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Marco Curricular y Plan de Estudio 2022 de la Educación Básica Mexicana 2 ¿Qué problemas plantea resolver?

Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza

«Reiteramos: la reforma constitucional de 2019 que presuntamente cancelaría la reforma neoliberal no lo hizo, se mantuvo en la égida neoliberal de la de Peña Nieto»

En el análisis de una intervención educativa, o prácticamente de cualquier acción organizada, la primera cuestión a atender es la problematización, o sea, el conjunto de dificultades que impide, pervierte o cuestiona la producción y reproducción de la vida en la polis, de la vida en sociedad. Así es en todo, por ejemplo, en este caso, un abordaje inicial podría ser: “Muy bien,  el Marco Curricular (MC 22)  es una respuesta, ¿a qué preguntas? ¿a qué problemática?”.

Por desgracia, no siempre es así. Mejor dicho: la mayoría de las veces no es así; tenemos conferencias, conversatorios, discusiones, análisis, que se hacen a partir de “lo que me llamó la atención”, “lo que me pareció interesante…”; con los recortes del interés personal, el prejuicio, los valore y las expectativas del locutor; o, lo más frecuente, con las dificultades de implementación que trae consigo cualquier política: falta de información, recepción inadecuada, carencia presupuestal, déficits institucionales, entre otras.

El resultado: el problema se desconoce, se ignora o se desdeña; en consecuencia, se acepta en sus términos; por tanto, el análisis se vuelve una retórica de la instrumentación, una administración del problema definido por otros. Ahí está la clave de toda derrota: aceptar las condiciones en que se plantea el problema y, por ende, la discusión.

Cuando esto es así, a los analistas y sobre todo a las maestras, les queda el papel de ejecutoras de las acciones definidas por otros. ¡Este es el poder cognitivo de la política educativa: un territorio de expertos, administrado por el Estado, gobernado por diversos cárteles en coordinación agonista y operado por el magisterio en calidad de ejército laboral, ¡incluida su reserva!

Eso lo vemos todos los días; lo hemos visto desde siempre, cuando la crítica deviene narrativa de las dificultades de implementación, tipología de los obstáculos de instrumentación, crónica de carencias o lamento de una legitimidad perdida.

¡Hay que escapar de eso! Ya lo vivimos en las resistencias a la reforma educativa de Peña Nieto; ya vimos cómo la ceguera conceptual de la crítica fue incapaz de comprender su radicalidad neoliberal y la denuncia de la mal llamada reforma educativa terminó en una peor llamada cancelación de la reforma educativa.

Hay que revisar, en consecuencia, nuestros procedimientos críticos. ¡Atender el problema es un buen comienzo! ¿Qué problema plantea el MC 22? ¿Qué intenta resolver? ¿Cómo lo plantea? ¿Cuáles son los ejes de la respuesta?

Un ejemplo preliminar

Antes de analizar la problematización del MC 22, veamos cómo se planteó el problema de la reforma educativa de 2012-2013. Es un caso paradigmático, tanto en la claridad expositiva, como en su radicalidad neoliberal y las dificultades de la crítica para comprenderlo. Por eso hay que detenernos un momento en eso; ya lo sufrimos, veamos las lecciones.

El problema estaba planteado muy claramente en la iniciativa de Peña Nieto de diciembre de 2012: el mayor problema de la educación en México es la calidad, pues la cobertura en educación básica ha crecido en los últimos cuarenta años; persisten problemas de rezagos, analfabetismo y cobertura localizada, pero ahora la principal dificultad es la calidad. ¿Dónde se observa? En los resultados de las pruebas internacionales de aprendizaje, donde nuestro país alcanza los últimos lugares en todas las asignaturas, una y otra vez. Los datos son indisputables.

Ahora bien, ¿qué se entiende por calidad? Podría parecer que es un concepto elusivo, pero no lo es, los mismos indicadores lo implican: “máximo logro de aprendizaje”. ¿Cómo se cuantifica? Con las evaluaciones, ¿qué se evalúa? Los aprendizajes, entendidos como habilidades, destrezas, capacidades derivadas de las competencias que los niños y adolescentes deben tener para el mundo actual.

La lógica es sencilla y poderosa por su simplicidad atrayente, cual estribillo de canción pegajosa: aprendizaje-calidad-evaluación son la trifecta pedagógica del neoliberalismo. Si los resultados de las pruebas son muy bajos y persistentes, entonces quiere decir que hay problemas de calidad. Así de simple. ¿Cómo resolverlos? A partir de una ecuación, que nos ahorraremos en su expresión matemática, baste decir que es muy sencilla: considerar los aprendizajes como una variable dependiente de otras variables, que pueden ser tantas como la investigación heurística determine. Se llama función de aprendizaje, y hay muchas estimaciones para México y para otros países.

La iniciativa de Peña Nieto lo reconocía y así se modificó el artículo tercero, añadiendo el siguiente párrafo:

El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos”.

La función de aprendizaje de Peña Nieto -llamémosla así por comodidad- era simplísima:

Calidad = máximo logro de aprendizaje;

Estaba determinada por:

1). Materiales y métodos organizativos;

2). Organización escolar;

4). Idoneidad de docentes y directivos.

Sencillo y coherente: para incidir en el máximo logro de aprendizaje, habría que modificar las condiciones de las cuatro variables independientes -en realidad son más, por ejemplo, materiales y métodos educativos implican más de dos-; pero los ejes de la reforma estaban claros.

La retórica de la misma iniciativa y la jerarquización de los embates contra el magisterio hicieron que se desconocieran o se despreciaran todas las modificaciones desarrolladas en el sexenio para cada una de las otras variables -como los programas de Escuelas al Centro, los CIEN, el Nuevo Modelo Educativo, etc-, y se siguiera diciendo ¡hasta la fechaª,  que era una reforma parcial y laboral, justo cuando el texto constitucional decía otra cosa y los conceptos estuvieran ahí, claritos, regulando todas las acciones educativas, como calidad, autonomía de gestión, idoneidad, evaluación, aprendizaje, entre los más significativos.

No prestar atención al problema nos deja una lección: podremos modificar un aspecto de la reforma, en este caso la evaluación de desempeño, pero no la lógica, ni el modo de entender los problemas educativos, de modo tal que la reforma de 2019 nos entregó una reforma sin evaluación de desempeño, pero con los mismos criterios de la anterior, aunque adaptados retóricamente, como excelencia en lugar de calidad, pero continuando el esquema de evaluaciones, el modelo laboral, el mismísimo modelo educativo, la organización escolar y, pieza clave, la autonomía de gestión. Una reforma neoliberal pero ya no del Pacto por México, sino del Pacto Moreno.

¡El problema sí importa! Es el modo como el poder traza el campo de batalla y su arsenal narrativo, perceptivo, conceptual, político, cognitivo. 

En el caso de la reforma de Peña Nieto sus dificultades no eran conceptuales ni de lógica interna, estaban claros y se desarrollaron por nota, sus problemas eran más graves: el efecto que la sobredimensión de la evaluación de desempeño causó en la magisteria y la gravísima crisis de legitimidad que tuvo; pero curiosamente, no en su racionalidad, ni en el modo de concebir los problemas educativos, siempre ligados a la calidad, que continúa hasta la fecha. ¡Ese es su mayor triunfo: continuar aún cuando se quite uno de sus aspectos!

La problematización del Marco Curricular 2022

Reiteramos: la reforma constitucional de 2019 que presuntamente cancelaría la reforma neoliberal no lo hizo, se mantuvo en la égida neoliberal de la de Peña Nieto; no hubo ruptura epistemológica, ni siquiera política, tampoco conceptual, solo adecuaciones, modificaciones, actualizaciones, en la lógica muy clara de la iniciativa del PRIANRD más el Movimiento Ciudadano, que se llamó Mejora Mantiene e Innova (MMI), e hizo justamente eso, al grado de que fue la iniciativa base del dictamen de reforma constitucional. Lo mismo pasó en las leyes secundarias. No hubo cambio de problematización alguna, por tanto, no hay ruptura político-epistémica. Así de claro, así de sencillo.

Y de pronto, en una acción educativa de dos direcciones de tercer nivel de la SEP, surge algo distinto, una problematización diferente en el Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 para la Educación Básica (MC 22).

Para identificar una problematización en un programa de gobierno hay que proceder con cuidado. No son documentos académicos, sino discursos del poder, por tanto, no hay que pedirle peras al olmo, hay que acercarse con cautela y desbrozar un lenguaje plagado de enunciados performativos.

La problematización no siempre es explícita, ni localizada, a veces es implícita y se desarrolla en varias partes del texto. Prudencia es la regla básica en el análisis político de una problematización. Con esto en mente, procedamos a reconstruir la que se encuentra en el MC 22.

En el primer capítulo, Situación de la educación básica, la problematización se encuentra de forma manifiesta. Se trata de un texto convencional de diagnóstico en el que se refieren estádisticas más o menos conocidas y utilizadas mil veces; pero donde lo más relevante es el apartado 1.2. Problematización de lo nacional y lo básico. Es un apartado inédito en las formulaciones pedagógico-estatales de los últimos cuarenta años. No se repite la conocida cantaleta de los problemas de calidad y cobertura, menos aún de la excelencia, sino que se reformulan y subordinan a una problemática distinta:  la producción y reproducción de las desigualdades y exclusiones; así, en plural: por clase, género, condición física, grupo étnico y sexual.

El argumento se desarrolla en tres partes:

Primera: las desigualdades y exclusiones son efectos de un curriculum nacional y obligatorio;

Segunda: el curriculum se ha construido a partir de un referente identitario basado en el nacionalismo, mestizaje, positivismo y patriarcado;

Tercera:  los métodos, contenidos, valores y prácticas educativas se han estructurado a partir del mestizo de la ciudad de México como referente y tipo ideal, generando así distinas exclusiones y desigualdades que se convierten en elementos estructurales del sistema educativo e inciden directamente en la persistencia de los grandes problemas nacionales de la educación: abandono, rezago, repetición y bajo rendimiento escolar. La retórica de la calidad no se desconoce, se reformula como bajo rendimiento resultado de una desigualdad sistémica.

En este punto, la problematización da un paso adelante: el desmontaje de las explicaciones precedentes. EL MC 22 señala que hasta la fecha, la causa de los problemas educativos se ha achacado a los sujetos: el capital cultural, el nivel educativo de las madres, las condiciones étnicas, lingüísticas o sociales, pero nunca “al carácter básico y nacional de los aprendizajes”; en otras palabras: la responsabilidad de las desigualdades se ha atribuido a los mismos sujetos desiguales.

Esta podría considerarse una ruptura epistémica, pues según el MC2, las causas de los problemas no derivan de insuficiencias personales, de déficits culturales o carencias individuales, sino de una condición estructural del Sistema Educativo Nacional (SEN): el curriculum obligatorio basado en un referente identitario que genera múltiples desigualdades, las cuales al volverse sistémicas, generan problemas recurrentes y en permanente auto-reproducción.

Muy bien, tenemos por fin una retórica gubernamental distinta, alejada y crítica de las conocidas responsabilidades neoliberales del sujeto y el capital humano; en consecuencia, la lógica argumental llevaría a una explicitación detallada de los demás componentes identitarios, no solo el mestizaje, el positivismo y el nacionalismo, sino el patriarcado, algo que ya no se desarrolla, menos aún el heteropatriarcado; por lo que las desigualdades y exclusiones de género y orientación sexual quedan en el aire, con la fuerza performativa del enunciado, nada más.

Tampoco se consideran los componentes de clase, una de las grandes debilidades argumentales, porque no basta enunciar las desigualdades económicas o sociales, sino relacionarlas con el referente identitario del curriculum: mestizo-castellano parlante-de la Cd. de México, ¿de qué clase? ¿No existen? ¿Con qué capacidades? ¿No existen? ¿De qué orientación sexual? Nunca se mencionan claramente, solo una cuestión general y abstracta, en clave crítico-agregativa:

“ Este proceso de mestizaje ha sido el referente cultural del currículo de la educación básica hasta nuestros días, en tanto referente civilizatorio deseable y ha colocado al mestizo como sujeto ideal en términos lingüísticos, sociales, económicos, culturales y educativos, dejando fuera de los temas de reflexión o contenidos a la diversidad étnica y cultural del país, incluyendo, las diferencias de clase, género, sexual y de capacidad inscrita en esa diversidad”.[1]

El argumento es parcial, limitado, porque las desigualdades y exclusiones refieren a ese solo elemento articulador del curriculum nacional; pero además focaliza la atención en los referentes étnico-culturales, subordinando los demás, ¡que se contemplan en la pluralidad de las desigualdades!, por el temor argumental y político a señalar lo obvio: las relaciones sociales de producción, el capital, el patriarcado y el colonialismo. El temor al desarrollo argumental de estos elementos del referente identitario tendrá consecuencias, a pesar de que en las últimas páginas del apartado 1.2 se vincule el neoliberalismo, en una definición más o menos correcta, con el tipo ideal del curriculum obligatorio, pero otra vez como simple agregación de conceptos, no como articulación problemática. El siguiente párrafo es ejemplar de este procedimiento pseudo-argumental:

“Desde esta doble perspectiva del neoliberalismo se favorecen exclusiones cruzadas que se ligan en la forma de marginación económica, la explotación del medio ambiente, el epistemicidio de las comunidades indígenas, y en violencias hacia las mujeres.[2]

Así, nada más, sin mayor explicación alguna, todo cabe en las desigualdades causadas por el referente identitario ahora en clave neoliberal, sólo hay que nombrarlas. Lo mismo sucede con otro de los desarrollos de la problematización: el conocido efecto de la sobrecarga de contenidos, al agregar cada vez más materias, hasta llegar a las demandas actuales de educación ambiental, socioemocional, financiera y las que se acumulen; pero no se queda nada más en el exceso de asignaturas, señala también la reorientación de los propósitos formativos cada vez más en relación con las prácticas de la evaluación, al grado de subordinar contenidos y métodos, procesos e instituciones a las clasificaciones, estándares y valoraciones de sujetos, en función de los resultados de la evaluación.

La problematización que inicia en las desigualdades y las exclusiones, continúa con una crítica del carácter nacional y obligatorio del curriculum de educación básica estructurado a partir de un referente identitario y termina con los efectos de las reformas neoliberales en un listado de síntomas y signos indeseables para un proyecto de transformación nacional. Vale la pena recuperar la síntesis:

“El replanteamiento de los contenidos básicos en las diferentes reformas curriculares desde 1992 a 2017, han tenido más peso que la definición del currículo nacional trayendo como consecuencia que:

 Se ignore la diversidad como elemento instituyente del currículo nacional

 No se dé prioridad a aquellos contenidos que sean verdaderamente significativos para las y los estudiantes

Se mantenga una estructura curricular que favorece la fragmentación del conocimiento

 Se elaboren libros de texto dirigidos a las y los maestros, cuando deben centrarse en las y los estudiantes, cuya estructura dirige la enseñanza a través de secuencias didácticas que no consideran el contexto educativo de las escuelas.

En las diferentes reformas curriculares se ha sobrecargado el currículo de educación básica, trayendo como consecuencia un sentimiento de frustración en las maestras y los maestros y sentimientos de fracaso y de incompetencia en las y los estudiantes, y se constituyen en los principales obstáculos para realizar aprendizajes significativos y que atiendan a la diversidad”.[3]

Alguien podria pensar que aquí termina la problematización; sin embargo el capítulo 1 del MC 22 no es el único apartado en el que se problematiza; de hecho, los cuestionamientos e interrogaciones curriculares se desarrollan en otras partes del texto, casi podría decirse que lo acompañan en cada momento.

En el capitulo 2. El currículo como construcción social e histórica, la problematización se complejiza y toma otros derroteros. Los títulos de los apartados que lo componen son suficientemente sintéticos del argumento:

2.1.      Fragmentación del conocimiento

2.2       Demérito de la enseñanza y la figura docente

2.4.      Las TIC ́S en el discurso de la modernización de la educación básica

El quinto apartado (Los efectos de la pandemia del SARS-CoV2 en la educación básica) es uno de los más relevantes y críticos de la gestión educativa de la pandemia. Uno de los mas desafiantes también en el proceso de reconfiguración del MC 22; o asi debería ser, dada su claridad y fuerza argumental:

“El primer gran problema del sistema educativo ante la pandemia fue establecer procesos de enseñanza y aprendizaje con los mismos marcos de referencia que eran cuestionados previo a la crisis sanitaria: cumplir con los tiempos y contenidos curriculares; replicar en casa el trabajo del aula; centrar el trabajo en el aprendizaje expresado en conductas observables entendidas como conocimientos, habilidades y actitudes; evaluar para tener evidencias de que las y los estudiantes aprendieron en casa, privilegiando la aplicación de exámenes; asignar al magisterio un papel técnico que facilita información, ahora a través de medios electrónicos, no aquel que construye vínculos pedagógicos para generar situaciones de aprendizaje…

El trabajo de las maestras y lo maestros ha sido responder al formato que establece el medio tecnológico, a través del cual, ejerce la enseñanza a partir del programa “Aprende en Casa” (televisión) o por medio de plataformas digitales, entre otras, y no al proceso de aprendizaje de las y los estudiantes, ello sin mencionar que no han contado con apoyo técnico ni pedagógico para continuar ejerciendo la docencia desde sus hogares.

A raíz de esto, el magisterio tuvo que replantearse el ejercicio mismo de la docencia a través de diversas acciones que implican trasladarse a las comunidades y “levantar salones de clase” en espacios rurales abiertos para que las niñas, niños y adolescentes, que no tenían medios tecnológicos ni internet, pudieran continuar estudiando con las medidas sanitarias necesarias. Con el apoyo de las comunidades se improvisaron vehículos como muros para colocar pizarrones y se usaron tortillerías para convertirlas en salones de clase-centros de desayunos escolares, en donde el libro de texto gratuito cobró una importancia fundamental.

Asimismo, muchas maestras y maestros tuvieron que resignificar el sentido del vínculo pedagógico desde la condición de vulnerabilidad compartida que ocasionó la crisis sanitaria, así como replantearse el sentido que le daban al currículo, lo cual llevó a la mayoría a reestructurar la forma en que entendían la didáctica, más allá de la aplicación de una técnica, sino que tuvieron que recurrir a sus propios saberes docentes como herramienta intelectual de primera mano. Se reafirmó, en algunos casos, y en otros se cuestionó la historia y formación de cada docente de acuerdo con las condiciones con las que cada una o cada uno vive la pandemia.

Lo anterior ha conducido a la urgente necesidad de hacer un replanteamiento de gran escala al sistema educativo nacional en términos de sus prioridades educativas, pedagógicas, curriculares, magisteriales, legales, institucionales y culturales. Asimismo, ha puesto en cuestión la continuidad de la escuela como un espacio cerrado, alejado física y conceptualmente de la comunidad.

Estas exigencias transformadoras de la docencia, el currículo y la educación básica en general, son evidencia de que a raíz de la pandemia el mundo está viviendo el inicio de un cambio de época, y que está entrando en un proceso de cambio de orden civilizatorio que presenta a todas y todos los actores educativos, por un lado, incertidumbres, desafíos e inercias, y por el otro, la posibilidad de repensar la educación de una manera radicalmente distinta, por lo que los retos para las escuelas de educación básica en todos sus niveles deben leerse en esta perspectiva histórica, tecnológica, ambiental y ética”.[4]

En suma: el MC 22 formula una problematización de la política curricular seguida durante los últimos 50 años en varios estratos:

  • Las desigualdades y exclusiones producidas por un curriculum nacional único y obligatorio, basado en un referente identitario producido por el mestizaje, el positivismo, el nacionalismo y el patriarcado;
  • Los efectos de la pedagogía neoliberal, a partir de los aprendizajes significtivos, la evaluación y la calidad, en los métodos educativos, en la práctica docente, en la fragmentación del conocimiento, el demérito de la la enseñanza, los y las maestras;
  • Las lecciones y desafíos de la pandemia sobre los sistemas educativos.

Valoración    

Como se puede observar, la problematización del MC 22

  • Plantea una reformulación conceptual de la acción educativa del Estado en los últimos 50 años, focalizada en los problemas de la calidad como máximo logro de aprendizaje;
  • Rompe también con las acciones educativas de la IV T, que habían seguido por nota la racionalidad neoliberal en la reforma constitucional y en la legislación secundaria de 2019, pero también en los desarrollos programáticos posteriores, como la gestión de la pandemia, la Escuela es Nuestra y la cancelación de diversos programas y acciones, en particular, las Escuelas de Tiempo Completo;
  • Critica la racionalidad de las reformas curriculares centradas en la tecnología educativa y el modo como se ensambló con la pedagogía neoliberal;
  • Advierte los efectos de la trifecta pedagógica neoliberal sobre los aprendizajes, la enseñanza, los sujetos, los trabajadores y el sistema educativo;
  • Reconoce críticamente la gestión educativa de la pandemia y enumera los retos que plantea el acontecimiento pandémico como cambio civilizatorio.

En consecuencia, se trata de una problematización inédita en los programas educativos y gubernamentales de los últimos decenios pero también de la misma IV T; en pocas palabras, lleva la discusión por senderos inéditos, por lo que enfrentará ataques conceptuales, ideológicos de todo tipo; sin embargo, este reconocimiento que intenta justipreciarla, debe de anotar también sus limitaciones:

  • La focalización en los referentes identitarios, particularmente en la política del mestizaje, dejando de lado las cuestiones de clase, género y capacidad.
  • La minusvaloración de los efectos de la pedagogía neoliberal en la subjetividad, aspecto central de los procesos educativos, lo que tendrá efectos en la identificación de los ejes de la transformación currícular.
  • El desconocimiento de los procesos políticos de la gestión del SEN, lo que determina ciertamente muchos de los problemas de gestión del curriculum.
  • Las limitaciones y características de la infraestructura escolar.
  • Las relaciones de producción docentes.
  • Las características de los procesos de construcción contemporánea del conocimiento y su aplicación, solo perfilados en los desafíos de la pandemia.
  • Los procesos de socialización escolar, lo que lo lleva curiosamente a no señalar prácticamente nada de la violencia escolar ni de ningún tipo;

La lista no termina aquí, porque justamente uno de los aspectos menos tratados de la problematización es su construcción, es decir, el proceso de problematización que una pedagogía del común debía contemplar…


[1] MC 22…p. 24.

[2] MC 22 …pp. 28-29.

[3] MC 22…pp. 30-31

[4] MC 22…58-61.

 

Fuente de la información:  insurgenciamagisterial

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México: Sin mobiliario ni personal reactivan 11 mil escuelas

Regreso a clases paulatino tras pandemia agudizará déficit de infraestructura y de profesores; esto “profundizará deterioro de la calidad de la educación”, denuncian

Con el regreso a clases presenciales tras dos años de pandemia, se agudizará el déficit de docentes y mobiliarios en las 10 mil 746 escuelas públicas de la entidad, advierten la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), directivos de planteles y docentes. Si no se revierte esta tendencia deficitaria, persistirá y se profundizará el deterioro de la calidad educativa, señalan.

Desde los primeros días de enero de este año, cientos de alumnos de las 11 escuelas normales de la entidad han convertido las calles del centro de la ciudad de Oaxaca en zona de protesta, en busca de la contratación para incorporarse a la plantilla laboral. El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) perdió facultades para contratara egresados normalistas desde 2013, tras la reforma educativa que impulsó el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto.

Para el vocero de la Sección 22 del SNTE, afiliada a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Wilbert Santiago, la imposibilidad del gobierno oaxaqueño para contratar a los egresados comenzó en 2013, pero se agudizó en 2015, cuando con el Decreto 2, conocido como decretazo, le arrebataron el control del IEEPO a esa gremial sindical. Desde entonces, se acrecentaron el déficit de docentes, de horas de clases y mobiliario.

El director de la Escuela Primaria Indígena Heliodoro Charis Castro, en la comunidad zapoteca de Álvaro Obregón, Ulises Santiago Jiménez, dice que desde enero de 2020, cuando uno de los docentes se jubiló, el IEEPO no cubrió esa plaza. Ahora que regresaron a clases presenciales, hace dos meses, la profesora que cubría el primer grado incluyó a los de segundo y ahora batalla con más de 35 alumnos en clase.

Por la falta de maestros, explica Wilbert Santiago con las estadísticas de los Indicadores del Sistema Educativo Nacional en las manos, de las 5 mil 365 escuelas públicas de organización completa del ciclo escolar 2020/2021 en la entidad, más de la mitad se han convertido en planteles multigrado, en detrimento de la calidad educativa, porque por falta de maestros un docente trabaja con dos grados compactados.

Bajo esas circunstancias operan los preescolares y primarias indígenas, expresa Enrique Montero, coordinador de las jefaturas de Juchitán y Tehuantepec, en el Istmo, porque desde 2015 el IEEPO no cubre puntualmente las ausencias de los docentes que se jubilan o que fallecen.

Sin esas plazas cubiertas, añade, no se satisfacen las necesidades educativas, lo que contribuye al deterioro escolar.

Cada ciclo, dice, faltan en promedio 15 docentes por zona escolar, de preescolar y primaria indígena. Esa situación, añade, provoca la molestia de sus padres, como en la Escuela Primaria Indígena Heliodoro Charis Castro, de la Séptima Sección de Juchitán, o en la primaria Lázaro Cárdenas, de San Francisco Ixhuatán, ejemplo de lo que ocurre en los casi 3 mil planteles de ese nivel en la entidad.

Desde 2019, tras la cancelación de la reforma educativa de Peña Nieto, las 11 escuelas normales de la entidad acrecentaron su matrícula y egresaron un promedio de 120 futuros docentes que enfrentaron, sin éxito, a la Unidad del Sistema para la Carrera de Maestras y Maestros (USICAMM), adscrita a la SEP, que examina y verifica la titulación, antes de autorizar el ingreso a la docencia.

El problema, dice Wilbert Santiago, es que las normales rurales no entregan los títulos conforme concluye el ciclo escolar, sino hasta varios meses después, por lo que los egresados de 2022 no serán contratados, ya que no contarán en automático con el título, tal como lo requiere la USICAMM; es así como se arrastra desde años el déficit docente.

A mediados de febrero, las autoridades del IEEPO informaron sobre la contratación de 2 mil 577 egresados de las 11 normales de distintas generaciones; no obstante, es insuficiente, advierte la Sección 22 del SNTE, para cubrir el déficit de 500 docentes con el que desde 2013 concluye cada ciclo escolar en 5 mil 365 escuelas primarias estatales. Mientras que el déficit para 4 mil 500 planteles de preescolar y primaria indígena también es de 500 profesores, dice la organización sindical.

Si en los niveles de primaria y preescolar hay una falta de maestros debido a las jubilaciones de docentes o por fallecimientos, en las 2 mil 534 escuelas técnicas, generales y telesecundarias hay un alarmante déficit de horas/asignaturas por semana desde 2015, que después se transformaron en “horas tequio”, dice Santiago.

Estas horas suman más de 100 mil, mismas que el IEEPO adeuda a los docentes que las cubren, además de las que tienen asignadas como parte de su contrato.

Además, nueve de 10 escuelas primarias carecen de aulas de medios y sólo dos de cada secundaria cuenta con ellas, afirma el magisterio organizado.

Fuente: https://www.eluniversal.com.mx/estados/sin-mobiliario-ni-personal-reactivan-11-mil-escuelas

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México: Alista USICAMM aplicación del instrumento de apreciación de conocimientos y aptitudes 2022-2023

América del Norte/México/08-04-2022/Autor(a) y Fuente: profelandia.com

El instrumento de apreciación de conocimientos y aptitudes es uno delos elementos multifactoriales establecidos en los procesos que realiza USICAMM.

La Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros perfila la aplicación de los instrumentos de apreciación de conocimientos y aptitudes 2022-2023 de los procesos de promoción vertical en educación básica y media superior, promoción por horas adicionales en educación básica y admisión en educación básica y media superior.

A través de un video que difundido en sus redes oficiales, USICAMM señaló que el instrumento de apreciación de conocimientos y aptitudes es uno de los elementos multifactoriales establecidos en los procesos.

Destacó que para ello, los participantes podrán descargar un programa preparativo el cual les permitirá:

-Verificar sus equipos de cómputo.

-Ingresar al simulador.

-Prepararse para el instrumento de apreciación de conocimientos y aptitudes.

La Unidad del Sistema informó que difundirá una serie de videos-tutoriales en los que detallará cada uno de los pasos de la descarga del programa preparativo.

USICAMM reveló además un calendario en el que detalla los días que podrán a disposición los simuladores de los instrumentos de apreciación de conocimientos y aptitudes, según sea el caso para el que participa cada interesado/a.

Dicho calendario es el siguiente:

-Promoción vertical en educación básica y media superior y promoción por horas adicionales en educación básica del 9 al 19 de abril de 2022.

-Admisión en educación básica del 1 al 18 de mayo (excepto el 7 y 14 de mayo)

Admisión en educación media superior del 8 al 12 de mayo.

Según USICAMM, el simulador tiene como objetivo que los participantes se familiaricen con el programa, además de que tengan una experiencia previa a la realización de la apreciación de conocimientos y aptitudes.

Destacó que a partir de este 4 de abril, los interesados podrán descargar desde la Ventanilla Única de Servicios (VENUS) el programa preparativo para la apreciación de conocimientos.

Aquí el las instrucciones de USICAMM:

Fuente e Imagen: https://profelandia.com/alista-usicamm-instrumento-de-apreciacion-de-conocimientos-y-aptitudes-2022-2023/
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Otra mancha al SNTE

Por: Sergio Martínez Dunstan

«Los dirigentes sindicales demuestran, con sus actitudes y acciones, que sólo quieren apantallar con eso de que les interesa la educación cuando es lo que menos les importa.»

Apegarse a la ley, nomás no se les da a quienes dirigen, hoy por hoy, los destinos del SNTE. El respeto al marco jurídico es su práctica discursiva aunque en honor a la verdad, el Estado de Derecho les incomoda. He referido en otras publicaciones, la violación al derecho de los trabajadores de la educación a votar y ser votados en el Reglamento para la Elección de Directivas Seccionales. Advertida por la propia autoridad laboral. Ahora referiré una ilegalidad mas que se suma a la anterior.

El estatuto que regula el funcionamiento del sindicato señala que su soberanía reside en sus integrantes y que se ejerce a través de sus órganos de gobierno entre los cuales pudiéramos destacar el Secretariado Nacional y la Presidencia del SNTE. Ésta última, acéfala y en vías de extinción. Los dos primeros se han dejado de realizar desde hace tiempo. Uno de ellos, dada su importancia, está por arriba del Consejo Nacional y por debajo del Congreso Nacional y fue creado desde 1992.

El Congreso Nacional de Educación es un medio de acción sindical en materia educativa que debería resolver asuntos de estrategia para mejorar la administración, la organización, el currículum, el financiamiento y la pedagogía del sistema educativo. Al menos así se refiere en el Título IV, Capítulo III del mencionado Estatuto. Asimismo, se concibe como un foro abierto a la reflexión, al diálogo, la experiencia y la convivencia cuyo compromiso consiste en elaborar propuestas que mejoren la educación. Se tiene previsto desarrollarlo a través de cuatro etapas (Comunidad-Delegación, Municipio, Sección-Estado y País). A partir de la segunda, los delegados efectivos serían seleccionados de entre los miembros del sindicato. La convocatoria habría que emitirla la Presidencia del SNTE y/o por el Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional quien se constituiría a su vez como el órgano de gobierno que acreditara a los delegados, conferencistas magistrales, asistentes e invitados.

El más reciente se realizó hace casi una década. El 3 de mayo del 2011 se corrió la invitación al 5º Congreso Nacional de Educación. Fue publicada con el propósito de promover la participación social para construir la agenda educativa que genere la transformación del sistema educativo a fin de responder a las expectativas del México del siglo XXI. Educar es el camino, se decía, a manera de lema. En 30 años, se han organizado 5 congresos. En la última década, ninguno. Es incomprensible por su jerarquía dentro de la estructura sindical y la relevancia que se le ha otorgado. Se perdió la oportunidad de acometer la discusión sobre temas de gran importancia nacional. Por ejemplo, las reformas educativas del 2013 y del 2019 y los planes y programas de estudio derivados de ellas. Así como también lo relacionado con los efectos de la pandemia en el ámbito educativo. Sirvan de ejemplos para ilustrar la idea.

A la luz de tal revelación, la imagen que han querido vender ante sus agremiados y la opinión pública, los líderes sindicales, está en duda. Como también lo está el conocimiento sobre su materia de trabajo. Han quedado a deber en el papel autoimpuesto de divulgadores de la ciencia pedagogica y de la cultura educativa. Dejaron de ser propuesta y se convirtieron en simples comparsas. Así se han evidenciado en las Asambleas de análisis del plan y programas de estudio 2022. Aparecen en escena sin apenas hablar. Haciendo caravana con sombrero ajeno. Apropiándose de las ideas que algunos maestros han aportado en lo individual. Lo que ha dejado entrever, en contraparte, que los verdaderos maestros comprometidos con la profesión docente han sido relegados de las decisiones fundamentales. No se les ha tomado en cuenta.

Con ello, no estoy dando por sentado la legitimidad del sindicato o de los líderes sindicales para hablar sobre estos menesteres. Habría que ganarse a pulso la autoridad con discusiones serias, sin sesgo alguno de ninguna índole. Con un verdadero interés por la educación y la profesión docente. Y no por la conveniencia en tiempos políticos o por el lucro electoral para beneficio de cierta camarilla sindical encumbrada en los Comités Ejecutivos delegacionales, seccionales y nacional. Dejar de lado el uso del cargo y del encargo para beneficio personal. El abuso de la noble profesión de enseñar y la utilización de los maestros. Porque los dirigentes sindicales demuestran, con sus actitudes y acciones, que sólo quieren apantallar con eso de que les interesa la educación cuando es lo que menos les importa. De continuar así, resultaría mejor eliminar del estatuto, el Congreso Nacional de Educación (y de pasadita lo que está obsoleto). Ni los propios dirigentes velan por sus documentos fundacionales. ¿Qué más podría esperar el magisterio de ellos? Convertir la violación permanente a las leyes en parte de la normalidad cotidiana de quienes están obligados a respetar y hacerlas respetar. Otra mancha al SNTE. ¡Pues qué manchados!

Carpe diem quam minimun credula postero

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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Capacitación para el nuevo plan de estudios, ¿otra vez el mismo cuento?

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Si existiera una pertinente formación continua del profesorado mexicano, ¿tendría que capacitarse el magisterio para que implementara un plan de estudios?»

 

Una de las demandas más sentidas del magisterio mexicano de los últimos años ha sido el tema de la formación continua. Un tema, sin duda, de enorme relevancia para el quehacer docente pues, independientemente de la formación inicial adquirida en las instituciones formadoras de docentes (o en las Instituciones de Educación Superior, por aquello de que cualquiera podía ser maestro), se requiere de un proceso formativo que acompañe a las maestras y maestros a lo largo de su trayectoria profesional, es decir, desde su inicio hasta su jubilación; se trataría de un proceso que no se limitaría a superar las exigencias de un esquema de ingreso y promoción salarial tal y como desde el peñanietismo – o antes de éste – se ha establecido en nuestro país, pero también, que superara ciertas exigencias profesionales derivadas de la implementación de un nuevo plan de estudios.

Se esperaba que, con la llegada de un profesor o profesora a una de las Secretarías de Estado de vital importancia para el desarrollo de los seres humamos, tal y como lo es la Secretaría de Educación Pública (SEP), las cosas en esta materia mejoraran o cambiaran, sin embargo, desde que asumió el cargo Delfina Gómez – quien se desempeñó como docente y directivo por varios años en el Estado de México – las cosas no se han movido mucho que digamos.

Hasta el momento, este tema ha sido uno de los grandes pendientes del régimen actual porque, si bien es cierto que la Comisión Nacional de la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) ha venido trabajando con la intención de ofrecer un esquema formativo que apoye a los docentes y directivos en sus respectivos espacios escolares, también es cierto que ha sido visible una enorme falta de vinculación entre la SEP, la Unidad del Sistema de Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM) y la propia MEJOREDU; por tanto, no sería nada descabellado afirmar que cada una de estas instancias ha venido “jalando” por su lado. ¿Y las maestras y los maestros? Veamos.

Un breve, pero muy breve recorrido histórico, nos recordaría la trascendental participación de las escuelas normales después de la Revolución Mexicana hasta la década de los cuarenta, cuando se acompañaron con la creación del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM); años más tarde, como sabemos, entraría en escena la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y los Centros de Actualización del Magisterio. Instituciones con fines formativos específicos y que, derivado del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) en 1992 fueron, por así decirlo, prácticamente relegadas al olvido.

En este sentido no hay que olvidar que, con la firma de este último Acuerdo, se creó el Programa de Nacional de Actualización Profesional (PRONAP), con la intención de regular los servicios de formación continua para ampliar las posibilidades de acceder a una formación permanente de calidad que respondiera las necesidades educativas de los estudiantes inscritos en educación básica. La federalización del sistema educativo entró con todo en nuestro país y, con ello, el sistema de formación se desdibujó. Para pocos es desconocido que, en cada uno de los estados, a partir de esos años hasta nuestros días, siguen operando instancias de formación continua que nada más no terminar de apoyar la labor del profesorado mexicano.

Y es que, a través de los años, mientras en la federación se determinaba una cosa, otra muy diferente ocurría (y ocurre) en las diferentes entidades de la República Mexicana, consecuencia lógica de eso que se conoció como “descentralización educativa”.

Entonces, dado el reciente anuncio que realizó la profesora Delfina Gómez, en Chihuahua, al clausurar las Asambleas de Análisis del Plan de Estudios 2022 y Libros de Texto (SEP, 2022), estaríamos ante un esquema de capacitación tal y como lo hemos conocido en los últimos años, es decir, que un par de semanas antes de que inicie el ciclo escolar 2022-2023, como parte de los incomprensibles Consejos Técnicos Escolares (CTE), ¿se estaría capacitando a las maestras y los maestros sobre este plan de estudios?, ¿no sería esta una forma de reducir y desvalorizar una función tan sustantiva como lo es la docencia?, ¿no sería esta una forma de decirle al maestro y a la maestra que es un simple operador o instrumentador de un plan de estudios?

Cierto, habrá quien diga que, en su discurso, la Secretaria de Educación expresó dos términos por demás importantes “formación” y “acompañamiento” pero, a fuerza de ser sinceros, habría que preguntarse desde qué posición o mirada asumió tales conceptos la profesora. En consecuencia, nada mal estaría que al interior de la SEP se dialogara al respecto con la finalidad de superar aquel modelo carencial, remedial e instrumental que ha permeado la formación continua en nuestro país en las últimas décadas, para dar entrada uno donde los diversos actores que en éste concurren no queden desdibujados y sometidos a los que un “facilitador” (“poseedor” de todo el conocimiento y claro ejemplo de una educación bancaria dicha por Freire) determine en razón de una tradición formativa que no permite la participación activa para la construcción colectiva de conocimientos.

Se ha dicho hasta el hartazgo, de hecho, dicha Secretaria de Educación así lo afirmó en este evento, que las maestras y maestros son los expertos, entonces ¿podría pensarse y diseñarse una estrategia nacional que rompiera con el enfoque formativo e instrumentalista para dar paso a otro donde, a partir de ciertos ámbitos y ejes articuladores se favoreciera el quehacer que miles de profesores realizan en sus aulas escolares? Vaya, ¿hasta cuándo se podrá observar una pertinente vinculación entre las distintas instancias gubernamentales como lo es la SEP, MEJOREDU y USICAMM para este propósito?, ¿hasta cuando se terminará el sistema de ingreso y promoción salarial del magisterio que nada más no termina por abonar en una mejora sustantiva de la educación?

Hace unos días, encontré un material cuyo contenido me pareció bastante pertinente, se titula “Orientaciones para identificar y seleccionar contenidos curriculares indispensables” publicado por la MEJOREDU; desde mi perspectiva, es un material que abona para que los profesores conozcan y comprendan diversas estrategias que permiten organizar los contenidos que podrían trabajar con sus alumnos de acuerdo a la asignatura establecida. Me recordó a una actividad que hace años realizaba con mis estudiantes en la asignatura “Propósitos y contenidos de la educación básica I y II” del plan de estudios de las escuelas normales 1997. Sin duda, un tema necesario e indispensable para el conocimiento y desarrollo del quehacer docente que, desde luego, trasciende la instrumentalización de un plan de estudios acercando a sus actores a la comprensión del enfoque que lo permea y al por qué se hace necesaria la dosificación o articulación de contenidos.

Finalizó este cúmulo de ideas expresando una pregunta que, hace unos días, formulaba en mis redes sociales y en algunos eventos en los que he tenido la oportunidad de participar derivado del análisis del Plan de estudios 2022: si existiera una pertinente formación continua del profesorado mexicano, ¿tendría que capacitarse el magisterio para que implementara un plan de estudios?

Ojalá que la SEP respondiera este cuestionamiento.

Al tiempo.

Referencias:

 

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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México: infancias que resisten a la deserción escolar

Por: ZonaDocs

La pandemia por COVID-19 causó estragos en los sistemas humanos que sirven como cimiento para la sociedad. Uno de los más impactados fue la educación, puesto que, según los datos más recientes publicados por la Secretaría de Educación Pública, 270 mil alumnos y alumnas abandonaron las aulas.

En un país como México, con un problema estructural de violencia y desigualdad de género, existe la preocupación de que se haya plantado una semilla para un retroceso aún mayor en el acceso a oportunidades de niñas y mujeres adolescentes.

En este reportaje, Zona Docs cuenta la historia del impacto diferenciado que ha tenido la pandemia en la educación de niñas y adolescentes, investigando qué las llevó a abandonar las aulas.

Por Andrés de la Peña y Christian Cantero

Ilustración portada: Ivanna Orozco

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Adriana tiene 13 años, actualmente cursa el segundo grado de secundaria, es la menor de tres hermanos; sin embargo, durante el 2021 dejó pausados sus estudios en la secundaria 170, en Hacienda Santa Fe, Tlajomulco de Zúñiga, a raíz de creer no estar aprendiendo en la virtualidad.

En el año 2020, desde su sexto grado de primaria, Adriana comenzó junto con todas y todos a nivel mundial, a vivir los cambios que trajo consigo la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 que infectó a millones de personas.

Con el mundo en pausa, y las sociedades en busca de la nueva normalidad, la educación migró a un formato virtual, algo que fue sumamente necesario, pero que marginó y forzó a estudiantes y maestros a trabajar de manera completamente diferente.

Adriana estuvo un año y medio estudiando en línea algo que para ella no funcionó:

“El primer mes si entraba y trabajaba, pero pues poco a poco había muchas distracciones en mi casa y, simplemente, no entraba o luego no me despertaba”.

Eventualmente le dijo a su mamá:

“La verdad es que no aprendo nada en clases en línea, porque te lo dejan y si le entendiste bueno, pero no te explican nada─, y así fue como decidió dejar de entrar a las clases”.

Según la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED), de entre las personas menores de edad que estaban inscritas en el ciclo escolar 2019-2020 el 4.3% no se inscribió al ciclo 2020-2021. De estas, 57.96% fueron hombres y 42.04% fueron mujeres.

¿Cuáles fueron las causas de esta deserción escolar? La ECOVID-ED separa a las personas en dos grupos: aquellas que dijeron que dejaron de asistir a la escuela principalmente debido a la pandemia (47% hombres y 62% mujeres) y aquellas que dejaron de asistir por algún otro motivo:

Fuente: Elaboración propia con datos de la ECOVID-ED 2020.

Entre las personas que pausaron o abandonaron sus estudios por cuestiones relacionadas principalmente por la pandemia, la principal razón fue la falta de dispositivos electrónicos para llevar a cabo la educación en línea. A este motivo le empató otro: a muchas niñas y niños, como a Adriana, simplemente no sintieron que las clases a distancia les funcionaran; este motivo lo reportaron más niñas que niños.

Sin embargo, un porcentaje importante de las personas que dejaron de estudiar lo hicieron porque alguno de sus padres o tutores quedó desempleado o porque sus escuelas no tuvieron la capacidad de continuar las clases en línea.

La quinta razón más comúnmente reportada fue que los padres o tutores no podían apoyar a las niñas y niños con sus estudios remotos y decidieron sacarlos de la escuela; esta razón fue mucho más común en niñas que en niños. Varias especialistas entrevistadas por el equipo estuvieron de acuerdo con que los roles de género pueden haber influido en que no se le prestara esta atención a las niñas.

Fuente: Elaboración propia con datos de la ECOVID-ED 2020.

En cuanto a las personas que no se inscribieron al siguiente ciclo escolar (2021-2022), fueron muchos más los niños que reportaron haberlo hecho porque “no les gustó estudiar”. El equipo de reporteros encontró que, en muchos casos, los niños abandonaron sus estudios para trabajar y, una vez que tenían un ingreso adicional, les resultó menos atractivo volver a las aulas.

Resalta en esta estadística que la quinta causa más común para la deserción, entre las personas que no mencionaron la pandemia como el motivo principal, fue el embarazo o matrimonio adolescente. En este caso fue mínima la proporción de varones que abandonaron la escuela por estar vinculados a un caso de embarazo o matrimonio adolescente, mientras que las niñas dominaron dicha estadística.

En nuestro contexto, la Secretaría de Educación Jalisco reportó que la matrícula de mujeres comparando los ciclos 2019 y 2020 se había reducido 9.19% para nivel preescolar, 0.18% para nivel primaria, y 1.30% para bachillerato, pero con un incremento de 0.7% para secundaria. En cambio, el porcentaje de niñas y niños que completaron el año aumentó, posiblemente por la política oficial de no reprobar estudiantes para evitar la deserción.

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Génesis Andrea Miranda “Miranda”

Miranda es una joven de 18 años que tiene aproximadamente 12 años asistiendo al Colectivo Pro Derechos de la Niñez A.C.(Codeni), organización civil que fomenta el desarrollo de proyectos de vida de niños, niñas y adolescentes en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Ahora ella cursa su primer semestre de preparatoria. Vive con su mamá, sus cuatro hermanos, sus dos cuñadas y dos sobrinos.

Miranda relata: ─Acabo de entrar hace un mes. Cuando pasó lo de la cuarentena yo apenas iba a comenzar a hacer los trámites para la prepa; cuando yo salí de la secundaria no tenía mi certificado, entonces, no tenerlo se volvió un problema de dos años porque las oficinas para tramitarlo estaban cerradas temporalmente─. Así, fue como sus estudios se quedaron pausados.

Por razones personales, Miranda no pudo obtener su certificado cuando egresó de la secundaria en 2019. A inicios del 2020, ella comenzó el trámite para poder ingresar a la preparatoria, pero la pandemia generada por el Covid-19 había pausado la emisión de certificados desde la segunda mitad de marzo. Fue hasta noviembre del 2021 que Miranda logró obtener su certificado de secundaria. Por ello, es que comenzó a estudiar la preparatoria hasta febrero de este año, después de una pausa de dos años.

La familia de Miranda es comerciante y ella se incorporó al comercio informal en la calle junto a sus padres a raíz de no estar estudiando. Sin embargo, la vendimia también se vio interrumpida a causa del confinamiento por el Covid-19. Tanto ella como su familia salieron a las calles a mediados de mayo del 2020 para vender cubrebocas como forma de subsistir, lo cual se volvió el único medio de distracción de Miranda.

“Traté de buscarle el lado positivo a estar en casa porque fue como un punto de buscarle el lado bueno al hecho de que no estuviera estudiando y no tuviera el certificado, porque no había mucho por hacer, porque no podía, no me movía para nada, y estar encerrada tanto tiempo me provocaba ansiedad”.

Ahora Miranda asiste a la Preparatoria Azteca, ella cuenta que aunque actualmente se siente feliz de asistir:

“Es una actividad que tenía muchas ganas de vivir, me gusta mucho el hecho de ser estudiante, estaba muy aferrada a la idea de que tenía que terminar mis estudios, no hubo ningún momento en que lo dejara de pensar”.

Aunque no llegó a tomar clases en línea, considera que hubiera sido una experiencia muy estresante, pues sus amigos constantemente le comentaron que estaban desmotivados por la falta de la presencialidad y que sus maestros estaban poco capacitados para dar clases en linea:

“Me contaban que dejaban tareas y no explicaban y que no servía estar en clases así.

Fue muy difícil para Miranda volver a la presencialidad después del vacío educativo de dos años. Apenas unas semanas después de ingresar a la preparatoria ella pensó en desertar:

“Fue a las dos semanas de estar en la preparatoria, me iba a dar de baja, hubo un punto en el que me estresé recuerdo que cuando llegué a mi casa con la tarea como que me entró miedo, después de tanto tiempo sin estudiar me dio miedo de recordar cómo se vivía el estudiar, recuerdo que llegué con mi mamá y le dije que me iba a dar de baja y ella me dijo que no, ella me preguntó que qué era lo que me hacía falta y pues para empezar no tengo un trabajo fijo para estar pagando 900 pesos por semana, hacer las tareas va a ser complicado por el hecho de que tengo que trabajar para pagar y tampoco tenía el material suficiente”.

De alguna manera Miranda logró permanecer sin concretar su cometido de desertar, pues haber recordado y valorado el esfuerzo que había hecho para llegar hasta ahí. Sumado a esto, su madre y Codeni aportaron esfuerzos para otorgar los materiales y el apoyo que Miranda necesitaba para continuar:

“Tener tantas fuentes de apoyo es lo que me da el empujón de confianza, porque estoy segura de que voy a terminar, porque tengo apoyos muy grandes, si no existiera Codeni y mi mamá no me hiciera caso, sí hubiera desertado”.

Codeni, actualmente, trabaja con más de 100 niñas, niños y adolescentes vinculados con el trabajo informal del centro de Guadalajara. Su objetivo es mejorar sus vidas ayudándoles a ver que “no están determinados por el trabajo que realizan en las calles”, a la par de que los vinculan con proyectos que les permitan superar condiciones de exclusión y vulnerabilidad social. Uno de estos proyectos está centrado en el tema educativo.

Al respecto, la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) reportó dos estadísticas en su balance anual de 2020: aunque el 66% de los padres y madres no consideraba urgente el retorno a aulas, 7 de cada 10 niñas y niños pedían volver a la escuela.

Esta organización también documentó una “epidemia de violencia” contra la niñez, señalando un incremento en la circulación de porgnografía infantil del 73% a principios de 2020 y un alto número de delitos contra menores de edad como las lesiones y los delitos contra la libertad personal.

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Pérdida educativa

Para muchas niñas y niños, la pandemia causó una ola de desmotivación: el sistema virtual y la pérdida de la presencialidad, incluso, para niñas emocionadas por estudiar como Adriana, implicaron un obstáculo insondable.

En primer lugar, muchas de ellas no tenían acceso a los dispositivos electrónicos para asistir. Además, incluso si lograban conectarse a sus clases, los profesores no estaban capacitados para el nuevo formato y los padres se vieron repentinamente abordados por la necesidad de ser maestros en casa. El resultado es que varios niños y niñas terminaron viviendo las clases virtuales como un ejercicio inútil y sin frutos.

En el caso del sistema de preparatorias de la Universidad de Guadalajara hubo una deserción de entre 6 mil 800 y 6 mil 900 alumnos y alumnas según el método de cálculo. Esto equivale a alrededor del 3.4% de la matrícula en ese período.

Las escuelas e, incluso, la sociedad civil tomaron varias acciones para evitar la deserción: desde la política de no reprobar alumnos de nivel básico y medio hasta protocolos de visitas físicas a los hogares buscando entablar comunicación con los padres de niñas y niños ausentes.

Aún así, la pandemia vino a exacerbar dinámicas de deserción que ya existían. Por ejemplo, ya estaba presente una baja motivación por llegar a un nivel de educación avanzado. Según explicaron expertos del Codeni, las personas que sirven como modelos a seguir para las niñas muchas veces son sus madres y éstas, en una proporción considerable, tampoco estudiaron más allá de la secundaria.

Codeni brinda acompañamiento desde hace casi dos décadas a niños y niñas que viven en el primer cuadro de Guadalajara y que están atravesados por el trabajo informal. Durante la pandemia empezaron atendiendo la urgencia material de muchos hogares por conseguir dispositivos con conectividad para tomar clases. Solo después de sobrellevar este obstáculo pudieron atender el hecho de que casi ningún niño o niña recibía suficiente apoyo de sus padres en cuanto a la tutoría de su aprendizaje.

Otro efecto más que preocupó, particularmente en el caso de los varones, fue la desmotivación colectiva producida por las primeras deserciones: cuando algunos niños abandonan la escuela, sobre todo para trabajar. Sus compañeros comienzan a preguntarse si ellos también deberían irse y si no es más atractivo conseguir una fuente de ingreso para apoyar a sus familias.

A esto se suman fuertes presiones estructurales más allá de la dinámica educativa: desde el golpe económico que tuvo la pandemia, hasta la violencia en la cual viven algunas comunidades.

Por ejemplo, está el caso de Ameyali e Iyari, dos niñas de diez y cinco años que estudian en casa en el estado de Colima. Para sus padres, el sistema masificado de educación no daba el suficiente acompañamiento, pero también fue decisivo el rol de la violencia en su entidad para refrendar su decisión de educarlas en casa.

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Economía y división de género en el trabajo

Uno de los factores determinantes en la deserción de niñas y niños por igual fue la falta de herramientas para tomar las clases remotas. Por tanto, fue difícil seguir el año escolar o incluso mantener contacto con las y los estudiantes y sus familias.

El profesor Rubén Contreras Alcalá, quien imparte clases en la secundaria 68 en la colonia La Jauja, en Tonalá, explicó que en las localidades marginadas en la que enseña fue muy difícil comunicarse con los niños y niñas cuando la pandemia los regresó a sus hogares. La falta de acceso a dispositivos apropiados para las clases significó que varios de sus alumnos tuvieron que recibir y entregar sus tareas mediante el servicio postal.

En este contexto hubo una gran desbandada de alumnos varones que quisieron conseguir trabajos en lugar de seguir estudiando. El profesor también describió un patrón de deserción en niñas relacionado con las labores en el hogar y, alarmantemente, con los embarazos adolescentes.

Wendy Figueroa es directora de la Red Nacional de Refugios (RNR), una sororidad de organizaciones civiles que resguardan y atienden a mujeres, niñas y niños víctimas de violencia. Durante la pandemia, la Red tuvo que operar a marcha forzada porque observó un incremento del 55.59% en los ingresos a los refugios. En cuanto a atenciones, orientaciones y acompañamientos en redes sociales tuvieron un incremento del 45%.

El equipo consultó a Wendy sobre la disparidad en cuanto a las niñas y niños que mencionaron ─en la ECOVID-ED─ haber abandonado la escuela porque sus padres o tutores no podían dedicarles el tiempo suficiente.

Ella explicó que, desde su experiencia, esto tuvo que ver con la construcción de roles de género al interior del hogar de cara a la pandemia: cuando existieron nuevas presiones sobre el hogar, varias responsabilidades se transfirieron a los hijos e hijas.

En el caso de los varones, muchos comenzaron a trabajar en lugar de estudiar; en cambio, las mujeres recibieron una carga de labores domésticas y de cuidados. En este sentido, no había tiempo de “atender” a las niñas y adolescentes con apoyo en sus estudios sino que, al contrario, se esperaba que ellas fueran cuidadoras en el hogar y que estuvieran al pendiente de las necesidades de otros.

Estas responsabilidades, una vez adquiridas, se volvieron imposibles de abandonar para los niños y niñas. En el caso de los hombres surgió una duda interna: ─si ya estoy trabajando, ¿para qué vuelvo a estudiar?─ de la mano con la presión externa. En cambio, del lado de las mujeres se conformó una nueva lista de tareas por cumplir y de las cuales no podrían deslindarse después, incluso, en nombre de su educación.

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Violencias directas

Sin embargo, con la pandemia también llegó una nueva modalidad en las dinámicas de violencia contra las niñas y mujeres adolescentes. Al estar en casa veinticuatro horas al día, siete días a la semana, estas mujeres jóvenes fueron más vulnerables a los abusos domésticos que ya vivían; esto debido a que se les obligó a convivir de cerca con algunos de sus agresores.

Además, con el enclaustramiento llegaron múltiples nuevas personas al hogar, varios nuevos hombres: familiares que, por cuestiones económicas o de salud, se hospedaron en núcleos familiares más amplios, tíos y hermanos que volvieron a casa después de muchos años.

Cuando los agresores de una mujer o niña son sus familiares, los espacios públicos como el trabajo, la escuela, o el transporte son “bocanadas de aire”, explica Wendy de la Red Nacional de Refugios. En estos años de pandemia, no solamente aumentaron los ingresos a esta red de albergues para mujeres y sus hijos víctimas de la violencia, sino que aumentó la frecuencia de otras dinámicas como el desplazamiento forzado debido a persecuciones por parte de agresores.

Ante un panorama de violencia doméstica intensificada, existieron aumentos en las estadísticas de abusos sexuales y embarazo adolescente, incluso de matrimonios forzados, explicó Wendy Figueroa.

Esto coincidió con un retroceso en el sistema nacional de cuidados: el cierre de guarderías públicas para una reforma de su marco legal en un período inoportuno significó una que muchas niñas y adolescentes, por lo general las hijas mayores en sus hogares, se vieran obligadas por sus familias a cuidar de adultos mayores y sus hermanos menores.

Lo que se encontró en esta investigación es que, si bien, varias situaciones coyunturales relacionadas con la pandemia empujaron a las niñas y mujeres adolescentes fuera de las aulas escolares, varios factores estructurales siguen teniendo mucho más peso. Los embarazos infantiles, los roles de género, la violencia al interior de la familia, la obligación de cuidar a otras personas en el hogar, y la necesidad de trabajar para sostener a sus familias.

Wendy explica: ─cuando una niña o una adolescente está embarazada como producto de una violación rompen con la posibilidad de sus estudios en la mayoría de los casos. Primero porque no existe una política de acompañamiento a las mujeres y a las niñas sobrevivientes de violencias sexuales. Segundo es que hoy en día ya no tenemos un sistema nacional de cuidados─. Por ejemplo, estos cambios de más largo aliento en el funcionamiento de las instituciones mexicanas amenazan a las niñas y mujeres adolescentes incluso más de lo que lo hizo la pandemia.

El rediseño del financiamiento de guarderías a nivel federal y la reingeniería del programa de escuelas de tiempo completo fueron un duro golpe para una generación de niñas y mujeres adolescentes. Ahora las “hijas mayores” y las madres adolescentes pasan a adoptar más labores de cuidados y ven más amenazada su continuidad educativa.

Wendy Figueroa explica:

“Con todas estas condiciones es muy difícil que una niña o una adolescente continúe sus estudios. ¿Quién va a cuidar a ese niño o esa niña? Muchas veces es la madre o la abuela, muchas veces no es posible porque tiene otros hijos o hijas pero además lleva el tema de los recursos: ¿cómo garantizas que esa niña continúe el desarrollo integral, sus estudios, realmente en bienestar?”.

Es por eso que, más allá de la coyuntura de la pandemia, quizá una serie de fenómenos estructurales y más profundos representan una amenaza a la continuidad de la educación de niñas y adolescentes. En los últimos años, la brecha educativa se ha ido cerrando, pero México podría estar en un punto de inflexión donde, si no se atienden las realidades sistémicas, las niñas y mujeres adolescentes podrían ir quedándose atrás de nuevo.

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Lee todo el especial #MujeresQueResisten en:

https://www.zonadocs.mx/mujeres-que-resisten/

Esta historia se publicó originalmente en ZonaDocs:

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Esta historia fue realizada con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida para América Latina y el Caribe organizado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios. Los contenidos de los trabajos periodísticos que aquí se publican son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las organizaciones.


Fuente de la información e imagen: https://www.zonadocs.mx

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EU: Por salud mental de los adolescentes, las clases no deben iniciar antes de las 8:30 a.m.

Redacción de: el imparcial

Especialistas señalan que los estudiantes de secundaria y preparatoria tienen bajo rendimiento escolar debido a la falta de horas de sueño.

De acuerdo a ABC News, California fue el primer estado en exigir que las escuelas secundarias no inicien horarios de clases antes de las 8:30 de la mañana. El doctor Bert Mandelbaum espera que Nueva Jersey sea el segundo.

La Academia Estadounidense de Pediatría cuenta con un grupo de trabajo sobre los horarios de sueño de los adolescentes; Mandelbaum es quien lo preside y cree que es el momento más adecuado para tomar las mejores decisiones para los niños y jóvenes, pues la gente está más dispuesta a escuchar en estos momentos.

Creo que la pandemia aumentó la conciencia de todos sobre las necesidades de salud mental.
Señaló.

El grupo de pediatría ha abogado durante varios años por horarios escolares que inicien más tarde, como una forma de promover hábitos de sueño más saludables entre los adolescentes.

Se iniciará implementación de nuevo horario hasta el 2024
Pero fue hasta el mes pasado que los legisladores estatales propusieron que, en todas las escuelas secundarias de Nueva Jersey, se comiencen las clases a partir de las 8:30 a.m. Dijeron que este proyecto, que se espera inicie marcha en el ciclo 2024-2025, pretende abordar la crisis nacional de salud mental en los jóvenes.

Especialistas, además, señalan que los estudiantes de secundaria y preparatoria tienen bajo rendimiento escolar debido a la falta de horas de sueño. Por tanto, los nuevos horarios se alinearían mejor con los ritmos biológicos de los adolescentes, pues estos hacen que vayan a la cama más tarde.

Fuente de la información e imagen: https://www.elimparcial.com

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