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Coronavirus en Argentina: fuertes contrastes en la educación a distancia según la escuela a la que va cada chico

Coronavirus en Argentina: fuertes contrastes en la educación a distancia según la escuela a la que va cada chico

Hace casi un mes que las clases están suspendidas. La situación no es igual en todas las escuelas del país. Muchas familias hablan de falta de seguimiento y pocos contenidos. “Google se convirtió en el docente”, dicen. Otras se muestran más conformes sobre cómo está funcionando el sistema.

“El problema es la maestra de inglés que no manda nada”. “Es un desorden absoluto”. “Nuestro maestro es Google”. “Ahora somos mamás y maestras, no tenemos ni un segundo”. “Todos los contenidos son repasos del año pasado”. “Las docentes no saben usar la tecnología aún”. Dicen algunas madres cuando les preguntan por cómo es la educación virtual de sus hijos en tiempos de cuarentena. La situación no es igual en todas las escuelas públicas del país, sin embargo, en algunas la falta de organización y de seguimiento son denominadores comunes.

“Los primeros días la escuela no mandó nada, recién esta última semana enviaron más actividades”, explica. Mara confiesa que su hijo está bastante desocupado y que suele resolver todo dos horas antes de la fecha de entrega, aunque no siempre porque algunas actividades le llevan más tiempo. Sabe que las clases virtuales no son una opción porque no todos los alumnos cuentan con Internet y lo entiende. Solo pide un poco de organización porque la institución manda tarea en cualquier momento o son sobre temas que no llegaron a dar. “Nadie estaba preparado para esto. Esa es la verdad”, finaliza.

La mamá de dos chicos que asisten a una escuela pública de Almagro (que prefiere mantener el anonimato) asegura que el sistema que comenzaron a implementar desde que se suspendieron las clases no está dando resultado. “Las primeras dos semanas mandaron muchos ejercicios y después muy poco. Los envían por mail a una madre responsable”, subraya. No hay clases virtuales porque la directora explicó que no todos los chicos tienen computadoras o Internet y no quieren dejar a nadie afuera. La mujer, que no quiso dar su nombre, remarca como principal problema que “los chicos perdieron el contacto con sus maestros”. No hay video, ni audios. Son los padres los que se tienen que sentar a explicarles todo. “Le tuve que pedir ayuda a mi hijo de séptimo para que me muestre cómo hacer las divisiones”, subraya.

“Ahora quieren que mandemos por foto las tareas para que puedan hacer una devolución, pero mientras tanto lo corregíamos nosotros”, resalta. Además, cuenta que su hijo menor se muestra reacio a aprender porque piensa que “la maestra le va a explicar distinto”. “No les están encontrando la vuelta”, finaliza.

“Mi hijo está como mucho cuatro horas por día resolviendo las consignas que le corresponden. Yo lo hago copiar a una hoja la actividad que le enviaron en PDF para que demore más tiempo”, resalta. Además, afirma que a medida que hacen las tareas es ella la que corrige. “No me dijeron qué tengo que hacer con el cuadernillo cuando esté completo, si van a evaluarlo o no”, critica. Por último, afirma que una de las principales dificultades es que al no tener contacto con los docentes es ella la que le tiene que enseñar o explicar lo que no entiende. “Yo no lo puedo ayudar porque aprendí de otra manera”, finaliza.

Elizabeth (49) tiene dos hijos. Uno va a primer grado de la escuela N° 13 Ignacio Lucas Albarracín y otra a tercer año de la escuela Normal Superior N° 10 Juan Bautista Alberdi. “No le mandaron material y le hacen hacer mucha tarea”, destaca. Cada alumno busca en distintas fuentes por Internet porque es la única manera que tienen al no contar con un cuadernillo o un libro. “Creo que ‘buscá en Internet’ no es una buena respuesta por parte de los profesores”, reprocha Elizabeth. Además, su hija le envía dudas y preguntas por mail a los docentes que responden tarde. “Yo no soy maestra no sé como enseñarles a mis hijos”.

En la escuela de su hijo, apenas suspendieron las clases, les dijeron que iban a mandarle un cuadernillo que nunca llegó. Les envían fotocopias por mail y “no tienen en cuenta que nosotros no tenemos impresora y que está todo cerrado por la zona”, destaca. “Entiendo que es una situación difícil para todos, pero las actividades están mal encaradas”, finaliza.

La educación virtual de las escuelas públicas en el interior del país

La situación se refleja también en distintas ciudades del país. Lucía (34) de La Paz, Entre Ríos, tiene dos hijos que van a la Escuela N° 1 José de San Martín. “Las primeras actividades estaban ligadas al coronavirus y les pedimos que cambiaran de tema porque ya se trataba demasiado”, explica. Si bien depende la materia Lucía cuenta que en general reciben tareas cada quince días solamente, que sus hijos resuelven en una o dos tardes. “No tienen un seguimiento. Todo queda en el cuaderno”, reprocha.

Además, resalta que no aprenden nada nuevo, sino que están repasando temas del año pasado. Ella usa el cuadernillo que le recomendaron de Nación y los programas de la TV Pública. “Hay temas que no sé cómo darlos”, confiesa. Además, resalta que faltan más herramientas tecnológicas. “Creo que con una video conferencia sería más divertido para ellos”, concluye.

En ese sentido, Lucía (38) de Santa Rosa de Calchines, Santa Fe, cuyo hijo asiste a la Escuela N° 6093 Paraná Medio critica el contenido que le dan. “Está en sexto grado y el poco material que le dan son actividades para chicos de tercero”, explica. A ella le mandan una vez por semana mediante WhastApp. “Yo tengo impresora y se me hace más fácil, si no tienen que copiar desde el celular y se les dificulta”, cuenta. Además, dice que refuerza los contenidos con lectura de libros y otras actividades. “Yo entiendo que es una época de reposo, pero es muy poca tarea y debería ser más acorde a su edad”, finaliza.

Nuria (29) es de Comodoro Rivadavia, Chubut y tiene dos hijos. Uno de 12 años que va a la Escuela N° 796 Antonio Berni y una de 5 que va al Jardín de Infantes N° 406. “En el de mi hija mandaron actividades la primera semana y nunca más”, reprocha. La falta de contenido y seguimiento también es la principal crítica que hace Nuria. “Tuve que salir yo a comprar el cuadernillo que recomendó Nación para tener algo de material que darles”, remarca. Ellos usan un sistema que se llama ClassRoom en donde suben los trabajos que deben realizar los alumnos en PDF. No conocen a todos los profesores ya que solo cuatro se presentaron adecuadamente y enviaron contenidos. “De matemática, por ejemplo, no subieron nada”, critica.

Nuria dice que Google se convirtió en el maestro de la casa. “No podemos consultar con nadie entonces investigamos por ahí”, explica. Las tareas de su hija menor son muy difíciles de llevar a cabo porque “piden materiales muy específicos que si no tenés una mercería o librería no los encontrás en tu casa”, resalta. Sobre la escuela de su hijo manifiesta que es muy poco el contenido y que no lo comentan ni lo corrigen.

Nuria sabe que esta situación no se da en todas las escuelas públicas de la ciudad. “A los padres nos faltan contenidos y aptitudes porque no estudiamos para maestros, pero hacemos lo que podemos”, finaliza.

Mejores experiencias

Otras familias resaltan lo aceitado que está la educación a distancia a pesar de haberse producido en medio de una emergencia. Por ejemplo, la familia de Octavio, que está en séptimo grado de la Escuela Primaria Nº 24, en Almagro. Su mamá, María Laura Arnejo, dijo estar sorprendida para bien que está funcionando el plan de educación a distancia. «Pensé que iba a ser más complicado. Estamos muy conectados a través de las redes y bien organizados», dijo.

«Mi hijo tiene la notebook que le entregan a los chicos de escuelas públicas. Los días previos a la suspensión de clase, cuando algo se sospechaba, empezaron a bajar cuentos a esa computadora», dijo María Laura. Y cuenta que la directora del colegio llama a alguna mamá o papá y esa persona escribe en el grupo de padres. Por ese mismo medio, hacen consultas.

Simón tiene 14 años y va a tercer año en la Escuela de Educación Técnica N° 7 de Avellaneda. Ahí usan Google Classroom y, según su mamá Evangelina, por ese medio lo llenaron de actividades. «Se bajó la app, tiene una clave, va entrando por área y ahí encuentra las tareas. Los trabajos los puede escribir en Word y después copiar y pegar en la plataforma o hacerlos en papel y mandar foto. Tiene cosas para hacer de Física, Química y Matemática», precisa.

Su hermana Muriel está en cuarto grado en la Escuela Primaria Nª 68, donde aprovechan unos manuales que lograron distribuir antes de la interrupción de clases. «La maestra le avisa a algún padre el ejercicio que toca para el día y esa persona lo manda al grupo de WhatsApp en el que estamos todos. Yo intento supervisar sus tareas«, dice Evangelina.

La mirada de los docentes, en diversas realidades

Victoria Serral es maestra de séptimo grado en la escuela pública 4 DE 3, del barrio de Monserrat, donde van chicos del barrio y también de la villa Rodrigo Bueno. Cuenta que ahora está armando guías de actividades, con la intención de que lleguen a todos, aunque no lo puedo garantizar.

“En la población con la que trabajo no todos tienen Internet ni computadora, por eso busco alternativas. Lo que hago es subirlas a la plataforma Edmodo (pero solo entran un 25% de los chicos). Además, las paso en una lista de mail que armamos, pero no todas las familias responden. Y también las dejo en la fotocopiadora que queda a metros de la escuela. Calculo que el 30% de los estudiantes dependen de que su familia se acerque a comprar la fotocopia. Pero no puedo asegurar que lo estén haciendo”, cuenta.

Fedra Urquiza Viola es docente de cuarto grado en otra escuela pública de la Ciudad. A través de Edmodo envía actividades de Prácticas del Lenguaje, Matemática, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Educación Sexual Integral. “Si bien es difícil llegar a todos los alumnos y alumnas porque no siempre cuentan con Internet en sus casas, logré contactarme y que hagan lo pedido. Sé que las familias hacen un esfuerzo muy grande. Algunos chicos y chicas incluso hacen la tarea en la carpeta y suben la foto a la plataforma para que pueda corregirles. Logré ver sus dibujos y producciones escritas con su letra. Muchas veces también las suben en archivos de Word”, cuenta.

Guadalupe López da clases en segundo grado del Normal 2 “Mariano Acosta”. “Usamos Edmodo. Trabajamos la construcción de audiolibros, compartimos cuentos que tenían que leer solos o con la familia. La idea es reconstruir esas historias, que pueden narrarlas grabándose para que otros escuchen. Así, además del contenido escolar, busco que estén más cerca, romper la barrera virtual”.

“La mayoría de mis alumnos tienen computadora e Internet, pero los que no tienen pudimos lograr que las autoridades les acercaran las tareas. En esos casos, se pueden comunicar de todas formas por WhtasApp y así logramos tener contacto y vínculo con la familia”, agregó.

Cecilia Muñoz da clases en una zona humilde de Bandera, a 270 kilómetros de la capital de Santiago del Estero. La mayoría de los chicos allí no tienen computadora ni Internet, pero ella diseñó estrategias para no perder el contacto con ellos.

Cuenta que lo primero que hizo fue preparar las actividades a mano, o en fotocopias de libros, y las dejaba en el colegio, para que padres y madres fueran a buscarlas. A los que tienen WhatsApp le enviaba el material por celular. Después al documento le agregó un link con videos de YouTube, “para que los chicos tengan algo audiovisual”, y más adelante otro link que dirige a actividades interactivas que hay en la Web, con las respuestas que ya salen en forma automática. Lo último que hizo fue grabarse a sí misma dando clases.

Clara Samman da clases en la primaria de la escuela ORT, en Almagro. “Hemos encontrado diversos canales para estar cerca. Además de las clases digitales, sumamos encuentros virtuales con grupos reducidos de alumnos para enriquecer las propuestas. También transmisiones en vivo, llamados telefónicos personalizados y enlaces a los proyectos trabajados a través de la propia plataforma de ORT”, cuenta.

¿Cómo respondieron los chicos y las familias? «Algunos pidieron un poquito de ayuda para hablar frente al resto del grupo en los encuentros virtuales, por ejemplo. Las familias reconocen el trabajo, acompañan a sus hijos y piden ayuda o consulta dudas que genera este nuevo formato», dice.

Eugenia Racedo es directora del colegio Norbridge, también de Capital. “Nos pusimos a trabajar de manera virtual con todos nuestros alumnos a través de la plataforma Moodle, que permite la educación a distancia y de las clases interactivas a partir de las aplicaciones Zoom y Meet. Los docentes han preparado videos explicando temas de la currícula como si estuvieran frente a la clase, abrieron foros con instancia de consultas, y habilitaron también la posibilidad de tener mensajes privados con los alumnos», cuenta.

Y agrega que «la respuesta de alumnos y familias fue buena. A un porcentaje mínimo de alumnos les cuesta seguir. Nos comunicamos con las familias, y vimos que en algunos casos se trataba de médicos que están trabajando todo el día, y en otros porque hay una computadora en la casa y los padres están haciendo home office”.

Informe: Camila Magnano

Fuente de la Información: https://www.clarin.com/sociedad/coronavirus-argentina-fuertes-contrastes-educacion-distancia-escuela-va-chico_0_fhg56NNd1.html

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ESPECIAL: Arte y cultura de Argentina se reinventan en el mundo virtual durante cuarentena por COVID-19

América del Sur/Argentina/19-04-2020/Autor y Fuente: spanish.xinhuanet.com

Carmela, de 20 años de edad, navega en el sitio web del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), que inauguró el pasado 6 de abril su nueva programación, bajo la consigna «Museo Moderno en Casa», en la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, el 14 de abril de 2020. Los principales centros artísticos y culturales de Argentina han decidido reinventarse con entretenidas e innovadoras propuestas en el mundo virtual, ante la ausencia obligada de público presencial debido a la cuarentena que rige por la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19). (Xinhua/Martín Zabala)

Los principales centros artísticos y culturales de Argentina han decidido reinventarse con entretenidas e innovadoras propuestas en el mundo virtual, ante la ausencia obligada de público presencial debido a la cuarentena que rige por la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19).

Una de ellas corresponde al prestigioso Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), que inauguró el 6 de abril pasado nueva programación, bajo la consigna «Museo Moderno en Casa».

«Ante la pandemia, el cierre de puertas es circunstancial, no afecta a nuestra esencia ni a nuestras actividades fundamentales: la investigación, la producción artística y de libros, y, fundamentalmente, el apoyo a los artistas e intelectuales afectados por la situación actual», dijo a Xinhua la directora del MAMBA, Victoria Noorthoorn.

La entidad «trabaja en todos sus frentes y además se adapta y produce, a la velocidad de la luz, el Programa Virtual, a través del cual ofrece nuevos contenidos artísticos y educativos junto a los artistas, conformando al Museo como un gran espacio de reflexión para y con la sociedad sobre el momento presente», explicó Noorthoorn.

Entre otras iniciativas, el Museo destaca cada semana una obra de un artista argentino para invitar a la reflexión sobre el momento presente, a partir de un trabajo combinado entre las áreas de Curaduría, Educación, Publicaciones y Comunicación.

Noorthoorn remarcó que el rol del MAMBA se mantiene durante la cuarentena, pues su actividad «no se agota en la apertura de sus salas y sus exposiciones, que son, sin dudarlo, su vitrina y puerta de entrada».

La directora de la entidad señaló que «la única preocupación radica, en nuestro caso y en tanto museo público, en el posicionamiento de las políticas públicas. Esperamos que ante la crisis, el Gobierno de la ciudad siga acompañando al Museo y junto a él, a las comunidades artísticas, intelectuales, educativas y sociales que nos conforman y a las cuales servimos».

Por su lado, la tradicional feria cultural arteBA, la más importante del sector en el país sudamericano, inauguró el miércoles pasado una edición especial en línea, luego de tener que cancelar por la pandemia la edición 29°, que iba a tener lugar este mes en Buenos Aires.

«Estamos utilizando todas las herramientas tecnológicas para difundir el arte argentino y latinoamericano, y para apoyar a las galerías que siempre participan de arteBA, y a sus artistas», dijo la gerente general de arteBA, Julia Converti.

La feria habilitó hasta el 30 de abril una propuesta alternativa, con obras de artistas como Julio Le Parc, Xul Solar, León Ferrari, Guillermo Kuitca y Marta Minujín, que se pueden apreciar de manera gratuita.

El sitio en internet que alberga la edición especial ofrece la posibilidad de que los compradores de arte y coleccionistas contacten directamente con las galerías participantes: «Seguimos conectados», enfatizó Converti.

El Centro Cultural Kirchner (CCK), en tanto, subió todos sus registros audiovisuales a internet y sumó contenidos originales realizados por poetas, artistas visuales, músicos y escritores desde sus hogares para las plataformas sociales.

«El Centro Cultural asumió un rol activo en política cultural al generar material propio, con textos, videos, obras visuales, performances y recitales, gracias al trabajo de los artistas desde sus casas. Con acceso libre y gratuito, todos podemos acceder a una serie de producciones culturales en las redes sociales», dijeron voceros del CCK a Xinhua.

En materia de música, esa entidad convocó a figuras de diferentes géneros para grabar conciertos de media hora desde sus casas, y cada día publica una nueva presentación.

«Se puede acceder también a conciertos realizados en las salas del CCK, entre ellos a los ciclos Tango Argentino, Jazz Nacional e Internacional, y homenajes a artistas fundamentales del país, como Mercedes Sosa y Astor Piazzolla», destacaron los voceros.

ARGENTINA-BUENOS AIRES-COVID-19-MUSEOS

BUENOS AIRES, 14 abril, 2020 (Xinhua) — Carmela, de 20 años de edad, navega en el sitio web del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), que inauguró el pasado 6 de abril su nueva programación, bajo la consigna «Museo Moderno en Casa», en la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, el 14 de abril de 2020. Los principales centros artísticos y culturales de Argentina han decidido reinventarse con entretenidas e innovadoras propuestas en el mundo virtual, ante la ausencia obligada de público presencial debido a la cuarentena que rige por la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19). (Xinhua/Martín Zabala)

ARGENTINA-BUENOS AIRES-COVID-19-MUSEOS

BUENOS AIRES, 14 abril, 2020 (Xinhua) — Carmela, de 20 años de edad, navega en el sitio web del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), que inauguró el pasado 6 de abril su nueva programación, bajo la consigna «Museo Moderno en Casa», en la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, el 14 de abril de 2020. Los principales centros artísticos y culturales de Argentina han decidido reinventarse con entretenidas e innovadoras propuestas en el mundo virtual, ante la ausencia obligada de público presencial debido a la cuarentena que rige por la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19). (Xinhua/Martín Zabala)

Fuente e Imagen: http://spanish.xinhuanet.com/2020-04/15/c_138977072.htm

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Argentina: La pandemia nos enfrenta al desafío de resguardar la inclusión, la equidad y la calidad de nuestro sistema universitario. FEDUN

Redacción: FEDUN

Antes que nada, desde la FEDUN destacamos las medidas tomadas por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, frente a la pandemia de Covid-19, mediante las que priorizan el cuidado de la vida y la salud de los argentinos y luego se ocupan de la economía, la educación y otro ámbitos de la vida social de la nación. Hoy, para cuidarnos entre todos, lo más efectivo es que nos quedemos en casa y respetemos las medidas impuestas por las autoridades de la Salud para la cuarentena. Una vez que la amenaza  a la vida pase, será el momento de la reconstrucción.

El sistema universitario argentino tiene la gran virtud de ser masivo y, a la vez, reconocido mundialmente por su calidad. Los indicadores muestran que año tras año acceden a nuestras casas de estudios gran cantidad de estudiantes de diversos grupos etarios, sobre todo jóvenes, y las cifras siguen en un franco ascenso que debemos mantener, para que cada vez sean más los que puedan estudiar y capacitarse en el nivel universitario. Más graduados universitarios significa más profesionales capacitados para el mundo laboral, más ciencia y técnica, y más desarrollo para la Argentina toda.

Otra aspecto que caracteriza a nuestro sistema es el fuerte apoyo orientado a la inclusión que brinda a través de medidas concretas. La más significativa es sin dudas la gratuidad de la universidad pública argentina, libre de aranceles, a la que le sigue el sistema de becas que ayudan a solventar los gastos que implican las cursadas, para que las personas de sectores sociales de menores recursos puedan acceder a la educación superior. Históricamente, desde desde los gobiernos populares se luchó por la inclusión.

Lamentablemente, la crisis generada por la pandemia hizo que se debieran suspender las clases presenciales en todo el país. A raíz de ello, se buscó sostener el ciclo lectivo mediante la implementación de estrategias de virtualización de las cursadas. Hoy la realidad nos muestra que, por diversos motivos, esto se cumple de manera parcial.

Si bien la virtualización fue pensada en el marco de un plan de contingencia para continuar con los calendarios académicos y ofrecer contención y acompañamiento a los estudiantes, creemos que de ninguna manera sustituye -ni podrá hacerlo- la interacción persona a persona del docente con el grupo en la dinámica de las aulas que implica la cursada presencial.

El pasaje de la presencialidad a la virtualidad en tan poco tiempo, sin la infraestructura y los recursos necesarios, tanto a nivel académico e informático como en cuanto a la capacitación técnica y pedagógica adecuada en el cuerpo docente, generó y sigue generando innumerables problemas. Todo esto más allá del enorme e invaluable esfuerzo que estamos haciendo los docentes para sobrellevar la situación lo mejor posible.

Pero el gran problema, quizá el principal, se impone al estudiantado. Encontramos que, en muchísimos casos, el nuevo escenario genera severas desigualdades entre los estudiantes, ya que no todos cuentan con las mismas posibilidades de acceder a las clases virtuales, y de realizar de los trabajos solicitados por no contar la tecnología ni la conectividad adecuadas.

El porcentaje de accesibilidad de los estudiantes a las clases virtuales varía drásticamente según el estrato socioeconómico del que provengan – o sea, que cuenten o no los medios económicos para costear la tecnología y la conectividad necesarias- y el momento de la carrera en que se encuentren. Así, vemos que mientras en los últimos años el número de los que puede acceder a la modalidad virtual es alto, ocurre lo opuesto en los grandes grupos de los ingresos y de los niveles iniciales de las carreras de grado. Y la situación de desigualdad se acentúa en las poblaciones estudiantiles de bajos recursos. Por supuesto que, como defensores de la universidad pública, gratuita, inclusiva y de calidad, se nos hace muy difícil soslayar esta inequidad.

En momentos en que la sociedad toda está haciendo un enorme esfuerzo para enfrentar la pandemia y morigerar su impacto negativo, muchos trabajadores continúan en sus puestos para que los servicios básicos y algunos rubros esenciales sigan funcionando. De entre ellos, queremos destacar el rol de los trabajadores de la salud, en especial a los que también son nuestros colegas docentes, porque les toca poner el cuerpo en los lugares de mayor peligro.

Como docentes universitarios somos conscientes de que desde nuestro rol debemos hacer el mayor esfuerzo en aportar alternativas y soluciones en esta difícil coyuntura. Por eso, debemos darnos el lugar para debatir sobre qué conviene que hagamos hoy para mejorar nuestro aporte a la sociedad.

Pero debe quedar claro que lo dicho hasta aquí no implica que debamos permitir que sean vulnerados nuestros derechos como trabajadores. La virtualización no debe alterar la carga horaria establecida en las normativas laborales, así como tampoco interponerse con las otras ocupaciones que la mayoría de la planta docente tiene, por tratarse de dedicaciones simples o semiexclusivas.

En este sentido, un dato no menor a tener cuenta es que una parte importante de la comunidad docente universitaria se cuenta hoy entre la población de riesgo antes el Covid-19, y que seguramente seguirá en situación de aislamiento luego de la eventual flexibilización de la cuarentena. Además, hay que respetar las licencias dispuestas por el gobierno nacional para todos los trabajadores que tengan a su cargo el cuidado de hijos en edad escolar, personas con discapacidades y ancianos. Todo esto no deberá implicar una sobrecarga en el trabajo del resto de los docentes.

Desde la FEDUN entendemos que cuando la pandemia permita regularizar la situación y volver a las clases presenciales uno de los primeros desafíos que tendremos los sindicatos docentes, junto a las autoridades gubernamentales y universitarias, será recuperar a todos los estudiantes que no pudieron acceder a la virtualidad. El desafío será mantener intacta nuestra población de estudiantes, y seguir garantizando un sistema universitario público gratuito, inclusivo y de calidad.

Fuente: https://fedun.com.ar/la-pandemia-nos-enfrenta-al-desafio-de-resguardar-la-inclusion-la-equidad-y-la-calidad-de-nuestro-sistema-universitario/

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Argentina extiende la cuarentena obligatoria

América del Sur/Argentina/Diaria.uy

Alberto Fernández dijo que sin esas medidas, los casos de covid-19 serían más de 45.000

El presidente argentino, Alberto Fernández, anunció en conferencia de prensa que “en las grandes ciudades” de su país va a continuar “la cuarentena en los mismos términos que hasta hoy” hasta el 26 de abril. Sólo se permitirán algunas nuevas actividades, como las de talleres mecánicos y gomerías, que son necesarios para mantener las ambulancias y otros vehículos utilizados pese a las restricciones.

Argentina entrará en una etapa de “cuarentena administrada”, en la que se evaluará qué áreas del interior pueden ser “liberadas” por sus características y porque no presentan casos. Para atender esas diferentes situaciones, se pedirá a “cada gobernador que traiga una propuesta de liberar una zona” y un “protocolo de cómo administrarlo”, dijo el presidente.

Antes de dar la conferencia, Fernández se reunió en la Quinta de Olivos con ministros, otros funcionarios y médicos que integran el Comité de Expertos que lo asesora acerca de la pandemia, que incluye a la embajadora de la Organización Mundial de la Salud, Mirta Roses, informó La Nación.

Fernández presentó una serie de gráficas y señaló que, según las proyecciones que se hacían al comienzo de la epidemia en Argentina, para el 10 de abril los casos de covid-19 serían unos 45.000, y que gracias a las medidas de aislamiento social obligatorio los contagios se mantenían ayer en 2.000. Según esas proyecciones, además, “tendríamos ocupadas 85% de las camas de terapia intensiva, contra poco más del 1% que tenemos ocupadas ahora”, dijo.

“Si seguimos con esta cuarentena lograremos que la curva de contagios sea más lenta aún. En la medida que ganamos tiempo, conseguimos aumentar nuestra capacidad de atender a los que se enfermen”, dijo Fernández. “Les cuento todo esto para que sepamos que lo que estamos haciendo tiene sentido. Ganamos muchas vidas humanas. Es un logro de todos los argentinos y argentinas. Tanto esfuerzo no es en vano”, dijo, después de comparar la situación de su país con las de Chile y Brasil, y algunos de los países más afectados por la epidemia: España, Italia y Estados Unidos.

“Nadie sabe cuándo va a terminar este martirio”, dijo Fernández, y agregó: “La única posibilidad que tenemos es hacer lo que estamos haciendo”.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2020/4/argentina-extiende-la-cuarentena-obligatoria/

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La ofensiva sensible: una lectura somática de la coyuntura

Por: Amador Fernández Savater

Sobre La ofensiva sensible, Diego Sztulwark (Caja Negra, 2019)

Según su maestro Ignacio Lewkowicz, Diego Sztulwark practica un “modo piojoso” de leer y escribir. ¿En qué consiste? Es una manera de decir lo que uno quiere decir a través de las palabras y el pensamiento de otro. Un contrabando de las intuiciones más propias bajo capa de citas académicas o eruditas convenientemente deformadas. Es el “método” con el que ha sido escrito La ofensiva sensible. El resultado es muy rico, porque regala al lector una gran cantidad de referencias potentes -la “plebe” de Lefort/Maquiavelo, la “forma de vida” de Pierre Hadot, los “saberes del cuerpo” de León Rozitchner, etc.- y a la vez hace pasar sin estridencias un pensamiento original que las retuerce productivamente en el sentido deseado.

Aún así, por alguna razón que no desvela, Diego considera que este “método” es “seguramente insatisfactorio” para dar cuenta “de la exigencia que todo acontecimiento singular impone”. A la espera de una nueva tentativa creadora en el orden del pensamiento y la escritura, vamos a reseñar este libro de un modo “piojoso” también, pero al revés. Si Diego hace pasar sus intuiciones a través de las ideas de otros, nosotros haremos pasar las ideas de Diego a través de algunas palabras e imágenes propias. Un ejercicio de parafraseo. Pero el objetivo es siempre el mismo: mantener las ideas en movimiento, traducirlas y reapropiárnoslas sin fetichismo ni veneración, algo que hemos aprendido en muy buena medida del autor.

Batalla somática
Agarramos un hilo posible de lectura piojosa entre otros: la cuestión del cuerpo. El neoliberalismo según Diego Sztulwark no es una cuestión solamente política, económica o ideológica, no tiene que ver exclusivamente con políticas de austeridad, planes de ajuste o fe en el libre mercado, sino también, a la vez, al lado y a través de todo ello, con la producción y reproducción cotidiana de un tipo de cuerpo.

En el corazón de la pelea por conservar o transformar el estado de cosas hay por tanto una dimensión somática fundamental, pero a la que se presta muy poca atención. Hay un límite muy severo en las políticas que no tocan los cuerpos, en las políticas que le dicen a los cuerpos: “no te muevas, no te preocupes, quédate quieto, yo me encargo de dar la pelea por ti”. ¿De qué límite se trata?

Podemos tener a la vez un gobierno anti-neoliberal o pos-neoliberal y una sociedad profundamente neoliberal, cuyos cuerpos y las relaciones que mantienen entre sí y con el mundo están organizados por dispositivos que reproducen un modo de existencia basado en calcular y extraer beneficio de cada encuentro, de cada vínculo, de cada situación, de cada gesto.

El neoliberalismo -noción que el autor considera “insatisfactoria” y sólo útil provisionalmente- no sólo “desciende” del mando político, sino que también “asciende” desde la sociedad al poder a través de los modos de vida. La victoria electoral y el gobierno de Macri -y de otros gobiernos similares- puede entenderse de ese modo como un concentrado, un reflejo, un holograma del triunfo de los modos de vida neoliberales, del cuerpo neoliberal.

El cuerpo flexible
A partir de la lectura del libro propongo tres imágenes para contribuir a dar visibilidad e importancia a esa dimensión somática de la transformación social: el cuerpo flexible, el cuerpo agrietado y el cuerpo vagabundo. Son cuerpos en disputa entre las fuerzas en presencia en la coyuntura actual. En medio estarían los agujeros.

El cuerpo flexible es el cuerpo neoliberal, el cuerpo que estamos presionados a darnos a nosotros mismos en tanto que empresarios de sí, gestores de un capital humano que debemos valorizar constantemente, yoes-marca. Es un cuerpo ideal e idealizado de omnipotencia (“sí se puede”), independencia (“yo puedo solo”) y disponibilidad total (“siempre puedo”). Según Diego Sztulwark, esa flexibilidad es en realidad pura docilidad a los dispositivos neoliberales de valorización del mercado. Nada que ver con una plasticidad interesante, una porosidad deseable, una apertura al lado salvaje y desconocido de la vida.

Tres apuntes sobre ese cuerpo neoliberal. En primer lugar, se reproduce a través de todo tipo de dispositivos que funcionan más allá o más acá de la esfera estatal: viajando en Uber, comunicando en Facebook, comprando en el súper, ligando en Tinder, etc. En segundo lugar, se consume más que inventarse. El neoliberalismo propone “modos de vida” ya hechos, listos para “bajarse”, si uno tiene para pagarlos, claro. Cada problema existencial tiene su solución, su receta, su app. Hay una diferencia fundamental entre “modo de vida” (que se consume) y “forma de vida” (que se crea). En tercer lugar, el neoliberalismo es un poder de homologación, de estandarización, de abstracción, nunca de singularización. La única singularización admitida es la “libre elección” de tal o cual perfil en Facebook o en Tinder, de tal o cual producto en el supermercado. Es un error fatal entregarle la palabra “singularidad” al neoliberalismo, que sólo conoce el esfuerzo por distinguirse de las mercancías idénticas.

Por último, el cuerpo flexible neoliberal -que somos cada uno de nosotros- es tan frágil como el cristal. A diferencia de muchos libros de pensamiento crítico, Diego no se regodea en describirnos cómo el neoliberalismo nos tiene atrapados y más atrapados aún cuanto más creemos rechazarlo. No cae en la fascinación del “crimen perfecto” que impregna hoy en día tantas denuncias sofisticadas. Este es un libro estratégico, escrito desde el punto de vista de las resistencias. Porque la crítica no pasa tanto por lo que se dice, como por desde donde se mira.

Los agujeros
Describir el neoliberalismo desde el punto de vista de las resistencias pasa por verlo enteramente agujereado. El tejido biopolítico neoliberal -que se presenta como total, pleno, acabado- está en realidad agujereado por todas partes. Tenemos el cuerpo, como dicen los compañeros de Córdoba, hecho un colador.

Una crisis de sentido es un agujero.

Una catástrofe social o ambiental es un agujero.

Una revuelta es un agujero.

Tal vez la afirmación más fuerte de este libro sea la siguiente: sólo es posible ver, pensar y transformar algo a partir de los agujeros. Los “síntomas”, en el lenguaje del autor.

Un enunciado difícil de acoger porque esos agujeros son nuestras heridas. Sólo podemos ver, pensar o transformar algo a partir de heridas íntimas y colectivas, pero eso supone mantenerlas abiertas y duele.

El cuerpo flexible neoliberal, que aspira a la omnipotencia, la independencia y la disponibilidad, es en el fondo frágil como el cristal. Con seguridad más frágil que otros formas de subjetivación dominantes en el pasado. El yo neoliberal se presenta como un conquistador, pero está siempre al borde de la depresión, a punto de venirse abajo, a un par de crisis de convertirse en un payaso como el Jóker.

¿Qué vamos a hacer con nuestro cuerpo agujereado? Esta pregunta es una encrucijada crucial en el libro. ¿Vamos a darnos desde ahí un cuerpo nuevo o vamos a dejarnos ganar por el miedo, a tratar de recobrar la normalidad, a cerrar como podamos los agujeros?

La época, y cada uno de nosotros, recorre esa cuerda floja.

El cuerpo agrietado
Empecemos por la segunda opción: el cuerpo agrietado(1). El cuerpo agrietado es un cuerpo agujereado pero que se ha quedado sin recursos -fuerzas propias, redes, alianzas- para darse un cuerpo nuevo, para efectuar transformaciones. Puede ser un cuerpo individual o colectivo, un sujeto o una sociedad, no hay diferencia.

Este cuerpo ya no es el cuerpo flexible neoliberal -triunfador, energético, optimista-, pero no inventa tampoco forma de vida. Está paralizado, muerto de miedo.

Es un cuerpo (que se percibe) de cristal, a punto de estallar en mil pedazos al más mínimo contacto. Huye como de la peste de cualquier encuentro que le ponga a prueba, de cualquier encuentro con algo que no entiende ni domina. Sólo quiere repetir las escenas conocidas, donde sabe desenvolverse, donde sus grietas no se ven desde el exterior.

Se defiende de los agujeros al menos de tres maneras:

-recurriendo a todo tipo de prótesis. La prótesis es la manera de aparentar normalidad cuando ya no existe, cuando todo vacila o se derrumba. Es un dispositivo de orden en el desorden, de equilibrio en el desequilibrio, de control en el caos. Diego enumera: “Tinelli, porno, timba, series, evangelismo, fútbol”. Podríamos añadir: terapias, pastillas, mindfulness… En realidad cualquier cosa puede ser una prótesis, también la militancia política, porque no la configura como tal su consistencia objetiva, sino agarrarnos a ella como un estabilizador, un reparador de sentido, una máscara sin juego.

-la retirada o la ausencia, todas las formas de “desaparición de sí” que describe el libro del mismo nombre de David Le Breton, es decir, todos los modos de desaparecer del mundo y desertar de los afectos, todas las formas de anestesia e insensibilización. Es el Jóker cuando después de sufrir varios tropiezos un día cualquiera, llega por fin a casa, saca cuidadosamente todos los productos del congelador y se mete dentro.

-la victimización, la búsqueda de un culpable de lo que me pasa, la idea de que puedo cerrar el agujero de la crisis localizando y neutralizando a un enemigo, a un chivo expiatorio cuyo sacrificio nos devolverá a la normalidad: mujeres demasiado empoderadas, migrantes, jóvenes de las periferias, etc. Hay que pensar por ahí la capacidad inédita de la derecha actual para provocar daño con sus políticas de depredación y a la vez canalizar el malestar -incluso la protesta- contra ese daño.

El cuerpo agrietado gira hoy a derecha por todas partes, pero no se trata de interpelarlo desde la izquierda, de prometer desde la izquierda una protección real que la derecha sólo fingiría dar, como piensa el populismo de izquierda, sino de salir de él, de salir de nuestra condición victimizada y espectadora, siempre a la espera de algo o alguien que -sin tocar nuestro cuerpo, mediante la delegación y la representación- nos salve de los peligros que nos acechan.

El cuerpo vagabundo
La activista brasileña Alana Moraes llama la atención (2) sobre lo siguiente: Bolsonaro ganó las elecciones de 2018 con un campaña dirigida contra los vagabundos. Los vagabundos son en primer lugar los sin techo, sobre los que sectores de la policía quieren tener derecho de disparar impunemente, pero no sólo. Vagabundos son también los indígenas, los negros, las mujeres que se mueven de su lugar, los profesores que enseñan “lo que no deben”… Es decir, cualquiera que no encaje o cuestione la norma de productividad total.

Es vagabundo todo lo que se cuela, todo lo que se escapa, todo lo que se escurre por los agujeros. Todas las formas de vida heterogéneas en algún punto a la norma de productividad total. Todos los otros modos de relacionarse consigo mismo (no como empresario de sí), con los demás (no como obstáculos o competidores) y con el mundo (no como territorio de depredación). Lo vagabundo no evita los agujeros, sino que los atraviesa y pasa, seguramente no a otra dimensión, pero sí a otro plano de percepción.

El vagabundo deserta. El desertor fue la figura subversiva por excelencia de la sociedad disciplinaria: lo que se fugaba del molde principal de todas las disciplinas, el ejército. Lo que se escapaba de la “movilización total” de la sociedad por la guerra. Fueron desertores los judíos, los homosexuales, los gitanos… Pero cuando el capital asume su forma neoliberal, la vida es de nuevo movilizada. Ahora por la guerra económica. Cada aspecto y cada momento de la existencia es susceptible de generar valor, ese es el capitalismo depredador contemporáneo. Lo vagabundo que Bolsonaro quiere eliminar es lo que deserta de la productividad total, de la guerra y el fascismo posmoderno.

Podemos aprender mucho de esos cuerpos vagabundos si nos ponemos a la escucha: es una invitación apremiante de este libro. Aprender y contagiarnos de esas “subjetividades de la crisis” o “subjetividades plebeyas” que saben hacer sin garantías, hacer con poco, habitar la incertidumbre. El fascismo neoliberal -el fascismo como prótesis del cuerpo agrietado- no quiere eliminar los cuerpos vagabundos porque sí, porque sean débiles, como a veces se dice de las mujeres, de los migrantes o de los pobres. Todo lo contrario: los quiere eliminar porque son fuertes en su vulnerabilidad asumida, porque pelean e inventan formas de vida en medio de arenas movedizas.

Jack Kerouac, que vagabundeó mucho él mismo, tiene páginas hermosas sobre los vagabundos norteamericanos: sin idealizarlos, nunca los mira simplemente como figuras desgraciadas de la carencia y falta. Hay un “orgullo” del vagabundo, dice Kerouac, hay un deseo y una pulsión por el vagabundeo. Es el orgullo de una forma de vida soberana, en el sentido de que no recibe su valor de otra parte, sino que crea valor desde sí misma y sobre la marcha, on the road.

Ese es el orgullo que los pone en el punto de vista de los fascismos que emergen hoy. Precisamente quien no se deja sacrificar, quien no quiere sacrificar su vida en el altar de la patria-empresa, se vuelve sacrificable por otros. Es el “parásito”, el “enemigo”, cuya eliminación traerá supuestamente de nuevo la prosperidad y la normalidad.

Vagabundo es una falla en la identificación completa entre vida y capital que pretende el neoliberalismo. Es cualquiera de nosotros cuando elabora una crisis de sentido en términos de una transformación de las formas de vida.

Resensibilizar el cuerpo agrietado
Una esperanza para nuestro cuerpo agrietado: los movimientos.

Es muy pobre entender los movimientos simplemente desde la sociología política, como “movimientos sociales” o incluso como “contrapoderes”. Si el corazón de la disputa política es nuestro cuerpo, ¿qué efectos tienen sobre ellos los movimientos? Efectos de resensibilización nos dice este libro, en la estela de Franco Berardi (Bifo) o de Rita Segato. ¿Qué quiere decir esto?

Un movimiento es lo que nos permite sanar nuestro cuerpo agrietado sin recurrir a prótesis estabilizadoras, sin anestesiarnos o borrarnos del mapa, sin entregarnos a la rabia reactiva que busca culpables de nuestro malestar. Sanar aquí es justamente lo contrario de reparar, de negar y parchear los agujeros. Es ganar en plasticidad. Es saber hacer con el no saber. Es hacer de la crisis una palanca para la transformación íntima y social.

Allí donde hay miedo, resentimiento o rabia reactiva, un movimiento puede injertar en el cuerpo individual y colectivo un gusto, un deseo, una apertura y una disponibilidad al encuentro, al movimiento, al pensamiento, a la creación. Allí donde el otro se nos presenta como aquello que amenaza nuestro cuerpo frágil y agrietado, un movimiento puede traer empatía, solidaridad, confianza en que la única salvación posible pasa justamente por el contacto, por entrar en contacto.

Leo este libro desde Europa que ahora mismo me aparece como un gran cuerpo agrietado. Que rechaza por ejemplo a los migrantes que podrían ser -y de hecho son ya, a muchos niveles- un factor de rejuvenecimiento, de enriquecimiento y de revitalización del cuerpo agrietado.

A izquierda y derecha, todos los discursos políticos interpelan al cuerpo-víctima, al cuerpo sufriente, al cuerpo agrietado que pide protección y seguridad. Con diferentes significados, todos los discursos políticos ofrecen prótesis y señalan a algún chivo expiatorio culpable de nuestros agujeros (los migrantes, la élite política, los dos). La derecha es muy eficaz en este discurso, cierta izquierda babea de envidia y coquetea incluso con el racismo y la xenofobia para parecerse a ella.

Los movimientos abren otros caminos, por fuera de esas alternativas infernales. Afirman y despliegan potencias que no son sólo de protección vertical y de tutela, sino de bifurcación cultural, existencial. No simplemente contener con parches la crisis civilizatoria, sino hacer palanca en ella para girarla hacia una mutación civilizatoria. No sólo volver a la normalidad, sino crear nuevas formas de vida. No sólo tapar los agujeros sino mirar, pensar y crear a partir de ellos. Ensanchar las grietas.

En estos movimientos encontramos alianzas entre cuerpos agrietados -que se desagrietan por el camino, pasando de víctimas a afectados- y cuerpos vagabundos a la búsqueda de otras formas de vida. Es mi percepción de los chalecos amarillos franceses por ejemplo. Pero no esperemos ninguna pureza o coherencia en estos movimientos, porque la materia con la que trabajan es el malestar y la energía que elaboran sale de sus heridas, no de la ideología, la conciencia, un programa o un modelo alternativo de de sociedad. ¿Cuanta impureza podemos sostener?

Son movimientos vagabundos ellos mismos porque no saben adónde van, adónde vamos, a diferencia seguramente de otros tiempos cuando existía, fuese contestado o no, una alternativa social como la ofrecida por la URSS. Politizaciones impuras en los que se trata principalmente de estar, implicado, en contacto, a la escucha, aprendiendo, transformándose. Y a cuya lenta construcción de otro vocabulario, de otras formas de acción y de otras imágenes de cambio quiere contribuir este pequeño gran libro de Diego Sztulwark.

Intervención en la presentación de La ofensiva sensible en la librería La casa del árbol de Buenos Aires el jueves 5 de diciembre junto con Diego Genoud, Lila Feldman y Diego Sztulwark.

(1) Sobre esta figura del cuerpo agrietado, puede leerse algo más en Introducción a la guerra civil de Tiqqun.

(2) Por ejemplo aquí: http://www.ihu.unisinos.br/159-noticias/entrevistas/583308-a-polarizacao-politica-as-paixoes-da-sociedade-e-a-disputa-pelos-rumos-do-neoliberalismo-entrevista-especial-com-alana-moraes

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/una-lectura-somatica-amador-fernandezsavater/

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Vídeo: Nuevas formas de aprender y enseñar a partir de la pandemia por Melina Furman

Por: TEDxRiodelaPlata.

 

Cuando el aislamiento para prevenir el contagio del coronavirus cierra las escuelas, aparecen distintas variantes para llevar la educación adentro de las casas. Qué podemos aprender para después de la cuarentena, a partir de cómo se enseña en este ámbito educativo distinto. Meli es bióloga (UBA) y doctora en Educación de Columbia University (EEUU). Es Profesora de la Universidad de San Andrés e investigadora del CONICET en el área de Educación. Investiga sobre cómo potenciar la curiosidad y el pensamiento crítico, desde el jardín de infantes hasta que somos adultos. Coordina y asesora programas de innovación educativa y formación docente en toda América Latina. Es cofundadora de Expedición Ciencia y de El Mundo de las Ideas. Escribió y condujo el programa infantil “La casa de la ciencia” (Paka Paka). Su último libro es «Guía para criar hijos curiosos» (Siglo XXI).

Fuente de la reseña: https://www.youtube.com/watch?v=Tgr0mfEYhUs

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La educación en los márgenes

Por: Juan Pablo Russo.

La vida escolar (La vie scolaire, 2019), segunda película del binomio compuesto por Mehdi Idir y Grand Corps Malade (Patiens, 2017), que durante su estreno en el país galo superó el medio millón de espectadores en sus primeros días en cartel, y cuyo eje gira sobre las falencias en la educación pública francesa, puede verse en Netflix.

La vida escolar se ambienta en la escuela de un suburbio parisino. Al comienzo del año escolar llega al centro de estudios Salma, una joven treintañera y pedagoga, con firmes convicciones, como máxima responsable de la disciplina del centro. Se encontrará con muchos problemas y vivirá de cerca la realidad social que pesa sobre la escuela y el barrio, pero también con la increíble vitalidad y humor de los estudiantes y los demás profesores. El otro protagonista es Yanis Bensaadi, un estudiante, al que Salma intentar ayudar. Yanis se parece físicamente al futbolista francés campeón del mundo, Kylian Mbappé. Sobre ambos gira una historia que deambula entra la vida del barrio y lo que sucede en el colegio.

Mehdi Idir y Grand Corps Malade combinan la comedia y el drama para mostrar la violencia y el día a día en la periferia de la capital francesa y, cómo esta, se refleja en la actitud de los más jóvenes. Entre las actuaciones, muchas de ellas construidas en base de clisés y estereotipos, se destacan las de ambos protagonistas, tanto Zita Hanrot (Salma) como Liam Pierron (Yanis). Mención aparte merece el profesor de matemáticas, de origen árabe, que sigue manteniendo su vocación docente, a pesar de todas las dificultades a las que se enfrenta. Las situaciones tragicómicas, que pueden resultar inverosímiles, se inspiran en recuerdos propios de los realizadores sobre las escuelas que frecuentaron en Saint Denis.

Si el cine de ficción francés hace tiempo se interesó, desde ángulos diversos, por la realidad social y la violencia que a menudo sacude la vida en esas periferias urbanas, La vida escolar aporta a este género de comedias dramáticas sobre “la banlieue”, una mirada lúcida y elocuente sobre el estado actual de la educación pública en los márgenes sociales.

Fuente de la reseña: http://www.escribiendocine.com/critica/0005243-la-educacion-en-los-margenes/

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