El cuestionamiento gira en torno a aquellos científicos que sí están dispuestos a realizar avances de esta tecnología, quienes estarían completamente por fuera del control de quienes esperan poder evitar el desarrollo de armas letales autónomas.
Más de 2400 científicos especialistas en inteligencia artificial (AI) decidieron firmar una declaración que conste que no serán partícipes en el desarrollo o fabricación de robots que puedan ocasionar daños a personas sin supervisión humana
Entre los firmantes se encuentran Demis Hassabis de Google DeepMind y Elon Musk de la compañía de cohetes de Estados Unidos, SpaceX. La intención de la petición es lograr disuadir a las empresas que se encuentren o tengan intención de construir sistemas de armas autónomas letales.
El esfuerzo es el más reciente ejecutado por parte de científicos y organizaciones que buscan dar a conocer el peligro que significa entregar la custodia de una vida a máquinas mejoradas con Inteligencia Artificial. Además de la firma, los científicos han hecho llamados para que se establezca una prohibición preventiva de este tipo de tecnología, pues esto podría marcar una nueva generación de armas de destrucción masiva (ADM).
El control internacional
La organización The Future of Life Institute, hace un llamado a los gobiernos para que establezcan la legislación adecuada para regular el desarrollo y uso de robots asesinos. Lo que se busca con este tipo de tecnología, es lograr lo que se acordó en torno a las minas terrestres, con tratados internacionales y la vergüenza pública, lo que se ha visto directamente repercutido en la producción de las mismas.
En Estados Unidos, el Ejército es una de las entidades principales que financia la tecnología de la Inteligencia Artificial. Las funciones que esta institución espera que los robots puedan cumplir son: volar sobre terreno hostil, navegar en el suelo y patrullar bajo los mares.
Por su parte, Reino Unido ha declarado que no está desarrollando este tipo de sistemas letales, y que por el contrario, las fuerzas se encuentran en constante supervisión y control de las armas que despliega. No obstante, las críticas señalan que el desarrollo de la inteligencia artificial, permitirá que pronto las armas construidas con esta tecnología, operen sin la necesidad de control humano.
El cuestionamiento gira en torno a aquellos científicos que sí están dispuestos a realizar avances de esta tecnología, quienes estarían completamente por fuera del control de quienes esperan poder evitar el desarrollo de armas letales autónomas.
El libro ‘Gigantes de la Educación’ recorre el mundo en busca de las historias personales de maestros y escuelas que no se reflejan en los exámenes ni en los informes
Una maestra que daba clases a escondidas a las niñas en Kabul, durante el período talibán. El profesor de una hagwon (academia extraescolar) surcoreana al que los padres exigen más deberes. Robótica en Estonia. Los estudiantes que acabaron con las escuelas segregadas en Estados Unidos. Poesía con el móvil en el Bronx. Violines en Caracas. Boxeo en Río de Janeiro. Monopatines en Adís Abeba. Herramientas diversas para sacar a los niños de la calle. Y del sofá. Sus historias no aparecen en ningún ranking educativo.
El libro Gigantes de la educación. Lo que no dicen los rankings (Fundación Telefónica, 2017) nació con el objetivo de poner rostro, nombre y contexto a las cifras sobre educación internacional. Recoge reportajes y entrevistas sobre educación en el terreno a profesores, padres, alumnos, académicos y políticos, en contextos tan distintos como: Cuba, Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Afganistán, Venezuela, Brasil, EE UU, Estonia o Etiopía, junto a entrevistas a distancia o en España a expertos de otros sistemas enfoques de enseñanza como el de Ontario en Canadá, Reggio Emilia en Italia y la aclamada Finlandia. El prólogo lo escribe el educador británico Richard Gerver, que bajo el título Al final, todo trata de personas, lanza un mensaje a los fanáticos de las evaluaciones: “Los cerdos no engordan por pesarlos”. Estos son algunos de esos rostros, nombres y contextos… que hay detrás de las cifras.
Gigantes asiáticos: la herencia del Examen Civil
Siguiendo la pista de las evaluaciones internacionales, uno de los primeros viajes de Gigantes de la Educación fue a tres gigantes asiáticos: Corea del Sur, Hong Kong y Singapur. Desde que se publicara el primer Informe PISA (el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la OCDE que desde 2000 evalúa trienalmente a los estudiantes de 15 años en Matemáticas, Ciencias y Lectura) gobiernos y medios miran al ranking como a la clasificación de la Liga de Fútbol. Y en la quiniela, los asiáticos ganan por goleada. Siete de los diez mejores sistemas de las últimas evaluaciones PISA (2012 y 2015) fueron asiáticos. Singapur (1º), Japón (2º), Taiwán (4º), Macao (6º), Vietnam (8º), Hong Kong (9) y las cuatro provincias que participaron de China —Pekín, Shanghái, Jiangsu, Guangdong— (10º), junto a Estonia (3º), Finlandia (5º) y Canadá (7º). Es más, dice la OCDE que los estudiantes más desfavorecidos de Macao y Vietnám superaran a los estudiantes más favorecidos de 20 países (PISA 2015).
Más allá de los resultados, en los sistemas de Asia Oriental los retos son comunes: los niños estudian demasiadas horas, el sistema es demasiado rígido y muy enfocado a un examen. Las virtudes también se asemejan: la importancia de la educación y el respeto por los profesores. Para el profesor Kaim-ming Cheng, de la Universidad de Educación de Hong Kong, más allá de estereotipos que simplifican los resultados asiáticos, existe una base cultural en las que denomina “las sociedades de los palillos”, que son las sociedades que comparten dos ingredientes: comen con palillos y durante siglos se enfrentaron al Examen Civil: Corea, Japón, China continental, Taiwán, Hong Kong, Macao y Vietnam.
El Examen Civil fue una especie de oposición a funcionario imperial, a la que cualquier varón, sin importar su origen podría presentarse y arraigada en estos países por más de 1.300 años. Aprobar el examen significaba sacar a toda la familia de la pobreza, lo que hizo calar a fondo la meritocracia pero también asentó la idea de que examen y educación eran la misma cosa.
Asia olvidada: las luchadoras de Kabul
Si la educación de Afganistán se reduce a unas cifras, se puede concluir que un 60% de las niñas de Afganistán está fuera del colegio, según datos de 2018 de Unicef. Si los números se sustituyen por personas, la educación en Afganistán es la historia de la profesora Sahila, de las parlamentarias Farida Hamidi y Fawzia Koffi, de las universitarias Mursal, Sadaf, Nagina, Lina y Manizha o de las boxeadoras Sadaf, Shabnam, Farzana y Fátima y el resto de integrantes del equipo de boxeo femenino de Afganistán.
Chicas estudiantes en Kabul (Afganistán).
Cuando en 2001, los talibán llegaron al poder, la hija de la profesora Sahila tendría que haber empezado el colegio. La enseñanza quedó prohibida a las mujeres a partir de los ocho años y ella decidió dar clases a escondidas a su hija y a las niñas de otros vecinos: “Si me hubieran descubierto, me habrían matado”. La parlamentaria Farida Hamidi también fue amenazada cuando abrió la primera escuela para niñas de Nimruz, tras el período talibán. La lucha de Sadaf, Shabnam, Farzana y Fátima es literal: a puñetazos.
“El Sistema” de Venezuela: La belleza como derecho
El maestro venezolano José Antonio Abreu creía en el arte como derecho universal. Estaba convencido de que la belleza transformaba el alma de un niño para convertirlo en uno más feliz, más completo y por tanto, mejor ciudadano. Defendía que era posible vencer a la pobreza material con riqueza espiritual y que, por eso, cuando entregabas a un niño de un entorno marginal un instrumento, le estabas dando un arma para salir de la pobreza. Con ese propósito, en 1975, Abreu creó el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, una red de orquestas infantiles y juveniles por todo el país.
Chicos participantes en ‘El Sistema’ en Venezuela.
En Los Chorros, uno de los núcleos del Sistema en Caracas, hay niños y adolescentes afanados a sus violines y contrabajos, que de repente, cuando interpretan la Sinfonía número 8 de Beethoven, son algo grande, son artistas. “El Sistema se ocupa de sacar a los niños de la calle cuando no están en la escuela y les enseña unas habilidades, como la disciplina, la tolerancia o la comprensión que muchos, desgraciadamente, no aprenden en casa”, explica el directo del Núcleo de Los Chorros, Lennar Acosta. Lo sabe porque él fue uno de esos niños. Habla sin rodeos: “Si no me hubiera dedicado a la música, estaría muerto”.
EE UU: Los estudiantes que acabaron con las escuelas segregadas
En un pueblo de Virginia, tan remoto como su nombre, Farmville (granja), unos niños cambiaron la historia de su país, Estados Unidos, aunque no aparezcan en los libros de texto. En 2014, se celebró el 60º aniversario del fin de la doctrina ‘separados pero iguales’, una política aprobada en 1896 por el Tribunal Supremo de EEUU, que sostenía que mientras las instalaciones separadas para blancos y negros fueran iguales, la segregación no violaba la Ley. Gigantes de la Educación visitó a los antiguos estudiantes del colegio para niños negros en el que se fraguó una huelga estudiantil que puso fin a esa ley. El 70% de los demandantes del llamado caso “Brown contra Topeka”, que acabó con las aulas segregadas, procedían de ese colegio.
Antiguos estudiantes de Farmville, Virginia (EE UU).
La entrevista tiene lugar en la escuela en la que ocurrió todo, hoy convertida en un modesto museo. Los antiguos estudiantes son septuagenarios. Dicen que nunca pensaron en hacer historia; eran niños, solo querían una escuela mejor. “Yo tenía 10 años, así que realmente no pensaba en las consecuencias. Creo que lo único que me daba miedo era que mis abuelos me regañaran por faltar a clase”, recuerda Joy Speakes, una de las alumnas que participó en las protestas. Explica que su colegio estaba pensado para 180 niños y eran 450, “así que el condado construyó tres gallineros para meternos. Cuando llovía, el agua se colaba por el techo y teníamos que sostener el paraguas durante toda la clase para no mojarnos, nada que ver con el colegio para niños blancos, a solo unas manzanas, con cafetería y gimnasio”.
Aquellos niños, con el apoyo de sus padres y luego de la organización de Derechos Civiles NAACP fueron a juicio y ganaron. El 17 de mayo de 1954, el Tribunal Supremo declaró que las instalaciones educativas separadas eran “inherentemente desiguales”. Pero en Virginia, la batalla duró más. Como el gobierno de Virginia no estaba dispuesto a que niños blancos y negros estudiaran juntos, cuando se publicó la sentencia, cerraron las escuelas públicas durante cinco años. Muchos afroamericanos de esa edad no pudieron volver a estudiar. Mickie Garrington, de 65 años, fue una de las estudiantes afectadas por el cierre: “Cuando me lo dijeron mis padres me sentí muy mal (…). La decisión no tenía sentido para una niña de 10 años”. “No puedes ir al colegio porque la gente blanca cree que no mereces ir a clase con ellos, eso para una niña no tiene sentido”.
Brasil: Cantos de sirena en la favela
“Yo soy vulnerable al canto de sirenas”, resolvió la alumna, de 14 años, tajante y se produjo un silencio incómodo. Era su interpretación tras leer La Odisea de Homero, durante una tertulia literaria que se celebró en una escuela situada en una de las comunidades más violentas de Rio de Janeiro, la Pavuna.
Eloisa Mesquita, la gerente del Ginásio experimental carioca, una red de innovación pedagógica que integra a 28 escuelas de Río de Janeiro, recuerda la anécdota para exponer el alcance de las tertulias literarias dentro de las llamadas comunidades de aprendizaje, a las que se han unido. A través de las tertulias literarias pretenden hacer partícipes de las escuela a toda la comunidad. Participan: profesores, familias, alumnos, vecinos y voluntarios. También en Río, en otra comunidad, Lecimar y Antonio “Gibi” utilizan el boxeo para sacar a los adolescentes del sofá.
Estudiantes brasileños.
Gigantes de la Educación visitó Brasil en 2014, en un momento de descontento popular en el que las calles se llenaban de manifestantes al grito de “¡Brasil despertó!”. Luiz Cláudio Costa, presidente del Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (INEP), asegura en entrevista que: “Si miras los datos de la última década verás que Brasil no estaba dormido”. Menciona los programas como la Bolsa familia y Brasil sin miseria con los que más de 36 millones de personas superaron la pobreza extrema en los últimos años; los cinco millones de jóvenes que se matricularon en la escuela entre 1991 y 2012, y cerca de tres millones en la educación superior.
Estonia: robots y ruido
Sentada en el suelo del aula, rodeada por pequeños robots, la profesora Birgy Lorenz, explica que, desde hace tres años, en los colegios de Estonia se trabajan los temas de manera transversal porque la vida “no se basa en asignaturas”. En Estonia, un país donde se vota a las elecciones desde el smarthphone, se crean empresas en cuestión de minutos y un par de clics y hasta se donan órganos por Internet, en los últimos años, la tecnología también dio el salto al ámbito educativo. Dos iniciativas sobresalen en esta área, una es la denominada “e-School”, una plataforma que se puso en marcha en 2002 y que pone en contacto a padres, profesores y alumnos; la segunda es la enseñanza de programación, que Estonia imparte en sus colegios, desde 2012, a partir de los siete años.
Birgy Lorenz, con sus robots.
Lorenz fue Premio Microsoft en 2009, premio al profesor más innovador de Europa en 2010 y profesora del año de Estonia, en 2011. Dice que enseñar robótica a niños también cambia la forma de dar clase: “Antes se creía que una buena educación era con todos sentados en silencio y cuando enseñas por primera vez robótica, los niños hacen mucho ruido y es que el aprendizaje hace ruido ¡y es un buen ruido!”.
La primera rampa de monopatín de Etiopía
El primer día que Izzy se deslizó con un monopatín por la empinada cuesta del barrio Shiromeda, en Adís Abeba (Etiopía), una multitud de críos le persiguió boquiabierta, entre risitas. Aquel artilugio trotaba divertido, entre motocicletas, asnos y niños con uniforme que salían de clase, en las montañas Ontoto.
Izzy (en el centro), en Adís Abeba.
“Donde crecí no hay nada que inspire a la juventud, uso el patín como herramienta para empoderarlos”, asegura el artista que ha creado con ese fin el proyecto Megabiskate, Love in action para ayudar a los niños del barrio, la mayoría involucrados en la venta ambulante. Planeta Futuro publicó la entrevista íntegra con este cantante de reggae que explica su particular fórmula del éxito: “Cree en alguien y esa persona será capaz de hacer cualquier cosa”.
El libro Gigantes de la educación. Lo que no dicen los rankings (Fundación Telefónica, 2017) está disponible en librerías y se puede descargar aquí de manera gratuita.
South Africa’s new Pipeline program seeks to address recidivism by providing prisoners with access to public university-level education.
Four months ago Morgan Makaluza, 37, walked out of Brandvlei Correctional Center after serving 13 years for armed robbery. It was his second time in prison. On Wednesday, Makaluza was back at Brandvlei — but this time he served as a motivation to the prisoners, not as an inmate.
Makaluza was at Brandvlei trading notes on coursework and sharing his story with inmates taking part in the launch of South Africa’s Prison to College Pipeline program (P2CP), a collaboration between American professor Dr. Baz Dreisinger, South Africa’s Stellenbosch University, and the South Africa Department of Correctional Services. The program seeks to address recidivism by providing prisoners with access to public university-level education.
Makaluza is the program’s first student in South Africa and credits civil rights icon Nelson Mandela with opening his eyes.
Correctional Services staff listen to speeches during the launch of the Prison to Pipeline program on July 18.Sydelle Willow Smith / for NBC News
While in prison, Makaluza read Mandela’s book “Long Walk to Freedom,” which inspired him to enroll in a correspondence course to finish high school. Mandela, known affectionately as “Madiba,” spent 27 years in prison for trying to overthrow an apartheid government. Deeply familiar with the confines of a jailhouse, the human rights icon famouslypursued further education through UNISA while serving his sentence.
On Wednesday, people around the world celebrated Mandela Day, marking what would have been his 100th birthday. Famous figures including former President Barack Obama delivered speeches and called for global action to end poverty.
In the Cape Province of South Africa, Mandela’s home country, the day took on new meaning in an unexpectedly celebratory venue — behind bars. Prison guards and inmates, in civilian clothes for the day, took part in musical performances and motivational speeches.
“I grew up hearing about Mandela but there was one thing that stood out from the whole book,” Makaluza said. “He said, ‘Education is the most powerful weapon which you can use to change the world.’ I decided to do whatever I had to do to get educated.”
Correctional Services staff listen to performances by inmates celebrating Mandela Day during the launch of the Prison to Pipeline at Brandvlei Correction Centre on July 18.Sydelle Willow Smith / for NBC News
Mandela’s ethos motivated the organizers behind the Mandela Day launch of South Africa’s Prison to College Pipeline program. The program aims to highlight Mandela’s “legacy of education behind bars in South Africa,” Dreisinger said. It also facilitate inmates’ reentry into society and helps build better relationships with communities suffering from high crime rates.
Dreisinger, who launched a pilot prison-to-college program in the U.S. in collaboration with the New York State Department of Corrections and The City University of New York, said they had near immediate buy-in from university partners but faced obstacles in broader support for the program in South Africa.
“Given crime is a real crisis here, there isn’t an empathy to the incarcerated population as a whole … so you’re battling against that climate,” she said.
The celebratory tone of Mandela’s centennial belies a grave reality: South Africa has one of the world’s highest rates of violent crime. The cape region, home to Brandvlei prison, has the highest murder rate in South Africa. Communities here are ravaged by intergenerational cycles of gang violence.
Correctional Services staff stand outside the Brandvlei Correction Centre.Sydelle Willow Smith / for NBC News
Dreisinger insists that giving inmates a second chance at freedom and what is often a first chance to become educated helps break this cycle for entire communities.
Makaluza — who grew up in an informal settlement or “township,” and lost his father at age 6 — said young people facing his circumstances have “zero options.” Without a high school education, he had turned to crime before the age of 13 to support his family, kicking off what felt like a hopeless cycle of jail time.
“I saw the same faces released … and then back in prison with me,” he said.
Dreisinger works with community-based partners to raise awareness of that reality. “It’s not just about sympathy or empathy,” she said, “it’s about giving people opportunity, which … creates public safety.”
Her work in South Africa has striking parallels to her work in the American prison system.
Members of the community listen to speeches during the launch of the Prison to Pipeline program.Sydelle Willow Smith / for NBC News
“All of these students [enrolled in the Prison-to-College Pipeline program] are direct products of years of apartheid and rampant inequality in terms of class and race. Cape Town is still a vastly segregated, unequal place,” Dreisinger said. “The ‘colored’ population is among the most incarcerated population in the world per capita.”
Growing concern over fire risk involving Kia vehicles
“In my 13 years [in prison], I noticed the prison population is mostly black people, and what we have in common is that we’re uneducated,” he said. “Those with education were out there living their lives and uneducated people from disadvantaged backgrounds were busy filling up prisons.”
Data supports the link between education and staying out of prison: According to one study, incarcerated people who enroll in education programs are 43 percent less likely to go back to prison than those who do not have access to education.
Few know that connection better than the Prison-to-College Pipeline program’s global ambassador for higher education, Devon Simmons.
Professor Baz Dreisenger with her first graduate Devon Simmons, left, and South African recent graduate and ex-offender Morgan Makaluza, right.Sydelle Willow Smith / for NBC News
Simmons began working toward his associate degree as part of the Prison-to-College Pipeline program, while serving a 15-year sentence in a New York State prison. In the years after his release, he graduated with honors from Hostos Community College in the Bronx, and, last May, he graduated summa cum laude from John Jay College.
As an ambassador for the program, he has traveled to work with incarcerated populations in the U.K., Jamaica, and South Africa. On Wednesday, he shared his story in a speech to the inmates at Brandvlei.
Dreisinger said Simmons’ dedication is an example of Mandela’s values.
“Being able to be that committed and focused and not wavering. Staying the course. We always talk about that. That’s Mandela. That’s what he’s about,” she said.
Now, Makaluza is in the precarious post-prison phase. He said he’s finding it difficult to get a job but is intent on finishing his college coursework. Makaluza is also focused on working with the Prison-to-College Pipeline program.
Mandela “just never lost hope. He was behind bars but he didn’t let his circumstances define who he was,” said Makaluza.
“I know I’ve done wrong in my past,” he said. “Those are things I’ve done, not me. I’m not letting my circumstance define who I am.”
Los países miembros de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), bloque de África del este, evalúan hoy estrategias para proporcionar educación de calidad al creciente número de refugiados en la región.
La IGAD incluye en sus deliberaciones al respecto consultas con políticos, expertos y otros actores interesados con el objetivo de crear sinergias en las estrategias de aprendizaje para esas comunidades.
Ello, subrayó el ente, está en línea con la Declaración y Plan de Acción de Djibouti sobre Educación de Refugiados, adoptados en diciembre de 2017.
Según un reciente informe de la ONU, Uganda, uno de los países miembros de la IGAD, es el hogar de más indocumentados en África con 1,4 millones, procedentes principalmente de su vecino Sudán del Sur.
En tanto, Etiopía, otra nación integrante del organismo, alberga a más de 900 mil personas viviendo bajo esa categorización, sobre todo sursudaneses, aunque también los hay provenientes de Somalia y Eritrea.
Se espera que los especialistas regionales, entre otras cuestiones, desarrollen un plan operativo conjunto y una hoja de ruta para la implementación a nivel nacional de la citada Declaración.
Al respecto, el ministro etíope de Educación, Mohamed Ahmedin, dijo que ‘impartir conocimientos en los refugiados, los desplazados internos y los repatriados, así como a las comunidades de acogida, contribuirán al logro de la paz y la estabilidad en todo el continente’.
‘El Parlamento de Etiopía aprobó un proyecto de ley que permite a esos residentes disfrutar del acceso a la escolarización, empleo y otras oportunidades de servicios sociales a la par de los nacionales’, agregó.
Fuente de la noticia: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=197015&SEO=evaluan-vias-para-garantizar-educacion-de-calidad-en-este-de-africa
Kenia / 29 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Do the Reggae
EN KENIA, HAY EN TORNO A UN 90% DE PERSONAS EN EDAD ESCOLAR CON DISCAPACIDAD QUE NO RECIBE NINGÚN TIPO DE EDUCACIÓN ADAPTADA.
POR ESA RAZÓN, UN MÚSICO DE REGGAE LLAMADO BABA GURSTON HA CREADO UNA ESCUELA PARA PERSONAS QUE, COMO ÉL, SUFREN ALGÚN TIPO DE DISCAPACIDAD.
En la mayoría de las comunidades rurales de Kenia, donde residen más de la mitad de los más de cuatro millones de personas con discapacidades que existen en ese país, las diversas discapacidades se viven como una condena o incluso una maldición. Recordad que esta zona del planeta es muy dada a seguir creyendo en la brujería y las supersticiones. En todo caso, allí la discapacidad es casi siempre sinónimo de marginalidad. Es decir, un número desproporcionado de personas con necesidades especiales no pueden acceder a una educación adecuada.
Tristemente, eso conlleva a un bucle de marginalidad y rechazo que se extiende a través del sistema educativo. En realidad, apenas el 2% de los 750.000 jóvenes con discapacidad en edad escolar en Kenia reciben una formación adaptada a sus necesidades. Luego hay un 6% que al menos está escolarizado, aunque no están inscritos en programas que se adapten a sus necesidades. Esto supone que alrededor del 90% de los menores con discapacidadpermanecen fuera del sistema educativo. Además, entre el profesorado, solo el 1% ha recibido formación para atender a alumnos con necesidades especiales múltiples.
Sigamos aportando cifras. De todos los escolarizados, sólo un 20% de los alumnos con diversidad funcional concluyen su formación secundaria y son muy pocos los que llegan a poder cursar estudios superiores. Por todo ello, El gobierno keniata ha tratado de cambiar el rumbo a esta situación aumentando las ayudas mensuales a los padres que matriculan a sus hijos con discapacidad hasta los 2.040 chelines (20 euros). Pero este dinero apenas alcanza para hacer frente a los gastos de transporte y más cuando la mayoría de los niños viven en entornos hostiles. Es decir, este colectivo sigue siendo un gran olvidado y con pocas oportunidades de avanzar.
Kabondo es una comunidad humilde, bendecida con una tierra fértil, pero en la que tampoco sobra dinero para enviar a los chicos al colegio. Allí, Baba Gurston creó una escuela inclusiva de 83 alumnos, donde 15 tienen algún tipo de discapacidad. De no ser por esta escuela, donde todo se aprende con música, los chicos de Kabondo no podrían haber ido al colegio. En esa zona la pelea por la educación es diaria. Hay que convencer a las familias, una por una, para que dejen a sus hijos ir a la escuela. De hecho, son muchos los casos en los que niños con discapacidades son encerrados para que nadie les pueda ver. Es decir, Baba Gurston le está posibilitando otro futuro a todos esos niños a través de lemas como ‘la discapacidad no es incapacidad’.
Al propio Baba no le dejaron ir a la escuela hasta los diez años. Una discapacidad genética le impedía realizar grandes distancias: sus brazos eran más largos que sus piernas. Con 17 años marchó a Kibera, uno de los mayores slums de África. De la mano del Kibera Creative Arts puso en marcha un grupo en el que los bailarines con algún tipo de discapacidad eran las estrellas. Fue su primer éxito. Más tarde, se convirtió en un reconocido cantante en la escena reggae keniana. Y ahora sus canciones suenan en Ruanda, Tanzania, Uganda o Etiopía.
ACTIVISTAS SENEGALESES TRABAJAN PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA, CREAR OPORTUNIDADES DE FUTURO Y EVITAR LA MIGRACIÓN CLANDESTINA QUE VACÍA EL PAÍS DE JÓVENES ADULTOS
Faltan algunos minutos para las once de la mañana y en Mbour, a 87,5 kilómetros al sur de Dakar, el sol aprieta con fuerza y la humedad ahoga. Varias decenas de niños hacen cola en las instalaciones de la nueva cocina que la ONG Creando Futuros ha instalado en su pequeña escuela. El cocinero prepara thakry, una especie de cuscus con yogur con un delicioso sabor a plátano que se convertirá en la principal comida del día de la mayoría de los pequeños. Tras una pausa para comer, y refugiados en la sombra que arroja la cocina, los niños vuelven a corretear en el patio.
Es época de vacaciones escolares en Senegal. La temporada de lluvias, recién comenzada y que durará hasta septiembre, obliga a suspender las clases, ya que muchas escuelas ni siquiera tienen un tejado donde cobijar a sus alumnos. Pero la actividad no cesa en el centro de Creando Futuros. Acabado el curso, llega la hora de las colonias de verano, un premio que los niños de la localidad esperan con ansia. “Elegimos a los cinco niños de cada clase que mejores notas han tenido y también a alumnos de otras zonas de la ciudad con buenas notas”, explica Ibou Diouf, activista senegalés de Creando Futuros. En total unas 60 plazas que todos los pequeños quieren ocupar. Es lo que ha logrado Creando Futuros desde que comenzó con este proyecto escolar en 2007 y la tarea no es baladí en un país donde el analfabetismo alcanza hasta el 62% de la población. De hecho, convencer a los niños de las bondades del colegio ha sido casi más sencillo que persuadir a sus familias. “Al principio fue difícil, pero ahora todos los niños quieren venir aquí. Saben que sus hijos aprenden y les damos de comer alimentos con muchas proteínas, como huevos, yogures, cereales o frutas. Además, un pediatra nos visita dos veces al año y nos facilita todas las medicinas que necesitan”, cuenta Diouf, que remarca la importancia de que los más pequeños reciban la mejor educación posible. “Es fundamental, porque sin educación no hay nada. Yo he podido aprender español, inglés, francés… Son cosas que la gente puede aprender para mejorar el futuro del país”, dice convencido.
Pero no solo la educación motiva a los más pequeños y a sus familias. La oferta en torno al ocio es muy mejorable en el conjunto del país y más si cabe en Gandiol, una pequeña región pesquera a 150 kilómetros al norte de la capital. Allí el incansable activista Mamadou Dia ha creado la asociación Ha Ha Tay, que ha construido el centro cultural Aminata junto con los vecinos, que han participado tanto en la construcción como en la gestión del mismo. Además de aulas para los más pequeños, disponen de biblioteca y también de un espacio para la proyección de películas. Realizan conciertos y un sinfín de actividades con el objetivo de disuadir a los jóvenes de que emprendan un camino muy incierto hacia Europa.
En Gandiol el drama de la migración clandestina está muy presente. Los cayucos de los pescadores aguardan en la playa y evocan a los tiempos en los que los jóvenes se lanzaban al mar, deseosos de conocer una Europa que la mayor parte de las veces provoca una profunda decepción. Ahora, las rutas migratorias marítimas han disminuido de forma drástica. Los jóvenes optan por la vía terrestre, atravesando el desierto de Mauritania y llegando a la costa por Marruecos, Argelia o incluso Libia, donde quedan al merced de las mafias. Las familias ven cómo sus hijos huyen de un país en el que creen que no tienen futuro, muriendo muchos de ellos en el camino. Se trata de una tragedia que tanto Dia como las autoridades de Gandiol tratan de remediar, impulsando proyectos en los que los jóvenes tengan no solo cabida, sino capacidad de ejecución. “La migración es difícil de controlar, tanto por los políticos como por los padres, porque los jóvenes no avisan que se van, pero tenemos que sensibilizarlos para que sepan que el desarrollo de Gandiol debe llegar de su mano y no de las organizaciones de fuera”, sostiene Mbaye Thamadou, teniente de alcalde de Gandiol. Se trata de un discurso que también defiende Dia, que entiende que “los jóvenes están gastando sus energías y motivaciones en viajes hacia Europa y lo que tenemos que conseguir es que se queden aquí y trabajen aquí”.
“La migración es difícil de controlar porque los jóvenes no avisan de que se marchan”
El poder de cambiar las cosas
La importancia de una formación adecuada queda en evidencia cuando uno se reúne con las incansables mujeres de A.F.D.L., con Khadidiatou Sene a la cabeza. Si la revolución feminista ha provocado este año un antes y un después en gran parte de Occidente, este centenar de mujeres asociadas de Dakar no se queda atrás. Valientes, descaradas y sin ningún tipo de miedo, se han enfrentado a una sociedad machista que las esconde tras las tareas domésticas y se han abierto al mercado de la manufacturación tanto de alimentos como de joyas o útiles de aseo, entre otros, que luego venden en el mercado.
Sus inicios en 2009 no fueron sencillos, con una serie de maridos que no querían ni oír hablar de mujeres empoderadas y libres, capaces de hacerse cargo de su propia economía. Ahora, nueve años después, su fuerza es tal que han llevado a su presidenta, Khadidiatou Sene, a convertirse en concejala del Ayuntamiento de Dakar. Otras se han atrevido hasta a divorciarse. Y no piensan parar. Tienen la venta de sus productos en pleno funcionamiento y ahora pelean por conseguir una sede que les permita reunirse y exponer los problemas que sufren en el día a día. Además, desean iniciar un proyecto de formación en la gestión del reciclaje. “No queremos dinero de nadie, sino apoyo para poder trabajar por nosotras mismas y conseguir el dinero que necesitan nuestras familias”, sentencia Sene.
Hablar con ellas es reconocer la dignidad y el orgullo de primera mano, la certeza de que unidas, las mujeres pueden lograr todo lo que se propongan, en Europa o Senegal. “La única regla que tenemos es que para estar aquí tienes que ser mujer y mayor de edad. A partir de ahí trabajamos para ayudar a nuestras familias. Y necesitamos seguir formándonos y formar a nuestras jóvenes, porque de ellas depende el futuro”, señala.
“Las jóvenes tienen que saber que quedarse embarazadas supone un freno en sus estudios”
Pero las mujeres de la A.F.D.L. no son las únicas que demuestran voluntad para cambiar las cosas. En Pikine, uno de los suburbios más pobres de la ciudad de Dakar, Aida Diouf encabeza a un grupo de más de 200 Bajenu Gokh (madrinas de barrio) que velan por la salud de sus conciudadanas. Su labor es tal que están reconocidas por el propio Gobierno de Senegal.
La vida en este distrito de 370.000 personas (de las cuales 89.500 son mujeres en edad reproductiva), con una densidad de 23.855 habitantes por kilómetro cuadrado, es pura supervivencia. Especialmente entre las mujeres, que se ven sometidas a matrimonios forzados a edades muy tempranas (en torno a los 16 años) y embarazos precoces que les provoca importantes problemas de salud.
Para combatirlo, la ONG Médicos del Mundo ha puesto en marcha una red sanitaria que trata a las mujeres y lleva a cabo con ellas tareas de educación sexual y reproductiva. Sin embargo, disponer de estos recursos, aunque sean precarios, no siempre es sinónimo de una intervención de éxito, ya que la frecuentación de estos espacios sanitarios por parte de la población es todavía escasa. No hay más que pasearse por los pasillos del centro de salud. Las mujeres aguardan turno para ser atendidas por uno de los cinco especialistas o las 22 matronas que trabajan en él. Muchas arrastran consigo tres, cuatro y hasta cinco hijos, y agachan la cabeza para no cruzar su mirada con ningún visitante. Algunas son tan jóvenes que ni siquiera saben cómo dar de mamar a sus pequeños y la gran mayoría arrastran problemas de violencia machista o importantes enfermedades sexuales que no pueden contar a nadie.
Por ello la labor de las Bajenu Gokh como Aida Diouf es fundamental para la sensibilización. “Todas somos madres y nos ayudamos en la salud de los menores. Hay muchos problemas de salud -especialmente las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos precoces- que son tabú y hacemos un trabajo de sensibilización para favorecer la comunicación”, explica la activista.
Para ello, las Bajenu Gokh realizan visitas a domicilio y distintas actividades de sensibilización, como charlas o pequeñas teatralizaciones con las que sensibilizar a los jóvenes de los peligros del sexo en edad precoz. “Es un tema tabú, pero las jóvenes tienen que saber que quedarse embarazadas supone un freno en sus estudios, que si no están casadas pueden verse repudiadas por su familia, que sus propios colegas la van a estigmatizar. Ahora las jóvenes nos conocen y reclaman nuestros consejos y todas conocen el valor de la abstinencia y que es preferible que guarden su virginidad hasta el matrimonio”, apunta esta mujer llena de energía y vitalidad que ha criado a 13 hijos.
Mucho por hacer
“La educación de los niños es fundamental para poder mejorar el futuro de nuestro país”
Pero además de las mujeres, Senegal tiene un gran problema de discriminación hacia los colectivos más vulnerables del país: las personas LGTBI, las prostitutas y los portadores de VIH y drogodependientes.
Para ellos, reunirse supone una actividad de riesgo que les puede llevar a la cárcel. Acceden al local donde se reúnen en Dakar por separado, y en grandes intervalos de tiempo entre uno y otro para que nadie sospeche de ellos.
“No queremos dinero de nadie, sino apoyo para poder trabajar por nosotras mismas para nuestra familia”
Sufren la discriminación y el estigma y son repudiados por sus propias familias. Bijoux no se atreve a que la fotografíen y utiliza un seudónimo para hablar con la prensa extranjera, a la que cuenta que una compañera de colegio la delató como lesbiana en 2011, lo que le sirvió para ser expulsada del colegio y de varios trabajos durante siete largos años.
A Michelle no le importa posar para la cámara, aunque su historia es drama y supervivencia a partes iguales. Fue descubierto intercambiándose mensajes de móvil con otro hombre cuando era diácono y tuvo que huir, peregrinando por Chad, Costa de Marfil e incluso Camerún, hasta que decidió volver a Senegal. Poco tardó su familia en enterarse. “Me mandaron un mensaje: Sabemos dónde vives y te vamos a matar”, relata.
“Huí a Costa de Marfil, Chad y Camerún y cuando volví mi familia amenazó con matarme por ser gay”
Pese a todas las dificultades que sufren día a día, han conseguido sobreponerse y reclaman formación para poder encontrar trabajo, formación también de los sanitarios para que puedan ser atendidos en centros de salud, así como más diálogo con los poderes políticos y religiosos para avanzar en la consecución de sus derechos civiles.
Ellos son un ejemplo de que Senegal tiene todavía mucho trabajo para desarrollar en el ámbito social, pero cuenta con un activismo que tiene claro que los avances deben llegar involucrando a la sociedad y no solo por el apoyo de Occidente.
Los países miembros de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), bloque de África del este, evalúan hoy estrategias para proporcionar educación de calidad al creciente número de refugiados en la región.
La IGAD incluye en sus deliberaciones al respecto consultas con políticos, expertos y otros actores interesados con el objetivo de crear sinergias en las estrategias de aprendizaje para esas comunidades.
Ello, subrayó el ente, está en línea con la Declaración y Plan de Acción de Djibouti sobre Educación de Refugiados, adoptados en diciembre de 2017.
Según un reciente informe de la ONU, Uganda, uno de los países miembros de la IGAD, es el hogar de más indocumentados en África con 1,4 millones, procedentes principalmente de su vecino Sudán del Sur.
En tanto, Etiopía, otra nación integrante del organismo, alberga a más de 900 mil personas viviendo bajo esa categorización, sobre todo sursudaneses, aunque también los hay provenientes de Somalia y Eritrea.
Se espera que los especialistas regionales, entre otras cuestiones, desarrollen un plan operativo conjunto y una hoja de ruta para la implementación a nivel nacional de la citada Declaración.
Al respecto, el ministro etíope de Educación, Mohamed Ahmedin, dijo que ‘impartir conocimientos en los refugiados, los desplazados internos y los repatriados, así como a las comunidades de acogida, contribuirán al logro de la paz y la estabilidad en todo el continente’.
‘El Parlamento de Etiopía aprobó un proyecto de ley que permite a esos residentes disfrutar del acceso a la escolarización, empleo y otras oportunidades de servicios sociales a la par de los nacionales’, agregó.
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