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El rostro de la esclavitud moderna en el Líbano

Rahim Teshome llegó a Beirut cuando tenía 15 años por medio de una ‘kafala’, un sistema de patrocinio por el que empresas y familias importan mano de obra barata. Nunca le pagaron, le confiscaron su pasaporte etíope y la violaron. Su historia es la de miles de trabajadoras domésticas

Rahim Teshome habla de Etiopía como si no fuese el país que la vio nacer. No siente nostalgia ni apego por sus raíces. A sus 26 años recuerda su infancia con mucha distancia pues, desde muy temprana edad, supo que su futuro no estaba Adís Abeba. Con tan solo seis años quedó a cargo de sus hermanas mayores tras la muerte de sus padres. “Era muy pequeña, la vida era difícil, iba a escuela, no teníamos comida y por ello decidí salir”, recapitula. En 2012 tenía 15 años y una vecina le recomendó marcharse al Líbano, como había hecho su hija, bajo el sistema de la kafala.

Kafala en árabe significa protección y, en origen, era la fórmula prevista en el derecho islámico para la acogida de huérfanos. Sin embargo, en las últimas décadas se ha convertido en el medio usado por las empresas y particulares para importar mano de obra barata a los países del Golfo y Oriente Próximo, principalmente en sectores como el de las labores domésticas o la construcción.

“Me dijeron que iba a trabajar con una familia, que me arreglaría los papeles y que cobraría un sueldo para ayudar a mis hermanas”, asegura sonriendo mientras rememora lo que iba a ser el plan perfecto de una niña que soñaba con salir de la pobreza. Embarcó con otras 150 menores de edad etíopes; ninguna sabía ubicar el Líbano en el mapa, pero estaban convencidas de que, desde su nuevo destino, iban a poder ayudar a sus familias. “El viaje fue muy largo. Estuvimos varios días en un aeropuerto de Yemen sin comida y durmiendo en el suelo”, dice Teshome.

Rahim Teshome mira hacia el exterior a través de una ventana de la sede del Anti-Racism Movement (ARM), en Beirut. Llegó al Líbano cuando tenía 15 años, le confiscaron el pasaporte y la violaron. Su historia se repite entre los miles de trabajadoras domésticas extranjeras.
Rahim Teshome mira hacia el exterior a través de una ventana de la sede del Anti-Racism Movement (ARM), en Beirut. Llegó al Líbano cuando tenía 15 años, le confiscaron el pasaporte y la violaron. Su historia se repite entre los miles de trabajadoras domésticas extranjeras.BRAIS LORENZO

“Me duele mucho recordar las condiciones en las que llegué. Tenía mucha hambre y estaba agotada”, añade. Fue a buscarla la madame, título con el que se refiere a su empleadora, la señora que la acogió como empleada doméstica y que desde entonces se convirtió en su dueña. Así lo establecen las normas de extranjería, que otorgan a los empleadores un control absoluto sobre “sus patrocinados”.

Fara Baba, portavoz del Anti-Racism Movement (ARM), lo explica: “En determinados sectores, no están amparados por el Código del Trabajo libanés. El Código de la kafala le da el poder al que da empleo y no protege a las trabajadoras como en este caso. Por eso lo llamamos una esclavitud moderna”. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) denuncia que se trata de un círculo vicioso de salarios bajos y falta de protección social. “El sistema vigente va en contra del reconocimiento del servicio doméstico como un empleo decente. Algo que afecta tanto a migrantes como a nacionales que pudieran estar interesadas en formar parte de este sector”, detalla Zeina Mezher, portavoz de Migración Laboral de la OIT para el Líbano.

Según datos oficiales, hay unas 250.000 mujeres migrantes, procedentes de África y del sudeste asiático, que son trabajadoras domésticas en un país de seis millones de habitantes. “Por nuestra experiencia sobre el terreno sabemos que este número es mucho mayor. El propio cónsul de Etiopía afirmó el año pasado que había alrededor de 450.000 ciudadanos etíopes aquí. Esto significa que el número total es mucho mayor”, aclara Baba.

El problema no era el trabajo. El problema no era mi agotamiento físico y mental. Mi problema es que me violaban el hijo y el padre de la familia

Teshome no tardó en darse cuenta del peso que caía sobre su espalda: “Me vi con 15 años gestionando una casa. Todo, absolutamente todo, lo tenía que hacer yo. Cuidaba desde los más pequeños hasta a los más mayores. Trabajaba las 24 horas del día, los siete días de la semana; y nunca me pagaban”, denuncia la joven llena de indignación. “Para comer o beber agua tenía que esperar a que la madame se marchara”, relata sobre las condiciones en las que vivía.

Cada vez habla más atropellada, como si necesitara contarlo todo, antes de que la sorprendan. Los gestos y la mirada la delatan, pese al esfuerzo que hace por disimular la angustia al recordar las atrocidades vividas. Se interrumpe y busca el aire que parece escapársele sin remedio; se frota las manos sobre las rodillas como quien busca el modo de coger impulso y enfrentarse a una realidad que no consigue dejar atrás. “El problema no era el trabajo. El problema no era mi agotamiento físico y mental”. Vuelve a hacer una pausa. “Mi problema es que me violaban el hijo y el padre de la familia”. De nuevo, el silencio.

“Ahora quiero denunciarlo y no me importa decirlo. Muchas chicas se suicidan tras sufrir abuso sexual”, anuncia con decisión. Además, insiste en que vienen de “sociedades muy conservadoras” en las que, si pierden la virginidad, son repudiadas. “Aunque hayamos sido violadas, nos consideran culpables”. La experiencia de su joven vida la ha llevado a entender que la violencia que se ejerce sobre las mujeres por el mero hecho de serlo, es estructural. Este tipo de abuso es más probable que suceda cuando las que trabajan a “puerta cerrada y con poca interacción con el mundo exterior”, recalca la portavoz de la OIT para Líbano. “Se hace aún más posible en un ambiente de trabajo desprotegido y donde el sistema priva a estos empleados del derecho a vivir y hacer su labor con dignidad”.

Desde el Movimiento Antirracista libanés resaltan que muchas de las muertes de trabajadoras domésticas son consideradas suicidio por las autoridades libanesas. “Para evitar abrir una investigación sobre las acusaciones de abuso y homicidio por parte de los empleadores”, explica su portavoz. Aseguran que es habitual que estos aleguen que “su protegida” tenía problemas de salud mental con el fin de presentar su muerte como autoinfligida y, por lo tanto, desentenderse de cualquier responsabilidad, pese a la existencia de denuncias por abusos. “Las Fuerzas de Seguridad Interna (ISF) calculan que, entre 2008 y 2018, 1.366 mujeres se habían quitado la vida en el Líbano, de las que el 13,4% eran inmigrantes etíopes”, añade Baba.

“Hace unos días, una joven etíope embarazada por violación fue expulsada del país por la familia que la empleaba. Volvió a Etiopía a criar al bebé y es que abortar no está bien visto”, denuncia. En el caso de Teshome, el hijo de la familia donde trabajaba comenzó el acoso, primero sutilmente, luego exigiéndole que le enseñara su ropa interior, después se desnudaba delante de ella y, finalmente, aprovechando los momentos en los que su madre no estaba, pasó a violarla. “Cuando le dije a la madame que su hijo me pedía cosas extrañas, me exigió que le obedeciera, que era mi hermano”, asevera. “Al cabo de un tiempo, su marido también empezó a violarme”.

Finalmente, Teshome, después de que el hijo la agrediese sexualmente por la mañana y el padre por la tarde, decidió jugársela y escapar. “Me tiré por el balcón de un segundo piso. Tenía que elegir entre la vida o la muerte”, zanja. Se salvó, pero había huido con lo puesto y sin su pasaporte, en poder de la madame. Se levantó del suelo magullada, se escondió en un callejón hasta recuperarse y tomar una decisión. Al poco, ya había puesto rumbo a Beirut, la capital.

Rahim Teshome habla con Fara Baba, portavoz del Anti-Racism Movement (ARM). Según datos oficiales, hay unas 250.000 mujeres migrantes, procedentes de África y del sudeste asiático, que son trabajadoras domésticas, pero las ONG estiman que son muchas más.
Rahim Teshome habla con Fara Baba, portavoz del Anti-Racism Movement (ARM). Según datos oficiales, hay unas 250.000 mujeres migrantes, procedentes de África y del sudeste asiático, que son trabajadoras domésticas, pero las ONG estiman que son muchas más.BRAIS LORENZO

“Me quedé deambulando en las calles y con mucho miedo a la policía porque era una persona ilegal”, relata. En la capital se juntó con otras jóvenes etíopes que también se habían escapado y desde entonces ha hecho todo tipo de trabajos para salir adelante. “He limpiado muchos bares, casas y almacenes. He trabajado en cocinas y en hoteles. A veces me pagaban, pero muchas otras me decían que, como era ilegal, no podía cobrar”, concluye.

Según Baba, la crisis en el Líbano, agudizada por la pandemia, ha creado más conciencia sobre las terribles condiciones de las mujeres migrantes bajo el sistema de la kafala. Muchos empleadores, con el desplome de la libra libanesa, ya no podían pagar los salarios. En lugar de repatriar a las empleadas con el depósito que abonaron cuando las contrataron, las mantienen sin sueldo y abusando de ellas; otros prefieren abandonarlas en las puertas de sus respectivos consulados, “sin haberles pagado y sin devolverles sus pasaportes”, asegura Baba.

En 2020, un grupo técnico coordinado por la OIT trasladó al Ministerio de Trabajo un plan de acción para desmantelar la kafala que permitiría rescindir los contratos por parte de los empleados domésticos migrantes. En segundo lugar, este aborda todos los componentes del trabajo forzoso, “como la confiscación de pasaporte, el retraso en el pago de estipendios o el abuso horario”, asegura Mezher. Sin embargo, subraya que erradicar está práctica es un camino complicado: “El reconocimiento oficial de que es un sistema abusivo que pone en riesgo vidas humanas es un punto de partida crucial”.

Hay trabajadoras domésticas que deciden volver a sus países, aunque no es fácil por temas burocráticos. “Cuando hablaba con mis hermanas, me decían que tenían a un hombre dispuesto a casarse conmigo. Era mayor, pero les daría una buena dote”. Para Teshome, regresar no estaba en sus planes, pues “habría sido transitar de una cárcel a otra”.

Lo he perdido todo, incluso mi libertad y mi dignidad. Me he ahogado tantas veces en el país de los cedros, que no me da miedo el mar

Líbano atraviesa una de las crisis económicas más graves de su historia moderna y, según la OIT, esto ha hecho bajar la demanda de empleadas domésticas. Denuncian que las agencias de contratación todavía están tratando de identificar nuevos mercados en el intento de motivar a mujeres a trabajar en el país árabe. “Existe un alto riesgo en tales tendencias, ya que las inmigrantes no cuentan con conocimientos suficientes sobre el contexto laboral y carecen de vías de buscar ayuda si es necesario”, asegura Mezher.

Para Teshome, la vida en las calles de Beirut también fue igualmente traumática. “Te ven una mujer negra y se creen que pueden hacer contigo lo que quieran”. Finalmente, se casó con un sudanés. “Necesitaba tener un apoyo y seguridad”, se justifica. “Esta es una sociedad machista. Es mejor casarme a que me violen. Nadie tiene por qué acosarme en la calle o en las casas”.

Rahim Teshome ayuda a su hijo, de seis años, a realizar las actividades escolares en el interior de su casa. “Tengo mucho miedo por él, pero debo garantizarle un lugar seguro. Si aquí el Estado no se hace cargo por el sistema de la kafala implantado, tendremos que buscar alguna solución”.
Rahim Teshome ayuda a su hijo, de seis años, a realizar las actividades escolares en el interior de su casa. “Tengo mucho miedo por él, pero debo garantizarle un lugar seguro. Si aquí el Estado no se hace cargo por el sistema de la kafala implantado, tendremos que buscar alguna solución”.BRAIS LORENZO

Pese a todo, su vida no ha cambiado demasiado, puesto que aún vive con el temor a ser detenida; lo que ha hecho puede ser motivo de cárcel o deportación. Además, no tiene papeles y sabe que jamás los tendrá y, aunque ahora tiene un hijo nacido en el Líbano, este también está en situación irregular. “La madame me dijo que mientras ella viviera, yo nunca tendría mi permiso de residencia”. La preocupación de Teshome ahora es su niño de seis años; cuando cumpla los diez, sin el permiso de residencia, no podrá ir al colegio. Su vida está limitada al trayecto de la escuela a casa. “No puedo dejarle jugar por si le pasa algo; sin documentación, pueden quitármelo”.

Ahora, su único objetivo es tener papeles. Pero lo sabe inalcanzable, ya que necesita el visto bueno de la madame y cree que ella no dará su brazo a torcer. Ahora, Teshome está preparándose para volver a emigrar. “Tengo mucho miedo por mi hijo, pero tengo que garantizarle un lugar seguro. Si aquí el Estado no se hace cargo por el sistema de la kafala implantado, tendremos que buscar alguna solución”. No tiene una fecha marcada en el calendario, pero su intención es marcharse a Turquía y de ahí intentar llegar a Europa cruzando el Mediterráneo. “Lo he perdido todo, incluso mi libertad y mi dignidad. Me he ahogado tantas veces en el país de los cedros, que no me da miedo el mar”.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2022-05-03/el-rostro-de-la-esclavitud-moderna-en-el-libano.html

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Nadia Ghulam: «Las mujeres en Afganistán son un objeto de intercambio, no tienen voz y para tenerla necesitan acceso a educación»

La activista y escritora da una conferencia en la UV y pide agilizar la burocracia para garantizar la enseñanza a todas las personas refugiadas con el fin de ser un «puente para el desarrollo de la paz en el país de origen»

Nadia Ghulam (Kabul, Afganistán, 1985), activista y escritora afgana refugiada en Cataluña, cumplirá pronto los 37 años y todavía se pone tiritas en la cara a diario para aliviar el picor de las quemaduras que sufrió tras el ataque de una bomba a su casa cuando apenas tenía ocho años. Son cicatrices físicas de una guerra que no se van. Las del interior tampoco.

Ha venido a València a dar una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universitat de València (UV), (que impulsa una red para acoger a alumnas y profesoras afganas) y contar su historia vital, aunque duela recordarla. Una historia que empieza en Kabul y continúa en Barcelona, donde vive desde hace quince años como refugiada.

Durante diez años, Nadia Ghulam se hizo pasar por su difunto hermano para poder trabajar y mantener a su familia

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Charla con Levante-EMV sobre su llegada, su adaptación, la crisis humanitaria mundial y la necesidad de proporcionar un acceso a la educación real a todas las personas refugiadas por igual para que puedan construir puentes y establecer la paz en su país de origen. Nadia Ghulam no fue Nadia durante diez años. Tras aquella bomba de la que salió con vida, perdió a su hermano y su padre se encontraba muy débil de salud.

Era 1991 y los talibanes tomaron el país. Nadia se hizo pasar por su hermano difunto para poder trabajar y llevar un trozo de pan a casa para su familia. Dice que no fue una decisión consciente. «Era una niña, tenía diez años, pensaba que eso sería un día, que mañana volvería a ser Nadia, pero ese día se convirtió en diez años». Lo cuenta en su libro El secreto de mi turbante, escrito junto a Agnès Rotger.

«Todas las personas de mi país tienen un sueño: que llegue la paz. Lo sueñan, lo piden, lo imaginan; pero nunca lo viven»

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¿Cuándo empezó la guerra para ti? Le pregunta este periódico. «Nací en guerra, crecí en guerra y hasta que no llegué a España no supe lo que era la paz. No soy la única. Todas las personas de mi país tienen un sueño: que llegue la paz. Lo sueñan, lo piden, lo imaginan pero nunca lo viven«, dice la escritora. La guerra no dura un día o un mes, señala. «Un día de guerra son diez años de traumas, la mayoría de personas nunca recuperan su vida anterior o su capacidad psicológica de estar tranquilas. Viven con miedo, preocupación, violencia. Siempre en alerta», relata.

«La semilla de la paz es la educación»

Nadia dice que ha aprendido a vivir con dolor. Y que transforma su depresión en acción para cambiar las cosas a través de la asociación que fundó, Ponts per la Pau, una entidad «muy pequeña pero con objetivos muy grandes» que ayuda a niños y niñas afganas para proporcionarles «la semilla de la paz, la educación«. Dice que aspira a ser la nueva Organización de Naciones Unidas (ONU) para tender puentes por la paz, pues esta organización «ha fracasado«.

«Parar la venta de armas, concienciar o educar en valores son algunas de las soluciones para crear un proyecto de paz mundial»

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«Lleva desde los años cuarenta diciendo que quiere acabar con las guerras. Estamos en 2022 y sigue muriendo mucha gente en conflictos armados. No solo se trata de firmar un documento, sino de pasar a la acción«. ¿Cómo? «Parando la venta de armas, concienciando a la población, proporcionando educación en valores. Todo esto haría que se erradicaran las guerras y las personas trabajaran por un proyecto de la paz de verdad», dice Nadia Ghulam. Aunque apunta que la gente la llama utópica, «desde todo mi corazón y mi mente estoy convencida, y después de salir de debajo de una bomba, de que la paz es posible».

«Nos hablan de derechos como en mi país hablan de Dios. Allí justifican la violencia con Dios, aquí si no se puede convalidar estudios o acceder a enseñanza superior, es por las leyes y la burocracia»

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Pide a las instituciones que agilicen los trámites burocráticos para las personas refugiadas y recuerda su llegada a España. «No sabía ni lo que era una refugiada o si tenía algún derecho. No conocía los derechos porque no tenía. No supe que tenía el derecho a pedir asilo y las personas de la administración tampoco lo sabían ni les importaba. Al inicio no me trataron como refugiada y estuve cinco años sin permiso de trabajo y sin poder estudiar«. Por eso, en su labor como educadora social, ejerce una misión clave. La sensibilización. «Una de las cosas que hago ahora es insistir a las personas que trabajan en organizaciones o en migración que no nos traten como números, sino como seres humanos», dice la escritora.

«No quiero certificados ni títulos, quiero conocimientos»

«Nos hablan de derechos como en mi país hablan de Dios. Allí justifican la violencia con Dios, aquí si no se puede convalidar estudios o acceder a enseñanza superior, es por las leyes y la burocracia«, denunciaY recuerda que su país «que no tiene interés en la educación, no envió el título para convalidar sus estudios y poder continuarlos en España» y por ende, no podían aceptarla en la universidad. Un error. Un obstáculo para la paz, añade. «Como inmigrante no quiero certificado. Quiero conocimiento. Tengo hambre de conocimiento, quiero que abran las puertas de universidades a las personas refugiadas para poder estudiar», sentencia.

«Si nos cierran la puerta de la enseñanza prefiero morir, porque si las mujeres de mi pueblo no tienen posibilidad de recibir una educación, yo no puedo vivir tranquila»

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«Las instituciones tienen que garantizar un acceso fácil a la educación a los refugiados. Eso es lo que hace que nosotros podamos ser un puente para el desarrollo de nuestro país de origen«. Tener un futuro mejor a través de la educación es, señala, «la única esperanza que tenemos». «Si nos cierran esta puerta prefiero morir, porque si la gente, las mujeres de mi pueblo no tienen posibilidad de recibir una educación, yo no puedo vivir tranquila«.

Diez meses en pausa

Nadia Ghulam se rompe cuando relata las trabas burocráticas que ponen en pausa la vida de las personas refugiadas. Su hermana está en un centro de refugiados en Salamanca y no puede irse con ella a Barcelona hasta que no se resuelva su condición como tal. Algo dolorosísimo para la activista y escritora. «Mi sobrino me dice que estaba triste porque llegaron los talibanes y no podía celebrar su cumple, yo le dije que no se preocupara que lo celebraríamos y él me preguntó si en mi casa. Ojalá que sí». Además, relata cómo una chica joven recién llegada como refugiada estudiaba su tercer curso de periodismo en Afganistán y ahora ve su vida parada. «Me dice, ‘aquí no soy nadie, no puedo hacer nada'». «Ella pensaba que en diez meses habría acabado la carrera, habría empezado a trabajar. Es doloroso para mí que una persona que quiere estudiar no tenga la posibilidad». Tenga, al fin y al cabo, la vida en pausa.

A pesar de que Afganistán ya no ocupa el foco mediático, la vida allí sigue bajo el régimen talibán desde que el pasado agosto las tropas americanas abandonaran el país. «La violencia va aumentando mucho. La comunidad internacional mira hacia otro lado, la ayuda no llega, no hay comida, ni medicamentos, las mujeres están encerradas en sus casas sin salario y toda esta situación hace que la violencia aumente», dice Nadia Ghulam.

«La gente está muriendo de hambre, las familias venden a sus hijas para mantener al resto o las matan para tener una boca menos que alimentar, incluso hay familias enteras vendiendo sus órganos para sobrevivir». La situación, sentencia, es de desesperación absoluta. Y en ese contexto, las mujeres no existen. No tienen voz. No tienen voto. Viven en la sombra.

«Una mujer es un objeto de intercambio ahora mismo. Se la puede comprar, vender o hacer lo que quieran con ella»

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«Una mujer es un objeto de intercambio ahora mismo. Se la puede comprar, vender o hacer lo que quieran con ella. La mujer no tiene voz y para que la tenga es necesario acceder a la educación y la vida pública«. Critica que Estados Unidos entró en el país para «ayudar a las mujeres y niñas» y ahora se ha ido. «¿Ahora ya no hay mujeres o qué?», se pregunta. Sigue habiendo pero viven atemorizadas.

Además, señala al error de poner a Kabul como ejemplo de todo el país. «Afganistán es muy grande, si te vas a otro pueblo es como si te fueras a otro país» y lamenta que a las provincias no llegaron ni las escuelas ni los hospitales, pero sí la guerra. Lo que ha hecho que la población de los municipios haya sufrido muchísimo durante todos estos años. «Ahora estos jóvenes que vivieron la guerra de niños son talibanes personas que han crecido en la violencia, que tienen armas (que no se cultivan en la tierra, alguien se las ha dado)».

«Los afganos sufren de la misma forma que sufren los ucranianos»

«Solo porque no tenemos el mismo color de piel ni la misma religión, no se trata igual a los refugiados ucranianos que a los que vienen de otros países en guerra», dice Nadia. Eso le duele. Primero aclara una cosa: la ayuda a Ucrania «es una verdadera maravilla». Una que «querríamos de manera igualitaria para todas las personas refugiadas». Comenta que en las fronteras de Polonia y países limítrofes con Ucrania hay «miles de personas de Afganistán, Siria o partes de África a las que «no se les está dejando pasar». Aboga por una atención y ayuda humanitaria igualitaria. Sin discriminar por el color de piel, la religión, el origen. «Los afganos sufren de la misma forma que sufren los ucranianos», sentencia.

Ghulam lamenta que la tierra afgana está quemada. Literal y metafóricamente. Ya no cultiva verduras, hortalizas, alimentos. Las bombas y los productos químicos de guerra han destrozado todo. El país es una cicatriz enorme de una quemadura que no se acaba de curar. Y lo peor es que no se da valor a la educación.

«El valor de la educación solo lo saben los que la han recibido. Los niños de la guerra le dan valor a las armas pero no a los bolígrafos, sencillamente porque no saben usarlos»

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Nadia Ghulam comparte con este periódico un refrán que dicen en Afganistán: «El valor de una joya solo lo sabe el joyero«. «El valor de la educación solo lo saben los que la han recibido. Los niños talibanes le dan valor a las armas pero no a los bolígrafos, sencillamente porque no saben usarlos».

Por eso, Ghulam lanza un mensaje. «Dar la posibilidad a las personas refugiadas afganas en las fronteras de aprender, de formarse en valores, de ser atendidas por psicólogas. Todo eso revertirá en hacer puentes de desarrollo con nuestro país«. «Vamos a construir nuestro país con la paz. Con todo lo aprendido. No las hagamos desgraciadas en el exilio. Eduquémoslas para construir un mundo mejor», concluye. Nadia Ghulam sueña con volver a su país. Y para eso trabaja. Por ella, por su pueblo. Y también sueña con algo que muchas personas afganas nunca han conocido: la paz.

Fuente: https://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2022/04/27/nadia-ghulam-mujeres-afganistan-son-65396539.html
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Estudio: Unos 10.000 menores extranjeros en Japón no asisten a la escuela

Un estudio del Ministerio de Educación de Japón revela que aproximadamente 10.000 de los 133.310 menores extranjeros que residen en Japón en edad de recibir la enseñanza obligatoria no asisten a la escuela. Aunque esta cifra se ha reducido a la mitad desde 2019, las oportunidades de escolarización para los menores no japoneses parecen aún insuficientes.

En mayo de 2021, el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón realizó una encuesta entre los consejos educativos de 1.741 municipios de todo el país. El objetivo de este estudio era conocer el nivel de asistencia a la escuela de los menores de nacionalidad extranjera.

El número de menores no japoneses en edad de recibir la enseñanza obligatoria alcanzó los 133.310, con 93.474 en edad de asistir a la escuela primaria y 39.836 en edad de asistir a la escuela secundaria. Se confirmó que 120.070 de esos menores asistían a la escuela primaria, secundaria o a centros de enseñanza internacionales. En cuanto al resto de los niños, 649 de ellos “no asistían” a la escuela y otros 8.597 “no pudieron ser contactados para confirmar su asistencia”. Asimismo, no se confirmó la asistencia de 800, lo que sugiere que 10.046 menores podrían estar viéndose privados de la enseñanza básica. Aunque esta cifra se ha reducido a la mitad desde que la primera encuesta nacional se llevase a cabo en 2019, las condiciones de escolarización aún no pueden ser consideradas como satisfactorias para garantizar que los menores extranjeros tienen oportunidades para acceder a una educación.

Aunque la educación no es obligatoria para los menores no japoneses, el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología pide a cada consejo educativo local que garantice que estos cuentan con oportunidades para asistir a la escuela en virtud de los acuerdos internacionales sobre derechos humanos. Desde la encuesta de 2019, muchas autoridades locales han creado registros de menores en edad escolar y han enviado información sobre cómo matricularlos en las escuelas, lo que ha facilitado que se conozca mejor la situación actual sobre la asistencia.

Fuente: https://www.nippon.com/es/japan-data/h01296/

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Marina Echebarría Sáenz : Shanghai y la crisis del sistema de externalización

El confinamiento de la macrourbe china paraliza su puerto, el mayor del mundo. Gigantes como Apple, Xiaomi y Tesla se han visto obligados a paros parciales

Todos los días nos acercamos a nuestros comercios y al consumir, sin darnos cuenta, consumamos auténticas proezas. Raramente pensamos en la tecnología y en la planificación que implica que nuestras estanterías estén llenas de uvas de Chile, carne irlandesa, trigo ruso, lino africano o teléfonos made in China. Raramente nos detenemos a pensar que nuestro móvil utiliza metales procedentes de Zaire, Ruanda, Bolivia, Rusia…, que todos estos componentes han sido enviados en trenes y barcos a China, donde han sido ensamblados en macrofactorías y posteriormente embarcados a su vez y distribuidos por todo el planeta. Hemos normalizado vivir en ciudades que importan más del 94% de sus insumos desde más de 100 kilómetros de distancia y en las que la más mínima falla, unas estanterías vacías durante unos pocos días, se convierte en una ofensa a nuestro modo de vida, un síntoma de desorden y caos social. Exigimos (coléricamente) el abastecimiento continuo.

Desde hace poco más de un cuarto de siglo nos sostiene una compleja cadena de extracción, producción, logística y distribución. Una cadena que en realidad es una red, en la que se extraen materias primas de países africanos o latinoamericanos, se transforman en productos en las fábricas del mundo (China, India, Bangladesh, Corea…) y se distribuyen mayormente en el occidente europeo y norteamericano. Todo este entramado se sostiene por una hiperproducción en lugares claves como China, por mano de obra barata en países como Bangladesh, Vietnam, China, y por un tráfico marítimo que incrementa sus volúmenes exponencialmente cada año. El “milagro” económico se basa en el aprovechamiento de los costes más baratos en cualquier espacio del mundo y en una circulación continua de los recursos. Es por eso que en Europa hemos asistido al cierre progresivo de nuestras fábricas y a su traslado a países más económicos para las grandes corporaciones: la externalización. Somos rentistas financieros, países de servicios o productores sobrecualificados, pero ya no somos la Europa industrial del siglo XX. Ya tuve ocasión de reflexionar con ustedes sobre la llamada crisis de suministros, en realidad, los síntomas de que toda esta red comienza a llegar a sus límites y no puede prometer un crecimiento perpetuo. Es en este contexto en el que asistimos a los cuellos de botella o al fallo de los eslabones débiles del sistema, como el provocado por el cierre de Shanghai.

Lo habrán oído, el Gobierno chino ha cerrado la mayor parte de Shanghai por la expansión de la covid en la macrourbe. Hablamos de más de 26 millones de personas confinadas en lo que es uno de los núcleos centrales de la producción y logística de la cadena de suministros mundial. El cierre, lógicamente, ha afectado al puerto de Shanghai-Yangshan, el mayor del mundo: más de 24 kilómetros de instalaciones y muelles que dan entrada y salida a más de 52 millones de contenedores TEU cada año. Shanghai procesaba en febrero el 20% del tráfico mundial de contenedores cada día.

El 19 de abril, cerca de 506 barcos portacontenedores gigantes, decenas de petroleros y un gran número de graneleros y barcos mineraleros esperaban su oportunidad de cargar o descargar en las aguas cercanas al puerto. Un mero síntoma de lo que estaba ocurriendo. Tras decretar el cierre parcial de la ciudad a finales de marzo y el cierre total el 15 de abril, los trabajadores de las principales macrofactorías y los trabajadores portuarios fueron confinados en sus centros de producción. Es decir, para varios millones de trabajadores la burbuja de confinamiento no es su hogar, sino su empresa, en la cual quedan anclados para que continúe la cadena de producción y exportación, muchas veces en condiciones de salubridad y vida cercanas a la esclavitud. Tesla corp. anunció que procedía a poner duchas y a garantizar tres comidas al día a sus trabajadores, lo que nos da un indicio de que no todas las factorías o instalaciones están cumpliendo con este “estándar” de humanidad. Aun así, el transporte terrestre no circula normalmente, por lo que las factorías de producción de gigantes como Apple, Xiaomi, Tesla y otros se han visto abocadas a paros parciales. Los barcos asumen incrementos de demoras de un 75%, días de retraso, lo que a su vez supone un aumento de los fletes, los seguros marítimos, los pagos por estadía en los muelles, las operaciones de estiba y el propio sostenimiento de las tripulaciones. Miles de contenedores refrigerados con productos perecederos o con químicos peligrosos se acumulan, constituyendo una amenaza creciente. Pese a todos los esfuerzos, el número de contenedores en espera es un 195% mayor que en el mes de febrero y la desviación a otros puertos no es solución, porque las fábricas están ahí, deseando verter en las bodegas sus excedentes. Ninguna flota de transporte terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la avalancha de demanda procedente de Shanghai.

Ninguna flota terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la demanda procedente de Shanghai

Algún día nos llegarán los relatos de qué ha supuesto para los trabajadores de Shanghai este confinamiento. Qué precio humano ha tenido que sigamos recibiendo nuestros teléfonos y televisores. Pero, de momento, en los núcleos financieros de Occidente se hacen cuentas sobre lo que nos va a costar el cierre de Shanghai. Las agencias internacionales más prestigiosas ya nos explican que sólo la gran ciudad china podría aportar de un 1 a un 2% de inflación anual a la economía global. Lo que es más difícil saber es si alguien está haciendo cuentas sobre si el sistema de externalización es sostenible. Sobre si es razonable continuar concentrando la producción lejos de su destino, alargando las líneas de transporte, incrementando el volumen de los puertos hasta el infinito y dependiendo de unas líneas de suministro que, al final, son frágiles y pueden verse afectadas por circunstancias imprevisibles: un barco atascado en el canal de Suez, una epidemia en una ciudad, una guerra o una catástrofe natural, quizás. Nuestro ingenio para resolver de manera eficiente el problema de poner una manzana en su supermercado quizás debería comenzar a considerar con más humildad nuestros límites y pensar que la naturaleza está ahí para recordárnoslos. Mientras tanto, asistimos al espectáculo de un atasco en el mar de China.

Marina Echebarría Sáenz es catedrática de Derecho Mercantil.

Fuente: https://rebelion.org/shanghai-y-la-crisis-del-sistema-de-externalizacion/

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Xi Jinping pide abrir nuevo camino para desarrollar universidades de clase mundial en China

El presidente chino, Xi Jinping, pidió el lunes 25 de abril abrir un nuevo camino para construir universidades de clase mundial con peculiaridades chinas.

Xi, también secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China y presidente de la Comisión Militar Central, hizo estas declaraciones durante una visita a la Universidad Renmin de China, en Beijing.

Xi enfatizó en la necesidad de seguir el liderazgo del Partido y transmitir las tradiciones revolucionarias en el funcionamiento de las universidades.

Asimismo, el mandatario señaló que los centros de educación superior de China deben estar profundamente arraigados en el país y abstenerse de simplemente copiar estándares y modelos extranjeros.

La visita tuvo lugar antes del Día de la Juventud de China, que se celebra el 4 de mayo de cada año.

En nombre del Comité Central del PCCh, Xi extendió saludos festivos a los jóvenes de todos los grupos étnicos a nivel nacional.

Xi también expresó la esperanza de que todos los jóvenes del país puedan tener en mente las instrucciones del Partido, esforzarse por la revitalización nacional y trabajar arduamente para obtener los mejores resultados posibles.

La historia de la Universidad Renmin de China se remonta a la Escuela Pública de Shanbei, fundada en 1937. La universidad ha crecido a lo largo de las décadas, con un enfoque en las humanidades y las ciencias sociales, así como en los estudios marxistas.

Durante su visita, Xi primero fue a un aula inteligente para cursos ideológico-políticos. Se sentó con los estudiantes para escuchar atentamente y participar en sus discusiones.

Xi subrayó que las clases ideológico-políticas deben desempeñar su debido papel en el fomento de la moralidad y pidió adaptar dicha educación a las necesidades de los jóvenes en diferentes etapas de desarrollo.

Xi instó a la Universidad Renmin de China que ofrezca cursos ideológico-políticos más ejemplares para las escuelas de todo el país, e instó a las universidades de la nación entera a cooperar más con las escuelas secundarias y primarias para llevar a cabo la educación ideológico-política.

Al visitar el museo de la universidad, Xi pidió impulsar sus gloriosas tradiciones revolucionarias y distintiva herencia «roja».

En una plaza en el exterior del museo, Xi se reunió con profesores y expertos eméritos,así como con representantes de profesores sobresalientes jóvenes y de mediana edad, con quienes conversó.

Xi dijo que la construcción de universidades de clase mundial requiere de profesores de primera clase, y subrayó la importancia de capacitar a maestros competentes.

En la biblioteca, Xi inspeccionó el acervo de literatura revolucionaria y libros antiguos y escuchó informes sobre los esfuerzos de la universidad para proteger y utilizar la literatura y los libros antiguos y convertir la investigación teórica en aplicación.

Xi pidió fortalecer la protección, restauración y utilización integral de los libros antiguos de la universidad a través de modernos medios de ciencia y tecnología con el fin de construir una plataforma de información con recursos académicos de clase mundial e impulsar el poder blando cultural del país.

Posteriormente, Xi participó junto con representantes de profesores y estudiantes en un simposio y pronunció un importante discurso.

Xi subrayó que la construcción de una universidad de clase mundial con peculiaridades chinas no funcionará siguiendo ciegamente a otros o simplemente copiando estándares y modelos extranjeros. Más bien requiere abrir un nuevo camino.

Xi dijo que existe una necesidad apremiante de responder las preguntas de los tiempos, como «¿Qué le pasa al mundo?» y «¿Hacia dónde debe dirigirse la humanidad?».

La prioridad de desarrollar la filosofía y las ciencias sociales con peculiaridades chinas es establecer un sistema de conocimiento independiente, afirmó Xi.

Instó a hacer esfuerzos para convertir a la filosofía y las ciencias sociales con peculiaridades chinas en una parte importante de la sociedad académica mundial.

Xi alentó a los investigadores pertinentes a hacer su mejor esfuerzo para abordar los asuntos generales, fundamentales y clave del Partido y del país.

Los profesores de las universidades no sólo deben dominar sus disciplinas sino también fomentar su virtud. Deben convertirse en verdaderos tutores de sus estudiantes y modelos para la sociedad y para el público, señaló Xi.

Pidió a los jóvenes seguir el llamado del Partido y desarrollarse para convertirse en una generación capaz de asumir la misión de la revitalización nacional.

Wang Huning y otros importantes funcionarios de las autoridades centrales asistieron a los eventos.

Fuente: https://espanol.cgtn.com/n/2022-04-27/GeaEIA/xi-jinping-pide-abrir-nuevo-camino-para-desarrollar-universidades-de-clase-mundial-en-China/index.html

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China revisa ley para promover educación profesional

Los legisladores chinos votaron el miércoles 20 de abril para adoptar una revisión a la Ley de Educación Profesional en una sesión del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional.

La revisión estipula que la formación profesional tiene la misma importancia que la formación general y señala que el país debe avanzar en la reforma y mejorar la calidad de la educación profesional.

Con base en la necesidad de diseños industriales, China debe desarrollar vigorosamente nuevas carreras de educación vocacional para la manufactura avanzada.

La ley revisada alienta la participación de las empresas en la formación profesional. Promete premiar a las empresas por la integración de la industria y la educación y por profundizar la cooperación con las escuelas.

Con base en la necesidad de diseños industriales, China debe desarrollar vigorosamente nuevas carreras de educación vocacional para la manufactura avanzada.

Para mejorar el reconocimiento de la formación profesional, la ley exige medidas para elevar el estatus social y el trato del personal técnico. También pide el desarrollo de concursos de habilidades vocacionales para que los talentos técnicos demuestren sus habilidades.

La revisión ordena al país optimizar el uso del gasto en educación para asegurar el presupuesto para el desarrollo de la educación vocacional.

El documento también alienta a las empresas nacionales, instituciones públicas, organizaciones sociales, individuos y organizaciones y personas en el extranjero a donar para apoyar el desarrollo de la educación vocacional.

La ley revisada entrará en vigor a partir del 1 de mayo.

Fuente: https://espanol.cgtn.com/n/2022-04-21/GeCaIA/China-revisa-ley-para-promover-educacion-profesional/index.html

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El veto a la educación femenina revela las divisiones de los talibanes afganos

El veto talibán a la educación femenina demuestra que los ultraconservadores mantienen el control del movimiento islamista y expone una pugna por el poder que pone en riesgo la ayuda internacional necesaria para la población de Afganistán, aseguran los expertos.

Los colegios de secundaria para mujeres fueron cerrados el mes pasado, apenas horas después de reabrir por primera vez desde el regreso de los talibanes al poder en agosto.

El giro, ocurrido tras una reunión secreta de los líderes del grupo en la ciudad de Kandahar, la cuna del movimiento, provocó indignación internacional y desconcierto en muchos de sus integrantes.

«La orden fue devastadora», indicó un alto responsable talibán a AFP. «El mismo líder supremo intervino», añadió.

Todas las autoridades talibanas que hablaron con AFP sobre la cuestión lo hicieron bajo condición de anonimato.

El movimiento nunca ha argumentado esta prohibición, más allá de señalar que la educación de las chicas debe concordar con los «principios islámicos».

Pero un alto responsable dijo a AFP que el líder supremo Hibatulá Akhundzada y otros dirigentes mantuvieron posturas «ultraconservadoras sobre este tema» y dominaron el debate.

Dentro del movimiento emergieron dos grupos: el urbano y los ultraconservadores, afirmó. Y «los ultraconservadores ganaron esta ronda», añadió.

En este grupo figuran influyentes clérigos como el jefe de justicia Abdul Hakim Sharai; el ministro de Asuntos Religiosos, Noor Mohamad Saqeb, o el ministro de la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, Mohamad Jalid Hanafi.

– Kandahar impone su influencia –

Estos clérigos se sienten excluidos de las decisiones del gobierno y expresan su oposición a la educación femenina como una forma de restaurar su influencia, dijo Ashley Jackson, una investigadora en Londres que ha trabajado extensamente sobre Afganistán.

Según ella, la «desproporcionada influencia de esta minoría desfasada» ha impedido que el país avance en algo que la mayoría de afganos respaldan, incluso gran parte de quienes están en el poder.

Esto «demuestra que Kandahar permanece como el centro de gravedad de la política talibana», opinó el analista Graeme Smith, del International Crisis Group.

Otro alto miembro talibán explicó que los radicales estaban tratando de apaciguar a miles de combatientes que proceden de zonas rurales profundamente conservadoras.

«Para ellos, incluso si una mujer sale de su casa, es inmoral. Imagínate lo que significa educarla», señaló.

El líder Akhundzada estaba en contra de la «educación moderna y secular» porque la asocia a la vida bajo los gobiernos respaldados por Occidente de Hamid Karzai y Ashraf Ghani. «Es su visión del mundo», añadió.

Los talibanes regresaron al poder el año pasado aprovechando la salida de las tropas internacionales lideradas por Estados Unidos dos décadas después de la invasión que propició la caída del primer régimen de los fundamentalistas (1996-2001).

En estos 20 años, las chicas pudieron ir a escuela y las mujeres pudieron buscar trabajo en todos los sectores, a pesar de que el país siguió siendo socialmente conservador.

El activista y académico islámico Tafsir Siyaposh indicó que las chicas en Afganistán siempre estudiaron en clases segregadas por sexo y seguían un currículo islámico, con lo que el veto enseña que los talibanes solo quieren «oprimir los derechos de las mujeres dando excusas».

– Golpe a la ayuda internacional –

Una fuente talibana en Pakistán confirmó las diferencias en la cúpula del movimiento sobre esta cuestión, pero aseguró que no había riesgo de fragmentación.

«Hay debate en este tema (…), pero estamos intentando superar nuestros defectos», dijo.

En cualquier caso, los analistas argumentan que esta prohibición socavó el intento de los talibanes de ganar reconocimiento internacional y recaudar ayuda para la grave crisis humanitaria del país.

Jackson aseguró que ni el líder Akhundzada ni las personas cercanas a él «entendieron completamente» las consecuencias en la comunidad internacional que ha vinculado el reconocimiento del movimiento al respeto de los derechos de las mujeres.

Incluso algunos altos mandos talibanes coinciden en esto.

«Les estamos diciendo (a los ultraconservadores) que gestionar un país es diferente a gestionar una madrasa», una escuela musulmana, confesó un responsable talibán en Kandahar.

«Todo iba bien hasta que esta dura orden llegó. Y llegó de nuestro líder, con lo que tenemos que seguirla, aunque intentamos cambiarlo», añadió.

«Plantea la pregunta de con quién exactamente tienen que hablar dentro de los talibanes», agregó.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/el-veto-a-la-educaci%C3%B3n-femenina-revela-las-divisiones-de-los-talibanes-afganos/47519792

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