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La lectura en tiempos de pandemia

Por:  Luz Angélica Rivera Vázquez

En la Educación Básica, la lectura es un medio para descubrir, comprender y analizar temas que se ponen al alcance dentro y fuera de las aulas. Además utilizan libros de texto que al resolverlos es ineludible la actividad lectora para poder así contestar los ejercicios que se presentan, donde el docente guía la acción y da seguimiento a las actividades que ya están propuestas en el libro.

Es así como un alumno, al ingresar a la Educación Básica, se le incorpora a la práctica de la lectura desde la adquisición de la misma, principalmente bajo dos métodos de los cuales se desprenden más, que son el sintético y el analítico que, según Mialaret (2011), en el primero inician el aprendizaje de la lectura con la identificación de sonidos, representados por una letra  y uniéndolas para formar una palabra o frase; y el segundo, un método global que invita a comprender el sentido de frases y palabras por medio de representaciones gráficas para comprender su sentido.

Después se utiliza la lectura para usos prácticos y fines didácticos en el aula y fuera de ella, pues de acuerdo con Vygotsky la cultura influye tanto en el contenido del pensamiento como en la forma a través de la cual los seres humanos procesamos la información, afecta la naturaleza de la atención, la memoria y la metacognición (Bodrova y Leong, 2004, p.32).

Es por ello que al niño de Educación Primaria se le debe acercar a la práctica de la lectura de forma diaria y directa en el aula, de forma diversificada, con oportunidades para explorar diferentes textos. En el contexto escolarizado la lectura depende de las propuestas del docente, de los acercamientos que se le planteen y de aquellas actividades que el docente, con o sin finalidad, los lleve a la comprensión de cualquier tipo de texto.

Sin embargo, en esta última época, a partir del mes de marzo del 2020, en México y en todo el mundo esta situación cambió, el modelo de la escuela y de las actividades que se presentaban en ella, como la lectura y todas aquellas estrategias escolarizadas que se tenían proyectadas para los meses de abril, mayo, junio y julio, se vieron limitadas por una pandemia que posicionó a la educación escolarizada a distancia de las aulas, de sus compañeros, de sus rutinas, de su receso, sus juegos y sobre todo de su maestro.

Una pandemia es definida en el Diccionario de la lengua española (2001) como “enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región”. Esta es provocada por el virus SARS-CoV2 que desde diciembre del 2019 en la ciudad de Wuhan de la República Popular de China, inició como un brote de neumonía denominado como enfermedad por el virus SARS-CoV2 (Covid-19), que se ha expandido en varios países y México no es la excepción. Ha llegado y, a partir del 23 de marzo del 2020, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el Consejo de Salubridad General que la denominó como pandemia y se comenzaron a tomar medidas de suspensión de las actividades no esenciales, con la finalidad de mitigar la dispersión y transmisión del virus.

Dentro de las recomendaciones a nivel nacional dadas por el sector salud a consecuencia de la propagación del virus SARS-CoV2 son el distanciamiento social, el cual limita las actividades económicas, deportivas, culturales, sociales, comerciales, pero sobre todo las escolares, en todos los niveles educativos públicos y privados. Aunque era algo nuevo, inusual y aterrador, se cerraron las aulas, se optó por tomar clases a distancia, lo cual ocasionó que los docentes enviaran el trabajo a casa mediante medios electrónicos que determinó un trabajo en casa, que si bien, no estábamos preparados como sector educativo, al principio se presentó como un área de oportunidad de aprendizaje, pero también implicó un problema, pues en muchos de los casos los maestros y alumnos no tenían medios de comunicación, por lo que limitó las actividades académicas de estos alumnos.

Por su parte, las autoridades educativas emitieron comunicados y propusieron una estrategia de programación televisiva “Aprende en casa” a la cual los alumnos tenían acceso. Asimismo, estaba al alcance de ellos que, en palabras del secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, “9 de cada 10 alumnos tienen en su casa acceso a la televisión”, lo cual permitía cobertura nacional casi en su totalidad y en los casos donde no era posible, había programas radiofónicos. De igual manera, los maestros que tenían forma de comunicarse con los padres de familia y alumnos podían enviarles trabajo a casa, lo cual centró mi atención a esta actividad en la cual los maestros enviaban su propuesta de trabajo, ya que al pertenecer al sector educativo donde se puede revisar en la planificación las actividades de los profesores, era necesario prestarle atención a las estrategias que implicaban la lectura como centrales en el proceso educativo, además de darme cuenta del valor que tienen dentro de las aulas como actividad primordial, ya que las propuestas didácticas que se enviaban a casa eran mediante medios escritos, los cuales los padres de familia tenían que leer y comprender para llevarlos a cabo en casa. Esta situación me llevó a plantearme una problemática: ¿qué estrategias viablesde lectura propuestas por los profesores de primaria se podrían realizar durante este período de confinamiento?

Para esclarecer la práctica de la lectura, primero defino qué es la lectura, como Sole (1992), quien describe que leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto, proceso mediante el cual el primero intenta satisfacer los objetivos que guían su lectura, dando referencia a la interacción que es perceptible cuando se interpreta el texto con el marco de referencia del lector.

Así mismo, Millán (2010) aporta que leer es establecer un diálogo con el autor, comprender sus pensamientos, describir sus propósitos, hacerle preguntas y tratar de hallar las respuestas en el texto; por lo que implica un proceso más consciente entre el lector y el autor, más que solo la decodificación de letras.

El aprendizaje de la lectura implica pasos que Kalman (2003) distingue para apropiarse del uso de un artefacto letrado: en un primer momento distingue la disponibilidad, acceso, participación con interacción y apropiación, integrándolo a sus prácticas comunicativas y aporta su voz personal. Utilizando este método sistemáticamente, se podría trazar un camino efectivo a la lectura efectiva. Este tipo de prácticas de lectura las podemos encontrar con las actividades propuestas a los alumnos, mismas que se pueden explorar con esta investigación.

La lectura cobra relevancia debido a que en cualquiera de las asignaturas que se imparten en Educación Primaria, ésta es quizá la principal como medio de acercamiento, desde la lectura de alguna indicación, un mapa, una imagen, una página o una ilustración para después realizar una producción o actividad complementaria a partir de la lectura.

Lo anterior descripto me permitió hacer una investigación mediante medios electrónicos acerca de esta práctica de la lectura durante la etapa de pandemia, al observar que la lectura traspasó las aulas y se realizó como actividad primaria en las casas de los alumnos.

Materiales y Métodos

El universo de estudio lo constituyen 25 docentes de educación primaria pública que laboran en el municipio de Cuautitlán Izcalli, Estado de México. El período de estudio comprende las últimas semanas del ciclo escolar 2019-2020, que corresponde a las primeras semanas de junio del 2020. El “trabajo de campo”, por decirlo de algún modo, consistió en establecer comunicación a través de mensajes de WhatsApp en los que los docentes que voluntariamente colaboraron respondieron a las tres preguntas planteadas, en un entorno a distancia y con una sola intervención.

El planteamiento se realizó mediante tres preguntas, las cuales se distribuyeron a través de medios electrónicos en la aplicación de WhatsApp, a la que la mayoría de los docentes tiene acceso, lo cual permitió la comunicación a distancia.

Resultados

La primera pregunta dirigida a los docentes fue ¿Qué medio de comunicación con los padres de familia ha sido al que más ha recurrido durante este período de confinamiento? Este cuestionamiento me permitió conocer el medio a través del cual se estableció comunicación con los padres de familia o alumnos durante esta etapa de pandemia. Al respecto, se obtuvieron resultados que reflejan que el cien por ciento de los 25 profesores encuestados utilizaron la aplicación de WhatsApp, la cual evidentemente fue de su preferencia y añadieron otras formas más como el correo electrónico utilizado por 6 docentes, lo cual amplió el canal de comunicación y solo uno de los profesores utilizó la aplicación de Zoom, así como un profesor más que hizo uso de la plataforma Google Classroom.

Lo anterior que refleja que la aplicación que los docentes prefieren es la de WhatsApp por ser de fácil acceso para la sociedad y porque permite hacer llamadas, enviar fotografías, audio y escritura. Es decir, es uno de los medios que facilitan la comunicación de forma eficaz, por lo que podríamos seguir utilizando esta “App” para fines educativos. Así mismo, los padres de familia tienen el dominio en el uso de esta aplicación, lo cual facilita establecer comunicación e incluso compartir datos entre ellos y de forma inmediata. A lo anterior mencionado, habría que agregar el notable detalle del económico costo que tiene la aplicación, así como su amplia capacidad de cobertura geográfica.

Es relevante mencionar que solo dos docentes utilizaron dos plataformas diferentes que implican la realización de una videollamada o que permite grabar una clase o interactuar en el mismo tiempo con el alumno, lo que refleja la falta de conocimiento de parte de algunos docentes para utilizar otra herramienta tecnológica y lograr una mejor comunicación a distancia con sus alumnos. Por otra parte, también nos demuestra la brecha económica que vive actualmente el país, debido a que no todos los alumnos en el sistema público tienen acceso a internet o a un equipo de cómputo que permita la conectividad, situación que limita el uso de otras herramientas digitales para el logro de la comunicación entre profesores y alumnos. Lo cual muestro en los resultados de la primera pregunta en la siguiente figura 1.

Figura 1

Para la segunda pregunta, partimos de la premisa de que la lectura es prioridad en el trabajo en educación primaria realizado durante esta pandemia, ya que es una actividad que se ocupó en un 100% por cuatro docentes; en más de un 50% por 20 docentes y solo un docente con menos del 50%. Lo anterior refleja que su uso ha sido prioritario en las actividades propuestas de parte de los docentes de Educación Primaria durante esta etapa. Dentro de las actividades propuestas, se fortalecieron habilidades de comprensión lectora que los alumnos de nivel primaria requieren para dar continuidad a su vida académica, ya que es el principal y tradicional medio de adquisición de nuevos conocimientos.

En palabras de Daniel Cassany “La actividad de leer requiere poner en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el razonamiento” (2019, p. 55), por lo que proporcionarles esta actividad mental a los alumnos facilita el desarrollo de habilidades del pensamiento que les permitirán utilizar para otras actividades escolares futuras.

Sin embargo, desde mi perspectiva, esta actividad, al ser el medio de adquisición de otros conocimientos, tendría que ser primordial dentro y fuera de las aulas e incluso en casa, en donde se desarrolló la mayor parte del trabajo durante este confinamiento.

Considero necesario que la lectura se tome con una gran relevancia, no solo escolar, sino social, debido a que esta actividad conlleva más formas y tipos que las siete letras que la componen y es por eso que me llevó a realizar la siguiente pregunta en donde observé que los docentes manifestaron las estrategias que ellos emplearon para promover la lectura en casa durante esta pandemia, que permite comparar la multiplicidad de propuestas.

Figura 2

Dentro de esta figura 2 se encuentran concentradas las estrategias que utilizaron los docentes de educación primaria durante este confinamiento, lo cual me permitió obtener los siguientes resultados. Como estrategias recurrentes, se utilizó la lectura de comprensión y las preguntas de comprensión a partir de una lectura, que son las actividades que más se propusieron por parte de 7 docentes. Dentro de las actividades que también se destacan son la lectura en familia y la lectura compartida, propuesta por 4 docentes cada una, lo que denota que, al ser una actividad que se puede realizar de manera compartida y al permanecer en confinamiento, las familias las podían realizar en conjunto.

Otro porcentaje de docentes coincidieron en las estrategias de obtener inferencias a partir de una lectura, así como localizar información dentro de la lectura, cuestionarios y lecturas de comprensión que dos docentes propusieron. Sin embargo, es relevante mencionar que estas estrategias y las demás que se encuentran en la Figura 2 con una sola propuesta de parte de los docentes son actividades en donde se logran dos tipos de lectura que son literal e inferencial, las cuales planteo a partir de la propuesta de Daniel Cassany (2008), que por su parte propone tres tipos de lectura que se pueden practicar desde casa y en el aula. Estas son: literal donde se decodifica el texto, inferencial que te permite recuperar inferencias elaborativas, pragmáticas o proyectivas; y crítica que implica comprensión de la ideología. Esto en términos generales, ya que es la más compleja.

Una lectura crítica requiere identificar el contexto de partida, reconocer el género discursivo, identificar el contexto de llegada y reaccionar en consecuencia de la lectura. Según Cassany (2008), es como debemos hacer una lectura crítica, que a su vez es compleja, que exige también grandes conocimientos y destrezas del lector, puesto que implica un amplio conocimiento del contexto de la lectura.

Discusión

Dentro de las estrategias empleadas por los docentes de primaria durante este período de pandemia se denotan dos tipos de lectura: la literal, al realizar cuestionarios donde sólo se permite el decodificar el texto y copiar las respuestas, y el tipo de lectura inferencial, que permite recuperar inferencias acerca de la lectura, estrategia utilizada por los docentes que permite identificar partes de un texto y anticipar información.

Asimismo, es necesario prestar atención a quitar las estrategias propuestas por los docentes, las cuales tienen relevancia debido a que todos los profesores encuestados priorizan en actividades de lectura dentro de las estrategias propuestas para este confinamiento, lo cual determina la preocupación de los maestros por esta actividad, ya que su rol es dinámico,  determinan el qué, el cómo, el cuándo y el por qué se utilizan las estrategias de lectura en el aula y ahora en casa de los alumnos también.

Es el docente quien tuvo la responsabilidad de seguir promoviendo actividades de lectura durante este confinamiento, ya que es determinante como guía para promover que los alumnos tengan un rol más activo y autónomo en su aprendizaje. Es necesario conducir a los alumnos a la práctica de la lectura para que encuentren en ella la vía para lograr mayores aprendizajes y que puedan explorar más usos y tipos de textos.

El camino a la lectura es largo y requiere de reforzamiento continuo, que depende en gran medida de las conducciones de los docentes, por lo que sugiero seguir construyendo el abanico de posibilidades de estrategias de lectura en educación primaria e innovar con la participación de los alumnos, algo que durante esta pandemia se ha realizado y que sin lugar a duda se seguirá reflexionando.

Bibliografía

Bodrova y Leong (2004) Herramientas de la mente. México: Pearson.

Cuetos, F. (2010) Psicología de la lectura. Madrid: España.

Cassany, D. (2008) Prácticas letradas contemporáneas. México: Ríos de Tinta, ISBN: 978-968-943-234-0.

Cassany, D. (2019) Laboratorio lector. España: Anagrama.

Mialaret, G. (2011). Psicología de la educación.  Buenos Aires, Argentina: Siglo veintiuno editores.

Kalman, Judith (2003). El acceso a la cultura escrita: la participación social y la apropiación de conocimientos en eventos cotidianos de lectura y escritura. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 8 (17), [Fecha de Consulta 15 de abril de 2020]. ISSN: 1405-6666. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=140/14001704

Millán L. (2010). Modelo didáctico para la comprensión de textos en educación básica. Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales, (16),109-133. [fecha de Consulta 15 de Abril de 2020]. ISSN: 1316-9505. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=652/65219151007

Villagránt, A. y Harris D. (2009). Algunas claves para escribir correctamente un artículo científico. Revista chilena de pediatría80(1), 70-78. https://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062009000100010

Real Academia Española. (2001). Epidemia. En Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Recuperado de https://dle.rae.es/epidemia?m=form

Solé, I. (1998) Estrategias de lectura. Madrid: Grao.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-lectura-en-tiempos-de-pandemia/

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La formación docente y el regreso de las malas prácticas

Por: Freddy Leo Flores*

Recientemente, diversas instituciones públicas y privadas han ofrecido de manera constante una amplia y variada oferta de formación profesional para los docentes y demás personajes ligados al sector educativo. Dicha situación se incrementó a ritmos acelerados a raíz de los rumores que generaba el regreso de un sistema parecido a lo que fue carrera magisterial.

Una vieja añoranza de lo que se vivió ya hace varios ayeres, tan glorioso para algunos como anhelado por otros que apenas iniciamos este largo peregrinar dentro de la docencia. Según los Lineamientos Generales de Carrera Magisterial (2011), este fue un sistema de promoción horizontal en donde los profesores participaban de forma voluntaria e individual, teniendo a su vez la posibilidad de incorporarse o promoverse si cubrían todos los requisitos y se evaluaban conforme a lo indicado en dichos lineamientos.

El sistema de Carrera Magisterial buscaba promover el mejoramiento de la calidad de la educación mediante el pago de un estímulo por las horas dedicadas a actividades cocurriculares, ponderando la preparación profesional y los años de servicio como requisitos para el ingreso. El impacto en los resultados educativos hasta la fecha es cuestionable, sobre todo si se toma en cuenta la ausencia de mecanismos de seguimiento de las acciones de fortalecimiento curricular y su huella en la mejora de los resultados académicos.

Algunos docentes que vivieron el auge de dicho sistema de estímulos, afirman que uno de los grandes errores del mismo, fue el abaratamiento de la preparación profesional, en donde invariablemente el factor corrupción no estuvo alejado de ello. Dentro de las malas prácticas fomentadas, directa o indirectamente, destacan principalmente la “compra de cursos”, falsificación de documentos, venta de respuestas de los exámenes hasta líderes sindicales que eran beneficiados sin necesidad de pasar por dichos instrumentos de evaluación, ni demás requisitos que el resto de los docentes si tenían que cumplir como lo afirma Ornelas (Excélsior, 15/06/2011), ejemplos hay muchos.

El 30 de Septiembre del 2019, fue publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el Decreto por el que se expide la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, en donde se pone de manifiesto la importancia que tendría para los siguientes procesos de evaluación (ingreso y promoción) la capacitación didáctica o pedagógica, cuantitativamente hablando. A partir de la publicación del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, la realización de cursos y/o diplomados, demostrable con documentos oficiales que acreditarán la culminación de los mismos, tendría asignado un valor dentro del puntaje global. Esta “nueva” modalidad ya tuvo su primera aparición en los elementos multifactoriales que se tomarán en cuenta para la Admisión y la Promoción Vertical en Educación Básica y Media Superior para el próximo ciclo escolar 2020-2021.

Por tanto, diversas instituciones se han encargado de ofrecer cursos y diplomados de todos tipos y sabores, para todos los gustos y necesidades, varios de ellos, no está por demás decirlo, muy interesantes y completos. No quepa la menor duda, los docentes deben invariablemente actualizar su formación pedagógica. Incluso, Perrenoud (2007), catalogaba la organización de la propia formación continua como una de las diez competencias profesionales que debian ser desarrolladas con gran prioridad, el problema radicaba, según él, cuando el factor obligatoriedad se hacía presente generando en los docentes la manifestación de ciertas resistencias. En contraparte, cuando la actualización pedagógica se convierte en una opción, los maestros en un grupo muy reducido, suelen escapar de ellos. Menuda encrucijada.

Hablar de obligatoriedad trae consigo diversas implicaciones no tan difíciles de identificar, más asociadas a la oposición que al convencimiento de querer hacer las cosas. Es innegable que ante estos factores, el accionar humano suele manifestarse de forma curiosa, y ante la renuencia de algunos, el oportunismo de otros sale a escena.

Posiblemente sean conocidos por usted, estimado lector, la gran cantidad de personas que promueven, en redes sociales, la realización de todo tipo de cursos y/o diplomados a cambio de una módica cantidad, la cual suele ser proporcional al “esfuerzo intelectual” dedicado por quien o quienes brindan el servicio, mismos que ofrecen incluso todas las garantías imaginables como si fuesen una prestigiosa tienda del ramo que su imaginación guste colocar.

No es un caso fuera de lo común la venta de constancias o documentos comprobatorios, tampoco es nuevo que haya gente que se ofrezca a prestar este tipo de servicio, lo lamentable es que docentes en servicio, o futuros maestros, realicen estas prácticas. Cuestionable de forma y de fondo, sin lugar a dudas. La disyuntiva aquí sería si es una cuestión de ausencia de ética profesional o una prueba del innegable fracaso de la oferta de formación profesional, aclaro con ello que no trato de justificar las malas prácticas.

Es irrefutable la necesidad de mejorar la formación de los docentes para que puedan, en consecuencia, desarrollar en las niñas, niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país, una formación integral, continua y permanente. Si las ofertas de formación profesional para el buen ejercicio docente y los elementos de preparación profesional están a la orden del día, ¿cuál es el motivo de que haya tan poco interés en ello?

Algunos autores en la década de los 90´s, entre ellos Fullan (1991), afirmaban que las causas del fracaso de los programas de formación y actualización se debían principalmente a los siguientes motivos: 1) los contenidos suelen ser seleccionados por personas alejadas de la realidad escolar; 2) no existe apoyo o acompañamiento adecuado para introducir nuevas ideas, e idealmente, nuevas prácticas; 3) se carece de evaluación del impacto que dichos programas tienen en los docentes; 4) no cubren las necesidades individuales debido a la gran diversidad de contextos en los que se desempeñan los profesores; 5) no existe una base conceptual sólida en donde se fundamenten los programas de actualización, entre otras. Como puede apreciarse en la estructura de los programas de formación y actualización docente de nuestros días, poco o prácticamente nada ha cambiado.

Los aspectos mencionados dan una pauta más clara de las deficiencias que presentan dichos programas, y es que parecería más que difícil que con la actual estructura de los cursos y diplomados, la mayoría de las veces alejados por completo de la realidad escolar, los docentes puedan alcanzar las competencias necesarias para el buen ejercicio pedagógico. Podría ser esta, una razón más que explique el poco o nulo interés en los profesores ante la oferta de formación profesional actual.

Según Latapí (2003), los cursos de actualización académica aportan si presentan y discuten experiencias significativas por maestros que las han realizado; de lo contrario solo dejan un conocimiento libresco, alejados de las necesidades de la práctica. Por tanto, es necesaria la reflexión sobre las características de las ofertas de formación profesional, una revisión más de fondo que de forma que lleve al replanteamiento de la estructura de los programas de formación y actualización docente. Dicha revisión tendría forzosamente que partir del análisis de los contenidos, buscando que estos sean estructurados en función de la realidad escolar, además de ello se deberían desarrollar mecanismos de apoyo o acompañamiento adecuado para introducir los conocimientos obtenidos en su ejercicio diario, a nivel micro y macro destacando principalmente el papel de la autoridad inmediata superior; finalmente se tendrían que aplicar mecanismos de evaluación del impacto que dichos programas tienen en los docentes y en los resultados académicos.

La revisión y modificación sustancial de los programas de formación pedagógica, seguramente no eliminará de golpe la venta de cursos o diplomados, sin embargo ello provocaría que los verdaderos docentes opten por aquellos que realmente ofrezcan alternativas aplicables a su realidad escolar. Es por todos sabido que la condición esencial para que el maestro aprenda es que tenga disposición a aprender. Por tanto, ante una oferta interesante, variada y adecuada a los contextos educativos, la permanencia y elección de las malas prácticas, quedaría en manos de la ética profesional de los docentes.

Referencias Bibliográficas

Fullan, M. y Hargreaves, A., ( 1991). La escuela que queremos. Buenos Aires, Argentina.: Editores Amorrortu.

Latapí, P., (2003). ¿Cómo aprenden los maestros?. México, D.F.: SEP.

Ornelas, C., (15 de Junio de 2011). Carrera magisterial. La cuarta vertiente. Excelsior. Recuperado de https://www.excelsior.com.mx

Perrenoud, P,.(2007) Diez Nuevas Competencias para Enseñar. Barcelona, España.: Ed. Graó.

SEP., (2011). Programa Nacional de Carrera Magisterial. Lineamientos Generales Recuperado de : https://www.sep.gob.mx/es/sep1/sep1_Lineamientos_Generales_de_Carrera_Magisterial

SEP., (2019). Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros. Recuperado de: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGSCMM_300919.pdf

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-formacion-docente-y-el-regreso-de-las-malas-practicas/

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Algunos interrogantes que dibuja el nuevo escenario de aprendizaje con la COVID-19

Por Juanjo Vergara/DiariodelaEducacion

Un astrónomo que miraba a través de un telescopio de 5 metros declaró que iba a llover. Su ayudante le preguntó: “¿Cómo lo sabe?” “Porque me duelen los callos”.
McLuhan, M. y Fiore, Q.

Es urgente, la escuela debe cambiar. Llevamos décadas diciéndolo antes del COVID-19. Lo preocupante es que la virtualización de la enseñanza -fruto de la pandemia- no está dirigiéndose hacia la innovación educativa. Está provocando la elaboración de herramientas que facilitan procesos obsoletos y de añejas prácticas educativas -exámenes, tareas, control del alumnado, etc.-. Prácticamente ninguna de aquellas que permiten avanzar en modelos de aprendizaje para espacios híbridos como el que se presentará en los próximos años.

La escuela debe cambiar, pero no anclada en el control y la virtualización de la desigualdad, por muchos cacharros tecnológicos que lo avalen. El cambio debe suponer aprender a vivir en un mundo híbrido en el que las competencias más importantes no son el manejo de dispositivos, si no el compromiso con las personas que los habitan. Estos son los Proyectos de Aprendizaje de los que me gustaría ocuparme en adelante como docente.

Virtual vs. Real

En 1992 Neal Stephenson publica su mítica novela Snow Crash en la que describe un escenario hasta el momento desconocido: el metaverso. Un mundo virtual en el que los humanos interactúan social y económicamente en un ciberespacio.

La visión del autor hizo rebosar ríos de tinta sobre las posibilidades de la virtualidad como espacio alternativo para habitar las relaciones, los consumos e, incluso, el aprendizaje.

Pocos años después -en 2003- una empresa estadounidense -Linden Lab- diseña un mundo virtual en que es posible construir avatares que permitían comprar, aprender o relacionarse. Fue el nacimiento de Second Life y decenas de compañías se lanzaron a la compra de espacios virtuales que luego resultaron ser poco productivos económicamente. Hoy prácticamente nadie los habita, pero en aquellos primeros años del siglo XXI las universidades se lanzaban a este nuevo metaverso asegurando que abría grandes posibilidades en la enseñanza y el aprendizaje: “El futuro de la educación está en la virtualización”, decían. Un ejemplo de ello lo protagonizaron proyectos de investigación internacionales -entre los que participó activamente España- que buscaban explorar las posibilidades formativas de un escenario virtual como este. En 2017 la empresa intentó un nuevo relanzamiento de Second Life apoyado por los avances de la realidad aumentada. Sin embargo, podemos decir que hoy es poco más que un espacio de juego virtual en el que las empresas no invierten de la manera esperada en su momento.

Algunas décadas antes de finalizar el milenio -y en los albores del presente- se inició en educación la fiebre de la tecnología. Recuerdo que los centros -y las administraciones- se lanzaron ávidos a consumir pizarras digitales y toda suerte de cacharros. Hicieron ver a sus docentes la revolución que estos suponían y diseñaron para ellos cientos de cursos de formación. Algunos han soportado el paso del tiempo como herramientas adecuadas para apoyar las decisiones de los docentes o su modelo de formación. Otros muchos supusieron frustrantes inversiones poco o nada rentabilizados.

Hoy asistimos a un escenario similar. El cierre de las escuelas ha sido un revés importante para el aprendizaje de nuestros alumnos. Como era de esperar, docentes, alumnado y familias han hecho lo que han podido: intentar que los cursos terminen con las heridas lo más leves posible. Sin embargo, asistimos a un espectáculo esperpéntico en el que algunos se lucran y otros encuentran un nicho discursivo en torno a una innovación que más bien retrae la enseñanza nuevamente siglos atrás. Eso sí, acompañada de dispositivos y aplicaciones que solo algunas personas y territorios pueden poseer. Una vez más, la educación marca una brecha de desigualdad obscena. Lo triste es que decenas de voces acreditadas parecen olvidar esto para celebrar la existencia de una conectividad que solo llega -en el mejor de los casos- al 50% de la población.

La discusión no es si la educación debe redirigirse hacia la virtualidad. Más bien, se trata de entender que el escenario que habitamos en la actualidad es híbrido -físico y virtual- y profundamente desigual en el acceso a la conectividad, a los recursos y la igualdad. Lo relevante no es disponer de aplicaciones que nos permitan reproducir los modelos tradicionales de la enseñanza con nuevas herramientas. Lo necesario es formar a nuestros aprendices en las competencias que necesitan para habitarlas -de forma crítica y reflexiva-. También ayudar a ampliar la mirada hacia una realidad de desigualdad en las personas, los ecosistemas y territorios. Este es el nuevo escenario híbrido.

La lógica del consumo

Cualquier crisis es un nicho de riqueza para algunos. Era de esperar que cualquier acontecimiento provocara una oportunidad en determinadas empresas educativas y mediáticas. Extender las redes de los productos online como panacea para una docencia adaptada a la pandemia es una inteligente política empresarial.

Sin embargo, agradezco mucho a aquellos docentes que se resisten a este discurso y solo emplean las herramientas tecnológicas en función del servicio que ofrecen y no del escaparate que muestran.

La actual situación de pandemia ha obligado a la reclusión del planeta. Los efectos de este confinamiento no pueden medirse -exclusivamente- en relación con el primer mundo. El agua potable no es un bien generalizado, las mascarillas no son de uso habitual en decenas de espacios que he tenido ocasión de visitar con decenas de docentes en formación. La alimentación básica tampoco está asegurada en el planeta. El confinamiento no es igual en una familia de un barrio empobrecido de Madrid que en otro de la misma ciudad. Mucho menos en las condiciones de vida de millones de personas que habitan nuestro planeta sin comida, casa o agua potable.

Sin embargo, se ofrece la tecnología como solución a la educación en tiempos de pandemia. La razón que asegura el desarrollo de la tecnología como recurso es la rentabilidad que ofrece. Las empresas tecnológicas pueden estar contentas con la inmersión de sus productos en el ámbito educativo.

Fruto del cierre de escuelas y confinamiento provocado por la COVID surgen altas las voces que ponen encima de la mesa las posibilidades que ofrece la tecnología y la educación online.

Sobre esta discusión hay dos elementos que exigen solución:

  1. La tecnología y la conectividad no llega a todo el mundo. Lo hace -en condiciones aceptables para diseñar un proceso educativo- a menos de la mitad de la población del planeta. Por lo tanto -como bien alertan numerosas voces- puede ser un importante elemento que aumente aún más la desigualdad.
  2. Los canales tecnológicos, las redes y las aplicaciones diseñadas para la enseñanza -como para cualquier otra cosa- no son neutros. Al margen del destacable sesgo ideológico que tienen, también reproducen modelos tradicionales de enseñanza. Son los procesos de control, tareas, fiscalización y estandarización de los procesos los ejes sobre los que se construyen. En definitiva, no sirven a la innovación educativa en tanto que compromiso ideológico con la construcción de personas críticas y comprometidas.

La lógica del aprendizaje

Desde mi punto de vista, la educación es un arma para el cambio social. Debe servir a las necesidades de los aprendices para comprender -críticamente- el mundo que habitan y transformarlo. Esta transformación no solo es una opción global en términos políticos o estructurales. También lo es en términos micro: su forma de vivir sus deseos, sus relaciones personales, sus afectos, sus ánimos laborales y de participación comunitaria.

Creo que el valor más interesante que puede tener la educación, para nuestros aprendices es el de dotar de competencias para ampliar la mirada sobre la realidad que habitan y emprender acciones que lleven a cambiarla.

Desde esta mirada de la educación es desde la que te hablo. Y es desde ella desde la que debo decir que la lógica del aprendizaje en una realidad hibrida como la que habitamos es la de conseguir que las personas que aprenden lo hagan sobre las destrezas que permiten adquirir estos procesos de pensamiento y acción. La reproducción de contenidos, valores y destrezas útiles hace siglos de poco pueden servir a ciudadanos de la realidad hibrida.

Esto no es algo nuevo. Ya en 1967 Mc Luhan y Fiore lo decían así:

Es de la mayor urgencia (…). El aula lleva a cabo una lucha vital por la supervivencia con el “mundo exterior”, enormemente penetrante, creado por los nuevos medios informativos. La educación debe apartarse de la instrucción, dejar sus clisés e ir hacia el descubrimiento, hacia el sondeo, la exploración y el reconocimiento del lenguaje de las formas. Hoy los jóvenes rechazan las metas. Quieren desempeñar roles … R-O-L-E-S. Es decir, compromiso total. No quieren objetivos o puestos fragmentarios, especializados. (Mc Luhan, M. y Fiore, Q. (1967): El medio es el masaje. Un inventario de efectos. Barcelona, Paidós)

La buena noticia

La COVID-19 es una lupa de aumento. Es la lupa que hace visible que la educación debe cambiar. La urgencia es centrar la mirada en el desarrollo de competencias relevantes para habitar y cambiar un mundo en colapso.

No es la tecnología la que va a protagonizar el cambio. Serán los docentes que apuestan por el cambio los que harán.

La necesidad es hoy -más que nunca- formar ciudadanos capaces de desarrollar una mirada ética y solidaria. Una mirada crítica que responda a la urgencia que ha hecho visible la pandemia y se manifiesta incompasible en el norte y devastadora en el sur.

El desarrollo de un pensamiento crítico y la capacidad de acción congruente con este pensamiento no lo ofrecen los modelos tradicionales de enseñanza aunque sean protagonizados por nuevas herramientas tecnológicas. Decenas de voces están denunciando su uso obsceno en la pandemia. Lo que necesitamos es reconocer humildemente que la educación necesita un cambio radical. Que este solo será posible gracias a un cambio de mirada sobre ella. Este cambio de mirada debe ser una alianza entre quienes la protagonizan -alumnado, docentes, familias, comunidad y administraciones-. La tecnología puede ser un gran aliado, pero solo lo será si sabemos situarla como la herramienta que es. No como la innovación misma. Esto sería un gran error.

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Levantamiento Anti-Racista y Popular en los EE. UU., 2020

Claudia De la Cruz y Manolo De los Santos Proyecto de Educación Popular, EE. UU.

Este verano ha visto como las frustraciones acumuladas de las comunidades pobres y negras se han desbordado en forma de protestas en mas de 200 ciudades de los Estados Unidos. Cientos de miles de personas han tomado las calles en reacción a cuatro siglos de racismo sistémico y explotación capitalista. Una protesta que comenzó en Minneapolis exigiendo justicia por el asesinato de George Floyd se convirtió rápidamente en un levantamiento. Para comprender mejor cómo y por qué ocurrió esto, debemos contextualizar este levantamiento antirracista.

El asesinato a sangre fría de George Floyd por el Departamento de Policía de Minneapolis solo puede entenderse en el contexto de una guerra continuamente perpetrada por el gobierno de los Estados Unidos y la clase dominante contra la clase trabajadora y las comunidades de color.

Los EE. UU. es un país que siempre ha estado en guerra, a nivel nacional e internacional. El gobierno norteamericano ha estado en una guerra prolongada y cruel contra la gente pobre desde su inicio. El sistema capitalista de los EE. UU. es sostenido por sistemas de opresión y explotación como el racismo y la supremacía blanca. ¡Es una lucha de clases con el racismo en el centro!

Debemos preguntarnos, ¿por qué hay tantas personas en los EE. UU. que entienden que no tienen nada que perder? ¿Por qué cientos de miles en las calles están dispuestos a correr el riesgo de infección y arrestos para unirse a las protestas?

Factores económicos:

En medio de una crisis de salud global, y con el número de muertes de COVID-19 en los Estados Unidos superando los 100,000, las personas de color y los pobres han tomado conciencia de que hemos estado viviendo bajo la amenaza de muerte durante bastante tiempo. Los negros, aunque solo representan el 13% de la población, representan desproporcionadamente cerca del 25% de todas las muertes relacionadas con COVID-19, y en algunas ciudades superan el 75%. Este es un reflejo sombrío de las condiciones socioeconómicas subyacentes que existen en este país.

En los últimos 3 meses, el hecho de que el gobierno de los EE. UU. no haya brindado una respuesta adecuada al COVID-19 expuso aún más su negligencia, incompetencia y evidente desprecio por las vidas de los sectores más vulnerables de la sociedad. Esta crisis de salud actual fue en parte el resultado de décadas de saqueo de fondos de la infraestructura

Fuente: Enviado a redacción OVE

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¿Educación o instrucción a distancia?

Llevamos un tiempo, ya largo, hablando sobre las bondades de las TIC en educación. En el momento actual de confinamiento se ha generalizado la educación a distancia junto con el teletrabajo. De una manera urgente se están implantando distintas metodologías en las diferentes etapas educativas. A la par, también desde hace ya bastantes años, existe una narrativa sobre la calidad de la educación que,,dependiendo de los autores, ponen el énfasis en unos valores sobre otros.

Hay estudios que reflejan la utilidad de las TIC ante situaciones de aislamiento social. Gobiernos autonómicos como el de Aragón han puesto servicios educativos dependientes de estas tecnologías para acercar a alumnado disperso geográficamente; algo parecido a lo que nos sucede actualmente, que vivimos en islas familiares sin contacto con el exterior. Ante estas circunstancias, las tecnologías son un gran instrumento de trabajo académico.

Pero cuando se habla de cambio metodológico por la llegada de las TIC ¿de qué se está hablando? ¿Realmente hay un cambio de los procesos educativos? Hay quien piensa que gracias a ellas, los seres humanos ya analizamos, reflexionamos, observamos o imitamos de una manera distinta ¿Las TIC han cambiado en estos pocos años una herencia biológica que tiene millones de años? Para intentar arrojar algo de luz en las sombras, realizaré una exposición de por qué las TIC no pueden introducir ningún cambio metodológico en el proceso de enseñanza/aprendizaje.

El ser humano lleva a cabo este proceso a diario desde hace millones de años, aunque fuera hace unos centenares cuando ha institucionalizado una pequeña parte del aprendizaje en las escuelas; y aunque estas tienen la «exclusiva» de la educación formal encaminada a la obtención de un título, la mayoría del aprendizaje se realiza fuera.

¿Cuál o cuáles de los aprendizajes instrumentales básicos se podrían adquirir con la implementación de las TIC: el proceso de lectura, de escritura o el lenguaje matemático? Cualquier docente de educación infantil o de los primeros cursos de primaria contestaría fácilmente a esta cuestión. Ninguno de ellos se puede adquirir a través de las TIC; necesitan del apoyo y relación con alguien que facilite que el sujeto adquiera este conocimiento. No es posible adquirir una aprendizaje instrumental de una manera autónoma, entre otras cosas, porque cuando nos enfrentamos a ello no tenemos la madurez necesaria, suele ser en los primeros años de nuestra infancia. Estos aprendizajes, como todos sabemos, son básicos para seguir con la mayoría del resto de aprendizajes escolares.

El ser humano es un animal que en el momento de nacer dispone de una pequeña parte de conocimientos (innatos) en relación con todos los que adquirirá a lo largo de su vida. En sus primeros años los obtiene en gran medida por imitación y observación de las personas de su entorno, además de por la interacción verbal y corporal. Según vamos creciendo, aumentan las vías por las que podemos adquirir conocimientos, hasta llegar a un punto en el que somos lo suficientemente autónomos como para adquirir algunos conocimientos con baja interacción con el medio (podemos aprender por nosotros mismos de un libro o de internet).

El aprendizaje es un proceso cognitivo favorecido por la interacción con otros sujetos. Se construye a través de un andamiaje entre los antiguos saberes y los nuevos conocimientos, suceso que realizamos interiormente, pero que se genera en una interacción en el contexto social y cultural. La educación a distancia minimiza la relación con el medio, por lo que su principal sustento es la capacidad de “aprender a aprender” autónomamente, finalidad esta de cualquier sistema educativo. El aprendizaje autónomo es un continuo que se va adquiriendo a lo largo de la vida y es un proceso metacognitivo (no cognitivo como la mayoría de los aprendizajes). Por la complejidad que acarrea un proceso como este, no se desarrolla hasta que no adquirimos una madurez necesaria, normalmente a partir de la pubertad (con lo que la educación a distancia hasta tercero o cuarto de la ESO no tiene mucho sentido).

El medio es el “alimento” social y cultural que determina en gran manera nuestro futuro. Todos tenemos unas posibilidades individuales para realizar acomodaciones mentales, pero si nos encontramos en un contexto con pobres estímulos letrados, artísticos…, el desarrollo de las habilidades cognitivas necesarias para la lectura, la escritura, la música… se pueden ver perjudicadas o debilitadas. La escuela cumple una función compensadora de las desigualdades socioeconómicas, generando estímulos ante situaciones sociales deprimidas y, con ello, posibilitando el ascenso social (esto posibilitó que los hijos de obreros en los años 80 pudieran llegar a la Universidad).

Las TIC posibilitan que haya una “educación” a distancia, pero a la par. Dejamos a nuestro alumnado más vulnerable a expensas de unos contextos culturales poco favorecedores, con lo que se retiran los estímulos extra necesarios para la función compensadora, y las diferencias sociales se reproducen. Con ello, la escuela comienza a fomentar la desigualdad, justo una de los principales asuntos que tiene que combatir. Por no hablar de la “brecha digital”, que no deja de ser pobreza y que imposibilita acceder a un bien ya básico para la vida.

Cuando yo estudié en los años 80, lo más importante en la escuela era el aprendizaje que preconizaba el ámbito cognitivo. Actualmente ya sabemos que la separación casi absoluta entre los ámbitos cognitivo y afectivo-motivacional es contraproducente. Ambas esferas influyen en el aprendizaje, son dimensiones del psiquismo humano que mantienen estrechas relaciones entre sí. Esto es más evidente si cabe cuando consideramos el proceso de enseñanza/aprendizaje escolar. ¿Las TIC van a sustituir el placer de ir a clase con tus amigos? ¿Van a decirte algo bonito cuando haces algo bien? ¿Te van a dar un abrazo, una sonrisa?

El autoconcepto cumple una función primordial a nivel motivacional, aspecto este, clave para el éxito educativo. La valoración sobre nosotros mismos influye en los modos de interpretación, almacenamiento y utilización de la información. La representación de cómo se ve uno a sí mismo y de las capacidades que se atribuye se adquiere en la interacción con otras personas, aspecto, claro, vinculado al ámbito afectivo-motivacional, y que es esencial para el desarrollo pleno de las personas. ¿Las TIC van a ser capaces de realizar un seguimiento del autoconcepto del alumnado para corregir las visiones deformadas que pueda tener?

Las TIC nos pueden ayudar a difundir información, a realizar una presentación de un tema, a enlazar recursos, a realizar trámites… y nosotros tendremos que enseñar a buscar información, a filtrar y a analizar, puesto que no podemos obviar que son unas herramientas muy válidas para la vida actual.

El ser humano aprende dialogando, imitando, observando, analizando, reflexionando… en sociedad. Todos sabemos que hay puntos determinantes en el éxito del aprendizaje: el tiempo que dedica el adulto a tutorizar este proceso; el tiempo dedicado a la observación y a la manipulación; el desarrollo fonológico, la interacción física… ¿En cuál de estas variables nos pueden ayudar las TIC? Lo que sí sabemos es que su uso hace que utilicemos masivamente la lectura vertical, poco profunda y que condiciona la reflexión y el análisis. Promueven el consumo de máquinas cada día “más potentes” y un progreso sin ética ni valores. Incluso, actualmente se está poniendo en tela de juicio el “efecto Flynn”, por el cual se considera que cada generación es más inteligente que la anterior. Hoy en día esto ya no se puede asegurar.

¿Podemos imaginar una escuela sin contacto entre personas, sin miradas o sonrisas, ni alegrías y abrazos? ¿Desde nuestras islas digitales vamos a construir solidaridad, empatía, respeto, honradez o sinceridad? El ser humano es un ser social que aprende por medio del diálogo y la emoción en comunidad.

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Profesores universitarios y la transición forzada

Por: Pluma Invitada

Sylvia Vázquez Rodríguez

Juan Carlos Silas Casillas

Nadie lo esperaba ni estaba preparado. Tanto las instituciones como los profesores tuvieron, literalmente, unos cuantos días para trasladar su(s) cursos de un planteamiento presencial a uno de emergencia que se ha venido llamando “virtual”.

Los resultados de los estudios “espejo” con profesores y estudiantes muestran realidades complementarias. En este breve texto se hablará sólo de los hallazgos en la vivencia de los académicos.

El cuestionario en línea estuvo abierto entre el 27 de marzo y el 30 de abril y se les preguntó sobre 1) cómo esperaban que sería la experiencia académica virtual y cómo fue realmente, 2) La preparación que tuvieron para cambiar de modalidad, 3) cómo están siendo ahora las interacciones académicas y 4) cómo ha sido el componente de emociones y sentimientos. También respondieron algunas preguntas abiertas acerca de qué han aprendido con la experiencia y qué recomendarían a profesores e instituciones.

Se recuperaron 1,310 cuestionarios válidos de profesores de casi toda América Latina. De mayor a menor participación: México, Venezuela, Perú, Argentina, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador, Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay. La mayor parte de las respuestas viene de profesores que trabajan en México (78%). En términos de género está dividido casi en dos mitades: 52% hombres y 48% mujeres. La mayoría de quienes respondieron son profesores que imparten clase en licenciatura (83%). Por último, la participación mayoritaria fue de académicos que trabajan en instituciones privadas (80%). Sin embargo, las experiencias vividas tienen muchos elementos comunes.

La mayor parte (85%) estaba impartiendo clase en modalidad presencial y tuvo alrededor de cinco días para trasladar sus cursos a un territorio inexplorado (al menos parcialmente). Se vieron forzados a echar mano de su experiencia, sus comprensiones y en algunos casos, de las capacitaciones y otros apoyos puestos en marcha por varias instituciones. Casi la mitad de los participantes, de más de 40 instituciones participantes, reportaron que tuvieron apoyo institucional para capacitarse de manera emergente, mientras que cerca de 40% de los profesores dijeron que ellos tomaron cursos por su cuenta para capacitarse, lo que sin duda habla bien de los maestros.

Un segundo elemento es el de la saturación de actividades. Ante la incertidumbre de qué es lo adecuado y cuál es el mínimo suficiente en términos de tareas y actividades para el aprendizaje, los profesores tomaron mayoritariamente el camino de la saturación. Asignaron altas cantidades de pequeñas y medianas tareas, mini ensayos, reportes de lectura, ejercicios y respuestas a casos o problemas. Con el interés de tener a los alumnos centrados en su asignatura y con el legítimo afán de compensar su ausencia en el aula, algunos saturaron a sus estudiantes y se saturaron a sí mismos. El instrumento arrojó múltiples testimonios de que en la segunda mitad del semestre debieron revisar y retroalimentar cantidades ingentes de pequeñas tareas prácticamente a diario, lo que les absorbió mucho más tiempo del que pensaron inicialmente. Diferentes testimonios hablan de que están trabajando varias horas más al día.

Un tercer elemento se relaciona con las dificultades que los profesores enfrentaron en esta etapa de trabajo lectivo. La mayor parte de las complicaciones se centraron en asuntos de logística, conectividad e incluso en su esfera personal. 75% de los docentes universitarios afirma que algunos de sus estudiantes tienen dificultades para usar la plataforma; casi la mitad (48%) dice que ahora tiene más tareas domésticas que atender, 45% afirma que en momentos se le cae el internet en casa, 36% que los estudiantes no están cumpliendo con lo planeado y 35% dicen que hay muchas distracciones.

Un dato que no es menor, a pesar de no ser tan llamativo como los anteriores, es que los hogares de los profesores no están preparados para recibir la docencia cotidiana (y no tendrían por qué estarlo). 26% dice que no tiene escritorio o silla adecuada, 23% que hay mucho ruido en donde podría trabajar, 22% que hay menos computadoras en casa de las necesarias, lo que le obliga a compartir el equipo con sus familiares y casi 8% afirma que no tiene computadora en casa.

Es en estas condiciones que los profesores hicieron frente al traslado forzado de actividades y, a pesar de la sobrecarga, cuando el instrumento les preguntó sobre emociones y sentimientos, los más presentes en la experiencia de los maestros fueron claramente positivos: confianza y alegría. Esto naturalmente convive con la saturación de tareas y actividades, así como algún nivel de estrés.

En síntesis, queda claro que esta transición ha sido agobiante y demandante para todos. Tras la perplejidad inicial, los académicos se involucraron de lleno y transformaron, primero sus cursos y después su docencia. Sin duda, los procesos de reflexión que han detonado estarán ayudando a dar una justa medida al fenómeno vivido y llevarán a los académicos a aprender de la experiencia. El próximo ciclo escolar tiene aún muchas interrogantes, pero, seguramente será afrontado por académicos mejor preparados para lo que traiga el futuro.

El reporte final del estudio sobre la vivencia de los profesores universitarios en torno a la transición forzada de su docencia, desarrollado por el Grupo de Investigación sobre la Educación Superior en Coyuntura (GIESuC) se puede encontrar en:  www.giesuc.org o la página de Facebook: https://www.facebook.com/GIESUC/

O se puede solicitar a la dirección de correo electrónico: giesuc2@gmail.com

Descarga el documento aquí: Informe FINAL GIESuC profesores (1)

Fuente: http://www.educacionfutura.org/profesores-universitarios-y-la-transicion-forzada/

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El director como experto en contención de pandemias

Rodrigo Santodomingo

Directrices vagas, con un amplio espectro interpretativo, abiertas al work in progress. El pasado 9 de mayo, con media España a las puertas de la fase 1, el Ministerio de Sanidad lanzó una orden que fijaba las condiciones para la reapertura de centros educativos. La norma hace recaer buena parte de la responsabilidad en los equipos directivos. Detalla el qué, pero no aclara mucho sobre el cómo.

Mientras siga rondando el virus (o hasta nueva orden), los directores asumen cargas inéditas. Se convierten de pronto en expertos sobre contención de enfermedades infecciosas. Han de adoptar “las medidas de limpieza y desinfección adecuadas a las características e intensidad de uso de los centros”. También deben “proveer a sus trabajadores del material de protección necesario para la realización de sus funciones”. Y es de su competencia “determinar el personal docente y auxiliar necesario para llevar a cabo” las labores permitidas en fase 1: limpiar, desinfectar y tareas administrativas.

Las CCAA han desarrollado la orden en instrucciones más concretas. “El panorama es muy heterogéneo”, apunta Encarnación Pizarro, secretaria de Salud Laboral en FE-CCOO. Algunas, como Murcia, “han escurrido el bulto y cuelgan el mochuelo a los equipos directivos, que no tienen formación en prevención de riesgos laborales”. Otras (Comunidad Valenciana) “están coordinando la acción desde sus comités de seguridad y salud”. Pizarro opina que dejar que cada centro tome la iniciativa resulta “económicamente ineficiente y aumenta la probabilidad de adquisición de materiales defectuosos”.

Dirigida desde arriba o a expensas del buen hacer individual, no hay estrategia que contemple todas las vicisitudes del día a día. A José Luis Brito, director del CEIP Taibique, en la isla de El Hierro (Canarias), se le prohibió acudir a su colegio hasta que este estuviese desinfectado. Al mismo tiempo, en teoría ha tenido que supervisar que el centro quedara en efecto libre de virus. “Un poco contradictorio: o estoy o no estoy”.

En territorio fase 1 desde hace semanas, el Taibique reabrió el pasado lunes 18, con la isla ya en fase 2. Ha desinfectado las instalaciones una empresa contratada por el Ayuntamiento. Sus alrededores corrieron a cargo del Cabildo. Por ahora acuden Brito y la secretaria. “El profesorado aún no puede venir. Supongo que la mayoría pedirán incorporarse y les autorizarán. Tienen aquí lo necesario para hacer las memorias de fin de curso, etc…”.

Vuelta de alumnos

A la incertidumbre, se une la premura. José María Ruiz Palomo, director del IES Cartima (Cártama, Málaga), explica que todos los centros públicos de su municipio han recogido -el mismo lunes 18- mascarillas, gel y guantes en un punto común. El miércoles 13, los centros andaluces recibieron una instrucción de la Consejería “muy exhaustiva” sobre las condiciones de reapertura. “Hablando con otros directores y directoras, vemos que, más que desinfección, se ha hecho una limpieza en profundidad. Tampoco creo que las empresas concesionarias dispongan de equipos para desinfectar toda la pública andaluza en tiempo récord”, asegura. Pizarro, por su parte, considera que lo más importante es mudar la noción de limpieza “una o dos veces al día” por otra entendida como “labor continua, de mantenimiento, y para ello hay que incrementar plantillas”.

Aunque Málaga no hubiese pasado finalmente a fase 1 (hasta el domingo 17 seguía en fase 0), la Consejería había decidido abrir todos los centros de la provincia el lunes 18. Ruiz Palomo no entiende “por qué no se ha optado por una estrategia meditada y con tiempo para garantizar que se dispone del material suficiente y se han puesto en marcha las medidas de seguridad”. Y va más allá: “¿Es necesario este dispositivo tremendo para unas cuantas solicitudes de admisión y matriculación que, en principio, no se pueden gestionar por vía telemática?”.

Ambos directores se quejan de la escasez de información directa suministrada desde sus consejerías. “Ha sido un desastre, el cabreo es generalizado. Nos hemos enterado de casi todo a través de redes informales”, protesta Ruiz Palomo. “Se ha disparado la rumorología”, añade Brito. “Alumnos de infantil sí y luego no; alumnos de cambio de ciclo en primaria sí y luego no. Mi impresión es que lanzan globos sonda para ver por dónde respiramos”.

La vuelta de alumnos este curso marca un cambio de escenario drástico. Reducir al mínimo el riesgo de contagio en ciertas salas y espacios comunes para un número reducido de adultos supone un gran reto. Añadir a la ecuación decenas o, incluso, centenares de chavales lo multiplica. Ante el permanente tira y afloja negociador entre Ministerio y CCAA, se antoja difícil pronosticar qué alumnos (y dónde) pisarán las aulas antes de las vacaciones. En especial tras la negativa casi unánime de las comunidades a reanudar la escolarización en infantil y especial.

Brito y Ruiz Palomo afirman rotundamente que, en su caso, el cerrojo es seguro hasta septiembre. “Quizá aquí, con la pandemia relativamente controlada, se debería haber permitido la vuelta de aquellos alumnos que realmente lo necesiten por su situación personal o familiar”, afirma el director canario. “Aunque ya sabemos que después del uso viene el abuso. Si el hijo de mi vecino sí, ¿por qué el mío no?”.

Compromiso social

Euskadi sorprendió a todos tras fijar, a comienzos de mayo, la obligatoriedad de acoger alumnos de 4º de ESO y Bachillerato desde el lunes 18. Familias y sindicatos se llevaron las manos a la cabeza. Y la Consejería dio marcha atrás: la decisión final corresponde ahora a los equipos directivos y no tendrá efecto antes del día 25.

Iñigo Salaberria, presidente de la asociación de directores de escuelas públicas del País Vasco (HEIZE por sus siglas en euskera), aprecia que finalmente se haya apostado por la voluntariedad. Más aún, estima que esta crisis nos ha enseñado a valorar, por fin, el concepto de autonomía. “Durante el confinamiento, los centros han vivido un proceso de enriquecimiento y madurez en la toma de decisiones y definición de sus necesidades, académicas y emocionales”, apunta. Reactivado el formato presencial, los equipos directivos han de fijar ahora si vuelven o no los estudiantes y, en caso afirmativo, organizar los tiempos y espacios del retorno.

La Consejería vasca ha remitido a las escuelas un protocolo de actuación para salvaguardar la salud de docentes y alumnos. Algunas indicaciones son precisas: metro y medio entre pupitres, cinco horas de estancia máxima en el centro. Otras, como la “especial atención” que se debe prestar a la limpieza de manos, más ambiguas. El texto incluye, además, recomendaciones que aspiran a mantener un tránsito ordenado en las instalaciones. La Administración está enviando gel y termómetros infrarrojos a los centros de secundaria que lo han solicitado. Y anima a que los estudiantes traigan mascarilla de casa, aunque garantiza una cuando no sea el caso.

Salaberria percibe que los directores y directoras vascos están afrontando el desafío “desde un compromiso social basado en el sentido común”. Para el presidente de HEIZE, las precauciones ante el virus no deben obviar que “está en juego la imagen de calidad de nuestros centros”. Por ello, resulta necesario “asumir, aunque se haga duro, una cierta normalidad que logre un clima en el que el alumnado esté receptivo al aprendizaje”.

Pizarro defiende una vuelta a las aulas sujeta a un requisito de amplio alcance: “Que se garantice la salud de todos”. Mientras la comunidad educativa va definiendo qué implica esta condición, la sindicalista sostiene que, más allá del “factor edad”, se debería priorizar al alumnado que “precise refuerzo y tenga difícil conseguirlo fuera de la escuela por su situación de vulnerabilidad”.

Una sensación extendida atribuye al tramo final de 2019-2020 un rol de laboratorio, de puesta a punto ante lo que se avecina en septiembre. Brito ya ha preparado, por iniciativa propia, un plan de adaptación que habla de salud e higiene, pero también de metodología y didáctica. “¿Qué va a pasar con las asambleas o el trabajo colaborativo?”, se pregunta. Salaberria recurre a una antítesis para sintetizar lo que espera tras el verano: “Una escuela nueva en edificios antiguos”.

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Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/22/el-director-como-experto-en-contencion-de-pandemias/

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