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El fin imposible de la educación popular

Buenos Aires, Argentina / Mayo 2016 /Autor: Adriana Puiggrós ./ Fuente: www.pagina12.com.ar

Quienes determinan las reglas del mercado pretenden ordenar hasta el ritmo cardíaco de las personas, apropiarse de los cuerpos, las percepciones, los sentimientos y las voluntades. Pero no nos ahoguemos en una supuesta imposibilidad de oposición a un Dios mercado que invade todo, ni afirmemos que el poder el pulpo mediático sin identidad dominó infinita e indefectiblemente la producción de subjetividades. Son personas de carne y hueso los sujetos del capitalismo salvaje, los opresores y los oprimidos, por lo cual es saludable recordar “la abigarrada variedad del mundo humano”, como escribió Freud, y valorar la inevitabilidad de la política. El horizonte es brumoso hoy en la Argentina, pero entre quienes nos gobiernan podemos distinguir sentimientos que son más antiguos que el neoliberalismo, los mismos del amo hacia el esclavo, el señor hacia su siervo, del patrón de estancia para con el peón, del rey de la manada hacia los otros géneros. Los sentimientos de la antigua oligarquía argentina han encajado perfectamente en el programa pedagógico del posmoderno mercado, que no se entiende si se lo enfoca solamente como efecto de la ortodoxia económica. Los empresarios de las corporaciones que nos gobiernan son reactivos al sentido social del gasto educativo y lo ingresan en sus contabilidades como un bien transable más, empero, los números no alcanzan para explicar la pasión contra la educación pública que comparten los CEO con los clásicos detractores del derecho universal a la educación. Una de las frases más célebres de estos meses, “la grasa sobrante”, incluye las justificaciones de un sistema educativo restringido, capaz de excretar a quienes pretenden lograr movilidad social trepando por el sistema escolar. En el correspondiente discurso opera fuertemente la categoría “desertor”, que facilita inculpar a la víctima de un orden educativo que sólo acredita ciclos extensos, que registra únicamente las respuestas previstas por protocolos destinados a formar al “meritócrata” que, como dice la publicidad de Chevrolet, “pertenece a una minoría que no para de avanzar y que nunca fue reconocida hasta ahora”, que desconoce los saberes adquiridos en diversas circunstancias de la vida, que reprueba la diferencia y reafirma la desigualdad. Si por un instante imagináramos un sistema basado en la acreditación en lugar de la desacreditación, los “fracasados”, “desertores”, en algún tramo del recorrido oficial deberían ser mencionados por los saberes que adquirieron y no por aquellos que no transitaron. Ello molestaría a los cultores de las evaluaciones discriminatorias, de la imposición de aranceles en los colegios y universidades, de la reducción de la planta docente, del rechazo a los programas socio-educativos que superen el asistencialismo. Pondría en evidencia su manera elegante de disimular el simple odio de clase y un viejo temor: ¡cuántas veces en nuestra historia han propuesto el voto calificado para excluir de los derechos políticos a los que antes excluyeron de la escuela!

El gobierno de Macri acaba de dar de baja al Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios –FinES– 2016 a través del Decreto 178/16, especialmente los que se impartían en las universidades nacionales. Dio de baja a quienes están cursando, a miles de jóvenes y adultos que habían optado por una nueva oportunidad en sus vidas. Dio de baja a su inclusión en un lugar distinto en el orden socio cultural, aquel donde reside lo colectivo, porque la oferta neoliberal se dirige al individuo, ese sujeto del enunciado yanqui “soy alguien” que se construye aludiendo a la supuesta incapacidad de los otros. No estamos ante una opción financiera, no es una cuestión de costos, es una postura ideológica. Es también una advertencia para que entendamos que los socios de este gobierno son los empresarios transnacionales de la educación, las corporaciones financieras que se adueñan de los campus informáticos y están introduciendo en la educación pública contenidos escolares y capacitación docente generados por empresas comerciales y ONG estadounidenses.

El apresuramiento del gobierno por dar de baja, achicar o tercerizar programas como el FiNes, Conectar Igualdad, Progresar y las restricciones al presupuesto universitario, demuestran temor a un pueblo aprendiendo fuera de su control. Como saben por experiencia que es imposible lograr que su discurso pedagógico se deposite en las mentes y los cuerpos de los educandos sin ningún error, sin ninguna falta, optan por restringirles el acceso a la educación. Porque, afortunadamente, existen fallas en el proceso de transmisión en todas las culturas y no hay razón –salvo que creamos en el fin de la historia, esa ilusión de omnipotencia de los poderosos– para que la educación neoliberal alcance la perfección. En la antigüedad millones de humanos se constituyeron como sujetos de la esclavitud, pero una vez algunos aprendieron algo distinto y gestaron la alternativa. Va a ser muy difícil impedir que las multitudes populares, que se manifestaron contra el gobierno en las últimas semanas, enseñen y aprendan.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-298484-2016-05-04.HTML

Fuente de la imagen: http://3.bp.blogspot.com/_gncWiw0fBPQ/TCFfiNJTAnI/AAAAAAAAAYs/nL_H5EVvNuA/s1600/educacion_publica_popular.jpg

Autora: Adriana Puiggrós. Doctora en pedagogía (UNAM), profesora de la Universidad de Buenos Aires, parlamentaria argentina. @apuiggros http://www.adrianapuiggros.com.ar/

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Argentina: Macri intenta solucionar la crisis universitaria en Argentina

Argentina/07 de Mayo de 2016/El Ciudadano Argentino

Tras el encuentro con las autoridades de las universidades, el presidente Macri brindó una rueda de prensa en Casa de Gobierno. En ella  les pidió a las casas de estudios a sumarse “en el compromiso de trabajar en una Argentina con pobreza cero” y “unirse al rico debate que se abrió en Argentina”.

En un primer momento Macri no anunció ninguna medida concreta para remediar la crisis presupuestaria y reiteró que en estos meses debió “sincerar” la economía y que el gobierno piensa “acompañar a la universidad en este esfuerzo”.

Luego, ante una consulta periodística, dijo que habrá una “ampliación del presupuesto para funcionamiento” de las universidades en más de 500 millones de pesos y sostuvo que la responsabilidad por la paritaria docente universitaria es del ministro de Educación, Esteban Bullrich, informa el diario Página/12.

Cabe recordar que a los docentes universitarios se les ofreció un 15% de aumento para este año, muy por debajo del índice de inflación proyectado hasta por el propio gobierno de Macri.

Además, en medio de los planteos por los aumentos de luz de hasta un 700%  que afectan a las casas de altos estudios, dijo que quiere que éstas “acompañen” los esfuerzos contra el cambio climático con una “reducción del consumo de energía”.

Por último, cabe recordar que, por ejemplo, el recorte en la UBA se aprobó un presupuesto con 0% de aumento nominal en medio de una inflación interanual de entre 35 y 40%. En ese sentido, los docentes llevaron a cabo un plan de lucha la semana pasada con paros durante los cinco días en reclamo de mejoras salariales y mayor presupuesto.

Fuente: http://www.elciudadano.cl/2016/05/03/282481/macri-intenta-solucionar-la-crisis-universitaria-en-argentina/

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La sala de maestros/as como “lugar practicado”

Gabriel Brener

Si los aeropuertos son no lugares por esa capacidad globalizada y mercantil que intenta neutralizar identidades y geografías, las salas de maestros/as o de profes en las escuelas ofrecen una consistencia identitaria que se nos presenta como verdadero Lugar, cualquier transeúnte ocasional diría, sin titubeos, acá hay docentes. Espacio clave, por eso propongo pensarlo como una parada estratégica, no seguir de largo. Lugar de disputas simbólicas, para pensar (nos) y dar sentido a nuestra profesión, a la escuela, en tiempos en que llueven sinsentidos.

Allí irrumpe la catarsis, los (necesarios) desahogos entre colegas, porque enseñar cuesta vida, y nos duele cuando nos equivocamos, y compartir las pifiadas es el primer paso para ser mejores, es el primer antídoto para combatir ese silencio, y cuando hay una palabra valiosa de un compañero/a, permite mirarnos para adentro, con capacidad autocritica y entonces el intento para mezclar y dar de nuevo. Aunque también juntarse con otros puede ser tentación para blindarme defensivamente en un nosotros como pronombre peligroso, como sostiene Sennett, que cierra la puerta a la reflexión, y temerosos por la conspiración nos tranquiliza alguna justificación. Aunándonos en la confirmación de un nosotros a partir de un ellos amenazante (algunos pibes, colegas, directivos, padres, otros)

Igual que la escuela, que es su contexto, la sala de maestros, ese texto que estamos mirando, está en una encrucijada entre permanencia y cambio. Casi como el vestuario de la cancha, allí nos desnuda el cansancio, la fatiga de ser quienes somos, de no sentirnos parte o todo lo contrario. Más allá de la sensación deportiva de ir perdiendo (en algunos casos por goleada, en otros por poco) el cambio es un interesante desafío para este espacio entre colegas. Hacer hablar a las paredes, militando carteleras, deslizando un texto (que la rompe) en el libro de firmas para que tal compañera, con quien debatimos en el recreo de ayer, se lo lleve y lo lea, y después la seguimos. Metiendo una palabra diferente cuando todos parecen vestirse iguales, animarse a la disrupción para sacudir el polvo, de las tizas pero también del tiempo acumulado sin hacerse preguntas, de las que sacuden, no de las que se llevan en la carpeta para reproducir la prueba de lengua que no reviso hace…

Salón de mates apurados, de miradas cómplices, instante para revelar el amor por alguien y también la bronca desenfrenada. Lugar de ninguneos y contenciones, de descanso, pero también te pueden “descansar”, intersticio para interrumpir la inercia. Territorio ajeno para noveles docentes, invisibles para algunos y carne de cañón para otros. Tierra a descubrir, que en un cerrar de ojos los transmuta de inmigrantes a baqueanos, entonces habrá que ver si puede mantener encendida esa fuerza para quebrar inercias o se quedan atrapados/as en la gramática escolar que se expresa en la peligrosa comodidad de “es lo que hay”.

La sala de maestros/as o de profes es un espacio estratégico, porque suele ocurrir que lo políticamente correcto le abre paso a sincericidios repentinos. La sala de maestros le hace trampa a esa industria de la simulación (ese tan conocido “como si”) que las escuelas han logrado construir con precisión quirúrgica. Por ello también es oportunidad para disputar sentidos, para desnaturalizar lo que parece tornarse eterno. “No le da la cabeza”, “y que querés con la familia que tiene”, “A mí no me prepararon para esto” “Autoridad había antes” “yo cierro la puerta y hago lo que quiero” y tantas frases como estas que también confieren identidad docente, con la tradición como única forma de salvación, como “acertada” explicación. Disputas que son muy difíciles, a veces parecen imposibles, son apuestas que valen la pena, más allá de lo incierto de los resultados.

Igual que con los pibes, son batallas contra destinos fijados de antemano, y sentir que uno/a late para quebrar profecías de fracasos sentenciados de antemano, es mantener viva la poesía, la frescura de una mancha cadena, la justicia curricular, el respeto y el reconocimiento como el combustible de los aprendizajes, la alegría de ofrecer saberes para que los más alejados se acerquen a esos fueguitos que le den seguridad, autoestima y los hagan fuertes para salir a buscar mejores vidas. Más allá de sentir derrotas, es un pasamanos, confiere la emoción, la satisfacción de convertirnos en pasadores de las mejores herencias, al tiempo que habilitamos la diferencia, que le damos pié a la interrupción de los que no suelen contar, de los “nadies”, le hacemos lugar a una buena porción de humanidad.

En su obra “La Invención de lo Cotidiano” Michel De Certeau se pregunta en torno a los tipos de operaciones que realizan los consumidores que aparentemente están condenados a la pasividad y a la disciplina. Derribando la idea de una asociación mecánica y lineal entre el consumidor, y la pasividad o docilidad de su comportamiento nos induce a comprender en torno a múltiples modos de habitar un espacio social, disímiles “artes de hacer”. Poder interpretar lo cotidiano (ya sea el consumo en el supermercado, en los medios masivos de comunicación, en los cyber, etc.) a través de mil maneras de estar a la pesca, de hacer trampa, de escapar de ese orden sin dejarlo.

Podríamos pensar estos modos de habitar como “lugares practicados” con un singular sentido y valoración por parte de quienes son sujetos de dichas prácticas y para no quedar atrapados como objetos de las decisiones de otros, del pensar ajeno. Una manera de estar, de andar, que no es lo mismo que permanecer. De Certeau nos ayuda a imaginarlo: “así como la calle geométricamente definida por el urbanismo se transforma en espacio por intervención de los caminantes, (…) la lectura es el espacio producido por la práctica del lugar que constituye un sistema se signos”, la sala de maestros/as o profesores podríamos pensarla, proponerla, habitarla como “lugar practicado” aprovechando y contagiándonos de la frescura y la potencia que irradian los lugares practicados por las culturas infantiles, o las culturas juveniles a través de los cuales pibes, pibas y jóvenes producen y se producen, desparramando caricias, amor, broncas y también injusticias , y con un andar más pausado de adultos escolares que nos seguimos animando a la incomodidad de correr el límite de lo posible, para que sea un poco menos gramática escolar y algo más gramática de la Fantasía.

 Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/177270

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Entrevista a Valeria Flores: “Una puede leer sobre género y poscolonialidad pero es fundamental intervenir en la práctica”

Buenos Aires, Argentina / Mayo 2016 /Autoras: Estefania Veronica Santoro y Andrea Beltramo./ Fuente: http://derrocandoaroca.com/

Valeria Flores es escritora, profesora y activista lesbiana feminista. A través de sus textos y su carrera docente supo visibilizar y cuestionar determinadas narrativas que reproducen la heteronorma en el ámbito educativo. Cree necesaria la emergencia de textos político-disruptivos, que desafíen los límites de los discursivos vigentes y permitan florecer otras formas de escritura y de nombrar la sexualidad, la cultura y la sociedad en su conjunto. Derrocando a Roca charló con ella para conocer qué prácticas hay que desnaturalizar en las aulas y cuáles son las “normas” que nos enseñaron y continuamos reproduciendo. Además nos adentramos en su nuevo libro “El sótano de San Telmo” y sus investigaciones sobre el activismo lésbico en Argentina.

_¿Actualmente estás dando clases?

_No, estoy dando talleres en centros culturales o en mi casa, no estoy en el ambiente de la escuela. Hoy en día, mi trabajo está relacionado con la educación desde el sindicato docente -UTE (Unión de los Trabajadores de la Educación), en la parte de formación con tutorías de escritura.

_¿De qué se trata?

_Desde el Instituto Cacho Carranza, instituto de formación e investigación, se convoca anualmente a un congreso pedagógico para estimular la escritura de las y los docentes, y se hace todo un proceso de acompañamiento de esa escritura, por eso se le llama tutoría. No es una corrección del texto ni una evaluación, sino que es como un diálogo, hacia una construcción más horizontal del conocimiento. La ponencia está pensada como un debate público que quieren dar los docentes: estimular el posicionamiento político-pedagógico y recuperar ese saber que se construye en la escuela, y que muchas veces queda ninguneado o impugnado o privatizado en el ámbito del aula. Estamos cerrando este congreso que se llama “Poéticas de la pedagogía del sur. Educación, emancipación, igualdad”.

_En tu etapa de docente de escuela primaria implementaste talleres de sexualidad. ¿Cuál era la dinámica de aquellas clases y cómo las preparabas para “correrte” de los textos escolares que imponen determinada sexualidad y que acompañan la heteronorma?

_Trabajé 15 años en escuelas primarias de la ciudad de Neuquén. La intervención dentro de mi propia práctica sobre sexualidad, géneros y deseos fue variando a lo largo de los años y tiene que ver con los cruces con el activismo y una formación bastante autodidacta desde el feminismo, la disidencia sexual, la teoría queer. Hubo todo un proceso. Desde un principio fue el de incorporar la temática dentro de algún área, en general el área de naturales. Le fui dando un espacio y tiempo propios al taller de sexualidad como tal, con actividades corporales, de debate, desplazando el guión escolar de la clase hacia otros formatos mucho más participativos y lúdicos. Tiene que ver con las bibliografías políticas y pedagógicas donde hay activistas y feministas. Esa confluencia de saberes permitió que el recorrido de ese tipo de intervención vaya cambiando: desde una postura más encuadrada en un feminismo, tal vez, más clásico a propuestas un poco más radicales y menos ortodoxas.

_En tu escrito “Alegorías del temblor” hablas de la necesidad de deshacerse del conservadurismo social y político que imponen los textos escolares y que inevitablemente coartan la formación de un adolescente. Como docente, ¿qué se podría hacer para elegir otro camino que no sea el impuesto? ¿Cómo lograste hacerlo desde tu experiencia?

_Usaba materiales que por ahí no tenían que ver con la escuela y los buscaba, o también los producía. Todo el tiempo tenía una mirada atenta sobre esa capilaridad de las prácticas que organiza el espacio escolar. Desde el material que les das a los chicos a cómo se dispone el espacio, las voces, las relaciones entre chicos y chicas, estar de algún modo interviniendo esas micro-situaciones donde se va produciendo el género. Por ejemplo, en el almuerzo, los varones repetían la comida porque eran los más rápidos en comer y las nenas no llegaban a repetir. Otra situación similar se daba en los recreos: tenía un alumno amanerado, los varones constantemente lo acosaban, le sacaban la pelota. Entonces, acudía a la maestra que estaba a cargo del sector para que preste atención a ese tipo de situaciones. Otro caso es el de los profesores de educación física, respecto a las ejercitaciones que establecían para chicos y chicas: saltar a la soga, los chicos lo hacian 20 veces y las chicas, 40.

_Por otro lado, te nombraste lesbiana en la escuela; desde el lugar de la docencia, ¿qué reacciones notaste?

_El proceso de visibilidad siempre estuvo articulado no para pensar la visibilidad como un fin en sí mismo sino como una herramienta que permite politizar o (des)heterosexualizar la tarea docente, como siempre, en el marco de una propuesta de repensar la producción del conocimiento escolar. No fue solo “salir del closet” y como maestra decir “soy lesbiana”, sino que esa autoafirmación estuviera ligada a una problematización del conocimiento dentro de la escuela y por lo tanto, en la articulación de una propuesta que sea descolonizadora, antirracista, que tenga una perspectiva de clase porque sino quedamos entrampados en una cuestión meramente identitaria que no interpela la norma que rige el conocimiento escolar.

A nivel personal, creo que tuvo la posibilidad del empoderamiento, de plantarme y entrar más entera al aula y a su vez, dentro de las reacciones de los chicos y las chicas ante el proceso de visibilidad conjugada con una propuesta crítica, me tomaron como la maestra que siempre tenía algo para decir. Era una conjunción de cosas que a veces estallaba en los sentidos más instalados respecto de lo que debe ser la maestra, la práctica, la escuela en sí y generaba una incomodidad, un interrogante y también reacciones violentas. De parte de los chicos y las chicas, en general, las chicas tienen una recepción bastante amigable, genera un diálogo, inquietudes y curiosidad. En los varones, los que tienen una masculinidad más hegemónica, hay una resistencia que se muestra en repreguntar: “Seño, ¿usted tiene novio?”; lo repreguntan como una forma de negar.

_Con las madres y los padres, ¿qué reacciones hubo?

_Algunas madres me venían a consultar si yo había dicho “eso” en la escuela. “Eso”, nunca nombraban la palabra lesbiana ni lesbianismo. También hubo algunos padres varones que nunca venían a las reuniones, no los conocía, y aparecían de forma intimidatoria, enojados porque había comentado ante los chicos mi identidad sexual.

Cuando me corté el pelo, incrementó la violencia de los padres que pretendían que me adecuara a los parámetros de lo que debe ser una maestra. Pero hay que pensarlo en el contexto, porque cuando yo empiezo a trabajar sobre cuestiones de sexualidad y géneros en la escuela, en Neuquén ya había una ley provincial de educación sexual desde 1997, previa a la ley nacional que crea el programa de educación sexual integral. Es decir, que ya había un marco jurídico que habilitaba el tratamiento de este tema. Lo que no había era una decisión política de que esto se implementara en las escuelas. Por ejemplo, las escuelas privadas y católicas tienen programas de educación sexual, pero están orientados a fines reproductivos, a reforzar la heterosexualidad y los mandatos de la maternidad.

_Ante estas reacciones de la “comunidad educativa”, ¿tuviste que crear una pedagogía propia, o pudiste entablar relaciones con otras docentes como para tener una línea distinta que cuestione el discurso de la heteronorma?

_Eso variaba según la escuela. En una pude hacer articulación con mi compañera con la que daba clases en otras áreas. Y en la última escuela en la que estuve, en la zona este de la ciudad de Neuquén donde es una zona más empobrecida, titularizamos en un año varias maestras nuevas. La directora también era nueva y eso creó todo un proyecto pedagógico bastante singular y muy potente, de mucho trabajo grupal, mucho debate pedagógico y político. La escuela tuvo distintas líneas que tenían que ver con el trabajo en educación sexual, tal vez no todas las maestras implementando los talleres, pero sí mínimas reflexiones que tenían que ver con la cuestión de género, los chistes sexistas, heterosexistas, el trabajo sobre los actos escolares encarándolos siempre en vinculación con la comunidad. Para un acto del “Día de la Independencia”, hicimos preguntas sobre el presente y se llamaba “La toma”; la toma de la palabra por parte de las mujeres.

_¿Qué otras prácticas desnaturalizaste para que entren en tensión para su cuestionamiento entre lxs estudiantes?

_La propuesta de sexualidad tenía otros modos de escucha que hacía que fuera más permeable a repensar algunas prácticas, incluso en un momento pensamos cambiar las filas de chicos y chicas y eso generó discusiones porque era como que se derrumbaban los cimientos de una institución. Cuando yo lo planteé a la entrada generó muchísima resistencia por parte de las madres que planteaban cosas como: “Ah bueno, después van a ir al baño todos juntos”. Era un pánico moral y sexual porque justo lo planteaba una maestra lesbiana. Donde encontramos más resistencia en desbaratar la formación fue en los varones, para ellos pasarse a ese lugar simbólico que está instalado para las nenas implicaba un cambio de género que los feminizaba. En este sentido, algunas maestras no ponían mucho énfasis en tratar de modificar esa práctica pero sí ponían mucha energía en el tema de la gripe A, por ejemplo, en llevarlos al baño, lavarles las manos, volver… Como que esa práctica sí merecía tiempo y compromiso para hacerlo, ahora esto de cambiar las filas se intentó dos o tres veces y como no resultó se dejó.

_En estas prácticas descolonizadoras, en el desplazamiento del poder y la construcción de autoridad, que en principio genera obediencia inmediata, se genera tensión con las teorías que se leen. ¿Notaste esa tensión en vos como lectora o como estudiante?

_Tengo una relación con la teoría que no es la que se instituye en general en la academia. Entonces, para mí, producir teóricamente es poner la práctica en el centro de escena y construir desde ahí en términos de praxis política. Por un lado, es una disputa con ciertos modos de producción académicos y por otro lado, también dentro del activismo donde hay cierta impugnación de la producción teórica, porque la producción teórica está vista como una tarea que se hace por fuera de los contextos y desvinculada de las prácticas. En este sentido, creo que las maestras sí históricamente tienen un lugar de subordinación intelectual, así que para mí, pensar la práctica y producir teóricamente es una forma de disputar ese lugar de subordinación, de apostar a la autonomía intelectual y esto es intervenir también el dispositivo de feminización de las maestras. El sistema educativo es super jerárquico y produce esa feminización, donde las maestras de primaria o de inicial son el último orejón del tarro. Son aquellas que deberían bajar la teoría a su práctica. Esas concepciones no me resuenan. Sí me alimento de producciones académicas, obviamente, para mí es un gráfico constante sin dejar de estar atenta a que la academia impone determinados modos de construcción de conocimiento donde el cuerpo del investigador está soslayado o autoinvisibilizado para construir el criterio de objetividad. Pero no sé si me pondría a pensar tanto en que los que producen académicamente no tienen que ver con la práctica sino que hay algo más para problematizar que es el modo de producción de conocimiento. Es una práctica constante donde tenemos que descolonizar nuestros propios cuerpos en contextos particulares porque son disposiciones que hemos construido en relación a otros cuerpos. Es una práctica de vida constante.

_Volviendo a las aulas, considerando que la autoridad es la maestra y los demás son personas “sin luz” (alumnos), subordinadas a recibir información constante como una paralización de lo corporal y una construcción de obediencia…

_Una puede sentarse a leer cuestiones de género, poscolonialidad, pero es fundamental intervenir los modos de la práctica y los modos de hacer del cuerpo. En nuestras propias historias escolares, si uno se pone a pensar, ¿cuáles son las cuestiones que hicieron huella, de las cuales tenemos memoria? Siempre hay algo relacionado a la corporalidad que está presente. Nuestras propias historias nos están diciendo cómo construimos memoria, cómo construimos esos aprendizajes que muchas veces son mucho más significativos de eso que está pasando, de lo que está enseñando la maestra en ese momento. Esas miles de formas si no tienen una presencia dentro del aula a través de materiales gráficos, a través de audios donde se pueda también escuchar otros tonos de voz, hay algo de la cuestión perceptiva en la que tiene que intervenir la escuela. Siempre nos encontramos una lámina con un nene o una nena con una carita sonriente, con formas muy suaves porque están vinculadas a como debería ser la infancia y no hay otras experiencias visuales, sonoras, corporales, entonces no hay manera de transformar esos modos de hacer del cuerpo o darle vida o entidad a otras formas para ser niños y niñas.

Citando uno de tus textos, ¿de qué manera es posible desmontar la lengua del mandato de la que vos hablás y qué caminos podemos transitar para criar la lengua del desacato?

_Es un diálogo que mantuve con dos activistas chilenos. Fue una apuesta de Jorge Díaz – que pertenece a la Coordinadora Universitaria de la Disidencia Sexual (CUDS)- y Enrique Murga. Esa coordinadora en la Universidad de Santiago de Chile es un grupo con el cual dialogo dado que tienen una apuesta por la producción de otras ficciones feministas, entender el lenguaje como un campo político donde se puede intervenir. A partir de un diálogo virtual que mantuvimos se organizó el fanzine. La idea es pensar el lenguaje como aquel contrato fundamental que organiza al mundo y la necesidad de intervenirlo para desarmar esas categorías que resultan opresivas y son normativas que requieren ponerse a pensar en la lengua del desacato, en la posibilidad de construir una lengua que intervenga constantemente esas normativas.

_¿Qué importancia tiene para vos hablar de disidencia sexual en lugar de diversidad sexual?

_Para mí, diversidad sexual es una práctica política epistemológica y afectiva que tiene que ver con estar analizando permanentemente como funcionan las políticas sexuales en articulación con las políticas económicas, culturales, sociales y estar atenta a todos los procesos de normalización de la identidad sexual, genérica, racial, de clase o como se articulan entre ellas en función de las diversas coyunturas históricas. Y disidencia sexual no nombra una población específica, no es sinónimo de población LGTB, sino que la verdad es una operación política y de problematización permanente. La diversidad sexual es un término que viene de las políticas neoliberales y en el ámbito educativo se instaló como inclusión, tolerancia, integración; que lo que hace es organizar, pacificar y homogenizar el conflicto político que plantea las diferencias. Es decir, que vino a desnombrar las identidades, con suerte se dice sexual.

_Desde la docencia, ¿cómo lo tratas? ¿Cómo ves que lo hacen tus colegas?

_Las maestras pueden decir “Yo trabajo la diversidad sexual”, pero diversidad sexual es otra forma de nombrar lo que no es heteronormativo entonces lo que se termina haciendo es no poner en el centro de la escena la norma que organiza la sexualidad: la heteronormatividad . Se corre siempre la mirada hacia la existencia de lesbianas, gays, trans con narrativas bastante estereotipadas, homogéneas, desproblematizadas, o se presenta de manera armónica como lo hace siempre la escuela respecto del saber y termina teniendo cierto efecto político que  acalla ciertos debates. No repensar las relaciones de poder que construyen esas categorías, eso tiene que ver con las políticas estatales que imponen ciertos términos para hablar de ciertas poblaciones.

Una como maestra se encuentra atravesada por estas políticas públicas en la educación, donde por un lado tenés la ley de educación sexual, que plantea un marco jurídico, que habilita a trabajar ciertas temáticas, el tema es que como una no es funcionaria en términos de obediencia hacia el Estado sino que también puede intervenir esas narrativas y plantearlas en términos de disputa política con ciertos saberes que justamente lo que hacen es neutralizar la potencia política que tienen ciertas identidades de desbaratar la organización o ciertos régimen de poder. Muchas veces aparecen en las charlas esto de trabajar la diversidad sexual y con una pregunta muy sencilla que es, ¿vos dónde te pones respecto de la diversidad la sexual? La gente no lo ha pensado, damos cuenta que la diversidad sexual opera como un término para nombrar a otro que no es heterosexual. Las categorías de diversidad cultural que hay han sido problematizadas hasta por la propia antropología, por los propios pueblos originarios que vienen a (des)nombrar, a pacificar ciertos conflictos porque ahora adoptar el término de diversidad sexual.

_Por último, tu nuevo libro “El sótano de San Telmo”, ¿qué nos podés contar?

_Es parte de “Potencia tortillera”. “Potencia” es el archivo digitalizado del activismo lésbico en Argentina que desde el 2011 veníamos sosteniendo con Fabiana Tron, Gabriela Adelstein, María Luisa Peralta y yo. En este último tiempo, dentro del archivo me interesó instalar algunas líneas de investigación. Cuando volví a Buenos Aires en el 2014, me había quedado con esta inquietud que durante la presentación pública del archivo en el 2011 que hicimos en “Sembrando”, Adriana Carrasco había traído el dato de que en la parte del archivo que tenía menos documentación, la parte del período de la Dictadura, se hablaba de un sótano donde se juntaban lesbianas a hacer actividades. Me contacté con Adriana que reconstruyó la experiencia del sótano que fue motorizado por quien fue su compañera Marta Ferro, una periodista trotskista. Este sótano funcionaba como un centro de actividades culturales y políticas en la dictadura y terminaba siendo un lugar de sociabilidad lésbica. No era un lugar de activismo lésbico porque todavía el término lesbiana no constituía una identidad que agrupara políticamente sino que terminaba siendo un lugar donde la mayoría de los que concurrían eran lesbianas. Marta Ferro, por ejemplo, se decía a sí misma “karmática”. Había distintas maneras de nombrar que no son las de ahora. De algún modo en el sótano se articulaba la lucha de clases, la emancipación de las mujeres, la liberación de las mujeres como se denominaba en aquel momento y la posibilidad de vivir el deseo de otra manera. Lo que hace el libro, que en realidad es un artículo que se publica en Potencia tortillera a fines del 2014, es articular la experiencia de la izquierda, el activismo lésbico y resistencia política. El año pasado la Editorial Madreselva me propone publicarlo y adquiere la forma de libro, pero el artículo ya estaba en “Potencia tortillera”. Las memorias históricas del movimiento lésbico también son distintas porque las configuraciones han sido diferentes. En Córdoba se dan articulaciones que en Buenos Aires no: entre trabajadoras sexuales y el movimiento de la disidencia sexual. Córdoba esta a favor del reconocimiento del trabajo sexual y no necesariamente reglamentarista y acá es hegemónicamente abolicionista. Entonces, también eso marca distintas alianzas y posibilidades de diálogos o de no-diálogos. Lo interesante justamente del archivo es la propuesta de convocar a estas compañeras de los distintos lugares del país es que estén presentes todas esas configuraciones que se dan en los distintos lugares lo cual también es una práctica descolonizadora..

Fuente: http://derrocandoaroca.com/2016/05/03/valeria-flores-una-puede-leer-cuestiones-de-genero-poscolonialidad-pero-es-fundamental-intervenir-en-la-practica/

Fuente de la imagen: http://diarium.usal.es/frias/files/2014/07/valeria-flores.png

Autoras:  Estefania Veronica Santoro @fanusantoro y Andrea Beltramo @AnBeltramo

Fotografía: Nati Aue @NatiAue

Socializado por: Carlos A. Bracho León. Docente e Investigador del Centro Internacional Miranda (Venezuela), del Núcleo Académico “Investigación sobre Transformaciones Sociales” Universidad Bolivariana de Venezuela.

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Argentina. Habrá paro docente la semana próxima, en medio de un conflicto que ya afecta a un millón y medio de universitarios

Los seis sindicatos de docentes universitarios, que alcanza también a los docentes de los colegios preuniversitarios, rechazaron ayer la nueva propuesta salarial del gobierno

Argentina/05 mayo 2016/Autora: Luciana Vázquez/ Fuente: La Nación

rata de la tormenta perfecta y no está protagonizada por George Clooney sino por el ministro de Educación nacional Esteban Bullrich que enfrenta un oleaje mayúsculo del sistema universitario público, que representa el 80 por ciento del alumnado universitario total, sumando privados y estatales. El otro 20 por ciento de alumnos asiste a universidades privadas.

El epicentro pasa por el reclamo de los gremios docentes, que exigen una actualización salarial urgente y significativa, y por las movidas estratégicas de los hombres fuertes del sistema, los rectores de las universidades nacionales, que demandan fondos para paliar el aumento de tarifas que los deja al borde la luz cortada por falta de pago y observan con actitud vigilante la marcha de las paritarias docentes universitarias mientras ejercen su poder con astuta discreción y juegan sus fichas en el tablero de la política nacional.

Ayer fracasó la sexta negociación paritaria entre el gobierno y los docentes universitarios y lo más grave: en plena negociación y avanzando mayo, el mes en que vence el acuerdo salaria de 2015, ni siquiera se fijó fecha para una nueva mesa paritaria.

Conadu Histórica convocó al paro desde el lunes próximo por cinco días. Conadu, para el jueves 12 y viernes 13. Y habrá marcha nacional de docentes universitarios el jueves 12.

«El plazo para nueva reunión es el viernes 13: si no se acuerda algo para esa fecha, el aumento no podrá arrancar en junio, cuando debería estar en vigencia la nueva paritaria», dice contundente la secretaria adjunta de Conadu, Verónica Bethencourt. El tiempo apremia.

En la reunión fallida estuvieron, por el gobierno, el responsable de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), el abogado Albor Nikki Cantard, y la subsecretaria Danya Tavela, y por los docentes, los seis gremios de docentes universitarios que participan de las paritarias de ese nivel educativo -Conadu, Conadu Histórica, CETERA, Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), FAGDUT (la Asociación Gremial Docente de la UTN) y la Unión de Docentes Argentinos (UDA)- en un sexto intento para llegar a un acuerdo salarial que disipe al menos uno de los frentes de tormenta del mundo universitario.

Sin embargo, una vez más quedó astillada la mesa de negociación y el tiempo para el diálogo que supone la paritaria, roto. La responsabilidad es compartida: con los niveles de inflación presentes luego de los tarifazos, el gobierno tiene pocos argumentos para retacear puntos porcentuales y postergar la segunda cuota de aumentos hasta diciembre.

Por el lado de los sindicatos más combativos, siguen convencidos de que la presión del paro durante días en plena negociación paritaria les da más fuerza. Lo cierto es que no: obtienen lo mismo, poco, que los sindicatos que menos paros hacen.

En el medio, los más afectados con distintas intensidades según el acatamiento en cada caso: los estudiantes universitarios, 1.480.000 alumnos que asiste a las universidades públicas, según cifras provistas por el ministerio de Educación nacional, y especialmente los más de 37.000 mil alumnos de los 63 colegios secundarios dependientes de las universidades, según cifras de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa (DINIECE), que en algunos casos también cuentan con nivel inicial y primario.

Son decenas de miles de adolescentes, chicos de primaria y jardín de infantes, perjudicados por un conflicto salarial que se prolonga por más de un mes y que los deja boyando día a día, desconcertados en un tiempo sin forma escolar. La escolaridad obligatoria exigida por la Ley de Educación Nacional vigente, incumplida una vez más. Un delito por el que nadie nunca paga ningún costo. La naturalización del paro docente se ha vuelto una costumbre argentina.

¿Qué quieren los gremios?

Entre el 40 y el 45 por ciento de aumento para alcanzar el nivel de inflación acumulada desde octubre de 2015. Esos son los techos aspiracionales de los gremios de más peso entre los profesores universitarios: la Conadu, de perfil más negociador, más prudente en el llamado al paro, demasiado cercana al kirchnerismo en los años anteriores y más opositora ahora con el macrismo según sus críticos, y la Conadu Histórica, más combativa pero demasiado intransigente, dicen gremialistas que cuestionan su dureza con los paros que afectan a chicos.

La diferencia de perfil se nota en la cantidad de paros docentes convocados desde marzo: 4 paros Conadu contra 14 de Conadu Histórica sin prurito alguno ante la negociación en marcha, con algunos llamados comunes a la huelga. Otro dato: Conadu Histórica no firmó la paritaria cerrada en 2015.

La realidad es que los dirigentes gremiales saben que los techos que buscan son una utopía: no los van a obtener. Son realistas, se conforman con menos pero en ciertas condiciones.

El secretario general de Conadu Histórica, Luis Tiscornia, explica: «Una negociación razonable estaría en un punto intermedio entre el piso del 34 o 35 por ciento de la negociación de los otros niveles educativos (primarias y secundarias provinciales), para poner los pies en la tierra, y el 45 por ciento que estamos pidiendo». Y agrega: «Vidal arregló en provincia 34 por ciento de aumento desdoblado pero la segunda cuota es en agosto. Bullrich propone diciembre para cobrar en enero de 2017. Una locura».

Bethancourt, de Conadu, también parte de las paritarias de primaria y secundaria. «Ellos lograron más de 30 por ciento según la provincia, la primera cuota fue en marzo retroactivo a febrero y la segunda en agosto, que se cobra en septiembre. Pero a nosotros nos quieren dar el 15 a partir de mayo. es decir los primeros meses nada y el otro 15, a diciembre».

La retroactividad del aumento es una condición innegociable para los gremios. Para Conadu Histórica, desde marzo; Conadu no especifica plazos.

En la mesa paritaria de ayer, la oferta del gobierno no fue muy distinta a la reunión fracasada del lunes: suba del 15 por ciento para mayo más un porcentaje según el cargo docente, que en el caso del profesor titular es un aumento del 1 por ciento, todo a percibir en junio; 2 por ciento por título de posgrado a cobrar en julio, 5 por ciento en octubre a cobrar en noviembre y 11 por ciento diciembre para diciembre, a cobrar en enero. Treinta y cuatro por ciento en total. Nada de retroactividad. Y que la paritaria dure hasta el 31 de marzo de 2017. Los gremios rechazaron la oferta de plano.

El porcentaje del aumento acerca a las partes pero el factor innegociable es la retroactividad y el plazo de la segunda cuota: diciembre, jamás. A lo sumo, agosto, como los docentes provinciales.

Bullrich tiene otro análisis y el lo hizo público: que el aumento representa en realidad el 51,86 por ciento interanual, según explicó en Radio Continental.

¿Cómo llega a ese número? Desde el ministerio de Educación nacional responden: suman los aumentos obtenidos cobrados desde junio del año pasado y en todo 2015, pues la paritaria cerrada el 31 de mayo de 2015 todavía está vigente, a los aumentos que ofrecen ahora, antes del nuevo cierre de paritaria en este mes. «Es un análisis falaz», dice Bethencourt.

Gobierno y algunos gremios como Conadu Histórica, coinciden en que las paritarias universitarias deberían volver a hacerse antes del inicio del ciclo escolar. Fue en 2015, a instancias del ministro de Educación Alberto Sileoni, que empezaron a fijarse de junio a junio con el apoyo de Conadu entre otros gremios.

¿Quiénes son los más afectados?

«Es un problema que la paritaria universitaria se discuta a nivel de los docentes de las facultades. Las escuelas preuniversitarias quedan como los últimos vagones del tren». Así lo explica el rector del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA), Gustavo Zorzoli.

En el Nacional Buenos Aires, por ejemplo, ya llevan perdidos 14 días de clase por paros, que llegaron a tener 85 por ciento de adhesión, desde que comenzó el ciclo lectivo a mediados de marzo. Las autoridades del colegio buscan organizarse pese a todo. Pero es difícil.

El Buenos Aires implementó una grilla que cuelga en su página web por la noche, cada víspera de paro docente, para que los profesores que no adhieren a la huelga anuncien si dan clases o no: casillero verde es clase; casillero vacío, paro.

Los 2100 adolescentes del Buenos Aires y sus padres viven en la incertidumbre total desde el 14 de marzo cuando arrancó su año escolar. Nunca saben si habrá o no habrá clases, cuántas horas, qué profesor adhiere.

«Ni loco voy por una hora», le dice un alumno de primer año a su madre. Hay paro y el chico vio la grilla: tendrá una sola hora de clase al día siguiente y si no va, ausente. El valor percibido de la hora de clase cae en picada entre los adolescentes en este contexto, que viven en unas vacaciones continuas «interrumpidas» por las pocas horas efectivas de clase.

De los 38 días hábiles de clases, el Buenos Aires sólo tuvo 22. Perdió 16, 14 por el paro, 1 por el operativo de seguridad de Obama en el microcentro, el barrio del colegio, y otro por limpieza luego de medidas de fuerza de los no docentes.

«Más allá de la cuenta de los días, para mi hijo y mi familia las clases en verdad no empezaron. Ir a la escuela es otra cosa. La dispersión de los chicos con este conflicto es enorme y es un problema para la continuidad de cualquier proceso de aprendizaje», dice el doctor en Historia, docente universitario e investigador del CONICET Luciano de Privitellio, que tiene un hijo en el Buenos Aires.

Las autoridades del colegio ya anunciaron que deberán acortar contenidos y cambiar los plazos de cierre de notas.

Ante el conflicto, la reacción de las familias de los colegios universitarios es variada. En el CNBA, un grupo nutrido de padres tomó una actitud activa, dialogó con AGD Conadu Histórica, el gremio más fuerte en el colegio, enloqueció a Bullrich por su famoso whatsapp, redactó un comunicado , juntó firmas de padres y logró una reunión de 50 minutos con Cantard y Tavela el lunes último.

«Miles de niños y adolescentes del país están en sus casas cuando deberían estar en la escuela sin que las autoridades nacionales hayan dado hasta el momento algún signo de preocupación al respecto», decía el comunicado.

En San Juan un grupo de padres de alumnos de colegios preuniversitarios analizaban una acción judicial directamente: un pedido de amparo ante la justicia federal para que garantice el derecho a la educación de sus hijos. Lo mismo habían hecho en 2014.

Otros padres prefieren mayor distancia respecto de los sindicatos y esquivan que la posición de padres dentro de la comunidad educativa equivalga a una adhesión partidaria o sindical. No quieren «ser usados» y reducir el rol de los padres a intereses políticos que les resultan ajenos.

Los profesores de los colegios preuniversitarios votan entre hoy y mañana sobre la adhesión al paro de la semana próxima.

Fuente de la Noticia:

http://www.lanacion.com.ar/1895818-el-paro-docente-ya-afecta-a-un-millon-y-medio-de-universitarios

Información de la Foto:  Soledad Aznárez

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El rector de la UNCuyo presiona a los docentes para que no adhieran al paro

Indicó que se hará un relevamiento de los docentes en huelga, “sin dar nombres”.

Argentina/07 mayo 2016/Autor: Corresponsal LID/Mendoza/ Fuente: La Izquierda Diario

Daniel Pizzi, rector de la UNCuyo, se reunió con un grupo de padres de los colegios universitarios. En relación al paro nacional convocado para la próxima semana, pidió a los docentes que concurran “al menos dos días”. También indicó que se hará un relevamiento de los docentes en huelga, “sin dar nombres”.

El rector de la UNCuyo, Daniel Pizzi, recibió este jueves a un pequeño grupo de padres de estudiantes secundarios. Los mismos le entregaron una carta donde manifestaban su preocupación por “el derecho a la educación”. Como respuesta, el rector le planteó a los padres y a los medios que “la idea es poder avanzar para la próxima semana con el objetivo de abrir dos o tres días los colegios de la universidad, con un mínimo de participación de profesores y directivos”.

Cobarde frente a Macri, valiente contra los docentes

Pese a no tener arte ni parte en el asunto, Pizzi se propone desactivar la huelga docente en la UNCuyo y los colegios universitarios. Aunque exprese “preocupación” por la educación, Pizzi nada dijo del recorte de presupuesto que están sufriendo las universidades, donde corren peligro de cierre carreras enteras como en el Comahue, o en universidades como la UBA o la Universidad de la Matanza el presupuesto no alcanza para pagar la luz. Al contrario, celebró los 15 millones de pesos que recibirá la UNCuyo luego de la reunión de Macri con los rectores. Estos 15 millones representan menos del 1% de aumento sobre el presupuesto anual. El rector está “molesto” (sic) por los paros docentes y no por el ajuste.

Convocada por FADIUNC, la medida de fuerza se tomó luego del fracaso de la reunión paritaria del miércoles. En la misma, el gobierno macrista sostuvo su “oferta” del 15% de aumento en mayo, 5% en octubre y 10% en diciembre. Además, sostienen que la próxima semana cerrarán el conflicto por decreto si no hay acuerdo.

Crece el apoyo al paro docente

Aunque siga la campaña de desprestigio contra los docentes universitarios, fogoneada por los medios, lo cierto es que el paro crece en apoyo y adhesión. La próxima semana, los estudiantes de la UNCuyo convocan a la jornada de clase pública en Plaza Independencia. Allí realizarán una asamblea conjunta y decidirán cómo participar de la jornada nacional en defensa de la educación pública, prevista para el jueves. Numerosos cursos se pronunciaron a favor del paro en asambleas, como también las carreras de Trabajo Social, Música, Sociología y Artes Visuales. Estas asambleas fueron impulsadas por la agrupación La Izquierda al Frente, rama universitaria del FIT, que presentó un proyectoapoyando a los docentes en la Cámara de Diputados de la provincia.

Fuente de la Noticia:

http://www.laizquierdadiario.com/El-rector-de-la-UNCuyo-presiona-a-los-docentes-para-que-no-adhieran-al-paro

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En Argentina: «Maestra» de 11 años le enseña a leer a un alumno de 59

5Mayo2016/ Agenciafe | Santa Fe

Pilar es de Colastiné, ciudad de Santa Fe. Le enseña a leer y a escribir a Rafael un hombre que nunca tuvo la posiblidad de estudiar pero tenía que rendir para sacar el carné de conducir.

Rafael, un hombre de campo de 59 años tenía que sacar el carné de conducir para lo que, como todos que quieren realizar el trámite, tienen que rendir, un gran problema para él ya que nunca tuvo la posibilidad de estudiar por lo que no sabe leer ni escribir.

Así llega a su vida Pilar, una nena de tan sólo 12 años de Colastiné y alumna de la escuela Provincial N° 6 «Mariano Moreno» de la Ciudad de Santa Fe.

«Yo le empecé a enseñar porque tenía que sacar el carné de conductor y no podía leer. No se lo daban porque para eso tenía que rendir», explicó a Cadena 3 la pequeña.

En tanto, Rafael sostuvo: «Esta chica me está enseñando y doy gracias a Dios que aprendí con ella».

El hombre nunca concurrió a una escuela porque no había ninguna institución cerca y además tenía que ayudar en su casa trabajando.

«No conocía una letra y ahora empiezo a leer. Me faltan algunas letras pero ahora las estoy juntando», mencionó.

«Me enseña bien, es una buena piba», aseguró.

La pequeña maestra, por su parte, completó: y manifestó que las maestras de primer y segundo grado de su escuela le entregan «las fotocopias que les sobran» para que con esos apuntes ella pueda continuar enseñándole a Rafael.

Para finalizar, Pilar asegura que «Rafael es un buen alumno».

Fuente: http://www.agenciafe.com/noticias/val/265595/maestra-de-11-a%C3%B1os-le-ense%C3%B1a-a-leer-a-un-alumno-de-59.html

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