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La disputa por el consenso

Por:  Lev Moujahid Velázquez Barriga

os cuatro meses de paro nacional de labores que encabezó la CNTE pusieron en jaque al gobierno mexicano, al sistema educativo y al proceso vertebral de su reforma: la evaluación. No obstante, no hay un termómetro que se haya hecho público para medir el descontento magisterial. Sin embargo, que no se haya hecho público no significa que no exista; por supuesto, el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) guarda para sus propias reservas cifras que alertaron al Estado mexicano de un levantamiento popular de amplias dimensiones alentado por la coordinadora, que contó con el consenso de la sociedad.

Por su parte, la CNTE hace sus estimaciones internas de manera cotidiana, sin intención propagandística o para orientar la opinión pública en la competencia mediática, donde no tiene posibilidad, dado el control empresarial de la industria de las comunicaciones; más bien, con el propósito de diseñar sus procesos de lucha en función de lo que llaman correlación de fuerzas. La resistencia magisterial estima que en su última oleada de movilizaciones masivas participaron 900 mil trabajadores de la educación, quienes se involucraron de forma no siempre homogénea, en momentos diferentes, a veces de manera descentralizada y en distintos niveles de impacto y organización, pero finalmente en una misma lucha que se articuló como una sola jornada contra la reforma educativa.

En nuestro sistema de educación básica y media superior, que se compone de aproximadamente de 1.5 millones de maestros, el número de inconformes que participaron en una o más acciones de rechazo a la reforma equivale a 60 por ciento del total de su membresía, lo cual contrasta abismalmente con el 10 por ciento (no más de 150 mil) que participaron en los procesos de evaluación, gran parte de ellos por coerción directa de las autoridades o por incertidumbre a perder su trabajo. Ahora, para medir el descontento generalizado contra los cambios constitucionales, así como el apoyo moral y físico que respaldó a la coordinadora, el asunto se vuelve más complicado, porque no existen mecanismos directos de información por parte del movimiento magisterial que hayan concentrado sistemáticamente el nivel de participación y desacuerdo de la sociedad.

Bajo estas ausencias de información y prácticas inusuales entre los movimientos sociales, llama la atención que diversos estudios estadísticos sobre el panorama político en el país reportan una caída estrepitosa de la figura presidencial, pero otros también comienzan a registrar el descenso de la reforma educativa, que ha perdido credibilidad de manera considerable entre la ciudadanía. Aunque la tendencia ya se veía venir, la situación se agrava al grado de reconocer indicios de ingobernabilidad y la emergencia de actores como la CNTE, cuya aceptación ha crecido en la población mexicana hasta configurarse como un ente político, que en el escenario nacional disputa el consenso social con las instituciones del Estado y los partidos políticos. La suspensión temporal de la obligatoriedad de la evaluación para el desempeño, la liberación de varios presos políticos, el flujo a cuentagotas de adeudos añejos al salario de los docentes y la apertura de canales administrativos para no continuar con los procesos de cese laboral, así como los acuerdos tácitos en zonas de mayor conflicto para no operar de manera normal la reforma educativa, han sido medidas resultado del cálculo político para detener la rebelión magisterial-popular y el peligro de la ingobernabilidad.

Pero en la lógica del poder no está la posibilidad de resolver la crisis de gobernabilidad y la falta de legitimidad en la política educativa derogando abiertamente esta reforma ni ninguna otra para restablecer su consenso social. La respuesta ya se organiza a partir del efecto manipulador que el aparato ideológico del empresariado construye, desprestigiando la protesta social y minando los espacios donde la CNTE ha logrado tener una presencia importante. Entonces, pese a que estamos cercanos al proceso electoral, el intento de aniquilamiento contra los maestros no se detendrá, como demuestran los 21 nuevos ceses de docentes en la Ciudad de México a partir del primero de octubre. Al contrario, la oligarquía prepara una nueva base de apoyo social para recuperar la hegemonía y promover su plataforma profascista, movilizando la moralidad conservadora, la homofobia en las calles, el racismo y clasismo, tanto en la universidades públicas y normales como a través de los medios de comunicación masiva.

En las ciudades y comunidades, los gobiernos condicionan la entrega de becas a los padres de familia, así como de los programas sociales, a la denuncia y la vigilancia inquisitorial de los malos comportamientos políticos de los profesores. Al mismo tiempo, el Ejército despliega brigadas que organizan campañas de denostación y acciones de confrontación con los mentores. La aparente tregua del Estado y un posible camino que deje en suspenso la reforma educativa el resto del sexenio, como primer paso para declararla inaplicable de manera definitiva, no depende sólo del consenso de la CNTE en el ambiente social, pero sí de su capacidad para potenciarlo y construir de manera articulada e inteligente la movilización pedagógica, organizativa, jurídica y política en el terreno escolar, de las comunidades, las instancias legislativas, las calles y las instituciones políticas nacionales e internacionales.

Fuente noticia: http://www.jornada.unam.mx/2016/10/06/opinion/018a1pol?partner=rss

Fuente imagen: http://static.animalpolitico.com/wp-content/uploads/2016/06/CNTE.jpeg

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Formación docente, entre la corrupción y la agonía

Por: Lev Moujahid Velazquez Barriga

El pasado martes 23 de agosto, el periodista Luis Hernández Navarro reveló en su artículo de La Jornada La conexión regia de la reforma educativa el verdadero rostro privatizador de esta medida y los jugosos negocios que el empresariado nacional hace a través de los nuevos programas promovidos desde sus socios en el gobierno y la Secretaría de Educación Pública (SEP). Particularmente, se refirió a la formación de profesores como uno de los casos más ejemplares de la complicidad gubernamental con los empresarios, al que quisiera abonar algunas ideas más.

Hasta antes de que Aurelio Nuño presentara la Estrategia nacional de formación continua de profesores de educación básica y media superior, la inversión en este rubro era ínfima, unos 200 millones de pesos anuales, que según el informe presentado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) en 2015 representaba 361.91 pesos por cada docente de educación básica.

En consecuencia, los llamados Centros de Maestros, responsables de la formación continua del magisterio, habían sido abandonados; el mismo informe mostraba que la mitad de ellos no tenían aulas de medios, tampoco contaban con bibliotecas ni salones suficientes, los equipos de trabajo se reducían a 10 personas, entre asesores académicos y de apoyo administrativo, que debían atender alrededor de 267 escuelas; todas estas condiciones por demás precarias para enfrentar la vasta demanda de los docentes.

Repentinamente, en marzo del presente año, el secretario de Educación anunció un aumento mayor al 800 por ciento; es decir, la inversión pasaría a mil 809 millones de pesos para financiar su estrategia de formación, pero las escuelas formadoras de docentes no serían comensales en el banquete presupuestario cuya mesa estaría reservada para las grandes firmas de la economía del conocimiento, efectivamente sin licitaciones, sino a través de invitación expresa del señor Aurelio Nuño a sus amigos y cómplices de la privatización educativa.

Los cálculos monetarios que llevaron al secretario de Educación a tomar esa decisión fueron expuestos por Mexicanos Primero en febrero de este año en Prof. Recomendaciones sobre formación inicial y continua de los maestros en México, donde estimaron que por cada docente regularizado después de la evaluación para la permanencia, obtendrían unos 10 mil pesos de ganancias, para lo cual urgieron a sus socios en la SEP que se favorezca a la brevedad un consorcio de universidades para que trabajen de inmediato una plataforma común en estrecha colaboración con el INEE y la DGFDP (Dirección General de Formación y Desarrollo Profesional).

La exclusión de los convenios millonarios (600 millones por lo menos para un primer paquete de 60 mil maestros) pactados con el Tecnológico de Monterrey para la capacitación de los mentores, a través de cursos precarios, de bajo costo, mala calidad y por Internet, agudiza el proceso de desaparición de las normales, así como de los centros de actualización del magisterio y las universidades pedagógicas nacionales que han sido condenadas a la insolvencia económica y la obsolescencia en la formación inicial de los docentes, toda vez que bajo la consigna cualquiera puede ser maestro el énfasis presupuestario será en la capacitación de los no docentes que ingresen al servicio.

Estos convenios cancerígenos han hecho ya estragos profundos en los Centros de Maestros al punto de la agonía. En el caso de Michoacán, que se pudiera tomar como muestra nacional, hace seis meses que la autoridad educativa dejó de pagar luz, teléfono e Internet, de enviar insumos básicos como papelería; en varios de ellos los grupos de trabajo se redujeron a sólo dos personas que deben dar asesoría pedagógica a 6 mil profesores en promedio, a la vez que atienden tareas de carácter administrativo.

Los mecanismos de corrupción y desvío de recursos a los socios preferentes del gobierno federal para la capacitación docente han hecho tal crisis que las rentas de edificios donde funcionan dejaron de subvencionarse y están a punto de ser echados a la calle; uno de los más indignantes casos es el de la ciudad de Uruapan, donde el Centro de Maestros alberga, con 14 mil volúmenes, la segunda biblioteca de pedagogía y docencia más grande de estas instituciones en todo el estado, pero que corre el riesgo de perderse ante el oscurantismo medieval de los tecnócratas de la educación en México.

A pesar de que la SEP tiene más de un año que ya no presentó trayectos de formación para que pudieran ofertarse a través de los Centros de Maestros, en ellos persiste la necesidad de continuar impulsando proyectos propios partiendo de diagnósticos regionales, aún sin el reconocimiento oficial de sus cursos, talleres y diplomados, sin comisiones avaladas para los asesores académicos, haciendo uso de las escuelas de educación básica después del desahucio de sus aulas y edificios.

La calidad educativa en la formación de docentes de esta reforma ha significado en los hechos un sello de marca comercial producto de contratos preferenciales a través del consejo administrativo de la SEP, encabezado por Aurelio Nuño, el apagón pedagógico en aras de adquirir competencias administrativas en cursos desechables, la desprofesionalización y el desarraigo de la identidad magisterial, así como el desmantelamiento de las instituciones públicas formadoras de maestros, proceso que sólo podrá revertirse en la medida en que éstos se decidan a recuperar sus espacios e impulsen desde ahí una ruta crítica para la formación de nuevos educadores populares.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/08/27/opinion/014a1pol

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Educar, ocupar,resistir, construir poder popular.

Morelia, Michoacán. Más de 5 mil compañeros en el XIII Curso Taller del Educador Popular.

América del Norte/México/16.08.2016

Por: Lev Moujahid Velasquez Barriga.

Espacio fundamental en la lucha pedagógica y política contra la Reforma Educativa,el Curso Taller del Educador Popular en la ciudad de Morelia, México. Esta es la edición número XIII en la que las y los docentes pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), es decir, la corriente magisterial opositora a la Reforma Educativa neoliberal que se impulsa en este país,   se reune para definir el rumbo de su movimiento pedagógico, político y sindical.

Es importante mencionar que en la geografía educativa latinoamericana, la CNTE ha hecho importantes aportes a la pedagogía de los movimientos sociales, que se materializan en un mosaico de experiencias emergidas desde las epistemologías que se construyen al sur del mundo, rompiendo con el paradigma del capitalismo y que por lo tanto constituyen una esperanza para resarcir una nueva civilización en medio de la crisis sistémica.

El Educador Popular de la Sección XVIII de la CNTE ha sido ejemplo para que otras secciones democráticas en todo México tracen su propia ruta en la construcción de proyectos alternativos de educación. Ha sido también un espacio para el intercambio de saberes y tácticas de lucha contra las reformas educativas anti populares a nivel continental.

Fuente: https://www.facebook.com/Levmx?fref=nf&pnref=story

Imagen:

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Proyecto educativo, organización popular

Lev Moujahid Velázquez Barriga*

La ausencia de la SEP y delINEE en el foro Hacia la construcción del proyecto de educación democrática, organizado por la CNTE, en el que se habían comprometido a debatir y construir las bases mínimas para una Evaluación educativa integral, dejó ver que su propuesta punitiva es indefendible de manera abierta, pública y transparente.

Los altos funcionarios del Estado mexicano, acostumbrados a falsas consultas predeterminadas por los mandatos empresariales, al vasallaje político del SNTE y además hechas a puerta cerrada, no quisieron arriesgar la obediencia siempre selectiva de sus foros, para enfrentar la inteligencia colectiva de los maestros, los investigadores y ciudadanos informados.

Sin embargo, mientras el gobierno federal se negaba a dialogar, un día después Aurelio Nuño se encaminaba a Coalcomán, Michoacán, para entregar una escuela pública a un organismo tan cuestionado por sus constantes violaciones a los derechos humanos, como es el Ejército, y no a la comunidad o a los maestros, quienes deberían ser realmente los guardas y promotores de la cultura nacional.

Por su parte, la SCJN también contribuyó a cancelar cualquier posibilidad de una propuesta evaluativa integral, respetuosa del derecho humano al trabajo. Su reciente fallo contra los docentes no hace más que confirmar lo que sistemáticamente ha negado la autoridad educativa: que la evaluación sí es la antesala para despedir y sí es retroactiva en perjuicio de los maestros en activo.

La triada SEP-INEE-SCJN deja de manifiesto que no hay espíritu republicano en sus malas decisiones, no existe en ellos la mínima integridad, equilibrio, independencia ni autonomía política para representar los intereses mayoritarios de los ciudadanos y separarlos del interés privado de las corporaciones económicas, que hoy demandan, con rabiosa insistencia, el uso de la violencia física, laboral y administrativa contra el magisterio.

En medio de esta falta de credibilidad, legitimidad y representatividad de las instituciones públicas del Estado mexicano, el foro nacional Hacia la construcción del proyecto de educación democrática adquiere dimensiones y posibilidades de amplio espectro, que apuntan a nuevos desafíos para la coordinadora.

La CNTE no sólo fue capaz de convocar ampliamente a un espacio de diálogo incluyente y plural, en el que se desnudó ante la diversidad de representaciones para mostrar las fortalezas y debilidades de su proyecto educativo, imperfecto, pero abierto a transformarse y fortalecerse con las múltiples voces del pueblo mexicano desde hace 20 años.

Además, generó una importante expectativa, según expresaron los asistentes, para posicionarse como ente articulador de las luchas sociales, de la disputa por la educación pública en el terreno físico e ideológico de las escuelas, pero también por la conducción de la nación que hoy está en manos de una élite neocolonial, cuyas reformas neoliberales implican el desarme de la soberanía política y cultural de los pueblos indígenas, mestizos y desposeídos de México.

La coordinadora está obligada a construir, sí, la otra escuela pública, la que forma en la conciencia crítica, la del currículo para la insurgencia ciudadana, que se evalúa integral y horizontalmente, pero no debe soslayar esta coyuntura política de debilidad orgánica para el Estado y de fortaleza para el movimiento social, en la cual es posible que de forma paralela se vayan sentando la bases para una nueva institucionalidad de carácter popular.

La ruta de nuevos foros abre horizontes a favor para concluir una primera etapa organizativa que instituya al Congreso Nacional de Educación como el órgano de poder popular responsable de diseñar y orientar la política educativa, cultural y para el buen vivir, desde la soberanía y la legítima autonomía del pueblo mexicano, para autoproclamar un nuevo sentido histórico cuya raíz ha crecido de manera opuesta al proceso destructivo del capitalismo y su modernidad patriarcal, racista, ecocida y epistemicida.

Se trata de un camino que se recorre también desde abajo, al que los maestros de la CNTE deben contribuir, para que la autonomía como poder horizontal y comunitario se viva y se construya también desde la escuela. La verticalidad, el burocratismo y el control educativo que se ejerce a través de los consejos técnicos escolares y los consejos de participación social, son motivo suficiente para generar ahí procesos ocupacionales de la escuela con nuevos actores que habían sido excluidos, nuevas pedagogías emancipadoras, así como proyectos culturales, tecnológicos, económicos, formativos y organizativos que transciendan los cercos perimetrales, abran los centros escolares a las necesidades comunitarias y su desarrollo endógeno.

No estoy inventando nada. Los Congresos Populares de Educación ya se han impulsado en este sentido en varias secciones del magisterio democrático, las experiencias comunitarias existen de forma embrionaria, unas veces a iniciativa de la CNTE en comunidades no indígenas y barrios urbano populares de zonas marginales; otras acompañando a los pueblos originarios, pero que en esta etapa de la lucha magisterial se pueden potenciar y ampliar, toda vez que 120 mil campesinos del país dieron su respaldo a la coordinadora para detener la reforma educativa en sus poblaciones de origen e infinidad de movimientos sociales y sindicales también están a la espera del siguiente paso organizativo.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.unam.mx/2016/08/13/opinion/019a2pol

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Un estado autoritario sólo puede educar para obedecer.

Las razones oficiales de la reforma educativa chocan con la realidad. ¿Cómo decir que se buscan alumnos participativos capaces de resolver conflictos privilegiando “el diálogo, la razón y la negociación”, cuando el Estado busca imponer esa norma por medio de la fuerza y la represión? Por ningún lado se asoman los valores humanistas que dice enarbolar y sólo dominan los del empresariado neoliberal.

Por: Lev Moujahid Velasquez Barriga. 

Un Estado no puede ser ajeno a los principios educativos en su vida orgánica, formas de gobernar, legislar e impartir justicia; tampoco lo puede ser quien lo representa públicamente; por el contrario, los principios educativos deberían estar presentes en su constante interacción con la sociedad, en el ámbito político que lo dinamiza, en el proyecto nacional que lo orienta, en su desarrollo económico y cultural.

Cuando estos principios están ausentes, no podemos hablar de un Estado educador, sino de otro corrompido, en descomposición, porque en él imperan los intereses de grupo sobre el bien común. En estas condiciones, de un Estado corrompido y no educador, cualquier propuesta que se presente como opción de transformación educativa emanada desde el seno de su descomposición orgánica, no puede ser sino parte de sus mecanismos de imposición, sometimiento y de reproducción de intereses de grupo.

En ocasiones, estos mecanismos de dominación son explícitos y también tangibles, como lo es el Servicio Profesional Docente, que no deja duda de su carácter punitivo en la letra y en los hechos; otras veces no son tan explícitos, sino que dejan un cierto margen de libertades e interpretaciones para legitimarse, pero de facto se llevan a cabo con la misma verticalidad de siempre, como lo pretenden hacer Aurelio Nuño y sus aliados empresariales y sindicales, con el nuevo modelo educativo 2016.

Partimos de la premisa de que en México no hay un Estado educador. Todo lo contrario, el que nos rige está sumergido en una condición tan crítica, que carece de principios éticos y valores cívicos que se puedan ampliar al conjunto de la sociedad desde una propuesta pedagógica que nutra la vida democrática por las venas de nuestro sistema nacional de educación.

En este sentido, los documentos Modelo Educativo 2016. El replanteamiento pedagógico de la Reforma Educativa; Los fines de la educación en el siglo XXI y la Propuesta curricular para la educación obligatoria 2016, son parte de esta condición crítica; más que alternativas para dar contenido a las ausencias pedagógicas y superar los conflictos magisteriales, son un deslinde que intenta alargar la ruta de discusiones hasta el 2018, cuando el presente gobierno se haya ido y con él, toda responsabilidad sobre el caos que generó.

Se trata de una propuesta de nueva cuenta unilateral, llena de inconsistencias e incongruencias, unas producto de las mismas tesis fracasadas de la actual reforma y otras que auguran su inaplicabilidad porque son contrarias a su ADN político fascista, pero que aparecen como elemento de distensión del descontento magisterial, popular y académico.

Resulta de lo más dudoso que los mismos operadores y autores intelectuales de la reforma educativa, cuyas consecuencias son decenas de muertos, encarcelados y miles de despedidos, hoy digan que “el propósito de la educación básica y media superior es contribuir a formar ciudadanos libres, participativos, responsables e informados, capaces de defender y ejercer sus derechos, que participen activamente en la vida social, económica y política de México”.

¿Y para qué iban a querer eso? Valdría la pena preguntárnoslo, si no existen en este país garantías para el ejercicio de la libre ciudadanía, para exigir dignidad laboral sin que seas hostigado o víctima de la represión administrativa, sin ser despedido o perder tu libertad y hasta la vida. Así nos lo ha enseñado la Secretaría de Educación Pública (SEP) en los hechos, pero más crudamente durante este gobierno en turno.

Me parece que, desde las esferas de la burocracia estatal, no se puede recomendar sin atisbos de hipocresía que el sistema educativo deba formar personas capaces de resolver conflictos, privilegiando “el diálogo, la razón y la negociación” cuando se ha priorizado la vía judicial, la criminalización de la protesta, así como la intervención de los órganos represivos para dirimir diferencias de orden pedagógico y laboral.

Por otra parte, la supuesta “nueva cultura” organizativa que pone “la escuela al centro” y sienta las “bases para construir centros escolares que fomenten el trabajo colaborativo y colegiado”, no se puede edificar sobre los cimientos de un sistema vertical y centralizado, en cuyos órganos horizontales de participación social y los que a partir de su autonomía diseñan las evaluaciones para generar propuestas de política educativa, están los Empresarios Primero y las necesidades educativas después.Hablar de autonomía de gestión para la rendición de cuentas es una de las mayores inconsistencias que podemos encontrar, si la corrupción ha penetrado hasta las altas esferas del poder político, incluso en la presidencia de la república; si los niveles de endeudamiento han sido tan irresponsables que hoy se podrían financiar el 95 por ciento de los programas culturales, educativos y deportivos de la SEP tan sólo con lo que el Estado paga de intereses anuales por concepto de deuda pública.Sin embargo, el Modelo Educativo 2016 sigue proponiendo la colocación de certificados de endeudamiento en la bolsa de valores, a través de Escuelas al CIEN (Certificados de Infraestructura Educativa Nacional), como si fuese un mecanismo exitoso y los datos no fueran desalentadores.

En su caso, los Consejos Técnicos Escolares y la Ruta de Mejora Continua que se presentan como los instrumentos para la planeación contextualizada de la escuela, poco han contribuido al diseño de alternativas pedagógicas, no por falta de capacidad de los docentes claro está, en realidad su objetivo no ha sido la autogestión curricular, sino la aplicación de una reforma educativa que viene desde arriba con todo su peso administrativo, burocrático, antilaboral y privatizador hasta los centros escolares.

En cuanto a las evaluaciones internas, según las condiciones específicas, como parte de la autorregulación de los aprendizajes, la formación intrínseca de los docentes y las orientaciones autogestivas de los procesos pedagógicos escolares, podríamos decir que carecen de pertinencia y significatividad para los actores educativos, toda vez que el eje rector para los informes oficiales, la mediatización comunicativa de los resultados del sistema educativo, la opinión pública, las decisiones políticas y los impactos laborales de los profesores, son las evaluaciones externas y además estandarizadas.

A decir del modelo curricular que aparece como continuidad del marco constitucional inspirado en las recomendaciones derivadas de los acuerdos de cooperación con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para la integración del mercado mundial, y no en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), es decir, para el desarrollo cultural de la humanidad, no se puede nombrar a sí mismo como humanista. No hay humanismo posible ni centralidad de lo pedagógico para quien ha esclavizado el destino de las nuevas generaciones a la globalización económica.

Pretender “encontrar un equilibrio entre las exigencias propias de un proyecto humanista, fundamentado en la educación integral, y un proyecto que persigue la eficacia y la vinculación de la educación con las necesidades de desarrollo del país”, se vuelve búsqueda paradójica en la medida en que la “calidad” y no las cualidades humanísticas son el objetivo superior de la educación, como estigma que ha dejado heridas en la Constitución mexicana, sacrificada en favor de los intereses empresariales.

No hay coherencia lógica cuando se propone, por un lado, incorporar “los avances que se han producido en el campo del desarrollo cognitivo, la inteligencia y el aprendizaje” y, por otro, supeditar toda la teoría pedagógica avanzada que apunta a la diversidad humana y de sus formas de aprendizaje, al modelo único por competencias, el cual no concibe a la persona en su complejidad (homo complexus), sino en la simplicidad de su unidimensionalidad económica (homo economicus).

En suma, un Estado totalitario, como el nuestro, no educa para la autonomía, sino que refuerza la obediencia y la sumisión, transgrede la diversidad cultural y cosifica la integralidad humana, ahí está la esencia del modelo educativo que presenta la SEP, revuelta entre marañas conceptuales que se contradicen con su tradición neoliberal.

Una verdadera propuesta educativa sólo podrá venir de las oposiciones críticas al proyecto empresarial, de las diferencias políticas a la dictadura pro fascista, de la cultura democrática y popular que se reconstruye en la renovación constante de los movimientos sociales, de las autonomías indígenas y su proyecto decolonial, del diálogo de saberes entre la raíz pedagógica latinoamericana y las epistemologías para atender la diversidad cognitiva.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article192952.html

Imagen: http://www.voltairenet.org/local/cache-vignettes/L400xH227/educacion-685-2fbb4.jpg

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Evaluación: Una agenda de diálogo para la autonomía, la solidaridad y la colectividad

Lev Moujahid Velázquez Barriga

Para contribuir a la construcción del proyecto de educación democrática que impulsa la CNTE y los maestros que se oponen a la evaluación punitiva y estandarizada, planteo nueve ejes de discusión que emergen de la necesidad de evaluar críticamente, analizados desde mi experiencia como educador popular en las zonas rurales y urbano marginales de Tierra Caliente en el Estado de Michoacán, pero que están sujetos a diálogo y negociación pedagógica con las múltiples miradas de mis compañeros en cada una de sus geografías y latitudes culturales.

1) EVALUAR DESDE Y PARA LA AUTONOMÍA. Una evaluación para la autonomía se impulsa desde nuestra condición cultural, desde nuestra geografía y situación social, no puede ser externa o desde la heteronomía,  necesariamente es parte de la reflexión sobre lo que consciente y colectivamente se quiere alcanzar a través de los proyectos educativos. Si pensamos evaluar para la autonomía y la independencia cognitiva,  no para el control social, entonces  la comunidad escolar se  autoevalúa por medios horizontales y dialógicos,  desde la crítica y la autocrítica, nunca de forma vertical.

2)  EVALUAR DESDE LA COLECTIVIDAD. La evaluación debe ser un acto colectivo e incluyente, de ningún modo individualista, porque la educación no es un hecho aislado, en él intervienen múltiples actores, por tanto evaluar es responsabilidad de la comunidad escolar, así como lo son los procesos pedagógicos, sus resultados y las  acciones para transformar y transformarse, mejorar y mejorarse.

3) EVALUACIÓN FORMATIVA. El objetivo de evaluar debe ser formativo y propositivo, considerar sólo las debilidades de las personas es una cuestión tendenciosamente parcial si no se toman en cuenta sus fortalezas, las cosas que se hacen bien; ambas configuran las potencialidades, posibilidades y prospectivas que deben conducirnos al avance de la educación, no al retroceso, al estancamiento y  las denostaciones.

La evaluación formativa no se centra en panoramas fatalistas, en culpables y componentes punitivos, es investigación que propone, transforma y construye nuevas realidades y conocimientos.

4) EVALUACIÓN INTEGRADORA. Evaluar no es una acción clasificadora, ni selectiva, mucho menos excluyente; por el contrario, debe procurar el avance homogéneo de la comunidad de aprendizajes, el involucramiento de todos en las tareas pedagógicas y la toma de decisiones. Si un miembro de la comunidad escolar queda rezagado, entonces no se ha completado el objetivo del aprendizaje y por lo tanto hay que buscar nuevas estrategias para hacerlo.

5) EVALUAR ES UN MEDIO NO UN FIN. Las evaluaciones y sus instrumentos se han fetichizado, se han presentado como la teleología de la educación, el momento último, lo cual constituye en grave error.  Evaluar es un medio para diagnosticar y proponer, para saber  hasta dónde se ha avanzado en lo que una comunidad escolar se ha trazado como horizonte: los perfiles de sociedad y del alumno, los fines de la educación o del proyecto escolar, entonces se discuten estos horizontes y rediseñan la formas de alcanzarlos, no si se cumplió o no con el instrumento evaluador.

 6) EVALUAR ES UN PROCESO NO UN MOMENTO AISLADO. Se han evaluado sólo los resultados de la educación, como algo fragmentado, al final de un ciclo escolar o una parte de él y en un momento estático; pero no puede ser así, educar es un proceso y como tal deberá evaluarse, es decir, de forma continua, en diferentes momentos, dependiendo de la lógica interna de cada proyecto o de cada unidad pedagógica, ellos tienen su tiempo y su ritmo, que no dependen de un bimestre o cualquier otro periodo cronológico del ciclo escolar.

Evaluar no es una perspectiva parcial de los procesos ni de las personas, es articular una visión integradora de las fases cognitivas, etapas de desarrollo de los proyectos y del conjunto de actores educativos, sólo de ese modo tendremos conciencia de la complejidad que implica y de la diversidad de formas que se requiere hacerlo.

7) EVALUAR COMO ACTO CREATIVO. Para alumnos y profesores la evaluación se ha convertido en un momento de tensión, de intimidación y hasta de manipulación, desvirtuando por completo su esencia. Evaluar debe ser un acto creativo, que genere interés y motivación, porque se sabe que de ello depende nuestra formación y nuestros objetivos como comunidad de aprendizajes, en consecuencia no deberá hacerse por obligación o imposición.

Como acto creativo, la forma, los medios y los instrumentos deberán ser más que memorísticos, los exámenes son totalmente insuficientes e incluso limitan el potencial de los evaluados a unas cuantas habilidades del ser humano. Para evaluar deberá echarse mano de la demostración de  proyectos, la puesta en escena de obras teatrales, danzas, museos de aula, la organización de ferias de ciencia y presentación de obras literarias, foros comunitarios, concursos de oratoria y eventos deportivos, elaboración de videos, sistematizaciones de experiencias, diarios pedagógicos; es decir, de todas las posibilidades didácticas que atiendan la diversidad cognitiva y cultural.

8) EVALUACIÓN COMO UN ACTO DE SOLIDARIDAD. Evaluar para competir, para estar en el cuadro de honor, para obtener una plusvalía de mi trabajo o mis estudios, para ser más que los otros, son ideas que están en el ambiente educativo, pero que degeneran la evaluación como un acto de entera solidaridad en el que se tienen objetivos comunes que alcanzar, posibles sólo  en la cooperación mutua; en este sentido, habría que recuperar su esencia social.

No debemos perder de vista que la evaluación debe ser pertinente para quien participa (significativa para él y no sólo para quien evalúa) y relevante para la comunidad, es en el espacio comunitario donde finalmente sabremos si la educación tuvo algún impacto o no, las aulas  y contenidos programáticos no son el fin, sino el medio para contribuir a  la construcción de una mejor sociedad y un mejor mundo.

9) LA METAEVALUACIÓN. Estamos claros en que deben evaluarse los procesos, los aprendizajes, los proyectos, las instituciones, el currículo y las personas, pero más allá de eso implica tomar conciencia plena de nuestros actos: ¿Cómo aprendo? ¿Cuáles son las teorías  pedagógicas que orientan mi práctica? ¿Qué estrategias se están utilizando para mi aprendizaje? ¿Cuáles son los fines de la educación que imparto o se me imparten? ¿Por qué aprendo esto y no lo otro? ¿Quién evalúa y para qué? ¿A favor de qué o de quién está la educación?; de esa forma dejamos de ser personas alienadas, dependientes y pasamos a ser sujetos consientes del currículo, de las prácticas pedagógicas y los proyectos sociales de la educación.

Estoy seguro que en cada propuesta que viene desde abajo, de los maestros y maestras que cotidianamente viven la sublime tarea de enseñar y aprender hay una verdad distribuida, que solo nos hará libres en la medida en que no estamos sujetos a los modelos impuestos y somos capaces de hacernos escuchar  entre nosotros, entre los otros, porque los educadores del pueblo son los únicos que pueden detener o impulsar cualquier Reforma Educativa en el último reducto del espacio micro social, donde la libertad es posible en medio de la dictadura, la escuela.

Fuente: Artículo enviado por el autor al Equipo Editorial de OVE

Fuente de la imagen: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/wp-content/uploads/2016/07/dialogo-cnte-685-480×270.jpg

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La crisis de autoridad y la reforma educativa

Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga

La estrategia gubernamental ante los maestros busca detener un levantamiento civil y, al mismo tiempo, trazar una salida pactada al conflicto. La moneda de cambio que ya ofrecen en la Segob a la CNTE es frenar el despido masivo de maestros. Todo, sin tocar la reforma educativa. Los profesores tendrán que decidir si aceptan o siguen en una lucha que está aglutinando a los sectores desposeídos del país.

Lo que se mostró en las pasadas elecciones fue una manifestación de hartazgo, de repudio al partido político en el poder y a la forma en cómo éste ha conducido a la nación, a sus políticas antidemocráticas y medidas regresivas de los alcances populares que se habían logrado en los procesos históricos del siglo XX, mismos que constituyeron cierta estabilidad en la vida de los ciudadanos.

La alternancia partidista que la oligarquía mexicana pactó en varias entidades del país, tenía como objetivo canalizar el descontento social hacia la jornada electoral, pero sin poner en riesgo sus intereses, de ahí que se generaran expectativas de cambio, que finalmente favorecieran la alianzas entre la misma derecha proneoliberal.

Se trataba de desviar o evitar un posible levantamiento social de alcances nacionales, que atentara contra la viabilidad del proyecto oligárquico impuesto a través de las reformas estructurales, el cual ha puesto en marcha el desmantelamiento de la soberanía económica, energética, territorial, educativa y política de México.

En este ambiente, si bien un sector del magisterio disidente tuvo una participación relevante, incluso colectiva y organizada, en favor de la izquierda progresista que se manifestó por echar abajo la reforma educativa, no agotó en la vía electoral sus posibilidades de lucha contra esta medida; la lógica inherente a los maestros continúa desde el terreno político, por la vía no institucional, sino de la movilización social.

Sin embargo, la lucha magisterial agudizó la crisis de hegemonía en el sistema político mexicano, no sólo porque debilitó al partido gobernante o porque ha cimbrado sus principales figuras presidenciables; también evidenció su incapacidad para generar un clima de gobernabilidad en medio de diversos conflictos sociales que ellos mismos dejaron crecer.

Las demandas por la estabilidad laboral que encabeza la CNTE, y que por supuesto son legítimas, han visibilizado otras inconformidades que no aparecían en el escenario político; detrás de la respuesta represiva al magisterio se dejan ver los proyectos de privatización, eso avispa a todos los actores educativos y a la misma sociedad civil, unas veces en la manifestación social y otras en formas de solidaridad que garantizan las condiciones de lucha por la defensa de la escuela pública; entonces, junto a las muestras masivas de movilización popular, también hay una red de inconformidad que deposita en los maestros, más que en los partidos políticos, sus anhelos de tener una vida mejor.

Un elemento que aparece en este ambiente de descontento generalizado y que hace crisis no sólo en el partido hegemónico sino en todo el sistema de partidos, se refleja en los procesos de organización de gobiernos populares que han encontrado fortaleza en el movimiento magisterial, los cuales advierten en la desfiguración del estado mexicano y sus desgastadas estructuras de poder, así como en sus fallidas políticas antidemocráticas, la necesidad de desconocer los gobiernos locales y, en su lugar, edificar formas de poder emanadas desde la voluntad colectiva.

Nochixtlán no ha sido el único caso en medio de este conflicto, en el que se haya decidido conformar poderes alternos; en varias poblaciones de Chiapas, donde los maestros tienen fuertes raíces, las comunidades indígenas que decidieron respaldar a sus profesores y encabezar las más radicales acciones de presión contra la reforma educativa, ya discutían o habían iniciado la conformación de autonomías.

La idea de crear gobiernos autónomos más allá de las geografías locales hasta escalar a nivel estatal, se hace posible para las comunidades chiapanecas en la medida en que las movilizaciones magisteriales y populares son tan nutridas y de tal magnitud que potencializan una respuesta organizativa mayúscula capaz de derrocar al gobierno de Velasco, pero que ha sido contenida con las fuerzas represivas federales que han ensayado ahí y en Oaxaca la cara más dura de la dictadura en México.

En esta crisis política, el gobierno mexicano ha optado por el endurecimiento de su postura, siempre negativa a derogar o siquiera modificar la reforma educativa. Prefiere provocar un preámbulo violento que le permita un margen muy estrecho para ceder ante una eventual negociación con el movimiento magisterial y popular que no toque los principios de ninguno de los pilares de su proyecto neoliberal.

La masacre de Nochixtlan; la criminalización, persecución y encarcelamiento de los defensores de la educación pública; el uso constante de toda la logística contrainsurgente por parte de los cuerpos policíacos y militares para combatir a los maestros y los brotes de rebelión popular, pero también la represión administrativa traducida en despidos y descuentos salariales indiscriminados a los trabajadores de la educación, son escenarios maquinados por el Estado.

La estrategia gubernamental se propone, en primera instancia, detener la amenaza de un levantamiento civil y, en segundo plano, trazar una salida pactada al conflicto magisterial sin tocar la reforma educativa, pero ofertando en la mesa de diálogo ponerle un freno a su plan de aniquilamiento masivo y selectivo contra la CNTE como moneda de cambio.

Son tiempos de decisiones difíciles para las y los maestros mexicanos; por ello tendrán que optar por una salida que les permita resolver en el corto plazo la estabilidad de su relación laboral, sostener la confianza en que la lucha organizada es el camino para que ningún trabajador sea excluido del sistema educativo por culpa de una ley injusta. Además, deberán caminar en la ruta de la organización multilateral con la sociedad harta de políticas fallidas, trabajar en la construcción de un consenso mayoritario que eche a los neoliberales del poder sin perder su independencia política y encausar los procesos que empujan desde abajo la ruptura con un estado que suplanta la voluntad popular.

  • Articulo tomado de: http://www.voltairenet.org/article192765.html
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