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Documental Sunú: una charla con Teresa Camou Guerrero

Pablo Martínez Zárate / Letras libres/ Mayo 4, 2016

Teresa Camou regresó a la Sierra Tarahumara en sus veinte, un par de zancos al hombro y pedazos de cartón reciclado bajo el brazo. Había dejado su natal Chihuahua un par de años antes para realizar sus estudios universitarios al norte de la frontera, enfocados en artes escénicas y la creación de títeres a gran escala. El cabello raso, un arete colgando de la nariz, Teresa visitaba a México con el deseo de practicar el teatro como un vehículo de transformación social.

Cada invierno Teresa dejaba su universidad en Vermont para llevar a cabo temporadas de teatro indígena junto con jóvenes rarámuris. La inspiración, además de la escuela campesina de su madre (activista y educadora popular en la región), provino de varios años de participación con la compañía Bread and Puppet Theatre, de Peter Schumann. “Ahí se me abre la posibilidad,” recuerda la hoy documentalista, “de que tú puedes hacer arte de muy buena calidad con un tema social.”

El trabajo de Teresa en la sierra duró doce años, durante los cuales montó innumerables funciones itinerantes por poblados de la zona. La iniciativa se apagó por la ola de violencia que asoló el estado y también por la falta de recursos. Además, Teresa llegó a un punto en su vida donde sintió que el teatro “le quedaba chico” para contar la historia de estos jóvenes tarahumaras, quienes veían frustrados sus sueños de cultivar el maíz.

“Cuando les preguntaba sobre su futuro, todos me decían: ‘Teresa, nos vemos sembrando maíz, nos vemos trabajando la milpa, casados, con una casita, con animales. No queremos violencia, no queremos camionetas, no queremos celulares. Queremos vivir en paz como indígenas, sembrando nuestro maíz.’ Esto fue hace 7 años”, recuerda Camou. Mientras tanto hoy, dice, la gran mayoría de los jóvenes con quienes participó en el teatro “no tienen lo que querían: ni tierra, ni maíz, ni animales. Viven en mucha violencia.”

¿Qué mejor medio, se preguntó Teresa, en un mundo como el nuestro, que el cine? ¿Acaso no es el soporte ideal para llevar esta historia a un gran número de personas para quienes de lo contrario estas narraciones serían inaccesibles? El proceso fue largo: 5 años, 8 estados, 22 comunidades, 250 horas de material filmado. El resultado fue una película de hora veinte minutos que advierte sobre una potencial crisis alimentaria en México.

La directora quiso integrar múltiples visiones en la historia: familias indígenas, campesinos de temporada y empresarios agrícolas, cuyas voces puso a dialogar con la versión del gobierno. “El amor y la pasión por la semilla se da en todos niveles”, afirma Camou, “se sienten solos todos, solos porque no ven una relación con la ciudad. Nosotros en la ciudad ya no nos preguntamos quién nos alimenta.” Esa pregunta sobre el origen de lo que comemos, según ella, es lo que puede conectar a los habitantes de la ciudad con la urgencia de proteger e impulsar al campo en México.

Uno de los principales retos que identificó Teresa es la falta de información, tanto en el campo como en la ciudad, sobre temas relacionados con el maíz. Estos temas son, afirma, de relevancia para todos: el origen de las semillas transgénicas e híbridas, los intereses transnacionales detrás de su importación, los riesgos para la salud y la pérdida de la identidad en las comunidades. Los rasgos culturales asociados al maíz germinan, a lo largo de los 80 minutos deSunú, como un recordatorio de que en este país el cultivo del maíz va de la mano de la historia milenaria de los pueblos indígenas. Por lo tanto, proteger el maíz equivale a defender un rasgo distintivo de las culturas mexicanas.

“Cuando a los que participaron en el documental les platicaba de las otras personas que había filmado, se morían de ganas de ver las tomas, ver cómo los otros trabajan la tierra”, comparte Teresa para concluir que lo propio de México, reflejado en el campo y sus productos como en tantas otras manifestaciones, es la diversidad. “En cada estado hay una semilla distinta de maíz, en cada estado hay una forma distinta de trabajar la tierra y un plato de maíz distinto.” Lo anterior debe orientar la discusión, según la realizadora, no nada más a la protección de la salud al generar información sobre los transgénicos, sino también por medio de la defensa de esta riqueza natural y cultural.

Sunú confirma que el soporte documental es un transporte de historia local, un medio que le brinda al espectador la oportunidad de recorrer distintas regiones de México y conocer la actualidad de esta semilla, protagonista de nuestras tradiciones. “El campo en México está latente, está vivo; aunque esté jodido, está vivo.” La gente defiende el maíz, asevera, porque a los campesinos y los empresarios agrícolas los une una misma pasión. Ella quiso representar este interés compartido lo mejor posible a través de un medio audiovisual.

Al platicar sobre cómo su película puede convertirse en un detonante del cambio social e incidir en las discusiones actuales sobre el futuro del maíz en México, Teresa compartió su fe sobre el diálogo que resulta de las proyecciones deSunú. Además, platicó que con Ambulante existe la posibilidad de llevar su película al Senado en julio próximo. Para esta función, tiene pensado acudir con un grupo de especialistas para fomentar una toma de decisiones informada por parte de los representantes.

La directora de Sunú se estrena en el arte documental con una mirada potente y un voz que se alza sin temor. “El documental es algo fabuloso, estás grabando la historia de ese momento, sea con dinero o sin dinero, se haya caído la narrativa a la mitad de la película o no, estás documentando algo real.” Gracias a la tecnología que tenemos a nuestro alcance, afirma que hoy en día el documental es una herramienta activa que “tiene una potencia más grande que la ficción.”

Antes de despedirse, Camou Guerrero confesó que desarrolla una idea para su siguiente película para la cual tiene la intención de retomar su formación como titiritera. Por lo pronto, Sunú estará en gira nacional con Ambulante hasta finales de junio, además de continuar en su recorrido internacional hasta finales de año. En ese momento, Teresa asegura que la película estará disponible en la red.

Para más información sobre la película visita http://sunudoc.com/

Fuente: http://www.letraslibres.com/blogs/en-pantalla/sunu-una-charla-con-teresa-camou-guerrero

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México: En educación no hay tiempo que perder para mejorar la calidad del servicio: De Lucas Hopkins

Hermosillo, Sonora / 04 de mayo de 2016 / Por: CanalSonora / Fuente: http://h.canalsonora.com

La educación de los sonorenses es un tema sensible y de alta prioridad para el Gobierno del Estado, aseguró el Secretario de Educación y Cultura, Ernesto De Lucas Hopkins, al arrancar las reuniones de trabajo con la estructura educativa, con el objetivo de que el inicio del ciclo escolar 2016-2017 se lleve a cabo sin contratiempos, en los casi cuatro mil planteles educativos de nivel básico de Sonora.

Atendiendo la instrucción de la Gobernadora Claudia Pavlovich, el titular de la SEC señaló que visitará cada una de las siete regiones estratégicas en que se dividió la entidad, para analizar en coordinación con Jefes de Sector y Supervisores Escolares de preescolar, primaria y secundaria, las principales acciones a implementar para que más de 627 mil alumnos reciban un servicio de calidad.

“Estamos trabajando de manera anticipada para que el arranque del próximo ciclo sea en las mejores condiciones, como nos instruyó la Gobernadora Claudia Pavlovich. Vamos a definir una agenda específica de trabajo, que incluya los temas prioritarios desde el punto de vista de padres de familia, directivos, docentes y alumnos”, reiteró.

De Lucas Hopkins subrayó la importancia de devolverle al magisterio el papel tan relevante que desempeñan en el desarrollo de la sociedad, a través de la dignificación de su labor y el mejoramiento de las condiciones en que se desenvuelven.

“Los maestros volverán a ser escuchados por las autoridades educativas y de gobierno, pero lo que es más importante, volverán a ser el principal punto de referencia para la toma de decisiones que impacten directamente a los centros escolares”, afirmó.

El Secretario de Educación y Cultura comentó que tienen la responsabilidad de responder a las expectativas de los sonorenses y garantizarle a la ciudadanía que todos los programas serán implementados con eficiencia, transparencia y equidad, para que todos los niños de Sonora tengan una educación digna.

Agregó que a partir del próximo ciclo se trabajará con base en un modelo educativo denominado ACA Sonora, cuyas metas son garantizar la asistencia a las escuelas de todos los niños de entre 3 y 17 años; que cada uno de los estudiantes concluya su preparación hasta nivel medio superior y elevar el aprovechamiento académico en Español y Matemáticas, para que Sonora vuelva a ser líder en educación.

Fuente de la noticia: http://h.canalsonora.com/en-educacion-no-hay-tiempo-que-perder-para-mejorar-la-calidad-del-servicio-de-lucas-hopkins/

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Ginebra: 75 Millones de niños en países afectados por crisis necesitan escolarización

Suiza/Ginebra/04 de Mayo de 2016/EFE

Unos 75 millones de niños y adolescentes en edad escolar que viven en países afectados por crisis necesitan programas de escolarización, revela hoy un informe de la organización Overseas Development Institute (ODI).

El informe, solicitado por Unicef y por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos y Noruega, indica que en todo el mundo 37 millones de niños de primaria y secundaria carecen de colegios, debido a la guerra o los desastres.

Y precisa que solo en Siria permanecen cerradas 6.000 escuelas a causa de la contienda civil; mientras que en Nigeria y Camerún no funcionan 1.800 colegios y en la República Centroafricana un cuarto de los existentes en el país no prestan su servicio.

El dossier se divulga a menos de tres semanas de que se celebre el primer Foro Global Humanitario en Estambul, donde se pretende hacer un llamamiento sobre el problema de la escolarización.

El objetivo de dicho foro es crear un fondo para financiar programas educativos en países en crisis, ya que solo alrededor de un dos por ciento del dinero aportado en las situaciones de emergencia humanitaria se dedica a la educación.

El fondo cuenta con el apoyo de Unicef, el enviado especial para la Educación de la ONU, Gordon Brown, y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Su objetivo inmediato es recaudar cerca de 4.000 millones de dólares para poder ofrecer escolarización a 13,6 millones de niños que viven en zonas conflictivas en los próximos cinco años.

A largo plazo, los organizadores pretenden que el fondo pueda beneficiar a 75 millones de niños antes de 2030.

«El ir a la escuela evita abusos como el tráfico de menores o el reclutamiento por grupos armados, y es una inversión vital en el futuro de los niños y de sus comunidades», indicó Josephine Bourne, jefa de Educación de Unicef, según el comunicado.

«Ya es hora de que la comunidad internacional de prioridad a la educación como una parte esencial de la respuesta humanitaria básica, junto al agua, la comida y el alojamiento», agregó Bourne. EFE

Fuente: http://www.wradio.com.co/noticias/internacional/75-millones-de-ninos-en-paises-afectados-por-crisis-necesitan-escolarizacion/20160504/nota/3123614.aspx

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En México: El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) emite criterios para evaluación docente 2016-2017

Entrarán en vigor este jueves 5 de mayo y  tienen como objetivo mostrar los procedimientos con los que se realizará la valoración de los maestros

CIUDAD DE MÉXICO (04/MAY/2016) / El Informador.com

El INEE dio a conocer los Lineamientos para llevar a cabo la evaluación del desempeño del personal docente, técnico docente y de quienes ejerzan funciones de dirección y supervisión en educación básica y media superior en el ciclo escolar 2016-2017.

Entrarán en vigor este jueves, el objetivo es establecer y describir los criterios, fases y procedimientos a los que se sujetarán las autoridades educativas y los organismos descentralizados para llevar a cabo la valoración del personal, para medir la calidad y resultados de sus funciones.

La evaluación del desempeño de Docentes, Técnicos Docentes y de quienes ejerzan funciones de Dirección y Supervisión tiene como finalidad medir la calidad y los resultados de la función que se desempeñe, así como asegurar que se cumple con el perfil y el compromiso profesional que se requiere.

El personal del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) que sea acreditado como supervisor deberá comprobar que los procesos de valoración se desarrollen en estricto apego de los lineamientos.

Durante el desarrollo de la fase de aplicación de instrumentos de evaluación deberá verificar que la sede de aplicación cuente con las condiciones para este proceso; registrar y reportar las posibles incidencias que se susciten.

El documento, publicado este miércoles en el Diario Oficial de la Federación (DOF), indica que los lineamientos deberán hacerse del conocimiento público a través del portal en internet www.inee.edu.mx.

Señala que durante la aplicación de instrumentos podrá haber observadores, quienes deberán estar debidamente acreditados por las autoridades educativas federales y locales, así como por los organismos descentralizados.

Menciona que cuando el personal evaluado obtenga resultados insuficientes en su primera, segunda o tercera oportunidad, la autoridad educativa u organismo descentralizado deberá determinar el programa de capacitación que deba tomar, conforme a lo establecido en el artículo 53 de la Ley General del Servicio Profesional Docente.

En caso de que el personal no realice la evaluación del desempeño o no se incorpore a los programas de regularización, la autoridad educativa u organismo descentralizado dará por terminados los efectos de su nombramiento.

 Fuente: http://www.informador.com.mx/mexico/2016/659328/6/el-inee-emite-criterios-para-evaluacion-docente-2016-2017.htm
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El déficit del agua llegaría a 40 por ciento en 2030

www.ecoportal.ne/03-05-2016/ Por:  Thalif Deen

Diez presidentes y primeros ministros colaborarán para resolver la creciente crisis mundial del agua mientras la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que el planeta podría sufrir un déficit de 40 por ciento en la disponibilidad de ese elemento para 2030.

A pesar de los avances, al menos 663 millones de personas aún no tienen acceso al agua potable. La ONU prevé que en el futuro aproximadamente 1.800 millones de personas, de una población mundial superior a los 7.000 millones, vivirán en países o regiones con escasez de hídrica.

“Si la tarifa del servicio de agua supera la capacidad de pago de un hogar entonces es una violación de los derechos humanos»: Darcey O’Callaghan.

Varios factores agravan la crisis actual, como el cambio climático – que desencadena sequías – y los conflictos militares, en los que se utiliza el agua como arma de guerra en varias zonas, incluidas Iraq, Siria y Yemen.

El Grupo de Alto Nivel sobre Agua, anunciado conjuntamente por la ONU y el Banco Mundial a fines de abril, movilizará recursos financieros y reforzará las inversiones para incrementar el suministro de agua. El organismo será copresidido por los presidentes Ameenah Gurib, de Mauricio, y Enrique Peña Nieto, de México.

La lista de mandatarios en el organismo se completa con los primeros ministros Malcolm Turnbull, de Australia, Sheikh Hasina, de Bangladesh, Mark Rutte, de Holanda, y Abdullah Ensour, de Jordania, junto con los presidentes János Áder, de Hungría, Macky Sall, de Senegal, Jacob Zuma, de Sudáfrica, y Emomali Rahmon, de Tayikistán.

El secretario general adjunto de la ONU, Jan Eliasson, de Suecia, dijo en una mesa redonda en el foro mundial que el agua se encuentra en el nexo entre el desarrollo sostenible y la acción climática.

“Demasiada agua y ni una gota para beber”, comentó uno de los colegas de Eliasson que visitaron Pakistán después de una gran inundación, en referencia a los dos extremos de patrones climáticos, sequías por un lado e inundaciones por el otro.

Cuando los líderes mundiales celebraron una reunión cumbre en septiembre para adoptar la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015 de la ONU, aprobaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen la eliminación de la pobreza extrema y el hambre y el suministro de agua potable a cada habitante del planeta para 2030.

¿Se cumplirá el objetivo en el plazo estipulado de 15 años?

“A medida que ingresamos a la era de los ODS, no hay duda de que el objetivo de conseguir agua ‘gestionada de forma segura’ para cada persona del planeta en los próximos 15 años va a ser todo un reto. Lo que hemos aprendido de los Objetivos de Desarrollo del Milenio es que el agua no puede abordarse con éxito en forma aislada”, sostuvo Sanjay Wijesekera, director de Agua, Saneamiento e Higiene en el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

La potabilidad del agua está en riesgo todos los días debido a la falta de saneamiento, algo muy extendido en muchos países, especialmente en Asia meridional y África subsahariana, indicó.

En la actualidad se estima que casi 2.000 millones de personas beben agua que podría estar contaminada con materia fecal.

Unicef y otras organizaciones deberán redoblar sus esfuerzos para mejorar el acceso de las personas a los retretes, y sobre todo para poner fin a la defecación al aire libre.

Con respecto al “agua, el saneamiento y la higiene, también hay que tener en cuenta el cambio climático. Las sequías, las inundaciones y las condiciones climáticas extremas repercuten en la disponibilidad y la seguridad del agua”, aseguró Wijesekera.

También señaló que unos 160 millones de niños y niñas menores de cinco años viven en zonas con alto riesgo de sequía, mientras que alrededor de 500 millones viven en zonas de inundación.

Para resolver la crisis del agua, Darcey O’Callaghan, de la organización Food and Water Watch, observó que “en primer lugar debemos proporcionar suficiente agua limpia y segura para todas las personas, porque el agua es un derecho humano. La viabilidad financiera es un elemento clave para satisfacer esta necesidad”.

“En segundo lugar, debemos proteger la sostenibilidad del agua y no extraer demasiada de las cuencas más allá de su recarga natural. Si permitimos que las fuentes hídricas se sequen, entonces perdemos la capacidad de proteger los derechos humanos de las personas. Así que, claramente, debemos tratar estos dos elementos en tándem”, opinó.

Para que el agua tenga una tarifa accesible debe ser gestionada por una entidad pública y no una privada y con fines de lucro, recomendó la experta. Mal servicio, tarifas elevadas y calidad del agua degradada fueron algunas de las consecuencias cuando se permitió que las empresas controlaran el acceso al agua, algo que se conoce como “la privatización del agua”.

Empresas como Veolia y Suez, y sus filiales en todo el mundo, procuran lucrar con la gestión de los sistemas locales de agua, explicó, e instituciones financieras como el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo suelen imponer condiciones a los préstamos que conceden a los países en desarrollo que exigen la privatización de estos sistemas.

“Pero esta es una receta para el desastre. El lucro no debe ser la prioridad cuando se trata de darles servicios de agua y saneamiento a la gente”, sentenció O’Callaghan.

Ya no queda ninguna duda de que el agua y el saneamiento son derechos humanos, subrayó ante la pregunta de si la gente debe pagar por estos servicios. Lo que el público paga es el mantenimiento de la infraestructura hídrica y el agua corriente a través de las redes que distribuyen el recurso a las casas, escuelas, negocios e instituciones gubernamentales, explicó.

“La ONU fijó pautas para la asequibilidad del agua – en tres por ciento de los ingresos familiares – y estas… protegen el derecho humano al agua. Si la tarifa del servicio de agua supera la capacidad de pago de un hogar, entonces es una violación de los derechos humanos”, denunció.

Una estrategia que resultó prometedora son las asociaciones entre organismos públicos (APP). En contraste con la privatización, que coloca las necesidades públicas en manos de las corporaciones con fines de lucro, las APP reúnen a funcionarios públicos, trabajadores y comunidades para ofrecer un servicio mejor y más eficiente.

Las APP permiten que dos o más empresas públicas de agua u organizaciones no gubernamentales sumen sus fuerzas y aprovechen sus capacidades compartidas, lo que les permite aunar sus recursos, poder de compra y conocimientos técnicos, dijo O’Callaghan.

Traducido por Álvaro Queiruga

Foto: Pastores de Etiopía deben trasladarse constantemente en busca de pasturas y pozos de agua para sus animales. Crédito: William Lloyd-George/IPS

Ecoportal.net

Inter Press Service – IPS Venezuela

http://www.ipsnoticias.net

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¿Quién dijo que el neoliberalismo es la solución? 

Ilka Oliva Corado.

20 de abril de 2016.

Estados Unidos

 Un día el mundo amaneció con la noticia que Irak tenía en su poder bombas de destrucción masiva; un plan maquiavélico de Estados Unidos al que se unieron el Reino Unido, Polonia, Australia y España -como primer frente-. Así fue como vimos en el 2003 el inicio de la guerra de Irak.  Un genocidio despiadado contra el pueblo iraquí que fue anunciado en los noticieros internacionales como un simple daño colateral. Mientras,  a los soldados estadounidenses se les condecoró por semejante valentía en defensa de la humanidad y de la patria y,  son hoy venerados veteranos de guerra.

Saddam Hussein fue acusado de dictador y a su cabeza se le puso precio. Lo demás es historia mal contada por la mediatización mundial. ¿Qué pasó con el petróleo y el oro iraquí?  ¿En dónde están las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Irak en su poder? ¿Qué es  hoy en día del pueblo iraquí? ¿Sus museos, monumentos antiguos, parques recreacionales, escuelas, hospitales?

Todo fue destruido con la finalidad de arrancar de raíz la cultura, identidad y memoria y marcar un retroceso que no le permita ponerse en pie durante décadas. Acabaron con campos de cultivo, fuentes de alimentación, con el transporte. Ni qué hablar de niñas, adolescentes y mujeres que fueron abusadas sexualmente por soldados estadounidenses, en ese botín de guerra tan propio del patriarcado,  la misoginia y del machismo.

Cuando emergía la Primavera Árabe, en el 2011 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la intervención exterior para derrocar a Muamar Gadafi, entonces fueron Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Bélgica, España, Canadá, Dinamarca y Qatar los encargados de la invasión y la matanza.  De las torturas, desapariciones forzadas, y de las violaciones sexuales a niñas, adolescentes y mujeres como premio a semejante sacrificio por parte de las tropas invasoras.

A Gadafi lo hicieron pasar como dictador ante la población mundial alienada con la desinformación mediática. Hoy en día Libia es un hilar de edificios en ruinas, totalmente destruidos por los bombardeos.  De ser un pueblo floreciente gracias la Primavera Árabe, pasó a ser un baldío de despojos. Ante las masas mundiales hoy en día el libio es un pueblo liberado gracias la intervención militar extranjera. La realidad es otra y la ocultan.

Nuevamente en el 2011 nos lanzaron como bomba la noticia de la existencia del Estado Islámico y  nos comunicaron que era urgente atacarlo desde todos los frentes, pero no nos dijeron quiénes lo crearon y con qué finalidad. ¿Qué es el terrorismo y a quiénes beneficia? ¿Quiénes son realmente los terroristas mundiales? Siria fue intervenida militarmente por una  coalición liderada como siempre por Estados Unidos, a la que se unieron Australia, Canadá, Francia y Turquía. Baréin, Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Reino Unido, Holanda y Dinamarca.  Siria tal como lo fue  Vietnam  -y 70 países más a través de la historia-  es víctima del hambre feroz del capitalismo mundial que lidera Estados Unidos.  Por su parte Rusia ha mostrado su apoyo en todo momento a Al Asad.

El genocidio sirio es uno de los más sangrientos de los últimos años, sin embargo el mundo calla solapando con su silencio. Entre “los daños colaterales” están miles de niños, se han ensañado contra la población más débil.  Miles de niñas, adolescentes y mujeres violadas por las tropas invasoras. El terrorismo no es más que la creación de intereses injerencistas en esas guerras económicas que impulsa Estados Unidos y sus aliados en el mundo. Esa ofensiva paramilitar que secunda los asaltos a tierras en plusvalía que no se doblegan ante el poder económico mundial y que cree que la dignidad está en venta  y que por barata la puede comprar.

Así entretejen las telarañas los medios afines al poder empresarial y, como somos una sociedad perezosa e indolente  a la que le gusta que le den todo en la boca, previamente procesado pues es fácil de manipular. No requiere gran esfuerzo que nos laven el cerebro y que pensemos como ellos quieren y a su conveniencia. Carentes de raciocinio y criterio propio somos incapaces de formular un juicio humano y cuestionante que nos movilice a una acción política que contrarreste la injusticia social.

Hablando propiamente de Latinoamérica y en particular de Suramérica nos quieren  hacen creer que el venezolano es un pueblo doblegado por un dictador de nombre Maduro.  Y tal como sucedió en Libia con los grupos de oposición afines al neoliberalismo, al saqueo y  a la opresión, en Venezuela la derecha pide a gritos la intervención estadounidense y no deja de insistir para que la OEA aplique La Carta Democrática contra el gobierno  de Nicolás Maduro. No van por Maduro, van por los logros de la Revolución Chavista.

Se complica la situación para Latinoamérica que debe doblegar sus esfuerzos para la permanencia de la Revolución Bolivariana, con Hillary Clinton como nueva presidenta de Estados Unidos el gobierno estadounidense atacará con más fuerza para la eliminación del progresismo en la región. Latinoamérica pierde al tener una vecina como Clinton que además de injerencista aborrece los derechos humanos e irrespeta la vida y el ecosistema. Representa a la oligarquía estadounidense que le apuesta al deterioro de la humidad y del planeta.

Crisis tras crisis vive Venezuela, golpes blandos al por mayor. De ahí los saqueos, las guarimbas y que existan infiltrados en las filas del gobierno revolucionario. Tal es el caso de quienes propiciaron el Golpe Azul: donde estaban involucrados un grupo de civiles y oficiales de la aviación militar venezolana. El gobierno de Maduro anunció que entre los planes del Golpe Azul (2015) estaba bombardear el Palacio de Miraflores (tan parecido a aquel ataque a La Moneda, en Chile) la Sede del Ministerio de Defensa, el edificio del Ministerio de Interior Justicia y Paz, CNE, la Dirección de Inteligencia Militar y el canal de noticias TeleSUR.

Que no nos sorprenda ahora pues, que el mismo gobierno  haya desarticulado un nuevo intento de golpe orquestado por  otro falso revolucionario que goza de los  privilegios de la traición en Miami, paraíso que alberga a todo aquel que se atreve a traicionar a su propia patria. Se trata del  ex ministro de Alimentación, Espacios Acuáticos y Aéreos  Mayor General Herbet García Plaza, que fue destituido cuando el Tribunal 10 de Control del Área Metropolitana de Caracas, ordenó su aprehensión por corrupción en Bolipuertos y en la compra de tres ferrys. Se dio a la  fuga y se fue a Miami.

“García Plaza dice que robó pero está viviendo en Estados Unidos a cuerpo de rey. Entregó al gobierno norteamericano, a la DEA, al Pentágono y a la CIA, información precisa de la ubicación del armamento venezolano”, anunció Diosdado Cabello estos días en el programa Con el mazo dando. El golpe estaba programado para el 15 de mayo  y la finalidad era generar realizar disturbios en toda Venezuela para arreciar la aplicación de La Carta Democrática. ¿Algo de parecido con los disturbios del 2014 cuando las guarimbas en las que Leopoldo López fue cabecilla central? ¿Algo parecido con las marchas contra Cristina por el caso Nisman? ¿Algo de parecido con el intento de golpe en estos momentos a Dilma? ¿O cuando los buitres acechaban Petrobras?  ¿Algo parecido con el golpe a Lugo y Zelaya?

Dos países y dos pulmones latinoamericanos que de caer en manos de la oligarquía representarán un retroceso para la región: Venezuela y Brasil. Venezuela por su petróleo y Brasil por los BRICS. Si caen ellos caemos todos. Si cae el eje central de la Revolución Bolivariana y Chavista  implementar el  neoliberalismo en los demás países será cosa de un plumazo.  ¿Hay que explicar con manzanas  la magnitud del daño  y del retroceso que le vendrá de golpe a  América Latina? Es por esa razón que los grupos desestabilizadores de corte derechista atacan día y noche valiéndose de cualquier atrocidad para derrocar a los gobiernos progresistas que representan los avances sociopolíticos de la región.

Tenemos  un espejo en nuestras manos:  México, el gigante .  La invasión estadounidense  con diferentes formatos.  Entre estos la guerra contra el narcotráfico. México con un gobierno neoliberal el  objetivo es el saqueo, el deterioro y el retroceso.  Así es como juegan las cartas los poderes económicos mundiales y la mediatización. Y nos inducen un análisis previamente manipulado.  Tanto que somos incapaces de pensar distinto  o atrevernos por lo menos a cuestionar un genocidio como el sirio. Que no nos asombre entonces que en el gobierno de Hillary  Clinton se autorice  una ofensiva militar contra Venezuela y la veamos con indiferencia  como  a la Siria de hoy en día, y que repitamos todos que sucedió porque la oprimía el dictador Maduro, tal como en Libia. No hay ninguna diferencia entre Clinton y Margaret Thatcher. Años luz de llegarle a la suela del zapato de  Cristina y Dilma. El pasado vuelve, si lo permitimos…

Ilka Oliva Corado.  @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com

Blog de la autora:  https://cronicasdeunainquilina.com/2016/04/30/quien-dijo-que-el-neoliberalismo-es-la-solucion/

Fuente de la imagen: http://www.maisopiniao.com/wp-content/uploads/20110118_neoliberalismo.jpg

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Víctor M. Toledo: “La ecología política llegó para quedarse”

Una entrevista a Víctor M. Toledo

Entrevistadora: Sofia Avila Calero

Víctor Manuel Toledo es un reconocido investigador e intelectual mexicano que desde 1970 desarrolla su trabajo académico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Con una sólida formación en los campos de la biología y la ecología, Toledo ha tenido como principal preocupación el explorar la relación entre las culturas tradicionales y la naturaleza, convirtiéndose en pionero y líder de la etnoecología a nivel mundial.

En el primer número de Ecología Política (septiembre de 1991), Víctor Toledo publicó un artículo titulado “La resistencia ecológica del campesinado mexicano (en memoria de Ángel Palerm)”. Más de dos décadas después, le hacemos esta entrevista para recorrer algunas de sus aportaciones teóricas más importantes y los vínculos de su pensamiento con la ecología política en México y América Latina.

Víctor, cuéntanos acerca de tu proceso formativo en el campo de la biología, la ecología y la política, así como el surgimiento de tu interés por explorar los vínculos entre naturaleza, producción y cultura.

Efectivamente, yo estudié biología y ecología. Mis tesis de licenciatura y maestría son investigaciones en esos campos. Sin embargo, mi salto hacia los temas sociales, culturales y políticos fue producto de un accidente que surgió cuando estaba haciendo una de mis investigaciones sobre los árboles tropicales en Veracruz, particularmente en la selva de Los Tuxtlas. Ahí tenía parcelas de árboles para hacer mediciones, hasta que un día las parcelas habían desaparecido, se habían convertido en un potrero para ganado. Fue entonces cuando me di cuenta de que el objeto de estudio biológico estaba siendo destruido y que era fundamental entender por qué sucedía esto. Un fenómeno que, además, se presentaría cada vez con mayor fuerza.

El salto hacia los asuntos sociales fue también producto de mi interés por el tema campesino. Lo primero que hice cuando comencé a impartir un curso sobre biología de campo, fue ir a las comunidades campesinas que estaban alrededor de la Estación de Biología Tropical de Los Tuxtlas, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para poder entonces explorar lo extrabiológico. En ese entonces, yo hacía estudios sofisticados sobre polinización por colibrís y otras aves, pero el tema campesino me atrajo. Había muchos ejidos alrededor de esta estación, una de las primeras fundadas por la UNAM y de la cual fui jefe a los veinticuatro años. Curiosamente, he tenido sólo tres puestos de trabajo en toda mi vida y éste fue el primero.

Así comenzó todo. Con estas experiencias me di cuenta de que había que entender no sólo el mundo natural, sino también la interacción del mismo con los núcleos rurales. Además, este es un tema particularmente importante en México, pues es uno de los poquísimos países en el mundo donde ha habido una reforma agraria efectiva y donde la mayor parte de los recursos naturales y la naturaleza están en manos de ejidos y comunidades, es decir, del sector campesino o social. El único país parecido podría ser India, pero en ese caso el Estado juega un papel muy importante… Quizás China también, pero realmente México es un país único en este sentido.

Todo esto me llevó, pues, a preguntarme sobre la relación existente entre los procesos naturales y los sociales (sobre todo con relación a la cultura). Lo cual me obligó a tener una mirada integradora que, a su vez, me permitió ir descubriendo que tales relaciones se dan fundamentalmente a través de la producción. Con todo eso, uno de los primeros libros que escribí fue titulado Naturaleza, producción, cultura[1]. Esto devela la sutil importancia de los accidentes o hechos sorpresivos e inusitados.

En 1992 fundas la revista Etnoecológica[2] y calificas la etnoecología de disciplina subversiva. ¿Podrías hablarnos un poco sobre esto?

Para 1992, habían pasado más de quince años de lo que platiqué primero. Para ese entonces, ya había escrito un artículo titulado La ecología del ejido (Toledo, 1971), que fue publicado en un libro alrededor del año 1976. Desde entonces, continué interesado en estos temas. Pero el año de 1992 es muy importante por varias razones. En ese año, se realizó en México el Segundo Congreso Internacional de Etnobiología, al que asistió mucha gente de distintas partes del mundo. Este evento se convirtió en un espacio ideal para lanzar la revista con la idea de la etnoecología como una disciplina subversiva. Y es importante decir que esta afirmación la hice desde el punto de vista epistemológico, porque en ese entonces había prácticamente un total desdén por los conocimientos no científicos. El tema campesino, indígena, tradicional, estaba totalmente relegado del interés de la ciencia y, por lo tanto, me parecía que era necesario revalorar y posicionar estos conocimientos y saberes tradicionales frente a la ciencia moderna.

El año de 1992 y los dos subsecuentes también representan un momento crucial para la historia de México. Por un lado, surge la propuesta de contrarreforma agraria del presidente Salinas de Gortari, ante la cual yo participé activamente en contra. Y es que, a pesar de que finalmente esta ley se aprobó, su éxito fue relativo. Hoy en día sabemos que lo que se pretendía finalmente no se logró, y eso nos dio muchísimo gusto porque la resistencia campesina aguantó el tremendo embate que representó el principio del neoliberalismo en México. Todo ese proceso está documentado: se publicaron artículos, yo publiqué algunos folletos, participé en debates televisivos, etc. Por otro lado, en 1994 aparece también el levantamiento zapatista. Y este evento histórico se volvió crucial para afirmar la importancia de estudiar las comunidades campesinas, el movimiento campesino y la historia cultural de los núcleos rurales en su relación con la naturaleza: es decir, su importancia civilizatoria y cultural. Sin saberlo, al explorar y defender estos temas, yo comenzaba a hacer ecología política…

Esa es la historia y el contexto del origen de la revista, que además fue pionera en el campo. La revista duró diez años, luego desapareció bastante tiempo y ahora resurgió con muchos de los seguidores de estas ideas. Estamos muy contentos porque ahora hemos hecho una red sobre el tema y hay decenas de investigadores, con congresos de cientos de jóvenes involucrados en el área. Muy recientemente, apareció también el Journal de Etnoécologie en París, y otra publicación en Brasil, y vienen otras nuevas en Colombia.

Volviendo atrás, tus estudios universitarios sobre el mundo rural han tenido un importante componente analítico que nos parece que se nutre de tres fuentes: la ecología y el marxismo a la vez que los estudios campesinos y la antropología económica (al estilo de Ángel Palerm, Eric Wolf, Marshall Sahlins…). En este sentido, ¿qué es lo que define el modo de producción campesino y cómo éste lleva a un entendimiento distinto de la sustentabilidad?

En efecto, a inicios de la década de los años 1970 me interesó mucho el tema de lo que entonces llamábamos ecología humana, pero que en realidad era etnoecología, y era también ecología política. No hay que olvidar que yo soy de la generación del Sesenta y ocho, y esto es algo muy importante. El movimiento del Sesenta y ocho en México fue encabezado por estudiantes de ciencias (físicos, matemáticos, biólogos), no por políticos. Yo, como estudiante de biología, había participado en política. En ese entonces, estaba haciendo mi tesis, pero todos mis compañeros eran los principales dirigentes del movimiento. Entonces, una vez que había descubierto el mundo campesino como tesista de biología, pero que había generado un interés por lo social, rural, cultural, me interesó mucho conectar con el tema del marxismo.

En 1973, en una estancia en la Universidad de Harvard descubrí un libro que marcó mi visión teórica: El concepto de naturaleza en Marx, de Alfred Schmidt. Este libro lo encontré en una edición inglesa en una librería de Cambridge, Massachusetts en Estados Unidos. Se trataba de una traducción al inglés de su tesis de doctorado, que originalmente estaba escrita en alemán. Tres años después, aparecería el libro en español. El texto de Schmidt me entusiasmó tanto que me hizo entrar en los temas del marxismo. Y justamente en 1976 me fui a hacer un sabático a París para estudiar con Maurice Godelier, Ignacy Sachs y otros estudiosos franceses de esta línea. Me puse a leer muchísimo sobre el tema. Aunque tomé cursos, podría decir que, a diferencia de la formación biológica, mi formación social fue más espontánea, es decir autodidacta. Estando también en París, yo soñaba con hacer una revista que conectara el marxismo con la ecología. Conocí a algunos colegas jóvenes allá, y fue un adelanto de lo que después vendría. Y, en efecto, leí a todos los antropólogos económicos, me involucré aún más con el tema del campesinado en los textos de Ángel Palerm, Eric Wolf, Marshall Sahlins, Clifford Geertz, Rodolfo Stavenhagen y otros.

Posteriormente, hacia 1980 publiqué un artículo titulado “El modo de producción campesino”, en una revista efímera llamada Antropología y Marxismo, hecha por jóvenes antropólogos de México. Ahora, con el paso del tiempo me doy cuenta de que el título de este artículo es un oxímoron, pues, en el encuentro entre ecología y marxismo, lo que hemos descubierto es que, más que hablar de “modo de producción”, el concepto clave es “metabolismo” o “metabolismo social”. Aunque Marx se basa en el concepto de metabolismo y aborda las relaciones entre sociedad y naturaleza, esto se fue soslayando con las visiones economicistas de tal propuesta. Así, el concepto de “modo de producción” se convirtió en una idea mucho más fuerte y difundida, y en donde la lectura sobre las relaciones entre producción y naturaleza quedó muy limitada. Ahora volvemos a hablar, en nuestro libro con Manuel González de Molina The Social Metabolism, de una fase metabólica en la historia humana, que sería el metabolismo agrario, rural, campesino u orgánico. De cualquier forma, el concepto de “modo de producción” me ayudó en ese entones a delinear y decantar una forma de producir. Otro dato importante es que en 1981 publiqué un artículo llamado “Intercambio ecológico, intercambio económico”, en un libro editado por Enrique Leff (Biosociología y articulación de las ciencias), que es un ensayo que se adelanta a lo que después se entendería como economía ecológica. Entonces, en efecto, mi interés por conectar lo natural con lo social surge del análisis de lo campesino: ese es el objeto central y concreto del enfoque, y lleva como ejes a la teoría ecológica y al marxismo de Marx, no otro.

A lo largo de tu trayectoria has publicado diversos textos que transitan desde la defensa de una modernidad alternativa hasta una crítica rotunda de la modernidad dominante y su contradicción entre naturaleza y sociedad (tanto en el capitalismo como en el socialismo real). ¿En qué se parece y se diferencia tu posición de la de los postdesarrollistas como Arturo Escobar y Gustavo Esteva?

La idea de “modernidad alternativa” surge muy en relación con la lectura de Ulrich Beck, autor de La sociedad del riesgo. Al final, yo creo que no hay diferencias mayores con las tesis de Escobar y Esteva. En todo caso, son diferencias de matiz. Lo más importante es que la modernidad alternativa surge como una opción a la crisis de civilización. Esto lo empecé a definir hace muchos años con un artículo publicado en 1992 llamado “Modernidad y ecología”, que salió en México, en España en la revista Ecología Política[3], y posteriormente fue publicado en varios idiomas. A partir de este texto comencé a plantear la idea de que vivimos una crisis de civilización. En esa época casi no se hablaba de esto. Posteriormente comencé a leer los libros de Enrique Dussel, que habla de la “transmodernidad” como opción civilizatoria. Más adelante vendrían otros autores como Boaventura de Sousa Santos, y otros muchos que también reconocen la existencia de una crisis de la civilización moderna.

Las ideas con relación a esta tesis, que me parece central para el pensamiento alternativo, se han ido afinando, y, conforme la realidad ha confirmado su existencia, se ha ido creando una convergencia entre los diversos pensadores críticos. Creo que estamos caminando cada vez más cercanos. Con Gustavo Esteva, con quien estuve en un evento hace dos años en la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México y muy recientemente en el Primer Congreso Internacional de la Comunalidad en Puebla, hemos sentido esta confluencia, aunque antes sí que diferíamos en muchas cosas. Lo mismo me sucedió con Arturo Escobar, a quien acabo de conocer y escuchar en un congreso latinoamericano en Colombia. Sin lugar a dudas, creo que estamos caminando hacia un punto convergente.

¿Cuál sería el rol de las culturas rurales en la construcción de una modernidad alternativa? ¿Consideras ahora que habría que ir más allá de una modernidad alternativa? ¿Te inscribes en la escuela de la descolonialidad de Aníbal Quijano, Walter Mignolo?

En el proceso de ir descubriendo nuevas dimensiones de la visión crítica del mundo, claro que comparto la idea de la descolonialidad, pero voy más allá de eso. Cada vez estoy más convencido de que un principio fundamental de la modernidad alternativa no se va a construir con ideas, valores y visiones del Norte. Al contrario, creo que no solo las opciones vienen del Sur, sino que las raíces alternativas están en las mismas culturas rurales tradicionales. En otras palabras, la crisis civilizatoria de la modernidad tiene como sus principales focos de inspiración y enclaves de regeneración civilizatoria a esas culturas tradicionales.

Este planteamiento está claramente expresado en nuestro libro La memoria biocultural, escrito con Narciso Barrera-Bassols, en el cual argumentamos que la crisis del mundo moderno no es un problema económico o tecnológico, sino de concepción del mundo. Y, en este sentido, las culturas tradicionales, que son en realidad culturas premodernas (digamos islas de premodernidad en el mundo de hoy que, aunque conectadas con lo moderno, lo resisten y lo remontan), contienen muchas de las claves para remontar la crisis del mundo moderno. En el contexto rural, que en América Latina se caracteriza por las comunidades indígenas, implica hablar de comunidades de un largo aliento que llevan no sólo cientos sino miles de años reproduciéndose a través de su cultura y sus particulares relaciones con el entorno natural.

La construcción de una modernidad alternativa va mucho más allá de un debate sobre la descolonización, puesto que plantea la posibilidad de proponer un mundo alternativo frente al mundo posmoderno. Esto tiene que ver con principios y los valores que conforman cosmovisiones (lo que Arturo Escobar llama la “ontología”), que lentamente van develando claves para la reconstrucción; al menos desde el punto de vista teórico.

Por ejemplo, todo el tema del Buen Vivir, que ha adquirido mucha notoriedad durante los últimos años, representa un reposicionamiento de la cosmovisión y la filosofía indígena andina. En el caso de países como Bolivia y Ecuador, esta idea incluso tomó la forma de leyes constitucionales. Para muchos, el Buen Vivir sustituye el concepto del “desarrollo”, y es una prueba de que la discusión teórica se está dirigiendo hacia el rescate de los valores tradicionales. En México, se acaba de realizar también un Congreso sobre Comunalidad. Este concepto, que ha sido postulado por varios intelectuales indígenas de Oaxaca desde hace al menos dos décadas, representa una suerte de complemento a la idea del Buen Vivir de la zona andina, o bien una aproximación diferente al mismo tema desde lo mesoamericano. Estamos avanzando hacia allá.

Entonces, ¿cómo entenderíamos las alternativas de otros grupos sociales, tanto rurales como urbanos, tanto en contextos del Norte como del Sur? Particularmente ¿encuentras convergencias entre los principios campesino-indígenas y aquellos que se enmarcan en las ideas del decrecimiento?

Todas las culturas y conceptos nuevos que he mencionado tienen su raíz histórica y emergente en el Sur. Estas ideas se diferencian del decrecimiento, que es básicamente una idea de origen europeo y de los países industriales. Va incluso también más allá del socialismo ecológico que se ha postulado en Francia por algunos autores. Pero, si bien es cierto que la salida a la crisis del mundo moderno tiene que ver con el rescate de los valores y las cosmovisiones de las culturas tradicionales (indígenas, rurales), esto no quiere decir que estemos postulando un retorno al pasado en un sentido romántico e idealista, sino más bien conjugar lo que se llama “el diálogo de saberes”. Hay que buscar puentes entre las partes constructivas del mundo moderno (que son muchísimas) con los valores, principios y prácticas que provienen del mundo premoderno. La clave está en mirar el futuro ya no como un proceso donde lo innovador se erige destruyendo lo existente, sino partiendo de ello. El pecado capital de la modernidad industrial, tecnocrática, capitalista, consumista, etc. es que se ha querido erigir a partir de las cenizas de la tradición. Es decir, se trata de una imposición en la que se acepta un solo modelo, y por lo contrario lo que se necesita es “un mundo donde quepan muchos mundos”.

¿Cómo consideras que ha ido evolucionando la relación entre el movimiento campesino y el movimiento ecologista en general en América Latina? ¿En qué sentido la ecología política se convierte en un campo de pensamiento que sustenta o podría sustentar tales vínculos?

Este tema lo acabamos de discutir ampliamente en un Congreso que se desarrolló en el año 2014 en Buenos Aires, Argentina. Próximamente se publicará un libro con las principales presentaciones. Este Congreso fue un espacio en el que nos reunimos una docena de los principales autores que hemos estado involucrados en estos temas durante los últimos veinte o treinta años. Mi posición es que en América Latina la preocupación ambiental y el movimiento ambientalista se ha ido moviendo lentamente de expresiones únicamente urbanas y de clase media (que son totalmente válidas), hacia la emergencia, la expansión y una proliferación impresionante de los movimientos rurales. Esos movimientos que Joan Martínez Alier ha llamado “ecologismo de los pobres”.

Actualmente, toda la región latinoamericana está inundada de procesos de resistencia socioambiental frente a proyectos depredadores. Estamos frente a un movimiento enorme que se expresa en distintas escalas y regiones geográficas. Se trata de un proceso masivo que tiene que ver con resistencias y también con la aparición de proyectos alternativos muy concretos y exitosos: a nivel regional, a escala municipal o a escala de las comunidades. En este contexto, los actores y los movimientos ambientalistas urbanos están combinándose e integrándose a estos nuevos movimientos. Asimismo, el papel de los practicantes de las nuevas disciplinas (agroecología, historia ambiental, economía ecológica y ecología política) y la aparición de sociedades científicas a nivel regional han sido muy importantes. En algunos casos, como el de Brasil, se observa que incluso los ministerios del sector público han coadyuvado a generar una revolución agroecológica (y en el fondo ecopolítica) en América Latina.

Sin lugar a dudas, algunos gobiernos han contribuido en este sentido. Pero ¿qué podríamos decir sobre las muchas contradicciones que se expresan dentro de los gobiernos progresistas latinoamericanos?

Desgraciadamente, los gobiernos progresistas están ideológicamente atrasados con respecto a las ideas de la ecología política. En el caso de Venezuela, por ejemplo, en donde el petróleo sigue siendo un elemento vital, los gobiernos no han alcanzado a visualizar la importancia de estos procesos. En otros casos podemos ver cómo los gobiernos manejan una doble política, como lo es el caso de Brasil. En ese país, el Ministerio de Agricultura está siendo dirigido por los empresarios agrícolas de los enormes latifundios que desde el Gobierno de Lula han favorecido el modelo agroindustrial de producción de alimentos y la entrada de transgénicos. Sin embargo, por otro lado, el Ministerio de Desarrollo Rural se ha convertido en un espacio en el que tienen cabida todas las propuestas agroecológicas. Casos como este demuestran un avance, pero también reflejan una suerte de esquizofrenia, porque no hay una claridad teórica respecto a lo que debe ser un gobierno enfocado hacia las tendencias de la ecología política, la agroecología y la economía ecológica. Quizá un poco la excepción sería Bolivia, pues, si bien tiene sus contradicciones, uno de sus postulados centrales del gobierno de Evo Morales ha sido la agricultura ecológica.

A lo largo de tu trabajo has enfatizado el papel de la autogestión y la autosuficiencia como elementos clave de las luchas políticas indígenas y campesinas. ¿Podrías hablarnos del caso de los pueblos indígenas de Chiapas? ¿Cómo se relaciona el neozapatismo con las muchísimas experiencias autogestionarias que existen hoy en día en diversas latitudes?

El caso de Chiapas es muy interesante porque alberga el principal proceso de rebelión indígena en toda la región latinoamericana, ocurrido hace ya varias décadas. Pero que paradójicamente con el neozapatismo conviven numerosas experiencias alternativas, especialmente de comunidades y cooperativas de inspiración ecológica. Actualmente, en Chiapas hay unas ciento veinte experiencias de organizaciones productivas rurales, sobre todo cooperativas de café orgánico, todas indígenas y muy exitosas.

En este contexto, han ocurrido dos procesos independientes. Por un lado, los zapatistas no han querido abrir sus fronteras para compartir su experiencia con aquello que yo llamo “el otro zapatismo”. Este “otro zapatismo” está más impregnado de los fundamentos ecológicos y de los principios de la ecología política. Afortunadamente, durante los últimos años han surgido procesos similares (cooperativas de café, ecoturismo, etc.) dentro de los territorios zapatistas, que representan por lo menos la mitad del territorio del estado de Chiapas. Creo que al final de cuentas el zapatismo es todavía una expresión de una visión basada en el guevarismo y el foquismo, es decir, favoreciendo la alternativa armada. Esto me parece un acto de debilidad, porque las experiencias exitosas en México, incluyendo las de Chiapas, son las que han sido capaces de negociar y de recibir apoyo por parte de los gobiernos, en todas las escalas, o de empresas, fundaciones, iglesias y organismos internacionales, sin que esto implique una pérdida de su capacidad autogestionaria y autonómica.

El “otro zapatismo” engloba iniciativas de autogestión y autonomía no armada, que rescatan las cosmovisiones indígenas sobre la naturaleza. Estas iniciativas toman cuerpo en el mundo actual, se insertan en los mercados al tiempo que no pierden su capacidad de autogestión, haciendo avances muy notables. Por ejemplo, en el estado de Puebla (México) destaca la cooperativa de café orgánico Tosepan Titataniske (que significa “Unidos Venceremos” en náhuatl). Esta cooperativa indígena ha involucrado a más de sesenta municipios que producen café orgánico, pimienta, miel, bambú, cosméticos, etc. La Tosepan ha permitido que las mujeres se organicen en otras cooperativas; se han desarrollado proyectos ecoturísticos, culturales y educativos. Las comunidades tienen ya alrededor de diez mil casas construidas bajo los cánones del hogar ecológico, y también poseen un banco del pueblo (“tosepantomi”), con más treinta mil socios. Es decir, prácticamente el Estado no existe ahí, pues ha sido sustituido por la sociedad organizada, y para ello no han tenido que tomar las armas, sino recuperar la idea de cooperación y de colectividad. Es simplemente la organización campesina a través de las cooperativas lo que ha creado una región única, un territorio liberado, que nos da muchísima esperanza para que se reproduzca en otras latitudes. Aún más, me parece que, ante el desgaste de la democracia representativa y partidaria, es esa la vía que va a seguirse para la transformación social e incluso civilizatoria.

Tu más reciente libro Ecocidio en México. La batalla final es por la vida (2015), propone un recorrido sobre diversos proyectos que actualmente existen en México y que representan rutas alternativas para la reproducción socioecológica. ¿Cuáles serían los elementos que comparten estos proyectos y que ayudan a enriquecer la reflexión sobre las alternativas?

En este último libro, dedico todo un capítulo al tema del “poder social”. Como en otros escritos muy recientes, lo hago sinónimo de “sustentabilidad”, pues desgraciadamente este último concepto ha sido pervertido y mal usado en los discursos oficiales de organismos internacionales, ONGs, gobiernos y sobre todo corporaciones que han integrado la idea de la ecología y la sustentabilidad en sus objetivos, de manera muy superficial y tramposa, es decir cosmética. Por lo tanto, yo he buscado rescatar el concepto de sustentabilidad desde la idea del poder social y ciudadano. Esto quiere decir recuperar las experiencias basadas en los cuatro “autos”: autogestión, autogobierno, autosuficiencia y autodefensa. En México tenemos cientos de ejemplos de experiencias que están siguiendo esta línea.

En este libro, también hablo del “reloj de la sustentabilidad” como un eje de doce principios que tienen que ver con muchas cosas: economía solidaria, prácticas ecológicamente correctas, democracia participativa, el papel de las asambleas, una educación que rescate los valores y las culturas originarias, entrada a comercios alternativos (ecológicos, justos, orgánicos), etc. Incluye, también, aspectos financieros como la creación de bancos populares y cooperativas de ahorro, en donde normalmente las inversiones tienen un mayor interés y los préstamos están a un menor precio que en los gigantescos bancos comerciales, que son los grandes usureros de la modernidad. Finalmente, estos ejes también incluyen aspectos de comunicación: fundamentalmente a través de periódicos, sitios web y radios comunitarias, pero también a partir del uso de otras tecnologías que se vuelven cada vez más baratas y que permiten generar proyectos alternativos en pequeñas y remotas regiones. Por ejemplo, en el caso de Cherán (Michoacán, México) ya abrieron un canal de televisión y utilizan la robótica para sus invernaderos y la regeneración de los bosques. Hay también pequeñas tecnologías a nivel del hogar para captar agua de lluvia o humedad del ambiente, o energía solar y eólica que se convierten en energía eléctrica, o formas para producir alimentos sanos en la casa, el edificio, el baldío o los parques urbanos.

El conjunto de estas experiencias nos enseña la emergencia de una revolución silenciosa, o como diría Edgar Morin, de una “metamorfosis” que nos pone frente a novedosos procesos ecopolíticos. Estos procesos avanzan inexorable y exitosamente en un contexto en el que las reformas neoliberales se imponen en el país de manera cada vez más forzada, casi dictatorial. Estamos, pues, ante un cambio de paradigma muy importante: ante la emergencia de procesos subterráneos, rizomáticos y silenciosos que siguen avanzando y que, como han dicho varios autores (entre ellos André Gorz o Boaventura de Sousa Santos), están generando espacios no capitalistas, enclaves “no modernos”, “posmodernos” o “transmodernos”, el término es lo de menos. En este contexto, en el que la ecología política constituye una nueva filosofía que respalda tales procesos, las concepciones clásicas de izquierda quedan limitadas o anacrónicas. Es entonces la suma de esos territorios alternativos o liberados, bajo control social, lo que va construyendo una vía real para enfrentar a los poderes fácticos y hegemónicos, tanto políticos (partidos y gobiernos) como económicos (empresas, corporaciones, mercados, monopolios). Estamos entonces ante el advenimiento de nuevos procesos políticos que nacen desde abajo (o desde las periferias) fundados en la organización del poder social o ciudadano, es decir en la cooperación y la comunalidad, y en los servicios de la naturaleza, una fórmula que es tan antigua como nuestra especie misma. Quizás solo estamos descubriendo lo que se nos ha olvidado. Quizás lo único que estamos haciendo es recordar, recuperar la memoria de la especie, en un mundo de olvidadizos o de amnésicos. Como vemos, la ecología política llegó para quedarse…

Referencias

TOLEDO, V. M. (1971). La ecología del ejido. Investigación colectiva.

TOLEDO, V. M. (1981). “Naturaleza, producción, cultura”. Universidad Veracruzana. Revista Etnoecológica: http://www.etnoecologica.com.mx/.

TOLEDO, V. M. (1992). “Modernidad y ecología”, Ecología Política, 3: 9-22.

TOLEDO, V. M. (2015). Ecocidio en México. La batalla final es por la vida. Grijalbo.

Otras obras destacadas

BOADA, M.; TOLEDO, V. M. (2003). El Planeta es nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad. Fondo de Cultura Económica.

TOLEDO, V. M.; CARABIAS, J.; MAPES, C.; TOLEDO, C. (1985). Ecología y autosuficiencia alimentaria. Siglo XXI Editores.

TOLEDO, V. M.; CARABIAS, J.; TOLEDO, C.; GONZÁLEZ PACHECO, C. (1989). La producción rural en México: Alternativas ecológicas. Editorial Fundación Universo Veintiuno.

TOLEDO, V. M. (1995). México: diversidad de culturas. CEMEX / Agrupación Sierra Madre.

TOLEDO, V. M. (2000). La paz en Chiapas: Ecología, luchas indígenas y modernidad alternativa. Ediciones Quinto Sol.

TOLEDO, V. M.; ALARCÓN-CHAIRES, P.; BARÓN, L. (2002). La modernización rural de México: Un análisis socioecológico. Instituto Nacional de Ecología, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Universidad Nacional Autónoma de México.

TOLEDO, V. M. (2003). Ecología, espiritualidad y conocimiento: De la sociedad del riesgo a la sociedad sustentable. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y Universidad Iberoamericana.

[1]. Víctor M. Toledo (1981). Naturaleza, producción, cultura. Universidad Veracruzana.

[2]. http://www.etnoecologica.com.mx/.

[3]. Víctor M. Toledo (1992). “Modernidad y ecología”, Ecología Política, 3: 9-22.

Fuente de la entrevista: http://www.ecologiapolitica.info/?p=3626

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