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El fin del matrimonio infantil en Afganistán, un poco más cerca

Afganistán/09 mayo de 2017/

El Gobierno afgano ha puesto en marcha un plan nacional para acabar con esta práctica, muy extendida entre las familias más pobres

Afganistán es uno de los países con la prevalencia más alta de matrimonio infantil. La pobreza, los bajos niveles de educación y las tradiciones sociales empujan a muchas familias a casar a sus hijas antes de tiempo, hipotecando su futuro y su salud. Pero el fin de esta práctica podría estar más cerca, ahora que el Gobierno afgano ha puesto en marcha un Plan de Acción Nacional para acabar con esta práctica.

Según un estudio del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) realizado entre 2010-2011, el 46 por ciento de las mujeres de entre 15 y 49 años en el país estaban casadas antes de los 18 años y un 15 por ciento de ellas antes de los 15. Pese a lo elevado de estas cifras, lo cierto es que entre 1999 y 2015 se han reducido casi a la mitad. Así, según un estudio realizado por el Gobierno reveló que en 2014 el 32,8 por ciento de las mujeres de entre 20 y 24 años se habían casado antes de los 18, frente al 61,9 por ciento de las mujeres de entre 35 y 39 años. Según explica a Europa Press Aziz Froutan, responsable de comunicación de UNICEF en Afganistán, «el matrimonio infantil persiste por múltiples factores que incluyen la pobreza, los bajos niveles de educación y las normas sociales que las familias se sienten presionadas a cumplir». En el caso de Afganistán, la alta prevalencia de esta práctica también está «directamente relacionada con el estatus social que tienen las niñas y con muchas prácticas culturales dañinas como son los intercambios de matrimonios –intercambio de hijos para casarlos–, los compromisos de niños incluso antes de nacer, la dote o la entrega de las niñas en ‘baad’, es decir, para resolver alguna disputa comunal», añade.

«Muchos padres creen que el matrimonio infantil asegurará a el futuro de sus hijas o ayudará a reducir la carga económica familiar en términos del número de hijos que alimentar, vestir y educar», explica el responsable de UNICEF, incidiendo en que en el país los niños son más valorados que las niñas, a las que se ve como «una carga».

Esto es algo que sucede especialmente entre las familias más afectadas por la inseguridad o que se han visto desplazadas y que «a veces optan por casar a …

Fuente de la Noticia:

Leer mas: http://www.europapress.es/internacional/noticia-fin-matrimonio-infantil-afganistan-poco-mas-cerca-20170506124237.html

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Los niños de la guerra no van al cole

Por: Antonio Martín Beaumont 

Hambre, sed, guerra, muerte y falta de escolarización. Así malviven hasta 25 millones de niños en los 22 países más duros del mundo. UNICEF quiere ayudarles, pero le faltan recursos.

Más de 25 millones de niños con edades comprendidas entre los seis y los quince años no van a la escuela por la guerra y los conflictos que se viven en 22 países del mundo, según recoge un demoledor informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

«En ningún momento es más importante la educación que en los tiempos de guerra», ha subrayado la responsable de Educación de UNICEF, Josephine Bourne. «Sin educación, ¿cómo podrán alcanzar los niños su potencial y contribuir al futuro y a la estabilidad de sus familias, sus comunidades y economías?».

Sudán del Sur, Chad y Afganistán son los países más dañados por los conflictos: hasta 3 de cada 4 niños no se escolarizan

En el nivel de educación primaria, Sudán del Sur tiene la mayor tasa de niños sin escolarizar, con cerca del 72 por ciento de los niños sin acudir al colegio. Le siguen Chad, con un 50 por ciento de niños que no van a clases, y Afganistán, con el 46 por ciento. Estos tres países son también los que tienen una mayor tasa de niñas sin escolarizar, con Sudán del Sur en cabeza, con un 76 por ciento, con un 55 por ciento en Afganistán y un 53 por ciento en Chad.

En el nivel de escuela secundaria básica, las mayores tasas de niños sin escolarizar se dan en Níger, con un 68 por ciento, Sudán del Sur, con un 60 por ciento, y República Centroafricana, con un 55 por ciento. La tasa de niñas sin escolarizar en esta franja se dispara, con cerca de tres cuartas partes de las menores de Níger sin poder ir a las escuela y dos de cada tres tanto en Afganistán como en República Centroafricana.

Para ayudar a entender la necesidad de que los niños y las niñas vayan a la escuela y los desafíos derivados de abandonar las clases por la guerra, la refugiada siria y activista a favor de la educación Muzoon Almelehan, conocida como la ‘Malala de Siria’, ha viajado a Chad, un país en el que cerca del triple de las niñas en relación a los niños no pueden ir a la escuela.

Muzoon se ha reunido con una niña de 16 años que fue secuestrada por Boko Haram frente a su escuela en Nigeria cuando tenía trece años y que fue drogada, explotada y violada durante tres años antes de que consiguiera huir a Chad. Y también se ha reunido con niños que han podido tener por primera vez una educación y con miembros de comunidades que, como le pasó a ella en su día, lo arriesgan todo para llevar a sus hijos al colegio.

«EL CONFLICTO NUNCA PUEDE LLEVARSE TUS CONOCIMIENTOS»

«El conflicto puede llevarse tus amigos, tu familia, tu sustento, tu hogar. Puede intentar quitarte tu dignidad, tu identidad, tu orgullo y tu esperanza pero nunca puede llevarse tus conocimientos», ha subrayado Muzoon. «Reunirse con niños en Chad que han huido de Boko Haram me ha recordado mis propias experiencias en Siria. La educación me dio la fuerza para continuar. No estaría aquí si no la hubiera tenido», ha añadido.

Cuando Muzoon se vio obligada a abandonar Siria hace cuatro años, sus libros de escuela fueron las únicas pertenencias que se llevó con ella, según ha explicado UNICEF en un comunicado. Muzoon pasó casi tres años en Jordania, en el campamento de refugiados de Zaatari, donde ella decidió asumir la misión personal de introducir a más niñas en el sistema educativo. Entonces fue tienda a tienda hablando con los padres para animar a que llevaran a sus hijos a la escuela para seguir aprendiendo. En la actualidad, vive en Reino Unido.

4.400 niños han huido de la violencia de Boko Haram en el noreste de Nigeria y se han marchado a Chad

Al igual que Muzzon, que huyó de la violencia en Siria y se fue a Jordania, unos 4.400 niños han huido de la violencia de Boko Haram en el noreste de Nigeria y se han marchado a Chad. A diferencia de la refugiada siria, muchos de los niños continúan sin poder ir a la escuela y viven por ello expuestos al riegos de abusos, explotación de reclutamiento por parte de los grupos armados y las Fuerzas Armadas nigerianas. Según UNICEF, cerca del 90 por ciento de los niños que llegan a Chad desde Nigeria nunca han ido al colegio.

La agencia de Naciones Unidas trabajar en países afectados por los conflictos y por la guerra para conseguir que los niños vuelvan al sistema educativo, proporcionándoles opciones de aprendizaje y educación, rehabilitando escuelas y destribuyendo mobiliario de colegios y material.

En respuesta a la crisis de educación en Chad, UNICEF ha proporcionado en lo que va de 2017 material educativo a más de 58.000 estudiantes, materiales para más de 760 profesores y ha construido 151 aulas, 101 espacios educativos temporales, 52 letrinas y siete campos deportivos. Además, UNICEF Chad ha apoyado el pago de salarios a 327 profesores para el curso escolar 2016-2017.

Una asignación de diez millones de dólares del fondo ‘La Educación no puede esperar’, creado durante la Cumbre Mundial Humanitaria celebrada en mayo de 2016, permitirá impartir educación de calidad para los niños desplazados y a los alojados en comunidades receptoras en Chad.

UNICEF ha alertado de que, a pesar de estos esfuerzos, la escasez de fondos está afectando al acceso a las escuelas en zonas afectadas por el conflicto en Chad. En la actualidad, se ha cubierto el 40 por ciento de las necesidades de fondos para la educación en Chad.

Fuente: http://www.esdiario.com/elsemanaldigital/106725074/Los-ninos-de-la-guerra-no-van-al-cole.html

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UNICEF llega a casi la mitad de los niños del mundo con vacunas que salvan vidas

Abril de 2017/Fuente: UNICEF

En 2016, UNICEF adquirió 2.500 millones de dosis de vacunas para los niños en cerca de 100 países, inmunizando a casi la mitad de los niños menores de cinco años del mundo. Las cifras, publicadas durante la Semana Mundial de la Inmunización, convierten a UNICEF en el mayor comprador de vacunas infantiles del mundo.

Nigeria, Pakistán y Afganistán, los tres países donde la poliomielitis sigue siendo endémica, recibieron cada uno más dosis de vacunas que ningún otro país, ya que se adquirieron casi 450 millones de vacunas para los niños de Nigeria, 395 millones para los de Pakistán y más de 150 millones para los del Afganistán. UNICEF es el principal organismo comprador de vacunas de la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Poliomielitis.

El acceso a la inmunización ha producido un descenso impresionante de las muertes de niños menores de cinco años a causa de enfermedades que se pueden prevenir mediante la inmunización, y ha acercado al mundo al objetivo de erradicar la poliomielitis. Entre 2000 y 2015, las muertes de menores de cinco años debido al sarampión descendieron en un 85%, y las debidas al tétanos neonatal en un 83%. Una proporción del 47% de la reducción en las muertes por neumonía y un 57% de la reducción en las muertes por diarrea durante este período se atribuye también al efecto de las vacunas.

Sin embargo, todos los años, alrededor de 19,4 millones de niños no reciben la vacunación completa en todo el mundo. Alrededor de dos terceras partes de todos los niños no vacunados viven en países afectados por conflictos. Los sistemas deficientes de salud, la pobreza y la inequidad social llevan también a que 1 de cada 5 niños menores de cinco años no reciba las vacunas que podrían salvar su vida.

“Todos los niños, independientemente de donde vivan o de cuáles sean sus circunstancias, tienen derecho a sobrevivir y prosperar, y a estar protegidos contra las enfermedades mortales”, dijo el Dr. Robin Nandy, Jefe de un Inmunización del UNICEF. “Desde 1990, la inmunización ha sido una de las principales razones de que se haya producido un descenso considerable en la mortalidad infantil, pero a pesar de este progreso, 1,5 millones de niños todavía mueren cada año a causa de enfermedades que se pueden prevenir con una vacuna”.

Las inequidades persisten entre los niños ricos y pobres. En los países donde se produce un 80% de las muertes de menores de cinco años en el mundo, más de la mitad de los niños más pobres no han recibido la vacunación completa. En todo el mundo, los niños más pobres tienen dos veces más probabilidades de morir antes de cumplir cinco años que los ricos.

“Además de los niños que viven en las comunidades rurales donde hay un acceso limitado a los servicios, cada vez hay más niños que viven hacinados en ciudades y tugurios y que no reciben tampoco estas vacunas vitales” dijo Nandy. “El hacinamiento, la pobreza, la higiene y el saneamiento deficientes, así como una nutrición y una atención de la salud inadecuadas, aumentan el riesgo de contraer enfermedades como la neumonía, la diarrea y el sarampión en estas comunidades; todas ellas son enfermedades que se pueden prevenir fácilmente con una vacuna”.

Para 2030, se calcula que 1 de cada 4 personas viva en comunidades urbanas pobres, sobre todo en África y en Asia, lo que significa que el enfoque y la inversión de los servicios de inmunización se deben adaptar a las necesidades específicas de estas comunidades y niños, dijo UNICEF.

Fuente: https://www.unicef.org/spanish/media/media_95895.html

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Los niños afganos privados de educación hablan de sus miedos más profundos

Afganistan/30 marzo 2017/Fuente: nytimes

Ya inició una nueva temporada escolar en Afganistán pero 3,7 millones de niños y niñas no podrán asistir por el aumento de la violencia, los desplazamientos y la pobreza.

Se prevé que este año se incremente esa cantidad —que representa casi uno de cada tres niños afganos en edad escolar— puesto que la violencia entre las fuerzas armadas y los talibanes se ha intensificado, además de que Pakistán ha implementado la deportación de los refugiados afganos, según informes de Save the Children.

‘Me encantaba ir a la escuela, pero no nos alcanza’

Lina, de 12 años, es de la provincia de Kapisa, en el noreste de Afganistán; sin embargo, hace siete años sus familiares fueron desplazados debido a los enfrentamientos. Ella vive en un campo de refugiados en Kabul. Fue a la escuela durante tres años antes de que la sacaran.

Me gustaba mucho ir a la escuela, pero no tenemos suficiente dinero para comprar cuadernos y otros útiles. Nuestros parientes están enojados con nosotros por dejar la escuela, pero sin cuadernos no era posible estudiar ni hacer tarea.

Si no voy a la escuela, no seré nada en el futuro; si voy a la escuela, puedo convertirme en doctora. Quiero ser doctora.

Aquí vivimos en tiendas de campaña, tenemos dos. Yo duermo con mis cinco hermanos y hermanas en una, y mi padre, mi madre y dos hermanas pequeñas duermen en la otra.

Desayunamos las sobras de la cena del día anterior, si quedan. Si no, comemos pan y té. Después de desayunar, traigo agua del pozo que está a una hora de camino a pie. Conseguir agua potable para nuestra casa es mi responsabilidad; traigo agua en una carretilla, en estos pequeños barriles, dos o tres veces al día. También recolecto pequeños pedazos de madera y plástico para quemarlos y calentar nuestra casa.

‘Si vas a la escuela, tendrás un buen futuro’

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Credit Khalid Alokozay

Zahid, de ocho años, es de Srukh Rod, un distrito al este de la provincia Nangarhar. Él y sus hermanos ayudan a su padre a recolectar restos de metal en Jalalabad, una ciudad cercana.

Toda mi familia duerme en un cuarto que rentamos por 25 dólares mensuales. Después de levantarme, me lavo la cara y desayuno té y pan; después tomo mi costal y me voy al mercado.

Durante el día, recojo restos de metal, madera y papel. A la hora del almuerzo, espero frente a una panadería donde el panadero o alguien más me obsequia un trozo de pan que comparto con mi amigo o mi primo.

Vendemos lo que recolectamos durante el día por 20 centavos, después llevo el dinero a casa y compramos té, azúcar o algo más. Lo máximo que gano en un día son 50 centavos.

No voy a la escuela porque no tenemos dinero para pagar los gastos escolares. Los 20 centavos que gano son para comprar azúcar y té.

Mis parientes y amigos van a la escuela, y cuando los veo me dan ganas de ir y estudiar. Si vas a la escuela, tendrás un buen futuro. Si no vas, no.

‘Si mi padre estuviera vivo, no tendría que pasar el día en el mercado’

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Credit Raqibullah

Raqibullah, de 12 años, es de un pueblo a las afueras de Tirin Kot, una ciudad en la provincia Oruzgan, al sur de Afganistán. Su padre murió hace año y medio tras el estallido de un aparato explosivo improvisado. Después, Raqibullah se mudó a Tirin Kot.

Cuando estaba en el pueblo, iba a la escuela, pero ya no hay escuelas allá. Solo estudié hasta cuarto año pero puedo leer y escribir.

Ahora vendo dulces en un carrito para alimentar a mis hermanos. Tengo tres hermanos y tres hermanas y todos vivimos juntos. Mi hermano mayor tiene 14 años y la más joven de nuestra familia es mi hermana de 4 años. Mi hermano mayor también trabaja conmigo.

Si mi padre estuviera vivo, no tendría que pasar el día en el mercado.

Mis primos aún viven en el pueblo donde ya no hay escuela; pero aquí los niños del barrio van a escuelas privadas y públicas. Cuando veo a los niños que van a la escuela, siento que yo también debería ir. Sin embargo, tengo que ganar dinero para poder alimentar a mi familia y pagar la renta.

‘Mis dos hermanos están solos’

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Credit Zahra Nader

Bakhti, de 13 años, es de la ciudad norteña de Mazar-i-Sharif. Su madre murió de hepatitis B hace tres años. Su padre, que trabaja como jornalero en Irán, la dejó a ella y a sus hermanos pequeños con su tío en Kabul.

Me levanto a las seis de la mañana. Después de desayunar, hago los quehaceres de la casa: limpiar, barrer dentro y fuera, lavar los platos. Si una alfombra está en proceso, entonces tengo que ayudar a tejerla.

Por cada alfombra, gano más o menos 80 centavos de propina. El resto del dinero va para los gastos de la casa. La última vez que me dieron los 80 centavos me compré un peine y medias para mis hermanos.

Cuando vivía en Mazar, estudié hasta el cuarto año. Cuando nos mudamos a Kabul, fui a la escuela por casi tres meses, pero lo dejé. Las clases no eran como las que tomaba en Mazar. Los estudiantes no se portaban bien, eran muy violentos. Me apodaron la “niña rara”.

También dejé de ir porque mis dos hermanos se quedaban solos. Tengo miedo de que se pierdan, así que tengo que quedarme y cuidarlos. Si mi madre estuviera con nosotros, yo estudiaría; pero ya no puedo.

Mis primos van a la escuela. Los que van a la escuela se ven bien. También quiero ir a la escuela, pero no va a suceder.

‘Soy feliz cuando llega la noche’

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Credit Imamuddin

Imamuddin, de 15 años, es del distrito Charchino en la provincia Oruzgan. Después de intensas peleas en el distrito, que ahora es controlado por los talibanes, su padre se llevó a la mitad de la familia a Tirin Kot.

Estudié hasta quinto año en nuestro distrito, pero las escuelas cerraron hace un año por los enfrentamientos, y ahora los talibanes controlan nuestro rezapueblo. Había peleas todos los días, ni siquiera podíamos salir de casa.

Mi madre y mis cinco hermanas aún están en el distrito; estamos tratando de traerlas lo antes posible. Vivimos en una casa rentada de tres cuartos y pagamos de renta más o menos 60 dólares al mes.

Mi padre, mis dos hermanos y yo compartimos un cuarto. Es invierno y para calentar un solo cuarto se necesita mucha madera.

Mi vida aquí es difícil porque no hago nada. Estoy muy aburrido. Me alegro cuando anochece porque finalmente puedo dormir.

De verdad quiero convertirme en doctor y ayudar a la gente. Le he pedido a mi padre que me mande a clases de inglés en Tirin Kot, pero no le alcanza para pagar las cuotas. Estudio con mis libros viejos de la escuela, pero ya he completado cada libro varias veces.

Quizá comience a trabajar o nos mudemos a otra provincia donde podamos encontrar una mejor vida. Estoy preocupado por mi futuro y mi educación. La vida era buena en el distrito: teníamos tierra y orquídeas, escuelas y compañeros de clase… pero aquí no conocemos a nadie. Los enfrentamientos nos han quitado todo.

Colaboraron en este reportaje: Fahim Abed, Mujib Mashal y Zahra Nader desde Kabul; Taimoor Shah desde Kandahar; Nahim Rahim desde Kunduz; y Khalid Alokozay desde Jalalabad.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/03/28/ninos-afganos-privados-de-educacion-hablan-de-sus-miedos-mas-profundos/?em_pos=small&emc=edit_bn_20170328&nl=boletin&nl_art=1&nlid=78074960&ref=headline&te=1

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Un tercio de los niños afganos no puede ir a la escuela

Afganistan/27 marzo 2017/Fuente: Telesurtv.net

El recrudecimiento de la violencia en Afganistán durante 2016 ha puesto en peligro a millones de niños. Save the Children advierte que los niños no escolarizados corren mayor riesgo de convertirse en víctimas.

Más de 400 mil niños afganos podrían abandonar los estudios este año y se sumarían a los cerca de 3,7 millones de niños que ya están sin escolarizar. Estos representan un tercio de la población infantil de Afganistán e implica que mil cien niños abandonan la escuela a diario.

Estas cifras las dio a conocer la organización civil Save the Children que ha denunciado que la crisis humanitaria en Afganistán expone a los menores al riesgo de ser explotados. La crisis en ese país ha ocasionado millones de desplazados, la mayoría hacia el vecino Pakistán. Sin embargo, la ONG advierte que un millón de afganos podrían verse obligados a regresar a su lugar de origen este año.

Las autoridades paquistaníes han comenzado a reforzar la regulación migratoria desde 2016. Por esto cerca de 610 mil afganos han tenido que abandonar Pakistán. En 2017 esta cifra podría llegar a un millón de personas. Esta situación pondría una presión súbita sobre los servicios educativos y de salud del país. La mitad de los niños que regresan a Afganistán no están escolarizados y se ven obligados a trabajar para ayudar a sus familias.

Foto: RadioFreeEurope

«Hoy comienzan las clases en Afganistán después de un duro invierno. Debería ser un día feliz, pero es un día trágico para millones de niños que no pueden acceder a la educación y se enfrentan a serias dificultades para poder sobrevivir», expresó la directora de Save the Children en Afganistán, Ana Locsin.

Esta situación pone en riesgo a los menores. Muchas veces las niñas son casadas a la fuerza, los niños son reclutados por grupos armados, en otras ocasiones terminan siendo víctimas del tráfico de personas. 2016 fue uno de los peores años para los niños en ese país, la violencia ha empeorado y 923 niños fallecieron. “La población afgana se encuentra en una situación precaria ahora mismo. Las necesidades han aumentado y cada vez se producen más ataques por parte de grupos armados. Más gente huye de sus casas ante la falta de apoyo por parte de la comunidad internacional”, declaró Locsin.

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Un-tercio-de-los-ninos-afganos-no-puede-ir-a-la-escuela-20170323-0078.html

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Más de 400.000 niños afganos en peligro de marginación educativa

Afganistán/27 de Marzo de 2017/mundo.sputniknews.com

Más de 400.000 niños en Afganistán están en peligro de abandonar los colegios en 2017 a causa de la «creciente inestabilidad» en el país, alertó la ONG Save The Children.

«Más de 400.000 menores en Afganistán —lo que equivale a más de 1.100 al día— podrían abandonar los estudios este año debido a la creciente inestabilidad y a las deportaciones (de los afganos) de Pakistán», advierte la organización en una nota publicada en su web.

La publicación coincide con el primer día del nuevo año escolar en Afganistán, cuando «casi un tercio de todos los niños afganos, o 3,7 millones, no tienen la posibilidad de ir al colegio, lo que los convierte en potenciales víctimas de trabajo infantil, reclutamiento por los grupos armados, tráfico humano, matrimonios precoces y otras formas de explotación», dice la nota.

La ONG señala que esta crisis empeora por el recrudecimiento de las normativas en el vecino Pakistán, que «forzó a más de 610.000 afganos a abandonar Pakistán en 2016».

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Afganistán detiene una iniciativa para crear el burka infantil

El Ministerio de Educación afgano debía diseñar un nuevo uniforme escolar para niñas y propuso una túnica de pies a cabeza, parecida al burka pero sin cubrir la cabeza. Activistas pro igualdad e incluso el presidente del país, Ashraf Ghani, se han manifestado en contra y conseguido que se paralizara la iniciativa

Asia/Afganistan/ Elmundo.es/AMADOR GUALLARKabul@AmadorGuallar

La idea de que «las niñas a partir de cinco años deberían llevar obligatoriamente túnicas largas y pañuelos para la cabeza para salvaguardar su honor», según informó el Ministerio de Educación afgano a principios de mes, ha estado a punto de socavar, una vez más, los derechos y las libertades de las menores afganas. Una iniciativa muy cercana a las tesis talibán que, gracias al activismo y al presidente del país, Ashraf Ghani, ha sido detenida en seco.Los representantes de educación tenían el encargo de diseñar un uniforme escolar para las niñas afganas, tradicionalmente compuesto por unos pantalones negros, una camisa larga del mismo color y un pañuelo blanco para las mayores de diez años. El nuevo atuendo, que todavía no había sido aprobado y no estaba en producción, iba a consistir en una túnica de pies a cabeza, muy parecida al burka pero sin cubrir la cara, «para proteger a las niñas», según indicaron fuentes del ministerio.Una «protección» que los activistas que luchan por la igualdad de géneros en Afganistán han considerado ridícula e insultante. Además, no han vacilado en acusar al ministerio de conspirar contra los derechos de las menores y, tras la justificación del diseño por parte de los representantes de educación, asegurar que éste convierte a las pequeñas en objetos sexuales. Por ese motivo activistas afganos como Naqsh Murtaza lo han descrito como «una versión 2.0 del burka», según manifestó a través de las redes sociales.

Tradicionalmente, el burka es una prenda que se lleva para que la mujer esconda sus atributos sexuales. Aunque, cabe decir que, muchas mujeres afganas, sobre todo en las provincias, se sienten más seguras llevándolo para evitar así acusaciones infundadas y represalias en la muy machista y desigual sociedad rural en Afganistán, que bien podrían acabar con sus vidas o con tortura, como le sucedió el pasado febrero a Zarina, la joven de 23 años y residente de Balkh, al norte del país, a la que el marido le cortó las orejas tras acusarla de mirar a otros hombres. El activismo afgano se movilizaLos bocetos del atuendo fueron presentados el pasado 14 de Marzo e inmediatamente produjeron una conmoción social, así como la amenaza de manifestaciones multitudinarias en Kabul planeadas para las próximas semanas, en las que iban a «oponerse acérrimamente contra un uniforme severamente restrictivo», según informó Bahar Sohaili, una de las líderes de la organización de las manifestaciones. «Nos han dicho que los uniformes han sido diseñados para proteger los valores Islámicos», añadió indicando que «las niñas estudiantes tienen que sentirse cómodas y tienen que poder hacer ejercicio, cosa que el nuevo uniforme no permite».

La pretensión por parte del ministerio de que todas las niñas de 12 años o más vistiesen una túnica hasta el suelo para ir al colegio también impulsó a varias activistas afganas viviendo en el extranjero a tomar cartas en el asunto, como la escritora afincada en Londres, Zuhra Bahman, que inmediatamente organizó una petición internacional en contra de un uniforme que, según explicó a la estadounidense National Public Radio (NRP), «malinterpreta el Islam y lo que éste indica sobre la vestimenta».»La mujer tiene que ser libre y por lo tanto tiene que poder decidir con qué quiere vestirse. Éste es un hecho fundamental que se debe aprender en las escuelas», añadió. Además, la escritora hizo un llamamiento a «los estadounidenses y europeos para que se opongan firmemente al cambio de uniforme ya que, después de todo, ellos son los que están apoyando financieramente al sistema educativo afgano».

Por su parte, Freshta Ibrahimi, coordinadora de la organización Ascend (Acender, en inglés), la única en el país que apoya a las mujeres escaladoras, hizo hincapié en que el nuevo atuendo significaba volver a tiempos pasados. «Las mujeres de Afganistán no queremos volver a estar gobernadas por los talibán. Un tiempo en el que a todas se nos obligaba a vestir con burka», ha explicado en un email a NPR. «Las mujeres afganas quieren ser libres y esto sólo sucederá si luchamos todas juntas», concluyó Ibrahimi.

La presión ejercida nacional e internacionalmente ha dado resultado y ha obligado al Gobierno afgano ha retractarse oficialmente de la iniciativa del Ministerio de Educación, que ahora está «a la espera de nuevas propuestas» para presentar próximamente nuevos diseños para el atuendo escolar. Por otro lado, y según han informado fuentes del palacio presidencial, ha sido el propio presidente Ghani quien «ha ordenado detener la iniciativa porque no es representativa de la cultura y las tradiciones del pueblo afgano».

Fuente: http://www.elmundo.es/sociedad/2017/03/22/58d2a290268e3ecb088b45f5.html

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