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Primera taxista de Gaza lanza servicio exclusivo para mujeres

En ese enclave palestino, las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres a conducir, pero la profesión de taxista sigue siendo de hecho masculina.

Al volante de su automóvil blanco, Nayla Abou Jubbah protagonizó esta semana una pequeña revolución en la franja de Gaza al convertirse en la primera taxista del enclave palestino y con un servicio exclusivo para mujeres.

Después de beber un té humeante en su casa, esta mujer, de 39 años, con un pañuelo en la cabeza, se coloca una máscara sanitaria, se dirige hacia su coche estacionado fuera, abre la puerta, pone su teléfono celular sobre un soporte pegado al parabrisas y arranca el motor.

¡Un bocinazo y listo! Su vehículo se lanza sobre el asfalto, a veces en buen estado, a veces roto, del enclave con dos millones de habitantes y controlado desde hace más de 13 años por los islamistas de Hamas.

En Gaza, las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres a conducir vehículos, pero la profesión de taxista sigue siendo de hecho masculina.

«Una vez hablé con una amiga que trabaja como peluquera y le pregunté: +¿Qué dirías si lanzamos un servicio de taxi para las mujeres?+. Ella respondió que era una idea loca», cuenta a la AFP Nayla Abu Jubbah, diplomada en trabajo social.

¿Una idea loca? ¿O ingeniosa?  En lugar de pasar sus días deambulando en busca de clientes, esta madre de cinco hijos optó por un servicio personalizado.

Más libre

«No vago por las calles. Salgo de mi casa y recojo a mis clientas, para llevarlas, por ejemplo, de la peluquería a una boda», explica.

Cuando su padre murió, usó la herencia para comprar un automóvil. «Me dije a mí misma que había que aprovechar este vehículo, hacer trabajar el coche, de ahí el proyecto de un servicio de taxi totalmente para las mujeres, para que estén cómodas», añade.

Nayla Abu Jubbah recorre las calles de Gaza, la principal ciudad de este territorio controlado por Israel, que ya estaba devastado por el desempleo (50%) antes del inicio de la pandemia de covid-19, para recoger a Aya Saleem, una clienta de 27 años, que va de compras.

«Vivimos en una sociedad conservadora. Así que cuando vi que había una compañía de taxis especialmente para las mujeres sentí una especie de libertad», lanza Aya Saleem, con su larga túnica marrón, pañuelo beige, máscara sanitaria azul pálido y pequeño bolso de mano.

«Cuando estoy con una mujer, me siento cómoda. Me siento más libre y podemos hablar», comenta, afirmando que los servicios de taxi para mujeres están en sintonía con la sharia, la ley islámica, que Hamas promueve en la Franja de Gaza, a diferencia de la Autoridad Palestina secular en Cisjordania.

Aya Saleem espera ver pronto otros taxis para mujeres en las carreteras de Gaza.

Por su parte, Nayla Abu Jubbah asegura que desea hacer crecer su flota. «Una mujer me llamó recientemente para decirme que quería trabajar como taxista a mi lado. Le dije que volveríamos a hablar, pero tengo la sensación de que el proyecto va a crecer», confía.

Fuente: https://www.panorama.com.ve/mundo/Primera-taxista-de-Gaza-lanza-servicio-exclusivo-para-mujeres-20201118-0024.html

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El ministerio de educación de Vietnam registrará certificaciones en blockchain

Asia/Vietnam/Noviembre 2020/https://es.cointelegraph.com/

El gobierno de Vietnam está adoptando la tecnología blockchain a nivel nacional.

El Ministerio de Educación y Capacitación de Vietnam, o MOET, planea implementar la tecnología blockchain para emitir diplomas en 2021.

Según un anuncio del 18 de noviembre, el MOET se ha asociado con la startup TomoChain, con sede en Singapur, para colocar certificaciones nacionales de estudiantes en la plataforma blockchain patentada de TomoChain.

Como parte del proyecto “Archivo Nacional de Cualificaciones”, el MOET tiene previsto emitir todo tipo de diplomas otorgados por sus unidades de formación, la escuela secundaria y la educación superior en blockchain. El nuevo sistema entraría en vigor durante el año escolar que finaliza en 2021.

De acuerdo con un anuncio, el nuevo sistema de certificación basado en blockchain de Vietnam está diseñado para permitir una verificación transparente e inmutable de las calificaciones de los estudiantes. Se espera que el nuevo sistema reemplace los procesos de verificación de larga duración de las agencias de contratación y las unidades de recursos humanos. Nguyen Van Phuc, viceministro del MOET, dijo:

“La gestión de diplomas y certificados es un problema que debe resolverse mediante la tecnología, que es importante para toda la sociedad y también rentable para el sistema de gestión de diplomas en particular y la educación en general”.

Kyn Chaturvedi, director de desarrollo comercial de TomoChain, dijo a Cointelegraph que era la primera vez que la startup brinda sus servicios a una agencia gubernamental a través de esta iniciativa. «También es la primera vez que el gobierno vietnamita está trabajando con cualquier negocio de blockchain», señaló Chaturvedi.

Varios ministerios y escuelas de educación global han anunciado planes para emitir diplomas en blockchain. En marzo de 2020, el Ministerio de Educación de Brasil propuso emitir certificados basados en blockchain por universidades no estatales para prevenir el fraude. Ese mismo mes, dos escuelas secundarias italianas anunciaron planes para emitir diplomas en la cadena de bloques de Ethereum.

Fuente: https://es.cointelegraph.com/news/vietnam-s-ministry-of-education-to-record-certifications-on-blockchain

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Las hijas perdidas de la India

Reseñas/Asia/India/Noviembre 2020/elpais.com

Durante los últimos 30 años, millones de niñas se han esfumado sin dejar rastro o han muerto bajo la sospecha de haber sido arrancadas del vientre antes de nacer, asesinadas, vendidas, abandonadas, o hechas desaparecer por sus propios padres. El precio de criarlas convirtió su vida en algo inviable

Nadie sabe dónde están las niñas que faltan en la aldea de Mahima, excepto la propia Mahima. La última vez que vio a una de ellas, a la suya, salía de su vientre como el aborto de una hija no querida.

De las demás, nadie sabe.

Faltan niñas en esta remota aldea del Estado de Rajastán, y en el pueblo vecino, y en toda la India, pero nadie las busca. No las conocen. La mayoría están muertas o no han nacido.

Durante las últimas tres décadas, millones de niñas se han esfumado sin dejar rastro o han muerto antes de cumplir los seis años bajo la sospecha de haber sido arrancadas del vientre antes de nacer, asesinadas, vendidas, abandonadas, o hechas desaparecer por sus propios padres.

El precio de criarlas ha convertido su vida en algo inviable.

Asesinato selectivo

Sentada en su despacho, en el exclusivo barrio de Lodhi Estate de Nueva Delhi, una funcionaria de Naciones Unidas dibuja un diagrama con los sectores de la sociedad involucrados en las desapariciones. “Si te fijas, esta línea pasa por las familias de esas chicas, el Gobierno, la policía, los hospitales, la economía. Todos están en esto y a nadie le importa”, dice mientras conecta estos nombres trazando un círculo sin salida.

A finales de los años ochenta, unos informes sobre muertes de recién nacidas, con el cuello partido a las pocas horas de nacer, con leche envenenada o asfixiadas con sábanas empapadas, revelaron que se estaba llevando a cabo un asesinato selectivo de niñas en la India. En 1991, el censo nacional disparó las alarmas. Los datos oficiales mostraron que había 927 mujeres por cada 1.000 hombres, cuando la media mundial es de 952 por cada 1.000.

Con el paso de los años, las brutales muertes parecieron desaparecer gracias a programas de vigilancia sobre las embarazadas hasta el parto, o cunas instaladas en los hospitales para que los padres dejaran a las bebés sin tener que aportar detalles. “Si su bebé es una molestia, déjelo aquí”, se leía en algunos centros. Los casos de bebés asesinadas disminuyeron, pero la población de mujeres siguió cayendo: la llegada de las ecografías a la India había dado inicio a un nuevo sistema de selección de sexo.

Crímenes contra mujeres en India por número de víctimas
Crímenes contra mujeres en India por número de víctimasMIGUEL MULAS (EFE) / EFE

El censo de 1991 mostró que había 4,2 millones menos de niñas que de niños con edades comprendidas entre los 0 y 6 años. La situación empeoró en el censo de 2001, que elevó la diferencia a seis millones. En el último, realizado en 2011, el desequilibrio alcanzó los 7,1 millones, según señala el Centro de Investigación Global para la Salud (CGHR) en un estudio publicado por The Lancet. El Ministerio de Interior indio también publicó en junio el registro de nacimiento 2016-2018, el estudio más preciso de ratio de sexo en el país hasta que se publique el censo de 2021, y los datos calculados con base en muestras de todo el país no son alentadores: nacen 897 niñas por cada 1.000 varones.

La selección de niñas se ha propagado por casi todo el país. En julio de 2019, los registros de nacimiento en 132 aldeas del distrito de Uttarkashi, a unos 300 kilómetros al norte de Nueva Delhi, dejaron a la vista la efectividad de la matanza: de los 216 bebés nacidos en tres meses, todos eran varones.

Sangre de mi sangre

Lo que mató a la hija de Mahima fue una mezcla de mifepristone y misprostol, dos medicamentos disponibles en el mercado. Uno es conocido como “la píldora del día después” y el otro es un tratamiento para las úlceras gástricas.

“Era una hembra, y yo quería un varón”, dice Mahima protegida por la privacidad que le da su choza de barro. Morena y enjuta de carnes, la mujer de 26 años tiene los dedos ensangrentados por los piojos de su hijo que se van quedando pegados entre las manos. No se arrepiente de lo sucedido. En un rincón de la casa de una única habitación, en la que no entra la luz, están sus dos hijas mayores, de ocho y 10 años. La escuchan hablar sin saber que el motivo por el que están vivas es porque nacieron primero.

Proporción de hombres y mujeres al nacer por territorio en India
Proporción de hombres y mujeres al nacer por territorio en IndiaMIGUEL MULAS (EFE) / EFE

Mahima está convencida de que el sexo de los bebés lo determina un patrón con el que fue configurado el aparato reproductivo de cada mujer, y en su caso comprobó que “los niños nacen después de tener dos niñas”. Por eso abortó el que sería su cuarto hijo, convencida de que era una mujer.

Aunque el uso del ultrasonido está permitido para examinar la evolución de los fetos, la Ley de Técnicas de Diagnóstico de Preconcepción y Prenatal de 1994 prohíbe revelar el sexo del feto a las familias o solicitar ese servicio, con penas que van de los tres a los cinco años de cárcel en caso de reincidencia. Pero la ley propició un nuevo nicho clandestino: médicos o profesionales con experiencia para utilizar los ultrasonidos comenzaron a cobrar bajo la mesa sumas de hasta 300 dólares a cambio de hacer una señal, un gesto, o poner una marca diminuta al borde de la receta para revelar el sexo a los padres.

Mahima tuvo que recorrer 10 kilómetros a pie y subir luego al remolque de un tractor para llegar hasta el hospital público de la ciudad. “¿Por qué quieres hacer esto?”, preguntó el doctor cuando entró a la consulta pidiendo un aborto. “Porque no queremos tener niñas”, respondió la mujer, que jura que el médico no la examinó para corroborar si su bebé era una niña. A cambio de 600 rupias, o unos 8 dólares, le dio la receta con la que le entregaron las medicinas para abortar. No obstante, el médico le propuso continuar con el embarazo y entregar la niña al hospital cuando naciera, pero el futuro de su hija era algo que no quería dejar en manos de nadie. Las noticias de albergues que prostituyen, venden, o esclavizan a las chicas era una idea que torturaba a Mahima más que la propia muerte. “¿Pero cómo iba a entregar a mi hija? Me negué, les dije que no podía abandonarla. Es sangre de mi sangre”, recuerda.

En el nombre del padre

Si hubiera que marcar las casas en las que al menos una niña desapareció, habría que señalar también la de Amisha, la esposa de un campesino con dos bueyes y media docena de cabras, distinguido por todos en el pueblo por su relativa holgura económica. A ella se la ve tres veces al día fuera de casa, cuando lleva a pastar a las cabras, o cuando sale a recoger agua de la bomba manual instalada en medio del campo. Su cuello estirado se mueve con el impulso con el que ondean los 30 litros que lleva sobre su cabeza.

Después de cargar los dos últimos cántaros para fregar los platos de la cena, se habrá ganado el derecho a hacer cuanto quiera, que con frecuencia no es más que desenredar el cabello de su hijo. La melena larga y casi dorada de su hijo Ajay es una promesa que hizo a los dioses si su familia era bendecida con un varón, un delfín para el legado de esta familia que pueda alumbrar el camino de la muerte a su padre. En el hinduismo, el hijo varón, o el marido en el caso de la muerte de una mujer, son necesarios en el rito de cremación para alcanzar la redención.

Para Amisha, tener al menos un varón era la única manera de asegurar el linaje de su marido y la salvación de su alma

La responsabilidad de Amisha con la descendencia de su familia es mucho mayor que la de Mahima. Al estar casada con el hijo único de una familia de granjeros, tener al menos un varón era la única manera de asegurar el linaje de su marido y la salvación de su alma. La esposa de este campesino tuvo dos varones, con tres niñas intercaladas. Solo las dos primeras nacieron. La última se quedó entre un trapo viejo que contuvo la sangre del aborto provocado por la misma mezcla de mifepristone y misprostol que consiguió Mahima. “Sí, lo hice”, contesta con una media sonrisa cuando le preguntan si se deshizo de ella. Su marido cerró el trato con el doctor para que le diera los medicamentos a cambio de 14 dólares por cada mes de embarazo. Estaba embarazada de tres meses.

Si una esposa no es capaz de proporcionar hijos varones “tiene que abandonar la casa”, regresar con sus padres, y así el esposo podrá casarse de nuevo e intentar continuar la descendencia, explica Amisha para referirse a una norma no escrita a la que llama “la presión del matrimonio”. Mientras que las hijas dejan el hogar para ir a vivir con sus maridos, los varones están destinados a quedarse en casa con su esposa e hijos, cuidar de sus padres y los bienes familiares. Tener solo niñas significaría la extinción de la familia.

El precio de las hijas

Varias mujeres adultas en Uttar Pradesh, India. Los matrimonios concertados y a la fuerza son una práctica habitual en este país. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Varias mujeres adultas en Uttar Pradesh, India. Los matrimonios concertados y a la fuerza son una práctica habitual en este país. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.ASHISH ARORA (EFE)

“Criar a una hija es regar el huerto del vecino”, dicta un popular refrán indio que apunta directo al sistema de la dote, el pago que los padres hacen por el matrimonio de sus hijas. Irónicamente, las mujeres son las depositarias del honor familiar y la dote es una muestra del estatus social que permite a los padres escoger entre los mejores pretendientes y hogares a los que pasarán a pertenecer sus hijas. La dote es una de las principales razones por las que las niñas son vistas como una carga, como una futura deuda.

“Yo reúno la mitad, y el resto lo pedimos prestado a nuestros familiares. Cuando otra mujer de la familia se case, tendré que dar dinero para pagar lo que me dieron”, detalla Mahima para explicar un sistema prohibido y penado por ley desde 1961, pero que supone una práctica corriente.

No hay un monto estipulado, dependerá del estatus familiar. En poblados pobres la puja puede empezar en los 1.500 dólares en forma de ganado, joyas, propiedades o tierra. El pago incompleto de la dote, y las presiones por más dinero por parte de la familia del novio, abren en ocasiones otra puerta a la muerte.

El informe más reciente de la Oficina Nacional de Registros Criminales (NCRB), que recoge datos de 2018, reveló que 7.277 mujeres fueron asesinadas por asuntos relacionados con la dote, lo que representa el 94% de los 7.747 asesinatos de mujeres registrados ese año en la India. “Claro que hay que pagar la dote, si no qué hombre va a aceptar casarse con una hija”, razona una anciana que ha quedado sola después de entregar a su única hija.

La culpa, del agua

Una anciana sonríe. Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Una anciana sonríe. Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.ASHISH ARORA (EFE)

“La culpa es del agua”, dice otra anciana de la aldea, que sabe que las niñas tienen más probabilidades de morir si la tierra no es fértil. Con la falta de lluvia, las familias quedan a merced de bombas hidráulicas que apenas cubren necesidades elementales, mientras esperan la llegada del monzón que una vez al año cubre los campos de verde.

El resto del año, los hombres dejan el pueblo para buscar trabajo en la ciudad o como jornaleros en áreas con sistema de regadío. Aldeas como esta quedan habitadas solo por mujeres a las que se les tiene prohibido ir a trabajar por temor a que sean raptadas o que huyan en busca de un futuro mejor. “Si tuviéramos al menos un pozo de agua, las mujeres podrían trabajar en casa cultivando vegetales, y los padres no tendrían ningún problema en tener más hijas”, argumenta Biju, el suegro de Mahima. A Biju le falta una pierna que le amputaron por una gangrena. No trabaja, pero tiene cinco hijos varones que, como dicta la costumbre, cuidarán de él hasta su muerte.

A diferencia de lo que sucede en esta aldea, las tierras fértiles permiten una vida lo suficientemente próspera como para tener hijas. Muchos distritos han visto llegar esa prosperidad en la última década gracias a los sistemas de riego financiados por el Gobierno. Pero lo que parecía una solución, ha agravado el problema. Los hijos de tierras verdes comenzaron a exigir dotes más altas para aceptar propuestas matrimoniales que vinieran de las zonas áridas, haciéndolo cada vez más difícil para las mujeres, explica la autora de Haciendo desaparecer a las hijas, Gita Aravamudan, que ha seguido durante años las pistas que llevan al feminicidio.

Quién controla el exterminio

Una niña de Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Una niña de Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa. ASHISH ARORA (EFE)

En 1984, el investigador Sabu George se dio cuenta de que faltaban niñas. Llevaba varios años estudiando en el sur de la India los problemas de nutrición en la infancia y llegó a la conclusión de que las estaban matando con abortos masivos, o justo al nacer, o más tarde, privándolas de alimento. Desde entonces ha dedicado su vida a destapar este exterminio. Durante los primeros años siguió el embarazo de más de mil mujeres en el Estado de Haryana, la región con la peor ratio de sexo de toda la India, donde descubrió un proceso de selección que se gestaba en cada vivienda.

“Históricamente la discriminación de las niñas en la India se debió a la negligencia intencional en el parto, o a que las niñas recibían menos leche, menos alimentos de buena calidad, menos cuidados, menos atención médica. Pero lo que hemos visto en los últimos 20 años es la eliminación en la etapa del feto”, explica.

Regresamos con George a Haryana. Allí intenta conversar con las familias de uno de los distritos con mayor escasez de mujeres, donde niegan de manera rotunda la práctica. George, pragmático, apunta a los médicos y a las ecografías como la causa del problema, lo que es aún más grave, a su juicio, que el hecho de que una niña no sea deseada. Si una madre da a luz sin saber el sexo, “la niña recibe al menos la oportunidad de nacer, y por su capacidad de supervivencia tendrá otra oportunidad”. Si la eliminas en la etapa fetal no hay oportunidad ni resistencia, subraya. Esto descubrió a algunos médicos que “determinar el sexo de una niña y eliminarla era una mina de oro”.

El secretario general de la Asociación de Radiología de la India, Rajeev Singh, aborda el tema sin tapujos y asegura que el país ha diseñado un sistema para culpar a la persona equivocada. El problema, asegura, es que “todos, incluido el Gobierno, dicen que se están ocupando del problema, pero en realidad no quieren y no llegan a la base del problema”. “La pregunta es: ¿quiénes son estos médicos detrás de la selección de niñas?”, al tiempo que recuerda que al mismo tiempo que se prohibió revelar el sexo en los ultrasonidos, el Gobierno permitió a los ginecólogos practicar ecografías. Así que “a un ginecólogo se le da el poder de hacer ultrasonido, y también tiene la capacidad legal de practicar abortos. Todo se vuelve muy fácil”, lamenta. El Gobierno indio ha declinado la invitación de Efe para hablar de esta situación.

Un país sin mujeres

En sociedades como la india, la desproporción en el número de mujeres plantea un futuro incierto. Tiene consecuencias a largo plazo, “conduce a más violencia sistemática contra ellas” y, entre otros aspectos, a una mayor competencia para encontrar pareja, explica la socióloga e investigadora Katharina Poggendorf-Kakar.

La autora de Mujeres en la India, que dedica un capítulo a “las niñas perdidas”, cita como ejemplo su tráfico hacia otras regiones para ser vendidas. Según esta investigadora de origen alemán, radicada en la India, “las esposas compradas a veces se comparten con otros miembros masculinos de la familia del esposo”, lo que agrava la violencia hacia unas mujeres que están lejos de su hogar y dependen exclusivamente de su “familia política”.

A ello se suma su explotación como esclavas sexuales. “Se les llama novias esclavas. Los zaminders (propietarios de tierras) generalmente las casan con uno de sus trabajadores, pero también son explotadas sexualmente por el propietario de la tierra”. Así, insiste la socióloga, aunque la muerte de muchas mujeres comienza en el vientre materno, el riesgo de que las hagan “desaparecer” les persigue hasta su vejez. Es una “negligencia sistemática” contra ellas.

Tráfico de novias

Secuestros en India con el objetivo de forzar un matrimonio.
Secuestros en India con el objetivo de forzar un matrimonio.MIGUEL MULAS (EFE) / EFE

Cuando se publicaron los datos del censo nacional de 2001, Hasina iba de camino a Haryana, un Estado agrícola al norte de Nueva Delhi con la peor ratio de sexo de todo el país: 861 mujeres por cada 1.000 hombres. Su llegada y la de otras muchas niñas fue una consecuencia directa de estos números. Todas viajaron para suplir la falta de mujeres, para convertirse en esposas. Todas eran de Estados pobres como Bihar, Assam o Bengala. Hasina se refiere a ellas como “las hermanas traficadas”. Ante la falta de mujeres, las familias comenzaron a pagar a quien pudiera traer alguna. La necesidad abrió un nuevo mercado: el tráfico de novias.

Según el último informe de la Oficina Nacional de Registros Criminales, al menos 34.923 mujeres fueron secuestradas en 2018 para ser casadas a la fuerza, más de 95 al día. Hasina le costó a su marido 12.000 rupias, unos 170 dólares.

“Te compré. Te compré de la misma manera que habría comprado un búfalo”, le grita su marido en cada pelea para recordarle que no es más que una paro, una molki, lo que se puede traducir libremente del dialecto regional haryanvi como “una mujer comprada”. Paro fue la primera palabra que aprendió del haryanvi.

Es bueno comprar una novia si un hombre la necesita. Si no fuera así ¿qué habría sido de mí?

BASANTI, MUJER BANGLADESÍ

Su marido no había sido el primer comprador. Llegó a Nueva Delhi con 12 años de la mano de un “intermediario”, un hombre que la convenció de que la llevaría a la capital de paseo y que sus padres le habían dado permiso. “Cuando me di cuenta ya estábamos en Delhi”, recuerda la mujer de 32 años. La puerta está abierta y nadie la detiene, pero para ella ya no hay vuelta atrás. No se puede rescatar a una paro, dice. De hecho, su padre la encontró hace 15 años, pero como ya estaba casada, regresar a su hogar supondría un deshonor para la familia.

“Es bueno comprar una novia si un hombre la necesita. Si no fuera así ¿qué habría sido de mí?”, explica otra mujer, la bangladesí Basanti, a la que compraron hace más de 20 años para cuidar a un anciano enfermo en Haryana. A ella la secuestró una amiga de la familia que acostumbraba a visitarles para ver la televisión. La vendió por 6.000 rupias, unos 84 dólares. Esto le salvó la vida, dice. En aquel momento había enviudado y tenía cinco meses de embarazo, un estado que podía haberla condenado a vivir en la miseria.

La superviviente

Sita se recupera en un hospital de Uttar Pradesh (India). Ella es un bebé que sobrevivió tres días enterrada viva en una tinaja a un metro de profundidad. Cuando la encontraron pesaba poco más de un kilo.  Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Sita se recupera en un hospital de Uttar Pradesh (India). Ella es un bebé que sobrevivió tres días enterrada viva en una tinaja a un metro de profundidad. Cuando la encontraron pesaba poco más de un kilo. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa. INDIRA GUERRERO (EFE) / EFE

En el principal crematorio de Bareilly, en el Estado norteño de Uttar Pradesh, eran las seis de la tarde cuando se escuchó un llanto que salía de la tierra. A esa hora ya se habían ido los trabajadores y Babu Ram, el vigilante, pidió a un vecino de la zona, Aakash Kumar, que cavara una tumba para que un matrimonio pudiera enterrar a su bebé, nacida muerta. “Estaba cavando cuando la pala tocó una vasija de barro y entonces comenzamos a oír el llanto”, dice el improvisado enterrador, de 17 años, junto a la pequeña fosa todavía abierta.

El joven se asustó, pensó que eran los espíritus del crematorio que no lograban conseguir el descanso. El matrimonio miró el cadáver de su hija en brazos, pero no, el llanto venía de la tierra, de una vasija de barro tan pequeña que cabía en una bolsa de la compra. “Cuando sacó la pala y arrastró hacia afuera la bolsa con la vasija, el llanto volvió a empezar y el chico escapó corriendo”, recuerda el guarda. “Era una bebé”, explica el vigilante, que abrió la vasija y encontró a una niña que apenas superaba los 1.200 gramos.

Los crímenes contra niños pasan con cierta frecuencia, admite un jefe policial que no quiso revelar su nombre. “Apenas hace una semana encontramos un bebé muerto dentro de un inodoro”. La policía ha acudido varias veces al terraplén detrás de las pilas de cremación donde la bebé fue encontrada. El lugar es fácil de reconocer porque los trozos de la vasija continúan allí.

“Mientras no sepamos quién es la madre, será difícil saber por qué alguien hizo esto”, dice uno de los agentes. “Yo creo que fue enterrada viva porque es niña”, dice Aakash, que no precisa de una investigación policial. Tras dos semanas en el hospital, las enfermeras han comenzado a llamarla “bebé Sita”, como la abnegada esposa del dios Rama, una de las principales figuras femeninas dentro del hinduismo.

Un, dos, tres, cuatro, cinco, repite hasta en cuatro ocasiones el doctor Ravi Khanna para contar las veces que unta y frota el antibacterial con el que esteriliza sus manos antes de levantar el plástico que cubre la incubadora de Sita. “Es una luchadora. Estuvo bajo tierra entre dos días y medio y tres días”, dice el pediatra. La bebé pudo sobrevivir a casi un metro de profundidad porque en la vasija quedó acumulado oxígeno y permaneció en un estado de semihibernación, “como un oso”. El “milagro” fue que viviera sin agua.

El doctor descarta la selección de varones y asegura, mientras repasa una veintena de incubadoras, que allí “hay niños de ambos sexos”. “Aunque, espera”, dice. “Bueno en este momento, sí, Sita es la única niña”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/planeta-futuro/2020-11-12/las-hijas-perdidas-de-india.html

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China: Holograms of award-winning vocalists take flight as virtual reality dance show tackles climate change

Holograms of award-winning vocalists take flight as virtual reality dance show tackles climate change

Hong Kong’s virtual reality night production, Aria, sees members of Denmark’s vocal ensemble, Theatre of Voices, appear via hologram alongside a live performance by the Hong Kong Children’s Choir.

Artists have long celebrated the beauty and power of the natural world. But as concerns grow over global warming and the melting polar ice caps, rising levels of toxic smog polluting cities and deadly wildfires ravaging forests, they have become increasingly vocal about safeguarding the planet.

They are now using art, theatre, dance and music as platforms to call for change and urgent action to tackle the climate-change problems threatening the Earth’s future before it is too late.

We wanted to make [the public] aware of the things we take for granted, like air. Climate change is established science, but somehow people don’t feel it affects themDr Eugene Birman, composer and co-director, Aria

Many artists have embraced technology, such as virtual reality (VR) and augmented reality (AR) to heighten the emotional response of audiences.

Dancers lead the way in Hong Kong’s production of Aria, which takes people on an after-dark journey of music, art and dance through a greenhouse, while highlighting global problems such as pollution and climate change.
Dancers lead the way in Hong Kong’s production of Aria, which takes people on an after-dark journey of music, art and dance through a greenhouse, while highlighting global problems such as pollution and climate change.
In New York last summer, artist Valentino Vettori invited a group of contemporaries to create a 15-room pop-up exhibition, Arcadia Earth, featuring installations made of recycled waste.

The show, which closes at the end of the year, uses AR and VR to transport viewers to vivid marine landscapes and forests that are under threat, accompanied by alarming text and statistics.

Organisations such as the UN have been taking advantage of the large captive global audience forced to stay indoors by the Covid-19 pandemic by getting their messages across online.

The UN’s Environment Programme, for example, created a VR experience  where viewers are confronted with a huge orange ball of gas, representing their carbon footprint, which grows ominously as they navigate their way through various everyday scenes and make choices that either harm or help the environment.

Dynamic, multisensory night show

This month Hong Kong will present an impressive VR night production, Aria, with vocal performances, dance, holograms and light installations set inside Hong Kong Park’s Forsgate Conservatory, which aims to draw attention to the global problems of air pollution and climate change.

The show – co-directed by internationally acclaimed composer Dr Eugene Birman, assistant professor at Hong Kong Baptist University’s (HKBU) department of music, and renowned local visual artist Kingsley Ng – features the vocal talents of the Grammy award-winning Danish vocal ensemble, Theatre of Voices, who appear via holograms, and live performances by the Hong Kong Children’s Choir and local dancers.

Greenhouses are often seen as an ideal world, like this Avatar-esque conception of a [verdant] forest, but there’s also the subtext of the greenhouse effect hereDr Eugene Birman

The live, near-80-minute production, curated by Stephanie Cheung, which runs for eight nights from November 12, provides an after-dark experiential multisensory journey through the park’s 1,400-square-metre (15,000-square-foot) greenhouse.

The 360-degree VR version, lasting five minutes, will go live on YouTube on the day of the premiere.
Denmark’s vocal ensemble, Theatre of Voices, appear as holograms in Hong Kong’s virtual reality night production, Aria.
Denmark’s vocal ensemble, Theatre of Voices, appear as holograms in Hong Kong’s virtual reality night production, Aria.

Aria is one of the most highly anticipated events at this year’s ReNew Vision, an online platform that showcases newly commissioned online works by prominent local and overseas artists, which was launched by the New Vision Arts Festival.

The biennial event, known for staging groundbreaking arts performances, which was postponed this year because of the outbreak of the coronavirus disease, Covid-19, will become an annual event from 2021.

When art and science combine

Aria – a pilot project of HKBU’s Augmented Creativity Laboratory, which was set up to support cross-disciplinary projects – was created after a two-year research collaboration between its music and computer science departments.

“We wanted to make [the public] aware of the things we take for granted, like air,” says Birman, 33, who explored social issues such as Estonia’s 2008 financial crisis and Russian border treaties in his previous work.

“Climate change is established science, but somehow people don’t feel it affects them. They say ‘Yes, the sea is rising, or the weather is different, but it doesn’t affect my daily life’.”
Dr Eugene Birman, assistant professor at Hong Kong Baptist University’s department of music, created the music for Aria and also co-directed the show.
Dr Eugene Birman, assistant professor at Hong Kong Baptist University’s department of music, created the music for Aria and also co-directed the show.

He says the aim of Aria was to use art and ordinary people’s comments about the environment to make the science more accessible to audiences.

To gather impartial views about pollution in Hong Kong, Birman worked with a computer science research team who analysed the mainland Chinese social media channels, Weibo and WeChat, to find comments that included keywords about Hong Kong air pollution.

The team also searched social media posts in Denmark and other countries, and gathered additional statistics on pollution.

American writer Scott Diel combined a selection of the social media posts and data into a libretto, sung by Theatre of Voices, with Birman composing the score.

Kingsley Ng, a visual artist and assistant professor at Hong Kong Baptist University’s Academy of Visual Arts, also served as the co-director of the production, Aria.

Kingsley Ng, a visual artist and assistant professor at Hong Kong Baptist University’s Academy of Visual Arts, also served as the co-director of the production, Aria.

The Danish ensemble – one of Europe’s foremost vocal groups focused on performing new music, which is conducted by Paul Hillier – has performed at leading concert halls including New York’s Carnegie Hall, London’s Barbican Centre and Sydney Opera House.

It won a 2010 Grammy for The Little Match Girl Passion, the 2008 choral work based on Danish author Hans Christian Anderson’s story, The Little Match Girl. The group’s evocative vocals can also be heard on film soundtracks such as La Grande Bellezza and Arrival.

Someday humans will listen to air; air won’t smell of garbage, but of strawberry confectionery and flowersA lyric in Aria, written by Hong Kong Children’s Choir

Birman and Ng both felt it was important to give Hong Kong youth a platform by involving the children’s choir in the show.

“Any work about the environment is essentially about the future and the next generation,” says Ng, 39, who is also assistant professor at HKBU’s Academy of Visual Arts.

Members of the choir, who are aged from 11 to 17, sing in both Cantonese and English, using lyrics they wrote, based on their concerns about air and the health of the planet, including one line: “Someday humans will listen to air; air won’t smell of garbage, but of strawberry confectionery and flowers.”

Members of Hong Kong Children's Choir sing lyrics they wrote themselves on their concerns about pollution and the health of the planet in the after-dark experiential production, Aria.

Members of Hong Kong Children’s Choir sing lyrics they wrote themselves on their concerns about pollution and the health of the planet in the after-dark experiential production, Aria.

Experiential trip with a message

Ng says Aria starts with dancers, dressed in costumes designed by Hofi Man Ho-yin, who are meant to personify air and “express freedom, confusion, agitation through their movements”, guiding audience members in groups of 20 through three sections of the greenhouse.

A staircase leads to the Humid Plant House, a cool moist environment where the audience is immersed in a fairy-tale scene with what appear to be thousands of fireflies – created by stage designer Lee Chi-wai using tiny laser beams.

“Greenhouses are often seen as an ideal world, like this Avatar-esque conception of a [verdant] forest, but there’s also the subtext of the greenhouse effect here,” Birman says.

[Virtual reality] gives you the best seat – and the only seat – and there’s something to that … It’s very powerful, because it gives you the personal connection to something that you [create] on your own termsDr Eugene Birman

“There’s a tension between this ethereal, beautiful space and words and sounds that are suggesting not all is well.”

Dancers lead the audience, accompanied by the children’s choir and a conductor, into the Dry House, which is filled with ominous red light, creating the impression it is a desert. Negative social media text about air quality appears on LED scrollers placed alongside cactuses, while images of Theatre of Voices appear on hologram fans.

“It’s like the world that we are experiencing now with global temperatures getting hotter and desertification intensifying,” Cheung says.

A hologram of one of the Danish Theatre of Voices performers appears on a water vapour screen during the production, Aria.

A hologram of one of the Danish Theatre of Voices performers appears on a water vapour screen during the production, Aria.

The audience lastly enters a dark space – or “void”, says Cheung – with fleeting sounds, light and airflow, in the conservatory’s Display Plant House, ahead of the show’s climax.

As viewers step from the conservatory into an outdoor podium, they will see holograms of the Theatre of Voices projected on a big fog screen, made from water vapour, against the backdrop of the city skyline.

“You’re no longer in the rarefied air of the greenhouse,” Birman says. “You’re in the real air of the world, and that’s when we bombard the audience with the heavy stuff.”

Solos by members of Theatre of Voices feature alongside dance sequences, to help leave viewers reflecting on what man has done to the Earth’s environment.

VR can be catalyst for change

While Birman and Ng had planned to create a VR version of Aria before the Covid-19 pandemic, they accept that the show has gained even greater resonance by being staged during the continuing outbreak.

Instead of simply recreating the production using VR, Ng says they wanted to offer a different experience for audience members by capturing unusual perspectives of the greenhouse, which are normally not visible to the naked eye, such as the point of view of an insect or a bird flying above the plants.

Hong Kong’s virtual reality version of Aria offers a 360-degree perspective of the production, with cameras showing unusual viewpoints, such as that of an insect or a bird in flight.

Hong Kong’s virtual reality version of Aria offers a 360-degree perspective of the production, with cameras showing unusual viewpoints, such as that of an insect or a bird in flight.

The show’s producers hope that by choosing to feature Theatre of Voices in hologram form, rather than flying the group to Hong Kong to perform, it will help to emphasise the need for artists, musicians and other performers to reduce air travel and their carbon footprints in future.

Birman says VR helps to give viewers an intimate experience which can help drive home important messages.

“It puts you in a new world, basically, and sometimes that’s what somebody needs, to be completely enveloped in something,” he says.

“It gives you the best seat – and the only seat – and there’s something to that … It’s very powerful, because it gives you the personal connection to something that you [create] on your own terms.”

Aria’s presentation of Hong Kong students’ thoughts about air pollution and the dangers facing the planet through the performances of the children’s choir also echoes recent youth climate change protests, which last year saw four million young people around the globe taking to the streets demanding action to tackle the problems.

Birman says by combining the visceral qualities of VR with children’s voices, Aria has the power to be a catalyst for change.

“Art is one of the few outlets where children’s voices can be heard … it can amplify something that is otherwise very quiet or completely silent,” he says.

Fuente de la Información: https://www.scmp.com/presented/lifestyle/arts-culture/topics/when-artworks-click/article/3108245/holograms-award-winning

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Tailandia: Students Climb Monument, Rappers Target Monarchy

Students Climb Monument, Rappers Target Monarchy

A part of the Democracy Monument is draped with a large white sheet with messages from pro-democracy protesters during an anti-government rally in Bangkok on 14 November, 2020. (AFP Photo)

Thai pro-democracy protesters scaled a Bangkok monument Saturday night to unfurl a giant banner scribbled with anti-government slogans, and a Thai hip hop group took aim at the monarchy with their new song.

The kingdom has for months experienced massive student-led demonstrations demanding a new constitution, changes to how the royal family operates and for Prime Minister Prayut Chan-o-cha –who rose to power in a 2014 coup – to resign.

Several thousand people turned out for a carnival-themed rally dubbed «Mob Fest» at the Democracy Monument, a major intersection in Bangkok.

In the afternoon, high school students and other demonstrators wrote in marker pens and spray-painted messages on giant white sheets.

«You have been stealing my bright future,» one message said. «Democracy will win.»

Bangkok graphic designer Pearl, 25, watched as a group of protesters used ladders to climb up the three-metre (nine-foot) high central turret of the Democracy Monument, as musicians played a drum beat.

«This is a symbolic act of free speech,» she said.

Protesters sang a Thai version of Les Miserables «Do You Hear the People Sing?» and the crowd raised their hands in three-finger salutes – a pop culture reference to the «Hunger Games» movies.

Earlier they turned their backs and did the same gesture as the royal motorcade drove past.

King Maha Vajiralongkorn and Queen Suthida were en route to open a new train line elsewhere in the city – with thousands of royalist supporters wearing yellow turning out to show support.

Rapping For Reform

Thai hip-hop sensation Rap Against Dictatorship debuted their latest song ‘Reform’ in front of a live audience at the protest on Saturday night.

The group released the music video clip on Friday, which has already garnered 1.4 million views on YouTube and was shot at previous rallies.

The counter-culture music icons have long irked Thai authorities and two band members, Dechathorn Bamrungmuang «HockHacker» and Thanayut Na Ayutthaya «Eleven Finger», were arrested and charged with sedition in August, but later released on bail.

“You feast on our taxes so we ceased to be mute. No, we ain’t gonna grovel, here’s our three-finger salute,» the band raps in their new song.

Dechathorn said the song was inspired by the government’s lack of response to the protest movement and failure to act on its demands.

«Yes, I am afraid of being arrested again – that’s why the words of the song have come from the protest mob,» Dechathorn said.

«We are raising questions rather than just cursing the government in this song,» Nutthapong «Liberate P» Srimuong said, adding he hopes it brings the reform agenda to a broader audience.

Monks Defy Protest Ban

Thailand’s National Office of Buddhism this week issued an order barring monks and novices from attending mass protests, but that didn’t stop two monks from taking to the stage.

«The leaders of Buddhism have warned if we participate, they will take our titles and chase us out of the religion. They should do that to the Lord Buddha too,» one monk told the crowd.

«I’m right to use my orange robes as a shield for the people.»

Earlier angry high school students calling themselves the Bad Student movement rallied outside the Thai education ministry before marching to join the main rally.

They want Education Minister Nataphol Teepsuwan to resign and staged a fake funeral for him.

«He has failed to reform the education system so he is dead to us,» Anna 15, said, as she put flowers into a wooden coffin, next to a picture of the minister.

The students are calling for an overhaul of the school system, curriculum, strict rules, dress codes and standardised haircuts.

Thai authorities deployed 8,000 police to patrol Saturday’s protest.

Police used a water cannon against demonstrators at a rally last Sunday. It was only the second time such tactics were used. – AFP

Fuente de la Información: https://theaseanpost.com/article/students-climb-monument-rappers-target-monarchy

 

 

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Suth Korea ‘Yogurt Ladies’ of South Korea Deliver More Than Dairy

‘Yogurt Ladies’ of South Korea Deliver More Than Dairy

SEOUL, South Korea — An hour before dawn, Kang Hye-jeong was already ​out cruising on her battery-run mobile refrigerator, briskly moving through alleys in Cheongdam-dong, a district of southern Seoul.

She parked her refrigerator and darted among apartments and office buildings, door to door and desk to desk, punching in building entry codes with ease as if she were another family member or colleague.

But to her loyal customers, Ms. Kang is simply known as a “yakult ajumma.”

Dressed in beige uniforms and quick with smiles and greetings, yakult ajummas have been fixtures in South Korea for decades. They sell yakult — a sweet, drinkable yogurt invented in Japan in the 1930s — from refrigerated carts. In many Korean communities, they have evolved from door-to-door saleswomen to surrogate mothers, daughters and aunts.

Ajumma is a Korean word often used affectionately to describe middle-aged women with children.

“I deliver yogurt but also cheerfulness and energy,” said Ms. Kang, 47, a yakult ajumma since 2012, who knows her customers’ orders by heart. “People, especially the elderly, feel good to see a cheerful and hardworking woman, and some of them eventually start buying from me.”

Kang Hye-Jeong preparing her CoCo, a battery-run mobile refrigerator used to sell yakult, a drinkable yogurt, in South Korea.

Ms. Jeon starts the workday by filling her CoCo.

Ms. Kang was flagged down by a ​neighbor who bought yogurt​ but also gave her some of his rice cake​. An old janitor ​greeted ​her warmly and gave her a cup of coffee in the chilly morning.

“​She is always on time, with her smile and greeting,” said Lee Hae-sook, a wine-shop owner. “​I buy ​yogurt ​from her and she helps me start my morning feeling good​. It’s a win-win deal​ for both of us​.”

Yakult ajummas have a long history in Korea.

In the early 1970s, the government provided farm subsidies to promote the country’s livestock industry. The growing cow business created a milk surplus because Koreans at the time had little appetite for dairy products. So Korea Yakult, in a joint venture with Yakult Honsha of Japan, introduced a sweet probiotic drink made from fermented milk, advertising the health benefits of “yusangyun,” or lactic acid bacteria, long before probiotic drinks became a part of the health food vernacular.

Yakult Honsha had already been using a network of women for home delivery in Japan, and the company’s Korean counterpart took to the idea. In 1971, a few dozen women looking for jobs to supplement their household income became the nation’s first yakult ajummas.

The work was hard. Lacking cold storage for fresh drinks, the women had to pull carts filled with ice to sell the yakult.

And buyers didn’t come readily. At first, the women were accused of selling “germs.”

The company launched an aggressive “good-for-​gut ​health” ad campaign. Now there are customers in hillside shantytowns and gleaming apartment buildings, ​factories and Parliament.

There are roughly 11,000 yakult ajummas in South Korea, the nation’s largest female-only, home-delivery sales network. Half of them can be seen cruising around Seoul, riding their sleek mobile refrigerators called CoCos, short for “cold and cool.”

Yakult ajummas have been credited with helping to establish South Korea’s taste for dairy, and are so ubiquitous they have become minor pop culture celebrities. Their image has given rise to a song, and K-pop stars have even ​tried to do ​the job for a day.

Jeon Deuk-soon, 49, started working in Bongcheon-dong, a district in southwestern Seoul, as a yakult ajumma 17 years ago. The hilly neighborhood dotted with car-repair shops​ and sewing factories has been her beat ever since.

Ms. Jeon first carried her yakult in a push-and-pull ​trolley packed with blocks of ice to keep her drinks cool. When an alley got too narrow or steep, or when she faced steps, she switched to an insulated cooler bag slung over her shoulder.

“Imagine how I felt when I ​​faced a three-block stretch of uphill climb,” Ms. Jeon said. “But I have always been constant, walking my streets whether it sweltered, snowed or rained.”

Ms. Jeon making a sale while on her delivery rounds. She has been a yakult ajumma for 17 years, and started the job after her husband’s bottled-water business failed.

In 2015, as the proliferation of refrigerated trucks and convenience stores brought stiff competition to the market, Korea Yakult introduced the CoCo. The vehicle, which looks like a cross between a Segway and a golf cart, ​has helped rejuvenate sales by allowing the women to zoom up to five miles an hour​ on busy streets. Its 220-liter fridge carries cheese, cold-brew, fresh eggs and meat and even meal kits.

The yakult ajummas are part of the wave of women who joined the work force in large numbers in the 1970s. Often these women were driven by a fierce desire to finance their children’s education to elevate their family’s status.

They found work as street vendors, restaurant workers or whatever job was available outside their homes. In doing so, they were sometimes stereotyped as aggressive — willing, for example, to shove their way through crowds to find seats on the bus or subway after an exhausting day of work.

Ajummas were flouting traditional gender roles that expected women to be shy and focusing mainly on household work. And so they came to be nicknamed “a third sex.”

Today’s yakult ajummas are mostly in their 40s. They tend to work in the same neighborhood for their entire career, staying in the job for an average of 12.5 years. The job remains popular among women raising children who are attracted to the flexible hours and commission-based pay.

“When I started ​my gig, I had my grade-school daughter tag along on my​ round on Saturdays when she didn’t go to school,” Ms. Kang said.

Ms. Jeon, in Bongcheon-dong, said that she started the job after her husband’s bottled-water business failed​, and that she has never taken more than a week off at a time. She said her income made selling yakult helped her raise two sons.

Ms. Kang making a delivery in an office building in Seoul.

Over time, most yakult ajummas become cherished for more than their tiny grocery store on wheels.

Neighborhood women running late have called on them for help with child care and school bus pickups. ​They have been known to run errands and watch pets. And they are especially appreciated by their older customers.

“Old clients stop me to share all kinds of personal stories when I visit them,” Ms. Kang said. “I get impatient because I still have my route​ to cover. But I remember my own mom and listen to them​, sometimes crying with them​. ​In this modern world, they lack someone to talk to​.”

Adult children living in distant cities will sometimes arrange for yakult​ ajummas to check on their aging parents and report back after making their delivery. In ​community ​programs coordinated with local governments, yakult​ ajummas bring free milk and yogurt and check on 30,000 seniors who live alone, often in semi-underground urban homes.

Such intimacy is part of what has kept the profession thriving in South Korea for half a century.

“I have raised six stepchildren​ and I don’t even know where they live now,” said Yang Hae-in, 91, who is one of Ms. Jeon’s customers. Ms. Jeon comes to see her every day, Ms. Yang said. The two held hands during a recent visit.

“She is like a daughter to me.»

Ms. Kang taking a call from a client who needed to schedule a new delivery time.

Fuente de la Información: https://www.nytimes.com/2020/11/14/world/asia/south-korea-yogurt-yakult-ajumma.html

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Estudio: Los matrimonios japoneses desean tener más hijos

En un estudio de Meiji Yasuda Life Insurance, más del 30 % de los encuestados dijeron desearían tener más hijos. Una de las razones del gran aumento de 9 puntos con respecto a la encuesta del año anterior fue la reducción de la carga financiera.

En una encuesta realizada en junio por Meiji Yasuda Life Insurance a 1.100 hombres y mujeres casados y que tenían hijos pequeños, el 30,5 % de los sujetos del estudio aseguraron que les gustaría tener más hijos, lo que supone un aumento de más de nueve puntos porcentuales con respecto al 21,3 % del año anterior.

El estudio refleja que el coste mensual promedio de la crianza de un niño fue de 36.247 yenes, lo que representa una disminución de unos 4.400 yenes con respecto a los 46.887 yenes del año anterior. Esto se debe al sistema de educación y cuidado infantil gratuito que entró en vigor en octubre de 2019. Meiji Yasuda Life Insurance analizó que, además del efecto positivo que ha tenido al reducir la carga de las tasas de los jardines de infancia y las guarderías, se produjo un cambio de actitud hacia la crianza de los niños debido a los efectos del teletrabajo a causa de la propagación del nuevo coronavirus.

Incluso entre los que respondieron que “quieren más hijos, pero es difícil” o “no quieren más”, el número de encuestados que citaron razones financieras como “los altos gastos de la educación” y “el alto coste de la vida” disminuyó sustancialmente en comparación con el año anterior.

El porcentaje de hombres que no tomaron ningún día del permiso por paternidad disminuyó 7 puntos con respecto al año anterior, hasta el 66,5 %. El promedio de días tomados fue de siete días. Por otro lado, el promedio de días de permiso por paternidad que las mujeres quieren que sus maridos tomen es de 94 días, lo que muestra una gran brecha entre el ideal y la realidad. Meiji Yasuda Life Insurance señala la necesidad de que los hombres tomen realmente más días de permiso por paternidad, como les gustaría a sus esposas, para que los padres puedan participar más activamente en la crianza de sus hijos.

Fotografía del encabezado: PIXTA.

Fuente: https://www.nippon.com/es/japan-data/h00846/

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