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Espacios comunes digitales y tangibles

Por: Terceranexus6

El espacio común (no necesariamente público) revela el carácter de su sociedad. De esto se hablaba hace poco en MediaLab en la exposición «Paisajes de (in)seguridad» de Goretti Díaz Cristóbal y Cristina Martínez Aransay, una obra que trata de explicar algunos de los miedos e incomodidades que sufren las mujeres en las ciudades y los barrios. En «La ciudad de los cuidados«, la doctora en arquitectura Izaskun Chinchilla analiza detalladamente mediante experimentos y ejemplos de urbanismo cómo, entre otras cosas, la facilidad de los coches y la producción en las ciudades son preferentes al desarrollo cognitivo y seguro de sus habitantes más jóvenes y en general preferentes al desarrollo de comunidades y bienestar. Explica cómo (en una muestra reducida) una serie de niñas y niños demuestran visión espacial y orientación necesarios para ubicarse y moverse en la ciudad mucho antes de la edad con la que es prudente dejarles pasear sin acompañantes adultos. Del tema de fomentar un urbanismo menos depredador y más sociable habla Pablo Sendra analizando la obra de Richard Sennet en «Diseñar el Desorden«. Habla de la obsesión por la producción y la vigilancia masiva, la tensión a la que se someten los barrios que condiciona (tan sólo a través del espacio) la calidad de vida de las vecinas.

Pablo Sendra menciona la tecnología libre en las últimas páginas de su libro pues habla del aprovechamiento de la tecnología para arquitectura y urbanismo, en donde incluye los espacios verdes, la reutilización de agua de lluvia y las vecinas que tienen capacidad de decisión sobre los espacios comunes. Para las personas implicadas en la comunidad de software libre, la relación entre el uso y desarrollo de éste está vinculado a todas las teorías de urbanismo responsable. La palabra clave se centra en comunidad. Hablar de la tecnología como una herramienta al servicio de la comunidad, cuya soberanía y desarrollo es accesible, solo se comprende a través de las licencias libres. Del mismo modo que Izaskun teoriza sobre crear espacios comunes seguros centrados en el desarrollo vital de las personas y no en el consumo, los espacios digitales tienden a encerrarnos en una espiral de información obsesiva y rápida. Trasladar parte de las teorías de urbanismo responsable al desarrollo del software libre puede ser una forma de por un lado tender puentes entre disciplinas, y por otro centrarse en el bienestar de las usuarias más que en los retos de la tecnología de moda.

Repensar los espacios digitales y adaptarlos a un pensamiento menos obsesivo puede crear discursos más pausados. Por ejemplo, Sendra plantea (teniendo en mente obras como ‘Building and Dwelling‘ de Sennet) espacios móviles, cambiantes, flexibles y dependientes de una organización de comunidad. Es decir: en lugar de plantear espacios individualistas altamente vigilados en las ciudades, plantea espacios comunes casi «inacabados» cuyo desarrollo dependa del vecindario que pretenda usarlo. Estos espacios serían modulares y permitirían cambiar su objetivo acorde con sus usuarias: un cineforum de barrio, un centro de reunión para tomar decisiones que afecten al vecindario, un sitio donde jugar al ajedrez, o una sala de presentaciones. Mediante paneles dispuestos en esos hipotéticos espacios, podrían reservarse, asignarse actividades, o anotar cosas relevantes (ideas, cuestiones)… básicamente Sendra habla en este apartado de promover la autogestión de los espacios (entre otras muchas cosas) para hacer a los barrios responsables de su entorno y más activos socialmente, por delante de las actividades a ocio consumista.

Este concepto de espacios libres puede ser análogo de lo virtual, esta comparación interesante para replantear y reformar lo que ya encontramos por las páginas del Fediverso: espacios «inacabados» y flexibles (como los nodos de varias redes sociales), cuya soberanía la tienen sus propias usuarias y su evolución está marcado por el cambio de éstas, y no al revés. Es decir: son las usuarias las que adaptan las plataformas a su situación y contexto, y no es la plataforma la que marca el ritmo de uso. Lo más interesante de este planteamiento, además de crear un espacio más responsable y menos dependiente del capricho de las empresas, es que en este caso las minorías no quedan aplastadas por los algoritmos de consumo, si no que tienen un espacio de desarrollo sin prisa y sin presión. Dispuesto para experimentar y crecer con la autoría descentralizada.

Cabe pensar que bajo ese sistema, las minorías violentas y peligrosas también encuentran el hueco que se le censura en los sistemas centralizados. Igual que al pensar en el espacio que describe Sendra cabe el vandalismo. Pero, ¿realmente seria un problema de menos peso que el actual? ¿habría realmente más violencia en estos espacios? Tanto en el proyecto de urbanismo de Sendra como en los espacios digitales libres el desarrollo de los espacios depende del apoyo de la misma comunidad que lo sostiene. Fomenta el desarrollo, en lugar de incentivar su destrozo. ¿Acaso no impulsan los algoritmos actuales (como describe Cathy O’Neil en «armas de destrucción matemática») a imponer una media normativa en un entorno claramente diverso? ¿No se están hundiendo las realidades de las minorías en el tsunami de la información cribada de las redes? (Después de internet, Srinivasan y Fish).

Como conclusión, querría animar a repensar los entornos digitales libres no sólo como la «alternativa» si no como «el cambio» factible, y que disciplinas tales como la urbanística y la arquitectura pueden inspirar a la comunidad.

Fuente de la información e imagen:  https://elbinario.net

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En denuncia del servilismo tecnológico


Por: Cronica popular/Raúl Allain Vega||

Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.||

Aldous Huxley propuso hace medio siglo: “La esencia de la coerción psicológica consiste en que aquellos que actúan bajo su efecto tienen la impresión de que están actuando por iniciativa propia. La víctima de la manipulación mental no sabe que es víctima. Las rejas de su prisión le son invisibles, y cree que es libre. El hecho de que no es libre, solo es aparente para los demás. Su esclavitud es estrictamente objetiva”.

Así como propongo, actualmente, con la llegada de la denominada “era de las frecuencias”, se está desarrollando la manipulación directa de los procesos cerebrales por intermedio de la tecnología electromagnética y el uso del espectro de las frecuencias con un fin determinado.

La perversa aplicación de las nuevas tecnologías está engendrando nuevas formas de esclavitud digital, que son parte del engranaje económico y generan nuevos modos de producción y mecanismos de adaptación social cada vez más refinados.

El factor decisivo para la perpetuación de un sistema basado en el sometimiento objetivo, ha sido y sigue siendo el acondicionamiento subjetivo, es decir el control mental. Nada más eficaz para el sistema de trabajo que su autorreproducción en la psiquis y la mente de quienes lo sustentan con su fuerza de trabajo y “el sudor de sus frentes”, es decir, con la energía de sus propias vidas.

En este sentido, los trabajadores consumidores modernos, bajo los dictámenes del mercado laboral y del consumismo digital, son conducidos en la totalidad de sus vidas por una especie de “control remoto” y lejos de reconocer y romper su determinación ajena, constituyen sin duda y “ocultos a plena vista”, la nueva esclavitud del siglo XXI.

Parece que la esclavización de la mente y por ende del comportamiento del ser humano alcanza niveles irreversibles, a causa de la doblegación mental y corporal que actúa sin misericordia sobre sus víctimas para evitar que estas se rebelen contra un orden social intrínsecamente inhumano y explotador.

Debemos recordar que lo que diferencia al hombre de los animales es la simbología que crea este ser racional. Pero destaca en que lo que prevalece son los símbolos de los objetos, hechos que crean los pensamientos, motivan o estimulan. Es decir vivimos una época atípica de la aldea global como también concluye el historiador, poeta y periodista Humberto Pinedo –a base del análisis de mi obra.

El estudio del fallecido periodista concluyó que la tecnología nos está imponiendo nuevos comportamientos o nosotros imponemos nuevos códigos o símbolos. “He ahí la contradicción social. Hombres o zombies. Racionales que crean pensamientos con simbología o seres deshumanizados que viven sin sentido sus días”.

En el nuevo proyecto de Código Penal en Haití se penaliza duramente la zombificación, práctica en la cual una persona es declarada muerta clínicamente y luego revivida para trabajar como esclava, según informó la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina (PL).

Una comisión senatorial emprendió el análisis de las normas jurídicas punitivas vigentes en el país desde 1835, y añade una treintena de modificaciones, tras varias rondas de consultas.

Los senadores tipificaron varios delitos en el acto de zombificación, entre ellos asociación criminal, violación del entierro, tortura y trata de personas, y señalaron las falencias en materia legal asociada a este tipo de prácticas.

Quienes cuestionamos estos modos de esclavitud, seguiremos luchando en pos de la formación de una conciencia global que contrarreste y acabe con todas formas de explotación económica, opresión política, discriminación social y alienación humana.

Debemos señalar que la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) a través de Cáritas del Perú realizó el domingo 29 de agosto la colecta nacional para ayudar a reconstruir el país de Haití.

“Juntos por Haití” es el nombre de la colecta nacional con el fin de llevar esperanza a los hermanos y hermanas haitianos que hoy afrontan una crisis humanitaria, social, sanitaria y también política.

Siguiendo la línea del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), la Iglesia en el Perú organiza una colecta nacional por el país caribeño “que padece una grave crisis provocada por el reciente terremoto de magnitud 7.2 ocurrido el 14 de agosto”, y que ha dejado, hasta el momento, más de 2 mil fallecidos, más de 12 mil heridos y cerca de 30 mil familias sin hogar, con la destrucción de casi 53, 000 casas y 142 edificaciones de la Iglesia haitiana y más de 50 escuelas católicas devastadas.

Fuente de la información e imagen: https://www.cronicapopular.es

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Regreso a clases y educación híbrida

Por: Miguel Casillas

El proceso de regreso a clases presenciales en el nivel universitario es muy diferente que el de la educación básica y se enfrenta a distintos desafíos. Estamos hablando de una población adulta, mayoritariamente vacunada contra la Covid-19, que enfrenta con incertidumbre el retorno a las actividades presenciales.

La incertidumbre deriva de la falta de claridad sobre las condiciones y modalidades de la nueva enseñanza. Las autoridades universitarias no han asumido su responsabilidad para orientar con claridad a las comunidades. Después de año y medio sigue el desconcierto y ahora el regreso a las actividades presenciales es muy confuso.

En efecto, más allá de los controles sanitarios, de medir la temperatura de las personas y de repartir gel para las manos, de establecer números clausus para la cantidad de estudiantes en un aula o de determinar el aforo máximo de bibliotecas y otros espacios universitarios, el problema del regreso a clases es un problema pedagógico, un desafío educativo.

Primero porque la pandemia no sólo no ha terminado, sino que no va a terminar pronto; lo que supondrá que conservemos las medidas de sana distancia y no sería descabellado que los semáforos epidemiológicos volvieran a subir de color y entonces se activaran los protocolos que restringen la movilidad y la reunión de las personas.

Segundo, porque los estudiantes y profesores ya no son los mismos que en el pasado cercano previo a la pandemia. Esta nueva generación de estudiantes ha terminado su bachillerato, iniciado o continuado sus estudios superiores de modo remoto, haciendo uso intensivo de las TIC, y por más que las universidades intenten un regreso al pasado, los jóvenes ya no son los mismos. Los profesores por su parte tuvieron que aprender rápidamente y de modo improvisado dar continuidad al trabajo académico de modo virtual; dando clases en línea utilizando sistemas de videoconferencia y aprendiendo a usar las plataformas de enseñanza; asesorando a los alumnos las 24 horas del día y por una diversidad de medios; llenando informes, formatos y reportes ahora electrónicos; sosteniendo frecuentes reuniones de trabajo; elaborando documentos compartidos; divulgando sus resultados de investigación en medios primordialmente electrónicos.

El regreso a las actividades presenciales no puede ser un regreso al pasado, a las viejas y tradicionales prácticas de enseñanza, a las prácticas autoritarias, al predominio del discurso magisterial, a los procesos analógicos de estudio y producción académica. En estos casi dos años de pandemia, los estudiantes y profesores han establecido nuevas formas de trabajo y de estudio, ha bajado el tiempo de rollo y se descansa mucho más en el trabajo autónomo de los estudiantes. El acceso a libros y artículos en formato electrónico ha facilitado el acceso a bienes culturales que antes eran muy selectos, además se ha complementado con miles de recursos educativos virtuales, con la expansión del video como recurso de aprendizaje y con la difusión masiva de infografías y recursos multimedia.

Las maneras de trabajar colectivamente se transformaron; ahora se usan masivamente los mensajeros y las redes sociales como espacio de trabajo, es usual y frecuente que se organicen reuniones de equipo a través de videoconferencias, que se elaboren documentos de modo colaborativo y en línea, que se envíen y reciban archivos de todo tipo para preparar las tareas escolares.

El pase de lista, el dictado y otras prácticas convencionales perdieron sentido; el autoritarismo y el hostigamiento se confrontan con una cámara apagada, y hay la libertad de tomar clases un pijama. Hay nuevas formas de participación en interacción académica, el chat de las videoconferencias es utilizado con libertad para comentar y participar, lo mismo que los foros en los mensajeros y las redes sociales. El uso de un libro de texto único está desapareciendo, el cuaderno de apuntes está siendo sustituido por el celular con el que se toman fotos y se graba video, se toman notas de voz o escritas, con el que puedes navegar y buscar los términos y conceptos que antes sólo se adquirían en los libros en papel.

El regreso a las actividades presenciales debe ser gradual y desde una perspectiva progresista incorporar los aprendizajes y las ventajas que ya experimentamos durante la pandemia. En términos pedagógicos, suponer que se puede volver al pasado es absurdo y expresa una actitud profundamente conservadora.

Si no es reductible a un problema sanitario, tampoco ha entendido nada quien supone que el asunto de la educación híbrida es una cosa de cables, fierros y cámaras. No es un asunto técnico y es un error conceptual dicha reducción.

De lo que se trata, afirman Kuklinski y Cobo en su libro Expandir la Universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia, es de “eliminar definitivamente la barrera entre la formación presencial y virtual, y diseñar la experiencia académica como una única línea de tiempo narrativa multimedia expandida donde el docente y los estudiantes puedan servirse de modo colaborativo de lo mejor de ambos mundos, con un inventario de contenidos propios y externos surgidos de una intensa curaduría y ajustados a una secuencia de aprendizaje, como ha propuesto el Banco Mundial durante la pandemia refiriéndose a la educación básica”.

Fuente de la información: https://www.educacionfutura.org

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Paulo freire (1921-2021) ¿cien años de soledad pedagógica?

Por: Carlos a. Scolari/Hipermediaciones

En estos días se cumplen 100 años del nacimiento de Paulo Freire (1921-1997), quizás el pedagogo más importante del siglo XX. Y no estoy exagerando: según un estudio realizado en la London School of Economics en 2016 la Pedagogía del oprimido (1970) era el tercer libro más citado en las ciencias sociales dentro de una lista donde aparecen autores clásicos como Thomas Kuhn, Michel Foucault o Clifford Geertz. Este éxito del libro de Freire se debe a las quichicientas (re)ediciones en castellano, las cuales superaron incluso a las originales en portugués o las traducciones al inglés.

La Pedagogía del oprimido merece estar en esa lista. Es una obra revolucionaria, escrita en un momento revolucionario por un pensador que, sin necesidad de tomar el fusil e irse a la montaña, desarrolló un pensamiento radical y profundo que todavía hoy sorprende por su sencillez. En cierta forma, el libro de Freire compartió destino con otro clásico publicado más o menos en los mismos años y por la misma afortunada editorial (Siglo XXI): Para leer al Pato Donald (1972) de Ariel Dorfman y Armand Mattelart. Ambos libros fueron y siguen siendo medio siglo después dos superventas académicos. Si Para leer al Pato Donald develaba los misterios de la ideología burguesa y explicaba cómo el imperialismo inculcaba una visión del mundo, la Pedagogía del oprimido era el tool ideal para activar procesos de concientización y poner en crisis esa (falsa) imagen del mundo. Lo bueno del libro de Freire es que esa concientización no era el resultado de una transferencia lineal de conocimiento (desde una vanguardia iluminada a un sujeto alienado) sino el resultado de un diálogo o comunicación interpares.

La pedagogía de Paulo Freire en 15 snacks

  1. A través de la manipulación, las élites dominadoras intentan conformar progresivamente las masas a sus objetivos.
  2. El diálogo no impone, no manipula, no domestica, no esloganiza.
  3. Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa. Hablar del humanismo y negar a los hombres es una mentira.
  4. Matar la vida, frenarla, con la reducción de los hombres a meras cosas, alienarlos, mistificarlos, violentarlos, es propio de los opresores.
  5. No hay hombre absolutamente inculto: el hombre “se hominiza” expresando y diciendo su mundo. Ahí comienza la historia y la cultura.
  6. Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión.
  7. Quien actúa sobre los hombres para, adoctrinándolos, adaptarlos cada vez más a la realidad que debe permanecer intocada, son los opresores.
  8. La palabra, por ser lugar de encuentro y de reconocimiento de las conciencias, también lo es de reencuentro y de reconocimiento de sí mismo.
  9. A través de su permanente quehacer transformador de la realidad objetiva, los hombres simultáneamente crean la historia y se hacen seres histórico-sociales.
  10. Para dominar, el dominador no tiene otro camino sino negar a las masas populares la praxis verdadera. Negarles el derecho de decir su palabra, de pensar correctamente.
  11. Solamente el diálogo, que implica el pensar crítico, es capaz de generarlo. Sin él no hay comunicación y sin ésta no hay verdadera educación.
  12. La alfabetización, por todo esto, es toda la pedagogía: aprender a leer es aprender a decir su palabra. Y la palabra humana imita a la palabra divina: es creadora.
  13. La invasión cultural, indiscutiblemente enajenante, realizada discreta o abiertamente, es siempre una violencia en cuanto violenta al ser de la cultura invadida, que o se ve amenazada o definitivamente pierde su originalidad.
  14. No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo.
  15. La concepción problematizadora y la superación de la contradicción educador-educando: nadie educa a nadie -nadie se educa a sí mismo-, los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo.

Como se puede apreciar, el pensamiento de Freire expresa un humanismo de matriz cristiana radicalmente transformador. Detrás de un aparente “programa de alfabetización“, los cuales estaban muy en boga en el Tercer Mundo en los años 1960 dentro del pack desarrollista, se escondía una filosofía de la liberación que ponía la palabra y la comunicación al centro de su praxis emancipadora.

Lecturas

Entré en el mundo-Freire junto a varios colegas gracias a la profesora Mercedes Pallavicini en la Universidad Nacional de Rosario. Como tantos otros autores, los libros del brasileño habían estado prohibidos durante la dictadura, así que acceder a estos textos en los primeros años de democracia dejaba un agradable sabor a libertad en la boca. El primer libro que leí de Paulo Freire fue ¿Comunicación o Extensión?. Si no recuerdo mal, lo leí casi en sincronía con otro clásico latinoamericano, Comprender la comunicación de Antonio PasqualiSi Freire oponía comunicación / extensión, Pasquali hacía lo mismo con información / comunicación. Había dos formas de entender la práctica comunicativa, una top-down y centralizadora, la otra bottom-up y democratizadora. No es casual que los libros de Freire dialogaran tan bien con los textos donde se proponía el desarrollo de una “comunicación alternativa” en los años 1970-80.

En los años siguientes leí otros libros de Freire como La educación como práctica de la libertad y la mítica Pedagogía del oprimido, además de textos donde se analizaban sus contribuciones; si bien participé en talleres de formación basados en su método, nunca llegué a ejercer de “alfabetizador freireano”. Durante varias décadas leer a Freire o citarlo ha sido un guiño político, una señal de pertenencia a una comunidad de lectores donde comunicación, educación y revolución formaban una misma cosa. Y sin embargo… me temo que el autor más citado, el más vendido y celebrado de la pedagogía, ha sido el menos aplicado en el aula.

¿100 años de soledad?

Estoy seguro de que al menos un libro de Paulo Freire es bibliografía obligatoria en las carreras de pedagogía, educación o de formación docente, no solo en Hispanoamérica. Y sin embargo, cuando llegamos a la realidad del aula, las ideas y propuestas del brasileño tienden a derretirse como un cubo de hielo al sol… La masificación del sistema, la burocratización de las prácticas o el desinterés de los actores de la interfaz educativa hacen que “aplicar a Freire” sea muy difícil en los actuales contextos de enseñanza-aprendizaje. Tampoco descartemos que algunos piensen que “aplicar a Freire” es bajar línea a grito pelado dentro el aula…

Me temo que, como muchos otros autores que también terminaron en el cementerio de la bibliografía obligatoria, la Pedagogía del oprimido acabó siendo un punto del examen de una aburrida asignatura que casi todos olvidarán al final de la carrera. A pesar de esto, estoy convencido de que, si existe el interés por parte del docente o la escuela, el pensamiento de Freire siempre se puede recuperar y aplicar, incluso en las situaciones de enseñanza-aprendizaje más adversas.

Freire not dead

Lo más hermoso y contundente del pensamiento de Paulo Freire es que sigue molestando como hace medio siglo. Cuando en 2019 el presidente brasileño Jair Bolsonaro decidió no renovar el contrato de una televisión pública volcada a la educación, justificó el cierre esputando: “¿Ustedes conocen la programación de la TV Escuela? Des-educa!”. Bolsonaro sostuvo que la temática de esa emisora era “totalmente de izquierda” y dedicaba recursos públicos a asuntos como la “ideología de género”. La política de Bolsonaro apunta a eliminar todo tipo de ideología de las escuelas y universidades en un lustro. “Las cosas tienen que cambiar”, dijo el mandatario, y prometió que en cinco años se “acabará con la ideología de Paulo Freire… Hay mucha gente formada aquí según la filosofía de Paulo Freire, ese energúmeno e ídolo de la izquierda”.

Bonus track

¿Por qué la propuesta de Paulo Freire terminó replegándose a los discursos académicos? Quizá la respuesta se encuentre en esta entrada del 2014: “¿Bibliografía del oprimido? Hacia una crítica de la razón bibliográfica” . Como dice el siempre genial Gonzalo Frasca, “la mejor manera de domesticar una idea es ponerla a pastar en un programa de estudios”.

Fuente de la información e imagen: https://hipermediaciones.com

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Valoración diagnóstica del regreso a clases

Por: Ángel Santiago Villalobos

Ha iniciado un nuevo ciclo escolar con la identificación del abandono escolar y valoración diagnostica (periodo de evaluación), del lunes 30 de agosto al 10 de septiembre continuando con el periodo extraordinario de recuperación, del 13 de septiembre al 23 de noviembre; esto según el calendario escolar emitido por la SEP para la educación básica (www.gob.mx).

Cabe mencionar que la CNTE también considera otras alternativas para la educación en tiempos de pandemia, al igual que ha venido construyendo sus propuestas anteriormente antes de presentarse esta contingencia, como ejemplo el calendario de la resistencia que se publica desde hace ya unos años en Chiapas, en el cual se proponen diferentes fechas y actividades emanadas desde la comisión estatal pedagógica, de niveles educativos y regionales.

Todo esto en el marco del anunciado regreso a clases presenciales por parte de las autoridades, con el periodo de valoración también se ha identificado que  la realidad de muchos centros escolares es otra, ya que se han encontrado diferentes formas de organización comunitaria con periodos y etapas muy variados, emanados de las reuniones de docentes para valorar los procesos del retorno a las aulas, esto dependiendo de los contextos de cada entidad, región, zona escolar y de las propias escuelas, ya que con la pandemia se han podido reflejar los diferentes escenarios y situaciones que enfrenta cada institución para el desarrollo de su actividad docente, siendo varias las escuelas las que aún no regresan a clases presenciales como se esperaba después de ese anuncio oficial.

Ya con un ciclo escolar en el que se acumularon experiencias y saberes de docentes, alumnos y padres de familia para continuar con las clases, se ha optado por organizarse internamente de muchas maneras, algunos han recorrido las fechas del mencionado calendario escolar, adaptando los periodos de acuerdo a las necesidades de cada escuela, evaluando a distancia con cuadernillos, de manera presencial, virtual o en línea, ya que se tienen que considerar las situaciones en nuestras comunidades, las condiciones diversas por las que se encuentran en los tiempos de pandemia los alumnos y familiares, la infraestructura de nuestros espacios, el material con el que se dispone, etc.

El periodo de recuperación no será la excepción, se han comenzado a modificar las fechas y los métodos para su ejecución, echando mano de la experiencia previa del ciclo escolar anterior en el que la mayoría de profesores tuvieron que ingeniárselas para hacer llegar sus actividades, entre las más variadas estrategias también pudimos observar visitas personalizadas a los domicilios de los alumnos, el uso de tecnologías para asesorías y responder dudas batallando con los problemas de conexión, los horarios de atención; los mencionados cuadernillos para la entrega de actividades y revisión de tareas con la complejidad de asistir periódicamente a entregar y recibir el material para su observación y corrección, aquí también cabe aclarar que no todos vieron conveniente el uso de los programas aprende en casa ya que sus formas de organización comunitaria y la comunicación docente – alumno permiten otros métodos de educación a distancia más flexibles.

Y es que debido a la pandemia han surgido diferentes propuestas educativas surgidas desde las propias aulas y escuelas, pensadas y diseñadas por los actores principales en el ejercicio de la educación en todos los niveles, estos a su vez se han complementado y cobrado fuerza con la colaboración y comunicación entre dichos actores.

Fuente de la información:  https://www.educacionfutura.org

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Las desigualdades de la conexión

Por: Gabriela Riera

El acceso a las tecnologías digitales se convirtió, ante la llegada de la covid-19 a todo el mundo, en uno de los determinantes más importantes del bienestar de las personas.

El acceso a tecnologías digitales básicas ganó mucho terreno. Prácticamente la totalidad de las zonas urbanas en América Latina y el Caribe tiene cobertura de banda ancha móvil, y poco más de un 84 % de la población tiene ya un teléfono móvil. Sin embargo, tan solo el 69 % de las personas reporta hacer uso de internet. A partir de este punto, el acceso comienza a ser profundamente desigual.

En países como Chile y Costa Rica se reporta que más del 85 % de los hogares tiene internet, pero en países como Bolivia y Guatemala este porcentaje no llega al 25 %, según el informe proporcionado por las Naciones Unidas (ONU) y realizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU 2020).

Una vez con acceso a la red en casa, la posibilidad de realizar trabajo o estudios de manera remota requiere en su gran mayoría de una computadora. El porcentaje de hogares que cuentan con una es todavía menor. La desigualdad entre países va del 65 % y 68 % en Argentina y Uruguay, al 17 % en países como Honduras, El Salvador, y 11 % en Haití, continúa el mismo informe.

Con estos datos, la marginación digital —laboral y educativa— en tiempos de confinamiento alcanza cerca del 60 % de la población de América Latina. Aunque en países en desarrollo las suscripciones a teléfonos celulares cayó por primera vez en la historia de 103 por 100 habitantes en 2019 a 99 por 100 habitantes en 2020.

El acceso a internet en los hogares es la principal herramienta con la que las personas hacen frente a la pandemia, porque les permite continuar con algunas de sus actividades cotidianas, entre ellas, trabajar, estudiar y socializar aún en aislamiento, afirma el subsecretario general adjunto de la ONU y director regional de América Latina y el Caribe, Luis Felipe López-Calva.

La mayoría de la población se encuentra lejos de tener las herramientas, conocimientos y oportunidades para hacer uso de la digitalización como motor para mejorar sus condiciones de vida, a pesar de los importantes avances en la cobertura de banda ancha en la región, afirma la publicación del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD)

Desigualdad

En el interior de los países, las desigualdades están muy marcadas por la dimensión urbano/rural. Por ejemplo, la adopción de internet muestra niveles muy superiores en áreas urbanas, como lo muestra el caso de Brasil, donde, al año 2017, el nivel de adopción era de 65 % en áreas urbanas y de solo 33,6 % en áreas rurales; o el caso de Ecuador, donde, al año 2017, el nivel de adopción era de 46 % en áreas urbanas y de solo 16,6 % en áreas rurales (CAF, 2020).

¿Qué hacemos con el acceso?

Otro factor relevante es el uso que se le está dando a internet, si la persona es capaz de realizar tareas de forma virtual (que antes requerían contacto físico) o en su mayoría solo se utiliza para comunicación básica en redes sociales. Según el índice de resiliencia digital del hogar, creado con este objetivo por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), esta «virtualización» aún es limitada.

El índice combina cuatro indicadores: descarga de aplicaciones para la salud, descarga de aplicaciones educativas, densidad de plataformas fintech e intensidad del comercio electrónico para calcular la «resiliencia digital del hogar». Estos indicadores deben servir como indicador de los países cuya población está más preparada para afrontar la cuarentena sanitaria mediante la digitalización de sus hogares.

En el índice se puede ver la marcada heterogeneidad dentro de la región. El CAF interpreta que, de manera agregada, la posibilidad de los hogares para acceder a información sanitaria, realizar transacciones monetarias, adquirir bienes por comercio electrónico y contribuir a la educación de niños en países con un índice inferior a 30 es limitada. Por encima de esa barrera se encuentran Chile, Brasil, Argentina y Colombia; por debajo, Panamá, México, Perú, Paraguay, República Dominicana, El Salvador, Ecuador, Honduras, Guatemala y Bolivia.

En América Latina y el Caribe, la proporción promedio de trabajos que se pueden realizar desde casa es tan solo del 20 %, inferior a la de otras economías de similar ingreso. Esta varía entre el 14 % de Honduras y el 27 % de Uruguay. Esta proporción es del 41 % en los Estados Unidos (G4T Julio 2020).

Un motivo para el optimismo, según el organismo de la ONU, es que la pandemia ha obligado a que las personas con recursos suficientes profundicen sus habilidades y herramientas digitales y, por otro lado, que se construya un consenso de que el Estado asuma la tarea de una digitalización incluyente como una de sus más importantes prioridades.

Fuente de la información e imagen: https://www.diariocontexto.com.ar

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Política y educación, puestos por influyentismo

Por: Erica Lavín

La presencia de autoridades educativas con un proyecto claro y amplio, con pleno conocimiento de las necesidades y rezagos que existen en los diferentes contextos educativos de nuestro país, y sobre todo, con la capacidad para elaborar líneas estratégicas de solución y proyectar una política educativa que no quede en simple discurso, resulta ya algo más que necesario e imprescindible.

La decisión en torno a quienes ocuparán titularidades de la Secretaría de Educación, tanto en el nivel estatal como en el federal, siempre ha sido unilateral pues se trata de una facultad que le compete al gobernante en turno. Aún si se trata de una facultad expresa en las leyes, sería conveniente que se realizara a través de consultas amplias, y que se tomara en cuenta la trayectoria en el ámbito académico o educativo, ya que los perfiles profesionales de quienes ocupan esos cargo suelen quedar en segundo plano, dejando el camino libre al influyentismo, el  pago de favores o relaciones políticas con los más altos niveles de gobierno, lo que al final determina quien asumirá esos espacios y, por lo tanto, el sistema educativo queda en manos de personas cuya trayectoria, en general, ha sido meramente en el terreno político sin conocimiento de la complejidad de los procesos educativos; esto deriva en resultados por demás cuestionables en cada administración.

De esta manera, vemos un desfile de políticos que de un día para otro se convierten en autoridades educativas, sin tener conocimiento amplio del área y sin tener previamente un proyecto o una propuesta que pueda implementarse. Frecuentemente saltan de una curul en el congreso hacia esas secretarías e incluso, hay quienes se pasan cada año asumiendo diferentes cargos en la administración pública (federal o estatal), y al resultar constantemente favorecidos privan de oportunidades a personas cuyo perfil y preparación son excelentes, pero por no transitar en el camino de la política y centrar su trabajo en lo académico y educativo, no son ni tomados en cuenta para dichos espacios.

En los niveles altos y medios de mando suceden cuestiones parecidas, será el aspecto político el que determina quién ocupará una subsecretaría o una dirección. Por lo tanto, su lealtad incondicional desde un principio queda sometida a quien le otorgó dicho puesto, se cuadran al mandato gubernamental que les confirió la responsabilidad, y, por si no bastara lo anterior, su desconocimiento les resta eficiencia en el desempeño de su administración, pues se encuentran perdidos entre las diversas problemáticas ya existentes.

Nunca consideraron estar en el ámbito educativo, nunca fue de su interés ni su aspiración y por ello prepararse para dicho cargo no figuró en su profesionalización. No es de extrañar que su estancia en los puestos asignados resulte gris y opaca, generen más problemas por sus decisiones desatinadas y se vayan sin resolver los rezagos que ya se tenían.

Mientras esto sucede en las alturas del poder ejecutivo y sus distintas ramas, las consecuencias las sufren los maestros, en cada transición y cambio de gobierno ven cómo los verdaderos docentes que están en el trabajo cotidiano educativo; los que conocen ampliamente los problemas  institucionales, escolares, administrativos y laborales; los que han sufrido en carne propia los errores de una errada política educativa formulada por personajes que llegaron a las titularidades por ese influyentismo, es decir,  los  verdaderos sabedores de lo que se requiere para mejorar la educación en los distintos niveles y contextos, tienen que tolerar a funcionarios que están acostumbrados a emitir grandes discursos  pero no a actuar. Prometen, pero no cumplen, acostumbrados a que les rindan pleitesía y a que sean ellos el centro de atención y no las escuelas, no los maestros ni los estudiantes; el acto educativo se vuelve secundario y las propuestas de los verdaderos docentes para mejorar y transformar la educación quedan excluidas porque eso no les interesa a nuestros funcionarios: su paso por las secretarías solo representa un escaño más en su agenda y un dato en su currículum. Saben que es momentáneo, es pasajero, y les queda muy claro que sirviendo a los intereses gubernamentales serán recompensados con otro cargo más, creándose así un círculo vicioso.

Los desastrosos resultados de las administraciones saltan a la vista,  y para lograr avances reales debemos considerar la posibilidad que  la asignación de las titularidades de secretarías de educación, estatales y federales, deba ser a través de un proceso claro, transparente, democrático; que los aspirantes cuenten con  un perfil adecuado y una trayectoria en el ámbito educativo, pero no solo en  apariencia, ya que es conveniente tener la certeza de que su vocación  y amor por la educación está por encima de sus intereses personales, económicos y políticos.  El diseño de un proyecto educativo verdaderamente transformador y del que se sienta parte la comunidad educativa, debe ser considerado algo imprescindible. A esos puestos no se puede llegar sin nada y, peor aún, sin capacidad para convocar a ese proyecto, sin capacidad de diálogo y sin consensos con los docentes, que tanto hace falta en estos tiempos. No puede continuar un trabajo desde arriba, repleto de improvisaciones y discursos ajenos a la realidad.

Fuente de la información: https://www.educacionfutura.org

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