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¿Cuándo será el Día de las y los Maestros?

Por: Manuel Gil Antón

Dicen que es hoy. En 1917, el Congreso acordó conmemorar el 15 de mayo a quienes laboran en las aulas del país. Las crónicas señalan que se hacía coincidir el festejo con el día que, en 1867, se tomó la ciudad de Querétaro para dar fin al Segundo Imperio. Hace, ya, 104 años.

Dados a tener días para celebrar, conmemorar, festejar o evocar cientos de cuestiones, variopintas en importancia y sentido, se acumularán en los diarios, y todos los medios, odas a las personas dedicadas a la docencia. El arco para la veta declamatoria es amplio: aparecerá la idea del sentido apostólico de su trabajo y la atribución rimbombante de ser la guía de la niñez, el faro que ilumina el futuro del país. Los discursos por parte del poder político, sindical y económico no serán pocos ni escatimarán toneladas de reconocimientos. Palabras, ceremonias, declaraciones, remembranzas y elogios. Inició ya la consabida cohetería desde los altos atriles, mas la pirotecnia es, por definición, fuego artificial.

No es lo mismo el abrazo o la gratitud sencilla de las niñas y niños, sus madres, padres y abuelos, o la de cada quien en su recuerdo a esas maestras y maestros que nos ayudaron a entender las cosas y, no pocas veces, a tratar de entendernos.

Me refiero a esa otra maniobra, hipócrita y repleta de oropel, más falsa que un billete de cuatro pesos: celebrar al gremio un día, sin que llegue el día en que se le respete como una profesión crucial para el desarrollo y consolidación de las condiciones intelectuales y afectivas en nuestra tierra, necesarias, sobre todo, para ya no tolerar más la pobreza y la desigualdad en el acceso a lo que se requiere para vivir con dignidad.

¿Cuándo será el día en que la voz del magisterio será escuchada, y se acallarán por fin las palabras de quienes dicen hablar por él, ostentando un sitio de autoridad educativa o laboral inmerecida, producto de la soberbia del ladrillo en que se encaraman, ignorantes, y la antidemocracia que han hecho costumbre y privilegio?

¿Cuándo será el día en que a las y los docentes se les dejará de concebir como apóstoles menesterosos o rufianes que distan de ser o parecer finlandeses?

¿Cuál será le fecha en que reconoceremos, todos, su labor como una profesión en todo el sentido de la palabra, y dejarán de ser vistos como operadores de los designios y consignas que emiten quienes ocupan un escritorio burocrático apolillado y confunden educar con instruir satisfechos con que millones aprendan a repetir a costa de dejar de preguntar?

¿Cuándo amanecerá el día en que las instituciones en que se forman serán las más importantes en la educación superior, habida cuenta de la enorme complejidad del saber que implica contar con el dominio pedagógico del contenido a enseñar, ese saber teórico y práctico, la forma más alta del conocimiento humano, que genera ambientes donde el aprendizaje es posible?

¿Cuándo será el día en que el pago sea justo, puntual, adecuado y la organización de la docencia no equivalga al sistema administrativo propio de repartir latas de atún?

¿Cuándo –hay que decirlo– los que nos dedicamos a esto haremos un esfuerzo crítico para mejorar nuestros conocimientos, la capacidad de abrir espacios para la educación como práctica de la libertad, y anudaremos demandas con compromisos de hacernos cargo de nuestras fallas y carencias, no menores?

El verdadero día de las maestras y maestros está por venir. No será fecha precisa, sino un proceso largo y complicado. Ojalá sea hoy ocasión de iniciarlo. Urge.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/cuando-sera-el-dia-de-las-y-los-maestros/

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EL NACIONAL

Por: Roberto Patiño

A lo largo de todos estos años de trabajo en Alimenta la Solidaridad y Caracas mi Convive, hemos confirmado que un teléfono nunca será un sustituto del encuentro personal, de la conversación cercana con nuestros líderes, del cara a cara en la calle.

Los proyectos se concretan con la gente, en la proximidad del contacto, desde la conversación franca y directa, pero también es cierto que, las nuevas tecnologías y, sobre todo, los medios de comunicación, ayudan en este esfuerzo de construcción de nuevos liderazgos y contribuyen en el avance del cambio que todos queremos, para lograr una sociedad inspirada en los valores de la solidaridad, la democracia y el emprendimiento.

Las posibilidades que dan las tecnologías, las redes sociales y los medios, han convertido algo tan cercano como un celular en una herramienta de trabajo e información que nos conecta con las experiencias de otras personas. Hemos tenido la suerte de vivir en un tiempo donde comunicarnos, informarnos y coordinar es más fácil y seguimos aprendiendo sobre estas dinámicas que nos permiten estar en contacto en tiempo real con una sociedad civil febril, que se organiza, trabaja y se comunica, para hacer frente a sus problemas.

Imbuidos como estamos en esta “sociedad de la información”, el periodismo profesional, de calidad, con una metodología solvente y respetuosa de los lectores es hoy, más que nunca, necesario para fijar las coordenadas de los hechos que ocurren en el país y en el mundo, una guía personal y profesional que nos protege de la mentira y la manipulación.

Sin embargo, en Venezuela todas estas posibilidades que nos ofrecen los medios, las plataformas comunicacionales y las redes sociales, están bajo amenaza.

Solo en el año 2020, según el informe de la ONG Espacio Público, se denunciaron formalmente 965 casos de violaciones de la libertad de expresión que incluyen el bloqueo al acceso de fuentes oficiales, el cierre de 18 emisoras de radio, 4 medios impresos y 2 medios digitales. El acoso, señala el informe, incluyó la detención arbitraria de ciudadanos que usaron sus redes sociales para advertir sobre posibles casos de coronavirus.

El bloqueo selectivo y temporal de portales web en Venezuela ha obligado a muchos venezolanos a recurrir a sistemas como el VPN, un recurso que no está al alcance de todos y que limita mucho más el acceso de la información, como ha advertido el Colegio Nacional de Periodistas durante la conmemoración, el pasado 3 de mayo, del Día Mundial de la Libertad de Prensa.

La persecución y acoso constante a los profesionales de la comunicación y a los medios ha obligado a muchos venezolanos a recurrir a las redes sociales, lo que no siempre es una garantía de información confiable y nos expone a la desinformación.

Conocemos de primera mano la vocación represiva del régimen y lo que es una política de acoso y persecución a periodistas y medios se seguirán extendiendo a las redes sociales hasta llegar a las comunicaciones personales.

A lo largo de todos estos años, desde el trabajo de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive hemos apoyado en el esfuerzo de las comunidades por organizarse, hemos compartido y difundido, el trabajo de nuestros líderes y los logros alcanzados por un verdadero poder popular organizado al que hemos acompañado, hemos visto cómo se retroalimenta e imbrica el trabajo en los sectores populares con la labor de los medios de comunicación. En esta tarea destaco el apoyo de El Nacional, un periódico que es historia, referente y modelo del periodismo profesional y comprometido que necesita Venezuela, una cabecera que nos ha dado un espacio para compartir las experiencias de este pueblo que se organiza y empodera.

A nuestros amigos de El Nacional les expresamos nuestra solidaridad y compromiso por la libertad de expresión.

www.robertopatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/el-nacional-3/
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La digitalización en las aulas, una necesidad del presente

Por: Educación 3.0

La formación en competencias digitales es clave para el cambio que necesitan las escuelas tras la pandemia. Esta fue una de las cuestiones abordadas en el ‘VI Encuentro de profesores de Samsung Smart School’. Nos lo cuenta Elena Diaz-Alejo, Manager de Relaciones Institucionales de Samsung.

La llegada del coronavirus obligó a la sociedad a reinventarse y adaptarse a un nuevo escenario para el que solo unos pocos estaban preparados. En la educación, docentes, estudiantes y familias tuvieron que hacer un gran esfuerzo para adaptar y trasladar la actividad educativa a las plataformas digitales. Pese a que esta adaptación supuso un gran reto para todos, el resultado fue extraordinario y tanto alumnado como profesorado estuvieron a la altura de las circunstancias.

Gracias a la tecnología la educación no se detuvo durante los primeros meses de confinamiento. Así lo muestran los datos recogidos en un estudio realizado por IPSOS para Samsung sobre los hábitos de los españoles durante ese periodo y sus perspectivas de futuro. Según el informe, el 82% de los hogares con niños en edad escolar disponían de los medios necesarios para facilitar la formación online escolar. La pregunta que se hace la comunidad educativa un año después es: ¿cuál será el modelo para los próximos años postpandemia?

Un camino hacia la digitalización

En la actualidad la situación es muy cambiante y seguirá marcada por la incertidumbre hasta que podamos vencer al virus, pero lo que es una realidad es que la digitalización en las aulas ha llegado para quedarse. En estos momentos se han podido retomar las clases 100% presenciales, pero los colegios ya están preparados y dotados de los medios necesarios para hacer frente a los confinamientos puntuales de estudiantes y las posibles nuevas olas de contagios gracias, por ejemplo, a las clases en ‘streaming’.

«En definitiva, la tecnología es siempre un medio que te ayuda a mejorar el aprendizaje, pero nunca puede convertirse en un fin «

Seguramente en el futuro habrá que trabajar en un sistema híbrido que alterne la docencia física con la telemática. Y, no cabe duda, de que esto supone un reto: hay que incrementar las competencias digitales tanto de alumnos como de docentes. Aunque es cierto que cada vez más la tecnología se integra en los procesos educativos, hay que formar continuamente en habilidades digitales. Un profesorado formado, será capaz de abordar cualquier tipo de proyecto educativo con sus estudiantes dentro y fuera del aula. De hecho, un 95% de los docentes que ya venían trabajando con tecnología antes de la pandemia, como es el caso de los centros del proyecto Samsung Smart School, afirman que pudieron acometer este cambio de manera sencilla, puesto que siguieron trabajando de la misma forma que lo venían haciendo hasta el momento, pero desde casa.

Sansung Smart School Elena

La tecnología es un factor clave para impulsar el cambio en las aulas, pero hay que poner el foco en la innovación de las técnicas educativas en su conjunto más que únicamente en los dispositivos.

Además, este cambio metodológico debe complementarse con una formación continua en competencias digitales de los docentes que permita una mayor innovación en las técnicas educativas. Durante el ‘VI Encuentro de profesores de Samsung Smart School’, el profesorado señaló que este cambio debe realizarse de manera paulatina e ir acompañado de formación y desarrollo de contenidos multimedia que fomenten una mayor participación e interés entre el alumnado.

«Debe impartirse una formación de calidad y con carácter abierto, para que cada centro pueda acometer el proceso de cambio metodológico adaptado a su propia realidad y circunstancias «

En este sentido, gracias a la integración de esta, los docentes han podido ofrecer contenidos más ricos y temáticas innovadoras con proyectos de Realidad Virtual, robótica o sostenibilidad, así como acercar la cultura a los alumnos, ofreciéndoles la oportunidad de visitar virtualmente museos o exposiciones. Todos los profesores han recibido la misma formación, pero los resultados han sido proyectos totalmente distintos.

La formación continua, clave en el cambio metodológico

Otro de los puntos que señaló el profesorado fue la necesidad de integrar a las familias en este proceso haciéndoles partícipes a través de una comunicación fluida y constante que les permita involucrarse en el aprendizaje de sus hijos. También se hizo hincapié en la importancia de generar un ambiente de trabajo en equipo en el claustro que implique e ilusione a los docentes en el proceso de transformación; Para ello, destacaron la necesidad de contar con espacios de colaboración, como Samsung Smart School, en los que compartir sus propias experiencias, conectar con otros profesores o conocer las realidades de otros centros educativos.

«Este cambio metodológico no es cuestión de un solo profesor, sino que tiene que formar parte de un proyecto de centro «

Dentro de diez años, las tecnologías permitirán una mayor personalización de los contenidos curriculares adaptándose en mayor medida a los ritmos de cada alumno. Además, con la mediación del canal digital, cambiará el concepto de aprendizaje tradicional y los pupilos se convertirán en sujetos activos de su propia educación, aumentando tanto su motivación como su autonomía. Por su parte, el profesorado debe ir más allá de su labor de transmisores de conocimiento y asumir un nuevo rol de coordinadores o facilitadores para ayudar a los estudiantes a adquirir los conocimientos y capacidades necesarias, además de fomentar los ambientes multidisciplinares y el trabajo en equipo. Por ello, y para que puedan afrontar este cambio metodológico con éxito, la formación debe ser continua, al igual que sucede en otros sectores.

Durante la pandemia el sector sanitario ha sido el que más ha sufrido, ellos han tenido que salvar vidas, pero el siguiente colectivo que más se ha sacrificado y que también merece nuestro reconocimiento ha sido el profesorado. Gracias a esos profesores que han trabajado duro con ilusión y perseverancia para salvar la educación y no dejar que sus alumnos se quedaran atrás. Los grandes cambios requieren tiempo y consenso social, pero como ha evidenciado la situación actual, la implementación de la tecnología en la educación es una necesidad del presente y del futuro.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/digitalizacion-en-las-aulas/

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PISA, como equipo

Por: David Calderón

La participación de México en PISA se libró de morir por inanición y por incuria, gracias a la vigilancia de la sociedad civil y a la insistencia de los medios de comunicación…

El Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) tendrá su siguiente edición en 2022; participarán 87 países –37 miembros de la OCDE y otros 50 más– para tener un referente en los aprendizajes que pueden desplegar y aplicar los alumnos de 15 años cumplidos, en pensamiento científico, comprensión lectora y habilidades matemáticas.

Un año antes del gran operativo nacional es importante ejecutar la ‘prueba de campo’: un proceso de piloteo que permite identificar y resolver aspectos que garanticen las condiciones de confiabilidad. Se revisan costos y tiempos en la logística; que lleguen en tiempo y forma las computadoras que se usan (la evaluación se resuelve en pantalla); que los tiempos de respuesta de los cuestionarios estén bien calculados… incluso sirve para revisar que la redacción de los ejercicios sea adecuada para las y los jóvenes diversos que en 2022 serán los evaluados.

Se encendió la alarma en días pasados cuando se hizo público el retraso y la falta de comunicación de las autoridades educativas mexicanas sobre el avance en el pilotaje. En los titulares quedó plasmado “se suspende”, “se cancela”. Con más sensatez, la misma OCDE afirmó que no había ninguna comunicación que indicara la supuesta salida, pero invitaba a reconocer el valor de la prueba para México.

En paralelo, un colectivo de organizaciones de sociedad civil, encabezado por los representantes en el Sistema Nacional de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, emitió un posicionamiento ponderando el valor de PISA como uno de los elementos que permite confirmar avances en el mandato del artículo tercero constitucional, al respecto de propiciar el máximo logro de aprendizaje, y emplazó a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y a la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) a confirmar “…que México estará listo a participar en el operativo de PISA en 2022 y que hay un compromiso de plena transparencia para el fondeo, ejecución y difusión social de los resultados”.

Cuestionado en su conferencia matutina, el 3 de mayo el presidente afirmó que no tenía porqué no continuar… “si me van a preguntar: ‘¿va a continuar México permitiendo que se hagan pruebas para que mejore la calidad de la enseñanza?’, digo: Sí”. El vocero de la administración, Jesús Ramírez, afirmó en un tuit: “La Prueba PISA continuará en México. El retraso en la aplicación de las pruebas de estudiantes se debió a la pandemia…”. En el curso del día, la SEP y la MEJOREDU reiteraron la afirmación de que PISA va.

La participación de México en PISA se libró de morir por inanición y por incuria, gracias a la vigilancia de la sociedad civil y a la insistencia de los medios de comunicación. En todo este episodio se evidenció la falta de coordinación entre SEP y Mejoredu, así como la malquerencia ideológica y la falta de compromiso de esta última para hacer un trabajo sistemático con las evaluaciones internacionales, lo que ya cobró la retirada injustificada, unilateral y opaca de nuestro país de ERCE, la evaluación latinoamericana coordinada por UNESCO.

Pero, ¿hay dinero para esto? ¿Es costoso? Las respuestas son: no es muy costoso; y sí hay dinero. Al Presupuesto de Egresos de la Federación le recortaron en muchos rubros, pero en la bolsa E003, etiquetada “Evaluaciones de la calidad de la educación” hay 110 millones de pesos, casi tres veces lo que cuesta PISA, y eso sin tocar los 313 millones asignados a Mejoredu.

Quedó claro también que la acción de la sociedad civil es crucial para que los instrumentos de diagnóstico puedan servir para ajustar las intervenciones pedagógicas, que los resultados se vinculen al contexto y se ponga foco en lo que permite superar la inequidad y la exclusión. Que identifiquemos dónde estamos no es “más presión” –como refiere, en el colmo del adultocentrismo y la justificación, la Mejoredu– sino que, tras la pandemia, marca la responsabilidad para atender con urgencia las lagunas y desajustes que implicó el recurrir a la limitada educación a distancia. Bien señaló la secretaria Gómez que PISA favorece la reflexión y ajuste que pueden hacer las y los maestros como educadores para apoyar mejor a sus estudiantes.

La transparencia y rendición de cuentas, la posibilidad de reorganizar el currículum, la gestión y los métodos no se sacan del aire; se apoyan en la evidencia. PISA no debe ser ni la única ni la principal pieza para saber qué nos pasó en el oscuro túnel de 14 meses y contando de escuelas cerradas. Pero prescindir de su diagnóstico sería irresponsable. Más: son profundamente conservadoras la opacidad y falta de datos, pues favorecen que permanezcan la injusticia y la desigualdad.

Más por la deriva de los hechos que por plena voluntad de los involucrados, PISA 2022 se hará; ahora vale la pena que todos le sumemos, desde el presidente hasta Mejoredu, la prensa y la sociedad civil, la SEP y los docentes. Acá vamos a estar todos; mejor esforzarse en que PISA resulte trabajo de equipo.

Fuente: https://profelandia.com/pisa-como-equipo/

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Inclusión e igualdad, claves de la educación virtual en pandemia

Por:

Si algo nos ha dejado claro el último año es que toda nuestra vida ha cambiado de un momento para otro, y cada vez es más evidente que muchas de esas transformaciones han venido para quedarse.

Lo vemos en la forma en que nos relacionamos con amigos y la familia, en el trabajo, en los cambios en nuestras prioridades vitales, y aunque no se hable tanto de ello, también en la educación.

Bien porque seamos docentes, estudiantes de cualquier nivel y ámbito educativo, como padres o madres, o por tener algún conocido estudiando: la pandemia ha hecho que la educación tal como la conocíamos hasta el año pasado nunca más volverá a ser igual.

Como ya explicaron las investigadoras María del Mar Sánchez y Paz Prendes, la educación virtual tiene sus propias reglas y dinámicas que la convierten en un modelo pedagógico que no es efectivo para emular el aprendizaje en entornos presenciales y síncronos tradicionales.

Desequilibrios educativos

Precisamente ese rápido, abrupto y desestructurado paso de la enseñanza presencial a la educación en confinamiento ha provocado profundos desequilibrios en el sistema educativo: desde la falta de acceso a ordenadores y conexión a internet hasta la ausencia de conocimientos y competencias por docentes y estudiantes para adaptarse adecuadamente al modelo en línea, pasando por los riesgos de una digitalización capitalista de la educación, entre otros.

Este panorama nos muestra la complejidad del traspaso de los modelos educativos presenciales a las diferentes modalidades en línea y, por tanto, la necesidad de una mirada amplia que permita analizar e intervenir de manera holística en la resolución de estos problemas.

Desde hace décadas, una rama importante de la sociología de la ciencia y la tecnología se dedica a desvelar la “magia” que hay detrás de los experimentos tecnocientíficos y las discusiones políticas, concluyendo que aquella compleja fórmula matemática para describir un agujero negro o la presentación final de una nueva y farragosa ley, en realidad son el resultado de una compleja relación laboral y académica entre científicos y becarios, el descarte de decenas de experimentos anteriores que salieron mal, la obtención (o no) de una nueva financiación o el éxito en el convencimiento de otros grupos para que apoyen la iniciativa.

Ni buena, ni mala, ni neutra

La conclusión de estos estudios es que necesitamos atender y comprender las pequeñas acciones locales en detalle para poder dar cuenta de fenómenos tan globales y complejos como los científicos o los políticos. Así lo acabaría resumiendo uno de los fundadores de la sociología de la ciencia, Melvin Kranzberg: la tecnología no es buena ni mala, pero tampoco es neutra, es decir, cualquier innovación o hito científico o político no es bueno ni malo a priori, necesitamos comprenderlo en su complejidad y en su contexto para poder valorarlo.

Este punto es relevante para analizar lo ocurrido durante este año con la educación y la pandemia. Extrapolando el argumento de Kranzberg a lo que ya hemos explicado y que todas y todos hemos vivido de diferentes modos, podemos afirmar que la educación virtual no es buena ni mala, pero tampoco es neutra. Y para analizar el cambio educativo sin reducirlo a ese proceso mágico y abrupto, necesitamos analizar la complejidad de los sistemas educativos y atender a las comunidades educativas locales.

Igual que ocurre con los análisis sociológicos de laboratorios o parlamentos, resulta ingenuo reducir el traspaso de la educación presencial a la virtual a la conexión de estudiantes y profesores a una pantalla y una conexión a internet.

Algunos juegan con ventaja

Para evitar la brecha digital o para garantizar la igualdad de oportunidades en el nuevo modelo educativo debemos tener en cuenta la existencia de condiciones que sitúan “en ventaja” desde la línea de salida a algunas personas frente a otras: la mayor habilidad con las nuevas tecnologías, la posibilidad de dedicarse a las labores educativas sin atender a la familia o a un trabajo, el apoyo económico y cultural de los convivientes a la óptima adecuación del estudiante al contexto virtual o la mayor capacidad para atender durante un largo periodo a las indicaciones de una pantalla.

No todas y todos los estudiantes y docentes tienen algunas de esas ventajas, porque no todas las personas somos iguales y, por tanto, el cambio en el modelo educativo debe partir del reconocimiento de esta diversidad.

Pero ¿cómo hacer esto? Si bien existen diversas maneras, enfoques y alternativas, todos ellos deberían pasar por la escucha de las necesidades que docentes, estudiantes, madres, padres, equipos directivos y técnicos educativos han tenido durante este proceso.

Nadie es más experto en un proceso educativo, en enseñar y aprender y en las características de sus estudiantes que aquel docente, aquella alumna o aquel tutor que diariamente hacen el esfuerzo por enseñar y aprender virtualmente en un contexto pandémico sobrevenido. Estos actores forman las comunidades educativas locales, y deben formar parte de las actuaciones políticas educativas que les están afectando e interpelando directamente.

Aprovechemos esta situación

Solo así se puede juzgar el papel de la educación virtual. No es buena ni mala (a priori), pero tampoco es neutra. Por tanto, nada es más prioritario que aprovechar este acontecimiento tan relevante a nivel mundial para hacer un análisis profundo con el fin de garantizar la inclusión y la igualdad en cada contexto y en cada comunidad educativa particular.

Ningún momento es mejor que el actual, en el que el reparto de los fondos europeos para superar la pandemia mediante la transformación digital nos brinda la oportunidad de hacer de la nuestra una sociedad más responsable, justa y democrática para con su sistema educativo y alineada con los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030.

Fuente: https://theconversation.com/inclusion-e-igualdad-claves-de-la-educacion-virtual-en-pandemia-158007

Imagen:  mmi9 en Pixabay

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La ceguera

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

Construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

En su obra República, Platón (428 a. de C. – 347 a. de C.), escrita hacia el año 380 a. de C, para explicar la realidad del conocimiento, crea el conocido Mito de la Caverna, con el cual ilustra, desde su perspectiva, acerca del origen del conocimiento, así como, lo relativo a la representación de las cosas y sobre la naturaleza de la propia realidad.

En su estilo narrativo y anecdótico, Platón, tomando como protagonista a Sócrates, su maestro, y su hermano Glaucón, asume el diálogo, más que como una narración, como un método de investigación discursivo, y de esa manera hablan de cómo afecta el conocimiento y la propia educación filosófica, a la sociedad y a los individuos. Sócrates le pide a Glaucón que imagine un grupo de prisioneros encadenados detrás de un muro desde su infancia. Un fuego ilumina, al otro lado del muro; los prisioneros solo pueden ver las sombras que se proyectan en el fondo de la caverna, de todo aquello que pasa entre ellos y el fuego. Le dice a Glaucón que los prisioneros terminarán creyendo que aquello que observan, las sombras en el fondo de la caverna, es el mundo real, sin percatarse de que son solo apariencias. Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y asciende hacia la salida, dice Sócrates, en un principio el resplandor le ciega y lo impulsa a volver a la oscuridad; solo cuando logra, por su persistencia, acostumbrarse a la luz del fuego y empieza a ver lo que realmente pasa por la entrada de la caverna, inicia su primer paso en la adquisición del conocimiento. Se pudiera argumentar, cuando solo vemos lo que nuestros propios ojos ven, es muy difícil llegar al conocimiento de las cosas tal cual. O dicho de otra manera, a veces “solo vemos, lo que queremos ver, en presencia o ausencia del objeto visto”.

Cuando Peter Berger y Thomas Luckmann escribieron su libro La construcción social de la realidad[1], nos pusieron a todos los científicos y académicos sociales a reflexionar acerca de éste gran tema. Se dice, incluso, que dicha obra ha sido una de las más importantes e influyentes de la sociología y la psicología social contemporáneas. Dos cuestiones se constituyen en las tesis fundamentales de los autores referidos:

  1. La realidad se construye socialmente.
  2. La sociología del conocimiento debe contribuir al análisis de los procesos que lo hacen posible.

Así pues, el principal rol de la comunicación social se centra en la construcción de “opinión pública” en torno a los acontecimientos de la vida social y política, y por qué no, incluso farandulera. Pero, sobre todo, desde “ciertas perspectivas”.

Con frecuencia escuchamos dos o más comunicadores sociales, políticos, juristas, incluso hasta profesionales de la ingeniería y la salud, discutir acerca de algún tema en específico y pareciera que están hablando de dos cuestiones totalmente distintas, aún se trate incluso de un mismo texto leído entre ambas partes.

Hay quienes argumenta, que “todo es, según el cristal con que se mire”. El problema es, por supuesto, desde que cristal se observa la realidad y en qué medida dicha idea representa la realidad que se trate.

Quizás sea pertinente traer a colación el llamado “efecto Werther”. Cuando se publicó en 1774 la novela de Goethe “Las penas del joven Werther”, una oleada de suicidios en jóvenes de ambos sexos fue la consecuencia de su empatía, ante el infortunado personaje de la novela. Esto nos muestra cuan vulnerables somos cuando se trata de los procesos de masas.

Por su carácter estratégico en lo relativo a la construcción de un proyecto de país, la educación no puede ser vista “solo desde un cristal particular”. Como bien social, la educación debe estar muy por encima de los intereses particulares de ningún grupo, no importa su naturaleza. Pese a los esfuerzos de construcción del Plan Decenal de Educación 1992-2002, que en su etapa previa se constituyó en un movimiento social diagnóstico del sector educativo y que involucró a todos los sectores sociales, posteriormente en sus diversas etapas históricas de ejecución, terminó siendo “según el cristal con que se mire”. Cada grupo, en su momento, pretendió constituirse en el referente más idóneo de los intereses educativos nacionales. Los resultados están ahí, a la vista de todos. Los logros de aprendizajes de nuestros estudiantes, aún hoy, están muy por debajo de las expectativas formuladas en el primer plan decenal de educación.

Por otra parte, la problemática que vivimos hoy es lo suficientemente compleja, como para abordar la cuestión educativa desde una sola perspectiva. En primer lugar, vivimos una crisis profunda por un modelo económico generador estructural de pobreza y desigualdad que se ha venido agotando paulatinamente, que llevó incluso al Secretario General de la ONU Antonio Guterres en el homenaje anual a Nelson Mandela de 2020, a decir lo siguiente: “las 26 personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial”. No hay dudas, vivimos una época de alta producción de riqueza, a costa de todo el daño ecológico con que se agrede a la “madre tierra”, pero que al mismo tiempo, solo ha servido para incrementar la pobreza y la desigualdad social. En segundo lugar, la crisis social y económica cobra matices más complejos por la pandemia por el coronavirus y todas sus consecuencias sociales y económicas, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables. En tercer lugar, somos testigos de un desarrollo sin antecedentes en la historia respecto al conocimiento y su disposición, así como el de las tecnologías de la información. Manuel Castells ha señalado, que las tecnologías de la información y las redes sociales han inaugurado una nueva manera de relacionarnos, y una nueva manera de ejercicio incluso del poder social.

En ese contexto, no es posible mantener el modelo educativo que ha prevalecido en los últimos 30 o 40 años. Dicho modelo, no solo que no es capaz de dar respuesta a las necesidades particulares de los propios sujetos, sino incluso, a las de la sociedad contemporánea en su conjunto.  La escuela, como herramienta de construcción de sentidos, tiene que ser repensada en todos sus órdenes, desde una perspectiva pedagógica crítica, colocando en el centro de la cuestión, al sujeto concreto.

Asumir dicha perspectiva, en las actuales circunstancias, es romper con las visiones que hasta el momento han pautado el quehacer la educación dominicana. No es posible seguir amarrado, a la ya tradicional visiones cortoplacistas y particulares, so pena de seguir en la ceguera ante las nuevas realidades sociales y culturales que nos rodean y que exigen nuevas maneras de pensar y actuar en educación.

Salgamos de nuestras cuevas, entendamos una vez por todas que la educación como la salud, no tienen apellidos ni colores políticos, sí el de un país que reclama a sus líderes políticos y sociales respuestas efectivas a los problemas nacionales, desde la perspectiva de los intereses nacionales colectivos, que siempre estarán por encima de todos los intereses particulares, sean esos de naturaleza personal o corporativos.

El tiempo avanza irremediablemente y aún no se visualiza ninguna acción dirigida a repensar la educación y la escuela, como lo demanda el propio presente, y más aún, el futuro del mundo y de la propia República Dominicana.

Del prólogo escrito por Catalina Andújar Scheker, en el documento de la OEI (Organización de Estados Ibero-americanos), La educación dominicana al 2021: reflexiones, planteamientos y experiencias, recojo la siguiente idea, que muy bien viene al caso:

“Las deudas educativas acumuladas del siglo XX, no sólo en la República Dominicana, sino en toda la región iberoamericana, nos señalan que la educación sigue siendo una cuestión de justicia social. Por tanto, se hace necesario impulsar y fortalecer acciones integrales e intersectoriales. que atiendan las desigualdades y favorezcan oportunidades educativas de calidad.

Por otro lado, están los nuevos retos de la sociedad de hoy, caracterizada por los cambios continuos, la celeridad y la incertidumbre, lo que sin dudas complejiza aún más la situación educativa actual. Este escenario complejo demanda la construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

Avanzar en estos desafíos requiere articular esfuerzos y acciones coherentes; demanda que el país incremente su capacidad de producir conocimiento e innovar”.

Dejemos solo los ojos vendados a la justicia.

[1] Primera edición en castellano, 1968. Amorrortu editores

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-ceguera-8942567.html

Imagen: RepentAndBelieveTheGospel

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Emancipación a través de la experiencia

Por:

  • El plato fuerte de Xcèntric, el cine del CCCB, ha sido la doble proyección de la miniserie italiana Diario di un maestro, de Vittorio de Seta (xcentric@cccb.org). Se trata de la crónica cotidiana de un aula, a modo de poema pedagógico, que muestra hasta dónde puede llegar un grupo de alumnos cuando se confía en ellos, trabaja en cooperación y se le ofrece herramientas para interpretar la realidad.

El maestro les invita a tomar las medidas del estrado y de la pared. ¿Para qué estarán haciendo? Para algo tan sencillo como revolucionario, sobre todo hace cincuenta años: convertir la tarima en una estantería-biblioteca de aula. Previamente han juntado los pupitres en mesas para trabajar en equipo. El aula se pone patas arriba y los paseos por el barrio, por la Roma monumental o por la naturaleza se convierten en lugares de aprendizaje.

Asimismo, se modifican los tiempos, porque aquí no rige el horario compartimentado por asignaturas sino un tiempo prolongado -a veces más allá la hora de salida-, para desarrollar sus proyectos de investigación globalizados. Estas son alguna de las cartas de presentación del maestro protagonista que acaba de llegar a la escuela de Piedralata, un suburbio de Roma, con una maleta cargada de libros.

La visión y la práctica solitaria de este docente contrasta con la de los otros colegas del centro que siguen enseñando al modo más convencional, sin salirse un ápice de lo que dicta el programa oficial y el libro de texto, con exámenes absurdos, porque así lo han hecho toda la vida y no hay manera de que salgan de su zona de confort. Son los fieles servidores de una escuela autoritaria que burla el entorno y castiga, expulsa y fomenta el absentismo escolar. Bruno, el maestro protagonista, tiene que lidiar con este panorama, en un barrio de emigrantes del sur golpeados por la pobreza y la desigualdad. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo poner orden en un aula dónde las peleas son continuas y poco o nada de lo que les ofrece la escuela les interesa? Y, sobre todo, ¿cómo lograr la asistencia de estos dieciséis alumnos de doce años?

Bruno empieza haciéndoles algunas preguntas para hacerse una idea de sus conocimientos previos y, acto seguido, les invita a hablar de lo que quieran, escribir sobre sus familias y expresar pensamientos y emociones en sus textos: para despertar su curiosidad y para que se sientan más seguros. Le sigue una inmersión en el barrio, un entorno degradado y hasta ruinoso, y las visitas a las familias. Fruto de sus salidas es el enorme mural que cuelgan a la pared sobre la lucertole, tras un estudio a fondo a fondo de la lagartija y la construcción de un vivero donde van colocando los animalitos que encuentran. Otro día asiste a la clase un antiguo ladrón al que los chicos acribillan a preguntas durante unas cuantas horas: ¿Por qué robaba? ¿Por qué dejó de hacerlo? ¿Cómo era la vida en la cárcel.

La delincuencia se convierte en un centro de interés y, como todas las actividades, terminan con la confección de un periódico y un mural: “Contra la ley”, un título decidido entre todos. Una de las palabras clave de este relato pedagógico es Insieme: en común o todos juntos. Así se toman las decisiones, se organiza la clase, se gestiona un pequeño presupuesto y se va construyendo comunidad con la participación activa y responsable de todos.

El tercer episodio (lo componen cuatro en total) arranca con una escena dramática y muy actual: la demolición de unas casas, de las que han sido expulsados sus habitantes que restan a la espera de lograr una nueva vivienda. La lista de espera es larga. Los alumnos, junto a su maestro, presencian la acción de la grúa. Una experiencia tan vivida en carne propia es una excelente ocasión para trabajar a fondo el problema de la vivienda. Tras los dibujos individuales para representar este acontecimiento, el maestro les sugiere que elijan el que les parezca mejor para hacerlo colectivamente en grande, no sin antes preguntarles -como suele hacer siempre- los porqués. Le sigue una lluvia de manos alzadas para entrar en el análisis, y no faltan las propuestas que aconsejan integrar aspectos de unos y otros.

En los debates y textos se investigan cuestiones como estas: ¿Cómo y dónde vivimos? ¿Por qué se dan estas situaciones? Se consultan estadísticas, crónicas periodísticas y se invita a un par de padres para que cuenten la historia del barrio. Todo ello es aprovechado para que los textos definitivos se puedan corregir en el encerado, para aprender a comunicarse, para descubrir nuevas palabras y algunas estructuras sintácticas. Para el título del mural se inventan una palabra muy llamativa: “Las casas de los malestantes”. Como colofón, Bruno introduce una imprenta -una de las técnicas introducidas por el maestro francés Celéstin Freinet- para imprimir los textos y juntarlos en una revista de la que se editan cincuenta ejemplares: para todos los alumnos y para sus familiares. La pasión del maestro se contagia a los chicos. Hay momentos de silencio absoluto y otros de un ruido muy educativo, porque todos quieren tomar la palabra para participar, para dar la opinión o para hacer preguntas y más preguntas.

Este modo de trabajar se repite a la hora de orientar todos los proyectos: desde los oficios del barrio hasta la Segunda Guerra Mundial y el fascismo. En este punto alguien toma un libro de texto y Bruno lee lo que se dice, y al final suelta este comentario: “Apenas nada se dice de la resistencia”. Por ello la investigación se traslada de nuevo a sus vivencias. ¿Cómo la vivieron sus familias? Y Ahí sale todo: el hambre, los campos de concentración, los bombardeos sobre la población civil, la lucha antifascista, etc. Escuchan un disco donde Mussolini, el duce, proclama la intervención de Italia en la contienda y, como otras veces, algunos padres hacen de profesores para contar sus historias. Estos chicos, en un ambiente escolar en el que se sienten escuchados, reconocidos y estimados, toman conciencia de sus capacidades y se convierten en verdaderos productores de conocimiento.

En la dirección de Vittorio de Seta se descubre la huella del cine neorrealista italiano -Luigi Comencini fue su maestro- y de Pier Paolo Passolini, en su interés por retratar el mundo de los olvidados que viven en los extrarradios y en los márgenes de la sociedad. Se filmaron cincuenta horas en cámara de 16 mm y sonido en directo, y el rodaje duró año y medio. Para el papel de maestro se eligió al actor Bruno Cirino, pero los alumnos se escogieron entre los chicos de estos barrios populares: por la mañana asistían al rodaje y por la tarde recibían sus clases habituales. Se dejó un gran margen de improvisación y espontaneidad; y a diferencia de lo que suele hacerse en los rodajes las escenas casi nunca se repetían. La RAI, la radiotelevisión italiana, lo emitió en 1972 como una miniserie de cuatro capítulos de casi cinco horas de duración. La emisión de este historia, que bascula entre la ficción y el documental, tuvo un gran impacto -en el cuarto episodio se alcanzó la cifra de veinte millones de telespectadores- y levantó una fuerte polémica entre los partidarios de democratizar y dignificar la escuela pública mediante alternativas renovadoras y los que veían en ella un mero invento que cuestionaba los cimientos del orden establecido que no conducía a ninguna parte. Al año siguiente se preparó una versión reducida de 135 minutos para la proyección en salas. Y poco después la programó televisión española para la segunda cadena.

Pero si este proceso fue laborioso, también lo fue la fase previa de documentación. La cinta se inspira en el libro de Albino Bernardini: “Diario de un maestro. Un año en Piedralata” (Barcelona, Fontanella, 1974). De Seta tuvo largas conversaciones con su autor, pero también las tuvo con Mario Lodi, autor de El País errado. Diario de una experiencia pedagógica (Barcelona, Laia, 1973) y de Insieme. Un diario de clase ((Barcelona, Laia, 1974), y miembro destacado del Movimento de Cooperazione Educativa (véase el título homónimo de Francisco Imbernón, Barcelona, Laia, 1981), grupo de educadores que, inspirados en la pedagogía Freinet, centran su actividad en la cooperación, en el hacer juntos la escuela y en la investigación del niño y del entorno. Este movimiento, con un fuerte componente comunista y cristiano radical, fue pionero en la renovación de la escuela italiana de las décadas del sesenta al ochenta, con un fuerte compromiso en la recuperación de memoria histórica antifascista. Otros muchos de sus textos fueron traducidos al castellano en aquellos tiempos. Sin duda, cabe destacar la aportación de Francesco Tonucci, asesor de esta serie, muy conocido por la comunidad educativa por sus numerosas conferencias y aportaciones en castellano en defensa del protagonismo de la infancia y por sus libros de viñetas firmados por su alter ego Frato.

Diario de un maestro pude leerse tanto en clave histórica: la de unos años de efervescencia educativa tanto en la Italia democrática como en la España de la transición, como en clave actual: ¿Acaso no hay secuencias en la película que siguen siendo plenamente revolucionarias? Siempre me asaltó una duda: ¿Por qué estas experiencias fueron y siguen minoritarias? Un día el propio Tonucci me dio la respuesta: porque la formación inicial del profesorado se mantiene igual. ¿Sólo en Italia?

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2021/05/04/emancipacion-a-traves-de-la-experiencia/

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