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Piden transformación educativa en Latinoamérica para garantizar la paz

Redacción: El Imparcial

Se trata de la Red Latinoamericana por la Educación (REDUCA), una alianza de organizaciones civiles de toda índole de 15 países que nació hace ocho años en Brasil, y que celebró hasta este miércoles un período de reuniones en Panamá.

Latinoamérica vive una turbulencia social derivada de la inequidad y solo una real transformación del sistema educativo, que permita a todos los niños y jóvenes aprender con calidad, garantizará la viabilidad de un futuro próspero y en paz, alertó este miércoles una alianza de entes civiles de la región.

Se trata de la Red Latinoamericana por la Educación (REDUCA), una alianza de organizaciones civiles de toda índole de 15 países que nació hace ocho años en Brasil, y que celebró hasta este miércoles un período de reuniones en Panamá.

«Estamos convencidos de que la educación es una herramienta de pacificación, de diálogo, de agregación a esta discusión que, digamos, está desbocada por jóvenes que reclaman» su espacio a través de manifestaciones públicas «con imágenes de rebelión», dijo a Efe el secretario general de REDUCA, el argentino Manuel Álvarez Trongé.

Las movilizaciones sociales que se registran en países del sur del continente no son una «sorpresa» para la REDUCA, ya que el «caldo de cultivo» de las mismas se sustenta en que Latinoamérica «tiene el triste récord de ser una región de las más desiguales del planeta», recordó Álvarez Trongé.

Pero al mismo tiempo esta red regional de organizaciones civiles ve en esta «crisis una oportunidad», por lo que aboga «por la garantía prioritaria del derecho a la educación» como centro de toda política pública en los países latinoamericanos, dijo el secretario general de la alianza.

 

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Pensamiento crítico. Agonía y muerte del neoliberalismo en América Latina

Por: Atilio Boròn

En las últimas semanas el neoliberalismo sufrió una serie de derrotas que aceleraron su agonía y en medio de aparatosas y violentas convulsiones desencadenaron su deceso. Tras casi medio siglo de pillajes, tropelías y crímenes de todo tipo contra la sociedad y el medio ambiente, la fórmula de gobernanza tan entusiastamente promovida por los gobiernos de los países del capitalismo avanzado, las instituciones como el FMI y el BM y acariciada por los intelectuales bienpensantes y los políticos del establishment yace en ruinas. La nave insignia de esa flotilla de saqueadores seriales, el Chile de Sebastián Piñera, se hundió bajo el formidable empuje de una protesta popular sin precedentes, indignada y enfurecida por décadas de engaños, artimañas leguleyas y manipulaciones mediáticas. A las masas chilenas se les había prometido el paraíso del consumismo capitalista, y durante mucho tiempo creyeron en esos embustes.  Cuando despertaron de su sonambulismo político cayeron en la cuenta que la pandilla que las gobernó bajo un manto fingidamente democrático las había despojado de todo: les arrebataron la salud y la educación públicas, fueron estafadas inescrupulosamente por las administradoras de fondos de pensión, se encontraban endeudadas hasta la coronilla y sin poder pagar sus deudas mientras contemplaban estupefactas como el 1 por ciento más opulento del país se apropiaba del  26,5 por ciento del ingreso nacional y el 50 por ciento más pobre sólo capturaba el 2.1 por ciento. Todo este despojo se produjo en medio de un ensordecedor concierto mediático que embotaba las conciencias, alimentaba con créditos indiscriminados esta bonanza artificial y hacía creer a unas y otros que el capitalismo cumplía con sus promesas y que todas y todos podían hacer lo que querían con sus vidas, sin que se inmiscuyera el estado y aprovechando las inmensas oportunidades que ofrecía el libre comercio. Pero ninguna utopía, aún la del mercado total, está a salvo de la acción de sus villanos. Y éstos aparecieron de súbito personificados en las figuras de unos adolescentes de escuela secundaria que, con ejemplar audacia y filial solidaridad, se rebelaron contra el aumento en las tarifas del metro que perjudicaba no a ellos sino a sus padres. Su osadía hizo trizas el hechizo y quienes habían caído en la trampa de resignar su ciudadanía política a cambio del consumismo se dieron cuenta que habían sido burlados y estafados, y salieron a las calles para expresar su descontento y su furia. Se convirtieron, de la noche a la mañana, en “vándalos”, “terroristas” o en una revoltosa banda de  “alienígenas” –para usar la elocuente descripción de la mujer del presidente Piñera- que avizoraron los límites infranqueables del consumismo y del endeudamiento infinito y el carácter farsesco del minué democrático que ocultaba, bajo prolijos ropajes y vacías formalidades, la implacable tiranía del capital. Comprobaron en ese violento despertar que una de las sociedades antaño más igualitarias de Latinoamérica ahora compartía, según el Banco Mundial, el dudoso honor de ser junto a Rwanda uno de los ocho países más desiguales del planeta. Como un relámpago advirtieron que habían sido condenados a sobrevivir endeudados de por vida, víctimas de una plutocracia -insaciable, intolerante y violenta- y de la corrupta partidocracia que era cómplice de aquélla y gestora del saqueo contra su propio pueblo y los recursos naturales del país. Por eso tomaron las calles y salieron en imponentes manifestaciones a luchar contra sus opresores y explotadores, y lo hicieron –y aún hoy lo hacen- con una valentía y heroísmo pocas veces vistos. Ya son por lo menos veinte los muertos por la represión de las fuerzas de seguridad y los desaparecidos reportados suman más de cien, amén de los centenares de heridos y torturados y los miles de detenidos que  marcan, con lúgubres tonalidades, los estertores finales del tan admirado modelo.

Después de esta espontánea insurrección popular ya nada volverá a ser igual, nada revivirá al neoliberalismo, nadie lo señalará como la vía regia hacia la democracia, la libertad y la justicia social. Eso aunque Piñera continúe en La Moneda y prosiga su brutal represión. Pese a lo cual ni la OEA, ni los gobiernos “democráticos” del continente -presididos por turbios personajes de frondosos prontuarios- ni tampoco los hipócritas custodios de los valores republicanos tendrán un átomo de decencia para caracterizar a su gobierno como una dictadura, calificación que sólo merece Nicolás Maduro aunque jamás haya habido en su gobierno una represión tan bestial y sanguinaria como la que quedó documentada en infinidad de videítos grabados en  Chile y que se viralizaron por internet. Para Donald Trump Piñera es amigo, vasallo y sicario político de la Casa Blanca, imprescindible para atacar a la Venezuela Bolivariana y esas son razones más que suficientes para defenderlo y protegerlo a cualquier precio. Obedientes, las ONGs del imperio y sus sucursales en Europa y Latinoamérica -inverosímiles defensoras de los derechos humanos, la democracia, la sociedad civil y el medio ambiente- mantendrán un silencio cómplice ante los crímenes que cometa el ocupante de La Moneda. Algunas expresarán otras opiniones, más no aquellas que son los tentáculos ocultos del imperialismo. Impertérritos, los publicistas del sistema seguirán señalando a Nicolás Maduro como el arquetipo de la dictadura y al chileno como la personificación misma de la democracia. Pero todo será inútil, y lo que murió –la receta neoliberal- bien muerta está.

Claro que la historia no comienza ni termina en Chile. Poco antes del estallido social todavía en curso, el Ecuador del traidor y corrupto presidente Moreno había sido convulsionado por inmensas protestas populares. El detonante, la chispa que incendió la pradera fue la quita de los subsidios a los combustibles. Pero el factor determinante fue la implementación del “paquetazo” ordenado por el FMI al servil agente instalado en el Palacio de Carondelet. La reacción popular, iniciada primero entre los transportistas y sectores populares urbanos y luego potenciada por la multitudinaria irrupción de las poblaciones originarias en las principales ciudades del país se extendió poco más de una semana y obligó al cobarde presidente a trasladar la sede del Ejecutivo a Guayaquil. Poco después tuvo que suspender la cruel represión con que había respondido al desafío y abrir una fraudulenta negociación con los autoproclamados líderes de la revuelta indígena. Astuto, pactó una tregua con la desprestigiada y también ingenua dirigencia de la CONAIE y derogó el decreto relativo al subsidio a los combustibles, prometiendo revisar lo actuado. Nada de eso ha ocurrido, pero logró desarticular la protesta, por ahora. Como le cuadra a un traidor serial como Moreno el jefe de los negociadores indígenas, Jaime Vargas, está siendo judicialmente perseguido por el gobierno. El “paquetazo” será puesto en práctica porque el mandato del FMI es inapelable y Moreno es un peón más que obediente: es obsecuente.  Es sabido que estos programas del Fondo sólo son factibles si se los gestiona con una mezcla -variable según los casos- de engaños y represión. Pero ahora la pasividad ciudadana tiene mecha corta y en pocos meses más, en cuanto se dejen sentir los rigores del ajuste salvaje, no sería extraño que estalle una nueva rebelión plebeya que esperemos no caiga en las trampas de Moreno y sus compinches y culmine exitosamente con la destitución del presidente y la refundación de la democracia en el Ecuador. El presidente está entrampado: si aplica el programa del FMI la poblada popular probablemente acabe con su gobierno; si no lo hace, el imperio puede decidir que llegó la hora de prescindir de sus servicios por inútil. Y como la Casa Blanca “sabe demasiado” de las trapisondas y los negocios sucios de Moreno no tendrá más remedio que aceptar el úkase imperial y acogerse a un “desempleo involuntario”, como decía Keynes.  Pero, pese a su inutilidad y a los crímenes perpetrados durante la represión de las protestas populares Washington se encargará de esconderlo y protegerlo. Como lo hizo con otro asesino, Gonzalo Sánchez de Lozada y con tantos otros.  En poco tiempo sabremos cual será el desenlace.

El neoliberalismo sufrió otra derrota en Bolivia, cuando el presidente Evo Morales fue reelecto  con el 47,08 por ciento de los votos contra el 36,51 por ciento obtenido por Carlos Mesa, el candidato de Comunidad Ciudadana. Pese a que el presidente le sacó una ventaja de 10.57 por ciento de los votos a su contrincante (más del 10 % que señala la legislación boliviana para declararlo ganador en primera vuelta) y que no hubo ninguna denuncia concreta de fraude sino tan sólo gritos y aullidos de la oposición ésta exige que se proceda a convocar al balotaje. Quienes manejan desde Estados Unidos a los enemigos de Evo en Bolivia cuentan con la previsible connivencia de la OEA y algunos desastrados gobiernos de la región como los de Argentina, Brasil, Chile, Colombia. Dicen que las irregularidades habidas en la transmisión y difusión del escrutinio (explicada convincentemente por las autoridades bolivianas) unido lo exiguo de la diferencia obtenida por Evo (pero por encima del 10 %, por supuesto) obliga a proceder de tal manera. Si este fuera el caso estos virtuosos vestales de la democracia deberían ordenar sin más dilaciones la anulación de la elección presidencial de 1960 en Estados Unidos cuando John F. Kennedy aventajó a Richard Nixon por 0.17 centésimos (49.72 versus 49.55 %) y fue investido como presidente sin enfrentar reclamo alguno. Mesa que perdió por una diferencia de 10.57 por ciento haría bien en llamarse a silencio. No lo hará, porque en un prodigio de adivinación (que, por supuesto, le salió mal) había anticipado su victoria y que desconocería otro resultado que no fuera ese, como corresponde a un demócrata “made in the US”. Si gano, la elección fue limpia; si pierdo, hubo fraude. Nada nuevo: la derecha jamás creyó en la democracia, mucho menos en estas latitudes, y está de modo irresponsable llamando a la desobediencia civil y promoviendo desmanes para “corregir” el resultado que le fuera negado por las urnas. Evo, en un gesto que lo enaltece, desafió a la OEA a que realice un peritaje íntegro del proceso y que si encuentra  evidencia de fraude convocaría de inmediato al balotaje. Será inútil, pero igual el capataz Almagro enviará una misión a Bolivia para agitar el avispero y entorpecer la labor del gobierno. Desgraciadamente habrá gente que morirá o sufrirá graves heridas a causa de los disturbios que ocasionará esa misión. Claro está que los movimientos sociales de Bolivia no van a permitir que una derrota de más de diez puntos obligue a un balotaje o empine como ganador al perdedor. Además,  no es un dato menor que ya los gobiernos de México y el nuevo de Argentina reconocieron el triunfo de Evo, al igual que los de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela. En suma: la restauración del neoliberalismo en Bolivia parece haberse frustrado de nueva cuenta, por más esfuerzos que hagan el imperio y sus lugartenientes locales.

En línea con este marco regional signado por un generalizado clima ideológico de repulsa al neoliberalismo imperante, en la Argentina la experiencia neoliberal de Mauricio Macri fue repudiada en las urnas. Ampliamente porque lo que hubo el 27 de Octubre no fue la primera vuelta de una elección presidencial. Ésta, en realidad, tuvo lugar el 11 de Agosto, en las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) y allí las distintas alianzas políticas midieron sus fuerzas. Dado que en esa ocasión quedó demostrado que sólo Mauricio Macri poseía los votos como para desafiar el poderío electoral del Frente de Todos el presidente atrajo las preferencias de electores de derecha que en las PASO habían optado por otras candidaturas (Juan José Gómez Centurión o José Luis Espert, y algunos de Roberto Lavagna) y probablemente con un segmento mayoritario de la mayor afluencia ciudadana que concurrió a los comicios este domingo. De todos modos quedan algunas incógnitas de difícil resolución y que despiertan cada vez más fundadas suspicacias sobre el genuino  veredicto de las urnas. Por ejemplo, el hecho de que la fórmula Fernández-Fernández sólo hubiera acrecentado su caudal electoral en unos 250.000 votos, disminuyendo su gravitación porcentual con relación a las PASO en casi un uno y medio por ciento es difícil de entender. Sí que su rival lo acrecentase, pero que lo hiciera en 2.350.000 votos y casi siete y medio por ciento provoca por lo menos una cierta curiosidad. Es obvio que el macrismo se benefició con la fuga de votos hacia su candidatura, pero su crecimiento luce como excesivo al igual que el muy poco que experimentó el Frente de Todos en un contexto de profundización de la crisis económica como la vivida por la Argentina en los últimos dos meses. Otro misterio de la aritmética electoral lo ofrece el paradero de los 900.000 votos obtenidos en las PASO por las dos candidaturas presidenciales del trotskismo y que se redujeron a poco más de 550.000 el domingo pasado. Qué ocurrió con esos 350.000 votos faltantes: ¿se evaporaron, votaron a Macri? Son demasiadas interrogantes que no podremos resolver aquí pero que alimentan la sospecha de que pudo haber habido un muy sofisticado fraude informático que seguramente será descubierto en cuanto se termine el escrutinio definitivo del comicio. De todos modos, más allá de estas disquisiciones, los casi ocho puntos porcentuales que separan a Fernández de Macri   (que pueden acrecentarse cuando se conozcan los datos definitivos) son, para un balotaje, una diferencia muy significativa. Recuérdese que en la segunda vuelta de la elección presidencial del 2015 Macri se impuso a Daniel Scioli por dos puntos y medio, 2,68 % según el escrutinio definitivo. Lo cierto es que la ardua tarea de reconstruir a la economía y sanar las profundas heridas que el macrismo dejó en el tejido social sólo será posible abandonando las recetas del neoliberalismo. Éste ocasionó en la Argentina la crisis más grave de su historia, peor aún que el traumático desplome de la Convertibilidad en el 2001. Será como remontar una empinada cuesta, porque Macri deja al país en profunda recesión, acribillado por la inflación y un desempleo de dos dígitos,  con casi cuarenta  por ciento de gente en la pobreza y una deuda descomunal, y a corto plazo, nada menos que con el FMI. Pero los estallidos sociales de Chile y Ecuador son un elocuente disuasivo para desalentar a quien quiera aconsejar al nuevo presidente que lo que hay que hacer es emular los logros del neoliberalismo tal cual se conocieran en Chile.

No podría concluir esta mirada panorámica sobre la agonía del neoliberalismo en Latinoamérica sin mencionar el serio revés sufrido el domingo pasado por esta corriente ideológica en las elecciones regionales de Colombia. En este país el autodenominado Centro Democrático (que no es ni lo uno ni lo otro, sino una derecha radical y visceralmente antidemocrática), partido al que pertenecen Álvaro Uribe y el actual presidente Iván Duque, sufrió una dura derrotaen la disputa librada en las dos principales ciudades del país, Bogotá y Medellín. En ambas se impuso la oposición de centro izquierda y el uribismo sólo prevaleció en dos de las  32 gobernaciones de Colombia. Si bien es prematuro anticipar previsión alguna acerca de lo que podría acontecer en las elecciones presidenciales del 2022 lo cierto es que si algo no se esperaba en Colombia era un tropiezo tan contundente de la derecha ultraneoliberal en aquellas ciudades. Una señal muy positiva, sin dudas.

Tampoco podría poner fin a estas líneas sin compartir en este caso la preocupación que genera el proceso electoral en el Uruguay, en cuya primera vuelta el candidato del Frente Amplio y ex intendente de Montevideo, Daniel Martínez, obtuvo un 39,2 % de los votos contra el 28,6 % de Luis Lacalle Pou, del conservador Partido Nacional. Esto pronostica una reñida contienda en el balotaje que tendrá lugar el próximo 24 de Noviembre porque las restantes fuerzas políticas de la derecha han comprometido su apoyo a Lacalle Pou, incluyendo a la desgraciada novedad de la política uruguaya: el “bolsonarismo” encarnado en el partido Cabildo Abierto liderado por el ex Comandante del Ejército Nacional Guido Manini Ríos, ardiente opositor a cualquier pretensión de revisar los casos de violación de los derechos humanos perpetrados por la dictadura en Uruguay y duro crítico de toda la legislación progresista aprobada por el Frente Amplio a lo largo de quince años de gobierno. No está todo perdido, pero quedan sólo cuatro semanas para persuadir al electorado del Uruguay que elegir un gobierno neoliberal en momentos en que esa corriente se desbarranca en medio de tremendas convulsiones sociales -en Chile, en Ecuador, en Haití y antes en México, con el triunfo de López Obrador- condenaría a  ese país a internarse en un sendero que terminó en un rotundo fracaso en todos los países de la región. Sería ingenuo pensar que lo que produjo un holocausto social sin precedentes en México, luego de 36 años (1982-2018) de co-gobierno FMI-PRI-PAN; o la gravísima crisis que azota a la Argentina y la debacle que devora a Chile y Ecuador pueda dar nacimiento a un resultado virtuoso en la nación rioplatense. Mucho tendrá que trabajar el Frente Amplio para hacer que sus compatriotas observen con cuidado a la escena regional y extraigan sus propias consecuencias.

Ponemos punto final a esta mirada panorámica sobre las vicisitudes de la agonía y muerte del neoliberalismo en América Latina. Lo muerto muerto está, pero lo que brotará de sus cenizas no es fácil de discernir. Será dictado, como todos los procesos sociales, por los avatares de la lucha de clases, por la clarividencia de las fuerzas dirigentes del proceso de reconstrucción económica y social; por su audacia para hacer frente a toda clase de contingencias y preservar la preciosa unidad de las fuerzas políticas y sociales democráticas y de izquierda; por su valentía para desbaratar los planes y las iniciativas de los personeros del pasado, de los guardianes del viejo orden; por la eficacia con que se organice y concientice al heteróclito y tumultuoso campo popular para enfrentar a sus enemigos de clase, al imperio y sus aliados, al capitalismo como sistema, que cuenta con enormes recursos a su disposición para conservar sus privilegios y continuar con sus exacciones.  Será una tarea hercúlea, pero no imposible. Se avecinan “tiempos interesantes” y preñados de grandes potencialidades de cambio. La incertidumbre domina la escena, como invariablemente sucede en todos los puntos de inflexión de la historia. Pero donde hay una certeza absoluta es que ya más nadie en Latinoamérica podrá engañar a nuestros pueblos, o pretender ganar elecciones, diciendo que “hay que imitar al modelo chileno”, o seguir los pasos del “mejor alumno” del Consenso de Washington. Esto fue lo que por décadas recomendaron -en vano, visto el inapelable veredicto de la historia- el antes locuaz y ahora silente Mario Vargas Llosa junto a la pléyade de publicistas del neoliberalismo que imponían con prepotencia sus falacias y sofismas gracias a su privilegiada inserción en los oligopolios mediáticos y aparatos de propaganda de la derecha. Pero esto ya es pasado.  Y no cometeremos la imbecilidad de pretender hacer gala de una inverosímil “neutralidad” o de buenos modales a la hora de despedir a esta corriente ideológica en sus exequias deseándole que “descanse en paz”, como se hace con quienes dejaron una huella virtuosa en su paso por este mundo. Lo que diremos en cambio es: “¡vete al infierno, maldita, a purgar por los crímenes que tú y tus mentores han perpetrado!”

Fuente: https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2019/10/30/pensamiento-critico-agonia-y-muerte-del-neoliberalismo-en-america-latina

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BID lanza coalición que promueve nuevas políticas educativas en Latinoamérica

Redacción: Virtual edu

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzó el lunes en Panamá una coalición para promover las habilidades del siglo XXI y apoyar la implementación de una nueva generación de políticas de educación y capacitación en América Latina y el Caribe.

Más de una veintena de organizaciones se comprometieron en esta coalición a capitalizar los cambios acelerados que se están dando en el mundo, sobre todo en términos tecnológicos, para transformar a los individuos y a los países de la región.

El compromiso hace parte de la declaración de la denominada Coalición para el Desarrollo de Habilidades del Siglo 21 en América Latina y el Caribe, impulsada por el BID y suscrita hoy lunes en la sede permanente del Parlamento Latinoamericano (Parlatino) en Ciudad de Panamá.

El BID indicó que la coalición cuenta con más de 34,7 millones de dólares en financiación que se destinarán a la realización de proyectos para fomentar estas habilidades entre los niños y jóvenes de la región.

El lanzamiento se realizó en el marco del evento «El futuro ya está aquí: habilidades transversales en América Latina y el Caribe en el siglo 21», organizado por el BID en colaboración con Virtual Educa (Iniciativa multilateral de innovación en Educación para la transformación social y el desarrollo sostenible) y el Parlatino.

La coalición se lanzó en Panamá por los compromisos en relación con las políticas educativas del país centroamericano, dijo el BID.

El argentino Marcelo Cabrol, gerente del Sector Social del BID, afirmó que se trata de «programas que tienen que ver con la música, con el arte, con el deporte, con la inclusión, con promover conductas ciudadanas».

«Esta es la importancia de los socios que hoy están en la mesa (de la coalición), que se comprometen a trabajar con los Gobiernos, fundamentalmente, y con nosotros (…) para poder coordinar este tipo de programas» que ya existían en Panamá y la región «pero casi aislados», añadió Cabrol.

Cabrol indicó a Efe que «los países donde se tiene mayor trabajo y perspectivas con esta iniciativa es Panamá y Colombia. Vamos a trabajar muy fuertemente en Brasil también, y después estamos viendo (en) qué países de Centroamérica puede funcionar, con El Salvador que emerge como una oportunidad».

Añadió que también se trabaja en República Dominicana y en Chile.

La ministra panameña de Educación, Maruja Gorday, dijo que lo que esta coalición pretende es que los países de la región, más los firmantes, «podamos estar claros en cuanto al diseño de políticas públicas que tenemos que trabajar desde los sistemas de educación y cómo articularlo con el sector privado, las ONG y otros organismos de la comunidad» e internacionales como el BID.

Verónica Zavala, gerente del BID para Panamá, Centroamérica, Haití y República Dominicana, señaló que hay nuevos elementos en la globalización y en las tecnologías frente a los cuales se «requiere también en la educación transformaciones radicales».

En el primero de sus 11 puntos, la coalición dice que los cambios acelerados en términos tecnológicos, migratorios, demográficos y climáticos están reconfigurando el orden social, económico y político, y que esto trae consigo nuevas demandas de cara a la formación de los individuos.

Destaca que los individuos necesitan equiparse con un conjunto de habilidades transversales que van a ser la moneda de cambio en un mundo en transformación.

Estas habilidades incluyen las digitales, cognitivas avanzadas, socioemocionales y de la función ejecutiva como trabajo en equipo, comunicación, creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas, perseverancia, resiliencia, tolerancia, empatía, y «muy importante», la capacidad para aprender a lo largo de la vida.

La coalición resaltó la necesidad de transformar los sistemas educativos y de formación del siglo XXI para adaptarlos a los cambios y al ritmo de las necesidades actuales, en el marco de una corresponsabilidad público-privada y aprovechando lo mejor de la tecnología.

Entre las organizaciones que integran la coalición están Ashoka, CLOO Behavioral Insights Unit, D2L, Empresarios por la Educación-Colombia, Forge, Fundación Danilo Pérez, Fundación F.C. Barcelona, Fundación Gratitud, Google, Grammy Music Education Coalition y Holberton School.

Fuente: https://virtualeduca.org/mediacenter/bid-lanza-coalicion-que-promueve-nuevas-politicas-educativas-en-latinoamerica/

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Panama: los universitarios y el movimiento social marchan contra reforma constitucional

Panama: los universitarios y el movimiento social marchan contra reforma constitucional

Noticias OVE

Este martes miles de académicos, estudiantes, personal de la Universidad de Panama marcharon en repudio a los intentos de hacer una reforma constitucional que limita la autonomía universitaria y cercena el presupuesto universitario.

 

Al final una comisión se reunió con los parlamentarios para expresarles su oposición a la reforma constitucional porque es absolutamente neoliberal. Se anuncian nuevas acciones

 

 

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Pensamiento latinoamericano: La descolonización como clave del pensar

Por: Fernando Buen Abad Dominguez

Un caudal portentoso de ideas y de acciones, emancipadoras, constituye un tesoro (no exclusivo) de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Desde la caídamisma de la “Gran Tenochtitlan” (13 de agosto de 1521) hasta las luchas más recientes contra la neo-colonización económica, cultural y comunicacional… tenemos un inventario de pensadores “nuestros” que lo son no sólo por razones geográficas sino por objetivos descolonizadores en todas sus líneas. Moctezuma, Netzahualcóyotl, Cuauhtémoc… a cual más, desde las luchas de resistencia contra la invasión española hasta el presente, somos herederos y deudores de un “tesoro de pensamiento” empeñado en recuperar la tierra, las fuerzas productivas, la libertad y la identidad. Es la “Batalla de las Ideas” entendida y extendida, también, como producción y profundización de simientes nacidas con cargas geográficas relativas. Si bien el pensamiento reclama identidades, al mismo tiempo relativiza “pasaportes”. De esa “lógica”, emana un caudal vigoroso de contribuciones teóricas y prácticas, que son irreductibles al individualismo, mientras reconocen el valor del aporte personal.

Pensamiento latinoamericano: La descolonización como clave del pensar

Parte de esa herencia es, también, el repertorio de sus debates internos y externos. Línea por línea el temario núcleo del pensamiento latinoamericano ha sido teñido por el debate Capital-Trabajo, por la contradicción entre la supremacía del Capital sobre la especie humana…y por el desarrollo de las luchas sociales. Tal repertorio del debate recorre una gama completa que va desde desacuerdos menores hasta francas guerras irreconciliables y todos han sido fuente (voluntaria e involuntaria) de enseñanzas y aprendizajes de todo tipo. Y eso que parecería “obvio” no lo es si se toman en cuenta las condiciones concretas que la lucha de clases ha impuesto en las miles de carencias educativas a que han sido sometidos nuestros pueblos, especialmente las educativas, las culturales y las comunicacionales.

Se han puesto en debate las tradiciones filosóficas y sus ejes metodológicos. Se han debatido hermenéuticas y propedéuticas, físicas y metafísicas, lógicas y estéticas, morales y éticas… debatió Sor Juana con Carlos de Sigüenza y Góngora; debatió Borges con Sábato; debatió Paz con Arreola… y casi no existe aporte al pensamiento latinoamericano que no haya saldado su -o sus- debates necesarios. Insistamos. Pero más allá de los debates inter-personales, tenemos la huella continental amplísima marcada por los debates históricos de un pensamiento que no sólo abarca un territorio sino que abarcan las claves emancipadoras para la especie humana en su totalidad, es decir, el debate Capital-Trabajo… el debate clase opresora vs clases oprimidas. Insistamos. Pensamiento con fuerzas internas que luchan, con todos los medios disponibles, por la libertad y contra la alienación neocolonial ante las condiciones históricas de opresión. Y en especial durante el siglo XX.

Lucha por la libertad está inmersa en el ser de los pueblos, rompiendo esclavitudes y creando bases para una comunidad humana finalmente organizada para su emancipación y cuyo resultado debería ser una sola y gran patria de la humanidad, donde nadie sería “débil” y nadie será el más “fuerte”. Esta línea de ideas no sólo es componente identitario sino que se desarrolla como una de las más altas realizaciones teóricas del pensamiento latinoamericano hasta nuestros días. En eso cabe Frantz Fanon como caben Ricardo Flores Magón, Juan Carlos Mariátegui, José Vasconcelos, Eli de Gortari, Leopoldo Zea, Arturo Jauretche… por sólo mencionar algunos y corriendo a sabiendas el peligro de la omisión por espacio escaso. Una multitud de problemas abordados, a veces, hacia sus soluciones que son expresión de una multitud de culturas. Culturas, que por cierto, van hacia una universalidad que es la Cultura necesaria en un comunidad organizada para sí, bajo el rigor de sus necesidades históricas y su desarrollo. Universalidad de la comunidad de hombres y pueblos unidos por metas emancipadoras semejantes.

Tal filosofía, hacia una comunidad organizada -y organizadora- para su planificación material y simbólica, ha reflejado siempre los problemas que se le han presentado a la humanidad que se organiza localmente para resolver sus problemas en las etapas más críticas de su historia, en épocas de crisis económica, moral y social. Épocas en las que es necesario alcanzar una nueva moral social, un pensamiento que ha sido alterado e hibridado por diversas circunstancias. Época, también, de crítica multiplicada. Nuestro pensamiento plantea no pocos problemas que aún no han sido resueltos. Y por eso es también un pensamiento cuyo núcleo sigue siendo el de la crisis del racionalismo, del empirismo, del criticismo, del nacionalismo… que algunos autores vieron como una reacción anticolonial. Han corrido “ríos de tinta” académica y de todo género, al respecto.

Pero nuestro Pensamiento, ha hablado de libertad y dignidad, de soberanía, de los derechos humanos y del respeto inalienable al trabajo como valores hacia la universalización de su vigencia para ampliar las posibilidades de la humanidad -y de la naturaleza- Espíritu presente en el pensar sobre las relaciones que mantienen los “pueblos originarios” y sus herederos con los pueblos que, se han transformado en naciones nuevas. Espíritu en el pensar que afirma la igualdad de las identidades descolonizadas y se suma a la universalización de la Cultura: universalización nunca vista. Pensamiento que es universalización de las rebeldías que refleja, en la filosofía… en el espíritu que recorre nuestro tiempo.

Nuestras tareas hoy deben atender la organización dialéctica en las luchas de los pueblos que han hecho vigente la lucha por la identidad emancipada en la realidad y en su desarrollo. La capacidad de la organización para convertirse en lucha y la lucha en organización para crear condiciones que permitan su ampliación. Está en juego la sobrevivencia no sólo de nuestros pueblos sino de la humanidad y para eso es necesaria la comunidad organizada para sí, en una serie de tareas -que ya son comunes- (comunitarias) a todos los seres humanos. Derrotar todo exclusivismo, haciendo a un lado la discriminatorio racial, económica, política, religiosa o social. Hacia un humanismo que ahora trasciende las fronteras en la América Latina, y sus pensadores o filósofos: El desarrollo de las capacidades críticas para la organización de la comunidad de iguales que es, hoy por hoy, una asignatura pendiente.

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Pensamiento-latinoamericano-La-descolonizacion-como-clave-del-pensar-20180822-0002.html

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Jose Brunner: Cumbre Líderes por la Educación. “El problema es que estamos graduando los mismos perfiles de hace 50 años”

Redacción: Semana

Según José Joaquín Brunner, exministro de Estado en Chile y experto en educación superior de América Latina, cada vez estamos más cerca de tener cobertura universal en educación superior. Sin embargo, el mayor desafío es encontrar la fórmula para financiar programas pertinentes y de calidad.

Cada frase de José Joaquín Brunner revela la magnitud de la transformación de la educación superior en América Latina. Y no es para menos, Brunner se ha dedicado a conocer diferentes sistemas educativos en el mundo. Ha sido profesor, investigador y consultor del Banco Mundial y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). Por su experiencia, se atreve a asegurar que uno de los cambios más significativos que ha transformado y que seguirá cambiando la educación superior es la expansión de la matrícula. Las cifras que presentó en la Cumbre Líderes por la Educación así lo evidencian: en 1950, América Latina tenía una tasa de cobertura del 15 por ciento, mientras hoy cuenta con una tasa del 50 por ciento. De modo tal que hemos pasado de ofrecer acceso a una pequeña minoría a tener un sistema masivo.

En ese proceso de transformación, las instituciones también han evolucionado. Brunner reveló que mientras en 1950 solo había 75 universidades en todo América Latina, hoy tenemos más de 100.000, de las cuales el 50 por ciento son privadas. Un gran cambio, pues en 1950 todas eran públicas. Con la llegada de instituciones sin y con ánimo de lucro, y fundaciones, existe una variedad de programas que antes no teníamos y que intentan responder a la demanda del mercado laboral.

Sin embargo, con esa masificación de la educación superior aparecen enormes desafíos en materia de empleo. El experto chileno asegura que cada año 200.000 jóvenes en todo América Latina salen de las universidades con el deseo de ingresar al mercado laboral, pero no todos logran emplearse.

Por otro lado, Brunner advirtió que para enfrentar esos desafíos que imponen los mercados, la tecnología y la cultura, no es posible seguir usando el mismo modelo de educación superior del siglo XIX. Es tiempo de cambiar como lo han hecho los sistemas educativos de Europa, Estados Unidos y Canadá, en donde ya se están formando a los nuevos profesionales en corto tiempo y por competencias.

“Nosotros tenemos serios problemas, porque estamos usando los mismos perfiles de graduación que hace 50 años, seguimos con el método de memorización, evaluando igual que antes. Seguimos con programas largos que ocasionan deserción, desgaste y demora en su graduación y el desarrollo de competencias está olvidado”, explicó Brunner.

Ahora, en cuanto a la financiación, Brunner ve en la ampliación de crédito educativo sostenible una salida. “El capitalismo tiene un poder enorme transformador que puede construir o destruir”. Y agrega: “Cómo aplicar inteligencia artificial en las universidades si aún no sabemos cómo financiarlas”.

Finalmente, dejó una pregunta para los rectores de las universidades e instituciones técnicas y tecnológicas que figuran solo como personajes públicos y no como tomadores de decisiones: «Cada rector debería preguntarse: ¿el gobierno de mi universidad está en condiciones de hacer cambios reales que tengan un efecto real?

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/cumbre-lideres-por-la-educacion-el-problema-es-que-estamos-graduando-los-mismos-perfiles-de-hace-50-anos/632349

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América Latina: Acercamiento al Entendimiento Dialéctico entre la Docencia y la Investigación en la Academia Universitaria: Hacia una Arquitectónica de los Procesos Decoloniales en la Praxis Académica de América Latina.

ACERCAMIENTO AL ENTENDIMIENTO DIALÉCTICO ENTRE LA DOCENCIA Y LA INVESTIGACIÓN EN LA ACADEMIA UNIVERSITARIA: HACIA UNA ARQUITECTÓNICA DE LOS PROCESOS DECOLONIALES EN LA PRAXIS ACADÉMICA DE AMÉRICA LATINA.

Miguel Angel Sánchez-Mercado[1]. Centro de Estudios Sociales y Culturales (CESYC), Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), Sede Monagas. Agosto del 2019.

 

La desesperación como lo absurdo, juzga y desea todo, en general y nada en particular. El silencio la traduce bien. Pero, desde el  momento en que habla, aunque diga que no, desea y juzga. El rebelde (es decir, el que se devuelve o revuelve contra algo), da media vuelta. Marchaba jo el látigo de amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es. Todo valor no implica rebelión, pero todo movimiento de rebelión invoca tácitamente un valor. ¿Se trata por o menos de un valor? [2].

 

 

Introducción: Lineamientos coloniales y cómo apuntar a un desdibujamiento decolonial. En los determinados procesos sociohistóricos por los cuales se establecieron los estudios universitarios en América Latina, se evidenció por mucho a lo que Camus refiere previo con la desesperación como lo absurdo, juzga y desea todo, en general y nada en particular; dando un definitivo matiz que perfila y otorga una esencia particular, de forma directa o indirecta a los procesos coloniales que imperaron en nuestras tierras, marcando inicialmente una separación de los modelos académicos por los cuales se establecen en la actualidad las casas de estudios en nuestro continente: un modelo primariamente docente, profesionalizante, que enmarca su academia en la formación de los líderes sociales del entorno al cual se integra, y técnicamente, en el manejo económico del mismo, conocido como modelo napoleónico; y el modelo de universidad humbodltiana, el cual establece ámbitos académicos tales que permiten una plena sinergia entre a investigación y la docencia, siendo entonces como las define Scherz García (1986), aquellas universidades que realzan el derecho de la persona humana a buscar la verdad, organizándose libre y comunitariamente para ello; más allá de perfilar y definir modelaciones en el complejo devenir de la academia universitaria latinoamericana,  se hace necesario hacer una revisión suficientemente analítica del devenir de nuestra academia frente a la necesaria mirada de un modelo propio que como bien refería el Amauta[3], no debe atribuirse a “copias ni calcos” de los modelos de marcada trayectoria eurocolonialista.

Es entonces, tomando en cuenta que sólo la mirada hacia la reproductibilidad de modelos académicos, nos lleva a entender de facto las precariedades de la producción de saberes en nuestras academias universitarias en el continente. No es de extrañar que en este orden de ideas, diversos autores han revisado, analizado, estructurado y declarado la crisis existente en los procesos estructurales, organizacionales, políticos, sociales y hasta ambientales en el entorno universitario a partir de asumirse las mismas dentro de un contexto colonialista entre ambos modelos previamente descritos (Mignolo, 2008, 2010; Castro-Gómez, 2007; De Sousa Santos, 2004, 2004b, 2008). Es por ello, que en el presente trabajo se pretende realizar una acercamiento analítico a dicho situado fenomenológico dentro de las estructuras académicas universitarias de la región, y propositivamente perfilar alternativas decoloniales que contribuyan a una recreación de los saberes necesarios para un mundo mejor posible desde la originalidad y singularidades en sus diversos ámbitos, a la luz del contexto que Ameriisjsha[4] requiere y demanda, en los espacios de nuestras universidades.

An non intelligis universitatis[5], o cómo mirar las necesidades de una decolonización de los saberes desde la academia universitaria. Las observaciones previas sobre los modelos imperantes al presente en las universidades latinoamericanas, denotan claramente que las condiciones euroccidentalistas se mantienen hasta el presente; históricamente Scherz García (op. cit.) identifica una “universidad criolla”, para semánticamente separar las condiciones geohistóricas iniciales de establecimiento de los primeros claustros universitarios en nuestras regiones, nucleada en las condiciones que la iglesia católica dictaminaba mediante las bulas y decretos que las fundamentaba desde los imperios europeos que establecieron colonias en nuestro continente. Bien refiere Tünnermann (1991), respecto a las condiciones primarias de esta característica academia:

Dominicos y jesuitas -y en menor grado los agustinos- rivalizaron en cuanto al número de importancia de sus fundaciones universitarias en América. Ambas disfrutaron de privilegios otorgados por el Papa, que las facultaba a crear colegios y universidades. Los dominicos, además de fundar la primera universidad, la tomista de Santo Domingo, en La Española (1538) establecieron la de San Marcos de Lima (1551), la de Charcas (1552); a fines del XVI la tomista de Santafé, en la Nueva Granada y en el siglo siguiente las de Santiago, Quito y el Cuzco, más la de La Habana en el siglo XVIII. La Compañía de Jesús fundó en el siglo XVII universidades en La Plata, Santafé, Guatemala, Santiago, Córdoba, Quito y El Cuzco; en el siglo siguiente confirieron grados de Popayán, Panamá, Concepción y Buenos Aires. A los agustinos se debió la fundación de dos universidades: la de San Fulgencio de Quito (1586) y la de San Nicolás de Santafé (1694)(p. 32).

Claramente ello demarca el inicio no sólo de un proceso socioacadémico en el continente desde la noción colonialista, sino también de las condiciones en las cuales las identidades originarias se verán forzadamente a ser sustituidas tomando en cuenta la condición religiosa impuesta a través de ella; tal como refiere el doctor José de Baquijano y Carrillo, catedrático limeño, en célebre discurso pronunciado en la Universidad de San Marcos en elogio del Virrey Jáuregui: «La educación y la cultura tienen como fin instalar la paz con que se humaniza y domestica al infiel indio» (Tünnermann, op. cit.).

Correspondientemente, se establecen en el trascurrir histórico de la academia universitaria latinoamericana algunos enfoques que se gestan en las adaptabilidades de los modelos previamente descritos; haciendo asumir algunos espacios con diversas sinergias, pero siempre en un enfoque que demarcan las clases sociales. Ya no es entonces la universidad que forma hacia las necesidades de un entorno, sino la universidad que cubre una demanda profesionalizante que no responden a la dinámica sociopolítica que requiere dicho entorno. Son las identidades locales quienes determinan que “es mejor ser ingeniero que profesor” o “abogado es mejor título que el de periodista”, así como “¿para qué la sociología? ¿dónde trabajarás? ¿no es mejor que seas ingeniero, no importa en qué? Esas son las afirmaciones que las sociedades determinan en aquellos quienes se inician en las academias, mayormente direccionandas en el contexto familiar, con muchas condicionantes  implícitas dentro de las mismas. Ya es poca la intencionalidad de las vocacionalidades, a modo de crear clases sociales dentro de las profesionalizaciones, determinando a muchas de las universidades de nuestra región a recrear sus opciones de estudios en función de una demanda de  la mismas, sobre todo las universidades privadas.

Dicha fenomenología es determinada por un complejo de factores que inciden en el entramado en la cual se envuelve las academias universitarias regionales, direccionadas a un (in)pensar de la modernidad como paradigma que signa muy buena parte de nuestras realidades regionales. Ya bien refiere Larraín (1997) a este respecto de la modernidad en nuestros entornos,

Abrazamos con entusiasmo la modernidad ilustrada al independizarnos de España, pero más en su horizonte formal, cultural y discursivo, que en la práctica institucional política y económica, donde por mucho tiempo se mantuvieron estructuras tradicionales y/o excluyentes. Cuando por fin la modernidad política y económica empezó a implementarse en la práctica durante el siglo XX, surgieron sin embargo las dudas culturales acerca de si realmente podíamos modernizarnos adecuadamente, o de si era acertado que nos modernizáramos siguiendo los patrones europeos y norteamericanos. Se ampliaron los procesos modernizadores en la práctica pero surgió la pregunta inquietante acerca de si podíamos llevarlos a cabo en forma auténtica. De este modo podría decirse que nacimos en la época moderna sin que nos dejaran ser modernos; cuando pudimos serlo lo fuimos sólo en el discurso programático y cuando empezamos a serlo en la realidad nos surgió la duda de si esto atentaba contra nuestra identidad (p. 1)

Este esquema de dudas culturales se arraigó en las formas y procesos por las cuales se establecieron las universidades en América Latina, y la evidenciamos indiscutiblemente por los preceptos que estructuralmente componen a los corpus academia en los diversos contextos en nuestras universidades: organización, jurisprudencia interna, administración tanto de personal como de presupuestos, relaciones interinstitucionales, todas ellas concebidas desde una condicionada autonomía universitaria, la cual ha desarrollado una historia muy particular en nuestras tierras[6].

Mas allá de identificaciones de cualesquiera sea su origen, los procesos por los cuales se justiprecia el desempeño de cada una de nuestras academias, es el aporte societal que deviene desde la docencia y la investigación que se gesta en cada una de ellas. Las revisiones en clave decolonial de este particular proceso evidentemente matizado de identidades, nos puede develar razones para (re)pensar dichas necesidades de asumir el contexto académico de nuestras universidades en América Latina.

Entendimiento y concepción de la esencia de la integralidad de la docencia e investigación en las academias[7] de América Latina y Venezuela: cuestionamientos y propuestas desde una clave decolonial. Cuando observamos como producto de una modernidad reinante dentro de las estructuras académicas universitarias, que el hacer ciencia se convierte una tarea cada vez menos necesaria por parte del grupo profesoral que la conforma, es una alerta máxima que hay que atender. Cada día son más los profesores que sólo dictan clases en el claustro universitario, limitados a sólo ese espacio del aula; e investigadores ocultos en catacumbas llenas de documentos, libros y otros papeles por revisar, así como aquellos confinados a un laboratorio en el cual lo generado allí sólo se reserva para ser visto en revistas o publicaciones periódicas generalmente inaccesible, por diversas razones. Este sesgo lamentablemente acentuado día a día, rompe por completo la sinergia que cada profesor o profesora debe tener como razón central en su vivencia académica universitaria, y ésta es ser integral dentro de sus aportes investigativos en los espacios en el que el conocimiento debe ser presentado a la luz; es decir, la necesaria integralidad dentro de la docencia y la investigación que cada profesor o profesora debe tener como parte fundamental en el ejercicio académico.

Es entonces que hoy por hoy, se requiere de grupos de trabajo que armónicamente se consolidan en recrear dicha faena en uno o diversos proyectos en sus muy particulares formas de entender la asunción del mismo, haciendo así del rol de la academia universitaria como locus sinergizante de las faenas de creación, entendimiento y consolidación de los saberes, además su aplicabilidad no sólo en el meramente técnico, sino cómo el mismo puede hacerse parte del entorno social al cual es aplicado, lo que no lo hace un conocimiento y técnica excluyente.

Esto hace entender, que la academia universitaria a través de sus investigaciones y procesos formativos deben contribuir al desarrollo del entorno social en el cual se especifica dicho locus; es por ello, que otro aspecto que no deja de tener una importante relevancia dentro de lo caracterizante a esta fenomenología de la academia tanto regional como localmente se refiere, es el situado de los aportes y significancias que dichas innovaciones/aportes a la ciencia se realizan desde ella. Así, por ejemplo, refiere particularmente Didou Aupetit (2015) a este respecto,

Los indicadores y reportes sobre actividades científicas en América Latina elaborados por la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana e Interamericana (RICYT[8]) confirman que la producción de innovaciones significativas por parte de las universidades es un asunto a debatir, que requeriría de medidas de fomento a la innovación menos dispersas y un aligeramiento de las estructuras burocráticas para una administración más eficiente (p. 165).

Es por ello que la relación de docentes universitarios asociados a centros de investigaciones, colectivos investigativos, núcleos de formación académica, o cualesquiera de las formas organizativas que las universidades presentan para sistematizar sus investigaciones, no necesariamente ejemplifican y mas aún, representan realmente la productividad de saberes en las mismas. A pesar de ello, es importante indicar que con todo, la situación que sentipesa en este trasunto es la siguiente: mientras América Latina representa el 8% del total de la población mundial, apenas representa el 1,6% de la publicaciones científicas mundiales, el 0,2% de las patentes y el 0,2% del conocimiento aplicado; donde las investigaciones originadas desde el ámbito universitario no tributan significativamente a estas cifras (Didriksson, 2011; p. 149).

Ante este panorama, la consolidación intelectual que releva al académico universitario de nuestro continente, es de necesariamente entender la relación dialógica existente entre la docencia e investigación que cada día genera en su entorno particular; ello, nos invita a pensarnos en los elementos del cual dicho académico que desde ahora preciso como docente-investigador debe empoderarse desde su intelectualidad para construir y construirse dentro de su espacio de vida académica.

Algunas nociones proximales que caracterizan al docente-investigador latinoamericano y venezolano: aproximaciones teóricas para su concepción. Previamente se había definido que la dicotomía generada entre la docencia e investigación universitaria ha determinado una nueva concepción del profesorado universitario tanto en América Latina como en Venezuela;  el asumir condiciones distintas para deslastrar la muy engañosa oferta de que las actividades asociadas a la docencia no pueden consolidarse a las investigaciones que el docente-investigador contextualiza, conlleva a asumir que entre ambos procesos, la relación es y siempre será establecida desde la naturaleza dialéctica que la ha establecido a lo largo de la historia. Dentro del mismo Informe Delors, se especifica una necesidad humana inherente en nuestros tiempos de un acercamiento entre las maneras de aprender y las maneras de producir[9]; esto es visto desde la misma esencia dialéctica, como algo natural, y que lamentablemente en nombre de la disciplinariedad hemos asumido la citada oferta engañosa, hasta con cierta comodidad en el ámbito universitario.

Es por ello, que el asumir la intelectualidad desde una esencia orgánica, más allá de la noción eurocentrista gramsciana de la misma, podemos concebir a ese docente-investigador como aquel que asume la necesaria integralidad de la docencia y la instigación en una relación sinérgica única, donde el docente-investigador inicia y vive su recorrido académico de forma colectiva, ya que los modos de producción del conocimiento han dejado de ser una tarea intelectual individualista en nuestros actuales momentos; tarea que se ha caracterizado sociopolíticamente dentro del accionar universitario actual, favoreciendo la dicotomía precitada. Así, por ejemplo, Sánchez (2011) explica la concepción latinoamericana respecto a la organicidad dentro de la concepción gramsciana establecida por Rodney Arismendi:

La lógica explicativa de Arismendi en torno a la realidad contradictoria de la Universidad y la enseñanza en América Latina indica la génesis de  los lineamientos fundamentales de su concepción sobre el rol de una mayoritaria parte de la clase media y la intelectualidad en el contexto de la revolución latinoamericana; es decir, el potencial de trasformación que encierra la Universidad en la medida que trasmite la herencia cultural y científica, entra en perceptible contradicción con la sociedad capitalista deforme y dependiente, empujando a una buena parte de la clase media y de la intelectualidad al terreno de la revolución, de la lucha revolucionaria contra la oligarquía y el imperialismo (Bermejo Santos, 2011)

Es por ello, que es innegable el matiz sociopolítico que la acción académica del docente-investigador orgánico debe relevar en el contexto universitario en América Latina y especialmente en Venezuela, donde en los actuales momentos dicho llamamiento se hace cada vez más que necesario, urgente.

Nos encontramos entonces, con la concepción de una mirada necesaria a asumir bajo el paradigma globalizador de los actuales momentos marcados por los procesos sociopolíticos que hemos esbozado pertinentemente, y hacen necesario dar nueva luz sobre el cómo asumir la condición del docente-investigador orgánico, cuando es prioritaria la producción del conocimiento sobre todo, con pertinencia del entorno.

Es por ello, que la esencia de nuestra tierra, en todos los aspectos que conllevan a sus cotidianos, representan aspectos propios para considerar sus acciones problémicas dignos de tomarse en cuenta al momento de perfilar una investigación sea cual sea su aspecto epistémico a considerar en su abordaje. Dicho abordaje, se logra efectivamente como bien plantea Varsavsky (2007), es integrando la actividad científica de nuestras universidades para solucionar los problemas actuales que se abordan desde la perspectiva país.  Esto no es más que la necesaria originalidad para las consideraciones investigativas, tales como bien refiere el autor:

Si bien la originalidad no es el único criterio dominante al momento de seleccionar el problema investigativo, debe corresponder a la ideología de que la ciencia es un juego y que el científico puede elegir el tema que le divierta más, porque su recompensa es el placer que experimenta al dedicarse a ese juego. Esa ideología se lava las manos de los problemas sociales y por eso debemos rechazarla.

Es notorio los casos en los cuales, muchas universidades latinoamericanas y venezolanas pueden direccionar sus investigaciones en sólo complacer a un “científico” que no comprometa su esfuerzo investigativo en solventar problemas del entorno, y  no comprometa su acción más que en su beneficio particular de “diversión investigativa”. En este nivel y punto particular, éstas son malas noticias si es lo que impera, o dejamos imperar en nuestro quehacer investigativo y docente desde los espacios que excluyen a dicha esencia orgánica de integrar los procesos investigativos con la docencia, y aumentando aún más la dicotomía entre ambos, por ejemplo.

Es por ello, que el docente-investigador orgánico debe establecer sus parámetros repensándose desde la integralidad de los procesos que en su acometer prevalece como parte de su quehacer tanto docente como investigativo, asumiéndose conceptualmente como un ser sociocrítico, con plena conciencia del sentir del entorno particular, para direccionar sus esfuerzos en las problemáticas que le son comunes como humano y ciudadano. Tal y como refiere Giroux (1990), los profesores necesitan desarrollar un discurso y un conjunto de hipótesis que les permita actuar más específicamente como intelectuales transformativos; es decir, actuar en función de hacer un mundo mejor posible a partir de los conocimientos que se generan desde el epicentro académico fundamentado colectivamente.

Hacia el rescate de la justipreciación de la Academia Latinoamericana y venezolana: Algunas notas a modo de epílogo inconcluso. Nuestras condiciones muy particularizadas en nuestros entornos naturales, sociales y culturales, mas allá de condicionar las miradas en los situados problémicos en la concepción académica universitaria, debe de ser una acción provocadora para internarnos en las infinitas temáticas a las cuales somos llamados a asumir como responsabilidad más que de una labor, es de una acción de vida que nos conduce dentro del recorrido que realizamos dentro de nuestras casas de estudios como profesionales en formación para profesionales; esto es, la tarea de reconducir la acciones de nuestro quehacer como docentes, revindicada en nuestros procesos investigativos en íntima sinergia lo que bien figuraba Giroux (1990) dentro de la visión que propone dentro de los profesores como intelectuales: consecuentemente, los profesores como intelectuales necesitarán reconsiderar y, posiblemente, trasformar la naturaleza fundamentadle las condiciones en que se desarrolla su trabajo. Es decir, los profesores deben de estar en condiciones de conseguir que sean el tiempo, el espacio, la actividad y el conocimiento los que vertebren la vida diaria de las escuelas. Es por ello, que implica una transformación el asumir con correspondencia la condición del docente-investigador orgánico como condición de vida para realmente hacer del espacio académico, el punto focal de los procesos transformativos a un mundo mejor posible.

 

REFERENCIAS Y CONSULTA BIBLIOGRÁFICA:

 

Bermejo Santos, Antonio (2001): Rodney Arismendi: Sus concepciones sobre la intelectualidad y los intelectuales. El Paradigma del intelectual orgánico (Notas introductorias). Universidad Central de las Villas, Departamento de Filosofía, Cuba. 28 pp.

Castro Gómez, Santiago (2007): Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes.  En: Castro Gómez, Santiago y Grosfoguel, Ramón. (Comp.) El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Siglo del Hombre Editores. Colombia. 383 pp.

De Sousa Santos, Boaventura (2004): Tesis para una Universidad pautada por la ciencia postmoderna. Educación Superior: Cifras y Hechos, 3(18); pp. 3-6

De Sousa Santos, Boaventura (2004b): Más allá de pensamiento abismal: de las líneas globales a una ecología de saberes. En: Boaventura De Sousa Santos y María Paula Meneses (Eds): Epistemologías del Sur. Perspectivas. Ediciones Akal, S.A. Madrid. 556 pp.

De Sousa Santos, Boaventura (2008): La Universidad en el Siglo XXI para una reforma democrática y emancipadora de la Universidad. Centro Internacional Miranda. Caracas, 133 pp.

Didou Aupetit, Sylvie (2015): Responsabilidad Social Universitaria en América Latina: Recursos y Controversia. En: Aponte Hernández, Eduardo (Ed.): La Responsabilidad Social de las Universidades: Implicaciones para América Latina y el Caribe. UNESCO-IESALC. Puerto Rico, 294 pp.

Didriksson, Alex (2011): Contexto global y regional de la Educación Universitaria en América Latina y el Caribe. En: Bonilla-Molina, Luis y López-Segrera, Francisco (Compiladores): Educación Universitaria para el Siglo XXI. Análisis Comparados (Tomo I). Ediciones Centro Internacional Miranda. Caracas, 358 pp.

Fergusson, Alex y Lanz, Rigoberto (2011): La transformación universitaria y la relación Universidad-Estado-Mundo. Observatorio Internacional de Reformas Universitarias ORUS-VE. 13 pp.

Peñalver, Luis Manuel (1997): Del grito de Córdoba a la reforma hacia el siglo XXI: especial referencia a Venezuela. Educación Superior y Sociedad, 8(1); pp. 159-169.

Giroux, Henry A. (1990): Los Profesores como Intelectuales. Editorial Paidós. Madrid. 233 pp.

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Honneth, Axel (2009): Crítica del Agravio Moral. Fondo de Cultura Económica. Argentina.

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Morles Sánchez, Víctor (2007): Ciencia Vs. Técnica y sus modos de producción. Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas, 203 pp.

Muñoz Varela, Luis (2013): Autonomía Universitaria hoy: anotaciones para su discusión. Revista Humanidades, 3; pp. 1-19.

Sánchez, Miguel Angel (2011): Algunas miradas en los procesos integradores desde la noción investigativa orgánica en el marco ecosocial: experiencias desde la Universidad Bolivariana De Venezuela en la Unidad Básica Integradora Proyecto. En: RECREACIÓN DE EXPERIENCIAS  INVESTIGATIVAS Y FORMATIVAS PARA UNA POLÍTICA DE LA INTEGRACIÓN SOCIAL Y CIENTÍFICA: ALCANCES Y PERSPECTIVAS DESDE UNA VISIÓN LOCAL. Revista Electrónica Rebelión. Dirección electrónica para descarga: (http://www.rebelion.org/docs/181073.pdf)

Sánchez, Miguel Angel (2014): Algunas nociones para la discusión dialéctica de la ciencia en tiempos de revolución (notas para la discusión). Revista Electrónica Rebelión. Dirección electrónica para descarga: (http://www.rebelion.org/docs/192975.pdf). 5 pp.

Scherz García, Luis (1986): La Universidad del año 2000. Entre Napoleón y Humboldt. Nueva Sociedad 84; pp. 91-99.

Tünnermann Bernheim, Carlos (1991): Historia de la universidad en América Latina: de la época colonial a la reforma de Córdoba (1er. Ed.) EDUCA. San José, Costa Rica 206 pp.

Varsavsky, Oscar (2007): Ciencia, Política y Cientificismo. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 83 pp.

Zemelman Merino, Hugo (2005): La Universidad Pública en América Latina, en: Educación Superior y Universidad Pública. Plaza y Valdés, S.A. de C.V. México, 200 pp.

 

 

 

 

[1]:  Correo electrónico: sanchezmiguel.m@gmail.com

[2]: Extracto de la primera parte del libro de El hombre rebelde, de Albert Camus. Edición en español de Editorial Losada, 1978. 141 pp.

[3]: José Carlos Mariátegui, también conocido como “El Amauta” en partes de sus aportes intelectuales, refirió  un trabajo respecto a la Reforma Universitaria suscitada en Córdoba, Argentina, titulado La Reforma Universitaria. Ideología y reivindicaciones. El mismo es parte de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, publicados originalmente por la revista Amauta (1928).

[4]: Amerriisjsha, significa en legua indígena warao (Venezuela), América (N.A.)

[5]: An non intelligis universitatis, es una referencia del latín que traduce una expresión muy entendida de la intelectualidad académica euroccidentalista, que indica “entender o no a las universidades”. Llama dicha expresión a la necesidad de revisión de los procesos que imperan actualmente dentro de paradigma modernista en la generación de conocimiento en nuestra región, y cómo asumir una nueva mirada desde  lo decolonial (N.A.).

[6]: La thesis de condicionamiento de la autonomía universitaria, alude precisamente a un convencionalismo sobre los preceptos que se han planteado desde el Manifiesto Liminar de Córdoba. Bien refiere a propósito de ello Muñoz Varela (2013): La autonomía se manifiesta así y se historiza en su naturaleza como la instancia esencial que da su genuina identidad a la universidad pública. Ella otorga a estas instituciones una naturaleza y una identidad especiales, en el contexto del sistema institucional de la sociedad y de la nación. Es entonces, una intención liberadora de los saberes para la sociedad, investida de conveniencia para sectores académicos que revisa sus particularidades, sobre todo en los contextos económico-políticos que en ellas se desarrolla.

[7]: Al referirnos a la academia, se quiere hacer entender en el discurso de este trabajo que se refiere a la concepción de lo que estructuralmente establece la íntima e  indivisible sinergia de la investigación en conjunto a la docencia en los diversos espacios donde ésta se desarrolle, indistintamente del nivel en la cual se desarrolle ésta. Algunos autores, como Darcy Ribeiro (2006) y Boaventura De Sousa Santos (2007), significan dicha categoría de forma similar, tomando en cuenta otras variables (extensión universitaria, en el caso de Boaventura De Sousa Santos, por ejemplo).

[8]: Consulta en línea: http://www.politicascti.net/ (2016).

[9]: DELORS, JACQUES (1996.): La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Editorial Santillana/UNESCO, Madrid,

 

Autor: Miguel Ángel Sánchez Mercado

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