Saltar al contenido principal
Page 113 of 657
1 111 112 113 114 115 657

Argentina: La emergencia del coronavirus hace aún más invisibles a las mujeres científicas

La emergencia del coronavirus hace aún más invisibles a las mujeres científicas

Fuentes: Público
Las publicaciones firmadas por mujeres se han desplomado desde el inicio de la pandemia, según varios editores de revistas especializadas. Ellas son menos citadas en los medios de comunicación y tienen que hacer frente a su trabajo, compatibilizándolo con otra triple responsabilidad, casi siempre no compartida: cuidados, maestra y tareas del hogar.

Las mujeres científicas se han vuelto más invisibles que nunca desde el inicio de la pandemia y desde la imposición de medidas de confinamiento para controlar su propagación en el mundo. Si ya partían de una situación de desventaja antes de que estallara la alerta sanitaria, ahora su aparición en los medios de comunicación es casi residual y su productividad, en forma de investigación y de publicaciones en revistas especializadas, parece haberse desplomado.

Así lo afirman, al menos, varios editores de revistas científicas en una reciente publicación el portal The Lily del Washington Post, que afirma que si bien el número de publicaciones ha crecido un 50% en algunas ramas de la ciencia, éstas están firmadas por hombres y que la aportación de las mujeres científicas se podría haber reducido a la mitad en comparación a los datos del año pasado.

La explicación hay que buscarla en la cuádruple tarea que desde el inicio de la pandemia tienen mayoritariamente las mujeres sobre sus espalda: el cuidado de los hijos o de las personas mayores, las tareas del hogar, el ser profesoras de sus propios hijos y el teletrabajo.

No es posible trabajar a tiempo completo y cuidar

Desde que comenzó la cuarentena María de la Fuente está agotada, apenas duerme y afirma convivir con el caos. Madre de dos hijos (un niño de cuatro y una niña de seis) esta gallega dirige un equipo de diez personas que hacen investigación en al ámbito de la nanotecnología biomédica buscando sistemas más eficientes de terapia y diagnóstico en oncología.

«Es muy complicado porque, al final, la jornada tiene las horas que tiene y hay que trabajar, dar de comer, encargarte de la cosas de casas y todo se hace difícil. Tengo suerte que en mi caso repartimos bastante bien lo que son los cuidados, pero los niños pequeños son muy demandantes de las madres y siempre tienes la sensación de no llegar y el nivel de estrés es muy alto», explica De la Fuente.

Para esta experta es imposible dedicarle 8 horas al día al trabajo y cuidar. No salen las cuentas y el teletrabajo sólo añade la posibilidad de trabajar a cualquier hora«. Normalmente su laboral comienza hacia las 10 de la mañana, tras el desayuno de los niños y se extiende bien pasadas las 12 de la noche. No duermo mucho porque no hay más horas para avanzar», explica

«Es más que probable que en este contexto las investigaciones y las publicaciones de las mujeres científicas se estén resintiendo de forma importante y que esto vaya a tener como consecuencia la ampliación de la brecha de género en la ciencia. La brecha de desigualdad ya existía, pero cada vez que hay una crisis esta desigualdad se marca más. Y la ciencia no es una excepción. Esto es más de lo mismo y tiene que ver fundamentalmente con la brecha de los cuidados. Es imposible dedicar 8 horas al trabajo y cuidad. no salen las cuentas».

De la Fuente explica que en ciencia se vive una época de hiperactividad y que la profesión en España está «tremendamente precarizada», con un montón trabajadores científicos con contratos temporales y que las formas de medir al productividad se suele restringir a los artículos publicados, «porque no se contempla la trayectoria profesional. Tal como están establecidas la convocatorias actuales suelen tener en cuenta los dos o tres últimos años de méritos curriculares y ahí es donde se produce la diferencia y las mujeres vamos perdiendo competitividad. Es los mismo que ocurre con los permisos de maternidad. Y si no tienes la capacidad de producir al mismo ritmo, vamos perdiendo ventaja y hay menos probabilidades de continuar, de promocionar…», explica esta científica. «Esta puede ser la consecuencia de todos estos artículos que no se están publicando», recalca.

Para Marta Macho Standler, matemática y divulgadora científica española y una de las fundadoras de Mujeres concienciaes pronto aún para saber el verdadero alcance de la crisis del coronavirus en el rendimiento en publicaciones de las mujeres científicas. Según esta matemática, los datos que ofrece la publicación del Washington Post tienen que ver con un repositorios de trabajos científicos que no han sido revisados por pares, un requisito indispensable para que la investigación aparezca en las grandes revistas científicas. «Como los procesos de revisión y publicación son tan largos (pueden ser de un año) muchos científicos los adelantan en a algunas espacios donde los publican en pre-print, es decir, una forma de dar a conocer la investigacion y que, además, sirve como una especia de patente, pero aún no tienen validez científica y pueden ser rechazados por las revistas serias.

Macho cree que la brecha es real y que sus efectos se dejarán notar en el medio y largo plazo sobre las mujeres científicas. «Pero tres meses es poco tiempo para ver una tendencia en las publicaciones. Esto lo veremos probablemente en un año o dos». Otro tema preocupante para esta científica es el temor a que se abandonen otras líneas de investigación porque todos los fondos y el interés estén relacionadas con el coronavirus. «Hay líneas de investigación que se están abandonando por no estar relacionadas con la covid-19 y esto es malo. Y las investigaciones sobre este virus están saliendo muy rápido y muchas son malas  y sin mucha revisión», explica y añade que «Para muchas mujeres un parón en la investigación perjudicará su proyección académica.

Las científicas dicen basta

«Las mujeres asesoran a los cargos políticos, diseñan ensayos clínicos, coordinan estudios de campo y lideran la recopilación y el análisis de datos, pero nunca lo sabrán por la cobertura mediática de la pandemia. Más que nunca antes en la historia epidemiólogos, virólogos y médicos están hablando públicamente y saliendo en los medios de comunicación hablando de ciencia. Pero los artículos más visibles, como el publicado hace poco en The New York Times y otros medios de comunicación que resaltan el papel de los científicos en la respuesta del coronavirus, sólo hablan de hombres. Y esto a pesar de que hay muchas mujeres cualificadas en la primer línea de la respuesta a la covid-19″. Así se lamentan un grupo de 35 científicas de Estados Unidos y Europa en un comunicado publicado en The World University Rankins en el que afirman que las mujeres científicas están luchando contra dos frentes: la covid-19 y el patriarcado.

En su escrito afirman que si bien el peor impacto del coronavirus será indudablemente la pérdida de vidas, el colapso de las economías, la perdida de la ayuda humanitaria y la decadencia de las democracias, el efecto colateral será el progreso que las mujeres en la ciencia ganaron con tanto esfuerzo.

Estas científicas resaltan que ni la epidemiología ni la medicina son campos que estén dominados por hombres, y sin embargo las mujeres apenas aparecen citadas ni tienen visibilidad pública. También echan en falta la presencia de mujeres racionalizadas, porque «priva a las minorías científicas de representacíon, especialmente a las personas negras, que son las más afectadas pro la epidemia», escriben.

Las científicas se quejan del hecho que incluso dentro de sus propias instituciones las voces de hombres no calificados se amplifican sobre las de las mujeres expertas porque han sido identificadas a través de redes masculinas informales, o han entrado en las redes sociales y entrevistas de televisión y, por lo tanto, son percibidas como «de alto perfil».

«No incluir las voces de las mujeres en la discusión pública de la pandemia de la covid-19 es una distorsión de la realidad. No solo perpetúa la invisibilidad de las mujeres en puestos de ciencia y liderazgo, socavando nuestra capacidad de ser tomadas en serio como expertas y no brindando modelos a seguir para las mujeres más jóvenes, sino que también impacta en nuestras carreras mientras nos esforzamos por demostrar el impacto de nuestro trabajo para financiar agencias, colegas y comités de contratación o promoción».

Como conclusión, estas científicas afirman haber comprendido que las mujeres son más propensas a realizar trabajos que resuelvan problemas o «saquen las  castañas del fuego» , es decir, cargarse con el trabajo operativo y de apoyo a los encargados de tomar las decisiones, en lugar de escribir artículos científicos o buscar subvenciones.

«Tememos que estas experiencias conduzcan a una hemorragia de mujeres de la academia después de la pandemia, en particular las mujeres jóvenes. La desilusión y el cinismo que escuchamos en las voces de nuestros colegas y amigos nos llenan de tristeza: ‘Después de que esto termine, se acabó para mí’ es un estribillo que hemos escuchado muchas veces en los últimos meses, casi exclusivamente de mujeres», afirman las científicas en su escrito.

Existen soluciones, añaden, pero es necesaria la voluntad política para implementarlas y hasta ahora no la ha habido. «Al final hay que cambiar la mentalidad, afirma María de la Fuente. «pero también tienen que haber políticas efectivas que garanticen la igualdad de oportunidades. Y esto es urgente».

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/mujeres-cientificas-coronavirus-emergencia-coronavirus-invisibles-mujeres-cientificas.html

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-emergencia-del-coronavirus-hace-aun-mas-invisibles-a-las-mujeres-cientificas/

Comparte este contenido:

Argentina: El teletrabajo apura el debate por el derecho a la desconexión

El teletrabajo apura el debate por el derecho a la desconexión

Fuentes: tiempoar.com.ar

A través del correo electrónico y las app de mensajería, la intromisión del trabajo en la vida hogareña era una tendencia, que la cuarentena terminó de imponer. Un proyecto de ley en Argentina quiere proteger los horarios de ocio, para sustraerlos a una modalidad laboral en auge.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio, una de las medidas centrales tomada por el gobierno nacional [Argentina] para combatir el avance de la pandemia más global que conocemos, ha impactado en muchos aspectos de la vida cotidiana. Se alteraron o suspendieron casi todas las rutinas. Y de un día para el otro, personas que casi no usaban computadoras o celulares más que para enviar mensajes, navegar por redes sociales o jugar, empezaron a tener reuniones de trabajo, impartir clases y hasta festejar cumpleaños a través de distintas aplicaciones.

Suele decirse que las crisis aceleran tendencias que ya estaban en marcha. Algunas de ellas son las compras online, la educación a distancia y el trabajo remoto. Otras tendencias discursivas también se van imponiendo de manera sigilosa: los mandatos de “ser más productivos”, no sólo en el trabajo sino en la vida, o “vivir conectados”, presentes en la publicidad o pronunciados por “influencers”.

Hay frases que suenan cada vez más familiares: “¿Estás ahí?”, “¿podés revisar lo que te mandé?”, “te hago una consulta rápida”, “disculpá la hora, te escribo ahora así no me olvido”. Los ejemplos son interminables. Mensajes que se envían y reciben fuera de la jornada laboral de cualquier rubro, a cualquier hora o día de la semana, por colegas y superiores. No importa si alguien trabaja de manera independiente o en relación de dependencia, si hace teletrabajo o si tiene un horario y un espacio fijo de trabajo.

Esto, que ya era parte de las rutinas de muchas personas, se masificó cuando el trabajo remoto se convirtió en la única opción para quienes necesitan seguir trabajando a pesar de la cuarentena. De un día para el otro, hasta el Estado, que siempre se caracterizó por las tareas de oficina, tuvo que reinventarse. Según un informe de Randstad Workmonitor del último trimestre de 2019, el 49% de los argentinos aseguraba que su empleador le pedía estar disponible durante las vacaciones y el 59%, que también recibía pedidos para responder consultas fuera de horario laboral. Ahora, con los trabajadores en sus casas, esa tendencia previa ha sufrido una brusca aceleración. Los mensajes y tiempos laborales se salieron de control, e irrumpen en la cena familiar o en la tarde del domingo, en medio del descanso, y se tornan inseparables el trabajo de la vida familiar.

¿Cómo se combate esta intromisión? Exigiendo el derecho a desconectarse. Ante el despliegue creciente de estas prácticas y tecnologías que erosionan el límite entre tiempo de trabajo y de ocio, la necesidad de conciliar la jornada laboral con la vida personal y familiar, de manera justa y equilibrada, se impone como algo urgente para resolver. Asediado por la pandemia, el derecho a la desconexión digital fuera del horario de trabajo se presenta como un nuevo derecho laboral, necesario para garantizar el tiempo de ocio de los trabajadores.

«Creo que el derecho a la desconexión es una deuda pendiente de los y las trabajadoras en la Argentina”, asegura Sofía Scasserra, economista del Instituto del Mundo del Trabajo “Julio Godio”, de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF). “Hay evidencia permanente de que ya hace bastante tiempo cómo los trabajadores son contactados en cualquier momento del día, a cualquier hora, por distintos temas. Sobre todo a las mujeres, que se las suele usar mucho de agenda: ‘Haceme acordar tal cosa’”, explica.ADVERTISING

Este derecho legal surgió en Francia, en 2016, cuando se promulgó una ley que lo incluyó como un tema de negociación obligatoria en las empresas. En la Argentina, el último 23 de abril, el senador Daniel Lovera (FdT) presentó un proyecto de ley para garantizar este derecho, sobre el que venía trabajando con su equipo desde 2019 y cuya necesidad se vuelve patente en el actual contexto de aislamiento. “Trabajamos en diversos proyectos del mundo laboral, entre los que se encuentran los nuevos derechos, las configuraciones de las nuevas relaciones laborales, las plataformas digitales, la protección de los datos personales, y el derecho a la desconexión. Todos se enmarcan en la comprensión del trabajo como derecho humano fundamental», asegura Lovera.

“Uno ve, a medida que las cosas van mutando, que el trabajador y la trabajadora necesitan protección. Para eso necesitamos una regulación. En el proyecto, planteamos que el trabajador tiene el derecho a la desconexión digital fuera de su jornada de trabajo y durante las licencias, sin que ello signifique una sanción y sin que se premie a quien no haga uso de ese derecho”, remarca Lovera, quien explica que lo que se busca con este proyecto es garantizar el tiempo de descanso mental del trabajador durante su tiempo libre. El proyecto se giró a la Comisión de Trabajo y Previsión Social y Lovera espera que comience a debatirse hacia fines de este mes.

“En los lugares donde ha avanzado la legislación, sobre todo en Europa, ha tenido un efecto tranquilizador en los usos y abusos de la tecnología -agrega Scasserra-. Con estos trabajadores, que eran contactados constantemente, se empieza a tener un poco más de cuidado y hay un poco más de restricciones”.

La disparidad de género es otro elemento central en esta discusión. Es imprescindible que las políticas relativas a la conexión por parte de los empleadores no perjudique a las mujeres, que son quienes más cargan con tareas de cuidado y del hogar y pueden necesitar de mayor flexibilidad respecto a las horas en el trabajo y las horas de conexión en su casa. Esto se hace más evidente con las medidas de aislamiento, con mujeres trabajadoras que son madres e intentan trabajar mientras se ocupan del hogar y de acompañar a sus hijos con las clases a distancia y las tareas que envían los docentes.

El ejercicio del derecho a la desconexión no puede ni debe residir en una responsabilidad individual. Para hacer frente a esta problemática, que se profundiza en el escenario del teletrabajo generalizado producto de la emergencia sanitaria actual, es vital que el enfoque sea colectivo y que imponga al sector empresario la responsabilidad de cumplirlo. “Lo que busca proteger esta ley es la salud mental de los y las trabajadoras”, asegura Scasserra.

La angustia de no cumplir

Los mails y los mensajes habilitaron la erosión de los límites que imponía el mundo físico. “Respondo esto cortito y listo”, pensamos. Existe una expectativa implícita o explícita de que la persona que recibe el mail los revisa en cualquier momento y, en el caso de WhatsApp, además, se suma la expectativa de inmediatez, segundos después de saber (doble tilde azul) que el mensaje fue leído. Según los especialistas, esto trae aparejados problemas de salud mental, asociados a una dinámica laboral de conexión permanente.

La regulación, necesaria, puede no ser suficiente si lo que impera es una cultura de la productividad y el trabajo ininterrumpido. Es fundamental entender la importancia del descanso, del ocio, de conectar con otras actividades y con las personas de nuestro entorno. Pero, ¿por qué es necesaria una regulación? Porque, aunque decidamos no responder ese mensaje que llegó, ya lo leímos, sabemos que está ahí y que acaba de sumar una tarea pendiente para resolver. Ya no pudimos desconectar.

“Al consultorio llegan muchas personas estresadas, con ataques de pánico o angustia, que sufren por la imposibilidad de cortar con lo laboral. Ahí aparecen las subjetividades de cada persona; por ejemplo, el miedo al despido, el temor de las personas mayores a ser reemplazadas, o simplemente a quedar mal”, explica Carolina Tripodi, licenciada en Psicología de la UBA. “Esto le pasa no sólo a quienes no logran desconectar, sino a los que sí logran hacerlo, porque a veces son acusados por otros colegas, y cargan con esa mirada prejuiciosa de sus pares además de la demanda del jefe”.

Las personas debemos lograr una homeostasis, un equilibrio entre el cuerpo y la mente, explica Tripodi, y “para lograr esto se recomienda descansar, realizar actividad física, tocar un instrumento musical, meditar o realizar cualquier actividad recreativa que permita que la concentración esté puesta en el aquí y el ahora”, dice. Muchos pacientes, explica, consultan cuando el síntoma ya está puesto en el cuerpo, pero sugiere prestar atención a “si baja el nivel de concentración, si estás muy irritable, tenés pensamientos negativos, no estás motivado, estás desganado o tenés agotamiento físico o decaimiento. Son todas alarmas que hay que atender para no llegar a un punto límite extremo”.

Fuente: https://www.tiempoar.com.ar/nota/el-teletrabajo-apura-el-debate-por-el-derecho-a-la-desconexión

Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-teletrabajo-apura-el-debate-por-el-derecho-a-la-desconexion/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comparte este contenido:

“Autopsia de la educación: Apagón pedagógico global”, según Yorg.

“Autopsia de la educación: Apagón pedagógico global”, según Yorg.

 

El educador social, José Yorg, acaba de emitir un crítico pronunciamiento que llama  “Autopsia de la educación: Apagón pedagógico global”, que  a su juicio, pone en cuestión “la destrucción global de la educación por impulso de los grandes consorcios monopólicos ligados a lo virtual”, así nos invita a conocer  algunos de los  argumentos sobre su apreciación.

Comienza por señalar que “nos dijeron hasta el cansancio que la tecnología, la cibernética y demás, modificaron para siempre el mundo y que el trabajo y la educación tal como conocíamos requerían nuevas capacidades, simplemente, mintieron, pues, tal como nos alerta el pedagogo francés Philippe Meirieu,  estas empresas que ofertan  nuevas “tecnologías de la educación” llevan la intención lucrativa al vender programas informáticos individuales, es decir, la educación como mercancía, lo que confronta con la concepción de que la educación es un derecho social, pero esencialmente es un proceso cooperativo”.

“En especial, Philippe Meirieu-entrevistado por Olivier Doubre- nos devela que estos consorcios montaron, a través de sus fuertes contactos con políticos, gobiernos y prensas, grandes globos de ficciones, alejadas de la realidad concreta, llegaron a afirmar que las clases, las escuelas, las universidades, serían  formas obsoletas de enseñanza, y que, por tanto, se debería sustituir por un sistema virtual”.

Señaló  Yorg que “Se llegaron a repartir cientos y cientos de Notebook, es cierto, pero en modo alguno se implementó capacitaciones a docentes y educandos en nuevos formatos de aprender y enseñar, se dejó a la deriva tales usos de esa importante herramienta, se desperdició un valioso tiempo, y cuyos resultados hoy están a la vista”.

Apagón pedagógico global (APG)

 Ilustró Yorg que “El Dr. Luis Bonilla Molina, pedagogo,  venezolano, nos comenta que “En la carta que el 9 de julio de 2015 doscientos treinta y seis educadores e investigadores educativos de todo el mundo le entregáramos a la señora Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, alertamos sobre la tendencia a generar un APG se expresa en:

(a) “La fragmentación de la pedagogía, en el impulso de modas temporales de algunos de sus componentes (didácticas, planeación, gerencialismo, evaluación, currículo, sistemas de evaluación escolar) que terminan generando una despedagogización de la educación y especialmente de la escolaridad”;

(b) “Una desvaloración institucional y social de la profesión docente que conlleva a impulsar la idea que cualquier titulado puede ejercer la docencia, rompiéndose la noción de profesionalidad en el sector y de carrera docente e, incluso cuestionando la existencia de normales y universidades que forman docentes”;

(c) “Un creciente discurso de desvaloración de la escuela, del centro educativo, con alternativas que golpean la noción de educación pública, como lo son la virtualización, la educación en casa o el concepto de espacios de aprendizajes como sustitutos permanentes de plantel y aula”;

(d) “La evaluación de aprendizajes en dos áreas cognitivas (pensamiento lógico matemático / lectura y escritura), una informativa (conocimiento sobre ciencias) y una instrumental (uso de tecnología) creando la noción que el resto de los aprendizajes son de segundo orden. Todo aquello que apunte al desarrollo integral del ser, individual y social, y la construcción de ciudadanía pasa a ser accesorio y prescindible. La estandarización de los criterios y valores de estas cuatro áreas de aprendizajes se presentan como equivalentes a la calidad educativa como aspiración ciudadana colectiva”, cerró Yorg.

Fuente: OVE

Comparte este contenido:

Educación: no habrá calificaciones con nota mientras dure la pandemia en Argentina

Redacción: Página 12

En primaria y secundaria habrá «evaluaciones formativas».

El Consejo Federal de Educación decidió por unanimidad que no haya calificaciones numéricas en el país por la situación de excepcionalidad que generó el coronavirus, en un contexto de clases presenciales suspendidas desde marzo. El encuentro entre los ministros provinciales de Educación y el titular de la cartera educativa a nivel nacional, Nicolás Trotta, se dio en el marco de una asamblea virtual.

De este modo, habrá evaluación de carácter formativo con el objeto de retroalimentar el proceso de aprendizaje, adaptar contenidos y hacer devoluciones orientativas al estudiantado y a sus familias. Además, se acordó realizar una encuesta nacional a directivos, docentes y familias para evaluar la respuesta del sistema educativo en el marco de la continuidad pedagógica. La encuesta, señalaron, será útil para tomar decisiones respecto de los procesos de enseñanza y el regreso a las aulas cuando se pueda hacerlo.  

Silvina Gvirtz, actual secretaria de Ciencia, Tecnología y Políticas Educativas de La Matanza, y exministra de Educación bonaerense, defendió la medida por la eclosión de la pandemia. «No tiene sentido calificar con número en este momento, el docente no puede distinguir por qué un trabajo merece un 7 o un 8», afirmó a este diario. En su opinión, los chicos trabajan en el aula de modo sincrónico, por la simultaneidad, y lo pueden hacer fuera de la escuela, con herramientas como Zoom, pero hay también una comunicación ascincrónica, que se da básicamente con la tarea en el hogar. El coronavirus alteró todo.

«Hay familias angustiadas, y los padres, en gran medida, no son maestros», estimó Givrtz. «Por eso lo ideal no es hacer una calificación, sino una valoración», en un contexto en el que los docentes no pueden seguir el proceso como en el aula. «Lo que se puede hacer en este momento es reforzar los aprendizajes», añade.»Y estar pendiente de los recursos de los hogares», subrayó, «en la selección de contenidos que se pueden enseñar». En ese sentido, la cuarentena es una etapa que juzgó propicia «para comprensión de textos complejos de estudiar, o incluso de producción de textos, así como matemática».

Por su parte, Adrián Cannellotto, rector de la Universidad Pedagógica, coincidió con la funcionaria en lo positivo de la medida y resaltó un punto también señalado por Gvirtz:  «Se trabaja con herramientas digitales desde el hogar, y no en todas las casas hay acceso a Internet», dijo a Página/12. Para el rector de la UniPe, «la pandemia puso a prueba a muchas cosas, y en el plano escolar no es lo mismo el acceso para un pobre que para un rico, las familias cuentan con pocas herramientas y no todos los padres pueden acompañar del mismo modo».

Cannelloto estimó que «si no hay nota, no hay evaluación» y que «la formación implica un  seguimiento» que se dificulta con los alumnos desde el hogar. «La nota aparecerá cuando se retomen las clases presenciales», dijo, y manifestó que «el sistema no es resultadista ni facilista, solamente se posterga la nota y se reabre el ámbito de la evaluación». La calificación, adujo, se «recuperará en el próximo cuatrimestre si se reabren las aulas. Y ponderó que «los 24 ministros y la Nación acordaron poner el foco en la evaluación como proceso».

Respecto de la vuelta a clases, ambos especialistas coincidieron en que deberá ser gradual. No hay un modelo único en el mundo y es factible un regreso que alterne días en el aula y en casa, con grupos chicos, si bien la realidad de cada distrito es distinta. «No es lo mismo la provincia de Buenos Aires que Misiones», ejemplifica Cannellotto, ya que «hay que ver la capacidad de infraestructura».

Gvirtz recalcó que «no es lo mismo la clase en la escuela que on line, entre otros motivos por el nivel de dispersión. El chico en su casa tiende a concentrarse menos» y resaltó que «la escuela no puede replicar por Zoom». En su opinón, «se deben seleccionar bien los contenidos» e incluso «repensar la secundaria, no se trabaja sobre alfabetización digital», al tiempo que deslizó que la situación sería más llevadera si se hubiera mantenido el reparto de computadoras de Conectar Igualdad con el ritmo que tuvo hasta 2015. Mientras «la brecha educativa se amplió» por esta situación y hoy la mitad del alumnado tiene acceso a Internet de alta velocidad, en un contexto en el que «los padres quieren que los chicos vuelvan al aula y se destaca el valor de la presencialidad».

Para Cannellotto, «hubo etapas» a lo largo de estas semanas. «Primero se habló de dos semanas de encierro, las escuelas buscaban contener, luego se desplegaron otras herramientas, aulas virtuales, Zoom. Ya se piensa en encarar la transición, y pasar de la virtualidad a la realidad no es tan fácil. Hay un proceso de enseñanza interrumpido, falta trabajo en el aula». Y eso fundamenta que en vez de la calificación numérica haya una orientación en cada alumno respecto de lo que puede corregir y mejorar.

En opinión de Gvirtz, «no volveremos a las clases  tal y como teníamos antes de la pandemia. Hay varias posibilidades, un sistema mixto, que permita a su vez que los chicos que puedan seguir desde casa continúen así, pero los que vuelvan deberán hacerlo con distanciamiento dentro de las escuelas, y esto es para verlo localidad por localidad, escuela por escuela».

Los dos especialistas coinciden en que desde que se tomó la decisión de cerrar las escuelas por la covid-19 «se hizo mucho» y que «se pusieron muchos recursos desde el Estado», en un contexto en el que se proveyó de libros y cuadernillos y, en muchos casos, bolsones de comida. La situación, por cierto, es de alcance global. La Unesco calcula que el cese de clases por la pandemia afectó a unos 1200 millones de estudiantes en 160 países.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/266373-educacion-no-habra-calificaciones-con-nota-mientras-dure-la-

Comparte este contenido:

Francesco Tonucci: «Cuando empecemos de nuevo, deberemos inventar otra escuela»

Desde Roma, el célebre pedagogo italiano propone sacar las tareas en cuarentena y que la casa sea un laboratorio. Y para después del virus, aboga por aulas desjerarquizadas y centradas en la diversidad.

Por: Gustavo Sarmiento

«Me arruiné las vacaciones». Francesco Tonucci sonríe al otro lado del teléfono y menciona una agenda interminable de videollamadas (con colegas, funcionarios, periodistas) que le impide un consumo típico de cuarentena, como libros o series. «Y va a seguir, porque me preguntan mucho por el después», agrega en perfecto español. Tonucci habla del Covid-19, como todos en estos días, pero especialmente de las infancias y de la escuela en este contexto de crisis, ilusionado con que sirva como oportunidad para cambiar el modelo educativo imperante.

Un currículum a las apuradas dirá que es pedagogo, escritor, dibujante, investigador y creador del proyecto internacional La Ciudad de los Niños y las Niñas, que se replica en más de 200 localidades de todo el mundo –unas 30 en la Argentina–, en las que se propone dar voz a los pequeños y brindarles espacios públicos donde puedan jugar en libertad. Uno de los que habló con él esta semana fue el ministro de Educación, Nicolás Trotta, que apoyó su iniciativa de que, cuando se abran completamente las ciudades, se les deje el primer día solo a los chicos y chicas, para que jueguen y las disfruten como nunca las vieron.

Francesco vive en Roma, «con el miedo de una persona vieja como yo, y la preocupación de que no se generen más problemas ahora que todo se empieza a abrir». Lo que más lo angustia es que hace más de 70 días no puede ver a sus hijos y, sobre todo, a sus nietos. «Estoy solo en mi casa, aislado, como todos, abriendo la puerta una vez a la semana para comprar». Al segundo se corrige. De hecho, el miércoles dio un paseo por su barrio, en la periferia de la capital italiana, por primera vez en dos meses. «Hice tres kilómetros, paseando por calles y monumentos que no conocía, cerca del Cementerio del Verano, que sorprendentemente tiene nombre español y aquí nadie sabe qué significa. Después de 50 años de transitar una ciudad que vive de manera caótica, con un movimiento espantoso, verla vacía es un efecto muy fuerte… Qué poder tiene un virus para conseguir parar el trabajo y el tráfico, dos dioses de nuestra cultura. Pensemos que aquí la contaminación aérea produce el doble de muertos que el Covid».

-Lo mismo que estamos recogiendo de los chicos de nuestros Consejos de Niños de todo el mundo. Cuando empezó todo este rollo, me golpeó mucho que todos buscaran expertos para dar consejos a padres y maestros y nadie se preocupara por preguntarles a los niños qué pensaban y qué proponían, por lo cual le pedí a alcaldes e intendentes de nuestra red de ciudades, que convoquen al Consejo de Niños. Y lo que sale de esos testimonios son tres cosas básicas. Lo principal: les faltan los amigos. Esto ha sido mal interpretado, creyendo que decían «me falta la escuela». Pero no: les falta la escuela porque es el único lugar donde se encuentran sus amigos. Décadas atrás, se los encontraban en la calle, en el tiempo libre, para hacer otras cosas, inventar, jugar, y en la escuela estaban los compañeros de clase. Ya no es así: se perdió la calle. Lo segundo que dicen en las encuestas es que les gusta pasar tiempo con sus padres. Es un regalo de la pandemia. Muchos niños o no los conocían o los veían casi de casualidad. Ahora tienen que compartir y participan de las cosas de la casa. Lo tercero: todos manifiestan que están hartos de la tarea de manera virtual. Es algo que la escuela no ha entendido que no debía hacer. Por eso propuse aprovechar la casa para que sea un laboratorio, y que sean las acciones con los padres las verdaderas tareas, no las del libro de texto. Aprender a cocinar, coser, recuperar las fotos, pintar, y que la escuela trabaje con los niños sobre estas experiencias. Si «hacen pasta” y nada más, no sirve; veamos si hay matemáticas dentro de la cocina: hay pesos, proporciones, tiempos de cocción. O aprovechar para hacer lengua, escribiendo recetas, que no es escribir cualquier texto, debe ser útil para que otra persona que no me conoce pueda repetir el mismo plato. Cuando el mundo se amplíe de nuevo fuera de las casas, me gustaría que la escuela no perdiera este descubrimiento: que se puede trabajar sobre el mundo, el barrio, las historias, la naturaleza y los problemas ambientales, y no sobre los libros de textos.

-¿Cree posible un cambio en la escuela después de la pandemia?

-Clases y tareas en este tiempo son cosas que no tienen sentido, porque vivimos situación extraordinaria, no puede ser que la escuela siga como antes. Pero esta manera de interpretar la educación y la escuela no debe ser sólo en tiempos de crisis y coronavirus, sino para siempre. Los cambios cuestan. Normalmente, las estructuras intentan quedarse iguales para siempre. La escuela italiana adoptó como lema en esta crisis: «La la continúa». Sería un “seguimos como antes”. Y es algo paradójico: ¿cómo que no cambia nada si cambió todo para todos? Pero si la mayoría piensa que la escuela no tiene que cambiar, vendrá agosto u octubre y todo seguirá igual. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para lanzar una idea nueva de una escuela que corresponda a lo que nuestra sociedad necesita.

-¿Y qué necesita?

-Por ejemplo, la diversidad. En la escuela hay niños de culturas y lenguas diferentes, minorías indígenas, niños con discapacidades, de diferentes sectores sociales, niños pobres que en este momento manifiestan limitaciones porque no tienen aparatos tecnológicos para conectarse con la escuela. El tema de fondo es que hay una idea equivocada de que la escuela debe ser para iguales, entonces todas las veces que alguien no es igual a los demás se considera un problema. Y la verdad es que los niños son diferentes uno del otro, por lo cual si queremos hacer una propuesta educativa democrática y eficaz, tenemos que hacerla para diferentes, y no para iguales. Lo dice la Convención de los Derechos del Niño, a la que Argentina adhirió hace 30 años con carácter constitucional: la educación no tiene como objetivo que todos consigan los mismos resultados. El propósito de la escuela y la familia en conjunto debe ser que los chicos descubran sus aptitudes, vocación y talento, sus inteligencias, y una vez que cada uno descubrió su camino, ofrecerle los instrumentos adecuados para desarrollarlo hasta el máximo nivel posible. Por eso tiene que haber diversidades en la escuela, y trabajar sobre lo bueno que cada uno tiene, no sobre lo malo. Con los mismos textos para todos, pensados desde un ministerio casi siempre desde la capital del país, la escuela está dejando afuera a un porcentaje enorme de alumnos que no nacieron para ser literatos o matemáticos, que quieren ser músicos, pintores, deportistas, arquitectos o mecánicos. Hay una injusticia. Una propuesta igual para desiguales.

-¿El Covid-19 es una oportunidad para pensar en una escuela diferente?

-La crisis, como dijo Albert Einstein, puede ser una bendición, porque produce progresos. Espero eso, especialmente para casos como el de la Argentina, donde las autoridades parecen motivadas a impulsar cambios y no la conservación. Las escuelas que mejor funcionan en el mundo, como las de Finlandia, no tienen exámenes; hay muchas menos horas de cursada a lo largo del año; empiezan la primaria a los 7 años y no hay tareas. Se hace mucho hincapié en repetir o pasar de año, y eso no es lo central. Cuando empecemos de nuevo, tendremos que inventar una escuela que hoy no existe. No es verdad que vamos a poder volver a la escuela de antes; porque el virus nos obligará, con las condiciones de distancia y de cuidado, a pensar cosas totalmente distintas. Aquí, por ejemplo, hemos analizado la posibilidad de dividir las clases en dos grupos, uno en casa y otro en la escuela, e ir rotándolos. Pero lo principal es que tenemos que idear una escuela pensada de otra manera. La debilidad es que se funda en una base jerárquica y que los de la misma edad saben lo mismo, creyendo que cuando empiezan el proceso escolar no saben nada y después empiezan a saber lo que los maestros supieron pasarles. El mérito del aprendizaje se pone siempre en los niños: si no aprenden, no se castiga al docente que no supo enseñarles, sino al alumno que no tuvo capacidad o no quiso aprender. Podemos abandonar la idea de la clase con pupitres en la que los alumnos escuchan y repiten, y pensar que trabajen entre ellos. Si tenemos grupos de 6 a 12 años, hasta se pueden manejar solos, por lo cual un profesor puede lanzar propuestas, o crear grupos de trabajo que luego supervisa. En este momento, donde tenemos que enfrentar una situación nueva y problemática, mezclar edades lo haría mucho más fácil.

-¿Cómo están los niños en estas semanas en las que les cambió el mundo?

-No se los escucha, en casi ningún lugar, excepto en países como Finlandia o Nueva Zelanda, que no casualmente son liderados por políticas mujeres, que desde el principio les hablaron a los niños. Los niños valen poco porque no votan. No están en agenda. Y si la escuela quiere modificar la relación con ellos, no puede repetir siempre lo mismo. El tema central es si la escuela es consciente de que hay que cambiar: así como era ya no funcionaba desde antes de la pandemia. No es que antes funcionaba bien y entonces lamentamos no poder seguir como antes. No. Muchos niños se aburrían, no seguían la clase, y después olvidaban lo que habían aprendido. Era una estructura débil, incluso en el aula. Por eso me gustaría una escuela donde todos los espacios se utilicen como talleres y laboratorios, con muchísimas propuestas distintas: baile, música, física, huertas, ir moviendo a los grupos. En estas épocas puede ser útil la idea de la jornada escolar como un recorrido y no como una estancia. Hace 30 años que lo propongo, pero ahora parece que llegó el momento en el que a los gobiernos que me consultan les parece viable. Algo bueno habrá hecho este virus maldito.

Que las ciudades sean para los niños

Una de las propuestas de Tonucci para estos tiempos de pandemia apunta a que, el día que «reabran» las ciudades, cuando todo vuelva a una mínima normalidad, se las entreguen por 24 horas a los niños y las niñas. «Lo lanzamos como proyecto internacional de la Ciudad de los Niños. La gente puede firmar la petición en nuestra página lacittadeibambini.org/o en nuestro Facebook. Lo que decimos es que esta crisis tuvo errores sanitarios, víctimas (sobre todo nosotros, los viejos), y ha tenido campeones, que son los niños. Porque resistieron al virus, no por mérito de ellos solos, claro, pero viven esta temporada muy larga, encerrados en casa, que les significa algo incomprensible, y lo están haciendo muy bien. Darles un día la ciudad vacía para que jueguen y la disfruten en libertad, como nunca han podido, y como les gusta a ellos, sin tráfico, peligros ni contaminación, es el regalo que les podemos hacer a modo de agradecimiento».

Hizo llegar su iniciativa a los 200 alcaldes de las localidades que forman parte de la red internacional, entre ellas varias argentinas. Tonucci menciona a Arrecifes y a Rosario, una de las históricas desde que el proyecto de la Ciudad de los Niños arrancó en mayo de 1991, con la idea de que «los niños asuman un papel activo en el proceso de cambio, participando de forma concreta en el gobierno y en la delineación de su ciudad, apropiándose de nuevo del espacio urbano».

También le comentó al ministro de Educación, Nicolás Trotta, la iniciativa de liberar un día las ciudades para los niños: «Prometió que se iba a sumar a la petición, igual que Rosario o Neuquén. Es más una decisión política que educativa. Sé que es una propuesta muy utópica, pero lamentablemente todo el tiempo que proponemos algo para niños, es utópico».

Pruebas Pisa

Afirma Tonucci: «La escuela sigue siendo la escuela de lengua y matemáticas, y el resto es algo que si hay, hay, y si no, no importa, como las Pruebas Pisa que toman estas dos o tres competencias y las miden por igual en todos los países sin tener en cuenta las diferentes realidades. El niño mapuche ve distinto la vida del que vive en Palermo o en una villa miseria, todos tienen el mismo derecho de aprender, y lo hará mejor cuanto más pueda examinar su propia realidad».

 

Comparte este contenido:

Fundación Círculo Remolino y OMEP invitan al conversatorio «El contexto del Covid-19 y las infancias en confinamiento»

América Latina y El Caribe/21-05-2020/Autor(a) y Fuente: Fundación Círculo Remolino y OMEP

[Live por instagram ]
¿Qué debemos aportar los (as) educadores ante la pandemia? ¿Qué cambios está induciendo el contexto actual en la niñez? ¿Cómo impedir que el distanciamiento afecte su socialidad? ¿Qué sería entonces la afectualidad?
¿Desde qué perspectivas se debe repensar la indefensión de la niñez? ¿Qué implica re-habitar el mundo?
.

Son algunas de las preguntas que reflexionaremos este viernes.
.
Fundación Círculo Remolino, en alianza con la Organización Mundial para la Educación Preescolar, latinoamérica y el caribe.
Proponemos la quinta conversación en Live, a través del instagram de nuestra fundación, bajo el contexto del Covid-19 y las infancias en confinamiento.
.
Queremos invitarles a ser parte de esta conversación el día viernes 22 de mayo en los siguientes horarios:

19:00 hrs en Chile 🇨🇱 y Venezuela 🇻🇪 / Paraguay 🇵🇾
.
18:00 hrs Colombia 🇨🇴 / México 🇲🇽 / Perú 🇵🇪
.
20:00 hrs Argentina 🇦🇷 / Brasil 🇧🇷/ Uruguay 🇺🇾
.
En esta ocasión nos acompañará Iliana Lo Priore. Doctora en Educación. Msc. en Currículo y Esp. en Desarrollo Infantil y Diversidad. Presidenta de la OMEP Venezuela 🇻🇪 , Profesora Universitaria.
.
Nos vemos el viernes junto a @ilianalopriore

Fuente e Imagen: Fundación Círculo Remolino y OMEP

Comparte este contenido:

Escuela en la Antártida, única que no cerró en Argentina por la covid-19

América del sur/Argentina/21 Mayo 2020/semana.com

En el frío extremo del sur del continente, 14 estudiantes argentinos son los únicos que mantienen las clases presenciales. Esta es su historia.

Desde que Argentina decretó el aislamiento preventivo y obligatorio el pasado 20 de marzo, las clases presenciales quedaron suspendidas en todos los establecimientos educativos del país, con una única excepción: la Escuela N°38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”.

¿Dónde está esa escuela? En la Antártida, en la Base Esperanza, allí donde la pandemia de covid-19 afortunadamente no ha logrado propagarse.

El establecimiento lleva su nombre en homenaje al expresidente radical, y es el único en Argentina que pudo seguir con el ciclo lectivo normalmente, es decir, ha mantenido las clases tal como se plantearon al inicio del año escolar.

La escuela cuenta con cuatro aulas, sala de informática y biblioteca, nivel inicial, nivel primario y nivel secundario. En total, son 14 alumnos: dos en el nivel inicial, siete alumnos en el nivel primario y cinco alumnos en nivel secundario. Los estudiantes son hijos de distintos matrimonios que hoy viven en la Base Antártica Esperanza.

Presencia argentina en la Antártida

“La República Argentina es el único país del mundo con presencia ininterrumpida de permanencia en el continente blanco desde el año 1904 hasta la actualidad, además de procurar el ejercicio de la soberanía con esta acción”, relata a la Agencia Anadolu José Luis Irala, sargento ayudante de Infantería y encargado de la Base Antártica Esperanza.

La Argentina administra 13 bases en la Antártida, de las cuales seis son permanentes (operativas todo el año) y el resto, temporales (operativas solo en verano). La Base Esperanza es la única que cuenta con una escuela, ya que es la única a la que van familias.

“El personal que vive en la base se va renovando todos los años, desde el inicio de la campaña a principios del mes de diciembre hasta mediados de marzo del año siguiente. Este último periodo es particularmente para el relevo de las familias antes del inicio del ciclo escolar”, afirma Irala.

La dotación actual consta de 63 personas, de las cuales 15 son hijos de siete de los diez matrimonios que viven allí (los 14 alumnos, más un hijo mayor de edad). El resto de los integrantes está compuesto por tres mujeres y 25 hombres.

Los docentes seleccionados para trabajar en la Escuela N°38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín” son dos. Entre los requisitos para ser elegidos se encuentran haber residido en la provincia de Tierra del Fuego por al menos tres años y ser docente en actividad.

Tiene que ser un matrimonio o pareja legalmente constituida y presentar un proyecto educativo en el que se detalle cómo se enseñaría en un año a alumnos de distintas edades, y que incluya talleres para toda la comunidad que vive en la base.

Además del matrimonio docente, dos personas colaboran en la escuela como personal auxiliar de la base. “El personal de auxiliares que trabaja en la base no es algo que esté estipulado todos los años que debe ser así, depende de la capacitación de cada persona”, señala Irala.

“Por ejemplo, si alguna de las esposas o esposos dentro del grupo posee orientación docente, se los emplea para desempeñarse en la escuela. Esto es totalmente independiente de los requisitos que sí deben reunir los docentes que son elegidos”, agrega.

En cuanto a la selección del personal en general, se realiza a través del Departamento Personal del Comando Conjunto Antártico, ente que depende del Ministerio de Defensa y que regula la actividad antártica año a año.

“Los integrantes que van a invernar con su familia son predilectos, luego de un estudio detallado de la solicitud de cada interesado. El requisito mínimo es haber invernado una vez en alguna de las bases (solo), y el hecho de tener hijos en edad escolar resulta un antecedente altamente favorable para que la escuela de la base pueda funcionar”, sostiene el sargento.

Un día en la Escuela N°38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”

La jornada en la Base Esperanza comienza temprano. A las 8 de la mañana suena la campana de la escuela para izar la bandera argentina, por lo que todos los alumnos deben llegar antes.

Dado el clima, todos suelen estar muy abrigados, y el mismo personal asegura que les toma entre 10 y 15 minutos sacarse la ropa de abrigo para poder estar cómodos durante el dictado de clases.

Luego de izar la bandera, cada alumno comparte las novedades que tenga con sus compañeros y pasan a las aulas para comenzar las clases con las materias estipuladas del día.

Al mediodía se retiran para almorzar, y a las 2 de la tarde vuelven a la escuela para cursar los distintos talleres que tienen los alumnos hasta las 5 de la tarde.

En los momentos de ocio (y si el clima no es hostil), los chicos salen a pasear o se juntan a tomar mate; de lo contrario, se quedan en sus casas. Y si cae nieve, suelen hacer snowboard o “culipatín” (que consiste en sentarse en una tabla y deslizarse sobre la nieve).

Los adolescentes admiten que al principio es difícil adaptarse: extrañan a familiares y amigos, pero luego reconocen que es una experiencia única. Entienden que, de todas maneras, pasarán solo un año en la Antártida y que luego volverán a sus casas para retomar la vida que tenían antes.

Hasta el momento, en la Antártida no hay ningún caso registrado de coronavirus. Por ese motivo la vida puede seguir normalmente, aunque los vuelos están temporalmente suspendidos debido a la pandemia.

Hay un protocolo establecido en caso de que llegue algún vuelo a la Base Marambio, lugar al que llegan las provisiones que luego se distribuyen en la Antártida. De todas maneras, desde marzo no ingresa ningún vuelo.

Con respecto a las provisiones, se trasladan en el verano en un buque que sale desde Buenos Aires y durante tres meses va abasteciendo a todas las bases que Argentina tiene en la Antártida.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/escuela-en-la-antartida-unica-que-no-cerro-en-argentina-por-la-covid-19/672285

Comparte este contenido:
Page 113 of 657
1 111 112 113 114 115 657
OtrasVocesenEducacion.org