguirán el 22, 25 y 29 de febrero, con el estudio del feminismo, del marxismo y de la lucha política en que estamos inmersas. Os espero a todas y a todos.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/02/17/feminismo-y-politica/

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Las últimas perversiones del feminismo

Por: Lidia Falcón

Este 8 de marzo se cumplen 108 años de la masacre de la fábrica Cotton de Nueva York, en la que murieron asesinadas 200 mujeres que se habían encerrado dentro para reclamar aumentos de salarios y el empresario incendió la nave abrasándolas dentro. Ese día Clara Zetkin propuso que se instituyera el Día Internacional de la Mujer, una mirada a la situación que a parte del Movimiento Feminista nos desconcierta.

Nos estimula repasar los avances que en el mundo occidental ha conseguido MF. No diría que no se puede repetir la atrocidad de 1909, porque hace pocos años el techo de un edificio en Bangladesh se desplomó matando a mil trabajadoras que cosían dentro, en condiciones de esclavitud, para abastecer a las empresas de ropa confeccionada, Zara entre otras, donde las privilegiadas clientes europeas y americanas nos surtimos. Creo que es importante no olvidarlo.

Pero lo que desconcierta y desanima es comprobar cómo en este Primer Mundo, que disfruta de los avances que los movimientos sociales han alcanzado en siglos de cruentas batallas, un sector del MF, más desinteresado hoy de la lucha por la subsistencia, está derivando a defender reclamaciones que contradicen la esencia misma del feminismo.

Cuando reclamábamos el derecho al amor libre, vindicación que ha cumplido más de un siglo, no pudimos ni imaginar, ni nosotras ni nuestras heroicas antepasadas, pioneras de todas las luchas, que tal reclamación se pervirtiera de tal modo que se defendiera la prostitución como un trabajo aceptable, o incluso deseable, ignorando la degradación moral y la explotación económica que supone dicha esclavitud para las mujeres. Querría recordar como las anarquistas que fundaron el grupo Mujeres Libres, y que incluso se unieron a los hombres en la primera línea de fuego durante la Guerra Civil, fueron enormemente críticas contra sus compañeros que frecuentaban los prostíbulos.

Federica Montseny, nuestra primera ministra de Sanidad durante la contienda, creó los liberatorios de prostitución, ofreciéndoles a las mujeres acogida, mantenimiento y formación profesional. Y 80 años más tarde un sector del feminismo ve con complacencia la explotación de las víctimas, haciendo una infame campaña a favor de legalizarla, montando incluso una Escuela de Prostitución en Barcelona, que permiten tanto ese Ayuntamiento del cambio, como la independentista Generalitat ─que no sabemos si la financia─, que sólo se ocupa de separarse del resto de España. Supongo que si consiguen la independencia, el gobierno catalán podrá convertir Cataluña en el prostíbulo de Europa.

Cuando aún no hemos logrado abolir la prostitución y situarnos entre los países avanzados moralmente, nos  encontramos con que unos sectores del movimiento LGTB defienden legalizar “los vientres de alquiler” Es decir, la mercantilización más absoluta del cuerpo de la mujer.  Y como esa es una demanda del movimiento homosexual, predominantemente masculino, que tiene influencia en muchos de los partidos políticos, y dinero para financiar sus campañas, han logrado que la mayoría de ellos no se defina en contra,  a la espera de ver cuántos votos logran.

Pues todavía tenemos que conocer nuevas tendencias que vienen a perturban aún más la ideología feminista.

¿Ustedes saben lo que son las TERF? No se sientan ignorantes, yo tampoco lo sabía hasta hace dos días. TERF, acrónimo de trans exclusionary radical feminist, resulta que somos nosotras. Sí, las feministas de siempre, las que reclamamos desde hace 200 años libertad, igualdad, solidaridad. Ese término se lo han inventado un grupo de transexuales, apoyadas al parecer por otro grupo de LGTB, que siguiendo la teoría queer ─aquella que dice que no nacemos con una pretedeterminación de sexo sino que a lo largo de la vida escogemos variablemente el que queremos─ han decidido que ni el sexo, ni la edad, pueden ser definitorios.

Para resumir lo que está llenado páginas de webs, de Facebook, de WhatsApps, incluso de libros: una puede ser mujer u hombre, según lo decida en el momento en que así lo desee, y una y uno, igualmente. Y si esta transformación ya era conocida, e incluso amparada por las leyes, pero implicaba someterse a los cambios físicos que acompañan a las características de cada sexo, ahora no. Ahora todo el mundo es un transformista y puede serlo por la mañana o por la tarde, este fin de semana o el mes que viene. Y del mismo modo escoge en cada momento la edad que desea. No es preciso tener, o pretender, la apariencia física correlativa al sexo que se desea.

Una foto de un señor con unos bigotazos negros lleva la leyenda: “Soy una niña de cinco años”. Tal es la transformación que ha escogido. Y, en consecuencia, se ha sentido con derecho a acosar sexualmente a un niño de seis. Porque él se siente niña pequeña, y en consecuencia no es un pedófilo ni un pederasta sino un transgender, y por ello tiene derecho a violar niños. Y quienes nos opongamos a semejantes desquiciadas fantasías, somos TERF, homofóbicas, transfóbicas y perseguidoras de la libre elección de sexualidad y de edad.

Lo peor es que algunas conocidas activistas del movimiento LGTB están dando cobertura a tales peligrosos disparates, y cuando se les lleva la contraria difunden toda clase de críticas, trufadas de insultos, contra las TERF, que somos nosotras. Incluso se preguntan si no podrían agruparnos a todas y tirarnos al mar.

Una doctora de EEUU está haciendo campaña a favor de la pederastia, acusando a los TERF de penalizar la sexualidad infantil como antes se penalizó el amor libre y la homosexualidad. Y en estas polémicas, que llegan más allá de las palabras puesto que se ponen en práctica abusando sexualmente de niños y niñas, invierten su tiempo ─alguien también pagará─ las otrora activistas del feminismo.

Y yo pienso, las que a tal campaña se dedican sin duda pocos sufrimientos padecen y menos son capaces de observar y emocionarse por los de las demás mujeres del mundo. Esas feministas no sólo invierten su tiempo y su capacidad mental en discutir qué sexo van a llevar hoy, como si fuera el vestido que se cambian, sino que están siendo el soporte de la campaña que han desencadenado los pederastas para violar impunemente niños y niñas.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/03/08/las-ultimas-perversiones-del-feminismo/

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¿Para qué el pacto de estado sobre la violencia?

Por: Lidia Falcón

Cuando se acumulan los cadáveres de mujeres asesinadas por sus maridos, parejas, amantes, amigos, empresarios, proxenetas, los partidos políticos parlamentarios se han decidido a crear una Subcomisión para elaborar lo que llaman un Pacto de Estado contra la Violencia contra la Mujer.

Ya se han pactado los nombres de las personas que comparecerán en las reuniones previas, que dicen que durarán tres meses. Entre los y las comparecientes nos encontramos además de cargos institucionales, representantes de asociaciones de mujeres de diverso pelaje, ya que de algunas nunca se conoció su afán de eliminar la violencia machista, sobre todo relacionadas con los partidos que las convocan. Así, el más escandaloso de los casos, están invitadas las llamadas Hetairas que se han dedicado durante dos décadas a hacer apología de la prostitución, reclamando su legalización por tratarse de un trabajo “igual a otro cualquiera”, que denominan a las mujeres prostituidas “trabajadoras del sexo” y que incluso han montado una “Escuela de prostitución” en Barcelona, para enseñar a las neófitas a proporcionar a los hombres el placer al que tienen derecho. Como si prostitución no fuera una de las mayores manifestaciones de la violencia contra las mujeres.

El 13 de diciembre de 2016, el Frente Feminista, compuesto por el Partido Feminista y personas de IU, Podemos e independientes, entregó a todos los grupos parlamentarios un Manifiesto elaborado por juristas, que llevan doce años trabajando en el tema, teórica y en la práctica procesal, donde se contienen las reformas imprescindibles de la Ley de Violencia vigente para asegurar una mayor protección a las víctimas. Ninguno de esos grupos políticos ha tenido a bien convocarnos a las sesiones de información de la subcomisión.

En lo tratado hasta ahora en esa Subcomisión, que se ha filtrado, nadie pone en cuestión el articulado de la famosa Ley de Violencia. Los temas que se plantean: falta de recursos económicos en la atención a las víctimas, educación en la escuela, publicidad sexista, estadísticas fiables, perfil del agresor y de la agredida, cuestiones que aunque importantes, sobre todo la de los presupuestos, bordean el meollo del problema sin plantearse modificar la Ley de Violencia de 2004. La educación en la que tanto insisten, significa dejar la solución a 20 años vista. Así es bueno para todos los responsables.

Sobre todo para el PSOE que se niega, como gato panza arriba, a modificar una ley que considera la “mejor de Europa”, como se denominó cuando organizó que la premiaran sus compañeros de bancada europea.

Mientras tanto, es fundamental que se apruebe:

1.- Denominar la violencia machista como lo que es; las agresiones de un hombre contra la mujer, sea cual sea la relación que sostengan entre sí.
2.-
Disponer que la carga de la prueba recaiga sobre el denunciado.
3.- Limitar la exigencia de la citación del denunciado a 72 horas, transcurridas las cuales se adoptarán las medidas de protección a la víctima necesarias, in inaudita parte.
4.-Establecer que se dicte orden de alejamiento por el Juzgado en el término de 72 horas, desde que se presenta la denuncia.
5.- Que se ordene el ingreso en prisión de los maltratadores cuando su peligrosidad así lo aconseje, especialmente cuando incumplan la orden de alejamiento y siempre que se haya dictado sentencia de cárcel contra ellos, aún cuando esta no alcance los dos años de prisión.
6.-Que se exijan responsabilidades a todos los funcionarios de la Administración de Justicia que incumplan su obligación de proteger a las víctimas de la violencia machista.
7.- Que  a raíz de que la madre denuncie malos tratos o  abusos sexuales a los menores, infligidos por el padre de la víctima, se interrumpa inmediatamente el régimen de visitas del acusado a los hijos e hijas.
8.- Que se dote del suficiente personal a las unidades de la policía en los servicios de atención a las mujeres víctimas de violencia.
9.-Que se aumente el número de juzgados y la dotación de personal cualificado para ello, con preparación específica para atender a las víctimas de la violencia machista.
10.- Que se proceda a la formación de médicos, asistentes y trabajadoras sociales, policías, jueces, fiscales, personal de la administración de justicia.

Estas son las más elementales medidas legislativas que hay que adoptar rápidamente para asegurar que las instituciones del Estado no van a seguir desprotegiendo a las víctimas.

En el 30% de las asesinadas de estos años anteriores se había dictado orden alejamiento o de protección contra los asesinos. En muchos casos las víctimas habían presentado varias denuncias en los días anteriores o incluso horas antes del asesinato.  Tanto las fuerzas de seguridad del Estado como el personal de la Administración de Justicia y las unidades forenses se desentienden en numerosas ocasiones de la solicitud de ayuda de las mujeres. Y no tienen ninguna responsabilidad, según nuestro ordenamiento jurídico actual.

La Guardia Civil que se niega a reportar la denuncia, aconsejando a la mujer que presente una demanda de divorcio, para que el marido la asesine horas después, se inhibe de cualquier responsabilidad aduciendo que aquella no quiso denunciar. El juez o la jueza que cuando la víctima se niega a declarar deja en libertad al denunciado para que la asesine horas después, se queda en su puesto sin reproche alguno. El juez o la jueza que le niega a la víctima la orden de alejamiento o de protección o que no ingresa en prisión al maltratador, a pesar de las evidentes sospechas de ser peligroso, que tarda días y meses en tramitar un sumario de violencia, dando con ello lugar a que el asesino consume su crimen, y que absuelve al denunciado para que en poco tiempo mate a su víctima, siguen tranquilos en su puesto sin responsabilidad alguna.

Y lo mismo sucede con el cuerpo médico que no atiende las señales de maltrato machista en la paciente y no presenta la correspondiente denuncia, o la asistente y la trabajadora social que se inhibe de atender a la víctima.

Pero todas estas conductas, tan reprobables moralmente, son perfectamente legales, según el ordenamiento vigente. Mientras no se modifique la estructura misma de la Ley, impidiendo que se discrimine a las víctimas según la relación que sostengan con el verdugo,  que imponga que la mujer maltratada sea la que tenga que probar el delito, victimizándola doblemente con interminables declaraciones, interrogatorios capciosos, careos con el maltratador y sometiéndola a exploraciones psicológicas bajo la sospecha de estar falseando la denuncia, no se rebajará un ápice el nivel de violencia y el número de maltratadas y asesinadas. Sobre todo porque las víctimas, desmoralizadas por la falta de protección institucional, dejarán de denunciar.

Es conocido que las Comisiones se montan para enmascarar los hechos que se pretenden investigar, dilatar interminablemente los trabajos, hacer públicos los enfrentamientos entre los partidos que las componen y concluir sin resultado alguno.

Imagínense lo que sucederá con esa Subcomisión, que ni siquiera llega a la categoría de Comisión.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/02/28/para-que-el-pacto-de-estado-sobre-la-violencia/

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