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México: Reconocen universidades de América Latina títulos de la UNAM

México / 1 de febrero de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Notisistema

Gracias a la firma de un convenio, las carreras de Administración, Enfermería, Filosofía, Física, Ingeniería Civil, Matemáticas y Química que ofrece la UNAM ya son reconocidas por la Universidad de Costa Rica y otras siete instituciones de educación superior de América Latina y el Caribe.

La máxima casa de estudios en México indicó que ahora sus egresados podrán continuar estudios de posgrado en las instituciones participantes y consolidar la movilidad académica en la región.

Fuente de la Noticia:

http://www.notisistema.com/noticias/reconocen-universidades-de-america-latina-titulos-de-la-unam/

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México: Tijuanenses pueden acreditar su educación media superior

México / www.ps .si / 31 de Enero de 2018

Actualmente más de mil personas se han inscrito al programa de asesorías para acreditar el bachillerato a través del examen Ceneval

Alrededor de 253 personas realizaron el examen “ACREDITA-BACH” en la sede de la Alcaldía de Tijuana, evaluación que emplea el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) para acreditar la educación media superior.

“El Ayuntamiento de Tijuana es sede oficial para la aplicación de este examen, por lo que desde hace cinco años la Secretaría de Educación Pública Municipal (SEPM) implementó el programa de asesorías educativas para orientar a los interesados con los contenidos que integra esta evaluación”, explicó la titular de esta dependencia, Lourdes Akerlundh Martínez.

Indicó que el programa de asesorías educativas de la SEPM es gratuito y tiene una duración de 14 semanas y se integra por cinco módulos: matemáticas, ciencias sociales, ciencias experimentales, humanidades y español.

La aplicación del examen “ACREDITA-BACH” se hace tres veces al año: enero, mayo y septiembre; por lo que los ciclos del programa de asesorías educativas de la SEPM se organiza acorde a las fechas de aplicación de esta evaluación, en la cual durante el 2017 se atendieron a mil 14 alumnos en las asesorías.

“En la primera aplicación de este año acudieron 253 personas para presentar el examen que acredita la preparatoria, de los cuales el 95% formaron parte del programa de asesorías educativas que desarrollamos en la SEPM, sus resultados se publicarán en marzo. Pero el año pasado atendimos a 1061 personas para la aplicación del examen”, puntualizó Akerlundh Martínez.

El próximo ciclo del programa de asesorías educativas inicia en mayo, por lo que en los meses consiguientes se publicará la convocatoria para la inscripción al mismo. Para mayor información, comunicarse al teléfono 684-9450 en un horario de atención de las 8:00 a las 20:00 horas entre semana y fines de semana de las 8:00 a las 16:00 horas.

Fuente: https://psn.si/tijuanenses-acreditacion-bachillerato/2018/01/

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Para comenzar bien, un compromiso

Por: David Calderón

En la Primera Infancia, de los cero a los 5 años de edad, ocurre a los seres humanos un proceso paradójico: nunca se aprende tanto y con tan profundas consecuencias como en esta etapa, y resulta a la vez un periodo de casi total dependencia. No por una enfermedad o debilidad posterior -“superveniente”, como dirían los abogados- sino en forma generalizada y estructural, las niñas y los niños más pequeños requieren de la asistencia constante y del cuidado deliberado de los adultos para asegurarles los mínimos vitales más elementales. Nuestro momento de ser los máximos aprendices coincide con nuestro momento de máxima fragilidad.

Ríos de tinta y trillones de bits han corrido, en los años recientes, para posicionar dos mensajes: la inversión social en los primeros tres años es la que más beneficios trae. Por cada unidad monetaria invertida en las personas de estas edades, el “retorno” social es de tres y hasta siete veces superior llegando a la vida adulta. Es decir, invertir en nutrición, salud y educación inicial es un posterior ahorro en las enfermedades crónicas que se evitaron o un menor gasto en seguridad y cárceles que no fueron necesarias, o bien, por el lado positivo, niñas y niños con adecuado ambiente y activación de capacidades serán ciudadanos más participativos, población económicamente activa que aporta más y mejor recaudación para redistribuir la riqueza, personas que, a su vez, vivirán su etapa de paternidad y maternidad en forma más dedicada y más sana que sus predecesores. Segundo mensaje: en esos mismo años se producen la mayor cantidad de conexiones neuronales, absolutamente críticas para las capacidades posteriores en lo afectivo y lo cognitivo, pero sin el cuidado y la ejercitación adecuadas generan un déficit que ahonda aceleradamente -como ningún otro factor que no sea guerra, hambruna o desplazamiento-las desigualdades entre los niños de familias más pobres y los de las familias más ricas. Conclusión: no poner atención prioritaria al Desarrollo Infantil Temprano es la peor política pública, la más contraria al crecimiento económico, la equidad y la estabilidad social. Ya tenemos Preescolar, para niñas y niños de 3 a 5 años, y para la etapa anterior, 0 a 3, la denominación que se usa es “Educación Inicial”.

Así de importante. Por eso es una gran noticia la publicación del acuerdo número 04/01/18 de la SEP, referido al Programa de Educación Inicial: Un Buen Comienzo, en el Diario Oficial de la Federación. El Programa es ambicioso, prolijo (¡110 páginas!) y todavía con los resabios del diseño curricular típico de la educación básica, pero hay que reconocerle dos grandes méritos: a) recapitula buena parte de los dispersos enfoques para abordar la responsabilidad del Estado en esta etapa (en 2014, UNICEF contó 45 esfuerzos diferentes de la Federación y 60 de los estados, entre intervenciones del CONAFE, CENDIS, guarderías, estancias, programas de visitas, etcétera), brindando un marco común sensato y compartible por los distintos especialistas y activistas; y b), pone las bases de una articulación de la propuesta educativa de México (aunque la SEP lo ha llamado “Modelo”, lo más adecuado sería llamarle “proyecto educativo”) que, ahora sí, cubre el arco que va desde el nacimiento hasta la educación para adultos, con la concepción de “educación para toda la vida”.

En otra ocasión me ocuparé de los contenidos. Baste decir que el documento es sólido y que plantea cinco principios rectores, muy congruentes con lo que la investigación y las prácticas efectivas a nivel internacional han confirmado:

1. El niño es un aprendiz competente (es decir, las actividades deben orientarse a enriquecer lo que ya ocurre, y no suponer que lo “creamos” con nuestra acción; los niños más pequeños, y tooodos los niños, ya están aprendiendo. No son sub-humanos o pre-humanos; son pequeñitos pero sienten, piensan, saben).

2. El niño como sujeto de derechos (esto es, no es opcional el respeto y promoción de su seguridad, de su libre expresión, a la vida libre de violencia, etc.).

3. Garantizar el juego y el aprendizaje (estos dos derechos de niñas y niños son los que deliberadamente se promueven con el Programa).

4. Orientar y enriquecer las prácticas de crianza (como dijimos, no todo se resuelve en instituciones; la educación inicial es incompleta si no involucra a las familias y toma en cuenta su contexto, sus aspiraciones y su cultura)

5. Ofrecer servicios educativos de calidad (que sean chiquitos no significa que niñas y niños de cero a seis merezcan poquito; no es adecuado tenerlos en condiciones precarias y es mejor una estrategia de activación con las familias y la comunidad, y no instalaciones insalubres o peligrosas, como mostró la tragedia de la guardería ABC, ni tampoco personal impreparado y mal pagado que no tiene la disposición o la formación adecuadas para estimular la exploración y el descubrimiento, el despliegue de los lenguajes y la convivencia armónica y afectuosa.

Ésa es la jugada dibujada, hoy, en el pizarrón nacional. Pero hace falta la selección nacional que se tome las metas y se obligue a financiar y monitorear los avances. Por ello, desde la sociedad civil, convocaremos a un Pacto Nacional por la Primera Infancia.

Esta historia, literalmente, continuará…

* Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero

Fuente del Artículo:

Para comenzar bien, un compromiso

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Critica a la educación, critica de los críticos de la educación

Por: Miguel Ángel Pérez

En México, seguimos viviendo tiempos de turbulencia política y de incertidumbre social; tanto al interior como afuera de los centros educativos. La educación en nuestro país vive bajo un paralelismo el cual cada vez se ensancha y se aleja más de sus respectivas coordenadas.

Por un lado tenemos el círculo cerrado en la esfera gubernamental, dentro del cual sus personajes, siguen aferrados a sacar adelante una propuesta (inviable) de reforma educativa y se mantienen atentos a lo que dictan los organismos internacionales con la OCDE a la cabeza, desde ahí se intenta convencer a partir de la fuerza y la imposición de lineamientos y nuevas reglas en el trabajo educativo. En el otro carril, corre la gestión de un proyecto educativo el cual se construye desde abajo, dicho proyecto está disperso, desarticulado entre sí y con fuertes diferencias programáticas. Aquí confluyen las distintas izquierdas, las visiones con aspiración democráticas tanto al interior como cercano al magisterio, pero también confluyen infinidad de personajes sin partido pero que son gente honesta que actúa de buena fe y que no cree en el anuncio triunfalista del gobierno ni tampoco de sus instituciones.

En todo ello los intentos de mediación o de intermisión han sido pocos y pobres, por un lado desde la esfera del gobierno no se ha permitido el dialogo, “ni los veo, ni los oigo” se ha tornado en la consigna de poder desde tiempos de Chauffet, pasando por Nuño y ahora con el apaga-fuegos de Granados. En el otro lado, la beligerancia y las acciones no siempre bien pensadas han hecho que las instancias se cierren o sigan cerradas.

¿Estamos actualmente ante una disputa política y educativa en nuestro país? En estos momentos se confrontan dos proyectos de nación.

Por un lado los neoliberales que tomaron el poder hace mas 20 años y quieren seguir adelante con su proyecto de privatización y convertir a nuestro país en esa gran potencia maquiladora al servicio del gran capital y de los intereses de las empresas transnacionales, aderezado todo ello, en el descarado clima de corrupción y de abusos desde el gobierno en todos sus esferas y niveles, aquí recuerdo la célebre frase del igualmente celebre Heberto Castillo: “Si metieran a la cárcel a todos los funcionarios corruptos de este país, no habría policía que pudiera cerrar las puertas de la prisión”.

Por otro lado se teje un proyecto nacionalista que tiende a amalgamar distintas visiones y distintas tradiciones políticas y educativas que se han presentado a lo largo de nuestra historia. Se trata de hacer una compleja alianza multiclasista y multi muchas cosas, en contra de un enemigo común, el discurso aquí es el de honorabilidad y el buen gobierno pero si tanta claridad al proyecto de nación al que se aspira.

En ambos proyectos también se tejen iniciativas y concepciones educativas, por un lado está muy claro continuar con la actual iniciativa de reforma educativa hasta las últimas consecuencias, las cuales tienen que ver con un mayor control del magisterio y cambios en la regulación laboral de los nuevos docentes.

En el otro lado se encuentra una iniciativa pensada en rescatar los aportes pedagógicos de nuestro país a través de mirar la historia, rescatar de igual manera la llamada educación nacional y los aportes de los grandes (aunque pocos) pedagogos mexicanos clásicos. Rescatar el pasado para construir el futuro, teniendo al magisterio como la columna vertebral de dicho propósito.

En medio de todo esto están los críticos y los intelectuales a sueldo y al servicio del gobierno. Si bien uno de los grandes compromisos en la actual agenda educativa, es la necesidad de tener claridad en cuanto a la gestación y desarrollo de los proyectos educativos, hay personajes que gritan y vociferan por la izquierda pero que cobran y muy bien por la derecha. La corrupción de los intelectuales e investigadores es una nueva veta poco explorada por cierto.

Los pocos críticos no sólo de las ideas y de los fundamentos educativos sino también del curso de acción que se le ha dado a la misma han estado al margen de la actual disputa. Este año de transición y de experimento político sentará las bases para el periodo que viene, en donde la disputa política y pedagógica será en serio. Hoy estamos ante rounds de sombra, la gran disputa inicia en julio del presente año en el marco de la contienda electoral.

Lo importante del asunto educativo en nuestro país, es para muchos de los que estamos en educación es, el ser capaces de construir una mirada crítica que sea capaz de guardar distancia de la intimidación gubernamental y que también le de claridad, a conocer desde el fondo lo que realmente se juega y del tipo de horizonte que conviene para México en este momento. Me parece que los niños y jóvenes nos estarían muy agradecidos por darle cabida a una propuesta verdaderamente crítica para la educación en México, que le dé certeza a su formación.

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Critica a la educación, critica de los críticos de la educación

 

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Manufactured illiteracy and miseducation: A long process of decline led to President Donald Trump

By Henry Giroux

A deep-rooted crisis in education, and a long cultural and political decline, is what got us here. There’s hope!

Donald Trump’s ascendancy in American politics has made visible a plague of deep-seated civic illiteracy, a corrupt political system and a contempt for reason that has been decades in the making. It also points to the withering of civic attachments, the undoing of civic culture, the decline of public life and the erosion of any sense of shared citizenship. As Trump has galvanized his base of true believers in post-election demonstrations, the world is witnessing how a politics of bigotry and hate is transformed into a spectacle of demonization, division and disinformation. Under President Trump, the scourge of mid-20th century authoritarianism has returned not only in the menacing plague of populist rallies, fear-mongering, threats and humiliation, but also in an emboldened culture of war, militarization and violence that looms over society like a rising storm.

The reality of Trump’s election may be the most momentous development of the age because of its enormity and the shock it has produced. The whole world is watching, pondering how such a dreadful event could have happened. How have we arrived here? What forces have allowed education, if not reason itself, to be undermined as crucial public and political resources, capable of producing the formative culture and critical citizens that could have prevented such a catastrophe from happening in an alleged democracy? We get a glimpse of this failure of education, public values and civic literacy in the willingness and success of the Trump administration to empty language of any meaning, a practice that constitutes a flight from historical memory, ethics, justice and social responsibility.

Under such circumstances and with too little opposition, the Trump administration has taken on the workings of a dis-imagination machine, characterized by an utter disregard for the truth and often accompanied by the president’s tweet-storm of “primitive schoolyard taunts and threats.” In this instance, George Orwell’s famous maxim from “Nineteen Eighty-four,” “Ignorance is Strength,” materializes in the administration’s weaponized attempt not only to rewrite history but also to obliterate it. What we are witnessing is not simply a political project but also a reworking of the very meaning of education as both a crucial institution and a democratizing and empowering cultural force.

Truth is now viewed as a liability and ignorance a virtue. Under the reign of this normalized architecture of alleged common sense, literacy is regarded with disdain, words are reduced to data and science is confused with pseudo-science. All traces of critical thought appear only at the margins of the culture as ignorance becomes the primary organizing principle of American society. For instance, two-thirds of the American public believe that creationism should be taught in schools and a majority of Republicans in Congress do not believe that climate change is caused by human activity, making the U.S. the laughing stock of the world. Politicians endlessly lie, knowing that the public can be easily seduced by exhortations, emotional outbursts and sensationalism, all of which mimic the fatuous spectacle of celebrity culture and reality TV. Image-selling now entails lying on principle, making it easier for politics to dissolve into entertainment, pathology and a unique brand of criminality.

The corruption of both the truth and politics is abetted by the fact that much of the American public has become habituated to overstimulation and lives in an ever-accelerating overflow of information and images. Experience no longer has the time to crystallize into mature and informed thought. Opinion now trumps reason and evidence-based arguments. News has become entertainment and echoes reality rather than interrogating it. Popular culture revels in the spectacles of shock and violence. Defunded and corporatized, many institutions of public and higher education have been all too willing to make the culture of business the business of education, and this transformation has corrupted their mission.

As a result, many colleges and universities have been McDonald-ized as knowledge is increasingly viewed as a commodity, resulting in curricula that resemble a fast-food menu. In addition, faculty are subjected increasingly to a Walmart model of labor relations designed “to reduce labor costs and to increase labor servility. Students are relegated to the status of customers and clients.

In addition, public education is under siege to an almost unprecedented degree. Both political parties have implemented reforms that “teach for the test,” weaken unions, deskill teachers, and wage a frontal assault on the imagination of students through disciplinary measures that amount to pedagogies of repression. Moreover, students marginalized by class and color find themselves in schools increasingly modeled after prisons. As more and more security guards and police personnel occupy schools, a wider range of student behaviors are criminalized, and students increasingly find themselves on a conveyor belt that has appropriately been described as the school-to-prison pipeline.

On a policy level, the Trump administration has turned its back on schools as public goods. How else to explain the president’s appointment of Betsy DeVos as secretary of education? DeVos, who has spent most of her career attempting to privatize public schools while acting as a champion for charter schools. It gets worse: As a religious Christian extremist, DeVos not only supports religious indoctrination in public schools but has gone so far as to argue that the purpose of public education is “to help advance God’s Kingdom.” Not exactly a policy that supports critical thinking, dialogue or analytical reasoning, or that understands schooling as a public good. DeVos is Trump’s gift to the billionaires, evangelicals, hedge fund managers and bankers, who view schools strictly as training and containment centers — and as sources of profit.

On a larger scale, the educational force of the wider culture has been transformed into a spectacle for violence and trivialized entertainment, and a tool for legitimating ignorance. Cultural apparatuses that extend from the mainstream media and the diverse platforms of screen culture now function as neoliberal modes of public pedagogy parading as entertainment or truthful news reporting. As “teaching machines,” these apparatuses — as C. Wright Mills once predicted — have become the engines of manufactured illiteracy while producing identities, desires and values compatible with the crudest market ideologies.

Under these circumstances, illiteracy becomes the norm and education becomes central to a version of zombie politics that functions largely to remove democratic values, social relations,and compassion from the ideology, policies and commanding institutions that now control American society. Welcome to the land of the walking dead.

I am not referring here to only the kind of anti-intellectualism that theorists such as Richard Hofstadter, Ed Herman, Noam Chomsky and Susan Jacoby have documented, however insightful their analyses might be. I am pointing to a more lethal form of manufactured illiteracy that has become a scourge and a political tool designed primarily to make war on language, meaning, thinking and the capacity for critical thought. Chris Hedges captures this demagogic attack on thoughtfulness in stating that “the emptiness of language is a gift to demagogues and the corporations that saturate the landscape with manipulated images and the idioms of mass culture.” Freedom now means removing one’s self from any sense of social responsibility so one can retreat into privatized orbits of self-indulgence, unbridled self-interest and the never-ending whirlwind of consumption.

This updated form of illiteracy does not simply constitute an absence of learning, ideas or knowledge. Nor can it be solely attributed to what has been called the “smartphone society.” On the contrary, it is a willful practice and goal used to actively depoliticize people and make them complicit with the political and economic forces that impose misery and suffering upon their lives. At the same time, illiteracy bonds people: It offers the pretense of a community bound by a willful denial of facts and its celebration of ignorance.

How else to explain the popular support for someone like Donald Trump who boldly proclaims his love for the “poorly educated”? Or, for that matter, the willingness of his followers to put up with his contemptuous and boisterous claim that science and evidence-based truths are “fake news,” his dismissal of journalists who hold power accountable as the opposition party, and his willingness to bombard the American public with an endless proliferation of peddled falsehoods that reveal his contempt for intellect, reason and truth.

What are we to make of the fact that a person who holds the office of the presidency has praised popular “rage addict” Alex Jones publicly, and thanked him for the role he played in his presidential election victory? Jones is a conspiracy trafficker who runs the website InfoWars. He has suggested that the 9/11 attacks were an “inside job” and that the massacre of children at Sandy Hook Elementary School in Connecticut was faked.

Illiteracy is no longer restricted to populations immersed in poverty with little access to quality education; nor does it only suggest the lack of proficient skills enabling people to read and write with a degree of understanding and fluency. More profoundly, illiteracy is also about refusing to act from a position of thoughtfulness, informed judgment, and critical agency.

Illiteracy has become a political weapon and form of political repression that works to render critical agency inoperable, and restages power as a mode of domination. Illiteracy in the service of violence now functions to depoliticize people by making it difficult for individuals to develop informed judgments, analyze complex relationships and draw upon a range of sources to understand how power works and how they might be able to shape the forces that bear down on their lives. As a depoliticizing force, illiteracy works to make people powerless, and reinforces their willingness to accept being governed rather than learn how to govern.

This mode of illiteracy now constitutes the modus operandi of a society that both privatizes and kills the imagination by poisoning it with falsehoods, consumer fantasies, data loops and the need for instant gratification. This is a mode of illiteracy and education that has no language for relating the self to public life, social responsibility or the demands of citizenship. It is important to recognize that the prevalence of such manufactured illiteracy is not simply about the failure of colleges and universities to create critical and active citizens. It is about an authoritarian society that eliminates public spheres that make thinking possible while imposing a culture of fear in which there is the looming threat that anyone who holds power accountable will be punished. At stake here is not only a crisis of education, memory, ethics and agency but a crisis that reaches into the very foundation of a strong democracy.

In the present moment, it becomes particularly important for progressives, educators and concerned citizens to protect and enlarge the formative cultures and public spheres that make democracy possible. The relentless attack on truth, honesty and the ethical imagination makes it all the more imperative for the public to think dangerously, especially in societies that appear increasingly amnesiac — that is, countries where forms of historical, political and moral forgetting are not only willfully practiced but celebrated. All of which becomes all the more threatening at a time when a country such as the United States has tipped over into a mode of authoritarianism that views critical thought as both a liability and a threat.

Not only is manufactured illiteracy obvious in the presence of a social order and government that collapses the distinction between the serious and frivolous, it is also visible in media platforms marked by the proliferation of anti-intellectual discourses among a range of politicians and anti-public intellectuals who are waging a war on science, reason and the legacy of the Enlightenment. How else to explain the present historical moment, with its collapse of civic culture and the future it cancels out? What is to be made of the assault on civic literacy and the institutions and conditions that produce an active citizenry at a time when massive self-enrichment and a gangster morality are operative at the highest reaches of the U.S. government, all of which serves to undermine the public realm as a space of freedom, liberty, dialogue and deliberative consensus?

One of the challenges facing the current generation of leftists, progressives and cultural workers is the need to address the question of what counts as education, and what it should accomplish in a society that is slipping into the dark night of authoritarianism. In a world in which there is an increasing abandonment of egalitarian and democratic impulses, what will it take to educate young people and the broader polity to challenge authority and hold power accountable? Such a vision suggests resurrecting a democratic project that provides the basis for imagining a life beyond a social order immersed in massive inequality and endless assaults on the environment, a social order that elevates war and militarization to the highest and most sanctified national ideals.

At issue here is the need for educators, progressives, artists and other cultural workers to recognize the power of education both in schools and the wider culture in creating the formative spaces being mobilized against the ideas of justice and democracy. At the same time, there is a need for the left and others to fight for those public spheres that offer alternative modes of identity, thinking and social relations that support democratic socialism and radical democracy.

At the very least, this requires that education be regarded as central to politics, and that cultural apparatuses such as the mainstream media, digital culture and Hollywood films be perceived as powerful teaching machines and not only as sources of information or entertainment. Such sites should be viewed as spheres of struggle that need to be removed from the control of the financial elite and corporations who use them as work stations for propagandizing a culture of vulgarity, self-absorption and commodification while eroding any sense of shared citizenship and civic culture.

There is an urgent political need for the left and progressives to understand and combat an authoritarian society that uses education to weaponize and trivialize the discourse, vocabularies, images and aural means of communication in a variety of cultural sites. Or, for that matter, to grasp that a market-driven discourse does not and cannot provide the intellectual, ethical and political tools for civic education and the expansion of the social imagination.

On the contrary, the pedagogical machinery of capitalism uses language and other modes of representation to relegate citizenship to the singular pursuit of unbridled self-interests, to legitimate shopping as the ultimate expression of one’s identity, to portray essential public services as reinforcing and weakening any viable sense of individual responsibility, and to organize society for the production of violence as the primary method of addressing a vast array of social problems.

One of the most serious challenges facing progressives, educators and diverse cultural workers is the task of grasping education as a crucial political tool that can be used to enhance the capacities of people to translate their hidden despair and private grievances into public transcripts. At best, such transcripts can be transformed into forms of public dissent or what might be called a moment of rupture, one that has important implications for public action in a time of impending tyranny and authoritarianism.

In taking up this project, individuals and cultural workers can attempt to create the conditions that give the wider public an opportunity to acquire the knowledge and courage necessary to make desolation and cynicism unconvincing and hope practical. In a world in which there is an increasing abandonment of egalitarian and democratic impulses, what will it take to educate young people and the broader polity to challenge authority and hold power accountable?

In the age of financial and political zombies, the ability of finance capitalism to cloak itself in a warped discourse of freedom and choice has been weakened. Its willingness to separate toxic economic, cultural and political policies from their social costs has ruptured neoliberalism’s ability to normalize its worldview. The contradictions between its promises and its harsh effects have become too visible as its poisonous policies have put millions out of work, turned many black and brown communities into war zones, destroyed public education, undermined the democratic mission of higher education, flagrantly pursued war as the greatest of national ideals, turned the prison system into a default institution for punishing minorities of race and class, pillaged the environment and blatantly imposed a new mode of racism under the fanciful notion of a post-racial society.

The crisis of capitalism and the production of widespread misery has opened up new political opportunities to reclaim education as a central element of politics and resistance. Education as it functions on multiple levels and through diverse registers matters. It is one of the most powerful sources for changing consciousness, desires and agency itself.

Pierre Bourdieu was right to argue that leftists “must recognize that the most important forms of domination are not only economic but also intellectual and pedagogical and lie on the side of belief and persuasion.” Bourdieu’s concerns about leftists underestimating “the pedagogical and symbolic dimensions of struggle” are more relevant today than ever, given the accelerated political merger of power, culture and everyday life.

Too often leftists and other progressives have focused on domination as mostly an economic or structural issue and in doing so have forgotten about the political role of education and consciousness-raising in providing a language and narrative in which people can recognize themselves, make identifications that speak to the conditions that bear down on them in new ways, and rethink the future so as not to mimic the present. Yet matters of subjectivity, identity and desire are not only central to politics, they are the crucial underpinning through which new theoretical and political horizons can be imagined and acted upon.

In an age in which authoritarianism is dismantling the foundations of democracy across the globe, the ideological and subjective conditions that make individual and collective modes of agency possible — and capable of engaging in powerful and broad-based movements of resistance — are no longer an option. They are a necessity.

Source:https://www.salon.com/2017/06/24/manufactured-illiteracy-and-miseducation-a-long-process-of-decline-led-to-president-donald-trump/

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México: Abren convocatorias de licenciatura en educación la UPN

América del Norte/México/ 29.01.2018 /Fuente: https://www.elsoldesanluis.com.mx.

La Universidad Pedagógica Nacional Unidad 241, UPN, informó que se abrió la convocatoria para las carreras de Licenciatura en Educación Inicial y Preescolar, Licenciatura en Educación Primaria, Licenciatura en Educación Secundaria así como Licenciatura en Educación Media Superior.

Se tiene programado iniciar clases para este próximo 5 de marzo, el cual está dirigido a todos los docentes interesados en su superación profesional, de los niveles de Educación Inicial, Educación Preescolar, Educación Primaria, Educación Secundaria y Educación Media Superior.

La estructura curricular de los programas de estudios de cada licenciatura está integrada por un catálogo de módulos, que el estudiante analizará en un curso de inducción para construir su trayecto formativo.

El docente explicitará sus saberes profesionales, sus necesidades de formación y las problemáticas o situaciones conflictivas a las que se enfrenta en su práctica docente; asimismo, analizará el modelo de formación de la licenciatura, la malla curricular y los ejes problemáticos de cada módulo.

La publicación de la convocatoria se dio a partir del 11 de enero y puede ser consultada en la página de la institución; la inscripción al módulo de inducción concluirá el 3 de febrero, iniciando el módulo de inducción del 5 al 23 de febrero.

El Director General de la UPN, Javier Martínez Ramos, subrayó que la institución tiene como propósito contribuir a la formación de profesionales de la Educación con base en criterios de calidad, así como la de promover, desarrollar y fortalecer la educación en nuestro Estado y en México.

Fuente de la noticia: https://www.elsoldesanluis.com.mx/local/abren-convocatorias-de-licenciatura-en-la-up

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La Reforma Educativa no está muerta: La guerra llegó a las aulas

Por: Oswualdo Antonio González

Los autores de la Columna Cortocircuitos lograron evidenciar una tendencia en los análisis “críticos” de la Reforma educativa, una “crítica”, denunciaron, que fortaleció polos de percepción pública, sobre todo en las filas de la disidencia magisterial, que pueden sintetizarse en las siguientes:

  • La Reforma no es educativa, es laboral.
  • La evaluación que plantea es punitiva y no formativa.
  • La Reforma está mal hecha.

Como consecuencia de estos consensos de la crítica institucionalizada (diagnóstico), agrupadas alrededor de la CNTE (mayoritariamente), se ha concluido que:

  • la Reforma está muerta, según Hugo Aboites, por desangramiento y,
  • la evaluación punitiva de maestros fue derrotada en los hechos.

Una muerte anunciada, pero el muerto sigue caminando

Algo no cuadra en el diagnóstico y mucho menos en el desenlace planteado por Hugo Aboites.

Respecto del diagnóstico, en este momento se puede afirmar que la Reforma educativa del Pacto por México implicó una Reforma constitucional que modificó el andamiaje y sentido de la educación pública en varios aspectos, tales como: los laborales, las políticas de financiamiento e inversión, los administrativos, de vinculación con otros actores, los curriculares, los pedagógicos, en la formación y actualización de maestros, en el ingreso, en la promoción y en la permanencia, por mencionar los más visibles. De todos los aspectos que implicó la Reforma, la CNTE  se focalizó en los aspectos laborales y en el mecanismo planteado para la permanencia de maestros en servicio. En algún momento se planteó una línea de acción para modificar en el legislativo la Reforma educativa, pero está no prosperó por la errática postura en el cabildeo de la misma.

Si la CNTE y sus voceros, anuncian que la Reforma está muerta, habría que preguntarles en que escuelas. Ya que por lo menos, en Veracruz, a pesar de la presencia del MMPV-CNTE la Reforma educativa avanza en todos sus procesos, ninguno se ha detenido. Todos los recursos de la disidencia institucionalizada en Veracruz, se focalizan en  lograr e impulsar la candidatura por MORENA de su naciente líder vitalicio.

Lo que sucede en Veracruz con la Reforma educativa, pasa en la mayoría de los estados, donde los procesos de la Reforma siguen su curso. Casos especiales son los estados donde la CNTE tiene fuerte presencia, donde las agendas locales se mezclan con la lucha contra la Reforma, pero donde diversos procesos, no vinculados a la permanencia de maestros en servicio siguen su curso.

Como propaganda, como estrategia para inyectar ánimos a los contingentes de maestros disidentes, suena el anuncio de Hugo Aboites, lamentablemente las realidades no se corresponden con esas afirmaciones. La Reforma camina, el muerto sigue avanzando.

Como para mostrar vida, el muerto, da muestras de fortaleza y lanza la siguiente convocatoria nacional:

cpag

 

Si ya ganamos para qué luchar: modelación de la inmovilidad  

Coincido con los planteamientos de la Columna Cortocircuitos respecto de las consecuencias del triunfalismo y de los anuncios como el de Hugo Aboites:

  • crean la ilusión de que ya se ha ganado, por tanto se relaja la lucha,
  • se desmoviliza a los contingentes que están en fase de consolidación y,
  • y se provocan choques en la vida cotidiana en las escuelas.

La CNTE y la inserción en la pugna electoral

Congruente con lo planteado por Hugo Aboites, la agenda de la Educación alternativa de la CNTE es desplazada por la urgencia de insertarse en la arena electoral, toda vez que la Reforma educativa ya murió, ya no existe. Así los recursos y la estrategia de movilización-negociación se ubican ahora en la arena del Congreso Nacional Político.

Sin resistencias, la Reforma educativa va por la conquista de las escuelas 

El Pacto por México fue el primer choque visible de esta guerra, donde la llamada izquierda fue derrotada por los intereses neoliberales que ya habían invadido a todos los partidos políticos. El Pacto logró la  reforma de la constitución. La resistencia magisterial, escogió como batallas la permanencia de los maestros en servicio. A pesar de la fuerza mostrada, la ley no se modificó y todo sigue su curso en este campo.

La resistencia magisterial decidió replegarse y el gobierno y su Reforma avanza con los procesos establecidos. Ahora la batalla se llevará a cada escuela, donde cotidiamente conviven maestros disidentes, maestros que han decidido cumplir con lo que se les instruye y otros más que aprovechan los cambios como “nichos de oportunidad”. Todos en un solo espacio llamado escuela. El frente de lucha, que se caracterizó por movilizaciones en calle se ha pulverizado en más de 200 mil distintos campos de batalla (escuelas), distribuidos en todo el territorio nacional.

Al retirarse la CNTE del campo de batalla, argumentando que ya había derrotado a la Reforma educativa del gobierno, deja sin plan de acción, sin estrategia, sin táctica, sin armas, sin estructura a miles de maestros, el desenlace de este enfrentamiento en el campo pedagógico, curricular y didáctico parece predecible.

La Reforma educativa no está muerta: la guerra llegó a las aulas y no hay disidencia organizada que le haga frente. La esperanza, el surgimiento y reorganización de nuevas resistencias. 

Nuestra solidaridad y acompañamiento a los compañeros de Michoacán.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-reforma-educativa-no-esta-muerta-la-guerra-llego-a-las-aulas/

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