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Educación Superior y Pospandemia

Educación Superior y Pospandemia

Mtro. Octavio Mercado G.

Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa

Si bien es claro, para el inicio de 2021, que la Pandemia iniciada en 2020 ha transformado de manera radical todos los aspectos de la vida cotidiana a nivel global, imaginar el futuro en el mundo pospandémico, si bien es impostergable, resulta difícil cuando las condiciones cambian día con día debido a la aparición de nuevas cepas del COVID-19 y de las variables relativas a la producción y aplicación de vacunas en los países que están condiciones de hacerlo. Probablemente pasaran varios años antes de que podamos entender completamente la forma de funcionamiento del virus, sus implicaciones y posibles consecuencias en el mediano y largo plazo, así como las variables precisas que incrementan la mortalidad. Poco a poco, hemos ido adquiriendo algún nivel de certidumbre acerca de los mecanismos de transmisión, que nos pueden ayudar a tomar medidas y que comienzan a orientarse no la desinfección de las superficies, sino la mayor ventilación posible en los espacios físicos. La certeza al respecto es indispensable para poder trazar una ruta de regreso a algún nivel de presencialidad.

Las restricciones a la movilidad son, posiblemente, el aspecto que ha trastornado con mayor fuerza nuestra experiencia cotidiana, llevando, en los casos en que esto fue posible, al teletrabajo y en otros, al franco desempleo, particularmente en los sectores del entretenimiento y la cultura. Ello representa, sin embargo, solamente una de las facetas de un proceso de cambio que está afectando todas las parcelas de la vida cotidiana. En las siguientes líneas, realizaremos una reflexión especulativa sobre el futuro de la educación superior en México en un contexto pospademia al cual, optimistamente, esperamos arribar entre el último trimestre de 2021 y los primeros meses de 2022.

Durante febrero de 2020, las Universidades chinas fueron las primeras en el mundo en comenzar a cerrar sus campus, como una primera medida de contención, que fue seguida en los primeros días del mes de marzo por universidades del resto del mundo, hasta que, para el final de ese mes, se encontraban suspendidas las actividades presenciales en casi todas las instituciones de educación superior del orbe, las cuales comenzaron a plantear alternativas emergentes que permitieran mantener algún nivel de operatividad en modalidades a distancia. En el caso mexicano, el 20 de marzo la Secretaría de Educación Pública sugiere la suspensión de actividades presenciales, permitiendo a las universidades autónomas la última palabra al respecto. Entre el 17 y el 20 de marzo suspenden clases presenciales la gran mayoría de las universidades del país. Cabe señalar que, al momento de esta primera suspensión, el escenario planteado por las distintas instituciones y por el ánimo popular, era la de un confinamiento, relativamente breve, de algunas semanas, en una situación que quizás fuera solamente un poco más grave que la suscitada a partir de la pandemia de la influenza H1N1 en 2009. Este diagnóstico, sin embargo, se desvaneció en unos cuantos días

El 24 de abril, el Consejo Nacional de la ANUIES emite el “Acuerdo Nacional por la Unidad en la Educación Superior frente a la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19” en el que establece el compromiso de salvaguardar la salud de las comunidades y el aseguramiento de la continuidad de los servicios académicos.

Aquí, es importante hacer un señalamiento que es, de hecho, el origen de este texto: lo que ha ocurrido durante el último año en el contexto de la educación superior a nivel global ha sido (y de esta manera ha sido asumido repetidamente por las instituciones), un mecanismo para enfrentar una emergencia que, en un primer momento parecía que tomaría algunas semanas o, en el peor de los casos, algunos meses. En la primera mitad de 2020, no existía claridad sobre la duración del confinamiento, y no había condiciones para plantear, en ese momento, un programa razonado y planeado de educación a distancia. Explico la diferencia: un programa de educación a distancia tiene, necesariamente que habilitar a los profesores, adaptar los contenidos de los planes de estudio, las actividades didácticas e incluso, de ser necesario, los objetivos curriculares a aquello que es posible alcanzar a través de actividades no presenciales. En estos momentos, en las universidades trabajamos sobre planes diseñados en su mayoría para el trabajo presencial y en los que distintas actividades están siendo omitidas o postergadas y en los que, necesariamente, habrá algún nivel de perjuicio en la formación, en un problema cuya dimensión comienza apenas a ser valorada una vez que se ha hecho visible que las condiciones de la pandemia implicarán ajustes y adaptaciones en la operación del sistema educativo en todos sus niveles durante varios años. Esto porque, es también evidente, el problema de la educación remota en condiciones de emergencia afecta no solamente a las universidades, sino a todos los niveles educativos, en los cuales se están produciendo altos niveles de rezago y abandono, así como la ausencia de actividades prácticas que, necesariamente, impactaran en la formación, provocando carencias que tendrán que ser asumidas por los niveles educativos superiores, en la medida de los recursos disponibles.

La operación de los mecanismos emergentes se ha encontrado con múltiples obstáculos, el más evidente quizás sea la brecha tecnológica no solamente entre el país y el primer mundo, sino, de manera más preocupante, entre las distintas regiones al interior del país.

El problema principal no está, sin embargo, en la tecnología sino la manera en que se ha asumido el paso a la educación a distancia no solamente desde la emergencia sino desde una falsa normalización de las condiciones de trabajo de profesores y alumnos y donde algunas instituciones parecieran diagnosticar el éxito de la estrategia implementada sin acabar de sopesar lo perdido en esta etapa.

Es enorme la diversidad de la educación superior en México, no solamente por los distintos subsistemas que la conforman, sino por los recursos y por tanto posibilidades diferenciadas de adaptación a nuevas condiciones de las distintas instituciones. Aquí, es pertinente aclarar que el presente texto está orientado al problema de la docencia, reconociendo que la investigación se encuentra en un problema de mayores dimensiones y complejidad y por lo mismo, requiere de mayor espacio y de otro enfoque para poder abordarlo.

Particularmente en el caso mexicano, al momento de escribir estas líneas (primer semestre de 2021), y dado el rezago en la entrega de vacunas con respecto al primer mundo, particularmente EEUU y Europa, es muy probable que exista un retraso de varios meses en la vacunación frente a estos espacios, lo que producirá un desfase en la reanudación de actividades presenciales, así como en los programas de movilidad y en las posibilidades de alumnos y egresados nacionales para la realización de estudios de posgrado en el extranjero.

El calendario de vacunación, que contempla importantes avances para el último trimestre de 2021, si bien aliviará enormemente la situación, no resuelve por completo el problema de una planta docente, que en las instituciones públicas tiene una baja movilidad y por lo mismo, cuenta con altos porcentajes de profesores en edad de riesgo y con comorbilidades que amenazarán seriamente su retorno a actividades presenciales en el futuro inmediato, al menos mientras no estén totalmente claros temas como la duración de la inmunidad de la vacuna o las implicaciones de la reinfección.

De tal forma, si bien estamos todos sujetos a condiciones y tiempos globales a partir de la producción y distribución de vacunas para su posterior aplicación, o bien, el descubrimiento y desarrollo de tratamientos eficaces que logren disminuir la tasa de mortalidad del COVID-19, comienza a ser evidente que hay un conjunto de acciones sobre las que es necesario comenzar a trabajar para ir preparando a nuestras instituciones para el retorno a actividades en un clima que difícilmente podrá seguir siendo descrito como “normalidad” y que, por el contrario, obligará a redefinir, en las medidas de cada institución, condiciones particulares para el retorno a una nueva realidad que, casi con total seguridad, sabemos hoy que no será la de diciembre de 2019.

Decíamos al inicio del texto, que se trataba de una reflexión especulativa sobre el futuro, esto es, sobre todo, porque hay como pocas veces en la historia, total incertidumbre sobre las condiciones y tiempos del futuro inmediato, marcado por variables como las señaladas respecto a reinfección y tiempo de inmunidad, pero también por las afectaciones producto de la crisis económica global como primera consecuencia de la pandemia, y las posibilidades de aprender algo sobre la operación remota que sea posible aplicar en la nueva realidad a la que nos enfrentaremos, con las implicaciones que esto tiene en términos no solo pedagógicos sino incluso, de dinámicas laborales.

 

El futuro que es posible imaginar hoy

A partir de la observación de la manera en que distintas universidades han reaccionado frente a la pandemia, es posible comenzar a imaginar la manera en que, durante la segunda mitad de 2021, y posiblemente por un par de años más, al menos, se transformarán las dinámicas de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la educación superior, particularmente en las instituciones públicas de nuestro país.

Regreso en fases y en horarios escalonados

Es muy probable que el ritmo de avance en la campaña de vacunación, sumado a la diversidad de edades de los integrantes de la comunidad, lleve a la organizar al personal de las universidades, distinguiendo aquellos ya vacunados, de los que aún no han pasado por el proceso, y a quienes se encuentran dentro y fuera de los grupos de riesgo. A partir de estas distinciones, será posible planear el retorno, mes con mes, de una cantidad cada vez mayor de integrantes de la comunidad universitaria, en una dinámica que, de cualquier manera, requerirá muy probablemente de horarios escalonados para mantener cantidades reducidas de alumnos en los salones con el mínimo indispensable de actividades presenciales.

Grupos reducidos o en espacios abiertos

El retorno no puede ser inmediato, la diversidad de condiciones de profesores y alumnos, así como de infraestructura física y digital, habrá de llevarnos a modificar las dimensiones de los grupos, Ahí donde en diciembre de 2019 era posible que 20 alumnos tomaran clase, probablemente  permitirá solamente el acceso de 10 alumnos para mantener condiciones de distancia y circulación del aire, Esto, por mera aritmética, obligará a establecer otra organización para cada clase, separando a cada grupo en fragmentos que, seguramente, tendrán que ser atendidos por el mismo profesor y en el mismo espacio, abriendo un problema cuya solución inmediata podría estar en esquemas semipresenciales y la utilización de la figura de ayudante de profesor o incluso, en casos extremos, de alumnos de los grados superiores, como apoyo para los profesores en la gestión de esos grupos multiplicados. Una variante al respecto será la modificación de los espacios para la docencia, habilitando espacios abiertos, sin muros, en los que sería posible mantener algún nivel de actividad en grupos de mayor tamaño, dependiendo, por supuesto, de que existan condiciones de infraestructura para una planeación semejante.

Mantenimiento de oferta a distancia

Algunas de las experiencias de educación remota, posiblemente las menos, han resultado claramente exitosas, cubriendo los contenidos establecidos y, además, estableciendo posibilidades de discusión a través de videoconferencias. Estos casos de éxito permiten plantear el establecimiento de modalidades semipresenciales como una constante en la educación superior en nuestro entorno, reconociendo que, como señalamos antes, cualquier cambio requerirá de un proceso de discusión amplio respecto a cuáles son las posibles materias en las que la modalidad a distancia puede resultar funcional.

Un buen proceso de planeación en este camino puede llegar a facilitar enormemente la operación de la docencia, al contar con diversidad de materiales didácticos y actividades diseñadas y listas para su utilización dentro de plataformas académicas, que pueden ser fácilmente activadas y complementadas con sesiones de discusión y retroalimentación con el profesor (pero donde el grueso del trabajo de preparación de clase ha sido realizado ya y solamente requerirá de actualizaciones)

Frente a este futuro, es importante comenzar a dar los primeros pasos que permitan adaptar a las universidades para los cambios que se aproximan:

Sometiendo a revisión los planes de estudio y perfiles para hacer frente a las modificaciones que podemos percibir en el entorno, reforzando habilidades y conocimientos relacionadas con medios digitales, autonomía y trabajo remoto.

En el mismo sentido, se debe de verificando cuales contenidos son susceptibles de mantenerse en modalidades no presenciales para pasar a realizar los cambios pertinentes que permitan que se mantengan operando a distancia.

Diseñando programas de capacitación para el reforzamiento de las habilidades en el uso de TICs del personal académico.

Estableciendo programas de equipamiento, o bien, de uso del equipo de las instituciones en condiciones seguras, para evitar que la brecha en recursos tecnológicos empuje a los alumnos a abandonar sus estudios.

Construir un futuro no en condiciones ideales, si en las mejores condiciones posibles

El funcionamiento de una oferta semipresencial de manera permanente, apoyará el desarrollo de una mayor autonomía por parte de los alumnos, pero requerirá también, de reforzar las formación de profesores para la producción de material didáctico y sobre todo, para replantear el papel del docente en un escenario de educación no presencial, en donde, lejos de impartir cátedra, ha de servir como una suerte de asesor que planee, supervise el acceso a los materiales y después pueda establecer mecanismos de retroalimentación y aplicación con los alumnos, señalando con claridad los mecanismos para realizar las tareas de acompañamiento en la modalidad que sea posible.

El tamaño de la posible demanda obligará a diversificar los mecanismos de solución para el equipamiento de la comunidad, en un conjunto de alternativas que puede incluir, el préstamo de equipos existentes, el otorgamiento de becas en especie y la posibilidad de tener un uso extendido de los equipos de computo existentes en las instituciones. Todo esto, entendiendo los distintos niveles de compromiso que se deben de plantear al respecto en los casos de profesores y de alumnos.

El proceso de cambio al cual están a punto de entrar las universidades, no es sino el reflejo de un macrocosmos, de un mundo cambiante en el que las dinámicas laborales y por lo mismo, las habilidades y conocimientos que requerirán los alumnos para integrarse al campo profesional, también se están transformando y donde, no nos queda, como parte de las instituciones, sino reaccionar reflexivamente, pero sin la menor dilación, para ajustar nuestras formas de trabajo al nuevo mundo que se está dibujando frente a nuestros ojos.

Biliografía

Garner, L (2020)  What higher ed has learned from Covid-19, Chronicle of Higher Education, Vol. 67 Issue 6, p34-35

Hodges, Ch, Moore, S, Lockee, B, Trust, T, Bond, A (2020) The Difference Between Emergency Remote Teaching and Online Learning, Educause review

https://er.educause.edu/articles/2020/3/the-difference-between-emergency-remote-teaching-and-online-learning

Ordorika, I (2020) Pandemia y educación superior. RESu Revista de la educación superior 49, 1-8

https://doi.org/10.36857/resu.2020.194.1120

Schmelkes, S. (2020). La educación superior ante la pandemia de la Covid-19: el caso de México. Universidades, 71(86), 73-87.
https://doi.org/10.36888/udual.universidades.2020.86.407

Animal político (16 de marzo de 2020) UNAM, Ibero, ITAM, UAM, el TEC e IPN adelantan suspensión de clases para evitar contagios de COVID-19. Recuperado de: https://www.animalpolitico.com/2020/03/universidades-suspension-clases-covid-19-unam-poli-uam-ibero-tec-itam/

ANUIES, Acuerdo Nacional por la Unidad en la Educación Superior frente a la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19. Recuperado de: http://www.anuies.mx/noticias/para-enfrentar-emergencia-sanitaria-por-el-covid-19-rectores-y

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/educacion-superior-y-pospandemia/

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México: Mujeres y Elecciones 2021

Mujeres y Elecciones 2021

Publicado por: Pluma invitada

Sofía Gutiérrez Larios

México tiene 126 millones de habitantes. El sexo femenino representa el 51.58%.

En las recientes elecciones, el 52% del listado nominal fueron mujeres.

Pero se habló de avance femenino en los comicios, y fue histórico.

6 de las 15 gubernaturas fueron obtenidas por mujeres: Baja California (Marina del Pilar Ávila), Campeche (Layda Sansores San Román), Chihuahua (María Eugenia Campos), Colima (Indira Vizcaíno), Guerrero (Evelyn Cecia Salgado Pineda) y Tlaxcala (Lorena Cuéllar Cisneros).

A finales de este año, serán 8 las gobernadoras simultáneas, considerando a las actuales Claudia Sheinbaum, de la Ciudad de México; y a Claudia Pavlovich, de Sonora. El mayor registro hasta ahora.

De hecho, en México únicamente 9 mujeres habían gobernado un estado: Griselda Álvarez Ponce de León (1979-1985 en Colima), Beatriz Paredes Rangel (1987-1992 en Tlaxcala), Dulce María Sauri Riancho (1991-1993 en Yucatán), Rosario Robles (1999-2000 en el Distrito Federal), Amalia García Medina (2004-2010 en Zacatecas), Ivonne Ortega Pacheco (2007-2012 en Yucatán), Claudia Pavlovich Arellano (2015-2021 en Sonora), Claudia Sheinbaum Pardo (2018-actual jefa de Gobierno de Ciudad de México), y Martha Erika Alonso Hidalgo (2018 en Puebla).

Nueve gobernadoras en la historia, y hoy, ocho simultáneas. Un triunfo indudable que, en gran medida, fue impulsado por las acciones afirmativas para la igualdad de género.

La reforma político-electoral de 2014 dictó que el 50% de las candidaturas de partidos políticos debían ser para mujeres. En 2021 el porcentaje fue superado por 1.5 puntos.

El 24 de diciembre de 2020, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) acordó que los partidos políticos estaban obligados a postular a siete mujeres a gubernaturas en 2021. El tribunal también vinculó al Congreso de la Unión y a los congresos locales a regular dicha paridad en las elecciones de 2024.

Como en todo avance, aún quedan pendientes. Las candidaturas para las gubernaturas y presidencias municipales; es decir, las de mayor responsabilidad, fueron mayoritariamente para hombres.

Es del todo erróneo pensar que sólo por cuotas de género las mujeres acceden a puestos de poder, pero su importancia es innegable para la evolución cultural. Las leyes forman sociedades.

Para concluir, repasemos algunas reflexiones de las mujeres mexicanas que han gobernado un estado.

Griselda Álvarez, primera gobernadora de la historia, pronunció en su toma de protesta: “Vivamos  un  tiempo  nuevo de plena igualdad con los hombres; sin privilegios que no requerimos, pero sin desventajas que no merecemos’’.

Beatriz Paredes, primera gobernadora de Tlaxcala, se pronunció: “Estamos viendo pero no estamos mirando. Ése es el gran desafío para quienes hemos participado en otros momentos en abrir brecha».

Ivonne Ortega, segunda gobernadora de Yucatán: “Tener presentes nuestros sueños, es motivo suficiente para levantarnos día a día y preguntarnos: ¿qué haremos hoy para hacerlos realidad?”.

Ellas han ostentado el mayor poder en cargos de elección popular hasta ahora. ¿Qué piensan ustedes?, ¿en qué concuerdan y difieren? y… ¿cuándo estará preparado México para su primera presidenta? Desaparecen los temores: podría ser pronto.

Maestra de primaria en escuela pública. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO) sofiglarios@hotmail.com 

 

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/mujeres-y-elecciones-2021/

 

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El amor no hace daño

Por:  Eliana Soza Martínez

Las noticias cada día nos dejan más alarmados, especialmente por los crímenes cometidos hacia los grupos vulnerables, en este caso las niñas y niños, quienes se ven afectados por todo tipo de violencia. La peor es el infanticidio, cometido dentro del seno de los hogares en la mayoría de los casos.

Estos hechos los vemos todos los años y los casos que se presentan en Bolivia cada vez son más espantosos. Pensemos en los niños que fueron ahogados por sus propios padres en Sucre, hace unos días. Parece ser que la situación se agravó en el tiempo de pandemia, cuando la educación se realiza desde casa.

Esto puede llevarnos a una amplia reflexión, empezando por la necesidad de mejores políticas de protección a este grupo etario; o por otra parte, la premura de castigos más duros a los victimarios. Sin embargo, creo que como sociedad y ciudadanos de a pie tenemos que ir a un nivel más profundo de meditación. Por ejemplo, preguntarnos: ¿cuáles son las características de la educación que damos a niños y niñas?

¿Por qué hablo de la educación? Pienso que venimos reproduciendo un modelo “adultocentrista” en nuestro estilo de vida. Lo que hacemos y todo lo importante se centra en los adultos; por tanto son ellos quienes detentan el poder sobre los demás, en este caso los menores. Al tener esta potestad, creen poseer vía libre de cometer cualquier abuso. Ven eso como algo natural, ya que cuando fueron niños es probable que hayan sufrido la misma violencia, y ahora al ser mayores es como si hubieran ascendido de rango, teniendo el derecho de abusar de los pequeños.

Me parece también que los victimarios son personas que no aprendieron a gestionar sus emociones ni sentimientos; que se caracterizan por un comportamiento impulsivo. Así mismo, la falta de comunicación e interacción con los menores, mezcladas muchas veces con el alcohol y otras enfermedades, son las que llevan a que se ejerza violencia contra los infantes. Otro aspecto que demuestra lo “adultocentrista” de la sociedad es que no se cree a un niño o niña al informar sobre un abuso. Sólo cuando estos traen consecuencias físicas se hace una denuncia. Finalmente, lo alarmante es que las vejaciones se den en el ámbito familiar, lo que se traduce en que uno de los lugares más peligrosos es el propio hogar.

¿A qué se debe esto? ¿Por qué los que tendrían que proteger, cuidar y dar amor llegan a hacer tanto daño? No soy una especialista ni una científica para responder estas preguntas desde la ciencia; sin embargo quiero compartir con ustedes lo que yo pienso. Lamentablemente muchos conceptos son enseñados, aprendidos y vividos de forma errada en nuestras familias, por ejemplo los del amor, la pertenencia y la sexualidad.

El amor no es un valor que se lo enseñe de manera sana, ya que como lo hemos desdibujado en chistes y otros, todavía muchas mujeres entienden que la violencia es una manera de demostrarlo, por eso es tan común escuchar “me pega porque me quiere” y eso es lo que estamos transmitiendo a los pequeños. De la misma forma la pertenencia. ¿El ser amado nos pertenece? Pienso que muchos responderían “sí”; por lo tanto, se puede hacer cualquier cosa con esa persona porque es de nuestra propiedad. Finalmente, la sexualidad. Existen tantas instancias públicas y privadas preocupadas por una educación de este tipo que se centra solo en el uso de preservativos para evitar embarazos no deseados. Cuando los problemas dentro de los hogares van mucho más allá, pues los adultos sienten que pueden ejercer su dominio sobre los infantes a través de su sexualidad. Por lo que en realidad se necesitaría una educación sexual enlazada con la gestión de emociones para así controlar impulsos y darse cuenta de que no los hace fuertes lastimar a los débiles.

En conclusión, pienso que el tema de violencia en contra de los niños y niñas tiene aristas de las cuales no se está hablando, por lo que es más difícil encontrar soluciones estructurales de fondo, y de prevención. Insisto que necesariamente pasa por la educación a todo nivel. Cada uno de nosotros puede contribuir a aquello, informándonos, deteniéndonos a pensar y analizar qué estamos enseñando a nuestros hijos y qué están aprendiendo, ellos dentro y fuera de los hogares. En especial concentrarnos en transmitir que el amor, por sobre todas las cosas, nunca causa daño ni es sinónimo de dolor.

Fuente e imagen: http://blogs.e-consulta.com

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El regreso inminente a las aulas

Por: Jesús Andriano*

El presente ciclo escolar está por culminar, las actividades escolares se han desarrollado en casa, el proceso educativo se adaptó a las diversas condiciones de los actores educativos; la escuela continua como un espacio vacío, inerte de la vida de los alumnos y ausente de los cambios sociales generados por la pandemia; la dinámica escolar se transformó, el aprende en casa no solo fue el eslogan para atender la educación mediante televisión educativa, aprender desde los medios televisivos o tecnológicos se convirtió en la única alternativa para algunos y en una posibilidad de acercamiento para atender los programas de estudio.

Ante el anuncio de las autoridades sobre el regreso inminente a las aulas, sería pertinente valorar y reflexionar sobre los alcances de una educación a distancia a más de un año de su implementación, si bien, es cierto que ningún plan de estudios de educación básica ésta diseñado para ser atendido fuera de lo escolarizado, es oportuno reconocer que algunos de los objetivos se alcanzaron y que muchos de los aprendizajes que se generaron en casa contribuyeron al reconocimiento de lo que la casa puede brindar para dar respuesta a las condiciones de vida en tiempos complejos.

Las condiciones son tan diversas y adversas, como las posibilidades para dar cumplimiento a los objetivos educativos. De acuerdo con la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes de 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a los nuevos escenarios de una educación no escolarizada. La presencia de la tecnología en él presente siglo ha generado un cambio en la vida cotidiana de la sociedad, en la mayoría de los hogares existe una televisión o un aparato electrónico de uso común asociado a la necesidad del entorno. La situación generada por la pandemia ha orillado a la modificación del proceso educativo, el uso de la computadora y el acceso a internet se han convertido en una condición inherente de la enseñanza y el aprendizaje, sin embargo, los datos que se señala el INEGI, muestran un vacío para atender el desafío educativo, el 43% de los hogares en México cuenta con una computadora, 56.4% cuenta con una conexión a internet y el 10.7% acceden a la conectividad fuera de casa, ante dicho panorama parece que la realidad supera la intencionalidad de dar cumplimiento a una buena educación.

Lo pertinente sería que toda la población inmersa en la educación contara con un equipo de cómputo y acceso a internet, sin embargo, la realidad es otra el poco acceso a la conectividad implica una reconfiguración de la escuela ante la nueva normalidad. La escuela debe ser otra, las prácticas educativas diferenciadas fuera del entorno escolar favorecieron el desarrollo ciertas habilidades en todos los actores educativos.

El docente debe realizar una aproximación al contexto inmediato actual, ser consciente de que el proceso educativo en el aula ahora es diferente –presencial o virtual– y no depende exclusivamente de él, debe tener claro cuál es la finalidad formativa y cuestionarse cuáles son los medios que le ayudarán a alcanzarla. De esta forma, el hecho de que la tecnología reemplace al maestro es ahora, algo que está lejos de ocurrir, por el simple hecho de que las condiciones y los programas de estudios no están adaptados para desplazar el papel del docente como mediador en el proceso de enseñanza.

Habría que cuestionarse la capacitación en la formación continua del docente, considerando un escenario donde tengan las habilidades y herramientas para adaptar su enseñanza mediante otros medios y recursos, que no propiamente sean los escolarizados si la circunstancia de enseñanza así lo requiere. Por su parte, es ineludible reconocer que los alumnos necesitan un sentido educativo en el uso de las herramientas tecnologías, la adaptabilidad a los entornos digitales no puede limitarse al cumplimiento de las actividades escolares, la configuración de un mundo cambiante es parte del objetivo de la sociedad y no propiamente de la escuela; es sabido que el alumno de ahora requiere información clara y concisa que no le demande más de unos minutos de su atención; de lo contrario, se corre el riesgo de que encuentre poco atractivo el material de estudio y lo abandone.

Ante el presente escenario, la practica educativa se tiene que reinventar, la lógica del trabajo docente debe situarse desde la planeación en el uso de recursos adaptables al aprendizaje en la que se consideren las características del contexto y las posibilidades de generar un ambiente educativo cuya finalidad contribuya a una educación contemporánea de adaptabilidad a la nueva normalidad educativa.

*Profesor investigador en la formación de docentes, Colaborador de Voces Normalistas

Referencias

INEGI. (23 de Abril de 2021). Instituto Ncional de Estadística y Geografía . Obtenido de INEGI: https://www.inegi.org.mx/default.html

UNESCO. (25 de Abril de 2021). Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Obtenido de UNESCO: https://es.unesco.org/

Fuente e imagen: https://www.educacionfutura.org/el-regreso-inminente-a-las-aulas/

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México: Hibridación de la docencia

Hibridación de la docencia

Alberto Ramírez Martinell

Publicado por Pluma Invitada

En una reflexión anterior sugerí la construcción de un plan general para la hibridación de la educación superior en el que se contemplara la combinación de las modalidades educativas presencial y no presencial no solamente para dar certeza a las comunidades  académicas ante un latente regreso a las aulas sino para sentar una base para la actualización de la manera de operar de las instituciones de educación superior (https://www.educacionfutura.org/plan-general-para-la-hibridacion-de-la-educacion-superior/).

En esta entrega ahondaré en la propuesta de hibridación de la docencia, función de gran alcance e impacto para las comunidades académicas, distinguiendo una serie de beneficios y actividades que son sensibles a cada una de las modalidades educativas consideradas.

Con la premisa de que la docencia superior no se limita al discurso elaborado de los docentes, a la asignación de lecturas meticulosamente seleccionadas y a la resolución experta de situaciones problemáticas que bien pueden ser trasladadas al espacio virtual; debemos reconocer que a través de esta función sustantiva de la educación superior, los docentes en sus aulas transmiten actitudes, valoraciones y formas de ver el mundo, que resultan ser aspectos culturales necesarios para forjar a los estudiantes en cuestiones disciplinarias.

La presencia del docente orienta el eidos, hexis, ethos y aisthesis de los estudiantes, dimensiones bourdieunas que refieren, respectivamente, al sistema de estructuras cognitivas propias de una disciplina dada para organizar las visiones del mundo; las posturas, gestos y maneras de ser del cuerpo y para orientar al conjunto de valoraciones y disposiciones morales y estéticas propias del campo disciplinario de adscripción. El estudiante que al concluir su bachillerato ingresa a una carrera del área de ciencias de la salud, por ejemplo, con el tiempo adquiere no solamente conocimientos de medicina, sino que eventualmente se vestirá como doctor, percibirá a su entorno con los ojos de un profesional de la salud, escribirá como tal y eventualmente su cuerpo adquirirá la postura propia de un profesionista de la medicina.
En la modalidad presencial los docentes se cercioran de que los estudiantes hayan comprendido la lección, ejecutan ritos de docencia y de corrección de errores, además de transferir, a través de sus actos y conductas, la cultura propia del campo disciplinario. En la mayoría de las veces, las sesiones prácticas resultan intransferibles a la virtualidad, ya que el acompañamiento del docente, el entorno de la experiencia práctica, su contexto, maquinaria, equipamiento y acceso a materiales son parte de un entorno de representación física insustituible.

Por su parte, en la modalidad virtual de interacción sincrónica, los docentes pueden compartir con estudiantes y colegas sus discursos a través de sistemas de videoconferencias de duración limitada, enviar y recibir mensajes de voz o texto; y colaborar en la construcción de documentos compartidos. Asincrónicamente, la búsqueda de información en bibliotecas virtuales y bases de datos especializadas, la asignación de lecturas guiadas, el trabajo en plataformas digitales, la revisión de objetos de aprendizaje, el empleo de apps o software especializado para el procesamiento y análisis de datos, la producción multimedia y la redacción de textos, ensayos, reportes o tesis son recursos y actividades que el docente asigna para complementar la transmisión del discurso sincrónico y que además se puede enriquecer con actividades complementarias como la internacionalización en casa, la revisión de cursos abiertos masivos y en línea o MOOC o la conexión a conferencias de relevancia temática.

Adicionalmente, el estudio en la educación superior requiere de un trabajo fuera del aula y fuer de línea u offline en los que los estudiantes, desde sus casas, estudios o bibliotecas locales, estudian, realizan sus deberes, actividades de reflexión, lecturas, preparación de discursos, análisis de datos o ensayan sus prácticas performativas.

La docencia híbrida en este nivel educativo es mucho más que el e-reading con retroalimentación presencial o la combinación del discurso áulico con el trabajo en foros virtuales de discusión. Para hibridar esta función sustantiva de la educación superior debemos partir de cuatro premisas que nos permite dosificar el componente presencial con las actividades en línea o autónomas. Las premisas son:

1) La enseñanza práctica es una actividad propia del entorno presencial, aun cuando se pueda enriquecer por tecnologías digitales.
2) Lo experimental, el trabajo práctico profesional y la actuación en escenarios, talleres, laboratorios o espacios con equipamiento experto deben darse en los lugares adecuados; y de requerirse un regreso abrupto a las aulas, este tipo de actividad tendría que ser la que encabezara la lista de tareas por realizar.
3) Es necesario un sistema de corrección y de acompañamiento de estudiantes que es usualmente posible gracias a la actividad de geografía compartida.
4) Los ritos presenciales propios de la interacción que se da en el establecimiento escolar para la transferencia de la cultura disciplinaria son fundamentales para la formación profesional de los estudiantes de la educación superior.

Por su parte, el componente no presencial del modelo híbrido debe considerar como entorno de trabajo tanto al virtual como al del trabajo autónomo de los estudiantes, sea éste mediado por TIC o no.

En la virtualidad, el docente se encargará de presentar la teoría, el discurso temático o la asignación de deberes, ayudado por videoconferencias, videos asincrónicos, asignación de lecturas, consulta en bibliotecas virtuales, redacción individual o colaborativa de reportes, trabajo en la plataforma, revisión de presentaciones electrónicas, recursos interactivos o con servicios de web, apps o simuladores.

En la educación superior de financiamiento público, lo asincrónico resulta más democrático y accesible para los estudiantes. Por lo que resulta importante considerarlo como componente principal de lo virtual y en caso de recurrir a la videoconferencia como modo de interacción de la clase, vale la pena considerar una duración no mayor a 50 minutos para los discursos docentes. Esto servirá para organizar, de ser necesario, la rotación de la asistencia al aula, el acceso escalonado al recurso, su repetición o la generación de una versión asincrónica de la clase que sea empática, más manejable y que además considere que el trabajo prolongado frente a la computadora puede ser desgastante.

Con estas consideraciones, las IES podrán diseñar modelos de interacción híbrida en los que los estudiantes se beneficien tanto del valor de lo presencial como de la flexibilidad de lo virtual.

Alberto Ramírez Martinell, doctor en investigación educativa, es Investigador del Centro de Investigación e Innovación en Educación Superior de la Universidad Veracruzana | @armartinell

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/hibridacion-de-la-docencia/

 

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Hibridación de la docencia

Por: Alberto Ramírez Martinell*
Investigador del CIIES – Universidad Veracruzana

En una reflexión anterior sugerí la construcción de un plan general para la hibridación de la educación superior en el que se contemplara la combinación de las modalidades educativas presencial y no presencial no solamente para dar certeza a las comunidades  académicas ante un latente regreso a las aulas sino para sentar una base para la actualización de la manera de operar de las instituciones de educación superior (https://www.educacionfutura.org/plan-general-para-la-hibridacion-de-la-educacion-superior/).

En esta entrega ahondaré en la propuesta de hibridación de la docencia, función de gran alcance e impacto para las comunidades académicas, distinguiendo una serie de beneficios y actividades que son sensibles a cada una de las modalidades educativas consideradas.

Con la premisa de que la docencia superior no se limita al discurso elaborado de los docentes, a la asignación de lecturas meticulosamente seleccionadas y a la resolución experta de situaciones problemáticas que bien pueden ser trasladadas al espacio virtual; debemos reconocer que a través de esta función sustantiva de la educación superior, los docentes en sus aulas transmiten actitudes, valoraciones y formas de ver el mundo, que resultan ser aspectos culturales necesarios para forjar a los estudiantes en cuestiones disciplinarias.

La presencia del docente orienta el eidos, hexis, ethos y aisthesis de los estudiantes, dimensiones bourdieunas que refieren, respectivamente, al sistema de estructuras cognitivas propias de una disciplina dada para organizar las visiones del mundo; las posturas, gestos y maneras de ser del cuerpo y para orientar al conjunto de valoraciones y disposiciones morales y estéticas propias del campo disciplinario de adscripción. El estudiante que al concluir su bachillerato ingresa a una carrera del área de ciencias de la salud, por ejemplo, con el tiempo adquiere no solamente conocimientos de medicina, sino que eventualmente se vestirá como doctor, percibirá a su entorno con los ojos de un profesional de la salud, escribirá como tal y eventualmente su cuerpo adquirirá la postura propia de un profesionista de la medicina.
En la modalidad presencial los docentes se cercioran de que los estudiantes hayan comprendido la lección, ejecutan ritos de docencia y de corrección de errores, además de transferir, a través de sus actos y conductas, la cultura propia del campo disciplinario. En la mayoría de las veces, las sesiones prácticas resultan intransferibles a la virtualidad, ya que el acompañamiento del docente, el entorno de la experiencia práctica, su contexto, maquinaria, equipamiento y acceso a materiales son parte de un entorno de representación física insustituible.

Por su parte, en la modalidad virtual de interacción sincrónica, los docentes pueden compartir con estudiantes y colegas sus discursos a través de sistemas de videoconferencias de duración limitada, enviar y recibir mensajes de voz o texto; y colaborar en la construcción de documentos compartidos. Asincrónicamente, la búsqueda de información en bibliotecas virtuales y bases de datos especializadas, la asignación de lecturas guiadas, el trabajo en plataformas digitales, la revisión de objetos de aprendizaje, el empleo de apps o software especializado para el procesamiento y análisis de datos, la producción multimedia y la redacción de textos, ensayos, reportes o tesis son recursos y actividades que el docente asigna para complementar la transmisión del discurso sincrónico y que además se puede enriquecer con actividades complementarias como la internacionalización en casa, la revisión de cursos abiertos masivos y en línea o MOOC o la conexión a conferencias de relevancia temática.

Adicionalmente, el estudio en la educación superior requiere de un trabajo fuera del aula y fuer de línea u offline en los que los estudiantes, desde sus casas, estudios o bibliotecas locales, estudian, realizan sus deberes, actividades de reflexión, lecturas, preparación de discursos, análisis de datos o ensayan sus prácticas performativas.

La docencia híbrida en este nivel educativo es mucho más que el e-reading con retroalimentación presencial o la combinación del discurso áulico con el trabajo en foros virtuales de discusión. Para hibridar esta función sustantiva de la educación superior debemos partir de cuatro premisas que nos permite dosificar el componente presencial con las actividades en línea o autónomas. Las premisas son:

1) La enseñanza práctica es una actividad propia del entorno presencial, aun cuando se pueda enriquecer por tecnologías digitales.
2) Lo experimental, el trabajo práctico profesional y la actuación en escenarios, talleres, laboratorios o espacios con equipamiento experto deben darse en los lugares adecuados; y de requerirse un regreso abrupto a las aulas, este tipo de actividad tendría que ser la que encabezara la lista de tareas por realizar.
3) Es necesario un sistema de corrección y de acompañamiento de estudiantes que es usualmente posible gracias a la actividad de geografía compartida.
4) Los ritos presenciales propios de la interacción que se da en el establecimiento escolar para la transferencia de la cultura disciplinaria son fundamentales para la formación profesional de los estudiantes de la educación superior.

Por su parte, el componente no presencial del modelo híbrido debe considerar como entorno de trabajo tanto al virtual como al del trabajo autónomo de los estudiantes, sea éste mediado por TIC o no.

En la virtualidad, el docente se encargará de presentar la teoría, el discurso temático o la asignación de deberes, ayudado por videoconferencias, videos asincrónicos, asignación de lecturas, consulta en bibliotecas virtuales, redacción individual o colaborativa de reportes, trabajo en la plataforma, revisión de presentaciones electrónicas, recursos interactivos o con servicios de web, apps o simuladores.

En la educación superior de financiamiento público, lo asincrónico resulta más democrático y accesible para los estudiantes. Por lo que resulta importante considerarlo como componente principal de lo virtual y en caso de recurrir a la videoconferencia como modo de interacción de la clase, vale la pena considerar una duración no mayor a 50 minutos para los discursos docentes. Esto servirá para organizar, de ser necesario, la rotación de la asistencia al aula, el acceso escalonado al recurso, su repetición o la generación de una versión asincrónica de la clase que sea empática, más manejable y que además considere que el trabajo prolongado frente a la computadora puede ser desgastante.

Con estas consideraciones, las IES podrán diseñar modelos de interacción híbrida en los que los estudiantes se beneficien tanto del valor de lo presencial como de la flexibilidad de lo virtual.

Alberto Ramírez Martinell, doctor en investigación educativa, es Investigador del Centro de Investigación e Innovación en Educación Superior de la Universidad Veracruzana | @armartinell

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Plan general para la hibridación de la Educación Superior

Publicado por: Pluma invitada

Por: Alberto Ramírez Martinell

Cuando las comunidades educativas estén fuera de todo riesgo de contagio de la COVID19, personal académico, administrativo y estudiantes de las Instituciones de Educación Superior (IES) regresarán a los espacios escolares. Aulas, bibliotecas, laboratorios, salas de juntas, oficinas, cubículos, salas de concierto, estadios, gimnasios, parques, jardines y otros espacios al aire libre en los establecimientos escolares recibirán nuevamente a su gente.

Pero la vuelta al campus no debe representar un regreso al pasado. Un regreso a la docencia presencial tradicional, al uso ramplón de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), a reuniones periódicas de larga duración de carácter secreto y sectario o a la prohibición de medios de comunicación para el acceso remoto a actividades académicas de corte eminentemente presencial.

Es necesario que el regreso a las aulas se haga sobre la base de un plan general de hibridación de la institución que conserve algunos usos estratégicos de las TIC que potencien tanto el impacto, el alcance y la eficiencia en la docencia, la tutoría académica, la investigación, la difusión de la cultura y la gestión.
La docencia es el activo más vivo y dinámico de las IES, aun en situaciones de emergencia. Durante la pandemia, los profesores de este nivel educativo procuraron la continuidad académica a través de la aplicación de estrategias personales de emergencia para la docencia no presencial y aunque los resultados individuales son, en algunos casos, dignos de aplaudirse, se hizo evidente la necesidad de sentar bases comunes para una enseñanza superior en medios digitales que trascienda la docencia mediada por videoconferencia y el e-reading, o lectura de textos académicos hospedados en plataformas virtuales de enseñanza.

Las IES necesitan un modelo educativo híbrido y flexible que dé certeza didáctica, tecnológica y de acceso a los contenidos para profesores y estudiantes. Un modelo que combine lo más eficiente de las modalidades presenciales, a distancia, abierta y virtual y que garantice que la experiencia educativa sea exitosa.

La tutoría académica, por su parte, es una actividad importante en la educación superior, no sólo por las cuestiones formales de orientación y de información institucional, sino por el diálogo que se puede establecer entre los estudiantes y los académicos de la institución. En la tutoría académica, las TIC sirven para tender canales de comunicación entre tutores y tutorados y para ampliar las posibilidades de acceso a la información institucional, noticias y comunicados. El acceso al tutor a través de medios digitales da una sensación de acompañamiento permanente que enriquece el diálogo académico, promueve el conocimiento de la IES y termina por mejorar la trayectoria de los estudiantes. La hibridación de la tutoría académica podría hacerse a partir de un sistema seguro de mensajería instantánea en el que la institución educativa salvaguardara los datos privados de profesores y estudiantes.

En la investigación, el uso de herramientas tecnológicas para la recopilación de datos, el procesamiento de datos, la documentación audiovisual durante el trabajo de campo, el análisis de resultados y la elaboración de reportes de investigación no es infrecuente ni antes ni durante el periodo de aislamiento.

Investigadores consolidados o aquellos en formación han usado las TIC en los niveles y para los objetivos que así lo requiere su estilo de investigación y la tradición disciplinaria de sus proyectos, sin embargo, las IES podrían promover esquemas de capacitación en el uso de herramientas informáticas para el análisis cuantitativo y cualitativo, la visualización de datos o para la mejora de la presencia en línea de los académicos y sus productos de investigación. Para la hibridación de esta función, se debe de reconocer que el trabajo de campo siempre tendrá que ser en el campo, pero que el trabajo de escritorio puede afinarse a través del uso de herramientas digitales para la investigación.

Para la difusión de la cultura el reto ante la hibridación no es menor. Los artistas y creadores deben enfocarse en lo que saben saber y recibir el apoyo institucional para la mejora de sus actividades a través del uso de dispositivos digitales o herramientas informáticas en un primer momento y del procesamiento de la información generada por los artistas después. La hibridación de la difusión de la cultura podría orientarse a la ampliación y cobertura del acceso a los bienes culturales. Esto incluye el registro, almacenamiento, indización y apertura de la oferta cultural de las instituciones a través de medios de comunicación de amplio acceso y de uso irrestricto. Esto se podría lograr a partir de la creación de una memoria histórica en formato digital de acceso abierto en la que se archive y se oferte de manera ordenada la producción artística de las IES. Un repositorio digital que almacene el contenido plástico, musical, dancístico, pictórico y dramátic generado en la institución y que además realice y permita la cosecha de metadatos de otros repositorios constituiría una acción institucional derivada de la hibridación que no sólo cambia la práctica académica, sino que además ampliaría y difundiría el patrimonio cultural de la institución, del estado y del país.

Durante el trabajo en casa, nos dimos cuenta que algunas reuniones colegiadas propias de la función de gestión pueden bien organizarse en formatos flexibles y de acceso irrestricto o incluso ser resueltas a través de un hilo de correos electrónicos. También quedó en evidencia que la participación en las reuniones puede hacerse de forma remota y que la apertura de su contenido para la comunidad sería ideal. La eliminación de la secrecía de estas reuniones a partir de su registro audiovisual permitiría que la comunidad académica accediera de manera sincrónica o asincrónica a las discusiones colegiadas, transparentando los procesos de gestión al interior de las IES.

Para hibridar la gestión de las IES se necesitan protocolos para las juntas y reuniones en los que se definan las condiciones de acceso, de participación, de archivo de documentos y del signado correspondiente. Para eso, se deberá promover el uso de un sistema institucional de firma electrónica avanzada; el envío y recepción de oficios, circulares y documentación oficial en formato digital a través de plataformas electrónicas que garanticen el acceso seguro y permanente a documentos oficiales y la homologación de bases de datos y sistemas de información.

La definición de un plan general para la hibridación de la Educación Superior dará certeza y rumbo a las comunidades académicas mejorando el desempeño y la experiencia del regreso a las aulas.

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/plan-general-para-la-hibridacion-de-la-educacion-superior/

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