La Asociación de Padres y Maestros de Malasia (APMM) se opuso a la idea de abrir escuelas públicas destinadas a la educación de niños refugiados procedentes de Indonesia, Myanmar y Filipinas, anunció hoy la prensa local.
Según la información, la APMM se negó porque considera que sus diferencias culturales podrían crear problemas entre ellos, y propuso al gobierno que envíe profesores a las comunidades donde residen.
Mohamad Ali Hassan, presidente de la Asociación, dijo que la solución sugerida también podría disminuir el costo de la educación de los pequeños.
Voceros de la opinión pública aseguran que los estudiantes que no están inscritos en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, no obtienen el reconocimiento oficial de sus exámenes ni acceden a la universidad.
En Malasia unos 300 mil niños refugiados no tienen derecho a estudiar en colegios públicos, por lo que muchos de ellos recurren a escuelas gestionadas por la propia comunidad.
Unilever, Nestlé, Procter & Gamble, entre las nueve empresas muy conocidas que contribuyen a abusos laborales
Las empresas de alimentación y productos para el hogar más populares del mundo venden alimentos, cosméticos y otros artículos de uso diario que contienen aceite de palma manchado por estremecedores abusos contra los derechos humanos en Indonesia, donde niños de sólo ocho años trabajan en condiciones peligrosas, afirma Amnistía Internacional en un nuevo informe publicado hoy.
El informe, The great palm oil scandal: Labour abuses behind big brand names, investiga las plantaciones de aceite de palma en Indonesia gestionadas por el mayor productor de aceite de palma del mundo, la empresa agroalimentaria Wilmar, con sede en Singapur, y sigue el rastro del aceite de palma hasta nueve empresas de ámbito global: AFAMSA, ADM, Colgate-Palmolive, Elevance, Kellogg’s, Nestlé, Procter & Gamble, Reckitt Benckiser y Unilever.
Gigantes empresariales como Colgate, Nestlé y Unilever aseguran al público consumidor que sus productos utilizan ‘aceite de palma sostenible’, pero nuestras conclusiones revelan que el aceite de palma dista mucho de serlo.
“Las empresas miran hacia otro lado ante la explotación de trabajadores y trabajadoras en su cadena de suministro. Pese a prometer a sus clientes que no habrá explotación en sus cadenas de suministro de aceite de palma, las grandes marcas siguen aprovechándose de terribles abusos. Estas conclusiones sorprenderán al público consumidor que piensa que toma decisiones éticas en el supermercado cuando compra productos que dicen usar aceite de palma sostenible”, ha afirmado Meghna Abraham, investigadora principal de Amnistía Internacional.
“Gigantes empresariales como Colgate, Nestlé y Unilever aseguran al público consumidor que sus productos utilizan ‘aceite de palma sostenible’, pero nuestras conclusiones revelan que el aceite de palma dista mucho de serlo. El aceite de palma que se produce usando trabajo infantil y trabajo forzoso no tiene nada de sostenible. Los abusos descubiertos en las actividades de producción de aceite de palma de Wilmar no son incidentes aislados sino hechos sistémicos y una consecuencia predecible de la práctica empresarial de Wilmar.
“Algo no está bien cuando nueve empresas que tuvieron unos ingresos conjuntos de 325.000 millones de dólares en 2015 no pueden tomar medidas para abordar el atroz trato que reciben las personas que trabajan en la producción de aceite de palma, que además ganan una miseria.”
Amnistía Internacional afirma que hará campaña para pedir a las empresas que digan a sus clientes si el aceite de palma que contienen productos populares como los helados Magnum, el dentífrico Colgate, los cosméticos Dove, la sopa Knorr, KitKat, el champú Pantene, Ariel, y Pot Noodle procede de las actividades de Wilmar en Indonesia.
Abusos sistemáticos en la cadena de suministro de grandes empresas
Amnistía Internacional habló con 120 personas que trabajan en plantaciones de palma propiedad de filiales de Wilmar y tres proveedores de Wilmar en Kalimantan y Sumatra, Indonesia. La investigación sacó a la luz una amplia variedad de abusos, como por ejemplo:
Se obliga a las mujeres a trabajar muchas horas bajo la amenaza de reducir su salario, se les pagan cantidades inferiores al salario mínimo –en casos extremos, ganan sólo 2,50 dólares de EE. UU. al día– y se las mantiene en una situación de inseguridad en el empleo, sin pensiones ni seguro de enfermedad;
Niños de sólo 8 años realizan trabajo físico duro y peligroso, en algunos casos tras haber dejado de asistir a la escuela para ayudar a sus progenitores en la plantación;
Trabajadores y trabajadoras que sufren graves lesiones debido al paraquat, una sustancia química sumamente tóxica que sigue utilizándose en las plantaciones pese a estar prohibida en la Unión Europea y por la propia Wilmar;
Se obliga a las personas a trabajar al aire libre sin equipos de seguridad adecuados a pesar del riesgo de sufrir daños respiratorios derivados de los peligrosos niveles de contaminación causados por los incendios forestales de agosto a octubre de 2015;
Se obliga a las personas a trabajar muchas horas para cumplir objetivos absurdamente altos, algunos de los cuales implican tareas muy exigentes desde el punto de vista físico, como utilizar equipos manuales pesados para cortar frutos de árboles de 20 metros de altura. Intentar cumplir los objetivos puede causar un considerable dolor físico a los trabajadores, que también hacen frente a diversas sanciones por cosas como no recoger los frutos de palma del suelo o recoger frutos que no están maduros.
Wilmar reconoció que tiene planteados problemas laborales en sus actividades. A pesar de estos abusos, tres de los cinco palmicultores a los que Amnistía Internacional investigó en Indonesia están certificados como productores de aceite de palma “sostenible” en virtud de la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible, organismo creado en 2004 para limpiar el sector del aceite de palma tras los escándalos medioambientales.
“Este informe muestra con claridad que las empresas han utilizado la Mesa Redonda a modo de escudo para desviar un mayor escrutinio. Nuestra investigación reveló que esas empresas tienen políticas firmes sobre el papel, pero ninguna pudo demostrar que hubiera identificado riesgos obvios de abusos en la cadena de suministro de Wilmar”, ha afirmado Seema Joshi, responsable de Empresas y Derechos Humanos.
Las conclusiones plantean dudas sobre las afirmaciones de “sostenibilidad”
A partir de información y datos sobre exportaciones publicados por Wilmar, Amnistía Internacional siguió
el rastro del aceite de palma hasta nueve empresas productoras de alimentos y artículos para el hogar de ámbito mundial. Al ser contactadas, siete de estas empresas confirmaron que compran aceite de palma procedente de las actividades de Wilmar en Indonesia, pero sólo dos –Kellogg’s y Reckitt Benckiser– se mostraron dispuestas a aportar algún detalle acerca de qué productos estaban afectados. [Detalles sobre las respuestas de las empresas disponibles aquí]
Todas estas empresas, salvo una, son miembros de la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible, y en sus sitios web o en las etiquetas de sus productos afirman que utilizan “aceite de palma sostenible”. Ninguna de las empresas con las que Amnistía Internacional se puso en contacto negó que los abusos tuvieran lugar, ni aportó ejemplos de medidas adoptadas para ocuparse de los abusos contra los derechos laborales en las actividades de Wilmar.
Las empresas deben ser más transparentes en cuanto a los ingredientes de sus productos
“El público consumidor querrá saber qué productos están relacionados con abusos y qué artículos no lo están. A pesar de someter a su consideración abusos tan terribles en las actividades de un proveedor importante, las empresas han mantenido una actitud muy hermética en lo referente a qué productos concretos están afectados”, ha afirmado Seema Joshi.
“Las empresas deben ser más transparentes en cuanto a los ingredientes de sus productos. Deben revelar la procedencia de las materias primas de los productos que encontramos en los estantes de nuestro supermercado. Hasta ese momento, estarán de alguna manera beneficiándose de los abusos laborales que se cometan y contribuyendo a ellos. Las empresas muestran una absoluta falta de respeto por una clientela que piensa que toma decisiones éticas cuando paga en caja esos artículos.”
Las peores formas de trabajo infantil al descubierto
El informe documenta cómo niños de entre 8 y 14 años llevan a cabo trabajos peligrosos en plantaciones propiedad de filiales y proveedores de Wilmar y gestionadas por ellos. Trabajan sin equipos de seguridad en plantaciones donde se utilizan pesticidas tóxicos, y transportan pesadas bolsas de frutos de palma que pueden pesar de 12 a 25 kilos. Algunos han abandonado la escuela para trabajar con sus progenitores durante todo el día o gran parte de él. Otros trabajan por la tarde después de asistir a la escuela, y durante los fines de semanas y los periodos vacacionales.
Un niño de 14 años que recolecta y transporta frutos de palma en una plantación propiedad de Wilmar dijo a Amnistía Internacional que dejó se asistir a la escuela cuando tenía 12 años porque su padre estaba enfermo y no podía cumplir sus objetivos de trabajo. Dijo que sus hermanos de 10 y 12 años también trabajan en la plantación después de la escuela:
Dejé la escuela para ayudar a mi padre porque él ya no podía trabajar.
“Ayudo a mi padre cada día desde hace unos dos años. Estudié hasta sexto grado en la escuela. Dejé la escuela para ayudar a mi padre porque él no podía hacer ya el trabajo. Estaba enfermo. […] Lamento haber dejado la escuela. Me habría gustado ir a la escuela para ser más listo. Me gustaría ser profesor.”
El trabajo físicamente exigente y agotador puede causar daños físicos en los niños de corta edad. Un niño de 10 años, que también abandonó la escuela para ayudar a su padre y trabaja para un proveedor de Wilmar, dijo que cuando tenía 8 años se levantaba a las 6 de la mañana para recoger y transportar frutos de palma sueltos. Dijo que trabaja seis horas cada día, excepto el domingo:
“No voy a la escuela. […] Transporto yo mismo la bolsa con los frutos sueltos pero sólo puedo llevarla medio llena. Es difícil transportarla, pesa mucho. Lo hago también bajo la lluvia pero es difícil. […]Tengo las manos doloridas, y me duele todo el cuerpo.”
Las mujeres trabajadoras hacen frente a trabajo forzoso, bajos salarios, discriminación y exposición a sustancias químicas tóxicas
El informe pone de relieve una constante discriminatoria de contratación como jornaleras ocasionales de mujeres a quienes se niega empleo permanente y prestaciones de seguridad social como seguro médico y pensiones.
Amnistía Internacional también documentó casos de trabajo forzoso y de capataces que amenazan a las mujeres trabajadoras con no pagarles o practicar deducciones en su salario para obligarlas a trabajar.
Una mujer que trabaja en una unidad dedicada al mantenimiento de plantas de palma refirió a Amnistía Internacional las presiones que recibía en forma de amenazas implícitas y explícitas para que trabajara más horas:
“Si no termino mi objetivo, me dicen que siga trabajando pero no me pagan el tiempo adicional. […] Mi amiga y yo dijimos al capataz que estábamos muy cansadas y queríamos marcharnos. El capataz nos dijo: si no queréis trabajar, marchaos a casa y no volváis. Es difícil trabajar porque el objetivo es horrendo. […] Me duelen los pies, me duelen las manos y me duele la espalda después de hacer el trabajo.”
Indonesia dispone de una legislación laboral rigurosa en virtud de la cual la mayoría de estos abusos pueden ser constitutivos de delito. Sin embargo, la aplicación de las leyes es deficiente. Amnistía Internacional pide al gobierno de Indonesia que mejore la aplicación de la ley y que investigue los abusos que se exponen en el informe.
Información complementaria: Cómo rastreó Amnistía Internacional la cadena de suministro desde la plantación hasta la multinacional
El equipo de investigación de Amnistía Internacional localizó el aceite de palma de refinerías o fábricas concretas suministrado directamente por las plantaciones investigadas en siete de las empresas: Colgate-Palmolive, Reckitt Benckiser, Nestlé, ADM, Elevance, AFAMSA, y Kellogg’s a través de su empresa conjunta. Las otras dos empresas –Unilever y Procter & Gamble– confirmaron que se abastecen de aceite de palma de Wilmar y de Indonesia pero no respondieron cuando Amnistía Internacional les preguntó de qué refinerías se abastecen. Dado que se abastecen de Indonesia y que Amnistía Internacional localizó el aceite de palma de las plantaciones que investigó en 11 de las 15 refinerías de Wilmar, es muy probable que su suministro proceda de al menos una o varias de estas refinerías.
Amnistía Internacional pidió a las empresas que confirmaran si el aceite de palma de una lista de sus productos de consumo procedía de las actividades de Wilmar en Indonesia: sólo dos empresas (Kellogg’s y Reckitt Benckiser) lo confirmaron. Colgate y Nestlé reconocieron que reciben aceite de palma de refinerías de Wilmar en Indonesia. Amnistía Internacional vinculó estas refinerías con plantaciones investigadas para este informe. Sin embargo, Colgate y Nestlé dijeron que ninguno de los productos enumerados por Amnistía Internacional contenía aceite de palma procedente de las operaciones de Wilmar en Indonesia, pero no dijeron cuáles de sus productos lo contenían. Otras dos (Unilever y Procter & Gamble) no corrigieron la lista. Las otras tres ofrecieron respuestas imprecisas o no respondieron.
Las autoridades de Indonesia deben derogar de inmediato las disposiciones que permiten sancionar a los perpetradores de delitos sexuales con la castración química forzada, e incluso con la pena de muerte, ha manifestado Amnistía Internacional hoy.
“El abuso sexual infantil es una atrocidad indescriptible. Pero someter a los perpetradores a castración química o a ejecución no es justicia; es sumar una crueldad a otra”, ha señalado Papan Ayatolá, investigador de Amnistía Internacional sobre Indonesia.
La castración química consiste en eliminar el impulso sexual mediante un tratamiento farmacológico u hormonal. Imponerla por ley y sin consentimiento informado como medida punitiva es una pena cruel, inhumana y degradante.
“La castración química forzada es un incumplimiento de la prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, establecida en el derecho internacional”, ha añadido Papan Ayatolá.
“La ampliación del ámbito de aplicación de la pena de muerte es incompatible con las obligaciones internacionales de Indonesia, que protegen el derecho a la vida. Además, dadas las graves deficiencias del sistema de justicia indonesio, no puede eliminarse jamás el riesgo de ejecutar a una persona inocente.”
La Asociación de Médicos de Indonesia ha manifestado que se negará a ejecutar la pena de castración, porque viola la ética médica.
Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todas las circunstancias, cualquiera que sea el método de ejecución o el delito por el que se imponga, y cree que no hay datos creíbles que prueben que tiene especial efecto disuasorio.
Información complementaria
La Cámara de Representantes ratificó ayer el Decreto-ley (Perppu) 1/2016, por el que se reforma la Ley 23/2002 de Protección de la Infancia. El presidente Joko Widodo dictó el Decreto en mayo, a raíz de varios casos notorios de violación de menores y las consiguientes peticiones de políticos de endurecimiento de las penas para los perpetradores de delitos sexuales contra menores.
El artículo 81 de la legislación revisada impone la castración química forzada como pena adicional para “quien cometa violencia o amenace con violencia para obligar a un niño -persona menor de 18 años- a tener relaciones sexuales con él o con otra persona que causen: más de una víctima, lesión grave, trastorno mental, enfermedades infecciosas, pérdida o disfunción de los órganos reproductores y/o muerte de la víctima”.
Según la legislación revisada, la castración química se llevará a cabo en el perpetrador durante un periodo de hasta dos años tras el cumplimiento de su pena de prisión. Esta pena no es aplicable a los perpetradores menores de 18 años.
La castración química forzada incumple la prohibición, en virtud del derecho internacional, de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, establecida en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, tratados en los que Indonesia es Estado Parte.
Asia/Indonesia/14 de octubre de 2016/www.unesco.org
El Proyecto “Más Educación, Menos Riesgo”, implementado por la UNESCO en alianza con Save the Children y Plan Internacional y que cuenta con el apoyo de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea, presenta el videojuego para dispositivos móviles “Tanah: contra los terremotos y tsunamis”. Esta aplicación fue creada tras varias catástrofes, como el sismo y tsunami de 2004 en el Océano Índico, que provocó la pérdida de más de 226.000 vidas humanas en 14 países, los terremotos de Chile (2010, 2015) y el de Nepal (2015).
El juego busca concienciar a los más jóvenes sobre la importancia de estar preparado para enfrentar una emergencia. Asimismo, pretende fomentar la acción de niños, niñas y adolescentes como agentes de cambio que influyan en sus padres, familias y comunidades.
El lanzamiento del videojuego en español para América Latina y el Caribe se realiza en Ecuador, como parte del apoyo a las tareas de recuperación y también de educación relacionadas al reciente terremoto ocurrido el 16 de abril de 2016, catástrofe que causó numerosas pérdidas humanas y económicas. El lanzamiento se enmarca también dentro de las actividades del “Día Internacional de la Reducción del Riesgo de Desastres” conmemorado cada 13 de octubre.
La aplicación está diseñada para aprender jugando sobre elementos clave como: preparación (planes de evacuación, preparación del hogar, mochila de emergencia, etc.); respuesta (qué hacer ante un terremoto o tsunami, cómo funcionan las alarmas ante tsunamis, rutas de evacuación, kit de primeros auxilios, etc.); y recuperación (mensajes claves, comunicaciones y apoyo psicoemocional).
La campaña de difusión se realiza entre el 30 de septiembre y el 16 de octubre.
Encuentra la aplicación gratuita en App Store y Google Play como: “Tanah Contra”.Los idiomas en los que el juego Tanah se encuentra disponible son: inglés, bahasa indonesio, tailandés, nepalí y español.
Tomado de: http://www.unesco.org/new/es/santiago/press-room/single-new/news/tanah_unesco_launches_a_free_game_app_to_respond_to_earthqu/#.WAACnuXhDIV
Asia/Indonesia/11 Septiembre 2016/Fuente y Autor:El País
El joven indonesio ha ingresado en la facultad de ciencias de la universidad de Waterloo, en Canadá
Diki Suryaatmadja tiene 12 años y lo que le hace distinto de los chicos de su edad es que Diki va a la universidad. Este año el pequeño ha sido aceptado en la Universidad de Waterloo, en Canadá, donde estudiará física, matemáticas, química y economía. El pequeño, procedente del este de Java (Indonesia), se ha convertido en el estudiante más joven en la historia del centro.
Suryaatmadja dice que echará de menos el clima tropical de su tierra y que tendrá que acostumbrarse a la cultura canadiense. Sin embargo, el nuevo estudiante está contento con el trato de la gente: «Es muy agradable y muy educada». En solo seis meses, mientras vivía en Singapur, el pequeño ha aprendido inglés viendo series americanas y leyendo artículos de periódico. «Poco a poco, mediante ósmosis, puedes aprender una lengua», asegura. Después de pasar muy rápido por la escuela en su país, el niño echó una solicitud para la universidad de Waterloo, que fue aceptada.
Fuente de la noticia: http://elpais.com/elpais/2016/09/08/videos/1473323770_436103.html?id_externo_rsoc=FB_CC
Fuente de la imagen: http://elpais.com/elpais/imagenes/2016/09/08/videos/1473323770_436103_1473325458_noticia_fotograma.jpg
El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, y el gobernador de la Región Especial de Yakarta, sultán Hamengkubuwono X, hablaron sobre la consolidación de la cooperación entre las universidades de los dos países para estudiar el ucraniano y el indonesio, informó el servicio de prensa presidencial.
“El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, durante la visita estatal a la República de Indonesia, se reunió con el gobernador de la región especial de Yakarta, sultán Hamengkubuwono X. las partes acordaron consolidad la cooperación entre las universidades de los dos países, el intercambio de estudiantes, incluyendo en aras de estudiar el ucraniano y el indonesio”, dice el comunicado.
Asimismo, las partes intercambiaron de puntos de vista sobre el desarrollo de la cooperación económica y comercial entre Yakarta y las regiones de Ucrania. Poroshenko y el sultán Hamengkubuwono X también acordaron intensificar la cooperación en el marco de Unesco, en particular, en el contexto de conservación de los sitios del Patrimonio Mundial bajo los auspicios de esta organización.
Además, el presidente de Ucrania invitó al sultán de Yakarta a visitar Ucrania.
En Bengkala (Bali), 46 de sus 2.000 habitantes no oyen. Los vecinos han abordado esta particularidad con pragmatismo.
En el patio de una casa con gallinas y gatos sin cola, en un recóndito pueblo al Norte de Bali, el matrimonio de bailarines Nyoman y Pindu baila sin oír la música. El pueblo, a 85 kilómetros del aeropuerto de Denpasar —tres horas, en el mejor de los casos—, en la otra punta de la Isla, y a 10 kilómetros de la piscina natural pública Air Sanih, está lo suficientemente apartado en el mapa que incluso en la localidad más cercana, Singaraya, pocos conozcan su historia.
Bengkala, como se llama el municipio, se parece mucho a cualquier otra aldea de Bali. Las mujeres, con cestos de fruta y leña sobre sus cabezas, transitan por los caminos de espigadas palmeras y cultivos de cúrcuma, jengibre y mandioca. Unos ancianos de pareo de dibujos y sandalia, matan la mañana repanchigados a la sombra. Huele a incienso y agua de rosas que emana de un vistoso y colorido templo hinduista. Suena al claxon intermitente de las motos con los cuatro miembros de la familia encima. Y sabe a bakso —sopa de albóndigas— y café de sobre, que venden en los puestos callejeros. La particularidad de Bengkala es que de sus poco más de 2.000 vecinos, 46 son sordos de nacimiento. Todo se debe a un gen dominante en la aldea.
En 1995, un artículo de la revista Nature explicaba que el 2% de los habitantes de Bengkala cuenta con “una profunda sordera neurosensorial no sindrómica debida a una mutación autosómica recesiva en el locus DFNB3”. En otras palabras: en Bengkala, el que no pertenece a una familia totalmente sorda, tiene un hijo, un hermano, un vecino o un amigo que no puede oír. Sus habitantes han abordado esta particularidad genética con pragmatismo: casi todos se defienden en el lenguaje de signos.
Viaje al pueblo inclusivo
La escena podría repetirse en casi cualquier otro lugar del mundo. Es la hora del recreo y unos niños de uniforme —pantalón rojo y corbata— cruzan a saltos la calle a por un tentempié. La tienda de todo un poco, frente al colegio, la regenta una señora de cabello blanco recogido en un moño, piel reluciente y una gran sonrisa mellada, que parece acostumbrada a sus pequeños clientes. Desde lejos, una adolescente de falda tableada por la rodilla y calcetines blancos hace gestos con las manos y la señora responde de igual modo. En la puerta de la escuela, dos adultos conversan en el lenguaje de signos. La tendera explica que se las arreglan para comunicarse: “Así es comer”, describe, llevándose los dedos amontonados juntos a la boca; “y así, beber”, continúa, con los dedos estirados.
El 57% de los vecinos de Bengkala utiliza el lenguaje de signos, aunque solo el 2% no puede oír, cifra la investigadora Connie de Vos, del Instituto para la Psicolingüística Max Planck, que para su investigación pasó 12 meses en esta aldea, repartidos en varias estancias durante cinco años. Gracias a esto, “los sordos de Bengakala no experimentan las mismas desigualdades sociales que muchos de comunidades urbanas”, concluye De Vos en el libro Los lenguajes de signos en las comunidades de pueblo: percepción antropológica y lingüística, del que es coautora y donde recoge ejemplos, además de este de Bali, de lenguaje de signos rurales en Australia, Ghana, India, Israel, Jamaica, México, Turquía y Tailandia. “La integración de los vecinos sordos de Bengkala también se refleja en que tienen las mismas probabilidades de casarse y similares oportunidades de trabajo”, añade.
Además, todos en la aldea veneran al Dios de la Sordera, que se cree que vive en el cementerio y que dotó a los que no oyen con más fortaleza física y sensibilidad. Y a los sordos no se les considera inferiores, argumenta De Vos en el libro.
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Aldeas bilingües en armonía
Durante generaciones, las poblaciones con un gran número de sordos han adoptado lenguajes de signos para vivir en armonía con sus vecinos y se han convertido, de manera natural, en bilingües. El caso más célebre es el de la Isla de Los Viñedos de Marta, en las costas de Massachusetts, mitificada como una utopía para los sordos puesto que, debido a la amplia presencia de personas que no oían, hasta el siglo XIX todo el mundo dominaba el lenguaje de signos. El catálogo de lenguas del mundo Ethnologue recoge 136 lenguas de signos vivas actualmente. Los lingüistas estimas que el número podría alcanzar las 400, dataThe Boston Globe.
En Bengkala, hasta se baila sin música
En Bengkala, también se ha transmitido de padres a hijos un lenguaje de signos propio: el Kata kolok” “Por ejemplo, aquí, se da las gracias pasando una mano sobre la otra” y “España se expresa emulando a un torero con su capa”, apunta, divertido Wisnu Giri, coordinador pedagógico del “SD Negeri 2”, el colegio inclusivo de la localidad.
Sordos, no mudos
En una de las clases de la escuela inclusiva es hora de Matemáticas. Una niña sonriente con coletas a los lados enseña el resultado a la profesora. En la pared cuelga un gran alfabeto con el lenguaje de signos. De los 16 estudiantes del aula, dos son sordos. No siempre fue así. En Bengkala, con pocos recursos, solo cinco de los adultos del pueblo saben leer y escribir, detalla Matt Alesevich en un artículo para la revista ‘VICE’. “La situación de las personas sordas, a diferencia de la de otras minorías lingüísticas, se complica por el hecho de que a menudo se les ve como discapacitados”, cuestiona Lorraine Leeson, del Consejo de Europa, en el informe El leguaje de signos en la Educación en Europa.
El coordinador Wisnu aprendió el lenguaje de signos de su mejor amigo, Nyoman. Lo explica como si nada: “Es normal, pasábamos todo el día juntos”. Toda la familia del matrimonio Nyoman y Pindu es sorda. Tienes tres hijas: Darish, de 17 años, Sumarni, de 16 años y Nadi, de 11.
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La danza de los sordos
Sobre las puertas y paredes de pintura violeta de la casa hay fotografías y recortes de revistas en los que se ve al matrimonio ataviado con elegantes vestidos balineses, pomposas coronas y colorido maquillaje. Son de su espectáculo. Pertenecen al grupo de bailarines del Janger Kolok (la danza de los sordos), una apuesta creativa y de superación que practican en el pueblo con miembros de tres generaciones. Todo un reto de coordinación si se tiene en cuenta que bailan sin escuchar la melodía.
“Deberíamos aprender de estos pueblos que es posible que toda una comunidad use el lenguaje de signos. Incluso que, aunque no lo dominen, pueden tener un conocimiento básico tanto de la lengua como sobre las personas sordas”, argumenta la antropóloga sorda Annelies Kusters, autora de un libro sobre la comunidad rural de signos Adamorable, en Ghana, que acaba de estrenar un documental sobre la interacción entre oyentes y sordos en Mumbai, India.
Kusters se especializó en estudios de sordera tras ser diagnosticada, de adulta, con problemas de audición. Dice que le quedaba “hundirse o nadar”, y se decantó por lo segundo. Sueña con que un día el lenguaje de signos “esté en todas partes: en las asignaturas del colegio, en las universidades, en la televisión, pero también que la gente se muestre más abierta a una interacción con signos”. Si se quiere, como en Bengkala, hasta se baila sin música.
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