China / 7 de julio de 2019 / Autor: Teresa Zheng / Fuente: spanish.china.org.cn
Cerca de 100 escuelas primarias y secundarias de Guangzhou iniciarán cursos piloto de inteligencia artificial en la próxima temporada escolar de otoño en la ciudad capital de la meridional provincia china de Guangdong.
Para el año 2020, todas las escuelas primarias y secundarias de la ciudad tendrán cursos de inteligencia artificial en la currículo regular.
Según una declaración publicada el lunes en un portal de la administración educativa de la ciudad de Guangzhou, los cursos piloto en las escuelas preseleccionadas apuntan a construir un banco de talentos en inteligencia artificial para las universidades y colegios en el futuro.
“Guangzhou ha sido elegida como una zona de educación en inteligencia artificial en el país en 2019, y la promoción de la educación en inteligencia artificial entre las escuelas primarias y secundarias de la ciudad se ha convertido en una tarea importante para los departamentos de educación en los meses que están por llegar”, indicó el comunicado. Este hecho marca la primera ocasión para escuelas primeras y secundarias de Guangzhou en que se abren cursos especiales en inteligencia artificial en la próspera provincia de Guangdong, la ventana de la reforma y apertura de China.
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 7 de julio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
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El número de adopciones en el gigante asiático se ha desplomado en los últimos años. Las razones: el desarrollo económico, el incremento de los controles prenatales, y el fin de la política del hijo único
El único orfanato de Shanghái es un fortín. Solo una puerta de acceso rompe el muro perimetral que guarda los 63.000 metros cuadrados que cubre la institución, y está vigilada por agentes que mantienen un estricto control de entradas y salidas. Algunos viandantes se acercan a curiosear, atraídos por el cuidado jardín que se atisba a través de los huecos que quedan sin tapar, pero los guardas no tardan en conminarles a que se den media vuelta. Solo es posible acceder con un permiso especial.
Dentro, un millar de niños y niñas aguardan a que una familia los acoja. El rugido de los aviones que despegan en el cercano aeropuerto internacional de Shanghái mantiene viva esa esperanza, pero pocos harán realidad su sueño. “Cada año se adoptan menos de cien”, informa Cai Xuanxuan, directora del centro que da servicio a la ciudad más poblada de China, una megalópolis de 24 millones de habitantes.
Y el número continúa cayendo. En menos de una década, las adopciones en China se han desplomado a la mitad: de los 34.529 casos aprobados en 2010 se ha pasado a los 18.820 de 2017, fecha a la que se refieren los datos oficiales más recientes. Y, de esa última cifra registrada hace dos años, solo 2.300 niños encontraron a su familia fuera de China. Todo apunta a que la tendencia a la baja continuará, y, aunque en Shanghái el 50% de las adopciones todavía son internacionales, Cai avanza que en unos años su peso puede terminar resultando meramente testimonial.
Las razones de este vuelco son numerosas, pero la principal está muy clara: “Ahora, los padres chinos rara vez abandonan a sus hijos”, señala Cai. “Eso se debe, en primer lugar, a la mejora de la calidad de vida que ha llegado con el desarrollo económico. En segundo lugar, está el incremento en los controles durante el embarazo, que han reducido considerablemente el número de bebés que nacen con discapacidad. Finalmente, también ha cambiado la percepción social de esas discapacidades: cada vez más, los padres son conscientes de que niños con problemas como el Síndrome de Down pueden llevar una vida feliz y plena, por lo que deciden esforzarse al máximo para sacarlos adelante”, enumera la directora del orfanato, al que EL PAÍS ha podido acceder en exclusiva.
A esta nueva coyuntura socioeconómica se suma el fin de la política del hijo único. Todas las parejas chinas pueden tener ya dos descendientes, un factor que no solo se siente en el número de abandonos. También ha provocado que las diferencias por sexo hayan desaparecido casi por completo. “Antes se abandonaba más a las niñas porque se preferían descendientes varones y la mayoría de familias solo podían tener uno. Ahora, los abandonos reflejan mejor la composición por sexos de la sociedad china”, apunta Cai.
Finalmente, está el factor demográfico: en el país más poblado del mundo cada vez nacen menos niños. No en vano, el dato del año pasado -15,23 millones-, fue el más bajo desde 1961, momento en el que China fue asolada por una hambruna que dejó entre 30 y 45 millones de muertos. Así, no es de extrañar que en el orfanato de Shanghái el número de nuevas admisiones haya caído tanto como el de las adopciones. “Recibimos entre 50 y 60 niños y niñas al año”, informa Cai.
Lo mismo sucede en el resto del país. Según las estadísticas relativas a 2017 publicadas por el Ministerio de Asuntos Civiles, en China viven 410.000 huérfanos. Esa cifra supone un descenso de 101.000 si se compara con el que Unicef y el Instituto de Investigaciones Filantrópicas de China ofrecieron solo dos años antes. Desafortunadamente, la adopción de estos niños resulta extremadamente complicada. “Entre el 95% y el 98% sufre algún tipo de discapacidad”, explica Cai.
En el orfanato de Shanghái, cada niño pasa por un proceso de evaluación que concluye con su clasificación con una letra entre la A y la D: la primera califica a los niños completamente sanos, mientras que la última se utiliza para identificar a los que sufren las discapacidades más severas. Esos últimos residen en las habitaciones especialmente diseñadas para ellos, similares a la UVI de los hospitales. Se les cuida bien, pero es imposible evitar que el corazón se encoja al visitar estas instalaciones.
Las cunas metálicas están ocupadas por pequeños cuerpos inertes. Aquí no se escucha el griterío alegre de la infancia, sino un silencio que provoca escalofríos y que solo se rompe, aquí y allá, por el pitido de una máquina o el siseo de un respirador. Los alegres dibujos animados de las sábanas crean un brutal contraste con la mirada perdida de quienes deberían reírse con ellos. “Parálisis cerebral, hidrocefalia, y problemas cardiovasculares severos son los principales males que afectan a estos niños”, explica una de las enfermeras que vigilan la habitación en todo momento, y que prefiere mantenerse en el anonimato.
“Las posibilidades de que se adopte a un niño que no esté clasificado como A son muy pequeñas. A veces, dependiendo del problema que tengan, los B encuentran familia. Pero es casi imposible para los C y los D”, añade la sanitaria. Desafortunadamente, en la pared en la que se muestra la información de los niños ninguno está calificado con una A. Sin embargo, el porcentaje de los más enfermos sobre el total continúa creciendo. La mayoría de las fichas acompaña el nombre y la edad con una C o una D. “Cuando las dolencias son muy graves, los padres temen no poder cuidarlos y deciden abandonarlos para que el Estado se encargue de ellos”, explica Cai.
La mayoría aparece en hospitales y estaciones de tren. La Policía trata de buscar a los padres durante 90 días. Si no lo logra, y es muy raro que lo haga, los bebés son remitidos al orfanato más cercano. Todas las ciudades con más de un millón de habitantes deben contar con una de estas instituciones para acogerlos, pero solo las más grandes, como Shanghái, están equipados con los mejores medios. “Nosotros marcamos el camino para el resto de China, pero la diferencia con el resto de orfanatos es cada vez menor”, afirma Cai.
Las instalaciones del Hogar para los Niños de Shanghái —denominación oficial del centro— impresionan. Después de varios meses de gestión de permisos, EL PAÍS puede acceder sin restricciones y con cámara a todo el recinto durante un día. Por la mañana, un funcionario del Buró de Asuntos Civiles y dos del Ministerio de Asuntos Exteriores acompañan al periodista y a Cai en la visita, porque el Gobierno considera que se trata de un tema delicado, pero por la tarde deciden marcharse.
Así que volvemos a recorrer las zonas principales. La más relevante es el centro de rehabilitación, que ocupa un imponente edificio rectangular. En su interior, diferentes especialistas trabajan para incrementar la actividad cerebral y las capacidades cognitivas de los niños con discapacidades más severas. “En total, entre empleados y voluntarios contamos con unas 500 personas trabajando en el centro, y la mayoría está formada en el trato con niños que tienen necesidades especiales”, comenta Cai.
En una de las habitaciones, un joven especialista juega con un niño clasificado como C a insertar unas piezas de madera en los huecos que tienen la misma forma. En la estancia contigua, un adolescente que apenas tiene movilidad en el cuerpo utiliza un guante repleto de sensores para jugar al baloncesto en la pantalla de un ordenador. Y en una sala a pocos metros, dos niños de cinco y seis años están conectados a una máquina que emite impulsos eléctricos en su cabeza. “El objetivo es estimular la actividad cerebral, pero los resultados son poco esperanzadores”, reconoce la especialista al cargo.
Los problemas de movilidad se tratan en una piscina equipada con arneses y diferentes ayudas para realizar todo tipo de ejercicios, pero está cerrada durante los meses en los que el agua del grifo sale demasiado fría. “No hay suficiente presupuesto para calentarla, así que la utilizamos solo en verano”, admite Cai con una mueca de impotencia.
Mucho más alegres son las aulas en las que los niños reciben clases, agrupados no por edad sino por su capacidad intelectual. Son un jolgorio. Y mucho más lo es el exterior del edificio principal, donde los niños pasean (o son paseados en silla de ruedas) entre figuras de la familia de Peppa Pig y alrededor del pequeño huerto de la institución, en el que algunos aprenden a plantar verduras. “Nuestro objetivo es proporcionar a los niños las herramientas que necesitarán para integrarse en la sociedad y ser independientes, en la medida de sus posibilidades”, señala Cai.
Chen Huizhen es una de las chicas que pronto dará un salto en busca de una vida autosuficiente. Ya ha cumplido los 19 años —la legislación china solo permite adoptar a niños de hasta 14— y debe abandonar el orfanato, donde los menores solo pueden residir hasta que alcancen la mayoría de edad. Afectada por una discapacidad intelectual difícilmente perceptible, Chen ha estado encargada de la cantina del centro y ahora se siente con capacidad para tratar de buscar un trabajo como dependienta. “Lo único que me apena es dejar el centro, porque aquí dentro somos una familia”, cuenta al otro lado del mostrador.
Chen continuará recibiendo el apoyo de sus tutores, porque en las próximas semanas se mudará a un piso tutelado. Si es capaz de manejarse por sí misma y logra una independencia económica, podrá hacer su vida sin el apoyo de los servicios sociales. De lo contrario, continuará en hogares tutelados hasta que cumpla los 60 años, momento en el que pasará a una residencia para ancianos con discapacidad.
La regla, no la excepción
Ederne Frontela confirma que las correctas instalaciones de Shanghái no son una excepción sino la regla. Y sabe de qué habla, porque hace cuatro años esta periodista vizcaína realizó las prácticas requeridas para finalizar su Máster en Estudios Chinos en el orfanato de la pequeña localidad de Xinxiang, en la provincia central de Henan. Allí estuvo durante tres semanas a cargo de 14 niños. “Había varios casos de autismo y de Asperger, y otros eran lo que algunos considerarían niños no perfectos”, cuenta. Como sucede en Shanghái, quienes sufrían las dolencias más severas estaban recluidos en habitaciones expresamente preparadas para ellos. “Las instalaciones estaban en perfectas condiciones y el trato que recibían era muy bueno”, asegura Frontela, cuya hermana menor también fue adoptada en China hace casi una década.
Sin duda, tanto la situación que describe Frontela como la que se aprecia en Shanghái no tiene nada que ver con las que describió el polémico documental ‘Las habitaciones de la muerte’, producido en 1995 por Channel 4. En aquel filme, niños abandonados como consecuencia de la ley del hijo único aparecían atados a las sillas y en condiciones tan deplorables que indignaron al mundo. “Provocó una ola de adopciones a nivel internacional”, recuerda Francesc Acero, portavoz de la Asociación de Familias Adoptantes en China (AFAC). “Durante un par de años, España se convirtió en el país que más niños chinos adoptó, sobrepasando incluso a Estados Unidos”.
No en vano, AFAC surgió poco después de que se emitiese el documental, y en 2008 llegó a agrupar a 2.400 familias. Ahora, sin embargo, son solo unas 600. “La situación dio un vuelco con los Juegos Olímpicos de Pekín. Hasta entonces, las solicitudes de adopción de niños sanos se tramitaban en unos 7 u 8 meses. Pero, a partir de ese momento, las puertas se cerraron y los tiempos comenzaron a alargarse mucho. Pensamos que, quizá, a China no le gustaba la imagen que transmitía un país con tantas adopciones”, cuenta.
AFAC ha proporcionado asistencia a unas 17.000 familias españolas que han adoptado en China. Sin embargo, ahora desaconseja llevar a cabo este proceso en el gigante asiático. “La espera supera ya los 12 años, y es posible que continúe creciendo, porque muchos meses no se realiza ninguna asignación. Eso puede provocar que las parejas adoptantes terminen convirtiéndose en abuelos antes que padres. No en vano, algunos de nuestros socios se han jubilado y han desistido en su intención de adoptar”, explica Acero, cuya organización se ha convertido en ONG y presta asistencia especializada a invidentes en otro orfanato chino.
La única forma factible de adoptar en la segunda potencia mundial en un plazo razonable reside actualmente en lo que se conoce como pasaje verde. “Es la adopción de niños y niñas con discapacidad intelectual o física”, explica Acero. Teóricamente, los padres adoptivos son quienes determinan qué tipo de dolencia están dispuestos a asumir. “El problema está en la opacidad del país. En algunas ocasiones, el diagnóstico de nuestros médicos no concuerda con el de los chinos. En otras, los padres no son conscientes de que problemas aparentemente leves, como el labio leporino, pueden esconder otros mucho más graves, como enfermedades graves de riñón o incluso sordera. Además, las dolencias con las que llegan son cada vez más graves, como cardiopatías severas”, añade el portavoz de la asociación.
Por eso, Acero recomienda no apuntarse al pasaje verde con el objetivo de acortar el proceso. Sin embargo, es lo que ha hecho Noemí Rodríguez. Madre de una hija china adoptada en 2006, esta mujer de Ponferrada comenzó los trámites para adoptar a un segundo niño un año después. Pero, primero, su solicitud quedó temporalmente suspendida por duelo tras el fallecimiento de su madre; y, después, su divorcio provocó que tuviese que comenzar de nuevo el farragoso proceso para determinar su idoneidad, un trámite que no se exige en las adopciones por pasaje verde.
“En el pasaje ordinario, China asigna un niño y no se puede elegir; en el pasaje verde, China hace una propuesta y los padres pueden aceptarla o rechazarla”, explica Rodríguez. “Yo solo podía asumir una patología que fuese subsanable, y me asignaron un niño de un año con un problema de faringe que ya ha sido corregido. Me han mostrado el historial médico y, aunque siento cierto temor porque creo que los orfanatos infravaloran los problemas que sufren, me fio porque también he visto vídeos del niño”, cuenta. Ya solo le falta recoger a su hijo en Hefei para completar la familia con la que siempre soñó.
Rodríguez también considera que, por lo que ha podido comprobar hasta ahora, el orfanato proporciona un cuidado adecuado. Sin embargo, Belén Freijeiro, madre de tres niños adoptados en China, tiene dudas. Sobre todo, por los problemas con los que ha llegado Lucas, el niño que adoptó en el orfanato de Shanghái en 2012. “También nos pasamos al pasaje verde porque los tiempos de espera comenzaron a alargarse mucho. En Shanghái nos asignaron a un niño con labio leporino, pero cuando lo trajimos a casa descubrimos que se rasca hasta quitarse la piel y las uñas, que tiene episodios de ira, y que no duerme o tiene pesadillas recurrentes”, asegura.
Freijeiro, y numerosos padres americanos que cuentan sus experiencias en un grupo de Facebook al que ha tenido acceso este periódico, considera que esta actitud es fruto de abusos sufridos en el orfanato que dirige Cai. “Él cuenta que le metían la cabeza en un cubo con agua cuando se hacía pis por la noche, y por la noche grita porque un señor le pegaba con un látigo”, detalla Freijeiro. “Algunas familias cuentan que los hijos tienen miedo de contar lo que les había pasado porque en el orfanato les decían que, si lo hacían, los devolverían a China”, apostilla.
Acero es escéptico y Moya Smith, fundadora de First Hugs, la ONG que facilitó a Frontela acceder al orfanato de Xinxiang, recuerda que es fácil confundir con abuso los efectos psicológicos secundarios relacionados con la propia adopción. “Es un proceso duro que requiere un periodo de adaptación emocional”, señala. Esta canadiense afincada en Estados Unidos ha establecido un programa de formación para el personal del orfanato de Xinxiang y está convencida de que el personal se preocupa por los niños. “No es posible descartar que haya casos puntuales de abuso, que es una epidemia global, pero, aunque los orfanatos no sean hoteles de cinco estrellas, cuentan con infraestructura que a veces incluso supera a la de los centros europeos”, concuerda Acero.
Cai asegura que los niños a los que acoge en Shanghái reciben más que cuidados físicos y psicológicos: “Les damos afecto, y eso se nota en las reuniones que solemos hacer durante el Año Nuevo Chino con los niños que ya han sido adoptados”. Para la directora, que cada vez haya menos niños en su institución es reflejo de los logros sociales del país, y Smith también cree que el escenario más deseable para el futuro es uno en el que su ONG no tenga razón de ser. “Si cada vez es más difícil adoptar a niños chinos es porque no son abandonados y su situación ha mejorado. Eso es algo que deberíamos celebrar”, sentencia.
Cada año, un número récord de estudiantes han arribado a los Estados Unidos para asistir a uno de los 4.000 colegios o universidades de gran prestigio del país.
los expertos en educación estadounidenses les preocupa que la disminución de las relaciones con China tenga un impacto financiero negativo en los colegios y universidades de EE. UU. «Está disminuyendo rápidamente», señaló Anthony Ogden, vicerrector adjunto para la participación mundial en la Universidad de Wyoming, sobre el número total de estudiantes internacionales que vienen a los Estados Unidos para estudiar.
La educación no es ligera en la imagen de importación de los Estados Unidos. Los ingresos en las instituciones postsecundarias que otorgan títulos universitarios fueron de US$649 mil millones en 2017, según el Centro Nacional de Estadísticas de la Educación.
Durante las últimas dos décadas en todo el mundo, cada año, un número récord de estudiantes han arribado a los Estados Unidos para asistir a uno de los 4,000 colegios o universidades de gran prestigio del país. Más importante aún, los estudiantes internacionales suelen pagar la matrícula completa y aumentar los ingresos para las escuelas.
Los estudiantes internacionales, encabezados por China, contribuyeron con más de US$30 mil millones a la economía de los Estados Unidos en el año académico 2014-2015, según NAFSA, Asociación de Educadores Internacionales y el Departamento de Comercio de los Estados Unidos.
NAFSA, un grupo sin fines de lucro con sede en Washington que apoya la educación internacional, estima que los estudiantes extranjeros crearon o mantuvieron más de 455.000 empleos en los Estados Unidos, casi nueve veces más que la cantidad de mineros de carbón estadounidenses. El valor de la educación es casi el doble de los ingresos de las principales exportaciones agrícolas de Estados Unidos en 2017, que son US$21.6 mil millones de la soja.
Grandes implicaciones
Pero esta tendencia podría haber llegado a su fin, dijo Ogden, y agregó que en 2018 se registró una disminución general en el número de estudiantes internacionales que asisten a escuelas estadounidenses de 1.12 millones a menos de un millón.
Solo en el último año, el número de estudiantes internacionales que están en los Estados Unidos disminuyó por primera vez en décadas en un 2,7%, según los datos de titulares de visas de estudiantes publicados recientemente por la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos.
En una entrevista exclusiva con Xinhua, Ogden, un educador de carrera con 30 años de experiencia en reclutamiento y relaciones internacionales en universidades como la Universidad Estatal de Michigan, dijo que si la inscripción en China disminuye como se esperaba, las instituciones de todo el país pronto experimentarán un gran dolor. «El año pasado fue el primer año que ha estado en declive», dijo Ogden. «Tiene enormes implicaciones para las escuelas que recurren a estudiantes internacionales para obtener ingresos», agregó.
En la última década, el número de estudiantes de China que vienen a los Estados Unidos se ha cuadruplicado a casi 400.000. Cuando Barack Obama fue elegido presidente de los Estados Unidos en 2008, había 80.127 estudiantes chinos en los Estados Unidos, según Statista. Para cuando Obama dejó el cargo en 2016, ese número había aumentado a 350.000 e incluso había aumentado hasta 363.341 en 2017, según datos del Instituto de Educación Internacional (IIE).
Los expertos de la industria dijeron a Xinhua que parece que la cantidad de estudiantes de China está a punto de caer en picada y los educadores estadounidenses se están retorciendo las manos preguntándose cómo evitar miles de millones de dólares en pérdidas si esto sucediera.
Asia/ China/ 24.06.2019/ By: Ni Dandan/ Fuente:www.sixthtone.com.
China wants more high schools to offer the elective courses known as “zouban” — literally “roaming classes” — in order to better meet students’ diverse developmental needs and interests, an official with the country’s top education authority said at a press conference Thursday.
The conference came a day after the State Council — China’s Cabinet — issued sweeping new guidelines on secondary education reform. According to a spokesperson for the Ministry of Education, the document is the first of its kind to be released since the start of the 21st century.
“Taking into account talent cultivation rules, university department admissions requirements, and students’ interests and strengths, as well as the specific conditions at each school, zouban systems should be implemented in an orderly fashion,” Lü Yugang, director of the Ministry of Education’s Department of Basic Education, said at the conference.
Local school districts around China have experimented with zouban electives to increase student choice for decades, but the system has become more widespread in recent years as provinces and municipalities continue to add elective sections to their college entrance examinations. The new guidelines represent the first time the central government has explicitly endorsed zouban and encouraged local authorities to implement the model.
In his remarks at the conference, Jia Wei, deputy director of Shanghai’s Municipal Education Commission, framed the move as a change from the current exam-oriented model of education to a more comprehensive approach. “The goal of high school studies will no longer be simply getting into a university, but also figuring out students’ interests in life and targets for their future career,” he said.
Currently, zouban implementation is carried out at the local level, meaning the systems in place and degree of choice they offer can vary. Shanghai schools require students to choose three elective zouban from a list of six potential options, with each subject corresponding to an elective section on the municipality’s college entrance exam.
In addition to advancing the zouban system, the new reform guidelines also call on schools to explore more “interactive, inspirational, and experiential teaching methods,” and state that teaching management should be optimized and student workloads eased by reducing the frequency of exams and banning schools from forcing students to take extracurricular classes.
Cao Bingsheng, a teacher at Nantong Normal College in eastern China, says he’s pessimistic as to whether the new guidelines will have the desired effect, especially if schools continue to be graded primarily on test scores.
“It’s highly difficult to ban extra classes as long as university admissions rates are still used to evaluate the performance of (secondary) education authorities,” Cao told Sixth Tone.
Education officials also used Thursday’s press conference to announce that work on new high school textbooks is almost complete. In late 2017, the Ministry of Education issued guidelines for revising the country’s textbooks, which included adding more content related to socialist core values and both traditional Chinese and “revolutionary” culture.
Source of the notice: https://www.sixthtone.com/news/1004162/chinas-education-authority-calls-for-more-electives%2C-choice#
Un nuevo informe de la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (Cespap) alerta que la región que alberga a los dos países más populosos del mundo, China e India, “no logrará” ninguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) si mantiene “su trayectoria actual”.
El estudio de la Cespap considera que “el progreso se ha estancado o se ha estado dirigiendo en la dirección equivocada en más de la mitad de los ODS”, que conforman la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, acordada en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2015 y que los países comenzaron a implementar en 2016.
La secretaria ejecutiva de la Cespap, Armida Alisjahbana, pidió medidas urgentes para revertir estas tendencias negativas, al lanzar el 28 de mayo el “Informe sobre el progreso de los ODS de Asia y el Pacífico en 2019”, durante la 75 sesión de la agencia de la ONU, realizada en Bangkok, su sede central.
“Espero que este informe contribuya a orientar nuestros esfuerzos para acelerar el progreso hacia todos los Objetivos y para fortalecer el compromiso de la región de mejorar la calidad de los datos y estadísticas esenciales para medir el progreso”, dijo.
“Sin embargo, incluso cuando se ha logrado un buen progreso, este es muy lento para que estos objetivos se alcancen en 2030″, plantea el informe regional.
Stuart Kempster, analista de políticas de monitoreo y responsabilidad de la organización internacional WaterAid, dijo a IPS que “es sorprendente que, en su trayectoria actual, Asia y el Pacífico no alcancen ninguno de los 17 ODS para 2030”.
“Estamos especialmente alarmados de que algunas naciones pasarán años para lograr el cumplimiento del derecho humano al agua y al saneamiento, los componentes básicos de cualquier comunidad estable y próspera”, añadió el especialista de la organización con base en Estados Unidos, que se ocupa de ayudar a alcanzar ese derecho básico.
Kempster destacó que a las tasas actuales de avance, todos los países de ingresos bajos y medios de la región no gestionarán el agua de forma segura hasta 2064 y en el caso del saneamiento esa meta solo se alcanzará en 2107.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en que las regiones y países trabajan desde el comienzo de 2016, con el objetivo de alcanzar sus 169 metas específicas para 2030. Crédito: ONU
“Solo nos quedan 11 años para mantener la promesa hecha a quienes viven sin agua limpia o un inodoro decente. Los gobiernos deben priorizar el agua limpia, el saneamiento decente y una buena higiene, asegurando que se establezca el financiamiento adecuado para construir un mundo más sostenible ahora y para las generaciones futuras “, señaló.
Arman Bidarbakhtnia, jefe de la División de Estadísticas de la Unidad de Gestión de Datos Estadísticos de la Cespap, dijo a IPS que el informe solo evalúa el progreso regional y subregional y no pretende realizar una evaluación de cada país.
A pesar de que hay muchas referencias a casos de países a nivel de indicadores, explicó, las conclusiones sobre los ODS no deben generalizarse a los países.
El análisis se basa en agregaciones a nivel regional y subregional, no ponderadas a nivel nacional. Por ello, los resultados no son representativos de China y la India como los países más grandes, subrayó.
El funcionario de la Cespap señaló también que por “la región” no debe entenderse a la región entera o a la mayoría de su población, sino que significa un “país típico en la región” o “la mitad o más países de la región (valores promedio)”.
El informe lanzado en mayo, detalló además, solo se enfoca en el progreso y no apunta a un análisis de “causa-efecto”.
El informe muestra diferencias importantes en el progreso entre las subregiones de Asia y el Pacífico que han registrado diferentes éxitos y enfrentan diferentes desafíos.
Pero, en cualquier caso, cada subregión necesita revertir las tendencias existentes para al menos tres ODS.
Por su parte, el sur y el suroeste de Asia se está moviendo en la dirección equivocada en los ODS 6, ODS 12 y ODS 13.
Desde el año 2000, ha habido un descenso en el objetivo de la igualdad de género (ODS 5), junto con los ODS 8 y ODS 11 en Asia del Norte y Central. Por su parte, la subregión del Pacífico ha retrocedido en los objetivos de hambre cero (ODS 2) y vida submarina (ODS 14), junto con los ODS 8 y ODS 16.
“La falta de datos confiables en todos los ODS y en todas las subregiones es uno de los mayores desafíos de Asia y el Pacífico”, asegura el informe de la Cespap.
A pesar de un aumento significativo en la disponibilidad de los indicadores de los ODS desde 2017, permanecen brechas en los datos de dos tercios de esos indicadores de los ODS. Según el informe, casi una cuarta parte de todas las metas de los ODS que carecen de evidencia se relacionan con asuntos ambientales.
Bidarbakhtnia puntualizó a IPS que no se puede deducir por los reveses que se observan en el informe, que exista una falta de voluntad política o un déficit en la ayuda al desarrollo para que los países del Sur en desarrollo alcancen los ODS.
Definitivamente, a su juicio, esos reveses obedecen a causas diferentes según el país, incluidas la falta de voluntad política, de recursos financieros, de ayuda para el desarrollo, de prioridades y de modelos de desarrollo, entre otras.
Sin embargo, dijo, “puede inferirse de la publicación de la Cespap que el costo de cerrar estas brechas es asequible para los gobiernos, y definitivamente no todos los problemas son debidos a la falta de recursos financieros”.
Sobre la conclusión de la “falta de datos confiables en todos los objetivos”, que incluye el informe, el jefe de Estadísticas de la Cespap aseguró que se fundamenta en un análisis riguroso de la disponibilidad de datos que se presenta en la parte 3 del informe. La misma parte también proporciona algunos consejos para cerrar la brecha y superar los desafíos.
En particular respecto al ODS 1, reafirmó que “la tasa actual para poner fin a la pobreza no es suficiente para alcanzar las metas 2030”.
Puntualizó que el informe permite ver que la región, incluyendo a China e India, está en vías de erradicar la llamada “pobreza de ingresos”, si pueden mantener el mismo ritmo de progreso hasta ahora.
Pero recordó que el ODS 1 va más allá de esa pobreza de ingresos y que la región está rezagada en otras dimensiones de las metas incluidas en ese transversal objetivo, especialmente en cuanto al gasto gubernamental en servicios básicos (educación y salud) y la capacidad de recuperación ante desastres naturales.
El informe no presenta cifras específicas sobre China e India, pero “nuestros datos muestran que a ambos les está yendo mejor que a la región (en promedio) en el ODS 1 y van por buen camino si mantienen el actual nivel de progreso”, dijo Bidarbakhtnia.
Pero también, como el resto de la región, “necesitan acelerar el gasto en servicios básicos”, indica. Además, hay varias otras dimensiones, como la protección social y la pobreza multidimensional, donde no hay datos que permitan medir la situación, agregó.
El PCCh está intensificando el adoctrinamiento ideológico en las escuelas al glorificar el pasado revolucionario y hacer que los estudiantes se atiborren de las actuales doctrinas del Partido Comunista.
Tang Zhe
La adhesión a la ideología del Partido Comunista Chino (PCCh) se ha convertido en el contenido más importante de la educación en China. El PCCh está prohibiendo estrictamente que las religiones ingresen a los establecimientos educativos y utiliza una amplia variedad de medios para someter a los estudiantes a enseñanzas de adoctrinamiento a fin de asegurarse de que su ideología «roja» sea transmitida de generación en generación.
La ideología es lo primordial
A fines de marzo, la Agencia de Educación y Deportes del condado de Yugan, bajo la jurisdicción de la ciudad de Shangrao en la provinciasuroriental de Jiangxi, emitió una notificación sobre la necesidad de rectificar el trabajo ideológico en las escuelas luego de que una inspección del Gobierno central identificara problemas en este ámbito. Según el documento, el cristianismo está compitiendo con el Partido Comunista por el territorio y los corazones de las personas, y dicho trabajo es llevado a cabo a través de iglesias y lugares de reunión religiosos. Por lo tanto, es esencial que todas las escuelas primarias y secundarias, así como también los jardines de infantes, amplíen el trabajo ideológico sobre los jóvenes para mejorar su posición política.
«Educación roja»: una parte esencial del plan de estudios
En el mes de mayo, varias escuelas del distrito de Dongxiang de la ciudad de Fuzhou, en Jiangxi, organizaron una «gira de experiencias educativas rojas», durante la cual los estudiantes fueron llevados a Jinggangshan, una ciudad a nivel de condado que limita con la provincia de Hunan, considerada la «cuna de la revolución china».
Base de los comunistas chinos y del Ejército Rojo en la década de 1920, la ciudad se ha convertido en un centro de actividades que ofrece numerosos cursos de capacitación que glorifican la revolución proletaria china. Vestidos con los uniformes de la época, los maestros y estudiantes pueden experimentar la vida de los soldados del Ejército Rojo. El objetivo final de las actividades es inspirar a los nuevos comunistas, fortaleciendo la ideología y creencias políticas de los estudiantes, así como también promoviendo el orgullo patriótico por el pasado de China.
Según uno de los maestros del distrito, a fines de mayo se organizó que más de 700 estudiantes de una escuela viajaran a Jinggangshan. Los mismos usaban uniformes del Ejército Rojo, llevaban mochilas escolares en las que estaba grabado un retrato de Mao Zedong, gritaban al unísono la consigna «Obedecer órdenes, obedecer al Gobierno», y recibieron educación sobre la revolución.
Video: Estudiantes gritando la consigna: «Obedecer órdenes, obedecer al Gobierno».
El 5 de abril, el director de una escuela primaria de Lingbao, una ciudad en la provincia central de Henán, exigió que los padres llevaran a sus hijos a la llamada «base educativa roja» de la ciudad, para que comprendieran la historia y las teorías del comunismo chino.
También se les exigió a los padres que alquilaran y vistieran a sus hijos con los uniformes del Ejército de la Octava Ruta –siendo la misma la principal fuerza durante la segunda guerra sino-japonesa, tal y como se conoce en China a la Segunda Guerra Mundial–. Mientras portaban cuchillos o armas de fuego de utilería, los niños se inclinaban y saludaban con respeto a una estatua de Mao Zedong. A los padres se les ordenó que tomaran fotos de sus hijos y las enviaran al grupo de WeChat de la escuela para ser inspeccionadas.
Castigados por no poder recitar los valores socialistas centrales
A principios de abril, la Agencia de Educación del condado de Yifeng, bajo la jurisdicción de la ciudad de Yichun, en Jiangxi, visitó todas las escuelas al azar para inspeccionar si los estudiantes podían recitar de memoria los valores socialistas centrales.
Dos estudiantes de una escuela primaria no pudieron recitar todos los valores, lo que provocó que su maestra fuera criticada por sus superiores. La maestra estaba tan enojada que les ordenó a los dos estudiantes pararse al lado del podio y los regañó brutalmente. Un estudiante de otra escuela primaria, que no pudo recitar los valores socialistas centrales, se vio obligado a barrer el piso de la escuela durante diez días a modo de castigo.
Aprovechando el Día del Niño para promover los ideales comunistas
El 25 de mayo, ocho ministerios nacionales emitieron una Notificación conjunta para celebrar el Día del Niño en el año 2019, exigiendo que cada Gobierno local y departamento de educación llevara a cabo una actividad de propaganda para los niños sobre el tema «Amar al Partido, amar al país y amar el socialismo», para «abrochar apropiadamente el primer botón de la vida«, tal y como afirmó en una ocasión el presidente Xi Jinping al hablar sobre la importancia de criar a la nueva generación de sucesores del socialismo chino.
Posteriormente, escuelas primarias, secundarias y jardines de infantes emplazados en el condado de Mianchi de Henán organizaron representaciones del Día del Niño, centrándose en la ideología del Partido, tituladas Sucesores Socialistas, Mi Patria y Yo, Recordemos Siempre los Valores Socialistas Centrales, Estrella Roja Brillante, Mi Sueño Chino y otros similares. Según algunos miembros de la audiencia, los estudiantes que cantaban sin cesar canciones revolucionarias se parecían a los Pequeños Guardias Rojos, una organización selectiva de niños sancionada por el Partido Comunista entre los años 1967 y 1978.
“En el pasado, en el Día del Niño se interpretaban canciones infantiles normales. Hoy en día, los niños cantan canciones rojas que ni siquiera pueden comprender», afirmó un padre cristiano con enojo. “El Gobierno adoctrina por la fuerza a los niños con la ideología de amor hacia el Partido. Eso no es más que un intento por convertirlos en sucesores del ateísmo comunista leal al Partido».
Video: Los niños bailaban con la canción roja Estrella Roja Brillante.
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